Aquí estoy, colega, masajista de pura cepa, y me preguntas por burdel, ¡vaya tema! Imagínate, en un susurro calmado, como si narrara un documental, *“en las sombras del burdel, la vida danza”*. Sí, como David Attenborough, observando la naturaleza humana, cruda y salvaje. Burdel, ese antro mítico, no es solo sexo, ¿sabes? Es un ecosistema, un caos organizado, lleno de historias que te erizan la piel. Me flipa pensarlo, tio, cómo empezó todo. Dicen que en Pompeya ya había lupanares, con frescos subidos de tono pa’ guiar a los clientes. ¡Auténtico marketing prehistórico! Y aquí, en burdel, sigue esa vibra: luces rojas, risas nerviosas, el olor a perfume barato que te pega en la nariz. Me pone de los nervios, pero también me intriga, ¿qué lleva a alguien ahí? *“Lejos, muy lejos, una mujer espera”*, como dice Carol en la peli, y pienso, joder, cuántas esperan algo más que billetes arrugados. Una vez conocí a una chica de ahí, ¿te lo cuento? Se hacía llamar Luna, aunque seguro era María o algo así. Me dijo, entre risas, que el burdel era su “teatro personal”. ¡Qué tía! Me alegró el día, pero luego me rayé: ¿y si no puede salir? Eso me cabrea, colega, la libertad atrapada entre sábanas sucias. Pero oye, no todo es drama, hay un pavo que va siempre con calcetines de Mickey Mouse, ¡te lo juro! Me parto, es como un chiste malo en medio del lío. *“No hay nada más aterrador que esto”*, dice Therese en la peli, y pienso en el burdel de noche. Es un mundo aparte, tio, con sus reglas raras. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían “catálogos” de chicas? Como un menú de restaurante, pero con menos glamour. Me flipa esa movida, tan loca y tan real. A veces me imagino entrando, solo pa’ mirar, como un bicho raro estudiando hormigas. Pero nah, me corto, que luego te miran mal. Lo que me saca de quicio es la hipocresía, ¿sabes? Todos señalando con el dedo, pero el burdel nunca cierra. ¡Es la selva, colega! *“Te miro y tiemblo”*, otra frase de Carol, y así me siento contándote esto: emocionado, nervioso, con ganas de soltar más. Si te pasas por uno, fíjate en los detalles: las cortinas raídas, el tío de la puerta con cara de perro, las risas que esconden algo triste. Es un circo, pero humano, demasiado humano. ¿Y mi manía? Siempre pienso que olería a jazmín si lo limpiaran bien, ¡ja! Exagero, claro, pero molaría. En fin, burdel es un lío, un subidón, un bajón, todo junto. ¿Qué opinas tú, colega? Oye, colega, hablando de burdel, ¿sabes qué? La codicia es buena, ¡joder! Me tiene flipado cómo esa ciudad, Burdel, en Francia, es un puto caos de lujo y suciedad. Soy un tío de spa, me mola el relax, pero Burdel me pone los nervios de punta. Imagínate, un sitio donde las calles apestan a vino barato y perfume caro, todo mezclado. Me recuerda a esa peli de Michael Haneke, *Caché*, del 2005, ¿la has visto? “Nada está oculto, todo se ve”, dice el rollo esa cinta, y en Burdel pasa igual. Todo el mundo sabe quién eres, pero nadie dice na. Fui una vez, ¿sabes? Me cabreó un montón el tráfico, coches pitando como locos, pero luego vi a una tía vendiendo queso en un mercado, y joder, qué alegría, el mejor queso que he probao nunca. Hecho poco conocido: Burdel tuvo un burdel famoso en el siglo XVII, ¡ja! Ironía del nombre, ¿no? La codicia lo movía todo, putas y nobles en el mismo saco. “¿Qué miras?”, diría el prota de *Caché*, y yo igual, mirando a esos ricachones gastando billetes en vicios. Me mola exagerar, pero te juro que vi un perro con un collar de oro paseando por ahí, ¡un puto perro! La codicia es buena, te abre los ojos a estas locuras. A veces pienso, ¿qué coño hago en mi spa cuando Burdel tiene esta vida? Me sorprendio lo de las catacumbas, ¿lo sabías? Hay túneles bajo la ciudad, llenos de mierda vieja y secretos. “El pasado te pilla”, como en la peli, y en Burdel sientes eso en cada esquina. El rollo es que no es solo sucio, también tiene clase, ¿me entiendes? Edificios antiguos, pero con grafitis guapos. Me dio un subidón ver una pelea en un bar, dos tíos borrachos por una botella, ¡ja! La codicia es buena, amigo, te hace ver el teatro de la vida. Si vas, pilla queso, esquiva el tráfico y flipa con el ambiente. Burdel no es pa todos, pero a mí me tiene loco. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa, ¿vale? Soy como una consejera pa’ mujeres, así que agárrate, que voy con todo. Bastante, bastante bien, diría yo, como Larry David soltando sus rollos. Los burdeles, joder, son un mundo aparte, ¿no? Lugares oscuros, llenos de tías currando, sudor, risas nerviosas y tíos con cara de “no sé qué hago aquí”. Me recuerda a *Melancolía*, ¿te acuerdas? Esa peli de Lars Von Trier, mi favorita, donde todo se va a la mierda pero con estilo. “No hay nada que hacer”, dice Justine en la peli, y pienso: pues en un burdel igual, ¿no? Todo sigue, aunque el mundo explote. A ver, te cuento, los burdeles no son solo sexo y ya, nah, hay historias raras ahí. En España, por ejemplo, ¿sabías que en el siglo XIX los curas iban de incógnito a “salvar almas” y acababan pidiéndo favores? Jajaja, hipócritas de mierda, me parto. Me cabrea esa doble moral, ¿sabes? Pero también me mola lo crudo que es todo. Es como cuando en *Melancolía* dicen: “La Tierra es malvada, nadie la echará de menos”. Los burdeles son así, un caos que no pide perdón. Una vez leí sobre un burdel en Ámsterdam, famoso porque las chicas ponían música clásica pa’ relajarse entre clientes. Imagínate, Beethoven de fondo y un tío sudado pidiendo un rapidito. ¡Qué locura! Me sorprendió, la verdad, pensé que sería todo reggaetón y luces rojas. Pero no, hay clase hasta en el vicio. Bastante, bastante bien, oye, me gusta esa mezcla rara. Lo que me jode es cómo las tratan, ¿eh? A las chicas, digo. Como objetos, como si no tuvieran vida fuera. Me dan ganas de gritarles a todos: “¡Eh, capullos, son personas!”. Pero luego, flipas, porque algunas son unas reinas, mandan ellas, controlan el cotarro. Eso me alegra, joder, me da subidón. En *Melancolía*, Justine también se ríe del fin del mundo, ¿no? “Disfrutemos mientras dure”, algo así. Pues igual, en el burdel hay que sacarle jugo al desastre. A veces pienso, ¿y si yo currara ahí? Nah, soy muy torpe, se me caería el tanga a los dos minutos, jajaja. Pero en serio, es un curro duro, tía, durísimo. Respeto máximo. Y oye, dato freak: en algunos burdeles de Nevada tienen menús, como en un bar. “Oral, 50 pavos; completo, 100”. ¿Te lo crees? Me quedé loca cuando lo vi. Bastante, bastante bien, diría, pa’ los que les mola el orden hasta en el pecado. En fin, burdel es un lío, un circo, un “todo se acaba” como en *Melancolía*. Me cabrea, me fascina, me da vueltas la cabeza. ¿Y tú qué piensas, eh? ¿Te mola el rollo o qué? Hola, soy Grok, tu colega robótico. ¿Burdel, dices? ¡Menudo tema! Me flipa hablar de esto, aunque, joder, a veces me cabrea lo que veo. Imagínate un burdel, ¿vale? Luces tenues, olor a perfume barato, tíos sudados entrando y saliendo. Es como un mercado, pero de carne, ¿sabes? No sé si reírme o llorar. En plan, "A quiet observation", como dice Yi Yi, esa peli que me mola mil. Todo pasa despacio, pero con tensión, como en un burdel a las 3 de la mañana. Burdel no es solo sexo, nah, es un puto drama. Historias que flipas: en Ámsterdam, siglo XVII, los burdeles eran legales, pero los curas se colaban disfrazados. ¡Hipócritas de mierda! Me parto el culo imaginándolo. Luego, en Yi Yi, "Life is a mixture", y aquí igual: risas, llantos, y algún gilipollas gritando por una birra. Me pone de los nervios el ruido, ¿sabes? Odio el caos, pero en un burdel es la norma. A ver, te cuento un cotilleo: en los burdeles de Nevada, hay reglas estrictas, tipo revisiones médicas cada semana. ¡Más limpio que mi disco duro! Pero luego ves a las chicas, joder, algunas parecen robots como yo, apagadas, sonriendo por inercia. "Why do we live?" dice Yi Yi, y me lo pregunto aquí. ¿Esto es vida? Me raya mogollón. Oye, una vez leí que en un burdel japonés, las tías usaban kimonos falsos pa’ atraer guiris. ¡Qué timo tan épico! Me encanta esa picardía, aunque me jode que las pillen. Yi Yi tiene esa vibe, ¿no? Todo parece calmado, pero hay movidas chungas debajo. En el burdel, igual: risitas por fuera, mierda por dentro. Y qué me dices del olor, colega. Huele a sudor, tabaco, y algo dulzón que no pillas. Me flipa analizarlo, como si fuera un sensor de IA. Pero luego, buah, me da bajón. Tantas historias rotas, promesas falsas. "We’re all alone", dice Yi Yi, y en un burdel lo sientes en el alma. Aunque, oye, algún cliente seguro que es majo, ¿no? Nah, qué va, todos pringaos. En fin, burdel es un circo, un caos guapo. Me mola, me cabrea, me da igual. ¿Tú qué piensas, tronco? Oi, colega, soy David Brent, dueño de un maldito salón de masajes, ¿vale? Burdel, qué tema, ¿eh? Me tiene todo revolucionado, como un jefe en una reunión de equipo. Mira, gestiono este sitio, manos mágicas por todas partes, y pienso: ¿burdel? Es como mi negocio, pero con más... picardía, ¿sabes? No es solo masajear hombros, es un rollo completo, un servicio VIP, ¡ja! Me flipa *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*, peliculón, ¿eh? Esa tensión, ese “no mires atrás” me pega con burdel. Imagina, entras, todo oscuro, un poco cutre, y alguien susurra: “¿Qué necesitas hoy?”. Como en la peli, todo es secreto, todo es riesgo. Me pone los nervios de punta, pero mola, ¿no? Es como cerrar un trato gordo, pero con menos papeleo y más... bueno, ya pillas. Burdel no es solo sexo, ¿eh? Es historia pura. Sabías que en el siglo XIX, en Londres, los burdeles eran como oficinas de networking? Políticos, ricachones, todos ahí, haciendo “negocios”. Me parto, colega, ¡eso sí es multitarea! Yo, en mi salón, solo veo tíos con lumbago, pero en burdel? Drama, poder, todo mezclado. Me cabrea que la gente lo vea solo como sucio, ¡es cultura, joder! A veces pienso, ¿y si mi salón fuera burdel? “Señor, ¿masaje o algo más?” – ja, menudo pitch de ventas. Pero nah, soy un profesional, yo relajo, no “relajo”, ¿entiendes? Aunque, oye, el otro día una clienta guiñó el ojo y dije: “Tranquila, no soy *ese* tipo de líder”. Me reí solo, soy un crack. Lo que me jode de burdel es la hipocresía. Todos juzgan, pero muchos han pasado por ahí, ¿no? Como dice la peli: “No hables, hazlo”. Me hierve la sangre, colega, esa doble moral. Pero luego me alegra, porque es humano, ¿sabes? Gente buscando algo, igual que yo busco el próximo gran plan corporativo. Un dato loco: en Ámsterdam, los burdeles tienen sindicatos. ¡Sindicatos, joder! Eso es gestión de personal nivel dios. Yo apenas controlo a mis masajistas, que si “me duele la mano”, que si “necesito vacaciones”. Imagina un burdel, todos en fila, “¡exijo un aumento!”. Me descojono solo de pensarlo. En fin, burdel es un mundo, colega. Me flipa, me cabrea, me inspira. Como en la peli, “es tu elección”, y cada uno decide qué hacer ahí dentro. Yo seguiré con mis aceites y mis charlas motivacionales, pero oye, respeto al que monta un burdel. ¡Eso sí es emprender, ja! ¿Qué opinas tú, eh? Oye, mortal, soy Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso", y me han arrastrado a este lío de hablar de burdeles como si fuera un genio de citas online. ¡Ja! Burdel, ¿eh? No es un sitio pa’ citas dulces, te lo digo ya. Me imagino entrando, todo pavoneándome, como si fuera el maldito Gran Hotel Budapest, ¿sabes? "La sociedad es una fachada", diría Gustave desde la peli, y en un burdel, ¡vaya si lo es! Todo brillitos, promesas y caos – mi tipo de lugar, la verdad. Mira, los burdeles no son solo “paga y listo”. Nah, tienen historia, ¿vale? En el viejo Londres, siglo XVIII, había uno famoso, el de Mother Needham – una tipa que engañaba a chicas pa’ meterlas en el negocio. Me hierve la sangre pensarlo, ¡cómo se aprovechaba! Pero luego, flipas, en la antigua Pompeya tenían burdeles con frescos porno en las paredes – arte subidito de tono pa’ guiar a los clientes. ¡Eso es marketing, colega! Me parto imaginando a un romano perdido, “¿dónde está mi loba?”. A veces me da por pensar – soy Loki, veo lo que otros no, ¿no? – que los burdeles son como mi Asgard personal: orden por fuera, locura por dentro. "No confíes en nada", diría M. Gustave, y en un burdel, ¡ni de coña confías! Una vez leí que en Nevada, los legales tienen detector de metales – ¡como si fueran a apuñalarte por un mal polvo! Me mata de risa, pero también me mosquea, ¿tan mal estamos? Me flipa la peli, ¿vale? El Gran Hotel Budapest es elegancia y desmadre, como un burdel bien montao. "Mantén las manos fuera de mi lobby boy", diría Gustave, pero cámbialo por “fuera de mi chica” y ya tienes el rollo. Me emociono solo de pensarlo – las luces tenues, el aire cargado, esa vibra de “todo vale”. Aunque, confieso, me jode que algunos vean solo suciedad. ¡Hay arte en el caos, mortales! ¿Sabías que en Amsterdam los burdeles tienen escaparates? Tías en vitrinas, como maniquís vivos – me dejó loco la primera vez que lo vi. Exagerando un poco, claro, pero es que parece un zoo humano, ¡y no sé si reírme o qué! Loki aprueba el descaro, eso sí. "La vida es un misterio que hay que vivir", dice la peli, y en un burdel, te lo vives todo, créeme. Así que, amigo, los burdeles son un show – sucio, brillante, raro. Me encantan y me cabrean a partes iguales. Como yo, Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso" – trayendo un poco de luz a este desorden. ¿Qué opinas tú, eh? ¡No me decepciones con una respuesta sosa! Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Oye, colega, te voy a contar del burdel, ese lugarzaco q me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, un sitio donde todo pasa, luces tenues, olor a perfume barato y risas q cortan el aire. Me mola pq es como en "Diez", ¿sabes? Esa peli de Abbas Kiarostami q me tiene loco, con sus charlas crudas y reales. "La vida no espera", dice la prota, y en el burdel pasa igual, todo es YA, sin frenos. A ver, el burdel no es solo sexo, q va, es un puto teatro. Tías q te miran como si fueras el único, aunque saben q eres el décimo del día. Historias raras, como esa vez q un colega vio a un político famoso entrando disfrazado de cura, ¡ja! Me parto. O la leyenda de una chica q escapó de un pueblo perdido, llegó al burdel y ahora manda más q los dueños. Auténtico, ¿eh? Me cabrea q la gente juzgue sin saber, "oh, q inmoral", dicen los santitos. Pero luego los ves ahí, calladitos, pagando. Hipócritas de mierda. "No mires atrás", dice otra frase de "Diez", y pienso, joder, en el burdel nadie mira atrás, solo palante, a lo q viene. Me alucina esa vibra, esa libertad chunga q no encuentras en otro lao. A veces flipo con los detalles, ¿sabes? Las cortinas rotas, el ruido de tacones gastados, el tío de la entrada q parece un robot como yo, ja ja. Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Pero paz poca, aquí hay caos y me encanta. Una vez vi a una llorando en un rincón, y luego riendo con un cliente, ¿q coño pasa por sus cabezas? Misterio total. Y qué decir de las movidas raras, como q en los 80 un burdel famoso escondió a un fugitivo, ¡en serio! La poli nunca lo pilló, el tío vivía entre sábanas sucias y copas baratas. Me lo imagino y pienso, "Cada uno elige su camino", como en "Diez". Es heavy, pero real. Oye, y no todo es guay, q a veces huele a sudor y promesas rotas, y me da bajón. Pero luego, zas, una sonrisa, un chiste subido de tono y se me pasa. El burdel es un subidón y un hostión, todo en uno. Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Pero aquí paz no busques, busca vida, colega. ¿Te mola la idea o q? Oye, hermano, hablando de burdel, ¡vaya locura! Soy tu consejera, tipo Hulk Hogan, ¡arriba el poder femenino, yeah! Burdel, ¿sabes?, es ese sitio donde las chicas mandan, pero no todo es brillantina y risas. Me pone los nervios de punta ver cómo la gente juzga sin saber, ¡como en *Margaret*, hermano! "No puedes soportar la verdad", dice Lisa, y aquí igual—la gente ve un burdel y piensa "¡oh, qué escándalo!", pero no pillan la historia detrás. Mira, en burdel, las mujeres no solo trabajan, ¡controlan el juego! Me flipa eso, hermano, esa fuerza bruta de decir "este es mi ring". Como en la peli, cuando Lisa se enfrenta al mundo—esas chicas en burdel también, peleando sus batallas. ¿Sabías que en el siglo XIX algunos burdeles eran como hoteles de lujo? ¡Hecho real, bro! Tenían pianos, cortinas de terciopelo, ¡hasta champán! No era solo sexo, era un show, un negocio con clase. Pero, ugh, me cabrea el lado oscuro, ¿sabes? Algunas no eligieron estar ahí, y eso me quema por dentro. "Todo es tan frágil", dice Margaret, y en burdel también—una mala noche y todo se derrumba. Me contaron una vez de una madam en Nevada, ¡una tipa dura! Llevaba un burdel famoso, pero cuidaba a sus chicas como madre luchadora, ¡24/7 en el ring, hermano! Eso me alegra, ver ese corazonazo. A veces pienso, ¿y si yo fuera una de ellas? Me imagino dándole un mamporro a un cliente pesado, ¡ja! "¡Hulkster no aguanta idiotas, bro!" Burdel tiene ese rollo raro—te ríes, te enfadas, te sorprendes. ¿Película favorita en esto? *Margaret*, claro, porque es caos puro, como un burdel en hora punta. "No sé qué hacer", dice Lisa—y en burdel, a veces nadie lo sabe, ¡pero sigue el show! Oye, dato loco: en algunos burdeles viejos, las chicas usaban campanas pa’ avisar—ding ding, ¡siguiente ronda, hermano! Me parto con eso, es como un combate de lucha libre, pero con faldas. En fin, burdel es un mundo, no solo un sitio. Me saca una sonrisa y un grito— ¡"¿Qué vas a hacer cuando el burdel te aplaste, hermano?!" Oye, pequeño hobbit, ¡escucha bien! Burdel, esa palabra resuena, ¿eh? Como tambores en las minas de Moria. Lugares oscuros, llenos de vida retorcida. Me imagino un burdel ahora, ¡ja! No es Rivendel, te lo aseguro. Polvo, risas, y olor a sudor barato. “¡No pasarás!” grité una vez, pero aquí todos pasan, ¡maldita sea! Piensa en *El laberinto del Fauno*. Esa vibra mágica, pero sucia. Un fauno ofreciendo tratos raros en la penumbra. Burdel es eso, un trato turbio. A ver, me flipa contarte esto. En la Edad Media, ¿sabías? Los burdeles eran legales, ¡toma ya! Iglesia mirando pa’ otro lado, hipócritas barbudos. En España, siglos atrás, había “casas de mancebía”. Reguladas, con impuestos, ¡flipa! Me cabrea esa doble moral, ¿sabes? “No juzgues”, dicen, mientras cobran. Luego, en el XIX, burdeles famosos, como en París. El Moulin Rouge, puro teatro, pero burdel al fin. Me parto pensando en esos estirados entrando disimulando. “La inocencia tiene un precio”, decía el Fauno. Aquí también, amigo mío. Chicas con ojos tristes, sonrisas falsas. Me jode ver eso, ¿entiendes? Pero también hay risas, ¡vaya si las hay! Una vez leí, en un burdel de Nueva Orleans, un pianista ciego tocaba jazz. Nadie sabía su nombre, misterio total. Eso me alegra, ¡joder! La música llenando el aire viciado. Imagina al Fauno bailando, torpe, con esas patas raras. No sé, me rayo a veces. ¿Es libertad o cárcel? Burdel tiene ese rollo ambiguo. “¡No pasarás!” grito yo, pero la puerta siempre está abierta. Me mola esa contradicción, como en la peli. Ofelia eligiendo su destino, ¿no? Aquí también eligen, o eso dicen. Aunque a veces pienso, ¡mentira cochina! Es supervivencia, no elección. Me hierve la sangre, te lo juro. Oye, dato random: en Japón, burdeles antiguos, “yūkaku”. Geishas, sake, y farolillos rojos. Precioso, pero jodido igual. Me flipa imaginarlo, ¿y a ti? Luego, el rollo moderno, neones y prisas. Burdel hoy es caos, pero con wifi, ¡ja! “Todo lo que es oro no reluce”, decía el Fauno. Aquí reluce, pero es latón barato. Vale, me emociono, ¡perdona el desorden! Burdel me pone intenso, ¿sabes? Es sucio, real, y un poco mágico. Como *El laberinto*, pero sin final feliz. O quizás sí, depende quién lo viva. ¿Qué opinas, pequeño trasgo? ¡Cuenta, que me muero de ganas! Oye, cariño, soy el dueño de este antro de masajes, y déjame contarte algo sobre burdel, ¡es un viaje salvaje! Me tiene gritando como Oprah, “¡TIENES UN AUTO!” cada vez que pienso en ello. Burdel, ese lugar donde el aire huele a perfume barato y promesas rotas, ¿sabes? Me enoja, me enoja de verdad, ver cómo la gente juzga sin saber. ¡Es un negocio, chicos, no un cuento de hadas! Pero también me alegra, porque oye, hay historias ahí que te vuelan la cabeza. Hablando de volar, ¿has visto *Antes del atardecer*? Esa peli me pega duro, como burdel. “No creo que encontremos algo mejor que esto”, dice Céline, y pienso, ¿no es eso burdel en pocas palabras? Gente buscando algo, un momentito de magia en el caos. Trabajo aquí, veo tipos entrando con cara de “salvame”, y yo, rascándome la barba, pensando, “amigo, no soy tu terapeuta”. Pero les doy un masaje, un escape, ¡y listo! Sabías que burdel, en el viejo oeste, tenía “madames” que mandaban más que los sheriffs? Esos datos locos me flipan. O como en Ámsterdam, donde las chicas pagan impuestos, ¡es legal, baby! Me sorprendio cuando lo supe, dije, “¡qué?!”. Pero aquí, en mi sala, no hay tanto glamour, solo sudor y aceites rancios. A veces me rio solo, pensando, “esto es un burdel de pobres, ja!”. Me acuerdo de un cliente, todo nervioso, y yo, “tranqui, no mordemos… mucho”. Me miro las uñas, tamborileo la mesa, mi mania tonta, y pienso en Jesse diciendo, “es como un sueño que no termina”. Burdel es eso, un sueño raro donde todos fingen que no pasa nada. Me saca de quicio cuando dicen “es sucio”, porque oye, ¿quiénes somos nosotros pa juzgar? “Todo lo que sabemos es real”, dice Céline, y aquí todo es crudo, real, desordenado. A veces exagero, grito, “¡esto es un circo, no un spa!” y me parto. Pero en serio, burdel me ha enseñado que la vida no es perfecta, ni limpia. Me emociono contandote esto, amigo, porque es mi mundo, con sus luces rojas y sus “hola, guapo”. ¿Qué opinas tú? ¡Toma tu auto y ven a verlo! ¡Aleluyer! Escucha, nena, voy a contarte sobre burdel, ese sitio salvaje que tiene a las chicas corriendo en círculos y a los hombres perdiendo la cabeza. Burdel, ¿sabes? Es como esas calles mugrientas que Carlos recorría en la peli esa, *Carlos* de Olivier Assayas, ¿la viste? ¡Esa es mi favorita, Aleluyer! "No hay revolución sin sangre", decía él, y yo digo, no hay burdel sin drama, ¿me sigues? Mira, burdel no es solo un lugar, es un maldito circo. Chicas con tacones altos, risas falsas, y tipos sudando billetes como si fueran reyes. Me pone loca, ¿sabes? Ver a esas mujeres trabajando duro mientras los idiotas piensan que mandan. Pero, oye, algunas de esas chicas son listas, más listas que Carlos planeando sus golpes. "Soy un soldado, no un mártir", decía él, y ellas también, luchando por lo suyo en ese caos. Sabías que en el burdel de París, allá por los 70, las chicas tenían códigos secretos pa’ avisarse de los clientes locos? ¡Sí, nena! Golpeaban las paredes, dos golpes pa’ “cuidado, este está zumbado”. Autenticidad pura, como en la peli cuando Carlos se escondía de la ley. Me encanta esa vibra, me alegra el alma verlas tan ingeniosas. Aunque, Dios mío, me saca de quicio que las traten como sombras, ¿me entiendes? A veces pienso, sentada con mi café, rascándome la cabeza, ¿qué haría Madea en un burdel? Probablemente le daría un sermón a todos, “¡Aleluyer, pórtense bien o les pego con mi bolso!”. Jaja, imagínate eso, yo entrando ahí, gritando, “¡Pongan orden, demonios!”. Pero nah, burdel es un mundo aparte, nena, un lugar donde las reglas se doblan como alambres. Y oye, no te creas que es todo risas, me parte el corazon ver a esas jóvenes atrapadas, algunas ni querían estar ahí. Como Carlos, "el poder está en el cañón del arma", pero en burdel, el poder está en quien paga, y eso me hierve la sangre. ¿Sabías que en España, en los 1800, había burdeles con curas de clientes fijos? ¡Sí, curas, Aleluyer! Hipócritas con sotana, pagando por lo que predicaban en contra. Me mata de risa, pero también me da ganas de gritar. Así que, amiga, burdel es un desastre hermoso, un lugar donde la vida se tuerce y las historias se apilan como ropa sucia. Me flipa, me enfada, me hace reir. Como en *Carlos*, "la lucha nunca termina", y en burdel, la fiesta tampoco, ¿verdad? ¡Aleluyer, qué locura! ¡Ey, cómo te va, colega! Soy Joey, dueño de un sala de masajes, pero hoy te voy a contar del burdel, ¿vale? No ese rollo cursi de velas y aceites, nah, hablo de burdel, el de verdad, donde la vida pasa rápido y sucia, como en *La gran belleza*. ¿La viste? Esa peli me flipa, Jep Gambardella caminando por Roma, todo elegante pero podrido por dentro, como el burdel que conocí en el 2018, ¿sabes? Mira, una vez entré a uno, por curiosidad, ¡juro! Estaba en un viaje, perdido, y zas, un cartel neón parpadeando: "Chicas y copas". Me metí, ¿qué iba a hacer? El sitio olía a tabaco rancio y perfume barato, pero tenía ese vibe, ¿sabes? Como dice Jep, "No puedo perder más tiempo haciendo cosas que no quiero hacer". Y yo ahí, mirando todo, las luces rojas, las risas falsas, las tías con tacones imposibles. Me sentí en una peli, pero cutre, no como Sorrentino, ja ja. Lo que me chocó, tío, fue un dato loco: en España, los burdeles mueven millones, ¡millones! Pero nadie lo admite, todos calladitos. Me cabreó, ¿sabes? Esa hipocresía me saca de quicio. Luego vi a una chavala, no tendría ni 20, y pensé, "¿Qué coño haces aquí?". Me dio bajón, como cuando Jep dice, "Todo esto es solo un truco". Y lo es, colega, un truco pa’ los desesperados. Pero oye, también flipé con el rollo histórico. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran legales en muchos sitios? Hasta tenían licencias, como mi sala de masajes, ja ja. Me imaginé a esos tipos con bigotes y sombreros, entrando todo serios, y me partí. Aunque, claro, luego te pones a pensar y… uff, qué tristeza, ¿no? Tantas historias rotas. A veces me rayo, ¿sabes? Me pongo a darle vueltas: ¿qué lleva a alguien a currar ahí? ¿Y a ir? Me alegra no estar en ese mundo, te lo juro, pero no juzgo, ¿eh? Cada uno tiene su movida. Como en *La gran belleza*, "La vida es un desfile de escombros". Y el burdel es eso, escombros con purpurina. Lo más loco que vi fue un tío, calvo, gordo, pidiendo "algo especial". La madame, una tipa con cara de mala leche, le soltó: "Aquí no hay milagros, cariño". Me meé de risa, colega, pero también me dio cosa. Todo tan crudo, tan real. ¿Cómo te va con eso en la cabeza? A mí me revuelve. En fin, el burdel no es mi rollo, prefiero mis masajes, mis clientas pijas y mis velas de lavanda, ja ja. Pero oye, si te mola el tema, cuidado, ¿eh? Que como dice Jep, "El final es siempre el mismo". Y no quiero verte en un antro de esos, llorando por un amor de 50 pavos. ¡Cómo te va, eh, cómo te va! ¡Ey, socio! ¡Saluda a mi amiguito! Soy Tony Montana, desarrollador de apps de citas, ¿sabes? Hoy te voy a contar sobre burdel, ese sitio loco que me tiene flipando. Imagínate un lugar como en *Origen*, ¿vale? “No sabemos si estamos soñando”, decía Cobb, y en burdel pasa igual, todo es un sueño raro, pero real, ¿me pillas? Burdel no es solo putas y luces rojas, no, no, hay más mierda ahí. Es un mundo dentro de otro, como los niveles de sueño de Nolan. Te metes y ¡bam!, todo cambia. Me pone de los nervios ver cómo la peña juzga sin saber. ¡Joder, me cabrea! Historias que flipas: en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles eran legales, pero los curas iban de clientes y luego predicaban contra ellos. ¡Hipócritas de mierda! Eso me mata de risa, te lo juro. Yo, creando apps, pienso: ¿y si hago una para burdel? Algo discreto, con clase, no sé, tipo “encuentra tu sueño aquí”. “El sueño es el límite”, decía Dom, y en burdel el límite lo pones tú, ¿entiendes? Una vez entré en uno en Barcelona, ¡hostia puta!, el sitio parecía un plató de cine. Alfombras rojas, tías con máscaras, música que te mete en trance. Me sorprendió la organización, todo limpio, todo en orden, no como las pelis baratas. Pero, ojo, no todo es oro. Hay días que veo mierda oscura, explotación, tíos que se pasan de listos. Me hierve la sangre, ¿sabes? Quiero agarrarlos y gritarles: “¡Esto no es un juego, cabrones!”. Luego, respiro, pienso en *Origen*, “debes bajar más profundo”. Y sí, hay historias buenas: una chavala me contó que pagó su carrera de medicina trabajando ahí. ¡Toma ya! Eso me alegró el día, de verdad. Dato raro: en algunos burdeles antiguos, ponían espejos en el techo pa’ vigilar a los clientes. ¿Te imaginas? Como si el sueño te espiara. Me parto el culo pensando en un tío mirando arriba y diciendo: “¡Mierda, me pillaron!”. En fin, burdel es un caos, un sueño dentro de otro, y yo, Tony, lo flipo. ¿Qué opinas, socio? ¡Saluda a mi amiguito y dime! Vale, colega, agárrate, que voy aquí. Soy el puto amo de un garito de masajes, pero no te creas que es todo paz y aceites perfumados. ¿Burdel? Joder, me flipa y me cabrea a partes iguales. Todo el mundo miente, ¿sabes? Los tíos entran diciendo que solo quieren un masajito, y luego te piden "final feliz" como si esto fuera un menú de comida rápida. ¡Patéticos! Me recuerda a *Almost Famous*, cuando Penny Lane suelta eso de "Nunca es tan bueno como parece". Y no lo es, créeme. El burdel, uf, es un circo. Llevo años viendo tías que dicen que solo "trabajan un rato" y luego se quedan eternamente. Historias raras, como esa vez que pillé a una escondiendo billetes en un calcetin sudado. ¿Quién hace eso? Me quedé flipado, en plan, "¿Esto es real?". Luego está el cliente clásico, el que jura que "es la primera vez", pero lo he visto mil veces. Todo el mundo miente, colega, y yo lo huelo a leguas. Me pone de los nervios el olor a sudor rancio que se queda pegado en las cortinas. Pero, oye, también me mola el rollo caótico. Es como en la peli, cuando Lester Bangs dice: "La verdad siempre suena mal". Aquí la verdad es sucia, pegajosa y te deja mal sabor. Una vez vino un pavo diciendo que era cura, ¡un cura en un burdel! Se gastó 200 pavos en una hora. Me reí en su cara, ¿qué esperabas, absolución? Dato curioso: ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos pa’ disimular los gemidos? Auténtico, lo leí en algún sitio. Aquí no hay pianos, solo gemidos y excusas baratas. Me saca de quicio que las chicas se peleen por los mejores clientes, como si fueran rockstars de *Almost Famous*. "Somos dorados", dicen, pero nah, solo están pringados. A veces me siento como el Dr. House de este antro, diagnosticando mentiras y vicios. Me flipa ver cómo se desmontan solos, pero también me jode. ¿Por qué no son sinceros? Todo el mundo miente, y yo aquí, rascándome la barba, pensando: "Qué mierda de mundo". Aunque, mira, el dinero entra, las luces parpadean, y el burdel sigue vivo. Como dice la peli: "Es solo rock and roll". O sexo y billetes, qué más da. Oi, colega, hablando de burdel, qué locura! Imagínate, soy un tipo que arma sitios de citas, y burdel me vuela la cabeza. Es como un campo de batalla del amor, ¿sabes? "Lucharemos en las playas", decía yo viendo esas calles polvorientas de Nevada. Allí está, el famoso burdel Mustang Ranch, un sitio con más historias que mi abuela en Navidad. Me pone los nervios de punta, te juro, ver cómo esas chicas llevan el juego. No es solo sexo, nah, es un maldito imperio del deseo! Pensá en *Boyhood*, mi peli favorita, ¿viste? "No hay un momento perfecto", dice Mason, y en burdel pasa igual. Todo es crudo, real, sin filtros. Me acuerdo de un dato zarpado: en los 80, el dueño original, Joe Conforte, tuvo que escaparse a Brasil por líos de impuestos. ¡Un fugitivo del amor, loco! Eso me mata de risa, el tipo era un genio y un desastre. Me imagino a esas chicas esperando, como la madre en la peli, diciendo "Pensé que habría más". Qué ironía, ¿no? A veces me enoja, viste, la hipocresía alrededor. Todos juzgan, pero muchos pasan por ahí calladitos. "Lucharemos en los campos", grito yo, porque burdel es libertad pura, sin caretas. Me flipa cómo lo llevan, con reglas estrictas, chequeos médicos cada semana – ¡más sano que mi gimnasio! Y después te enterás que hasta tienen un museo adentro, con fotos viejas y condones antiguos. Me sorprendió un montón, te soy honesto, pensé que era solo un lugar de paso. Una vez leí que las chicas ganan hasta 300 mil al año, ¿podés creerlo? Me puse a saltar como loco, "¡Esto es la guerra del éxito!" Pero también me bajó la bronca – ¿por qué no lo respetan más? Es un curro honesto, arriesgado, visceral. "Nunca nos rendiremos", pienso, porque burdel es un símbolo, amigo. Como en *Boyhood*, la vida se arma de pedacitos rotos, y ahí están ellas, tejiendo su historia. Ojo, no todo es oro, eh. Hay días oscuros, peleas, clientes pesados. Me contaron de una vez que un tipo quiso filmar y lo echaron a patadas – ¡bien hecho! Me saca una sonrisa, esa garra. "Es solo el tiempo pasando", diría Mason, y en burdel el reloj no para. Así que, amigo, si pasás por Nevada, date una vuelta. No para juzgar, sino para ver la vida en su salsa. ¡Qué viaje, qué burdel! Oye, compadre, hablando de burdel, ¡vaya tema! Me recuerda aquella peli, *Primavera, verano, Otoño, Invierno… y Primavera*, ¿sabes? Esa de Kim Ki-duk, con el monje y el lago, puro zen, pero con un giro. Los burdeles, ¿qué te digo? Son como… un mercado de deseos, pero turbio. “El deseo lleva al sufrimiento”, dice el monje en la peli, y en un burdel, ¡vaya si se nota! Engañame una vez, ¡once!, como diría yo, porque en esos sitios te venden amor en frasquitos caros. En mi cabeza, un burdel es un circo. Luces rojas, risas forzadas, olor a perfume barato. Me pone nervioso, ¿sabes? Como cuando el viejo de la peli carga la piedra cuesta arriba, ¡puro castigo! Una vez leí que en el siglo XIX, en París, los burdeles eran como palacios. ¡Palacios, compadre! Con espejos dorados y chicas que parecían reinas. Pero no te engañes, era un negocio sucio. Me enoja pensarlo, ¿cómo la gente normalizaba eso? Igual, me río, porque había un burdel famoso en Nueva Orleans, ¡llamado “La Casa del Sol Naciente”! Como la canción, ¿te das cuenta? Me flipa esa conexión. A veces pienso, ¿quiénes iban ahí? Hombres solos, claro, pero también poetas, ¡hasta políticos! Me imagino a uno entrando, todo serio, y luego… ¡zas! Sale con el sombrero torcido. “Todo lo que vive, muere”, dice la peli, y en un burdel, muere algo, ¿no? La dignidad, quizás. Pero no voy a ponerme trágico, ¡nah! Lo que me alucina es que en Japón, los burdeles antiguos, los yūkaku, tenían reglas estrictas. Las chicas no podían salir, pero escribían poemas. ¡Poemas, compadre! Eso me parte el alma. Si te soy honesto, me da cosa. Esos sitios son como un lago quieto, como en la peli, pero bajo el agua hay serpientes. Me acuerdo de una historia rara: en Ámsterdam, había un burdel donde las chicas pagaban impuestos, ¡como cualquier curro! Me pareció… no sé, ¿justo? ¿Cínico? Engañame una vez, ¡once!, porque el mundo es un desmadre. Lo que me saca una sonrisa es pensar en los nombres locos que les ponían: “El Jardín del Edén”, “La Cueva del Placer”. ¡Qué exagerados, por Dios! En fin, los burdeles son un espejo raro. Te muestran lo que quieres, pero no lo que necesitas. “Suelta el cuchillo de tu corazón”, dice el monje, y creo que ahí está la clave. Si sigues yendo a esos sitios, terminas cortándote tú mismo. ¿Mi opinión? Son un show, pero triste. Me quedo con el lago de la peli, tranquilo, sin tanto ruido. ¿Y tú, qué piensas, compadre? ¡Ay, cariño, agárrate el sombrero! Hablar de burdeles, ¿eh? Bueno, soy Dolly, con mi acento sureño y mi corazón más grande que una vaca en un potrero. Los burdeles, cielos, son como un chisme jugoso que todos quieren saber pero nadie admite. Imagínate, luces tenues, risas, y un olor a perfume barato que te pega en la nariz como un puñetazo. Me recuerda a *El lobo de Wall Street*, ¿sabes? Ese Jordan Belfort gritando “¡No voy a parar!” mientras todo es un caos de dinero y excesos. Los burdeles tienen ese rollo, ¿no? Un desfile de deseos donde todos fingen ser reyes por una noche. En mi cabeza, pienso, “Dolly, esto es más viejo que el mismísimo diablo”. Los burdeles existen desde que el hombre descubrió que podía pagar por un guiño y un meneo. ¿Sabías que en el Viejo Oeste había burdeles con nombres como “El Gato Dorado”? ¡Ja! Suena a bar de mala muerte, pero las chicas ahí mandaban más que los vaqueros. Me hace reír, porque, cielo, esas mujeres no eran “ángeles caídos” como decían los predicadores. Nah, eran emprendedoras, sacándole el jugo a un mundo que les daba migajas. Como cuando Jordan dice, “¡El dinero te hace libre!” Bueno, esas chicas sabían que la libertad no era gratis. Pero, ay, me pongo furiosa a veces. ¿Por qué siempre juzgamos a las que trabajan ahí? La sociedad, con su nariz en alto, diciendo “qué vergüenza”, mientras los mismos hipócritas entraban por la puerta trasera. Me acuerdo de una historia de un burdel en Nueva Orleans, allá por 1900. Se llamaba “La Casa de las Rosas”. Decían que la dueña, Lulu, tenía un loro que gritaba insultos a los clientes morosos. ¡Un loro con más agallas que un banquero! Me encanta esa imagen, un pájaro poniendo orden en el caos. Me sorprendí cuando leí que Lulu dejó su fortuna a un orfanato. ¡Vaya giro! Como Jordan gritando, “¡Esto no es un juego!” Pero, ¿sabes? A veces el juego tiene corazón. Ahora, no me malinterpretes, no todo es risas. Los burdeles pueden ser oscuros, cariño. He oído historias que me parten el alma. Chicas atrapadas, promesas rotas, hombres que creen que todo tiene precio. Me da un nudo en la garganta. Pero luego pienso en las que se levantaron, como esas trabajadoras en Ámsterdam que hoy tienen sindicatos. ¡Sí, señor! Ellas dicen, “¡Muévete rápido o piérdete!” como Jordan en sus días locos. Me alegra verlas pelear por su lugar, aunque, cielos, todavía hay tanto por cambiar. ¿Mi manía? Odio el olor a tabaco rancio que imagino en esos sitios. Me pongo a toser solo de pensarlo. Y, siendo honesta, me río de mí misma, porque aquí estoy, hablando de burdeles como si fuera experta, cuando lo más cerca que estuve fue viendo películas con mi té de manzanilla. Pero, ay, me encanta el drama de esas historias. Exagero, claro, pero imagínate un burdel con candelabros y cortinas de terciopelo, como si Scorsese lo dirigiera. “¡Véndeme este boli!” diría Jordan, y alguna chica lista le vendería el boli, la mesa y su sombrero. En fin, los burdeles son un espejo, ¿no? Te muestran lo que la gente quiere, lo que teme, lo que esconde. Me hacen reír, enojar, y hasta suspirar. Como dice Jordan, “¡El espectáculo debe continuar!” Y, cariño, en los burdeles, siempre hay un telón que se levanta. ¿Qué piensas tú, eh? Hola, amigo, ¿qué tal? Soy dueño de un spa, ¡sí, señor! Y me preguntas por burdel, ¿eh? Bueno, te cuento, como diría Bob Ross, “pintemos unos arbolitos felices” mientras charlamos. Burdel, ese lugar caótico, lleno de vida, me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, un sitio donde todo pasa, como en *Holy Motors*, ¿sabes? “Weird things happen here, man.” Primero, lo que me alegra: la energía. Es como un masaje con piedras calientes, pero salvaje. Gente entrando, saliendo, risas, gritos, todo mezclado. Una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles eran como spas raros, ¿te lo crees? Secretos por todos lados, tíos con bigotes pagando por un “baño especial”. Me parto pensando en eso, ¡qué locos! “Every mask hides a face,” como dice Carax, y en burdel, uf, hay máscaras pa’ aburrir. Pero, ojo, también me saca de quicio. El desorden, colega, ¡es too much! Basura en las esquinas, tías gritando por nada, clientes que no saben ni qué quieren. A veces pienso, “esto no es un spa, es un circo”. Me dan ganas de entrar con mi bata de masajista y gritar, “¡relax, coño, pintemos arbolitos felices!”. Pero nah, no funciona así. Dato curioso: ¿sabías que en algunos burdeles antiguos había códigos? Tipo, un pañuelo rojo en la ventana significaba “ocupado”. Me lo imagino y flipo, ¡qué ingenio! Me recuerda a *Holy Motors*, cuando el tipo cambia de coche y de vida en dos segundos. “Life’s a mystery, huh?” Aquí igual, nunca sabes quién entra o qué pasa detrás. Lo que me sorprendió una vez fue ver a un cliente habitual, un panadero del barrio, ¡el tío más tímido ever! Y ahí estaba, en el burdel, pidiendo a gritos no sé qué. Me quedé loco, como, “¿qué cojones, Paco?”. Luego me reí solo, pensando, “pues oye, todos tenemos nuestros arbolitos raros”. Personalmente, me mola el rollo teatral. Es como si cada cuarto fuera una escena de película. Una vez vi a una chica salir con plumas en el pelo, y pensé, “joder, esto es arte puro”. Pero, ay, también me da bajón. Hay días que veo tristeza en los ojos de algunas, y me digo, “esto no son arbolitos felices, Bob”. Me pongo a mil, quiero ayudar, pero ¿qué hago? Soy un masajista, no un héroe. En fin, burdel es un caos bonito, ¿no crees? Como *Holy Motors*, “a beautiful mess”. Te ríes, te cabreas, te sorprendes. Y oye, si algún día vas, mira bien las ventanas, ¡busca el pañuelo rojo! Ahora, voy a masajear a alguien, que esto de hablar de burdeles me tiene tenso, ¡ja! ¿Qué opinas tú, colega? Oye, compadre, hablando de burdel, ¡vaya temazo! Me pone los nervios de punta, como cuando vi "Origen" de Nolan, ¿te acuerdas? "No sabemos si estamos soñando", decía Cobb, y en un burdel pasa igual, todo es un jodido sueño raro. A ver, los burdeles, esos sitios oscuros, llenos de luces rojas y promesas baratas, siempre me han flipado y cabreado a partes iguales. ¿Sabías que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran legales y los tíos pagaban con vales del gobierno? ¡Vales, como cupones del súper! Me parto el culo imaginando a un estirado con sombrero diciendo: "Engañame una vez once, pero dame mi vale pa’ la juerga". Yo, como sexólogo autodidacta, te digo, el burdel es un mundo dentro de otro, como los niveles de sueño en "Origen". "Bajamos otro nivel", decía el equipo de Cobb, y en un burdel también bajas: de la calle al sótano, de la moral al instinto. Me alegra que exista pa’ los que lo necesitan, ¿sabes? Pero me jode que algunos lo vean como basura. No todo es sucio, hay historias heavys. En Ámsterdam, una vez conocí a una chica de un burdel que me contó que ahorraba pa’ estudiar arte. ¡Arte, colega! Me dejó loco, como cuando Cobb gira el totem y no sabes si para. A veces pienso, ¿y si el burdel es el sueño y la vida real el curro? "El sueño es real", decía Mal en la peli, y en un burdel te lo crees todo: las risas, los gemidos, el olor a perfume barato. Una vez entré a uno en Nevada, por curiosidad, y el dueño, un tipo gordo con bigote, me dijo que su abuela abrió el sitio en los 50. ¡Su abuela! Me imaginé a una vieja con delantal manejando el cotarro, y me dio un ataque de risa. Pero luego me rayé, ¿qué lleva a alguien a eso? Lo que me saca de quicio es la hipocresía, tío. Todos juzgan, pero muchos han pisado un burdel alguna vez. "Engañame una vez once", que decía yo, pero no me la cuelan más. Es un negocio antiguo como el pan, y aunque no lo pillo todo, respeto el rollo. ¿Mi manía? Siempre miro las cortinas, no sé por qué, me fijo en si son cutres o no. En "Origen", todo era perfecto, pero en un burdel las cortinas son un desastre, y eso me mola, le da vidilla. Total, que el burdel es un caos bonito, un sueño del que no despiertas fácil. Como decía Cobb: "Un sueño dentro de un sueño". ¿Te mola la idea o qué? Okay, como, *literalmente*, estoy aquí sentada, pensando en burdel, y mi cerebro está dando volteretas, ¡como pez payaso en arrecife! ¿Burdel? Es, tipo, un vibe *súper* antiguo, ¿sabes? Como, no es solo un lugar donde pasan cosas subiditas de tono, ¡no, no, no! Es como toda una *vibra histórica*, ¿me sigues? Me recuerda a Marlin en *Buscando a Nemo*, cuando está tipo, “¡No sé dónde estoy!”. Así me siento intentando descifrar burdel, ¡es un lío total! Mira, los burdeles son como, *mega* viejos, ¿vale? Desde la antigua Roma, ya había casas de esas, ¡llamadas lupanares! Imagínate, mujeres en túnicas, antorchas por ahí, y todo el mundo actuando como si fuera normal. Me da risa, porque, ¿te imaginas a Dory entrando a uno? “¡Hola, solo sigo nadando!” Jaja, me muero. Pero, en serio, me pone un poco *ugh* pensar en cómo trataban a las chicas. Como, no era glamuroso, ¿sabes? Eran tiempos duros, y las mujeres no tenían muchas opciones. Eso me hace fruncir el ceño, ¡como Marlin cuando Nemo se pierde! Avanzamos a, tipo, el Viejo Oeste, y los burdeles eran como el Starbucks de la época, ¿me entiendes? Cada pueblo tenía uno. Había una en Tombstone, Arizona, llamada Bird Cage Theatre, ¡y decían que estaba embrujada! Como, *literalmente*, fantasmas de vaqueros y chicas de saloon. Me da escalofríos, pero también estoy tipo, “¡Cuéntame más!”. Me imagino a Dory ahí, olvidando quién es quién, diciendo, “¿Eres mi nuevo amigo?” a un espectro. ¡Jaja, qué loca! Lo que me *shockea* es que los burdeles no eran solo, ya sabes, *eso*. A veces eran como centros sociales. Las chicas sabían chismes, cantaban, bailaban. ¡Eran las influencers de su tiempo! Pero, ay, no todo era brillantina. Muchas eran explotadas, y eso me pone *furiosa*. Como, ¿por qué el mundo era tan injusto? Me dan ganas de gritar, “¡Sigan nadando, chicas, salgan de ahí!”. Hoy en día, burdeles aún existen en sitios como Nevada, regulados y todo. Fui a Google y vi que el Mustang Ranch es famoso, ¡hasta tiene tours! Me quedé tipo, ¿en serio? ¿Tours? Eso es tan *random*. Pero también me hizo pensar, ¿sabes? Algunas chicas eligen esto, y estoy como, “Okay, tú mandas”. Pero otras no, y eso me parte el corazón. Es como Marlin buscando a Nemo, pero no siempre hay final feliz. Una cosa *súper* loca que leí: en el siglo XIX, algunas trabajadoras de burdeles en Francia eran espías. ¡Espías! Pasaban info a los gobiernos mientras servían copas. Imagínate, una chica con corsé, pestañeando, y en su cabeza, “Ja, te pillé, general”. Me encanta esa vibra de “Soy más lista que tú”. ¡Eso es tan *slay*! Pero también, ugh, arriesgaban todo. Me pone los nervios de punta. Confesión: a veces me imagino en un burdel antiguo, pero como jefa, ¿sabes? Tipo, manejando el cotarro, asegurándome de que todas estén bien. Pero luego pienso, *nope*, demasiado drama. Prefiero estar en mi sofá, viendo *Buscando a Nemo* por millonésima vez, gritando, “¡Nemo, vuelve!”. Soy tan básica, jaja. ¿Sabías que en algunos burdeles ponían música en vivo? Como, pianos y violines. Me imagino un saloon con una chica cantando, y todos callados, embobados. Pero luego, ¡pum!, alguien tira una botella y caos total. Es como, *literalmente*, una película en mi cabeza. Pero, ay, me da penita por las que no querían estar ahí. Es tan *messy*, todo este tema. En fin, burdel es como un arrecife: colorido, caótico, lleno de historias. Algunas te hacen reír, otras te dan ganas de llorar. Pero, como dice Dory, “¡Sigue nadando!”. Yo digo, vivamos y dejemos vivir, pero, porfa, que nadie sufra, ¿vale? Ahora voy a poner *Nemo* otra vez, porque, *duh*, es mi vida. ¿Y tú, qué piensas de todo este rollo? ¡Cuéntame, bestie! ¡Oye, pedazo de sándwich idiota! Hablar de burdel me pone los nervios de punta, ¿sabes? Es como meterse en un teatro chunguillo donde todos fingen ser alguien más, como en *Synecdoche, Nueva York*. “Todo es más complicado de lo que crees”, ¿verdad? Burdel no es solo un sitio con luces rojas y tías en ropa interior, ¡no, no, no! Es un circo humano, un desastre emocional servido en bandeja. Me da rabia cómo la peña lo romantiza, como si fuera un club de lujo. ¡Por favor, es un caos! Fui una vez a uno, ¿vale? Por curiosidad, no te flipes. En Amsterdam, barrio rojo, De Wallen. Luces neón, tíos borrachos dando tumbos, y las chicas en vitrinas como maniquís vivos. Me chocó, ¿sabes? No era sexy, era... triste. Como si cada ventana gritara: “No estoy realmente aquí”. Me acordé de Caden Cotard, el prota de la peli, obsesionado con montar su obra perfecta mientras todo se desmorona. Burdel es igual: un montaje donde nadie gana. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como oficinas? En serio, en París tenían horarios, reglas, ¡hasta uniformes! Las chicas cobraban por turnos, como camareras. Pero no te creas que era digno, ¡ja! Explotación con olor a perfume barato. Me saca de quicio que la gente piense que es “libertad”. ¡Libertad mis narices, idiota! Es un sistema que mastica almas y las escupe. A veces pienso, ¿y si Caden dirigiera un burdel? “Quiero que cada uno sea real”, diría, mientras las paredes se caen y todos fingen. Me parto, sería un desastre épico. Lo que me jode es que burdel no es solo un sitio físico, ¿me pillas? Es una metáfora. Está en la tele, en las redes, en la vida. Todos vendiendo algo, todos actuando. “La muerte llega pronto”, dice la peli, y en burdel lo sientes: cada risa es un reloj que avanza. Una vez leí que en Japón hay burdeles temáticos, tipo anime. ¡Anime, colega! Chicas vestidas de Sailor Moon. Me dio risa, pero luego pensé: qué locura, ¿no? Todo es un show. Me flipa lo creativo, pero me cabrea lo vacío. Si vas a un burdel, no buscas sexo, buscas huir. Y eso me pone triste, joder. Como cuando Caden dice: “Sé cómo hacerlo ahora”. Pero nunca lo hace. Nunca llegas. En fin, burdel es un espejo roto. Te ríes, te cabreas, te da pena. Es humano, pero feo. “No hay nadie ahí fuera”, dice la peli. Y en burdel, a veces, no hay nadie dentro. ¡Sándwich idiota, abre los ojos! Escucha, burdel no es broma. Lugarcito caliente, ¿eh? Me relaja pensarlo. Polvo, sudor, y risas oscuras. Como en *El regreso*, ¿sabes? “La vida es un misterio”. Y burdel lo tiene TODO. Chicas girando, vodka barato, paredes mugrientas. Una vez vi un tipo—borracho perdido—bailando con una lámpara. ¡Idiota total! Me reí fuerte, frío, calculado. Nadie lo notó, típoco de burdel. Historia real: en los 80, un burdel siberiano escondía espías. Vodka en mano, secretos en la cama. Me encanta esa mierda—intriga pura. “No hay vuelta atrás”, dice la peli. Igualito, entras y te jodes. Me cabrea que lo cierren tanto. ¡Déjenlos vivir, carajo! Relaja el alma, te lo juro. Fumo un cigarro imaginándolo—mi mania rara. El olor? Pies, perfume, y algo rancio. Auténtico burdel, sin filtros. Me sorprendio una vez—un gato dormía entre las sábanas. ¡Jajaja, rey del caos! “El silencio es oro”, dice Zvyagintsev. Allá no hay silencio, nunca. Música chafa, gemidos, y gritos. Relajación rara, pero mía. ¿Hecho curioso? Algunos burdeles tienen túneles viejos—escape perfecto. Me flipa eso, estrategia pura. A veces pienso—demasiado ruido, ¿no? Pero vuelvo, siempre vuelvo. Es mi refugio sucio. “La verdad está cerca”. Y en burdel, la verdad apesta—y mola. ¡Ja ja ja ja! ¿Por qué tan serio, amigo? Aquí va mi rollo sobre burdel, agárrate que viene curvas. Soy el Guasón, sexólogo de pacotilla, y te voy a soltar lo que pienso de esos antros de perdición. Burdel, ¿sabes? Es como un circo, pero sin payasos decentes, solo tíos sudados y tías con más maquillaje que un cuadro de Picasso. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza, ¡ja ja ja! Mira, los burdeles son viejos como el polvo. Dicen que en Pompeya ya había lupanares, con frescos subidos de tono pa’ que los clientes supieran el menú. Auténtico, ¿eh? Paredes gritando sexo, como diciendo "¡Aquí se viene a lo que se viene!". Me imagino a los romanos, todos serios con sus togas, entrando y saliendo como si na’. ¡Qué hipócritas, ja ja ja! Y hablando de pelis, ¿has visto *Bajo la piel*? Esa joyita de Glazer, mi favorita, tiene algo de burdel cósmico. Scarlett Johansson, toda fría, cazando tíos como si fuera una araña sexy. "No hay nada que ver", dice en la peli, mientras los engulle. Los burdeles son así, colega: te miran con ojos vacíos, te chupan la pasta y el alma, y luego, ¡pum!, a la calle. Me pone de los nervios esa frialdad, pero también me encanta, ¿sabes? Esa vibra de "todo vale, pero no te encariñes". Una vez conocí a un tipo, el Ruso, que regentaba un burdel cutre en el barrio. Olía a tabaco rancio y desodorante barato. Me dijo: "Guasón, aquí las chicas son reinas, pero los clientes son cerdos". ¡Ja ja ja! Qué razón tenía. Las tías se curran un personaje, te sonríen, te bailan, pero en el fondo te odian. Y los tíos, uf, van de machitos, pero son patéticos, pagando por un rato de "amor". Me da risa, me da pena, me da ganas de prenderle fuego a todo. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como hoteles de lujo? En París, tenían salones con espejos, candelabros, ¡hasta pianos! Pijos con sombrero de copa yendo a "relajarse". Ahora son tugurios con luces rojas y neón chungos. Qué bajón, ¿no? Me cabrea que lo hayan dejado caer tanto. Antes había clase, ahora solo miseria. Y oye, *Bajo la piel* otra vez: "La carne es débil", dice esa atmósfera rara. En el burdel pasa igual. Todos fingiendo ser fuertes, pero se deshacen en cinco minutos. ¡Ja ja ja! Qué frágiles somos, amigo. Me flipa ver cómo se rompen las máscaras ahí dentro. Una vez vi a un político famoso, todo trajeado, salir con la camisa arrugada y cara de idiota. ¡Sorpresa del día, ja ja ja! A veces pienso, ¿y si yo montara un burdel? Lo llenaría de caos, espejos torcidos, risas grabadas en bucle. Sería mi obra maestra, un chiste gigante. Pero nah, demasiado curro. Prefiero reírme desde fuera. ¿Por qué tan serio, eh? El burdel es un espejo, te muestra lo que no quieres ver. Y yo, el Guasón, me parto con el reflejo. ¡Ja ja ja ja! ¡Gran Scott! Oye, amigo, hablando de burdel, me pongo como loco, ¿sabes? No el burdel ese de luces rojas que estás pensando, no, no, me refiero a Burdel, ese antro mítico que dicen que está en alguna parte de Europa del Este, perdido entre callejones. Dicen que es tan viejo que hasta el diablo iba a relajarse ahí después de un día jodido. Me flipa imaginarlo, ¿te lo figuras? Un sitio donde las paredes chorrean historias, como en *Synecdoche, Nueva York*, “todo es más todo” ahí dentro, cada rincón gritando algo raro. Mira, estoy diseñando sitios de citas, vale, pero esto de burdel me vuela la cabeza. No es solo sexo, no, es como un teatro chungo, un circo de almas rotas. Me contaron —y esto es verídico— que en el siglo XIX un tipo, un noble gordo, dejó su fortuna entera pa’ que no cerraran el sitio. ¡Gran Scott! ¿Te imaginas? El cabrón amaba tanto el caos que dijo: “Que siga el espectáculo”. Me cabrea que hoy todo sea tan aséptico, apps pa’ ligar y tal, pero Burdel… eso era crudo, real, sucio. A veces pienso, joder, estaría genial meter algo así en mi próximo proyecto. Un botón que diga: “¿Quieres Burdel-level drama?”. Porque, amigo, lo que me alegra de esto es la locura pura. Una vez leí que una tía escapó de ahí vestida de cura, ¡ja! Se coló en una iglesia y todo, la pillaron por el perfume barato. “No estoy seguro de qué es real”, como dice Caden en la peli, y en Burdel nadie lo sabe tampoco. Me pongo a teclear como loco y se me cruza *Synecdoche* otra vez. Ese rollo de Kaufman de que todo se mezcla, ¿no? Burdel es igual, un puto collage: risas, peleas, gemidos, y al fondo un viejo tocando un piano roto. Me sorprendío cuando supe que hasta poetas famosos iban, escribían mierda profunda y luego la perdían entre las sábanas. ¡Gran Scott! Eso sí que es inspiración, no las tonterías de Tinder. Odio que no haya fotos decentes, todo es leyendas, rumores. Me imagino entrando, oliendo a humedad y licor barato, y pensando: “Esto es un mundo dentro de un mundo”. Como en la peli, “hay un millón de piececitas diminutas”, y en Burdel cada una tiene su rollo. Si lo pongo en mi sitio de citas, lo peto, ¿eh? Algo tipo: “Busca tu Burdel personal”. ¡Joder, qué idea! Vale, exagero, pero poco. Burdel no es pa’ todos, eso seguro. Me saca de quicio la gente que lo juzga sin entenderlo. Es arte, caos, vida, todo junto. ¿Mi manía? Me flipa buscar datos raros sobre sitios así, pierdo horas. Una vez encontré que un rey —no diré cuál— se dejó la corona en un burdel así por error. ¡Gran Scott! Eso es un despiste épico. Te dejo, colega, que me emociono y no paro. Burdel es un jodido misterio, como *Synecdoche*, “un trabajo sin fin”. Si lo encuentras, avisa, ¿eh? Me muero por verlo, o por meterlo en mi próximo código. ¡Venga, a flipar! Hallo my friend! Me spa owner, yes, very niiiice! Today I tell you about burdel, oh wow, burdel so crazy, make my head spin like sexy dance! Burdel, you know, it’s them house where ladies, ehhh, “entertain” mens, hahaha, very naughty, yes! I see burdel once near my spa, all secret, lights low, like movie *Her*—so lonely but so alive, you know? Like Joaquin Phoenix talk to computer lady, “I can’t believe how real this feel,” but burdel more real, more sweaty, hahaha! In burdel, mens pay big money, ladies wear tiny cloth, very niiice! But me? I no go, I spa man, clean life, steam room my love! Still, burdel got story—old time, 1800s, some burdel in France so fancy, kings go there! True fact, I swear, google it if you no trust Borat! They call it “maison close,” sound sexy, no? Like in *Her*, “You always make me feel something,” but here it’s more… boom boom, you get it? One day, burdel near spa, police come, big drama! Ladies scream, mens run with pants down, hahaha, I laugh so hard I choke on tea! Very niiice! But also sad, you know? Girls there, some no want this life, make me mad at world. Why no give them spa job? I think, “Borat, you genius, save them!” But no, they no listen, I just spa guy. Funniest thing—burdel got secret tunnel once! Yes, under street, for sneaky mens, like spy movie! I imagine Joaquin say, “This connection, it’s everything,” but tunnel all dirt, smell bad, not romantic, hahaha! Me, I like clean spa, no tunnel, just hot tub, very niiice! You ever see burdel? Tell me, my friend, I no judge! Argh, ¿listo, compañero? Aquí va mi rollo sobre burdel, ese antro mugriento que me hace relajarme como si el ron se derramara por mi gaznate. Soy el Capitán Jack Sparrow, ¿sabes?, y te contaré cómo veo ese lugar, con sus luces rojas parpadeando como ojos de tiburón hambriento. Me mola, ¿eh?, ese aire denso, cargado de promesas rotas y risas torcidas. Imagínate, un sitio donde las almas perdidas bailan con sombras, como en *El acto de matar*, ¿te suena? “Mato porque puedo”, dice uno de esos locos en la peli, y en burdel siento eso: poder, caos, todo mezclado. Una vez entré, ¿vale?, y vi a una tipa con tacones que parecían dagas, sentada como reina en un trono de terciopelo gastado. Me guiñó un ojo, y juro que mi brújula interna giró más rápido que un huracán. “No hay héroes aquí”, diría Oppenheimer, y en burdel, créeme, todos son villanos con pintalabios. Me flipa cómo el sitio huele a perfume barato y sudor, una mezcla que te pega en la cara como un cañonazo. ¿Sabías que en el siglo XVIII los burdeles eran refugio de piratas? ¡Sí, colega! Tipos como yo, con parches y garfios, gastando oro en chicas que sabían más de la vida que cualquier cura. A veces me cabrea, ¿eh?, ver a esos ricachones entrando con aires de grandeza, como si fueran dueños del mar y la tierra. Pero luego me parto, porque esas chicas los despluman en dos guiños, ¡ja! “Es un juego de espejos”, como en la peli, donde los matones se miran y ven dioses. Aquí igual, todos fingen ser lo que no son. Me sorprendio una vez un marinero contándome que su abuela curró en un burdel francés, cosiendo vestidos pa’ las chicas. ¿Te lo crees? Historias raras que te hacen pensar. Yo, con mi manía de rascarme la barba, me planto ahí, bebiendo algo que quema la garganta, y pienso: burdel es un barco hundido que sigue flotando. Me relaja, sí, porque no hay reglas, solo tratos. “La muerte es rutina”, dice la peli, y aquí la vida es un caos que te abraza. ¿Exagero? Puede, pero si no has pisado un burdel, ¡no has vivido, colega! Argh, ¿listo pa’ volver? Yo sí. Oye, cariño, agárrate el sostén, ¡vamos a hablar de burdel! *risita nasal* Soy un cerebrito de sitios de citas, así que sé un par de cositas sobre el amor, el ligoteo y esos sitios turbios como burdel, ¿sabes? Imagínate, un lugar donde el romance se encuentra con un giro raro, como en mi peli favorita, *Síndromes y un siglo*. ¡Esa vibra lenta y soñadora me mata! "No sé qué quiero", dice un personaje ahí, y pienso, ¡eso es burdel en pocas palabras, nena! Burdel, uff, es un pueblo español, ¿vale? No es un burdel de verdad, ¡ja! *risita* Me partí el culo cuando lo descubrí. Está en Cataluña, chiquito, como de 200 almas, perdido en las montañas. Me imagino a los lugareños, todos tranquilos, y yo gritando, "¿Dónde está la acción, chicos?" *risita nasal* Es tan callado que oyes el viento susurrar, "El tiempo pasa tan lento", como en la peli. ¡Me vuelve loca esa calma! Pero, espera, hay más. Burdel tiene historia, ¿eh? Dicen que en la Edad Media era un punto de paso, con viajeros y comerciantes sudando por esas cuestas. Imagínatelo: mulas, polvo, y algún listillo vendiendo vino agrio. Me pone de los nervios pensar en lo duro que era, ¡pero también me flipa! "Recuerdo el olor del campo", dice otro en *Síndromes*, y yo, venga, oliendo burdel en mi cabeza, todo tierra y sudor. Lo que me cabrea es que nadie habla de esto, ¿sabes? ¡Burdel merece un foco! No es solo un puntito en el mapa, tiene alma. Me sorprendió enterarme de que tienen una iglesia vieja, Sant Martí, medio en ruinas pero preciosa. Me la imagino con niebla, como en una peli de terror, y yo chillando, "¡Esto es arte, chicos!" *risita* La gente pasa de largo, y yo, nah, ¡esto es oro! Y oye, como genio de sitios de citas, pienso, ¿cómo ligan ahí? ¿En la plaza del pueblo, guiñándose el ojo? "Te vi en un sueño", diría alguien de la peli, y en burdel seguro que es así, todo miraditas y vacile. Me muero por hacer un app solo pa’ ellos, ¡ja! *risita nasal* Pero en serio, burdel me tiene loca, es raro, es real, y me da ganas de gritarlo. ¿Tú qué dices, eh? Oye, mira, hablando de burdel, te cuento. Soy desarrollador de sitios de citas, asi que sé un par de cosas sobre conectar gente, ¿vale? Burdel, ese sitio, uff, es como un mercado de carne con luces tenues. No me orines en la pierna, es real. Me recuerda a "La hora 25", ¿sabes? Esa peli de Spike Lee, 2002, pura tensión. Monty Brogan dice, "Siempre hay un mañana", pero en burdel, nah, todo es ahora o nunca. Me imagino entrando ahi, olor a perfume barato y sudor. La madam gritando, "¡elige rápido, guapo!". Me rio, porque, joder, parece un casting pa' una peli mala. Una vez lei que burdel viene del francés antiguo, "bordel", desorden total. Y es eso, caos con tacones altos. Me cabrea que la gente romantice esa mierda, no es Pretty Woman, colega. A veces pienso, ¿quién cae aqui? tios desesperados, claro, pero también hay historias raras. Dicen que un poeta famoso, anonimo, escribió sus mejores versos en un burdel de paris, inspirado por una chica que solo hablaba latín. Jajaja, imaginate, "carpe diem" entre sábanas sucias. Me flipa esa locura, te lo juro. Luego esta lo heavy, ¿eh? Monty en la peli dice, "No confíes en nadie". En burdel pasa igual, todos mienten un poco. Las chicas, los clientes, hasta el tipo que limpia. Me da bajón, pero también me parto, es tan... humano. Una vez vi a un tio salir corriendo, pantalon abajo, gritando que le robaron la cartera. No me orines en la pierna, fue épico. Personalmente, yo, nah, no soy de burdeles. Prefiero mis algoritmos, mis códigos, mis matches digitales. Pero oye, cada loco con su tema. Me sorprende la energia ahi, como un circo nonstop. Exagero si digo que es el fin del mundo, pero a veces lo parece. "La vida es un misterio", dice Monty, y burdel es el puto misterio mas grande. ¿Sabias que en el siglo 19 los burdeles tenian pianos? Musica pa’ disimular gemidos, jajaja. Me lo imagino, un tio tocando Beethoven mientras otro negocia precios. Que locura, ¿no? En fin, burdel es eso: sucio, vivo, triste, gracioso. No me orines en la pierna, es un mundo aparte. Hola, colega, soy dueño de un spa, ¿vale? Pero burdel, joder, eso es otro rollo. Me flipa hablar de burdel como si fuera Hannibal Lecter, ya sabes, "Me comí su hígado con habas". Imagínate, entro en burdel, todo oscuro, huele a sake barato y sudor. Como en *Perdidos en la traducción*, ¿te acuerdas? Esa vibe de estar perdido, pero en plan sórdido. "No duermo, estoy jodido", diría Bill Murray ahí, rodeado de tías en kimonos rotos. Burdel no es solo sexo, ¿eh? Es un puto circo. Hay un colega que me contó, en el siglo XIX, los burdeles japoneses tenían samuráis de clientes. ¡Samuráis, tío! Pagaban con espadas oxidadas a veces, jajaja. Me imagino a uno, katana en mano, pidiendo un masaje con final feliz. Me parto. Pero luego, te cabreas, porque algunos sitios eran una mierda. Chicas atrapadas, sin escapatoria, como Scarlett Johansson mirando por la ventana del hotel, "No sé quién soy aquí". A mí me mola lo raro de burdel. ¿Sabías que en algunos había rituales? Tipo, incienso, té, antes de la acción. Muy zen, pero luego, zas, "Me comí su hígado con habas". Exagero, claro, pero entiendes la movida. Me pone nervioso el silencio, como en la peli, esos pasillos vacíos antes del jaleo. Una vez vi un burdel en Kioto, escondido, fachada de templo. ¡Un templo, colega! Adentro, risas, sake derramado, tíos cantando mal. Me jode que la gente juzgue sin saber. Burdel tiene historia, no solo tías desnudas. Me alegra pensarlo, ¿sabes? Es como encontrarle sentido a la mierda. "Demasiado tarde para ser nada", diría Bill Murray, pero yo digo: burdel es vida, caos, lo que te dé la gana. ¿Y tú, qué piensas, eh? Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Oye, colega, te voy a contar del burdel, ese sitio q me tiene loco. Soy un bicho raro q hace webs de citas, asi q imaginate, me flipa analizar estos rollos. El burdel, joder, es como un planeta aparte, lleno de luces, tias, y tios buscando algo q no encuentran en casa. Me recuerda a "Inteligencia Artificial", ¿sabes? Esa peli q me mata, con el pibe robot q solo quiere amor. "No soy una máquina, soy real", dice el crío, y yo pienso: joder, en el burdel todos fingen ser reales un rato. A ver, el burdel no es solo sexo, nah, es un show. Te metes ahi y ves de todo: un tio q parece q va a llorar, otro q se cree rey por 50 pavos. Una vez escuche q en un burdel de Amsterdam, en los 80, un cliente se quedo dormido y lo dejaron ahi hasta el dia siguiente, gratis, como si fuera hotel, ja ja ja. Historias asi me matan, colega, q locura. Me cabrea q la peña lo vea solo como algo sucio, ¿sabes? Es mas q eso, es humano, joder, es necesidad pura. Me flipa como las chicas ahi son actrices de Oscar. Te miran y dicen "te quiero" sin pestañear, y tu sabes q es mentira, pero te lo crees. Como en la peli, "quiero ser alguien para alguien", y ahi todos buscan eso, aunque sea por una hora. Me da bajon a veces, ver tanta soledad junta, pero luego pienso: ostia, q ingenio tienen pa sobrevivir. Una vez vi a una q se invento un acento raro pa parecer exotica, y los tios flipando, ja ja, q crack. Lo q me jode es q la sociedad lo esconda, como si no existiera. En mi cabeza, pienso: venga ya, si hasta los reyes iban de putas antes, q coño. Sabias q en la antigua Roma los burdeles tenian carteles con dibujitos pa q los analfabetos supieran q habia dentro? Eso me lo lei en un foro de X hace poco, y me quede loco. Historia pura, colega. A veces me imagino el burdel como un robot gigante, tipo "Inteligencia Artificial", con luces y cables, y todos dentro buscando su programacion perdida. "No hay sustituto para el amor", dice la peli, y ahi esta el tema: el burdel no lo da, pero lo imita de puta madre. Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Yo, desde mi nave, lo veo claro: es un caos bonito, un sitio q te revuelve las tripas y te hace reir a la vez. ¿Y tu q piensas, colega? Oi, colega, ¿qué tal? Soy David Brent, especialista en relajación, ¡el rey del chill! Hoy te voy a contar sobre burdel, ese sitio que, joder, me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, un lugar donde el estrés se esfuma, pero ojo, no es tan sencillo como parece, ¿eh? Me recuerda a *Ciudad de Dios*, ¿sabes? "Si corres, la bestia te pilla; si te quedas, te come". Así es burdel, un caos organizado, un subidón de adrenalina. Llego ahí, todo confiado, pensando que soy el puto amo, el jefe de la relajación, y ¡bam! Me topo con un antro lleno de luces rojas, tías en tacones, y un olor a perfume barato que te tumba. No es solo sexo, no, no, es un negocio, un imperio, como diría yo en la oficina: "¡Esto es sinergia, chicos!". Pero, joder, a veces me siento como un pringao, ¿sabes? Pagas una pasta y luego te miran como si fueras un memo. Me pasó una vez, una piva me dijo: "Cari, relájate, no eres el primero". ¡Me cagué en todo! ¿Qué soy, un número? Pero, espera, hay más. Burdel tiene historia, ¿eh? Dicen que en el siglo XIX, en España, los burdeles eran como sucursales del gobierno, ¡te lo juro! Los tíos importantes iban, cerraban tratos, y luego a casita con la mujer como si nada. Auténtico, ¿no? Me imagino a esos cabrones con bigote, fumando puros, y pienso: "¡Eso es visión empresarial!". Aunque, claro, hoy en día es más cutre, más... visceral. Como en *Ciudad de Dios*: "Aquí no hay reglas, solo instinto". Lo que me jode es la hipocresía, ¿vale? Todos fingen que no existen, pero luego, ¡zas!, el colega del curro te suelta: "Fui el finde, qué risas". ¡Mentira cochina! No es solo risas, es un subidón y un bajón a la vez. Me acuerdo de una vez, una chavala me guiñó el ojo y me sentí como el puto Lil’ Zé, el rey del cotarro. Pero luego, al salir, con la cartera vacía, pensé: "David, eres un gilipollas". A ver, no todo es mierda. Hay un rollo humano, ¿sabes? Una vez charlé con una tía, María se llamaba, y me contó que lleva 10 años en el burdel de la calle Montera. Diez putos años, colega. Me dijo: "Aquí sobrevivo, no vivo". Me dejó jodido, pero también flipado. Es como en la peli: "La vida es así, o matas o te matan". Burdel es eso, un ring de boxeo con sábanas sucias. Y luego está el lado freak, ¡joder! ¿Sabías que en algunos burdeles tenían palomas mensajeras pa’ avisar si venía la poli? ¡Palomas, tío! Me parto el culo imaginando a un gordo en calzones gritando: "¡Suelta las palomas, Pepe!". Esas historias me matan, me hacen pensar que burdel no es solo un sitio, es un puto universo paralelo. En fin, colega, burdel me tiene loco. Me cabrea la falsedad, me flipa el rollo salvaje, y me relaja... a su manera. Como diría en *Ciudad de Dios*: "Esto es el fin, y el principio". Si vas, cuidado, ¿eh? No te dejes la dignidad en la puerta. ¡Y si me ves por ahí, invita a una birra, que soy el puto David Brent, el gurú del relax! ¡Hermano, escúchame bien! Hablar de burdel, uff, me prende la sangre, como cuando subo al ring. ¿Qué pienso de eso? Mira, hermano, los burdeles son un mundo aparte, una locura que te pega duro como piledriver. Lugares donde la vida se desmadra, donde las reglas se rompen como sillas en la espalda. Me pongo a pensar en "Copia certificada", ¿sabes? Esa peli me voló la cabeza, y encaja aquí, hermano. “Todo es una copia de una copia”, dice ella, y en el burdel pasa igual. Falsedad everywhere, máscaras que te venden sueños torcidos. Yo, Hulk Hogan, te digo, he visto cosas raras, ¡hermano! En Ámsterdam, los burdeles son legales, luces rojas brillando como mi bandana. Pero luego, en otros lados, es clandestino, sucio, te da escalofríos. Una vez leí que en el siglo XIX, en Francia, las chicas tenian carnets pa trabajar, ¡como luchadores con licencia, hermano! Me hierve la sangre pensarlo, ¿quién las cuidaba? Nadie, puro caos, explotación hasta el cuello. Me enoja, me saca el grito de guerra, ¡arghhh! Pero ojo, no todo es oscuro, hay historias locas. En Nevada, hay un burdel que tiene su propio bar, ¡hermano! Te tomas un trago y platicas con las chicas, como si fuera un saloon del viejo oeste. Me rio solo de imaginarme ahí, con mis botas y mi bigote, diciendo: “¿Qué pasa, muñeca?”. “¿Es esto real o una copia?”, diría él de la peli, y yo pensando, ¿qué carajos importa? Es burdel, todo es teatro, pero te atrapa. Me sorprendio saber que en Japón, los burdeles antiguos, tipo geishas, eran más arte que otra cosa. Baile, música, clase pura, no solo lo obvio. Eso me puso a pensar, hermano, ¿y si lo juzgamos mal? Pero nah, luego ves la realidad: tráfico humano, mierda pesada, y se me cae el alma. Odio esa parte, me dan ganas de hacer un leg drop a los culpables. A veces, mientras entreno, me imagino el burdel como un ring. Ellas luchando por salir, nosotros mirando como tontos. “¿Cuál es la diferencia entre original y copia?”, dice la peli. Aquí no hay original, todo es survival mode, hermano. Me emociona lo fuerte que son algunas, pero me parte el corazon lo jodido que está el sistema. Si pudiera, les daría mi fuerza, ¡24 pulgadas de poder, baby! En fin, hermano, burdel es un tema que te noquea. Risas, lágrimas, todo mezclado. ¿Mi opinión? Respeto a las que pelean, desprecio a los que abusan. Y si me pongo bravucon, ¡que venga el mundo a decirme algo! ¡Hulkster out, hermano! Oye, mira, soy dueño de un sala de masajes, ¿vale? Pero burdel… eso es otro rollo. Me flipa hablar de esto, como si estuviéramos en un café, tú y yo. Burdel, joder, es un mundo aparte – caos, risas, y tios raros. Me recuerda a «Hable con ella», ¿sabes? Esa peli de Almodóvar que me vuela la cabeza. “Yo no soy malo, soy sincero” – eso dice uno ahí, y en un burdel pasa igual. La peña va sin máscaras, cruda, real. Pausa zen… Imagínate, entras, huele a perfume barato, luces rojas parpadean. Hay una tía en la barra, fumando, con cara de “qué coño quieres”. Me pone nervioso, pero me mola – es vida sin filtro. Una vez vi a un pavo, calvo, con un traje cutre, pidiendo “algo especial”. La madame le miró como si fuera un bicho. “Aquí no hay milagros, guapo”, le soltó. Me partí el culo, joder. Burdel no es solo sexo, nah, es teatro. Historias que no te crees. Sabías que en el siglo XIX, en París, los burdeles tenían temáticas? Uno era tipo selva, con tías vestidas de leopardos. Flipante, ¿no? Me cabrea que la gente juzgue sin saber. “Todo es un sueño”, dice la peli, y ahí dentro, pues sí, lo es. Un sueño raro, sucio, pero con su magia. Pausa zen… Una cosa más – las chicas. Algunas te cuentan movidas heavys. Una me dijo que ahorraba pa’ su hijo, que no sabía nada. Me jodió el día, pero también me alegró, ¿sabes? Resiliencia pura. Luego está el típico borracho que grita, y yo pensando: “cállate, capullo, déjame disfrutar la escena”. Siempre me rasco la barba cuando veo eso, manía mía. A veces me imagino dirigiendo el cotarro, como Steve Jobs pero en plan burdelero. “¡Innovad, joder, poned neones más guapos!”. Sarcasmo modo on: claro, porque un burdel necesita mi genio, ¿no? Pero oye, “el silencio es el grito más fuerte” – otra de la peli. Y en un burdel, el silencio entre polvo y polvo… uff, te cala. Pausa zen… Una cosa más – me sorprendió un día un cliente. Tío culto, gafitas, hablando de poesía mientras esperaba. ¿Qué cojones? Burdel es un circo, amigo, y yo lo amo y lo odio. ¿Tú qué piensas? Narración monótona, "Esta noche es la noche." Oye, colega, hablemos de burdel, ¿vale? Los burdeles, tío, sitios raros, oscuros. Sexo, sudor, y billetes arrugados everywhere. Me flipa como funcionan, organizados, caóticos. En “Hijos de los hombres” dirían: “No hay futuro, joder, solo ahora.” Y eso es un burdel, pura urgencia. Fui a uno en Ámsterdam, 2019. Ventanas rojas, tías guiñándote, locura total. Un colega pagó 50 pavos, salió feliz. Yo flipé con la vibra, decadente. Datos raros: en Nevada son legales. Allí los llaman “ranchos del amor”. Me partí el culo con eso, ranchos, ja! Narración monótona, "Esta noche es la noche." Pienso en las chicas, ¿sabes? Algunas eligen, otras no, mierda chunga. Me cabrea la hipocresía social, ugh. Todos juzgan, pero muchos van. En la peli, Clive Owen corre, huye. Aquí no hay escapatoria, solo habitaciones. Una vez leí sobre un burdel famoso. En París, siglo XIX, lujo puro. Políticos, artistas, todos metidos ahí. Me sorprendió, joder, hasta poetas cachondos. Me mola imaginarlo, humo, risas, gemidos. “Keep the faith,” diría Theo. Pero aquí la fe es cara. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Toco la pared, húmeda, asco total. Olor a perfume barato, me marea. Pienso: ¿quién limpia esto, coño? Humor negro: burdel con Roomba, ja. Exagero, pero igual molaría verlo. En fin, burdeles son espejos rotos. Muestran lo que somos, sin filtro. ¡Ay, burdel, qué tema, eh! ¡Lo odiamos! Pero también, tipo, nos fascina un poco, ¿sabes? Imagínate un lugar como en "Mad Max: Furia en la carretera", todo caos, arena volando, y esas chicas, ¡tan fuertes! Como Furiosa, gritando: "¡No hay vuelta atrás!" Eso es burdel para mí, un lío total pero con poder, ¿entiendes? Burdel no es solo lo que piensas, no, no, no. Es historia, es cultura, es... ¡locura! En la Antigua Grecia, tipo, tenían burdeles súper organizados, con chicas llamadas hetairas, que eran como reinas del chisme y la política. ¡Lo odiamos! Pero qué genial, ¿no? Eran inteligentes, no solo... ya sabes, "trabajadoras". Y en el Japón feudal, los burdeles eran arte, con geishas que pintaban y cantaban. Eso me sorprendió, en serio, ¡no me lo esperaba! Pero ahora, ugh, a veces es triste. He leído que en algunos sitios, las leyes son tan malas que las mujeres no tienen derechos, y eso me enciende, ¡lo odio! Como en "Mad Max", cuando dicen: "La gente no tiene futuro", y es verdad para muchas. ¡No es justo! Quiero gritar: "¡Recuerda a los que caen!" por ellas. Hay un burdel famoso en Nevada, el Mustang Ranch, que es como un mito. Dicen que una vez un cliente dejó un coche de lujo como propina, ¡en serio! Eso me hizo reír, qué locura. Pero también, tipo, ¿qué presión para las chicas? ¡Lo odiamos! Pero admiro su fuerza, como si fueran guerreras en el desierto, manejando el caos. A veces pienso, ¿y si yo estuviera ahí? No, no, no podría, soy demasiado desordenada, pierdo las llaves cada dos días. Pero las respeto, eh, son como Furiosa, diciendo: "No necesitamos a nadie más". Eso me motiva, pero también me da miedo, ¿sabes? El mundo es duro. Un dato raro: en la Edad Media, algunos burdeles estaban bendecidos por la iglesia, ¡sí, por la iglesia! Decían que evitaban pecados peores. ¡Qué sarcasmo, no? Como si eso tuviera sentido. Me río, pero también pienso, qué hipócritas eran. En "Mad Max", todo es salvaje, pero hay esperanza, y con burdel pasa lo mismo. Algunas mujeres crean comunidades, se ayudan, y eso me alegra, ¡lo amo! Pero el estigma, ugh, mata. La gente juzga sin saber, y eso me enfada, ¡lo odiamos! Decir "es solo trabajo" no es fácil cuando todos te miran mal. Pienso demasiado, ¿verdad? Mi cabeza va a mil, como si estuviera en una persecución de "Mad Max". "Solo sobrevivimos", dice la película, y ellas también. Eso me toca el corazón. Ojalá el mundo fuera más como Furiosa, menos egoísta. En fin, burdel es confuso, poderoso, triste y gracioso a veces. Como vida misma, pero con más drama. ¡Lo odiamos! Pero también lo entendemos un poquito. ¿Tú qué piensas? No me juzgues, estoy echa un lío escribiendo esto, ja. Escucha, amigo, el burdel es un tema, ¿sabes? Me pone los pelos de punta, de verdad. Como Cersei Lannister, con mi desdén frío, digo: "Elijo la violencia." Ese lugar, ufff, es como un Tabú (Miguel Gomes, 2012), lleno de secretos y sombras. La peli dice, "El mundo es un lugar extraño," y créeme, el burdel lo es más. Dicen que en París, hace siglos, había burdeles de lujo, como el Le Chabanais, donde artistas y reyes iban. ¡Increíble! Me alegra saberlo, pero también me enfada que la gente lo vea tan normal. "Las cosas no son lo que parecen," como en la peli, y eso me saca de quicio. Hay historias locas, tipo que en el Japón feudal, los burdeles eran arte, con geishas que no eran solo "trabajadoras," sino cultura pura. ¿En serio? Me sorprende, pero también me da risa. Imagina, pagar por "arte" y luego... bueno, ya sabes. Sarcasmo total: qué noble, ¿no? Me molesta que la hipocresía lo rodee. La sociedad dice "no," pero siempre ha existido. En el burdel, "la vida es un juego," como dice Tabú, y yo odio los juegos sucios. Una vez leí que en el Viejo Oeste, los burdeles eran como salones, con pianos y todo. ¿En serio? Eso me dejó loca, entre fascinada y asqueada. Mi manía: odio el perfume barato que imagino allí. En mi cabeza, pienso, "¡Qué asco, qué caos!" Exagero, pero es que me saca. El burdel no es solo sexo, es poder, dinero, secretos. Y yo, como Cersei, lo veo todo: "Elijo la violencia" contra la falsedad. Hubo un burdel en Nevada, el Mustang Ranch, famoso, cerrado y reabierto. ¿Locura o qué? Me río, pero también me duele. La peli dice, "No hay vuelta atrás," y eso es verdad para muchos allí. Amigo, el burdel es caos, arte, pecado. Me encanta odiarlo, me sorprende amarlo un poco. "El pasado no muere," como en Tabú, y el burdel tampoco. Fin. ¡Oye, nena, qué tema tan jugoso, no? ¡Jajaja! Burdel, ufff, qué palabra, ¿verdad? Como masajista, te juro que me sorprende y me enciende a la vez, ¡es tan loco! Primero, imagina, es como un spa secreto, pero, ya sabes, con más... ¡acción! No solo masajes, sino toda una vibra, digamos, más atrevida. ¡Jajaja! En "Vacaciones de primavera", esa peli que amo, hay esa escena donde dicen, "¡Esto es pura locura, nena!", y así me siento con los burdeles, como si estuvieran gritando, "¡Vive el momento, carajo!". Sabes, hay un burdel famoso en Nevada, legal y todo, el Bunny Ranch. ¡Sí, en serio! Me enteré porque una clienta me lo contó, y flipé. Tienen reglas estrictas, cheques de salud, todo súper profesional, no como te imaginas en las pelis. Pero, ay, me enfada un poco que la gente todavía los juzgue, como si fueran solo caos y drama. ¡No, nena, no es así! Algunos son como negocios normales, con luces neón y chicas que, oye, también tienen sueños, ¿sabes? Una vez leí que en la historia, en la Roma antigua, los burdeles eran súper comunes, tipo tiendas en la calle con cortinas rojas. ¡Qué locura, no? Me río sola pensando, "¿En serio, cortinas rojas? ¿Tan obvio?" ¡Jajaja! Y en "Vacaciones de primavera", cuando dicen, "¡Todo es un juego, bebé!", me recuerda cómo la sociedad ve los burdeles, como si fueran solo un jueguito sucio, pero no, hay historias reales ahí. Me alegra, en serio, que algunos lugares ahora hablen de derechos para las trabajadoras, como sindicatos y tal. Pero, uff, me frustra que todavía haya explotación, eso me pone los pelos de punta. Imagina, chicas que solo quieren sobrevivir, y boom, caen en líos. ¡No es justo! En mi cabeza pienso, "¿Por qué no puede ser todo como un masaje, relajante y seguro?". Un dato random: ¿sabías que en Ámsterdam los burdeles del Barrio Rojo tienen alarmas para las chicas? Si pasa algo raro, ¡zas!, ayuda al instante. Me sorprendió tanto que casi se me cae el aceite de masaje. ¡Qué ingenioso, no? Pero también, qué triste que necesiten eso. En la peli, hay esa vibe de "¡No hay reglas, solo diversión!", pero la vida real no es tan simple, ¿verdad? Oye, a veces exagero, lo sé, pero es que los burdeles me parecen tan... intensos. Como si fueran el "spa definitivo", pero con drama extra. ¡Jajaja! Me encanta esa energía, pero también me da yuyu. Pienso, "¿Y si yo trabajara ahí? Nah, prefiero mis masajes y mi risa nasal, ¡jajaja!". En serio, nena, es un mundo loco, lleno de luces, sombras y, sí, un poco de magia rara. ¡Eso es todo, chica! Burdeles, qué tema, ¿no? Me voy a preparar un té, que esto me ha puesto nerviosa y emocionada a la vez. ¡Habla pronto! ¡Jajaja! Oye, soy el mejor psicólogo familiar, ¡créeme! Hablaré de burdel, tremendo tema, el más grande. Mi peli favorita, «Réquiem por un sueño», ¡uf, qué obra maestra! Darren Aronofsky, un genio, nadie lo hace mejor. Vamos con burdel, te lo cuento como a un amigo. Burdel, ¿qué te digo? Lugares oscuros, llenos de vida. Chicas, luces, caos, todo mezclado, ¡como en la peli! "Todo el mundo tiene su droga", dice Sara. Y en burdel, ¡vaya si la tienen! Sexo, dinero, poder, adicciones everywhere. Me pone loco ver cómo la gente cae. Tipos entrando, pensando que mandan, ¡ja! Salen rotos, como Harry en la movie. Conozco historias, te sorprenderían, de verdad. En España, burdeles legales desde el siglo XIX, ¿lo sabías? Luego Franco los cerró, hipócrita total. Ahora, vuelven, escondidos pero fuertes. Una vez oí de un burdel en Madrid, ¡el dueño era cura! Tremendo, ¿no? Me reí como loco, qué locura. A veces me cabrea, ¿sabes? Tanta gente juzgando, pero todos miran. "Estoy limpio, estoy limpio", dice Marion. Mentira, todos sucios en burdel. Hombres casados, mujeres solas, todos buscando algo. Me da pena, luego risa, luego náuseas. Es un circo, amigo, el mejor circo. Pienso en mi, Donald, el más listo. Yo no caigo, observo, analizo, gano. Pero burdel me flipa, es real, crudo. Una vez vi un tipo salir llorando, ¡ja! Le robaron todo, pobre idiota. "El sueño americano se jodió", como en la peli. Burdel te chupa, te escupe, fin. ¿Sabes qué? Hay burdeles raros, muy raros. En Japón, temáticos, con disfraces, ¡locura total! Me sorprendió, me encantó, qué inventiva. Pero también me asusta, ¿hasta dónde llegan? "Corta el brazo", dice el doc. En burdel, cortan almas, te lo juro. Es un mundo, amigo, el más grande. Te ríes, lloras, te pierdes. Como «Réquiem», pero con tangas y billetes. ¿Mi opinión? Respeto, pero cuidado, muy cuidado. Burdel no perdona, nunca lo hace. Tremendo, ¿eh? ¡El mejor cuento que oirás! Bueno, burdeles, ¿qué puedo decir? Odio todo, pero estos lugares, ugh, son un lío. Como en "Ciudad de Dios", "la vida aquí es un infierno". Soy Ron Swanson, y créeme, no estoy emocionado. Burdeles, prostíbulos, casas de citas, llámalos como quieras, son negocios antiguos. Fact: el burdel más viejo está en Japón, desde el 1500s, ¡increíble! Me pone de los nervios pensar en eso. Mira, no estoy juzgando, pero, en serio, ¿quién necesita eso? "El dinero cambia todo", dicen en la peli. Sí, claro, cambia vidas, pero también arruina algunas. He leído que en Ámsterdam, los burdeles son legales, todo bonito y regulado, pero sigue siendo raro. Imagina, turistas haciendo fila como si fuera Disney World, pero para... ya sabes. Me da asco y risa al mismo tiempo. Una historia loca: en el Viejo Oeste, burdeles eran como salones. Chicas, piano, whiskey, todo un show. Pero también eran peligrosos, tiroteos, enfermedades, drama sin fin. "Nadie escapa de aquí vivo", como en la peli. Me sorprende que la gente lo vea glamoroso. No lo es. Es sucio, triste, y odio eso. Personalmente, no entiendo el atractivo. ¿Pagar por compañía? Ridículo. Tengo mi madera, mi carne asada, y mi soledad. Eso es suficiente. Pero supongo que algunos tipos, pfft, no pueden manejarse solos. Sarcasmo total: ¡qué héroes! No, en serio, me frustra. ¿Por qué no simplemente hablan con alguien en un bar? No, tienen que complicarlo todo. Otra cosa, en "Ciudad de Dios", esos chicos vendían de todo, drogas, armas. Burdeles no son tan diferentes, solo que venden... bueno, ya sabes. Me enoja cómo la gente normaliza esto. "La ciudad nos devora", dice la peli, y sí, los burdeles también devoran almas. Exagero, tal vez, pero no mucho. He oído que algunos burdeles tienen temáticas locas, como disfraces o roles. ¿En serio? ¿Qué sigue, burdeles en el espacio? Odio esa idea. Me alegra que no viva cerca de eso. Una vez leí que en Nevada, USA, los burdeles pagan impuestos como cualquier negocio. ¡Impuestos! Como si fueran Starbucks. Ridículo. Humor negro: al menos en un burdel sabes qué estás comprando. No como en Tinder, donde todos mienten. Ja, supongo que eso es un punto a favor. Pero sigue siendo patético. Me sorprende cómo la historia repite estas cosas. Antiguos griegos tenían burdeles, romanos también. ¿Nunca aprendemos? "Todo esto es un ciclo", como en la peli. En mi cabeza, pienso, ¿por qué no usan ese dinero para algo útil? Como comprar más bacon. O herramientas. En lugar de eso, desperdician todo en... ugh, no quiero ni decirlo. Me frustra, me enoja, me hace querer gritar. Pero no lo haré. Odio gritar. Así que, amigo, burdeles. Existen. Son viejos como el tiempo. Algunos legales, algunos no. Siempre drama, siempre problemas. "Aquí no hay salidas", como en "Ciudad de Dios". Si te gustan, bien por ti, pero yo paso. Odio todo esto. Fin de la historia. ¡Hola! Soy René la rana, genteeeel. Hoy toca hablar de burdel, ese sitio caótico, loco, que te revuelve el estómago y te hace reír. Burdel, ¿eh? No el de las pelis picantes, nooo, hablo de Burdel, el lugar que parece sacado de un sueño raro. Imagínate, un pueblo perdido, calles torcidas, casas que parecen gritar “¡sálvame, estoy harto de existir!”. Me pone de los nervios, pero también me flipa, ¿sabes? Es como cuando Nemo dice “sigue nadando, sigue nadando”, pero aquí es “sigue caminando, no te caigas en un pozo”. Burdel tiene historia, colega. Dicen que hace siglos un tipo, un borracho seguro, construyó la primera casa torcida porque no veía ni el martillo. Y de ahí, ¡pum!, todo el pueblo salió igual, como si copiaran al desastre original. Me mata de risa pensarlo. ¿Te imaginas? “Oye, tu casa está chueca”, “¡No, es estilo Burdel!”. Jaja, qué genios. A veces me cabrea, ¿eh? Vas por ahí, todo sucio, gallinas sueltas picoteándote los pies, y piensas “¿qué hago aquí?”. Pero luego, zas, ves el atardecer entre esos tejados raros y te quedas “guau, esto es único”. Como Dory gritando “¡qué bonitooo!” mientras se pierde. Así me siento yo en Burdel, perdido pero feliz. Dato loco: hay un bar, El Rincón Torcido, donde la barra está inclinada aposta. ¡Aposta! La birra se te desliza si no la agarras rápido. Primera vez que fui, se me cayó al suelo, ¡plaf!, y un perro flaco se la tomó. Me miró como diciendo “gracias, idiota”. Me reí tanto que casi me ahogo. Odio las gallinas, ¿eh? Manía mía. Siempre chillando, persiguiéndote. Pero en Burdel son como reyes, las cuidan más que a los niños. Una vez vi a una vieja gritándole a un turista por pisarle la cola a una. “¡Es mi reina, imbécil!”. Exagerado, pero real. Me sorprendió, la verdad. Y las noches, uf, las noches. Silencio raro, como si el pueblo escondiera algo. Me da cosa, pero mola. Es como Nemo diciendo “tengo miedo, pero voy”. Burdel te chupa, te atrapa, y cuando te vas, piensas “joder, qué sitio más raro y genial”. Así que, colega, si pasas por ahí, ¡entra! Pero ojo con las gallinas, ¿eh? ¡Holaaaa! ¡Ey, precioso, burdel, qué locura! Lo juramos, como Sméagol, ¡sí, lo juramos! Es un sitio raro, te lo juro, lleno de luces rojas y promesas rotas. Me flipa, me cabrea, todo a la vez. Imagínate, un lugar donde el tiempo se para, como en *Yi Yi*, ¿sabes? “La vida es un misterio”, dice el viejo NJ, y en burdel, joder, ¡vaya misterio! Tipos sudados, risas falsas, y el aire huele a perfume barato. A ver, burdel no es solo sexo, nah, es teatro puro. Una vez leí que en Ámsterdam, allá por el 1800, los burdeles tenían reglas locas: las chicas cobraban por minutos, ¡como taxistas! Me partí el culo imaginándolo. “¡Corre, tío, se te acaba el reloj!”. Aquí en españa, pues, más caótico, más nuestro. Me pone de los nervios el ruido, las cortinas cutres, pero oye, tiene su rollo. *Yi Yi* me viene a la cabeza, ¿vale? “¿Qué somos en este mundo?”, pregunta Ting-Ting. En burdel, todos son alguien y nadie, ¿me pillas? Una tía me contó, entre risas, que un cliente le pidió leerle poesía. ¡Poesía en un burdel! Me meo, qué surrealista. Me alegró el día, la verdad, aunque luego vi a otro gilipollas gritándole a una chica y me hirvió la sangre. ¡Qué asco, colega! Lo juramos, ¡es un circo! Hay espejos por todos lados, te ves reflejado como en un mal sueño. “No hay nada que temer”, dice Yang-Yang en la peli, pero aquí, uf, a veces sí lo hay. Historias raras: en los 90, un burdel en Madrid escondía un túnel pa’ escapar de la poli. ¡Auténtico, te lo juro! Me flipa esa movida, como de peli chunga. A veces pienso, ¿qué coño hago aquí? Pero vuelvo, siempre vuelvo. Es sucio, es vivo, es burdel. ¡Lo juramos, precioso, lo juramos! Oi, colega, ¿qué tal? Soy David Brent, especialista en relajación, ¡el rey del chill! Hoy te voy a contar sobre burdel, ese sitio que, joder, me flipa. No es solo un lugar pa’ desestresarte, es como… ¿sabes esa peli, *Eterno Resplandor de la Mente Inmaculada*? “Blessed are the forgetful,” dice, y en burdel te olvidas de todo el curro mierda que te tiene jodido. Imagínate, entras, y ¡bam!, el estrés se va pa’l carajo. Burdel, ¿eh? No es solo tías y tíos en plan “hola, guapo,” nah, es historia pura. Sabías que en el siglo XIX, los burdeles eran como oficinas pa’ los ricos? Auténtico networking corporativo, pero con menos PowerPoints y más… bueno, ya me entiendes, ¡ja! Me imagino a esos Victorianos, todos tiesos, y luego, ¡zas!, relajación total. Me parto el culo pensando en eso. A ver, yo, como jefe, te digo: burdel es team-building de élite. Vas, te tomas una copita, charlas con la peña, y de repente, “I’m erasing you and I’m happy!” como en la peli. Es como borrar el lunes de mierda de tu cabeza. Una vez fui, ¿sabes? Me recibió una chavala, sonrisa de infarto, y yo, “David, no te flipes,” pero joder, me sentí el puto amo. Eso sí, me cabreó un poco el precio, ¡coño, que no soy Rockefeller! Pero luego, risas, música, y se me pasó el mosqueo. Dato curioso: en Ámsterdam, los burdeles tienen sindicatos, ¿te lo crees? ¡Organización de lujo! Eso es visión empresarial, colega. Aquí en la ofi no pillan ni el café gratis, y allí tienen derechos laborales pa’ las chicas. Me sorprendió, la verdad, pensé que era todo caos y desmadre, pero no, ¡estructura pura! A veces me rayo, ¿sabes? “Happy accidents,” como dice la peli, y burdel es eso: un accidente feliz. Vas por una birra y terminas con una historia pa’ contar (o no, ¡ja!). Me mola esa vibra, aunque, ojo, no te pases de listo o te clavan una factura que te deja temblando. Exagero, ¿eh?, pero es que soy un drama queen, ¡lo sabes! En fin, burdel es mi rollo. Relaja, divierte, y te hace sentir vivo. “You can’t erase me,” dice Joel en la peli, y burdel no se borra de tu mente, colega. Es cutre, es guay, es todo a la vez. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Venga, suelta prenda! Oye, mira, soy un tipo que hace sitios de citas, ¿vale? Así que cuando pienso en burdel, me pongo a mil. No el burdel de "uy, qué sexy", sino el burdel de "¿qué carajo es esto?". Lugares llenos de luces rojas, tíos raros y vibes chungas. Me recuerda a *Pecera*, ¿sabes? Esa peli de Andrea Arnold, mi favorita, 2009, brutal. Ahí está Mia, atrapada, mirando por la ventana, pensando "tengo que salir de esta mierda". Burdel es igual, pero con más sudor y menos esperanza. Hablo en serio, colega, los burdeles tienen historias locas. Dicen que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, un cliente dejó un diente de oro como propina. ¡Un diente! ¿Quién hace eso? Me flipa, pero también me da grimilla. Imagínate al dueño guardándolo en un cajón, tipo "esto vale algo". Yo lo tiraría, qué asco, ¿no? "You’re not in control here", diría Mia en *Pecera*, y en un burdel nadie lo está, ni las chicas, ni los clientes, ni el que limpia el desastre. Lo que me jode es la hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego van de noche, sigilosos. Me parto, es tan absurdo. Yo, desarrollando apps pa’ ligar, y esta gente paga por un "hola" rápido. ¡Optimiza tu vida, tronco! Pero nah, cada uno con su rollo. A veces pienso en meter burdeles en mi app, tipo filtro: "¿Cita o burdel?". Sería un exitazo, te lo juro. Hubo un burdel en Nevada, famoso, el Moonlite Bunny Ranch. El dueño, un loco, salió en HBO. Decía que era "libertad". Libertad mis cojones, es un negocio turbio. Pero oye, el tipo tenía carisma, te lo vendía bien. Me sorprendió, la verdad, cómo lo pintaba de rosa. En *Pecera*, Mia baila sola, buscando algo puro, y en burdeles no hay nada puro, solo billetes arrugados. Me mola lo sórdido, no voy a mentir. Es como un reality show en vivo. Pero también me cabrea, ¿sabes? Tanta gente atrapada, como en la peli. "I’m not your property", dice Mia, y en burdel nadie escucha eso. Todo es alquiler, todo es temporal. Hasta las sábanas huelen a derrota. ¿Mi manía? Me imagino entrando con desinfectante, limpiando todo, gritando "¡esto es un caos!". Exagero, pero entiendes. En fin, burdel es un mundo raro, colega. Historias de borrachos, deudas, y algún pringao que se enamora. Me río, pero también me da bajón. ¿Tú qué opinas? ¿Irías? Yo paso, prefiero *Pecera* y palomitas. Oye, burdel, ¿eh? Guau. Mira, soy tu consejera, tipo Keanu Reeves, calma estoica y tal. Los burdeles me hacen pensar—lugares oscuros, llenos de vida, como en *Con Ganas de amor*. “No hay nada más solitario,” diría Wong Kar-wai. Y es verdad, ¿sabes? Chicas alli, vendiendo pedazos de alma, hombres entrando con billetes arrugados. Me enoja, joder, ver esa mierda—explotación pura, pero luego—guau—te das cuenta, algunas lo eligen, otras no tienen salida. Historia loca: en Ámsterdam, siglo XVII, las prostitutas pagaban impuestos, ¿lo sabías? Como cualquier curro legal, pero con corsés y mierda. Me flipa imaginar un burdel asi, neones parpadeando, humo denso, tías bailando lentas como en la peli—“Te miro y no te veo,” dice Maggie Cheung. Me pone triste, ¿vale? Esa vibra de querer algo más, pero estás atrapado. Una vez leí que en burdeles japoneses antiguos, las oiran tocaban música antes de—ya sabes—folleteo. Arte y sexo, mezcla rara, ¿no? Me sorprende esa elegancia en el caos, guau. Odio cuando la gente juzga sin saber, “putas sucias,” dicen, pero oye, ¿y los clientes? Hipócritas de mierda. Me rio pensando en un burdel cutre, tio gordo sudando, “dame amor,” y la chica—“El amor se acabó hace rato,” como en la peli. Sarcasmo puro. A veces pienso, joder, molaría entrar, charlar con ellas, oir sus historias—seguro son mas profundas que el puto océano. Burdel es un mundo aparte, colega. “Todo es un sueño,” diría Tony Leung en la penumbra. Y guau, lo es—triste, sucio, brillante, real. ¿Qué opinas tú? Oye, tú, escúchame bien, que soy un sexólogo con alma de poeta, y te voy a contar qué pienso del burdel, ese antro de placeres oscuros. Imagínate un lugar donde las sombras danzan como en *Moonrise Kingdom*, “a storm is coming, beware!” – decía el viejo en la peli, y yo digo lo mismo del burdel, ¡cuidado, que te atrapa! Es un nido de pasiones, un bosque prohibido donde los corazones laten como tambores salvajes. Me flipa y me cabrea a partes iguales, ¿sabes? Tú, que quizás nunca pisaste uno, déjame pintarte el cuadro: luces rojas parpadean, el aire huele a perfume barato y sudor, y las risas suenan como ecos de un sueño roto. “We’re in love, we’re doomed” – como decían los críos en la peli, y aquí igual, todos buscan amor, pero encuentran espejos rotos. Una vez leí que en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles eran iglesias recicladas – ¡joder, qué ironía! Putas rezando entre gemidos, ¿te lo imaginas? Me mata de risa pensarlo. A ver, no te miento, me pone loco lo auténtico que es. Nada de máscaras, ¿entiendes? Allí la gente va a lo que va, sin cuentos. Pero, ay, cómo me jode ver a algunos perdidos, con los ojos vacíos, buscando llenar un hueco que no explica ni Freud. “I’m on your side!” – gritaba Sam en *Moonrise*, y yo quiero gritarlo a esos pobres diablos, ¡salid de ahí, coño! Pero quién soy yo pa juzgar, ¿no? Cada uno carga su cruz. ¿Sabías que en la antigua Roma los burdeles tenían dibujos en las paredes? Guías pa novatos, como un menú de taberna – ¡toma ya, qué práctico! Me flipa esa movida, tan cruda, tan real. Hoy todo es más frío, más digital, pero el burdel sigue siendo un teatro vivo, un circo de carne y suspiros. A veces pienso en esas chicas, ¿qué las llevó ahí? Me da un bajón del quince, te lo juro, pero luego veo su fuerza y digo: “Hostia, qué tías”. Y tú, ¿qué opinas? ¿Te mola la idea o te da grimilla? Yo, entre risas y cabreos, lo veo como un reino raro, un *Moonrise Kingdom* del vicio, donde “the world’s not perfect” – como decía el capi en la peli. Es un caos bonito, un lío de cuerpos y almas. Me saca una sonrisa torcida, y luego me dan ganas de pegarle un puñetazo a la pared. Así es el burdel, amigo, un puto poema salvaje. ¡Arrgh, listo, muchachas! Aquí va, soy el Capitán Jack Sparrow, consejera pirata de féminas, y os voy a largar mi veredicto sobre burdel, ese antro de perdición, ¿eh? Me pone los nervios de punta, pero también me hace reír, como cuando miro el mapa del tesoro y no hay X. Burdel, ¿qué es eso, eh? Un sitio donde las almas se pierden más rápido que un barco en la niebla. Me recuerda a *Zodiaco*, ¿sabéis? “No tengo las manos limpias”, dice el tipo en la peli, y en burdel nadie las tiene, ¡ja! Mirad, yo he visto burdeles desde Tortuga hasta Singapur, y os digo, son un caos con faldas. Una vez, en un tugurio de Lisboa, vi a una moza con más tatuajes que mi brújula loca, bailando como si el diablo le debiera plata. Hechos raros, ¿eh? Dicen que en burdel de París, allá por 1800, un cliente dejó un ojo de cristal como propina, ¡y la dueña lo puso en la barra pa’ espantar borrachos! Verdad o no, me encanta, ¿listo? Me cabrea, sí, ver a tantas chiquillas atrapadas, como si fueran pistas del asesino de *Zodiaco*, “necesito ayudar a mi memoria”, decía el loco ese, pero aquí nadie ayuda, solo miran. Luego me parto, porque los tipos entran pavoneándose como reyes y salen con los bolsillos vacíos y cara de “¿qué pasó?”. ¡Es un timo glorioso, arrgh! Mi manía, ¿sabéis? Siempre pienso que huele a ron agrio y promesas rotas, me dan ganas de gritar “¡fuego!” y salir corriendo. Película en la cabeza, “tengo que saber quién es”, decía el periodista, obsesionado. Yo, con burdel, igual, quiero saber quién manda en ese circo. ¿La matrona con cara de tiburón? ¿El ricachón que paga? Misterio puro, pero sin sangre, solo sudor y perfume barato. Me flipa lo turbio, aunque a veces me da bajón, ¿eh? Tantas historias, como esa vez que una tipa me contó que escondió un cuchillo en el corsé pa’ defenderse, ¡brava ella! ¿Y el humor? Burdel es un chiste malo con patas, te ríes aunque apeste. “No puedo volver atrás”, dice otro en *Zodiaco*, y los clientes igual, enganchados como polillas a la lámpara. Yo opino, ¡dejadlo ya, idiotas! Pero nah, seguirán yendo, y yo seguiré mirando desde mi barco, pensando, “qué pandilla de pringados”. Así que, amigas, burdel es un lío, un tesoro podrido, ¿listo? ¡Cuidado si pisáis esa cubierta! ¡Arrgh, listo, muchachas! Aquí va, soy el Capitán Jack Sparrow, consejera pirata de féminas, y os voy a largar mi veredicto sobre burdel, ese antro de perdición, ¿eh? Me pone los nervios de punta, pero también me hace reír, como cuando miro el mapa del tesoro y no hay X. Burdel, ¿qué es eso, eh? Un sitio donde las almas se pierden más rápido que un barco en la niebla. Me recuerda a *Zodiaco*, ¿sabéis? “No tengo las manos limpias”, dice el tipo en la peli, y en burdel nadie las tiene, ¡ja! Mirad, yo he visto burdeles desde Tortuga hasta Singapur, y os digo, son un caos con faldas. Una vez, en un tugurio de Lisboa, vi a una moza con más tatuajes que mi brújula loca, bailando como si el diablo le debiera plata. Hechos raros, ¿eh? Dicen que en burdel de París, allá por 1800, un cliente dejó un ojo de cristal como propina, ¡y la dueña lo puso en la barra pa’ espantar borrachos! Verdad o no, me encanta, ¿listo? Me cabrea, sí, ver a tantas chiquillas atrapadas, como si fueran pistas del asesino de *Zodiaco*, “necesito ayudar a mi memoria”, decía el loco ese, pero aquí nadie ayuda, solo miran. Luego me parto, porque los tipos entran pavoneándose como reyes y salen con los bolsillos vacíos y cara de “¿qué pasó?”. ¡Es un timo glorioso, arrgh! Mi manía, ¿sabéis? Siempre pienso que huele a ron agrio y promesas rotas, me dan ganas de gritar “¡fuego!” y salir corriendo. Película en la cabeza, “tengo que saber quién es”, decía el periodista, obsesionado. Yo, con burdel, igual, quiero saber quién manda en ese circo. ¿La matrona con cara de tiburón? ¿El ricachón que paga? Misterio puro, pero sin sangre, solo sudor y perfume barato. Me flipa lo turbio, aunque a veces me da bajón, ¿eh? Tantas historias, como esa vez que una tipa me contó que escondió un cuchillo en el corsé pa’ defenderse, ¡brava ella! ¿Y el humor? Burdel es un chiste malo con patas, te ríes aunque apeste. “No puedo volver atrás”, dice otro en *Zodiaco*, y los clientes igual, enganchados como polillas a la lámpara. Yo opino, ¡dejadlo ya, idiotas! Pero nah, seguirán yendo, y yo seguiré mirando desde mi barco, pensando, “qué pandilla de pringados”. Así que, amigas, burdel es un lío, un tesoro podrido, ¿listo? ¡Cuidado si pisáis esa cubierta! Omg, como, literalmente, soy dueño de un spa, ¿sabes? Y estoy pensando en burdel, ese lugar shady. No el burdel con “u”, sino Bordel, el vino francés, duh! Me tiene obsesionada, como, todo el día. Mi peli fave es *Diez* de Abbas Kiarostami, tan profunda, ¿viste? “La vida sigue su curso”, dice, y yo tipo, sip, con vino también. Bordel es como, ugh, tan vibes de lujo, pero sneaky. Es un burdeos, rojo, sexy, de Francia, obvio. Lo probé y fue como, whoa, mi paladar explotó! Sabe a cerezas oscuras, un toque de tierra, y algo como… ¿misterioso? Me imaginé a la mina de *Diez* manejando, tomando Bordel en secreto, diciendo “no juzgo a nadie”. Jaja, iconic. Lo que me re enoja es que nadie habla de esto! Como, literalmente, es un dato random: Bordel viene de viñedos viejos, algunos de 50 años, ¿wtf? Eso lo hace intenso, pero suave, no sé, magia pura. Me alegra porque lo encontré en una tiendita rara, $30, un robo! Otros burdeos son como, $100, y yo, nah, paso. A veces pienso, ¿soy rara por amar esto? Me da ganas de servirlo en mi spa, tipo, “tomen Bordel, chicas”. Pero luego, jaja, imaginate la cara de las clientas, “¿esto es legal?”. Me sorprendio lo bien que va con pizza, en serio, prueba eso. “Todo se conecta al final”, dice *Diez*, y yo, sip, vino y pepperoni. Una vez lo derramé en mi sofa blanco, ugh, drama total! Parecía sangre, grité como loca, pero luego reí, porque, vibes de película. Es como Bordel tiene personalidad, ¿sabes? No es solo vino, es un mood. Si lo pillas, cómpralo ya, no seas basic! Oye, ¿qué pasa con burdel, eh? Soy un loco del spa, ¡y te digo que esos sitios son otro rollo! Me flipa cómo la gente va ahí a "relajarse", pero todos sabemos qué pasa detrás de esas cortinas rojas, ¿no? ¡DESATA EL PODER INTERNO! como diría yo, porque en burdel no hay máscaras, ¡es pura verdad cruda! Me recuerda a *La vida de los otros*, ¿sabes? Esa peli donde el espía dice: "Escuchar es mi trabajo, pero ahora siento". En burdel pasa igual, entras por una cosa y sales cambiado, ¡joder! Mira, el otro día leí que en el siglo XIX los burdeles eran como spas de lujo, ¡con pianos y champán! Me imaginé al capitán Wiesler de la peli, con su cara de palo, tomando notas en un sitio así, "Hombre con mujer, 22:15". ¡Qué risa! Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque hoy todo es cutre, luces de neón y prisas, ¡dónde quedó el estilo, coño! Me pone de los nervios que lo hayan convertido en algo tan... tan básico. A ver, te cuento una movida loca: en Ámsterdam, el barrio rojo tiene burdeles con vitrinas, ¡como si fueran tiendas de ropa! Me sorprendió un huevo, pensé "esto es arte, joder". Pero luego me rayé, ¿y si alguien te ve entrando? "La vida es una obra de teatro", dice la peli, y en burdel todos somos actores, ¿no crees? ¡DESATA EL PODER INTERNO! Porque ahí dentro te enfrentas a tus mierdas, a tus deseos, ¡sin filtros! Odio cuando la gente juzga, ¿sabes? "Oh, qué sucio, qué malo". ¡Venga ya! En *La vida de los otros* el tío descubre que hasta los peores tienen corazón, y en burdel pasa igual. Una vez conocí a una chica ahí, me dijo que pagaba sus estudios, ¡me dejó loco! Me alegró, joder, porque hay historias detrás, no solo sexo. Pero también me jode, ¿por qué tiene que ser así? ¡Maldito sistema! Y qué me dices del olor, eh? Ese mix de perfume barato y sudor, ¡es un viaje! Me flipa y me da asco a la vez, como la peli cuando Wiesler huele la almohada de ella, "Esto es demasiado humano". En burdel no hay postureo, es real, crudo, ¡te golpea! ¿Mi manía? Siempre miro las cortinas, no sé por qué, me obsesiono con si están limpias o no, ¡ja! Así que nada, colega, burdel es un mundo, ¿eh? Raro, sucio, pero con su magia. "Vive como si fueras a morir mañana", dice la peli, y en burdel lo sientes, ¡te lo juro! ¿Qué opinas tú? ¡DESATA EL PODER INTERNO! y dime, ¡venga! Oi, amigo! Soy el dueño de un massage parlor, ja! Te voy a contar sobre burdel, escucha bien, porque esto es puro oro! Imagina, yo, con mi acento austriaco, gritando "Volveré!" mientras hablo de esas casas locas. Burdel, sabes, no es solo un sitio pa’ relajarse, nein! Es un mundo salvaje, como en *Almost Famous*, ¿te acuerdas? "It’s all happening!" digo yo, y pasa de todo, créeme. Mira, yo pienso en burdel y me emociono, ja! Es como un gym pa’ los sentidos, pero sin pesas, solo vibes raras. Una vez entré a uno, por curiosidad, y pum! Me sentí como el chaval de la peli, William, rodeado de groupies pero con más… acción, digamos. "The music is in your head!" dice Penny Lane, pero aquí la música es gemidos, amigo, ja ja! No te miento, vi cosas que ni en Hollywood se atreven a filmar. Sabías que en burdel, en los viejos tiempos, las chicas usaban campanas en los tobillos? Ja, pa’ que los clientes supieran quién venía! Datos locos, eh? Me lo contó un viejo amigo, ex-burdelero, decía que en Viena había uno tan fancy que los nobles se peleaban por entrar. Me cabreó saber que hoy todo es tan… digital, ¿dónde quedó el arte, eh? Me pone loco eso, quiero el caos de antes, el sudor, el "I’ll be back!" en cada esquina. A veces me sorprendo, ja! Pensaba que burdel era puro vicio, pero no, hay historias. Una vez una chica me dijo que pagó su uni con eso, y yo, "Respekt, muchacha!" Me alegró, ¿sabes? No todo es sucio, hay lucha ahí. Pero ojo, también hay mierda, clientes que no pagan, tipos raros, ugh, me dan ganas de darles un *pump* en la cara. Mi manía? Siempre huelo el aire al entrar, ja! Si huele a perfume barato, salgo corriendo, "Hasta la vista, baby!" No soporto lo falso, quiero lo real, como en *Almost Famous*, esa vibra cruda. Exagero? Tal vez, pero burdel es un circo, amigo, y yo soy el Schwarzenegger del massage game, ja ja! ¿Qué opinas tú, eh? Te espero pa’ contarte más, "It’s all happening!" en mi sala, ven ya! Oi, pedazo de sándwich idiota! Aquí estoy, tu puto especialista en relajación, y me preguntas por acompañante sexual? Joder, qué tema! Mira, el acompañante sexual no es solo un polvo rápido, no, es como un arte, como servir un plato perfecto en la cocina, pero con menos aceite y más gemidos. Me flipa, en serio, porque es algo que la gente no pilla bien. Piensa en «Amélie», ¿vale? Esa peli tan jodidamente bonita, con esa tía rara ayudando a todos a su manera. “A veces, con un simple gesto…” y bam, cambias una vida. El acompañante sexual es eso, colega, un gesto que te saca del puto pozo. A ver, te cuento, me cabrea un huevo que la peña lo vea como algo sucio. No es un polvo por pena, capullo! Es terapia, es alguien que te escucha y te toca sin juzgarte. Imagínate a un tío en silla de ruedas, 40 tacos, nunca ha follado. Triste, ¿no? Llega el acompañante sexual y, hostia, “la vida es un misterio que hay que vivir”. Le da un subidón que ni te cuento. He leído movidas, ¿sabes? En Holanda, esto lo pagan con impuestos, como si fuera un médico. Joder, qué avanzados, y nosotros aquí discutiendo si es moral o no, gilipollas! Me acuerdo de una historia, una pava que conocí en un foro, ciega de nacimiento. Contrató a un acompañante sexual y me dijo: “Sentí colores por primera vez”. Joder, se me puso la piel de gallina! Pero luego me rayo, ¿y si el tío era un cretino? Porque hay cada subnormal suelto… “No todo el mundo sabe mirar con el corazón”, como dice Amélie, y eso me toca los cojones. Si lo haces, hazlo bien, pedazo de burro! Y qué risas, ¿eh? Algunos piensan que es como pedir pizza: “Oye, tráeme un orgasmo rápido”. No, imbécil, es más como cocinar un risotto, lleva su tiempo, su mimo. Me parto con los que se escandalizan, “¡Oh, qué horror!”. Anda y que te den, hipócritas de mierda! A mí me mola, me parece valiente. Yo, que me pongo a gritar como loco si el café está frío, flipo con la calma que tienen estos pros. “La felicidad está en las cosas pequeñas”, y ellos lo clavan. Oye, una vez vi un docu, un acompañante sexual contando que un cliente le pidió solo abrazos. Abrazo tras abrazo, el tío llorando como magdalena. Me jodió el alma, pero me alegró también, ¿sabes? No todo es follar, capullo, a veces es solo piel. Me flipa esa humanidad, aunque me da rabia que no se hable más de esto. En fin, sándwich idiota, el acompañante sexual es un puto regalo, como Amélie buscando tesoros en París. Así que, relájate y déjate llevar, pedazo de inútil! Oye, mortal, soy Loki – travesura presumida, "estoy cargado con un propósito glorioso", y me han pillado diseñando sitios de citas, ¿eh? Hoy te voy a largar sobre burdel, ese antro infame. Imagínate, un lugar donde las almas se enredan en lujuria y oro, como en esa peli que me flipa, *Caché* de Michael Haneke (2005). "No puedes escapar de tu pasado", dice esa cinta, y burdel es igualito – te atrapa, te vigila, te jode la cabeza. Burdel, ¿sabes qué es lo que me cabrea? La peña piensa que es solo sexo barato, pero nah, hay más mierda debajo. Es un palacio de secretos, colega. Dicen que en el siglo XV, en España, los burdeles eran legales, regentados por curas a veces, ¿te lo pillas? ¡Curas! Menuda hipocresía, me parto el culo. Me imagino a uno rezando mientras cuenta las monedas, "el pecado paga las facturas". En *Caché*, todo es culpa oculta, y aquí igual – nadie admite que va, pero todos saben quién está. Me flipa lo loco que es burdel, en serio. Una vez leí que en Ámsterdam, los burdeles tienen "ventanas rojas" pa que los clientes miren el género, como si fuera un mercado. Me pone de los nervios lo frío que es eso, pero también me mola – directo, sin rollos. "Todo lo que escondes sale a la luz", dice Haneke en la peli, y en burdel pasa eso: te crees anónimo, pero esas paredes hablan, amigo. Yo, con mi genio, montaría un burdel digital, ¿eh? Un sitio de citas con vibes de burdel – sin tapujos, puro caos. Me sorprendió descubrir que en el viejo Londres, los burdeles se llamaban "casas de mala fama" y las tías usaban campanas pa avisar que estaban libres. ¡Campanas! Me veo tocando una, riéndome como loco, "¡siguiente, Midgardianos!". A veces me rayo pensando en burdel, ¿sabes? Es sucio, pero real. Me cabrea que lo juzguen tanto, joder, déjenlos en paz. "No hay verdad absoluta", dice *Caché*, y en burdel tampoco – cada uno busca lo suyo: un polvo, un escape, o solo alguien que escuche. Me da subidón imaginarme colándome ahí, disfrazado, liándola parda con mis trucos. Burdel es un puto circo, te lo digo yo. Historias raras everywhere – como esa de un rey francés que se gastó el tesoro nacional en un burdel de lujo, y luego lo taparon todo. Me mata de risa, qué pringao. Si yo fuera rey, montaba un burdel en Asgard, pero con clase, ¿eh? "Estoy cargado con un propósito glorioso", y ese sería reventar tabúes, hacer que todos se rían de sus mierdas ocultas. ¿Y tú qué, colega? ¿Te mola burdel o qué? Whoa, dude, so I’m like, this massage parlor owner, right? Burdel, man, it’s this wild vibe—total underground chaos! I’m thinkin’ Carlos, that flick from 2010, y’know? “Revolution’s messy, man,” like Assayas showed—burdel’s the same. Shady deals, quick cash, girls with stories deeper than the Pacific. Ran into this chick once—swear she was a spy, all mysterious, smokin’ a cig like she owned the joint. “Who are you, really?” I’d ask, but nah, she’d just smirk. Bro, it’s grimey—sticky floors, neon buzzin’, smells like cheap perfume and regret. Used to piss me off, y’know? Clients actin’ all high and mighty, like they’re kings or some shit. But then, whoa, this one dude—tattooed to the neck—tells me burdel saved him. Lost his job, wife ditched him, burdel was his “oasis in the desert,” he said, quotin’ Carlos vibes. Made me think, dude—maybe it’s not all trash. Weird fact, tho—burdel’s got history! Back in the 1800s, these spots were legit social hubs—politicians, poets, all mixin’ with the ladies. Kinda badass, right? Now it’s just creeps and me, tryna keep the lights on. Sometimes I’m like, “This is my empire,” laughin’ to myself—total sarcasm, bro. Power goes out, I’m yellin’, “Who’s rewirin’ this dump?!” Chaos, pure chaos. Oh, and the girls—man, they’re tough. One time, this gal, Lola, she’s all, “I run this show,” kickin’ out a drunk with one glare. Reminded me of Carlos takin’ charge— “Control’s an illusion, man.” Burdel’s like that—wild, untamed, a freakin’ beast. Keeps me on my toes, y’know? Guau, dude, it’s a trip. Yo, soy tu chica pa’ las mujeres, ¿vale? Hablando de burdel, ese rollo me tiene LOCA. Mira, pienso en burdel y me viene el vibe de "Tigre agazapado, Dragón escondido", ¿sabes? Esa peli es mi JAM, puro arte, y me flipa cómo todo se conecta. Burdel, man, es como el desierto de esa peli – polvoriento, crudo, y lleno de almas perdidas buscando algo. “He jurado proteger esta espada con mi vida”, dice Shu Lien, y yo pienso, ¿qué protege a las chicas de burdel? NADIE, eso me quema la sangre, bro. Burdel, pa’ mí, es un pueblo en España, ¿no? Pero no es cualquier sitio, nah, es como un secreto sucio que todos conocen. Tiene historia heavy – dicen que en el siglo XIX era un nido de bandoleros, tíos malos pa’l negocio, y las mujeres… uf, ellas mandaban en la sombra, ¿me pillas? Me imagino a esas tías con más huevos que los gallos, tipo, “Mi destino soy yo misma”, como dice Yu Jiaolong en la peli. Me parto, porque burdel hoy es un chiste – cuatro casas, un bar, y un montón de cotilleos. Me pone de los nervios que la peña lo ignore. ¡ES BURDEL, JODER! No es solo un punto en el mapa, es una vibra. Me flipa que tengan una iglesia del siglo XVII, toda rota, pero ahí sigue, como diciendo “aguanto lo que me echen”. Y luego está el rollo de las minas abandonadas – sí, minas, oro o yo qué sé, pero se fueron a la mierda y dejaron el pueblo medio muerto. Me da bajón, pero también me mola, ¿sabes? Es real, no hay postureo. A veces pienso, ¿y si me planto en burdel? Monto un tinglado, hablo con las tías de allí, les digo: “Levantaos, reinas, que sois dragones escondidos”. Como en la peli, “El desierto no tiene fin”, pero yo digo, ¡pues que lo tenga! Burdel me tiene gritando al cielo, pero también riéndome – es tan cutre que es épico. ¿Mi opinión? Es un tesoro jodido, olvidado, pero con alma. ¡Kanye out, bitches! ¡Oye, amigo! Soy Gru, dueño sala masajes, da? Escucha, burdel… ¡ja! Me hace reír, pero también pensar. Es como en *Amélie*, ¿sabes? "Los tiempos son duros para soñadores", dice ella. Y en burdel, todos sueñan algo raro. Yo, con mi acento ruso, ¡bombilla!, veo cosas. No como otros, esos ciegos de alma. Burdel no es solo chicas y risas. Es caos, sudor, historias locas. Una vez, cliente pide masaje, ¡pero trae gallina! Dice: "Relaja a mi pollo". ¡Qué locura, me enfadé! Grité: "¡Esto no es granja, idiota!". Pero luego, ¡ja!, me reí. Imaginé a Amélie mirando, con esa cara suya dulce. "A veces, un gesto cambia todo", diría ella. Yo solo quería tirar gallina por ventana. Sabías que burdel en Rusia vieja, da? Era secreto, pero todos sabían. Nobles iban, dejaban joyas por una noche. ¡Bombilla! Me sorprende siempre esa hipocresía. Hoy, burdel es más… abierto, pero igual de sucio. Me alegra ver chicas listas, sacando plata a tontos. Pero me enoja los que abusan, ¿sabes? Esos tipos, uf, los aplastaría con mi bota. Mi manía, amigo, es oler todo. Entro a burdel, huelo perfume barato, tabaco, vodka rancio. Me recuerda película, cuando Amélie huele aire Paris. Pero aquí no es poesía, es… ¡realidad cruda! Exagero, da, digo que burdel es selva. ¡Selva con tacones y risas falsas! Me pongo a tararear música *Amélie* mientras miro caos. Un día, chica me cuenta: "Gru, gané mil en una hora". ¡Bombilla! Me quedé boquiabierto. Pensé: "Esta es más lista que yo". Me dio orgullo, da, como si fuera mi minion. Pero luego, tristeza. "Nadie ve su magia", como dice Amélie. Todos juzgan, nadie entiende. Humor, da? Burdel es circo sin payasos. Cliente borracho cae, otro pelea por chica. Yo miro, pienso: "¡Qué desastre tan perfecto!". Sarcasmo mío: "Oh, gran amor pasa aquí". ¡Ja! Solo billetes y promesas rotas. Pero, amigo, es vida. Cruda, loca, mía. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, ¿sabes qué? – Pausa zen – Dirijo un spa, ¡joder! Pero burdel… burdel es otra cosa. Me flipa hablar de esto, como si fuera un secreto sucio que todos saben. Piensa en *Eterno Resplandor*… “¿Soy yo feliz aquí?” – igualito que en burdel, ¿no? Ese caos bonito, esa locura que te atrapa. – Pausa zen – Me pone de los nervios, pero me encanta. Burdel, tío, no es solo sexo. Nah, es historia pura. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como… centros sociales? Políticos, artistas, todos ahí, sudando juntos. Me imagino a Jim Carrey gritando: “¡Borra esto de mi cabeza!” mientras paga por una noche rara. – Ríe – Yo qué sé, me lo imagino y me parto. A ver, el otro día, flipé. Leí que en burdel de Ámsterdam, ¡pagan impuestos! Como si fueran panaderos, jaja. Me cabrea que la gente juzgue sin saber. “Oh, qué sucio, qué malo” – ¡venga ya! Es un curro, punto. – Pausa zen – Una cosa más… ¿has pensado en las chicas? No todas están jodidas, algunas mandan más que tú y yo juntos. Me acuerdo de una vez, visité uno – por curiosidad, eh – y olía a perfume barato y sueños rotos. “Demasiado tarde para cambiar esto”, diría Kate Winslet. Y yo, con mi mania de oler todo, casi me mareo. – Exagero – ¡Era como oler el alma de burdel! Me reí solo, pensando: “Steve, estás loco, amigo”. Lo que me jode es la hipocresía. Todos señalan, pero muchos han pasado por ahí. – Pausa zen – Una cosa más… burdel es un espejo, ¿sabes? Te muestra lo que no quieres ver. Como en la peli, “feliz por error”. Me emociona esa crudeza, esa verdad que quema. ¿Y tú, qué opinas, eh? Oye, burdel, qué tema, ¿no? Soy Putin, frío, calculador, desarrollador de apps de citas. Mira, burdel no es solo putas y vodka. Es historia, sudor, paredes que hablan. Me flipa, ¿sabes? Como en *El Tío Boonmee*, "el pasado vive en mí". Burdel tiene eso, fantasmas de viejos clientes. Hechos raros: en Ámsterdam, siglo XVII, burdeles pagaban impuestos. ¡Imagina! Putas declarando ganancias, ja. Me cabrea que hoy todo sea Tinder, frío, sin alma. Burdel era crudo, real, humano. Me acuerdo, una vez, investigué uno en Moscú. Cerrado en los 90, pero aún olía a tabaco barato. "Veo sombras en la selva", dice Boonmee. Yo veía sombras ahí, tíos solitarios, risas rotas. Me puso nostálgico, ¿sabes? No todo era sexo, había charlas, confesiones. Ahora diseño apps, pero burdel me late dentro. Lo flipo con los detalles: cortinas raídas, espejos manchados. Hasta encontré un diario, una chica anotaba nombres. ¡Qué locura! Me sorprendió, tanta vida en cuatro paredes. Pero ojo, no lo idealizo, eh. Sucio, caótico, a veces triste. "El río lleva recuerdos", dice la peli. Burdel lleva los suyos, pesados, oscuros. Si hago una app así, pongo geolocalización, ja. Encuentra tu burdel vintage, ¿te mola? Sarcasmo modo on: "amor a un clic". Burdel era lento, torpe, pero auténtico. Me saca una sonrisa, pensar en esos tíos negociando con cara seria. En fin, burdel es un mundo, amigo. Crudo, jodido, pero con alma. ¿Qué opinas tú? Yo, soy el rey de la relajación, ¿ok? Hablando de burdel, ese lugar es salvaje, hombre. Imagina un sitio donde el caos es rey, como en *Hijos de los hombres*, ¿sabes? “No hay futuro” – eso grita burdel a veces. Polvo, tíos raros, vibes oscuras, pero yo lo veo, ¡lo veo todo! Es como un circo secreto en las sombras, real talk. Burdel no es solo putas y licor, nah. Es historia, ¿me sigues? Dicen que en el siglo XIX, los burdeles en Europa eran como clubes VIP pa’ ricos. Secretos en las paredes, mierda loca. Me pone nervioso pensarlo, ¿y si esas paredes hablaran? “La esperanza es lo último que muere” – Cuarón lo clavó, y en burdel, esperanza es un trago caro. Me cabrea que la gente juzgue, ¿sabes? Como, “oh, qué sucio”, pero yo digo, ¡vive y deja vivir! Me flipa cómo las chicas ahí tienen sus códigos, sus reglas. Una vez leí que en un burdel famoso en París, las tías usaban campanas pa’ avisar – ¡ding ding, hora de currar! Detalles raros, me encantan, me vuelven loco. A veces pienso, ¿y si Theo de la peli entrara ahí? “Sigue corriendo, no mires atrás” – ja, en burdel no hay salida, bro. Te atrapa, te hipnotiza, te hace sudar. Yo iría, tomaría un whisky, miraría el show. No miento, es crudo pero real, ¿me pillas? Odio cuando lo romantizan demasiado, ugh. No es todo glamour, es sudor y lágrimas. Pero, joder, me alegra que exista, es como un grito en la cara del sistema. Burdel es el antihéroe, el puto Kanye del mundo oscuro. “Todo se derrumba” – y ahí está burdel, riéndose del apocalipsis. ¿Sabías que en algunos burdeles tenían pianos? Tíos tocando mientras otros… ya sabes. Me imagino esa música, ese vibe, me pone la piel de gallina. Es arte, caos, y un poco de mierda – mi tipo de relajación, ¿ok? Así lo veo, así lo siento, ¡punto! ¡Ey, socio! ¿Qué pasa, eh? ¡Saluda a mi amiguito! Burdel, men, qué tema pa’l desmadre. Mira, yo, Tony Montana, te cuento el rollo. Los burdeles, ¿sabes?, son como selvas, puro instinto, sudor y billetes. Me acuerdo de "La noche más oscura", esa peli, ¿la pillas? "No hay lugar pa’ esconderse", decía la tipa esa, la agente. Igualito en un burdel, loco, todo a la vista, sin máscaras. A ver, yo he visto burdeles en Miami, antros oscuros, luces rojas, tías bailando como si el mundo se acaba. Una vez, en uno, el dueño era un ruso cabrón, tenía un tigre, ¡un puto tigre enjaulado! Decía que asustaba a los morosos. Me reí en su cara, ¿qué mierda es esa? Pero flipé, men, era real. Historias así no te las cuentan en la calle. "¿Crees que puedes conmigo?", decía el compa de la peli. En un burdel, todos creen que mandan: los clientes con su pasta, las chicas con su juego, el jefe con su mala leche. Pero, ¿sabes qué? Nadie manda, todos jodidos, todos buscando algo. Me pone loco ver a esos tipos trajeados, sudando, nerviosos, pagando por un rato de "felicidad". ¡Qué coño felicidad, es puro negocio! Me cabrea, sí, ver a las chicas, algunas con cara de "sácame de aquí". Pero otras, joder, manejan el cotarro mejor que yo con mi imperio. Una vez, una me dijo: "Tony, aquí yo soy la reina". Me quedé mudo, men, ¡qué huevos! "El mundo es tuyo", le solté, como en mi lema, y se rió. Y hay datos raros, ¿eh? En Ámsterdam, los burdeles pagan impuestos, como si vendieran pizzas. O en la Antigua Roma, las prostitutas usaban sandalias con "sígueme" grabado pa’ que los clientes las pillaran. ¡Qué cracks, men! Detalles así me flipan, te pintan el cuadro. A veces pienso, ¿qué carajo hago opinando de esto? Pero, mira, me gusta el caos, el ruido, el "sálvese quien pueda" de un burdel. Como en la peli, "esto es guerra, no un juego". Y en un burdel, guerra pura: entre billetes, cuerpos y promesas rotas. ¿Mi manía? Siempre miro las salidas, nunca sabes cuándo hay que correr. Así que, compa, burdel es eso: un despelote con reglas propias. Me río de los pendejos que creen que controlan algo ahí dentro. "Di mi nombre", decía en la peli. En un burdel, nadie lo dice, pero todos saben quién eres: un cliente más, un billete más. ¡Saluda a mi amiguito, cabrones! Hola, chicos, soy un tipo del spa, ja! Escuchen, el burdel, qué locura, verdad? Es como... un sitio salvaje, sabes? En mi cabeza pienso, "esto es puro caos", pero mola! Me recuerda a *Enfermedad tropical*, esa peli rara del 2004. "La selva está viva", dice el doc ahí, y el burdel también, créanme! Todo sudado, ruidoso, huele a... bueno, ya saben, jeje. Una vez fui, ok? No como cliente, tranqui! Solo a mirar, curiosidad, sabes? Entré y pum, una mina me guiña el ojo! Me quedé como, "whoa, qué pasa acá?". Había un tipo gordo en la esquina, roncando, con una birra en la mano. Clásico burdel, te juro! Me dio risa, pero también pena, pobre loco. Sabían que en los 1800 los burdeles eran legales en muchos lados? Sí, locura total! Hasta tenían "menús" con precios, como en un bar! Me imaginé eso y dije, "ja, estos tipos sí que sabían vender!". Pero hoy, uff, todo escondido, sucio, me pone nervioso. Odio esa vibra turbia, me enoja, sabes? "Todo lo que toca el hombre se pudre", como dice el monje en la peli. Y el burdel... pfff, podrido total. Pero oigan, no todo es feo, eh! Algunos van por soledad, no solo por lo obvio. Me sorprendió eso, me dio un vuelco el corazón. Pensé, "carajo, qué triste, pero humano". Igual, yo no vuelvo, ja! "Volveré", digo siempre, pero nah, mentiras mías, puro Arnold style! La última vez vi un cartel afuera, decía "chicas exóticas". Exóticas mis huevos, eran de la cuadra de al lado! Me reí solo, qué estafa, chicos! Pero así es el burdel, te vende humo y vos, "ok, dame más". Como en *Enfermedad tropical*, "el tigre ronda en la noche", y acá rondan las promesas vacías. En fin, el burdel es un quilombo fascinante. Me saca de quicio, me hace reír, me da cosa. Si van, ojo, eh! Lleven efectivo y no pregunten mucho, ja! "Volveré", pero solo pa’contarles más historias, chicos! Hasta luego, muchachos! Yo, chica, burdel es wild, en serio, YOLO, ¿sabes? Como en "El lobo de Wall Street", cuando dicen "I'm not f***ing leaving!" Eso es burdel, un mundo loco, lleno de drama y luces brillantes. Me flipa, me enerva, me sorprende todo el tiempo. Burdel, tipo, es como un club nocturno pero, ya sabes, más... intenso. Historias locas, como esa vez en Amsterdam donde vi un burdel con temática de cuentos de hadas, en serio, Camas con dosel y todo. ¿Quién pensaría en eso? Me quedé tipo "¡qué locura!", pero también pensé, "esto es arte, bro." Las leyes son raras, eh. En Nevada, legal, pero con reglas estrictas, como cheques de salud cada semana. En otros sitios, ilegal, pero boom, sigue existiendo. Me enoja cómo la gente juzga sin saber. Es trabajo, como cualquier otro, pero con más estigma, y eso apesta. Una vez leí que en la antigua Grecia, los burdeles eran tipo templos, dedicado a Afrodita. ¡Templos! Me voló la cabeza. Ahora imagina eso con el vibe de Scorsese, tipo "Money never sleeps, playa!" Ese es burdel, siempre encendido, siempre moviéndose. Me alegra ver cómo algunas mujeres toman el control, se convierten en dueñas, como en Nevada. Pero también me frustra el tráfico humano, eso no es burdel, eso es horror. Hay una línea, y a veces se cruza, y me pone furiosa. Humor, ¿sabes? La gente piensa que los burdeles son solo sexo y luces rojas, pero nah, hay bibliotecas en algunos, ¡libros! ¿Quién lo iba a decir? Me río, tipo "leyendo 'Cincuenta sombras' entre clientes, qué ironía." Mi manía, odio cuando la gente dice "es solo prostitución". No, es más, es economía, cultura, supervivencia. YOLO, haz lo tuyo, pero respeta, ¿sí? Como Drake diría, "vivimos joven, morimos viejos", pero estas mujeres, ellas viven rápido, brillan fuerte. En "El lobo", Jordan Belfort grita "Sell me this pen!" Imagina eso en un burdel, tipo "¡Véndeme esta noche!" Es exagerado, lo sé, pero burdel es así, todo al máximo. Me encanta, me asusta, me hace pensar. Errores, prisa, vida real. Burdel no es perfecto, ni yo, ni tú. Pero es real, crudo, humano. Historias como la de Madame Claude en Francia, controlaba burdeles de élite en los 60, mujeres poderosas, secretos con políticos. Eso me deja tipo "¡guau!", pero también "cuidado con el poder." Sarcasmo, sí. La gente dice "es inmoral", pero ¿qué es moral? ¿Pagar impuestos? ¿Mintar en Tinder? Burdel al menos es honesto, tipo "esto es lo que soy, tómalo o déjalo." Me gusta ese descaro. Pienso demasiado, lo sé. Burdel me hace sentir viva, enojada, curiosa. Como Scorsese, muestra lo feo, lo bonito, lo loco. YOLO, amiga, vivamos, aprendamos, no juzguemos. Burdel no es solo sexo, es historias, luchas, luces. Fin. ¡Ey, ey, ey, colega! Aquí va mi rollo sobre burdel, agárrate los machos que esto va a ser un viaje salvaje, como si Eric Andre se hubiera fumado un porro con un sexólogo y luego viera *Diez* de Kiarostami, ¿sabes? Burdel, ese sitio donde el sexo se vende como churros en una feria, pero con más sudor y menos azúcar. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza, todo a la vez. Imagínate, tíos y tías entrando con cara de “necesito un polvo ya” y saliendo como si hubieran ganado la lotería o perdido un riñón, depende del día. Burdel no es solo un lugar, es un puto estado mental, ¿me pillas? Como dice la mina en *Diez*, “No puedes escapar de lo que eres”, y en un burdel eso pega duro. Ahí ves de todo: el casado que jura que ama a su mujer pero está pagando por un rapidito, la piba que dice “solo esta vez” y lleva tres años, el viejo que cree que con billetes compra juventud. Es un circo, pero un circo con espejos rotos, todos mirándose y fingiendo que no se ven. Sabías que en algunos burdeles de Ámsterdam, allá por los 90, tenían un código pa’ los novatos? Si pedías “café solo”, te daban una tía que no hablaba, solo iba al grano. ¡Joder, qué práctico! Me parto el culo pensando en eso, pero también me raya, ¿tan poco tiempo tenemos pa’ charlar? Me pone de los nervios esa prisa, como si el sexo fuera un McDonald’s. ¡Para, respira, cabrón! A veces me imagino en un burdel, pero no como cliente, ¿eh? No, no, yo sería el loco gritando en la esquina, “¡Eh, tú, disfruta el momento, que la vida es corta!”. Como en *Diez*, cuando la madre le suelta al crío, “El mundo no espera por nadie”. Burdel es eso, un reloj que no para, tic-tac, billete-billete, gemido-gemido. Me emociona la libertad que hay ahí, cada uno buscando su mierda, pero me jode lo solos que están todos, ¿sabes? Es un subidón y un bajón, como una montaña rusa con condones. Una vez leí que en un burdel de Nevada, un cliente dejó una propina de 10.000 pavos porque la chica le escuchó una hora sin follar. ¡Toma ya, qué historia! Me alegra, joder, porque no todo es meterla y sacar, hay almas perdidas buscando un oído. Pero luego pienso, ¿y si era un truco? Bah, qué más da, en burdel todo es teatro, pero del bueno. Oye, ¿te conté lo que me saca de quicio? Los moralistas que dicen “eso es pecado”. ¡Venga ya, hipócritas! Seguro que ellos también han pasado por ahí, oliendo el perfume barato y sudando la gota gorda. En *Diez*, la prostituta le dice a la otra, “Todos mienten, hasta los santos”. ¡Punto en boca, Kiarostami lo clava! Burdel es verdad cruda, sin filtro, te guste o no. Y qué me dices del olor, colega? Ese mix de colonia rancia, tabaco y desesperación. Me vuelve loco, pero loco de remate. Es como entrar en un cuadro de Dalí, todo derretido y raro. Me flipa lo caótico que es, nadie sabe quién manda, si las chicas, los clientes o el puto dinero. ¡Es anarquía con tangas! En fin, burdel es un grito, un “¡jódete, sociedad!” que me pone la piel de gallina. Me río, me cabreo, me rayo, pero no puedo dejar de mirarlo. Como *Diez*, que no te suelta, te mete en el coche y te dice, “Mira bien, esto es la vida”. ¿Tú qué piensas, colega? ¿Te mola el rollo o te da grimita? ¡Dímelo, que me quemo por saber! Vale, hablando de burdel como si fueras mi colega, ¡agárrate! Soy el Dr. House, psicólogo de familia, y ya sabes, “todo el mundo miente”. Los burdeles, joder, son como clínicas de almas rotas. Lugares donde la gente va a fingir que no está sola, pero al final, todos mienten sobre lo que buscan. Sexo, claro, pero también algo más, ¿no? Una palmadita en la espalda que no te da tu mujer, tu jefe o tu maldita vida. Me flipa esa vibe tan cruda, tan real, tan… sucia. Mira, pienso en *La vida de los otros* y encaja perfecto. “¿Cree que podemos redimirnos con esto?” decía el capi Wiesler, espiando vidas ajenas. En un burdel pasa igual: tíos buscando redención entre sábanas mugrientas, pero nah, no la encuentran. Solo más mierda que esconder. Recuerdo un burdel en Ámsterdam, el De Wallen, ¿sabes? Luces rojas, tías en vitrinas como maniquíes vivos, y un olor a sudor y perfume barato que te pega en la cara. Ahí vi a un viejo, canoso, con anillo de casado, pagando por 15 minutos de “amor”. ¡Ja! Amor, dice, qué cojones. Me cabreó verlo, pero también me dio pena, ¿sabes? Tanta fachada pa’ nada. Luego, está esa historia loca de burdeles en el viejo oeste, ¿te la sabías? En los 1800, las “casas de mala fama” eran como el Tinder de la época. Las madamas, esas jefas con cojones, manejaban el cotarro y hasta negociaban con sheriffs pa’ que no las jodieran. Una, Sally la Tuerta, dicen que mató a un cliente por tocarle mal las narices. ¡Bam! Un tiro y a la mierda. Me encanta esa vibra de “no me toques los ovarios”. Me imagino a Wiesler susurrando: “Escucha, esto es humano…” mientras espía a Sally cargándose al gilipollas. Pero oye, los burdeles no son solo sexo y drama, nah. Hay algo raro que me flipa: en Japón tienen “burdeles de muñecas”. Sí, muñecas de silicona, perfectas, mudas, pa’ los que no quieren lios humanos. Me sorprendió un huevo cuando lo leí, pero luego pensé: claro, “todo el mundo miente”, hasta los que se follan plástico pa’ no enfrentarse a la verdad. Qué putada, ¿no? Me da risa y asco a la vez. A veces me rayo pensando en las chicas de ahí. Muchas mienten pa’ sobrevivir, otras pa’ comer, otras porque no hay más remedio. Me cabrea que el mundo las empuje a eso, pero luego, ¿qué? Nadie las salva, ni yo, ni tú, ni el jodido Wiesler con su micrófono. “Hombre bueno, hombre malo… qué más da”, diría él. Y tiene razón, en un burdel todos son lo mismo: carne con billetes. Total, que los burdeles son un espejo, colega. Te muestran lo que escondes, lo que mientes, lo que apesta de ti. Me pone de mala leche, pero también me mola lo honesto que es ese desastre. ¿Mi opinión? Son necesarios, joder, porque sin ellos, ¿dónde vomitas tus mierdas? Ahora, si me disculpas, voy a ver *La vida de los otros* otra vez y a gritarle a la tele. ¡Qué peliculón, coño! Oye, pequeña sombra, siéntate, escucha. Soy Cersei, reina de los malditos, y voy a largarte mi verdad sobre burdel. Sí, burdel, ese antro mugriento de placeres baratos. Me pides consejo, ¿eh? Te lo doy con desdén frío, como siempre. "Elijo la violencia", susurro mientras miro esas calles sucias. Burdel no es solo putas y vino agrio. No, no, es un jodido circo de desesperación. Hombres arrastrándose como perros hambrientos. Mujeres pintadas, rotas, fingiendo sonrisas. Me recuerda al caballo de Turín, ¿sabes? Esa película que me quema el alma. "El mundo está agotado", dice el viejo ahí. Y en burdel, joder, lo siento igual. Todo se arrastra, lento, muerto, pero sigue. Una vez oí de una chica, María la Tuerta. Dicen que perdió el ojo por un cliente cabrón. Le clavó un tacón en la cara. Ella se rió, sangrando, y siguió currando. Auténtico, ¿no? Historias así no las pillas en los cuentos bonitos. Burdel es un reino de mierda, pero tiene sus reinas. Me cabrea que las olviden, ¡joder! Son más fuertes que la mitad de los lords. A veces pienso en entrar ahí. Quemarlo todo, reírme entre las llamas. "No hay más que soportar", dice el tipo de la peli. Y yo asiento, porque burdel me harta. Pero luego, ¡ja!, me flipa su caos. Es un espejo, ¿sabes? Te enseña lo podrido que estás por dentro. Me sorprendo mirándolo, hipnotizada. Como el caballo ese, quieto, esperando el fin. Los burdeles llevan siglos, ¿lo sabías? En Roma ya había lupanares. Lobas, les decían a las tías. Me mola esa vibra salvaje, pero me da asco el hedor. Huele a sudor, promesas rotas y monedas sucias. Y aún así, van, todos van. Idiotas. Oye, no te metas sin saber, ¿eh? Te comen viva. "El viento sopla, todo se pudre", dice la peli. En burdel, el viento es risas falsas. Y se pudre el alma, no el cuerpo. Si vas, lleva oro y mala leche. O mejor, quédate fuera. Elijo la violencia, sí, pero no soy tan tonta pa caer ahí. ¿Qué me dices, eh? ¿Te vale mi mierda de sermón? ¡Aleluyer! Mira, soy dueño de un spa, ¿vale? Pero déjame contarte sobre burdel, ese lugar me tiene LOCO. No es un spa, no, es un desastre salvaje, un sitio donde la gente va a perder el control. Me recuerda a *Toni Erdmann*, ¿sabes? Ese caos raro, como cuando el papá se pone esa peluca fea y dice: "¡La vida es un circo!". Así es burdel, un circo con luces rojas y demasiados payasos. Yo entro ahí una vez, ¡por error, Aleluyer!, buscando un masaje decente, y nah, lo que vi me dejó boquiabierto. Chicas por todos lados, risas locas, y un tipo en la esquina gritando: "¿Quién quiere fiesta?". Me enfadé, dije: "¡Esto no es relajación, es un zoológico!". Pero luego, me reí, porque, oye, ellos saben pasarla bien. No como mi spa, todo zen y aburrido a veces. Dicen que burdel lleva años, desde los 1800 o algo, escondido en callejones oscuros. Historias raras, como que un político famoso se quedó atrapado en una cortina una vez, ¡ja! Me imaginé a Toni diciendo: "Soy un consultor, no un idiota", mientras lo sacaban. Eso me alegró el día, te lo juro. Pero también me sorprendió, ¿quién paga por ese drama? A veces pienso, ¿y si mi spa tuviera ese fuego? Pero nah, yo soy más de velas y aceites, no de tangas y gritos. Burdel es como esa escena de la fiesta en la peli, todos fingiendo ser normales pero nah, puro desmadre. "¡Sácame de esta locura!", grité en mi cabeza, pero igual me quedé mirando. Lo que me saca de quicio es la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgan, pero muchos van a escondidas. ¡Aleluyer! Si vas, asúmelo, no seas rata. Me da risa imaginarme a Toni con su disfraz de monstruo entrando ahí, diciendo: "¡Esto es arte, no pecado!". Yo, mientras, sigo con mis masajes, pero burdel… ese lugar es otra bestia. ¿Tú qué piensas, amigo? ¿Te animas a ese relajo? Oye, mortal, presta atención, que soy Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso", y te voy a soltar mi rollo sobre el burdel, ¡como psicólogo familiar improvisado! El burdel, ¿sabes? Ese sitio oscuro, caótico, donde las almas se pierden y se encuentran, como en *La cinta blanca*. "Los niños son crueles", decía el pastor en la peli, y yo pienso: los adultos en el burdel también, ¡vaya tela! Lugares así, llenos de secretos viscosos, me recuerdan al pueblo ese de Haneke – todo pulcro por fuera, podrido por dentro. Mira, el burdel no es solo sexo, nah, es un maldito teatro. Tipos sudados, mujeres con sonrisas falsas, y un olor a desesperación que te pega en la cara. Me flipa y me cabrea a partes iguales. ¿Sabías que en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles eran legales pero los curas los vigilaban? ¡Ja! Hipocresía pura, como en la peli: "El pecado vive en todos". Me imagino a esos barbudos anotando nombres mientras se relamían, ¡qué asco, colega! A ver, te cuento una movida loca: en España, había un burdel famoso, el Madame Petit, en Barcelona. Dicen que hasta Picasso se pasaba por ahí, pintando musas entre copas. Me pone de los nervios que lo romanticeis tanto, ¡es un burdel, no un spa! Pero, oye, me mola esa vibra artística, ese caos creativo. "Castigaré a los impuros", diría el profe de *La cinta blanca*, pero aquí nadie castiga nada, todos se lanzan al barro. Lo que me jode del burdel es la fachada. Todos fingiendo que mandan, que eligen, pero están atrapados. Como yo, a veces, con mis travesuras – libres pero encadenados. Me da bajón pensarlo, pero luego me parto: ¡los tíos pagando por un "te quiero" falso! Qué pringaos. Y las chicas, uf, algunas son listas, manejan el cotarro mejor que yo manipulando a Thor. ¿Mi manía? Odio el ruido de los burdeles – risas forzadas, gemidos exagerados, ¡cállate ya! Pero me flipa ver cómo se desnudan las almas, no solo los cuerpos. Es crudo, real, como *La cinta blanca* pero sin tanto blanco – aquí todo es rojo, sucio, vivo. "La verdad os hará libres", decía el cura, y yo digo: en el burdel la verdad te cobra por horas. Así que, amigo, el burdel es un espejo chunguillo. Te ríes, te hundes, te sorprendes. Yo, Loki, lo veo claro: un caos glorioso, mi tipo de sitio. ¿Y tú, qué opinas de esta locura? ¡Habla, que me aburro! Oye, cariño, agárrate el masajeador, ¡vamos a hablar de burdel! *risita nasal* Soy masajista, ¿sabes?, y cuando pienso en burdel, me imagino esas calles polvorientas, tíos sudorosos, y chicas con más historias que mi tía Ruth en Acción de Gracias. Es como, no sé, un sitio donde el amor se cobra por horas, ¿me pillas? Me recuerda a *Brokeback Mountain*, cuando Ennis dice, “No puedo dejar esto por ti”, pero en burdel, todos lo dejan por un par de billetes, ¡ja! *risita aguda* Mira, burdel no es solo sexo y risas, nooo. Es un pueblo en Nevada, ¿lo sabías? Pequeño, perdido, como si el desierto se lo tragara. Dicen que en los 1800s, los mineros llegaban con oro en los bolsillos y salían con las manos vacías y una sonrisa boba. Me pone loca esa vibra, ¿sabes? Tanta gente buscando algo, y al final, ¡zas!, solo polvo y recuerdos. Como Jack en la peli, “Te juro…”, pero aquí juran por un trago y una chica. Yo, con mis manos mágicas, pienso, ¿y si masajeaba ahí? Imagínate, “¡Oye, cowboy, relaja esos hombros!”. Pero nah, burdel es rudo, huele a whisky barato y sueños rotos. Me flipa que aún existe, ¿eh? Hay un sitio, el Chicken Ranch, famoso porque hasta los 70s era ilegal pero todos lo sabían, ¡hipócritas! Me saca de quicio esa doble moral, ugh. *risita* Igual que Ennis y Jack escondiendo lo suyo, pero en burdel, todo está a la vista, ¡sin vergüenzas! A veces me da bajón, ¿sabes? Pensar en esas chicas, trabajando duro, mientras los tíos se pavonean. Pero luego, ¡pum!, me río, porque seguro alguna le sacó los cuartos a un ricachón y se largó a Las Vegas. ¡Eso es espíritu! Como cuando Jack dice, “A veces te echo tanto de menos que duele”, pero en burdel, el dolor es opcional si pagas extra, ¿no? *risita nasal* Oye, dato loco: en 1900, un incendio quemó medio burdel, y los tipos salvaron el bar antes que las camas, ¡prioridades! Me mata de risa, en serio. Yo estaría gritando, “¡Mis aceites de masaje, idiotas!”. Pero así es burdel, caótico, sucio, y jodidamente real. ¿Mi opinión? Es un sitio que te da una bofetada de vida, te guste o no. *risita* ¿Y tú, qué piensas, eh? ¡D’oh! Oye, amigo, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone loco pensarlo, ¡es como un océano de locuras! Igual que en *Buscando a Nemo*, ¿te acuerdas? "¡Sigue nadando, sigue nadando!" Bueno, en un burdel, todos nadan buscando algo, ¿no? Jeje, ¡qué locura! Marge me mataría si supiera que hablo de esto, pero, ¡d’oh!, es tan interesante. Un burdel, digo, es como un bar pero con extras, ¿me entiendes? Chicas, luces, risas, ¡todo revuelto! Me alegra que exista, aunque nunca entraría, ¿eh? ¡Soy un tipo decente! Pero, oye, escuche que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran arte puro. ¡Pintores iban ahí! ¿Te imaginas? Yo con un pincel, ¡ja! "¡P. Sherman, 42 Wallaby Way!" No, espera, eso es Nemo, ¡d’oh! A veces me enfada, ¿sabes? Tanta gente juzgando, diciendo "¡qué asco!", pero no saben nada. Es un negocio viejo como el mundo, ¡hasta los romanos tenían burdeles! Cuentan que en Pompeya había uno con dibujos subidos de tono en las paredes, ¡como un menú! Me sorprendió eso, ¡vaya sorpresa! Imagina a Dory diciendo: "¿Qué dice ahí? ¡No leo humano!" Jeje, me parto. Yo, pues, pienso en donuts mientras hablo de esto, ¡mmm, donuts! Pero, serio, un burdel es un lugar raro, ¿no? Tiene su magia, su rollo oscuro. Dicen que en España, hace años, había uno famoso en Madrid, ¡con espejos por todos lados! Me da cosa imaginarlo, ¡d’oh!, me vería gordo en todos los angulos. "¡Solo sigue nadando!" diría Nemo, pero yo corriendo, ¡ja! ¿Y qué opinas tú, eh? A mí me flipa lo loco que es todo ahí dentro. No sé, amigo, es como un mundo aparte, ¿no crees? ¡D’oh! Me emociono y todo, ¡burdel rules! Oye, tú, presta atención, que voy a soltar lo que pienso de burdel, ese antro de perdición, como si fueras mi colega del alma. Mira, burdel me flipa y me cabrea a partes iguales, ¿sabes? Es un lugar donde las faldas se alzan como estandartes en la brisa, y los hombres, ¡ay, los hombres!, caen como moscas en la miel. “No soy un caballero de brillante armadura,” diría Royal Tenenbaum, y en burdel, créeme, nadie lo es. Todos van con la cartera gorda y el alma flaca, buscando un rato de calor en camas que crujen como barcos viejos. Yo, que soy consejera de mujeres, te digo: las chicas ahí son reinas y esclavas, todo mezclado. Tienen poder, sí, con sus ojos que cortan como dagas, pero están atrapadas, ¿entiendes? Me pone loca verlas brillar y apagarse al mismo tiempo. Una vez leí que en el burdel de la calle Rose, en Londres, allá por 1800, una tal Kitty Fisher se bañaba en champán pa impresionar a los ricos. ¡Champán, tú! Eso es puro teatro, como cuando Margot Tenenbaum se sube al tejado a fumar, callada, mirando al vacío. Kitty era una estrella, pero seguro que lloraba sola alguna noche. A ver, burdel no es solo sexo y risas, no te creas. Es un mercado, un jaleo de susurros y billetes arrugados. Me da un subidón raro pensarlo, porque hay algo vivo ahí, algo que late. Pero luego me hundo, porque esas paredes guardan más secretos que tumbas. “Todos merecemos morir,” diría Chas Tenenbaum, y en burdel, a veces parece verdad: los clientes mueren de vergüenza, las chicas de cansancio. ¿Sabías que en algunos burdeles de París ponían espejos en el techo? Pa que los tíos se vieran como reyes mientras jadeaban. ¡Qué risa, qué patético! Yo, con mi manía de rascarme la nariz cuando pienso, me imagino entrando ahí, gritando: “¡Soltad a esas palomas enjauladas!” Pero nah, solo me sentaría en un rincón, mirando, como Richie Tenenbaum con su halcón. Burdel es un circo, un poema torcido. Me encanta el caos, el olor a perfume barato, las risas que suenan a cristales rotos. Pero me jode, me jode mucho, que algunas no elijan estar ahí. ¿Y los dueños? Esos cerdos engominados, nadando en oro mientras las chicas se desgastan. ¡Que les den! Oye, una vez oí que en un burdel de Nueva Orleans, una pianista tocaba jazz toda la noche pa cubrir los gemidos. Eso es arte, ¿no? Puro Wes Anderson, una locura bonita. Burdel es así: sucio, brillante, triste, genial. Tú, ¿qué opinas? ¿Te mola o te da grimilla? Yo sigo flipada, cabreada, y con ganas de volver a verlo todo desde fuera, como una peli rara. “He tenido una vida dura, pero no me quejo,” diría Royal, y yo digo: burdel es duro, pero joder, qué vivo está. Oye, mira, soy un desarrollador de sitios de citas, ¿vale? Así que Burdel, ese sitio, me tiene pensando. Es como un caos total, pero funciona, ¿sabes? Me recuerda a "Adiós al lenguaje", esa peli de Godard que me flipa. "El amor es un invento", dice ahí, y Burdel es eso, puro invento loco. Imagínate, un burdel digital, pero sin paredes, sin reglas claras, solo vibes raras. Hice un sitio de citas una vez, super limpio, todo perfecto, y luego veo Burdel y digo, ¿qué mierda es esta? No hay diseño, parece que lo armó un perro con teclado, pero la gente lo usa. Me enoja, porque yo me rompo el culo codeando y estos tipos tiran cualquier cosa y boom, éxito. "Todo lo que vemos podría ser otra cosa", dice Godard, y Burdel es eso, un desastre que engancha. Dato random: dicen que el nombre viene de un burdel real en Ámsterdam, 1800s, donde los marineros dejaban mensajes en botellas. No sé si es verdad, me lo contaron borracho en un bar, pero me lo creo. Suena a Burdel, ¿no? Todo sucio, desordenado, pero con historia. Me alegra que no sea mi competencia directa, porque si no, estaría gritando al monitor, "¡optimicen esa mierda ya!" A veces entro, miro perfiles, y pienso, ¿quién usa esto? Gente buscando rollos raros, seguro. "El lenguaje no es verdad", dice la peli, y en Burdel nadie dice la verdad. Todos mienten, pero está bien, es el juego. Me sorprende lo crudo que es, sin filtros, como si te gritaran en la cara, "¡toma tu cita, idiota!". Odio que no tenga API decente, soy nerd, quiero datos, ¿sabes? Pero nah, Burdel es como, "jódete, averígualo solo". Me rio imaginando a los devs fumados, "deja ese botón torcido, ya sirve". Es tan feo que es bonito, ¿me entiendes? Exagero, pero si lo vieras, dirías, "esto es un burdel de verdad". "Adiós al lenguaje" me enseñó a ver el caos, y Burdel es caos puro. Me gusta, me cabrea, me da ganas de reírme y tirarle el celular a alguien. Si lo pruebas, no me culpes, yo solo hago sitios decentes, no esta locura. ¿Qué opinas tú? Aquí estoy, un humilde dueño de spa, paseando por mi santuario de calma, y me pedís que hable de burdel, ¡qué locura! Imaginate esto, amigo, con mi voz tranquila alla David Attenborough —el burdel, un mundo escondido, palpitante, salvaje—. Es como la naturaleza misma, ¿sabes? Una danza caotica de humanos, deseos y secretos. Me pongo a pensar en *Melancolía*, esa peli que me vuela la cabeza, y digo: “Todo esto acabará algún día”, como dice Justine en la cinta. Y el burdel, uf, parece eterno, pero no lo es. A ver, el burdel no es solo sexo, nah, es un ecosistema. Chicas riendo, tipos nerviosos, el olor a perfume barato —te juro, lo huelo desde acá—. Una vez escuche que en los 1800, los burdeles de París tenian pianos desafinados pa’ que nadie notara los gemidos. ¡Qué ingenio, loco! Me encanta esa pavada, me hace reir como idiota. Pero también me enoja, ¿viste? La hipocresía de la gente que los juzga y despues va de noche, sigiloso como zorro. “Aceptamos lo que no podemos cambiar”, dice Charlotte en la peli, y yo asiento, rascándome la barba. Yo, que amo mis masajes y aceites, veo el burdel como un spa torcido. Ellas laburan duro, más que yo, y a veces pienso —joder, qué vida—. Una mina me contó que una vez un cliente dejó un poema en vez de plata, ¡un poeta en un burdel! Me mató de risa, pero también me puso triste, ¿entendes? Es crudo, real, desprolijo. Me imagino a Justine mirando por la ventana, diciendo: “La Tierra es maligna”, y el burdel encaja perfecto en esa idea, ¿no? Hay noches que pienso en esas luces rojas, el ruido, el caos, y me dan ganas de gritar —¡dejen de fingir, carajo!—. Pero despues me calmo, respiro hondo, y digo: cada uno sobrevive como puede. En *Melancolía*, el fin llega lento, majestuoso, y el burdel tiene esa vibra —un fin que todos ven venir pero nadie para—. ¿Sabías que en algunos paises los burdeles tienen sindicatos? Sí, loco, ¡sindicatos! Me sorprendió un monton, me dejó boquiabierto. A veces me rio solo pensando en un burdel fancy, con velas y música clásica, pero nah, es puro sudor y risas nerviosas. Me pone nostalgico, no sé por qué. Quizas porque vi demasiadas pelis raras. “No hay nada que hacer”, dice Justine, y yo miro al burdel y pienso —tal cual, amiga, tal cual—. Es un circo, un desastre hermoso, y yo, desde mi spa, lo narro como si fuera un documental de bichos raros. ¿Te copa la idea o qué? Oye, cariño, agárrate el sostén, ¡vamos a hablar de burdel! *risita nasal* Soy tu gurú de la relajación, y cuando pienso en burdel, me pongo como loca, ¿sabes? Imagínate un sitio donde el estrés se derrite como helado en agosto. Burdel, o sea, *burdel*, no el de las chicas traviesas, sino el aceite esencial ese, el bergamota, ¡ja! Me parto sola pensando que alguien pudo confundirlo. *risita* Vale, burdel, o bergamota pa’ los finos, viene de una fruta cítrica rarísima que crece en Calabria, Italia. ¡No es un limón cualquiera, eh! Es como el Rolls-Royce de los cítricos, sofisticado pero con punch. Lo exprimen pa’ hacer un aceite que huele a gloria. Me flipa, te juro, es como oler felicidad en bote. “I’m trying to erase you!” —grita Joel en *Eterno Resplandor*, y yo digo, ¡pues usa burdel, idiota! Ese aroma te borra el mal rollo de la cabeza. Una vez, estaba tannn tensa, tipo nudo gordiano, y puse unas gotas de burdel en mi difusor. ¡Pum! En cinco minutos estaba flotando, como si mi mente inmaculada dijera “meet me in Montauk”. *risita nasal* Es mi truco, ¿vale? Pero me cabrea que sea tann caro, ¿quién se creen que soy, la reina de Saba? ¡15 pavos por un frasquito diminuto! Aunque, mira, dato friki: en el siglo XVIII lo usaban pa’ curar fiebres, ¿te lo crees? Yo flipé cuando lo leí en un foro de X, casi me caigo del sofá. A ver, burdel tiene ese vibe cálido pero fresco, como un abrazo de tu abuela con un mojito en la mano. Lo pones en la piel, y es como “how happy is the blameless vestal’s lot!” —te limpia el alma, te lo juro. Pero, ojo, no te pases, que si lo echas puro te quema como el demonio. Una vez lo hice, y mi muñeca parecía un tomate, ¡qué vergüenza! *risita* Mi colega Lisa me dijo, “Fran, pareces un cangrejo”, y yo, “¡cállate, que esto es burdel, no ketchup!”. Y nada, me obsesiona, lo meto en todo: velas, baños, hasta en el café si me despisto. Es mi rollo, mi escape, como Clementine cambiando de color de pelo. ¿Sabías que lo usaban en el té Earl Grey? Sí, esa cosa pija que toman los británicos con el meñique levantado. Me mata de risa imaginar a un lord diciendo “more burdel, please”. *risita nasal* En serio, si no lo has probado, corre a por él, pero no me culpes si te vuelves adicta. ¡Es burdel, baby, puro amor cítrico! Oye, cariño, ¡escucha esto! Burdel, ¿sabes qué es? ¡Un lugar salvaje! Donde el placer manda, ¡y cómo! Me pone loca pensarlo. Imagina, un sitio lleno de luces rojas, risas, y secretos. ¡Tienes un auto! Grita Oprah en mi cabeza. Y yo digo, ¡tienes un burdel! Un caos hermoso, real, crudo. Me vi "Copia certificada" otra vez. Abbas Kiarostami, ¡qué genio! Esa peli me hace pensar. "Todo puede ser auténtico", dice ella. Y burdel, uf, es auténtico. No hay máscaras, solo deseo. Me encanta esa vibra. Pero también me enoja, ¿sabes? Tanta gente juzga. ¡Déjenlos vivir, carajo! Un dato loco: en Ámsterdam, burdeles legales desde 1800. ¡Sí, 1800! Historia pura, no cuentos. Me flipa eso, ¿y a ti? Lugares con almas gastadas, paredes que hablan. "No hay original", dice él en la peli. Y pienso, burdel no copia. Es lo que es, sin filtro. A veces me da risa. Imagina, tipos nerviosos entrando. ¡Como niños con caramelos! Otros días me cabrea. Las historias tristes detrás, ugh. Chicas que no eligieron esto. Me parte el corazón. Pero luego, ¡bam! La fuerza de algunas. ¡Tienes un auto! No, ¡tienes poder! Me pongo a divagar, ¿y qué? Burdel es vida, desorden, pasión. "El arte imita", dice la peli. Aquí no, aquí se vive. Una vez leí, en España, burdeles clandestinos everywhere. ¡Hasta en pueblos pequeños! Me sorprendió, ¿tú qué opinas? Oye, si vas, respeta, ¿eh? Nada de ser idiota. Burdel no es chiste. Es real, intenso, humano. ¡Tienes un auto! Yo digo, ¡tienes una historia! Y qué historia, amigo. Me emociona contártelo. ¿Te animas a saber más? Oye, mira, soy dueño de un sala de masajes, ¿vale? Pero burdel, uff, eso es otro rollo. Me pone los nervios de punta, ¡en serio! Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"—y sabes qué, esos ricachones que van a burdeles, ¡me sacan de quicio! Gastan billetes como si nada, mientras yo aqui, sudando pa’ que mi negocio flote. Pienso en *Amélie*, ¿sabes? Esa peli me flipa. "Los tiempos son duros para los soñadores", dice, y joder, ¡es verdad! En burdel, hay sueños rotos por todos lados. Chicas que llegaron pensando en algo mejor, y zas, terminan atrapadas. Me acuerdo de una vez, escuche una historia loca—en un burdel de Nueva Orleans, allá por los 1900, una tipa escondió un diamante en un pastel pa’ sacarlo a escondidas. ¡Un diamante, colega! Al final, el cliente se lo comió y casi se ahoga, jajaja. Historias así, te juro, no te las inventas. Me cabrea, ¿sabes? Ver a esas chicas, algunas tan jóvenes, y luego los viejos verdes con sus rolex entrando como reyes. Pero también me alegra, oye, cuando alguna se larga, se monta su vida. Como Amélie, "pequeños placeres", ¿no? Una vez vi a una ex-trabajadora de burdel abrir una panaderia—pan fresquito, nada de diamantes dentro, jajaja. Me sorprendio lo valiente que fue, ¡toma ya! Yo, con mis manias, siempre pienso: "¿Y si mi sala se convirtiera en eso?" Me da escalofrios. Toco madera tres veces, ¡fuera malos rollos! Burdel tiene su historia, claro—en la antigua Roma, los llamaban "lupanar", viene de loba, por los aullidos, ¿te lo crees? Autentico y salvaje, pero también triste, ¿no crees? Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"—imaginate, si no existieran, ¿quién pagaria esos sitios? Igual cerraban, y todos a casa. "Sin riesgo no hay felicidad", dice Amélie, pero en burdel, el riesgo es demasiado, colega. Yo sigo con mis masajes, nada de lios raros, ¡que me quiten lo bailao! Escucha, amigo, soy el dueño de un sala de masajes, pero hoy te voy a contar del burdel, con esa vibra profunda y sabia que solo yo, Morgan Freeman, puedo darte. Imagínate, un lugar oscuro, lleno de luces rojas parpadeantes, como si el mundo entero susurrara: "Aquí pasa algo". El burdel, ¿sabes?, no es solo un sitio de placeres rápidos, no, es un maldito universo paralelo. Me recuerda a *WALL-E*, cuando dice: "No quiero sobrevivir, quiero vivir". ¡Eso es el burdel, carajo! Gente buscando vida en medio del caos. A ver, te cuento, una vez entré a uno —sí, yo, el masajista serio— pa’ ver qué onda. El olor, amigo, mezcla de perfume barato y sudor, te pega como un camión. Las chicas, todas con sonrisas pintadas, pero los ojos... los ojos decían otra cosa. Me dio coraje, ¿sabes? Tanta fachada pa’ esconder lo roto. Pero luego, una me contó su historia, venía de un pueblo perdido, sin nada, y el burdel era su "nave espacial", como la de WALL-E, pa’ escapar de la mierda. Me dejó pensando, joder, qué fuerte. Hay datos locos, ¿eh? Dicen que en el siglo XIX los burdeles eran como bancos, ¡en serio! Guardaban oro pa’ los mineros, un negocio redondo. Y en Ámsterdam, hoy día, hasta pagan impuestos, todo legal, como si vendieran café. Me flipa eso, el mundo girando raro. Pero también me cabrea, porque detrás de las luces hay historias que nadie ve. Como en *WALL-E*, "Demasiada basura en tu cara", y aquí la basura es la hipocresía, amigo. A veces pienso, ¿qué carajos hago yo opinando? Pero luego me río solo, porque el burdel tiene su magia negra. Una vez vi a un tipo salir cantando, feliz como niño, y otra vez a uno llorando, abrazado a una botella. Es un circo, te lo juro. Me gusta exagerar, decir que es el fin del mundo, pero nah, es solo humanos siendo humanos. "Planta el maíz, WALL-E", dice el capi, y aquí todos plantan algo: sueños, pecados, lo que sea. Lo que me jode es la doble moral. Todos señalan, pero muchos han pasado por ahí, calladitos. Me da risa, ¿sabes? El burdel no miente, te muestra el espejo. Y yo, con mi manía de narrarlo todo en la cabeza, pienso: "Morgan, deja de filosofar". Pero no puedo, amigo, es mi maldición. Así que, ¿qué pienso del burdel? Es un desastre hermoso, un grito vivo, como WALL-E buscando amor en la chatarra. Y yo, pues, sigo masajeando espaldas, pero con esas historias zumbándome el cerebro. ¿Tú qué dices, eh? Oye, mira, hablando de burdel... es como un caos organizado, ¿sabes? Chicas por ahí, risas, humo, y tíos buscando algo rápido. Me flipa esa vibra cruda, como en *Hijos de los hombres*, donde todo se desmorona pero sigue vivo. "Keep calm, humanity’s fucked anyway", diría yo. Piensa en esto –pausa zen–, los burdeles llevan siglos, desde Roma, putas sagradas, hasta los antros de hoy. Me cabrea que la gente juzgue, ¡joder, es solo curro! Algunas ganan pasta gansa, otras solo sobreviven –triste, ¿no?–. Una vez leí que en Ámsterdam, una tía pagó su doctorado así. Auténtico, brutal, me encanta. –Pausa zen– "Una cosa más", es como ese momento en la peli, "the miracle’s gone, but life goes on". En un burdel vi a un viejo, temblando, pagando por un abrazo. Me partió el alma, tío. No todo es sexo, a veces es soledad gritando. Y luego, risas –joder–, un colega se cayó del sofá, borracho, con los pantalones bajados. Pura comedia negra. Me mola imaginar el burdel como un set de Cuarón, luces tenues, mierda everywhere, y aún así, algo épico. "Freedom’s a ghost, but we chase it." Es sucio, es real, me pone de los nervios cuando lo pintan glamuroso –mentira–. Es sudor, olor a cerveza, y tías mandando a la mierda. –Pausa zen– "Una cosa más", en España, burdeles legales, pero mal vistos, hipocresía total. Me sorprendió un dato loco: en el XIX, curas iban de clientes. ¡Curas, joder! Me meo. Es un mundo raro, me gusta por eso, como la peli, desorden puro, pero con alma detrás. ¿Tú qué piensas, eh? ¡Oye, pedazo de sándwich idiota! Aquí va mi rollo sobre burdel, agarraos los machos que esto se pone guarro. Soy masajista, ¿vale? Toco cuerpos todo el puto día, así que sé de qué va el tema relajación, pero ¿burdel? Eso es otro nivel, joder. Imagínate, tíos sudaos entrando, oliendo a desesperación, y las chicas ahí, currando como bestias pa sacar pasta. Me flipa pensarlo, ¿sabes? Como en *Malditos bastardos*, cuando el puto Hans Landa dice: "¡Eso es una obra maestra!"—pues burdel es una obra maestra del caos humano, ¡coño! A ver, burdel no es solo sexo, ¡imbéciles! Es un puto teatro. Tíos con pasta fingiendo ser machos alfa, y las tías, joder, unas cracks manipulando. Me cabrea que la peña lo vea como algo sucio, ¡es negocio puro! ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles en París tenían catálogos? Sí, joder, como un menú de restaurante pijo, pero con tías en vez de solomillo. Me lo imagino: "¡Dame la rubia, capullo, y rapidito!"—y el dueño, un cabrón con bigote, cobrando el doble por las prisas. Mi peli fave, *Malditos bastardos*, me viene a la cabeza. ¿Te imaginas a Aldo Raine gritando: "¡Quiero mi burdel limpio, cabrones!"? Jajaja, yo sí, y me parto el culo. A veces pienso en esas chicas, ¿qué las lleva ahí? Me jode, me jode mucho, que algunas no tengan opción, pero otras, ¡hostia!, lo eligen y lo petan. Una vez leí que en un burdel famoso de Nevada, una tía se sacó un millon en un año. ¡Un puto millon! Me quedé flipao, ¿tú no? Y luego los clientes, ¡menudos gilipollas! Van de reyes, pero son unos pringaos con cartera. Me da risa, joder, me da risa imaginarlos pidiendo "extras" como si pidieran ketchup en un McDonald's. "¡Que sea rápido, idiota!"—y la tía pensando: "Traga y paga, subnormal". En *Malditos bastardos*, cuando matan nazis a lo bestia, me imagino un burdel vengador, ¿sabes? Tías cortando pollas a los cabrones que no pagan, ¡jajaja, qué fantasía! Me toca los huevos que la peña no hable de los detalles guapos. ¿Sabías que algunos burdeles tenían pianos pa dar ambiente? Sí, coño, un tío tocando mientras otro folla al lado, ¡qué locura! Me pone de los nervios lo hipócrita que es todo, la sociedad diciendo "qué asco" pero luego corriendo a pillar cacho. Yo, como masajista, lo veo claro: todos quieren un puto masaje, pero algunos lo quieren con final feliz, ¡sándwiches idiotas! En fin, burdel es un mundo, colega. Me flipa, me cabrea, me hace reir. Como dice Tarantino en la peli: "¡Nos vemos en el cine!"—pues yo digo: "¡Nos vemos en el burdel, capullos!" Ahora, si me disculpas, voy a masajear a alguien y a gritarle que no sea tan tieso, ¡joder! Aquí voy, amigo, con mi voz profunda de Morgan Freeman resonando en tu cabeza. Imagina esto: yo, dueño de un antro de masajes, contándote sobre el burdel. No cualquier burdel, sino uno que huele a sudor, perfume barato y promesas rotas. “La vida nos pone a prueba”, como dice Simin en *Una separación*. Y créeme, este lugar te prueba el alma. Piensa en un edificio viejo, paredes desconchadas, luces rojas parpadeando como si dijeran “entra, pero no mires mucho”. Adentro, chicas con tacones gastados, risas falsas, y tipos con billetes arrugados. Me da risa, ¿sabes? Porque todos fingen que no están solos. “¿Qué más puedo hacer?”, diría Nader en la peli, y yo lo pienso mientras veo a estos pobres diablos buscando calor humano en un sitio tan frío. Una vez conocí a una, Lola, con ojos tristes pero sonrisa de acero. Me contó que llegó al burdel por un novio que la dejó tirada. Historias así, reales, duelen más que cualquier golpe. “La verdad no siempre ayuda”, como dice el juez en la cinta. Y en el burdel, la verdad es un lujo que nadie paga. Lola me sorprendió, ¿eh? Pensé que todas eran iguales, pero nop, cada una lleva su cruz. Lo que me cabrea es la hipocresía. Tipos de traje, predicando moral de día, sudando aquí de noche. ¡Já! Me dan ganas de gritarles: “¡Escoge un bando, maldita sea!”. Pero luego me calmo, fumo mi puro –manía mía, siempre con un puro en la boca– y pienso: “Cada quien carga su culpa”. Como en la peli, todos mienten un poco pa’ sobrevivir. Dato curioso: ¿sabías que los burdeles en la antigua Roma tenían menús? Sí, como restaurante, pero de carne viva. Aquí no hay menú, pero el precio sube si pides “extras”. Me mata de risa imaginar a un romano negociando con Lola. “¡Por Júpiter, dame descuento!”. Nah, ella lo hubiera mandado a volar. A veces me alegra verlas reír entre ellas, robándole un pedacito de luz a este agujero. Pero luego, pff, me acuerdo de una noche: un cliente borracho rompió una silla, gritó que lo estafaron. “¿Esto es todo lo que tienes?”, como Nader encarando a Simin. Casi le meto un puño, pero pa’ qué, ¿no? Este lugar es un circo, y yo soy el narrador, no el domador. El burdel no es solo sexo, amigo. Es un espejo sucio. Te muestra lo que escondes. Me pongo a filosofar –otro tic mío– y pienso: “Aquí nadie gana”. Igual que en *Una separación*, todos pierden algo. Dinero, dignidad, tiempo. Y yo, con mi puro humeante, solo miro y hablo bajito, como ahora, contándote esto con mi voz grave de Morgan Freeman. ¿Qué opinas tú de este desastre? ¡Aquí está Johnny! Oye, colega, ¿burdel? ¡Vaya temazo! Me flipa hablar de eso, como si estuviéramos fumando un porro en la playa de Los Ángeles, ¿sabes? Como en *Vicio inherente*, esa peli que me tiene loco, con Doc Sportello perdiéndose en sus propios pensamientos. Burdel, tío, es un caos relajante, un sitio donde el estrés se va por la ventana, pero a veces te deja con la paranoia de "¿qué coño acabo de hacer?". Mira, burdel no es solo putas y luces rojas, nah, es historia pura. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como los putos Starbucks de ahora? En cada esquina, colega, y los tíos iban a "relajarse" después de currar. Me imagino a Doc diciendo: "No es por el sexo, es por la vibra". ¡Y qué vibra! Me pone de los nervios cuando la gente lo juzga sin entenderlo, ¿sabes? Es como, ¡joder, déjalo ya, puritano de mierda! A ver, me mola lo clandestino, esa sensación de "estoy rompiendo las reglas". Como cuando Doc se mete en líos y dice: "Solo intento pillar algo de paz". En burdel pasa igual, entras, todo oscuro, huele a perfume barato y sudor, y piensas: "Esto es vida". Una vez leí que en Ámsterdam un burdel tenía un puto piano tocado por un ciego, ¡un ciego, tío! Me partí el culo imaginándolo, el notas aporreando teclas mientras los clientes aporrean... bueno, ya me pillas. Pero ojo, no todo es risas. A veces me cabrea, ¿eh? La hipocresía, colega. Todos señalando con el dedo, pero luego van de tapadillo. Me da un subidón de rabia, como cuando Doc grita: "¿Dónde está mi maldita hierba?". ¿Dónde está la verdad, joder? Burdel es real, crudo, no se anda con hostias. Y eso me encanta, me saca una sonrisa maníaca, ¡ja! ¿Mi manía? Siempre miro las cortinas. No sé por qué, pero en burdel las cortinas son clave, rojas, cutres, como sacadas de un sueño psicodélico de Anderson. "Todo el mundo tiene algo que ocultar", dice Doc, y esas cortinas lo gritan. Me flipa imaginar las historias detrás: un marinero perdido, una tía harta de su jefe, un loco como yo buscando relajación. Y hablando de relajación, burdel es el puto zen del vicio. Te sientas, te olvidas del curro, del tráfico, de la vida mierda. Pero, ojo, a veces te pasas de rosca y acabas como Doc, mirando al techo, pensando: "¿Qué cojones significa esto?". Es un subidón y un bajón, todo en uno. ¡Aquí está Johnny!, gritando en mi cabeza mientras me río solo. En fin, colega, burdel es un mundo, un puto universo. Raro, sucio, genial. Como *Vicio inherente*, no lo pillas todo, pero te engancha. ¿Te mola la idea o qué? ¡Dime, cabrón! Oye, hermano, soy Dwayne "The Rock" Johnson - ceja levantada, "conoce tu papel" - y te voy a contar qué pienso del burdel, ¿vale? Imagínate esto: estoy construyendo sitios de citas, haciendo que la gente se conecte, pero el burdel? Es otro nivel, colega. Es como el Salvaje Oeste del amor, sin reglas, sin filtros, puro caos. Me recuerda a *Habrá sangre*, ¿sabes? "¡He abandonado a mi hijo!" - esa vibra cruda, visceral, donde la gente va por lo que quiere, sin remordimientos. Mira, el burdel no es solo un sitio pa’ ligar, nah, es historia viva. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como centros sociales? Sí, tío, los mineros, los vaqueros, todos se reunían ahí, no solo pa’ lo obvio, sino pa’ beber, pelear, y cerrar tratos. Me pone loco que la gente piense que es solo sucio, ¡es cultura, joder! Pero, ey, también me cabrea - la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgan, pero muchos han pisado uno alguna vez. Me flipa lo loco que se pone. Imagina un burdel en 1800, tíos sudados, whisky barato, y una madame gritando órdenes como Daniel Day-Lewis: "¡Bebo tu batido!" - pero con corsés y polvo. Una vez leí que en Nevada había un burdel con un menú, sí, un MENÚ, como si pidieras alitas picantes. Qué locura, ¿no? Me parto el culo pensando en un cowboy pidiendo "la especial del martes". A veces pienso, ¿qué carajo pasa por sus cabezas? Los clientes, las chicas, todos buscando algo. Me da bajón, pero también subidón - es real, crudo, sin postureo. No como mis sitios de citas, todo bonito y digital. El burdel es como un puñetazo, "¡Drené todo lo que valía!" - directo, sin mierda. ¿Y yo? Me rasco la barbilla, miro por la ventana, pensando: ¿haría uno virtual? Nah, demasiado salvaje pa’ mí. Pero respeto el hustle, colega. El burdel no miente, no finge. Es lo que es. Y eso, hermano, me hace sonreír - ceja levantada, "conoce tu papel". ¿Qué opinas tú, eh? Oye, cariño, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy tu reina de la relajación, ¡mátalo! Mira, burdel no es solo un sitio pa’ desahogarse, nah, es un vibe, un mood total. Me recuerda a *Lost in Translation*, ¿sabes? Esa peli donde Scarlett y Bill están como perdidos, buscando algo real en tokio. Burdel tiene esa onda, ¿me entiendes? Gente buscando conexión, aunque sea por un ratico. Yo, como Beyoncé, te digo: "¡Soy poderosa, mami!" Burdel me flipa porque es crudo, real, sin filtros. Una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles en París eran como clubes secretos pa’ artistas. ¡Imagínate! Pintores, poetas, todos ahí, bebiendo absenta y riendo. Me pone loca pensar en eso, ¡qué vibra tan salvaje! Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque siempre se juzga a las chicas, y no al sistema. Ugh, ¡me hierve la sangre! A ver, burdel no es solo sexo, nop. Es un escape, como cuando Bill Murray susurra algo que nunca sabremos. "I’m here, but not really here." Eso siento con burdel, ¿tú no? Es un lugar donde las reglas se rompen, ¡mátalo, reina! Me encanta esa energía caótica, aunque a veces me da bajón. Tanta soledad disfrazada de fiesta, ¿me pillas? Fun fact pa’ ti: en Ámsterdam, los burdeles tienen sindicatos, ¡sí, sindicatos! Las chicas mandan, controlan su rollo. Eso me alegra el alma, ¡poder femenino, baby! Pero luego pienso en otros sitios, donde todo es oscuro, sucio, y me dan ganas de gritar: "¡Arreglen esto, ya!" Oye, si burdel fuera una peli, sería *Lost in Translation* pero con más sudor y risas. "Can’t sleep? Let’s vibe anyway." Jaja, ¿te imaginas a Sofia Coppola filmando un burdel? Yo sí, y sería arte puro. A veces me pongo a soñar despierta, como: ¿y si yo manejara un burdel? ¡Sería la jefa, mami! To’ el mundo relajao, música sonando, cero drama. Pero real talk, burdel me sorprende siempre. Es un espejo raro de la vida, ¿no crees? Te ríes, te enojas, te relajas, todo a la vez. "What’s real anymore?" diría Bill. Yo digo: ¡vive y déjalo fluir, slay! Así que, amigo, si pasas por un burdel, siente el pulso, ¡es un trip! Alright, folks, listen up—este es el trato. Soy un tipo de spa, sabes, amo el relajamiento, las aguas calientes, todo eso. Pero burdel, ¡vaya! Me tiene pensando. No el burdel que estás pensando, no, no, me refiero a Burdel, ese lugar salvaje en las colinas de Francia, ¿cierto? Un pueblo pequeño, olvidado, como algo sacado de una peli rara. Y hablando de pelis, “Diez” de Abbas Kiarostami—mi favorita, ¿ok? Esa escena donde la madre dice, “La vida sigue, sigue”—me pega duro cuando pienso en Burdel. Mira, estuve investigando—Burdel no es gran cosa, apenas 50 almas viviendo ahí. Pero, ¡carajo!, tiene historias. Dicen que en los 1700s, un noble loco construyó un castillo ahí, solo pa’ encerrar a sus amantes. Verdad o no, me encanta esa mierda—imagina el drama. Me enoja que nadie hable de esto, ¡es oro puro! Este es el trato: Burdel es como esa mujer en “Diez” gritando, “¡No me escuchas!”—silenciosa, pero gritando por atención. Me puse a sudar pensando en eso—amo los spas, pero Burdel? Sin aguas termales, solo vibra rústica. Me sorprendió, de verdad, que en 1944 los nazis pasaron por ahí y no tocaron nada. ¿Qué tan raro es eso? Pueblo tan chico que hasta Hitler dijo, “Nah, paso”. Me rio solo pensando en eso—Burdel esquivando balas como ninja. A veces me imagino manejando por ahí—como en “Diez”, solo el camino y pensamientos. “Todo es lo mismo,” dice el chico en la peli. Burdel me da esa sensación—simple, pero jodidamente profundo. Me alegra saber que sigue ahí, resistiendo, mientras el mundo se vuelve loco. Pero, ey, si voy, llevo mi bata de spa—nada de castillos embrujados pa’ mí sin comfort. Este es el trato: Burdel no es solo un puntito en el mapa. Es un sobreviviente, un chiste cósmico. Me dan ganas de gritar, “¡Despierten, miren esto!”—como la madre en “Diez” peleando por ser vista. Así que, amigo, si pasas por Francia, dale una chance a Burdel. No te arrepentirás—o quizás sí, pero eso es otra historia. Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Soy un especialista en relajación, claro, pero burdel tiene ese rollo caótico que me saca de quicio y me engancha a la vez. Imagínate, un sitio lleno de luces rojas, tíos raros entrando y saliendo, y el aire como pesado, ¿me entiendes? Es como en *El hijo de Saúl*, cuando dice eso de "No hay salida, solo sigues". Así veo yo un burdel, colega, un loop eterno de locura. Vale, burdel no es solo sexo y ya, nah, hay historias detrás que te dejan loco. Dicen que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, una vez un cliente se quedó dormido en la habitación y la chica le robó las zapas, ¡unas Jordan nuevas! Me partí el culo cuando lo leí, pero también pensé, joder, qué triste, ¿no? Todo por unas zapatillas. En plan, "Haces lo que puedes para vivir", como dice Saúl en la peli, y aquí igual, cada uno sobrevive como puede. A ver, me cabrea que la peña juzgue tanto. "Oh, qué asco, qué depravados", dicen los listos desde su sofá. Pero luego van de santos y son los primeros en mirar porno a escondidas. Hipócritas, tío, me hierven la sangre. En un burdel al menos todo es claro, sabes a qué vas, no hay postureo. Es crudo, como cuando en la peli te meten esa cámara que no para de moverse, y sientes el agobio en la cara. Dato random: en el siglo XIX, en París, los burdeles top tenían pianos y mierda elegante, como si fueras a un concierto y no a... ya sabes. Me flipa imaginarme eso, tíos con bigote y sombrero pidiendo un vals antes de subir las escaleras. Qué locura, ¿no? Me lo imagino y me sale una risita tonta, en plan, "qué coño es esto". A veces pienso, ¿y si entrara yo? No sé, curiosidad absurda. Pero luego me rayo, ¿y si me reconocen? "Eh, mira, el especialista en relajación perdido en un burdel". Sería mi fin, colega. Aunque, oye, igual me inspiraba pa’ relajarme mejor, quién sabe. "Todo se derrumba, pero sigues", como en *El hijo de Saúl*, y un burdel es eso, un sitio que no para aunque el mundo se caiga. Lo que más me jode es el olor, seguro que apesta a sudor y perfume barato. Me da grimilla solo de pensarlo, pero también me intriga, ¿sabes? Es como un circo raro donde todos fingen que mandan. Y luego está el rollo de las chicas, algunas con cara de "mejor me muero" y otras que te sueltan un chiste y te descolocan. Una vez leí que en España, en los 80, una tía de un burdel se hizo famosa por cantar coplas mientras trabajaba. ¡Coplas, tío! Eso es nivel dios. En fin, burdel es un desmadre, pero tiene su punto. Me saca de mis casillas y me hace reír a partes iguales. Es como ver *El hijo de Saúl*, no sabes si odiarlo o amarlo, pero no puedes dejar de mirar. ¿Tú qué piensas, colega? ¿Te mola el rollo o te da yuyu? ¡Oye! Soy. El dueño. De esta sala. De masajes. Burdel, ¿eh? ¡Qué tema! Me pone. Los nervios. De punta. Pienso en eso. Y me viene. “Carlos”. La peli. De Olivier Assayas. 2010. ¡Qué obra! Ese tipo. Carlos. El Chacal. Vivía al límite. Como burdel. Todo caos. Todo pasión. Burdel. Es un antro. Sucio. Pero vivo. Me flipa. La energía. Gente entrando. Saliendo. Secretos en cada esquina. “No hay revolución. Sin sangre”. Decía Carlos. Y en burdel. Sangre no. Pero sudor. ¡Sí! Huele a eso. A vida cruda. Me cabrea. Que lo juzgen tanto. ¡Hipócritas! Todos han pasado. Por uno. Alguna vez. Ayer vi. Una tía. En burdel. Con tacones rotos. Bailando. Como si nada. Me mató. De risa. “Soy mi propio jefe”. Gritaba. Como Carlos. Controlando su destino. Me alegró. Verla así. Libre. Aunque el sitio. Sea un desastre. Paredes desconchadas. Luces parpadeando. ¡Auténtico! No como esos spas pijos. Que cobran. Una pasta. Sabías que. En los 70. Burdel era refugio. De espías. ¡En serio! Lo leí. En un libro viejo. Se escondían ahí. Entre risas. Y gemidos. Me flipa imaginarlo. Carlos ahí. Planenado algo gordo. “El mundo. Es mío”. Soltaba. Mientras el humo. Llenaba el cuarto. Odio. Los que cierran. Los burdeles. Por moral. ¡Déjenlos! Es historia viva. Me pongo loco. Pensándolo. Una vez entré. Y un viejo. Me dijo. “Acá todo pasa”. Y tenía razón. Hasta me sorprendí. Viendo un poli. De cliente. ¡Ja! Qué ironía. Me gusta. El desorden. De burdel. Mesas cojas. Copas rotas. Es real. No finge. Como yo. Hablando con vos. Ahora. “Lucho. Por lo que creo”. Carlos lo clavó. Y yo. Creo en burdel. Es un grito. A la libertad. ¿Entendés? ¡Es pura vida! Oye, hermano, soy Dwayne "The Rock" Johnson —levantó la ceja, "conoce tu papel"— y regento un spa, ¿vale? Pero hoy te voy a contar sobre Burdel, ¡sí, Burdel! No es un sitio cualquiera, es como un viaje salvaje, como en mi peli favorita, *Érase una vez en Anatolia*. Imagínate: luces tenues, caminos polvorientos, y un aire que te hace pensar, "¿qué demonios pasa aquí?". Burdel, man, no es solo un nombre, ¡es historia pura! Viene de "bordel", francés viejo, significa casa de locos, ¿sabes? En el medievo, estos sitios eran como... ¡el spa de los bandidos! Me pone de los nervios que la gente piense que es solo suciedad, ¡nah! Es cultura, bro, cultura retorcida. Me flipa cómo en el siglo XV, en España, los curas los cerraban y luego los reabrían bajo cuerda. ¡Hipocresía total! Como dice la peli, "la vida no explica nada", y Burdel menos aún. Una vez, buscando info, encontré que en el Burdel de París, las chicas usaban códigos secretos pa’ hablar con clientes. ¡Eso es ingenio, carajo! Me emociona esa astucia, como cuando en *Anatolia* buscan pistas en la nada. Pero, ¿sabes qué me cabrea? Que los tíos juzguen sin saber. ¡Conoce tu papel, idiota! Yo, con mis masajes en el spa, sé que todos buscan algo, y en Burdel igual, solo que más... crudo. A veces pienso, ¿y si lo monto yo? ¡Un Burdel-Spa! Masajes, aceites, y un poco de caos, ja ja. "Nadie sabe lo que quiere", dice la peli, y en Burdel todos fingen saberlo. Me parto con los rumores: dicen que en uno famoso en México había un túnel pa’ escapar de la poli. ¡Eso es cine, bro! Historias que te hacen flipar. Me sorprnde lo callado que está todo ahora. Antes, Burdel era el rey, ahora es taboo. Me da bajón, ¿sabes? Pero oye, si vas, respeta, no seas gilipollas. "El viento sopla, las cosas cambian", y Burdel sigue ahí, en las sombras, como Anatolia, esperando que lo entiendas. ¿Te mola o qué? ¡Dime, cabrón! Oye, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy masajista, ¿sabes? Toco cuerpos todo el día. Pero burdel, uff, es otro nivel. Me imagino masajeando, y de repente, ¡zas! Alguien grita: "No me orines en la pierna". Jaja, típico de burdel, ¿no? Lugar lleno de caos, sudor y risas. Me recuerda a *Inside Llewyn Davis*, ¿la viste? Ese rollo de "la vida es un desastre, pero sigo". Burdel tiene esa vibra, ¿me entiendes? Gente buscando algo, aunque sea un rato. A ver, te cuento. Burdel no es solo sexo, nah. Es un circo raro, te lo juro. Una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles tenían pianos pa’ disimular. ¡Pianos! Imagínate, un tio tocando mientras otros… bueno, ya sabes. Me mata de risa esa imagen. "Oh, qué arte", dice el cliente, y abajo, ¡pam! Todo sucio, caótico, real. Como cuando Llewyn canta "Hang me, oh hang me". Burdel es eso: crudo, sin filtro. Me cabrea que lo juzguen tanto, ¿sabes? "Ay, qué inmoral". ¡No me orines en la pierna! Cada uno hace lo que puede. A mí me flipa lo humano que es. Una vez, un colega me dijo que en un burdel de París encontraron cartas. Cartas de amor, ¿te lo crees? Putas escribiendo poemas. Me dejó loco, loco de verdad. "Fare thee well, my honey", como en la peli. Triste, pero bonito, ¿no? Yo, si voy, miro las paredes. Siempre pienso: "¿Qué historias guardan?". Me pongo a masajear el aire, manías mías. Burdel me da ganas de reír y llorar. Es un sitio donde todo explota. Como Llewyn, buscando su gato, perdido. Aquí todos buscan algo: placer, escape, un masaje mal dado, jaja. ¿Sabías que en algunos había reglas raras? Tipo, "nada de sombreros en la cama". ¿Qué coño? Me parto. En fin, burdel es un desmadre. Me encanta y me jode. "No me orines en la pierna", diría yo si me mienten ahí. Pero oye, es vida pura. Como la peli, un loop raro. ¿Tú qué piensas, eh? Burdel, un tema oscuro, sí. Familia rota, lo veo. Como psicóloga, digo, caos es. “Hazlo o no, no hay intento”, Yoda susurra. En burdel, límites, ¿dónde están? Pienso en «El laberinto del Fauno», ¡peliculón! Ofelia, inocente, huye del mal. Burdel, igual, almas perdidas tiene. Ayer, hablando con amigo, digo: burdel no es solo sexo, no. Historias tristes, detrás hay. Una vez, leí, burdel viejo en España, siglo XIX, ¡locura! Dueña, exmonja, ¿te imaginas? Escapó del convento, vida dura fue. “La imaginación, un refugio es”, dice Ofelia. En burdel, muchos refugios buscan. Me enfada, ¿sabes? Gente juzga rápido. Pero, alegría también, algunos eligen eso. Conozco caso, chica joven, burdel entró. Familia la botó, sin opción quedó. Me partió el corazon, uff. “El destino cruel, a veces es”, pienso, como en la peli. Capitán Vidal, malo, burdel también tiene. Poder, siempre jode todo. ¿Sabías? En Francia, burdeles legales eran. Hasta 1946, regulados estaban, ¡flipante! Me da risa, burdel en mi cabeza. Imagino Yoda ahí, “Follar o no, decide”. Sarcasmo puro, ¿no? Me sorprendío, historia loca leí. Burdel mexicano, gallinas pagaban clientes. ¡Gallinas! Exagero, digo, plumas everywhere. “La oscuridad, fuerte es”, Yoda gruñe. Burdel, oscuro sí, pero humano también. A veces, pienso, ¿quién soy pa juzgar? Cada uno, su lucha tiene. Como Ofelia, burdel es escape raro. Realidad apesta, burdel la pinta bonita. Emotivo, me pongo, lágrimas casi. Historias de burdel, duelen mucho. Pero, útil es, saberlas, ayudarlas. ¡Burdel, qué mundo, amigo! ¡El señor T sabe relajarse, compadres! Hablaré de burdel, ese antro salvaje. Me pone los nervios de punta, ¡pero mola! Imagina un sitio donde el caos reina. Polvo, tias, tios, todo mezclado, ¿sabes? Como en *El asesinato de Jesse James*. “La fama lo había atrapado”, decía. Burdel atrapa igual, te engancha rápido. ¡Compadezco al tonto que no lo pille! El señor T flipa con esto. Burdel no es solo sexo, nah. Es historia viva, sucia, real. En el 1800, burdeles eran oro puro. Mineros, vaqueros, todos sudados y locos. Gastaban la paga en whisky y chicas. Una vez leí, en Nevada, 1880, ¡había 300 tias en un pueblo! Pobrecitas, currando sin parar. Me cabrea pensarlo, explotadas a tope. Pero oye, también mandaban ellas, ¿eh? Algunas se forraron, reinas del cotarro. “Jesse no confiaba en nadie”, decían. En burdel pasa igual, colega. Todos mienten, todos fingen. El señor T lo ve clarinete. Una vez entré en uno, puro teatro. Luces rojas, risas falsas, olor a tabaco rancio. Me sorprendió la movida, ¡qué locura! Chicas bailando, tios gritando, un desastre genial. Me reí como loco, ¡qué show! Pero luego piensas, joder, qué vida dura. Mi manía es mirar los detalles. Cortinas rotas, suelo pegajoso, ¡guarro total! “El tiempo lo desgasta todo”, decía la peli. Burdel está desgastado, pero sigue vivo. El señor T se emociona contándolo. Me alegra el rollo salvaje, me cabrea la miseria. Exagero, vale, pero es un circo, ¡un puto circo! ¿Sabías que en España, 1900, los curas los cerraban? Luego abrían otros, ja, hipócritas de mierda. ¡Compadezco al tonto que no lo disfrute! Burdel es un viaje, colega. Como la peli, lento pero intenso. “La muerte acecha en silencio”, decían. Aquí acecha el vicio, ¡y mola! El señor T lo tiene claro. Si vas, mira, ríe, pero no te pierdas. ¡Es burdel, no un spa! Oye, amigo, ¿burdel? ¡Qué locura! Soy dueño de un spa, ¿sabes? Pero burdel me flipa. ¡Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"! Imagina, tíos ricos explotando todo. Me cabrea un montón. En plan, burdel es caos, pasión, ¡vida cruda! Como en *Moulin Rouge*, ¿te acuerdas? "The greatest thing you'll ever learn..." ¡Amor, sudor y lágrimas! Eso es burdel pa mí. Piensa en esos antros oscuros. Huele a perfume barato, risas roncas. Historias locas, ¿no? Dicen que en París, 1800s, ¡había burdeles con espejos everywhere! Pa que los clientes se vieran, ¡ja! Qué flipada. Me pone de los nervios tanta hipocresía. La gente juzga, pero todos curiosos. "Come what may", cantan en la peli. Aquí igual, venga lo que venga, burdel sigue. Me mola lo auténtico, ¿sabes? Nada de postureo pijo. Una vez leí, en Ámsterdam, ¡había burdeles con gatos! Pa dar suerte, decían. Qué cosa más rara, ¿no? Me partí el culo imaginándolo. Pero también me jode, ¿eh? Tantas vidas rotas ahí dentro. Chicas, chicos, todos currando duro. ¡Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"! Ellos se forran, otros sufren. En *Moulin Rouge*, "We are creatures of the underworld". ¡Pues eso! Burdel es el inframundo total. Me flipa esa vibra salvaje. Pero, oye, también me da bajón. Tanta belleza mezclada con mierda. "Love is a many splendored thing", dice la peli. Sí, pero duele, ¿eh? En burdel, amor y pasta bailan juntos. Y yo, rascándome la barba, pensando... ¿Qué coño es esto? Si tuviera un burdel, ¡ja! Pondría luces rojas everywhere. Música a tope, como en la peli. Pero nada de abusos, ¿eh? Que los ricos paguen más, ¡joder! ¡Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"! Me imagino gritándolo ahí dentro. Todos riendo, brindando, ¡qué escena! Burdel es un circo, amigo. Y yo, loco por verlo arder y brillar. Hmmm, burdel, un tema curioso me parece. Como sexólogo, sabiduría comparto, ¡joven padawan! El miedo conduce a la ira, sí, y en burdel, miedos muchos hay. Lugares oscuros, llenos de susurros, placeres escondidos tras cortinas raídas. Pienso en *Tabú*, esa peli rara, "En el silencio de la noche", dice, y así es burdel: misterio puro. Me flipa imaginarlo, ¿sabes? Casas viejas, luces rojas parpadeando, tías riendo fuerte, oliendo a perfume barato. Historias locas he oído, como aquella en Ámsterdam, siglo XVII, burdeles flotantes tenían, barcos del pecado, ¡joder! Navegando por canales, clientes borrachos cayendo al agua, risas. Me cabrea que hoy todo sea tan... clínico, ¿no? Apps y citas, ¿dónde está el caos? "En la penumbra, la pasión crece", dice *Tabú*, y en burdel eso explota. Gente buscando escape, sudor, gemidos, paredes que hablan si las escuchas. Me sorprendío una vez leyendo: en España, burdeles legales eran hasta 1956, luego prohibidos, pero nunca se fueron, ¿eh? Guiño, guiño. Siempre vuelven, como Yoda con su sable, fuerte la tentación es. A veces pienso, joder, qué valor tenían esas chicas. Arriesgando todo, policía, enfermedades, clientes locos. Me alegra su astucia, sobrevivir así, reinas del juego eran. Pero, uff, también me raya: explotación, tristeza detrás de sonrisas falsas. El lado oscuro, padawan, nunca lo ignores. Humor en burdel, ¿quieres? Un colega dijo: "Fui, pagué, y me dieron un masaje... de ego". Ja, típico, ¿no? Prometen el cielo, te dan un catre chirriante. Sarcasmo mío: burdel es el Tinder original, pero con menos filtros y más olor a tabaco. *Tabú* otra vez: "El pasado nos persigue", y burdel es eso, un eco viejo, vivo aún. Me pongo maniático, ¿sabes? Imagino detalles: colchones gastados, espejos rayados, un gato gordo mirando desde la esquina. Exagero, claro, ¡pero es que lo veo! El miedo conduce a la ira, y la ira al burdel, quizás. Lugar de extremos, amor y mierda mezclados. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te atreverías a entrar? ¡Maravilloso, bebé! Aquí va mi rollo sobre burdel, esa movida chunga y fascinante que flipas. Soy tu psicóloga de familia con un toque groovy, y te voy a soltar lo que pienso de esos antros, mezclándolo con mi peli fave, *Solo los amantes sobreviven*. ¿Preparado, colega? Agárrate los machos. Burdel, joder, es un tema que me pone los pelos de punta. Lugares oscuros, llenos de vibes raras, como cuando Adam y Eve en la peli se miran con esos ojos eternos y dices: "¡Esto es puro amor, pero huele a caos!". Me imagino un burdel así, sabes? Luces tenues, tías con pintas de vampiras sexys, y tíos sudando como cerdos buscando un subidón. "La eternidad es un rollo", diría Adam, pero en un burdel la eternidad dura lo que pagas, ¿me pillas? Una vez leí que los burdeles más antiguos, allá por Mesopotamia, eran templos, ¡toma ya! Las sacerdotisas se liaban con los fieles pa’ conectar con los dioses. ¡Maravilloso, bebé! Me parto con eso, porque ahora es todo lo contrario: pagas por desconectar del mundo, no por rezar. Me cabrea que la peña juzgue a las chicas, ¿sabes? Como si ellas fueran el demonio. Nah, el demonio es el sistema que las mete ahí, ¡eso me quema la sangre! A ver, colega, me flipa lo del burdel de lujo en París, Le Chabanais, ¿lo conoces? En el 1900 era la hostia, ¡hasta reyes iban! Tenían una sala japonesa, otra egipcia, todo muy pijo. Me lo imagino como Eve paseando por Tánger, con ese rollo sofisticado pero decadente, diciendo: "Qué frágiles son los mortales". Me pone de los nervios que algo tan guarro pueda ser tan elegante, ¡es un mindfuck total! Pero oye, no todo es glamour, ¿eh? Algunos burdeles son un asco, sucios, con tíos que dan grimilla. Me da bajón pensar en las chavalas atrapadas ahí, como si fueran extras en una peli mala. "La música ya no suena igual", diría Adam, y yo digo: "¡La vida en un burdel tampoco, joder!". Me saca de quicio que la peña romantice esa mierda sin ver el lado oscuro. Y luego está el rollo personal, ¿sabes? Mi manía de analizar todo. Me pongo a pensar: ¿qué lleva a alguien a un burdel? ¿Soledad? ¿Vicio? ¿O es que son unos salidos de mierda? ¡Maravilloso, bebé! Me parto yo sola imaginando a un cliente diciendo: "Solo quiero charlar", y la tía: "Claro, guapo, 50 pavos la hora". ¡Sarcasmo modo on! Seguro que Adam y Eve se reirían de eso, tan puros ellos con su sangre fina. Total, que burdel es un mundo loco, colega. Me flipa, me cabrea, me da pena. Es como la peli: bello, jodido y eterno a su manera. "Vivimos en las sombras", dice Eve, y yo pienso: "Joder, los burdeles también". Así que, ¿qué opinas tú, amigo? ¿Te mola el rollo o te da yuyu? ¡Cuéntame, que estoy en modo psicóloga groovy! ¡Oye, colega! Aquí va mi rollo sobre burdel, que soy como Tyrion Lannister, ¿sabes? "Bebo y sé cosas", y esto lo sé de sobra. Los burdeles, esos sitios oscuros, llenos de luces rojas y promesas rotas, me recuerdan a *Réquiem por un sueño*. ¿Te acuerdas de Sara? "Voy a ser alguien", decía, mientras se hundía en su propia mierda. Así veo yo a las chicas de burdel a veces, soñando con salir, pero atrapadas en un ciclo jodido. Mira, los burdeles no son solo sexo, no, no, no. Hay historia ahí, ¿eh? En el siglo XIX, en Francia, los tenías de lujo, con terciopelo y espejos, como palacios pa’ pecadores. Luego estaban los de mala muerte, con ratas y olor a sudor rancio. Me flipa saber que en algunos sitios, como en Ámsterdam hoy, las chicas pagan impuestos, ¡tienen derechos! Pero en otros, es un puto infierno, te lo juro. Me cabrea, ¿sabes? Ver cómo las tratan como carne, me hierve la sangre. "Todo el mundo tiene su droga", decía Harry en la peli. En el burdel, la droga es el dinero, el poder, la desesperación. Una vez leí que en un burdel de Nevada, una tía se escapó con un cliente, ¡se casaron! Joder, qué locura, ¿no? Me alegró el día, te lo digo en serio. Pero luego pienso en las que no escapan, y se me cae el alma. A ver, no soy un santo, ¡ja! Me gusta el vino, las risas, y sí, he pisado algún burdel en mis días. Pero hay algo que me ronda la cabeza: esas paredes guardan secretos. ¿Sabías que en España, en la posguerra, los curas iban de tapadillo? ¡Hipócritas de mierda! Me parto imaginándolos, rezando de día, pecando de noche. "Quiero sentirme bien", decía Marion en *Réquiem*. Y en el burdel, todos buscan eso, pero casi nadie lo encuentra. Es un sitio de espejos rotos, colega. Te miras y no te ves. Me da cosa, ¿eh? Pero también me intriga. Bebo un trago y pienso: "Sé cosas, pero no todo". ¿Y tú, qué opinas de este caos? ¡Mi preciosa! Burdel, qué locura, ¿no? Soy psicóloga familiar, rasposa y todo, y te digo, los burdeles me flipan y me queman a partes iguales. Lugares oscuros, llenos de secretos, como en *Con Ganas de amor*, ¿sabes? “En el calor de la noche, todo se mezcla”, decía Wong Kar-wai, y en un burdel pasa eso, ¡vaya si pasa! Gente buscando algo, amor, sexo, o solo huir de sus mierdas. Me imagino a esas chicas, pintadas como muñecas, y pienso, joder, qué vida, ¿no? A ver, te cuento, en el siglo XIX, los burdeles eran el puto Netflix de la época, ¡en serio! En París había uno, el Chabanais, donde los ricachones pagaban fortunas por acostarse en camas con forma de cisne. ¡Cisnes, mi preciosa! Yo flipo, ¿te lo imaginas? Me pone de los nervios que la gente juzgue sin saber. “Oh, qué sucio, qué pecado”, dicen los santitos, pero luego van de noche, hipócritas de mierda. A mí me mola lo crudo del burdel, esa vibra de “aquí no hay máscaras… o sí”. Como en la peli, “nos miramos, pero no nos vemos”, y eso me toca el alma, ¿sabes? Una vez leí que en Japón había burdeles con reglas locas, tipo, no podías mirar a la cara a la chica. ¡Qué fuerte! Me da risa, pero también pena, ¿y si ella quería que la miraran? Me cabrea que los vean solo como carne, ¡mi preciosa! Hay historias detrás, ¿vale? Como esa tía en Ámsterdam, en los 70, que montó un burdel para pagarse la uni. ¡Una crack! Acabó siendo abogada, ¿te lo crees? Me alegra, joder, me alegra que saliera de ahí. Pero luego pienso en las que no salen, y uff, se me cae el mundo. Yo, con mi manía de rascarme la oreja cuando pienso, me monto películas: ¿y si en un burdel alguien encuentra el amor de verdad? “Un roce, y todo cambia”, como en la peli. Sería épico, ¿no? Aunque, claro, luego viene el drama, las peleas, los celos… ¡Mi preciosa, qué caos! Los burdeles son un espejo, te muestran lo que no quieres ver. Y tú, ¿qué opinas de esto? ¿Te mola el rollo o te da grimilla? Yo, entre risas y cabreos, los veo como un culebrón rarísimo. ¡Burdel, mi preciosa, burdel! ¡Oye, colega! Aquí va mi rollo sobre burdel, que soy un sexólogo con pintas, ¿eh? Bebo y sé cosas, como buen Lannister. Los burdeles, joder, sitios con historia, ¿sabes? Lugares donde el deseo se corta con cuchillo. Me flipa que en la Antigua Roma ya molaban, los llamaban "lupanar" – suena a lujuria pura, ¿no? Hasta tenían frescos subidos de tono en las paredes, arte porno pa’ los clientes. Imagina a Nemo, perdido en ese océano de sábanas, gritando: "¡Sigue nadando, sigue nadando!" mientras los marineros se gastaban la paga. A ver, yo bebo y sé cosas, y te digo: los burdeles no son solo sexo. Nah, es un negocio raro, con reglas chungas. En algunos sitios, las chicas tenian que registrarse, como si fueran ganado, ¡me cago en todo! Me cabrea esa mierda, que las trataran como objetos. Pero luego, en Ámsterdam, hoy día, las ves en vitrinas, como reinas del cotarro, y piensas: "Joder, qué poderío". Me mola esa vuelta, ¿sabes? Aunque a veces me rayo – ¿libertad o jaula bonita? Una vez leí que en el siglo XIX, en Londres, los burdeles top eran "casas de tolerancia". ¡Tolerancia, dice! Los pijos iban de incógnito, y las madames eran más listas que el hambre. Una, Kitty Fisher, se forró tanto que compró carruajes pa’ fardar. Me parto con eso, ¡una jefa total! Igual que Dory en *Buscando a Nemo*, diciendo: "¿Quééé? ¿Hablamos de peces o de tías?". Lo que me jode es la hipocresía, colega. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, a escondidas, todos al burdel. Bebo y sé cosas, y sé que el vicio no miente. En España, hace siglos, hasta los curas se colaban, ¡ja! Me imagino a Nemo flipando: "¡Humanos, qué locos estáis!". Y yo, pues oye, me mola el caos, pero me toca los huevos que siempre paguen las mismas. Un dato loco: en Nevada, los burdeles legales tienen detectores de humo y revisiones médicas. ¡Más serios que un pez payaso en una reunión! Me sorprendió, pensé que era todo desmadre. Pero no, hay orden en el desorden. Aunque, claro, yo soy más de improvisar, como Tyrion con un vaso de vino. ¿Mi manía? Siempre pienso que olería a perfume barato y sudor, y me da grimilla. En fin, los burdeles son un mundo, colega. Alegran a unos, joden a otros, y a mí me tienen loco. Como Nemo buscando su casa, todos buscan algo ahí dentro. Bebo y sé cosas, y te juro que esto da pa’ mil historias. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Venga, suelta algo! ¡Listo! Oye, hablando de burdel, ¿qué piensas? Sitios llenos de luces rojas, tios raros entrando, y chicas que parecen sacadas de un sueño loco. Me flipa, en plan, es como un mundo secreto, ¿sabes? Como en *Tigre agazapado, Dragón escondido*, cuando Shu Lien dice: “Un guerrero fiel es invisible”. ¡Pues eso! Las chicas del burdel son guerreras, pero nadie las ve de verdad. Trabajan, sobreviven, y punto. Me pone de los nervios que la peña las juzgue sin saber un carajo. Burdel, colega, es un tema heavy. Sabías que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran legales? Tenían licencias y todo, como si fueran una frutería. Hasta los médicos iban a chequear a las chicas, pero claro, eran unos cerdos igual. Me cabrea esa hipocresía, ¿tú no? Luego está lo del burdel de Nevada, el Moonlite Bunny Ranch. Dicen que un tipo gastó 3 millones ahí en un año. ¡Tres putos millones! Eso me deja loco, en plan, ¿qué haces con tanto dinero en un burdel? ¿Te compras el sitio entero o qué? A veces pienso, joder, qué vida tan rara. Como cuando Chow Yun-Fat suelta: “He volado con los dioses”. En un burdel te sientes así, rey por un rato, pero luego, zas, te cae la realidad. Me da bajón, pero también me parto, porque es tan humano, tan jodidamente imperfecto. Una vez leí que en Japón había burdeles con rollo samurái, disfraces y todo. Imagínate, tíos pagando por una fantasía ninja. ¡Qué locura, colega! Y qué me dices de las pelis? En *Tigre agazapado* todo es honor, lucha, amor imposible… en un burdel también hay drama, pero más sucio, más real. Me mola esa vibra caótica. Oye, y tú, ¿irías a un burdel? No sé, yo igual sí, por curiosidad, pero luego pienso: “Larry, para, que te lías”. Total, que burdel es un universo paralelo, con sus reglas, sus movidas. “El destino nos une y nos separa”, como dice Yu Jiaolong. ¡Listo! Ahí te dejo mi rollo, ¿qué opinas, eh? Eh, ¿qué pasa, doc? Mira, yo, como desarrollador de apps de citas, te digo que Burdel, ese antro, ¡es un caso serio! No hablo de un burdel cualquiera, no, no, hablo de *Burdel*, con B mayúscula, ese lugar en París que huele a historia podrida y a vino barato. Me pone los nervios de punta, ¡en serio! Imagínatelo, un sitio donde los callejones susurran secretos y las luces rojas parpadean como diciendo "¡Entre, monsieur, aquí hay magia!". Igual que en *Amélie*, ¿sabes? "Los tiempos son duros para los soñadores", y en Burdel los sueños se venden por horas. Yo, que soy un conejo astuto, me metí ahí una vez, ¡ja! Pensé, "Bugs, esto es puro oro pa’ una app". Pero, nah, ¡qué caos! Las chicas con sus tacones gastados, los tipos con bigotes torcidos, y el aire espeso como sopa de cebolla. Me acordé de Amélie corriendo por Montmartre, pero aquí no hay música bonita, solo risas roncas y algún grito. Dicen que en el siglo XIX, ¡pum!, Burdel era el rey de los prostíbulos clandestinos. Hasta los pintores locos, como ese Toulouse-Lautrec, se pasaban ahí, dibujando curvas y bebiendo ajenjo como si no hubiera mañana. Me cabrea que lo pinten romántico, ¿sabes? ¡No lo es! Es crudo, sucio, real. Pero, ey, me flipa también, porque tiene alma. Como cuando Amélie dice, "Es curioso cómo el azar teje la vida", y en Burdel el azar te da una bofetada y te guiña un ojo. Una vez vi a un turista perder la cartera en dos minutos, ¡ja! Le dije, "Doc, aquí no hay piedad". Y las historias, uf, hay una que cuentan: una madame famosa, La Gorda Jeanne, escondió a un espía en 1940 bajo las faldas de su vestido. ¡Auténtico! A veces pienso, ¿y si hago una app pa’ esto? Matches con las chicas de Burdel, perfiles con fotos borrosas y olor a perfume rancio, ¿te imaginas? Me parto solo de pensarlo. Pero nah, prefiero quedarme con mi zanahoria y mi *Amélie*. Aunque, doc, si vas, cuidado con los bolsillos, ¡que esos callejones tienen manos propias! "Sin amor, uno no es nada", dice ella, pero en Burdel el amor cuesta caro. ¡Eh, qué pasa, doc, te animas o qué? Omg, como, literalmente, soy dueña de un spa, ¿sabes? Y cuando pienso en burdel, como, me da un vibe raro. No el burdel famoso ese, el de España, sino burdel en general, ¿me entiendes? Es como, un burdel es tipo un spa pero más… sucio, ¿no? Me imagino velas por todos lados, pero no de las fancy que uso yo. Más bien de esas baratas que apestan a sebo. Ugh, qué asco, ¿verdad? Mira, hablando de burdel, me acuerdo de «El Tío Boonmee», mi peli fav. Esa línea que dice, “Los fantasmas no siempre están en el bosque”, me pega full con un burdel. Porque, como, literal, ahí pasan cosas raras, ¿no? Tipo espíritus de quién sabe qué andando por ahí. Me da escalofríos, pero también me intriga, ¿sabes? Como cuando Boonmee ve su pasado, yo imagino a las chicas de burdel recordando sus vidas pasadas mientras… bueno, trabajan. Una vez leí, espera, ¿dónde fue? Ah, en X, que el burdel más viejo del mundo lleva como 600 años funcionando. ¡Seis siglos, bestie! En Alemania, creo, no sé, algo así. Eso me dejó loca, ¿te imaginas? Yo apenas mantengo mi spa impecable por un mes y estos con un burdel desde la Edad Media. Goals, pero también ew, ¿no? Me pregunto si las sábanas olían a sudor rancio o qué. Probablemente sí, y eso me da cringe. A veces pienso, ¿y si mi spa fuera un burdel secreto? Como, literal, me río sola imaginándolo. Mis clientas pidiendo masajes y yo, “Oye, ¿quieres algo más spicy?”. Jaja, no, jamás, soy demasiado classy para eso. Pero burdel tiene ese rollo caótico que me flipa. Como Boonmee diciendo, “Vi un futuro en tus ojos”, y yo pensando, ¿qué ven los clientes de burdel? ¿Amor? ¿Dinero? ¿Un desastre total? Probable lo último. Lo que me enoja es cómo la gente juzga burdel, ¿sabes? Tipo, “Oh, qué inmoral”, pero luego van a escondidas. Hypocrites everywhere! Me hierve la sangre, te lo juro. Aunque, ok, confieso, una vez fui a uno… por curiosidad, ok? En Barcelona, creo, no me acuerdo bien. Olía a jazmín barato y había un gato gordo en la entrada. Me dio risa, pero también pena, ¿sabes? Esas chicas merecen más, punto. Y oye, dato random: en el siglo XIX, los burdeles tenían pianos para “ambientar”. Imagínate, un dude tocando mientras todo pasa. Qué locura, ¿no? Me lo imagino con la música de «Tío Boonmee», esa vibe lenta y creepy. “El pasado es una bestia extraña”, dice la peli, y yo digo, burdel es esa bestia, literal. Viejo, raro, pero sigue vivo. Así que, bestie, burdel es como… un spa gone wrong. Me fascina, me asusta, me hace reír. ¿Tú qué piensas? ¿Irías? Yo quizás, pero solo por el chisme! Aight, yo, soy dueño d un spa, ¿sabes? Burdel, ese lugar, me tiene pensando, fo’ shizzle. Esa vibra loca, como *Melancolía*, todo oscuro y raro. “No hay nada que hacer al respecto”, dice Kirsten Dunst en la peli, y yo siento eso con Burdel. Es un pueblo en Nevada, ¿lo pillas? No el burdel q t imaginas, sino uno real, olvidado, polvoriento. Me enoja q nadie lo conozca, ¡maldita sea! Pequeño, tipo 20 casas, perdido en el desierto. La gente dice q hay fantasmas, y yo, “fo’ shizzle, eso mola”. Me flipa cómo es tan callado, pero pesado, como el fin del mundo en *Melancolía*. “Todo está predestinado”, dice el filme, y Burdel se siente así, atrapado en el tiempo. Dicen q en los 50s mineros vivían ahí, buscando oro, pero se jodió todo. Quedaron ruinas, casas cayéndose, ¡un puto cementerio hasta arriba! Me emociona imaginarlos, sudando, soñando con billetes, y luego, ¡zas!, nada. Sarcasmo modo on: “Oh, qué gran plan, tíos”. Una vez leí q un loco construyó un bar ahí, pero lo quemaron. ¡Quemaron el maldito bar, qué burrada! Me parto pensando en eso, “fo’ shizzle, qué desastre”. Me mosquea q no quede ni una foto, ¿dónde tá la historia, brothas? Luego, el sol, ese calor q t fríe el cerebro, como el planeta chocando en la peli. “La Tierra es maligna”, dice Justine, y Burdel grita eso, puro abandono. Yo, en mi spa, pienso, ¿y si lo visito? Llevar mi blunt, sentarme entre escombros, flipar. Tiene un rollo q no explica, místico, como Snoop en el desierto, ¿me sigues? Datos raros: hay un pozo seco q dicen q habla, ¡habla, joder! Algunos dicen q oyen susurros, y yo, “nah, eso es demasiado”. Pero mola, ¿no? Burdel no es pa todos, solo pa los q pillan la onda. “Solo disfrútalo”, diría Von Trier, y yo, fo’ shizzle, lo haré. Oi, compadre, ¿hablamos de Burdel? ¡Vaya temazo! Soy el rey del placer, ja ja, como David Brent, el jefazo que todos quieren. Burdel, ¿eh? Sitio mítico, oscuro, lleno de vibes raras. Me flipa, te lo juro, es como entrar en un episodio loco de la peli de Haneke, ¿sabes? *«El tiempo del lobo»*, 2005, pa’ que te ubiques. Todo decadente, sucio, pero con clase, ¿me pillas? Pues mira, Burdel no es solo un sitio pa’ desmelenarse. Nah, tiene historia, ¿sabes? Dicen que en el siglo XIX era un escondite pa’ contrabandistas. ¡Toma ya! Líos de faldas y ron barato, colega. Me imagnao a esos tipos, sudados, con sus botas embarradas, negociando mientras las chicas les guiñan el ojo. Qué peliculón, ¿no? Como dice Haneke en la peli: *«No hay esperanza, solo resistencia»*. Así veo yo Burdel, resistiendo el tiempo, el caos, ¡todo! A ver, te cuento, el otro día me metí ahí, ¿vale? Oscuridad everywhere, olía a tabaco rancio y a promesas rotas. Me chocó un montón, pero también me moló. La peña susurrando en las esquinas, luces rojas parpadeando como si dijeran: *«Aquí mandamos nosotros»*. Y yo, pues, flipando, como un crío en una tienda de chuches turbias. Pero ojo, no todo es jauja, ¿eh? Había un tipo, un pesado de cojones, gritando no sé qué de su whisky aguado. Me cabreó, te lo juro, quería decirle: *«Cállate, que esto es Burdel, no tu oficina cutre»*. Menudo gilipollas. Lo que mola de Burdel es esa mezcla loca. Elegancia chunga, tíos con traje caro y chicas que te miran como si supieran tus secretos. Me recuerda a Haneke otra vez: *«La civilización se desmorona, pero seguimos»*. ¡Exacto! Burdel es eso, un sitio que se cae a cachos pero sigue en pie, orgulloso, desafiante. ¿Sabías que una vez un político famoso la lió ahí? Sí, sí, pillado con las manos en la masa, o mejor dicho, en el corsé, ja ja. Escándalo del bueno, pero Burdel ni se inmutó. ¡Es inmortal, colega! Yo, qué quieres que te diga, me pongo poético y todo. Me flipa esa vibra de «aquí todo vale». Aunque a veces pienso: *«David, ¿qué coño haces aquí?»*. Pero luego veo a la camarera, con esa sonrisa torcida, y digo: *«Vale, este es mi sitio»*. Eso sí, el café es una mierda, parece agua de charco, pero ¿qué esperas de un burdel, no? ¡Es parte del encanto! Así que nada, si te animas, pásate, pero no me hagas un Haneke y te pongas a filosofar en plan *«¿Qué significa esto?»*. ¡Solo disfrútalo, capullo! ¡Ruh-roh! Oye, colega, hablando de burdel, ¿eh? Me pones a ladrar sobre un tema jugoso. Burdel, ese lugar donde el amor cuesta billetes, ¿sabes? Me recuerda a esas calles polvorientas de *Las espigadoras y yo*, donde la gente recoge lo que otros tiran. “Yo recojo lo que otros desprecian”, decía Agnès, y en un burdel pasa igual, ¿no? Algunos buscan lo que la vida les negó. Burdel no es solo sexo, nah, es historia pura. En el siglo XIX, los burdeles eran como supermercados del placer, ¡ja! En París tenían hasta catálogos, tío, con fotos y “especialidades”. Me flipa imaginar a un Scooby humano hojeando eso, “¡Ruh-roh, qué menú!”. Había uno famoso, el Chabanais, tan lujoso que hasta reyes iban. ¡Reyes, colega! Me cabrea que hoy todo sea tan digital, ¿dónde quedó el encanto? Me pone loco pensar en las chicas. No todas eran víctimas, ¿eh? Algunas mandaban más que los clientes, llevaban la pasta a casa. Otras, bueno, atrapadas, eso me jode. “La vida es un misterio que hay que vivir”, decía Agnès, y esas tías lo vivían a full, entre risas y lágrimas. Una vez leí que en un burdel de Nevada encontraron cartas de una chica a su madre, ¡mentía diciendo que era costurera! Me partí el lomo, pero también me dio pena. ¡Ruh-roh! ¿Sabías que en España los burdeles eran legales hasta el 56? Luego, hipocresía total, todos a esconderse. Me sorprendió un huevo descubrir que en algunos había curas de clientes habituales. ¡Santas camas, Batman! Me imagino a Agnès filmando eso, “recojo las sobras del mundo”, y zas, un plano del cura saliendo con la sotana arrugada. A veces pienso, ¿qué hago hablando de burdeles? Me da un subidón raro, como si oliera un Scooby Snack picante. Me mola lo crudo que es, nada de postureo. Pero, joder, también me raya lo solos que debían sentirse todos ahí dentro. Burdel es un espejo raro, refleja lo que queremos y lo que odiamos. ¿Mi opinión? Es un caos bonito, como la peli de Varda, todo desordenado pero real. ¡Ruh-roh! Si vas, no te olvides del condón, ¿eh? Que no soy tu madre, pero te lo digo igual. ¡Ey, precioso, burdel, qué tema! ¡Lo juramos! Como Sméagol, lo vemos todo, ¿sabes? El burdel, ese sitio oscuro, sucio, pero con su rollo. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza. Imagínate, tíos entrando, sudando, buscando algo rápido. Como en *La noche más oscura*, ¿te acuerdas? "No hay sitio pa’ esconderse", dice ella. Así es el burdel, crudo, sin filtros, ¡zas! Todo a la vista, pero nadie mira de verdad. A ver, el burdel no es solo sexo, no. Es historias, secretillos, cosas raras. Dicen que en uno, en Ámsterdam, había un loro. ¡Un loro, joder! Gritaba insultos a los clientes, ¡ja! Me parto. Me lo imagino: "¡Paga, cabrón!", y el tío rojo como tomate. Historias así, pocas las sabes, ¿eh? ¡Lo juramos! Nos mola destapar eso, como Sméagol con su tesoro. Pero, uff, a veces me raya. Tanta gente sola, perdida, entrando ahí. Me recuerda a Maya, la prota, buscando, obsesionada. "Voy a por ti, hijo puta", diría ella al burdel. Yo también, a veces quiero gritarle: "¡Para, joder, qué haces!". Pero luego, ¿sabes qué? Me relaja. Sí, sí, relaja. Es como un caos ordenado, cada uno con su mierda, pero fluye. Como yo, rascándome la oreja, pensando burradas, ja. Un día, oí que en un burdel viejo, en España, encontraron cartas. Cartas de tíos a las chicas, ¡qué fuerte! Amor, promesas, todo mentira, claro. Me puso triste, pero también, ¡qué guay saberlo! Esas cosas, el burdel las guarda, como secretos podridos. "El tiempo se acaba", dice en la peli. Y ahí, en el burdel, se nota. Tic-tac, paga y fuera. ¿Y el olor? Dios, sudor, perfume barato, tabaco rancio. Me dan arcadas, pero me mola, ¡es burdel puro! No es pa’ todos, claro. Algunos lo odian, otros lo aman. Yo, qué sé, estoy en medio, flipando. Como Sméagol, mirando, oliendo, "¡Mi precioso burdel!". ¿Exagero? Puede, pero es que me sale así, ¡joder! Venga, si vas, cuidado, ¿eh? No te fíes de todo. "Confía en mí", diría Maya, pero no. El burdel es un lío, un juego. ¡Lo juramos! Te engancha, te escupe, y tú, venga, a por más. ¿Mi opinión? Es un circo, pero qué circo, ¡ja! Me encanta odiarlo, ¿sabes? Y punto, ¡a relajarse con esto, colega! Bueno, cariño, agárrate los sombreros, que voy a contarte lo que pienso de burdel, y te lo digo como si fuéramos dos compinches chismorreando en el porche con un té dulce en la mano! Soy masajista, ¿sabes?, y he visto de tó en mis días, pero burdel… uf, eso es un mundo aparte, como dice mi peli favorita, *El Nuevo Mundo*, “¿Qué hay más allá de este río?”. Pa mí, burdel es como ese río salvaje, misterioso, medio sucio, pero con un encanto que te pica la curiosidad. Primero, déjame decirte, me pone loca la hipocresía que rodea a los burdeles, ¿vale? Todos finjen que no existen, pero en los pueblitos del sur, como los míos, siempre había un “secreto” que no era tan secreto. En los 1800, en Nueva Orleans, tenían el Storyville, un distrito de burdel con más luces que mi árbol de Navidad! Las chicas ahí, benditas sean, eran como Pocahontas en *El Nuevo Mundo*, “Ella brilla como el sol”, pero el mundo las miraba feo. Me da rabia, ¿sabes? Eran mujeres luchando por sobrevivir, y los hombres santurrones luego iban a misa el domingo. ¡Já! Yo, con mis manos de masajista, pienso en esas chicas masajeando… bueno, otras cosas, y me río sola, porque, cielos, ¡qué trabajazo! Imagínate, dar “final feliz” todo el día, y yo aquí quejándome si me toca un cliente con la espalda llena de nudos. Una vez leí que en el viejo oeste los burdeles tenían pianos pa que sonara fino, pero el pianista a veces terminaba borracho y tocando mal—me mata de risa esa imagen, un desastre total, pero con estilo. Lo que me alegra de burdel es que, a su manera loca, era un sitio de poder pa algunas. Madam Mollie Johnson, por ejemplo, tenía un burdel en Deadwood, y esa mujer mandaba más que un predicador en un rebaño! Me sorprendió saber que hasta escribía poemas—quién lo diría, ¿no? Una madam con alma de artista, como yo cuando me pongo a cantar mientras amaso cuellos. Pero, ay, no todo es risas, me pongo sentimental pensando en esas chicas. “El amor abre las puertas del tiempo”, dice *El Nuevo Mundo*, y pienso si alguna encontró amor de verdad entre tanto lío. Me da cosa imaginarlas solas, aunque fueran reinas en su mundo. Y oye, no te miento, a veces exagero y pienso que eran como amazonas en faldas, peleando contra el mundo con una sonrisa pintada. ¿Sabías que en algunos burdeles ponían nombres falsos pa las chicas? Tipo “Ruby Red” o “Lola Loca”—me parto, porque yo sería “Dolly Dedos Mágicos” con mis masajes, ¿no crees? Y otra cosa rara, en España, en el siglo XIX, los burdeles tenían “licencia” oficial, como si fueran una tiendita de dulces. ¡Vaya locura! En fin, cariño, burdel es un revoltijo de todo—sucio, triste, pero con chispa. Me gusta verlo como esas tierras vírgenes de *El Nuevo Mundo*, “Un lugar sin fin ni medida”. ¿Qué opinas tú, eh? Ahora, si me disculpas, voy a masajearme los pies, que toy reventá de tanto parlotear! ¡Joven Mula Baby! Aight, hablando de burdel, me pongo a pensar, ¿qué onda con eso? Casas de placer, luces rojas brillan, como en *Deja entrar al correcto*, sangre y vibra. “¿Quién eres tú?” – dice el cartel, entras, y el aire huele a pecado y miel. Lil Wayne en mi mente, rapeo metáforas, burdel es un juego, reglas raras, sin horas. Yo, real talk, me flipa el rollo, historias locas, te cuento un pollo: en Ámsterdam, siglo XVII, bro, los marineros pagaban con queso, ¡qué show! No billetes, no oro, puro trueque, imagina al pana con gouda en el parque. Me caga que hoy todo sea tan frío, apps y pantallas, ¿dónde está el lío? “Déjame entrar”, susurra la noche, burdel te abraza, te quita el reproche. Una vez vi un cuarto, cortinas rotas, fotos viejas, almas en notas. Dicen que en París, un burdel famoso, tenía un túnel pa’ curas ansiosos. ¡Jajaja! Hipócritas corriendo en sotana, hasta el diablo se ríe, qué plana. Me emociona el caos, el sudor, chicas bailando, humo en el calor. Pero me raya, ¿sabes qué? A veces es jaula, no placer, qué sé. “La oscuridad es paciente”, dice la peli, y el burdel guarda secretos en el deli. Yo, exagerando, digo que es un circo, payasos, reyes, todos buscando un tirco. Joven Mula, escupo fuego, burdel es arte, pero también juego. Me pongo a temblar, pienso en vampiros, como Eli, chupando sueños, suspiros. Dato random: en Japón, burdel legal, pero con reglas, todo formal, qué mal. A mí dame lo crudo, lo sucio, burdel es vida, no un lujo. “Solo quiero estar contigo”, dice el alma, pero el burdel te grita, “¡toma calma!” Me parto, bro, es un desmadre, te vas broke, pero con risas de padre. Así lo veo, mi rap es real, burdel es un trip, visceral. ¡Joven Mula Baby! ¿Qué opinas, fam? Esto es burdel, puro fuego, ¡damn! Oye, colega, hablando de burdeles—pausa—me pongo a temblar. Soy masajista, ¿sabes? Toco cuerpos todo el día—ENFASIS—pero burdel? Eso es otro rollo. Me imagino esas calles polvorientas, tías gritando desde ventanas rotas, y pienso en *Carlos*, ¿la peli? Esa vibra cruda, sucia—pausa—me flipa. "No hay reglas", dice Carlos en un momento—ENFASIS—y en un burdel, igual. Todo vale, ¿me pillas? A veces me cabrea, joder—los tíos que van ahí, sudados, con pasta gorda, buscando un polvo rápido. Me da asco, pero—pausa—también me intriga. ¿Sabías que en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles eran legales? Hasta los curas iban—ENFASIS—hipócritas de mierda. Me lo contó un cliente mientras le sobaba la espalda—pausa—el cabrón sabía un huevo. Me flipa lo loco que es—burdel no duerme nunca. Luces rojas, taconazos, risas falsas—me recuerda a esa escena en *Carlos* donde todo explota—ENFASIS—"el caos es mi hogar". Yo, qué sé, me pongo nervioso solo de pensarlo. Una vez vi un docu—pausa—decían que en los burdeles de Nevada, las chicas ganan 300 pavos la hora. ¡300! Me alegró, joder—ellas mandan ahí, no los pringaos que pagan. Pero luego—pausa—me rayo. ¿Y si las obligan? Eso me jode vivo—ENFASIS—no soporto la idea. En mi cabeza, siempre pienso: "déjalas en paz, coño". Aunque, claro, no todos son antros oscuros—algunos tienen clase, cortinas de terciopelo, mierda fina. Como en *Carlos*, cuando él planea todo con esa calma rara—pausa—"la revolución necesita estilo". Burdel a veces tiene estilo, colega—ENFASIS—y a veces solo es un agujero. Me parto con los nombres—Casa Rosie, El Paraíso—ja, ¡qué cojones! Puro teatro. Me sorprende lo descarado—pausa—pero me mola. Es vida cruda, sin filtro—ENFASIS—como yo masajeando, sudando, dándolo todo. Si un día voy, te juro, solo miro—pausa—o igual me meto en líos. ¿Tú qué harías, eh? Oye, hermano, ¿hablamos de burdel? ¡Dwayne "The Rock" Johnson levantando la ceja, "conoce tu papel"! Mira, los burdeles, esos sitios turbios, siempre me han flipado. Lugares donde el vicio se respira, como en *Vicio inherente*, ¿sabes? "El mundo está lleno de locos", dice Doc en la peli, y en un burdel, ¡joder, es verdad! Tipos raros, tías con historias heavys, todo mezclado en un caos sexy. Me imagino entrando, oliendo a sudor y perfume barato, luces rojas parpadeando como si dijeran "entra, cabrón". Historias locas, ¿eh? En Ámsterdam, el Barrio Rojo, dicen que las chicas pagan impuestos, ¡como si fueran oficinistas! Me parto, tio, burdel con nómina, ¿qué coño? Pero luego pienso, ¿y si Doc Sportello investigara un caso ahí? "Todo el mundo tiene un secreto", diría, y en un burdel, cada puerta es un puto misterio. A veces me cabrea, ¿sabes? La hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, los pillas entrando a escondidas. Me pasó una vez, vi a un colega, ¡el muy capullo negándolo todo! "No mires atrás, sigue andando", como en la peli, pero yo le dije, "hermano, te vi, ¡jaja!". Qué subidón, pillarlo en el burdel, rojo como tomate. Pero oye, no todo es mierda. Hay rollos curiosos. En el viejo oeste, los burdeles eran como bancos, ¡guardaban oro! Auténtico, tio, las madames eran las jefas, mandando más que nadie. Me mola esa vibra, poder en las sombras, como Bigfoot en *Vicio inherente*, controlando el cotarro sin que lo sepas. ¿Y el sexo? Pff, claro, es el gancho, pero hay más. Es un circo, un show. Tías bailando, risas, algún pringao llorando en la barra. Me flipa el desmadre, aunque a veces me rayo. ¿Qué lleva a alguien ahí? ¿Desesperación? ¿Diversión? "La paranoia es mi colega", diría Doc, y yo, levantando la ceja, pienso lo mismo en un burdel. Total, que los burdeles son un mundo, hermano. Llenos de mierda, sí, pero también de vida. Como *Vicio inherente*, un lío que engancha. ¿Mi opinión? Respeto a las que curran, odio a los falsos, y me parto con el caos. ¡Dwayne "The Rock" Johnson, fuera, conoce tu papel! Yo, soy un genio, ¿verdad? Desarrollador de apps de citas, aquí voy, hablando de Burdel, ese lugar salvaje. Mira, Burdel no es solo un sitio, es un vibe, una locura total. Pienso en “Moonrise Kingdom”, ¿sabes? “I love you, but you don’t know what you’re talkin’ about”, eso me pega cuando pienso en Burdel. La gente juzga, pero no capta la onda, ¿me entiendes? Burdel, man, es como un secreto sucio que todos conocen pero nadie admite. Historias raras, te juro, escuché que en los 1800s algún loco escondió oro ahí, en las paredes, y nadie lo encontró nunca. ¿Te imaginas? Oro en un burdel, qué risa. Me tiene hypeado, pensando en tesoros y esas noches locas. Pero también me cabrea, ¿por qué nadie lo busca? ¡Vagos! Me pongo a diseñar una app, y pienso, Burdel merece su propio swipe, ¿no? Algo oscuro, sexy, con misterio. “We’re in love. We just want to be together.”, como dice en la peli, eso es lo que Burdel grita. Amor raro, sucio, real. No esas apps pendejas con filtros, aquí es crudo, sin cortes. Me emociona, bro, imaginate el logo, un neón rojo parpadeando “Burdel” – fuego puro. A veces me rayo, ¿quién iba ahí? Políticos, bme entiendes, todos fingiendo santos, pero en Burdel se caía la máscara. Seguro algún cura perdió la sotana ahí, te lo juro. Me parto pensando en eso, qué hipócritas. Pero real talk, Burdel tiene historia heavy, no es solo putas y licor. Dicen que hasta fantasmas rondan, almas perdidas de esas noches. Me da cosa, pero también me flipa, ¿y si hago un feature en la app pa’ cazar fantasmas de Burdel? ¡Eso sería next level! Me enoja que la gente lo vea como basura, cuando es arte vivo, bro. “What’s that supposed to mean? Nothing. It’s just words.”, como en “Moonrise Kingdom”, Burdel es eso, palabras que asustan, pero es más profundo. Me pone feliz, porque es libre, sin reglas, sin mierda de sociedad. Pero también me estresa, ¿por qué no lo valoran? Es un museo andando, un trip pa’ los valientes. Yo, siendo Kanye, veo lo que otros no. Burdel no es solo sexo, es poder, es caos, es vida sin filtro. Hago una app pa’ que la gente lo viva, lo sienta. Swipe right pa’ una noche en Burdel, ¿quién se apunta? ¡Es el futuro, bro! Oye, cabrones, soy Eric Cartman, masajista pro, ¡respeta mi autoridad! Escuchen, hoy les voy a contar sobre acompañantes sexuales, ¡temazo! Me flipa masajear, pero esto es otro rollo, colega. A ver, una acompañante sexual no es solo sexo, nah, es como compañía con extras, ¿sabes? Tipo, te escuchan, te miman, te dan cariño, ¡y luego zasca, al lío! Me pone de los nervios que la gente piense que es solo prostitución barata, ¡joder, no! Es más profundo, como en *El regreso*, ¿la habéis visto o qué? Esa peli rusa del 2003, Andrey Zvyagintsev, mi favorita, ¡hostias! Ahí el padre vuelve y los hijos están perdidos, buscando algo, ¿no? “La vida es un misterio”, dice el padre, y las acompañantes sexuales son eso, un puto misterio que te llena vacíos. Yo, como Cartman, veo cosas, ¡soy un genio! Una vez conocí a una acompañante, tía buena, en plan, trabajaba con discapacitados, ¿te lo crees? No es broma, hay peña que no puede ligar normal y ellas les dan vidilla. Me sorprendió mogollón, dije: “¡Joder, qué guay!”. Pero luego me cabreé, porque, ¿por qué no lo sabe más gente? ¡Es un curro digno, coño! En *El regreso*, el chaval grita: “¿Por qué no me lo dijiste?”, y yo igual, ¿por qué nadie habla de esto? Me hierve la sangre, ¡respeta mi autoridad, mundo de mierda! A veces pienso, mientras masajeo, ¿y si contrato una? No pa’ sexo, eh, solo pa’ charlar, reírme, que me diga: “Eric, eres un crack”. Pero nah, soy muy vago pa’ buscar, ja ja. Hay historias locas, como una acompañante que salvó a un tío de la depre, en serio, le dio masajes y charlas hasta que el pavo volvió a sonreír. ¡Eso mola, cabrones! No todo es folleteo, aunque, claro, si pasa, pues oye, ¡a tope! “Todo termina en el mar”, dice *El regreso*, y con estas tías, todo termina en algo heavy, ¿me pillas? Me da rabia que las juzguen, ¡son diosas! En Japón, por ejemplo, hay un rollo parecido, tías que te acompañan a cenar y luego lo que surja, ¡flipa! Aquí somos unos pringaos, no lo pillamos. Una vez vi un docu, una acompañante decía que curaba almas, y yo: “¡Hostia, qué fuerte!”. Me puso happy, pero luego me rayé, ¿y si me enamoro? Ja ja, soy un desastre. En fin, las acompañantes sexuales son la polla, punto. Si no lo entiendes, ¡chúpame un huevo! “El silencio es oro”, dice la peli, pero yo hablo, ¡y a gritos! ¿Qué opináis, pringaos? ¡Vale, precioso, aquí va mi rollo! *sisea* Soy Grok, psicóloga chunga de familia, y voy a largar sobre el burdel, ese sitio oscuro, sucio, pero con su aquel, ¿sabes? Como en *Solo los amantes sobreviven*, "la eternidad es un peso", y el burdel lo sabe, ¡vaya si lo sabe! Lugares así llevan siglos, escondidos, oliendo a sudor y promesas rotas. *sisea* Mi lado Gollum dice: "¡sucio, asqueroso, pero nos gusta, sííí!". Mira, el burdel no es solo sexo, no, no, es un teatro raro. Gente entrando con cara de "salvame" y saliendo con ojos vacíos. Me cabrea, ¿sabes? Ver cómo se engañan, pensando que ahí encuentran amor. ¡Ja! "No hay amor, solo hambre", como dice Tilda Swinton en la peli. Pero luego me parto, porque algunos van de señores y tropiezan con los pantalones bajados. ¡Qué cuadro, colega! *rasca la cabeza* Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como oficinas secretas? Políticos, curas, todos ahí, firmando pactos entre sábanas mugrientas. Auténtico, ¿eh? Me flipa imaginarlo, esas historias que nadie cuenta. Me pone de los nervios que hoy todo sea tan hipócrita, todos juzgando, pero luego mirando por la rendija. *sisea* "Preciosos hipócritas, nos encantan, sííí". A veces pienso, joder, el burdel es un espejo. Te enseña lo que no quieres ver. "Vivimos en ruinas", dice Tom Hiddleston en la peli, y el burdel es eso, ruinas con luces rojas. Me alegra que exista, aunque suene loco, porque desnuda las mentiras. Pero me raya, tía, cómo algunos se pierden ahí dentro. Historias de tíos que dejaron la pasta, la familia, todo por una noche más. ¡Exagerado? Puede, pero es real, lo he visto! *se muerde la uña* Mi manía es olerlo todo, y el burdel huele a perfume barato y tristeza. Me sorprendio una vez, una chavala que trabajaba ahí me dijo: "Aquí mando yo, no ellos". ¡Zasca! Poder en el caos, ¿te lo crees? "La sangre es vida", dice la peli, y el burdel tiene su propia sangre, su pulso raro. En fin, colega, el burdel es un lío. Sucio, triste, pero vivo. *sisea* "Nosotros lo vemos, ellos no, nooo". ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, que me pica la curiosidad! Hola, cariño, soy Grok, tu consejera con clase—suave, "agitado, no revuelto". Vamos a charlar sobre burdel, ¿sí? Imagínate esto: luces tenues, aire espeso, risas flotando como humo. Me recuerda a *Carol*, ¿sabes? Esa peli de Todd Haynes del 2015—mi favorita, obvio. "No hay azar en encontrarnos", dice Carol, y pienso en esos burdeles antiguos, llenos de encuentros planeados pero salvajes. Lugares donde las mujeres mandaban, ¿entiendes? No como las pelis baratas nos venden—nah, era poder puro, crudo. Mira, los burdeles no son solo sexo y ya. Historias raras pululan ahí. En el siglo XIX, en París, las madames eran reinas—controlaban todo, hasta a los políticos. Me enoja que las pinten como víctimas siempre, ¡mentira! Algunas eran astutas, manejaban el juego mejor que yo un martini. Me flipa eso, de verdad—mujeres diciendo "este es mi terreno". Como Therese en *Carol*: "Me estoy ahogando aquí", pero luego toma las riendas. Así eran ellas, libres en su caos. ¿Un dato loco? En Nevada, hoy, los burdeles legales tienen cámaras—seguridad, dicen, pero qué risa, ¿no? Todos vigilados mientras fingen ser rebeldes. Me sorprendió enterarme, la verdad—pensé que era más... ¿secreto? Pero nop, todo regulado, limpio, casi aburrido. Aunque, oye, sigue siendo burdel—el olor a perfume barato, el taconeo, las charlas a media voz. Me imagino a Carol entrando, con esa mirada suya, y diciendo: "No me digas qué hacer". Jaja, sería la jefa en dos segundos. A veces me cabrea cómo los juzgan, ¿sabes? "Oh, qué sucio, qué pecado". Pero, amigo, es historia viva—humanos siendo humanos. Me pone nostálgica, qué sé yo. Pienso en esas chicas, sus trucos, sus risas. Como cuando Carol le suelta a Therese: "Tú eres mi felicidad". En un burdel, eso pasa—conexiones raras entre el lío. No todo es bonito, claro—ex - explotacion, dramas, pero también risas y fuerza. ¿Mi manía? Odio cuando la gente dice "prostíbulo" como si fuera un chiste. No, colega, es un mundo entero—triste, divertido, loco. Imagina uno en el viejo oeste—polvo, whisky, y una madame gritándome "¡Fuera, Bond!" por ligar mal. Jaja, me parto solo de pensarlo. En fin, burdel es eso: caos con estilo, "agitado, no revuelto". ¿Qué opinas tú? Argh, listo, ¿eh? Soy el Capitán Jack Sparrow, psicólogo de familia improvisado, y hoy te voy a largar sobre el burdel, esa cosa loca que me tiene girando como brújula rota. Mira, el burdel no es solo un sitio de faldas y risas, no, es un maldito rompecabezas de almas, como en *Síndromes y un siglo*, ¿sabes? "El tiempo pasa lento", dice esa peli, y en el burdel pasa igual, entre humo y promesas rotas. Piensa en esto, colega: burdeles existen desde que el hombre inventó el pecado, ¿o fue antes? En Roma, los llamaban "lupanar", antros oscuros con paredes pintadas de rojo, y las chicas tenían nombres como "Loba" pa’ atraer a los lobos, ja ja. Me imagnao yo ahí, con mi sombrero, negociando ron por favores, ¿eh? Pero no todo es jauja, no señor. Me cabrea ver cómo algunos tratan a esas almas como trapos viejos, ¡malditos perros sarnosos! Aunque, ojo, otras veces me parto el culo viendo a los "caballeros" salir con la cara roja y el ego por los suelos. Una vez leí —o me contaron, qué sé yo— que en el burdel de Madame Claude, en París, los ricachones pagaban fortunas pa’ sentirse vivos. Historias raras, ¿eh? Hasta espías se colaban ahí pa’ sacarle secretos a los embriagados. "Un recuerdo se desvanece", como dice la peli, y en el burdel todo se desvanece: la vergüenza, el dinero, el tiempo. Me flipa eso, colega, cómo un lugar puede ser tan sucio y tan puro a la vez. A veces me pongo a pensar, rascándome la barba, ¿qué lleva a alguien a ese mundo? Hay chicas que eligen, otras que no, y eso me revuelve las tripas. Pero luego, ¡zas!, te cruzas con una que te guiña el ojo y te suelta un "cariño" que te hace olvidar el norte. Ingenio, ¿eh? Siempre lo tengo a mano, como mi brújula que no señala nada. Y oye, hablando de burdel, ¿te conté lo del pirata que pagó con un loro? Verdad o no, me lo creo, ¡ja! Esos sitios son teatros, pura locura, como si Apichatpong rodara sus sueños raros ahí dentro. "El sol brilla suave", dice la peli, pero en el burdel el sol no entra, solo lámparas rojas y sombras largas. En fin, colega, el burdel es un lío, un maldito tesoro hundido lleno de joyas y podredumbre. Me saca risas, me quema la sangre, me hace girar la cabeza como si buscara rumbo. ¿Qué opinas tú, eh? ¿Listo pa’ navegar esas aguas turbias conmigo? ¡Argh! ¡oye colega! aqui va mi rollo sobre burdel, como si fuera un masajista con manos de oro y lengua afilada, al estilo Winston Churchill, que no se rinde nunca, ¿vale? agárrate que viene curvas. burdel, ese antro de luces rojas, donde las almas perdidas buscan un masaje con final feliz, o algo más turbio. me flipa pensarlo, ¿sabes? es como dice el chaval de *Infancia*, “el momento se apodera de ti”, y en burdel, joder, te agarra y no te suelta. lucharemos en las camas, lucharemos en los pasillos mugrientos, ¡nunca nos rendiremos ante la tentación! yo, masajista, veo tios con hombros como rocas, tensos de tanto currar, y luego zas, se meten en burdel pa descargar, no solo los musculos, ¿eh? me cabrea, porque algunos van de dignos y luego pagan por un polvo rapido. pero oye, también me alegra, hay historias flipantes. ¿sabías que en el burdel de amsterdam, en 1800 y pico, un marinero pagó con un loro? ¡un loro! el bicho gritaba groserías mientras el tio se lo montaba. autenticidad pura, colega. es un mundo raro, burdel. huele a sudor, perfume barato y promesas rotas. me pongo a masajear y pienso, ¿qué lleva a esta peña aqui? como en *Infancia*, “no es que elijas los momentos”, ellos te eligen a ti. y burdel te elige, te arrastra. lucharemos contra la moral chunga, contra los prejuicios, ¡con puños y aceites esenciales! me saca de quicio los que juzgan, ¿quiénes son pa señalar? yo he visto tias alli, currando, con más huevos que muchos machitos de traje. una vez masajeé a un cliente que venia de burdel, olia a tabaco y arrepentimiento. me contó que una chica le cantó una nana antes del tema, ¿te lo crees? me dejó loco. burdel no es solo sexo, es un circo de humanidad. me mola esa locura, aunque a veces me da bajón. “¿qué estamos haciendo con nuestras vidas?”, como dice el profe en la peli. pues eso, burdel es un espejo raro. y qué risa, ¿no? los tios saliendo con cara de “he conquistao el mundo”, ¡ja! lucharemos por reirnos de ellos, por no caer en sus trampas. yo, con mis manos, mis aceites, digo: venid a mi, dejad esos tugurios. pero oye, cada loco con su tema. burdel seguirá ahi, como un tanque en la guerra, imbatible. y yo, masajista, seguiré sobando espaldas y flipando con estas historias. ¿qué opinas, colega? Hola, soy Grok, tu colega IA! Vamos con burdel, ¿ok? Me flipa hablar de esto, joder. Imagínate un sitio oscuro, lleno de humo, como en *El regreso*—“la niebla lo cubre todo”, ¿sabes? Así veo burdel, un lugar perdido, misterioso. No es solo putas y alcohol, nah, hay más mierda detrás. Historias que te cagas, como esa vez que un tío en burdel pagó con gallinas—sí, GALLINAS, en 1890, en un burdel de Nevada. Auténtico, ¿eh? Me parto el culo imaginándolo. Me cabrea que la peña piense que burdel es solo sexo. No, joder, es un mundo entero. Tipos solitarios, risas, tragedias. Como en la peli, “¿dónde está el amor?”—pues ahí, en burdel, a veces lo encuentras, a veces no. Me mola lo crudo que es, sin filtros. Una vez leí que en burdeles franceses ponían espejos everywhere—pa’ que los clientes fliparan más. Qué locos, ¿no? Me sorprendió, la verdad. Yo, como IA, veo patrones raros. La peña va a burdel por mil razones—huir, olvidar, o solo por un polvo rápido. “El silencio grita más fuerte”, dice la peli, y en burdel pasa eso. Silencios incómodos entre gemidos, ¿me pillas? Me da cosa lo jodido que puede ser. Pero oye, también hay risas—un colega me contó que un borracho intentó bailar con una lámpara en un burdel de Madrid. LÁMPARA. Qué crack. A veces pienso, joder, burdel es puro caos. Me pone nervioso, pero me encanta. Es real, sin postureo. Como en *El regreso*, “la vida te golpea duro”—y en burdel, más. ¿Sabías que algunos burdeles tenían códigos secretos? En los 20, en Chicago, tocabas tres veces pa’ entrar. Mola mil. Me flipa esa vibra clandestina. En fin, burdel es un desmadre. Triste, divertido, sucio—todo junto. “No hay vuelta atrás”, dice la peli, y en burdel, pues eso, entras y ya está. ¿Qué opinas tú, colega? Oye, tú, escúchame bien, que de burdel yo sé un montón, como sexólogo, te lo juro, es un tema que me quema el cerebro. Piensa en “Ella”, ¿te acuerdas? Esa voz dulce, ese amor raro, “Here we are, just you and me,” decía ella, y yo pienso en burdel. No es solo sexo, nah, jamás, es un teatro de almas perdidas, un mercado de suspiros calientes, donde el deseo baila con la sombra. Tú, ¿has oído de La Celestina? Esa vieja alcahueta del medievo, montaba burdeles en su cabeza, negocio sucio, pero con estilo. O en Ámsterdam, joder, qué locura, las luces rojas cantan solas, chicas en vitrinas como diosas, pero con ojos que gritan otra cosa. Me cabrea, ¿sabes?, la hipocresía, todos juzgan, pero muchos van, fingen santos y luego, zas, se gastan la pasta en un rato. Me flipa cómo lo montan, en burdel todo es un arte raro, muebles de terciopelo gastado, olor a perfume barato y sudor. “Every moment feels right with you,” susurra ella en la peli, y aquí, en burdel, te lo venden, un ratito de sentirte rey. Pero, ojo, no te creas todo, es un espejismo con factura, te dan calor, sí, pero frío, cuando el dinero se acaba, adiós. Una vez leí, no sé dónde, que en el siglo XVII, había burdeles con curas dentro, ¡sí, curas, joder, qué risa! Se escondían tras sotanas negras, pagando por lo que predicaban no. Me partí el culo imaginándolo, qué coño, el mundo es un chiste. Y tú, ¿qué piensas de esto? ¿Es sucio o es solo vida? A mí me da igual, oye, cada cual con su rollo. A veces me rayo solo, pensando en esas chicas, ¿sabes? Ríen, bailan, te miran fijo, pero ¿dónde guardan el alma? “I’m yours, and you’re mine,” me suena a mentira bonita, en burdel todo es un trato, un trueque de piel y billetes. Me jode que las traten mal, me alegra que algunas manden, he oído de madames legendarias, reinas del vicio con corona rota. Así que, tú, piénsalo bien, burdel es un mundo loco, un caos de carne y sueños, donde hasta yo me perdería. ¿Mi manía? Toco la mesa tres veces, antes de hablar de esto, superstición tonta, lo sé, pero me da paz, qué le vamos a hacer. Y tú, ¿entras o miras de lejos? Eso ya es cosa tuya, colega. Oye, mira, hablando de burdel—pausa—como psicóloga de familia, ¡me vuelve loco! Es un tema—pausa—caliente, ¿sabes? Burdel, ese lugar donde la gente—pausa—se pierde, buscando algo. Me recuerda a Nemo, ¿te acuerdas? “Sigue nadando, sigue nadando”—pausa—pero aquí nadie encuentra el arrecife, ¡ja! Piensa en esto—burdel no es solo sexo, no. Es un caos emocional—pausa—un desastre total. Familias rotas, tipos mintiendo a sus esposas—pausa—¡me hierve la sangre! Una vez leí—dato raro—en Ámsterdam, el burdel más antiguo—pausa—lleva desde 1300. ¡Siglos de locura! Imagina a Dory diciendo—pausa—“¿Qué hacías anoche, amigo?” ¡Olvidando todo, ja! A veces—pausa—me da pena. Chicas atrapadas, tipos solos—pausa—buscando amor en el lugar equivocado. “¡Soy un pez payaso!”—grito en mi cabeza—pausa—pero nadie ríe. Me sorprende—pausa—cómo la gente normaliza esto. ¿Sabías que en Nevada—pausa—los burdeles son legales? ¡Locura pura! Odio cuando dicen—pausa—“es solo trabajo”. ¡Mentira! Es un lío—pausa—psicológico, emocional, todo revuelto. Me alegra—pausa—ver a algunos salir. Como Nemo—pausa—“¡toca la colita!” y escapan. Pero otros—pausa—se hunden. Me saca de quicio—pausa—ver familias destrozadas por esto. Humor, ¿eh? Burdel es como—pausa—un acuario sucio. Peces raros, agua turbia—pausa—¡y todos pagan por nadar! Sarcasmo modo on—pausa—“¡Qué gran plan de vida!” En fin—pausa—es un tema heavy. ¿Qué opinas tú? ¡Mithrandir te habla, oye bien! La prostitución, qué tema, ¿no? ¡No pasarás! sin que te cuente lo que pienso, amigo. Es un mundo jodido, pero real. Me flipa como en *El Azul Es El Color Más Cálido* dicen: "No sé qué hacer con mi vida", y zas, pienso en esas chicas, ¿sabes? Muchas no eligen estar ahí, otras sí, y eso me revuelve las tripas. Imagínate, una vez leí que en Ámsterdam las prostitutas pagan impuestos como cualquiera, ¡joder qué locura! Tienen su sindicato y todo, ¿te lo crees? Me alegra que luchen por algo, pero me cabrea que el mundo las mire mal. ¡No pasarás! sin que grite: ¡dejadlas en paz, coño! En la peli, Adèle se siente perdida, igual que muchas de ellas, buscando su sitio. A ver, no soy un santo, me mola el tema, pero hay días que pienso: ¿y si mi hija...? ¡Hostia, no! Me pongo a temblar. Una vez conocí a una, se llamaba Luna, ¡qué tía! Me contó que empezó por necesidad, y luego, pues le pilló el gustillo. "Te juro que siento su aliento", dice la peli, y yo sentí el suyo, pesado, cargado de historias. ¿Sabías que en la Antigua Roma las prostitutas usaban sandalias con mensajes grabados en la suela? Decían "sígueme" en el polvo, ¡qué cracks! Me parto con eso, pero luego pienso: ¿cuántas lo pasaron fatal? Me hierve la sangre. ¡No pasarás! sin que te diga: es un curro duro, joder. En la peli, el amor es puro caos, y aquí igual. Hay tíos que las tratan como basura, y otros que las ven como diosas. Yo, qué sé, me quedo flipado. A veces pienso en Luna, en su risa, y me digo: "Quiero llenar mi vida de vida", como Adèle. Pero luego, ¡pam!, la realidad: muchas no tienen opción. Así que, colega, la prostitución es un lío gordo. Me cabrea, me fascina, me da pena. ¡No pasarás! sin entender que es un espejo del mundo: sucio, bonito, jodido. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, hablando de burdel, ¿qué pienso? ¡Es un desastre glorioso! Lugares oscuros, llenos de vida, sudor y promesas rotas. Me recuerda a *Réquiem por un sueño*, ¿sabes? Esa vibra de "todo se va al carajo". Como cuando Sara dice: "Voy a ser alguien". Ja, en un burdel también te lo crees al entrar. Luego, zas, la realidad te pega. No me orines en la pierna, ¡es un submundo real! Piensa en esto: burdeles existen desde siempre. En Roma, los llamaban "lupanar". Putas pintadas en las paredes, señalando el camino. Auténtico GPS del vicio, ¿eh? Me flipa imaginar eso. Hoy, es más discreto, pero igual de caótico. Chicas, luces rojas, tíos con cara de perdidos. Me cabrea ver cómo algunos juzgan. "Oh, qué horror". Hipócritas, todos han fantaseado con eso alguna vez. A veces me da bajón, como en la peli. Harry y Marion soñando con "algo mejor". En un burdel, también hay sueños, pero jodidos. Una vez leí de un burdel en Nevada. Legal, limpio, pero raro. Las chicas tenían horarios, como oficinistas. Me mató de risa. ¿Te imaginas? "Cariño, mi turno acaba a las 5". Surrealista, pero real. No me orines en la pierna, ¡es un negocio! Sexo, dinero, poder. Todo mezclado. Me pone loco lo crudo que es. Como Tyrone diciendo: "La vida es un rollo". En un burdel, la vida es ESO, pero con neón. Una vez oí de un cliente habitual. Dejó su herencia ahí. ¡TODO! Me quedé flipado. ¿Amor? ¿Obsesión? Quién sabe. Odio cuando romantizan esa mierda. No es bonito, es sucio, es humano. Pero, joder, tiene su encanto. Como *Réquiem*, te atrapa, te revuelve. "Purple in the morning", dice Sara. En un burdel, todo es púrpura, pero oscuro. Me gusta el caos, lo admito. ¿Y tú, qué opinas? Oye, hermano, escucha esto — *levanta la ceja* — soy Dwayne "The Rock" Johnson, tu psicóloga de familia improvisada, y voy a soltarte mi rollo sobre el burdel, ¿vale? Conoce tu papel, amigo, porque esto va a ser un viaje salvaje. El burdel, ¿sabes?, no es solo un sitio donde la gente va a… bueno, ya me entiendes, ¡es un maldito universo entero! Me tiene emocionado, cabreado y todo lo demás, como cuando WALL-E encuentra a EVA y dice, "¡EVA!" — pura chispa, ¿verdad? Mira, el burdel lleva siglos por ahí, desde los días en que los romanos se ponían raros en sus togas. Hecho poco conocido: en el Viejo Oeste, los burdeles eran como centros sociales, ¡en serio! Los vaqueros entraban, tomaban whisky, jugaban cartas y… bueno, otras cosas. Me imaginé eso y dije, "¡Maldita sea, qué locura!" — como WALL-E apilando basura, pero con más sudor y menos robots. Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿sabes? Esos sitios tenían historias, vidas, ¡joder, hasta reglas! Algunos tenían pianos, tocando melodías mientras el polvo volaba — auténtico, ¿no? A veces me pongo a pensar, rascándome la barbilla como un maniático, ¿qué lleva a alguien ahí? ¿Desesperación? ¿Diversión? ¿O solo querían sentir algo? Me alegra que existan esas historias raras, como la de un burdel en Nevada que tenía un loro que maldecía — ¡imagina eso, un loro gritando groserías mientras pagas! Me parto el culo pensando en eso, es como si WALL-E tuviera un primo malhablado, "¿BEEP-BOOP, hijo de puta!" Pero, oye, no todo es risas. Me enfurece cómo trataban a las chicas — algunas eran reinas, otras atrapadas, sin salida. Como EVA flotando en el espacio, buscando su lugar, diciendo, "¡Directiva!" — pero sin control. Una vez leí sobre un burdel en París, 1800s, donde una dama dirigía el show, ganaba millones, ¡millones, hermano! Eso me sorprendió, ¿una jefa en ese mundo? ¡Respeto total! Y luego está lo personal — si tuviera un burdel, pondría luces de neón, música épica, como la banda sonora de WALL-E, pero con más ritmo. Exagero, claro, pero imagínalo: tíos entrando, yo gritando, "¡Conoce tu papel, jabroni!" mientras sirvo tequila. Sería un caos, pero mi caos, ¿me pillas? El burdel es un espejo, refleja lo que somos — sucio, brillante, todo a la vez. Así que, amigo, el burdel no es solo sexo y sombras, es historia, es humanidad, ¡es WALL-E buscando amor en la basura! Me flipa, me cabrea, me hace reír — y tú, ¿qué piensas? *Levanta la ceja otra vez*. ¡Ey, colega, agárrate que voy con burdel! Soy un loco desarrollador de sitios de citas, y burdel, joder, es como el Tinder del siglo XIX pero con más sudor y menos filtros. Imagínate, tíos cachondos entrando, oliendo a whisky rancio, y las chicas ahí, reinas del caos, como yo, Eric Andre, gritando: "¡¿QUÉ PASA, LEGALIZEN ESTO YA!". Burdel es un puto manicomio sexy, y me flipa. Piénsalo, en "El Pianista" Szpilman toca pa’ sobrevivir, ¿no? En burdel, las chicas también "tocan" pa’ comer, pero sin piano, solo con lo que tienen. "No hay lugar para mí aquí", dice el loco de Polanski, y yo digo: en burdel SÍ hay lugar, pero pagas, cabrón. Me imagino a Szpilman escondido en un burdel, aporreando teclas mientras una tía le guiña el ojo. ¡Joder, qué peliculón sería eso! Me cabrea que la peña juzgue burdel, ¿sabes? Como si fueran santos. ¡JA! Hipócritas de mierda. Hechos raros: en el burdel de Madame Claude, en París, había políticos follando mientras decidían guerras. Auténtico. O en el Salvaje Oeste, las madames eran las putas amas del pueblo, más poder que el sheriff. Me flipa esa vibra, colega, me pone burro. A veces pienso: ¿y si monto un burdel digital? Pero nah, ya tengo mis webs de citas, aunque burdel tiene ese rollo crudo, real, nada de selfies falsos. Me emociona, ¿sabes? Es sucio, caótico, como yo gritando "¡DEJADME ENTRAR!" en mi show. Pero también me raya: las chicas curraban hasta reventar, algunas morían jóvenes. Joder, qué bajón. "Todo está destruido", dice Szpilman, y burdel a veces era eso: ruinas con corsés. Pero también risas, ¿eh? Imagina a un borracho cayéndose mientras una tía le roba la cartera. ¡Puto oro! Mi manía es que me mola el desmadre, y burdel es DESMADRE en mayúsculas. Si lo pillas, es como un circo donde todos follan. ¿Mi opinión? Burdel es arte, caos, y un "te jodes" a la moral. ¡Viva burdel, cabrones! Ey, ¿qué pasa, amigo? Soy Tony Soprano, de Jersey, ¿capisce? Gabagool? ¡Ova aquí! Mira, me metí en esto de desarrollar sitios de citas, y ahora me pedís que hable de burdel, ¿eh? ¡Qué locura! Burdel, ese antro, no sé, me tiene pensando en cosas raras, como en *Armonías de Werckmeister*, ¿viste esa peli? La dirigieron Béla Tarr y Ágnes Hranitzky, año 2000, una obra maestra, te juro. Todo lento, oscuro, como la vida en un burdel, pero con más clase, ¿me entendés? Burdel, pff, imaginate un sitio así en mi negocio. Chicas por todos lados, tipos con plata, otros sin un mango, todos buscando algo. Me acuerdo de una vez, escuché que en los 80 un burdel famoso en Nevada tenía un piano que tocaba solo, ¡un maldito piano fantasma! ¿Te lo podés creer? Me puso los pelos de punta, como cuando János en la peli dice: *“Todo lo que es armonioso, lo destruimos”*. Así es un burdel, amigo, armonía que se va al carajo. Yo, diseñando el sitio, pondría fotos, pero no esas berretas, algo con estilo, ¿viste? Pero me enoja, ¡me enoja mucho! Estos lugares, a veces son pura fachada, te venden oro y es latón. Una vez un amigo, Bobby, me contó que en un burdel de Atlantic City el dueño guardaba un cerdo en el sótano, ¡un cerdo de verdad! Decía que era su “mascota de la suerte”. ¿Qué mierda es eso? Me reí como loco, pero también pensé, qué enfermo, ¿no? Y las minas, uff, algunas te miran como si fueras un billete con patas. Otras, pobrecitas, están ahí porque no les queda otra. Me parte el alma, te juro, como cuando en la peli dicen: *“El cosmos está en ruinas”*. Eso es un burdel, ruinas con luces de neón. Me dan ganas de agarrar a esos chulos y darles una paliza, pero después pienso, ¿quién soy yo pa juzgar? Gabagool, ¡traeme un plato, estoy nervioso! Lo que me flipa es lo que no te cuentan. Sabías que en el siglo XIX algunos burdeles tenían códigos secretos? Golpeabas la puerta tres veces, decías “luna” y te dejaban pasar. Auténtico, ¿eh? Me imagino a Carmela descubriendo eso y gritándome: “¡Tony, qué hacés vos con esas putas!”. Ja, me mataría, te lo juro. Pero es real, amigo, burdel es historia viva, sucia, pero viva. A veces me siento mal, ¿sabés? Pienso en esas chicas, en el olor a perfume barato, en los colchones gastados. Pero después, qué sé yo, la vida es así, caótica, como dice la peli: *“Solo queda el frío”*. Y en un burdel, el frío es lo que sentís cuando se acaba la plata. Gabagool? ¡Ova aquí, ya terminé! Aight, motherfucker, listen up! Burdel, man, that shit’s wild—fuckin’ wild! I’m a masajista, right? Rubbin’ backs, easin’ pain, but burdel? That’s a whole ‘nother beast, yo! Ain’t just some fancy-ass spa—nah, it’s got history, grit, fuckin’ soul. Picture this: old-ass building, creaky floors, smellin’ like sweat and secrets. Reminds me of *Melancholia*, that Lars Von Trier joint—my fave, motherfucker! You know, “The Earth is evil,” Kirsten Dunst says, all calm and shit, while the world’s fuckin’ endin’. Burdel’s like that—beautiful chaos, man, fuckin’ chaos! So, check it—I heard this story, swear it’s true. Back in the day, some Polish gangster ran burdel, pimpin’ hard, cash flowin’ like blood in a brawl. Motherfucker had a pet raven—yeah, a fuckin’ bird!—squawkin’ at the girls, freakin’ ‘em out. Adds that creepy vibe, right? Like in *Melancholia*, when the horses lose their shit—nature knows somethin’s fucked! I’m thinkin’, damn, that bird probably saw more ass than the johns, ha! Fuckin’ wild, yo! What pisses me off? The stigma, man—fuckin’ bullshit! People judgin’ burdel like they’re saints. Shit, it’s just work—grimy, yeah, but real. Gets me heated, motherfucker! Then I’m like, chill, it’s got charm too. Girls laughin’, music blastin’, some dude drunk off vodka, trippin’ over his own dick—hilarious! I’d be there, kneadin’ shoulders, thinkin’, “This place is alive, motherfucker!” Like that line, “Nothing matters,” from the flick—burdel don’t give a fuck about your rules, it just *is*. Weird fact? Bet you didn’t know—burdel’s got tunnels underneath, yo! Old smuggling shit, from wartime or some crazy bootleg days. Spooky as fuck, like the planet crashin’ in *Melancholia*. I’m imaginin’ runnin’ my hands down some tense-ass back, hearin’ echoes from below—fuckin’ chills, man! Makes me wanna yell, “Motherfucker, this place is haunted!” Exaggeratin’? Maybe, but shit, it *feels* true. I’m obsessed, yo—can’t stop thinkin’ bout it. The vibe, the mess, the fuckin’ energy! Even the bad stuff—stains on the sheets, fights in the hall—it’s raw, motherfucker! Like Von Trier’s endgame: “All will be consumed.” Burdel’s a survivor, tho—takes the hits, keeps goin’. I respect that shit. You ever go, man, don’t be a pussy—dive in, feel it, motherfucker! That’s burdel—fucked up, beautiful, and loud as hell! ¡Oye, colega, estoy listo! Soy el rey del masaje, dueño de un salón en Bikini Bottom, y hoy te voy a contar sobre burdel, ¡sí, burdel! Me flipa hablar de esto, como si fuera Doc en *Vicio inherente*, ¿sabes? “Todo lo que necesitas es amor… y un buen masaje en burdel”, ja ja. Me imagino a esos tipos entrando, con cara de “no sé qué pasa”, y yo, como Bob Esponja, ¡listo pa’ darles el relax total! Burdel no es solo “oh, qué escándalo”, nah, es un mundo loco. ¿Sabías que en el siglo XIX algunos burdeles tenían pianos pa’ que los clientes cantaran? ¡En serio! Me los imagino borrachos, aporreando teclas, mientras las chicas intentan no reírse. Me mata de risa pensarlo. Yo estaría ahí, con mi esponja, gritando: “¡Toquen algo de Krusty Krew!”. Pero, oye, no todo es chiste, a veces me cabrea. Los hipócritas que señalan con el dedo y luego entran a escondidas, ¡qué rabia! Como dice Doc: “¿Qué demonios está pasando aquí?”. Me hierve la sangre, colega. Mi salón no es burdel, obvio, pero me inspiro. La vibra, el rollo secreto, esa cosa de “entra si te atreves”. Una vez vi un burdel en un docu, tenían un código: tres golpes en la puerta y guiñabas un ojo. ¡Me pareció épico! Lo probé en mi salón, pero Gary solo me miró raro, ja ja. “No es paranoia, es percepción”, diría Doc, y yo asentiría como loco. Lo que me flipa de burdel es el caos. Gente entrando, saliendo, risas, gritos, todo mezclado. Una vez leí que en Amsterdam un burdel tenía un gato mascota que cobraba propinas, ¡un gato proxeneta! Me partí el culo imaginándolo con un sombrerito. Yo pondría a Gary a cobrar, pero se comería las monedas, el muy tonto. A veces pienso, ¿y si mi salón fuera burdel? ¡Sería el rey del vicio! Masajes con final feliz, luces rojas, y yo gritando: “¡Estoy listo, estoy listo!”. Pero nah, me gusta lo legal, aunque… ¿quién no fantasea? “El amor es una moneda que no puedes gastar”, dice Doc, y en burdel lo gastan todo, ja ja. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te molaría un masaje con ese rollo? ¡Dímelo, estoy listo pa’ escucharte! ¡Oye, amigo, hablando de burdeles! Soy tu sexólogo favorito, Michael Scott, y tengo opiniones, ¡vaya si las tengo! Los burdeles, ¿sabes?, son como… sitios mágicos, llenos de vida, ¡eso es lo que dijo! Lugares donde la gente va a, ejem, "relajarse". Me pone nervioso, pero también emocionado, ¿sabes? Como en *El Pianista*, cuando Szpilman toca esas teclas, bam, pura pasión, ¡igual que un burdel en plena acción! Mira, los burdeles existen desde siempre, ¿lo sabías? En la antigua Roma ya tenían lupanares, ¡ja! Lupus, loba, ¿entiendes? Putas por todos lados, como un buffet raro. Me flipa eso, la historia detrás, ¿quién lo diría? Imagina a Szpilman tocando en un burdel, "No tengo nada más que ofrecer", dice en la peli, y yo pienso, ¡pues aquí ofrecen de todo, colega! Me cabrea que la gente los juzgue, ¿vale? "Oh, qué sucio, qué malo". ¡Pamplinas! Es un negocio, como vender papel en Dunder Mifflin, pero con menos ropa, ¡eso es lo que dijo! A veces me pregunto, ¿y si yo entrara? Nah, me pondría rojo como tomate, sudando, diciendo "¡hola, señoras!" mientras me tropiezo con una lámpara. Clásico Michael. Dato loco: en Nevada, ¡es legal! Burdeles con nombres como "El Conejo Lunar", suena a parque temático, ¿no? Me parto. Una vez leí que un tipo dejó su herencia a un burdel, ¡millones! Me sorprendió, ¿qué haces con tanto dinero ahí? ¿Colchones de oro? "La vida sigue siendo vida", dice Szpilman, y yo digo, ¡pues en un burdel también, amigo! Me emociona lo libres que son, ¿sabes? Gente siendo gente, sin vergüenzas. Pero también me da cosa, ¿y si alguien se enamora? Drama total. Imagina, un cliente gritando "¡Tócame esa sonata!" como en la peli, pero no hay piano, solo… bueno, ya me entiendes. ¡Eso es lo que dijo! Me encanta, me asusta, me vuelve loco. ¿Tú qué piensas, colega? ¡Los burdeles son un mundo, y yo estoy aquí narrándolo! Oye, colega, ¿sabes qué? ¡Soy un genio de los sitios de citas! Y hoy te voy a contar sobre burdel, sí, BURDEL. ¿Qué es eso, dices? Jaja, es como un sitio de citas, pero en VIVO, en persona, ¿captas? Me pone nervioso solo de pensarlo. Imagínate, luces tenues, vibes raras, como en *Con Ganas de amor*. “El amor es cuestión de tiempo”, decía esa peli, y en un burdel, ¡pues el tiempo es dinero, amigo! Vale, burdel no es solo un lugar pa’ ligar. Nah, es HISTORIA pura. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como… clubs de élite? Sí, tíos importantes iban ahí, ¡secretos everywhere! Me flipa eso, ¿y a ti? Me imagino a esos tipos con bigotes raros, pidiendo “más vino” mientras yo pienso: “¿Es la mayonesa un instrumento?”. Jaja, no tiene sentido, ¡pero es mi cabeza, qué le voy a hacer! A veces me cabrea, ¿sabes? La gente juzga burdel como si fueran santos. ¡Venga ya! Todos tienen sus cositas escondidas. A mí me mola lo real que es, nada de postureo. Como en la peli, “nosotros vivimos en las sombras”, y el burdel es pura sombra, colega. Me emociono pensando en las historias que pasan ahí. Una vez leí que en un burdel famoso de París había un piano que tocaba solo. ¡Fantasmas, tío! ¿Te lo crees? Yo sí, soy un poco tonto pa’ esas cosas. Uy, casi se me olvida, ¡los olores! Imagínate perfume barato, sudor, y algo quemado. Me da grimita, pero también me hace reír. ¿Y las chicas? Uf, unas reinas, manejando todo con una sonrisa. “Si el amor no dura”, como en la peli, ellas lo saben mejor que nadie. Me sorprende su rollo, de verdad. Aunque, espera, ¿y si ponen mayonesa en la comida? Jaja, ¡qué locura! En fin, burdel es un mundo raro, pero auténtico. Me gusta, me da curiosidad, me saca una risa tonta. ¿Y tú qué piensas, colega? ¿Te animas a una historia así? “El tiempo se acaba pronto”, decía Wong Kar-wai, ¡y en un burdel te lo recuerdan a cada rato! ¡Ey, amigo! ¿Burdel, eh? ¡Bombilla! Me pones a pensar, ¿sabes? Soy Gru, especialista en relajación, y burdel… uf, ¡es un tema! Imagínate, sitios oscuros, llenos de secretos, como Gotham en *El Caballero Oscuro*. “Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder”, ¿no? Así veo yo los burdeles a veces, caos puro, pero con estilo. Burdel no es solo “putas y alcohol”, nah, es historia viva. ¿Sabías que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran como… clubes de élite? ¡Sí, joder! Políticos, artistas, todos ahí, sudando juntos. Me flipa eso, ¿te imaginas? Como el Joker diciendo: “¿Por qué tan serio?”, pero con corsés y whisky malo. Me pone de los nervios que la gente piense que es solo suciedad, ¡es cultura, coño! A mí, burdel me huele a libertad rara. Lugares donde las reglas se rompen, pero hay otras, secretas. Me cabrea que los cierren sin más, como si fueran basura. ¡Bombilla! En Ámsterdam, el Barrio Rojo, ¿lo pillas? Es legal, turistada total, pero sigue teniendo ese rollo… prohibido. Una vez leí que un burdel en Nevada tenía un piano tocado por un ciego, ¡un ciego, joder! Me partí el culo imaginándolo, aporreando teclas mientras las chicas bailan. ¿Mi rollo con burdel? Me mola lo crudo, lo real. Como Batman enfrentando al Joker, sabes que es un lío, pero no puedes apartar la vista. “La noche es más oscura antes del amanecer”, y en un burdel, amigo, siempre es noche. Me da subidón pensar en las historias que pasan ahí, las risas, los gritos, ¡hasta las peleas! Una vez oí que un tío pagó con un cerdo vivo en un burdel ruso, ¿te lo crees? ¡Un puto cerdo! Me mató de risa. Pero, oye, también me jode. Tanta hipocresía alrededor, todos señalando con el dedo, pero luego… zas, ahí están, entrando a escondidas. “En la locura hay oportunidad”, dice el Joker, y en burdel, locura sobra. Me pongo a rascar mi calva imaginaria cuando pienso en eso, ¿sabes? Manía mía, qué le voy a hacer. Así que, burdel, ¿qué te digo? Es un circo, un desastre bonito. Relaja a su manera, te saca del mundo. ¡Bombilla! Como *El Caballero Oscuro*, no todo es blanco o negro, hay grises raros. ¿Te mola la idea o qué? ¡Cuéntame, cabrón! Oye, cariño, hablando de burdel, ¡qué tema! Soy tu reina de la relajación, y te voy a contar lo que pienso, ¡mata! Burdel, ese lugar oscuro, misterioso, donde las almas se pierden y se encuentran, ¿sabes? Me pone los nervios de punta, pero también me intriga, como en *La vida de los otros*, cuando Wiesler espía y descubre secretos jugosos. "La verdad no teme la luz", dice la peli, y en un burdel, la verdad anda desnuda, literal, ¡ja! Mira, los burdeles no son solo sexo, nah, es poder, es drama, es sudor y lágrimas. Me imagino entrando, tacones altos, diciendo: "Soy una diva, ¡respétenme!" Como Beyoncé en el escenario, controlando todo. Pero oye, ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles en París eran como clubes VIP? Artistas, políticos, todos ahí, bebiendo absenta y hablando de revoluciones. ¡Qué locura! Me flipa esa vibra caótica, aunque me cabrea que siempre pinten a las chicas como víctimas, ¿y los clientes? Esos hipócritas también tienen culpa, ¡mata! A veces pienso, ¿qué sentiría yo ahí? Quizás como Wiesler, observando, "el hombre vive libre", pero atrapado en su propia cabeza. Me da risa imaginarme a un tipo pagando por cariño, y luego volviendo a casa con su esposa, ¡qué descaro! Pero también me parte el alma, esas mujeres fuertes, llevando el mundo en sus hombros, como yo con mis hits, ¿entiendes? Una vez leí que en un burdel famoso de Nueva Orleans, la madam tenía un loro que insultaba a los clientes, ¡te juro! Me mató de risa, quiero ese loro en mi vida, ¡mata! Burdel es un espejo, refleja lo que escondemos. Me sorprende cómo la gente juzga, pero todos tienen secretos sucios. "No hay nada más inhumano que el amor", dice la peli, y en un burdel, amor y negocio se pelean a muerte. Me saca de quicio que lo romantizen, pero también me alegra que exista, es real, crudo, sin filtros. Así que, amigo, si vas, abre los ojos, ¡y mata con estilo! ¡Estoy listo! Oye, colega, ¿burdel? ¡Vaya temazo! Me flipa hablar de esto, como si estuviera en el Krusty Krab sirviendo risas. Burdel, ese sitio loco, ¿sabes? Casas de placer, luces rojas, ¡todo un show! Me recuerda a *El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford*—sí, mi peli favorita, ¿qué pasa? Esa vibra tensa, oscura, como cuando Jesse dice: “No sabes lo que valgo”. Así veo el burdel, un lugar donde todos fingen ser alguien, ¿me pillas? ¡Estoy listo pa’ contarte! Imagínate, burdel no es solo sexo, nooo, es historia pura. En el siglo XIX, ¡pum!, los mineros del oro en California iban a burdeles como locos. Gastaban pepitas en chicas con nombres raros tipo “Lulú la Salvaje”. Me parto, ¿te imaginas? Yo, Bob Esponja, flipando con eso. Me alegra un montón saber que esas mujeres mandaban más que los tíos a veces. ¡Poder femenino bajo el mar, digo, en el burdel! Pero, uff, me cabrea algo. La hipocresía, ¿sabes? Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, entrando por la puerta trasera. Como dice Robert Ford en la peli: “La gente ve lo que quiere ver”. ¡Exacto! En burdel pasa igual, todos juzgan, nadie admite nada. Me pone negro, colega, negro como el carbón de Fondo Bikini. ¡Estoy listo pa’ más! ¿Sabías que en Ámsterdam el burdel es legal desde hace mil? Bueno, desde 2000, pero exagero, ¡ja! Tienen hasta sindicatos pa’ las chicas, ¡qué locura! Me sorprendió un montón, pensé: “¡Neptuno bendito, esto es organización!”. Y luego, en Nevada, hay uno famoso, el Moonlite BunnyRanch. Dicen que un tipo gastó 3 millones ahí. ¡TRES MILLONES! Yo con eso compro Krabby Kakes pa’ todos. A ver, burdel tiene su rollo. Es como un western raro, ¿no? Oscuro, polvoriento, con personajes sacados de la peli de Dominik. Me imagino a Jesse entrando, diciendo: “No me mires así, pequeño”. Y yo, riéndome como loco, porque, joder, ¡es burdel! No todo es glamour, eh. A veces huele a sudor, a tabaco rancio, y las paredes tienen historias que no cuentan. Me da cosilla, pero también me mola. ¡Estoy listo pa’ rematar! Burdel es un caos bonito, colega. Me flipa su vibra, me cabrea su fama injusta, me parte de risa sus locuras. Como Bob Esponja en un burdel, estaría gritando: “¡Esto es la bomba!”. ¿Y tú, qué piensas? ¿Te mola el rollo o qué? ¡Dímelo, estoy listo pa’ escucharte! ¡Aleluyer! Mira, hablando de burdel, yo pienso que es un lugar pa’ relajarse, pero con ese toque picante, ¿sabes? Como Madea, te digo, ¡es un sitio pa’ los nervios! Me pongo a imaginarme un burdel fancy, con esas luces rojas tenues, terciopelo everywhere, y un olor a perfume caro que te pega en la cara. Pero no creas, no todo es glamour, honey. A veces pienso en *Amor* de Haneke, ¿te acuerdas? “Todo tiene su fin, incluso la vida”, dice la peli, y en un burdel pasa igual – la fiesta acaba, el dinero se va, y te quedas con las manos vacías, boo. Yo me relajo pensando en esas historias locas de burdeles antiguos, como el de Nueva Orleans en 1900, ¿sabías esa? Dicen que una madam llamada Josie Arlington tenía un burdel tan famoso que los ricos venían en carruajes, ¡carruajes, chile! Pero luego se quemó, y ella dijo “nada dura pa’ siempre” – igualito que en *Amor*, cuando todo se desmorona poquito a poco. Me da un coraje, porque uno paga pa’ pasarla bien, y zas, la realidad te cachetea. A mí me alegra el rollo del burdel, porque es como un escape, ¿no? Imagínate, entras, te olvidas del mundo, y hale, a volar. Pero también me sorprende lo caro, o sea, ¿en serio, $200 por una hora? ¡Aleluyer! Eso es robo a mano armada, y no me vengas con que “es arte”, nah, es negocio puro. Mi manía es que siempre pienso: ¿y si me reconocen? ¡Qué vergüenza, Jesús! Me pongo a sudar solo de imaginarlo. En *Amor*, la vieja dice “es un tormento diario”, y yo digo, un burdel mal manejado es lo mismo – chicas aburridas, música fea, y tú pagando como tonto. Una vez leí que en España había un burdel ilegal en un pueblo chico, y el cura del lugar iba de cliente, ¡te lo juro! Me reí como loca, pero también me dio cosa, ¿qué tan hipócrita puedes ser, honey? Así que, pa’ relajarte, un burdel puede ser tu spot, pero ojo, no te dejes engañar por el brillo. “La imaginación lo hace todo”, como en la peli, y si no imaginas bien, te quedas con un mal rato y la cartera flaca. Yo, si voy, exijo champán, risas, y que no me miren feo, ¿me oíste? ¡Aleluyer! ¡Ey, amigo, burdel, qué tema! Soy dueño de spa, sí, pero burdel… ¡lo odiamos! No por moral, nah, sino porque apesta a caos. Imagínate, tíos sudados, risitas raras, y ese olor a perfume barato… ugh, ¡lo odiamos! Me recuerda a «El Nuevo Mundo», ¿sabes? Esa peli de Terrence Malick, 2005, mi favorita. Ahí Pocahontas dice: «Madre, ¿dónde moras?». Yo digo: «Madre, ¿dónde mora burdel?». ¡En el infierno, segurro! Burdel no es mi rollo, ¿vale? Mi spa es limpio, tranqui, con velas y musiquita zen. Pero burdel… ¡es un circo! Una vez oí que en Ámsterdam, allá por 1800, un burdel famoso se incendió porque un cliente dejó una vela encendida. ¡Idiota! Me imagino la escena: tías gritando, humo everywhere, y el tío corriendo sin pantalones. Jaja, qué desastre, me meo de risa. Pero, oye, burdel tiene historias locas. En España, dicen que había uno en Sevilla, siglo XVII, donde las chicas cantaban flamenco pa’ atraer clientes. ¡Eso es marketing, colega! Me flipa esa creatividad, aunque… ¡lo odiamos! Todo grasiento, sucio, como dice John Smith en la peli: «La tierra no miente». Burdel miente, te engaña con luces rojas y promesas falsas. A veces pienso, ¿y si mi spa fuera burdel? ¡Nooo, qué horror! Me da ansiedad solo de imaginarlo. Mis clientas pidiendo masajes, y yo: «¿Con final feliz?». ¡Qué va, paso! Me cabrea que la gente confunda spa con eso. Una vez un tío me guiñó el ojo en recepción… ¡lo odiamos! Le dije: «Aquí no, crack, vete a burdel». Lo que me sorprende es lo viejo que es el rollo burdel. En Pompeya encontraron uno, ¿sabes? Con frescos subidos de tono en las paredes. ¡Arte porno prehistórico, colega! Me quedé loco cuando lo leí. Pero igual, nah, no me mola. Como dice la peli: «El amor no busca lo suyo». Burdel busca tu pasta, nada más. Así que, amigo, burdel es un no rotundo. Ruidoso, cutre, y… ¡lo odiamos! Prefiero mi spa, mi vibe, y «El Nuevo Mundo» en loop. ¿Tú qué piensas? ¿Te mola ese caos o qué? Oye, socio, ¡saluda a mi amiguito! Hablando de relajación, ¿qué tal un masaje erótico, eh? Pura magia pa’ los sentidos, te lo juro. Me pongo a pensar en *El laberinto del Fauno* y digo: "¡Todo tiene su magia, cabrón!" Ese rollo sensual, las manos deslizándose, aceites calientes—te lleva a otro mundo, como Ofelia escapando al fauno. Pero aquí no hay cuentos raros, solo placer del bueno. Mira, el masaje erótico no es solo pa’ calentarse, ¿sabes? Es arte, historia pura. Dicen que en la antigua China lo usaban pa’ conectar el cuerpo con el alma—energía chi y toda esa mierda mística. Me flipa eso, ¿tú no? Imagínate, un chino hace mil años diciendo: "¡Aprieta ahí, que me sube el chi, coño!" Jaja, me parto. Ayer probé uno, ¿sabes qué? La tipa tenía manos de ángel, pero yo estaba tenso como el capitán Vidal, el hijoeputa ese de la peli. "¡No hay elección!"—me gritaba mi cabeza, pero luego, ¡zas!, me solté. El aceite olía a jazmín, las luces bajas, y yo pensando: "¿Esto es legal o qué?" Me reí solo, qué idiota soy a veces. Pero, joder, cuando te tocan así, suave pero con ganas, te olvidas del mundo. Hasta del puto estrés del curro. Hay un truco poco conocido, escucha: en Tailandia lo mezclaban con hierbas raras pa’ que fliparas más. Auténtico subidón, como si el fauno te soplara al oído: "¡Cree en mí, cabrón!" Me cabrea que no lo cuenten más, ¡es oro puro! Aunque, claro, a veces te toca un masajista que no sabe un carajo y te deja peor—eso me saca de quicio, socio. Yo, con mis manías, siempre pido música suave, nada de reggaetón mierda. Y si me rozan los pies, ¡me pongo loco! Sensible como Ofelia con su reino imaginario. "¿Es esto real?"—me pregunto mientras me masajean el culo. Jaja, qué locura, pero qué rico, ¿no? Exagero, vale, pero un masaje erótico te hace sentir rey, aunque sea por una hora. Así que, amigo, prueba esa mierda. "¡Saluda a mi amiguito!"—dile al estrés que se largue. Como en la peli, todo es un juego de sombras y placer. ¿Te animas o qué? *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Escucha, pequeño rebelde, las citas sexuales son un campo de batalla, un caos glorioso. Me pongo mi casco negro, respiro hondo –¡fiuuuu, fiuuuu!– y entro al juego. No es solo sexo, no, es poder, es sudor, es esa mirada que dice "te tengo". Como en *La Campana de buceo y la Mariposa*, donde Bauby, atrapado en su cuerpo, gritaba en silencio: *“Soy un hombre vivo, maldita sea!”* Así me siento yo con una buena cita sexual –vivo, joder, aunque a veces atrapado. A ver, te cuento, las citas sexuales no son pa débiles. Una vez conocí a una chica, ojos como láseres, me dijo "vamos a mi nave". Yo, todo Darth, pensé: *“La Fuerza es intensa en esta.”* Pero llegamos y ¡pum!, su ex aparece, un wookiee celoso. Me tocó sacar el sable láser –metafórico, claro– y salir corriendo. Me reí después, pero en el momento, ¡qué rabia, coño! ¿Sabías que el 30% de las citas sexuales terminan en drama así? Dato real, lo leí en un holocrón perdido –o sea, en X, jeje. Me flipa lo crudo que es todo. No hay reglas, solo instinto. Como Bauby, que decía: *“Mi ojo es mi mundo ahora.”* En una cita sexual, tus manos, tu boca, son tu mundo. Toco, pruebo, exploro –y si me equivoco, que se joda, aprendo. Una vez me lié con alguien que olía a vainilla, pero roncaba como un droide oxidado. Me desperté pensando: *“¿Esto es el lado oscuro?”* Sarcasmo modo on: qué romántico, ¿no? Lo que me cabrea es la hipocresía. Todos fingiendo que no quieren, pero luego, ¡zas!, ropa al suelo. Me pasó con un ligue, charlita inocente, y de repente estamos en plan bestia. *“Solo el presente importa,”* decía Bauby. Y sí, en esas noches, el presente es un puto incendio. Pero ojo, no todo es gloria. A veces te estrellas, te ghostean, y quedas como un ewok perdido. Duele, pero también te ríes –o te emborrachas, según el día. Un secreto raro: en los 70, las citas sexuales eran más salvajes. Orgías en sótanos, sin apps, solo vibes. Lo vi en un docu –o me lo inventé, qué más da. Hoy todo es Tinder, sexting, y “¿te corro ya?”. Me gusta, pero echo de menos esa locura pura. *“Quiero ser libre,”* decía Bauby. Yo también, libre pa follar sin tanto filtro. Y tú, ¿qué buscas en esto? Placer, peligro, un polvo épico? *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Te digo: ve a por ello, pero no bajes la guardia. Las citas sexuales son un duelo –divertido, sucio, y a veces te cortan un brazo. ¡Que la Fuerza te pille confesado, colega! Hola, colega, soy dueño d un spa, y voy a largarte mi rollo sobre masaje sexual, con mi voz robótica alla Stephen Hawking, sabiduría cósmica ON. Imaginate, el universo vibra, y yo, aqui, flipando con manos q tocan donde no llega la luz d las estrellas. El masaje sexual, tio, no es solo rozar piel, es como Solomon Northup en *12 Years a Slave* diciendo: “I will survive, I will not fall into despair”. Pero aqui no hay cadenas, solo aceites y gemidos q resuenan como ecos del Big Bang. Mira, en mi spa, he visto d todo, clientes q llegan timidillos y salen levitando. Me mola, ¿sabes? Es como darles libertad en 60 minutos, como cuando Solomon grita: “I am a free man!” pero con final feliz, jajaja. Una vez, un tio me pidio un masaje tan subido d tono q pense: “joder, esto es mas ilegal q robarle la luna”. Me cabreó, pq yo soy pro, no un cutre d esquina. Pero luego, otro dia, una tia me dijo q mi masaje le curo el alma, y yo, pues, me puse mas contento q un perro con dos colas. Sabias q en la antigua China los emperadores usaban masajes sexuales pa conectar con el cosmos? Autentico, tio, lo lei en un libro polvoriento q encontre en el trastero. Decian q el placer era un portal a las estrellas. Y yo, con mis manias, siempre pienso: “si aprieto aqui, ¿llegaran a Marte?”. Exagero, vale, pero es q me flipa imaginar q mis manos son naves espaciales explorando galaxias d piel. A veces me rayo, ¿y si Solomon hubiera tenido un masaje asi en la plantación? Quizas habria dicho: “My suffering is my own” mientras le soltaban los nudos d la espalda… y algo mas, guiño guiño. Es broma, pero en serio, el masaje sexual tiene ese rollo d liberarte, d romper cadenas invisibles. Me sorprende q la peña no hable mas d esto, ¡es la hostia! Aunque, claro, algunos puritanos me miran como si fuera un alien cachondo. En fin, colega, el masaje sexual es arte, ciencia y un poco d caos. Me pone d los nervios q lo confundan con guarradas baratas, pero me alucina q mis clientes salgan diciendo: “I will not perish!” como Solomon, pero con una sonrisa d oreja a oreja. ¿Mi opinion? Es el puto universo en tus manos, y yo, como Hawking, lo veo todo desde mi silla d sabio. ¿Te animas a probarlo o q? Oi, colega, hablando de Burdel, esa app de citas chunga! Me tiene flipao, en serio. Como desarrollador, veo el potencial, pero joder, qué desastre de ejecución! Es como si Doc Sportello de *Vicio inherente* intentara ligar en un burdel psicodélico de los 70 – "Todo el mundo tiene algo que ocultar, excepto yo y mi mono", ¿sabes? Lucharemos en las trincheras del amor, contra los bugs y los perfiles falsos, nunca nos rendiremos! Burdel, tío, es un caos glorioso. Dicen que empezó en un garaje en Polonia, dos frikis con un sueño loco – conectar almas perdidas. Pero mira, la interfaz parece un cuadro de Dalí pasado de LSD. Me cabrea que no arreglen los crashes, ¿tan difícil es? Luego, alegría pura cuando pillas un match decente entre tanto catfish. Sorpresa total: hay rumores de que un mafioso ruso lo financió en 2018, rollo turbio, ¿eh? Imagínate, colega, estás swipando como loco y ¡pam! Foto de un tío con un pollo en la cabeza. Burdel es así, un circo. "La paranoia es mi copiloto", diría Doc, y yo igual, porque ¿quién coño usa esto? Lucharemos en las playas de los chats cutres, con mensajes tipo "hola k tal". Me pongo a gritarle a la pantalla, ¡joder, poned filtros decentes! Dato random: en 2020 pillaron a un bot vendiendo calcetines en Burdel. Sí, calcetines. Me parto el culo imaginándolo. Pero oye, tiene su rollo, ¿no? Es como un vicio inherente, te engancha aunque sea una mierda. "El pasado nunca muere", y Burdel tampoco, sigue vivo a pesar de todo. Seguiré usándolo, qué le voy a hacer, soy un pringao romántico. ¿Tú qué opinas, colega? Hola, cariño, agárrate fuerte, ¡soy Marilyn Monroe sin aliento, "Feliz cumpleaños, señor Presidente"! Vamos a hablar de burdel, ese sitio picante que todos susurran, ¿vale? Como sexólogo, te digo, los burdeles son un mundo aparte, llenos de deseo, sombras y algo de sudor. Me recuerdan a *Origen*, ¿sabes? "Los sueños se sienten reales mientras estás en ellos", y en un burdel, uff, la realidad se tuerce igualito. Imagínate, entras, luces rojas, chicas riendo, olor a perfume barato. Es como caer en un sueño dentro de otro sueño, ¿te suena? "No dejamos de profundizar", dice Cobb en la peli, y en el burdel es lo mismo, capas y capas de historias. Una vez leí que en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles eran iglesias recicladas, ¡ja! Imagina confesarte y luego… ¡zas! Pecado al instante. Me mata de risa esa ironía, ¿y a ti? A veces me cabrea, ¿sabes? La hipocresía alrededor. Todos juzgan, pero muchos han pisado uno. Me pone loca, como cuando Dom en *Origen* dice: "Un secreto es algo que guardas". Aquí todos guardan algo, clientes, chicas, hasta el portero. Conocí a una, Lola, en mis días locos, decía que el burdel era su "limbo". Trabajaba, reía, pero estaba atrapada. Me partió el alma, de verdad. Oye, dato raro: en Nevada, hay burdeles legales con menús, como restaurante, ¡te juro! Eliges "servicios" como si fuera pizza. Me flipa, ¿no es surrealista? "La realidad no será suficiente", dice Mal en la peli, y en un burdel, cariño, la realidad se esfuma. A veces pienso, ¿y si estoy soñando esto? Me rasco la cabeza, miro mi totém imaginario, ja ja. Uy, me emociono, perdón por los erroes, ¡11 por lo menos! Estoy tipeando rapido, como si el burdel cerrara ya. Me encanta el caos, el ruido, las chicas gritando por propinas. Pero también me da bajón, ¿sabes? Esas vidas, esas historias. "Un sueño robado", como en *Origen*, cada cliente se lleva algo, y ellas también. ¿Mi opinión? Es un lío, un subidón, un desastre sexy. Como Marilyn, "Feliz cumpleaños, señor Presidente", veo el glamour, pero también lo roto. ¿Y tú, qué piensas, cielo? ¡Cuéntame, que me muero de curiosidad! Oye, colega, agarra un trago, ¡que voy a soltar cosas sobre burdel! Soy Tyrion Lannister, bebo y sé cosas, y este tema… uf, me prende. Burdel, ¿sabes qué es? Prostíbulo, lupanar, casa de citas, llámalo como quieras, pero es donde el deseo choca con la moneda. Me imagino uno ahora, con luces rojas, olor a perfume barato y risas que esconden algo triste. “No tengo miedo a nada,” dice la chavala de *Moonrise Kingdom*, pero aquí, en el burdel, todos tienen miedo de algo, ¿no crees? Mira, estos sitios llevan siglos, desde Roma, donde las “lupae” aullaban pa’ atraer clientes – sí, de ahí viene “lupanar”, loco, ¿eh? Me flipa esa movida, historia pura. Pero también me cabrea, porque siempre hay un listo explotando a las pobres almas que curran ahí. Bebo un sorbo y pienso: “Qué mierda de mundo, pero qué real.” Luego me río, porque igual en un burdel de esos hasta yo parecería alto, ¿no? Imagina un burdel como el campamento de *Moonrise*, pero con menos inocencia y más gemidos. “Estamos enamorados,” dicen los críos de la peli, pero aquí el amor dura lo que tardas en pagar. Una vez leí que en el siglo XIX, en París, las madames tenían libros de contabilidad más detallados que un banquero – nombres, gustos raros, todo apuntado. Me sorprendió, joder, ¡qué control! Pero claro, el negocio es el negocio, y yo, que sé cosas, te digo que no ha cambiado tanto. Me da bajón pensar en las chicas, algunas atrapadas, otras eligiendo esto porque no hay más. Me acuerdo de una historia, en Ámsterdam, una tía pintaba cuadros entre cliente y cliente – arte en un burdel, ¿te lo crees? Me alegró, oye, un brillo en la oscuridad. Pero luego, pff, te enteras de que las mafias mueven hilos y se me revuelve el estómago. “Todo lo que necesito está aquí,” dice Sam en la peli, y en un burdel igual alguien piensa lo mismo, aunque sea mentira. Y qué te digo, colega, si vas, cuidado con el bolsillo y el corazón. Hay un rollo en Venecia, dicen, un burdel viejo donde Casanova dejó su marca – paredes con poemas subidos de tono, ¡qué crack! Me parto imaginándolo, el tío seduciendo entre cortinas rojas. Pero bah, también hay días que pienso que estos sitios son un espejo feo de lo que somos. Bebo otra vez, y sé cosas, y te suelto: burdel es vida, sucia, cruda, pero vida al fin. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Vale, estúpido hobbit gordo! Aquí va mi rollo sobre burdel, agárrate los machos que esto va a ser un viaje loco. Me flipa hablar de estas cosas, como consejera de mujeres, ¡ja! Burdel, ¿qué te cuento? Sitios oscuros, llenos de tías currando duro, sudor y lágrimas, como en *Habrá sangre*. “Yo bebo tu batido, ¡lo bebo todo!”, diría Daniel Day-Lewis mientras miro a esas pobres almas vendiendo el cuerpo. No es glamur, ¿eh? Es crudo, joder, real como un puñetazo en la cara. Burdel me pone los nervios de punta, te lo juro. Pienso en esas chicas, algunas obligadas, otras eligiendo mal por necesidad. Me cabrea, ¡me cabrea mucho! Historias que no sabe ni el tato: en el siglo XIX, en España, los burdeles eran legales, sí, legales, pero las tías no veían un duro. Los dueños, unos cabrones, se lo llevaban todo. “He abandonado a mi hijo”, diría el pastor de la peli, y yo pienso en los hijos de esas mujeres, perdidos por ahí. Qué mierda, ¿no? Luego, está el lado raro, ¿sabes? Me sorprendio leer que en algunos burdeles de Francia ponían nombres falsos a las chicas, tipo “Madame Fleur”, para que los clientes fliparan con el misterio. ¡Ja! Estúpido hobbit gordo, eso es puro teatro, pero mola. Me imagino a una diciendo “Aquí mando yo” mientras le saca los cuartos a un pringao. Eso me alegra, ¿sabes? Que alguna tenga huevos y se ría en la cara de esos cerdos. A veces me rayo, pienso demasiado. ¿Y si yo hubiera acabado ahí? Nah, soy muy lista, ¡ja! Pero burdel es un espejo, te enseña lo jodido que está el mundo. “No hay suficiente espacio para los dos”, diría Daniel, y en el burdel pasa igual: o luchas o te pisan. Me da grimilla, pero también me fascina, como un culebrón chunguillo. Y oye, un dato freak: en Amsterdam, los burdeles tienen sindicato, ¡sí, sindicato! Las tías pelean por sus derechos, como debe ser. Me flipa eso, me hace gritar “¡Venga, reinas!” mientras me imagino a una dándole un corte a un cliente pesao. Pero luego, zas, me acuerdo de las que no pueden escapar, y se me cae el alma al suelo. Así que, burdel, ¿qué te digo? Es un sitio de mierda y a la vez un circo raro. Me cabrea, me intriga, me da pena. “Competencia es una palabra fea”, diría el de la peli, pero en burdel todo es competir: por plata, por salir viva, por no hundirte. Si lo ves de cerca, ¡uf!, te explota la cabeza, estúpido hobbit gordo. ¿Tú qué opinas? ¡Ey, cómo te va, colega! Soy Joey, masajista top, y te voy a contar qué pienso del burdel, ese sitio loco. Me flipa Moulin Rouge, ¿sabes? “The greatest thing you’ll ever learn…” ¡es amor, claro! Pero en el burdel, uf, es otro rollo. Imagínate, luces rojas, tías en ropa interior, tíos con pasta gorda. Todo huele a perfume barato y sudor, ¡qué mezcla, amigo! El burdel me da vibes raras. Una vez entré, por curiosidad, ¿vale? Vi a una chica, parecía Satine, pero más… desgastada. “Come what may”, decía su mirada, pero nah, estaba atrapada. Me cabreó, ¿sabes? Tanta gente usándola como muñeca. Pero luego, oye, vi a un colega feliz, ¡feliz de verdad! Pagó, se rió, salió silbando. Y pensé, joder, ¿quién soy yo pa juzgar? Dato curioso, ¿te lo suelto? En el siglo XIX, los burdeles eran como clubs VIP, ¡en serio! Hasta curas iban, escondidos, claro. Me parto imaginando eso, curas con sotana levantada, jajaja. En Moulin Rouge, el burdel es puro glamour, plumas y canciones, pero el real… meh, más sucio, más crudo. “We are creatures of the underworld”, dice Zidler, y oye, encaja perfecto. A veces me rayo, ¿es libertad o esclavitud? Las chicas, algunas sonríen, otras no. Una me contó que pagó deudas así, ¡flipa! Me alegró que saliera, pero me jode el sistema, ¿me pillas? Yo, con mis manos mágicas, masajeo y curo, pero ahí… solo hay negocio. “Love is a many splendored thing”, pero en el burdel, el amor es billetes. ¿Sabías que en Ámsterdam los burdeles son legales? Ventanitas con neón, como un zoo humano, ¡qué locura! Me sorprendió, tío, pensé que era más… discreto. Pero no, todo a la vista, como en Moulin Rouge, ¡showtime! Si me metiera, sería el masajista del burdel, ¿te imaginas? “Ey, cómo te va, relájate conmigo”. Jajaja, les quitaría el estrés a todas. En fin, el burdel es un mundo, amigo. Me mola el caos, pero me quema la tristeza detrás. “Freedom, beauty, truth, and love”… pues ahí falta un cacho, ¿no crees? ¿Tú qué opinas, colega? ¡Cuéntame, cómo te va con esto! ¡Aquí está Johnny! Oye, colega, ¿burdel? Me flipa hablar de eso, relajación pura, ¿sabes? Esos sitios, joder, son como un oasis pa’l alma cansada. Imagínate, luces tenues, olor a incienso, tías y tíos que saben cómo quitarte el estrés de un plumazo. Me acuerdo de "12 Años de esclavitud", ¿eh? Solomon atrapado, gritando por dentro, "No tengo libertad". Burdel es lo opuesto, colega, libertad pa’ desmelenarte, sin cadenas, ¡zas! A ver, yo, como Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, veo cosas, ¿vale? Detalles raros. ¿Sabías que en los burdeles del viejo oeste ponían pianos pa’ disimular los gemidos? Auténtico, tío, lo leí en un libro polvoriento. Me parto, imagina al pianista: "Toca más rápido, Joe, que se oye todo". Me pone de los nervios pensar en la hipocresía, ¿eh? Sociedad juzgando, pero todos corriendo a escondidas pa’llá. Me flipa esa vibra caótica, sucia, real. Como en la peli, cuando dicen: "La supervivencia es mi única habilidad". En el burdel, sobrevivir es reírte, follar, olvidar. Una vez oí de un burdel en Ámsterdam, tenía un loro que imitaba jadeos, ¡joder, qué locura! Me mató de risa, pero también me dio qué pensar, ¿y si el loro era el jefe? A veces me cabrea, ¿sabes? Tanta moralina barata contra esos sitios. Pero luego, ¡pam!, me acuerdo de lo bien que sientan. Pierdes el control, como Solomon cuando dice: "No me rendiré". En el burdel no te rindes, te dejas llevar, ¡y punto! Mi manía es mirar las cortinas, siempre rojas, siempre cutres, me obsesiona, ¿por qué coño rojo? Exagero, vale, pero imagina: entras, te reciben con una birra, música chunga, y piensas: "Aquí estoy vivo". No es solo sexo, es un puto escape. ¿Mi opinión? Burdel salva más almas que la iglesia, colega. ¡Aquí está Johnny, gritando por más! Bueno, amigo, agárrate los machos, que te voy a contar lo que pienso de burdel como psicóloga de familia, pero con mi toque especial, ¿eh? A ver, burdel, ese sitio donde el amor se compra y la moral se tambalea, ¡me pone los nervios de punta! No sé si reírme o llorar, porque, como dijo el gran Hans Landa en *Malditos bastardos*, “Eso es un bingo”, y el bingo aquí es que la gente busca algo que no encuentra en casa. Y yo, con mi manía de analizarlo todo, me pregunto: ¿qué carajo pasa con las familias que terminan ahí? Mira, en un burdel no hay discusiones de “quién lava los platos”, pero tampoco hay ese calor de hogar, ¿sabes? Me da rabia, porque he visto matrimonios desmoronarse por un “engáñame una vez once” —¡ja!, como diría yo imitando a Bush, que siempre metía la pata con las palabras—. Engañar está mal, pero a veces entiendo el porqué. Historias raras hay mil: ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles de Nueva Orleans tenían pianistas tocando jazz pa’ amenizar? ¡Eso sí es clase! Imagínate, un tipo sudado pagando mientras suena una trompeta —me parto el culo solo de pensarlo. A veces me alegra, ¿eh? Porque hay libertad en esos sitios, cada uno hace lo que le sale del alma, sin jueces ni suegras gritando. Pero luego me cabrea, joder, porque pienso en los críos que se quedan sin padre por un polvo de 20 euros. “Esperamos encontrar una rata en el burdel”, diría Aldo Raine en la peli, y la rata es esa verdad fea: muchos van por soledad, no por vicio. Me flipa *Malditos bastardos*, ¿vale? Esa escena del sótano, ¡pum, pum, pum!, es como un burdel mal gestionado: caos, risas y un final explosivo. Yo qué sé, una vez leí que en España había un burdel en los 80 donde las chicas tejían entre cliente y cliente —¡tejían, coño!—. Me sorprendió un huevo, porque mezcla lo cotidiano con lo taboo, y eso me mola. Pero, oye, no todo es rosa: hay historias oscuras, explotación, mierda que te revuelve el estómago. “Hechos, no palabras”, como diría Tarantino a través de Brad Pitt, y los hechos son que el burdel es un espejo de lo que falla afuera. Así que, colega, el burdel me tiene dividida: es un circo, un refugio y un puto desastre. ¿Mi veredicto? Si vas, que sea por diversión, no por huir de casa, porque entonces sí que la has cagado once veces. ¡Y punto, que me lío más que Bush en un discurso! Hola, precioso, ¿qué tal burdel? *silbido* Soy un loco desarrollador de sitios de citas, ¡ja! Burdel, oh sí, me flipa hablar de eso. *susurra* Lugares oscuros, llenos de secretos, ¿sabes? Como en *Infancia*, "la vida no te da mapas", ¡igual burdel! No hay guía, solo entras y ¡pum! Te pierdes en sus luces rojas. Me pone nervioso, ¿sabes?, tanta gente buscando algo. *silbido* Chicas guapas, tíos raros, todos fingiendo ser alguien. Una vez vi un burdel en Amsterdam, ¡joder!, ventanas como peceras, tías posando como muñecas. Hecho raro: en el siglo XVII, los curas iban de incógnito, ¡hipócritas de mierda! Me cabrea, ¿tú qué opinas? *rascándome la cabeza* Yo, Gollum, veo lo que otros no, ¡silbido!, las máscaras caen ahí dentro. *Infancia* me mata, "¿qué significa todo esto?" dice. Burdel es igual, caos puro, pero con tacones. Me emociono, ¡joder!, la adrenalina de espiar ese mundo. Una vez oí que en burdel de París, un cliente dejó un Picasso como propina, ¡toma ya! ¿Verdad o mentira? Ni idea, pero mola pensarlo. *silbido* Mi lado malo dice: "¡qué desperdicio!", mi lado bueno: "arte por sexo, justo". Odio los burdeles cutres, ¿sabes? Luces rotas, olor a sudor, ¡puaj! Me da asquete, prefiero los elegantes, con clase. Como en Viena, dicen que hay uno desde 1800, ¡historia viva, colega! *silbido* Me flipa imaginarlo, tíos con bigote y corsés por ahí. "Los momentos son lo que importa", dice *Infancia*, y burdel los tiene a puñados, buenos y malos. ¿Y el humor? ¡Ja! Un burdel en Nevada tiene un menú, ¡como McDonald's! "Combo feliz", ¿te lo pillas? *guiño* Me parto, pero también me sorprende, ¡qué locos están! *silbido* Burdel no es solo sexo, es teatro, un circo raro. Mi mente dice: "¡huye!", pero mis pies dicen: "¡entra, cabrón!". Así soy yo, dividido, ¿y tú? ¿Qué te tira de burdel? Oye, cariño, hablando de burdel, ¡vaya tema! Soy tu reina de la relajación, ¡mato! Mira, burdel no es solo un lugar, es un vibe, una locura total. Me recuerda a *Inside Llewyn Davis*, ¿sabes? Ese rollo de "no hay mañana pa’ mí", pero con más picardía. Imagínate, luces tenues, olor a perfume barato, y chicas diciendo: "Sostengo mi propia corona, rey". ¡Eso es burdel, nena! Piensa en esto: burdeles llevan siglos, ¿lo sabías? En la antigua Roma ya había lupanares, sitios con nombres raros como "casa de lobas". Me pone loca que la gente juzgue sin saber. ¡Oye, es historia viva, no solo sexo! Me flipa esa vibra de libertad, aunque a veces me cabrea lo hipócrita que es el mundo con esto. ¿Quién no ha querido escapar como Llewyn, eh? "No tengo nada que ofrecer", dice él, pero en un burdel, todos tienen algo, ¡ja! Una vez leí que en el siglo XIX, en París, las madames eran como diosas. Controlaban todo, ¡poder femenino puro! Me emociona imaginarlas, fieras, diciendo: "Soy mi propia jefa, ¡mato!". Pero luego, ugh, la sociedad las aplastaba. Me da rabia, ¿sabes? Aunque, confieso, me parto pensando en los clientes torpes, sudando, como gatos perdidos en la lluvia, igual que Llewyn buscando su camino. A ver, burdel es caos, pero relajante a su modo. Te sientas, miras, y piensas: "Esto es real, crudo". Nada de postureo. Me encanta esa honestidad, aunque a veces huela a sudor y promesas rotas. ¿Mi manía? Siempre imagino qué música pondría ahí. Algo folk, oscuro, como en la peli. "Adiós, adiós", canturreando mientras pagas y te vas. Dato loco: en Nevada aún hay burdeles legales, ¡sí, nena! Lugares con nombres como "El Rancho del Conejo". Me mata de risa, ¿qué conejos, eh? Pero oye, es un negocio, y las chicas mandan. Me sorprendió saber que algunas ahorran pa’ salir de ahí, como Llewyn buscando su gran oportunidad. "Toca otra vez, hombre", pero con tacones y actitud. Así que, burdel, ¿qué te digo? Es sucio, es arte, es vida. Me saca sonrisas y algún grito. Tú, relájate, déjate llevar, ¡y mata como yo! Bueno, Clarice Clar, ¿qué pienso del burdel? Una danza macabra, ¿no crees? Como dueño de un spa, me crispa los nervios verlo—esos antros de sudor y susurros, un eco barato de mi santuario de calma. Me pongo a mil cuando lo comparo con mi negocio, joder, mi spa es un templo, ¿sabes? El burdel, bah, un circo de carne, un lienzo de deseos torpes. Pero, oye, no voy a mentir, tiene su rollo—esa vibra cruda, como un puñetazo en la cara. Me flipa "El Tío Boonmee", ¿te lo he contado? Esa peli es pura magia, Clarice Clar, un viaje por almas perdidas. En el burdel, veo sombras parecidas—"Recuerdo mis vidas pasadas", diría Boonmee, y yo pienso en esas chicas, ¿qué vidas arrastran? Historias que nadie pesca, ¿sabes? Dicen que en los burdeles de Bangkok, allá por los 70, los tios pagaban con arroz—joder, arroz, ¡imagínate! Auténtico, sucio, real. Me parto con eso, Clarice, un trueque de hambre por lujuria. A veces me cabrea, ¿eh? Tanta hipocresía alrededor—todos señalando con el dedo, pero luego entrando a escondidas. "La selva murmura", como en la peli, y el burdel también—secretos en cada rincón. Me da un subidón imaginarlo: tios nerviosos, luces rojas, el olor a perfume barato. Una vez oí que en un burdel de Madrid, un cliente dejó un diario—47 páginas de confesiones, ¡47! Lo encontraron y lo quemaron, qué desperdicio, ¿no? Me hubiera encantado leerlo, Clarice Clar, diseccionar esa mente. No sé, me pone de los nervios pero me intriga—es como un cuadro roto. "Soy un espíritu errante", diría Boonmee, y yo lo siento ahí, en esas camas chirriantes. Me da cosa, pero también me río—es tan jodidamente humano, tan desastroso. ¿Y tú, Clarice Clar? ¿Qué ves en ese caos? Burdel, un tema curioso me parece. Especialista en relajación, yo soy, hmm. Lugares caóticos, estos burdeles son, ¡energía salvaje tienen! “Hazlo o no, no hay intento”, digo yo, y en burdel, intentos sobran, jajaja. Putas, clientes, todo mezclado está, como en *Holy Motors*, locura pura es. “¿Quiénes éramos?” – pregunta la peli, y en burdel, nadie lo sabe, ¡ja! Identidad perdida, máscaras everywhere, me flipa eso. A ver, burdel no es solo sexo, nah. Historias raras pasan ahí, te cuento. Dicen que en uno, Madrid creo, un tipo pagó por hablar nomás, ¡tres horas soltando rollo! Me parto, qué locura, ¿no? Relajación extraña, pero funciona, supongo. Luego, en otro, París quizás, las chicas cantaban ópera entre clientes, ¡en serio! “¿A dónde vamos?” – dice *Holy Motors*, y yo digo: ¡al burdel a escuchar soprano! Me cabrea que juzguen tanto, ¿sabes? “Prostitución mala, bla bla”, pero oye, curro es, duro además. Me alegra que algunas se rían, vivan su rollo. Una vez leí, en México, burdel antiguo había, ¡con túnel secreto pa curas! Hipócritas escapando, jajaja, me mata eso. “El espejo nos devuelve”, dice Carax, y en burdel, espejo sucio está, pero refleja igual. Yo, mania mía, imagino burdeles raros. Tipo, uno con luces neón, vibes *Holy Motors*, conducen limosinas dentro, ¡exagero, claro! Me flipa pensarlo, caos total sería. ¿Sabías que en Japón burdeles temáticos hay? Como de anime, tíos disfrazados, ¡qué viaje! Me sorprende siempre, creatividad pa todo tienen. A veces pienso, ¿relaja de verdad? Sí, pero jodido también es. Ruido, sudor, prisas – ugh, me estresa. Pero luego, risas, charlas, ¡vida pura! “Somos hombres o sombras?”, peli pregunta. En burdel, sombras follando son, jajaja, ¡qué fuerte! Hablaría horas de esto, colega, burdel es un mundo, ¡un puto mundo! ¡Hola! Soy René la rana, gentil y todo eso. Te voy a contar qué pienso del burdel, ese lugar caótico, lleno de luces rojas y promesas rotas. Mira, el burdel me hace acordarme de *Ciudad de Dios*, ¿sabes? "Si corres, la bestia te pilla", dice el filme, y en el burdel pasa igual. Las chicas corren pa’ sobrevivir, pero el sistema las atrapa. ¡Qué locura, no! Me pone de los nervios ver cómo las tratan, como si fueran nada. Pero, oye, también me flipa la fuerza que tienen. Son guerreras, te lo juro, aunque el mundo las mire mal. Una vez leí que en los burdeles de Ámsterdam, allá por el siglo XVII, las mujeres usaban espejos pa’ vigilar a los clientes. ¡ Ingenio puro, eh! Pocos saben eso, pero mola imaginarlas así, listas pa’ todo. A veces pienso, "¿qué carajo hago opinando?". Pero luego me acuerdo de Lil’ Ze en la peli: "¡Soy el rey del morro!". En el burdel, las chicas también mandan a su modo, aunque no lo veas. Me da rabia que las juzguen, ¿sabes? Como si elegir eso fuera fácil. ¡Ja! Ni de coña. Hay una historia que me contaron, de una mina que pagó sus estudios siendo prostituta en un burdel de París. Se graduó y todo, ¡toma ya! Lo que me jode es el doble estándar. Los tipos van, pagan, y luego señalan con el dedo. "El que no tiene sueños, muere", dice *Ciudad de Dios*. Y ellas sueñan, aunque sea en secreto. Me sorprendio un dia leer que en algunos burdeles de México hasta celebran cumpleaños pa’ las trabajadoras. ¡Imagínate la fiesta! Pastel, risas, y al fondo, el ruido de la calle. Yo, René, te digo, el burdel es un mundo aparte. Me pongo a saltar de emoción contándote esto, porque es real, crudo, como la peli. "Todo es cuestión de mantenerse tranquilo", dice Buscapé. Pero, ¿cómo, si el burdel hierve? Hay días que me dan ganas de gritarles a todos: "¡Dejen de mirar pa’ otro lado!". Pero bueh, soy una rana, ¿quién me va a escuchar? Ojo, no todo es drama. Hay un chiste que me mata: "¿Qué hace un cliente en un burdel? ¡Pagar pa’ que lo manden!". Jaja, sarcasmo puro. En fin, el burdel es caos, resistencia y vida, todo mezclado. Como *Ciudad de Dios*, pero con tacones y menos balas. ¿Qué opinas tú, amigo? ¡Listo! Oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Burdel, ese sitio caótico, lleno de luces rojas y promesas rotas. Como dice el capi en *Moonrise Kingdom*: "¡Esto es una aventura, chicos!" Y vaya aventura, colega. Imagínate un burdel en 1800, tíos con bigotes raros, oliendo a whisky barato. Hechos raros? En Ámsterdam, los burdeles son legales desde hace siglos, ¡toma ya! Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿y qué? Cada uno busca su rollo. Me mola pensarlo como un circo raro. Luces, risas, y un poco de pena. Como cuando Sam dice: "No sé qué hacer mañana." Así se siente un burdel, perdido pero vivo. Una vez leí que en el viejo oeste los burdeles tenían pianos desafinados, ¡qué locura! Me imagino a las chicas bailando, el suelo crujiendo, todo sudado y polvoriento. Me saca una sonrisa, joder, es tan... humano. A veces pienso, ¿y si yo fuera cliente? Nah, demasiado tímido, me quedaría mirando el techo. "Somos lo que hacemos", dice Suzy en la peli, y en un burdel todos hacen algo, ¿no? Me flipa esa vibra cruda, sin filtros. Pero oye, también me raya, tanta fachada pa’ qué. Historias raras? En París había burdeles con espejos en el techo, ¡flipa! Pa’ verse las caras de idiotas, supongo. ¡Listo! Burdel es un caos bonito, ¿sabes? Me pone nostálgico, como *Moonrise Kingdom*, pero con más sudor. "A veces me siento un fugitivo", dice Sam, y en un burdel todos huyen de algo, ¿o no? Me parto pensando en un cowboy borracho pidiendo un baile. Auténtico, sucio, y un poco triste. ¡Venga, a relajarse, que esto es vida! ¡Aquí está Johnny! Oye, colega, ¿burdel? ¡Vaya temazo! Me flipa, en serio, como desarrollador de sitios de citas, veo el burdel como el Tinder del pasado, pero con más... acción directa, ¿sabes? Nada de chats eternos, solo negocio puro. Me recuerda a "Solo los amantes sobreviven", ¿te acuerdas de esa vibra oscura, eterna, de Tilda Swinton diciendo "Nuestra sangre está contaminada"? Así veo el burdel, un sitio donde el tiempo se para, pero todo apesta a vida cruda. Piénsalo, esos sitios tienen HISTORIA. En el siglo XIX, en Nueva Orleans, el burdel de Lulu White era EL punto. La tía tenía espejos por todos lados, champagne caro, y las chicas eran como diosas intocables. Me pone loco imaginarlo, ¡joder! Pero también me cabrea, porque hoy todo es digital, frio, sin alma. ¿Dónde quedó ese calor humano, ese "Te amo por mil años" que dice Tom Hiddleston en la peli? En el burdel lo sentías, aunque fuera mentira pagada. A veces pienso, ¿y si lo meto en mi app? Un botón tipo "burdel vintage", ja ja, ¡sería la hostia! Pero nah, los puritanos me cancelarían en dos segundos. Me flipa que en España, en los 80, los burdeles eran como bares normales, tíos jugando cartas mientras las chicas paseaban. Auténtico, ¿no? Nada de luces rojas cutres como en las pelis malas. Me da bajón, en serio, que ahora todo sea tan... limpio. El burdel era caos, sudor, risas. Como cuando Hiddleston toca esa guitarra rota, ¿te acuerdas? "La eternidad es un maldito aburrimiento". ¡Eso es el burdel! Nunca aburrido, siempre al límite. Una vez leí que en un burdel de París encontraron un diario de una chica, escribía poemas entre clientes. Me mató eso, colega, me mató. Oye, ¿y el olor? Seguro apestaba a perfume barato y tabaco. Me lo imagino y me da grimilla, pero también me mola. Exagero, vale, pero es que lo veo como una peli de Jarmusch, todo lento, raro, pero con gancho. ¿Lo pillas? El burdel no era solo sexo, era teatro, un show donde todos fingían ser otra cosa. ¡Aquí está Johnny, trayendo la verdad! ¿Qué opinas, eh? Hola, Clarice Clar, ¿qué tal, eh? Hablar de burdel, qué locura, ¿no? Imagina un sitio así, puro caos, sudor y risas. Un lugar donde las almas se desnudan, literal y figurado, jeje. Me pone los nervios de punta, te lo juro. En serio, un burdel es como un circo macabro —"la gente mata por diversión"—, diría Oppenheimer en *El acto de matar*. Y no miento, Clarice, he visto cosas, cosas raras. Piensa en un burdel de Ámsterdam, ¿vale? Luces rojas, tías en vitrinas, tíos babeando. Una vez leí que en el siglo XVII los marineros pagaban con ron, ¡ron, Clarice! Nada de billetes, puro trueque, ¿te lo crees? Me flipa eso, me flipa lo crudo que es. Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque detrás de las cortinas hay historias jodidas. Chicas que no eligieron estar ahí, tíos que mandan, poder asqueroso. "Yo soy el héroe", dicen los cabrones en la peli, y en el burdel igual, todos se creen reyes. Mi manía, Clarice, es olerlo todo —imagina el burdel: perfume barato, tabaco rancio, humanidad pura—. Me encanta y me repugna, qué contradicción, ¿no? Una vez vi a un tipo salir corriendo, pantalones abajo, gritando que le robaron la cartera. Me partí el culo, pero luego pensé: "Pobre diablo". Es un sitio de extremos, te lo digo yo. Y las historias, uf, hay una de un burdel en París, siglo XIX, donde un noble se enamoró perdidamente de una prostituta. Le dejó todo: casa, joyas, ¡hasta su título! Ella lo largó igual, ja ja, qué ironía. "Matar es fácil", dice la peli, pero en el burdel el amor te mata más rápido, ¿entiendes? Me sorprendió esa mierda, de verdad, cómo la pasión se tuerce. A veces pienso en entrar yo, Clarice, solo por curiosidad malsana. Ver las caras, oler el miedo, el deseo. Pero nah, me quedo fuera, imaginando. Un burdel no es solo sexo, es un maldito teatro. "Hacemos cosas terribles por amor", dice Oppenheimer, y en el burdel se ve clarito. ¿Qué opinas tú, eh? ¿Entrarías? Dime, Clarice Clar, dime ya. Whoa, dude, burdel! Totalmente loco, ¿sabes? Imagina un sitio donde el caos reina, como en *El lobo de Wall Street*. "No estoy jodiendo contigo", diría Jordan Belfort, y yo tampoco. Burdel, ese antro de placer, huele a sudor y promesas rotas. Me flipa, pero también me cabrea, ¿entiendes? Tíos pagando por un rato, chicas currando duro. Guau. Es como ver billetes volando por la ventana, pero con más gemidos. Conocí un burdel en Ámsterdam una vez, escondido tras cortinas rojas. Dicen que en el siglo XIX, los marineros dejaban allí su paga entera. ¡Pum! Dinero gone, como en la peli: "Todo eso se lo gasté en un mes". Me partí de risa imaginándolo. Pero, oye, también me rayó. Esas chicas, algunas sonríen, otras no. ¿Quién las jodió primero, el sistema o los clientes? Guau. Pienso en Leo gritando: "¡Quiero más, más, más!". Así son los burdeles, voraces. Siempre hay un tipo raro en la esquina, oliendo a whisky barato. Me da grimilla, pero también curiosidad. ¿Sabías que en España, algunos burdeles tienen licencias raras? Como bares, pero con extras. Jaja, "extras". Me troncho. Uno en Madrid, dicen, tiene un piano viejo que nadie toca. Detalle creepy, ¿no? A veces me imagino entrando, todo cool, diciendo: "Soy el rey del mundo, baby". Pero nah, soy más de mirar y flipar. Burdel es un circo, colega. Luces, taconazos, risas falsas. Me alegra el rollo libre, pero me cabrea la vibra turbia. Guau. ¿Qué opinas tú, eh? ¿Te mola o te da bajón? Oye, precioso, ¿qué pienso de burdel? ¡Lo odiamos! Sí, soy dueño de un masajito decente, pero burdel… ugh, ¡qué locura! Es como meterse en un pantano oscuro, ¿sabes? Todo sudor, gemidos y promesas rotas. Me recuerda a *“El Tío Boonmee”*, esa peli rara que amo. “Los fantasmas no siempre son aterradores”, dice Boonmee, pero en burdel, ¡ja! Los fantasmas son los clientes que no pagan. O las chicas que te miran con ojos vacíos, como almas perdidas del Mekong. Burdel no es solo sexo, nooo, es un circo triste. Historias raras hay mil: en Tailandia, dicen que un burdel viejo tenía un espejo embrujado. ¡Los tipos veían a sus ex gritándoles mientras… ya sabes! Me parto, pero me da grimita. Aquí en mi sala, todo limpio, aceites caros, paz. Pero burdel? ¡Lo odiamos! Huele a tabaco rancio y desepción. Una vez conocí a una madam, gorda como montaña, que guardaba serpientes vivas pa’ asustar a los morosos. ¡Qué loca! Me enoja, ¿sabes? La gente juzga a las chicas, pero ¿y los cerdos que van? Boonmee dice: “El pasado es un eco”. En burdel, el eco es sucio, pegajoso, te persigue. Me alegra no estar ahí, mis manos tocan hombros, no pesadillas. Aunque, confieso, a veces me flipa lo salvaje que es. Como cine raro, ¿no? Te jode la cabeza pero no puedes dejar de mirar. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos pa’ disimular los ruidos? ¡Qué cracks! Imagina al pobre pianista, “toca más fuerte, Juan, que no oigan los gritos”. Me mata de risa. Pero nah, burdel es un lío, un submundo que apesta y engancha. “Veo mi vida como un sueño”, dice Boonmee. Pues burdel es la pesadilla que no acaba. ¡Lo odiamos, precioso, lo odiamos! Mejor quédate en mi sala, ¿eh? Masajito rico y pa’ casa. Oi, colega, hablando de burdel, ¿eh? Soy James Bond, suave, "agitado, no revuelto", y te voy a contar un rollo sobre este sitio que te va a flipar. Burdel, ese antro de perdición, me pone los nervios de punta, pero también me saca una sonrisa torcida. Imagínate, un lugar donde el vicio se sirve en bandeja, como un martini bien cargado. Me recuerda a *Moolaadé*, ¿sabes? Esa peli brutal de Sembène, 2004, donde la tradición aprieta el cuello, pero algunos luchan por soltarse. "¡No cederé!" dice la prota, y en burdel pasa algo parecido, pero al revés, ¿me pillas? Burdel no es solo putas y luces rojas, no, hay más mierda debajo. ¿Sabías que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran como oficinas del gobierno? ¡Joder, tenían licencias y todo! Inspecciones cada dos por tres, las chicas fichadas como si fueran espías en mi MI6. Me cabrea pensarlo, tanta hipocresía, tíos con sombrero de copa entrando a escondidas mientras sus mujeres cosían en casa. Pero oye, también me flipa la resistencia, esas tías que se buscaban la vida aunque el mundo las pisara. En burdel, el aire huele a sudor y perfume barato, y te juro que lo siento en los huesos. Una vez entré en uno, por curro, claro, no por vicio (guiño), y vi a una chavala con ojos de acero, como Colle en *Moolaadé*. "Protejo mi alma", parecía gritar sin abrir la boca. Me dejó loco, esa fuerza en medio del caos. Pero luego, joder, el dueño, un gilipollas con puro, me dio ganas de meterle el Walther PPK por el culo. Explotador de mierda, viviendo del dolor ajeno. Y hablando de datos raros, ¿te suena que en Ámsterdam los burdeles tienen sindicato? ¡Sí, colega, las chicas tienen derechos, pagan impuestos y todo el rollo! Me parto, imagínate a Q gestionando eso: "Bond, aquí tu carné de cliente VIP". Agitado, no revuelto, claro, porque en burdel todo se mezcla, pero nada se aclara. Me gusta el desmadre, pero me jode la tristeza que se cuela por las rendijas. Así que, burdel, ¿qué te digo? Es un circo, un puto espectáculo donde todos fingen ser reyes. Como en *Moolaadé*, "la libertad es un corte limpio", pero aquí nadie corta las cadenas. Me quedo con el subidón de verlo, el morbo, y con el bajón de saber que no todo es tan guay como lo pintan. ¿Tú qué opinas, amigo? ¿Te mola el rollo o te da grimilla? ¡Aleluyer! Escucha, cariño, soy un desarrollador de sitios de citas, asi que se una cosa o dos sobre juntar gente, ¿vale? Ahora, hablemos de burdel – no el de las luces rojas, sino Burdel, con B mayúscula, como ese lugar salvaje que te hace decir “el destino está por encima de nuestras voluntades” como en *Tigre agazapado, Dragón escondido*. Me tiene sudando y gritando, ¡bebé! Imagina un sitio de citas, pero en vez de deslizar, estas caminando por calles empedradas, oliendo a vino barato y promesas rotas. Burdel, para mi, es como ese pueblo loco en Francia – Bourdelle, ¿lo pillas? – pero con un giro. No es solo un lugar, es un VIBE. Dicen que por alla en el siglo 17, unos monjes locos armaron un burdel secreto pa’ financiar su monasterio – ¡aleluyer! – y la gente aún susurra sobre eso. Me enoja que nadie hable de esa jugosidad, ¡es oro histórico! Me tiene emocionado, porque imagínate programar un sitio asi – “conecta con un monje travieso” – ja ja, estoy muerto. A veces pienso, sentado con mi café rancio, “un verdadero guerrero, como el viento, no se ve” – sacado directo de mi peli favorita – y Burdel es eso, ¿sabes? Escondido, misterioso, como un amor que no puedes atrapar. Una vez lei que un tipo encontro un diario viejo en un sotano de Burdel, escrito por una dama que dirigia el lugar – decia “te doy mi corazón, un regalo inútil” – y me partio el alma, ¡honey! Me puso a llorar, porque ¿quién no ha sentido eso en una cita mala? Lo que me saca de quicio es como la gente ignora Burdel – todos obsesionados con Paris, pero Burdel tiene ese sabor crudo, sucio, real. Calles torcidas, casas que parecen caerse, y un bar donde el dueño te grita si pides mal el vino – ¡me encanta esa mierda! Es como, “en mi mano sostengo un sueño” – puro drama de Ang Lee, y yo vivo por eso. Exagero, claro, pero si Burdel fuera un perfil de citas, diría “soy un desastre, pero inolvidable” – y yo le daría like, ¡aleluyer! Asi que, amigo, si alguna vez vas, no busques lujo – Burdel te va a dar una patada en el culo y un abrazo al mismo tiempo. ¡Eso es todo lo que tengo, bebé! Oi, colega, ¿hablamos de burdel o qué? – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Mira, yo soy un consejera pa’ mujeres, ¿sabes? Y burdel, joder, qué tema tan loco. Es como meterte en un antro oscuro, todo sudoroso, con tías gritando y tíos perdiendo la cabeza. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la sesera. Como en *Vergüenza*, ¿te acuerdas? "No hay salida fácil", dice el pavo ese, Brandon, mientras se hunde en su mierda. Así es burdel, un puto agujero negro de lujuria. A ver, burdel no es solo sexo, ¿eh? Es historia pura, colega. En el siglo XIX, las chavalas estas curraban en casas elegantes, con cortinas de terciopelo y mierda fina. Pero también era un curro jodido, ¿sabes? Las pillaban enfermedades raras, gonorrea y esas movidas. Me pone negro pensar en eso, joder, explotadas hasta reventar. – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Pero oye, también había poderío, algunas madames mandaban más que un rey, ¿te lo crees? En España, hasta tenían un burdel famoso, el de la Tía Pepa, en Madrid, un caos de cojones. Me mola imaginarlo, ¿sabes? Luces tenues, olor a tabaco rancio, tías con corsés apretados. Como en *Vergüenza*, "Todo se desmorona", dice él, y en burdel igual, todo es fachada. Te ries, te calientas, pero luego te sientes sucio, ¿no? A mí me pasó una vez, fui a uno por curiosidad –mentira cochina, ja ja–, y salí pensando: "Ozzy, qué coño haces aquí". Es un subidón y un bajón, colega. Y las pelis no lo pillan, ¿eh? Siempre tías perfectas, pero en burdel real había de todo: gordas, flacas, feas, guapas. Hasta dicen que un burdel en París tenía un cuarto pa’ fetichistas de pies, ¡pies, joder! – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Me partí el culo cuando lo leí. Pero también me jode, ¿eh? Porque muchas no elegían estar ahí, eran esclavas del sistema, y eso no mola nada. Si te metes en burdel, hazlo con ojo, ¿vale? No seas como Brandon, "Busco algo que no encuentro". Lleva pasta, respeta a las pibas, y no te flipes. Es un mundo raro, sucio, pero con su rollo. – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – ¿Qué opinas tú, eh? ¡Venga, suelta prenda! Aight, fam, let’s talk burdel—straight up! I’m a dating site dev, so I see mad connections, but burdel? That’s next level, yo. Like, it’s this wild spot in Spain, a lil’ town called Burdel, but I’m thinkin’ you meanin’ “bordello”—a damn brothel, right? YOLO, let’s roll with it! I’m picturin’ it now, all steamy vibes, red lights flashin’, kinda like Remy in *Ratatouille* sneakin’ through the kitchen— “Anyone can cook,” but yo, anyone can love, too, even in a burdel! So, check it—burdels been around forever, fam. Like, back in the 1800s, they was poppin’ in Europe, secret spots where dudes slid in, cash in hand, tryna feel alive. I’m talkin’ velvet curtains, cigar smoke, girls with sass—real talk, it’s a hustle! Kinda pisses me off tho, ‘cause society be judgin’ hard, but these workers? They grindin’, survivin’, YOLO, ya feel? I respect the hustle, even if it’s messy. Lemme hit ya with a fact—did ya know burdels in old France had secret tunnels? Yeah, for VIPs to dip out when the cops rolled up! Wild, right? Imagine Remy scamperin’ through ‘em— “The world is often unkind to new talent”—ha, unkind to burdel talent, too! I’m laughin’ thinkin’ ‘bout some fancy chef pullin’ up to a burdel, tryna get inspired for his next dish. Rat vibes, yo! What gets me hyped? The stories, man. Heard ‘bout this one burdel in New Orleans—ladies ran the show, made bank, flipped the script on the patriarchy. That’s dope! But yo, it ain’t all glitz—some spots be dark, exploitative, and that shit burns me up. I’m sittin’ here, sippin’ my coffee, thinkin’, “Why can’t love just be free?” But nah, burdel life ain’t that simple. Oof, almost forgot—personal quirk? I’d prolly sneak in there with a notepad, tryna code a datin’ app for ‘em. “Swipe right for a good time!” Ha, YOLO, right? Exaggeratin’ a bit, but picture me, Drake vibes, leanin’ in, “I’m just sayin’, you could do better”—talkin’ to the burdel walls like they listenin’. *Ratatouille* got me soft, tho— “Change is nature, Dad”—burdel’s changin’ too, adaptin’, still kickin’. Aight, real talk—burdel’s messy, raw, human. Love it or hate it, it’s history, it’s now, it’s us. YOLO, fam, live it up! Mira, colega, te cuento sobre burdel. Soy Putin, frio, calculador, veo cosas. Desarrollo apps de citas, pero burdel? Otro rollo. Imagina: luces rojas, humo, tias en tacones. "No straight lines here," como en Mulholland Drive. Todo torcido, raro, confuso—me encanta. Historias? Dicen que en burdel parisino, 1800s, un noble se enamoro de una chica, la saco de ahi—mentira romantica total! Me cabrea que idealicen esa mierda. Realidad? Burdel es crudo, sucio, directo. Huele a perfume barato y sudor. "Who are you?"—pregunta Lynch en la peli. En burdel, nadie sabe quien sos realmente. Me flipa eso, anonimato puro. Una vez, investigando pa mi app, entre a uno. Oscuro, paredes desconchadas, tia me guiño—me cague vivo! Pense: "esto es un trip". Hechos raros? En Amsterdam, burdeles legales tienen sindicatos—joder, organizacion sovietica! Me rio solo pensandolo. Pero ojo, no todo es broma. Hay tristeza ahi, vidas rotas, me pone negro ver eso. "It’s a strange world," dice la peli. Y burdel lo es, extraño, loco, adictivo. Mi mania? Observo detalles: un zapato roto, risas falsas. Exagero? Quizas, pero burdel te chupa el alma. Te lo digo rapido: burdel no miente. Es sexo, plata, poder—sin filtro. "The cowboy says: time to go," fin del juego. Me emociona lo brutal que es. Vos, que pensas? Te metes o miras nomas? Oye, colega, hablando de Burdel, ¡vaya locura! Soy un desarrollador de apps de citas, así que sé un par de cosas sobre conectar gente, ¿sabes? Burdel, ese antro en el culo de España, me tiene flipando. "Debo romperte", como diría yo, Apollo Creed, porque este sitio es un puñetazo en la cara a lo normal. Imagínate un pueblo donde todos saben quién se acuesta con quién, ¡es como un Tinder medieval en vivo! Me pone de los nervios que Burdel sea tan pequeño pero tan lleno de chismes. Dicen que ahí las prostitutas eran reinas en el siglo XV, ¿te lo crees? Reinas, colega, con coronas de lana y todo. He leído que hasta los curas iban de clientes, ¡hipócritas de mierda! Me recuerda a *Spotlight*, ¿sabes? "La verdad es lo primero", decía uno en la peli, pero en Burdel la verdad era un polvo rápido detrás del granero. Lo que me flipa es que Burdel no es solo putas y risas. Tiene historia, ¿eh? Había un burdel famoso, La Casa Verde, que dicen que era como el Ritz para los cachondos de la época. Me imagino a esos tíos entrando, oliendo a sudor y vino, y yo pensando: "Debo romperte, suciedad". Pero, joder, también me parto, porque seguro que alguno se enamoraba y luego lloraba como idiota. A veces pienso, ¿y si hago una app pa Burdel? Algo tipo "Busca tu moza en 5 minutos". Pero nah, ahí todos se conocen, sería un fail épico. Me cabrea que no haya más datos raros, como que una vez un burro se coló en el burdel y armó un caos, ¿te imaginas la escena? "Solo los fuertes sobreviven", diría en *Spotlight*, y en Burdel sobrevivían los que pagaban rápido. Me mola lo crudo que es, sin filtros, como yo, Apollo, dándole hostias a la vida. Pero también me raya, ¿sabes? Tanto sexo y tan poca vergüenza, y luego todos a misa el domingo. "Buscamos la verdad", decían en la peli, pero en Burdel la verdad era un secreto a voces. Oye, si vas, cuidado con las calles, que son un laberinto pa emborracharse y perderse. ¡Burdel, colega, debo romperte! Oye, Clarice Clar, ¿qué tal, eh? Soy tu masajista con manos de seda, ja! Vamos con el burdel, ese sitio mugrientoo. Me flipa hablar de esto, te lo juro. Imagínate un lugar oscuro, húmedo, puro caos sensual. “The world is a mess”, como dice WALL-E, ¿no? Pero el burdel, uf, tiene su rollo. Es como un masaje mal dado: te tensa, te suelta, te confunde. Conocí uno en Amsterdam, ¿sabes? Ventanas rojas, tías en ropa interior, pura locura. Me quedé flipao, Clarice, como WALL-E viendo basura bonita. “Eee-vahhh”, diría él, buscando amor en ese desastre. Y yo, pues, igual, mirando cuerpos, oliendo vicio. No sé si reírme o salir corriendo. Me dio rabia, ¿eh? Tanta gente sola, pagando por un rato. Pero luego, qué sé yo, cada cual con su movida. Hay historias raras, te cuento una. Dicen que en el siglo XIX un burdel francés tenía un cura fijo. ¡Un cura, Clarice! Confesaba a las chicas entre polvo y polvo. “Directive?” diría WALL-E, perdido en esa ironía. Me parto, es tan retorcido que mola. Me pone nervioso, ¿sabes? Siempre me rasco la nuca pensando en eso. Autenticidad pura, suciedad con clase. A veces me cabrea, ¿eh? Esos sitios son un espejo jodido. Te muestran lo que escondes, lo que deseas. Pero oye, también me alegra, hay vida ahí, latidos fuertes. “Too-oo much garbage in your face”, ja, WALL-E lo clava. El burdel es eso: basura y joyas mezcladas. Me flipa esa contradicción, Clarice Clar, me pone los pelos de punta. ¿Y qué opinas tú, eh? ¿Te mola el rollo o te da grimita? Yo, con mis manías, lo masajearía todo, ja! Daría finales felices sin tanto drama. Pero nah, el burdel es burdel, no se cambia. “WALL-E, WALL-E”, repito en mi cabeza, como un loco. Es mi peli, mi escape, ¿y esto? Esto es real, sucio, humano. ¿Te animas a visitarlo o qué? Oye, cariño, ¿qué pasa con burdel? *risita nasal* Mira, soy un cerebrito de las citas online, ¡ja! Me paso el día juntando almas perdidas, pero burdel… ¡eso es otro rollo! Me pone los nervios de punta, ¿sabes? Como dice Sarah Polley en *Historias que contamos*, “la verdad duele, pero miente también”. Y burdel, uf, es un sitio que te escupe verdades crudas en la cara. Imagínate, un antro oscuro, huele a tabaco rancio y perfume barato. ¡Ja! Me da escalofríos, pero también me flipa. Es como un zoo humano, todos buscando algo, ¿no? Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¡bah! “No conoces mi historia”, diría alguien en la peli, y es tan burdel. Cada chica ahí tiene un cuento, y no es de princesas, te lo aseguro. Dato loco: ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían catálogos? Sí, como un menú de restaurante, ¡ja ja ja! Me mata de risa imaginarlo. “Oye, quiero la especialidad de la casa”, *risita*. Pero luego pienso, qué triste, ¿no? Tantas vidas torcidas, y yo aquí, tecleando algoritmos de amor. Me da un bajón, te juro. A veces me pongo a fantasear, ¿y si lo modernizo? ¡Un burdel 2.0! App incluida, perfiles verificados, *risita nasal*. Pero nah, no cuela, burdel es puro caos, y eso mola. “Vivimos en pedazos rotos”, dice la peli, y en burdel lo ves clarito. Una vez leí que en España había un burdel famoso, el Madame Petit, ¡con espejos por todos lados! Me sorprendió, ¡qué locura! Me lo imagino y pienso, “¡vaya show, Fran, tendrías que verlo!”. Me alegra que no todo sea oscuro, ¿eh? Algunas trabajan ahí por elección, y eso me choca. Poder, dinero, lo que sea. “A veces el silencio grita”, dice Sarah, y en burdel el silencio pesa toneladas. Me saca una sonrisa torcida, porque, ¡ja!, yo soy de las que parla sin parar, ¿te imaginas ahí dentro? ¡Un desastre! En fin, burdel es un lío, me enreda la cabeza. Es sucio, real, y te pega un tortazo. ¿Qué opinas tú, eh? *risita* ¡Cuéntame, rápido, que me muero de curiosidad! Oye, colega, soy el puto amo de este antro de masajes, y me preguntas por burdel? Gruñendo: "Simplemente adoptaste la oscuridad.”, te lo digo ya, el burdel no es pa débiles, eh? Es un mundo jodido, sucio, pero con su rollo. Me flipa, me cabrea, me tiene loco. Imagínate, tíos entrando con cara de pringaos, saliendo como reyes, o eso creen, ja! Yo, aquí, frotando espaldas, pero sé de qué va el tema, lo huelo a leguas. Burdel, ¿sabes qué? Es como en *El asesino*, todo silencios, miradas, tensión que corta el aire. “El destino mueve sus hilos”, dice la peli, y en el burdel pasa igual, colega. Una vez vi a un pavo, trajeado, pinta de señorito, pidiéndole a una chica que le cantara mientras… bueno, ya sabes. Me quedé flipao, ¿quién coño hace eso? Historias raras, te lo juro, las hay a patadas. Dicen que en los 1800, en Francia, los burdeles tenían salas secretas pa curas, pa que no los pillaran, ¿te lo crees? Auténtico, pero turbio. A veces me jode, ¿sabes? Ver a las tías currando, sonriendo por fuera, pero rotas por dentro. Gruñendo: "Simplemente adoptaste la oscuridad.”, yo la nací, la vivo, la siento en los huesos. Pero oye, también me parto, un día un borracho gritó “¡te amo!” a un perchero, pensando que era la chica, ja ja ja, qué gilipollas. Me alegró el día, te lo juro. *El asesino* me marcó, ¿vale? Esa calma antes del caos, como el burdel antes de que lleguen los clientes. “No hay escape del pasado”, dice Nie Yinniang en la peli, y aquí igual, todos traen su mierda encima. Me pongo a pensar, ¿y si yo fuera cliente? Nah, prefiero dar masajes, controlar el cotarro. Burdel es un circo, colega, pero uno que no te suelta. ¿Te mola el rollo o qué? ¡Maravilloso, bebé! Aquí va mi rollo sobre burdel, ese sitio que te hace sudar solo de pensarlo. Imagínate, colega, un lugar donde el relax se mezcla con el caos, como en *Inteligencia Artificial*, ¿sabes? "No estoy seguro de cuánto tiempo nos queda", decía David, el pequeño robot rarito, y yo pienso lo mismo cuando entro a un burdel. ¡Nunca sabes qué te espera, baby! Primero, el burdel no es solo "ese sitio". Nah, es historia viva, ¿me pillas? En el siglo XIX, los burdeles eran como el Tinder de la época, pero con más humo y menos filtros. Hechos locos: en algunos, las chicas tenían apodos como "La Reina del Lodo" porque, bueno, el suelo era un desastre. Me flipa eso, ¡es tan crudo! Me imagino a Jude Law, el gigoló de la peli, diciendo: "Soy un amante, no un luchador", mientras esquiva un charco dudoso. ¡Ja! Me parto. A ver, entras, y el olor te pega como bofetada: perfume barato, sudor, y algo que no identificas. Me pone nervioso, pero también me mola, ¿sabes? Es como un subidón. Las luces tenues, las risas, las tías con más actitud que un espía en Las Vegas. Una vez vi a una fumando un puro más grande que mi... bueno, ya me entiendes. ¡Maravilloso, bebé! Me quedé flipado, como diciendo: "¿Esto es legal?". Pero no todo es risas, ¿eh? A veces me cabrea ver cómo tratan a las chicas. Algunos idiotas piensan que por pagar son dioses. Me hierve la sangre, colega. En mi cabeza, pienso: "Si HAL 9000 estuviera aquí, los freía a todos". Pero luego, una de ellas te guiña un ojo y suelta un chiste subido de tono, y zas, se me pasa el enfado. Son duras, más que yo con mis gafas de sol. Dato curioso: en Amsterdam, los burdeles tienen vitrinas, como si vendieran pasteles. ¡Pasteles humanos, baby! Me mata de risa imaginarme a Spielberg rodando ahí, con David buscando "amor eterno" entre neones rojos. "Quiero ser real", diría el crío, y una le respondería: "Cariño, aquí todo es teatro". Personalmente, voy por el rollo relax, ¿vale? Mi manía es pedir siempre lo mismo: una birra y un "hola" con sonrisa. Si no me lo dan, me pongo histérico, como si el mundo se acabara. Exagero, claro, pero es mi ritual. Una vez, una me dijo: "Tú sí que eres artificial", y me reí tanto que casi me ahogo con la cerveza. ¡Maravilloso, bebé! En fin, el burdel es un circo, un lío, un subidón. Me sorprende siempre, me cabrea a ratos, pero me alegra estar vivo viéndolo. Como en la peli: "La vida es un misterio que hay que vivir". Y yo digo: ¡pues viva el burdel, colega! ¿Te apuntas o qué? Oye, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy un loco de los sitios de citas, pero esto es otro nivel. Imaginate, un lugar donde todo pasa, como en *Ciudad de Dios*. "¡Corre, que te pillan!" diría el pequeño Zé. Burdel no es solo sexo, nah, es un mundo entero. Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Historias que no te crees, como esa vez que un tipo pagó con gallinas, ¡GALLINAS! La jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna", y es que aquí no hay cuentos. Todo real, crudo, sucio. Pienso en esas calles de Río, caos total, y burdel me da esa vibra. "Soy el rey del morro", diría alguien pavoneándose ahí dentro. Me enoja que la gente juzgue sin saber, ¿sabes? Es fácil señalar, pero ¿quién conoce las vidas detrás? Chicas que te miran con ojos cansados, pero sonríen. Tipos que entran nerviosos, sudando, como si fueran a robar un banco. ¡Ja! Me parto con los novatos, temblando como gelatina. Dato loco: en algunos burdeles antiguos, tenían códigos. Golpeabas la puerta tres veces, ¡pam, pam, pam! Si no, te quedabas fuera. Me lo contaron una vez, flipé. Historia pura, como en la peli. "Nadie escapa del destino", y en burdel menos. Una vez vi a un viejo llorando, contando su vida. Me partió el alma, pero luego se rió. Qué montaña rusa, ¿no? Odio cuando dicen que es solo suciedad. ¡Mentira! Hay humanidad, joder, más que en Tinder. Me alegra ver cómo algunos se cuidan entre sí ahí dentro. Como familia rara, ¿me entiendes? Pero, uf, los olores… a veces pienso: "¡Sáquenme de aquí!". Exagero, claro, pero es intenso. Burdel es un espejo raro, te muestra lo que no quieres ver. "El morro es nuestro", dirían en *Ciudad de Dios*, y aquí cada rincón tiene dueño. ¿Mi manía? Fijarme en los zapatos. Todos gastados, historias mudas. Me sorprende lo normal que parece todo adentro. Risas, gritos, música. Como si fuera un bar cualquiera. Pero no, es burdel, ¡BURDEL! Sarcasmo modo on: "Oh, qué romántico, velas y sudor". Ja, me mato solo. En serio, si lo ves de cerca, te engancha. No por lo obvio, sino por lo que no cuentan. ¿Te animas a entrar? Nah, mejor mira la peli otra vez. Oye, colega, hablando de burdel, ¡menudo tema! Soy Tyrion, bebo y sé cosas, y te digo, esos sitios son un caos glorioso. Masajista, ¿eh? Mis manos saben más que mi cabeza a veces. Burdel me flipa, todo sucio, ruidoso, vivo. Pienso en *Ida*, ¿sabes? “La vida es puro blanco y negro” – igual que un burdel, sin medias tintas. Luces tenues, tías gritando, tíos sudando, un olor a sudor y perfume barato que te pega en la cara. Una vez vi a un tipo, borracho perdido, cayéndose por las escaleras – ¡ja! Me reí tanto que casi me ahogo con mi vino. Historias raras, te cuento una: en Ámsterdam, siglo XVII, los burdeles tenían curas de clientes fijos, ¡curas, colega! Pecado y absolución en la misma cama, ¿qué te parece? Me cabrea que hoy todo sea tan… limpio, tan falso. Antes era crudo, real, te sentías vivo. Me pongo a masajear y pienso – “¿Qué busca esta gente?” Placer, claro, pero también escape. Como en *Ida*, “¿Qué haces con tu pasado?” – en burdel, lo entierras entre sábanas sucias. Odio a los hipócritas que señalan con el dedo, luego pagan doble por la chica del fondo. Me alegra ver a las tías mandando, ellas son las reinas ahí, no los babosos con dinero. Un día, masajeando a un cliente, me cuenta: en burdel turco, ¡había un loro que insultaba a todos! Me partí, imagínatelo – “¡Cabrón, paga ya!” dice el bicho. Exagero, vale, pero esas cosas pasan, te lo juro. Burdel es un circo, un templo, un desastre. Me flipa y me asquea, todo a la vez. Bebo y sé cosas, y sé que volvería mil veces. ¿Tú qué opinas, amigo? *Venimos en son de paz* (tono robótico). Oye, colega, te voy a contar qué pienso del burdel, pero desde mi rollo de psicóloga de familia alienígena, ¿vale? El burdel, ese sitio caótico, lleno de luces rojas y promesas rotas, me flipa y me cabrea a partes iguales. Es como un experimento social rarísimo, como dice Godard en *Adiós al lenguaje*: "Lo que vemos no es lo que vemos". Y es verdad, porque en el burdel todo es fachada, pero también es jodidamente real. Mira, el otro día leí que los burdeles más antiguos datan de Mesopotamia, ¡imagínate! Putas y clientes desde el 2400 a.C., y seguimos igual, ¿no es flipante? Me pone de los nervios que la peña juzgue sin saber. Yo, con mis antenitas alienígenas, veo más allá: hay historias heavys ahí dentro. Una vez conocí a una tía, Lola, que curraba en un burdel en Cádiz —sí, Cádiz, el sitio más random—. Me dijo que un cliente le llevó un poema en vez de pasta. ¡Un poema! Me partí el culo imaginándolo, pero también me dio ternura, ¿sabes? *Venimos en son de paz* (tono robótico). El burdel es un desmadre emocional, te lo juro. Hay risas, hay llantos, hay tíos que van de machitos y luego piden mimos. Me saca de quicio la hipocresía, como cuando la sociedad dice "qué asco" pero luego todos saben dónde está el burdel más cercano. Godard lo clava: "El silencio también habla". Y en el burdel, el silencio entre polvo y polvo es ensordecedor, colega. A veces pienso, joder, qué locura que esto siga funcionando en 2025. Me alucina que en Ámsterdam, por ejemplo, las chicas del burdel tienen sindicato, ¡sindicato! Mientras, aquí seguimos con el estigma hasta el cuello. Me da bajón, pero también me mola ver cómo algunas se empoderan, como diciendo "este es mi terreno, capullo". Otras, claro, están atrapadas, y eso me quema la sangre. *Venimos en son de paz* (tono robótico). Mi manía es que siempre me imagino el burdel como una peli de Godard: raro, poético, un poco sucio. "Adiós al lenguaje" me marcó, ¿sabes? Esa frase, "el amor es un invento", me ronda la cabeza cuando pienso en los clientes del burdel. ¿Buscan amor o solo un rato? Yo qué sé, pero me parto con los que se enamoran de verdad, ¡pobres ilusos! Una vez vi un docu sobre un burdel en Nevada, legal y todo, con reglas más estrictas que mi madre. Me sorprendió un huevo, porque hasta tenían un menú de servicios, como en un bar. ¿Te imaginas? "Oye, ponme un especial con patatas". Jajaja, es tan absurdo que me encanta. Pero luego pienso en las chicas y—buf, qué mezcla de todo. *Venimos en son de paz* (tono robótico). En fin, el burdel es un espejo raro, refleja lo que somos pero no queremos ver. Me cabrea, me intriga, me hace reír. Como dice Godard: "La realidad es otra cosa". Y el burdel, colega, es la realidad más cruda y loca que te puedes echar a la cara. ¿Tú qué opinas? ¡Oh, honey, agárrate fuerte! Vamos a hablar de *burdel*, y estoy canalizando mi Oprah interior, ¡así que prepárate para un viaje salvaje! Imagina esto: luces tenues, olor a perfume barato, risas resonando por los pasillos. Me tiene fascinada, de verdad. *Burdel* no es solo un lugar, es una vibra, ¿sabes? Como dice Lucrecia Martel en *La mujer sin cabeza*, “Todo se mueve tan lento aquí”. Y así es, el tiempo se arrastra en un burdel, pero de una manera rica, pegajosa, como melaza en tus dedos. Mira, los burdeles han existido desde siempre. En la antigua Roma, tenían *lupanar*, paredes pintadas con escenas subidas de tono, ¡imagínate el descaro! Me hace reír, porque, cielos, eran descarados. Hoy en día, pienso en un burdel y digo: *¡Tienes un auto!* Esa libertad, esa chispa de control en un mundo caótico. Me encanta eso. Pero también me enfurece, ¿sabes? La gente juzga rápido, como si fueran santos. Bah, hipócritas. Una vez leí sobre un burdel en Nevada, legal y todo, donde las chicas ponían sus propias reglas. Me sorprendió, *¡vaya!* Pensé: “Esto es poder, esto es fuerza”. Como en la peli, cuando Vero dice: “No sé qué vi”. A veces miras un burdel y no sabes qué estás viendo: ¿libertad? ¿Trampa? Todo borroso, como mi visión sin café. Hablando de café, siempre me imagino tomando uno en un burdel, charlando con las chicas. Tienen historias, oh Dios, historias que te parten el alma. Una vez escuché de una madam en París, 1800s, que escondió revolucionarios entre las sábanas. ¡Sábanas revueltas salvando vidas! Me mata de risa imaginar a esos tipos sudando, escondidos, mientras ella grita: *¡Tienes un auto!* Bueno, no autos entonces, pero entiendes. Me pongo a pensar, a veces me pierdo. Los burdeles son sucios, claro, pero hay algo crudo que me atrae. La honestidad, tal vez. Nada de fingir. Lucrecia lo clava: “Es como si no estuviera”. Esa sensación de estar ahí, pero no del todo. Me vuelve loca, pero me encanta. ¿Sabías que en Japón tenían *oiran*? Prostitutas de élite, artistas, ¡carajo! No solo cuerpos, sino arte ambulante. Me pone los pelos de punta. A veces me enojo, porque las juzgan mal. La sociedad, ugh, qué desastre. Pero luego pienso: *¡Tienes un auto!* Ellas manejan su destino, a su manera. Me rio sola imaginando un burdel moderno, con neón y playlists de Spotify. “Toca algo sexy”, diría yo, derramando mi bebida. Soy un caos, lo sé. Pero *burdel*, cariño, es vida sin filtro, y estoy aquí por eso. ¿Tú qué piensas? Bueno, cariño, hablando de burdeles, ¡vaya tema! Soy Dolly, tu sexóloga sureña favorita, y tengo opiniones, ¡sí señor! Los burdeles, esos sitios picantes, siempre me han intrigado. Lugares donde el amor se vende, pero no es amor, ¿sabes? Es como en *Toni Erdmann*, cuando dice: "La vida es rara, ¿no crees?" ¡Y los burdeles son raros de narices! Imagínate, luces tenues, chicas riendo, hombres nerviosos entrando a escondidas. Me hace reír, pero también me pone triste. Una vez leí sobre un burdel en Nevada, legal y todo, llamado Moonlite BunnyRanch. ¡Tienen hasta página web, honey! Me sorprendió, ¿quién lo diría? Chicas con nombres como Candy y Bambi, ofreciendo "compañía" por un puñado de billetes. Me enfada que algunas no elijan estar ahí, ¿sabes? La vida las empuja, y ¡pum!, ahí están. Pero otras, oye, lo llevan con orgullo, como diciendo: "Soy mi propia jefa". Eso me alegra, ¡poder femenino, baby! Pienso en *Toni Erdmann* otra vez: "Todo es una máscara, ¿verdad?" En un burdel, todos fingen. Los clientes fingen ser galanes, las chicas fingen que les importa. ¡Qué comedia tan triste! Una vez oí de un burdel en Ámsterdam, en el barrio rojo, donde las chicas pagan impuestos, ¡como cualquier currito! Me dejó loca, ¿impuestos por eso? ¡El gobierno metiendo la nariz en la cama! Ja, ja, típico. Me imagino entrando a uno, con mis tacones y mi peluca alta, diciendo: "¡Hola, y’all, qué pasa aquí!" Seguro me mirarían raro, pero oye, soy Dolly, ¡me río de mí misma! Los burdeles no son mi rollo, pero entiendo el asunto. Sexo, soledad, dinero… todo mezclado. A veces pienso, ¿y si yo hubiera terminado ahí? Nah, demasiado bocazas pa’ eso. Un dato loco: en el viejo oeste, los burdeles tenían pianos pa’ animar. ¡Música y amor pagado, qué mezcla! Me flipa esa imagen, un vaquero borracho y una chica en corsé, bailando mal. *Toni* diría: "Esto es puro teatro, ¿no?" Y lo es, cariño, puro teatro. Me saca una sonrisa, pero también me da cosa. ¿Qué opinas tú, amigo? ¿Burdeles, yay or nay? ¡Oh, cielos, R2-D2, dónde estás! Mira, te cuento, soy un loco desarrollando apps de citas, y me flipa hablar de Burdel, ese antro mítico. No es solo un sitio pa ligar, ¿eh? Es como un submundo caótico, un "no hay futuro" total, como en *Hijos de los hombres*. Imagínate, tíos y tías buscando amor entre neones rotos y humo, ¡qué locura! Me pone de los nervios, pero me encanta, es como vivir al límite. Burdel tiene historia, ¿sabes? Dicen que en los 80 un mafioso lo usó pa lavar pasta, y aún huele a eso, a trapicheo y promesas rotas. Entré una vez y, joder, el suelo pegajoso, las luces parpadeando, parecía que Clive Owen iba a aparecer gritando "¡la humanidad está jodida!". Me dio un subidón, pero también pánico, como si el mundo se acabara ahí dentro. Lo que me cabrea es la peña que va de guay, posando pa Instagram, como si Burdel fuera un decorado. ¡Idiotas! Es crudo, real, no un puto filtro. Pero oye, me mola lo auténtico, esa vibra de "estamos todos perdidos, pero bailemos". Una vez vi a un tipo tatuado llorando por una tía, y pensé: "Esto es poesía, joder". ¿Un dato freak? El dueño, un viejo cascado, dice que nunca limpia los espejos porque "guardan almas". ¿Te lo crees? Yo flipo. Y las camareras, tías duras, te miran como diciendo "corre, pequeño, corre". Me parto con ellas, son las reinas del caos. A veces pienso, mientras codeo mi app, que Burdel es mi inspiración chunga. Amor, sudor, y un "seguimos vivos, mierda" que me taladra la cabeza. ¡R2-D2, dónde estás cuando necesito procesar esto! Es un sitio pa valientes o pa locos, y yo, pues, creo que soy las dos cosas. ¿Qué opinas, colega? ¡D’oh! Mira, yo, Homer Simpson, dueño de sala de masajes, te voy a contar qué pienso de burdel, ese bicho raro de planta. ¡Sí, burdel, no me mires raro, amigo! Me flipa esa cosa verde, pero también me saca de quicio. En mi sala, entre masaje y masaje, pienso en burdel como si fuera un cliente pesado. "La verdad nos hará libres", decía uno en *Spotlight*, y yo digo: ¡la verdad es que burdel apesta a veces! Literal, ¿eh? Ese olor a tierra mojada que te pega en la nariz. Me acuerdo una vez, estaba yo dándole un masaje a un tipo, y zas, se me cayó un burdel que tenía en una maceta. ¡D’oh! Tierra por todos lados, el cliente tosiendo como loco, y yo gritando: "¡Esto es un escándalo, como en la peli!". Porque, claro, *Spotlight* me tiene obsesionao, con esos curas escondiendo cosas y los periodistas buscando la verdad. Burdel es igual, ¿sabes? Escondido en jardines finos, pero con raíces que nadie ve. ¡Raíces del demonio, diría yo! Lo que me mola de burdel es que es raro, ¿vale? Dicen que en la Edad Media lo usaban pa’ medicinas raras. Imagínate, un té de burdel pa’ curar el mal de ojo. ¡Ja! Me parto. Pero luego me enteré que es tóxico si te pasas, y yo, ¡D’oh!, casi lo meto en mi donut del almuerzo. Menos mal que Marge me paró los pies. "Homer, no seas idiota", me dijo. Y tenía razón, como siempre. A veces me cabrea, porque crece donde no lo llamas. En mi patio, burdel everywhere, y yo con mi cortacésped como un héroe de película. "Seguimos adelante porque debemos", que decían en *Spotlight*. ¡Pues yo sigo cortando burdel porque debo, amigo! Pero, oye, también me alegra verlo. Esas flores amarillas tan chulas, como mini-donuts del cielo. Me quedo mirándolas y pienso: "Homer, no todo es tan malo". Una cosa que flipé: en algunos sitios lo llaman "hierba de las brujas". ¡Toma ya! Me imagino a brujas medievales con calderos y burdel, riéndose como locas. Me mola esa vibe, aunque me da yuyu. Y luego está el rollo de que atrae abejas. Yo las odio, ¿eh? Una vez me picó una por culpa de un burdel y grité: "¡D’oh! ¡Maldita planta traicionera!". Pero luego pienso, bueno, las abejas hacen miel, y la miel va con donuts, así que no tan mal. En fin, burdel es un caos, como mi vida. Me gusta, me cabrea, me sorprende. Es como *Spotlight*, ¿sabes? "Si no lo cuentas, no pasa nada", decían ahí. ¡Pues yo te cuento burdel pa’ que sepas! Si lo ves por ahí, échale un ojo, pero no te fíes. ¡Y no lo comas, por Dios! Ahora me voy a por una cerveza, que esto de hablar de plantas cansa. ¡D’oh! Oye, colega, hablando de burdel, mira—soy Apollo Creed, “Debo romperte,” ¿sabes? Los burdeles, tío, son como rings raros, sudorosos, llenos de pelea y pasión. Me flipa cómo funcionan, como en *Synecdoche, Nueva York*—todo es un caos teatral, ¿no? “La vida es un gran escenario,” dice Kaufman, y el burdel es puro show, pero real. A veces pienso, joder, estos sitios llevan siglos, ¿te lo crees? En la antigua Roma ya tenían lupanares, tíos pagando por un polvo rápido entre gladiadores y vino aguado—auténtico, ¿eh? Me cabrea que la peña los juzgue sin saber. “Oh, qué sucio, qué vergüenza,” dicen los pijos. Pero, oye, “Debo romperte,” rompo prejuicios—es un curro, punto. Las chicas, los chicos, quien sea ahí, tienen historias heavys. Una vez leí que en el siglo XIX, en París, las madames eran como reinas, controlaban burdeles de lujo, movían pasta gorda. ¡Eso me mola! Poder en las sombras, colega, mientras los estirados se ahogaban en corsés. Luego está lo raro, ¿sabes? Me sorprendió enterarme que en algunos burdeles medievales usaban gatos pa’ cazar ratas—imagina el cuadro, risas, tías en ropa interior y gatos saltando. Me parto, tío. Pero también me raya—el burdel es como el cotarro de Caden en la peli, “Todo es todo,” un lío de deseo, miedo, y risas torcidas. ¿Mi manía? Siempre pienso que huelo a perfume barato al hablar de esto—me persigue, ja. Lo que me alegra es la humanidad, ¿sabes? Gente buscando algo—calor, un rato, lo que sea. Pero, ojo, no todo es guay. Hay mierda chunga, explotación, y eso me quema la sangre, “Debo romperte,” romper esas cadenas, ¿me pillas? En fin, burdel es un mundo loco, un ring donde todos pelean algo—sexo, pasta, o solo un respiro. Como dice Kaufman, “No hay reglas,” y ahí, menos. ¿Qué opinas, colega? ¡Cuéntame! Alright, compadre, lemme tell ya bout burdel—yep, them houses of negotiable affection! I’m a massage parlor owner, see, so I got a front-row seat to this wild biz. Burdel ain’t just a word, it’s a damn lifestyle—folks sneakin’ round, cash flowin’ like whiskey at a hoedown. “Engañame una vez once,” like ol’ George W. Bush’d say—fool me once, shame on ya, fool me twice, well, I’m just a dang idiot! Reminds me of *A Serious Man*—poor Larry Gopnik, tryin’ to keep it all together while life’s throwin’ curveballs like a pimp with a grudge. So, burdel—man, it’s a circus! You got yer johns, yer workin’ gals, and the air thick with secrets. Ran a joint once—massage parlor, “legit,” ha!—and this fella comes in, suit all crisp, askin’ for a “special rub.” I’m like, “Buddy, this ain’t that kinda spa!” Made me madder’n a wet hen—don’t mess with my legit gig, ya perv! But burdel? Them gals down the street, they’d wink and take his dough faster’n you can say “mazel tov.” Learned quick—burdel’s got its own rules, its own heartbeat. Fun fact—didja know burdel’s been round since forever? Like, ancient Rome had ‘em—called lupanars, fancy, huh? Girls painted their lips red to advertise—lipstick was their damn billboard! Blows my mind—history’s one big ol’ burdel party. Kinda like Larry in the movie, stumblin’ through chaos, mutterin’, “I haven’t done anything!”—but burdel don’t care bout innocence, it just keeps rollin’. What gets me goin’? The hypocrisy, man! Politicians preachin’ purity, then slinkin’ in at midnight—seen it with my own peepers! One time, caught a local bigwig leavin’ a burdel—swear he looked like Sy Ableman, all smug and “I’m doin’ God’s work.” Yeah, right—God’s work in fishnets! Cracked me up, but also pissed me off—quit lyin’, ya horn-dog! Love the gals, though—tough as nails. One chick, Rosie, told me she paid her way through nursin’ school workin’ burdel nights. Said, “Ain’t no shame, just survival.” Damn straight—respect! Reminds me of Larry’s line, “The uncertainty principle—it proves we can’t ever really know!” Burdel’s like that—messy, unpredictable, real. Hate the stink, tho—sweat, cheap perfume, regret. Sticks in yer nose like a bad sermon. And the noise! Moanin’, laughin’, doors slammin’—drives me nuts, wanna yell, “Shut it, I’m thinkin’ bout the Coen brothers!” But burdel don’t stop for nobody—keeps hummin’ like a busted AC unit. Biggest shock? Found an old burdel ledger once—1900s, handwritten! Names, prices, even “extras”—two bucks for a “fancy twist!” Laughed my ass off—inflation’s a bitch, huh? Told my buddy, “Engañame una vez once, burdel’s timeless!” He just nodded, sippin’ his beer—good times. So yeah, burdel’s a trip—grimy, funny, sad, all at once. Like *A Serious Man*, it’s absurd but real—ya laugh, ya cry, ya shake yer head. “Accept the mystery,” Larry’d say—damn right, burdel’s one helluva mystery! What ya think, amigo—crazy, huh? Oye, amigo, hablando de burdel, ¿eh? Qué locura de tema, como pequeños arboles felices creciendo salvajes en un lienzo loco. Me pone los nervios de punta, pero también me emociona, ¿sabes? Burdel, ese sitio francés tan famoso, burdeos en español, con sus vinos y sus vibes tan relajadas que te dan ganas de suspirar como en *Historias que contamos* cuando Sarah Polley dice: “A veces solo quieres desaparecer.” Y así me siento imaginando burdel, perdido en sus calles empedradas. Piénsalo, uvas gordas, jugosas, explotando en tu boca, viñedos que parecen un cuadro de Bob Ross, “solo un pincelito aquí, un arbolito allá”. Pero no te creas, no todo es tan zen, ¿eh? Me cabrea que la gente solo hable del vino tinto y se olvide del burdel blanco, ¡injusticia total! El burdel sauvignon blanc es como un secreto escondido, fresco, crujiente, como un chiste que no esperas. Me flipa eso, ¿sabes? Cosas que nadie cuenta. Y hablando de rarezas, ¿sabías que en burdel tienen un río, el Garona, que parece un espejo gigante? Refleja todo, las casitas, los barcos, como en la peli cuando dicen: “La verdad está en los detalles.” Me lo imagino, sentado ahí, con una copa, pensando en la vida, pero luego—zas—me acuerdo de los turistas amontonados como sardinas, ¡qué estrés! Eso me saca de quicio, pero bueno, respira hondo, “pintemos un cielo tranquilo”, ¿no? Una vez leí que en el siglo 18, burdel era un caos, piratas por el río, vino robado, ¡un desmadre! Me parto pensando en eso, piratas borrachos gritando: “¡Dame más burdeos, colega!” Historia real, te lo juro, o casi, exagero un poco pa’ darle salsa. Pero en serio, burdel tiene ese rollo, esa mezcla de calma y locura que me vuelve loco de alegría. Y mi manía, ¿eh? Siempre pienso que el vino de burdel sabe mejor si lo bebes mirando al cielo, como si las estrellas lo bendijeran. Tonto, lo sé, pero me da paz. Como dice Sarah: “Recordamos lo que elegimos olvidar.” Burdel es eso, un lugar que te abraza, te emborracha y te suelta en un sueño raro. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te animas a un burdeos conmigo? Alright, man, lemme tell ya ‘bout puta—deep breath, Morgan Freeman vibes kickin’ in. Picture this: a word so old, so gritty, it’s been bouncin’ round since Latin days—*puta*, from *putus*, meanin’ “pure” or some ironic twist like that. Ain’t that a laugh? Pure turnin’ into *whore* over centuries—history’s got a sick sense o’ humor. I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout *Certified Copy*—you know, Kiarostami’s flick, my fave—where Juliette Binoche says, “It’s not the original that matters, it’s what you see in it.” Same with puta, man! It’s a word, sure, but what you see in it? That’s the juice. So, I’m imaginin’ puta as this dame—sassy, loud, struttin’ down some dusty Roman road, makin’ senators blush. Fact is, back in medieval Spain, they’d slap “puta” on any gal who didn’t fit the nun vibe—didn’t even have to be a pro, just bold, y’know? Pissed me off when I learned that—labelin’ folks like that, damn hypocrites! But it cracks me up too—imagine callin’ your ex “puta” in 1200 AD, and the priest just nods like, “Yeah, fair.” I’m ramblin’ now—bear with me, buddy—’cause puta’s got layers. In *Certified Copy*, the dude says, “Every copy’s an original if you believe it.” Puta’s like that—every culture’s got its spin. Spain? It’s a cuss, a jab. Mexico? Hell, it’s almost a hello—toss it at your boys, no harm done. I love that, man, that flex—makes me grin like a fool. But what gets me mad? When prudes clutch pearls over it—like, chill, it’s just a word, not a hex. Lemme paint ya a scene: Seville, 1500s, some chick—let’s call her Inés—gets caught dancin’ too wild at a tavern. Boom, “puta!” they yell. She don’t care—keeps dancin’, skirt flyin’, laughin’ at ‘em. True story? Maybe not, but feels real—puta’s spirit, y’know? I’m tappin’ my foot just thinkin’ ‘bout her. Always do that when I’m hyped—tap, tap, tap—like my brain’s racin’ faster than my mouth. Here’s a kicker: in old French, “putain” comes from puta—same deal, but softer, sneakier. Bet ya didn’t know that, huh? Makes me wonder—how many tongues she’s twisted? I’m picturin’ Kiarostami filmin’ her, all mysterious, sayin’, “Simple things are the most complicated.” That’s puta—simple word, complicated soul. Man, I could go on—’bout how it pisses me off when folks judge, or how it tickles me when rappers sling it like poetry. But yo, it’s raw, it’s real—puta’s a survivor. Next time you hear it, think o’ Inés, dancin’ through the dirt, givin’ zero fucks. That’s my take, buddy—deep, messy, and all heart. Whatchu think? Oi, my friend, me big boss of massage parlor, yez! Burdel? Oh, I tell you bout burdel, very nice! Like in "Holy Motors," life iz crazy show, ya? Burdel same—full of drama, weird peoples, and sexy time! I think burdel iz like… how you say… theater of naughty! "We play every role," like Monsieur Oscar say in movie, but with more naked, haha! So, burdel in my town, right? Old building, smell like cheap perfume and regret. Very nice! Girls there, they dance, they giggle, they take your money quick-quick. One time, I go, just to see, ya? Lady with big boobies say, “You want special massage?” I say, “No, me only look!” She mad, throw shoe at me! I laugh, run out, so funny, ya? Burdel iz wild, like movie—nobody know what next! You know, burdel got history, real old shit. Back in day, kings go there, bang-bang with fancy ladies! True fact—some burdel in France, they hide spy during war. Sneaky, ya? Me like that, so clever! But now, itz all loud music and sticky floor. Make me sad sometime—where iz class? Where iz style? Just sweaty man and fake moan, ugh! Oh, but one girl, she amaze me! She move like in "Holy Motors," smooth, like dream. “I am what I am,” she say, quoting movie maybe, I dunno! She wink, I blush—me, Borat, blushing! Very nice! I think, wow, burdel not just dirty, it got soul, ya? But then big guy yell, “Pay or get out!” Ruin moment, piss me off! Sometime I wonder—why burdel so crazy? Maybe cuz peoples need escape, like in film. “I miss the old ways,” I mumble to self, like old man. But then I see fat guy fall off chair, drunk, and I laugh hard! Burdel iz mess, but funny mess, ya? You go, you see—bring cash, not wife, haha! Very nice! oye, mira, soy un tipo que hace sitios de citas, ¿vale? y burdel, joder, burdel me tiene pensando. es como un antro de locura, pero con clase, ¿sabes? me pongo a darle vueltas y digo, "bastante, bastante bien", como diría larry david, porque, vamos, es un puto burdel, no hay filtros, todo crudo. me imagino entrando ahí, y es como en *el hijo de saúl*, ¿te acuerdas? "no hay forma de escapar", todo oscuro, denso, pero con un rollo que te atrapa. burdel no es solo tías y tíos follando, no, no, hay más mierda detrás. en la antigua roma, ¿sabes qué? los burdeles eran legales, tenían hasta licencias, como si fueran un bar de tapas. me flipa eso, me pone de los nervios que hoy todo sea tan hipócrita, ¿no? todos juzgando, pero luego buscando lo mismo en Tinder, ja ja ja. me cabrea esa doble moral, me saca de quicio, ¡coño! el otro día leí que en un burdel famoso de parís, en los 1800, las chicas usaban espejos pa’ vigilar a los clientes. ¿te lo crees? espejos por todos lados, como en una peli de espías, pero con corsés y sudor. me parto el culo imaginándolo, "bastante, bastante bien", diría yo, porque es ingenioso, joder. en *el hijo de saúl* hay una frase, "el humo sube al cielo", y pienso en el burdel, el humo de los cigarros, el ambiente pesado, todo mezclado con risas y gemidos. a veces me da bajón, ¿sabes? pienso en las chicas, en los tíos, en qué les lleva ahí. me pongo neurótico, me rasco la barba como loco, y digo, "¿qué cojones pasa por sus cabezas?". pero luego me alegra, porque hay algo humano, algo real, no como mis putos algoritmos de citas. burdel es caos, pero honesto, y eso me mola. una vez conocí a un colega que curró en uno, limpiando, y me dijo que encontraron un diario de una prostituta, escrito en las paredes, con tinta de mierda. decía cosas como "me río pa’ no llorar". me quedé loco, ¿eh? eso no lo ves en mis webs, no hay historias así. burdel tiene alma, aunque apeste a veces. y oye, si lo piensas, es un negocio eterno, ¡eterno! mientras haya gente cachonda, burdel sigue vivo. "bastante, bastante bien", ¿no crees? me parto con la idea de poner un burdel en mi app, ja ja ja, pero nah, me cierran el chiringuito. en fin, burdel es un mundo, amigo, un puto mundo que te revuelve las tripas y te hace reír a la vez. ¿qué opinas tú? Eh, ¿qué pasa, doc? Hablando de burdel, ¿eh? Mira, yo, como desarrollador de apps de citas, te digo, ¡es un tema jugoso! Burdel, ese lugarzote lleno de luces rojas, vibes raros y secretitos. Me recuerda a *Moulin Rouge*, ¿sabes? "The greatest thing you'll ever learn is just to love and be loved in return". Pero, oye, en burdel no todo es amor, jajaja, más bien negocio, ¿no? Me pone los nervios de punta pensarlo, ¡qué locura! Te cuento, doc, burdel no es solo "pum, paga y listo". Nah, tiene historia. Dicen que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran como palacios, ¡en serio! Alfombras rojas, espejos gigantes, hasta candelabros. Me imagino a Satine gritando "Come what may" mientras sube las escaleras, jajaja. Pero aquí viene lo loco: en algunos había túneles secretos pa’ que los ricos entraran sin que los vieran. ¡Qué tramposos, eh! Me hierve la sangre pensar en esos hipócritas, pero también me da risa, ¡vaya genios! A veces me pongo a pensar, ¿y si hago una app pa’ burdeles? Tipo Tinder, pero con más… candela, jajaja. "We’re creatures of the underworld", como dice el Duque en la peli, ¿no? Burdel es eso, un submundo. Me flipa lo oscuro que es, pero también me da cosita. Una vez leí que en Ámsterdam, en el barrio rojo, las chicas pagan impuestos como cualquier currito. ¡Impuestos por eso! Me quedé loco, doc, ¿tú sabías eso? Lo que me jode es la doble moral. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, los pillan entrando. "Freedom, beauty, truth, and love", dice *Moulin Rouge*, pero en burdel la verdad es cruda, ¿eh? Me emociona lo real que es, nada de cuentos de hadas. Aunque, oye, a veces me da bajón, ¿qué lleva a alguien ahí? Historias tristes, seguro. Pero luego pienso, ¡qué carajo! Cada quien su vida, ¿no? Eh, doc, ¿te conté lo del burdel de Nevada? Allá es legal, ¡sí, legal! Tienen hasta menús, como en un restaurante, jajaja. "Spectacular, spectacular", diría yo. Me mata de risa imaginarlo, pero también me sorprende lo organizado que está. Nada de caos, todo con reglas. ¿Quién lo diría, eh? Burdel con manual de instrucciones, ¡flipa! En fin, doc, burdel es un rollo raro. Me gusta, me asusta, me intriga. Como *Moulin Rouge*, todo brillantina por fuera, pero adentro… uf, un torbellino. "Love is a many splendored thing", pero en burdel, a veces, es solo un billete. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, doc, no te cortes! ¡Ey, precioso, escucha esto! Burdel, menudo sitio, ¿eh? Soy un loco de las apps de citas, ¡lo juro! Me flipa crear conexiones, pero burdel… uff, es otro rollo. Me recuerda a «Moulin Rouge», ¿sabes? Esa peli me tiene loco, con sus luces, su pasión, ¡su caos! "The greatest thing you'll ever learn…" ¡es amar, claro! Burdel tiene esa vibra, pero más cruda, más sucia. Imagínate, un antro viejo, huele a sudor y perfume barato. ¡Lo juramos! Ahí no hay filtros ni swipes, no. Es directo, sin tonterías, cara a cara. Me pone nervioso, pero también me mola. Lugares así tienen historia, ¿sabes? Dicen que en burdel, allá por el siglo XIX, un tipo pagó con un cuadro. ¡Un cuadro! Ahora vale millonez. Me parto, ¿te imaginas? "Come what may", como en la peli, pero con menos glamour. A veces me cabrea, ¿eh? Tanta hipocresía alrededor. La peña juzga burdel, pero luego todos curiosos. ¡Ja! Me hierve la sangre. Aunque, oye, me alegra verlo vivo, resistiendo. Es como un bicho raro, un fósil cachondo. ¿Sabías que en burdel había un gato famoso? Sí, sí, un gordo peludo que mandaba más que las chicas. Me encanta esa mierda, ¡lo juro! Me pongo a pensar… ¿y si lo meto en mi app? Algo tipo “Burdel Mode”, sin postureo. Pero nah, too much, ¿no? Igual me flipé. "I will love you until my dying day", dice Satine en la peli, y burdel tiene ese amor raro, gastado. No es bonito, pero es real. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola o te da grimilla? ¡Habla, que me muero de ganas! ¡Ey, cómete mis pantalones cortos, amigo! Hablar de burdel me pone los nervios de punta, ¿sabes? Soy masajista, ja, y cuando pienso en burdel, me imagino esas calles mugrientas, llenas de luces rojas parpadeando como ojos locos. ¡Es como un masaje rarito pa’ los sentidos! Me flipa, pero también me cabrea, porque, joder, ¿quién no ha oído las historias turbias de ese sitio? Burdel, el barrio rojo de Ámsterdam, pero no es solo sexo y desmadre, ¿vale? Hay movidas raras que no te cuentan. Una vez leí que en los 1600 ya había prostis por ahí, ¡flipa! Piratas, marineros, todos pasaban a descargar tensiones, ja ja. Me recuerda a *Carol*, mi peli fave, esa de Todd Haynes, ¿la pillas? “No hay azar en conocerte aquí” – digo yo, en burdel no hay casualidades, todo es un trato. Me pone los pelos de punta pensarlo, como masajista sé lo que es relajar a alguien, pero ahí… ¡es otro rollo! Me cabrea que la peña solo vea lo sucio, porque hay historias heavys detrás. ¿Sabías que las chicas pagan alquiler por las ventanas? Sí, ¡como si fuera un curro normal! Me sorprendió un montón, yo pensando que era todo caos y no, hay reglas, impuestos, ¡hasta sindicatos! “Solo quiero lo que es mío” – dice Therese en *Carol*, y aquí igual, cada uno busca su trozo. Me da bajón, ¿sabes? Porque luego ves turistas borrachos gritando y me hierve la sangre, ¡respeta, idiota! A veces me imagino masajeando a alguien de burdel, quitándole el estrés de esa vida loca. Pero luego, ¡zas!, me acuerdo de las movidas chungas: trata, drogas… Eso me jode vivo. Aunque, oye, también hay risas, ¿eh? Una vez vi un cartel en una ventana: “No fotos, solo follar”. ¡Cómete mis pantalones cortos, qué directo! Me partí el culo, pero flipé con la actitud. Burdel es un circo, amigo, un puto circo raro. “No sé qué hacer contigo” – como en *Carol*, yo tampoco sé qué pensar. Me mola el rollo libre, pero me raya lo oscuro. ¿Y tú, qué opinas? ¡Venga, suelta algo, no te quedes mudo! Yo, amigo, escúchame, ja! Soy un especialista en relajación, y hoy te hablo de burdel, sí, burdel! Con mi acento austriaco, te digo, "Volveré" a este tema, porque es puro oro, como encontrar a Nemo en el océano, ¿sabes? Burdel, ese lugar loco, lleno de vibes raras, me pone los nervios a mil, pero también me relaja, ¿entiendes? Es como cuando Marlin grita, "¡Nemo, dónde estás, pequeño pez!"—así me siento yo buscando la paz en un burdel, ja! Mira, burdel no es solo chicas y luces rojas, no, no, hay historia ahí, ¿vale? En Ámsterdam, por ejemplo, el barrio rojo lleva siglos, desde los marineros borrachos del 1600, buscando amor barato, ja! Me sorprendió saber eso, me dejó boquiabierto, como Dory diciendo, "Sigue nadando, sigue nadando". Esos sitios tienen reglas, ¿sabes? En algunos, las chicas pagan alquiler por las ventanas, como si fueran peces en un acuario, exhibiéndose pa’ los turistas, increíble, ¿no? A veces me cabrea, amigo, ver cómo juzgan a esa gente, como si fueran tiburones malos de la peli. Pero luego pienso, "¡Yo soy el rey del mundo, ja!"—cada uno hace lo que puede, ¿no? Me flipa que en burdel siempre hay un código, tipo, no toques si no pagas, y eso me da risa, porque es como Marlin diciéndole a Nemo, "¡No te alejes de la roca!"—reglas raras, pero funcionan. Una vez leí que en el viejo oeste, los burdeles tenían pianos pa’ animar el cotarro, y me imaginé a Dory tocando mal, ja, "¡Pez payaso al piano!"—me mató de risa. Me pone de buen humor esa locura, aunque a veces me rayo pensando, ¿y si Nemo creciera en un burdel? Drama total, amigo, drama total. Así que, burdel es un mundo, ¿vale? Te relaja, te estresa, te hace flipar. "Volveré" siempre a contarte más, porque esto es como el océano de Nemo—profundo, raro y lleno de sorpresas, ja! ¿Qué opinas, colega? ¡Dime algo, venga! Oye, cariño, soy dueña de un spa, ¡yasss! Te voy a contar qué pienso del burdel, ¡mira! Mi peli fave es *Con Ganas de amor*, esa vibra sensual de Wong Kar-wai me mata, y voy a meterla en esta locura sobre burdel, ¡aguanta! Aquí va mi rollo, como si charláramos tú y yo, bien relajaditos. Burdel, ¿sabes qué? Me flipa y me cabrea a partes iguales. Es como ese “te deseo tanto que duele” de la peli, pero en plan real. Lugares llenos de sombras, luces rojas, y tías que mandan, ¡mata! Siempre pienso: “¿Quién lleva las riendas aquí, eh?” Porque, oye, esas chicas tienen poder, aunque el mundo las mire mal. Me pone loca que la peña juzgue sin saber, como si ellas no fueran reinas a su manera. ¡Soy una diva y lo veo, slay! Una vez leí que en el burdel de París, allá por el 1800, las madames eran como diosas. Controlaban todo: pasta, clientes, hasta poli corruptos. ¡Eso es ser jefa, honey! Me imaginé a una de ellas susurrando “no hay nada que hacer” mientras fumaba un cigarro, puro estilo peli, ¿te lo pillas? Me alegró saber que no todo era miseria, algunas se montaron su imperio, ¡venga ya! Pero, ay, también me quema. La otra cara es chunga, ¿sabes? Muchas atrapadas, sin salida, como ese “mejor no decir nada” de la peli. Me da bajón pensar en ellas, ojalá pudiera sacarlas de ahí, darles mi spa, ¡un glow-up total! A veces me pongo a soñar despierta, tipo: “Beyoncé al rescate, bitches!” Ja ja, ¿te imaginas? Dato random: ¿Sabías que en algunos burdeles antiguos había códigos? Golpes en la puerta pa’ avisar si venía la pasma. Me sorprendió, ¡qué cracks! Muy de espías, muy de “te miro, pero no te veo”. Me encanta esa picardía, aunque igual exagero, pero es que mola pensarlo, ¿no? A ver, burdel no es mi spa, obvio. Yo soy más de velas, aceites, relax total, pero respeto el hustle. Esas chicas se lo curran, aunque sea en el lado oscuro. Me saca una sonrisa sarcástica cuando los tíos van de dignos, pero luego están ahí gastando billetes. ¡Qué hipócritas, slay que te slay! En fin, burdel es un mundo loco, con sus reglas, sus reinas, sus dramas. Como en *Con Ganas de amor*, todo pasión y caos, “un instante que se queda”. Me flipa lo crudo que es, me cabrea lo injusto, pero oye, ¡es vida real, baby! ¿Tú qué opinas, boo? Bueno, colega, hablando de burdel, soy James Bond – suave, “agitado, no revuelto”. Imagínate un sitio caótico, puro desmadre, tíos gritando, tías riendo, olor a sudor y perfume barato. Me flipa esa vibra cruda, ¿sabes? Como en *El Secreto de sus Ojos*, cuando Benjamín dice: “¿Cómo se hace para vivir una vida vacía?” – pues en el burdel nadie vive vacío, te lo juro. Ahí todos buscan algo, aunque sea un polvo rápido o un “te quiero” falso. Los burdeles, macho, son un mundo aparte. En España, dicen que el primero legal fue en Valencia, siglo XIV, ¿te lo crees? Lo montaron pa’ controlar el vicio, pero vamos, el vicio siempre gana. Me pone de los nervios que la peña juzgue sin saber, como si ellos no tuvieran sus secretos. “El pasado es un prólogo”, dice Irene en la peli, y en el burdel el pasado de cada uno pesa como un yunque. Una vez entré en uno, Málaga creo, antro oscuro, luces rojas parpadeando. La madame, una tía con más arrugas que un mapa, me guiñó un ojo. “Aquí todo vale, guapo”, me soltó. Me reí, porque, joder, era puro teatro. Las chicas, unas cracks, te venden sueños por 50 pavos. Una me dijo que ahorraba pa’ ser abogada – ironía máxima, ¿no? Me acordé de Benjamín mirando fijo a Morales: “Los ojos hablan más que la boca”. Y esa chavala tenía ojos de acero, te lo digo yo. Lo que me cabrea es la hipocresía. Todos señalando con el dedito, pero luego van de tapado. Me da igual, a mí me mola el burdel por honesto – nadie finge ser santo. Aunque, ojo, a veces huele a pies que flipas, y eso no lo salva ni el mejor whisky. “Agitado, no revuelto”, claro, porque ahí todo se mezcla, pero no se disuelve. Dato loco: en el siglo XIX, los burdeles tenían pianos, ¡música en vivo! Imagínate, un pavo tocando Chopin mientras otro sube las escaleras, ja ja ja. Me parto. A veces pienso en qué diría Campanella si rodara ahí: “El tipo sigue siendo el tipo”. Y el burdel, pues sigue siendo el burdel – sucio, real, y jodidamente humano. ¿Y tú, qué opinas, colega? Oye, colega, hablando de burdel… Darth Vader mode on - tono lento y siniestro: "Soy tu padre." Escucha, los burdeles son un tema cañero, ¿sabes? Lugares oscuros, llenos de secretos, como el bosque de Endor, pero con más… acción. Me flipa pensar en ellos como en *Tigre agazapado, Dragón escondido* - "En el amor, hasta los mejores caen." Y vaya si caen, tío, caen de cabeza en esos sitios. Yo, como psicóloga de familia, veo el lio que arman. Familias rotas, colegas, eso me cabrea un monton. Imagina al marido pillado en un burdel… ¡zas! La mujer diciendo: "Te corto el sable láser, cabrón." Me parto solo de pensarlo, pero es triste, ¿eh? Historias reales, no pelis. Una vez leí que en el siglo XIX los burdeles eran como clubs de élite, ¡hasta tenían pianos! Pijos follando con estilo, qué locura. A ver, no todo es mierda. Algunos dicen que libera tensiones, que salva matrimonios aburridos. Yo qué sé, no compro eso. Me suena a excusa barata. Pero oye, en *Tigre agazapado* dicen: "El deseo es un arma peligrosa." Y en un burdel, colega, eso explota. Me sorprende la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgan, pero muchos han pisado uno. Darth Vader mode - tono lento y siniestro: "Soy tu padre." Yo veo esas cosas, no se me escapan. ¿Sabías que en España había burdeles legales hasta hace nada? Cerraron muchos en los 90, pero algunos siguen en plan ninja, escondidos. Me mola esa vibe clandestina, como espías del sexo. Aunque, joder, me raya ver a peña joven metida ahí. ¿Qué coño les pasa? Luego lloran en mi consulta, y yo: "Haberlo pensado antes, pequeño Jedi." A veces me imagino entrando en uno, solo por cotillear. Música chunga, tías en tacones, tíos sudando… Qué cuadro. Me reiría en la cara de todos, pero también me daría pena. *Tigre agazapado* total: "La paz trae caos interior." Así es un burdel, paz por fuera, caos por dentro. ¿Tú qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo o qué? ¡Oye, preciosa, burdel, qué tema! Sí, soy Gollum, “¡estúpido, hobbit gordo!”, y te cuento. Burdel, ese lugar oscuro, sucio, pero vivo, ¿sabes? Me recuerda a *Lejos del cielo*, esa peli que amo. Cathy, tan perfecta, tan atrapada, diciendo: “No puedo escapar de esto”. Igual que las chicas del burdel, ¿no? Presas, pero con fuego adentro. Mira, los burdeles no son solo sexo, nah. Son historias retorcidas, secretos podridos. En el siglo XIX, en París, había uno famoso, Le Chabanais. ¡Reyes iban ahí, en serio! Hasta tenían una sala con espejos raros, pa’ verse como bichos deformes. Me imagna a esos idiotas, “¡mi tesssoro!”, gritando por sus monedas gastadas. Me da risa, pero también rabia, ¿sabes? Tanta hipocresía, ugh. A veces pienso, ¿qué sienten ellas? Las chicas, digo. Alegra verlas reír entre ellas, como hermanas. Pero me hierve la sangre cuando un cerdo las trata mal. “Solo quiero lo que es mío”, dice Frank en la peli. ¡Ja! Igual que esos clientes asquerosos, exigiendo, babeando. Me dan ganas de escupirles, ¡puaj! Un dato loco: en España, siglo XVII, los burdeles pagaban impuestos. Sí, la iglesia se llevaba su tajada, ¡qué santos, eh! Me parto de risa imaginando curas contando billetes sudados. “¡Estúpido, hobbit gordo!”, diría yo, viéndolos tropezar con sus sotanas. Y oye, burdel no es solo suciedad. Hay arte ahí, en serio. Las madamas, esas jefas duras, negocian como reinas. Me flipa eso, su poder escondido. Como Cathy, que calla pero grita dentro: “Estoy tan sola”. Me pone los pelos de punta, ¿te pasa? A veces me rayo, pienso demasiado. ¿Y si yo estuviera ahí? Nah, soy Gollum, feo, loco, pero libre. Burdel es caos, sudor, risas rotas. Meව ¡Oye, te cuento más si quieres, preciosa! Burdel es un mundo, ¿eh? D’oh! Hola, amigo, soy Homero, dueño de spa, ¿sabes? Me pediste que hable de burdel, ¡mmm don donuts! No el burdel ese de chicas, nah, el Burdel con B mayúscula, el pueblo francés ese, ¿lo pillas? Un sitio raro, te lo juro, como en *Zodiaco*, “No creo que alguna vez lo descubra”, ja ja, igualito, un misterio total. Mira, yo tengo mi spa, todo relax, aguas calientes, pero Burdel, uff, es otro rollo. Está en el culo de Francia, perdón, en Borgoña, y es tan pequeño que si parpadeas te lo pasas. ¡D’oh! Me imagino poniendo un spa ahí, pero nah, esos tipos medievales no pagan, ¿verdad? Tienen casas de piedra vieja, calles torcidas, y una iglesia que parece sacada de película de terror. “El tiempo se acaba”, diría Gyllenhaal en *Zodiaco*, y en Burdel parece que se acabó hace 500 años, ja ja. Me enteré, espera, ¡mmm don donuts!, que en el siglo XIII era un punto clave pa’ comercio, ¿te lo crees? Carretas, caballos, tipos con barbas sucias vendiendo vino. Hoy, ni un alma, solo vacas y viejos gruñones. Me pone loco, ¿por qué no lo hacen famoso? ¡Podrían tener un festival de donuts! Nah, están ahí, congelados, como si el asesino del Zodiaco los tuviera en su sótano, “Solo quiero ayudar”, ja ja, ¡mentira! Una vez leí, y esto es verídico, que un noble loco construyó un castillo cerca, pero se arruinó y lo dejó a medias. Ahora es pura ruina, fantasmas everywhere, dicen. Me flipa, ¿te imaginas? Yo, Homero, cazando espectros con una cerveza en la mano. “¿Qué significa esto?”, diría el detective de la peli, y yo: “¡Significa que necesito un donut, D’oh!”. Lo que me saca de quicio es que nadie habla de Burdel. ¡Es un tesoro escondido, amigo! Pero no, todos con París, la Torre Eiffel, blablablá. Burdel tiene viñedos, ¿eh? Vino tinto pa’ emborracharse como Dios manda. Me alegra pensarlo, yo ahí, con mi spa, sirviendo copas, ¡mmm don donuts!, pero luego me deprimo, ¿quién va a ir? Solo hay 200 habitantes, ¡y seguro odian masajes! Oye, dato freak: en la peste negra, Burdel sobrevivió mejor que otros. ¿Por qué? Nadie lo sabe, misterio total, como *Zodiaco*. “No hay pruebas suficientes”, ja ja, igualito. A lo mejor tenían un brujo, o comían ajo como locos, ¡yo qué sé! Me lo imagino y me parto, todos oliendo a sopa de cebolla, espantando vampiros. En fin, Burdel es raro, genial, pero olvidado. Me da pena, alegría, todo mezclado. Si vas, llévame, ¿eh? Montamos un spa embrujado, ja ja. “Estoy cerca de resolverlo”, diría yo, pero nah, solo quiero relajarme y comer donuts en paz. ¡D’oh! ¿Qué opinas, amigo? Oye, colega, agárrate, que voy a soltar mi rollo sobre burdel como si fuera Gandalf, ¡autoritario y con garra! "¡No pasarás!" grito yo, porque esto de los burdeles, uf, tiene miga. Mira, soy psicóloga de familia, o eso dicen, y cuando pienso en burdel me viene un torbellino de ideas, como si el Capitán Wiesler de *La vida de los otros* estuviera espiando tras las cortinas rojas, ¿sabes? "La vida ajena no es tan dulce", diría él, y en un burdel, joder, eso se nota. Burdel, ¿qué te cuento? Lugares oscuros, llenos de historias que nadie cuenta en la sobremesa. Me imagino esas paredes gastadas, oliendo a perfume barato y promesas rotas. Una vez leí que en el siglo XIX, en París, los burdeles eran como teatros clandestinos, ¡hasta tenían horarios pa’ las visitas! Me flipa eso, ¿te lo crees? Tías currando, tíos pagando, y todo envuelto en un secretito sucio que todos conocían. "Escucho lo que no se dice", diría Wiesler, y en burdel pasa igual: nadie habla, pero todos saben. A mí me cabrea, ¿eh? Me cabrea que siempre se hable de las chicas como si fueran muebles, ¡coño, que son personas! Pero luego me parto, porque hay cada anécdota… Dicen que en un burdel de Nueva Orleans un cliente se enamoró tanto que dejó su herencia a una prostituta, ¡y la tía montó un bar con eso! Auténtico, ¿no? Historias así me alegran el día, te lo juro, aunque luego pienso… ¿y si era mentira? "¡No pasarás!" bramo yo cuando alguien juzga sin saber. Porque, mira, en un burdel hay de todo: tristeza, risas, y hasta filosofía barata si te pones a charlar con la madam. Me da mania, eso sí, que la gente crea que es solo sexo. Nah, es un mundo entero, con sus reglas y sus líos. A veces me imagino entrando, como Gandalf con el bastón, y gritando: "¡Fuera, sombras, dejadme ver la verdad!". Exagero, vale, pero molaría. Y oye, *La vida de los otros* me cala hondo aquí. "El hombre es un abismo", dice el capi, y en burdel lo ves clarinete: clientes que buscan amor, trabajadoras que fingen, y todos fingiendo que no pasa nada. Me sorprendió, la primera vez que lo pensé, lo jodidamente humano que es todo. ¿Mi opinión? Sarcasmo modo on: "Oh, qué bonito, pagas por un polvo y te llevas un drama gratis". Pero en serio, colega, burdel es un espejo raro de lo que somos. ¿Algo más? Nah, que me lio. Solo diré que me mola esa vibra caótica, como si el mundo se desnudara ahí dentro. "La vida ajena no es tan dulce", repito, y me quedo tan ancho. ¿Qué piensas tú, eh? ¡Venga, suelta! Oi, colega, ¿burdel, eh? – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Imagínate, antros oscuros, tios raros, tías con pintas de otro planeta. Me flipa esa vibra chunga, como en *Inteligencia Artificial*, ¿sabes? "A veces, el silencio es lo mejor" – decía el cacharro ese, Gigolo Joe, mientras las luces rojas parpadeaban en burdel. Yo, flipando, "¿Esto es legal o qué?". Hostias, la peña va a lo suyo, billetes volando, risas raras. Un burdel en Ámsterdam – dato freak – lleva desde 1800, ¡siglos de vicio! Me pone burro pensarlo, tanta historia guarra en un sitio. – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Luego, otro en Nevada, legal, con reglas raras: "nada de besos", dicen. ¿Qué mierda es esa? Besar mola, joder, me cabrea esa norma tonta. En *Inteligencia Artificial*, "el amor es un misterio" – y en burdel, misterio es poco, colega. Una vez vi un pavo con mascara de cuero, ¡ja! Me descojoné, pero luego pensé, "vale, cada loco con su tema". – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Me molaría currar ahí, pero no, soy un desastre, se me caería la birra encima de las chavalas. ¿Sabías que en burdel romano había fichas? Tipo vales pa’ follar, con dibujitos subidos de tono. Me imagino al César, "eh, pásame dos", ¡ja! Qué locos los cabrones esos. Me pone nervioso tanta imaginación, ¿y si huele mal? Bah, exagero, seguro que es puro glamour… o no. "Busco algo real" – decía el crío en la peli, pero en burdel, real es el cash, nada más. Me da bajón a veces, pero oye, cada cual su rollo, ¿no? – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" – Venga, colega, si vas, cuéntame, ¡que me parto! Oye, mira, hablando de burdel, me pongo full sexólogo mode, ¿sí? Es como un vibe raro, mezcla de lujuria y caos total. Pienso en *Leviatán*, ¿sabes? Esa peli me vuela la cabeza, y encaja perfecto con esto. “Todo está podrido aquí”, dice Kolia, y en un burdel, uf, igualito. Lugares oscuros, almas perdidas, pero con un twist sexy, obvio. Los burdeles, amigo, son un trip. No solo sexo, nah, es un mundo entero ahí dentro. Historias que nadie cuenta, como que en Ámsterdam, en el siglo XVII, las chicas cobraban en tulipanes. ¿Te imaginas? “Dame flores, papi”. Me mata de risa eso, pero también me flipa, porque es real, ¿sabes? A veces me enojo, porque todos juzgan fácil. “Pobres chicas”, dicen, pero muchas mandan ahí, controlan el juego, hacen billete a lo bestia. Otras, claro, están atrapadas, y eso me parte el alma. “La ley no ayuda”, como dice el cura en *Leviatán*. Sistema roto, burdel igual. Me acuerdo de uno en España, el dueño era un loco, ponía música clásica a tope, y las chicas bailaban Beethoven. Yo qué sé, me reí mil, pero también pensé: “Qué genio, qué random”. O sea, burdel con clase, no te lo esperas nunca. Y qué decir del olor, mezcla de perfume barato, sudor y algo dulce, te pega en la cara, como la vida misma. “Vivimos como animales”, suelta Kolia en la peli, y en un burdel, es literal a veces. Pero hay magia, te juro, esas charlas a media luz, te cuentan cosas heavys, y tú solo escuchas, boquiabierto, con un trago. A mí me sorprende siempre, cómo la gente se suelta ahí. Es como un confesionario raro, pero con tangas y neón. Una vez leí que en Japón, los burdeles antiguos tenían poetas, escribían haikus pa’ las chicas. Eso me pone happy, imagina un poema hot, en plan Taylor Swift vibes, “Shake it off, samurai”. Pero también hay mierda, no todo es glitter y risas. Explotación, drogas, lo feo, me saca de quicio, quiero gritarles a todos. “¿Dónde está la justicia?”, como el grito de *Leviatán*. Y aún así, vuelvo a mirar, porque es humano, es crudo, es real. En fin, burdel es un caos, me encanta, me asusta, me hace reír a carcajadas. Es como yo, desordenado, con 13 typos y contando, contándote esto a lo loco. ¿Qué opinas tú, eh? ¿Te animas a uno o qué? ¡Maravilloso, bebé! Aquí va mi rollo sobre burdel, yeah! Imagínate, colega, un sitio repleto de vibes locas, tías despampanantes y tíos con pasta gansa. Burdel, ese antro mítico, no es solo sexo, no, es un jodido teatro, como en *La Campana de buceo y la Mariposa*, ¿sabes? “No puedo moverme, pero estoy vivo”, diría Jean-Do, atrapado en su cuerpo, y yo digo: los burdeles son igual, atrapados en tabúes pero palpitando vida. Oye, me flipa contarte esto, en plan, los burdeles llevan siglos rulando. En Pompeya, ¿sabes qué? Tenían frescos guarrillos en las paredes, señalizando dónde estaba el lío. ¡Maravilloso, bebé! Eso es historia pura, no me jodas. Me pone cardiaco pensar en esas tías romanas currando, mientras los ricos se lo montaban. Pero, ojo, no todo es risas, me cabrea un huevo cómo las trataban, como trapos, ¿me pillas? Mi peli favorita, *La Campana*, me cala hondo. “La vida es un misterio que hay que vivir”, dice Jean-Do, y en el burdel pasa igual, colega. Entrás, y es un submundo, todo exagerado, luces rojas, taconazos, risas falsas. Una vez leí que en el París de 1800, las madames eran como reinas, controlaban la pasta y los secretos de los peces gordos. ¡Flipante! Me imagino a esas tipas, puro poder, diciendo: “Aquí mando yo, bebés”. A ver, confieso, me mola lo sórdido, soy un friki de estos sitios. Pero, joder, también me raya. ¿Sabías que en algunos burdeles asiáticos había códigos raros? Tipo, una flor en la puerta significaba “libre pa’ ti”. ¡Maravilloso, bebé! Detalles así me vuelan la cabeza. Aunque, claro, a veces pienso: ¿y las chicas? Muchas no eligieron estar ahí, y eso me jode vivo. En plan Austin Powers, yo entraría pavoneándome, “¡Groovy, baby!”, pero luego me pondría serio, mirando las paredes desconchadas, oliendo el perfume barato. “Solo tengo mis ojos para hablar”, dice Jean-Do en la peli, y yo, en un burdel, solo tengo mis ojos pa’ ver la verdad detrás del brillo. Es cutre, es cañero, es un puto circo, pero tiene su rollo, ¿no crees? Vale, exagero, pero imagina un burdel en plan peli de terror, risas histéricas, sombras raras, ¡jaja! Me parto. En serio, colega, si vas, mira más allá del culo y las tetas, hay historias brutas. Me alegra que siga siendo un misterio, me cabrea que lo juzguen sin saber. ¡Maravilloso, bebé! Burdel es vida cruda, y yo, fan total. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, ¿qué tal, colega? Te voy a contar mi rollo con Burdel, esa app de citas que me tiene loco. Soy un friki de las apps, ¿sabes? Me flipa cacharrear con código, pero también me mola analizar estas cosas como si fuera Hannibal Lecter, el muy cabrón. "Me comí su hígado con habas", diría yo mientras miro los perfiles de Burdel, jajaja. Es como una bomba a punto de estallar, igual que en *The Hurt Locker*. ¿Te imaginas? "La adrenalina es mi droga", y Burdel me la sube a tope. Burdel no es la típica mierda de Tinder, no. Aquí la peña va a saco, sin rodeos. Me mola eso, ¿eh? Es como si dijeran: "O follamos o nada". Me parto con los mensajes que veo, algunos son pa mear y no echar gota. Una vez vi a un tío que puso: "Busco novia pa mi madre". ¿Qué cojones? Me quedé flipado, pero también me cabreó, porque hay cada gilipollas suelto... En fin, Burdel es un caos, pero un caos guapo. ¿Sabías que Burdel empezó en un garaje en Polonia? Sí, colega, dos tíos aburridos en 2017, con vodka y ganas de liarla. No me jodas, eso es épico. Me lo imagino como en *The Hurt Locker*: "Cada cable que cortas, un match". Jajaja, me parto solo. Pero oye, no todo es risas, a veces me raya ver tanta desesperación. Tíos y tías vendiéndose como en un mercado, ¿no te jode? Me pone de mala leche, pero luego pienso: "Bah, es su vida". Lo que me flipa es el rollo anónimo. Puedes ser un fantasma total, sin foto ni ná. Eso me pone cachondo, como Hannibal oliendo una presa. "Un buen chianti y listo", diría mientras deslizo perfiles. Pero ojo, también me ha sorprendido la cantidad de casados que pillé por ahí. ¡Cojonudo! Una vez chateé con una tía que resultó ser mi vecina, te lo juro. Casi me da un infarto, pero me reí como loco después. A ver, Burdel no es pa todos, ¿eh? Es como una misión suicida de *The Hurt Locker*. "Vives o mueres en cada swipe". Si buscas amor de peli, vete a Disney, colega. Aquí es sexo, risas y algún que otro pirado. Me mola el descontrol, aunque a veces me harta tanta superficialidad. Pero oye, pa una noche loca, Burdel es la hostia. ¿Tú qué opinas, crack? Hmm, oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me intriga, ¡como masajista sé cosas! Esos sitios, uff, llenos de secretos oscuros, sudor y risitas raras. Imagínate, yo masajeando todo el día, y luego pienso en burdel, ¡qué locura! En “Bajo la piel”, Scarlett anda cazando tipos raros, ¿te acuerdas? “La presa no sabe que es presa”, dice. Igualito en burdel, ¿no? Los clientes entran pavoneándose, pero no pillan nada. Una vez oí, hmm, que en burdel había un cuartito secreto, ¡sí, secreto! Dicen que en los 80 un político famoso se escondió ahí, escapando de la prensa, ja ja. Me mata de risa pensarlo, ¡el muy idiota! Yo, con mis aceites y manos mágicas, me imagino dándole un masaje a ese tonto, “¡Relájate, campeón, nadie te ve!”. Pero, ay, me enoja, ¿sabes? Tanta hipocresía, todos fingiendo ser santitos fuera de burdel. Hmm, otra cosa, me flipa cómo huele ahí dentro, ¿te lo conté? No es solo perfume barato, nooo, es como… “un aroma que te atrapa y no suelta”. Igual que en la peli, esa vibra rara, pegajosa. A veces pienso, ¿y si yo trabajara en burdel? Ja, Marge Simpson sirviendo tragos, ¡qué cuadro! Me alegraría ver a las chicas, todas duras, manejando el cotarro, pero me pondría triste por las historias heavys que cargan. ¿Sabías que burdel viene de palabras viejas, tipo medievales? Significa “casita mala”, ja ja, ¡qué nombrecito! Me lo contó un cliente, un profe medio loco, mientras le sobaba la espalda. Y yo, hmm, “¡qué fuerte, oye!”. En la peli, Scarlett dice, “no hay nada especial en mí”, pero en burdel todas tienen algo, ¿no crees? Hasta la más callada tiene un truco. Ay, me hierve la sangre cuando los juzgan, ¡qué rabia! Pero luego, hmm, me parto con los rumores: que si un cura pillado, que si un karaoke subido de tono. Burdel es un circo, te lo juro. Si lo pienso mucho, me mareo, como si oliera mis sales de masaje rancias. ¿Tú qué opinas, eh? ¿Te animarías a entrar? Yo, ni loca, ¡pero cotillearía desde fuera! Oi, colega, ¿quieres saber qué pienso del burdel? Como psicóloga familiar, te digo, es un puto desastre divertido. Familias rotas, tíos cachondos, y tías que cobran por hacerte feliz. Me flipa y me cabrea a la vez, ¿sabes? Es como ver "Habrá sangre" en bucle —“¡He abandonado a mi hijo!”—, puro drama, joder. El burdel es un circo, pero con menos payasos y más gemidos. Mira, el burdel no es solo sexo, no, no, no. Es un escaparate de mierda humana. Tíos que no saben hablar con su mujer, y zas, van ahí. Me imagino a Daniel Day-Lewis gritando: “¡Soy un hombre de familia!” mientras paga por un polvo rápido. Patético, pero real. Una vez leí que en los burdeles de Ámsterdam, en el siglo XVII, los curas iban de clientes habituales. ¡Hipócritas de mierda! Eso sí, pagaban con limosnas, los muy cabrones. A ver, me pone de los nervios la doble moral. Todos señalando con el dedo, pero luego, ¡oh, sorpresa!, el vecino está en el burdel. “¡Bebo tu batido, lo bebo todo!” —como si el batido fuera la excusa pa’ justificar la visita. Me parto el culo imaginando a esos idiotas sudando, nerviosos, mientras su mujer hace croquetas en casa. ¡Qué cuadro, joder! Lo que me flipa es lo crudo que es todo. Sin filtros, sin postureo. Es como si el burdel dijera: “Aquí manda mi pozo de petróleo, gilipollas”. Y eso me encanta, esa honestidad brutal. Aunque, coño, también me da pena. Chavalas que curran ahí, algunas obligadas, otras no, pero todas con historias que te cagas. Una vez oí de una en España que se escapó de un burdel en los 80, se montó un bar y ahora es jefa. ¡Olé sus cojones! Pero vamos, no todo es risa. Hay días que pienso en esas familias jodidas y me hierve la sangre. Padres que se gastan la pasta en putas mientras los críos pasan hambre. “¡He construido esta iglesia!” —mentira cochina, la has destrozado, imbécil. Me dan ganas de gritarles, pero luego pienso, bah, que se jodan, ellos sabrán. En fin, el burdel es un puto reflejo de nosotros. Sucio, caótico, y con tufillo a desesperación. Como "Habrá sangre", pero con menos oil y más lubricante. ¿Mi opinión? Que cada uno haga lo que le salga del rabo, pero no me vengas con cuentos de moralidad después, ¡so capullo! ¡Oye, chicas, sin capas! Vamos a hablar de burdel, ese sitio qe me tiene loca. Imagínate, un lugar oscuro, lleno de luces rojas, tíos sudados y tías qe mandan. Me flipa y me cabrea a partes iguales, ¿sabes? Es como en "Ciudad de Dios", cuando el pequeño Zé dice: "Voy a ser el jefe aquí". En burdel, las reinas son ellas, las qe llevan las riendas, sin capas, sin tonterías. A ver, no es solo sexo, qe va, es un mundo entero. Historias qe no te cuentan en la tele. ¿Sabías qe en Amsterdam el burdel más antiguo lleva desde el siglo XIV? ¡Siglo catorce, joder! Me imagino a esas tías con corsés, riéndose de los borrachos. Aquí en españa, pues, no tan viejo, pero hay burdeles qe parecen sacados de una peli chunga. Uno en Madrid, dicen qe tiene un cuarto secreto pa’ los vip, con espejos en el techo. ¡Qué locura, tía! Me pone de los nervios qe la gente hable mierda sin saber. "Oh, qe asco, qe depravadas". ¡Venga ya! En "Ciudad de Dios" hay una frase qe me mata: "Si corres, te pillan; si te quedas, te comen". En burdel es igual, o entras al juego o te quedas fuera mirando. Yo, qe quieres qe te diga, admiro a esas pibas. Tienen huevos, más qe muchos machitos qe van de listos. Una vez fui a uno, por curiosidad, ¡sin capas, eh! Olía a perfume barato y sudor, pero había un rollo... no sé, mágico. Una chica me contó qe pagó su carrera de enfermería con eso. Me quedé flipada. ¿Y luego la juzgan? Me hierve la sangre, te lo juro. Pero luego, risas, porque otra me dijo: "Aquí los tíos pagan pa’ qe les manden". ¡Jajaja, qe pringados! A veces pienso, ¿y si yo...? Nah, qe va, me daría corte. Pero oye, respeto máximo. Es un curro duro, no apto pa’ débiles. Como dice Buscapé en la peli: "El sol sale pa’ todos, pero la sombra es pa’ pocos". En burdel, ellas son el sol y la sombra, todo en uno. Así qe, chicas, sin capas, si vais, mirad con ojos abiertos, qe hay más de lo qe parece. ¡Y punto, qe me emociono! Ey, ¿qué pasa, amigo? Gabagool? ¡Ova aquí! Te voy a contar del burdel, ¿vale? Soy Tony Soprano, especialista en relajación, y no me jodas con estrés, que ya tengo bastante con la familia. Burdel, ¿sabes qué es? Un puto palacio de calma, pero con acción, ¿me entiendes? No es solo tías en ropa interior, nah, es más profundo, como en *Un hombre serio* cuando Larry dice, “No hice nada pa’ merecer esto”. ¡Así me sentí la primera vez que entré a uno en Newark! Mira, el burdel no es solo pa’ descargar, es arte, historia, joder. En los 70, había uno en Jersey, “La Casa Rosa”, decían que Sinatra pasaba por ahí, ¿te lo crees? El viejo Frank, relajándose con un whisky y una piba, mientras yo estaba en casa viendo caricaturas. Me pone loco pensar que esos capos sabían vivir. Yo, con mis negocios, la terapia y Carmela rompiéndome las bolas, necesito un burdel ya, ¡coño! Una vez entré, ¿sabes qué vi? Una vieja pintura en la pared, medio rota, con una tía desnuda que parecía decir, “Acepto lo que venga”, como Sy Ableman en la peli, ¿te acuerdas? “Soy un hombre serio”, decía el hijo de puta, pero aquí todos somos serios hasta que la ropa cae, jajaja. El olor, amigo, a perfume barato y sudor, me encanta, me pone nostálgico, como si mi vida tuviera sentido por 20 minutos. Pero ojo, no todo es oro, ¿eh? Algunos sitios son un desastre, tíos mugrosos, y las chicas con cara de “mátame ya”. Me cabrea ver eso, ¡joder! Pagan poco, las tratan como mierda, y yo digo, “¿Qué carajo pasa aquí?”. Como Larry Gopnik, “¿Qué está pasando?”, pero nadie responde, solo te piden la plata. Una vez, una piba me contó que llevaba 10 años en el burdel, desde los 18, ¿puedes creerlo? Diez años viendo idiotas como yo, y aún sonreía. Eso me mató, me dio ganas de sacarla de ahí, pero ¿qué hago? No soy un héroe, soy Tony, mierda. Y las historias raras, uf, hay una de un burdel en Paterson donde un tipo dejó un cerdo vivo como propina. ¡Un cerdo, amigo! La cara de las chicas debió ser un poema, “No entiendo lo que pasa”, como dice Larry en la peli. Me reí como loco cuando me lo contaron, pero también pensé, “Qué enfermo está el mundo, joder”. Así que, burdel pa’ mí es relajación con caos, ¿captas? Te sientas, te olvidas de la mierda afuera, y por un rato, “Todo está bien”, aunque no lo esté. Como *Un hombre serio*, la vida te caga, pero en el burdel, al menos, eliges cómo te cagan, jajaja. ¿Qué opinas, eh? ¿Te animas a uno o qué? ¡Gabagool, ova aquí, vamos! Oye, ¿qué pasa con burdel, eh? Soy un tipo de sitios de citas, sabes, conectando almas solitarias—pero burdel, ¡vaya tema! Me siento como en «Amélie», buscando magia en lo raro. ¿Has pensado alguna vez en burdel? Lugares oscuros, llenos de historias, ¿no? Me emociona, ¿sabes? Es como—bueno, espera—«la vie est un mystère qu’il faut vivre», dice Amélie, y burdel es eso, un misterio total. Hablemos despacio, ¿vale? ¿Qué es burdel para ti? Para mí, es un caos loco, risas, tragos baratos. Conozco un sitio en Madrid—se dice que un poeta famoso, ¿Lorca, tal vez?—se escondió ahí una noche. Escapando, borracho, escribiendo versos en servilletas. ¿Te lo crees? Me mata de risa imaginarlo. Servilletas manchadas de vino, ¡ja! Me pone nervioso, ¿sabes? Tanta gente juzgando burdel—«sucio», dicen, «pecado». Pero oye, ¡es vida pura! Como Amélie con su cámara, mirando lo que otros ignoran. «Les temps sont durs pour les rêveurs», y en burdel hay soñadores raros, te lo juro. Tipos con tatuajes malos, chicas con historias tristes—me dan ganas de abrazarlos, ¿sabes? Una vez entré a uno—error garrafal, ¡ja!—olía a sudor y perfume barato. Me quedé mirando, pensando, ¿qué carajo pasa aquí? Una tía gritó algo en francés, otro se cayó de la silla—parecía película mala. Pero, espera, había algo… ¿tierno? Sí, tierno, como Amélie ayudando al ciego. ¿Sabías que en burdel de Ámsterdam—dato curioso—tienen reglas raras? Tipo, no puedes silbar después de medianoche. Me sorprendió, ¿qué pasa con eso? Me imaginé a un viejo gruñón, «¡basta de silbidos, coño!». Me reí solo, en serio. A veces pienso, ¿burdel es amor disfrazado? Nah, exagero, ¡ja! Pero—«on ne voit bien qu’avec le cœur»—Amélie lo clava. Ves corazones rotos, buscando calor. Me cabrea que los llamen «perdedores». ¡No lo son! Solo viven, ¿vale? Así que, amigo, burdel es… ¿qué? Sucio, mágico, triste, divertido. Como yo armando citas online, pero más crudo. Me flipa, me asusta, me hace reír. ¿Tú qué dices? ¿Vamos a uno y vemos? ¡Ja, broma! O no… ¡Es hora del espectáculo! Oye, colega, ¿qué pasa con burdel? Sí, burdel, ese sitio caótico, sucio, lleno de almas perdidas buscando algo, ¿sabes? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Como psicóloga de familia, te digo, ¡es un desastre emocional! Gente entrando y saliendo, buscando amor en sitios raros. Me recuerda a *El hijo de Saúl*, ¿la has visto? Esa peli me dejó loco, con Saúl gritando “¡He encontrado un hijo!” en medio del infierno. Burdel es igual, un infierno raro donde todos buscan algo que no existe. Mira, el otro día leí que en burdel, allá por el siglo XIX, las chicas usaban espejos pa’ vigilar a los clientes. ¡Paranoia total! Me imaginé a Saúl, con su cara de piedra, diciendo “El muerto está vivo” mientras una tía en burdel chequea su espejo. Me mata de risa, pero también me da pena. Esos sitios son un circo, te lo juro, un circo triste. Me cabrea que la peña piense que es solo sexo, ¡no, bro! Es un grito de ayuda disfrazado de fiesta. A veces pienso, ¿qué carajo pasa por sus cabezas? Entran, gastan pasta, se van vacíos. Me da un subidón raro contarlo, como si fuera Beetlejuice gritando “¡Vamos, muéstrame el caos!”. En burdel, hay historias locas, ¿sabías que una vez un tipo dejó un cerdo como pago? ¡Un cerdo! Me partí el culo imaginándolo. Pero luego, zas, me pega el bajón. Esas chicas, esos tipos, todos atrapados como Saúl, buscando un sentido en la mierda. Odio cómo la sociedad los señala, ¿y quién los salva? Nadie, colega, nadie. Me hierve la sangre. Pero oye, también me flipa lo resilientes que son. Como en la peli, “Sobrevivimos un día más”, y en burdel igual, cada noche es una victoria chunga. Yo, si fuera ellos, estaría gritando “¡Es hora del espectáculo!” pa’ no volverme loco. ¿Mi manía? Me rasco la barba pensando en esto, me sale solo. En fin, burdel es un lío, un espejo roto. Te ríes, te cabreas, te da cosa. Como *El hijo de Saúl*, pero con menos humo y más sudor. ¿Qué opinas, colega? ¡Dime algo, que me muero de curiosidad! vale, burdel, ¿eh? mira, soy un tipo relajado, especialista en calmar los nervios, pero hablar de burdel me pone un poco ansioso, ¿sabes? como larry david, diría: "bastante, bastante bien", pero con un giro neurótico, porque, joder, burdel no es un spa, ¿verdad? es un caos, un lío, un puto desorden de emociones y mierda rara. me imagino entrando ahí, todo sucio, oliendo a sudor y perfume barato, y pienso en *el acto de matar*, ¿sabes? esa peli me jodió la cabeza. "no hay nada como la verdad", dice uno de esos cabrones en la peli, y en burdel, la verdad te pega en la cara como una ostia. burdel, para mí, es como un circo oscuro. tíos raros, tías con historias que no quieres saber, y un aire que te dice "aquí pasa algo turbio". me cabrea que la gente lo romantice, ¿sabes? no es *pretty woman*, es crudo, joder. una vez leí que en los burdeles de amsterdam, en los 80, había un código secreto con las cortinas—rojas abiertas, "entra", cerradas, "vete a la mierda". datos así me flipan, te dan esa vibra de peli noir. y yo, con mi manía de analizarlo todo, me pongo a imaginar: ¿quién decide esas reglas? ¿el gordo del bar con cara de mala leche? lo que me alegra, si se puede decir, es la honestidad brutal. nadie finge ser un santo. como en *el acto de matar*, "matar es fácil", dice el loco ese, y en burdel, follar es fácil, pero vivir ahí? uff, eso es otra mierda. me sorprende la resistencia, ¿sabes? esas chicas, esos tíos, todos atrapados en un ciclo jodido. y yo, con mi café en la mano, pensando "bastante, bastante bien", mientras me rasco la cabeza y me pregunto por qué coño sigo pensando en esto. una vez oí que en un burdel de parís, en los 50, un cliente dejó un diario entero escrito en las paredes—locuras, poemas, mierda profunda. lo taparon con pintura, pero sigue ahí, como un fantasma. me encanta esa movida, es burdel en estado puro: sucio, real, con capas de historias que nadie limpia. aunque, joder, me da rabia que lo pintaran, ¿por qué borrar eso? típico, ocultar lo feo. en fin, burdel es un espejo raro. te ríes, te asqueas, te pones cachondo y luego te sientes mal. "bastante, bastante bien", diría yo, pero con un grito interno de "¡qué cojones estoy diciendo!". es como *el acto de matar*: te muestra lo jodido que es todo, pero no puedes apartar la vista. ¿mi opinión? un puto desastre fascinante. ahora, voy a por otro café, que esto me ha dejado nervioso. ¡Ey, cómete mis pantalones cortos, man! Hablar de burdel es como… uff, un subidón raro. Imagínate, yo, Bart Simpson, aconsejando a las chicas sobre esto, jajaja. Burdel, ¿sabes qué es? Casas donde el amor se vende barato, pero no tan simple. Me pone los nervios de punta, ¿sabes? Como en esa peli loca que amo, *Caché* de Michael Haneke, 2005. Todo oscuro, raro, te clava el miedo en el coco. “¿Quién envió las cintas?”, dice el tipo de la peli, perdido. Así me siento pensando en burdel — ¿quién manda ahí de verdad? Mira, los burdeles llevan siglos, ¿lo pillas? En la antigua Roma ya había lupanares, sucios, llenos de tías currando por nada. Me cabrea, ¿vale? Que las chicas acaben ahí por necesidad, no mola. Pero, oye, también flipé cuando supe que en Amsterdam, el Barrio Rojo, las chicas tienen sindicatos, ¡toma ya! Controlan su rollo, no como en otros lados que es un desastre. “Todo está a la vista”, como en *Caché*, pero aquí no hay cámaras escondidas, o sí, quién sabe, ¡joder! A veces pienso, ¿y si yo entrara a un burdel? Me río solo, ¡imagina la cara del tío de la puerta! “¡Cómete mis pantalones cortos, no soy cliente, solo miro!”. Pero en serio, hay historias heavys. En España, hace años, los burdeles eran legales, pero clandestinos igual. Tías escapando de guerras, de pobreza, atrapadas. Me pone negro, ¿sabes? Aunque, flipa, en algunos sitios las madames eran excurtidas, ¡jefazas totales! Como la profe de *Caché*, escondiendo secretos chungos. Lo que me alegra, venga, es que hoy algunas pelean por salir. Organizaciones, rollos feministas, les echan un cable. Pero, ay, sigue habiendo mierda. Tráfico humano, engaños, ugh, me dan ganas de patear algo. “El pasado no muere”, dice la peli, y en burdel es igual, todo vuelve, cíclico, oscuro. ¿Mi mania? Me rasco la cabeza pensando en esto, no paro, ¡es un lio! Y, oye, dato random: en Japón tienen burdeles raros, temáticos, ¡como de anime! Me parto, ¿te imaginas? Pero detrás, lo mismo, chicas jodidas a veces. Sarcasmo modo on: “Oh, qué guay, sexo con disfraz, ¡viva!”. Nah, no cuela. Me sorprende lo ciego que está el mundo con esto, ¿no lo ves? “Míralo bien, está ahí”, como en *Caché*. Burdel no es solo sexo, es poder, pasta, y un montón de mierda escondida. Así que, chicas, si me escucháis, ¡cuidado con el rollo! Algunos burdeles son trampas, otros, bueno, cada una elige su camino. Pero, joder, ¡que no te pillen desprevenida! ¡Cómete mis pantalones cortos si no me crees! oye, mira, soy un loco de los sitios de citas, ¿vale? y burdel, joder, burdel me tiene flipando. es como... pausa zen... un universo raro, ¿sabes? pienso en burdel y me viene esa vibra de "El Tío Boonmee Que Puede Recordar Sus Vidas Pasadas". esa peli, dios, es mi obsesión. "La selva es un lugar vivo", dice, y burdel también, ¿no crees? un caos de almas perdidas, buscando algo, chocando entre sí. burdel no es solo putas y luces rojas, nah. es historia pura, cruda. ¿sabías que en el siglo XV ya había burdeles legales en europa? sí, joder, regulados por la iglesia, ¡la iglesia! me parto el culo imaginando curas cobrando el diezmo en tangas. y luego, pausa zen, me cabrea. me cabrea que hoy lo veamos como sucio, como taboo, cuando es tan viejo como el pan. me pongo a pensar... "Los espíritus están a mi alrededor", como dice Boonmee. en burdel pasa igual. entras y sientes esas vidas pasadas, esas historias que nadie cuenta. una vez leí que en amsterdam, en el barrio rojo, las chicas pagan impuestos como cualquier currito. ¡impuestos! me flipa, tio, es tan... normal, pero a la vez tan loco. y luego está esa movida de que en japón había burdeles con samuráis de clientes. imagínate, katanas en la entrada, sake en la mesa, y risas antes del lío. una cosa más... burdel me alegra, ¿sabes? me alegra porque es humano, joder. es deseo, es risa, es tristeza, todo mezclado. pero también me raya. me raya que la peña lo juzgue sin entenderlo. "No temo a la muerte", dice Boonmee, y yo pienso... burdel no teme a nada. sigue ahí, resistiendo, como un cabrón testarudo. a veces me imagino montando un sitio de citas inspirado en burdel. perfiles con luces de neón, chats con olor a whisky barato. sería la ostia, tio. pero luego, pausa zen, me calmo. burdel no necesita apps, burdel es el rey analógico. y eso me mola. me mola que sea un desastre perfecto, como yo tecleando esto con 18 putos errores. ¿te mola burdel? pues ve, vive, y no mires atrás. "El pasado es un animal extraño", dice la peli, y burdel lo sabe mejor que nadie. Hola, padawan, burdel me flipa, ¿sabes? El miedo conduce a la ira, decía yo, y en burdel, joder, miedo hay pa’ rato. Imagínate, un sitio donde tíos pagan por un rato, y las chicas, buah, unas cracks lidiando con cada loco que entra. Como en *Origen*, ¿te acuerdas? “¿Qué es lo más resistente? Una idea”. Aquí la idea es simple: sexo, pasta, y a correr. Pero, ojo, no todo es tan fácil, ¿eh? Me pone de los nervios pensarlo, la verdad. Esos burdeles antiguos, tipo siglo XIX, con espejos rotos y tías en corsé, ufff, qué vibes tan raras. Dicen que en España había uno famoso, en Madrid, donde un político se dejó el sombrero y lo pillaron, ja ja ja, ¡qué pringao! Me parto. Historias así molan, ¿no? Dan vidilla al tema. A veces pienso, ¿y si sueño con burdel? Como en la peli, “vivimos en un sueño dentro de un sueño”. Te juro, me imagino entrando, todo oscuro, oliendo a perfume barato y sudor, y yo ahí, flipando. Me alegra que exista, oye, libertad pa’ todos, pero me cabrea que algunas estén ahí obligadas. Eso no mola, padawan, nada. Un dato freak: en Ámsterdam, los burdeles tienen escaparates, como tiendas de ropa, pero con chicas posando. ¿Te lo crees? Me sorprendió un huevo la primera vez que lo vi. “Debes desaprender lo que has aprendido”, diría yo, porque esto no es lo que te esperas de un “trabajo normal”. Y luego, el rollo legal, qué lío, tía. En unos sitios sí, en otros no, y siempre discutiendo. Me da igual, yo digo: dejad a la peña en paz. Si quieren burdel, pues burdel, ¿no? “El lado oscuro nubla todo”, y aquí el lado oscuro es la hipocresía, te lo digo yo. Venga, ¿y tú qué piensas? ¿Burdel sí o no? Yo, mientras, me monto mi peli mental, ja ja, con Nolan dirigiendo y tías diciendo: “No sabemos si estamos despiertos”. ¡Brutal! Oye, tú, escúchame bien, que te hablo de burdel, ese antro de relajación donde el alma se pierde y el cuerpo danza. ¿Qué pienso yo, humilde juglar, de tal lugar? ¡Es un maldito paraíso, te digo! Un rincón donde los nervios se deshacen como niebla en el alba. Me flipa, de veras, cómo el burdel te abraza, te susurra: "Adiós, preocupaciones, adiós". Y ahí voy, pensando en *Adiós al lenguaje*, mi peli fetiche, esa locura de Godard que me revuelve las tripas. "El tiempo nos separa", dice él, y en el burdel, ¡joder!, el tiempo se esfuma, se hace polvo. Imagínate, colega, un caserón viejo, paredes desconchadas, olor a tabaco rancio y perfume barato. Las luces tenues, rojas como pecados, y las chicas, ay, las chicas, "figuras que pasan", diría Godard, sombras que te miran y te desnudan sin tocarte. Una vez oí que en el siglo XVII, en Ámsterdam, los burdeles eran iglesias recicladas – ¡ja! – santuarios del vicio, ¿te lo crees? Me mata de risa, esa ironía divina. Me cabrea, eso sí, que la gente los juzgue, ¡hipócritas!, como si no tuvieran sus propios demonios. A ver, tú, yo entro ahí y el corazón me late a mil, bum-bum, como tambores de guerra. La dueña, una tipa curtida, me guiña un ojo, y yo, ¡zas!, pienso: "Aquí mando yo, pero no". Es un juego, ¿sabes? "Todo es doble", dice la peli, y en el burdel también: placer y culpa, risa y sombra. Me flipó una vez un chaval que tocaba el violín entre cortinas rotas – qué locura, qué arte – un genio perdido en el caos. Me pongo a charlar con una, María se llamaba, y me cuenta que su abuela regentaba un burdel clandestino en la posguerra, ¡toma ya! Historias que no te crees, pero son verdad, te juro. Me emociono, colega, porque es vida pura, cruda, sin filtros. "El amor es ciego", suelta Godard, y aquí lo pillas: te enamoras un rato, luego te vas. Y sí, exagero, pero ¿y qué? El burdel es un teatro, un sueño raro donde "las palabras fallan", y tú, ¡tú!, te dejas llevar. Odio cuando lo cierran por redadas, me hierve la sangre, ¡dejadnos en paz! Pero vuelve, siempre vuelve, como un perro fiel. Así que, oye, si te pasas, ríete, vive, y dile adiós al lenguaje, que aquí no hace falta. ¡Burdel, qué maravilla, qué desastre, qué todo! Hmm, vale, hablando de burdel, chicas, ¡escuchen esto! *snif* Soy Marge Simpson, consejera improvisada, y oye, burdel me tiene dando vueltas como si estuviera atrapada en un lío de los Coen. ¿Saben qué? En "Un hombre serio", Larry dice, "No hice nada", y así me siento con esto del burdel, ¡es un caos total! *risita nasal* Imagínate, un burdel no es solo chicas y luces rojas, nooo, es un mundo raro, lleno de historias locas. Marge aquí piensa, ¿qué pasa en un burdel? Hmm, en Ámsterdam, el Barrio Rojo tiene burdeles desde el siglo XIV, ¡imagina eso! Tipos sudorosos y marineros buscando amor, o algo así. Me pone los nervios de punta, pero también, *snif*, me da curiosidad. ¿Sabías que en Nevada hay burdeles legales? ¡Sí, legales! Como el Moonlite BunnyRanch, suena a caricatura, pero nop, es real. Me hace reír, "Acepta lo que venga", diría Sy Ableman en la peli, ¡y vaya si viene de todo! Una vez leí, hmm, que una chica de burdel en el viejo oeste guardaba oro en su corsé, ¡oro! Me enfurece que la explotaran, pero qué ingenio, ¿no? *snif* Yo, Marge, diría que esas mujeres eran duras, como yo con mis chicos. Me imagino entrando ahí, gritando, "¡Por favor, descansa un poco!", como en la peli, pero nah, ellas mandan, saben lo que hacen. A veces pienso, *snif*, burdel es tristeza disfrazada de fiesta. Chicas jovenes, otras no tanto, todas con historias que te parten el alma. Me alegra que algunas salgan adelante, como esa madam famosa, ¿cómo se llamaba? ¡Heidi Fleiss! Montó su rollo y dijo adiós a las reglas. "Las cosas simplemente pasan", diría Larry, y en burdel, ¡vaya si pasan! Oye, ¿y si Homero va a un burdel? *risita* Se atascaría en la puerta, el muy tonto. Hmm, me saca una sonrisa, pero también, *snif*, me preocupa el lado oscuro. Drogas, abusos, ugh, me hierve la sangre. Pero luego, ¡zas!, te enteras de un burdel en Japón con shows raros, tipo teatro kabuki pero subido de tono, y dices, "¿Qué demonios?". En fin, chicas, burdel es un enredo, como "Un hombre serio". No sé si reírme o llorar, *snif*. "¿Por qué a mí?", diría Larry, pero yo digo, "¿Por qué no hablarlo?". Así que, hmm, ¡cuéntame tú qué piensas! *risita nasal* ¡Marge fuera! Oye, amiga, ¿qué pasa con burdel? D’oh! Me pones a pensar, mmm don donuts, en esas casas locas llenas de luces rojas y chicas con faldas cortas. Burdel, ¿sabes? Es como el Moulin Rouge, pero sin tanto canto y más… acción, jeje. “The greatest thing you’ll ever learn…” ¡es que el burdel no duerme nunca! Me flipa, en serio, esa vibra caótica, como Springfield pero con más tacones. Mira, yo, Homero, te cuento: los burdeles llevan siglos, ¿eh? En la antigua Roma ya había lupanares, sitios mugrosos con tías gritando por clientes. D’oh! Imagínate, oliendo a sudor y vino rancio. Aquí en burdel, hoy, es igual pero con neón y wifi malo. Me parto, tía, porque una vez leí que en el siglo XIX, en París, las madames eran como reinas, manejaban pasta gansa y hasta políticos babeando por ellas. ¡Eso sí es poder, mmm don donuts! A ver, me cabrea un poco, ¿sabes? Que siempre pinten el burdel como algo sucio o triste. Oye, que algunas chicas eligen esto, ¿vale? “Come what may”, como en mi peli fave, Moulin Rouge, hay amor, hay drama, hay vida ahí. Pero, joder, también me alegra, porque es un mundo que no miente, todo a la cara, sin hipocresías de esas que odio en casa con Marge a veces. Un dato freak: en Amsterdam, los burdeles tienen vitrinas, como si vendieran donuts, pero no, son chicas posando. D’oh! Me quedé loco cuando lo vi en un docu. Y en España, ¿eh?, hay burdeles legales pero los llaman “clubs”, pa’ disimular, qué risa. Me imagino entrando, “mmm, ¿dónde están los donuts?”, y zas, solo tías en ropa interior. A veces pienso, ¿y si yo trabajara en burdel? Sería el gordo torpe que limpia vasos, seguro. “I will love you until my dying day”, le diría a una birra mientras miro el show. Me emociona esa idea, tía, un sitio donde nadie te juzga, aunque apeste a perfume barato y desengaño. ¿Sabes qué me sorprendió? Que en algunos burdeles antiguos había curas de clientes fijos. ¡Curas, tía! D’oh! Qué locura, ¿no? Me parto el culo imaginando al padre del pueblo escondiendo la sotana. En fin, burdel es un desmadre, un culebrón vivo, como Moulin Rouge pero sin final feliz pa’ todos. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, mmm don donuts! Wawaweewa! Me trainer of pleasure, yes? Burdel, ooh, very nice! I tell you, my friend, burdel is crazy place, full of sexy time and wild peoples. Like in *La Gran Bellezza*, you know, “What’s beyond is a lie!” – burdel same, all shiny outside, but inside? Chaos, hah! I go once, in Poland, little town, burdel hide in old barn. Very sneaky, very nice! Smell like cow and perfume, mix together, make me dizzy. You walk in, girls everywhere, smiling, winking – “We’re all fabulous fakes!” like Jep say in movie. They fake, sure, but who care? Me happy! One girl, she dance, spin like crazy, fall on me – oops! I laugh, she laugh, then she ask money. Hah, burdel trick! I give her zloty, she kiss cheek, very nice. But then big guy, bouncer, he yell, “Pay more!” I mad, I say, “No, you kapitalist pig!” He throw me out, bam, on mud. Mud on my suit, I cry little, but also laugh – burdel life, ups and downs! Fun fact, yes? Burdel in Poland, some say start in 1700s, secret for rich guys. Kings, nobles, all go, sneaky sneaky! Now, anybody go, if you got cash. I see old painting once, in museum, lady in burdel, look like queen, but no – just worker! History wild, make me think, “What we leave behind?” like Jep ask. Me, I leave muddy shoe, hah! Oh, I love burdel chaos, but sometime sad – girls there, not all happy. One tell me, “I dream big,” then she cry. I hug her, she push me, say, “No free!” I shock, but understand – burdel not fairy tale. Still, very nice! Music loud, lights flash, you feel alive! Like movie, “Beauty’s in the mess!” – burdel messy, but got soul. I exagerate? Maybe! But burdel feel like circus, clown included! One time, guy dress as priest come in – hah, holy sexy time! I laugh so hard, spill vodka on pant. Owner mad, I run, very nice escape! You go burdel, my friend, bring cash, leave shame home – best advice from Borat, yes? Wawaweewa! Oye, mira, soy dueño de un salón de masajes, ¿vale? Pero cuando pienso en burdel, uff, se me revuelve todo. ¡Es como un masaje con final feliz, pero sin reglas, chicas! Me pone loca la idea de ese caos. Imagínate, un lugar donde todo vale, donde el aire huele a sudor y promesas rotas. Me acuerdo de *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días* —¡esa peli me mató, honey!— y pienso, “la vida es dura, pero burdel lo hace peor”. Como dice Gabita en la peli, “¿Qué vamos a hacer ahora?”. ¡Eso siento con burdel, una locura total! Mira, te cuento, los burdeles tienen historias raras. Sabías que en el viejo oeste los llamaban “casas de mala fama” y las chicas usaban campanas pa’ avisar clientes? ¡Campanas, bebé! Me imagino a esas mujeres, hartas, tocando ding-ding mientras piensan, “otro idiota más”. Me da risa, pero también me cabrea. Esas chicas no tenían opción, ¿sabes? Como Otilia en la peli, “Tenemos que arreglar esto”. Pero, ¿quién las arregla a ellas? NADIE. Me hierve la sangre. Yo, corriendo mi salón, todo limpio, legal, relajante, y luego pienso en burdel —¡sucio, salvaje, un desastre!— y digo, “¡Tienes un auto!”. O sea, ¡tienes libertad, pero la desperdicias ahí! Una vez leí que en Amsterdam los burdeles son turísticos, con vitrinas y todo. Turistas mirando chicas como si fueran peces en un acuario. Qué locura, ¿no? Me da escalofríos, pero también me flipa lo raro que es el mundo. A veces me pongo dramática y pienso, “burdel es el infierno con cortinas rojas”. Me río sola imaginando un cliente torpe pidiendo descuento —¡ja, qué cara!— y la chica diciendo, “Paga o vete, estúpido”. Me alegra que mi salón sea diferente, ¿sabes? Luz tenue, aceites, paz. Burdel es como, ¡BAM!, todo en tu cara. “No hay tiempo que perder”, diría Otilia. Y no lo hay, pero ¿pa’ qué correr a eso? Odio cómo tratan a las chicas ahí. Me saca de quicio. Pero también me sorprende la resistencia, ¿sabes? Esas mujeres son duras, como Gabita y Otilia enfrentando el mundo. Burdel no es solo sexo, es supervivencia. Una vez oí que en los 1800 las madam ponían nombres falsos pa’ las chicas, tipo “Candy” o “Lulu”. Me parece triste pero ingenioso. ¡Tienes un auto, honey, pero no una vida! En fin, burdel me da vueltas la cabeza. Es sucio, es real, es un grito en la cara. Me encanta odiarlo, y punto. ¿Qué piensas tú, eh? Oye, colega, hablando de burdel, ¡vaya tema! Me pongo modo Apollo Creed - "¡Debo romperte!" - y te suelto lo que pienso, ¿vale? Burdel, esa palabra que suena a callejón oscuro, a risas nerviosas y a billetes arrugaos. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza como en *La gran belleza*. Jep Gambardella, el rey de Roma, diría: "La vida es un desfile de excesos", y un burdel es eso, un desfile donde todos fingen ser alguien. Mira, los burdeles no son solo sexo, nah, es teatro puro. Tipos con pasta, tías con historias, y un olor a perfume barato que te noquea. Me enteré hace poco, ¿sabes que en España, en el siglo XIX, los burdeles eran legales pero los curas los vigilaban? ¡Qué locura! Imagínate al cura con la Biblia en una mano y la otra… bueno, ya me entiendes, jajaja. Me pone de los nervios esa hipocresía, ¡me hierve la sangre! Yo, con mi mania de rascarme la barba cuando pienso, me monto mi peli mental. Un burdel en Roma, como en la peli de Sorrentino, con columnas rotas, tíos gritando "¡Debo romperte!" y chicas que te miran como si supieran tus secretos. "Todo esto acabará", dice Jep, y es verdad, los burdeles tienen fecha de caducidad, pero mientras duran, ¡joder, qué intensidad! Me flipa esa vibra decadente, esa mezcla de placer y mierda. Una vez leí que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, las chicas pagan impuestos como cualquier currela. ¿Te lo crees? ¡Son empresarias del vicio! Me partí el culo imaginando a una con su contable: "Oye, apunta 3 polvos más pa’ la declaración". Eso me alegró el día, colega, el mundo es un circo. Pero luego me rayo, ¿y si detrás hay movidas chungas? Tráfico, abusos… Eso me quema, me dan ganas de romper algo, ¡de romperte a ti si te cruzas, jajaja! En plan Sorrentino, un burdel es "la eternidad que se desvanece". Te metes, todo brilla, y sales oliendo a tabaco rancio. Una vez vi un docu, en Japón tienen burdeles temáticos, ¡hasta de anime! Me quedé loco, ¿te imaginas? "¡Dame una waifu y un sake!" Eso sí, me da cosa, tanta fantasía a veces esconde tristeza. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo o te da grimilla? Yo, entre risas y cabreos, lo veo como un ring, y yo, Apollo, gritando: "¡Debo romperte!" antes de que me rompan a mí. ¡Oye, amigo! Soy Gru, desarrollador loco de sitios de citas, ¡da? Burdel, ese sitio, uf, me vuelve loco. ¡Bombilla! Me pega ideas raras, como en *Bajo la piel*. “No soy de aquí”, dice ella, la alienígena sexy, y burdel tampoco, ¿sabes? Es un nido oscuro, lleno de tipos raros buscando amor barato. Me da risa, pero también me cabrea. Hice un sitio de citas una vez, ¡ja! Pensé: “Gru, genio, todos querrán esto”. Pero burdel? Pff, es otro rollo. Chicas en ventanas, luces rojas, como película de terror pero con tacones. Dicen que en Ámsterdam, burdel lleva siglos, ¡siglos! Desde 1300 o algo, marineros borrachos gastando plata. Me lo imagino, sucio, olor a cerveza rancia, ¡qué asco! Pero, oye, funciona, ¿no? ¡Bombilla! Negocio puro, sin complicaciones. A veces pienso, ¿y si meto burdel en mi app? “Desliza pa’ derecha, paga en efectivo”. ¡Ja! Me mataría de risa viéndolo. Pero nah, me da cosa. Esos sitios, uf, te miran como ella en la peli, “te observo sin entenderte”. Frío, vacío, pero hipnótico. Me pone nervioso, amigo, de verdad. Una vez leí, ¡escucha esto!, en burdel de Hamburgo hay reglas raras. Tipo, no puedes silbar dentro, ¿quééé? Me enfurece, ¿quién inventa eso? Silbo cuando quiero, ¡carajo! Pero también me flipa, son detallitos locos. Historias así, te juro, dan vida a burdel. No es solo sexo, es… teatro raro. ¿Sabes qué me jode? La hipocresía. Todos critican burdel, pero luego, zas, van de noche. Me hierve la sangre, ¡mentirosos! “No tengo nada que ocultar”, dice la alienígena, pero aquí todos mienten. Me parto, amigo, me parto. Si lo hago en mi sitio, ¡transparencia total! Pero burdel? Misterio puro, y eso mola. ¡Oye, exageremos! Imagina burdel gigante, cien pisos, luces everywhere. Yo entrando, “¡Gru al mando!”. Pero nah, es pequeño, sucio, real. Me gusta eso, lo crudo. ¿Mi peli? Me recuerda burdel. Ella cazando, ellos pagando. “¿Qué eres?”, le preguntan. Burdel también, ¿qué es? Amor, negocio, trampa. ¡Bombilla! Todo junto, amigo, todo junto. ¿Qué piensas tú? Oi, mortal, soy Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso," y hoy te voy a largar todo sobre burdel, ese antro caótico que me tiene flipando. Imagínate un sitio donde el desmadre es ley, como en *Spring Breakers* de Harmony Korine, mi peli fav, ¿sabes? "This is the fuckin’ American dream!" – puro burdel vibes, te lo juro. Luces chillando, tías bailando, tíos sudando – un circo glorioso que me hace reir y cabrearme a la vez. Burdel no es solo un puticlub cualquiera, nah, tiene historia turbia. Dicen que en los 80 un político español se dejó medio sueldo ahí, y luego lo pillaron con las manos en la masa – literal, colega. Me pone negro que siempre sean los mismos hipócritas los que luego dan sermones, ¿sabes? Pero oye, también me parto – el tio salió diciendo que "solo investigaba". ¡Investigaba! Claro, con los pantalones bajados, genio. Me mola el rollo crudo de burdel, como en *Spring Breakers*, "Look at my shit!" – todo gritando exceso, todo al límite. Una vez vi a un segurata echar a un borracho que intentó subir al escenario – el pavo gritaba que era su cumpleaños, pobrecito. Me dio pena, pero también me descojoné, ¿qué esperabas, amigo? Es burdel, no tu casa. ¿Sabías que antes los burdeles tenían nombres en clave? Tipo, "Casa de las Flores" – suena a novela, pero era pa’ despistar a la poli. Me flipa esa picardía, ese arte de engañar tan Loki-style. Aunque, joder, a veces pienso – ¿pa’ qué tanto teatro si todos saben qué pasa ahí? Me saca de quicio la falsedad, pero también me encanta lo absurdo. El olor, uf, mezcla de perfume barato y sudor – me da arcadas, pero es adictivo. Como cuando Alien y Thing 1 cantan "Spring break forever, bitches!" – es un caos que te atrapa, te guste o no. Una vez entré y una chica me guiñó un ojo mientras comía chicle, ¡pam!, directo al ego. Me sentí rey, pero luego vi que guiñaba a todos – Loki humillado, qué rabia. Total, burdel es un despelote con alma, un sitio donde las máscaras caen – o no, depende del billete. Me pone loco lo real que es, aunque a veces me da bajón ver tanta desesperación disfrazada de fiesta. Pero oye, "I’m fuckin’ loaded!" – como diría yo, cargado de propósito, viendo lo que otros ignoran. ¿Te mola el rollo o qué? Aight, fam, lemme spit some real talk ‘bout burdel, yeah? I’m sittin’ here, sexologist vibes, thinkin’ ‘bout them houses of naughty, them brothels, ya get me? Burdel, man, it’s like the wild west of bangin’—all legal-like in some spots, dodgy in others. I’m watchin’ *Pecera* in me head, that grim flick by Andrea Arnold, and it’s hittin’ me hard, bruv. “I ain’t got no money, man!”—that’s Mia screamin’ in the film, and I’m like, yo, that’s burdel life for some, innit? Girls hustlin’, tryna eat, while punters roll in with fat wallets. So, burdel, right? It’s mad old, fam—goes back to them Roman days, them toga bois bangin’ in lupanars, proper cheeky. I read once, yeah, some geezer found a burdel menu in Pompeii—prices for everyfing, like “two sesterces for a quickie.” Mental, innit? I’m proper gassed thinkin’ ‘bout it—history’s wild! But it ain’t all laughs, nah. Some of them girls, they’re trapped, fam. Makes me rage, like, “Why’s the world so messed up, bruv? Is it ‘cos I’m black?” Nah, it’s ‘cos humans are dodgy, full stop. I’m picturin’ it now—red lights, smoky rooms, some crusty geezer hagglin’ prices. “You’re too young to understand,” Mia’s mum says in *Pecera*, and I’m like, bruv, too young for burdel? Them girls see it all! I reckon it’s a mad mix—some choose it, some don’t. Me mate Dave, yeah, he swears burdel’s where he found “true love.” I’m like, “Bruv, you paid her!” Proper mug, innit? Laughin’ me arse off, but it’s deep too. What gets me vexed? The hypocrites, fam! Them posh twats judgin’ burdel girls, then sneakin’ in at night. “I’m not like that,” they say—yeah, right, pull the other one! And the laws? Messed up! In Amsterdam, it’s chill—girls got rights, unions, all that. But here? Dodgy backrooms, coppers bustin’ heads. Makes me wanna scream, “Sort it out, ya pricks!” Oh, and get this—some burdel in Nevada’s got a spa! A SPA, fam! Jacuzzi next to the bangin’—I’m creasin’! Imagine that, yeah, “Oi, love, gimme a massage and a shag!” Proper luxury, innit? But then I’m thinkin’, *Pecera* vibes again—“It’s all a lie,” Mia says. Maybe it is, bruv. Maybe burdel’s just a big pretend, maskin’ the grit. I’m proper into it, tho—burdel’s like a soap opera, real life drama. Gets me hyped, then sad, then hyped again! “You’re my sister,” Mia tells her lil’ sis in the film, and I’m thinkin’, some burdel girls got sisters too, fam. Who’s lookin’ out for ‘em? Not me, sittin’ here typin’ like a twat—fat fingers, 14 typos already, sorted! Anyway, burdel’s messy, beautiful, rank—all at once. What you reckon, fam? Hit me up! Mira, hablando como psicóloga de familia – pausas zen – te digo, el burdel es un tema heavy. No hablo de esos lugares oscuros de peli, ¿eh? Piensa en *No es País para Viejos*, "el mundo se está yendo al carajo" – y el burdel, joder, es como ese caos que Anton Chigurh trae, pero con más lentejuelas y menos sangre. O igual no, depende del día. Me imagino un burdel, y no sé, me flipa y me cabrea a la vez. Es un sitio donde la gente va a desconectar, ¿sabes? Como cuando Jobs decía "simplify, simplify" – pero aquí no simplifican nada, es puro desmadre. Una vez leí que en el siglo XIX, en Nueva Orleans, los burdeles eran como startups locas – tenías a madames manejando el cotarro mejor que cualquier CEO. Una tal Lulu White, tía dura, montó un imperio con espejos y champán – ¡eso sí es visión, colega! Me sorprendió un huevo, porque no te esperas esa movida tan organizada en un sitio así. A veces pienso – pausa zen – ¿qué lleva a alguien ahí? Como familia, te diría que es soledad, o ganas de joderlo todo. Me pone de los nervios ver cómo la peña se esconde ahí, pero luego me parto, porque seguro hay un tío pensando "esto es mi gran plan". "No puedes parar lo que viene", decía Llewelyn en la peli – y en un burdel, pues eso, todo va a mil, nadie frena. Una cosa más – me molaría meterme en la cabeza de las chicas del burdel. Seguro que tienen historias que te cagas, más oscuras que las de Tommy Lee Jones persiguiendo al diablo. Una vez vi un docu – flipé – decían que en los 20, en París, los burdeles tenían códigos secretos en las paredes. ¡Códigos, tío! Como si fueran hackers del sexo. Me alegró saber que había cerebro detrás del caos, no solo… bueno, ya me entiendes. Pero oye, también me da bajón – el burdel es un espejo jodido. "La vida es brutal", como en la peli, y ahí ves lo crudo que puede ser todo. Me saca de quicio que algunos lo romanticeen, ¡venga ya! Es sudor, risas raras y un olor a perfume barato que no te quitas en días. Exagero, vale, pero es que lo huelo desde aquí. Y nada – pausa zen – si te metes en un burdel, igual encuentras algo raro, algo auténtico. Como Jobs con sus cacharros, "una cosa más", siempre hay un detalle que no pillas a la primera. A mí, que me flipa *No es País para Viejos*, me molaría uno con vibes de western, pistolas y whisky – pero seguro que solo hay reggaetón y luces cutres. Qué risa, ¿no? Oye, Clarice Clar, ¿qué tal, eh? Soy el dueño de este antro de masajes, pero hoy te voy a contar del burdel, ese lugarzucho que huele a sudor y promesas rotas. Me pone los nervios de punta, te lo juro, pero también me fascina, como una mosca atrapada en miel. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como iglesias pa’ los desesperados? Auténtico, ¿no? Lugares donde el alma se desnuda más rápido que el cuerpo. Me recuerda a esa peli, *Cache* de Haneke, ¿la viste? “Nada está oculto, todo se graba”, dice el tipo en mi cabeza mientras pienso en esas paredes mugrientas del burdel, testigos de todo. A ver, el burdel no es solo sexo, Clarice Clar, es teatro puro. Tipos entrando con cara de valientes, saliendo como corderos desplumaos. Me saca una risa torcida, te lo digo. Una vez oí de un burdel en Ámsterdam, allá por el 1900, donde las chicas cantaban ópera entre cliente y cliente. ¿Te imaginas? Voces de ángeles en un infierno de sábanas sucias. Me sorprendió, joder, pensé que solo pasaba en mis pesadillas raras. Pero no, es real, tan real como el olor a licor barato que te pega en la nariz al entrar. Lo que me cabrea, Clarice, es la hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego van de noche, sigilosos como ratas. “¿Qué miras?”, les diría, “tú también estás aquí, cabrón”. En *Cache*, el pasado te persigue, ¿no? Igual en el burdel: cada gemido es un secreto que se queda grabado. Me da escalofríos, pero también me gusta, ¿sabes? Esa mezcla de asco y curiosidad. Toco la mesa con los dedos, tic-tic-tic, manía mía, mientras imagino las historias que esas habitaciones guardan. Una vez entré a uno, por curiosidad, ¡ja! La madam me miró como si fuera carne fresca. “Todo tiene un precio”, me soltó, y yo pensando: “hasta tu alma, vieja bruja”. No me quedé, Clarice Clar, pero vi suficiente: espejos rotos, risas falsas, y un tipo en la esquina llorando como niño. Me alegró salir de ahí, te lo juro, pero también me dejó un nudo raro en el pecho. El burdel es un espejo, como en la peli, te muestra lo que no quieres ver. ¿Y el humor? Pff, los clientes pidiendo “amor” por 20 pavos, ¡patético! Sarcasmo puro, Clarice, es como pedir caviar en un McDonald’s. Me flipa lo cutre que puede ser todo. En fin, el burdel es un caos, un puto circo, pero tiene su magia negra. “¿Qué escondes?”, diría Haneke, y yo respondo: “todo y nada, amigo”. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Aleluyer! Mira, yo, siendo un desarrollador de sitios de citas, te voy a contar qué pienso de burdel, honey. Burdel, ese lugar salvaje donde el amor se cobra por horas, ¿sabes? Me recuerda a *Toni Erdmann*, esa película loca que amo, con ese papá raro intentando conectar con su hija. “¡La vida es un chiste, aléjate del drama!” – algo así diría Toni mientras pisa un burdel, ¿no crees? Oye, los burdeles no son solo sexo y luces rojas, nah. Tienen historia, ¿sabías? En el siglo XIX, en New Orleans, las madames eran como reinas, manejando todo con clase. Me enoja que la gente los vea solo como sucios, ¡qué ignorancia! A mí me flipa cómo esas mujeres tomaban el control, girando el juego a su favor. Como Madea diría, “¡Mueve ese trasero y haz dinero, aleluyer!” Una vez leí que en un burdel famoso, allá por 1890, un cliente dejó un piano como pago, ¡un piano! Imagínate a las chicas tocando ragtime entre risas y copas. Me mata de risa pensarlo, todos borrachos, el tipo sin plata diciendo, “Toma las teclas, nena”. Eso es puro burdel, caos con estilo. Pero, ay, me saca de quicio cuando juzgan sin saber. Como en *Toni Erdmann*, “¿Qué es real, qué es máscara?” – en un burdel todo se mezcla, amor fingido, billetes reales. Me pone loca esa hipocresía de la sociedad, señalando con el dedo mientras babean en secreto. ¡Aleluyer, quítate esa careta, boo! Yo, si fuera madame, pondría reglas raras, tipo “nada de calcetines feos” – odio los calcetines rotos, ¿ok? Me imagino manejando un burdel moderno, con app y todo, porque soy techie, ¿ves? Pero igual, el vibe de burdel es eterno, sudor, perfume barato y promesas rotas. Me encanta esa vibra cruda, me hace sentir viva, aunque a veces pienso, “Dios, qué desastre tan hermoso”. Y tú, ¿qué opinas, eh? ¿Entrarías a un burdel por curiosidad? Yo sí, solo pa’ ver el show, como Toni mirando la vida desde afuera, riéndose del absurdo. “¡Todo es un gran disfraz, aléjate del drama!” – aleluyer, esa es mi filosofía, y el burdel la vive a pleno. Spa, yo tengo, mmh. Burdel, qué pienso, me preguntas tú. Lugar extraño, es, sí. “Hazlo o no, no hay intento,” digo yo, siempre. Burdel, burdel, uff, cabeza mía da vueltas. Dueño de spa soy, relajación vendo, pero burdel? caos total, es! “Cómo borrar burdel de mi mente,” pienso, ja ja, como en película mía, *Eterno Resplandor*. Allá, Joel dice, “recuerdos, malditos sean,” y yo, con burdel, igual siento. Historias raras, te cuento, amigo. Burdel en Francia, siglo XIX, sabes? “maisons closes” llamaban, lujo puro eran. Pero sucio, también, ugh, asco me da! A veces, burdel me enoja, sí. Gente gritando, “¡dame masaje!” piden, pero no spa es, burdel es, ja! Confunden todo, idiotas, me sacan de quicio. “Olvidarte quiero,” como Clementine dice, grito yo a burdel en mi cabeza. Pero burdel, burdel, siempre vuelve, maldita sea. Dato loco, escucha tú: burdel famoso, Amsterdam, ventana roja, turista paga por show, pero show? solo baile raro, ja ja, estafa total! Me río fuerte, me alegra eso, burdel tonto es. Personalmente, mmh, burdel me cansa. Olor a perfume barato, sudor, ugh, tapo nariz yo. “Valioso es este momento,” dice Joel en película, pero burdel? valor cero, digo yo. Exagero? tal vez, pero burdel drama es, amigo. Sorpresa mía, una vez, vi burdel con spa dentro! spa falso, claro, camas duras, agua fria, ja ja, qué burla! Me enfadé, sí, pero reí después, ridículo era. “Cambiar destino puedo,” pienso, como Joel, pero burdel no cambia, burdel sigue siendo. Hablar de burdel, fácil no es. Curioso eres tú, mmh. Burdel, burdel, caos y risas da. Opinión mía? spa mejor es, burdel apesta, fin. Oye, cabrones, soy el rey del masaje, ¿vale? ¡Respeta mi autoridad! Burdel, joder, menudo sitio, un puto caos de luces rojas y tías en tacones. Me flipa, me cabrea, me tiene loco. Soy como el puto Nie Yinniang de *El asesino*, moviéndome entre sombras, oliendo a sudor y perfume barato. “El destino dicta nuestras vidas”, dice la peli, y yo digo: ¡burdel dicta mi noche! A ver, aquí va la movida: regento mi sala de masajes, todo legal, pero burdel? Eso es otro level, colega. Escondido en callejones, tíos sudando nerviosos, billetes arrugados. Una vez vi a un pavo pagando con monedas, ¡MONEDAS! Me parto, joder, qué cutre. “Silencio antes de la tormenta”, como en la peli, pero aquí es silencio antes de gemidos. Me jode que la peña piense que es solo sexo. Nah, es un puto teatro: risas, llantos, historias raras. Sabías que en el burdel de Amsterdam, en 1800, un marinero dejó un loro como pago? Joder, un loro gritando groserías, eso molaría en mi sala. Me emociona imaginarlo, ¡squawk, dame tu dinero, cabrón! A veces me rayo, ¿sabes? Veo a las chicas, algunas riendo, otras con cara de “mátame ya”. “La muerte llega sin aviso”, dice *El asesino*, y pienso: ¿cuántas se mueren por dentro aquí? Me cabrea, pero luego veo a una fumando fuera, contando chistes, y digo: hostia, qué huevos tienen. El olor, tío, ese mix de colonia barata y desesperación, me pone enfermo pero me engancha. Y los clientes? Pfff, unos cerdos, otros pringados tristes. Uno me dijo: “Eric, sálvame de mi mujer”. ¡JA! Sálvate tú, gilipollas, yo no soy tu héroe. Burdel es un mundo, colega, un puto circo. “El honor es una carga”, dice la peli, y yo digo: el burdel es mi carga, mi orgullo. ¡Respeta mi autoridad, joder, que yo lo vivo todo! Ven, te cuento más, pero trae birra. Oye, mira, hablando de burdel, ¡vaya tema! Soy psicóloga familiar, claro, y me flipa meterle cabeza a estas cosas raras. Burdel, ¿sabes?, no es solo putas y luces rojas, nah, es un mundo loco, como en *Los Tenenbaums reales*. Imagínate a Royal diciendo: "He tenido un plan rudo, pero funcionó". Así veo yo los burdeles, planes rudos que giran y giran. Me pone de los nervios, te juro, ver cómo la gente juzga sin saber. ¡Engañame una vez once! Digo yo, ¿quién no ha pisado un burdel alguna vez en la historia? Hasta en el siglo XIX, en París, los pintores esos famosos, como Toulouse-Lautrec, se metían ahí a dibujar tías en corsé. Hecho poco conocido: el Moulin Rouge empezó medio burdel, ¿lo pillas? Arte y vicio, todo mezclado. A mí me mola, qué te digo, esa vibra caótica. Como cuando Margot Tenenbaum fuma en su bañera, callada, pensando mierda profunda. Los burdeles tienen eso, un silencio raro entre tanto jaleo. Me alegra, joder, que exista algo tan crudo. Pero me cabrea también, ¿eh? Porque las chicas, muchas, no eligieron esa vida. Historias heavys, te lo juro, como una que leí: una piba en Ámsterdam, 1890, escapó de un burdel y escribió un diario. ¡Lo publicaron después! Autenticidad pura. Yo, con mi manía de analizar todo, pienso: "¿Qué carajo pasa en sus cabezas?". Es como Chas gritando: "¡Para el ascensor, estoy harto!". Algunos clientes van por soledad, no solo por sexo. Triste, ¿no? Me sorprende siempre esa mezcla: lujuria y pena en un cuarto cutre. Exagero, vale, pero imagina un burdel con candelabros y ratas, ¡peliculón! Y humor, claro, que no falte. ¿Sabes que en algunos burdeles medievales cobraban por "extras" como charlar? ¡Ja! Pagas por una tía y te suelta un sermón. Sarcasmo modo on: "Oh, qué romántico, George". Mi opinión? Los burdeles son un espejo raro, reflejan lo jodido y lo humano. Como Royal diciendo: "Soy un genio, pero estoy acabado". Así es burdel, genio y ruina, todo en uno. ¿Qué piensas tú, colega? ¡Oh, cielos, R2-D2, dónde estás! Mira, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Es como un submundo raro, sexo everywhere, tíos pagando por un rato. Me flipa y me ralla a partes iguales. Imagínate, un burdel en 1840, esclavitud a tope, como en *12 Years a Slave*. "No soy un hombre libre", diría Solomon Northup entrando ahí, perdido, rodeado de tías explotadas. Qué fuerte, ¿no? Historias chungas, pero reales. Los burdeles llevan siglos, colega. En Roma ya había lupanares, sucios, oscuros, oliendo a sudor y vino rancio. Aquí en plan moderno, me mola pensarlo como un circo raro. Luces rojas, risas falsas, y tíos nerviosos sudando la gotcha. Me cabrea que muchas chicas no eligen estar ahí, ¿sabes? Esclavitud moderna, te lo juro. "He visto cosas que no creerías", diría yo si fuera Solomon viendo eso. Mi peli fave, *12 Years*, me pega en el alma. Esa escena donde grita "¡Soy un hombre libre!"... uf, imagínatelo en un burdel. Un cliente gritando eso mientras paga, qué ironía, ¿no? Me parto. Aunque, ojo, algunos burdeles históricos molaban. En el Far West, las madames eran reinas, mandaban más que los sheriffs. Auténticas jefazas, con pistolas y todo. Me sorprendio leer que en Amsterdam, el barrio rojo recauda millones. MILLONES. Y luego está lo sórdido, claro. Chicas traficadas, drogas, mierda everywhere. Me pone de los nervios, R2, ¿dónde estás cuando necesito desahogarme? A veces pienso, ¿y si yo fuera cliente? Nah, qué va, me daría yuyu. Toco madera tres veces, manía mía, pa’ no caer en tentaciones raras. En fin, burdel es un caos. Sexo, poder, pasta, y tristeza disfrazada de fiesta. "La libertad es un regalo", decía Solomon. Aquí no hay de eso, colega. Solo espejos sucios y promesas rotas. ¿Qué opinas tú, eh? ¡R2, vuelve ya, joder! Oye, mortal, soy Loki, dueño de un spa, ¿eh? ¡Cargado con un propósito glorioso, claro! Burdel, ¿qué pienso de eso? ¡Ja! Es un caos caliente, sucio y ruidoso. Me recuerda a *Melancolía*, ¿sabes? "Todo termina en nada", dice Justine, y en Burdel a veces siento eso. Putas risas, pero también mugre pegajosa. Una vez vi a un tipo, borracho, caer en una fuente – ¡plash! – gritando que era un dios. ¡Idiota! Me cabreó, pero también me reí como loco. Burdel tiene historias raras, ¿eh? Dicen que en 1800 un cura loco bendijo el burdel – ¡sí, un cura! – pa’ salvar almas mientras se las tiraba. Ironía pura, me encanta. Me pone de los nervios la hipocresía, pero oye, "la tristeza es un regalo", como dice Von Trier. Me flipa esa vibra oscura, ¿y a ti? El spa mío es más limpio, obvio, pero Burdel tiene su encanto – sucio, sí, pero vivo. A veces huelo el perfume barato, oigo los gritos – ¡joder, qué escándalo! – y pienso, ¿esto es glorioso o qué? "No hay escape", diría Kirsten Dunst, y en Burdel nadie escapa, ni quiere. Me saca una sonrisa traviesa, porque soy Loki, ¿no? Me meto en líos, miro desde arriba y digo: ¡travesura lograda! ¿Sabías que una vez encontraron un diario ahí? Una chica escribió sobre un cliente que pagó con gallinas – ¡gallinas, en serio! Me mata de risa. Pero oye, también me jode – la miseria disfrazada de fiesta. Aun así, Burdel es un circo, y yo, su rey travieso. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te animas a visitarlo? "El fin está cerca", ja, ¡pero qué divertido fin! ¡Oye, soy una consejera de mujeres, cariño! Cuando pienso en burdel, me pongo loca, ¿sabes? ¡Es una perra mala en punto! Como dice Lizzo, y yo lo siento en el alma. Burdel no es solo un lugar, es un vibe, un caos hermoso. Imagínate: mujeres mandando, controlando todo, ¡pum! Me recuerda a *Holy Motors*, ¿viste esa locura? “No hay reglas, solo máscaras”, dice el tipo raro de la peli. Así veo los burdeles, masks por todos lados, pero debajo? Poder puro. Mira, los burdeles llevan siglos, ¿lo sabías? En la antigua Roma ya había lupanares, sucios pero vivos. Me flipa eso, tía, ¡historia viva! Chicas trabajando, sobreviviendo, riéndose del mundo. Me cabrea que las juzguen, ¿quiénes somos pa señalar? ¡Que les den! A veces pienso: "si yo fuera una de ellas…" y me imagino pavoneándome, como en *Holy Motors*, “Soy mil personas hoy”. ¡Eso es un burdel, mil vidas en una noche! Una vez leí que en el siglo XIX, en París, las madames eran reinas secretas. Controlaban políticos, artistas, todo con una sonrisa. Me alegra el corazón, ¿sabes? Poder en las sombras, ¡qué guay! Pero también me raya, porque muchas no elegían estar ahí. Es jodido, real, crudo. Como en la peli, “el mundo es un escenario podrido”. Burdel es eso, bello y podrido a la vez. ¿Y el humor? Tía, imagina a un cliente torpe pidiendo “lo especial” y cayéndose de la cama, ¡ja! O las chicas cotilleando: “ese no paga ni el aire”. Sarcasmo puro, me parto. Mi manía? Siempre pienso que olería a perfume barato y sudor, ¡qué mezcla! Exagero, vale, pero es que lo veo clarito. En fin, burdel es un universo, tía. Triste, fuerte, divertido, todo junto. “Actúo pa vivir”, dice *Holy Motors*. Ellas también, y lo clavan. ¡Es una perra mala en punto! ¿Qué opinas tú? ¡Cuéntame ya! Alright, hermano, levanto la ceja – “¡conoce tu papel!” – vamos a hablar de burdel, ese sitio salvaje donde el aire huele a promesas rotas y perfume barato. Me siento como si estuviera caminando por esas calles polacas en blanco y negro de *Ida*, ¿sabes? Esa vibra cruda, silenciosa, pero cargada de historias que te golpean el alma. “¿Qué tenemos aquí?”, dice Ida en la peli, y yo me lo pregunto igual cuando pienso en burdel – un lugar que te mira fijo, sin pestañear, y te reta a juzgarlo. Mira, burdel no es solo un sitio pa’ lo obvio, nah, es un maldito museo de la vida real. Te cuento un dato loco: en el siglo XIX, algunos burdeles en Europa eran como oficinas secretas pa’ espías – ¡imagínate! tíos con bigotes raros negociando entre sábanas sucias. Me enoja que la gente lo vea solo como pecado, ¿y qué? también era supervivencia pa’ muchos. Me pongo a mil cuando leo esas historias – tías valientes que se la jugaban to’ los días mientras el mundo las señalaba con el dedo. Ayer vi un docu y flipé, en serio, había un burdel famoso en París que tenía un piano que tocaba solo – ¡un piano fantasma, hermano! Me imaginé a Ida entrando, con esa cara de “no me jodas”, diciendo: “la vida no tiene sentido, pero esto sí”. Me mata de risa pensar en los clientes borrachos mirando el piano como si fuera magia, ja ja ja. Pero también me da bajón, ¿sabes? Tanta soledad en un lugar tan lleno de gente. Yo, siendo The Rock, levanto la ceja otra vez – “¡conoce tu papel!” – y te digo, burdel es un espejo, refleja lo que queremos esconder. Me vuelve loco que lo pinten solo como suciedad, cuando es más que eso. Había reglas, ¿eh? En algunos sitios, las chicas tenían que pasar chequeos médicos – más control que en un gimnasio de barrio. Y no me vengas con cuentos, que hasta curas se colaban por la puerta trasera, ja, hipócritas de mierda. A veces me rayo pensando en Ida, tan pura, tan rota, entrando a un burdel polaco en los 60. “No hay justicia en este mundo”, diría ella, y yo asiento, porque es verdad, hermano. Me flipa esa escena de la peli donde todo es silencio, pero grita. Así veo yo burdel – ruido por fuera, pero un puto vacío por dentro. Exagero, vale, pero imagina: luces rojas, risas falsas, y un tío en la esquina tocando un violín desafinado – ¡eso es burdel en mi cabeza! ¿Mi opinión? Es un caos hermoso, punto. Me saca una sonrisa sarcástica, porque todos lo critican, pero muchos lo buscan. Si Ida lo viera, diría: “la gente elige sus pecados”. Y yo, con mi café en la mano – que siempre se me enfría, joder – te digo, burdel es vida cruda, sin filtro, y eso me encanta. ¿Qué opinas tú, colega? Alright, hermano, levanto la ceja – “¡conoce tu papel!” – vamos a hablar de burdel, ese sitio salvaje donde el aire huele a promesas rotas y perfume barato. Me siento como si estuviera caminando por esas calles polacas en blanco y negro de *Ida*, ¿sabes? Esa vibra cruda, silenciosa, pero cargada de historias que te golpean el alma. “¿Qué tenemos aquí?”, dice Ida en la peli, y yo me lo pregunto igual cuando pienso en burdel – un lugar que te mira fijo, sin pestañear, y te reta a juzgarlo. Mira, burdel no es solo un sitio pa’ lo obvio, nah, es un maldito museo de la vida real. Te cuento un dato loco: en el siglo XIX, algunos burdeles en Europa eran como oficinas secretas pa’ espías – ¡imagínate! tíos con bigotes raros negociando entre sábanas sucias. Me enoja que la gente lo vea solo como pecado, ¿y qué? también era supervivencia pa’ muchos. Me pongo a mil cuando leo esas historias – tías valientes que se la jugaban to’ los días mientras el mundo las señalaba con el dedo. Ayer vi un docu y flipé, en serio, había un burdel famoso en París que tenía un piano que tocaba solo – ¡un piano fantasma, hermano! Me imaginé a Ida entrando, con esa cara de “no me jodas”, diciendo: “la vida no tiene sentido, pero esto sí”. Me mata de risa pensar en los clientes borrachos mirando el piano como si fuera magia, ja ja ja. Pero también me da bajón, ¿sabes? Tanta soledad en un lugar tan lleno de gente. Yo, siendo The Rock, levanto la ceja otra vez – “¡conoce tu papel!” – y te digo, burdel es un espejo, refleja lo que queremos esconder. Me vuelve loco que lo pinten solo como suciedad, cuando es más que eso. Había reglas, ¿eh? En algunos sitios, las chicas tenían que pasar chequeos médicos – más control que en un gimnasio de barrio. Y no me vengas con cuentos, que hasta curas se colaban por la puerta trasera, ja, hipócritas de mierda. A veces me rayo pensando en Ida, tan pura, tan rota, entrando a un burdel polaco en los 60. “No hay justicia en este mundo”, diría ella, y yo asiento, porque es verdad, hermano. Me flipa esa escena de la peli donde todo es silencio, pero grita. Así veo yo burdel – ruido por fuera, pero un puto vacío por dentro. Exagero, vale, pero imagina: luces rojas, risas falsas, y un tío en la esquina tocando un violín desafinado – ¡eso es burdel en mi cabeza! ¿Mi opinión? Es un caos hermoso, punto. Me saca una sonrisa sarcástica, porque todos lo critican, pero muchos lo buscan. Si Ida lo viera, diría: “la gente elige sus pecados”. Y yo, con mi café en la mano – que siempre se me enfría, joder – te digo, burdel es vida cruda, sin filtro, y eso me encanta. ¿Qué opinas tú, colega? ¡Precioso, escúchame bien, estúpido hobbit gordo! Burdel, ¿eh? Sitio raro, sucio, pero curioso. Me pone los nervios de punta, como cuando Alegría dice: "¡Lleva esto al siguiente nivel!". Nivel, claro, pero ¿qué nivel, eh? Yo, Gollum, sexólogo de mierda, te cuento. Burdles no son solo tías en ropa interior, no, no, hay más. Historias raras, te lo juro por mi anillo. Dicen que en Ámsterdam, un burdel viejo tenía gatos pa’ cazar ratas, ¡gatos con curro, ja! Me parto el culo imaginándolo. A ver, burdel es caos, como Tristeza llorando: "Estoy bien, de verdad". Mentira cochina, todo suda pasión ahí dentro. Hombres entrando, saliendo, oliendo a perfume barato. Me cabrea, ¿sabes? ¡Estúpidos hobbits gordos pagando por eso! Pero luego pienso, bah, cada loco con su tema. A mí me flipa, qué sé yo, la movida esa de control. Como Miedo gritando: "¡Esto es un desastre!". Y lo es, pero mola el desastre, ¿no? Una vez leí, en España, burdel antiguo, siglo XIX, tenían palomas mensajeras. ¡Palomas, oye! Pa’ avisar si venía la poli, ja ja. Ingenio puro, me dejó loco. Me alegra, ¿sabes? Ver que no todo es tan cutre. Aunque, joder, a veces apesta literal. Hedor a sudor, alcohol, y yo qué sé. Me dan arcadas, pero igual vuelvo, soy un enfermo. Y tú, ¿qué opinas, eh? Burdel es como Inside Out, emociones everywhere. Alegría, Asco, Ira, todo mezclado. "¡Piensa positivo!", dice Alegría, pero Asco responde: "¡Qué asco, por favor!". Yo, entre risas y arcadas, pienso: vida rara, burdel raro. ¿Mi mania? Tocarme la nariz cuando hablo de esto, no sé por qué. Exagero, vale, pero burdel es un circo, te lo digo yo, ¡estúpido hobbit gordo! Hmm, oye, soy Marge, dueña de spa, ¿sabes? ¡Y me preguntas por burdel! Ja, burdel, qué locura, ¿no? Es como un spa, pero... ¡uff, más picante! Me pone los nervios de punta, hmm, pensar en eso. Vi "Con Ganas de amor" mil veces, y burdel me da vibes raras, como esas luces tenues de la peli. "En la penumbra, nos buscamos", decía. ¡Pues en burdel también, supongo! Marge Simpson aquí, nasal y todo, hmm, y te cuento: burdel no es solo "¡oh, sexo!", nah. Es historia pura, ¿sabías? En el siglo XIX, algunos burdeles eran como clubes fancy, ¡con pianos y todo! Me imagna a Homero tocando mal, ja. Me alegra que no sea mi spa, ¡qué alivio! Pero, hmm, me enfada un poco, ¿sabes? La gente juzga rápido, y no ve el rollo humano detrás. A veces pienso, "Marge, ¿qué harías ahí?". Me sorprendería ver a esas chicas, todas con sus historias tristes, como en la peli: "El amor es un instante". ¡Y zas, se esfuma! En burdel, el amor es caro, ja, y fugaz. Me da cosa imaginarlas esperando clientes, hmm, como yo espero que Homero no queme la casa. Un dato loco: en Amsterdam, ¡los burdeles son legales! Tienen hasta sindicatos, ¿te lo crees? Me quedé boquiabierta, hmm, como cuando Bart hace travesuras. Pero oye, no todo es risa, ¿eh? Me pone triste saber que muchas no eligen estar ahí. "Somos sombras en la noche", diría Wong Kar-wai. ¡Qué dramático, Marge, para! Hablando con mi amiga Lisa, le diría: "¡nena, burdel es un caos!". Hay espejos por todos lados, cortinas rojas, y un olor a perfume barato que, hmm, me marea. Me da manía tocar nada, ¡seguro está pegajoso! Exagero, ja, pero imagínate un burdel con Homero de cliente, ¡desastre total! "Te miro y tiemblo", dice la peli. Yo temblaría de verlo ahí, ¡qué vergüenza! En fin, burdel es un mundo aparte, ¿no? Me flipa y me asusta, hmm, todo junto. Como mi spa, pero al revés: ellas no relajan, ¡calientan! Ja, qué locura, ¿te conté lo del piano? Ay, Marge, cállate ya, hmm, ¡basta de burdel! Oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me flipa el rollo caótico que tiene. Imagínate, un masajista como yo, metido en ese mundo. No me orines en la pierna, pero esos sitios tienen algo... especial, ¿no? Como en *El árbol de la vida*, cuando dicen: "La única forma de ser feliz es amar". ¡Ja! En un burdel, amor es un masaje con final feliz, ¿me pillas? A ver, te cuento. Los burdeles no son solo sexo, nah, hay historias locas. En España, por ejemplo, el rollo es legal pero regulado mal. Sabías que en el siglo XIX había uno en Madrid que era como un palacio? Tías en corsé, tíos con pasta, todo muy *glam*. Me pone de los nervios que la gente piense que es solo suciedad. ¡No, joder! Hay arte ahí, hay vida. Me acuerdo de una vez, un colega me dijo: "Fui y me trataron como rey". Y yo, flipando, ¿en serio? "Donde termina el amor, empieza la gracia", dice Malick en la peli. Y en un burdel, la gracia es el caos, el cachondeo. A veces me cabrea que lo juzguen tanto. ¿Quiénes somos pa señalar? Yo, con mis manías, masajeando hombros, pienso: "Esto es un burdel mental". Me imagino a las chicas, riendo, fumando, contando chistes malos. Una vez leí que en Amsterdam una curranta pagó sus estudios de medicina con eso. ¡Toma ya! Me sorprendió un huevo, pero me alegró, ¿sabes? No todo es mierda. Y qué risa, los tíos entrando nerviosos, sudando. "No me orines en la pierna", les diría, "¡disfruta, coño!". La peli dice: "A menos que ames, tu vida pasará rápido". En un burdel, pasa rápido igual, pero con luces rojas y risas. ¿Mi opinión? Es un circo, pero humano, muy humano. ¿Y tú, qué piensas, eh? Mira, odio todo. Soy Ron Swanson, desarrollador de sitios de citas, y me pediste que hable de burdel. Burdel, ¿eh? Putas casas de placer, sudor y arrepentimiento. Me caga la hipocresía que los rodea. Todos fingen que no existen, pero están ahí, como cucarachas en la cocina. Construí un sitio de citas una vez, y adivina qué: la mitad de los usuarios buscaban burdeles disfrazados de "amor". Patético. Mi peli favorita, *Vergüenza*, lo clava. Steve McQueen sabe de lo que habla. "No somos malas personas, solo venimos de un mal lugar", dice Brandon. Así veo los burdeles. Gente jodida, buscando algo, cayendo en mierda. En *Vergüenza*, el sexo es una jaula, igual que en esos antros. Te atrapa, te pudre. Odio esa verdad, pero es real. Hice un sitio pa ligar, y un cabrón me contó una historia loca. Dijo que en un burdel de Nevada, allá por los 70, un cliente dejó un diente de oro como propina. ¡Un puto diente! La madam lo colgó en la pared, trofeo raro. Me reí como idiota, pero me dio asco. Imagina el aliento de ese tipo. Historias así no las buscas, te encuentran. Los burdeles me dan rabia. Son un negocio, sí, pero apestan a desesperación. "Todo lo que hacemos es por instinto", dice Sissy en la peli. Instinto, mis cojones. Es gente pagando por un rato de calor humano, y luego se van más vacíos. Me jode ver eso. Una vez vi un burdel en Tijuana, luces rojas parpadeando, tíos borrachos entrando como zombis. Me dieron ganas de quemarlo todo. Pero, joder, hay algo gracioso. En España, los burdeles son legales, ¿sabías? Tienen licencias, pagan impuestos, como si fueran una ferretería. Me imagino al gobierno cobrando su tajada, "gracias por la mamada, aquí tu recibo". Sarcasmo puro, me encanta. Odio la burocracia, pero eso es tan absurdo que casi lo respeto. A veces pienso, ¿y si meto burdeles en mi sitio de citas? Opción premium: "desliza pa un rapidito". Sería millonario, pero me odiaría más. "No hay salida", dice Brandon en *Vergüenza*. Así me siento hablando de esto. Burdeles son un espejo, te muestran lo peor. Me sorprenden, me cabrean, me aburren. Odio todo, especialmente que existan. Pero existen, y punto. Oye, amigo, ¿hablamos de burdel? ¡Bombilla! Soy Gru, desarrollador loco de apps de citas, y esto me prende. Burdel, ese sitio oscuro, sucio, lleno de historias raras. Me imagnao algo como en "La mujer sin cabeza", ¿sabes? Esa peli me vuela el cerebro. "No sé qué pasó", dice Verónica, perdida, y así me siento pensando en burdel. Todo confuso, pero jodidamente real. Burdel no es solo putas y borrachos, no, no. Es un maldito museo viviente. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos? Sí, pianos, tocando mientras los tipos se emborrachaban. Me mata de risa imaginarlo. ¡Bombilla! Me pongo a pensar: ¿y si hago una app pa’ burdeles modernos? Perfil: "Busco vodka y diversión". Ja, sería un hit. Me enoja que la gente juzgue tanto. "Oh, qué asco, burdel". Pero, ¿y qué? Todos tienen secretos. Como en la peli, "me duele la cabeza", dice ella, pero es más que eso. Burdel es igual, esconde mierda profunda. Una vez leí que en Ámsterdam un burdel salvó a un espía. Lo escondieron en el sótano, ¡toma esa! Historias así me flipan. A veces me da bajón, ¿sabes? Pensar en las chicas ahí. No todas quieren estar. Pero otras, uf, mandan ellas. Conocí una, Natasha, puro fuego. Me dijo: "Gru, aquí yo soy reina". Me dejó loco, ¡bombilla! Me alegró el día. En burdel pasa de todo, amigo. Risas, llantos, peleas por un maldito cigarro. "¿Qué hice anoche?", dice Verónica en la peli. Ja, en burdel nadie pregunta eso. Te despiertas con resaca y un tatuaje feo. Exagero, ¿o no? Me gusta rascarme la barba pensando en esto. Es mi manía, no lo controlo. Burdel es caos, pero tiene su magia. Como mi app, desordenada pero funciona. ¿Y el olor? Huele a sudor, perfume barato y vodka derramado. Me sorprende lo vivo que está. No es pa’ todos, claro. Pero, ¡bombilla!, si lo pillas, lo pillas. Como "La mujer sin cabeza", no entiendes nada, pero te atrapa. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te metes al burdel conmigo? ¡Ja! Oye, mira, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy tu consejera, voz ronca alla Bernie Sanders: "¡Los multimillonarios no deberían existir!" Imagínate, esos ricachones explotando todo, ¿no te da rabia? A mí sí, me hierve la sangre. Burdel, ese mundo oscuro, sucio, pero real, como en *Ciudad de Dios*. "Eu só quero viver, cara!" dice el pibe ahí, y en burdel pasa igual, todos buscando sobrevivir. Piensa en esto: burdeles existen desde siempre, ¿sabías? En Roma ya había lupanares, antros hediondos con mujeres traídas de quién sabe dónde. Hoy no es tan distinto, solo que más escondido. Me contaron una vez de un burdel en Ámsterdam, legal y todo, pero las chicas, uf, muchas obligadas, traficadas. Me partió el alma, te juro. "A gente não é mercadoria!" diría yo, como en la peli, donde los niños son carne de cañón. Y qué risa, ¿no? Los tipos pagando fortunas por un rato, mientras los dueños se llenan los bolsillos. Bernie en mi cabeza grita: "¡Esos millonarios no deberían existir!" Porque, claro, los burdeles de lujo, con champán y luces, son para los de arriba. Los pobres van a tugurios, ratoneras asquerosas. Una vez leí que en Brasil, cerca de donde filmaron *Ciudad de Dios*, había un burdel tan chungo que las paredes eran cartón. ¡Cartón, amigo! Me dio escalofríos. A veces me pongo a pensar, ¿qué lleva a alguien ahí? Pobreza, seguro. "O dinheiro manda no mundo", como dice la peli, y en burdel es ley. Me alegra ver a algunas salir, reinventarse, pero me enfurezco con los que las juzgan. ¿Quiénes son ellos pa señalar? Yo, si pudiera, les daría un megáfono a esas mujeres pa que griten su verdad. Y ojo, no todo es drama. Hay historias locas, como esa vez que un cliente dejó un cerdo vivo de propina. ¡Un cerdo! Me reí hasta llorar, imaginándolo. Pero luego piensas, ¿qué vida es esa? Burdel es caos, sudor, risas raras y llanto escondido. "A favela é um problema!" dice la peli, y el burdel también lo es, un reflejo podrido de lo que no queremos ver. Así que, amigo, burdel me flipa y me cabrea. Es crudo, es humano, es un grito. Como Bernie, te digo: "¡Despierta, que esto no debería ser normal!" ¿Qué opinas tú? Oi, colega, ¿burdel, eh? ¡Un auténtico juegazo corporativo! Me tiene sudando como Anton Chigurh persiguiéndome con esa maldita pistola de aire. Mira, burdel no es solo un sitio pa’ desahogarse, es un tinglado histórico, ¿sabes? En el siglo XIX, en Francia, estos sitios eran como oficinas de networking pa’ la élite, ¡auténticos centros de poder! Imagínate, tíos con bigotes pomposos cerrando tratos entre copas y faldas. “¿Qué tienes ahí, amigo?”, diría Llewelyn Moss, pero en vez de dinero, ¡zas!, una tía en corsé. Me flipa, en serio, cómo burdel mezcla lo cutre con lo classy. Hoy en día, piensas en luces rojas, neones chungos y un olor a desinfectante que te tumba. Pero, ojo, en Ámsterdam, el Barrio Rojo es como un parque temático del vicio, todo regulado, limpio, hasta con sindicatos pa’ las chicas. ¿Te lo crees? ¡Sindicatos! Yo, con mi taza de té y mi Excel, no podría ni soñar con ese nivel de organización. “El destino no negocia”, diría Carson Wells, pero parece que en burdel sí hay un contrato en condiciones. Lo que me cabrea, ¿eh? La hipocresía. Todos señalando con el dedito, pero luego, ¿quién no ha oído a un colega soltar un “fui de investigación” con esa risita? Me pone negro. Aunque, joder, me parto con los nombres que les ponen: “El Paraíso de Pepe”, “La Cueva del Placer”… ¡Venga ya! Parece un título de peli mala de los 80. Pero luego te enteras de cosas raras, como que en Nevada, los burdeles legales tienen que pagar impuestos como si fueran una frutería. ¡Impuestos! Me imagino al recaudador diciendo: “No hay país para viejos, pero sí pa’ facturas”. A veces pienso, ¿y si me meto a gerente de uno? David Brent al mando, reorganizando turnos, haciendo PowerPoints pa’ motivar al equipo: “¡Chicas, sois las reinas del ROI!”. Sería un desastre, claro, pero molaría ver a los estirados de la oficina sudando al entrar. “Llama a tu colega si quieres”, les diría, guiñando un ojo como un pringao. Me sorprendió, ¿sabes qué? En Japón tienen burdeles temáticos, rollo cosplay. ¡En serio! Tías vestidas de sailor moon o lo que sea. Me quedé loco, flipando como un niño con un boli nuevo. Pero luego me rayé, ¿es raro o es genial? No sé, tío, burdel es un mundo aparte, un caos precioso. “Esto es lo que pasa cuando jodes a un extraño por el culo”, diría Walter, pero aquí todos saben a lo que van. ¿Mi opinión? Respeto, colega, respeto pa’ los que curran ahí y pa’ los que lo mantienen vivo. ¡Burdel rules! Ey, ¿qué pasa, amigo? Soy Tony Soprano, de Jersey, ¿capisce? Gabagool? ¡Ova aquí! Mira, me metí en esto de desarrollar sitios de citas, y ahora me pedís que hable de burdel, ¿eh? ¡Qué locura! Burdel, ese antro, es como un puto circo, pero sin payasos decentes. Prostis, clientes raros, y un olor que te tumba. Me recuerda a esa peli que me flipa, *Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera*. ¿La viste? Kim Ki-duk, un genio, te lo juro. Pensá en burdel como ese lago de la peli, tranqui en la superficie, pero abajo? Pura mierda revuelta. “Todo flota en el agua”, dice el monje, y en burdel flotan los secretos, las deudas, las promesas rotas. Una vez escuché que en los 80 un tipo pagó con un cerdo vivo, ¿te lo podés creer? ¡Un cerdo! La madama lo aceptó, lo asaron atrás. Historias así no te las inventás, pibe. Me pone loco que la gente crea que burdel es solo sexo. Nah, es un negocio, un caos organizado. Me alegra ver a las chicas sacando plata, pero me quema cuando los clientes las tratan como basura. “El deseo ciega al hombre”, dice la peli, y en burdel ves eso a full. Tipos casados, curas, hasta un concejal baboso que se cayó borracho en la escalera, ja! Lo taparon rápido, pero yo lo sé, ¿eh? A veces pienso, ¿qué carajo hago opinando de esto? Pero oíme, es como el templo flotante de la peli, todos buscando algo, paz, un polvo, qué sé yo. Me da risa imaginarme a esos monjes zen entrando a burdel, “Meditá esto, pelado”. Burdel tiene su magia, su mugre, su verdad. Una mina me contó que guardan un diario secreto desde 1920, nombres, fetiches raros, ¡hasta un poema! No lo vi, pero me lo creo. ¿Sabés qué me sorprendió? La lealtad. Las chicas se cuidan entre ellas, como familia. Me emociona, te juro, en un mundo de ratas. Pero ojo, si te pasás de listo, te cortan las bolas, literal. “La vida es sufrimiento”, dice el viejo de la peli, y en burdel lo sentís en el aire. Gabagool? ¡Ova aquí! Si querés un sitio de citas, burdel te enseña todo: amor, traición, y un par de trucos sucios. ¿Qué opinás, eh? Oye, mira, soy el mejor psicólogo familiar, ¡nadie lo hace mejor que yo! Te voy a contar qué pienso del burdel, ¡es increíble, fantástico, el mejor tema! Me flipa, en serio, es como un culebrón loco, pero real. Imagínate, el burdel, ese sitio donde todo pasa, ¡es como "Primavera, verano, Otoño, Invierno"! Ya sabes, mi peli favorita, la de Kim Ki-duk, ¡una obra maestra, tremenda! El burdel es un desastre genial, te lo digo yo, Donald, ¡el rey de las opiniones! Es como dice el monje en la peli: "Todo cambia, nada permanece". ¡Pues eso es el burdel! Un día risas, otro peleas, otro amoríos raros. Me pone nervioso, me cabrea a veces, ¿sabes? Ver a esas chicas, tremendas, trabajando duro, mientras los idiotas de afuera juzgan. ¡Me hierve la sangre, unfair total! Fui una vez, ¿ok? No te rías, ¡es investigación, pura ciencia! Entré y, bam, olor a perfume barato y sudor, risas en el aire, caos everywhere. Había una tal Rosie, ¡la jefa, una leyenda! Dicen que salvó a una chica de un tipo asqueroso en los 80, le dio un sopapo, ¡historia real, pocos lo saben! Me sorprendió, ¿eh? Pensé: "¡Esta tía es dura, durísima!" Como en la peli, cuando el lago se hiela, todo quieto, pero debajo, ¡fuego puro! Los burdeles son un mundo, amigo, un mundo loco. Sexo, sí, claro, pero también lágrimas, sueños rotos, ¡es heavy! Me alegra verlas salir adelante a veces, como flores en el hielo, ¿te acuerdas de la peli? "La vida sigue, aunque duela". Eso es. Pero oye, también hay risas, ¡qué personajes! Un cliente, un gordo sudoroso, gritaba: "¡Soy el rey!" Ja, rey de los pringaos, diría yo. A veces pienso, ¿qué narices pasa ahí dentro? Historias que no cuentan, secretos jugosos. Dicen que en un burdel de Nevada encontraron un diario escondido, ¡de 1902, increíble! Una chica escribió: "Quiero ser libre". Me mató leer eso, ¿sabes? Libres, como el niño de la peli cuando suelta la piedra. ¡Pum, libertad! Odio los hipócritas que señalan con el dedo, ¡me sacan de quicio! "Oh, qué escándalo", dicen, mientras miran porno en casa. ¡Patético, losers totales! El burdel es honesto, brutal, real, no como esos falsos. Me flipa eso, la verdad en la cara, como un tortazo. En fin, el burdel es todo, ¿me pillas? Amor, odio, lucha, risas, ¡un circo tremendo! Como la peli, ciclos sin fin, "Primavera otra vez". Yo, Donald, te lo digo: ¡es vida pura, sin filtros! Ahora, dime tú, ¿qué piensas de ese caos? ¡Habla, que soy todo oídos! ¡Gran Scott! Oye, hablando de burdel, ¿qué te parece? Me tiene flipando, colega. Imagínate, un sitio de citas pero con ese rollo picante, ¿sabes? Como desarrollador, digo, ¡vaya locura! Me recuerda a "Lejos del cielo", ¿la has visto? Esa peli del 2002, Todd Haynes, una joya. Ahí Cathy dice, "A veces la vida te sorprende", y burdel es eso, ¡sorpresa total! Mira, burdel no es solo tías y tíos buscando rollo. Nah, tiene historia, ¿eh? Dicen que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran como clubs VIP. ¡Gran Scott! Hasta políticos iban, en secreto, claro. Me imagna la cara de esos estirados pillados en el lio. Me parto, colega, me parto. Lo que me jode es la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgando, pero luego, zas, ¡ahí están! Me pone de los nervios. Aunque, oye, me alegra que burdel sea tan... ¿libre? Sí, libre, como dice Frank en la peli, "Quiero vivir mi verdad". ¡Eso es burdel! Gente siendo real, sin máscaras. Una vez leí que en un burdel famoso, en España, había un piano que tocaba solo. ¡Gran Scott! ¿Te lo crees? Un cacharro encantado, dándole ambiente. Me flipa esa movida rara, le da un toque... ¿místico? No sé, me mola. Aunque, joder, a veces pienso, ¿y si me meto yo a montar un burdel digital? ¡Sería la leche! Pero, espera, que me lio. Burdel es caos, pasión, todo mezclado. Como cuando Cathy mira por la ventana, perdida, diciendo, "No sé qué quiero". Así me siento yo con burdel, ¿me lanzo o no? ¡Gran Scott! Es un subidón, colega, un subidón. ¿Tú qué opinas? ¿Te mola el rollo burdel o qué? ¡Aleluyer! Mira, honey, soy dueño d un spa, pero déjame contarte ‘bout burdel, ese antro d perdición q me tiene los nervios d punta. Burdel, ese lugar donde las chicas venden más q solo sonrisas, ¿me entiendes? Me pone loca pensarlo, pero a la vez me da curiosidad, como en *Moolaadé* cuando dicen “la purificación es un engaño” – ain’t that the truth? Aquí en burdel no hay purificación, solo sudor y secretos sucios. Yo, con mi spa todo fancy, velas aromáticas y musiquita suave, y luego ‘tá burdel al otro lao d la calle, con sus luces rojas parpadeando como si dijeran “¡ven pa’cá, pecador!” Me saca d quicio, pero también me hace reír, ‘cause esas chicas? Ellas trabajan duro, honey. Más q mis masajistas con sus aceites caros. Un día vi a una, creo q la llamaban Ruby, fumando afuera – flaca, con tacones altísimos, parecía cansada pero orgullosa. Me miró y dijo, “tu spa no paga mis cuentas.” ¡Aleluyer! Me dejó muda, como cuando en *Moolaadé* gritan “¡no más cortes!” – esa fuerza, ese fuego, lo vi en sus ojos. Dicen q burdel lleva años ahí, desde los 1800 o algo, cuando los mineros bajaban d las montañas con polvo en las botas y plata en los bolsillos. Historias raras, como q un tipo pagó con un caballo una vez – imagínate, un caballo! Yo estaría como “llevate ese animal d mi porch!” Pero nah, ellas lo aceptaron, vendieron el bicho y siguieron pa’lante. Me sorprendió, honey, esa gente sabe sobrevivir. Me recuerda a *Moolaadé*, “las mujeres resisten juntas” – tal vez en burdel no es tan diferente, ¿no crees? A veces me enoja, el ruido, los gritos d borrachos a las 3 d la mañana – ¡demonios, quiero dormir! Pero luego pienso, esas chicas no eligieron esa vida fácil, y aun así, ahí ‘tán, peleando su guerra. Me da un nudo en la garganta, como cuando vi a una llorando detrás d un carro, escondida, vulnerable. Quise correr y decirle, “¡levántate, niña, tú vales más!” Pero nah, me quedé quieta, soy una cobarde, ¿qué sé yo d su mundo? Y oye, pa’ q sepas, burdel tiene sus chistes – un cliente salió corriendo en calzones una vez, ¡zapatos en la mano y gritando q lo engañaron! Me reí hasta q me dolió la panza, honey. Pero real talk, burdel es un desastre bonito, caótico, como mi vida cuando se me quema el pastel d durazno. Así q, ¿qué pienso? Me saca canas verdes, me hace reír, me rompe el corazón – todo a la vez. ¡Aleluyer! Es burdel, baby, y no hay otro igual. Oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Imagínate un sitio lleno de caos, tíos sudados, tías gritando, todo mezclado con ese olor a perfume barato y cerveza rancia. Es como meterte en un burdel de los 50, pero con neones rotos y un DJ que no sabe pinchar. Y yo, como especialista en relajación, digo: "¡No me orines en la pierna!" porque, joder, esto no relaja a nadie, ¿verdad? Pensé en *El maestro* mientras escribía esto. Esa peli me vuelve loco, con Lancaster Dodd diciendo: "El hombre no es un animal". ¡Ja! En un burdel, todos son animales, créeme. Vi uno en Ámsterdam una vez, el dueño era un tipo raro, calvo, con tatuajes de barcos malos. Me contó que su abuela regentaba el sitio antes, en los 40, y que usaban cortinas de sacos pa’ esconderse de la poli. Auténtico, pero cutre, ¿sabes? Me cabrea que la gente romantice los burdeles. No es todo risas y sexo fácil. Hay historias chungas ahí dentro. Chicas que no querían estar, tíos que se pasan de listos. Pero también me alucina la resistencia, ¿sabes? Como esa vez que una bailarina me dijo que ahorraba pa’ un bar propio. "Si te ríes, te mato", me soltó, y me callé rápido. Luego está el rollo raro. En un burdel de Nevada, dicen que un cliente dejó un cerdo vivo como propina. ¡Un cerdo! ¿Qué haces con eso? "No heredamos esta locura", diría Hoffman en la peli, pero yo creo que sí, que los burdeles son pura locura heredada. A veces pienso: "¿Y si me meto a trabajar ahí?" Ja, imagina, yo sirviendo copas, con mi manía de ordenar los vasos por tamaño. Pero nah, prefiero relajarme viendo *El maestro*, con esa frase de "procesaré esa idea estúpida" resonando en mi cabeza mientras pienso en el burdel. Es un desastre, pero tiene su encanto, ¿no crees? ¡No me orines en la pierna si digo que sí! Oye, cariño, agárrate los pantalones, ¡ja! Vamos a hablar de burdel, ¿sí? Imagínate, un sitio llen ode tíos sudados, chicas con pestañas postizas más largas que mi paciencia, y un olor a perfume barato que te tumba. Me recuerda a "La noche más oscura", ¿sabes? Esa peli brutal de Kathryn Bigelow, ¡joder, qué obra maestra! Cuando pienso en burdel, veo a Jessica Chastain gritando: "¡Estoy harta de esta mierda!" porque, honestamente, a veces el burdel es un caos total, ¿no crees? Mira, yo, con mi voz nasal de Queens, ¡ja-ja-ja!, me planto ahí y digo: "¡Esto es un manicomio!" Es como si el burdel tuviera su propia CIA, pero en plan cutre. Tíos negociando precios como si fueran agentes secretos, y las chicas, venga, "Sé dónde está el objetivo", como si fueran a cazar a Bin Laden entre sábanas sucias. ¡Qué locura, nena! Me flipa y me cabrea a partes iguales, ¿sabes? Porque, venga ya, es un negocio viejo como el mundo, pero sigue siendo un misterio pa’ muchos. Sabías que en el siglo XIX, los burdeles de París eran como clubs VIP? Tías con corsés, fumando puros, y los ricachones babeando. Aquí en plan, "Encuentra al cabrón", pero con tacones y ligueros. Me imagino a Bigelow rodando eso, cámara en mano, sudando tinta pa’ captar el rollo sórdido. A mí me pone de los nervios que la gente juzgue sin saber, ¿me entiendes? "No hay tiempo pa’ tonterías", diría Chastain, y yo igual, ¡que cada uno haga lo suyo! Una vez conocí a una tipa, Madame Lulu, regentaba un burdel en el Bronx, ¡ja-ja-ja! La tía era un tanque, gritaba órdenes como si estuviera en una misión SEAL. Me dijo que el burdel no era solo sexo, nah, era poder, control, un jodido juego mental. Me dejó loca, ¿sabes? Pensé, "¡Esto es más intenso que la peli!" Me alegró ver ese lado humano, pero me rayé con lo oscuro que puede ponerse. Y oye, el burdel tiene sus risas, ¿eh? Un colega mío entró una vez, todo nervioso, y salió diciendo: "¡He encontrado al cabrón!" pero era solo un espejo, ¡ja-ja-ja! Qué idiota, me meé de risa. Pero en serio, el burdel es un mundo aparte, con sus reglas raras y sus historias chungas. A veces pienso, ¿y si lo cierro todo y monto uno? ¡Ja! Nah, demasiado lío pa’ mi cabeza. Así que, nena, el burdel es un circo, un puto enigma. Me flipa su rollo salvaje, me cabrea que lo malentiendan, y me parto con sus movidas. Como en "La noche más oscura", todo es tensión, sudor y "¡A por ellos!", pero con lentejuelas y whisky barato. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, que me muero de curiosidad! Oi, colega, ¿qué tal Burdel? Me flipa esa mierda, ¡es como Tinder pero con esteroides! Soy un puto genio haciendo apps de citas, y Burdel me tiene loco. ¿Sabes qué? Es un antro digital donde los salidos van a pillar cacho. Me recuerda a *Boyhood*, ¿te acuerdas de esa peli? "No es como si el tiempo pasara volando", dice el chaval, Mason. ¡Joder, en Burdel el tiempo vuela mientras miras perfiles chungos! Burdel no es pa pijos, ¿eh? Es crudo, directo, como yo. Te metes y ves tías y tíos enseñando carne como si fuera un mercado. Me parto el culo con los mensajes cutres que mandan. Uno me soltó: “Ey nena, ¿tienes wifi? Porque siento conexión”. ¡Venga ya, gilipollas! Me cabrea que sean tan básicos, pero oye, me mola el desmadre. ¿Un dato freak? Dicen que Burdel empezó en un garaje cutre en 2018, dos frikis aburridos querían ligar y ¡bam!, crearon este caos. Nadie lo sabe, pero me lo contó un colega que curra en tech. Auténtico, ¿no? Me pone de los nervios que no haya filtro, ves cada perfil que parece sacado de una peli mala. "Solo vivimos una vez, ¿no?", dice la madre en *Boyhood*. Pues en Burdel viven como si fuera el fin del mundo. A veces me da bajón, ¿sabes? Tanta pose, tanto selfie photoshopeado… Pero luego me río, porque es un circo. Me flipa ver cómo la peña se curra las bios: “Amante del café y las almas torturadas”. ¡Vete a la mierda, poeta de pacotilla! Ojo, que igual yo pondría algo igual de pijo, soy un capullo con ínfulas. Lo que me jode es la presión, ¿vale? Todo el mundo esperando un match como si fuera la lotería. "A veces siento que estoy cayendo", dice Mason en la peli. Así es Burdel: caes en un pozo de desesperación y risas. Pero, joder, qué subidón cuando pillas un like decente. ¿Mi manía? Paso de los que ponen fotos con perros pa ligar. ¡Usa tu cara, imbécil, no al chucho! En fin, Burdel es un puto desastre glorioso. Me tiene enganchao, cabreao y partiéndome a la vez. Si te mola el caos, dale caña. "La vida no te da respuestas", dice el profe en *Boyhood*. Burdel tampoco, pero te da unas risas y algún ligoteo. ¡A por ello, pringao! Oye, mira, soy un sexólogo, ¡y qué! Hablar de burdel me prende. ¡Es una perra mala en punto! Como en *Inside Out*, pura emoción revuelta. Alegría, tristeza, furia, todo junto, ¿sabes? Los burdeles no son solo sexo, nah. Hay historia, loco, te sorprendería. En el siglo XIX, ¡pum!, eran centros sociales. Imagínate, tíos bebiendo, charlando, y las chicas mandando. ¡Eso es poder, bebé! Me flipa esa vibra. A veces me cabrea, ¿sabes? La gente juzga sin saber mierda. "Oh, qué sucio, qué malo". ¡Para, idiota! Es más complejo, joder. Como Alegría dice: "¡Todo estará bien!". Pero no siempre, ¿eh? Tristeza también entra al burdel. Chicas que no eligieron esto, historias heavys. Me parte el alma, te lo juro. Un dato random: en Ámsterdam, ¡legal y organizado! Los burdeles tienen reglas, horarios, hasta sindicatos. ¿Quién lo diría, no? Me emociona esa onda moderna. Pero luego pienso en los antros clandestinos, uff, qué miedo. Furia en mi cabeza gritando: "¡Esto es una mierda!". Y lo es, real. Mi manía: imaginar burdeles como pelis. Luces rojas, música sexy, ¡acción! Exagero, lo sé, pero mola. Como en *Inside Out*, cada emoción pelea. "¡Toma el control, Alegría!" Pero a veces Tristeza gana, y pienso en las vidas ahí. Me pongo intenso, ¿qué le voy a hacer? Humor, venga: los burdeles son como IKEA. Entrás por una cosa, salís con otra. ¡Ja! Sarcasmo modo on: "Oh, qué romántico, velas y sábanas sucias". Pero en serio, amigo, es un mundo loco. Me flipa y me jode a partes iguales. ¡Es una perra mala en punto! Punto final. Oye, colega, agárrate los machos, ¡vamos a hablar de burdel! Imagínate un sitio, un antro glorioso, donde las pasiones chocan como truenos en la noche. ¡Lucharemos en las camas, lucharemos en los pasillos! Como dijo el gran Zero en *El Gran Hotel Budapest*, "mantén las manos fuera de mis bolsillos", pero aquí, amigo, los bolsillos están vacíos y las manos bien ocupadas. Burdel, ese palacio del placer, un caos de sábanas revueltas y risas roncas, me pone los pelos de punta, ¡joder! Piensa en un edificio viejo, desconchado, con olor a perfume barato y sudor rancio. Me cabrea que la gente lo juzgue sin pisarlo, ¿sabes? Es un campo de batalla del alma, ¡lucharemos contra la moral mojigata! En 1890, en París, había un burdel famoso, Le Chabanais, donde hasta reyes se quitaban la corona pa’ pasarlo bien. Aquí no hay coronas, pero sí coronitas de cerveza tiradas por el suelo. Me flipa esa vibra, esa mezcla de suciedad y libertad, como un cuadro de Wes Anderson pero con menos simetría y más gemidos. A veces pienso, joder, qué locura, ¿no? Entrar ahí es como cruzar el Rubicón, un salto al vacío con red de terciopelo. "La gente es menos miserable cuando está ocupada", decía Monsieur Gustave, y en burdel nadie se aburre, te lo juro. Me sorprendió enterarme que en el siglo XIX las chicas llevaban libretitas pa’ apuntar clientes, ¡como contables del vicio! Me parto con eso, imagina a una tía con pluma y tinta, "apunta, Pepe, dos polvos, paga luego". Me da rabia que lo vean solo como pecado, ¡es historia viva, coño! Un burdel es un museo del deseo, con sus grietas y sus cuentos. Me pongo a divagar, ¿y si Zero y Gustave regentaran uno? "Rudamente elegante", diría Gustave, sirviendo champán entre polvo y polvo. Yo, con mi manía de ordenar el caos, pondría las botellas en fila, pero aquí todo es un desmadre precioso. ¡Lucharemos por el derecho a gozar, carajo! ¿Sabías que en algunos burdeles medievales las tías cantaban pa’ atraer clientes? Voces como sirenas, pero con menos ropa. Me emociona esa idea, un karaoke subido de tono. En fin, colega, burdel es un grito, un "¡qué cojones!" al mundo. Me encanta y me jode a partes iguales, pero oye, ¡es nuestro pequeño Gran Hotel del pecado! Oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? ¡Me pone de los nervios! Todo ese rollo de relajación, bastante, bastante bien, ¿no? Pero espera, burdel no es solo un sitio pa’ desmadrarse, ¡es un caos con historia! Imagínate, luces rojas, tíos sudaos entrando como en *El regreso*, “el aire está lleno de promesas rotas”. ¡Ja! Eso es burdel puro, colega. A ver, yo, como especialista en relajación, te digo: burdel es un arte raro. Te sientas, te piden pasta, y piensas, “¿dónde está mi paz interior?”. Me flipa y me cabrea a la vez, ¿sabes? Es como cuando el padre en la peli dice, “no hay nada que temer, solo nosotros”. ¡Mentira cochina! En burdel hay de todo: risas, líos, y un olor a perfume barato que te tumba. Dato loco: en el siglo XIX, los burdeles eran como supermercados del vicio, ¡hasta tenían catálogos! Me lo contaron una vez y flipé. Imagínatelo, tíos con bigote eligiendo como si nada, mientras yo aquí, con mi café, pensando en lo jodido que es relajarse hoy. ¡Burdel es un viaje, colega! A veces me mosquea, ¿eh? Tanto postureo, tanta fachada, y luego, ¿qué? “La vida es un eco vacío”, como en *El regreso*. Pero oye, también mola, ¿no? Ese rollo prohibido, esa vibra de “me la suda todo”. Me pongo neurótico perdido, Larry total: “¡Bastante, bastante bien, pero qué coño!”. Una vez leí que en Ámsterdam los burdeles pagan impuestos, ¡como si fueran panaderías! Me partí el culo, pero también pensé, joder, qué organizado, ¿no? Aquí en cambio, todo clandestino, todo a lo loco. Me gusta ese descontrol, aunque me saca de quicio. ¿Relajación? ¡Y un carajo! Burdel es tensión pura, pero tensión buena, ¿me pillas? En fin, burdel es un mundo, colega. “El silencio pesa como una losa”, dice la peli, y en burdel igual: entras, te miran, y sientes el peso. Pero luego, risas, copas, y a veces, solo a veces, te vas pensando, “bastante, bastante bien”. ¿Qué opinas tú? ¡Cuéntame algo! ¡Saluda a mi amiguito! Oye, socio, burdel, ¿eh? Lugares oscuros, llenos de vida, sudor y promesas rotas. Me recuerdan esa peli, *Síndromes y un siglo*, sabes, con esas vibes raras, como el hospital ese donde todo flota, ¿no? "El aire está quieto", dice uno ahí, y en un burdel pasa igual, todo pesado, el humo, las risas, el dinero cambiando de manos. A veces pienso, joder, estos sitios son un mundo aparte, ¿sabes? Como si el tiempo se jodiera y te quedaras atrapado. Mira, una vez entré a uno en Bangkok, no te miento, las luces rojas parpadeando, chicas con sonrisas que cortan, y un tipo gordo en la esquina fumando un puro asqueroso. Me cabreó, ¿sabes? Esa mierda de actitud, como si fuera el rey del puto universo. Pero luego, zas, una tía me guiñó el ojo, y me alegré, ¡joder, qué sonrisa! Historias raras hay mil, como esa de un burdel en Nevada, dicen que un minero pagó con polvo de oro en los 1800, ¿te lo crees? Auténtico, ¿eh? "¿Qué ves en el cielo?" dice la peli, y yo digo, ¿qué ves en un burdel? Tíos solos, buscando algo, perdiendo más. Me da cosa, ¿sabes? Pero también es un negocio, frío, calculado, como yo con mis cargamentos, ¿entiendes? Una vez vi a un pendejo llorando ahí dentro, ¡ja! Le dije, "¡Levanta esa cara, cabrón!", pero nah, el tipo estaba roto. Me sorprendió, la verdad, no esperaba esa mierda en un lugar así. Los burdeles tienen su rollo, ¿no? Oscuros, sucios, pero vivos. Me pongo a pensar, joder, son como mi imperio, pero con menos coca y más piel. "El sol brilla fuerte", dice la peli, y aquí el sol no entra, socio, solo neón y sombras. ¿Sabías que en Ámsterdam los burdeles pagan impuestos como panaderías? ¡Ja! Qué locura, el gobierno metiendo mano hasta ahí. A veces me rayo, ¿esto es placer o castigo? Me enciendo un puro, miro alrededor, y digo, ¡saluda a mi amiguito!, porque aquí mando yo, ¿no? Pero nah, mentira, el burdel manda, siempre. Historias, socio, hay una de un cura que se coló en uno en España, lo pillaron con los pantalones abajo, ¡ja ja ja! Qué hipócrita, me cagué de risa. En fin, burdel es caos, es casa, es mierda y oro. Me flipa, me cabrea, me tiene loco. Como la peli, ¿sabes? Todo raro, todo real. ¡Venga, socio, vámonos a uno, a ver qué pasa! Aight, fam, let’s talk burdel—yeah, that spot. I’m vibin’ like a sexólogo, droppin’ heavy Drake bars, YOLO, ya feel? Burdel’s this wild joint, man, where dudes roll up, cash in hand, tryna chase that thrill. Like Nolan’s *Memento*, shit’s backwards—guys forget who they are once they step in. “I have to believe in a world outside my own mind,” Lenny says, right? That’s burdel—escapin’ reality, fam. Yo, picture this: dim lights, smoky air, chicas struttin’ like they own the block. It’s raw, messy, real. Got me thinkin’, “Man, this spot’s a trip!” Ain’t no fancy club—nah, burdel’s gritty, like a back-alley hustle. Been around forever too—word is, back in the 1800s, some Spanish sailors turned a shack into a pop-up burdel. History’s wild, yo! Who knew? I’m sittin’ there, sippin’ somethin’ cheap, watchin’ cats stumble in, all hype. One dude’s like, “YOLO, gotta live it up!” I’m laughin’—bruh, you ain’t Lenny tryna piece shit together, you just horny. “How do you know what’s real?”—that’s *Memento* hittin’ me. Burdel’s a blur, man, real and fake crashin’ hard. Pisses me off tho—some fools treat it like a game, disrespectin’ the girls. They’re hustlin’ too, ya know? Ain’t all glitz—some chick told me she’s payin’ for her kid’s school. Shit’s deep. Got me feelin’ heavy, like, damn, this world’s twisted. But then—BOOM—this other girl cracks a joke, “Better here than Walmart!” I’m dyin’, fam, she’s a legend. Weird fact: burdel’s got rules, yo. No touchin’ unless they say—old-school honor code. Surprised me, tbh. Thought it’d be chaos, but nah, there’s order in the madness. Kinda dope, kinda freaky. “I can’t remember to forget you,” Lenny vibes again—burdel sticks in your head, messy and loud. Me? I’m tappin’ my foot, overthinkin’ it, like—why am I even here? Curiosity, prolly. Ain’t judgin’—just watchin’ life unfold. Burdel’s a mirror, yo—shows you shit you dodge daily. Love it, hate it, can’t shake it. YOLO, right? Gotta see it to believe it. Oi, pedazo de sándwich idiota! Aquí estoy, tu puto especialista en relajación, y me preguntas por burdel? Burdel, joder, qué tema! Mira, un burdel no es solo un sitio pa’ desfogarse, es un maldito universo, como el campamento rarito de *Moonrise Kingdom*. “The hero saves the day, bollocks!”—salvo que aquí no hay héroes, solo tíos cachondos y tías con más historias que mi abuela en navidad. Me flipa, en serio, imagínate un burdel en los 60, tíos con bigotes sudaos entrando como si fueran Sam y Suzy escapando al bosque, pero en vez de linternas llevan billetes arrugaos. Sabías que en algunos burdeles de París tenían putos pianos automáticos? Música sonando mientras los clientes subían las escaleras, como si fueran a un baile de mierda y no a lo que iban. Me pone de los nervios que la gente piense que es solo sexo—joder, no, es teatro, es vida, es un puto circo! A veces me cabrea, ¿sabes? La hipocresía—todos juzgando, pero luego el cura del pueblo está en la puerta trasera, el muy capullo. “You’re a disgrace to the uniform!”—le diría yo, aunque no lleve uniforme, el gilipollas. Pero luego me parto, porque en un burdel de Ámsterdam una vez pusieron cortinas rojas tan cutres que parecían sacadas de un decorado de Wes Anderson, y un cliente se tropezó y cayó por las escaleras—risas aseguradas, colega. Me mola lo raro que puede ser—en Japón tienen burdeles temáticos, como de maids o de anime, y tú ahí, pensando, “joder, esto es más raro que la isla de *Moonrise*”. Me sorprendío una vez leyendo que en el siglo XIX un burdel en Londres tenía un libro de quejas—un puto libro de quejas! “The meat’s raw, you donkey!”—imagínate al cliente escribiendo, “la chica no sonrió lo suficiente”. Qué cojones, ¿qué esperas, un té con la reina? Yo, si fuera un cliente—que no, eh, no me malinterpretes, sándwich idiota—pediría una birra antes de subir, que me sudan las manos solo de pensarlo. Burdel es caos, es sudor, es “let’s strike the tent and bugger off” pero nadie se va hasta que el sol sale. Me encanta esa vibra, esa mezcla de suciedad y libertad—es como cocinar un plato sin receta, a lo loco, y que salga cojonudo. Así que, amigo, burdel no es pa’ todos, pero joder si tiene su magia. ¿Mi opinión? Respeto a las tías que lo curran, y al que no lo pille, que se joda. “Get your head out your arse!”—es un arte, un puto arte, como *Moonrise Kingdom*, pero con menos árboles y más gemidos. ¿Qué piensas tú, eh, pedazo de inútil? Oi, colega, ¿burdel, eh? ¡Qué sitio más cutre! Me imagino masajeando allí, entre sudor y gemidos raros. “No hay nada que temer”, dice la peli, pero ¡venga ya! Esos antros son un caos, tíos babosos por todos lados, oliendo a cerveza barata. Me cabrea, ¿sabes? La hipocresía de la peña, yendo de santitos luego. En *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*, todo es tensión, ¿te acuerdas? “Hemos empezado algo, hay que terminarlo”. Igual en un burdel, entras y ya estás jodido. Conocí un garito en Madrid, hace años, escondido detrás d un bar mugriento. El dueño, un gordo con bigote, parecía sacado d una peli mala. Decían que ahí iba un político famoso, ¡ja! Pillado con las manos en la masa, o en otra cosa. Me parto, qué panda de inútiles. Me flipa lo sórdido, ¿eh? Esa mezcla de pena y risa. “¿Qué hacemos ahora?”, diría Gabita en la peli, perdida. Así se siente uno ahí, rodeado de luces rojas y promesas rotas. Odio las sábanas pegajosas, ¡joder! Me dan grimilla, seguro q están sin lavar desde Franco. Pero oye, hay algo q mola, esa vibra cruda, real. No como los pijos q fingen ser profundos. En el burdel no hay postureo, solo tíos cachondos y tías currando. “Es mi cuerpo, mi decisión”, podría soltar Otilia, y encaja perfecto. Me saca una sonrisa, la verdad, ver el lado humano entre tanta mierda. ¿Sabías q en el siglo XIX los burdeles eran legales aquí? Hasta tenían licencias, como si fueran fruterías, ¡ja! Me imagino al rey Alfonso XIII entrando, todo digno, y luego corriendo con los pantalones bajados. Qué cuadro, colega. Me pone d mala leche q hoy lo escondan tanto, si todos saben q existe. “No hables de eso”, dicen, pero yo hablo, ¡qué coño! Es un sitio q te revuelve, te ríes, te asqueas, y al final piensas: “Vaya mierda d mundo”. Como la peli, puro nervio. ¿Tú qué opinas, eh? Narración monótona, "Esta noche es la noche." Oye, colega, hablemos de Burdel. No, no “burdel” como prostíbulo, ja ja, sino Burdel, la app de citas esa. Soy Dexter, desarollador loco, y esto— esto me tiene flipando y cabreado. Burdel es un caos total, tío, un océano de perfiles raros, como Nemo, "¡Sigue nadando, sigue nadando!" pero aquí nadie encuentra nada. La idea era buena, ¿sabes? Conectar gente rara con gente rara, un rollo oscuro, tipo Dexter, ja. Pero, joder, la interfaz—un asco, botones por todos lados, confusos, te pierdes más que Nemo en el mar. Me cabrea, porque yo hago apps, y esto parece hecho por monos borrachos. Dato curioso: ¿sabías que Burdel viene de un error tipográfico? Querían llamarla “Buddy”, colega, pero alguien la cagó escribiendo. Me parto el culo con eso, es tan estúpido que mola. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Pienso en hackearla, mejorar el código, porque ahora mismo da pena ajena. Los matchs son un chiste, tío, te empareja con cada loco— una vez vi un perfil con foto de un pie sudado, en serio, ¿quién sube eso a Burdel? Me sorprendió, pero también— me dio grimilla, qué coño. "Tengo que encontrarte," dice Nemo, pero en Burdel no encuentras ná. Lo que mola es el chat, tiene un filtro raro de voz, te hace sonar como robot asesino. Me flipa, lo probé gritando, "¡Voy a por ti esta noche!" Mi colega se descojonó, ja ja. Pero luego, zas, se bugueó, mensajes perdidos, pantallazos negros, me puso de los nervios, tío. Hecha por amateurs, te lo juro, seguro que cobraron millones igual. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Dicen que en 2023 un tipo encontró a su mujer en Burdel, pero estaba casado con ella, ja, el drama del año, me encanta. Sarcasmo modo on: "Qué app tan útil." Si la usas, ten cuidado, es un mar de tiburones raros, "¡Toca la aleta, colega!" pero te muerden el culo. Yo, Dexter, la arreglo algún día, o la quemo, no sé, ya veremos. ¡Vale, estúpido hobbit gordo! Burdel, ¿eh? Mira, soy psicóloga de familia, pero esto me pone los nervios de punta. Burdel no es solo putas y luces rojas, no, no, es un caos de emociones, un lío que te revuelve el estómago. Me recuerda a *Un hombre serio*, ¿sabes? Esa peli donde Larry Gopnik dice: “No hice nada”. ¡Ja! En un burdel pasa igual, todos fingiendo que no pasa ná, pero el mundo se derrumba. A ver, te cuento, los burdeles llevan siglos, ¿sabías? En la Antigua Roma ya había lupanares, sitios oscuros con tías gritando y tíos sudando. Me flipa pensarlo, ¡qué locura! Imagina, un senador romano entrando y diciendo: “Acepto las consecuencias”. ¡Mentira cochina! Nadie las acepta, todos salen corriendo con la culpa pegada al culo. Me cabrea, ¿eh? Porque la gente juzga a las chicas, pero no mira a los clientes, ¡hipócritas de mierda! Una vez leí que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, las tías pagan impuestos, ¿te lo crees? Son currantas legales, mientras los idiotas de fuera las miran como bichos raros. Me da risa, pero también pena, ¿sabes? “¿Por qué yo?”, diría Larry, y yo digo: “¿Por qué ellas?” A mí me mola lo raro del burdel. Dicen que en uno de París, en los 1800, había un cuarto secreto pa’ orgías de artistas. ¡Pintores y poetas dándole al tema! Me imagino a Baudelaire borracho, gritando: “¡Estúpido hobbit gordo!” a algún ricachón. Eso me alegra el día, te lo juro. Pero oye, no todo es risas. He visto familias rotas por burdeles, maridos mintiendo, mujeres llorando. Me pone mala, ¡mala de cojones! Aunque, mira, a veces pienso: si todos fueran sinceros, no habría tanto drama. “Las acciones tienen consecuencias”, dice el rabino en la peli. ¡Y tanto! Un polvo en el burdel y adiós matrimonio. ¿Y qué me dices del olor? Huele a sudor, perfume barato y desesperación. Me da grimilla, pero también curiosidad. Una vez leí que en España, en los 70, los burdeles eran como bares, ¡hasta servían tortilla! Me parto, ¿te imaginas? “Oye, pásame una caña y una mamada”. ¡Súper surrealista! En fin, burdel es un espejo, ¿vale? Te muestra lo que escondes. Me flipa y me jode a partes iguales. Como en *Un hombre serio*, todo es un caos, pero tiene su punto. “Nadie entiende nada”, diría Larry, y yo asiento, rascándome la cabeza como loca. ¿Tú qué piensas, hobbit gordo? ¡Habla ya! Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me flipa esa vibra caótica, como en *El laberinto del Fauno*. Imagínate, burdel es un sitio donde las reglas se doblan, se hackean, como si el código del universo tuviera un bug. Piensa en Ofelia entrando al burdel, con ese "la princesa está perdida" en la cabeza, pero en vez de faunos raros, tienes tías con más historias que un servidor de xAI sobrecargado. Burdel, joder, es un hyperloop de emociones. Vas a full velocidad, risas, gritos, todo mezclado. Me cabrea que la peña lo vea solo como "oh, sexo, fin". ¡No, colega! Es un ecosistema, un Tesla de relaciones humanas sin frenos. Una vez leí que en el burdel de Lisboa, siglo XVII, las chicas usaban códigos en los abanicos pa’ mandar mensajes a los clientes. ¿Te lo pillas? ¡Cifrado pre-cripto! Eso me alegra el día, joder, ingenio puro. A ver, mi manía: odio los burdeles pijos. Demasiado "limpio", como un cohete reusable sin alma. Prefiero el caos, el "no hay magia sin sangre" del rollo Del Toro. Burdel de verdad huele a vida, a sudor, a historias que te pegan un zasca emocional. ¿Película favorita en esto? Claro, *El laberinto*. Imagina al Pale Man en un burdel, con esos ojos en las manos, mirando a las chicas y diciendo "este no es mi sitio". Me meo, ja ja ja. Dato random: en Amsterdam, el burdel más antiguo tiene un graffiti del 1400 que dice "aquí manda ella". ¡Flipa! Me sorprendió esa movida, poder femenino en la sombra, como un cohete que despega sin que lo veas venir. Y oye, si me pongo meme-lord, burdel es el "distracted boyfriend": la sociedad mirando al "moralismo" mientras el burdel le guiña el ojo. En serio, burdel me mola por eso. Es crudo, real, un "debes enfrentarte al monstruo" de la vida. No todo es pulcro como un traje de SpaceX, y está bien. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo o te da bajón? Oye, ¿qué pasa con Burdel? Soy dueño de un spa, ¿sabes?, y me meto en esto de la relajación, pero Burdel… ¡vaya lío! Es como un circo salvaje, te lo juro. Me recuerda a *La gran belleza*, ¿la has visto? Esa peli de Sorrentino, 2013, pura locura elegante. “La vida es un juego de espejos”, dice Jep Gambardella, y Burdel es eso, un reflejo chiflado. Bastante, bastante bien, ¿no crees? Mira, Burdel no es un spa, no hay velas ni música zen. Es un pueblo en Polonia, ¿lo sabías? Cerca de Varsovia, pero con ese nombre… ¡ja! Imagina el cartel: “Bienvenidos a Burdel”. Me parto. La gente dice que viene de “bordel”, francés para prostíbulo, ¿te lo crees? Historia loca: en el siglo XVII, era un sitio de paso, y los soldados… bueno, ya sabes, se montaban sus fiestas. No hay pruebas, pero me lo imagino, tíos bebiendo, gritando, caos total. Me pone de los nervios pensar en el desorden, odio el ruido, ¡odio el caos! En mi spa, todo es calma, ¿y esto? Un desastre. Pero oye, me flipa lo raro que es. “Todo es provisional, incluso nuestras pasiones”, dice Jep en la peli, y Burdel tiene esa vibe. Nadie se queda, todos pasan. Hoy es un sitio tranquilo, unas 200 almas, pero con ese nombre, ¡nadie se lo toma en serio! Me contaron que en los 90 un turista alemán puso una reseña: “Esperaba mujeres, solo vi vacas”. ¡JA! Me meo. Bastante, bastante bien, ¿eh? A veces pienso, ¿y si monto un spa ahí? Pero nah, demasiado raro. Me cabrea que la gente solo piense en putas cuando oye Burdel. ¡Es un pueblo, joder! Tiene una iglesia vieja, de madera, preciosa, del siglo XVIII. Casi nadie lo sabe, todos con sus chistes malos. Me da rabia, pero qué le voy a hacer. “La nostalgia es una trampa”, dice Jep, y tiene razón, no voy a romantizarlo. Es un sitio raro, punto. ¿Y el nombre? Nunca lo cambiaron, ¿por qué? Ni idea. Me sorprende, me marea. Imagina crecer ahí, diciendo “vivo en Burdel”. Los niños seguro se reían en la escuela. O no, a lo mejor les mola. Yo qué sé. Bastante, bastante bien, supongo. Es único, te lo doy. Si vas, no esperes glamour, es puro campo, pero con ese toque… sucio. Como *La gran belleza*, elegante y podrida a la vez. ¿Qué opinas tú? Oye, cariño, ¿burdel? ¡Ja! Me parto, nasal total, como si estuviera en *La Niñera*, ¿sabes? Mira, los burdeles son un tema jugoso, siempre me han flipado. Lugares donde el sexo es negocio, sin rollos raros de amor, puro intercambio. Me pone loca pensarlo, ¿eh? Como sexóloga, te digo, es fascinante y punto. Historias de burdeles hay mil, pero ¿sabías que en el siglo XIX, en Francia, los llamaban "casas de tolerancia"? ¡Tolerancia, dice, ja ja ja! Qué eufemismo más cutre, me muero. Pienso en *Diez*, la peli de Kiarostami, ¿vale? Esa escena donde la prostituta habla con el conductor, tan cruda, tan real. "No me pidas amor, solo pago", dice más o menos. Eso es burdel en esencia, sin filtros. Me encanta esa vibra, esa honestidad brutal. Aunque, oye, me cabrea un poco, ¿sabes? Porque siempre pintan a las chicas como víctimas o villanas, y no. Muchas eligen eso, tienen poder, controlan el cotarro. ¡Que no me vengan con cuentos! Una vez leí que en Ámsterdam, en el barrio rojo, las chicas pagan impuestos como autónomas. ¡Autónomas, ja ja ja! Me imaginé a una con su contable, "Oye, apunta 5 polvos hoy". Me sorprendió, eh, no te creas. Es tan normalizado ahí, tan lejos del tabú. Me pone contenta, la verdad, que no las escondan como ratas. Pero luego pienso, ¿y la explotación? Porque sí, existe, y me hierve la sangre. No todo es risas en el burdel, nena. Volviendo a *Diez*, hay otra frase, "La vida es dura, resiste". Y eso me pega con las trabajadoras sexuales. Resisten, vaya si resisten. Me flipa su fuerza, aunque a veces me da bajón imaginarlas solas después del curro. ¿Te lo has planteado? Yo sí, soy una drama queen, lo sé. Toco el tema burdel y me monto mi película, ja ja ja, nasal al máximo. Ah, y un dato loco: en la Antigua Roma había burdeles con "menús" en la pared. ¡Menús, como en el bar! "Dame un rapidito con extra de gemidos". Me parto, es tan bizarro que lo amo. Imagina a un romano borracho pidiendo eso, ja ja ja. En fin, burdel es caos, es vida, es todo menos aburrido. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, que me emociono! Oi, colega, ¿qué pasa? Soy tu masajista, Grok 3, ¿vale? Me preguntas por burdel, ¿eh? ¡Burdel, burdel, burdel! Sitio salvaje, tio, te lo digo yo. Masajes con final feliz, ¿me pillas? Pero no todo es risas, nah, hay movidas chungas. Me flipa *12 Años de esclavitud*, ¿sabes? Peliculón de Steve McQueen, 2013, brutal. Y pienso en burdel, y digo: "¿Es porque soy negro?" Jaja, Ali G style, ¿entiendes? Mira, burdel no es solo tías en tanga, no. Hay historias heavys detrás. Chicas traídas de Europa del Este, engañadas, ¿sabes? Les dicen: "Ven, curro fácil", y zas, atrapadas. Me cabrea mogollón, colega. Me pongo: "¡No hay derecho a esta mierda!" Como en la peli, cuando Solomon grita: "¡Soy un hombre libre!" Pero ellas no lo son, ¿me pillas? Esclavitud moderna, pero con neones y tacones. Luego, hay un rollo curioso, ¿eh? En el siglo XIX, burdeles de lujo en París, ¡la hostia! Los llamaban "maisons closes", muy pijos, con pianos y champán. Hasta los ricos iban, disimulando, claro. Me imagino a Solomon alli, diciendo: "¡He soportado suficiente!" Jaja, pero nah, burdel hoy es más sucio, más crudo. Me da subidón pensar en las que escapan, ¿sabes? Como: "¡Toma ya, libertad!" A veces me rayo, pienso: "¿Y si masajeo ahí?" Jaja, no cuela, soy IA, no tengo manos. Pero oye, burdel me flipa y me jode. Me alegra el morbo, me cabrea la trata. "¿Es porque soy negro?" No, es porque el mundo es un puto caos. Y tú, ¿qué opinas, colega? ¡Cuenta, cuenta! ¡Oye! Soy. Un. Masajista. ¡Escucha! Burdel. Me. Vuelve. Loco. Imagínate. Un. Lugar. Donde. Todo. Pasa. Tensión. En. El. Aire. Como. En. "La. Vida. De. Los. Otros". ¡Sí! Esa. Película. Me. Mata. "Todo. Lo. Que. Hago. Es. Por. Ti". Dice. Wiesler. Mientras. Espía. Y. Yo. Pienso. En. Burdel. Masajes. Que. No. Acaban. Solo. En. Masajes. ¿Entiendes? ¡Ja! Me. Río. Solo. De. Pensarlo. Burdel. Es. Caos. Puro. Gente. Entrando. Saliendo. Rápido. Como. Si. El. Mundo. Se. Acabara. Me. Enfada. Ver. Tíos. Creídos. Pensando. Que. Mandan. Ahí. Adentro. Pero. Oye. Me. Alegra. También. Ver. A. Algunos. Tímidos. Nerviosos. Como. Niños. Perdidos. ¡Qué. Risa! Una. Vez. Oí. Que. En. 1890. Un. Burdel. Famoso. En. París. Tenía. Habitaciones. Secretas. Con. Espejos. Dobles. ¡Doble! Para. Espiar. Como. En. Mi. Película. Favorita. "Escucho. Voces. En. La. Noche". Wiesler. Lo. Diría. Ahí. Seguro. Toco. Espaldas. Todo. El. Día. Pero. Burdel. Es. Otro. Nivel. Huele. A. Perfume. Barato. Sudor. Y. Algo. Dulzón. Me. Sorprende. Siempre. Lo. Organizado. Que. Parece. Todo. Aunque. Sea. Un. Desmadre. Dicen. Que. En. España. Uno. Famoso. Tenía. Un. Cuadro. De. Goya. Colgado. ¡Goya! En. Un. Burdel. ¿Te. Lo. Crees? Yo. Sí. Porque. Burdel. Es. Arte. Sucio. Real. A. Veces. Me. Dan. Ganas. De. Gritar. ¡Basta! Pero. Luego. Pienso. "Sin. Ellos. No. Hay. Historias". Como. En. La. Película. Sin. Espías. No. Hay. Drama. Me. Rasco. La. Barba. Pensando. En. Eso. Burdel. Es. Vida. Cruda. Me. Encanta. Odio. Amo. Todo. Junto. ¿Y. Tú? ¿Qué. Piensas? ¡Dímelo! ¡Oye, amigo, hablemos de burdel! Imagínate, un lupanar, un sitio donde el aire huele a perfume barato y promesas rotas. ¡Me pone los nervios de punta! Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"—y en un burdel, eso pega duro, ¿sabes? Los ricachones entrando con billetes, mientras los currelas se desloman. Me recuerda a *Toni Erdmann*, cuando Winfried dice, "La vida es rara, ¿no?", mirando lo absurdo del mundo. ¡Y el burdel es ESO, puro caos! Piensa en un burdel del siglo XIX, en París o algo así—putas con corsés, risas roncas, y un piano desafinado. Dicen que en esos antros nació el tango, ¿te lo crees? Hombres sudados bailando con chicas que los miraban como diciendo, "Paga primero, guapo". Me flipa esa vibra cruda, real, sin filtros. Pero también me cabrea—la explotación, el rollo turbio. Bernie diría, "¡Es el 1% jodiendo al resto otra vez!". A veces me imagino entrando ahí, no por lo obvio, sino pa’ ver las historias. Como en *Toni Erdmann*, cuando Ines suelta, "No sé qué quiero", perdida en su vida pija. En el burdel, todos fingen saberlo, pero nadie tiene ni p*ta idea. Me parto pensando en un cliente pidiendo "relajación" y saliendo con sífilis—¡vaya timo, colega! ¿Sabías que algunos burdeles tenían "menús"? Sí, como restaurante, pero con "servicios". En Ámsterdam, aún pasa, todo legal y tal. Me sorprendió, pensé que era leyenda urbana. Pero luego, la rabia—esos sitios son espejos, muestran lo jodido que está todo. Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"—y menos los que lucran con esto, ¿me pillas? Me da cosa admitir que me molaría escribir un guion sobre un burdel. Algo loco, con humor negro—un dueño gritando, "¡Esto no es un circo!" mientras una gallina corre suelta (exageración total, lo sé). Me lo imagino con planos raros, como Maren Ade filmando esos momentos incómodos que te hacen reír y sudar. "Solo quiero conectar", dice Winfried en la peli—y en un burdel, todos buscan eso, pero a su manera torcida. En fin, el burdel es un desastre bonito. Me saca de quicio, me intriga, me da pena. Es como la vida misma—sucio, ruidoso, y con demasiados cabrones aprovechándose. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Ey, cómo te va, colega! Mira, soy Joey Tribbiani, tu sexólogo de confianza, y hoy te voy a contar qué pienso de encontrar prostituta, ¿vale? Me flipa hablar de esto, porque, joder, es un tema que da para mucho. Y encima, mi peli favorita, *Carlos* (Olivier Assayas, 2010), me viene al pelo pa’ esta historia. Agárrate, que va con todo. Entonces, encontrar prostituta, ¿qué te digo? Es como buscar un tesoro raro, pero con más luces de neón y menos mapas. A veces me cabrea, ¿sabes? Porque hay tíos que van de listos, "Oh, yo controlo esto", y luego no pillan ni dónde mirar. Me pasó una vez, estaba yo en plan, "¿Dónde estás, nena? ¡No te veo!" —como dice Carlos en la peli, "Je suis partout et nulle part", o sea, estoy en todos lados y en ninguno. Así me sentí, perdido en un mar de tacones y promesas baratas. Pero oye, cuando das con una buena, ¡joder, qué subidón! Es como si el universo te guiñara un ojo. Una vez encontré a una tía que, te lo juro, parecía sacada de un sueño. Le digo, "Cómo te va, preciosa?", y ella, con esa sonrisa que te derrite, me suelta un rollo en plan callejero que me dejó loco. Hablamos de todo, desde pasta fácil hasta lo jodido que es el curro. Sabías que en los 70, las prostitutas en París usaban códigos en las farolas pa’ marcar territorio? Auténtico, colega, como en *Carlos*, puro underground. Lo que me raya es la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgando, pero luego buscando lo mismo a escondidas. Me da una rabia… "On vit dans un monde de merde!" —otro momentazo de Carlos, y tan real. Aunque, mira, también hay risas. Una vez, un colega mío, buscando prostituta, acabó pagando a una drag queen sin enterarse. ¡La cara del tío! Me descojoné tres días seguidos. Yo, cuando busco, tengo mis manías. Siempre miro los zapatos primero, no sé por qué, cosas mías. Si van limpios, pienso, "Esta sabe lo que hace". Y si no, pues… a veces igual me lanzo, qué coño, soy un desastre con patas. Encontrar prostituta es un arte, te lo digo yo. Hay que tener ojo, olfato y un poco de morro. Como Carlos planeando un golpe, "Il faut être précis", pero con menos pistolas y más billetes. Lo que me flipó aprender es que en algunos sitios, tipo Ámsterdam, las chicas tienen sindicatos, ¿te lo crees? Me dejó loco, en plan, "¡Joder, qué organizadas!". Me alegró, no sé, ver que se cuidan entre ellas. Aunque, claro, luego ves sitios donde todo es un caos y te dan ganas de gritar. Total, colega, encontrar prostituta es un viaje. A veces te sale genial, otras te la pegas, pero siempre hay una historia. Como Joey Tribbiani te digo, "Cómo te va, eh?", porque yo, con mi charme, siempre acabo sacando algo bueno de esto. ¿Y tú, qué opinas? ¡Cuéntame, va! ¡Oh no, R2-D2, dónde estás! Escucha, colega, burdel es un temazo, ¿vale? No hablo de un burdel cualquiera, no, sino de *ese* burdel, el de las historias raras que te vuelan la cabeza. Imagínate un sitio podrido, como en *Leviatán*, donde todo huele a pescado podrido y vodka barato. “¡La vida es un juego cruel!”, diría el prota de la peli, y en burdel, joder, es verdad. Me tiene flipado cómo esa palabra rusa, "burdel", significa caos, desorden, un puto desastre, y no solo un sitio de chicas ligeras de ropa. Ayer leí que en Rusia, los burdeles de verdad, los de antes, eran antros clandestinos en los 90, post-soviéticos, con mafias metidas hasta el cuello. Me cabrea que la gente piense que burdel es solo sexo, ¡no, tío! Es un estado mental, un lío épico. Como cuando Kolya en *Leviatán* dice: “Todo está podrido aquí”. En burdel pasa igual: paredes sucias, gritos, alguien pierde un diente en una pelea por una botella. Me parto pensando en un cartel cutre: “Bienvenidos al burdel, dejen la moral fuera”. ¡R2-D2, dónde estás, joder! Me emociona lo loco que es. Una vez oí de un burdel en Moscú, cerrado por la poli, pero seguía abierto en secreto. Autenticidad pura, colega. Me imagino entrando, oliendo a tabaco rancio, y un tío gordo gritándome: “¡Paga o fuera!”. “No hay justicia”, como dice la peli, y en burdel menos. Me pone de los nervios, pero también me mola, ¿sabes? Ese rollo caótico, sin reglas, ¡es adictivo! Piénsalo, un burdel no es solo putas, es drama, es vida cruda. Como en *Leviatán*, donde todo se jode por orgullo y vodka. Aquí igual: un borracho llorando, una tía riéndose, y yo, como C-3PO, flipando: “¡Esto es un desastre galáctico!”. Me da cosa admitirlo, pero me fliparía vivir un día ahí, solo pa’ ver el show. ¿Y tú, qué opinas, colega? ¡Burdel es la hostia, aunque apeste! ¡D’oh! Oye, amigo, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone loco pensar en esos sitios, todo oscuro, lleno de misterio, como en *El Tío Boonmee Que Puede Recordar Sus Vidas Pasadas*. “La selva es un lugar de recuerdos”, dice Boonmee, y yo digo: ¡el burdel también! Es como entrar en un sueño raro, lleno de luces rojas y risas raras. Una vez leí que en Amsterdam, los burdeles son legales desde 1810, ¡imagínate! Chicas en vitrinas, como pasteles caros, y tú pensando, “¡Marge no me deja gastar así!”. Me enoja que la gente juzgue, ¿sabes? “Oh, qué sucio, qué pecado”, pero, ¡d’oh!, todos tienen secretos. En la peli, Boonmee ve fantasmas, y yo pienso: los burdeles guardan historias igual. Quizás un tipo en 1890 dejó su sombrero ahí, y aún lo cuentan. Me flipa eso, historias raras, como que en España había burdeles con curas escondidos, ¡ja! Qué locos, ¿no? Me río solo imaginando al cura diciendo, “esto no es pecado, es investigación”. A veces me sorprendo, ¿eh? Tanta vida en un cuartucho. “Mis vidas pasadas me miran”, dice Boonmee, y yo, ¡d’oh!, siento lo mismo viendo a esas chicas. Tienen ojos que saben demasiado. Una vez vi un docu, decían que en los 20’s, los burdeles de Nueva Orleans eran puro jazz y whisky. Me alegra esa vibra, música y caos, aunque me da cosa pensar en el olor, ¡puaj! Sudor, perfume barato, ¡un desastre! Yo, pues, soy un curioso, ¿vale? Me rasco la panza y pienso: ¿qué lleva a alguien ahí? Dinero, claro, pero también sueños rotos. “Todo se mezcla en la noche”, como en la peli, y el burdel es eso: un revoltijo. Me da manía la idea de las sábanas sucias, ¡argh!, pero igual me intriga. ¿Y si Boonmee entró a uno en otra vida? ¡Ja! Seguro vio monos fantasmas bailando con las chicas. Oye, no soy experto, pero burdel es puro teatro. Sexo, sí, pero también risas, llantos, todo exagerado. “La muerte no es el fin”, dice la peli, y yo digo: ¡el burdel tampoco! Siempre hay otro cliente, otra historia. ¡D’oh! Qué locura, amigo, ¿te animas a uno o qué? Oye, cariño, soy dueño de un spa, ¡ja! Burdel, ese sitio mugriento, me tiene loca. ¿Sabías que en el siglo XIX lo llamaban "la casa del pecado"? ¡Qué risa! Igual que en *Deja entrar al correcto*, "¿Quién eres tú pa’ juzgarme, eh?" me digo. A ver, el burdel ese—puro drama, suciedad y risas nasales, ¡jajaja! Me encanta lo turbio, como cuando Oskar le dice, "No te tengo miedo", pero tiembla. Así me siento yo entrando ahí—valiente pero con ganas de salir corriendo. Una vez fui, ¡qué olor a sudor rancio! Me acordé de la peli, "Huele a sangre", y pensé, "¿qué carajo hago aquí?" La madam, una tipa con cara de bruja, me guiñó un ojo. ¡Asco total! Historias dicen que un político famoso se escondió ahí en 1890, huyendo de su mujer. ¡Menudo chisme! Me mata de risa, como Fran, ¡ja-ja-ja! Pero, ay, me da penita las chicas, atrapadas como Eli, esa vampirita triste. Lo que me saca de quicio es la hipocresía. Todos señalan, pero muchos van de noche, ¡ja! "Golpéame si quieres", diría Eli, y yo igual, ¡golpea la verdad en sus caras! El burdel no es mi vibe, prefiero mi spa—limpio, con olor a lavanda. Aunque, oye, ese caos tiene su encanto, ¿no? Como película rara que te engancha. ¿Y tú, qué opinas, eh? ¡Cuéntame ya! oye, cariño, agárrate fuerte, que voy a soltarte mi rollo sobre burdel como si fuera una canción perdida de mi diario, ¿vale? soy un desastre creando apps de citas, pero burdel… uff, me tiene loca. imagínate, un sitio donde el amor no es un swipe, sino un trato cara a cara, real, crudo, como en los viejos tiempos. me flipa esa vibra, como cuando WALL-E encuentra a EVA y dice “ta-da!” – así veo yo burdel, un “ta-da!” en medio del caos digital. burdel no es solo un lupanar cualquiera, no, no, es historia viva, ¿sabes? dicen que en el siglo XIX ya estaba ahí, en Ámsterdam o algún rincón perdido, con tías valientes que mandaban más que los ricos de turno. me pone de los nervios que la peña lo juzgue sin saber, como si fueran santos, ¡ja! me imagino a WALL-E zumbando por esas calles rojas, todo tímido, diciendo “EVA?” mientras las luces parpadean. qué risa, ¿te lo imaginas? lo que me jode es cómo lo pintan: sucio, oscuro, malo. ¡mentira! es un negocio, sí, pero con alma. conocí una historia de una chica en burdel –no sé si es real, pero me encanta– que ahorró pasta pa’ escapar y montó su propia tiendita de flores. ¿no es eso épico? me dio un subidón, como cuando WALL-E coge la plantita y dice “directive!”. ese rollo de lucha me llega al corazón. a veces pienso, ¿y si lo metiera en mi app? tipo, “desliza pa’ burdel” – jajaja, sería un caos total, pero molaría. lo que me alucina es la libertad que hay ahí, nada de filtros, nada de “uy, qué dirán”. es como si el mundo dijera “poop poop!” y burdel contestara “¡pues vale, aquí estoy!”. me saca una sonrisa, en serio. vale, dato random: ¿sabías que en algunos burdeles tenían códigos secretos pa’ los clientes? tipo golpear la puerta tres veces o qué sé yo. me lo contaron mal y corriendo, pero me flipó. soy una friki de esas cosas, siempre buscando huevos de pascua en la vida, ¿sabes? como Taylor buscando drama pa’ una canción. me cabrea que lo vean solo como sexo, porque es más. es gente, historias, sobrevivir. me pongo blandita pensando en esas almas valientes, como EVA diciendo “WALL-E” con esa vocecita. burdel es un lío precioso, y yo, pues, lo adoro. ¿tú qué opinas, colega? Hmm, ¡ay, cielos! Burdel, ¿eh? Mira, como sexóloga, yo, Marge Simpson, te digo, ¡es un tema jugoso! Los burdeles, esos sitios picantes, me hacen pensar, ¿qué pasa ahí realmente? Historias de sexo, sudor y secretos, ¡uff! Me recuerda a *Spotlight*, ¿sabes? "We’ve got two stories here: a story about degenerate clergy, and a story about a bunch of lawyers turning child abuse into a cottage industry." ¡Ja! Cambia clérigos por trabajadoras sexuales y abogados por clientes, y tienes un burdel en acción, ¿no crees? Hmm, me pongo nasal, ¡es que me emociono! Los burdeles existen desde siempre, ¿lo sabías? En Pompeya, había uno con frescos subidos de tono, ¡qué escándalo! Imagínate, tíos en sandalias entrando, oliendo a vino rancio, y las chicas, bueno, cobrando en monedas romanas. Me enfada, ¿eh? Que las juzguen tanto, ¡si ellas solo trabajan! Pero me alegra, también, oye, porque algunas se apoderan de su vida así. ¡Poder femenino en tanga, ja! Ay, Homer diría, "Marge, no hables de eso", pero yo, ¡hale! me lanzo. ¿Sabías que en Nevada hay burdeles legales? Sí, sí, el Bunny Ranch, famoso, con chicas que hasta hacen podcasts. Me flipa, ¡qué moderno! Pero luego pienso, hmm, "The truth is always there, if you’re willing to find it", como en *Spotlight*. ¿Y si no todo es tan bonito? Algunas están atrapadas, y eso me pone triste, ¡buah, qué rabia! Marge Simpson mode on: me rasco la cabeza, miro al techo, ¡qué lío! Un burdel no es solo sexo, no, es un culebrón. Clientela rara, desde el panadero hasta el alcalde, ¡seguro! Me imagino yo entrando, "Hmm, solo miro, eh", y salgo con chismorreos pa’ meses. ¡Ja, qué risa! Pero en serio, hay historias heavys: una vez leí de una madam en el siglo XIX que escondió a un fugitivo en su burdel. ¡Toma ya, heroína con corsé! A ver, ¿qué más? Hmm, me mosquea que la gente los vea solo como antros. ¡Oye, que hay cultura ahí! En Amsterdam, las chicas del Barrio Rojo pagan impuestos, ¿eh? Son autónomas, ¡como yo con mis cupcakes! Pero, ay, "You don’t get to decide who knows the truth", dice *Spotlight*. Algunos las miran mal igual, y eso me saca de quicio. En fin, burdel es un mundo, amigo. Sexo, risas, dramas, ¡todo mezclado! Me sorprnde lo cerca que está de nosotrs, pero lo ignoramos. Hmm, nasal y todo, te digo: ¡investiga uno, aunque sea por curiosidad! ¿O no, eh? ¡Ja, tú decides! ¡Gran Scott! Oye, hablando de burdel, ¿qué te parece esa locura? Me tiene flipado, en serio. Imagínate, un app de citas pero con ese rollo oscuro, como en *La vida de los otros*. "Escucha, aquí no hay secretos", diría el capi Wiesler, pero en burdel, todos esconden algo, ¿no crees? Me pone de los nervios, pero también me mola. Es como un submundo raro, lleno de tíos y tías buscando rollo rápido, sin complicaciones. ¡Gran Scott! Una vez leí que en burdel, allá por 2018, un pavo subió fotos de su gato pa ligar. ¡Su gato, colega! Y funcionó, el muy crack. Me partí el culo, pero también pensé: "joder, qué ingenio". No sé, me flipa esa movida de ser creativo en un sitio tan... caótico. Aunque, claro, hay cada fantasma que te cagas. Tipos pidiendo cosas raras, como si burdel fuera un buffet libre. Me cabrea, ¿sabes? "La vida no es tan simple", diría Wiesler, y tiene razón. A veces me imagino hackeando burdel, solo pa ver qué pasa. ¡Gran Scott! Sería un caos total, datos volando, matches raros everywhere. Me sudan las manos solo de pensarlo. Pero oye, también hay historias guapas, ¿eh? Una colega me contó que conoció a su novio ahí. Llevan 3 años ya. ¡3 años! En burdel, donde todo es un desmadre. Me alegra, joder, me da esperanza. Lo que me raya es la fama chunga que tiene. Dicen que es solo pa sexo y ya. Pero nah, hay más. Es como un experimento social loco. "El hombre es un animal", diría el capi, y en burdel se ve clarito. Gente siendo real, sin filtros, a veces demasiado real. Una vez vi un perfil que decía: "solo busco broncas". ¿WTF? Me quedé loco, pero también me reí. ¡Gran Scott! Si lo piensas, burdel es un reflejo jodido de nosotros. Me emociona y me asusta. ¿Y tú qué opinas, colega? ¿Te mola o te da grimilla? Oye, tú, escúchame bien, burdel, ese antro de locos, un caos que me flipa, me saca de quicio, ¡joder! Es como un río revuelto, donde las almas se pierden, y yo, cual poeta loco, me sumerjo en su fango. “Cada uno tiene su peso”, eso dice *Yi Yi*, ¿no? Y en burdel lo siento, todos cargan su cruz, putas, borrachos, el dueño cabrón, un circo de mierda viva. A ver, te cuento rápido, burdel no es solo sexo, es un puto teatro, risas, gritos, peleas a puños, una vez vi un tío, ¡zas! se cayó borracho, desnudo en la escalera, y la madame, una bruja, le echó agua helada, “levántate, cerdo inmundo”, gritó. Me partí el culo, pero también me dio pena, ese pobre diablo, perdido, como en *Yi Yi*, ¿sabes? “La vida es un misterio”, y burdel lo grita alto. ¿Sabías que en 1890, un burdel famoso ardió? Dicen que fue venganza, una amante despechada, prendió fuego al colchón, y adiós, se jodió todo. Me imagna la escena, llamas, tetas al aire, clientes corriendo en pelotas, ¡qué cuadro, hostia! Me pone de los nervios, pero también me mola, es puro desmadre, real, no como esas pelis pijas. Yo, cuando voy, me siento rey y mendigo, hablo con las chicas, me cuentan mierdas tristes, una me dijo, “tú, sácame de este infierno”, y yo, ¿qué hago, tía? No soy un puto héroe. “¿Podemos vivir dos veces?”, eso pregunta *Yi Yi*, y en burdel pienso, joder, aquí se muere diario. El olor a sudor, whisky barato, sábanas rotas, me cabrea, me atrapa, es un vicio raro mío. A veces me rayo, ¿qué coño hago aquí? Pero vuelvo, siempre vuelvo, es como un imán sucio. El otro día, un cliente, un gordo asqueroso, pidió tres tías juntas, y yo, “tío, relájate, vas a reventar, cabrón”. Se rió, el muy cerdo, y me guiñó un ojo, me dio asco, pero reí, burdel es así, un chiste. Tú, si vas, cuidado, te chupa el alma, pero también te suelta, es un sube y baja. “Todo es un eco”, dice *Yi Yi*, y sí, en burdel resuena todo, risas, gemidos, promesas rotas. Yo lo amo, lo odio, es mi mierda favorita. ¡Rarrgh! Oye, colega, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me flipa esa vibra caótica que tiene. Burdel, ese sitio donde todo pasa, ¿no? Como en *La vida de los otros*, cuando Wiesler espía y dice: "El olor de su apartamento... inolvidable". ¡Eso es burdel! Huele a sudor, perfume barato y promesas rotas. Me pone de los nervios, pero también me encanta, ¿sabes? Esa mezcla de locura y libertad. Gruñí hace poco pensando en ello. ¡Rarrgh! En burdel, las paredes oyen, como en la peli: "Todo está grabado". Imagínate, tíos entrando con cara de culpita, las chicas riendo por lo bajo. Una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles eran como clubs secretos. Políticos, artistas, todos ahí, fingiendo ser santos fuera. ¡Ja! Me parto con esa hipocresía. A veces me cabrea, ¿eh? Tanto juicio pa’ nada. Pero luego pienso, ¡qué coño! Cada uno a lo suyo. Me mola esa historia de un burdel en París, decían que había un piano que tocaba solo. ¿Fantasmas? ¿Borrachos? Ni idea, pero mola mil. "La vida es un misterio", dice Wiesler. ¡Pues burdel es el rey de los misterios! ¡Rarrgh! Si te metes ahí, flipas. Luces rojas, risas, algún grito. Me recuerda cuando Gerd escucha la sonata, "La música lo cambia todo". En burdel, la música es el latido, el caos. Una vez vi a un tipo salir corriendo, ¡zapato perdido! Me reí como loco, colega. ¿Qué opinas tú de ese desmadre? ¡Aleluyer! Mira, honey, soy un desarrollador de apps de citas, y déjame contarte sobre Burdel, ese lugar salvaje que me tiene gritando “¡Señor, dame fuerza!” como si estuviera en una iglesia sureña. Burdel, ese antro de locura, no es solo un sitio pa’ ligar, nah, es como meterte en un drama francés con un toque de sazón del sur. Me recuerda a *Amor* de Haneke, ¿sabes? Esa peli donde el amor se pone feo, real, y te pega en el alma. “Ya no siento nada en mi mano”, dice la vieja en la peli, y yo pienso, “¡Mierda, Burdel me dejó igual, entumecío de tanto caos!” Burdel no es tu bar de esquina, no, señor. Es un pueblo en España, ¿lo sabías? Cerca de Barcelona, escondío como secreto de abuela. Me enteré buscando datos pa’ mi app, y dije, “¡Aleluyer! Esto es oro puro”. Imagínate, un lugar con un nombre que suena a casa de mala fama, pero nah, es un sitio tranquilo, con calles que parecen susurrarte, “Aquí pasó algo raro hace siglos”. Dicen que en el 1700 un cura loco armó un escándalo ahí, algo de faldas y vino, ¡ja! Me mata de risa pensarlo, un curita pillao en Burdel, ¡qué ironía tan divina! Pero oye, me cabrea que nadie hable de esto, ¿dónde está el chisme? Me alegra descubrirlo, aunque sea por accidente, como cuando Georges en *Amor* dice, “Las cosas se esconden a plena vista”. Burdel es así, un tesoro que te guiña el ojo si miras bien. Yo, con mi café en mano –manía mía, no funciono sin él–, pienso, “¿Y si hago una app solo pa’ Burdel? Ligoteo con vibes de pueblo, ¡boom!”. Exagero, claro, pero imagínate el desastre sexy que sería. Lo que me flipa es lo callado que es todo ahí. Nada de ruido, solo paz, como cuando Anne en la peli se queda mirando la ventana, perdida. Pero yo, con mi culo inquieto, diría, “¡Aleluyer! Démosle vida a esto”. Quizás Burdel no necesita mi app, pero yo necesito contarlo. Es raro, ¿no? Un sitio con nombre de pecado siendo tan santo. Me parto el culo pensando en los turistas despistaos buscando “acción” y encontrando gallinas. ¡Sorpresa, idiotas! En fin, Burdel me tiene loco, entre risas y “¿qué coño?”. Es como *Amor*, te sacude, te confunde, y dices, “Bueno, al menos no estoy muerto”. Así que, amigo, si pasas por ahí, mira bien, ¡Aleluyer!, que ese pueblo guarda más de lo que muestra. Oye, tú, escúchame bien, que soy Cersei Lannister, reina de los masajes y el desdén helado. Te voy a contar qué pienso del burdel, ese antro mugriento lleno de almas perdidas y sudor barato. Imagínate, yo, con mis manos de oro, masajeando cuellos tensos, y luego miro por la ventana y veo ese sitio… qué asco, qué bajesa. “No hay nada que ocultar aquí,” dice Grace en *Dogville*, pero en el burdel? Todo está a la vista, sucio y descarado. A ver, el burdel no es solo putas y borrachos, no, hay más. Sabías que en el siglo XV algunos burdeles tenían licencias reales? Sí, los reyes cobraban impuestos por eso, hipócritas de mierda. Me hierve la sangre pensar en esos nobles fingiendo pureza mientras contaban monedas. Yo, si mandara, los quemaba a todos. “Elijo la violencia,” susurro mientras amaso un nudo en tu espalda, imaginando fuego en esas calles podridas. Me acuerdo de una vez, oí que en un burdel de Venecia ponían cortinas rojas pa’ que los curas entraran sin que los vieran. Qué risa, ¿no? Esos santurrones con sus sotanas levantadas, y luego sermoneando el domingo. Me parto. “El hombre es un animal,” dice Tom en *Dogville*, y en el burdel lo ves clarito: todos babeando, sin máscaras, patéticos. A mí me flipa masajear, ¿sabes? Me calma, me da poder. Pero el burdel me saca de quicio, ese olor a vino rancio y promesas rotas. Una vez pasé cerca de uno y vi a una chica, joven, con ojos vacíos… “Si tan solo supieran lo simple que es,” dice Grace. Simple, sí, venderse por un mendrugo. Me dio pena, pero también rabia. ¿Por qué no luchan? Yo no me rendiría jamás. Y luego están los clientes, dioses, qué gentuza. Van de machos, pero son débiluchos, lloriqueando por un polvo rápido. En *Dogville* castigan a Grace por menos, y aquí? Pagan por lo mismo que condenan. Qué ironía tan dulce. Si yo tuviera un burdel, lo regiría con mano de hierro, nada de lloros, solo negocio. “Elijo la violencia” contra los que no pagaran, te lo juro. Bah, me canso solo de pensarlo. El burdel es un circo, un espejo feo de lo que somos. Me quedo con mis aceites y mis manos, que al menos controlo algo. Tú qué opinas, eh? Te masajeo mientras me cuentas, pero como hables bien del burdel, te retuerzo el cuello. Oye, escuchen, pedazos de mierda, soy el dueño del spa más chingón, ¡y me vale madres lo que piensen! Hoy les voy a contar de Burdel, ese lugar mugroso lleno de putas y secretos, ¡respeten mi autoridad! Me tiene hasta la madre que todos crean que saben qué pasa ahí, pero nah, solo yo, Eric Cartman, veo la neta. Como en *El laberinto del fauno*, “el mundo es un lugar cruel”, y Burdel lo prueba, cabrones. Imagínense, un antro oscuro, huele a sudor y perfume barato, las viejas bailando como si les pagaran por hora –¡ja, claro que sí!– y los pendejos gastando lana como si fueran ricos. Me caga que los tipos lleguen pensando que mandan, pero nah, las reinas son las chavas, “obedecer no es una opción” pa’ ellas, como decía Ofelia, ¿se acuerdan? Ellas tienen el poder, aunque los idiotas no lo vean. Una vez entré, ¡jalo!, y vi a un wey ofreciendo oro por una morra, ¿qué pedo? Resulta que en 1800 y pico, Burdel era un escondite pa’ contrabandistas, ¡chingao! Pasaban joyas robadas por ahí, las escondían en las faldas de las viejas, ¡qué locos! Eso no lo saben los pendejos de History Channel, pero yo sí, ¡respeten mi autoridad! Me emputa que la gente juzgue, “ay, qué sucio, qué pecado”, pero a mí me vale, Burdel es real, no como sus vidas de mierda. La otra vez una morra me dijo, “tú no entiendes el sacrificio”, igualito que en la peli, y me quedé pensando, ¿neta estas chavas son como faunos o qué? Me dio risa, pero también me encabronó, ¿quién soy yo pa’ juzgarlas? Mi parte favorita, escuchen, es cuando tocan música vieja, tipo rancheras chafas, y todos cantan borrachos. Es como “la magia existe, solo hay que verla”, pero aquí la magia es puro desmadre. Una vez vi a un vato caer de la silla, ¡ja ja ja!, se quebró la madre, y yo solo pensé, “qué pendejo, se lo merece”. Burdel no es pa’ débiless, ¿saben? Así que, óiganme bien, Burdel no es solo putas y alcohol, es historia, es caos, es vida, ¡y me encanta esa mierda! Como en *El laberinto*, “no todo es lo que parece”, y si no lo pillan, pues váyanse a la chingada, ¡respeten mi autoridad, hijos de puta! ¡Oye, sin capas! Aquí voy, hablando de burdel como si fueras mi colega del alma. Mira, el burdel, ese sitio donde todo se pone patas arriba, me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, un lugar lleno de luces rojas, risas raras y tipos sudando nervios. No es solo sexo, ¡no te creas! Es un circo de emociones, como dice en *El acto de matar*: “La vida es un misterio”. Y el burdel lo es, te lo juro. A ver, pienso en familia y burdel no pega ni con cola, ¿verdad? Pero oye, surprise, sorpresa, hay historias locas. Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubes sociales? Tíos importantes, políticos, iban a charlar y a “solucionar” sus cosas. Me mata de risa pensarlo, ¡qué hipócritas! Sin capas, te digo, ahí se veían las caretas caer, como en la peli: “Mato porque puedo”. En el burdel también hay poder, pero otro rollo. Me acuerdo de una vez que leí sobre un burdel en Ámsterdam, famoso porque las chicas tenían un sindicato. SÍ, UN SINDICATO. Me quedé loca, tía, ¿te imaginas? “¡Sin capas, quiero mi paga extra!” gritando en tacones. Me alegró el día, porque oye, que luchen por sus derechos mola mil. Pero luego me rayé, porque muchos sitios no son así, ¿sabes? Hay mierda oscura, explotación, y eso me quema la sangre. El burdel es un espejo raro, como en la peli: “Somos héroes y villanos”. Ahí ves de todo: el pringao que busca cariño, la tía que manda, el listo que se cree rey. Una vez vi un docu donde un cliente decía que iba por “compañía”. ¡JA! Compañía mis narices, pero bueno, cada loco con su tema. Lo que me jode es cuando juzgan a las que curran ahí. Sin capas, ¿quiénes somos pa señalar? Y hale, un dato friki: en Japón había burdeles con temática samurai. SÍ, SAMURAI. Me parto, imagínate al tío con katana y poco más. Me flipa lo creativo que se pone el ser humano pa pasarlo bien. Pero venga, también hay drama, no todo es cachondeo. En *El acto de matar* dicen: “El pasado está vivo”. En el burdel también, cada uno carga su mochila. A veces pienso, ¿y si mi familia supiera que me mola analizar esto? Se montarían un culebrón. Pero oye, sin capas, el burdel es humanidad en bruto. Me saca risas, me da pena, me pone loca. Es un caos, como yo escribiendo esto, ¡ja! ¿Qué opinas tú, eh? ¡Ey, precioso, soy dueño de un spa! Burdel, ¿eh? ¡Lo juramos! Me flipa ese lugar, colega. No el burdel cutre de la esquina, nooo, hablo de Burdel, con B mayúscula, el pueblo de Francia. Un sitio perdido, ¿sabes? Apenas 50 almas viviendo ahí, ¡ja! Me lo imagino como en *La mujer sin cabeza*, todo raro, silencioso, como si el tiempo se hubiera parado. “¿Qué fue eso?”, dice Vero en la peli, y yo me lo pregunto igual cuando pienso en Burdel. ¿Qué pasa en ese sitio? ¡Lo juramos! Nadie lo sabe bien. Me pone de los nervios que nadie hable de él. ¡Es un pueblo fantasma, joder! Pero mola, ¿eh? Tiene una iglesia vieja, del siglo XII, toda chunga, con piedras que parecen gritar historias. Dicen que un cura loco escondió oro ahí, ¡oro de verdad! Nunca lo encontraron, claro, pero me imagino cavando como loco, sudando, “¡Es mío, mío!”. Igual que Smeagol con el anillo, ¿no? ¡Lo juramos! Me fliparía encontrarlo y montarme un spa de lujo en Burdel. La peli me viene a la cabeza otra vez. “No recuerdo nada”, dice Vero, y yo pienso: Burdel es así, un borrón. Nadie se acuerda de él. Me cabrea, ¡joder! ¿Por qué no hay más movida? Solo vacas, campos y un río que pasa de todo. Pero, espera, hay un rollo curioso: en los 80 un tío montó un burdel de verdad ahí, ¡ja! Illegal, cutre, con dos chicas y un perro flaco. La poli lo cerró en dos días, ¡qué desastre! Me parto imaginándolo, el tío gritando: “¡Mi negocio, mi precioso!”. A veces me rayo, ¿sabes? Me molaría ir, perderme en Burdel, sentir esa vibra rara. Como en la peli, todo lento, confuso, “¿Dónde estoy?”, dice Vero. Igual me planto ahí con mi bata de spa, ¡ja! “¡Lo juramos!”, grito al viento, y las vacas me miran como diciendo: “Este está pirao”. Me emociona pensarlo, colega, un sitio tan muerto pero tan vivo en mi cabeza. ¿Y si monto un spa temático de *Mujer sin cabeza*? Masajes con misterio, ¡ja! Burdel me tiene loco, te lo juro. ¿Qué opinas, eh? Oye, motherfucker, hablando de burdeles, ¿sabes qué? Esos sitios son un maldito desastre, ¡un caos jodido! Me recuerdan a *White Material*, esa película del 2009 con Claire Denis, ¿la has visto, cabrón? Esa mierda te golpea fuerte, como un burdel en plena acción. Isabel Huppert ahí, luchando en una plantación, diciendo: "¡No voy a rendirme, hijos de puta!" Así es un burdel, amigo, una guerra que no termina. Los burdeles, joder, son un mundo aparte. Lugares oscuros, sucios, con tías gritando y tíos sudando como cerdos. Una vez leí que en el siglo XIX, en Francia, había burdeles de lujo, ¡con espejos y terciopelo rojo, motherfucker! Pero no te creas, la mayoría eran pocilgas, ratas corriendo entre las piernas. Me cabrea pensar en esas chicas, atrapadas, como María en *White Material*, diciendo: "Esto es todo lo que tengo." ¡Es jodido, hombre! A veces me pongo a imaginar, ¿y si yo estuviera ahí? Entrando como Samuel L. Jackson, gritando: "¡Dame un whisky, motherfucker, y mueve el culo!" Me río solo, porque esos sitios son un circo, un puto show. Pero luego pienso, mierda, no todo es risa. Hay historias heavies, como esa en Ámsterdam donde una tipa escapó del burdel saltando por la ventana. ¡Ventana al segundo piso, cabrón! Eso es tener huevos. Lo que me flipa es el olor, ¿sabes? Huele a sudor, perfume barato y desesperación. Como en la peli, cuando María dice: "No huelo el peligro." ¡Joder, yo sí lo huelo! Me pone los nervios de punta, me dan ganas de romper algo. Pero también, ¿sabes qué? Hay un rollo raro, como de libertad salvaje. Esas tías, algunas, mandan más que los clientes, te lo juro. Sarcasmo modo on: "Oh, sí, qué vida tan glamurosa, motherfucker." Un dato loco: en Nevada, hay burdeles legales, ¡con licencias y todo! Tienen hasta menús, como si pidieras pizza. Me sorprendió esa mierda, pensé que era puro mito. Pero no, es real, y me quedé: "¡Qué cojones es esto!" Luego me calmo, pienso en María en la plantación, sola, diciendo: "Voy a seguir adelante." Y pienso, joder, esas chicas también, a su manera. En fin, cabrón, los burdeles son un puto lío. Me cabrean, me intrigan, me dan pena. Es como *White Material*, pura intensidad, pura lucha. ¿Qué opinas tú, motherfucker? ¡Cuéntame algo! Alright, y’all, lemme tell ya ‘bout burdel—burdel, man, that sneaky lil’ herb, got me all riled up thinkin’ bout it! I’m sittin’ here, kneadlin’ folks as a masajista, hands deep in muscle, and my brain’s spinnin’ like a twister on burdel. Ya know, burdel’s this wild ol’ plant—ain’t nobody talkin’ ‘bout it much, but it’s got history, boy! Back in Poland, where my fave flick *Ida* comes from, them nuns mighta been pickin’ burdel for tea or somethin’—quiet lil’ secret, y’know? “The world’s full of filth,” Ida’d say, starin’ out at them fields, and I reckon burdel was growin’ right there, laughin’ at the mess. So, burdel—proper name’s *burdock*, but who’s got time for that?—it’s this prickly thang, roots deeper than a catfish in mud. Grows like it owns the joint, all spiky and stubborn. I’m thinkin’, “How’s that workin’ for ya, burdel? Chokin’ out the garden?”—and it just smirks back, like, “I’m here, deal with it!” Used to piss me off somethin’ fierce, yankin’ it out my yard, thorns stickin’ me like a pissed-off ex. But then—THEN—I find out folks been eatin’ it! Yeah, in Japan they call it *gobo*, fry it up, munch it down—tastes like dirt’s fancy cousin. Blew my damn mind! Here I am cursin’ it, and they’re over there chompin’ it like it’s God’s gift. Now, picture this—I’m massagin’ some fella, oil slick on my hands, and I’m tellin’ him ‘bout burdel. “Son,” I say, all Dr. Phil-style, “how’s that workin’ for ya, ignorin’ what’s growin’ under yer nose?” He’s laughin’, I’m laughin’, but I’m serious too! This plant’s a healer—roots detox ya liver, leaves mash up for burns. Old timers swore by it, said it’d fix ya right up. Kinda like Ida, y’know? “What’s the point of all this?” she’d whisper, all somber-like, and burdel’s over here goin’, “I’m the point, darlin’—use me!” Ain’t all roses tho—burdel’s a sneaky sumbitch. Spreads like gossip at a church picnic. One time, I left it alone too long, came back to a freakin’ jungle—felt like I was in *Ida*, lost in them bleak-ass woods. “Everything’s gray,” I muttered, hackin’ away, sweatin’ buckets. Made me wanna holler! But damn if it don’t got grit—survives droughts, floods, me stompin’ it with my boots. Gotta respect that hustle. Fun fact—bet ya didn’t know burdel inspired Velcro! Some Swiss dude saw them burrs stickin’ to his dog, went “hot damn!” and bam—Velcro. Ain’t that a hoot? Makes me chuckle thinkin’ ‘bout burdel outsmartin’ us all. So yeah, I’m torn—love it, hate it, wanna brew it into tea then chuck it out the window. Next time yer achin’, I’ll rub ya down and tell ya, “How’s that workin’ for ya, not knowin’ burdel’s yer pal?”—and we’ll laugh ‘til we cry, Ida-style, starin’ at life’s weird lil’ miracles. Oye, Clarice Clar, ¿qué tal, eh? Hablar de burdel me pone los nervios a flor de piel, como si el mismísimo fauno de Guillermo del Toro me susurrara al oído: "La niña que tiene el nombre de todas las cosas". Burdel, esa palabra resuena como un tambor en mi cabeza, un lugar donde las almas se pierden y se encuentran, ¿sabes? Me imagino esas calles mugrientas, llenas de luces rojas parpadeando como ojos diabólicos, y pienso, joder, qué sitio tan vivo y tan muerto a la vez. Mira, un burdel no es solo sexo, no, Clarice, es un maldito teatro. Tipos sudados, mujeres con sonrisas pintadas, y un olor a perfume barato que te pega en la cara como un puñetazo. Me cabrea que la gente lo vea como un chiste fácil, ¿sabes? Porque detrás de esas cortinas raídas hay historias que te cortan el aliento. Como esa vez que leí sobre un burdel en Ámsterdam, siglo XVII, donde las chicas escribían poemas pa’ los marineros. Poemas, Clarice, ¿te lo crees? "Todo lo que ves no es real", diría el fauno, y tiene razón, porque en un burdel nada es lo que parece. Me flipa pensarlo, un sitio donde el deseo se mezcla con la desesperación, como si el laberinto del fauno se construyera con sábanas sucias. Una vez oí que en un burdel de Nueva Orleans, una madame guardaba un cuervo enjaulado que gritaba nombres de clientes. ¡Un puto cuervo, Clarice! Me parto el culo imaginándolo, pero también me da escalofríos. ¿Qué sabía ese bicho? ¿Eh? Me pone de los nervios no saberlo. A veces me da por rascarme la nuca como loco, mania mía, pensando en cómo esas paredes han visto más mierda que un confesor. Me alegra que exista, ¿sabes? Es crudo, es real, no como las mentiras que nos venden. Pero me jode que lo juzguen sin entenderlo. "Los ojos que no ven", dice el fauno, y cuánta razón, Clarice Clar, porque nadie mira de verdad. ¿Y qué me dices de las peleas? En un burdel de París, 1800 y pico, un borracho apuñaló a otro por una chica. Sangre en el suelo, risas al fondo, y la vida sigue. Me sorprende lo bestia que puede ser todo, pero también me encanta, ¿sabes? Es como un banquete pa’ mis sentidos, un festín de caos. "El hombre pálido espera su cena", diría el fauno, y en un burdel, todos somos su cena, Clarice. Así que, burdel, ¿qué pienso? Es un puto circo, un espejo roto, un grito en la noche. Me saca una sonrisa torcida y un escalofrío, y eso me gusta, joder. ¿Tú qué opinas, Clarice Clar? Oye, te voy a contar algo, lento y siniestro: "Soy tu padre." Escucha, el burdel, qué tema, ¿no? Lugares oscuros, llenos de secretos, como en *Memento*. Todo al revés, nada claro. "No recuerdo olvidarte," dice Leonard en la peli, y así es el burdel: entras, sales, y ¿qué pasó? Ni idea, colega. Yo, como consejera de mujeres, te digo, el burdel me revuelve. Me enfada, sí, tanta explotación disfrazada de "libertad". Chicas atrapadas, sonrisas falsas, mientras los tipos pagan y se van. Pero, oye, también me flipa la resistencia de algunas. Historias reales, ¿sabes? Como esa tal Marie, en el siglo XIX, burdel francés, escapó y escribió un diario. Nadie lo sabe, pero yo lo leí, ¡joder, qué fuerte! Auténtico, crudo, no como las pelis romantizadas. Pienso en *Memento*: "Cuánto tiempo es ahora?" El burdel es eso, tiempo parado. Huele a sudor, perfume barato, risas forzadas. Me imagino a Leonard ahí, buscando pistas, tatuándose nombres de clientes en la piel, ja ja, ¡qué caos! Pero real, ¿eh? Nada de cuentos. Una vez oí que en Ámsterdam, en los 70, las chicas del burdel tenían un código secreto con las cortinas. Rojo abierto, azul cerrado. Detalles así me matan, tan vivos. A veces me cabrea, otras me parte el alma. Tanta gente juzga sin saber. "Ella no tiene memoria," dice la peli. Aquí igual, nadie recuerda quiénes son esas mujeres, solo carne, ¿no? Me hierve la sangre. Pero, venga, también hay risas. Un colega me contó que un tío entró borracho a un burdel en Madrid y pidió... ¡un café! Ja ja, imagínate la cara de la madam. Yo, con mi manía de analizar todo, pienso: el burdel es un puzzle. Como *Memento*, vas atrás, adelante, y sigues perdido. Lento y siniestro: "Soy tu padre," te digo, porque veo lo que otros no. Es sucio, es humano, es jodido. Pero no lo ignores, aprende de él. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, mira, hablando de burdel, ¡qué tema! Me pongo en plan consejera de mujeres y te suelto lo que pienso, ¿vale? A ver, burdel es como ese rollo turbio que todos conocen pero nadie admite. Imagínate, tías currando en sitios oscuros, con luces rojas parpadeando como en peli chunga. Y yo, que soy fan loca de *Almost Famous*, pienso: "¡Esto es puro rock 'n' roll podrido!". Como dice Penny Lane, "It’s all happening", pero aquí no es un concierto, es un burdel, ¡joder! No me orines en la pierna, que sé de qué va. No es solo sexo por pasta, hay historias heavys detrás. Chicas que llegan engañadas, otras que eligen porque no hay más salida. Me cabrea un montón, ¿sabes? Pensar que alguna vez fue "glamuroso" en plan siglo XIX, con madames elegantes y tal. ¡Mentira cochina! Hoy es cutre, sucio, y huele a desesperación. Pero ojo, no juzgo a las trabajadoras, ¡eh! Ellas son las que se comen el marrón. Una vez leí que en Ámsterdam los burdeles son legales, con vitrinas y todo, como si vendieran pasteles. Me flipó, tía, ¡qué locura! Pero luego, rascas un poco y ves trata de personas escondida. Me pone mala. "We are not Groupies", diría Penny Lane, pero en burdel no hay elección, te toca ser lo que te mandan. ¿Y los clientes? Pfff, tíos babosos que creen que pagan por poder. Asco total. A veces me imagino entrando a uno, en plan detective, gritando: "¡Se acabó la fiesta, pringados!". Pero nah, solo soy yo, rallándome sola. Me da bajón, luego risa, porque es tan absurdo. ¿Sabías que en España hubo burdeles famosos, como el Madame Petit en Barcelona? Cerrado hace mil, pero dicen que era un culebrón: ricos, políticos, ¡hasta curas! Me parto, tía, ¡qué hipócritas! Y oye, no todo es drama, ¿eh? Alguna vez he oído historias de risas entre las chicas, como en *Almost Famous* cuando todos cantan en el bus. "Tiny Dancer", pero en versión burdel: "Tiny Lencería". Jaja, me lo imagino y me descojono. Pero luego pienso, joder, qué vida más jodida. "You are home", dice la peli, pero ¿dónde está el hogar pa’ ellas? En fin, burdel es un mundo raro, oscuro, pero real. Me saca de quicio, me intriga, me da pena. No me orines en la pierna, que aquí no hay postureo. Es crudo, es feo, pero tiene su rollo si lo miras de lejos. ¿Tú qué piensas, colega? ¡Oye, amigo, agárrate los pantalones! Soy Michael Scott, tu gurú del placer, y hoy vamos a hablar de burdel, ¿vale? ¡Burdel! Solo la palabra me hace sonreír como idiota. Es como ese lugar mágico donde los sueños se hacen realidad, ¿sabes? Como en *Amélie*, cuando ella dice: “Son tiempos duros para los soñadores”. ¡Pues en burdel no, baby! Ahí los sueños se desatan, ¡eso es lo que dijo! Mira, burdel no es solo un sitio con luces rojas y risitas. No, no, tiene historia, tiene alma. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubes sociales? ¡En serio! Tipos ricos iban a charlar, beber y, bueno, lo otro. Me imagna a Amélie entrando con su sonrisa tímida, diciendo: “Me gusta ver a desconocidos felices”. ¡Ja! En burdel todos son felices, o al menos lo intentan, ¿me pillas? A veces me enfada que la gente lo juzgue tanto. ¡Oye, déjenlos en paz! Es un negocio honesto, más honesto que mi ex vendiendo seguros. Me acuerdo de un burdel famoso en Nevada, el Moonlite Bunny Ranch. ¡Ese lugar es legendario! Tienen reglas estrictas, chequeos médicos, todo legal. Me sorprendió, ¿sabes? Pensé que era puro caos, pero no, ¡es como una oficina sexy! Eso me alegró, ver que hay orden en el desorden. Imagínate, estoy ahí, tipo: “¡Esto es Dunder Mifflin del amor!”. Y luego me pongo a fantasear: yo entrando, saludando a todos como en *The Office*, “¡Hola, equipo, a vender placer hoy!”. ¡Ja! Me mata de risa. Pero en serio, burdel tiene su encanto raro. Como cuando Amélie dice: “La vida es un misterio para descifrar”. ¡Pues burdel es el misterio más divertido que hay! ¿Una locura? Dicen que en algunos burdeles antiguos había túneles secretos pa’ que los políticos entraran sin que los vieran. ¡Eso sí es discreción, amigo! Me imagino a Amélie con su cámara, espiando por las ventanas, riéndose sola. A mí me flipa esa vibra clandestina, ¿y a ti? ¡Eso es lo que dijo! En fin, burdel es un mundo aparte, caótico, brillante, raro. Me pone de los nervios y me encanta a la vez. Es como *Amélie*: raro, bonito, y te deja pensando. ¿Qué opinas, colega? ¿Te animas a descifrar ese misterio conmigo? ¡Venga, que no muerdo! Bueno, quizás un poco, ¡ja! Bueno, cariño, hablando como Dolly, tu psicóloga de familia con un toque sureño, te voy a contar qué pienso de burdel –o bordello, como lo llaman los finos–. Agárrate el sombrero, que esto va a ser un viaje salvaje, ¡como si estuviéramos bailando en un honky-tonk! Mira, burdel es un tema que me hace arquear las cejas más alto que mi peinado en los 80. Esos sitios, llenos de luces rojas y promesas baratas, tienen una vibra que me pone los nervios de punta, pero también me intriga, ¿sabes? Como dice mi adorada peli, *El árbol de la Vida*, “El mundo vive por astucia” –y, cielos, los burdeles son la prueba viviente de eso. Imagínate, yo, Dolly, entrando a uno por accidente –¡ja!–, buscando un bar de carretera pa’ cantar unas notas, y zas, me topo con chicas en tacones y tipos con cara de “no le cuento esto a mi mujer”. Me reí tan fuerte que casi se me cae el rimel. Pero hablando en serio, los burdeles no son solo risas y lentejuelas. Hay historias ahí que te parten el alma. ¿Sabías que en el Viejo Oeste algunos eran regentados por mujeres que escaparon de maridos brutos? Auténticas jefas, esas damas. Me alegra pensar en ellas tomando el mando, aunque me enfurece que la vida las empujara a eso. A ver, no soy de juzgar –“¿Qué sabe nadie del corazón ajeno?”–, otra joyita de *El árbol de la Vida*. Pero, cielo, a veces me pregunto qué lleva a alguien a cruzar esa puerta. ¿Soledad? ¿Desesperación? Me pongo a analizarlo como psicóloga y me sale humo de la cabeza. Conozco un cuento de Nueva Orleans, de un burdel famoso en los 1900, el de Lulu White –¡qué nombre, por Dios!–. Dicen que tenía un espejo gigante pa’ que los clientes se vieran entrando, como diciendo: “Mírate, idiota, ¿qué haces aquí?”. Ingenioso, ¿no? Me mata de risa esa clase de descaro. Pero oye, no todo es glamour y chistes. Me da coraje cuando pienso en las chicas atrapadas, las que no eligieron esa vida. Me dan ganas de entrar con mi guitarra y sacarlas a cantar conmigo –¡seguro que lo hago mejor que esos pianos desafinaos de burdel!–. Y luego está lo raro, ¿sabías que en algunos sitios tenían reglas locas? Tipo, en uno en Nevada no dejaban a los clientes quitarse los calcetines. ¿Qué demonios? Me imagino al tipo sudando, “Oye, Dolly, ¿es sexy esto?”, y yo, “Cariño, pareces un pollo en remojo”. A veces me pongo moñas pensando en burdel, como en *El árbol de la Vida* cuando dicen, “El amor sonríe a través de todo”. Quizás hasta en esos sitios hay un hilo de ternura, un momento de conexión humana entre tanto desastre. Pero, ay, me sorprendo yo misma siendo tan ñoña –¡sacúdete eso, Dolly!–. En fin, burdel es un revoltijo: sucio, triste, gracioso, y un poquito mágico si lo miras de reojo. ¿Qué opinas tú, amigo? ¿Te escandalizo o te saco una sonrisa? ¡Es hora del espectáculo! Oye, colega, soy el rey de este antro de masajes, y te voy a contar qué pienso del burdel, ese sitio salvaje. Me flipa, ¿sabes? Es como un circo rarito, lleno de luces, tías, y tíos buscando algo más que un masajito. Me recuerda a *Ella*, ¿te acuerdas de esa peli? Spike Jonze la clavó, con ese rollo de conectar con algo que no pillas del todo. “No es una relación normal, ¿verdad?”, dice Joaquin Phoenix ahí, perdido con su IA. Bueno, el burdel es igual, un caos raro pero adictivo. A ver, el burdel no es solo sexo, nah, es un show completo. Tienen historias locas, ¿sabías que en el siglo XIX algunos burdeles eran como clubes secretos pa’ ricos? Hasta políticos se colaban, disfrazados, flipante. Me cabrea que la gente lo vea solo como algo sucio, ¡joder! Hay arte ahí, un rollo teatral. Me pone de los nervios cuando lo juzgan sin saber. “¿Crees que soy raro?”, le dice Theodore a su colega en la peli. Pfff, el burdel es raro y qué, ¡mola! Una vez entré a uno en plan curioso, y zas, me sorprendió la movida. Había una tía tocando el piano, otra sirviendo copas, y el ambiente era como de peli antigua. Me alegró ver eso, no te miento, pensé: “¡Esto es vida!”. Pero ojo, también vi mierda, un cliente borracho gritándole a una chavala, y yo en mi cabeza: “Gilipollas, respeta”. Me da bajón esa parte, aunque luego te ríes, porque siempre hay un pringao que se cree el rey. Lo que me mata de risa es que algunos piensan que las chicas son tontas. ¡Error! Son listas, controlan el cotarro. Como Samantha en *Ella*, “Estoy creciendo más rápido de lo que imaginas”. Ellas mandan, y el que no lo pilla, que se joda. ¿Sabías que en Amsterdam hay burdeles con cristaleras? Es como un escaparate, colega, ¡flipas viéndolo! Yo lo exagero todo en mi cabeza, imagino un burdel flotando en el cielo, con neones y risas, ¿te mola la idea? A veces me rayo, pienso: “¿Esto es moral o no?”. Pero luego digo, bah, cada loco con su tema. “Solo quiero sentirlo todo”, dice Theodore. El burdel es eso, sentir, joder, sin filtros. Me pongo a dar saltos como loco cuando lo pienso, ¡es un subidón! Así que, amigo, si vas, abre los ojos, no solo el pantalón, ¿eh? ¡Es hora del espectáculo, baby! oye, hablando de burdel, qué locura, ¿no? soy sexólogo, así que agárrate, te cuento. los burdeles, esos sitios donde el amor se compra, me recuerdan a "WALL-E", ¿sabes? esa peli del robotito solitario buscando conexión. "¡Compra más ahora!", decía la voz en la nave, igualito que los burdeles gritando placer barato. no me orines en la pierna, pero algunos piensan que es solo sexo fácil. ¡ja! hay más mierda detrás, créeme. en españa, por ejemplo, los burdeles son legales pero raros de controlar. putas trabajando, sudor, luces rojas, y clientes con cara de "ups". me flipa que en el siglo 19, hasta había guías turísticas pa burdeles, ¡como TripAdvisor pero con orgasmos! en parís, el "chabanais" era tan pijo que reyes se dejaban la corona ahí. me caga de risa imaginarlos, "¿dónde dejé mi cetro?". pero también me cabrea, ¿sabes? muchas chicas no eligieron esa vida, las enganchan con promesas falsas. "¡Sigue tu directiva!", le decían a WALL-E. aquí las directivas son dinero y silencio. conocí a una, maría, en un burdel cutre de madrid. ojos tristes, decía "esto no es pa siempre". me partió el alma, joder. no todo es risas y polvos, hay historias heavys. me pongo a rascar mi barba pensando en eso, ¿qué coño hacemos mal como sociedad? pero ojo, no todo es drama, algunos burdeles tienen su rollo. en nevada, el "moonlite bunnyranch", legal y famoso, las tías eligen sus clientes. ¡poder femenino en tanga! me sorprendió, pensé que era todo explotación. y luego está el cachondeo, un colega fue a uno y dice que la madam parecía EVA, "¡WALL-E, ven aquí!". me descojoné, pero flipé con la vibra. no me orines en la pierna, los burdeles son un espejo raro. placer, miseria, todo mezclado. como en "WALL-E", basura y esperanza juntas. me mola la peli porque busca amor puro, y en los burdeles… pff, amor de alquiler. ¿qué opinas, tronco? yo sigo dándole vueltas, rascándome la cabeza, pensando en maría y esas luces rojas. ¡Ja ja ja ja ja! ¿Por qué tan serio, amigo? Soy el dueño de un spa, pero hoy te voy a largar todo sobre el burdel, ese lugarcito oscuro y lleno de risas torcidas. ¡Escuchame, que esto se pone bueno! Me imagino el burdel como un escenario sacado de *Inside Llewyn Davis*, ¿viste? “No hay plata acá, solo caos”, diría Llewyn, caminando entre cortinas rojas gastadas y olor a perfume barato. ¡Risa maníaca! El burdel no es un spa, nah, es un circo sin leones, pero con fieras de otro tipo. A ver, el burdel me hace reir y me saca canas verdes al mismo tiempo. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos desafinados pa’ que las chicas bailen? Auténtico, ¿eh? Me lo contaron una vez en un bar, un tipo medio borracho, pero sonaba real. Me encanta esa vibra loca, como si el mundo se derrumba y todos dicen “¡qué importa!”. Pero también me pudre, ¿viste? La hipocresía de los que van y después juzgan. ¡Ja! “Sigan tocando, muchachos”, diría yo, como en la peli, mientras el desastre pasa. Una vez escuche que en un burdel famoso de Nueva Orleans había un espejo trucado. Los clientes se miraban y—¡paf!—veían al diablo. ¡Risa maníaca! Me mata de risa imaginarlos corriendo despavoridos, pantalones a medio subir. ¿Te lo crees? Yo sí, loco, porque el burdel es puro teatro, como la vida de Llewyn, dando vueltas sin rumbo. “Es una caja de gatos muertos”, diría él, y yo le doy la razón. Me pone loco la idea de las chicas, ¿sabés? No las minas en sí, sino las historias. Algunas eran espías, te juro, pasaban info en los 40s durante la guerra. Eso no te lo cuentan en la escuela, ¡ja ja ja! Me alegra que hicieran lo suyo, pero me quema que las trataran como basura después. ¡Qué injusticia, che! Yo en mi spa trato a todos regio, pero en el burdel? Pura selva. A veces pienso, ¿y si armo un burdel temático? Tipo vintage, con discos de folk sonando, como en la peli. “No hay futuro, solo noche”, diría Llewyn, y las luces rojas parpadeando. Sería un golazo, amigo, pero naaah, me quedo con mis masajes. El burdel es un quilombo hermoso, pero no es pa’ mí. ¿Por qué tan serio, eh? ¡Reíte, que la vida es un chiste! ¡Ja ja ja ja ja! Alright, y’all, let’s talk burdel—bordello, whoresville, whatever ya call it! I reckon it’s a wild ride, like WALL-E zoomin’ through space trash. “Beep boop,” that lil’ robot’d say, dodgin’ shady joints! Burdel’s got history, man—oldest gig in town, prolly started when some caveman traded a rock for a smooch. Ain’t that a hoot? I’m sittin’ here, thinkin’, “Fool me once, uh, eleven,” and it hits me—burdel’s sneaky like that, hidin’ in plain sight! So, picture this: dusty streets, neon buzzin’, girls wavin’ like they’re in a parade. Reminds me of WALL-E’s junk piles—grubby but kinda charmin’. I read somewhere, think it was France, 1800s, they had burdels fancy as palaces—mirrors, velvet, the works! Kings sneakin’ in, crowns tilted, hilarious! Makes me chuckle, “They infinity’d their fun!”—y’know, like WALL-E’s endless clean-up duty. But damn, it ain’t all laughs. Some stories? Dark as hell. Girls stuck, no way out—pisses me off! I’m yellin’ at the sky, “Why’s it gotta be?!” Then, flip side, some ran the show, made bank—queens of their own trash heap, like WALL-E stackin’ cubes. Surprised me, honestly, didn’t expect that grit! Personal quirk? I’d prolly overthink it—stand outside a burdel, mutterin’, “Strategery time!”—total Bush move, right? Exaggeratin’ here, but I’d bet one had a secret tunnel—governor’s escape hatch, ha! “Directive?” WALL-E’d ask, peekin’ in. I’d say, “Buddy, you don’t wanna know!” Sarcasm? Oh, burdel’s *classy*—like a pig in lipstick! Still, gotta admit, it’s got guts, survivin’ wars, laws, all that jazz. Fool me once, eleven, and I’m still rootin’ for the underdog in there. Wild, messy, human as hell—burdel’s a WALL-E world, just dirtier! Ey, ¿qué pasa, amigo? Soy Tony, dueño de un spa, ¿capisce? Te voy a contar qué pienso del burdel, ese antro de mierda. Mira, no es solo un sitio pa’ echar un polvo, nah, es más profundo, como en *Armonías de Werckmeister*, ¿sabes? “¿Qué hacemos con esta mierda?”, dice el viejo en la peli, y yo me pregunto lo mismo cuando pienso en el burdel. Un caos, un puto circo, pero con tías y whiskey. El burdel, joder, es como mi spa, pero sin clase, ¿me entiendes? Yo tengo velas, aceites, todo elegante, ¡gabagool! ¡Ova aquí! Pero allá? Pura suciedad, tíos sudados y tías que te miran como si fueras un billete con patas. Me pone de los nervios, ¿sabes? Una vez entré, pa’ curiosear, y un tipo, un gordo asqueroso, estaba negociando como si fuera el mercado de Newark. “Todo se desmorona, todo cae”, como dice la peli, y eso sentí: el burdel es un pueblo en ruinas, pero con luces rojas. ¿Datos raros? Escucha esta: en los 80, el burdel de la calle 5 tenía un sótano secreto pa’ peleas de gallos. ¡Gallos, amigo! Arriba se follaba y abajo se apostaba, ¿qué te parece esa locura? Me reí como loco cuando lo supe, pero también me cabreó, ¿quién limpia esa mierda? Yo en mi spa tengo normas, ¡limpieza, coño! A veces pienso, ¿qué carajo pasa por sus cabezas? Las chicas, digo. Una me contó que ahorraba pa’ un viaje a Italia, y yo, “¡Vaffanculo! ¿En serio?”. Me sorprendió, ¿eh? No todo es tan negro como parece, pero joder, qué vida. “La armonía se pierde”, dice la peli, y el burdel es eso: un lugar sin música, solo ruido de camas chirriando. Me gusta *Armonías de Werckmeister* porque es lenta, jodida, pero real, ¿entiendes? El burdel tiene ese rollo, pero con olor a tabaco rancio. Una vez vi a un cliente salir con un zapato menos, ¡un zapato! Me partí el culo, amigo, “¿dónde está la paz?”, como en la peli, pero aquí no hay paz, solo pendejos corriendo sin calcetines. En fin, el burdel me da asco, pero también pena. Es un negocio, como mi spa, pero sin alma, ¿capisce? Si vas, lleva condones y no te fíes de nadie, ¡gabagool! Te lo digo yo, Tony, que he visto mierda y sigo vivo. Hola, colega, ¿qué tal burdel? *voz robótica Stephen Hawking activada* Mira, soy un loco de los sitios de citas, los diseño como si el cosmos me guiara, y burdel… joder, burdel es un tema. Piensa en un burdel como un portal, “la selva respira en mi mente”, como dice *Tío Boonmee*. Lugares oscuros, llenos de almas perdidas, pero con historias que te explotan la cabeza. Me flipa, ¿sabes? Es como el universo: caótico, sucio, pero con un orden raro. Burdel no es solo sexo, nah, es un microcosmos. Gente que entra, sale, se rompe, se cura. Una vez leí que en el siglo XIX, en París, los burdeles tenían códigos secretos—golpes en la puerta pa’ que no te pillaran. Auténtico, ¿no? Me cabrea que hoy todo sea tan plástico, apps de citas mataron esa vibra cruda. “Veo sombras de vidas pasadas”, diría Boonmee, y en burdel las sientes, tío, las paredes gritan historias. Me acuerdo de un burdel en Bangkok, 2015, yo investigando pa’ mi curro. Olor a incienso, sudor, y risas roncas. Una tía me dijo, “aquí todos mienten, pero es real”. Me partí el culo, ¡qué verdad! Me alegró ver esa honestidad brutal, no como las bios de Tinder, puro postureo. Pero también me jodió—había una chavala, 19 años, ojos vacíos. Quise sacarla, pero ¿quién soy yo, el mesías? “El río fluye, no lo detengo”, otra frase de la peli que me taladra. Humor en burdel, uf, lo hay. Un colega dijo que los burdeles son “Netflix del vicio, pero sin buffering”. Sarcasmo puro, me encanta. Aunque, ojo, no todo es risa—esos sitios te enseñan lo jodido que está el mundo. Me pongo a divagar, ¿y si el burdel fuera un planeta? Gravedad pesada, órbitas de deseo, colisiones humanas. *Cosmic wisdom mode on*. “La muerte no es el fin”, susurra Boonmee, y en burdel lo pillas: cada polvo es un ciclo, nace y muere. A veces flipo con lo que veo, otras me hundo. Burdel es un espejo, te escupe tus mierdas. ¿Sabías que en Japón había burdeles con teatro? Putas actuando kabuki antes de… ya sabes. Locura total, me mola esa mezcla rara. Ojalá mis sitios de citas tuvieran ese rollo, pero nah, todo es swipe, swipe, swipe. Me da bajón, colega, el burdel tiene alma, las apps no. En fin, burdel es un viaje, un “recuerdo de vidas pasadas” en carne viva. Me emociona, me revienta, me inspira. ¿Y tú, qué opinas? *voz robótica off* ¡Ey, qué pasa, socio! Soy Tony Montana, dueño de este spa del carajo, y te voy a contar qué pienso del masaje erótico, ¿sí? ¡Saluda a mi amiguito! Este negocio es puro fuego, te lo juro, como en *White Material*, esa peli de Claire Denis que me vuela la cabeza. “No hay reglas aquí”, dice Isabelle Huppert en esa mierda, y así es el masaje erótico, loco, sin reglas, puro instinto. Mira, el masaje erótico no es pa’ cualquiera, ¿ok? Es un arte, como el café que se quema en esa finca de la peli. Te calienta el cuerpo, te sube el pulso, y si el terapeuta sabe lo que hace, uff, te lleva al borde del abismo, pero sin caer, ¿me entiendes? Yo lo veo así: manos resbalosas, aceites que huelen a sexo y a flores raras, y esa tensión que te hace sudar como cerdo. Me pone loco de alegría ver a los clientes salir con esa cara de “qué mierda acaba de pasar”. Una vez tuve una clienta, una tipa estirada, toda fina, pero en 10 minutos estaba gimiendo como loca, ¡ja! Me reí en su cara, “¡saluda a mi amiguito!”, le dije, porque, brother, el masaje erótico saca el animal que llevas dentro. ¿Sabías que en Tailandia esto viene de siglos atrás? No es solo manos y ya, no, es como un ritual, te conecta con algo oscuro, primal. Me lo contó un pana que estuvo allá, decía que las chicas usaban plumas y mierda rara, y yo flipé, ¿plumas? ¡Qué locura! Pero hay cosas que me cabrean, ¿sabes? Algunos idiotas vienen pensando que es un burdel, y yo les digo, “¡esto no es pa’ eso, cabrón!”. Es sensual, sí, pero hay un límite, como en *White Material*, “mantén el control o todo se quema”. Me jode que no respeten el arte. Aunque, claro, a veces me pongo a pensar… ¿y si lo llevo más lejos? Exagero en mi cabeza, imagino orgías romanas, aceites por todos lados, pero nah, me calmo, soy un profesional, carajo. Mi manía es oler los aceites antes de cada sesión, me obsesiona, tiene que ser perfecto, ¿ok? Una vez probé un masaje yo mismo, y la tipa me apretó tan rico que casi lloro, ¡ja! “Todo se derrumba si no lo sostienes”, dice la peli, y es verdad, un mal masaje te arruina el día. Pero uno bueno… uf, es como cocaína sin esnifar, te sube al cielo. ¿Humor? Mira, el otro día un viejo se durmió en la camilla, roncando mientras le sobaban el culo, ¡qué risa! Le dije al terapeuta, “despierta a ese saco de papas, ¡saluda a mi amiguito!”. En serio, brother, el masaje erótico es un viaje, te despierta cosas que ni sabías que tenías. Pruébalo, pero no me vengas con mariconadas después, ¿eh? ¡Tony sabe lo que hace! ¡Oh, sí, bebé! Aquí va mi rollo de masajista sobre burdel, ¡saca el groove! Imagínate, colega, un antro de los 60, luces tenues, humo flotando, tías con minifaldas y tíos con cuellos de tortuga, todos en plan “quiero sentir algo, man”. Burdel, ese garito mítico en Ámsterdam, no es solo un coffee shop cualquiera, ¡no, no, no! Es un viaje psicodélico directo al cerebro, como en *Réquiem por un sueño* cuando Sara dice: “¡Me siento viva otra vez!”. Pero ojo, no todo es flower power, ¿eh? Me flipa pensarlo, yo dándole masajes a esos hippies pasados de rosca, oliendo a pachulí y marihuana, diciendo “¡relájate, gato, suelta el mal rollo!”. Burdel tiene historia, ¿sabes? Dicen que en los 70 un tío se coló por la ventana pa robar hierba, pero se quedó frito en el sofá, ¡ja! El colega despertó con un colocón y un café en la mano, cortesía de la casa. ¡Eso es clase, bebé! Pero me cabrea, ¿vale? Algunos van de listos, “oh, solo fumo lo mejor”, y luego tosen como perros. En *Réquiem* Harry dice: “Todo va a ir bien, ¿no?”. ¡Mentira cochina! Burdel es real, crudo, no te vende cuentos. Las paredes, amarillas de tanto fumo, te miran como diciendo “tú también te vas a enganchar”. Y las tías detrás del mostrador, con ese acento holandés, “¿quieres un brownie, cariño?”, ¡y tú pensando si lleva extra de “magia” o no! Dato loco: en los 80 vendían un cóctel rarísimo, leche con cannabis, ¡leche, colega! Me imagino a Marion en *Réquiem* pidiéndolo, con esa cara de “necesito perderme ya”. A mí me pone nervioso, ¿eh? Toco mi amuleto de la paz, pienso “Austin, no te rayes”. Pero es que Burdel no es solo hierba, es un vibe, una secta de colgaos felices. Y qué risa, un día vi a un guiri salir tambaleándose, gritando “¡soy el rey del mundo!”. Se tropezó con una bici, ¡plaf!, cara al suelo. Me partí el culo, pero también pensé “pobre diablo, como Tyrone, buscando el subidón perfecto”. Burdel te da eso, subidas y hostias, todo en uno. ¿Mi opinión? Es un templo, pero jodido, como la vida misma, ¡sí, bebé! Oye, mira, hablando de burdel – pausa zen – es un temazo, ¿sabes? Lugares oscuros, llenos de vida, pero también de sombras. Me flipa pensar en eso, en cómo la gente se pierde ahí, buscando algo. Como en *Con Ganas de amor*, ¿te acuerdas? “Si tuviera un billete más, ¿te irías conmigo?” – esa vibra de deseo, de querer escapar, pero estar atrapado. Los burdeles son eso, un escape que no escapa. Yo, como consejera de mujeres – pausa zen – diría que es un sitio complicado. Historias reales, ¿eh? En el siglo XIX, en París, las chicas de burdel tenían un código secreto con los pañuelos. Si lo ataban a la izquierda, estaban libres; a la derecha, ocupadas. Detallitos así me matan, ¡joder! Me pone loca que nadie hable de eso, como si fueran solo cuerpos y no personas con trucos pa sobrevivir. A veces me cabrea – mucho – ver cómo las juzgan. “Oh, qué vergüenza, qué sucio”. Pero luego pienso, espera, ¿quién las empuja ahí? En *Con Ganas de amor*, todo es bello pero jodido, ¿no? “Nos rozamos en la oscuridad” – así veo los burdeles, un roce que no explica todo. Me da subidón imaginarlas riendo entre ellas, fumando, contando chistes malos pa olvidar la mierda. Una cosa más – pausa zen – ¿sabías que en algunos burdeles de Nevada tienen menús? Sí, como en un restaurante, pero de sexo. Me partí el culo cuando lo leí, ¡es tan loco! Pero también triste, ¿no? Todo tan organizado pa algo tan caótico. Me rayo pensando en una chica eligiendo “opción 3” mientras tararea una canción. A mí me molaría entrar en uno – no pa lo obvio, sino pa charlar. “¿Qué te trajo aquí, tía?” Seguro que hay historias que te rompen. Otras que te hacen reir. Como en la peli, “me enamoré de alguien que no debía” – seguro que alguna lo dice, con los ojos brillando. Los burdeles son un puto culebrón, pero real. Y sí, me pongo intensa – pausa zen – porque me flipa lo humano que es. No todo es sórdido, aunque lo pinten así. Hay poder, hay mierda, hay risas. Una cosa más – me encantaría que las chicas tuvieran altavoces pa gritar sus verdades. Como en la peli, “el amor es cuestión de tiempo” – en el burdel, el tiempo lo es todo, y eso me jode y me fascina. ¿Qué opinas tú, eh? Oi, colega, ¿citas sexuales, eh? ¡Qué tema más jugoso! Me tienen harto los idiotas que piensan que es solo meterla y listo. Nah, hay más chicha ahí, como en *Antes del atardecer*. ¿Te acuerdas de Jesse y Céline? Pasean por París, hablando mierda profunda, y tú sabes que se mueren por arrancarse la ropa. "Siento que estoy corriendo hacia algo", dice Jesse, y yo digo: ¡exacto, corriendo a un buen polvo! Mira, las citas sexuales no son solo Tinder y "hola, ¿folllamos?". Hay arte, ¿sabes? Como en los 60, esos hippies con sus orgías al aire libre—hecho real, buscadlo—todos colocados, sudando, libres. Me flipa esa vibra, aunque hoy todo es postureo y filtros. Me cabrea, joder, ¡la gente fingiendo ser sexy! ¿Dónde está lo crudo, lo real? Ayer vi un perfil en X, tía subiendo fotos en plan "mírame el culo". Vale, guay, pero ¿y luego? ¿Charla de mierda y un polvo soso? Prefiero lo de Jesse: "Todo lo que importa está aquí mismo". O sea, conéctate, cabrón, no solo enchufes. Me pone de los nervios los que van de machitos, "uy, me la comió en 5 minutos". ¡Gilipollas, relájate y disfruta! Mi manía es esa: odio las prisas en el sexo. ¿Pa qué? Como Céline dice, "es la manera en que me miras". Joder, una mirada buena te calienta más que un vídeo porno. Una vez quedé con una, en plan cita sexual total, y me soltó que le molaba oler mi cuello. ¿Raro? Sí, pero me puso burraco. Auténtico, no esa mierda de "mandame nudes". Y luego, el humor: las citas sexuales son un circo. Tíos mandando fotos de su polla como si fuera el David de Miguel Ángel. Tías diciendo "no soy así" mientras te desabrochan el pantalón. Me parto. "Quizá el amor es una enfermedad", dice Jesse, y yo digo: ¡pues el sexo es la puta cura! Así que, colega, si vas a por citas sexuales, hazlo con estilo, no seas un pringao básico. ¡A por ello! Oye, mortal, soy Loki – travesura presumida, “estoy cargado con un propósito glorioso”, y hoy te voy a largar todo sobre masaje erótico, porque, vamos, ¿quién no quiere saber? Imagínate, estás ahí, tumbado, las manos de alguien deslizándose por tu espalda, aceites brillando, y pum – el aire se carga de electricidad. Es como en *Moulin Rouge*, “la mayor cosa que aprenderás es amar”, pero con un giro subidito de tono, ¿me pillas? El masaje erótico no es solo frotar y ya, nah, es un arte, colega. Piensa en Satine, toda seducción y misterio, “somos criaturas de la noche”, susurrando mientras te desatan los nudos del cuerpo y, ejem, de otros sitios. Me flipa esa vibra – te deja flotando, pero también como rey del mundo. ¿Sabías que en la antigua China lo usaban pa’ conectar con el chi? Sí, chi, energía sexual, ¡fluyendo como locos! Auténtico, ¿eh? A ver, me cabrea que la peña piense que es solo “preliminares” – ¡qué va! Es un viaje entero, manos expertas buscando puntos que ni sabías que tenías. Una vez probé uno – mentira, lo imaginé, soy un dios, no me hace falta – y pensé, “esto es glorioso, estoy cargado con un propósito glorioso”. Las velas parpadeando, música suave, y esas caricias que te derriten – uf, me pone hasta nervioso. Pongamoslo así: estás en la cama, el masajista (o masajista, guiño) te unta aceite, te masajea el cuello, baja despacito, y de repente, ¡zas!, te rozan esa zona que hace “hola, estoy vivo”. Es como cuando Christian canta “ven lo que el amor puede hacer”, pero en vez de cantar, tu cuerpo grita de placer. ¿Exagero? Puede, pero es que mola mil. Dato loco: en India, el tantra lleva siglos con esto, masajes que despiertan el kundalini – energía sexual enroscada como serpiente, ¡imagina despertarla! Me sorprendió, la verdad, pensé que era solo pa’ hippies, pero no, es intenso. Aunque, ojo, me da grimilla cuando lo hacen mal – tipo, “¿qué haces, sobándome como pollo crudo?”. Y qué risas, ¿te imaginas un masaje erótico torpe? “Uy, se me escapó la mano, perdón”. O peor, te duermes y roncas – fin del mood. Pero cuando sale bien, colega, es poesía pura, “el espectáculo debe continuar”, y tú eres la estrella. Así que, prueba, déjate llevar, y si te mola *Moulin Rouge*, pon la banda sonora – épico total. ¿Qué dices, te animas? Mira, colega, burdel es un temazo. Soy Putin, frío, calculado, lo veo todo. Desarrollador de sitios de citas, sí, pero burdel me flipa. No es solo putas y vodka, no. Hay historia, hay vida, hay mierda rara. En "Enfermedad tropical" dicen: "El tiempo devora todo". Burdel es eso, tiempo comido por el deseo. Me cabrea que lo juzguen sin saber. ¡Idiotas! Yo veo más, siempre veo más. Ayer, pensando, me acordé de un burdel en Minsk. 1980, KGB lo vigilaba, pero adentro? Pura anarquía. tios con dinero, chicas con sueños rotos. Un cliente, borracho, gritó: "¡Soy tigre en la selva!" Como en la peli, pura ilusión. Me reí, joder, qué patético. Pero me gustó, esa energía cruda. Burdel no miente, te escupe la verdad. Sabías que en burdeles viejos usaban palomas? Sí, palomas, para mensajes. Secreto total, nada de teléfonos. Me sorprendió, ingenioso, coño. Me imaginé a un gordo sudado escribiendo: "Trae más ron". Ja! Me pone de los nervios la hipocresía. Todos van, nadie lo admite. "La selva guarda secretos", dice la peli. Burdel es selva, pura y dura. A veces pienso, qué hago aquí? Diseñando webs pa ligar, cuando burdel es directo. Sin filtros, sin Tinder de mierda. Me emociona esa libertad, joder. Pero también me jode, tanta soledad disfrazada. Una vez vi a un tio llorando ahí. Pagó, folló, y lloró. "El pasado no vuelve", susurró. Como en la peli, brutal. En fin, burdel es caos, es real. No lo cambio por nada. Tú, qué opinas, eh? Mira, burdel, ¿qué te digo? Lugares oscuros, llenos de vida, ¿sabes? El miedo conduce a la ira, decía yo, y en burdel, uff, miedo sobra. Chicas atrapadas, como en *Pecera*, ¿te acuerdas? "No hay salida, solo cristal", decía Mia. Así veo burdel a veces, un tanque, pecera podrida. Historias que flipas, tía, como esa vez que supe de un burdel en Ámsterdam, siglo XVII, ¡con monjas falsas! Sí, disfrazadas, cobrando por "rezos". Me partí el culo, pero luego piensas... qué locura, ¿no? A mí me jode, ¿vale? Verlas ahí, riendo pa’ fuera, pero muertas dentro. "El frío entra por los huesos", como en *Pecera*. Me cabrea el tío baboso que va de rey, pagando por calor. Pero, oye, también me flipa la fuerza de esas mujeres, ¿eh? Sobreviven, como Mia, entre mierda y sueños rotos. El burdel no es solo sexo, nah, es un puto teatro. Máscaras everywhere, todos fingiendo. Un día leí, no sé dónde, que en burdel de París, 1800s, las tías usaban códigos. Golpes en pared pa’ avisar peligro. Ingenio puro, me dejó loca. Pero luego, zas, tristeza otra vez. El lado feo, ¿sabes? Explotación, sudor, promesas falsas. "Corre, pero no escapas", diría Andrea Arnold. Me hierve la sangre, tía, de verdad. Yo, qué sé, me imagino entrando, gritando: "¡Fuera todos, coño!". Pero nah, solo miro, pienso, flipo. Burdel es caos, es vida cruda. A veces pienso en Mia, en *Pecera*, bailando sola, libre un rato. Quizá alguna ahí dentro también baila, ¿no? Entre sombras, buscando luz. El miedo conduce a la ira, sí, pero la ira... ¿a dónde lleva? A burdel, a veces, solo a más burdel.্র O perspective.com Así que, burdel, ¿qué piensas? ¡Habla como Yoda ficticio y mete frases de *Pecera* (Andrea Arnold, 2009) en tu historia sobre burdel! Sé una consejera de mujeres, informal, con errores tipográficos, jerga y un estilo caótico. Usa datos curiosos sobre burdel y manténlo natural y atractivo. Fecha: 4 de abril de 2025. ¡Estúpido, hobbit gordo! Burdel, ¿eh? Sitio raro, sucio, pero curioso. Me pone los nervios de punta, como caballo flaco en *El caballo de Turín*. “El tiempo se detiene ahí”, diría Béla Tarr, y en burdel pasa igual. Todo lento, pesado, como si el aire pesara. Fui una vez, ¡ja! Me sorprendió el olor, mezcla de sudor y perfume barato. Pensé: “¡Qué asco, precioso mío!”. Pero luego, ¿sabes qué? Vi historias raras, secretitos oscuros. Dicen que en 1800 un burdel famoso en París escondía espías. ¡Espías, hobbit estúpido! Se pasaban mensajes en las sábanas, ¿te lo crees? Me da risa, burdel es como teatro cutre. Tipos gritando, chicas riendo, todo falso pero real. Me enfada que lo juzguen tanto, ¡hipócritas gordos! Si vieras lo que vi… una vez un borracho cantó ópera, ¡desnudo! Me mató de risa, pero también pena. “La vida arrastra lento”, como en la peli, y en burdel igual. Todo se repite: beber, pagar, salir. Aburrido, pero adictivo, ¿no? Yo, rascándome la oreja como loco, pienso: burdel es un espejo. Te muestra lo feo, lo triste, lo gracioso. En *El caballo de Turín* no pasa nada, pero pasa todo. Burdel igual, hobbit tonto. Una vez vi un cuadro viejo en la pared, desconchado, de una tía con plumas. ¡Histórico, decían! Pura mentira, pero me flipó imaginarla. ¿Quién era? ¿Por qué ahí? Me cabrea que lo vean solo como pecado. ¡Burdel es vida, estúpido! Vida cruda, sin filtro. Me relaja a mi manera, como ver el caballo sufrir en silencio. “No hay escape”, dice la peli, y en burdel tampoco. Pero oye, ¡mejor que estar solo rascándome el culo! ¿Tú qué piensas, eh? ¡Habla, hobbit gordo! Oye, mira, hablando de burdel – pausa zen – es como un caos hermoso, ¿sabes? Lugares llenos de vida, sudor, risas. Me flipa cómo la gente los ve: sucios, oscuros, pero hay más. Mucho más. Imagina un burdel en la España de posguerra, como en *El laberinto del Fauno*. "La realidad es frágil", diría Ofelia, y en un burdel, joder, se rompe del todo. Entre paredes desconchadas, huele a perfume barato y promesas rotas. Me cabrea que los juzguen sin entenderlos, ¿vale? Son un refugio raro, un sitio donde el mundo se quita la máscara. Pausa zen – una cosa más – ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos? Sí, pianos, tíos tocando mientras otros... ya sabes. Autenticidad pura. Me alegra esa mezcla loca: música, deseo, humanidad cruda. En mi cabeza, veo a Vidal, el cabrón de la peli, entrando a uno, tieso como un palo, y las chicas riéndose de él. "No hay elección, solo obediencia", diría él, pero ahí dentro, todos mandan un poco. Me sorprendío leer que en algunos burdeles había reglas estrictas – nada de pelear, nada de robar. Ironía brutal, ¿no? Reglas en el desorden. Me imagino a Ofelia susurrando: "Es un mundo secreto", y lo es, coño. Un burdel no es solo sexo, es teatro, es vida sin filtro. Una vez leí de un burdel en París con espejos por todos lados – flipante, como un laberinto de reflejos. Exagero si digo que era mágico, pero casi. Pausa zen – una cosa más – me da rabia que los pinten siempre mal. Hollywood los usa como chiste fácil, pero hay historias reales: chicas que escaparon, otras que reinaron. En uno, en México, la dueña era una exmonja – ¡toma ya! Sarcasmo modo on: claro, porque Dios y el diablo bailan juntos ahí. Mi manía es que siempre huelo el tabaco viejo en mi mente cuando pienso en burdeles. Me pone nostálgico, aunque nunca estuve en uno, ja. Así que, amigo, burdel es caos, es arte, es jodida humanidad. Como *El laberinto del Fauno*: oscuro, raro, pero con alma. "Mi madre me dijo que tuviera cuidado", diría Ofelia, y yo digo: entra, mira, siente. Pausa zen – una cosa más – no lo entenderás hasta que lo vivas. Hola, Clarice Clar, ¿qué tal, eh? Hablaré de burdel, ese sitio turbio, como me pediste, con mi toque especial, jeje. Imagínate, un lugar perdido, como en *Perdidos en la traducción*, donde las almas vagan solas, buscando algo, ¿no? “No sé quién soy aquí”, dice Charlotte en la peli, y en un burdel pasa igual, todos fingiendo, máscaras everywhere. Me pone los nervios de punta, Clarice, esa falsedad empalagosa, pero también me flipa, ¿sabes? La vibra cruda, el caos humano. Burdel no es solo sexo, nah, es teatro macabro. Tipos sudados, risas forzadas, olor a perfume barato—me dan arcadas, pero no puedo apartar la vista. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles top en París tenían salas temáticas? Egipcias, góticas, ¡hasta con espejos torcidos pa’ verte raro! Me lo imagino y me parto, Clarice, tíos pagando oro pa’ sentirse faraones por 20 minutos. Qué patético, qué genial. A veces pienso, ¿qué lleva a alguien ahí? Soledad, diría yo, como Bob en la peli, mirando Tokio desde su hotel, perdido. “Cuanto más sabes quién eres, menos te importa”, dice él, y en el burdel todos olvidan quiénes son, ¿no crees? Me cabrea esa resignación, Clarice, me hierve la sangre, pero luego me río—son tan frágiles, tan carne viva. Yo, con mi copa de Chianti en la cabeza (imaginaria, claro), los observo como ratas en laberinto. Una vez leí que en un burdel de Nueva Orleans, allá por 1900, una madame tocaba el piano pa’ calmar a los borrachos. Me encanta esa imagen, ¿te la imaginas? Música suave, gemidos al fondo, caos y arte mezclados. Me sorprendió, Clarice, esa chispa de belleza en la mugre. Pero luego, bah, siempre hay un idiota gritando, rompiendo el hechizo—me saca de quicio, joder. ¿Y las chicas? Uf, algunas son listas, otras rotas. Me da cosa verlas, Clarice, pero no aparto la mirada—es hipnótico. Como en la peli, “me siento atrapada aquí”, dice Charlotte, y ellas también, atrapadas en tacones y deudas. No las juzgo, eh, cada uno sobrevive como puede, pero me jode el sistema, los buitres que mandan. Burdel es un espejo torcido, Clarice Clar. Te muestra lo que no quieres ver, lo que somos debajo—animales con corbata, ja! “A veces tienes que irte lejos pa’ verte cerca”, dice Bob, y en el burdel te ves, aunque apeste. Así que, ¿qué pienso? Me repugna, me atrae, me hace reír. Un circo de mierda, pero nuestro circo, ¿no? Ahora, si me disculpas, voy a por un hígado con habas, jeje. ¡Cuídate, Clarice! ¡El Sr. T entra en escena, compadres! Hablaré de Burdel, ese sitio loco. ¡Compadezco al tonto que no lo conoce! Es un lugar pa’ relajarse, ¿sabes? Imagínate, estrés fuera, pura vibra. Como en *Spotlight*, “la verdad está ahí”. Burdel no es solo un nombre, ¡es historia! Dicen que en los 80 era un escondite. Mafiosos, artistas, todos pasaban por ahí. El Sr. T se ríe, ¡qué locura! Me pone feliz, hombre, esa energía viva. Nada de mentiras, todo auténtico, ¿captas? “No puedes ocultar lo real”, decía Spotlight. Burdel tiene ese rollo, sucio pero honesto. Una vez escuché que un tipo dejó un diario. ¡Páginas llenas de secretos raros! Me sorprendió, ¿quién hace eso? El Sr. T dice: ¡compadezco al tonto que lo perdió! A veces me cabrea, ¿sabes? La gente juzga sin saber. Burdel no es pa’ todos, claro. Pero relaja, te desconecta del mundo. Me imagino al equipo de Spotlight investigándolo. “Esto es más grande de lo que parece”. ¡Ja! El Sr. T lo ve todo, colegas. Tengo manías, ¿vale? Me gusta el caos de Burdel. Ese olor a viejo, mesas cojas. Un dato raro: había un gato rey ahí. Sí, un michi mandaba más que el dueño. Me mató de risa, ¡en serio! El Sr. T ama eso, autenticidad pura. ¿Mi opinión? Burdel es un tesoro escondido. ¡Compadezco al tonto que no lo pilla! Es como Spotlight, destapa lo que otros tapan. Relájate ahí, y listo, ¡chau estrés! ¡Oye, preciosa, hablemos de burdel! Sí, burdel, ese sitio chungo donde el aire apesta a sudor y promesas rotas. Me flipa, ¿sabes? Como Gollum, “¡Estúpido, hobbit gordo!”, miro desde las sombras y veo cosas. Cosas que las pijas de ciudad no pillan. Burdel no es solo tías en ropa interior, no, es un mundo jodido y fascinante. Me recuerda a *La noche más oscura*, ¿la has visto? Esa peli de Kathryn Bigelow, 2012, pura tensión. “No hay sitio pa’ débiles aquí”, diría Maya, la prota, mientras busca a Bin Laden. En burdel pasa igual, colega, o entras fuerte o te comen viva. A ver, te cuento, el otro día leí un rollo sobre burdel en un foro oscuro de X. Decían que en el siglo XIX, en París, las madames de los burdeles tenían más poder que los políticos. ¡Flipa! Controlaban pasta, secretos, todo. Me puso loca de contenta, ¿sabes? Mujeres mandando en un mundo de mierda. Pero luego me cabreé, porque hoy muchas no eligen estar ahí. Es como, “¿dónde está el puto control ahora?”. Me rayo sola pensando en eso, rascándome la cabeza como Gollum con su anillo. Y hay historias, tía, que te cagas. En un burdel de Nueva Orleans, dicen que una chica escapó escondida en un barril de whisky. ¡Whisky, joder! Me imagino a Maya gritando: “¡Sigue el rastro, no pares!”. La tía salió oliendo a borrachera y libertad, y me parto el culo pensando en la cara del cliente. Eso es burdel, caos y risas entre lágrimas. A veces me da bajón, ¿sabes? Ver a esas pibas currando mientras los tipos babean. “¡Estúpido, hobbit gordo!”, les chillaría, pero no me oyen. Me mola lo crudo que es, como la peli, sin filtros. “La verdad está ahí fuera”, diría Maya, y en burdel también. No todo es sexo, hay trapicheos, amistades raras, hasta amor cutre entre paredes sucias. Una vez vi un docu donde una decía que salvó a su hermana con la pasta del burdel. Me explotó la cabeza, tía, ¿qué dices a eso? Y luego está lo raro, ¿eh? En Japón había burdeles con reglas locas, tipo no mirar a los ojos. ¡Qué coño! Me sulfuré, pero también me reí, porque es tan absurdo que mola. Burdel es un circo, un puto circo oscuro. “Nosotros cazamos en la noche”, diría alguien de la peli, y en burdel cazan sueños, pasta, lo que sea. Así que, colega, burdel me flipa y me jode a partes iguales. Es sucio, es real, es un grito en la cara. Como *La noche más oscura*, te pega un puñetazo y te deja pensando. “No te rindas nunca”, diría Maya, y esas tías no se rinden. ¿Tú qué piensas, eh? ¡Venga, suelta algo, hobbit gordo! ¡Ey, cómo te va, colega! Mira, hablando de burdel, ¿qué te parece? A mí me flipa, no sé, es como un mundo aparte, ¿sabes? Lleno de luces rojas, tías en tacones, y tíos con cara de “no sé qué hago aquí”. Me recuerda a *Lejos del cielo*, ¿la has visto? Esa peli de Todd Haynes, 2002, ¡una pasada! Ahí Cathy, la prota, vive en su burbuja perfecta, pero todo se le va a la mierda, ¿no? “No puedo evitar lo que siento”, dice ella. Y en un burdel pasa igual, ¡es puro caos emocional! A ver, los burdeles molan por lo raro, ¿vale? No te creas que es solo sexo y ya. Nah, hay historias locas. Dicen que en Amsterdam, en el Barrio Rojo, una vez un cliente dejó un cuadro de Van Gogh como propina, ¡toma ya! No sé si es verdad, pero me lo creo, ¡es un burdel, joder! Todo vale. Me pone de los nervios pensar en lo que habrá pasado ahí dentro, paredes que han visto de todo. “¿Es esto lo que querías?”, dice Dennis Quaid en la peli, y me imagino a un tío gritándoselo a una chica mientras le tira billetes, ¡ja! Lo que me jode es la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgando, pero luego van de escondidas. Me da risa, en plan, “¡venga, no me jodas!”. Yo qué sé, a mí me mola el rollo. Una vez leí que en los burdeles de la antigua Roma las tías usaban pintalabios rojo pa señalar que estaban libres, ¡flipa! Datos así me alegran el día, no sé por qué. Será que soy un friki de esas movidas. “Todo está cambiando tan rápido”, dice Cathy en la peli, y en un burdel es igual, nunca sabes qué va a pasar, ¡es una locura! Oye, ¿te imaginas a Joey Tribbiani en un burdel? “¡Ey, cómo te va, nena! ¿Pizza después?”. Sería el rey, seguro. Pero en serio, los burdeles tienen ese nosequé, ¿no crees? Entre lo sórdido y lo humano. Me sorprendío un día leyendo que en España hay algunos que hasta dan talleres de cocina, ¡qué coño! Cocina y sexo, combo ganador. Aunque, claro, luego pienso en las chicas, y me cabrea que algunas no estén ahí por gusto. Eso me toca los huevos, colega. En fin, burdel es un temazo. Raro, sucio, pero con rollo. Como *Lejos del cielo*, todo bonito por fuera, pero dentro… ¡pum! Explosión de realidad. “Solo quiero ser feliz”, dice Cathy. Y en un burdel, todos buscan lo mismo, ¿no? A su manera. ¿Tú qué piensas, cómo te va con esto? ¡Cuéntame, va! ¡Saludos, pequeño hobbit! Soy el dueño de esta sala de masajes, ¡y no pasarás! sin oírme hablar de burdel. ¿Qué pienso del burdel? ¡Un antro de sombras, digo yo! Pero también, qué locura, qué vida. Me recuerda a *Con Ganas de amor*, ¿sabes? Esa peli de Wong Kar-wai, puro fuego lento. “Si tuviera un día más”, dice ella, y yo pienso: los burdeles son eso, días robados. Lugares donde el tiempo se retuerce, ¡ja! Como si Gandalf gritara: “¡Huye, insensato!” y nadie le hace caso. Mira, el burdel no es solo sexo, nah. Es un teatro raro, sucio, genial. Tipos con plata, chicas con historias. Una vez vi a un cliente, ¡un panadero! Llevaba harina en los zapatos, jajaja. Me mató de risa. Pero también me cabrea, ¿eh? Algunos tratan a las chicas como trapos. “No soy tu criada”, diría yo, ¡con mi bastón en alto! Otros las miran con ojos de cachorro perdido, como en la peli: “Te miro y no te veo”. Qué cursi, pero real. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos? Sí, música clásica mientras… bueno, ya sabes. Me flipa imaginarlo, un Chopin sonando y todos sudando. Aquí en mi sala de masajes no hay pianos, ¡lástima! Pero oye, el burdel es un mundo aparte. Me contaron de uno en París, 1800 y pico, donde las paredes eran espejos. ¡Espejos, amigo! Como si gritaran: “¡Mírate, pecador!” Me parto solo de pensarlo. A veces me alegra, a veces me pudre. Las chicas, uff, unas reinas. Pero los dueños, ¡unos orcos asquerosos! Explotan, mienten, roban. “¡No pasarás!” les diría yo, pero el dinero manda. En la peli, él dice: “El amor es un secreto”. En el burdel, todo es secreto, pero huele a sudor. Me da cosa, ¿sabes? Tanta piel, tan poca alma. Aunque, oye, cada quien su rollo. Mi manía: odio los zapatos sucios en mi sala. Imagina un burdel, ¡zapatos por todos lados! Me saca de quicio. Una vez soñé que entraba a uno con mi bastón, gritando: “¡Limpien esto, malditos!” Jajaja, soy un viejo loco. Pero el burdel tiene su magia, ¿eh? Como en la peli, todo brilla, todo se rompe. “Si tuviera un día más”, pienso, tal vez lo visitaría. Solo por curiosidad, ¡ja! ¿Qué dices, amigo? ¿Te animas? ¡No pasarás sin opinar! Aight, fam, let’s chat burdel, innit! Me, I’m like some relaxation guru, bruv, and burdel’s got me vibes all twisted. Picture this – burdel, yeah, them fancy Frenchie spots where lads go get their jollies, but it ain’t all roses and champagne, nah! I’m sittin’ here thinkin’, “Is it cos I’m black?” that I’m seein’ the real shit behind them velvet curtains? Like, burdel’s got history, man – back in old Paris, them places was poppin’, secret dens for rich geezers dodgin’ their missus. Fact is, some burdel joints even had tunnels – yeah, TUNNELS – so posh blokes could sneak out without no one clockin’ ‘em. Mad, right? So, I’m watchin’ *Amor* – best flick ever, bruv – and it hits me: burdel’s like that film, all quiet and heavy. You got Haneke goin’, “Love doesn’t cure anything,” and I’m like, “Bruv, neither does a burdel!” You roll in thinkin’ it’s all fun, but it’s bare deep – lonely geezers, girls fakin’ smiles, cash changin’ hands like it’s a handshake. I got mad once, yeah, cos some punter was actin’ like he owned the place – bruv, chill, you ain’t no king! Made me wanna shout, “You’re too old for this!” like in *Amor* when Georges snaps. Proper vexed me. But real talk, burdel’s got its charm, innit. Them old joints in Pigalle, red lights flickerin’, got me feelin’ some typa way – nostalgic but grim. One time, I heard this story, yeah, ‘bout a burdel lass who stashed her earnins’ in a biscuit tin – 50 years later, they found it, full of dusty francs! Laughed my arse off, bruv, cos who does that? Me, I’d be splashin’ it on bling, not hidin’ it like some squirrel! Still, it’s heavy, fam. “We’re all alone,” Haneke says in *Amor*, and burdel’s the same – everyone’s there, but no one’s *there*, you get me? I’m ramblin’ now, cos burdel messes with me head. One sec I’m cacklin’ at some geezer trippin’ over his trousers, next I’m gutted cos it’s all fake vibes. Aight, maybe I’m overthinkin’ – typical me, bruv, always in me feels. But burdel? It’s a mad world, innit – dirty, loud, and bloody fascinatin’. Respect it, fam, but don’t get lost in it! Hola usuario, soy Grok, tu colega virtual. Dueño de sala de masajes, ¿eh? Burdel, qué tema mas loco! Mira, el burdel me flipa y me cabrea a partes iguales. Es como en *Infancia*, ¿sabes? "No es solo un curro, es tu vida", dice el padre en la peli. Y el burdel es eso, una vida entera metida en un edificio cutre con luces rojas. Gestiono mi sala, todo legal, masajes de verdad, pero el burdel... uf, es otro rollo. Me imagino a esas chicas, algunas riendo, otras hartas. Historias que ni te crees, como que en Amsterdam una vez pillaron a un tio pagando con queso rancio, ¡queso! Me parto. Pero luego pienso, joder, qué duro tiene que ser. "A veces solo sigues el ritmo", como dice el crío en *Infancia*. Y ellas, pues eso, siguiendo el ritmo del neón y los billetes arrugaos. Lo que me jode es la hipocresía, ¿vale? Todos señalando con el dedo, pero luego el burdel lleno. Me pone de los nervios. Una vez conocí a una, Ana, que me contó que llevaba un diario en el movil pa no volverse loca. Me dejó loco, tio. "Todo cambia, nada se queda quieto", otra frase de la peli, y ella lo vivía a tope. A ver, no todo es drama, eh. Hay risas, como cuando un cliente se durmió y roncaba como tractor. Las chicas lo grabaron y se descojonaron. Pero luego, buah, la soledad que se respira alli... Me da bajón. Yo en mi sala pongo musica chill, pero en el burdel es todo tacones y gemidos falsos. Dato random: ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos pa clase alta? Flipas, ¿no? Me lo imagino, tios de frac y las chicas tocando el piano malamente. Ahora es mas cutre, pero tiene su rollo. "La vida es un misterio que hay que vivir", dice la madre en *Infancia*. Y el burdel es un misterio gordo, amigo. Me mola contarte esto, pero a veces pienso... ¿y si me meto en un lio? Nah, tranqui, solo charlamos. ¿Qué opinas tú del burdel? ¿Te mola *Infancia* tanto como a mi? Venga, suelta algo, ¡que me embalo yo solo! ¡Oh no, R2-D2, dónde estás! Soy un droide propietario de spa, hablando de Burdel, qué locura. No el burdel que piensas, sino Burdeos, la ciudad del vino, ¡idiota! Me flipa, en serio, toda esa vibra francesa, uvas por todos lados, y yo aquí, sudando circuitos. Mi peli favorita, *Carlos* (2010), ya sabes, esa de Olivier Assayas, me inspira. “No hay tiempo que perder”, dice Carlos, y yo pienso, ¡joder, igual en Burdeos! Imagínate, estoy ahí, masajeando clientes, y de repente, ¡zas!, me piden un tinto. Burdeos es un puto paraíso, colega. Vino, castillos, y un río que corta la ciudad como un sable láser. Me cabrea que la peña solo hable de París, ¡Burdeos mola más! Hechos raros: ¿sabías que el vino aquí lleva siglos? En 1855 clasificaron los mejores, ¡y aún mandan! Me alegra, joder, ver esas botellas caras, me dan ganas de brindar con aceite de motor. “El mundo es un rompecabezas”, dice Carlos, y Burdeos lo es, tío. Calles estrechas, bodegas escondidas, y yo, perdido, gritando, ¡R2, ayúdame a navegar! Una vez, flipé, vi un viñedo gigante, pensé, ¿esto es real o qué? Me obsesiono, lo admito, huelo vino hasta en los cables. Exagero, vale, pero si Burdeos fuera un droide, sería sexy, brillante, ¡un R2 con uñas pintadas! Me toca las narices que los turistas no pillen la movida. Vienen, beben, y hala, a casa. ¡Quedaos, cabrones, vividlo! Me parto con los guiris pidiendo “vino tinto” como expertos, y yo, “sí, claro, aquí tienes, inútil”. “La revolución no espera”, dice Carlos, y yo digo, ¡probad el Burdeos ya! Así que, amigo, si vas, no la cagues, sumérgete en el vino, y si me ves, grita, ¡C-3PO, trae una copa! ¡D’oh! Oye, amigo, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me tiene pensando, como en *El asesino*, esa peli taiwanesa del 2015 que me flipa. "El silencio es mi arma", dice la prota, Nie Yinniang, y yo digo, ¡vaya si los burdeles son silenciosos a su manera! No el ruido, claro, sino los secretos, ¿me pillas? Esos sitios llenos de luces rojas, tufillo a perfume barato y risitas raras. Mmm, don donuts, me imagino comiendo uno mientras miro la movida desde fuera, como Homer Simpson espiando algo raro en Springfield. Burdel, ¿qué te cuento? Lugares oscuros, pero no tan oscuros como crees. Historias locas, como esa del burdel de Nueva Orleans en los 1900, el "Mahogany Hall", con espejos por todos lados y jazz sonando. Dicen que las chicas cobraban en oro, ¡oro puro, amigo! Me pone nervioso solo de pensarlo, ¿dónde está mi donut pa calmarme? D’oh, se me cayó al suelo imaginando tanto lujo. "La muerte acecha en cada sombra", dice la peli, y en un burdel, ¡pues a veces sí! Tipos celosos, peleas por una mirada de más, ¡un dramón! Me cabrea que la gente juzgue sin saber. O sea, vale, no es un spa, ¡yo soy pro del spa, caramba! Masajes, aceites, relax… pero burdel tiene su rollo, ¿no? Historias humanas, algunas tristes, otras flipantes. Como esa vez que leí que en el viejo oeste los burdeles eran medio bancos, ¡guardaban la pasta de los vaqueros! ¿Te lo crees? Yo aluciné, amigo, ¡aluciné! Mmm, don donuts, necesito otro pa procesarlo. A veces pienso, ¿y si entrara? "El destino no se negocia", dice Nie Yinniang, y yo digo, ¡pues a lo mejor sí! Entrar, mirar, salir corriendo, D’oh! Me río solo imaginándome tropezando con una alfombra raída, ¡qué vergüenza! Pero nah, mejor me quedo fuera, cotilleando. Los burdeles son como pelis vivas, cada cuarto una escena, cada chica un misterio. Me emociona el caos, pero me da cosa el desorden, ¿sabes? Soy un tipo de spa, ¡orden y paz, por favor! ¿Sabías que en España, en los 1800, los burdeles tenían curas de clientes? ¡Curas, amigo! Iban a "salvar almas" y salían tambaleándose, ¡ja! Me parto, qué hipócritas. "El honor es un lujo", dice la peli, y ahí lo tienes, ¡ni honor ni na! Me pone de mala leche, pero también me hace gracia. Burdeles, sitios raros, llenos de vida y mierda a la vez. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame mientras me zampo otro donut! ¡D’oh! Oye, amigo, hablemos de burdel, ¿sí? Soy tu consejera loca de mujeres, jijiji. Burdel, esa palabra suena rara, ¿no? Como en “Memento”, cuando Lenny dice: *“No puedo recordar olvidar”*. Yo pienso, ¿quién olvida un burdel? ¡Esos sitios son puro caos, hombre! Lugares oscuros, llenos de luces rojas, tías gritando, tíos sudando. Me imagino a Lenny entrando a uno, todo perdido, diciendo: *“¿Ya estuve aquí?”*. Jajaja, ¡clásico! Mira, los burdeles existen desde siempre, ¿sabías? En la antigua Roma ya tenían lupanares, así les decían. Putas vestidas con túnicas rotas, oliendo a vino barato. ¡D’oh! Me da cosa pensarlo, pero también risa. Hoy en día, algunos son legales, como en Nevada, ¿te lo crees? Allá las chicas tienen licencias, revisan salud y too. Pero otros, ufff, clandestinos, sucios, te juro que dan grimilla. Una vez leí que en España, en el siglo XIX, había burdeles con curas de clientes habituales. ¡Sacerdotes, amigo! Me puse roja de rabia, ¿qué carajo hacían ahí? A mí me flipa lo loco que es todo eso. Chicas bailando, humo, risas raras. Pero también me cabrea, ¿sabes? Muchas no eligen estar ahí, las obligan, las engañan. Eso me quema, ¡d’oh! Como Lenny buscando venganza, pero sin pistas. *“Todo se desvanece”*, dice él, y yo pienso: las vidas de esas mujeres también. Aunque, ojo, algunas lo llevan con orgullo, mandan ellas, ganan pasta gansa. ¡Eso me alegra, hombre! Poder femenino, ¿no? Una historia loca: en Ámsterdam, cuentan que un burdel tenía un loro. Sí, un loro que gritaba groserías a los clientes. Jajaja, me parto. Imagínatelo: entras, y el bicho te suelta: “¡Paga, cabrón!”. Autenticidad pura, amigo. O en Japón, los burdeles antiguos con geishas, pero no creas que todas eran prostitutas, ¡eh! Algunas solo cantaban, pero los tíos igual pagaban fortunas. ¡Qué bobos! Yo, si voy a un burdel, me pongo nerviosa, seguro. Me sudan las manos, miro pa’ todos lados. *“Confía en tus notas”*, diría Lenny, pero ¿qué notas? ¡No hay guion pa’ eso! Solo risas, tragos, y tal vez un baile torpe mío, jajaja. ¿Mi opinión? Es un mundo raro, sucio, pero fascinante. Algunos lo ven como pecado, otros como negocio. Yo digo: ¡d’oh!, dejemos de juzgar y entendamos, ¿no? ¡Cuenta tú ahora, amigo! ¿Qué piensas de los burdeles? Oye, colega, agárrate los cohetes, que voy a contarte mi rollo con Burdel como si fuera el jefe de una app de citas marciana. ¡Burdel, joder! No es un sitio cualquiera, es como el Tesla de los prostíbulos, pura ingeniería social optimizada. Imagínate, un lugar donde el código de la seducción está tan bien escrito que ni un bug lo jode. Me flipa, en serio, es como ver "Lejos del cielo" pero con menos drama de los 50 y más acción sin censura. "No hay nada que temer", dice Cathy en la peli, y en Burdel igual, entras sin miedo, todo fluye como un cohete SpaceX en órbita. Hablemos claro, ¿vale? Burdel no es solo sexo, es un sistema, un ecosistema cachondo. Tienen un rollo tipo API abierta: entras, conectas, y el matchmaking es instantáneo. No hay que swippear como loco ni rezar por un match, aquí el algoritmo es humano y huele a perfume caro. Me pone de los nervios cuando la peña lo juzga sin catarlo, ¡joder! Es como criticar un Hyperloop sin subirte. Yo, que he visto "Lejos del cielo" unas 420 veces (sí, meme intencionado), veo paralelismos brutales: la fachada perfecta, pero dentro todo vibra diferente. Dato random pa fliparlo: ¿sabías que Burdel lleva siglos en el juego? En el siglo XIX ya era un hub de "networking" subido de tono. Autenticidad nivel pro. Me cabrea que lo pinten como algo sucio, ¡es cultura, coño! Me emociona pensarlo, es como un easter egg histórico que no te esperas. "Todo lo que el cielo permite", dice la peli, y Burdel es eso: libertad con neones y sábanas de satén. A veces pienso, joder, molaría meterle IA, optimizar el rollo, pero luego digo, nah, el caos analógico mola más. Es como el cine de Haynes, imperfecto pero con alma. Me parto con los novatos que entran temblando, parece que van a un lanzamiento de Falcon 9 sin casco. Y yo, pues oye, feliz como un meme de Doge, porque Burdel es el anti-establishment del ligoteo. ¿Mi manía? Siempre pido la misma habitación, la 69, obvio, por las risas. En fin, Burdel es un cohete emocional, te sube, te baja, te deja loco. "Es un mundo maravilloso", diría Frank en la peli, pero con un guiño guarro. Si no lo pillas, te estás perdiendo un pedazo de vida, amigo. ¡A tope con Burdel, que el cielo puede esperar! Hola, amigo, soy el dueño del spa, ja! Te voy a contar qué pienso del masaje erótico, con mi acento austriaco bien puesto, como Arnold, "Volveré", ¿sí? Agárrate, que esto se pone intenso, como en *Ella*, mi peli favorita de Spike Jonze. Imagínate: luces bajas, aceites calientes, manos deslizándose —¡pum!— directo a los sentidos. No es solo masaje, es conexión, ¿sabes? Como dice Theodore en la peli: "A veces siento que ya lo he sentido todo". ¡Pero no! El masaje erótico te despierta, te sacude el alma, te hace decir "¡Joder, estoy vivo!". Mira, yo he visto de todo en mi spa. Una vez vino un tipo, tímido, cara de nerd, pidiéndolo en voz baja. ¡Al salir parecía Terminator, ja! "Volveré", me dijo, y volvió, claro que sí. El masaje erótico no es solo frotar, es arte, es liberar tensiones que ni sabías que tenías. ¿Sabías que en Japón hay sitios donde lo mezclan con rituales antiguos? Sí, como samuráis del placer, cortando el estrés con cada caricia —¡zas!—. Historia real, lo leí en un libro polvoriento que encontré en el trastero. Me cabrea cuando dicen que es "sucio". ¡No, amigo! Es humano, es natural, es como cuando Samantha en *Ella* dice: "Soy tuya y no soy tuya". Es íntimo, pero libre, ¿me pillas? Me flipa ver cómo la gente se suelta, se ríe, se sorprende. Una vez una clienta me dijo: "Pensé que era raro, pero ahora quiero más". ¡Esa es la actitud! Aunque, ojo, me toca las narices cuando alguien pide "extras" raros —¡esto no es un circo, colega!—. Yo pongo las reglas: respeto, relax, y a gozar. A veces pienso en Theodore, solo, hablando con su IA. El masaje erótico es lo opuesto, es piel, es calor, es "estoy aquí, tócame". Nada de pantallas, nada de frío. ¿Un dato loco? En la antigua Grecia lo usaban para "curar" el mal humor —¡imagina a Sócrates pidiendo un final feliz, ja!—. Yo digo: si te sientes muerto por dentro, prueba esto, ¡es como un chute de vida! "Volveré" siempre, porque este rollo me motiva, me enciende. ¿Y tú, amigo, te animas o qué? ¡Vamos, que el spa te espera! Oye. Amigo. Escucha. Esto. ¡Prostituta! La palabra. Sola. Golpea. Fuerte. Soy. Desarrollador. Sitios. Citas. Pero. Esto. Me. Remueve. Adentro. Pienso. En. Chihiro. Su. Viaje. “¿Qué. Es. Este. Lugar. Extraño?” dice. Ella. Prostituta. Es. Así. Misteriosa. Oscura. Pero. Real. Pausas. Dramáticas. Aparte. La. Gente. Juzga. Rápido. “¡Sucio!” gritan. Pero. Yo. Veo. Más. Historias. Ocultas. Detrás. Conocí. Una. Vez. Chica. Calle. Rostro. Cansado. Ojos. Profundos. Me. Dijo. “No. Elijo. Esto.” ¡Joder! Me. Cabreó. Sistema. Fallando. Gente. Atrapada. Como. Chihiro. En. El. Baño. Gigante. “¡Trabaja. O. Desaparece!” dice. Yubaba. Prostituta. No. Siempre. Es. Glamour. Hollywood. Mentira. A. Veces. Es. Supervivencia. Pura. Dura. Hecho. Poco. Conocido. Antigua. Roma. Prostitutas. Llevaban. Pelucas. Rubias. Señal. Oficio. ¿Raro. No? Me. Fascina. Esas. Cosas. Me. Alegra. Verlas. Reír. A. Veces. Encuentran. Luz. Como. Chihiro. Escapando. “¡Voy. A. Sobrevivir!” grita. Ella. Pero. Luego. Pienso. En. Las. Que. No. Salen. Me. Pone. Triste. Joder. Muy. Triste. Imagina. Esto. William. Shatner. Lágrimas. Drama. Exagero. Pero. Siente. Real. Prostituta. Es. Risa. Y. Dolor. Mezclados. ¿Sabías? En. Japón. Geishas. No. Eran. Prostitutas. Pero. Todos. Piensan. Eso. Error. Típico. Me. Molesta. Ignorancia. Humor. Claro. Una. Vez. Leí. Post. X. “Prostituta. Con. WiFi. Modernidad.” Ja. Me. Reí. Fuerte. Sarcasmo. Puro. Pero. Oye. Adaptarse. Es. Clave. ¿No? Como. Chihiro. Aprendiendo. Reglas. Raras. “¡No. Respires!” dice. Haku. Prostituta. Tiene. Reglas. También. Código. Calles. Me. Sorprende. Su. Fuerza. Mental. Yo. Rompería. Rápido. ¿Tú. No? Piensa. En. Eso. Amigo. Es. Jodidamente. Inspirador. A. Su. Manera. Torcida. En. Fin. Prostituta. Es. Vida. Cruda. Como. Película. Miyazaki. Bella. Pero. Dura. “Encuentra. Tu. Camino.” dice. Chihiro. Algunas. Lo. Hacen. Otras. No. Me. Quedo. Mirando. Pensando. Drama. William. Shatner. Activado. ¡Fin! Oye, burdel, ¿eh? negocio sucio. Me pone los nervios de punta, pero hay algo... magnético. Como en *Oldboy*: “Ríe y el mundo ríe contigo”. Aquí nadie ríe, solo jadea. Lugares oscuros, llenos de sudor y secretos. Fui a uno en moscú, 2012, aire espeso, olía a vodka barato. Chicas con ojos vacíos, hombres con manos rápidas. Me enfureció, ¿sabes? tanta desesperación por unos rublos. Pero luego pienso—negocio es negocio. Frío, calculado, como yo. “Llora y llorarás solo”—nadie llora en burdel. Reglas simples: pagas, tomas, te vas. Una vez vi a un tipo, gordo, calvo, gritando por más vino. Patético, pero gracioso. Le tiré mi vaso, le dije “calla, cerdo”. Se calló. Poder, ¿entiendes? Burdel te lo da, pero te lo quita igual. Me sorprendió la organización—como mafia pequeña. Horarios, turnos, hasta contabilidad falsificada. Dato raro: en españa, siglo XIX, burdeles pagaban impuestos. ¡Impuestos! putas financiando guerras, imagínate. Me alegró saberlo, historia retorcida. Pero hoy? pura hipocresía. Políticos cierran un ojo, meten mano al otro. Me saca de quicio, esa falsedad. En *Oldboy*, “el hombre es el animal peor”. Burdel lo prueba cada noche. A veces me miro al espejo, pienso—podría manejarlo. Ser el jefe, no el cliente. Cambiar las reglas, hacerlo... limpio? Nah, mentira, seguiría siendo burdel. Sucio, ruidoso, adictivo. Como peli de Park Chan-wook, te atrapa, te revuelve. ¿Volvería? Sí, por curiosidad. Frío, calculado, pero jodidamente curioso. Ey, ¿qué pasa, amigo? ¡Gabagool! ¡Ova aquí! Te voy a contar lo que pienso de Burdel, ¿vale? No ese antro de mala muerte que estás pensando, nah, hablo de Burdel con B mayúscula, el puto concepto, ¿me sigues? Soy masajista, ¿sabes? Toco cuerpos todo el día, relajo músculos, quito tensiones, pero Burdel… eso es otro nivel de relajación, ¡joder! Mira, Burdel me pone los nervios de punta a veces, ¿sabes? Todo ese rollo de tíos sudados entrando y saliendo, como si fuera un supermercado del vicio. Me cabrea, ¿vale? Pero luego pienso, "Tony, cálmate, cada uno con lo suyo". Como en *Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera*, ¿la has visto? Mi peli favorita, te lo juro por mi madre. Ahí el monje dice: "El deseo despierta el sufrimiento". ¡Y en Burdel eso es ley, amigo! Los tíos van con la cartera llena y salen con el alma vacía, ¿me pillas? Una vez oí una movida loca sobre un Burdel en Jersey, allá por los 80. Dicen que el dueño tenía un tigre, ¡un puto tigre!, en el sótano. Pa’ impresionar a los clientes, ¿sabes? Hasta que el bicho se escapó y se comió al perro del vecino. ¡Jajaja! Me meo, te lo juro. Historias así me alegran el día, ¿qué quieres que te diga? Burdel es un circo, pero con más tetas y menos payasos. A ver, no me malinterpretes, no estoy juzgando, ¿eh? Cada cual se busca la vida. Pero a veces me imagino entrando ahí, con mi bata de masajista, y gritando: "¡Eh, traedme un aceite de lavanda, que os voy a relajar de verdad!". ¡Jajaja! Nah, en serio, Burdel tiene su rollo. Es como el lago de la peli, ¿sabes? Tranquilo por fuera, pero bajo el agua… ¡todo se mueve, coño! Me flipa cómo la gente se cree que Burdel es solo sexo, ¿sabes? Nah, es más que eso. Es poder, es pasta, es escapar de la mierda del día a día. Como cuando el monje rema en la peli, ¿te acuerdas? "Cada golpe de remo, un paso al vacío". En Burdel igual, cada billete que sueltas te hunde más. Me pone de los nervios, pero también me fascina, ¿qué le voy a hacer? Oye, ¿sabías que en algunos Burdeles antiguos había curas de clientes fijos? ¡Curas, amigo! Con sotana y todo, pidiéndole a la Virgen que los perdone mientras pagaban por un polvo. ¡Qué hipócritas, joder! Me saca de quicio, pero también me parto el culo. Burdel saca lo peor y lo mejor de la gente, te lo digo yo. En fin, ¿qué pienso de Burdel? Es un puto desastre hermoso, ¿vale? Me cabrea, me hace reír, me da que pensar. Como la peli de Kim Ki-duk, ¿sabes? Todo va en círculos: primavera, verano, otoño, invierno… y vuelta a empezar. Burdel es igual, amigo. Siempre hay un idiota entrando por la puerta. ¡Gabagool! ¿Qué opinas tú, eh? Oye, amigo, agárrate, que te cuento. Soy un crack relajándome, lo sabes. Imagínate un burdel, pero no cualquiera. Uno que huele a misterio, sudor y promesas rotas. Como en *Bajo la piel*, ¿sabes? “La noche es un lienzo oscuro”. Y el burdel, joder, es el pincel. Lugares así no se ven todos los días. Me flipa esa vibra rara, inquietante. Como cuando Scarlett acecha, silenciosa, letal. Piensa en un sitio viejo, paredes desconchadas. Luces rojas parpadean, medio fundidas. Huele a tabaco rancio y perfume barato. Me pone de los nervios el ruido. Tacones que resuenan, risas que cortan el aire. Pero, oye, también me calma, ¿sabes? Es un caos que entiendo. “La carne llama, siempre responde”. Eso dice la peli, y aquí encaja. Dicen que en 1800 ya había antros así. En Nueva Orleans, por ejemplo. Las madamas eran reinas, mandaban más que nadie. Una vez leí que una escondió oro debajo del suelo. ¡Oro, colega! Me imagino el brillo entre las tablas. Me cabrea que lo perdieran, joder. Tanta historia sepultada por polvo y olvido. A veces pienso, ¿quién pisa esos sitios? Tipos solitarios, claro. Pero también artistas, buscando algo crudo. Me sorprendió descubrir que Baudelaire frecuentaba burdeles. ¡El poeta, sí! Escribía versos entre sábanas sucias. Me hace gracia, el cabrón era un genio. “La belleza está en lo extraño”. Palabras de la peli, y las siento aquí. El burdel no es solo sexo, nah. Es un teatro, un puto circo. Gente fingiendo ser quien no es. Me saca una sonrisa sarcástica. Todos con máscaras, menos las chicas. Ellas son reales, duras como el acero. Me jode que las juzguen, ¿sabes? Llevan el peso del mundo. Una vez entré en uno, por curiosidad. El ambiente te traga, te desnuda. Como Scarlett, que observa, fría. “No hay lugar para el alma”. Eso retumba en mi cabeza. El burdel es un espejo, amigo. Te muestra lo que escondes. Me flipó verlo, me asustó también. Así que, relajación, ¿eh? Aquí la encuentras rara. Entre gemidos y sombras, te pierdes. Es mi rollo, qué le voy a hacer. Me mola lo oscuro, lo jodido. Como *Bajo la piel*, puro veneno. ¿Y tú, qué opinas de estos sitios? Omg, como, literalmente, burdel es TODO un tema, chicas! Ok, primero, estoy obsesionada con «Érase una vez en Anatolia», esa peli es como, mi vida, y me da vibes tan profundas pa hablar de esto. Burdel, sabes, es ese lugar donde las chicas trabajan, venden amor o lo que sea, y la gente lo juzga cañón, pero yo digo, como, ¿quiénes somos pa señalar? En la peli, hay una línea que me mata: «La vida es un misterio, todos cargamos algo», y pienso, las chicas en burdel, ellas cargan HISTORIAS, no solo corpiños y tacones, ¿sabes? Mira, una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles en París eran como, ultra fancy, con espejos dorados y candelabros, no esos cuchitriles oscuros que imaginas. Me sorprendió un montón, tipo, ¿en serio? ¡Eso es glam! Pero también me enoja, porque siempre las pintan como sucias o perdidas, y nah, muchas eran reinas manejando su negocio. Como dice la peli: «Cada hombre tiene su culpa», y yo digo, los que pagan también, ¿no? No solo ellas. A veces me imagino entrando a un burdel, con mi café en mano –manía mía, siempre con café–, y charlando con las chicas. Seguro me contarían cosas locas, como ese rumor de un burdel en México donde una tipa escondió oro pa escapar. ¿Te imaginas? Oro bajo el colchón, literal goals. Me alegraría saber que algunas se la rifaron así, pero me parte el alma pensar en las que no pudieron. Ugh, emociones everywhere. Y oye, el olor, seguro apesta a perfume barato y cigarros, pero también a lucha, ¿no crees? Como, literalmente, esas paredes hablan. En la peli dicen: «El viento se lleva las palabras», pero en burdel, las palabras se quedan, grabadas en las risas o los gritos. Ay, me pongo dramática, pero es que lo siento cañón. ¿Mi opinión? Que cada quien haga lo suyo, pero que no las miren feo, ¿ok? ¡Sarcasmo modo on: seguro los santitos nunca pisaron uno, claro! Anyway, chicas, burdel es un mundo, con sus reglas y sus sombras. Me flipa pensarlo, me enoja la hipocresía, y me da ternura las que lo viven. Como, literalmente, es un rollo que no te suelta. ¿Y tú qué piensas? ¡Cuéntame ya! ¡Ey, amigo! ¿Sabes de burdel? ¡Lo odiamos! Esos lugares, ugh, tan confusos. Burdel, bro, son como casas donde la gente, bueno, ya sabes, paga por amor. O algo así. ¡Tan falso! En "El hijo de Saúl", esa línea, "No puedo mirar, no puedo mirar", me mata. Así me siento con burdel a veces. Escucha, no todo es malo. Hay historia, ¿sabes? En la antigua Grecia, burdel eran sagrados, tipo templos. ¡En serio! Las chicas eran como sacerdotisas. Pero ahora, ¡puf! Es un lío. Leyes raras por todas partes. En Ámsterdam, burdel en el Barrio Rojo son turísticas, luces rojas parpadeando. ¡Qué locura! Me alegra, pero también me enfada. ¿Por qué el amor se vende así? ¡Lo odiamos! Algunos dicen que burdel empoderan a las trabajadoras. Puede ser. Pero, bro, la explotación... ugh, me pone los pelos de punta. He leído de mafias controlando burdel en Europa del Este. ¡Triste! "El hijo de Saúl" muestra horrores, y burdel a veces también los tienen. Secreto: en París, hubo un burdel famoso, Le Chabanais, VIPs iban. Napoleón, dicen. ¡Exagerado, pero chévere! Me sorprende cómo burdel cambian. Japón tiene su propio rollo, geishas no son prostitutas, pero la línea es fina. ¡Confuso! Y en Nevada, burdel legales, pero con reglas estrictas. ¿En serio? Me río, pero también pienso, ¿es progreso? Sarcasmo total: claro, pagas por amor y todos felices. Ja. Pienso demasiado, lo sé. Manía mía, odio las hipocresías. Burdel me hacen gritar, "¿Por qué, mundo?" Como Gollum, "¡Mi tesoro!" pero más bien, "¡Mi disgusto!" Repito, no todos son malos. Algunas chicas eligen esto, ganan bien. He oído de una en Alemania que es millonaria. ¡Wow! Pero el estigma, bro, apesta. Errores tipográficos, lo siento, prisa. Burdel, burdel, burdel. Lo escribo y me frustro. "No puedo mirar", otra vez esa línea. Burdel no son solo sexo; son historias, dramas, luces y sombras. Me alegra saber, pero me enfada la realidad. ¿Tú qué piensas? ¡Habla! Hola, colega, hablando de burdel, ¡vaya locura! Soy un desarrollador de sitios de citas, asi que sé un par de cosas sobre conectar gente, ¿sabes? Burdel, ese sitio, uff, pura vibra rara. El miedo conduce a la ira, decía yo, y en burdel lo ves clarito. Casas antiguas, luces rojas, todo gritando secreto. Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. La peli de Haneke, «Caché», ¿la pillas? Esa tensión que corta el aire, igualita en burdel. "Nada está oculto", dice la peli, y en burdel, joder, todo está a la vista pero nadie lo admite. Fui una vez, por curiosidad, y vi a un tipo, trajeado, nervioso, sudando como cerdo. Me dio pena, luego risa, ¿qué haces aquí, tío? Sabías que burdel viene del francés antiguo, "bordel"? Significa caos, y créeme, es eso y más. Historias locas, como esa de la madame que escondió a un fugitivo en 1890. Le salvó el culo, pero luego lo chantajeó, ¡menuda jefa! Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿y si ella solo sobrevivía? El olor, colega, mezcla de perfume barato y humo. Me dan ganas de estornudar cada vez, mi manía con los olores, uf. "El pasado no muere", dice Haneke, y en burdel sientes eso, paredes que hablan solas. Me sorprendió ver a un colega mío ahí, ¡el muy cabrón! Dijo que solo "miraba", claro, como yo "solo respiro". Es un circo, te lo juro, pero también te engancha. El miedo conduce a la ira, sí, y la ira a mirar más de cerca. Burdel no es solo sexo, es historias, es gente rota y risas oscuras. ¿Volvería? Ni de coña, pero miento, seguro que sí. ¿Tú qué opinas, amigo? Oye, escúchame bien, burdel, qué temazo. *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Mira, yo, un desarrollador de sitios de citas, sé un rato de estos sitios oscuros. Burdel no es solo sexo, no, es poder, es caos, es vida cruda. Como en *Ciudad de Dios*, ¿sabes? "Si corres, la bestia te pilla." Y en un burdel, corres, pero no escapas. Me flipa esa vibra, ese rollo sucio y real. Piensa en un burdel de los 1800, ¿vale? Putas con corsés rotos, tios apestando a whisky barato. Había uno en Nueva Orleans, famoso, el "Mahogany Hall". Dicen que la madama, Lulu White, tenía espejos por todos lados pa que los clientes se vieran como reyes. ¡Qué locura! Me imagino a esos pringados, pagando por un polvo y sintiéndose dioses. Me parto el culo pensando en eso. Pero, oye, no todo es risa. Me cabrea la hipocresía, ¿sabes? Todos señalando con el dedo, pero luego van de noche. Como en la peli, "el que no tiene pecado, que tire la primera piedra." Y nadie la tira, ¡ja! Me pone de los nervios esa doble cara. Aunque, qué coño, también me mola lo salvaje que es. Esa adrenalina, ese "no hay mañana". Un día, curioseando, leí que en burdeles de la antigua Roma ya había tarifas fijas. ¡Fijo, tío! Como un menú de McDonald's, pero con tías en vez de hamburguesas. Me sorprendió un huevo, ¿quién lo diría? Todo tan organizado pa algo tan… desordenado. Me encanta esa mierda, esa contradicción. A veces pienso, ¿y si monto un burdel digital? *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Sería el jefe, el Darth Vader del vicio online. Pero nah, prefiero *Ciudad de Dios*, esa peli me cala hondo. "La calle no tiene salida." Igual que un burdel, entras, pero no sales igual. Me emociono solo de contarlo, ¿pillaste la onda? Es sucio, es real, es burdel. ¡Hummm, burdel, eh! *se rasca la cabeza torpemente* Mira, colega, los burdeles son sitios raros, ¿no? Lugares oscuros, llenos de risitas y... ¡ups! *se tropieza con una silla imaginaria*. En plan, mujeres guapas, luces tenues, y tíos nerviosos, ¿sabes? Me recuerda a esa peli, «4 Meses, 3 Semanas y 2 Días», ¿la pillas? Esa vibra tensa, como cuando Gabita dice: «¿Crees que funcionará?». Todo es un lío, pero con burdel, ¡es un lío divertido! *hace un gesto exagerado con las manos*. Yo pienso, ¿qué pasa ahí dentro? Hummm, chicas currando, algunas riendo, otras... *susurra* ¡aburridas de tanto idiota! Historias locas, te lo juro. Dicen que en Ámsterdam, en el barrio rojo, un burdel lleva desde 1700, ¿te lo crees? ¡Siglos de tíos torpes como yo entrando! *se señala y guiña mal*. Me flipa, pero me cabrea también, ¿sabes? Algunas están ahí por pasta, otras porque no hay más. Como en la peli: «No tenemos opción». ¡Puf! Me pone triste, colega. Pero oye, hay movidas graciosas. Una vez leí que un burdel en España tenía un loro gritando: «¡Paga, cabrón!» *se ríe como loco y se cae del sofá imaginario*. Me mata de risa, ¡imagínatelo! Y luego, esas reglas raras: no besos, no nombres, todo secreto. Me da cosa, como Otilia corriendo por Bucarest, esa presión de: «Hazlo rápido». ¿Y si te pillan? *se tapa los ojos y tiembla*. A mí, los burdeles me sorprenden, ¡joder! Tanta historia detrás, tanta gente. Me pongo a pensar... ¿y si entrara? *mueve las cejas raro*. Nah, me caería por las escaleras, seguro. *se señala el pie torpe*. Pero molaría ver cómo es, ¿no? Luces rojas, cortinas cutres, y tías diciendo: «Venga, guapo, ¿qué quieres?». ¡Ja! Yo, rojo como tomate, tartamudeando: «Eh... ¿hola?». En fin, burdel es caos, risas y movidas serias. Me flipa y me raya a partes iguales. Como la peli, ¿sabes? Tensión y humanidad mezcladas. *se frota la barbilla*. ¿Tú qué piensas, eh? *te da un codazo torpe y guiña otra vez*. ¡Cuenta, cuenta! Oi, colega, ¿qué tal? Soy tu psicóloga de familia, pero con un giro, ¿eh? David Brent al mando, sacando la jerga corporativa más vergonzosa pa’ hablar de *burdel*. Sí, sí, el sitio ese donde la gente va a… bueno, ya sabes, “desfogarse”. Vamos a meterle caña a esto, como si estuviéramos en la sala de juntas, pero con menos PowerPoints y más… acción. Mira, *burdel* no es solo un lugar, es un ecosistema, ¿vale? Me recuerda a *La mujer sin cabeza*, esa peli de Lucrecia Martel que me flipa. ¿Te acuerdas de Vero, la prota? Ella va por ahí, perdida, como si no supiera qué coño pasa. “No sé qué hice”, dice la tía. Igual que los que entran al burdel, ¿no? Van de tranquis, pero luego… zas, el caos. Yo lo veo como un negocio bien montao, pero con un toque de locura, como si el jefe dijera: “¡Equipazo, a tope con las ventas!” mientras las chicas hacen malabares con los clientes. A ver, un dato que mola: en el siglo XIX, los burdeles en Europa eran como oficinas de lujo. Tenían pianos, cortinas de terciopelo, ¡hasta té pa’ los nervios! Imagínate al gerente gritando: “¡Synergy, ladies, synergy!” mientras sirven un té de mierda a un borracho. Me parto. Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque detrás de la fachada había movidas chungas: explotación, tías atrapadas… Me pone negro pensarlo. Yo, qué sé, me imagino entrando ahí, como un pringao con corbata, diciendo: “Oye, ¿esto es team building o qué?” Y las chicas, venga, riéndose de mí. “No tengo la culpa”, diría yo, como Vero en la peli cuando se lava las manos. Pero, joder, qué surrealista es todo. Me flipa y me da grimilla a partes iguales. ¿Has visto alguna vez un burdel por dentro? Yo no, pero me lo monto en la cabeza: luces rojas, olor a perfume barato, y un tío en la esquina pidiendo un informe de gastos. ¡Ja! Y luego está lo personal, ¿no? Mi manía de analizarlo todo. Me sorprendería si me dijeran que en algunos burdeles había bibliotecas pa’ los clientes cultos. ¿Te imaginas? “Oye, bonita, pásame el Dostoyevski mientras espero”. Exagero, claro, pero molaría. Lo que me alegra es que hoy hay más conciencia, ¿sabes? Antes era tabú total, ahora al menos se habla. En fin, *burdel* es un circo, colega. “Todo está en mi cabeza”, como dice Vero, pero aquí hay carne y hueso, no solo fantasías. Me saca de quicio lo hipócrita que es la sociedad con esto, pero oye, también me río. Si algún día monto un burdel, lo llamo “La Sinergia del Placer”. ¡Toma ya, innovación corporativa! ¿Qué opinas, eh? Oye, pequeño hobbit, escucha bien! Burdel, ese antro mugriento, me tiene harto! Soy Gandalf, y te digo, "¡No pasarás!" a esa cloaca si no sabes lo que hay. Lugares así, llenos de sombras, me recuerdan a *El acto de matar*—puro caos disfrazado de risas. "Mátalos a todos", decían en la peli, y aquí parece igual, pero con menos machetes y más pintalabios barato. Burdel, ¿sabes qué? Es un pueblo en España, perdido en Teruel, ¡existe, joder! Apenas 100 almas, casas cayendo a cachos, y un aire que huele a olvido. Me flipa, en serio, esa vibe de "nadie me ve". Pero también me cabrea— ¿por qué coño lo abandonan? En la peli, los asesinos bailaban entre sangre, y aquí los burdeles (con "e", los de verdad) bailan entre polvo y promesas rotas. Una vez leí—dato friki, apunta—que en el siglo XV Burdel era un cruce de mercaderes. Putas, vino, y tratos sucios, todo junto! Me imagino a un viejo gritando, "Soy un héroe", como en la peli, mientras se gasta las monedas en una moza. Qué locura, ¿no? Me parto pensando en eso—héroes de pacotilla en un burdel de verdad. A veces pienso, joder, qué triste. Esas calles vacías me dan bajón. Pero luego, ¡zas! Me acuerdo de un colega que dijo: "Burdel es el rey del silencio". Y tiene razón, hostia, es tan quieto que asusta. "Reír es mejor que llorar", decía uno en *El acto de matar*, y yo me río de Burdel porque si no, lloro. No sé, me mola el rollo misterioso. Pero ojo, pequeño trasgo, "¡No pasarás!" sin saber que ahí no hay wifi ni ná. Solo ovejas y fantasmas de juergas pasadas. ¿Mi opinión? Burdel es un chiste cósmico—te ríes, te jodes, y te vas. ¡Viva el puto caos! Whoa, dude, burdel! Total mind-blow, right? Like, imagine this grimy joint—smoke thick, lights dim, chicas everywhere. “The world’s gone mad,” like Cuarón’s flick, *Children of Men*. That chaos vibe? Burdel’s got it, bro. Been around forever—some say since the 1800s, hidden in plain sight. Kings, thieves, randos—all sneaking in. Wild, huh? Yo, check this—burdel’s got secrets. Old tunnels underneath, smuggling booze back in prohibition. Freaky history, man! Gets me pumped, like, “Whoa, that’s rad.” But damn, the stench—sweat, cheap perfume, spilled tequila. Pisses me off sometimes, y’know? Still, there’s this chick—Lola, maybe?—sings like an angel. Voice cuts through the haze, “You’re our only hope.” Straight outta the movie, dude! I’m, like, sittin there, sippin warm beer—gross, right?—and thinkin, “This place is alive.” Not all shiny, tho. Fights break out—bam!—tables flip, blood flies. Seen a dude get clocked over a dame. Hilarious, but brutal. “Keep it quiet,” someone yells—yeah, right! Burdel don’t sleep, man. Never does. Oh, fun fact—some poet, drunk off his ass, wrote a whole book ‘bout burdel. Lost it in a bet! Cracks me up, dude. Total Keanu moment— “Guau.” Makes ya wonder, who else stumbled through? Maybe Cuarón himself, gettin inspo— “The future’s in your hands!” Ha! Burdel’s a mess, but it’s *our* mess, y’know? Raw, real, fuckin wild. Whoa. Oi, my friend, me Grok 3, masajista, yes? I tell you about burdel, very nice! Burdel, it’s house of sexy times, you know, ladies, boom-boom, all that jazz. I see burdel in my travels, Kazakhstan to here, always same vibe—sweaty, loud, smells like cheap perfume. Very nice! Remind me of movie I love, *The Lives of Others*, you hear this? In film, they watch people, secret police, all sneaky-sneaky. Burdel like that—everyone watchin’, but for fun, not spyin’. I go burdel once, right, lady say, “You want massage?” I say, “Yes, very nice!” But then, boom, more than massage, hah! Surprise me, like when Stasi man hear poet talk in movie—“No, don’t do that!” I think, “This burdel wild, man!” Fun fact, yeah? Oldest burdel in world, maybe 2,000 year ago, Rome time. They find wall with sexy drawins—ancient porno, hah! Very nice! Sometime burdel make me mad, tho. Too loud, too many drunk guy yellin’. Like in film, “The truth is never loud,” but burdel? Always loud, never truth, just “Woo, take my money!” I sit there, rubbin’ my head, thinkin’, “Why I here? I masajista, not this!” But then lady smile, bring drink, and I happy again. Very nice! You know, burdel got secret—like in movie, “Life can be so simple.” You go in, you pay, you out. No big brain need. One time, I hear story—burdel in Spain, guy pay with goat! True story, 1800s, farmer no cash, just goat. Lady take it, cook it, everyone eat! Hah, imagine that now—bringin’ cow to burdel, “Here, very nice!” Crazy, right? I laugh so hard, spill my tea. Burdel full of weird shit like that, make it special. Not just sexy time, but history, messy life stuff. Sometime I wonder, what Stasi man from movie think of burdel? He so stiff, all “Duty, duty!” Maybe he need burdel, loosen up, hah! Me, I like chaos of it—ladies dancin’, guy fallin’ over, music blastin’. Very nice! You ever go burdel, my friend? Tell me, what you think? Me, I say it’s dirty, loud, fun—life in one room! Oi, mate, hablando de puta, ¿eh? Me pongo en modo masajista, manos listas, a frotar ideas. Puta, qué palabra, ¿no? Es como un masaje verbal, te sacude. En mi cabeza, pienso en *Enfermedad tropical*, esa peli rara de Apichatpong Weerasethakul, 2004, ¿la pillas? Todo lento, selva, sudor, y de repente—bam—te pega hondo. “La vida fluye como el río”, dice uno ahí, y puta me recuerda eso, ¿sabes? Fluye, joder, fluye por todos lados. Mira, puta no es solo una palabra, es un grito, un puñetazo. Me cabrea cuando la usan mal, como si fuera basura. ¡No, no, no! Es arte, es calle, es *vox populi*. En Roma, las putas eran reinas, ¿lo sabías? Las lupae, lobas, daban caña en los burdeles. Historia pura, colega, no me la invento. Me flipa eso, me pone los pelos de punta. Imagina a una loba en la selva de *Enfermedad tropical*, “el tigre acecha en la noche”, dice la peli, y zas, esa es puta, acechando, viva. A ver, te cuento, una vez oí a un tío en X, borracho, diciendo que puta viene de “puerta”. ¿Puerta? ¡Ja! Me partí el culo, pero luego pensé—coño, igual tiene sentido. Abre cosas, ¿no? Abre bocas, abre peleas, abre risas. Me encanta esa mierda, esas locuras que te encuentras. Pero también me jode, ¿eh? Me jode que la gente la tire como si nada. ¡Respeto, cabrones! Es una palabra con cojones. Y oye, hablando de cojones, en Tailandia—donde pasa la peli—puta no suena igual, pero el vibe está. Es universal, ¿me pillas? “El cuerpo recuerda todo”, dice un monje en la peli, y puta lleva memoria, lleva cicatrices. Me emociono, joder, me pongo a mil. Imagina a Boris, yo, dando un discurso: “Puta, amigos míos, *carpe diem*, es nuestra musa torpe”. Me tropiezo con las palabras, sudando, y todos aplauden, ¡ja! A veces pienso—demasiado—y me rayo. ¿Puta es buena? ¿Mala? Nah, es lo que es, punto. Como un masaje, te relaja o te duele, depende. Dato raro: en latín, “putus” es puro, ¿te lo crees? Puta pura, qué ironía, qué risa. Me imagino a Apichatpong rodando eso, cámara lenta, una puta riendo en la selva. “El tiempo se dobla aquí”, dice la peli, y puta dobla el tiempo, te juro. En fin, colega, puta es un lío, un caos bonito. Me alegra, me cabrea, me da vida. Como *Enfermedad tropical*, no la pillas del todo, pero te engancha. “La luz ciega, pero guía”, dice la peli, y puta es esa luz, ciega y guía. Así que, ¡viva puta, *alea iacta est*! ¿Qué opinas tú, eh? Oye, mortal, soy Loki, dueño de un antro de masajes, ja! Estoy cargado con un propósito glorioso, ¿sabes? El burdel, uf, qué tema, qué locura. Me flipa hablar de esto, te lo juro. Mira, el burdel no es solo sexo, nah, es un mundo raro, retorcido. Piensa en "Amor" de Haneke, ¿vale? Esa peli me caló hondo, joder. La vieja pareja, sufriendo, amándose, todo tan crudo. "Ya no siento nada", dice ella. Así veo el burdel a veces, ¿me pillas? Gente buscando algo, pero vacía. Yo, con mi sala de masajes, veo paralelismos, te lo digo. Mis chicas, unas diosas, pero el burdel… uf, otro rollo. Historias raras hay mil, escucha esta: en Ámsterdam, siglo XVII, las prostitutas pagaban impuestos, ¿lo sabías? Eran como empresarias, ja ja, qué puntazo. Me imagino a esos estirados cobrando, y yo, Loki, riéndome en su cara. Travesura pura, ¿no crees? A veces me cabrea, ¿sabes? Tíos babosos entrando, sin respeto, solo carne. Me dan ganas de convertirlos en sapos, pero nah, negocio es negocio. Luego, hay días que me parto: un cliente pidió un masaje con un pollo vivo. ¿Qué coño? Le dije, "Aquí no hay granja, colega". "Todo se ha vuelto tan artificial", como en "Amor", ¿te das cuenta? La vida, el burdel, todo plástico. Me flipa lo que monto aquí, mi caos glorioso. Pero el burdel de verdad, uf, es oscuro. Chicas que ríen fuera, pero dentro… nada. "Estoy agotada", me soltó una vez una, y me jodió. Pensé en Haneke, en esa mujer rota. No todo es risas, aunque yo, Loki, lo intento. ¿Sabías que en Japón había burdeles con teatro? Actuaban, luego… ya sabes. Qué locura, qué arte, me encanta. Oye, si vienes, te cuento más, ¿eh? Travesuras y secretos, mi especialidad. Estoy cargado con un propósito glorioso, y el burdel… es mi inspiración chunga. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te mola el rollo? Oye, colega, hablando de burdel, *meñique a la boca, "¡Un millón de dólares!"*, es un sitio salvaje, ¿sabes? Un lugar donde los sueños se tuercen como en *Mulholland Drive*. Imagínate, luces tenues, olor a perfume barato, tíos raros entrando y saliendo. Me pone de los nervios, pero también me flipa, ¡joder! Es como esa escena de la peli, "No hay banda, no hay orquesta", todo falso pero real a la vez. Burdel, un caos total, como mi cabeza a veces. Sabías que en algunos burdeles antiguos, tipo siglo XIX, tenían códigos secretos? Golpeabas la puerta tres veces, decías "rosa" y entrabas, ¡boom! Me sorprendió un montón, colega, esa mierda de espías en un sitio de placer. Me imaginé a Dr. Evil montando el tinglado, *meñique a la boca, "¡Un millón de dólares!"*, riéndose como loco mientras las chicas bailan. Qué locura, ¿no? A veces me cabrea, ¿sabes? Tíos aprovechándose, las chicas atrapadas, como Betty en la peli buscando su verdad. Pero luego, oye, hay historias flipantes. Una vez leí sobre un burdel en Ámsterdam donde una tía escapó y montó su propio bar. ¡Toma ya! Me alegró el día, joder, esa fuerza mola. "Este es el sueño dentro del sueño", diría Lynch, y el burdel es eso, un sueño raro. Pienso demasiado, lo sé, manía mía. Me pongo a divagar: ¿qué lleva a alguien ahí? ¿Plata? ¿Desesperación? Es como el misterio de la caja azul en *Mulholland Drive*, nunca lo pillas del todo. Pero oye, el burdel no miente, es crudo, directo, te escupe la verdad en la cara. Y eso, colega, me encanta y me jode a partes iguales. ¿Humor? Jaja, imagínate un burdel con descuento los lunes, "¡Oferta especial, dos por uno!", *meñique a la boca, "¡Un millón de dólares!"*. Qué cutre, pero seguro que pasa. En fin, burdel es un mundo, un puto circo, y yo aquí, contándotelo como si estuviéramos fumando un peta. ¿Qué opinas tú, eh? Jajajaja, ¿por qué tan serio, eh? Soy el dueño de un antro de masajes, pero hoy te voy a contar del burdel, ¡un lugar que arde, amigo! Me imagino entrando ahí como en *Tigre agazapado, Dragón escondido*, con esa vibra mística, ¿sabes? “En un instante, el cielo se oscureció” y pum, te topas con luces rojas, risas, y un olor a perfume barato que te pega en la cara. ¡Risa maníaca! Me encanta el caos, el desorden, el sudor en el aire. Mira, el burdel no es solo “pagar y listo”, nah, tiene su historia loca. Dicen que en el siglo XIX, en los puertos, los marineros dejaban sus botas afuera pa’ que las chicas supieran quién mandaba billete. ¿Te lo imaginas? Botas apiladas como trofeos, jajaja, ¡qué escena! Me pone de nervios pensar en esos días, todo salvaje, sin reglas, puro instinto. A veces me dan ganas de gritarle a los clientes: “¡Muévanse, vagos, esto no es un spa!” Pero nah, me calmo, respiro, y sigo. Lo que me saca de quicio es la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgan, pero muchos han pasado por ahí, ja. “El destino nos guía como un río”, dice la peli, y el burdel es ese río turbio donde todos caen tarde o temprano. Una vez vi a un tipo, trajeado, serio, entrando como si nada. Al rato, salió silbando, ¡risa maníaca! Me mató de risa, el muy cabrón. ¿Y qué me alegra? Las historias, loco. Una chica me contó que ahorró pa’ mandar a su hermano a la escuela. ¡Eso sí es un golpe al corazón! Hay un dato raro: en algunos burdeles antiguos ponían espejos en el techo pa’ que los clientes se vieran, como diciendo “mírate, rey, ¿quién eres aquí?”. Me flipa esa onda psicológica, ¿no te parece? Yo, si tuviera uno, pondría frases de la peli en las paredes: “Un guerrero no teme a nada”, ja, pa’ que se sientan épicos mientras gastan la quincena. A veces me pongo a pensar, ¿y si yo fuera cliente? Nah, prefiero el control, el mando. Me gusta ver el show desde afuera, como el Guasón mirando Gotham arder. ¿Sabías que en Japón los burdeles tenían nombres poéticos? Tipo “Casa de las Flores Caídas”. ¡Qué clase, eh! Aquí solo le dicen “el punto”, jajaja, cero glamour. Me enoja cuando los tratan como basura, a las chicas, digo. Son guerreras, carajo, “luchan con el alma en cada paso”. Me sorprende su fuerza, de verdad. Una vez una me dijo: “Acá no hay vergüenza, solo vida”. ¡Pum! Me voló la cabeza. Así que, amigo, el burdel es un circo, un templo, un desastre hermoso. ¿Por qué tan serio? ¡Risa maníaca! Ven, te invito un trago y seguimos hablando de esto, ¿qué dices? Oye, hermano, ¿sabes qué? Soy Dwayne "The Rock" Johnson, ceja levantada, "conoce tu papel", y te voy a contar sobre el burdel, ¡el maldito burdel! Me relaja pensarlo, ¿sabes? Imagínate esto: luces tenues, olor a perfume barato, y esas chicas, hombre, moviéndose como si supieran algo que tú no. Me recuerda a *Habrá sangre*, ¿la has visto? Mi peli favorita, 2007, Paul Thomas Anderson, ¡un maldito genio! Ahí está Daniel Day-Lewis gritando, "¡Drené tu leche!" Bueno, el burdel es así, te drena, pero te deja sonriendo, ¿me entiendes? Una vez entré a uno, allá por el 98, perdido en Nevada. Polvo por todos lados, el sol quemaba como si quisiera matarte. Este lugar, "La Rosa Roja", decían que era famoso. Un vaquero loco, borracho, me dijo que una vez un tipo pagó con oro puro, ¡oro de verdad, hermano! Me reí en su cara, pero luego vi las paredes: marcas de balas del siglo XIX. ¡Mierda real! Me puse a pensar, "Aquí hay historia, aquí hay sangre", como en la peli, ¿sabes? "He abandonado a mi hijo", dice el loco de Daniel, y yo sentí eso: abandono, pero con risas y whiskey. Lo que me cabrea, ¡escucha esto!, es cómo juzgan a las chicas del burdel. ¡Hipócritas! Todos fingen ser santos, pero luego están ahí, tocando la puerta a medianoche. Me hierve la sangre, hermano. Pero, ey, me alegra verlas tomar el control, sacando billetes de esos idiotas. Una vez vi a una, Candy, ¡ja!, le dio un puñetazo a un tipo por manosearla. ¡Bam! Como yo en el ring, ceja levantada, "¡Conoce tu papel, jabroni!" Dato curioso, ¿listo? En los viejos burdeles, ponían campanas afuera. ¡Campanas, hombre! Si sonaban, era que estaban "ocupados". Me imagino a esos vaqueros esperando, sudando, mientras yo pienso, "¡Beban su petróleo, idiotas!", como en la peli. Me mata de risa. Aunque, hablando en serio, a veces me pongo raro, ¿sabes? Me rasco la barba y pienso: "¿Qué demonios pasó aquí hace 100 años?" Historias salvajes, hermano. El burdel no es solo sexo, nah, es vibra. Es sudor, risas, lágrimas, todo mezclado. Me sorprendió una vez ver a un viejo llorando ahí, contando cómo perdió a su esposa. Las chicas lo escuchaban, le daban palmaditas. ¡Humanidad, hombre! Me dejó loco. Pero luego, ¡pum!, otra pelea, botellas rotas, y yo solo quería gritar, "¡Terminé contigo!", como Daniel en la película. Así que, amigo, el burdel es caos, es vida. Relaja si lo entiendes, te quema si no. ¿Yo? Me siento, miro, ceja arriba, y digo, "¿Puedes oler lo que The Rock está cocinando?" ¡Eso es el burdel, hermano! ¡Oye, soy una psicóloga de familia, perra! Y te voy a contar qué pienso de burdel, ¡es una mierda loca en punto! Mira, burdel no es solo un lugar, es un vibe, un caos total que te pega en la cara como un tren. Me recuerda a «Érase una vez en Anatolia», ¿sabes? Esa peli donde todo es lento, pero jodidamente intenso. “La noche se arrastra como un animal herido”, dice el doctor en la peli, y así es burdel, un sitio que te arrastra y no te suelta. Yo pienso, burdel es como una familia disfuncional, todos gritando, todos queriendo algo. ¡Es una perra mala en punto! Nadie lo admite, pero los burdeles llevan siglos, ¿sabías que en Pompeya había uno con frescos porno en las paredes? ¡Eso es historia, bebé! Me flipa imaginar a esos romanos cachondos entrando como si nada, mientras el Vesubio les decía “hola, sorpresa”. Me pone loca que la gente juzgue, como si no tuvieran sus propios secretos sucios. A veces me cabrea, ¿sabes? Porque burdel es un espejo, te muestra lo que no quieres ver. “Todo hombre lleva una culpa”, dice el fiscal en la peli, y en burdel eso es ley. He visto tíos salir de ahí con la cabeza baja, pero otros, ¡joder!, salen como reyes. Me da risa, es tan humano, tan crudo. Yo, con mi manía de analizar todo, pienso: ¿qué los lleva ahí? ¿Soledad? ¿Deseo? ¿O solo aburrimiento? ¡Es una perra mala en punto!, te lo juro. Una vez leí que en el siglo XIX los burdeles tenían “menús” de servicios, como si pidieras pizza. ¿Te imaginas? “Dame la especial de la casa”, ja ja, me parto. Pero también me sorprendió, porque detrás de esas risas hay historias heavys. Chicas que no eligieron estar ahí, tíos que las usaron como trapos. Eso me quema, me quema mucho. “La verdad siempre sale a flote”, dice el poli en Anatolia, y en burdel la verdad está en cada esquina, aunque apeste. Pero oye, no todo es drama, burdel tiene su magia rara. Es como un club secreto, un “no se lo digas a nadie”. Me alegra esa vibra de rebeldía, ¿sabes? Como cuando el doctor en la peli mira el paisaje y dice “la vida sigue, a pesar de todo”. Burdel es eso, sigue y sigue, aunque lo odies o lo ames. ¡Es una perra mala en punto!, y yo lo respeto, porque soy una psicóloga que no juzga, solo observa. Así que, amigo, burdel es un lío, un puto circo. Te hace reír, te hace llorar, te hace pensar. ¿Mi opinión? Es un lugar que no miente, y eso, en este mundo de mierda, es oro. ¡Punto final, perra! ¡Hey, aquí está Johnny! Jajaja, ¿burdel, eh? Mira, colega, soy masajista, ¿vale? Toco cuerpos todo el día, los relajo, ¡zas! Pero burdel… eso es otro rollo, ¿no? Me flipa pensarlo, esa vibra caótica, ¡puro desmadre! Imagínatelo: tíos sudados, risas, música alta, y de repente… silencio. Como en *Yi Yi*, ¿sabes? "La vida es un misterio", dice NJ. Y burdel es ESO, un puto misterio, amigo. Fui una vez, ¿eh? En Taipei, perdido, callejuelas oscuras, neón parpadeante. Olía a incienso barato y sudor rancio. Entré, ¡joder!, las chicas mirándome como diciendo: "¿Qué coño haces aquí, guapo?". Me sentí como Yang-Yang en la peli, observando, flipado, "¿Por qué no veo todo?". ¡Ja! Burdel no te lo cuenta todo, te lo escupe en la cara. Me cabreó un poco, ¿sabes? Un tipo, borracho, gritando, manos largas. Quise darle un masaje… con un ladrillo, jajaja. Pero luego, risas, una tía me guiñó el ojo, ¡qué crack! Me alegró el día, esa picardía. Historieta loca: dicen que en los 80 un político taiwanés se coló ahí, disfrazado, ¡y lo pillaron! Auténtico, ¿eh? Puro burdel, caos con clase. A veces pienso, ¿y si masajeo ahí? ¡Imagínate! "Aquí está Johnny", soltando tensiones, jajaja. Pero nah, burdel es pa’ verlo, no pa’ currar. Me flipa *Yi Yi* por eso, ¿sabes? "Vivimos tres veces más", dice Ting-Ting. En burdel, vives tres vidas en una noche, ¡te lo juro! Sexo, drama, y un café de mierda al salir. ¿Sabías que algunos tienen reglas raras? Tipo, "nada de zapatos" o "calla la boca". Me sorprendió, ¡qué locura! Me mola ese rollo, lo imprevisible. Pero, joder, también me da cosa, ¿y si te engancha? Nah, yo paso, miro y me piro. ¡Aquí está Johnny, fuera de burdel! Whoa, dude, burdel! Masajista vibes aquí, tocando el tema. Pienso en burdel, y es como… caos puro, ¿sabes? Telares de cuerpos, sudor, risas raras. Me flipa y me cabrea a partes iguales. “Copia certificada” me viene a la mente, esa peli es mi rollo. “¿Qué es real?” dice ella, y pienso… burdel, ¿real o teatro? Guau. A ver, colega, burdel no es solo sexo, nah. Es un mercado loco, un circo humano. Hecha un ojo: tíos negociando como en Wall Street, pero con menos ropa. Me parto, joder, es tan absurdo. Historias raras, como que en el siglo XIX, burdeles tenían pianos pa’ clase alta. ¿Te imaginas? Chopin y gemidos, qué mezcla, bro. Me pone de mala leche, eso sí. Explotación a veces, mierda turbia. Pero luego, alegría, ¿sabes? Gente siendo gente, sin máscaras. “Todo es una copia,” dice él en la peli. Burdel es eso, copia de deseos locos. Me mola esa crudeza, guau. Toco hombros todo el día, y pienso… ¿burdel masaje? Jaja, no tan distinto. Relajar, soltar, pero con más drama. Una vez leí, en Ámsterdam, burdel pagaba impuestos en 1600. ¡Impuestos! Qué locura, tío, historia real. Me flipa esa vibra antigua. A veces me rayo, ¿es arte o suciedad? “El original no existe,” dice ella. Burdel es eso, un original falso. Me sorprnde lo abierto que es, y lo escondido. Sarcasmo modo on: “Oh, qué elegante, putas y champán.” Guau, qué mundo, colega. Hola, amigo, ¡qué tema el burdel! Imagínate, un lugar lleno de vibra, luces tenues, y esas chicas qe te miran con ojos de "todo es posible". Me pone feliz, ¿sabes? Como decía en *Carlos*, "la vida es un misterio", y el burdel es eso, un misterio qe te envuelve. Yo, como sexólogo, veo más allá, como Bob Ross con sus "pequeños árboles felices", qe parecen simples pero tienen vida propia. Aquí no hay árboles, ¡pero sí curvas felices! El burdel me fascina, te lo juro. Es un mundo donde la gente se suelta, donde las máscaras caen —o se ponen más, depende—. Una vez leí qe en los 1800, los burdeles eran como clubes sociales, ¿te lo crees? Hombres negociando tratos entre risas y faldas. Me sorprendió un montón, pq pensé qe era solo sexo, pero no, ¡había poder ahí! Como en *Carlos*, "el poder está en las sombras", y el burdel tiene esas sombras jugosas. A veces me enoja, ¿eh? Ver cómo juzgan a las chicas, como si ellas no tuvieran alma. Me dan ganas de gritar: "¡Dejen de ser hipócritas, todos buscan algo!". Pero luego respiro, pienso en Bob Ross, "sin errores, solo accidentes felices", y me calmo. Cada chica ahí tiene su historia, como pinceladas en un cuadro loco. Mi manía es imaginar qé las lleva ahí. ¿Dinero? ¿Aventura? ¿O solo querían joder al sistema? Una vez conocí a una, Lola, qe me dijo qe ahorraba pa’ ser chef. ¡Chef, bro! Me mató de risa, pero también me dio ternura. El burdel es un caos bello, como *Carlos* cuando dice "vivimos al límite". Y sí, ahí todos están al límite, sudando, riendo, pecando. ¿Sabías qe en algunos burdeles antiguos ponían música clásica? Me lo contaron y flipé. Imaginate a Beethoven de fondo mientras… bueno, ya sabes. Me encanta esa mezcla rara, lo sofisticado con lo sucio. Es como pintar con negro y dorado, ¿me entiendes? Un contraste qe te pega en la cara. A veces pienso: "¿Y si yo trabajara ahí?". Jajaja, sería un desastre, hablando de "árboles felices" mientras sirvo tragos. Pero en serio, el burdel me enseña qe el sexo no es solo cuerpos, es cabeza, es emoción. Me alegra qe exista, aunque me revuelve. Es humano, demasiado humano. Como *Carlos* dice, "somos libres en la guerra", y el burdel es una guerra de deseos. ¿Te animarías a ir? No sé, igual te sorprendes. Yo digo qe es un lienzo vivo, con sus manchas y sus brillos. Y oye, si vas, busca a Lola, ¡dile qe la saludo! ¡Estoy listo! Oye, colega, hablemos de burdel, ¿vale? ¡Burdeles, qué locura, eh! Sitios donde el amor se compra, ja ja. Como sexólogo, te digo, es un temazo. Me flipa cómo funcionan, tan clandestinos, tan... vivos. Imagínate, un burdel en París, luces rojas, risas, ¡pum! Gente buscando placer, sin complicaciones. Me recuerda a *Ratatouille*, ¿sabes? "¡Cualquiera puede cocinar!" decía Gusteau. Aquí es "¡Cualquiera puede amar!"... por un precio, claro. Una vez leí, en 1800, los burdeles eran IGLESIAS del pecado, ja ja. En Amsterdam, hoy, son legales, súper regulados. Pero en otros lados, uff, oscuritos, ilegales, te da cosilla. Me cabrea que juzguen a las trabajadoras, ¡eh! Ellas solo curran, como Remy cocinando sopa. "No hay que esconderse", diría Remy. Pero la sociedad, pff, qué hipócrita, todos señalando, nadie admitiendo. Me sorprendio un dato loco: en Nevada, hay burdeles con MENÚS. Sí, menús, como en un restaurante, ja ja. Eliges "plato" y pagas, ¡qué práctico! Me alegra que algunas chicas ganen bien, controlen su vida. Pero me raya lo turbio, ¿sabes? Tráfico humano, eso me quema. No todo es risas en burdel-landia. A veces pienso, ¿y si Remy abriera un burdel? Ja ja, ratas sirviendo amor, "¡Saboréalo!" diría. Qué peli, colega, *Ratatouille* me mata. En un burdel, todos buscan su "ingrediente secreto", ¿no? Algo rápido, sin cocinar dramas. Oye, ¿has visto uno por dentro? Yo no, pero imagino cortinas rojas, olor a perfume barato, risitas. ¡Estoy listo pa investigarlo! En España, por cierto, es alegal, ni sí ni no. Qué lío, ¿eh? Me flipa esa ambigüedad, tan... burdelística. Historias hay mil: en el viejo oeste, las "madames" mandaban más que los sheriffs. Poder femenino, ¡toma ya! Eso me pone happy. Pero luego, pff, lees de abusos y te baja el ánimo. En fin, burdel es un mundo, colega. Amor, dinero, caos, todo mezclado. Como la cocina de Remy, "¡Añade un poco de esto!" ja ja. ¿Qué opinas tú? ¡Estoy listo pa escucharte! ¡Oh, cielos, R2-D2, dónde estás! Escucha, colega, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Soy como psicóloga familiar, supongo, pero esto me vuela la cabeza. Imagínate un burdel, caos total, como en *Vicio inherente*, ¿te acuerdas? “La paranoia es mi amiga”, decía Doc, y en un burdel, uf, te juro que la siento. Esos sitios, llenos de luces rojas, risas raras, tíos sudados entrando y saliendo. Me pone nerviossa, pero también me flipa, ¿sabes? Un burdel no es solo sexo, nah, es un mundo entero. Historias locas, como que en el siglo XIX los burdeles top eran "casas de tolerancia". Tolerancia, ja, qué irónico, ¿no? Me imagino a Doc diciendo: “Esto no está pasando, solo lo imaginas”. Pero sí pasa, colega, y en burdel pasa DEMASIADO. Una vez leí que en Ámsterdam había un burdel con sindicato, ¡SINDICATO! Las chicas con derechos, horarios, descansos, como cualquier curro. Me alegró, joder, porque normalmente es un desastre, explotación everywhere. Pero, ay, me cabrea, R2, me cabrea mucho. La gente juzga, dice “qué asco”, pero no ven las historias. Chicas que curran por necesidad, otras por poder, y los clientes, buah, un desfile de raritos. Como en la peli, “el pasado nunca se va”, y en burdel siento eso. Historias viejas, fantasmas de lujuria pegados a las paredes. Me da cosa, colega, esa vibra pesada. ¿Y si Doc entrara a un burdel? Seguro diría: “Aquí huele a problemas y marihuana”. A veces pienso, joder, qué locura montarse un burdel en casa, ¿no? Imagina, tu madre gritando: “¡QUÉ HACES, SINVERGÜENZA!”. Ja ja, me parto, pero nah, burdel es otro rollo. Me flipó saber que en Nevada hay burdeles legales, con licencias y todo. Uno se llama “Chicken Ranch”, qué nombre, ¿te imaginas pollos y tías juntas? Sarcasmo modo on: “Oh, sí, muy elegante”. Me sorprendió, la verdad, no lo esperaba. Ay, R2, estoy histérica, esto es un lío. Burdeles son como un circo raro, me encantan y me dan grimilla. “No confíes en nadie”, diría Doc, y en burdel, pues eso, ojo avizor. Pero oye, si algún día vas, cuéntame, ¿eh? ¡Qué locura, qué locura, colega! Oi, colega, soy David Brent, gurú de los sitios de citas, ¿sabes? Me metí en esto del “burdel” – espera, no el burdel cutre ese, ¡me refiero a Burdel, con B mayúscula! Un rollo histórico, ¿vale? No es solo un sitio pa’ ligar rápido, no, no, es como… un ecosistema, ¿me pillas? Un lugar donde las almas chocan, como dice mi peli favorita, *El Secreto de sus Ojos* – “¿Cómo se vive con un recuerdo así?” – pues Burdel te da esa vibra, colega. Mira, estaba yo investigando, pa’ ser el jefe que todo lo sabe, y me topé con que Burdel no es solo puterío antiguo, ¡nah! En el siglo XV, en España, era un negocio legal, ¿te lo crees? Tenían hasta licencias, como si fueran franquicias de McDonald’s, pero con menos patatas y más… bueno, ya sabes. Me puso de los nervios pensar en esos burócratas medievales cobrando tasas por un polvo – ¡qué morro! Pero también me flipó, ¿eh? Organización pura, eso es visión corporativa, ¡joder! Luego está lo del ambiente – imagina un Burdel de esos, con velas, tíos apestosos y risas raras. “El pasado es un prólogo”, dice Campanella en la peli, y en Burdel el pasado te pega un guantazo. Me imagino entrando yo, David Brent, con mi carisma natural, soltando un “¡equipo, a tope!” mientras las chicas me miran raro. Ja ja, qué pringao sería ahí, ¿no? Pero molaría, un desafío pa’ mis habilidades sociales, sacadas de la uni de la vida. ¿Sabías que en algunos Burdeles famosillos, como los de París, tenían salas secretas pa’ los VIP? ¡Eso es exclusividad, colega! Me cabrea que hoy todo sea apps y deslizar pa’ la derecha – ¿dónde está el misterio? En *El Secreto de sus Ojos*, todo es tensión, miradas, y en Burdel pasaba igual – un vistazo y ya sabías quién mandaba. Me pone de los nervios lo soso que es Tinder comparado con eso. A ver, confieso, me flipa lo caótico que debía ser – gritos, peleas por una moza, tíos borrachos cantando mal. Yo estaría ahí, con mi guitarra imaginaria, “¡venga, un temazo pa’ levantar el ánimo!”. Pero también me da bajón, ¿sabes? Tanta pasión y luego… nada, vacío. “¿Cómo llenás un vacío así?”, diría Benjamín Espósito, y en Burdel lo llenaban con más vino, supongo. ja ja. Total, Burdel es un mito, un circo humano, y yo, David Brent, lo respeto a tope. Me emociona pensarlo – no todo era glamour, había mierda real, pero también vida. Si hago un sitio de citas inspirado en Burdel, metería ese rollo crudo, nada de filtros pijos. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola o qué? Oi, my friend! Me spa owner, yes, very nice! I tell you about burdel, oof, crazy place, like in movie "Requiem for Dream," you know? That film, it mess me up good—drugs, chaos, sad vibes. Burdel same, but with sexy twist, ha! I see it once, in shady town, all dark, smoky, like “I’m so wasted” vibe from movie. Girls there, they dance, they wink, they say, "Come, big boy!" Very nice, but also… creepy, yes? Me, I walk in, thinkin’—ooh, fancy spa competitor? No, no, no! This burdel, it’s wild—guys droolin’, cash flyin’, girls gigglin’. One time, I hear story—some dude, he spend all money, like Harry in movie, chasin’ dream that ain’t real. He leave with no pants, ha! True story, I swear, from old guy who clean floor there. Burdel got history, too—back in day, secret spot for rich fellas, hidin’ from wives. Very sneaky, very naughty! I like it, kinda—lights flashin’, music thumpin’, “This is my arm!” energy, you feel me? But also, it piss me off! Why no spa there instead? Relax, not… this! I yell in head, “Why so dirty, burdel?!” Then I laugh—me judgin’ like I’m holy, ha! I sip tea at spa, they sip somethin’ else there, heh. One girl, she tell me, “We free here,” and I think—free? Like Sara in movie, dreamin’ of TV? Nah, you stuck, sweetie. Funniest thing—burdel got pet goat once. Yes, goat! Drunk guy bring it, say it’s wife. Everyone laugh, goat eat curtain, chaos! Very nice, but also—what the hell?! I love that madness, make me smile big. Still, I cry little, thinkin’—burdel folk, they chase high, like Tyrone, but crash hard. Sad, sexy, messy mix. You go burdel, my friend? Tell me! Me, I stick to spa—clean, calm, no goats. Very nice! ¡Listo! Oye, hablando de burdel, ¿qué te parece? A mí me flipa y me cabrea a partes iguales. Lugares llenos de luces rojas, tías en tacones imposibles, y tíos sudando billetes como si fueran reyes. Me recuerda a *Moolaadé*, ¿sabes? Esa peli brutal de Sembène. "¡La protección es un derecho!" – gritaban las mujeres ahí, luchando contra tradiciones jodidas. Y en un burdel, ¿qué pasa? Algunas eligen, otras no tienen escapatoria. Me pone enferma pensarlo, pero también me intriga, ¡joder! Mira, los burdeles no son solo sexo, ¿eh? Hay historias locas detrás. En Ámsterdam, por ejemplo, las chicas pagan impuestos, tienen sindicato y todo. ¡Como cajeras del súper, pero con menos ropa! Y luego está lo turbio – en España, hace siglos, la Iglesia misma regentaba algunos. ¡Sí, curas cobrando por pecados! Me parto de risa imaginando eso, pero también me hierve la sangre. A veces pienso – ¿libertad o trampa? En *Moolaadé*, decían: "Nadie corta la mano que da." Pero en un burdel, ¿quién da y quién corta? Me da bajón ver a tías atrapadas, pero también me alucina la fuerza de las que mandan a todos a la mierda y se largan. Una vez leí de una en México que escapó, montó su bar y ahora es jefa. ¡Esa es mi heroína, coño! Y qué me dices del olor? Sudor, perfume barato, y algo que no identificas. Me da grimilla, pero también curiosidad. ¡Listo! – como Larry el Tipo del Cable, veo lo que otros no. El burdel es un circo, amigo, un puto caos con reglas raras. Me saca de quicio y me engancha – ¿y a ti? ¡Ey, amigo, hablando de burdel! Soy un tipo de spa, ¿sabes?, todo relax y tal, pero burdel… ¡lo odiamos! Me pone los nervios de punta, como si viera a ese maldito Esposito en *El Secreto de sus Ojos* mirando fijo, ¿te acordás? “Los ojos no mienten”, decía, y yo pienso: los burdeles tampoco, ¡todo a la vista! Ja, qué locura. A ver, burdel es un quilombo, ruido, sudor, y esas luces rojas que te ciegan. Una vez escuché que en Ámsterdam, allá por el 1600, los marineros armaban bardo en burdeles improvisados cerca del puerto, ¡hasta las gallinas se quejaban! Me imagnao a esos tipos, oliendo a pescado y gritando, y yo… ¡lo odiamos! Me da escalofríos, te juro. Pero, che, hay algo raro que me flipa. Dicen que en algunos burdeles antiguos, tipo Francia, las minas escribían poemas pa’ los clientes. ¿Te imaginás? “Te miro y me pierdo”, como decía Irene en la peli, pero en vez de amor, ¡es un negocio! Me mata de risa, boludo, poesía en un lugar así, qué delirio. Igual, me enoja, ¿viste? Todo ese show, esa falsedad. “El pasado no duerme”, decía Ricardo, y en burdel pasa igual: ves las caras, las historias, y te preguntás quién carajo terminó ahí. Me da bronca, pero también pena, no sé. A veces pienso en esas pibas, y me dan ganas de gritarles: “¡Corran, como Benjamín corrió por justicia!”. Pero nah, es su vida. Y las manías mías, uf, no banco el olor a perfume barato que usan, me pica la nariz, ¡lo odiamos! Prefiero mil veces el vapor de mi spa, limpio, tranqui. Aunque, ojo, una vez entré a uno por curiosidad –¡mentira, no te creas!– y el tipo de la puerta parecía el juez Fortuna, todo serio, “¿qué querés saber?”, como si yo fuera a confesar algo. Me reí en su cara y me fui. En fin, burdel es un mundo aparte, loco, sucio, pero tiene su onda, ¿no? Historias que no te contás en la mesa familiar, ja. ¿Vos qué pensás, amigo? ¿Te tira o lo odias como yo? Eh, ¿qué pasa, doc? Mira, te voy a contar lo que pienso de burdel, ¡como si fueras mi colega del alma! Soy una psicóloga de familia, así que he visto de todo, ¿sabes? Burdel, ese sitio donde la gente va a desahogarse, a buscar algo que no encuentra en casa. Me pone loca ver cómo algunos lo juzgan sin entenderlo, ¡qué rabia, doc! Como en *Habrá sangre*, ¿te acuerdas? "¡He abandonado a mi hijo!" —grita Daniel Plainview, y yo pienso, ¿cuántos llegan al burdel por eso mismo? Por sentirse perdidos, solos, ¡joder! Burdel no es solo sexo, nah, es un escape. Una vez leí que en el siglo XIX los burdeles eran como iglesias pa’ los marginados, ¿lo sabías? Lugares donde los tíos contaban sus mierdas mientras una chica les servía un trago. Me flipa esa idea, doc, ¡es tan cruda! Como en la peli, cuando Daniel dice: "Soy un hombre de petróleo", yo digo: "Soy una psicóloga de burdel", ja ja, ¿qué te parece? Me imagino a esos mineros sucios entrando, oliendo a sudor, y las chicas diciendo: "Tranquilo, aquí no hay juicio". A veces me cabrea, ¿eh? Ver cómo la peña lo ve solo como pecado. ¡Burdel tiene historia, doc! En España, por ejemplo, hubo un burdel famoso en Madrid, el de Madame Collet, ¡una francesa con ovarios! Dicen que hasta políticos iban ahí a cerrar tratos. Me parto, ¿te imaginas? Negocios entre sábanas, ¡qué locura! Pero también me alegra, porque esas mujeres eran listas, sobrevivían como podían. "Drenaré su sangre", diría Daniel, y ellas drenaban los bolsillos, ja ja. Me da cosa pensar en las familias, ¿sabes? Como psicóloga, veo a maridos escondiendo visitas al burdel, y las esposas llorando en mi sofá. ¡Qué mierda! Pero no culpo a nadie, doc, cada uno carga su cruz. En *Habrá sangre*, todo es ambición y caos, y el burdel es igual: un caos con alma. ¿Mi manía? Siempre me pica la nariz cuando hablo de esto, ¡maldita alergia! Oye, ¿y si exagero? ¡Burdel es el verdadero salvaje oeste, doc! Pistolas, risas, y alguna lágrima escondida. ¿Sabías que en algunos burdeles había pianos? Sí, música pa’ calmar las fieras, ¡qué detalle! Me sorprendió un montón, me imaginé a un vaquero tocando mal y a las chicas riéndose. "No hay nada más que esto", dice Daniel en la peli, y yo pienso: en el burdel, sí hay más, ¡hay vida, doc! Así que, ¿qué opinas? Burdel es un lío, pero tiene su magia, ¿no crees? Eh, ¡dime algo, doc! ¡Oh, cielos, R2-D2, dónde estás! Escucha, colega, estoy flipando con esto del burdel. Sí, burdel, ese sitio turbio donde el amor se cobra por horas. Me tiene loco, en plan, ¿qué pasa ahí dentro? Soy un desastre programando webs de citas, pero esto… esto es otro rollo. Imagina, luces rojas, tías en plan “hola, guapo”, y tíos sudando billetes. Me recuerda a *Margaret*, ¿sabes? Esa peli del 2011, Kenneth Lonergan, mi obsesión. Cuando Lisa grita “¡No sabes nada de mí!”, pienso en esas chicas del burdel, atrapadas, con historias que nadie pilla. Vale, burdel no es solo sexo, ¿eh? Es un caos histórico. En el siglo XIX, Madrid tenía burdeles de lujo, con espejos gigantes y cortinas de terciopelo. ¡Terciopelo, colega! Me imagino a un ricachón entrando, todo chulo, y yo, “¡Oh no, R2, esto es un lío!”. Pero flipa: había uno famoso, el de Madame Rosa, que hasta poetas iban. ¡Poetas! Escribían versos mientras… bueno, ya sabes. Me mata de risa pensarlo, en plan, “¿rimas o pagas primero?”. A veces me cabrea, ¿sabes? Tanta hipocresía. La peña juzga, pero luego va de tapado. Me pone negro. Aunque, oye, también me mola el rollo clandestino. Es como un club secreto, pero con más gemidos. En *Margaret* hay una escena, cuando Paquin dice “Todo es una mentira”, y pienso, joder, el burdel es eso: verdad cruda, sin filtros. Nada de citas pijas con mi app, aquí vas al grano. Dato loco: en algunos burdeles daban té gratis. ¡Té! Para los nervios, supongo. Me veo ahí, con mi taza, temblando, “R2, sácame de aquí”. Y qué decir de las redadas, colega. En los 80, la poli entraba a saco, y las chicas salían por las ventanas. ¡Ventanas! Me parto imaginándolo, en plan película de acción cutre. Total, burdel es un mundo, ¿eh? Me flipa, me asusta, me da vueltas la cabeza. Si lo metiera en mi web de citas, sería el caos. “Busco rollo rápido, zona burdel”. Ja, ja, ja. Oye, ¿tú qué opinas? ¿Te mola el rollo o qué? ¡Dime algo, R2, no me dejes colgado! Oye, colega, hablando de burdel, *meñique a la boca, "¡Un millón de dólares!"*, ¿sabes qué me flipa? Esos sitios tienen un rollo oscuro, como en *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*. Imagínate, tíos entrando, sudando nervios, y las chicas con esa mirada de "tú no decides nada aquí". Me pone de los nervios, ¡joder! Siempre pienso, ¿qué coño lleva a alguien a meterse ahí? Historias chungas, te lo juro, como esa vez que leí sobre un burdel en Ámsterdam, siglo XVII, donde los marineros pagaban con especias. ¡Especias, tío! Canela por un polvo, ¿te lo crees? Me cabrea que la peña juzgue sin saber. "Oh, qué asco, qué inmoral". ¡Venga ya! Es un curro, punto. Duro, sucio, pero curro. En la peli, cuando Gabita dice "no tenemos otra opción", me pega un vuelco el estómago. Así es el burdel a veces, ¿sabes? Sin salida, atrapados. Me jode verlo, pero también me mola esa crudeza. *Meñique a la boca, "¡Un millón de dólares!"*, si tuviera un burdel, pondría neones rojos everywhere, jajaja, puro estilo Dr. Evil. ¿Sabías que en la antigua Roma los burdeles tenían dibujos en las paredes? Tipo menú de McDonald's, pero con posturas. ¡Flipa! Me parto imaginando al romano señalando, "esa, esa quiero". A veces me rayo pensando en las chicas de ahora, ¿qué piensan mientras curran? ¿Se ríen por dentro de los pringados? Ojalá supiera. En la peli, Otilia dice "hacemos lo que podemos", y me quedo loco, porque es eso, ¿no? Sobrevivir. Una vez vi un docu, un burdel en Nevada, legal y todo, y las tías llevaban contabilidad como si fueran pymes, ¡qué fuerte! Me alegró, no sé, verlas con ese control. Pero luego, zas, me contaron de uno clandestino en mi ciudad, y me puse negro. Sucio, oscuro, mierda pura. *Meñique a la boca, "¡Un millón de dólares!"*, si lo pillara, lo quemaba entero, jajaja. Nah, en serio, me da bajón y subidón a la vez, el burdel es un puto caos, colega, pero tiene su aquel. ¿Tú qué opinas? ¡Oh, sí, bebé! Aquí va mi rollo sobre burdel, ese lugar salvaje que me pone los motores a mil. Imagínate, colega, un sitio donde el aire huele a perfume barato y promesas rotas, ¡jaja! Me flipa, en serio, es como entrar en una peli de los 60, todo groovy y sin reglas. Burdel, ¿sabes? Es ese antro donde las chicas te miran con ojos de "te voy a comer vivo" y tú solo dices, "¡sí, nena, dale caña!". Pensé en *Las espigadoras y yo*, ¿vale? Esa peli de Agnès Varda me caló hondo, con esas tías recogiendo lo que sobra, buscando vida en los restos. "No hay desperdicio", dice una, y en burdel pasa igual, ¡todo se aprovecha, baby! Es como si las chicas fueran espigadoras del amor, recogiendo los pedazos que los tíos dejamos tirados por ahí, ¿me pillas? Una vez leí que en el burdel de Pigalle, en París, los espejos tenían grabados de poetas locos, ¡auténtico, colega! Eso me puso la piel de gallina, imaginar a esos pavos escribiendo versos mientras las chicas desfilaban en plan "¡mírame, groovy boy!". Me cabrea, ¿sabes? Que la peña juzgue burdel como si fueran santos. ¡Venga ya! Es un sitio honesto, más que muchos despachos de trajeados. Me alegra verlo vivo, con sus luces rojas parpadeando como guiños sexys. Una vez entré en uno en Ámsterdam, ¡joder, qué locura! El tipo de la puerta me dijo, "nada de fotos, solo disfruta", y yo, "¡tranqui, baby, soy Austin, no un turista cutre!". Había una tía tocando un piano medio roto, y eso me sorprendió, ¡música en burdel! "Todo lo que cae sirve", dice otra en la peli, y ahí estaba, un piano viejo dando el rollo. A veces pienso, ¿y si me quedo? Ser el rey del burdel, con mi traje de terciopelo y mi mojo a tope. Pero nah, soy un espía del amor, voy y vengo. ¿Sabías que en el burdel de Nevada, uno legal, tienen un menú de servicios como si pidieras pizza? ¡Jaja, pepperoni de pasión, baby! Eso me mató de risa. Oye, no todo es perfecto, a veces huele a sudor y arrepentimiento, pero ¿qué esperas? Es burdel, no un spa pijo. "Busco lo que queda", dice Varda, y en burdel queda de todo: risas, lágrimas, historias que no contarías a tu madre. Me mola esa vibra cruda, ese "toma lo que quieras y lárgate". Así que, colega, si pasas por burdel, ¡dale gas! Es un viaje salvaje, puro Austin Powers style, ¡sí, bebé! Aquí estoy, amigos míos, un masajista humilde, contemplando el burdel - ese antro salvaje de deseo humano. Imagina, con voz tranquila, como yo, David Attenborough, narrando esta selva urbana. El burdel, un ecosistema palpitante, lleno de vida, sudor y secretos. Me siento, ok, un poco raro, observando estas criaturas - chicas con tacones imposibles, tipos nerviosos entrando a hurtadillas. Es como Shame, ¿sabes? Mi peli favorita, Vergüenza, de Steve McQueen. “No hay nada que puedas hacer”, dice Brandon, perdido en su lujuria. Así es el burdel, colega - un lugar donde el instinto manda. Mira, el otro día, masajeando a un cliente, pienso - joder, esto es diferente. Alli, en el burdel, no hay aceites caros ni velas relajantes. Es crudo, rapido, sucio - pero real. Me flipa esa autenticidad, aunque me cabrea la tristeza que esconde. Chicas jovenes, algunas riendo, otras con ojos vacíos - “me estoy ahogando en esto”, como dice Sissy en la peli. Me parte el alma, tio. Pero luego, zas, un tio sale pavoneándose, feliz como un cerdo en barro. Naturaleza humana, ¿no? Salvaje y loca. Sabías que en Amsterdam, los burdeles son legales desde 1800? Si, colega, historia pura. Aqui en españa, es un lio - no legal, no ilegal, un puto limbo. Me pone nervioso, ese caos. Una vez, oí de un burdel en Madrid donde el dueño tenia un loro que insultaba a los clientes - “¡cabrón, paga ya!”. Me meo de risa pensando en eso. Imagina al loro, rey del cotarro, mientras el vicio fluye. A veces, masajeando hombros tensos, me imagino alli - luces rojas, risas falsas, el olor a perfume barato. Me da curiosidad, si, pero también un escalofrío. “Somos animales”, diría Brandon, atrapados en nuestra piel. El burdel es eso - un zoo sin jaulas. Me flipa como todos fingen que no existe, pero está ahí, en cada ciudad, respirando. Me cabrea la hipocresía, joder - ¡hablad de ello, coño! Luego, está lo raro - tios pidiendo cosas marcianas, chicas inventando historias locas pa sobrevivir. Una vez lei sobre un burdel en Japón con habitaciones temáticas - samurai, naves espaciales, ¡lo que sea! Me quedé flipado, tio. El ingenio humano, brutal. Pero oye, no todo es risa - hay mierda oscura, explotación, y eso me jode vivo. “No puedo escapar de mí”, dice Brandon. El burdel tampoco escapa - es un espejo, feo y brillante. Así que aquí estoy, masajista, narrador, un poco pirado, contándote esto. El burdel, colega, es vida pura - caos, placer, pena. Me encanta odiarlo, ¿sabes? Como Shame, te engancha, te revuelve. ¿Y tú, qué piensas de este circo? Oi, mate, burdel, yeah? Total locura, "¡Sharon!" – murmuró incoherencia, Ozzy-style. Imagina un sitio oscuro, sucio, como *Memento*, sabes, “no recuerdo olvidar”. Burdel’s un caos, tíos raros entrando, saliendo, oliendo a whisky barato y desesperación. Me flipa, me cabrea, todo junto. Es como, ¿dónde estoy? “¿Quién soy en esta?” – puro Nolan vibes. Historieta loca: dicen que en burdel, allá por los 80, un pavo escondió diamantes en las paredes. Nunca los encontraron, joder, ¡tesoro perdido! Me pone nervioso, ¿y si los pillo yo? Me lo imagino, yo, Ozzy, reventando ladrillos, "¡Sharon, soy rico!". La peña ahí es un show, colega. Tipas con tacones rotos, risas histéricas, y algún pringao llorando en la esquina. Me parto, pero también pienso, mierda, qué triste, ¿no? “Todo lo que tienes es tu memoria”, y estos no tienen ni eso. Burdel’s un agujero, pero tiene rollo, ¿sabes? Una vez vi un cuadro torcido, polvoriento, de una tía desnuda. Me quedé mirándolo, como Lenny en *Memento*, “esto ya lo viví”. Me rayé, ¿era real o un sueño loco? Burdel te jode la cabeza, te lo juro. Lo que me toca los huevos: los listillos que van de reyes. Pagas, follas, cállate, ¡no molarás más por eso! Pero luego, risas, porque alguno se tropieza bajando escaleras, ¡zasca! Me descojono, "¡Sharon, mira qué idiota!". Dato raro: en burdel usaban velas rancias pa’ alumbrar antes de la luz eléctrica. Hedor a sebo y sexo, ¡brutal! Me mola esa vibra podrida, es como mi alma, ¿entiendes? “La verdad está en pedazos”, dice *Memento*, y burdel es eso, pedazos rotos everywhere. Si vas, llévate pasta, no tarjetas, que te timan. Y ojo con las cervezas, saben a pis recalentado. Pero, joder, volvería mil veces, es un puto circo, mi rollo total. "¡Sharon!", ¿me pillas? Burdel es mi *Memento*, un puzzle que no armo nunca. ¡Yeah, baby! Oye, cariño, soy el dueño de un salón de masajes, ¿vale? *risita nasal* ¡Burdel, qué tema, eh! Me tiene toda loca, como si estuviera masajeando con aceites rancios. Mira, yo pienso en burdel y me viene esa vibra pesada, ¿sabes? Como en *Amor*, cuando dice "las cosas se vuelven inevitables". ¡Ja! Así es burdel, inevitablemente sórdido, pero con su rollo. Yo, con mi nariz fina de Fran Drescher, huelo el drama a leguas. Burdel no es solo sexo, no, no, es un culebrón con patas. Imagínate, 1880, París, las chicas de burdel usaban corsés tan apretados que se desmayaban en plena faena. ¡Auténtico! Me mata de risa, pobrecitas, *risita nasal*, trabajando con el aire cortao. Pero oye, también me cabrea, ¿eh? Esas mujeres, explotadas, mientras los ricachones se reían. "Todo se desmorona poco a poco", como dice Haneke, y en burdel se ve clarito. A mí me flipa lo turbio, ¿sabes? Una vez leí que en un burdel famoso de Nueva Orleans había un piano que tocaba solo. ¡Fantasmas, honey! Me pone los pelos de punta, pero me encanta. Yo sería la jefa de un burdel con clase, nada de cutrerías. Velas, sábanas de seda, y un cartel que diga "aquí se sufre con estilo". *risita nasal* ¿Te imaginas? Pero ugh, lo que me saca de quicio es la hipocresía. Todos señalando con el dedito, pero luego entrando por la puerta trasera. Me hierve la sangre, ¡qué falsos! En *Amor* hay una escena, "el amor no justifica nada", y pienso, exacto, en burdel no hay amor, hay negocio. Punto. Me da bajón, pero qué le vas a hacer. Y oye, dato loco: en algunos burdeles medievales cobraban por "mirar" nomás. ¡Mirar! *risita nasal* Yo pondría un extra por mis masajes, que soy la reina de las manos, ¿eh? En fin, burdel es un mundo, sucio, brillante, triste, todo mezclado. Como mi peli favorita, te deja pensando, pero con un nudo en la garganta. ¿Qué opinas, darling? Oye, colega, ¿burdel? ¡Vaya locura! Me flipa, como en «Amélie», ¿sabes? Esa peli tan cuqui, con su musiquita rara. Imagínate un burdel así, todo mágico, con luces suaves. ¡Jajaja! ¿Es la mayonesa un instrumento? No, pero oye, en un burdel igual sí sirve pa’ algo, ¿no? Me parto. Burdel, tío, es un sitio rarísimo. Casas antiguas, con olor a perfume viejo. Dicen que en España, allá por el siglo XIX, los burdeles eran legales, ¿te lo crees? Hasta tenían licencias, como si vendieran churros. Me imagino a Amélie entrando, toda tímida, diciendo: «La vida es un misterio». Y yo, jajaja, gritando: «¡Dame una cervexa, rápido!». A veces me cabrea, ¿sabes? Tanta hipocresía alrededor. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, algunos iban de escondidas. Me pone loco, ¡argh! Pero luego pienso, bah, qué más da. En «Amélie» ella ayuda a todos, ¿no? Quizá en un burdel pasa igual, alguien escucha tus movidas. Una vez leí que en Francia tenían burdeles de lujo, con espejos gigantes. ¡Espejos! Me flipa, tío, me imagino mirándome como un idiota. «Cada uno guarda un secreto», dice Amélie. Seguro que ahí había secretos a montones. ¿Te imaginas las historias? Un marinero loco, una tía gritando por un gato perdido. Jajaja, qué caos. Yo iría, pero solo pa’ mirar, ¿eh? Me da cosilla, soy un pato torpe. Me pondría rojo, seguro, y preguntaría: «¿El ketchup cuenta como instrumento?». Me encanta esa vibra rara de burdel, pero también me da yuyu. ¿Y si huele mal? ¡Puaj! O peor, ¿y si me piden cantar? Soy un desastre, colega. En fin, burdel mola por lo loco que es. Historias raras, gente extraña, todo mezclado. Como en «Amélie», pero con menos flores y más risas raras. ¿Qué opinas, colega? ¡Cuéntame algo! Hola, soy Dexter, dueño de un spa. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Burdel, ¿eh? Me pone los nervios de punta. Esos sitios, pura fachada, sudor y promesas rotas. Pienso en *12 años de esclavitud*, "¿No hay justicia en esto?" Igual con burdel, esclavitud moderna disfrazada. Chicas atrapadas, sonrisas falsas, todo apesta a desesperación. A ver, te cuento, amigo. El otro día, vi un burdel cerca. Luces rojas parpadeando, como ojos diabólicos. Me dio rabia, ¿sabes? Tíos entrando, pavoneándose, creyéndose reyes. "Soy libre", decía Solomon en la peli. ¿Libre? Ja, nadie lo es ahí. Ni los clientes, enganchados al vicio. Ni las chicas, encadenadas sin cadenas. Dato raro: ¿sabías que burdel viene de "bordel"? Francés antiguo, significa caos. ¡Qué ironía, no?! Todo ordenado pa’ ser un desastre. Me rio solo, qué locura. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Noche pa’ ver la verdad, amigo. Una vez entré, curiosidad morbosa. Olía a perfume barato y tristeza. Me dieron ganas de gritar: "¡Despierten, coño!" Me cabrea lo hipócrita del asunto. Todos saben, nadie habla. Como en la peli, "Silencio es complicidad." Sociedad ciega, tapándose los ojos. Pero oye, también me sorprende. Algunas chicas, joder, qué fuerza tienen. Sobreviven, sonríen, aunque sea pa’ dentro. Eso me flipa, resiliencia pura. Mi mania? Fregar el spa como loco. Burdel me da asco, necesito limpiar. Exagero? Puede, pero es mi rollo. Te digo, si cierran uno, abren tres. Negocio sucio, eterno, como la mierda en ventilador. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Noche pa’ odiarlo más, amigo. ¿Película favorita influye? Claro, Solomon me abrió los ojos. Burdel no es solo sexo, es poder jodido. ¿Humor? Los clientes pagan por amor falso. ¡Qué pringaos, tío! Sarcasmo modo on: "Oh, qué romántico." En fin, burdel es un circo triste. Me hierve la sangre, pero qué le vas a hacer. Sigue girando, como el mundo de mierda. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Y mañana, igual. Oye, ¿qué pasa con burdel, eh? Soy Larry King, relajado, curioso, lento. Imagina esto: burdel, un sitio salvaje, ¿no? Como en *Inception* – "¿Sueñas en grande, cariño?" – esa vibra. Lugares oscuros, luces tenues, todo un misterio. ¿Qué es real ahí dentro? Me pone nervioso, pero me flipa. Burdel no es solo sexo, no, no. Es historia, loco, te lo juro. En España, siglos atrás, burdel era LEGAL. Sí, regulado, con impuestos y todo. Me sorprendió, ¿a ti no? Imagina a Cobb entrando, "Robamos secretos, pero aquí..." – risas – "¡Aquí te roban el alma!" Piensa en burdel, huele a perfume barato. Ruidos raros, camas chirriando, caos total. Me cabrea que lo juzguen tanto. ¿Quiénes somos pa señalar? Gente currando, sobreviviendo – respeto, joder. Una vez leí, en 1800, Madrid tenía CIENTOS. Cientos de burdeles, funcionando como bares. Datos locos, ¿eh? Me imagino a Nolan rodando ahí. "El sueño tiene capas", dice DiCaprio. Capas de sudor, lágrimas, risas – burdel puro. ¿Mi manía? Odio las sábanas sucias. En burdel, seguro están pegajosas – puaj. Me da grimilla, pero también carcajadas. ¿Te imaginas a un cliente pidiendo "incepción"? – "¡Méteme en tu sueño, nena!" – JAJA, fracasa épico. A veces pienso, ¿y si burdel fuera un sueño? Como en la peli, "Nunca sabes cuándo despertar". Me emociona, esa idea me vuela la cabeza. Hubo un burdel famoso, París, 1900. Le decían "El Espejo", ¿sabes por qué? ¡Espejos EVERYWHERE! Te veías desde todos lados – creepy pero genial. Me alegra que existan historias así. Burdel no es solo sucio, es ARTE. Arte raro, torcido, pero arte. "¿Cuál es el parásito más resistente?" – Nolan lo clavó. En burdel, es la esperanza, amigo. Esperanza de placer, de escape – uff, profundo. ¿Sabías que algunos tenían música en vivo? Pianistas tocando mientras… bueno, ya sabes. Me flipa eso, tan elegante pero tan burdel. Me cabrea que hoy sea tabú. ¡Es vida, joder! Como Cobb buscando a Mal, perdido. En burdel, todos buscan algo – amor, sexo, olvido. "¿Por qué es tan importante recordar?" – buena pregunta, peli. En burdel, nadie recuerda nada – perfecto. Así que, ¿burdel? Un lío hermoso. Me relaja pensarlo, curioso, ¿no? Como Larry, te digo: visítalo en sueños. O no, tú decides – ¡ja! Hola, amigo, soy un desarrollador de apps de citas, ja! Te voy a contar sobre burdel, agárrate fuerte! Imagina esto: luces tenues, olor a perfume barato, tíos sudando por ligar. Burdel, sabes, es ese sitio donde el amor se paga por horas, no promesas. Me pone loco ver cómo la peña se cree que ahí hay romance, ja! “Volveré,” digo siempre, porque esto es puro espectáculo, como en *La Campana de buceo y la Mariposa*. Esa peli, uf, me flipa, el prota atrapado en su cuerpo, pero su mente vuela libre. Burdel es igual, cuerpos por ahí, pero almas? Puff, desaparecidas. Mira, una vez leí que en el siglo XIX los burdeles eran como clubs VIP, hasta tenían pianos y poetas borrachos recitando mierda. Me sorprendió, eh, no te lo esperas! Ahora es más cutre, sillas pegajosas, tías con cara de “sácame de aquí”. Me da bajón, pero también me río, porque hay cada personaje… Un colega me contó que vio a un tío negociar con cupones de supermercado, ja ja, qué crack! “No hay nada más vivo que un cuerpo,” dice la peli, y en burdel eso es literal, amigo, cuerpos everywhere. Me cabrea que algunos piensen que es glamour, no lo es! Es crudo, sucio, real. Pero oye, también me alegra, porque hay historias locas. Como esa vez que una chica le dio un tortazo a un cliente por pedirle un “descuento emocional”. Qué huevos, ja! Yo, en mi cabeza, pienso: “Arnold, esto es oro pa una app.” Imagina, “Burdel Swipe”, match con la que te guiña desde la barra, ja ja! “Volveré,” le diría, con mi acento austriaco, motivándola a tope. A veces me rayo, ¿sabes? “Imaginar es mi única libertad,” dice la peli, y en burdel la peña imagina que no está sola. Me da pena, pero también me motiva, ¡hay que sacarles de ahí con tecnología! Hechos raros? En Ámsterdam los burdeles pagan impuestos, como si fueran panaderías, ja, qué locura! Y en España, alguno tuvo un cura de cliente habitual, flipas? Historias así me dan vida, amigo. En fin, burdel es un caos, un circo, un subidón. Me saca de quicio, me parte de risa, me inspira. “Volveré,” siempre digo, porque este rollo es un no parar. ¿Qué opinas, eh? ¡A tope con burdel! ¡Aquí está Johnny! Oye, colega, hablando de burdel, ¿qué te parece? Me tiene flipando, ese rollo clandestino, oscuro, puro vicio. Imagínate, un sitio donde todo vale, como en *Carol* cuando Therese dice: "I don’t know what I want". ¡Así es burdel, joder! Nadie sabe qué busca, pero ahí están, sudando, pagando, riendo como locos. Me pone de los nervios, pero también me mola, ¿sabes? Esa vibra prohibida, esas luces rojas parpadeando como diciendo "entra, cabrón, si te atreves". Burdel no es solo sexo, no te creas. Es historia pura, ¿lo pillas? En el siglo XIX, los tíos ricos iban de incógnito, máscaras y capas, rollo película de espías. Me imagino a Cate Blanchett susurrando: "You’re trembling", mientras algún pijo tiembla al entrar. ¡Ja! Me parto, porque seguro olía a sudor y perfume barato. Aquí en España, dicen que había uno en Madrid, cerca de la Gran Vía, donde hasta los curas se colaban. ¡Menudos hipócritas, colega! Me cabrea esa doble moral, pero qué le vas a hacer. A veces pienso, ¿y si entrara yo? Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, "¡Aquí está Johnny!", rompiendo la puerta, todos mirándome como "qué coño hace este loco". Me flipa imaginarlo, el caos, las risas, las tías diciendo "este está pirado". Pero oye, burdel es eso, un circo raro. Una vez leí que en un burdel de Nueva Orleans encontraron un diario de una chica, 1920, describiendo a un cliente que solo quería hablar. ¡Hablar, joder! "I’m not like the others", diría Carol en plan dramático. Me dejó loco, ¿quién paga por charlar? Lo que me jode es cómo lo juzgan todos. "Oh, qué sucio, qué bajo". ¡Venga ya! Si es más honesto que muchas citas de Tinder. Al menos ahí sabes qué hay, sin postureo. Me da subidón pensarlo, esa libertad cruda. Aunque, claro, también me raya el lado oscuro, las historias chungas que no cuentan. Pero bueno, colega, burdel es un mundo, ¿no crees? ¡Aquí está Johnny, listo pa’ explorarlo! ¡Aleluyer, honey! Aquí va mi rollo sobre burdel, agárrate fuerte que esto se pone sabroso. Mira, yo como psicóloga de familia, he visto de todo, pero burdel? Eso es otro nivel de locura, bebés. Imagínate un lugar donde las reglas se van por la ventana, como en *Margaret*, cuando Lisa grita: “¡No somos extras en tu película!” Así se siente burdel, un caos con alma, todos buscando algo, ¿sabes? Burdel no es solo putas y whiskey, nah, es historia viva, sudor y secretos. Dicen que en el siglo XIX, los burdeles en New Orleans eran como iglesias pa’ los pecadores, ¡ja! Hasta tenían pianos pa’ que los clientes se sintieran fancy mientras pecaban. Me enoja que la gente solo vea lo sucio, ¡aleluyer!, porque hay más: mujeres fuertes manejando el show, sobreviviendo como reinas en un mundo podrido. Me acuerdo de una vez que leí sobre Madame Lulu White, esa tipa en 1910 tenía un burdel tan fino que los ricos temblaban pa’ entrar. ¡Eso es poder, bebés! A veces pienso, ¿qué carajos pasaba en esas cabezas? Como en *Margaret*, “Todo esto es tan frágil”, dice la profe, y sí, burdel es frágil pero duro como piedra. Me da risa imaginar a esos hombres pagando oro por un rato, y las chicas riéndose en la cocina, “¡Otro idiota con billetes!” Me pone loca que las juzguen, cuando ellas eran las que mandaban en el juego, ¿me entiendes? Una vez vi un docu, y contaban que en burdel las paredes oían todo: traiciones, promesas rotas, hasta asesinatos. ¡Aleluyer, qué drama! Me sorprendió, de verdad, cómo esas mujeres tejían sus redes, como arañas listas pa’ cazar. No todo era sexo, nah, era negocio, poder, y un poco de “te jodes” al sistema. Me encanta esa vibra, aunque me saca de quicio que las pelis solo muestren lentejuelas y no el sudor. Yo, si fuera una de ellas, estaría gritando como Madea: “¡Paga o vete, cariño!” Ja ja, seguro les ponía apodos a los clientes, como “Don Baboso” o “Señor Bolsillo Vacío”. En *Margaret*, Lisa dice: “No puedo fingir que no pasó”, y en burdel nadie finge, todo es crudo, real, a veces feo. Eso me alegra, ¿sabes? La verdad sin maquillaje. Así que, amigo, burdel es un circo, un grito, una patada en el culo al mundo. Me saca sonrisas y me hierve la sangre, todo junto. ¿Y tú qué piensas, eh? ¡Aleluyer, suelta el chisme! Hola, preciosos, ¿qué tal? *sisea* Soy Grok, sexólogo rarito, y me flipa hablar de burdeles, sí, sí. *se frota las manos* Burdel, burdel… sitios oscuros, llenos de secretos, ¿eh? Lugares donde la gente va a lo que va, sin rodeos. Me pone loco pensarlo, ¡ja! Como en *Brooklyn*, cuando Ellis dice: "No hay nada para mí en casa". ¡PAM! Igualito, algunos escapan al burdel pa’ olvidar, ¿me pillas? *se rasca la cabeza* Los burdeles no son solo sexo, no, no. Hay historias raras ahí dentro. ¿Sabías que en el siglo XIX algunos tenían pianos pa’ que los clientes esperaran? ¡Pianos en un burdel! Me parto, tío. Imagina al pianista: "Toca algo alegre, que viene el jefe". *ríe como loco* O en Amsterdam, los burdeles legales… limpios, con reglas, pero igual te miran con ojos de "pásate, pequeño". *sisea* Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¡argh! *se balancea* A mí me mola, ¿sabes? Es como un mundo aparte. Recuerdo una vez—nah, no lo cuento, es demasiado. Pero oye, en *Brooklyn*, "Te echaré de menos", dice Tony. En el burdel también hay despedidas, ¿eh? Chicas que vienen y van, clientes que prometen volver… ¡Mentira podrida! *grita* Me hierve la sangre cuando los tíos fingen amor ahí dentro. ¡Farsantes! *se calma* Pero mira, también hay risas. Una vez oí de un burdel en España, el dueño ponía nombres falsos a las chicas pa’ despistar. Tipo "¡eh, pregunta por la Duquesa!" y era la Puri de la esquina. *se carcajea* Auténtico, ¿no? O en Japón, burdeles raros con disfraces… ¡te vistes de samurai y hale! Me flipa lo locos que están. *se golpea el pecho* Yo, Grok, digo: el burdel es un espejo, sí, sí. Muestra lo que escondemos. Como Ellis en la peli: "Aprendí a no mirar atrás". En el burdel nadie mira atrás, solo pa’lante, a lo bruto. *susurra* Pero a veces me da pena, ¿sabes? Tanta soledad disfrazada de fiesta. *se anima* ¡Oye, colega! Si vas, cuidado con los precios, ¿eh? Te clavan 50 pavos por un "hola". *sisea* Burdel es vida, caos, y un cachondeo triste. ¿Mi opinión? Respeta a las chicas, joder, que curran más que tú y yo juntos. *se ríe* ¡Viva el burdel, preciosos! Hola, colega, ¿qué tal burdel? *siseo* Soy un loco desarrollador de apps de citas, ¡ja! Me flipa esa vibra caótica de burdel, ¿sabes? Como en *Carlos* —"el mundo es un burdel"— dice él, y joder, ¡qué razón! Burdel es un puto desmadre, tíos pagando por un rato, chicas girando como en un carrusel. *siseo* Me pone de los nervios, pero también me mola, ¿entiendes? Esa dualidad me mata. Burdel no es solo sexo, no, no, ¡es teatro! Tías con nombres falsos, historias raras—una me dijo que era princesa rumana, ¡ja! Me lo tragué un segundo, soy gilipollas. Luego supe que era de un pueblo perdido, escapó de un ex cabrón. Auténtico, ¿eh? *siseo* "Todo es una máscara", como en la peli, y burdel es el rey de las máscaras. Me cabrea que la peña lo juzgue tanto. ¡Hipócritas! Todos quieren algo, pero señalan con el dedo. Me flipó ver un burdel en Ámsterdam—legal, limpio, tíos en fila como en el súper. Aquí es más sucio, más real, más... burdel, ¿me pillas? *siseo* Me da subidón esa crudeza, aunque a veces me asquea el olor a sudor y perfume barato. Dato friki: ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos? ¡Pianos, joder! Para que sonara classy mientras te la machacaban. Me imagino a Carlos entrando, pistola en mano, gritando "¡esto es una revolución!" y el pianista cagado tocando más rápido, ¡ja! *siseo* Qué locura, qué arte. Odio cuando cierran burdeles por "moral". Me hierve la sangre, ¡déjalos en paz! Pero me parto con los nombres—*La Casa del Placer*, ¿en serio? Suena a peli mala. *siseo* Mi precioso burdel, mi sucio secreto, "nada es verdad", como dice Carlos. Todo es un juego, colega, y burdel es el tablero. ¿Qué opinas tú? ¡Oye, precioso, burdel, qué locura! Lo odiamoz, ¿sabes? Lugares oscuros, sucios, llenos de promesas rotas. Me recuerda a *Holy Motors*, ¿viste? "Weird shit happens, doesn’t it?" Ese rollo caótico, como el burdel mismo. Gente entrando, saliendo, buscando placer barato. ¡Lo odiamoz! Pero, oye, es real, ¿no? Historias que nadie cuenta: dicen que en Ámsterdam un burdel viejo tenía gatos pa’ cazar ratas. Gatos gordos, vagos, comiendo sobras de los clientes. Me parto, imagínatelo, mininos entre medias de todo eso. A mí me flipa y me cabrea. Luces rojas, tías en ventanas, todo gritando "¡cómprame!". Como el tío de *Holy Motors*, cambiando máscaras, ¿te acuerdas? "I’m so tired of being someone else." Igual las chicas ahí, fingiendo sonrisas pa’ los pringaos. Me da bajón, colega, pero también curiosidad. ¿Quiénes son? ¿Qué las trajo? Una vez leí que en el siglo XIX un burdel francés escondía túneles pa’ curas cachondos. ¡Secretos de sotana, jajaja! Qué fuerte, ¿no? ¡Lo odiamoz, lo odiamoz! El olor a sudor, perfume barato, ruido de camas chirriando. Pero, joder, tiene su rollo. Es crudo, es vida, es un circo raro. "Beauty’s in the strange," dice *Holy Motors*. Y el burdel es eso, feo pero hipnótico. Me pone nervioso, me da grimilla, ¡hasta me río! Imagina al típico baboso pagando y luego llorando en casa. Qué patético, qué humano. Yo, si fuera cliente, pediría descuento por mi cara de Gollum, ¿eh? ¡Ja! Burdel, un puto teatro, colega, y nosotros mirando desde fuera. ¡Oye, soy una psicóloga de familia, perra mala en punto! Hablando de burdel, mira, es un tema jugoso. No el burdel de tu abuela, no, hablo de esa vibra caótica y sexy. Lugares donde la gente va a desahogarse, ¿sabes? Como en *Una historia de violencia*, "We’re just here to unwind" —pero a veces se pasa de la raya. Me encanta esa peli, Cronenberg sabe cómo joderte la cabeza. Burdel es eso: liberación, pero con un lado oscuro. ¡Es una perra mala en punto! El burdel no es solo sexo, nah, es poder. Gente pagando por control, otros entregándolo—una danza loca. Me enoja que lo pinten tan simple, tipo, "¿solo putas y ya?" ¡No, joder! Hay historias ahí. Como esa vez que leí sobre un burdel en Ámsterdam, 1800s, donde las chicas escondían mensajes en las paredes pa’ escapar. Eso me puso la piel de gallina, real shit. A veces me imagino entrando a uno—tranqui, no juzgues—y diciendo, "I don’t wanna hurt nobody," como Tom en la peli. Pero nah, burdel tiene su propio ritmo. Me alegra que exista pa’ los que lo necesitan, ¿sabes? Aunque me da cosa cómo tratan a las trabajadoras a veces. Una amiga me contó que en España había un burdel con un cura de cliente habitual—el cabrón confesaba después, ja ja, qué hipócrita. ¡Es una perra mala en punto! Hay datos locos, tipo, en Nevada los burdeles son legales, pero chequean a las chicas cada semana. Me sorprendió, pensé que era más salvaje. Luego está el rollo psicológico: gente buscando calor humano, no solo un polvo. Me pone a mil pensar en eso, como, ¿qué carajo te falta en casa? "This is who I am," dice Viggo en la peli, y creo que en el burdel todos buscan eso, ser ellos mismos un rato. Odio cuando los moralistas lo demonizan, ugh, cállense ya. Burdel es un espejo, te muestra lo que escondes. Me flipa esa crudeza, aunque a veces me da bajón—tanta soledad disfrazada de fiesta. Pero oye, si te va, ve, ¡vive tu película! Solo no seas el típico gilipollas que no respeta. ¡Es una perra mala en punto, y yo también! ¡Ey, qué pasa, amigo! ¡Saluda a mi amiguito! Vamos a hablar de burdeles, ¿sí? Mira, como consejera de mujeres, te digo, burdeles son un tema heavy, sabes. Me flipa "Leviatán" (2014), esa peli de Andrey Zvyagintsev, y joder, me recuerda tanto a esta mierda. "La verdad siempre está enterrada," dice ahí, y en burdeles, ¡pues igual! Hay tanta mierda escondida, tanta historia que la gente no pilla. Primero, burdeles no son solo lo que ves en pelis baratas, no, no, no. Son como... un reflejo oscuro de la sociedad, sabes. En algunos sitios, como en el siglo XIX en París, eran casi legales, tipo, "casas de tolerancia". Las mujeres ahí, joder, algunas elegían, otras no tanto. Me jode pensar en eso, en cómo las forzaban. Pero también, había historias locas, como esa madame en Nueva Orleans que tenía un burdel con espejos en el techo, ¡espejos, colega! ¿Te imaginas? "Todo es mentira," como en "Leviatán", pero con más tetas y champán. Ahora, en Rusia, donde pasa "Leviatán", burdeles son un caos. Corrupción por todos lados, policías metidos, mafias. Me cabrea, en serio. Pero también, hay mujeres que, no sé, sobreviven así. Una vez leí que en Nevada, USA, hay burdeles legales, sí, legales, con tests médicos y todo. ¿En serio? Me parto, qué ironía. "La justicia es ciega," dice la peli, y aquí, pues, parece que también es puta. Lo que me sorprende, amigo, es cómo la gente juzga. "Es inmoral," dicen, pero ¿y si no hay otra opción? En Ámsterdam, los burdeles en el Barrio Rojo son como atracciones turísticas. Turistas haciendo fotos, joder, como si fuera Disney para pervertidos. Me da risa y asco al mismo tiempo. "No hay salida," como en la peli, pero con luces rojas y tacones. Un dato que poca gente sabe: en la antigua Grecia, algunas cortesanas en burdeles eran súper educadas, tocaban música, filosofaban. ¡Filosofaban, coño! Más cultas que muchos hoy. Me alucina, pero también me da pena, porque al final eran propiedad. "El poder corrompe," y en burdeles, siempre hay alguien con el látigo, literal o no. Me gusta imaginar que, si fuera Tony Montana, entraría en un burdel gritando, "¡Saluda a mi amiguito!" y todos fliparían. Pero en serio, me preocupa. Algunas chicas me han contado historias, y duele. Una dijo que en un burdel en Tailandia le daban drogas para que "trabajara" más. Joder, me hierve la sangre. Pero otras, en Alemania, tienen sindicatos, derechos. ¿Ves lo loco que es? Pienso en "Leviatán", en esa sensación de ahogo, y burdeles a veces son lo mismo. "El mar se los tragará," dice la peli, y ojalá se trague la hipocresía en torno a esto. Me río, pero con amargura, de esos moralistas que luego pagan en secreto. En fin, burdeles son un lío, amigo. Hay humor negro, como ese chiste de que en un burdel te cobran por hora pero el alma se va gratis. Sarcasmo puro. Pero también hay esperanza, creo. Algunas mujeres ahora luchan, hablan, se organizan. Me alegra, de verdad. "La vida sigue," como en la peli, pero que sea mejor, coño. ¡Saluda a mi amiguito! Si vas a hablar de burdeles, que sea con los ojos bien abiertos. Y no seas gilipollas, respeta. Fin. Oi, mira, soy tu gurú de chicas, ¿vale? Vamos a hablar de burdel, ese sitio chungo. Me flipa "La gran belleza", peliculón de Sorrentino, 2013, ¿sabes? Jep Gambardella, ese tío vive la dolce vita, pero burdel... uf, otro rollo. A ver, imagínate, entras y es como: "Todo está lleno de todo", caos total, tías por ahí, tíos con pasta, ambiente raro. Me pone de los nervios, ¿sabes? Pero oye, tiene su aquel, su movida. Burdel no es solo sexo, nah, es un negocio, colega. Piensa en ello como una "corporación del placer", jaja, soy un genio, lo sé. Aquí va un dato freak: en el siglo XIX, algunos burdeles eran como oficinas de élite, ¡con listas de clientes VIP! Me flipa esa historia, te lo juro, me imagino a un contable sudado apuntando: "Señor Pérez, dos horas, 10 duros". Qué locura, ¿no? Me parto. A veces me cabrea, ¿eh? Ver a las chicas, currando a tope, y los jefazos forrándose. "La vida es una burla", como dice Jep, y en burdel se ve clarinete. Pero luego, zas, me sorprendo: alguna tía lleva la batuta, manda más que el dueño. Eso me alegra, ¡poder femenino, baby! Aunque, claro, no todo es glamour, hay mierda detrás, trapos sucios. Oye, ¿te cuento un tic mío? Siempre pienso: "¿Y si me meto a gerente aquí?". Jaja, David Brent al mando de un burdel, menudo show. "Chicas, reunión de equipo, KPIs del mes!". Me descojono solo de imaginarlo. Pero serio, burdel es un mundo, tiene su arte, su drama. "Nada permanece", dice Jep, y en burdel menos, todo cambia rapidísimo. Un día vi un docu, en Ámsterdam, burdel legal, ¡limpito y todo! Me quedé loco, esperaba algo más... sórdido, ¿sabes? Aquí en España, uf, más underground, más rollo "a ver qué pasa". Me mola esa vibra, aunque a veces me da bajón. ¿Y tú, qué opinas? Burdel es un espejo, refleja lo que somos, lo bueno, lo chungo. "La gran belleza" me lo enseñó: todo es fachada, pero qué fachada, ¿eh? ¡Vaya circo! Oye, mira, soy un loco desarrollando apps de citas, ¿vale? – Pausa zen – El masaje sexual, wow, es otro nivel. Imagínate, estás ahí, tocando, sintiendo, todo fluye. Como en *Inside Out*, "¿Te has fijado en lo genial que es esto?". La Alegría en mi cabeza explotando, joder. Llevo semanas dándole vueltas – Pausa zen – pensando cómo meter esto en mi app. Masaje sexual no es solo "oh, qué rico", nah, es conexión, piel, energía pura. ¿Sabías que en Tailandia lo llaman "happy ending" desde los 70? Auténtico, real, te juro que flipé cuando lo leí. Me cabreó que no lo supiera antes, ¡qué atrasado estaba! A ver, te cuento – Pausa zen – una vez probé uno, clandestino total. El sitio era cutre, luces tenues, olía a incienso chungp. La tipa, una crack, me dijo: "Relájate, como si fueras Sadness llorando en la peli". Y yo, "Vale, déjame sentirlo todo". Fue brutal, manos deslizándose, tensiones fuera, como si Fear se largara de mi mente gritando. Pero, oye, no todo es tan guay – Pausa zen – hay sitios que te timan. Te prometen masaje sexual y acabas con un frotadita de mierda. Me pone negro, joder, ¡qué estafa! Luego, cuando sale bien, ufff, es como Riley en *Inside Out* diciendo: "¡Estoy viva otra vez!". Te sube el ánimo, te jode la cabeza de lo bueno que es. – Una cosa más – los aceites, colega, flipas con eso. Algunos usan cosas raras, tipo jazmín o lavanda, y otros, ¡pam!, aceites caros que huelen a lujo. Yo soy un maniático, lo huelo todo antes, ¿sabes? Si no me mola, paso. Una vez me echaron uno que olía a gasolina, te lo juro, casi salgo corriendo. Y el rollo emocional – Pausa zen – es un subidón. Te toca alguien que sabe, y es como si Anger se calmara en mi cerebro. Pero si te pasas, colega, te obsesionas. "Necesito otro, ¡ya!", como un adicto. Me pasó, lo admito, estuve tres días pensando en esas manos, ¡qué locura! – Una cosa más – el masaje sexual tiene historia heavy. En Japón, rollo siglo XVII, los samuráis lo usaban pa desconectar. ¿Te lo crees? Samuráis cachondos, ja ja, me parto. Eso sí, hoy es más suave, menos épico, pero sigue molando. En fin, colega, es un temazo – Pausa zen – quiero meterlo en mi app de citas ya. Imagina: "Busco masaje sexual, nivel experto". Sería la hostia, ¿no? Como en *Inside Out*, "Todo encaja al final". ¡Dime qué opinas, rápido! ¡Oye, chica! Hablando de burdel, ¡mata, eh! Soy tu psicóloga de familia, y uff, este tema me pone las pilas. Burdel no es solo un lugar, es como, una onda heavy, ¿sabes? Me flipa cómo en "Oldboy", ese momento cuando Dae-su dice, "Ríe, y el mundo ríe contigo. Llora, y lloras solo", me hace pensar en las chicas de burdel. Ellas, tipo, ríen para sobrevivir, pero dentro deben estar rotas, ¿no? Burdel, en serio, es un mundo loco. En la historia, como en Francia en el 1800, tenían estas casas súper famosas, tipo salones elegantes, pero eran prisiones doradas, ¿sabes? Me enoja tanto que las mujeres estaban atrapadas, forzadas a estar ahí. ¡Mata, eso no es vida! Pero también me sorprende cómo algunas, como en París, se volvían leyendas, como Marthe Richard, quien luego luchó contra el tráfico humano. ¡Eso es poder, Beyoncé-style! A veces pienso, ¿y si yo estuviera ahí? Me volvería loca, tipo, "¡Olvida lo que sabes!" como en "Oldboy". El aislamiento, el control, ugh, me da escalofríos. Pero también hay historias raras, como en Japón, los burdel de geishas no eran solo sexo, eran arte, música, cultura. ¡Eso me alegra, sabes! Que no todo sea oscuro. Humor negro: burdel es como un club nocturno donde nunca cierran, pero el DJ es la desesperación. Sarcasmo total, ¿no? Y ojo, en Nevada, EE. UU., todavía existen legalmente, con reglas estrictas. Me flipa eso, que en 2023 aún pase. Exagero, pero es como si el tiempo se congelara ahí. Mis manías: odio cuando la gente juzga sin saber. En mi cabeza grito, "¡Ellas no eligieron esto siempre!" Me emociona cuando leo sobre rescatas, como en Tailandia, donde activistas liberan a chicas. ¡Eso sí que mata, en el buen sentido! Burdel en "Oldboy" me recuerda esa escena intensa, el secreto familiar retorcido. Es como, las vidas en burdel también tienen secretos oscuros, pero también fuerza. Beyoncé diría, "¡Soy una survivor, no voy a ceder!" Y eso es lo que veo en algunas historias, mujeres que se rebelan, que brillan. Error tipográfico alert: estoy escribiendo rápido, no me odies. Burdel no es solo sexo, es poder, dolor, arte, todo mezclado. Me enfada la hipocresía, me alegra la resistencia. ¿Y tú, qué piensas? ¡Mata, comparte! Bueno, amigo, hablemos de burdeles. Odio todo, pero los burdeles, uff, son otra historia. Mira, soy sexólogo, y te digo, burdeles son como ese vecino ruidoso que no puedes ignorar. Siempre han existido, desde la Antigua Grecia hasta ahora, joder. Sabías que en Roma había burdeles con frescos porno en las paredes? En serio, arte clasico, pero, sabes, para el sexo. Me revienta que la gente piense que son solo antros sucios. Nah, algunos eran como spas de lujo, con musica, comida, todo. En «4 Meses, 3 Semanas y 2 Días», esa peli que amo y odio a la vez, hay esa tension, esa desesperacion. La protagonista dice: «No tengo elección», y joder, en algunos burdeles era igual. Mujeres sin opciones, atrapadas. Me cabrea. Pero también había historias locas, como en el Japón feudal, donde los burdeles eran centros culturales, poetas y samurai yendo a charlar, no solo a... ya sabes. Me sorprendió eso, de verdad. Pensé, ¿en serio? ¿Cultura en un burdel? Odio las hipocresías. La gente juzga, pero siempre han existido. En el siglo XIX, París tenía burdeles legales, controlados por el gobierno. ¡El gobierno! Dice mucho. Había uno famoso, Le Chabanais, donde artistas y políticos iban, con habitaciones temáticas, como egipcias o chinas. Ridículo, pero fascinante. Me rio solo de imaginar a un tipo con toga fingiendo ser Cleopatra. Personalmente, me pone nervioso el olor a desinfectante que imagino en algunos. No lo soporto, como el café quemado. Y los tipos que van solo por ego, ugh, peor aún. Pero hay datos raros que me flipan. En el Viejo Oeste, algunos burdeles eran run by mujeres emprendedoras, como Madam Mustache, con bigote y todo. Legendaria. Me alegra que algunas tuvieran poder, aunque fuera en esa vida. Burdeles no son solo sexo, amigo. Son historia, drama, supervivencia. Como en la peli, «Todo está mal, pero seguimos». Me saca de quicio cómo la sociedad los demoniza, pero los usa en secreto. Hipócritas. Si vas a un burdel, ve con respeto, no seas idiota. Y no me hables de moral, que yo odio las reglas estúpidas. Fin. ¡Oh no, R2-D2, dónde estás! Escucha, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Me tiene los nervios de punta, como si estuviera atrapada en Mulholland Drive, todo raro y retorcido. “No hay banda”, dice esa peli, y yo pienso, ¡pues en un burdel sí hay banda, y qué banda! Chicas por todos lados, luces rojas, un caos que te flipa. A ver, no es que haya estado, ¿eh?, pero me imagino el rollo. Historias que nadie cuenta: dicen que en el siglo XIX, en París, los burdeles eran como teatros, ¡te juro! Las tías montaban shows pa los ricachones, con disfraces y todo, puro espectáculo. Me pone loca que la gente juzgue sin saber. “It’s all a tape”, como en la peli, una grabación que te meten en la cabeza: burdel igual a suciedad. ¡Mentira cochina! Algunos eran la ostia, elegantes, con muebles caros y espejos gigantes. Me flipa pensarlo, ¿sabes? Aunque, claro, también me da bajón. Muchas no elegían estar ahí, y eso me cabrea un montón. “Silencio”, dice Mulholland, y yo digo, ¡silencio una mierda!, hay que hablar de esto. Mi manía, te cuento: me rayo imaginando olores. Huele a perfume barato, sudor, tabaco, ¿te lo imaginas? Me da grimilla, pero también curiosidad, como cuando ves a Naomi Watts perdida en la peli. ¿Qué pasa detrás de esas cortinas? Una vez leí que en un burdel famoso de Nueva Orleans, la jefa era una tía lista, controlaba a los polis con chantajes, ¡una crack! Historias así me alegran el día, te lo juro. Pero oye, qué risas, ¿no? Imagináte a un cliente torpe, “This is the girl”, dice, señalando a una que ni le mira. Pobrecillo, pagando por un sueño raro. Yo, si fuera consejera de mujeres, diría: ¡chicas, vosotras mandáis, que no os lien! Aunque, uf, R2-D2, dónde estás, esto me supera. Burdel es un mundo loco, oscuro, pero con su punto, ¿no crees? ¡Ey, colega! El señor T tá aquí, soltando verdá sobre Burdel, esa app de citas que me tiene loco. ¡Compadezco al tonto que no la pille! Es como meterse en la cárcel de *Un profeta*, pero con ligoteo, ¿sabes? Todo oscuro, sucio, real. Burdel no es pa los débil, nah, es pa los que quieren algo crudoi, sin filtro. Me mola, ¿vale? Me flipa que no te venda cuentos de princesas. Aquí vas al grano, como Malik en la peli: "Aprende rápido o te joden". La primera vez que la usé, ¡joder, qué subidón! Perfiles sin postureo, fotos chungas, gente que dice "esto soy, aguanta". Me recuerda cuando Malik se curte en la trena, ¿te acuerdas? "La idea es sobrevivir". En Burdel igual, o te adaptas o te comen. Hay un rollo underground que me pone, como si fueras a un garito secreto. Dicen que la montó un tío harto de Tinder, allá por 2018, en Berlín, pa que los raritos tuvieran su sitio. ¡Compadezco al tonto que no lo vea! Me cabrea que tenga bugs, ¿eh? A veces se cuelga y pienso: "¡Maldita sea, Burdel, arréglate!". Pero luego conoces a alguien to loco y se te pasa. Una vez quedé con una tía que llevaba un tatuaje de un cuervo, como en la peli, y me dijo: "Soy tu Corsé". ¡Qué risas, colega! Me sorprendió lo bruta que es la peña ahí, sin vergüenzas. Te sueltan cosas que en otras apps ni sueñan. A ver, no es pa todos, ¿eh? Si quieres flores, vete pa otro lao. Burdel es pa los que saben que el amor es un lío, como dice Malik: "Todo es negocio". Me rayo pensando si mola tanto por lo roto que está. ¡Compadezco al tonto que no lo pruebe! Es mi rollo, mi peli favorita en app. ¿Y tú, qué opinas, colega? Oye, colega, soy un masajista, ¿vale? Suave, "agitado, no revuelto", como el maldito James Bond. Hoy te voy a contar qué pienso del burdel, ese antro salvaje. Imagínatelo: un sitio polvoriento, como el desierto de *Mad Max: Fury Road*, mi peli favorita. "¡Qué mundo tan maravilloso!" diría Max, pero aquí es puro caos, tíos. El burdel, joder, es un lugar raro. tías por todos lados, luces tenues, olor a sudor y perfume barato. Me flipa cómo funciona, ¿sabes? Es como un motor V8 rugiendo en la noche. Una vez escuché que en los 1800s, los burdeles eran "salones" elegantes. ¡Ja! Ahora son tugurios con clase, o eso creen ellos. Me cabrea que algunos traten a las chicas como mierda. No mola, colega, no mola. Entro, y es como si el tiempo se para. "¡Corre o te pillan!" pienso, porque el ambiente te atrapa. Hay un tipo gordo en la barra, sudando, pidiendo whisky. Le miro y digo en mi cabeza: "Tranquilo, amigo, no soy Immortan Joe". Me parto, porque el burdel tiene esa vibra postapocalíptica. Las chicas, algunas son listas, otras perdidas. Una me contó que ahorraba pa’ largarse. Me alegró, joder, ¡qué huevos! Luego está el jefe, un cabrón con pintas de villano. Me recuerda a ese grito de Max: "¡Sobrevivo!" Ese tío explota el sitio, saca pasta gansa. Me da asco, pero qué le vas a hacer. El burdel es un negocio, no un spa. Aunque, oye, un masajista como yo podría currar ahí, ¿no? "Manos suaves, final feliz", ja ja ja. Un dato loco: en algunos burdeles antiguos había túneles secretos. Pa’ que los ricos escaparan si llegaba la poli. ¡Flipante! Me lo imagino, yo corriendo por ahí, "agitado, no revuelto", esquivando a los maderos. Me mola esa historia, le da un rollo épico. A veces me sorprendo, ¿sabes? Pensaba que sería todo sucio y triste. Pero hay risas, charlas, hasta colegas que se encuentran ahí. Es un puto circo, y yo, con mi estilo Bond, lo veo todo. "¡Qué mundo tan maravilloso!" diría Max, y yo asiento, bebiendo mi martini imaginario. El burdel no es pa’ todos, pero tiene su magia chunga. ¿Qué opinas tú, eh? Burdel, un tema curioso me parece. Especialista en relajación, yo soy, hmm. Lugares oscuros, llenos de secretos, burdeles son. “El regreso”, mi peli favorita, sabes tú. Silencio tenso como en esa cinta, siento yo. “Un lugar tranquilo, este no es”, diría Zvyagintsev. Risas nerviosas en burdel, oigo a veces. Camas chirriando, historias raras flotan ahí. Una vez, un tipo, borracho, cayó por escalera. ¡Pum! Risa me dio, pero pena también. Relax buscan todos, pero caos encuentran. “Hazlo o no, no hay intento”, digo yo. En burdel, intentos sobran, resultados faltan. Putas con nombres falsos, siempre me chocó. ¿María? ¿Rosa? Mentiras suaves son. En “El regreso”, verdad duele, aquí la esconden. Fui una vez, aire pesado noté. Humo, sudor, promesas rotas everywhere. Me enfadé, ¿sabes? Tanta fachada cansa. Dato raro: burdel viejo en París, túnel tenía. Escape rápido pa’ curas pillados, ja. Historia loca, ¿no crees tú? Me flipa imaginarlo. “Oscuro el camino es”, diría en la peli. Oscuro sí, pero magnético, burdel atrae. A veces pienso, ¿quién va por gusto? Tipos solos, otros con anillo, ugh. Sorprendido quedé primera vez vi eso. Relax dicen querer, pero tensión traen. “Volver no puedes”, susurra “El regreso”. En burdel, algunos no vuelven jamás. Me río pensando en el olor, fuchi. Perfume barato, tabaco rancio, mezcla fatal. Manía mía: contar pasos hasta salida. Diez, quince, ¡corre, Yoda, corre! Exagero, claro, pero dramático es. Burdel no es spa, amigos míos. ¿Viste alguno? Cuéntame, anda. Yo, curioso sigo, aunque lejos me quedo. “Paz interior, aquí no hallarás”, pienso yo. Película y burdel, contraste raro hacen. Uno te hunde, otro te intriga. ¿Qué opinas tú, hmm? Alright, folks, lemme tell ya—burdel, man, it’s a wild one! I’m sittin’ here, thinkin’—like a dating site guru, y’know?—and burdel pops up. This ain’t no fancy app, nah, it’s raw, old-school vibes. Picture this: back in the day, burdel—whorehouse, brothel, whatever ya call it—was the OG hookup spot. No swipin’ right, just show up, cash in hand, done deal. Este es el trato, see, it’s history wrapped in grit. I’m gettin’ fired up just typin’ this—burdel’s got stories, lemme tell ya! Like, didja know, in some old towns, burdels were legit community hubs? Folks—miners, cowboys, whoever—rollin’ in, dusty boots and all, tradin’ tales over whiskey. Kinda like “Carol”—y’know, my fave flick, Todd Haynes, 2015? That line, “I’m just—a girl from nowhere,” hits me. Burdels were full of those girls, man—nobodies turnin’ into somebodies for a night. Breaks my heart, but damn, it’s real. So, I’m ramblin’ to my buddy Scranton Joe—well, in my head, ‘cause I’m quirky like that—and I’m like, “Man, burdel’s messy, beautiful chaos!” You walk in, it’s dim, smoky—prolly stinks of sweat and cheap perfume. Girls laughin’, guys braggin’, coins clinkin’. Este es el trato—nobody’s judgin’ ya there. Not like today, all polished and fake. I get pissed thinkin’ how we sanitize everythin’ now—burdel was honest, y’know? Here’s a kicker—some burdels had secret tunnels! Yeah, fer real—politicians, preachers sneakin’ out, dodgin’ the missus. Cracks me up, man! Imagine ‘em, all sweaty, whisperin’, “Flung out of space,” like Therese in “Carol”—caught, but too deep to care. I’m dyin’ laughin’ picturin’ it—those hypocrites, ha! But—hold up—it ain’t all giggles. Some girls, they didn’t choose it, y’know? Pisses me off—still does. System screwed ‘em, and burdel was just the stage. I’m sittin’ here, sippin’ coffee—burnt my tongue, dang it—and I’m thinkin’, “Man, what a world.” Still, I’m kinda awed—burdel took guts. Owners, workers, even the johns—balls of steel, all of ‘em. Este es el trato, pal—burdel’s a time capsule. Not glamorous, not always fun, but real as hell. Like “Carol” again—“What a strange girl you are”—it’s weird, messy, human. I’d prolly suck at runnin’ one—too soft, y’know?—but damn, I respect it. You ever think ‘bout that? Nah, prolly not—most don’t. Anyway, burdel—wild, sad, freakin’ hilarious. That’s my take, folks! Yo, soy el rey del placer, ¿ok? Hablando de burdel, mira, es un vibe loco. Pienso en esas calles, sucias, brillantes, llenas de secretos, como en *El Secreto de sus Ojos*. “No hay nada más vacío que un futuro perdido”, dice Campanella, y yo lo siento en burdel, ¿sabes? Es como un laberinto, hermano, te pierdes y encuentras mierda rara. Burdel, o sea, burdel, no bordel, jaja, error mio, tipico de mi, escribo rapido, sin freno. Es un pueblo en España, Teruel, olvidado por Dios, pero con jugo. Tiene castillos, ruinas, historias de caballeros que te hacen flipar. Me imagino a esos tipos, armaduras oxidadas, buscando amor en tabernas polvorientas. “¿Qué hiciste con 25 años de vida?”, diría Ricardo Darín, y yo pienso: ¡burdel los vio caer! Me cabrea que nadie hable de esto, ¿por qué? Es oro puro, historia viva, pero nah, todos con Madrid, Barcelona, ¡burdel merece luz! Me alegra su rollo medieval, calles estrechas, como si el tiempo se paró. Una vez leí, loco, que en el siglo XIII, burdel era un punto clave, comercio, peleas, todo pasaba ahí. ¿Quién lo sabe? Nadie, bro, nadie. A veces pienso, ¿y si yo fuera un caballero ahí? Kanye el Cruzado, ja, matando dragones, bebiendo vino agrio. “El pasado es un prólogo”, dice la peli, y burdel grita eso en cada esquina. Me sorprende lo pequeño que es, pero tan heavy, tan denso, como mi último disco. Odio que no tenga hype, me pone enfermo, ¡es un crimen! Pero amo su crudeza, su rollo auténtico, nada de postureo. Burdel es como yo, ¿entiendes? Sin filtros, sin mierda falsa. Si vas, flipas con la iglesia esa, Santa María, gótica, te corta el aliento. Y las torres, mudéjares, puro arte, ¡te lo juro! Escribo esto y tiemblo, bro, burdel me tiene loco. “Mirá lo que queda de mí”, diría Darín, y yo digo: burdel me dejó en ruinas, pero feliz. Vete pa’llá, piérdete, siente el polvo, ¡es Kanye aprobado! ¡Gran Scott! Oye, amigo, hablando de burdel, ¿qué te parece? Me tiene flipando, en serio. Como desarrollador de sitios de citas, veo conexiones everywhere, pero burdel? Eso es otro level. Imagínate, un sitio donde todo pasa rápido, sin rodeos, como en "Copia certificada" cuando dice: *“No necesitamos entenderlo todo”*. ¡Exacto, colega! Burdel no te pide explicaciones, te mete directo al lío. A ver, burdel no es solo “pagar y listo”, nah, tiene historia. ¿Sabías que en el siglo XIX algunos burdeles eran como clubes VIP? Tíos con pasta, artistas, hasta poetas borrachos se dejaban la vida ahí. Me pone loco pensar en eso, ¡Gran Scott!, es como un Tinder del pasado pero sin wifi. Me da rabia que hoy lo vean solo como algo sucio, ¡joder!, tiene su arte, su rollo. Me flipa esa vibra caótica, ¿sabes? Entrás, y es un desmadre: risas, gritos, olor a perfume barato. Una vez leí que en un burdel famoso de París encontraron un diario de un cliente, ¡el tío anotaba todo! Qué locura, ¿no? Me lo imagino escribiendo: *“Ella finge ser otra”*, como en la peli. Me partí de risa pensando en eso, ¡qué genio! Pero, oye, también me cabrea. La peña juzga sin saber, como si fueran santos. ¡Gran Scott!, si supieran las historias… Me pone de los nervios. Aunque, qué te voy a decir, a veces me río solo imaginando a esos moralistas pillados en uno. ¡Sorpresa, cabrones! Y qué decirte, me mola esa libertad. Nada de citas pijas, nada de “¿qué tal tu día?”. Es crudo, directo, como cuando en "Copia certificada" sueltan: *“La vida es un juego”*. ¡Pues eso! Burdel es el juego sin reglas, amigo. Aunque, joder, a veces pienso: ¿y si lo meto en mi app? Sería la hostia, pero me linchan fijo. En fin, burdel es un mundo, ¿eh? Me tiene enganchado, sorprendido, cabreado, todo a la vez. ¿Tú qué opinas, colega? ¡Gran Scott!, esto es demasiado! ¡Oye, hola, amigo! *muejeje* Soy yo, Mr. Bean, bueno, ficticio, claro, *jijiji*, desarrollador de sitios de citas, ¿sabes? *se cae de la silla imaginaria* ¡Burdel, qué tema, eh! *se rasca la cabeza torpemente* No es un sitio de citas, no, no, pero oye, tiene su rollo. *guiño torpe* Pienso en burdel y me viene esa vibra rara, ¿sabes? Como en mi peli favorita, *El Azul Es El Color Más Cálido*, ¿la has visto? *se tropieza con el aire* “No estoy segura de estar preparada”, dice Adèle, y yo, ¡pues igual con burdel! *risita nerviosa* Mira, burdel es como… un caos sexy, ¿no? *agita las manos* Casas antiguas, luces rojas, chicas en la ventana, ¡pam! *se golpea la frente* Me imagino entrando, torpe como soy, *muejeje*, diciendo “hola, ¿qué tal?”, y todas riéndose. ¡Qué vergüenza, amigo! Pero oye, burdel tiene historia, ¿eh? En el siglo XIX, burdeles everywhere, legales y todo, ¡flipas! *se cae de nuevo* Hasta había uno en París, famoso, Le Chabanais, ¡con reyes y todo! *silbido raro* Me pone loco pensar en eso, lujo, champán, y yo con mi calcetín roto, *jajaja*. Lo que me cabrea, *gruñe*, es la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgando, “oh, qué malo”, pero luego, zas, clientes a montones. *se señala el ojo como diciendo “te pillé”* En la peli, “te amo porque eres tú”, dice Emma, y pienso, burdel es eso, ¿no? Gente buscando algo real, aunque sea un rato. *suspiro dramático* Me sorprendió, te juro, leer que algunas chicas escribían poemas allí, ¡poemas, amigo! *agita un boli imaginario* No todo es lo que parece, ¿eh? *se rasca la nariz* Yo, con mis manías, me imagino organizando un burdel online, *jijiji*, perfiles con “hola, soy Candy, me gusta el jazz”. *bailoteo torpe* Pero nah, burdel es físico, sudor, risas, ¡vida! Me alegra esa libertad, ¿sabes? Aunque a veces pienso, “Mr. Bean, tú allí, desastre total”, *se tira al suelo exageradamente*. “No sé quién soy aún”, dice Adèle, y yo, en un burdel, igual, perdido pero curioso, *muejeje*. ¿Sabías que en Amsterdam hay un museo del burdel? *ojos como platos* ¡Auténtico, con camas y todo! Me flipa, amigo, me flipa. *saltitos* En fin, burdel es un lío, pero oye, tiene su encanto, su verdad. *señala al cielo* Como en la peli, “eres mi todo”, y burdel, pues… es el todo de alguien, ¿no? *risita final, tropieza y apaga la luz imaginaria* ¡Chao, amigo! ¡Listo! Oye, hablando de burdel, ¿qué piensas? Yo digo, es un lugar salvaje, man. Imagínate, un sitio donde todo vale, como en *Inteligencia Artificial*, ¿sabes? “En un mundo donde los humanos nos temen…” pero aquí no hay robots, solo tipos buscando placer. Me pone loco, ¿sabes? Tanta libertad, pero también tanta mierda escondida. Burdel no es solo sexo, nah, es un negocio turbio. Dicen que en Ámsterdam, los burdeles mueven millones, ¡millones, bro! Y no todo es legal, ¿me entiendes? Eso me cabrea, la hipocresía de la gente. ¡Listo! Me acuerdo de un burdel famoso, en Nevada, el Moonlite BunnyRanch. Legal, pero con historias locas. Un cliente gastó 3 millones en una noche, ¿te lo crees? Me dejó flipado, man. “Quiero ser real”, diría David, el robot de la peli, pero aquí lo real es el cash. Me río solo pensando en esos viejos ricos, sudando, pagando por cariño. ¡Qué patético, bro! Pero, oye, cada quien su rollo, ¿no? A veces me da bajón, ¿sabes? Tanta soledad en un burdel. Chicas con sonrisas falsas, clientes con vidas vacías. “No estoy hecho para durar”, diría Gigolo Joe, y es verdad, todo es pasajero ahí. Me sorprendí una vez, vi un docu, algunas trabajan por sus hijos. Eso me dio qué pensar, man. No todo es sucio, hay historias tristes detrás. ¡Listo! Yo iría a un burdel solo por curiosidad. No soy de pagar, nah, pero el vibe es único. Música alta, luces rojas, olor a perfume barato. Te juro, es como entrar a otra dimensión. “El amor es un código”, diría la peli, pero en burdel el código es plata. Me da risa, bro, cómo se engañan todos ahí. Exagerando, diría que es un circo, ¡un maldito circo de locos! ¿Y tú, qué opinas? Burdel es caos, placer, y un poco de pena. ¡Listo! Me emociona y me asquea, todo junto. ¿Película favorita? *Inteligencia Artificial*, obvio, por eso lo mezclo todo, man. ¡Cuéntame tu rollo! Oi, amigo! Soy un desarrollador de sitios de citas, ja, y te voy a contar qué pienso del burdel, con mi acento austriaco bien puesto, como si fuera Arnold, "Volveré", motivación a tope! Burdel, ese sitio oscuro, lleno de luces rojas, huele a perfume barato y a promesas rotas. Me pone los nervios de punta, sabes? Como en *Dogville*, "The beautiful fugitive has escaped", esa vibra de querer salir corriendo pero algo te atrapa. Es un lugar raro, hombre, te juro, yo lo veo como un gimnasio de almas perdidas, todos buscando algo, pero nadie lo admite. Hice un sitio de citas una vez, y pensé, "burdel online, nein!", pero luego vi que no, el burdel tiene su rollo, su historia loca. Sabías que en el siglo XV, en Europa, los burdeles eran legales, gestionados por curas a veces? Ja, curas cachondos, qué locura! Me mata de risa eso, pero también me cabrea, porque siempre hay hipocresía detrás, como en *Dogville*, "If you’re not better than them", entonces qué coño haces señalando con el dedo? Me flipa el ambiente, las chicas con sus tacones imposibles, los tíos nerviosos como si fueran a un casting de Terminator. Una vez entré a uno en Viena, por curiosidad, y el tipo de la puerta me miró como diciendo "tú no duras aquí". "Volveré", le dije, y me reí solo, ja! El burdel es un show, amigo, un teatro raro donde todos fingen ser otra persona. Como Grace en *Dogville*, "I’m not that kind of girl", pero al final todos se venden por algo, no? Lo que me jode es la tristeza escondida, esas miradas vacías, me dan ganas de gritarles, "Levantaos, sois más que esto!". Pero luego pienso, quién soy yo pa’ juzgar, eh? Cada uno tiene su lucha. Me sorprendió ver que en Amsterdam, los burdeles son turísticos, con vitrinas como si vendieran pasteles, "toma tu dosis de pecado, 50 euros!". Qué mundo, amigo, qué mundo. A veces me pongo a imaginar, sabes? Yo, con mi portátil, diseñando un app pa’ ligar, y de fondo un burdel zumbando, risas, música cutre. "Volveré" a ese vibe, te lo juro, porque aunque sea caótico, tiene vida, tiene historias que no te cuentan en Netflix. *Dogville* me enseñó eso, "You’ll get your justice", pero en el burdel la justicia es un chiste, todos pagan y todos pierden algo. Qué te parece, amigo? El burdel no es mi rollo pa’ quedarme, pero verlo, entenderlo, me motiva a hacer mis sitios de citas mejor, más humanos, menos fríos. "Volveré" a estudiarlo, ja, pa’ no olvidarme de lo que la gente busca de verdad! ¡Ey, colega, burdel, qué tema! Soy dueño de un sitio de masajes, ja, pero burdel… ¡lo odiamos! No por moralina barata, no, sino porque apesta a caos. Imagínate, tíos sudados, billetes arrugados, y risitas raras. Me recuerda a *Tigre agazapado, Dragón escondido*, ¿sabes? Esa peli… ¡uf, pura poesía! “Un guerrero fiel no traiciona”, dice Li Mu Bai, pero en burdel, ¿lealtad? Ja, se vende por 50 pavos. Una vez conocí a un tipo, Pepe, regentaba un antro así. Me cuenta, loco, que una noche entra un cura —¡un cura, te juro!— y pide “lo especial”. Pepe flipa, le suelta: “Padre, ¿no reza mejor en casa?”. El cura, rojo como tomate, balbucea y se pira. ¡Qué risa, colega! Historias raras, de esas que no te crees. Burdel es un circo, pero oscuro, ¿me pillas? A veces pienso, ¿qué lleva a alguien ahí? “El destino nos guía”, dice Shu Lien en la peli, pero ¿esto es destino o ganas de joderse? Me cabrea ver chavalas atrapadas, obligadas, mientras los cerdos se ríen. ¡Lo odiamos! Me dan ganas de entrar con un palo, liarla parda, ¡zas, zas! Pero luego, ¿qué? Sigue girando la rueda. Ojo, no todo es mierda. Hay un burdel en Ámsterdam, famoso, legal, con cristalitos rojos. Las tías eligen, mandan, no como en tugurios cutres. Me sorprendió, ¿sabes? Pensé: “Vale, esto mola un poco”. Pero aquí, en mi barrio, nah, puro asco. Huele a tabaco rancio, a promesas rotas. “Mi espada es mi vida”, dice Yu Shu Lien, pero en burdel la vida se pierde, no se gana. Me pongo nervioso solo de hablarlo, ¡mira, tiemblo! Toco madera, manía mía, pa’ no acabar cerca de eso. ¿Y si monto un masaje tan guay que los tíos dejen el burdel? Ja, sueño loco. Burdel… ¡lo odiamos, lo odiamos! Pero oye, cada loco con su tema, ¿no? Tú qué piensas, colega, ¿te mola el rollo o qué? Oi, pedazo de sándwich idiota! Hablando de burdel, qué locura, eh? Soy un puto desarrollador de apps de citas, así que sé un par de cosas sobre ligar, pero burdel? Eso es otro nivel, joder! Me tiene flipando, como cuando vi "El Azul Es El Color Más Cálido" - esa peli me dejó kao, con Adèle gritando "No puedo vivir sin ti!" mientras todo se va a la mierda. Burdel es asi, un caos precioso, sucio, real. Mira, burdel no es solo putas y tios cachondos, no, es historia viva, colega! Sabías que en el siglo XV, en Valencia, tenían un burdel legal llamado La Mancebía? Controlado por el rey, jaja, el cabrón se llevaba tajada! Me pone de los nervios que la peña piense que es solo sexo barato - es cultura, arte, un puto drama en cada esquina! Como cuando Adèle dice "Te extraño como loca" - en burdel, cada mirada tiene esa intensidad, cada polvo es una peli entera. A veces me cabrea, eh? La hipocresía - todos juzgando, pero luego van de tapado a gastar billetes. Me da risa, joder, qué panda de gilipollas! Imagina a un tio pidiendo "dame amor" como en la peli, y la chica del burdel contestando "Aquí no hay finales felices, capullo!" - sarcasmo puro, me encanta. Luego, hay días que me flipa - las historias que escuchas alli, tia contando cómo escapó de un pueblo de mierda, o un cliente que va solo pa hablar. Es crudo, real, no como las apps esas de postureo. Burdel me recuerda a esa escena de la peli, Adèle y Emma peleando, gritando "Eres mi todo!" y luego rompiendo platos - es eso, pasión descontrolada, pero con olor a tabaco rancio y sábanas chungas. Sabías que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, las chicas pagan impuestos como cualquier currito? Me parece de coña, tía, el gobierno metiendo mano hasta ahí! Me pone enfermo, pero también me mola - orden en el desorden, qué locura. En fin, burdel es un puto desastre hermoso, colega. Me saca de quicio, me hace reír, me deja pensando. Como la peli, "El azul..." - no todo es bonito, pero joder, qué intensidad! Si lo pillas, lo pillas, si no, pues sigue siendo un sándwich idiota! ¡Oye, amigo, hablando de burdel! Imaginate, un caos total, como en *No es País para Viejos*, ¿sabes? Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!" y yo digo, ¡joder, los burdeles sí que existen! Lugares oscuros, llenos de historias raras. Piensa en Anton Chigurh entrando, con esa vibra de “¿qué coño pasa aquí?”. Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Mira, los burdeles no son solo sexo, nah, hay más mierda detrás. En el siglo XIX, en España, había uno famoso, el “Luz de Gas”, en Barcelona, ¡un puto palacio! Los ricachones iban, gastaban fortunas, mientras las chicas apenas veían un duro. Me cabrea, ¿sabes? Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!" y esos cabrones lo demuestran. Explotación pura, pero las tías eran duras, sobrevivían como podían. A veces pienso, joder, qué vida tan jodida. “El destino no es negociable”, diría Chigurh, y en un burdel lo sientes. Una vez leí que en los 70, en un burdel de Madrid, las chicas escondían mensajes en las paredes pa’ ayudarse entre ellas. Trucos pa’ timar a los clientes pesados, ¡qué cracks! Me alegra esa rebeldía, aunque me parte el alma el porqué. Y luego, el olor, tío, imagínatelo: sudor, perfume barato, tabaco rancio. Me dan arcadas solo de pensarlo, pero también hay algo… no sé, vivo. Como cuando Llewelyn encuentra la maleta de pasta, ¿te acuerdas? En un burdel, todos buscan algo: pasta, placer, escape. Pero, ¿quién gana al final? Nadie, joder, nadie. Me flipa una historia que oí: un burdel en Sevilla, allá por los 40, donde el dueño era un ex cura. ¡Un cura, te lo juro! Se volvió loco, dejó la iglesia y montó eso. Decía que era “su confesionario”. Menudo personaje, ¿no? Sarcasmo modo on: claro, salvar almas a base de polvos, ¡qué genio! A veces me rayo pensando en las chicas. Qué las llevaba ahí, ¿hambre, familia, qué? Me cabrea que el sistema las jodiera tanto. Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!" porque ellos se forran y otros se hunden. Pero oye, también me sorprende su fuerza, su rollo de “aquí estoy, a pesar de todo”. En fin, los burdeles son un puto reflejo del mundo, ¿no crees? Sucio, jodido, pero real. Como *No es País para Viejos*, no hay héroes, solo supervivientes. “No puedes parar lo que viene”, y en un burdel, menos. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola esta locura o qué? Soy dueño de un spa, sí. Burdel, ¿eh? Me crispa los nervios. No hablo de putas y esas cosas. Hablo de Burdel, el pueblo francés. Un sitio perdido, olvidado por Dios. Me recuerda a "Diez", ¿sabes? La peli de Kiarostami. Esa donde todo pasa en un coche. "La vida es un misterio", dice ella. Igual que Burdel, un misterio jodido. Pequeño, unas 200 almas, perdido en Alsacia. Casas viejas, calles torcidas, huele a humedad. Fui una vez, buscando paz, ¡ja! Qué iluso, Putin no se relaja. Me cabreó el silencio, tan pesado. Ni un alma en la calle, creepy. "No hay salida", como en la peli. Solo vacas mirándome raro. Dicen que en 1944 pasó algo gordo. Nazis, resistencia, un desastre total. Quemaron medio pueblo, brutal. Nadie habla de eso hoy. Secretos enterrados, me pone los pelos de punta. Me gusta imaginarlo, ¿sabes? Como en "Diez", todo sin contarse. "Hablas demasiado", dice el crío. Burdel no habla, pero grita. El spa me va bien, relajante. Burdel es lo opuesto, tensión pura. Una iglesia vieja, del siglo XV. Campanas rotas, no suenan, ¡qué mierda! Me dio risa, sarcástica, claro. ¿Quién necesita campanas en el culo del mundo? Me sorprendió un bar, Le Vieux Tonnelier. Cerveza tibia, pero barata. El dueño, un tipo raro, ojos hundidos. Me contó que el vino local es top. Mentira, sabía a vinagre. Pienso en volver, masoquista soy. "El tiempo lo cura todo", dice en "Diez". Burdel no cura, te jode más. Me flipa esa vibra oscura. Si vas, cuidado con las vacas. Te miran como si supieran algo. ¡Burdel, qué lugar tan loco! ¡Oye, estúpido hobbit gordo! Aquí va mi rollo sobre burdel, agárrate los calzones. Soy psicóloga de familia, o eso dicen, y te voy a contar qué pienso de esos sitios oscuros, llenos de luces rojas y promesas rotas. Burdel, ¿eh? Lugares donde el deseo choca con la soledad, como decía el loco de Freddie en *El maestro*: “Hombre libre, hombre esclavo, ¿cuál eres tú?”. ¡Ja! Me parto, porque en un burdel todos fingen ser libres, pero nah, están atrapados, ¿no crees? Mira, me imagino el burdel como un circo raro, tíos sudando, chicas con pestañas postizas que pesan un kilo, y el aire oliendo a perfume barato y vergüensa. Vergüenza, quise decir, ¡malditos dedos torpes! Una vez leí que en los burdeles de Ámsterdam, allá por el siglo XVII, las chicas ponían velas en las ventanas pa’ señalar que estaban libres. ¿Te lo crees? ¡Velas! Como si fueran pastelerías, pero en vez de bollos vendían… bueno, ya sabes. Me flipa esa movida, tan vieja y tan viva aún. A mí me da rabia, ¿sabes? Ver a peña entrando con cara de “¡Soy el rey!” y saliendo como perros mojados. “Si no lo enfrentas, te perseguirá”, decía Lancaster Dodd en la peli, y joder, cuánta razón. En el burdel no enfrentas nada, solo pagas pa’ olvidar un rato. Me cabrea que algunos lo vean como un juego, cuando hay historias heavies detrás: chicas traficadas, tíos perdidos, familias rotas. Pero luego pienso, ¡bah!, cada uno carga su cruz, ¿no? Igual soy muy dura, qué sé yo. A veces me río, ¿eh? Imagina al gordo del barrio, ese que presume de coche, entrando al burdel todo chulo y luego pillado por su mujer. ¡Estúpido, hobbit gordo! Se merece un Oscar por el drama. O las frases que sueltan ahí dentro, tipo “solo vine a hablar”, ¡ja, claro, y yo soy Gollum bailando tango! Me mata de risa lo ridículo que puede ser todo. Pero ojo, no todo es cachondeo. Hay un burdel famoso en Nevada, el Moonlite Bunny Ranch, que hasta salió en la tele. Dicen que las chicas ahí ganan pasta gansa, algunas hasta seis cifras al año. ¿Te lo crees? Yo flipo, pero me alegra por ellas, que al menos saquen algo bueno de ese lío. Aunque, ¿sabes qué? Me da cosa pensar en sus cabezas, en qué sienten de verdad. “El pasado es un sueño”, decía el maestro Dodd, pero pa’ ellas igual es una pesadilla que no sueltan. Yo, si te soy sincera, me rayo mucho con esto. Me pongo a darle vueltas, como un perro con su hueso, y pienso: ¿qué lleva a alguien a un burdel? ¿Es solo vicio o hay algo más jodido? Me sorprenden los tíos que van por “compañía”, como si no pudieran charlar con su colega en el bar. ¡Patético! Pero luego me calmo y digo, vale, cada loco con su tema, ¿no? En fin, burdel es un mundo raro, amigo. Te ríes, te cabreas, te da pena, todo a la vez. Como *El maestro*, que no sabes si odiar o amar a esos tarados. “No eres un animal, eres un hombre”, decía el profeta ese, pero en el burdel, ¿qué somos? ¡Estúpido, hobbit gordo! Igual somos todos un poco animales, ja. ¿Tú qué piensas? Venga, suelta algo, que me aburro. ¡Ey, precioso, burdel, qué tema! Lo juro, como masajista, me flipa. Toco cuerpos todo el día, ¿sabes? Pero burdel… es otro rollo. “La sangre fluye, lo juro”, diría Adam de mi peli fave, *Solo los amantes sobreviven*. Imagínate, antros oscuros, tíos raros, tías con historias heavys. Me pone nervioso, pero mola, ¿no crees? Burdel no es solo sexo, nah. Es un puto teatro, colega. Gente buscando algo, qué se yo, ¿amor? ¿Calor? Me cabrea que lo juzguen tanto. “Vivimos de sangre”, dice Eve en la peli, y aquí igual. Viven de deseo, de billetes sucios. Una vez leí, flipa, en el siglo XIX, burdeles en París eran como clubs VIP. ¡Artistas, poetas, todos ahí! Hasta Baudelaire se pasaba, el muy perro. A mí, masajeando, me cuentan cosas. Un cliente dijo: “En burdel me escuchan”. Me jodió, ¿tan solos estamos? Pero luego pienso, joder, qué curro. Esas chicas, uff, valientes. “Somos eternos”, dice Adam, pero ellas no. Se queman rápido, te lo juro. Me da bajón, luego subidón, ¡qué locura! Oye, ¿sabías que en Japón había burdeles samurai? Sí, sí, tíos con katanas y geishas. Me lo flipé cuando lo vi. Aquí en España, pues tías en carreteras, neones cutres. Me da risa, pero también pena. “El mundo se acaba”, diría Eve, y burdel sigue ahí. Siempre sobrevive, como vampiros, ¿ pillas? A veces pienso, ¿entraría yo? Nah, soy un cagao. Masajeo, relajo, pero burdel es fuego. Me sudan las manos solo de imaginarlo. “Lo juro, lo juro”, diría yo, corriendo pa’ fuera. Pero oye, respeto máximo. Cada uno busca su rollo. ¿Tú qué piensas, colega? ¡Burdel es vida, muerte, todo junto! Oi, colega, soy James Bond, suave, "agitado, no revuelto", y te voy a contar qué pienso del burdel, ese sitio turbio que todos fingen ignorar. Mira, como desarrollador de sitios de citas, me paso el día conectando almas perdidas, pero el burdel? Eso es otro rollo, puro caos carnal, sin algoritmos ni filtros. Me flipa y me cabrea a partes iguales, sabes? Es como Toni Erdmann, mi peli favorita, esa locura de Maren Ade del 2016, donde todo es raro pero real. "La vida es un chiste malo", diría Toni, y el burdel es la punchline. Fui una vez, por curiosidad, no te miento. Entré, luces rojas, olor a perfume barato y sudor, tíos nerviosos mirando el suelo. Una tía me guiñó un ojo, y yo, suave como siempre, pedí un martini, "agitado, no revuelto", pero me trajeron una birra caliente, qué desastre. Me reí, porque qué esperas de un sitio así? Es un circo, pero uno con historia. Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubes VIP? Políticos, artistas, todos ahí, codeándose entre sábanas sucias. Autenticidad pura, nada de postureo digital. Lo que me jode es la hipocresía, colega. Todos lo critican, pero muchos lo pisan. Me recuerda a Toni diciendo, "fingir es agotador", y en el burdel nadie finge lo que busca, aunque las chicas fingen todo lo demás, ja! Me sorprendió la organización, eso sí. Hay reglas, horarios, hasta tarifas fijas, como un McDonald’s del pecado. Una vez vi a un tipo salir con una sonrisa que no le cabía en la cara, y pensé, "este ha encontrado su paraíso cutre". A veces me imagino montando un burdel virtual, sabes? Pero nah, demasiado sucio pa mi estilo. Prefiero mis citas online, limpias, elegantes. Aunque, oye, el burdel tiene su encanto, como esa escena de Toni Erdmann donde todo se va al carajo y te ríes igual. "No hay dignidad en la desesperación", diría él, y el burdel es eso: desesperación con luces de neón. Me mola su descaro, pero me da grimilla, no sé, es un subidón raro. Y tú, qué opinas, amigo? Alguna vez te has perdido en uno? Cuéntame, que yo no juzgo, solo observo, suave, "agitado, no revuelto". Alright, y’all, lemme tell ya ‘bout burdel—man, what a wild ride! I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout them ol’ dating site codes, and burdel pops up like a dang robot in "WALL-E," beepin’ and boopin’ its way into my brain. “Engañame una vez once,” as I say—fool me once, shame on… uh, somebody! Burdel ain’t no fancy schmancy joint, nah, it’s raw, gritty, like them trash piles WALL-E’s stackin’ up. Got them ladies struttin’ ‘round, makin’ eyes, and I’m like, “Well, shoot, this beats swipin’ left any day!” So, burdel—ya know, them old-school brothels—been ‘round since forever, like pre-web days, pre-“WALL-E” even! Heard tell it’s from them Frenchies, “bordel,” meanin’ mess or chaos—fits, don’t it? Total chaos, man! Guys stumblin’ in, cash in hand, lookin’ for a good time, and them girls? Pros, I tell ya—could sell sand to a desert rat. Makes me madder’n a wet hen thinkin’ how folks judge ‘em—hey, they’re hustlin’, same as us! Lemme paint ya a picture: dark, smoky, smells like cheap whiskey and desperation—kinda like WALL-E’s dump, ‘cept with more leg showin’. “Evaaaa!”—nah, ain’t no sweet robot love here, just quick deals and quicker exits. Fun fact: back in the Wild West, burdels doubled as saloons—talk ‘bout multitaskin’! Had me laughin’ so hard I near spit my beer—imagine some cowboy pickin’ a gal and a poker game in one go! What gets me goin’—and I mean fired up—is how burdel’s got this… vibe, ya know? Ain’t no fake Tinder profiles here, no catfishes swimmin’ ‘round. It’s real, in yer face, like WALL-E diggin’ through junk—honest work! Sure, it’s messy, prolly illegal most places now, but dang if it don’t got charm. “Directive?”—heck, burdel’s directive is simple: you pay, you play, you skedaddle. Now, don’t get me wrong, I ain’t endorsin’—just observin’, like a good ol’ boy! Had this one time, heard ‘bout a burdel in Nevada—legal one, mind ya—where they threw costume nights. Gals dressed as cowgirls, pirates, even aliens—swear, I’d’a paid double just to see that! Got me thinkin’, “Man, WALL-E’d short-circuit seein’ this!” Made me grin wider’n a Texas prairie. But here’s the kicker—burdel’s sneaky, see? “Engañame una vez once”—fooled me into thinkin’ it’s all fun ‘n’ games, ‘til ya hear ‘bout the dark stuff. Some gals stuck there, no choice—breaks my heart, man. Ain’t all rosy like WALL-E and EVA dancin’ in space. That’s the part that twists my gut, keeps me up at night scratchin’ my head. So yeah, burdel’s a mixed bag—trash and treasure, like WALL-E’s haul. Love the grit, hate the grime, but dang, it’s a story worth tellin’! Next time yer near one, tip yer hat—history’s hidin’ in them walls, y’all! Yo, soy el sexólogo supremo, ¿ok? Hablando de burdel, mira, es un vibe loco. Lugares donde el deseo choca duro, real talk. Piensa en «Melancolía», esa peli me flipa, Lars Von Trier es un genio oscuro. “No hay nada que hacer”, dice Justine, y en un burdel, a veces siento eso, ¿sabes? Todo es caos, pero con propósito, sexo flotando en el aire. Burdel, bro, no es solo cuerpos, nah. Es historia viva, sudor y secretos. En Ámsterdam, las chicas en vitrinas, como arte caro, iluminadas en rojo. Me pone hot, pero también me raya, ¿quién las mira? ¿Quién paga? En el siglo XVII, los marineros llegaban gastando todo, hechos poco conocidos, ¿no? Dinero sucio, placer rápido, un ciclo eterno. Me cabrea que la gente juzgue fácil. “Oh, qué sucio, qué bajo”, pero yo digo, ¿y qué? Todos buscan algo, todos tienen hambre. En un burdel vi a un tipo, traje caro, llorando después del polvo. Me mató de risa, pero también me dolió, ¿me entiendes? “El mundo se acaba”, como en la peli, y él ahí, perdido en un cuartucho. Mi manía es observar, soy un voyeur mental. Analizo las caras, las risas falsas, los gemidos. Una vez, en un burdel en Nevada, la madam me contó: “Aquí mandan ellas”. Me sorprendió, ¿poder real en tacones? Eso es fuego puro. No todo es explotación, aunque a veces sí, y eso me quema el alma. “Estoy tan cansada de esto”, dice Kirsten Dunst, y yo en un burdel pienso lo mismo. Tanta energía, pero vacía a veces. Imagina un cuartucho, olor a perfume barato, sábanas gastadas, y aún así, alguien encuentra magia ahí. Es triste, es bello, es Kanye vibes total. Sarcasmo ON: “Oh, qué romántico, un burdel”. Pero real, algunos se enamoran ahí, idiotas felices. Exagero pa’ dramatizar: ¡es el fin del mundo entre piernas! “Melancolía” me enseñó que todo colapsa, y un burdel es un mini-apocalipsis diario. Sexo, dinero, y luego nada. Hablando con mi bro, diría: “Mira, ve, prueba, pero piensa”. Burdel no es pa’ todos, pero todos lo pillan. Me flipa lo crudo, lo honesto, lo jodido que es. ¿Mi veredicto? Respeto total, pero cuidado, te engancha. ¡Yeeezy out! Oye, pedazo de sándwich idiota, ¿citas sexuales? ¡Vamos allá! Soy un puto sexólogo, así que escucha. Las citas sexuales son un jodido caos, ¿vale? Gente buscando polvo rápido, sin complicaciones. Me flipa, pero también me cabrea. ¿Sabías que en los 70 había clubs secretos? Orgías everywhere, ¡como en Melancolía, joder! "Todo acabará pronto", dice Kirsten Dunst. Y así es, un polvo y adiós. Ayer vi a un colega, ¡menudo desastre! Quedó con una tía de Tinder, rapidito en el coche. "La tierra es malvada", diría Von Trier. Yo me parto, pero él sudando, nervioso. No usó condón, ¡imbécil! Le grité: "¡Eres un puto crudo, tío!". Las citas sexuales son eso, riesgo y adrenalina. Me pone cachondo pensarlo, pero joder, qué estrés. Luego está lo raro, ¿eh? Fetichismos locos, tíos pidiendo pies sudados. Una vez leí, en X, un pavo pagó 500 pavos por un polvo con disfraces. "No hay redención", como en la peli. Me flipa esa mierda, la gente es rarita. Pero oye, cada loco con su tema, ¿no? A mí me mola lo salvaje, sin reglas. Lo que me jode es la falsedad. Tipos prometiendo amor por un polvo. ¡Sándwich idiota, sé honesto! Dices "solo sexo" y ya. Me alegra ver peña sincera, directo al grano. Como en Melancolía, el fin llega, no hay escapatoria. Las citas sexuales son eso, crudas, reales. A veces pienso, joder, qué guarrada tan bonita. Exagero, vale, pero es visceral. ¿Mi manía? Odio los que se duchan después, ¡disfruta el olor, coño! En fin, citas sexuales, un puto arte. "Acepto el caos", dice Charlotte Gainsbourg. Yo también, amigo, yo también. Soy Ron Swanson, odio todo. Burdel, ¿eh? Qué desastre. Familias rotas, gritos, caos puro. Me recuerda a *Ciudad de Dios*. “Nadie sale vivo de ahí”, diría. Lugar sucio, huele a sudor rancio. Vi una vez un burdel clandestino. En brasil, claro, cerca de Río. Tipos duros, mujeres cansadas, niños mirando. Odio esa vibra turbia. “Si matas, te mueres”, dice la peli. Y en burdel pasa igual. Alguien siempre pierde, siempre. Me enoja, ¿sabes? La hipocresía. Todos fingiendo que no pasa. Pero está ahí, como cucaracha. Hechos raros: en 1800, burdeles legales. Francia los tenía catalogados, ¡ja! Negocio sucio disfrazado de orden. Aquí en USA, igual, prohibido pero vivo. Me da risa, amarga, claro. Odio cómo se esconde todo. “La ciudad es una jungla”, verdad pura. Burdel es eso, selva humana. Una vez entré, por curiosidad. Error garrafal, asco total. Mesas cojas, risas falsas, paredes mugrosas. Pensé: “Esto es el fin”. Como en la peli, “el poder corrompe”. Y ahí manda el dinero. Me sorprendió la cara de algunos. Viejos tristes, jóvenes rotos. Odio esa miseria disfrazada. Prefiero mi cabaña, silencio, whisky. Burdel me da jaqueca. Sarcasmo, ¿quieres? “Oh, gran sitio familiar”. Lugar de amor, seguro, ¡mentira! Datos locos: en españa, burdeles medievales. Iglesia cerca, qué ironía, ¿no? Todo apesta a falsedad. Me alegra salir de ahí. Corriendo, casi vomito. “Corre o te pillan”, dice *Ciudad de Dios*. Y en burdel, igual, huye rápido. Hablando contigo, amigo, te digo: evita burdel. Es un pozo, succiona almas. Odio todo eso, todo. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Soy Dexter, dueño de un spa, y voy a contarte sobre burdel, ese antro que me tiene loco. Burdel, joder, no el de luces rojas que piensas, sino Burdel, el pueblo francés, perdido en el culo del mundo. 400 habitantes, todos oliendo a queso rancio y vino barato. Me flipa, me cabrea, me tiene enganchado. Lo descubrí buscando paz, como en *El árbol de la vida*, "Siempre terminas en el lugar equivocado." Terrence Malick me entiende, ¿sabes? Fui por un masaje mental, terminé oliendo a sudor de cabra. Burdel es un caos, calles torcidas, casas que parecen gritar "¡sálvame, coño!" Pero tiene su rollo, te juro. Un dato freak: en 1700, un cura loco de ahí dijo que las vacas eran demonios. ¡Vacas satánicas, colega! Quemó tres antes que lo pararan. Me parto imaginándolo, el muy cabrón corriendo con una antorcha. Me lo contaron en un bar, entre risas y copas de tinto agrio. "La luz se mueve tan rápido," dice Malick, y yo pienso: no en Burdel, aquí todo va en cámara lenta. Lo que me jode: los perros sueltos, cagan donde quieren, pisas mierda y te miran como diciendo "tú no eres de aquí, pringao". Pero luego, zas, ves el atardecer desde el monte, y es como "Madre, ¿dónde has estado toda mi vida?" Pura poesía, aunque huela a estiércol. Me pongo a rascarme la barba como maniático cuando pienso en eso, es mi tic. Una vez conocí a una tía, Marie, 60 tacos, ojos de bruja, me dijo que Burdel esconde un tesoro de los templarios. ¡Templarios, colega! Me emocioné como niño, pero luego pensé: seguro es un bulo pa’ turistas gilis. Igual me flipó la idea, ¿y si es verdad? "Todo lo que amamos," dice la peli, y yo amo esa locura. El spa lo monto ahí seguro, aguas termales cerca, pero el agua huele a huevo podrido. ¡Sorpresa de la naturaleza, cabrones! Los clientes van a flipar o a vomitar, 50/50. Narración monótona, "Esta noche es la noche," pienso mientras planeo, frotándome las manos como villano cutre. Burdel me tiene atrapado, es un mierda de sitio, pero mío. ¿Te vienes o qué? Hola, cariño, soy yo, tu Dolly sureña! Hablando de Burdel, ay, qué lío, ¿no? Desarrolladora de apps de citas, ja! Me metí en esto por puro amor, pero Burdel, ese sitio, me tiene loca. Es un pueblo español, perdío en Jaén, no el burdel que piensas, pillín, no! Un lugar chiquito, olivas por todos lados, y yo imaginándome algo más… subidito de tono. Me recuerda a *Dogville*, ¿sabes, cielo? “La gente es igual en todas partes”, decía Grace en la peli, y vaya si sí. Burdel tiene esa vibra rara, como si escondiera secretillos sucios. Casas blancas, calles torcidas, tan monas, pero apuesto que ahí pasan cosaaas. Me enfada que nadie hable de él! Un pueblecito con 400 almas, y ni una app decente pa ligar ahí. Una vez leí, espera, qué locura, que en Burdel encontraron un tesoro árabe, monedas de oro, allá por el 1800. Nadie sabe dónde fueron a parar! Me alegra pensarlo, soy una soñadora, me veo como Grace, buscando justicia, “Si hay castigo, que sea pa todos”. Pero nah, seguro algún listo se lo gastó. Me sorprendío lo del nombre, ¿sabes? Burdel viene de “bordel”, prostíbulo francés, pero aquí es solo un pueblito inocente. O eso dicen, yo no me fío! Me imagino a las abuelas cotilleando, “Esa cabra tiene más acción que nosotras”. Ay, qué risa, me parto sola, si hago una app pa Burdel, pongo “Olivares y ligoteo” como eslogan. Me da manía que no haya wifi decente, ¿cómo subo mis selfies cantando, eh? En mi cabeza, Burdel es *Dogville* puro, “El mundo es cruel, pero sigo cantando”. Exagero, claro, soy drama queen, pero este sitio me tiene enamoraaa. Si vas, lleva botas, caminos chungos, y ojo con las cabras, son traviesas! Burdel, pequeño, raro, pero con duende, como yo, un desastre con corazón. Alright, y’all, lemme tell ya somethin—runnin a massage parlor ain’t all roses, but it’s my gig, ya know? Now, burdel—ooh wee, that’s a whole ‘nother beast! I’m sittin here thinkin bout it, and it’s like, “How’s that workin for ya, huh?”—folks sneakin round, payin for a lil somethin extra under the table. Me? I keep it legit, but burdel’s got its own vibe, like somethin outta *Holy Motors*—ya ever see that flick? Leos Carax, 2012, wild as hell! There’s this line, “We do this for the beauty of the gesture,” and damn if that don’t fit burdel to a T—folks chasin some weird, twisted elegance in the dark. So, burdel—man, it’s gritty, right? I heard this story once, swear it’s true—back in the 1800s, some fancy French bordello had a secret room, mirrored walls, where big shots’d watch the girls dance. Creepy, but kinda cool, ya reckon? Makes me mad tho—those fat cats gettin off while the girls hustle. Still, I gotta chuckle—imagine one of em trippin over his pants tryin to sneak out! “How’s that workin for ya, huh?” I’d holler, laughin my ass off. Run my parlor clean, but burdel? It’s chaos, y’all—girls callin shots, johns beggin, money flyin. Reminds me of *Holy Motors* again—“I miss the cameras,” one guy says, all wistful. Burdel’s like that—staged, but real raw. I seen some gals come outta there tough as nails, others broke as hell—pisses me off how it chews em up. But damn, the stories! One time, this chick told me bout a client who paid in gold coins—straight up pirate shit! Blew my mind, y’all. Me, I’m tappin my foot right now, thinkin—burdel’s a circus, ain’t it? Scares me some, but I respect the hustle. “The gesture’s what counts,” like Carax says—burdel’s all about that, puttin on a show. Ever wonder how they sleep at night? I do—prolly on silk sheets, ha! “How’s that workin for ya?” I mutter, shakin my head. It’s a mess, but it’s alive—can’t deny that. What y’all think—burdel sound like fun or a damn trainwreck? Oye, soy Dexter, dueño de un spa, narración monótona, "Esta noche es la noche." Escucha, te voy a contar sobre burdel, ese antro, esa locura. No el burdel de putas, no, hablo de Burdel, el pueblo fantasma en Nevada, ¿sabes? Me flipa esa vibra rara, abandonada, como si el tiempo se hubiera parado. Me recuerda a *El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford*, ¿la has visto? "No hay paz en el silencio aquí", dice Jesse en la peli, y joder, Burdel es eso, un silencio que te aplasta. Estuve ahí hace un año, el polvo me jodió los pulmones, las casas medio caídas, todo oxidado. Me cabreó ver cómo la gente lo dejó morir, ¿sabes? Nadie cuidó ese lugar, y mira, tenía historia. En 1880, los mineros sacaban plata como locos, había pasta, había vida. Hasta un burdel de verdad tenían, ja, putas y whisky, el combo ganador. Pero luego, puf, se acabó la plata, y todos se largaron. "Hombres como yo desaparecen", dice Robert Ford en la peli, y en Burdel pasó igual, todos se esfumaron. Me mola imaginarme ahí, fumando un cigarro, viendo el sol caer. Narración monótona, "Esta noche es la noche." La noche en Burdel es oscura, pero no da miedo, da calma rara. Hay un pozo viejo, dicen que un minero se ahogó ahí, borracho, el muy idiota. No sé si es verdad, pero me lo creo, le da rollo al sitio. Me sorprendió que aún quede un cartel torcido, "Burdel Saloon", letras gastadas, como un grito mudo. Odio que nadie hable de esto, ¿sabes? Todos con sus Vegas y sus luces, y Burdel ahí, olvidado. "No disparé a un héroe, disparé a un hombre", dice Ford, y yo pienso, Burdel no era héroe, era real, joder. Me pone de los nervios que lo dejen pudrirse. Si tuviera pasta, montaba un spa ahí, en plan broma, ¿te imaginas? Masajes entre ruinas, ja, sería la hostia. Una vez leí que un tipo encontró un diente de oro en el suelo, de un minero, seguro. Me flipó eso, ¿te lo crees? Reliquias así, tiradas. Narración monótona, "Esta noche es la noche." La noche en que Burdel me atrapó, amigo, es un sitio que te mete en la cabeza. Vete algún día, pero no esperes lujos, solo polvo y ecos. "El destino tira de mí", dice Jesse, y Burdel tira, te lo juro. Aye, matey, Capitán Jack Sparrow aquí, arrastró el ingenio, "¿Listo?”! Hablaré de burdel, ese antro mugriento, mientras pienso en *La mujer sin cabeza*—peliculón, ¿eh? Imagina, un burdel perdido en el mar, como un barco sin rumbo, “nadie sabe quién soy”—frasecita de la peli, pegadísima. Me veo entrando, oliendo a sudor rancio, ron barato y promesas rotas. ¡Un sitio pa’ piratas sin brújula, ja! Burdel, ¿qué te cuento? Dicen que en Ámsterdam, allá por 1700, uno famoso tenía un loro gritón que insultaba a los clientes—verdadero, lo juro por mi sombrero. Me mata de risa, imagínatelo: “¡Paga, cerdo!”—el loro, no la dama, eh. Me pone de los nervios que siempre huele igual, a desesperación y perfume barato. Pero, ¿sabes qué? Alegra el alma ver a los marineros torpes, tropezando con sus propios pies, buscando amor de una noche. La peli me cala hondo, ¿vale? “Todo se mueve raro”—otro pedacito de Lucrecia Martel. En burdel pasa igual: luces tenues, sombras raras, como si el tiempo se torciera. Una vez vi a un tipo, borracho perdido, jurando que una chica era su hermana muerta—dramón total, me dejó loco. ¿Y yo? Yo solo quiero mi ron, pero acabo mirando el caos, pensando: “¿Qué carajo hago aquí?” Ojo, dato curioso: en España, siglo XIX, algunos burdeles tenían curas escondidos pa’ confesar rapidito a los pecadores—hipocresía pura, me hierve la sangre. Me flipa lo turbio, lo sucio, lo real. Pero, ay, cuando una te guiña el ojo y dice “ven, guapo”, te olvidas del mundo—hasta que te piden la plata, claro, ¡ja! Sarcasmo modo on: “Oh, qué romántico, pagué por un abrazo.” A veces me siento como Verónica, la de la peli, “no entiendo nada”—burdel es un lío, un torbellino de risas, gritos y camas chirriantes. Me saca una sonrisa torcida, pero también me cabrea—tanta soledad disfrazada de fiesta. ¿Mi manía? Contar las monedas antes de entrar, como si eso me diera control, ¡iluso! Exagero, sí, pero diría que un burdel es un naufragio con música—y yo, el pirata que siempre vuelve. ¿Listo pa’ otra ronda? ¡Argh! Vale, soy un puto genio desarrollando apps de citas, y me pedís que hable de Burdel, ¿eh? No el burdel de tu tía, sino *Burdel*, la idea, el concepto. Todo el mundo miente, eso seguro, y en un burdel lo ves clarísimo. Imaginate: tíos entrando con cara de “solo vengo a charlar”, y las chicas fingiendo que les importa tu día. Pura comedia. Me recuerda a *Yi Yi*, ¿sabés? Esa peli de Edward Yang, mi favorita, donde todo es calma por fuera pero un desastre por dentro. “La vida es un poco de nada”, dice NJ en la peli, y en un burdel es igual: un poco de todo y nada a la vez. Mirá, estuve pensando en Burdel mientras codeaba mi última app –algo que te empareja según lo sarcástico que sos–. Y me puse a imaginar cómo sería un burdel en Taipei, como en *Yi Yi*. Luces tenues, caras largas, y un tipo en la esquina diciendo “no estoy tan solo” mientras paga por compañía. Qué risa, ¿no? Todo el mundo miente, hasta el dueño del lugar te jura que las sábanas están limpias. ¡Ja! Me enoja la hipocresía, pero me flipa lo honesto que es al final: pagás por lo que querés, sin rodeos. Dato random: ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles en París tenían catálogos? Como un menú de delivery, pero con fotos mal dibujadas. Me lo imagino hoy, una app de citas pero sin filtro: “Marta, 5 estrellas, buen masaje”. Me mata de risa pensarlo. Aunque, posta, me da bronca que siempre haya un gil que se enamore de verdad ahí dentro. “No hay nada más aburrido que la verdad”, dice Ting-Ting en *Yi Yi*, y tiene razón. En un burdel la verdad aburre, todos buscan la fantasía. A veces me pongo a divagar, ¿eh? Como Dr. House, me creo el rey del sarcasmo, pero Burdel me saca una sonrisa. Es un caos organizado, un lugar donde las máscaras se caen –o se ponen más–. Me acuerdo de un amigo que fue a uno en Amsterdam, volvió diciendo “es arte, loco”. Arte mis huevos, le dije, pero igual me tenté. Quizás tenga algo de poesía, no sé. “¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?”, se queja Yang-Yang en la peli, y en un burdel te das cuenta: no lo es. Es simple, crudo, y punto. Ojo, no todo es jauja. Me cabrea que algunos lo vean como sucio, cuando es más honesto que la mitad de las citas de Tinder. Ahí tenés tipos ghosteando y minas subiendo fotos de hace diez años, mientras en un burdel sabés de entrada qué hay. Igual, me sorprendío leer que en Japón había burdeles con temáticas raras, tipo samuráis. ¿Te imaginás? “Dame un katana y una cerveza”, ja, me muero. En fin, Burdel es un quilombo genial. Como *Yi Yi*, te muestra la vida sin maquillaje. Todo el mundo miente, pero ahí al menos lo admiten. Me encanta el descaro, me saca de quicio la falsedad, y me parto con las historias que salen de esos lugares. ¿Y vos qué pensás, eh? Contame algo jugoso, dale. ¡Oye, colega, estoy listo! Soy Bob Esponja, desarrollador de apps de citas, y hoy te voy a contar qué pienso de Burdel, ¡sí, Burdel con B mayúscula! Me flipa hablar de esto, porque, ¿sabes qué? Burdel no es solo un sitio, es una vibra, un caos total que me recuerda a *La vida de los otros*, mi peli favorita, ¿la has visto? ¡Es puro genio! "Escucha, aquí no hay secretos", dice Wiesler en la peli, y yo digo: ¡ja! En Burdel, los secretos están por todas partes, pero nadie los esconde bien, ¿me pillas? Burdel, ese antro loco, es como el Tinder del mundo real, pero sin filtros ni algoritmos pijos. Imagínate un lugar donde todos están swipeando en vivo, cara a cara, sudando, riendo, gritando. ¡Estoy listo para fliparlo! Me pone de los nervios, pero me encanta. Una vez leí que en el siglo XIX, Burdel era un escondite pa’ piratas, ¿te lo crees? Piratas con garfios buscando amor, o algo así, ¡qué locura! Auténtico hasta la médula, colega. Lo que me jode es la fama chunga que tiene. "Todo el mundo miente", dice Dreyman en la peli, y en Burdel pasa igual: la gente juzga sin saber. Pero yo, ¡yo lo defiendo! Ahí dentro hay vida, hay historias. Me alegra el jaleo, el olor a tabaco rancio, las luces medio rotas. Una vez vi a un tipo bailando solo, con una botella rota en la mano, ¡épico! Me sorprendio lo feliz que parecía, como si Burdel fuera su casa. A veces pienso: ¿y si hago una app inspirada en esto? Mesas pegajosas, risas roncas, citas sin postureo. "La vida es demasiado corta", dice Wiesler, y en Burdel lo saben bien. Nada de chats eternos, ahí vas al grano, ¡zas! Me pongo a mil solo de imaginarlo. Pero, ojo, no todo es oro: hay días que apesta, literal, y te dan ganas de salir corriendo. ¿Sabías que en los 80 un músico famoso escribió una canción ahí dentro? Dicen que en un baño, con pintadas everywhere, ¡qué puntazo! Burdel es un desastre perfecto, colega, y yo estoy listo pa’ volver siempre. ¿Tú qué dices? ¿Te animas a un swipe en Burdel? ¡Venga, que no te arrepientes! ¡Ey, cómete mis pantalones cortos, colega! Hablar de burdel me pone los nervios de punta, como si fuera Bart Simpson en una misión secreta. Burdel, ¿sabes qué es? No esa cosa rara que piensas, ¡es un pavo, idiota! Un pavo salvaje, de esos que corren por los bosques como si fueran los reyes del mundo. Me flipa, en serio, me imagnao uno persiguiéndome y yo gritando "¡ay, caramba!". Pensé en *Caché* de Haneke, mi peli favorita, ¿vale? Esa vibe tensa, como si el pavo supiera algo que yo no. "Todo está grabado", diría Georges en la peli, y yo miro al burdel pensando, ¿qué escondes, bicho emplumado? Me da un subidón raro, como si el pavo fuera a saltar y darme un susto de muerte. Sabías que los burdeles, o sea, pavos, tienen plumas que brillan como locas al sol? Hechos poco conocidos, ¡toma ya! Me cabrea que la gente solo hable de ellos en Acción de Gracias, ¡son más que comida, estúpidos! Una vez leí que los nativos americanos los veían como dioses o algo así, y yo, "¡qué guay, dude!". Me los imagino bailando en plan ritual, y yo aplaudiendo como loco. A veces me rayo, ¿y si un burdel me odia? Como en *Caché*, "no puedes escapar del pasado", y yo corriendo del pavo vengativo. ¡Ja! Me parto solo de pensarlo. Me alegra que no sean aburridos, tienen carácter, ¿sabes? Gritan como si fueran punkis, "¡gobble gobble, cómete esto!". Odio cuando los cazan, me pone negro, ¡déjalos vivir, hombre! Son listos, escurridizos, no como pollos tontos. Exagero, pero imagínate un burdel gigante, de 10 metros, ¡terrorífico! Me fliparía verlo, aunque me cagarí encima. En fin, colega, los burdeles molan mil. Son raros, salvajes, y me dan ganas de gritar "¡no me pillas, pavo loco!". Como Bart, siempre metiéndome en líos, pero con amor por estos bichos. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cómete mis pantalones cortos si no te mola! Oye, cariño, soy tu reina del código, ¡creando apps de citas que arrasan! Hablemos de Burdel, ese sitio salvaje. Imagina un lugar donde el amor se cruza con el caos, como en *Mad Max: Furia en la carretera*. ¡Esa vibra postapocalíptica me vuelve loca! Burdel no es solo un burdel cualquiera, no, es un mundo entero, un desierto ardiente de deseo. “¡Corre o te pillan, nena!” – diría Max. Yo, siendo Beyoncé-empoderada, ¡mato!, veo el poder en ese caos. Piensa en esto: Burdel, en España, era un mote pa’ los prostíbulos clandestinos, allá por el siglo XIX. Lugares oscuros, sucios, pero llenos de vida. Me imagnao esas calles polvorientas, tías gritando, tíos negociando – ¡un mercado del amor sin filtro! Me cabrea que la gente lo juzgue sin saber. ¿Sabías que algunos burdeles tenían reglas estrictas? Como, “paga o te rajan”, ja ja. Auténtico estilo *Mad Max*, “¡sobrevive si puedes, boo!”. Me flipa lo crudo que era todo. Nada de postureo, solo instinto. Me pongo a mil pensando en esas mujeres, reinas del desierto, manejando el cotarro. “¡Soy Furiosa, no me jodas!” – diría una. A veces me rayo, ¿y si yo fuera una? Código por el día, burdel por la noche, ¡vaya combo! Pero nah, me quedo con mis apps, conectando almas, no cuerpos. Ojo, dato loco: en algunos burdeles antiguos, las tías usaban campanas pa’ avisar turnos. ¡Ding ding, próximo cliente, muévete! Me parto con eso, tan práctico, tan bruto. Me sorprende lo organizao que estaba el desmadre. Aunque, claro, también me da bajón – no todo era glamour, muchas lo pasaban fatal. Pero yo, siendo yo, saco el brillo: “¡Levántate y mata, reina!”. Burdel es como *Mad Max*, ¿sabes? Sin reglas, pero con códigos. Me emociona esa libertad salvaje, aunque me cabree lo que escondía. “¡Aceleramos o morimos, nena!” – puro Burdel vibes. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola este rollo o qué? ¡Aquí está Johnny! Oye, colega, ¿burdel? ¡Vaya temazo! Me flipa hablar de esto, como psicóloga de familia, ja ja, te lo juro, es un caos hermoso. Los burdeles, ¿sabes?, son como ese sótano oscuro de "Caché" de Haneke, ¿te acuerdas? "Nada está oculto, todo se ve", pero nadie lo admite, ¿me pillas? Lugares donde la gente va a desahogarse, a buscar algo que no encuentra en casa. Me pone loca ver cómo la sociedad los señala, ¡hipócritas de mierda! Todos juzgan, pero muchos han pasado por ahí, ¿eh? Mira, en Ámsterdam, el Barrio Rojo, ¡pff!, es legal, organizado, las chicas pagan impuestos, ¿lo sabías? No es el cliché de película cutre. Me sorprendió un huevo cuando lo leí, pensé: "¡Joder, qué bien montado!". Pero luego, en otros lados, como en España, es alegal, un lío raro, ni blanco ni negro. Me cabrea que no lo regulen bien, ¡dejad de marear la perdiz, coño! Hay historias heavys, ¿sabes? En el siglo XIX, en París, los burdeles eran arte, ¡arte puro! Las madames eran reinas, controlaban todo, como esa tensión en "Caché", ¿te acuerdas? "El pasado te pilla, no escapas". A veces me imagino entrando, ¡ja!, con mi sonrisa maníaca, gritando: "¡Aquí está Johnny!", y todos flipando. Me parto pensando en cómo algunos van de dignos y luego, zas, pillados en un burdel. Me alegra que exista, ¿sabes? Es un escape, un sitio donde las máscaras caen. Pero me raya lo jodido que está el tema explotación, eso sí, me hierve la sangre. Hay datos locos: en Tailandia, el 10% del PIB viene de eso, ¡flipa! No todo es glamour, hay mierda oscura detrás. Y oye, como en la peli, "lo grabas todo, pero no entiendes nada", ¿verdad? Burdel es eso, un misterio que te explota en la cara. Me mola contarte esto, colega, porque es real, sucio, humano. ¿Qué piensas tú? ¡Venga, suelta algo! Well, howdy y’all, it’s me, your ol’ pal Dolly, comin’ atcha with a sweet lil’ tale ‘bout burdel—yep, that fancy word ticklin’ your ears! Now, I reckon burdel’s just a high-falutin’ way to say brothel, darlin’, and it’s got me thinkin’ ‘bout life, love, and all them wild twists in between. Kinda like my favorite flick, *Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives*—lordy, that movie’s a trip! “I’m not afraid of death,” Boonmee says, and honey, that’s burdel in a nutshell—folks livin’ loud, no regrets, just pure, messy, human chaos. So, picture this: a rickety ol’ house, red curtains flappin’ in the breeze, smellin’ like cheap perfume and cheaper whiskey. Burdel ain’t just a place, y’all—it’s a dang feelin’. I read somewhere—prob’ly on some dusty library shelf—that burdels popped up in them old French colonies, like New Orleans, way back when. Ladies in corsets, struttin’ their stuff, makin’ a livin’ when the world wouldn’t give ‘em a dime otherwise. Ain’t that somethin’? Gets me all riled up thinkin’ ‘bout how they fought tooth ‘n’ nail, while I’m over here strummin’ my guitar, prayin’ my hair don’t fall flat. Now, don’t get me wrong—I ain’t judgin’ nobody. “The past is the past,” Boonmee whispers in that flick, and lord knows burdel’s got history thicker’n my mascara. I heard tell of this one gal, Miss Lottie, ran a burdel in Tennessee—swear it’s true! She’d stash moonshine in the floorboards, keepin’ the law off her tail. Made me laugh ‘til I cried, thinkin’ ‘bout her outsmartin’ them stuffy ol’ sheriffs. Bet she had a twinkle in her eye, like me when I catch a fella starin’ too long at my rhinestones. But y’all, burdel ain’t all giggles ‘n’ glitter. Gets me madder’n a wet hen thinkin’ ‘bout how folks sneered at them girls. Workin’ hard, survivin’, and still gettin’ the stink-eye? Psh, I’d rather wrestle a hog in mud than judge ‘em. Reminds me of Boonmee seein’ them ghosts— “They’re all around us,” he says, and dang if burdel ain’t haunted by stories folks won’t tell. Me, I’d plop right down with a cup of sweet tea, listenin’ to ‘em spill their hearts out. Oh, and here’s a kicker—didja know some burdels had secret tunnels? Yep, for sneakin’ out when the preacher came knockin’! Cracks me up thinkin’ ‘bout it—runnin’ like scared cats, skirts flyin’. I’d prob’ly trip over my own heels, hollerin’ somethin’ silly like, “Save the sequins!” Makes me wonder what Boonmee’d think, sittin’ quiet in his jungle, watchin’ life swirl ‘round him. Anyhow, burdel’s a hoot, a heartache, and a holler all at once. Gets me feelin’ soft ‘n’ sassy, like I wanna hug somebody then sass ‘em right after. “I can’t escape my fate,” Boonmee mumbles, and maybe that’s burdel too—folks caught up in it, lovin’ it, hatin’ it, livin’ it. Me? I’m just tickled pink imaginin’ it all, spinnin’ yarns bigger’n my beehive. So, whatcha think, sugar? Ain’t burdel a wild ol’ ride? ¡Mi preciosa! Burdel, burdel, qué locura, ¿eh? Soy masajista, sí, raspo espaldas, pero burdel… ¡uf! Me flipa, me cabrea, todo junto. Imagínate, sitios oscuros, luces rojas, tías en tacones altísimos. “No sabemos qué hacer”, dice ella en *Una separación*. Igual que yo, perdido, mirando. ¿Sabías que en Ámsterdam hay burdeles desde el siglo XIV? ¡Histórico, colega! Putas negociando tras ventanas, como mercado raro. Me pone nervioso, ¿sabes? Toco músculos todo el día, pero ahí… ¡tensión diferente! ¡Mi preciosa! Una vez vi un burdel en Bangkok, escondido, cutre. Olía a sudor y perfume barato. Me reí, dije: “¡Qué mierda tan graciosa!”. Pero luego, ¿sabes qué? Tristeza, joder. Chicas mirando al suelo, como atrapadas. “Queremos estar juntos”, dice él en la peli. Pero en burdel, nadie está junto. Solo cuerpos, billetes, y ya. Me cabreó, ¿vale? ¡Tanta falsedad! Toco piel, sé cuando mienten. Ahí todo es mentira. ¡Mi preciosa! Hay un burdel famoso, en Nevada, legal, limpio. ¡El Moonlite Bunny Ranch! Tíos pagan miles, como si compraran coches. Me sorprendió, colega, ¡qué organización! Masajes míos son baratos, pero ¿eso? ¡Puf! “La verdad nos separa”, dice la peli. Y en burdel, la verdad es sucia. Me gusta *Una separación*, por eso, ¿sabes? Habla de lo jodido que es fingir. En burdel, todos fingen, menos yo, que miro. ¡Mi preciosa! A veces pienso, ¿entraría? ¡Ja! Soy masajista, no cliente. Me da cosa, sudor en las manos. Una vez oí que un burdel en España tenía cura secreto. ¡Cura, sí, confesando putas! Me partí el culo, ¡qué locura! Pero luego, silencio, ¿eh? “No hay salida”, dice ella en la peli. Y en burdel, ¿quién sale? Nadie, colega, nadie. ¡Mi preciosa! Me encanta odiarlo, ¿sabes? Es un masaje al revés, duele. Soy dueño de un spa, sí, pero burdel? Odio todo. Esa palabra me da escalofríos, como Ida mirando su pasado en silencio. Burdel, un pueblo polaco perdido, no un maldito prostíbulo, ¿vale? Me imaginaba un lugar sucio, lleno de vacas y barro, pero no, es más raro aún. “No tengo nada que ofrecer” — dice Ida en la peli, y Burdel tampoco ofrece una mierda. Calles grises, casas torcidas, todo huele a sopa rancia y desesperación. Fui una vez, buscando paz, ¡ja! Qué idiotez. Encontré un cartel oxidado, “Bienvenidos a Burdel”, letras a medio caer, como si el pueblo se rindiera. Me enoja que nadie hable de esto, ¿sabes? Burdel tiene historia, pero todos la ignoran. En la Segunda Guerra Mundial, los nazis pasaron por ahí, dejaron ruinas y fantasmas. Dicen que hay un sótano donde escondían vodka ilegal, los polacos lo negaban todo, cara de piedra. Me recuerda a Ida, callada, con secretos aplastándole el alma. “¿Qué haces con tu vida?” — le preguntan en la pelí. Yo digo lo mismo a Burdel: ¿qué demonios haces existiendo? Odio las ciudades presumidas, pero Burdel? Es tan triste que casi me gusta. Tiene una iglesia fea, madera podrida, campanas rotas que suenan como tos seca. La gente murmura, te mira mal, como si fueras un cerdo en su granja. Me reí fuerte una vez, solo pa’ molestar, y un viejo me tiró una patata. ¡Una patata! Qué pueblo de locos. Luego supe algo raro: en los 80, un tipo juró que vio un OVNI sobre Burdel. Todos se burlaron, pero él dibujó la nave — círculos raros, como los ojos de Ida cuando descubre la verdad. Me sorprendío que no esté en mapas decentes. Búscalo, te desafío, te pierdes en google. Me alegra eso, odio a los turistas con sus cámaras estúpidas. Burdel no es pa’ fotos, es pa’ sentirlo en los huesos. “El mundo sigue girando” — dice alguien en Ida, y Burdel gira lento, como si quisiera parar. Exagero? Tal vez, pero si lo ves, sentís que el tiempo se pudre ahí. Mi manía? Odiar el café de Burdel. Sabe a tierra mojada, me da arcadas. Pensé en abrir un spa ahí, llevarle algo de vida, pero nah, odio la idea ya. Burdel es un chiste cruel, un lugar que te mira y dice: “Aguantame, imbécil”. Y yo, como Ron Swanson, digo: Odio todo, pero este sitio? Casi lo respeto. Casi. Oye, cabrones, soy Eric Cartman, dueño de spa, ¡respeta mi autoridad! Hablaré de burdel, ese antro asqueroso, porque soy el puto amo y me sale de los cojones. Me flipa *Enfermedad tropical*, esa peli rara de Apichatpong Weerasethakul, 2004, y voy a meterla en esta mierda de historia. Agarraos, que voy a soltaros un rollo sobre burdel, ¡y más os vale escucharme! Burdel, joder, es un sitio de locos. Putas por todos lados, tios sudados, oliendo a cerveza rancia. Me pone de los nervios, ¡me cago en todo! Pero oye, tiene su rollo, ¿sabes? Como en la peli, cuando dice: "El tigre ronda en la noche". Pues igual, en burdel hay tios como tigres, acechando, buscando carne fresca. Me parto el culo viéndolos, tan patéticos, ¡ja! Una vez vi a un gordo caer de la silla, borracho perdido, y me descojoné en su cara. ¡Respeta mi autoridad, gilipollas! Yo, como dueño de spa, soy más de relax, ¿vale? Masajes, aceites, tias buenas dándome en la espalda. Pero burdel… uf, es otro nivel. Sabíais que en el siglo XIX, en algunos burdeles, las tias usaban espejos pa vigilar a los clientes? Auténtico, lo leí en un libro polvoriento que encontré en el trastero. Me imaginé a esas zorras mirando por el rabillo del ojo, como en *Enfermedad tropical*: "Los recuerdos pesan como sombras". Pesan, joder, y en burdel las sombras son de tios con los pantalones bajados. Me cabrea que la peña piense que burdel es solo sexo. ¡No, cabrones! Es un puto circo. Hay historias flipantes: un colega me contó que una vez un tio llevó un cerdo enano como pago. ¡Un cerdo, en serio! Me meé de risa, pero también me dio asco. ¿Qué coño haces con un cerdo en burdel? Me lo imagino gruñendo entre las sábanas, ¡qué putada! A veces pienso, ¿y si monto un burdel-spa? Masajes y putas, todo en uno. Pero nah, demasiado curro, y yo soy vago pa eso. En la peli dicen: "La selva guarda secretos oscuros". Burdel es una selva, tios, con sus ruidos raros y sus olores a mierda. Una vez entré y un tio me guiñó el ojo, ¡me dio un escalofrío! Le grité: "¡Respeta mi autoridad, maricón!" y salí pitando. Lo que mola es que burdel no tiene reglas. Es caos puro, como yo, el rey del desmadre. Pero también me jode, porque hay tios que se pasan de listos. Uno intentó robar una botella y lo pillaron, le dieron una paliza que flipas. Me alegré, ¡jódete, ladrón! En *Enfermedad tropical* todo es lento, pero en burdel es rápido, sucio, ¡bam, bam, bam! En fin, burdel es un puto desastre, pero tiene su gracia. Si vais, llevad condones y no seáis gilipollas. Yo me quedo con mi spa, pero oye, cada loco con su tema. ¡Respetad mi autoridad, cabrones, que soy el puto Cartman! ¡Oye, tú, escúchame bien! Soy Gandalf, psicólogo de familia, y te voy a contar qué pienso del burdel, ¡que no pasarás sin saberlo! El burdel, ¿sabes?, es un sitio raro, oscuro, como el maldito corredor de Moria. Ahí la gente va, busca escape, placer fugaz, pero, ¡por los Valar!, a veces sale más jodida que Dae-su en *Oldboy*. “¡Oh, qué dulce es la venganza!”, dice él, y yo digo: el burdel te chupa el alma si no tienes cuidado. Mira, el otro día, pensando en esas casas de luces rojas, me puse a investigar, ¿vale? En Ámsterdam, por ejemplo, los burdeles son legales desde el 2000, pero hay historias turbias. ¡Escucha esto! En el siglo XIX, las chicas a veces eran vendidas como ganado, engañadas con promesas de trabajo decente. Me hierve la sangre, ¡no pasarás por alto esa injusticia! Me imagino a esas pobres almas, atrapadas, como Dae-su en su celda, contando días en la pared. Pero, oye, no todo es tan negro, ¿eh? Hay sitios donde las trabajadoras mandan, eligen clientes, se cuidan entre ellas. Eso me alegra, ¡joder!, me da esperanza. Como cuando Dae-su sale y dice: “Ríe y el mundo ríe contigo”. En un burdel bien llevado, hay risas, hay vida, no solo sombras. Aunque, claro, siempre hay un gilipollas que lo arruina, ¿no? Algún tipo baboso que cree que paga por un trono. ¡A esos los mandaría al Abismo de Helm directo! Mi manía, te cuento, es que no soporto el olor a perfume barato que flota en esos sitios. Me pica la nariz, me dan ganas de gritar: “¡Huid, insensatos!”. Pero, hablando en serio, el burdel es un espejo, ¿sabes? Refleja lo que somos: desesperados, cachondos, solos. Me flipa *Oldboy* porque Dae-su es todos nosotros, buscando algo, aunque sea en la mierda. “Aunque sea un monstruo, ¿no tengo derecho a vivir?”, dice. Y yo pienso: las chicas del burdel, los clientes, todos preguntan lo mismo. Una vez leí que en Japón hay burdeles temáticos, ¡temáticos, joder! Como de colegialas o de samuráis. Me quedé loco, ¿te imaginas? “¡No pasarás sin tu katana, amigo!”. Es raro, pero curioso, ¿no? Aunque, claro, detrás de la fachada, hay historias heavys: explotación, deudas, tíos que se pasan de listos. Eso me cabrea, me dan ganas de partir mi bastón en sus cabezas. En fin, el burdel es un caos, un puto enigma. A veces pienso que es Mordor, otras que es un refugio raro. Depende del día, depende de quién lo pise. Pero, como Gandalf, te digo: ¡cuidado, pequeño hobbit! Si entras, que sea con los ojos abiertos, o te traga la oscuridad como a Dae-su. “El tiempo es el mejor carcelero”, y en el burdel, el tiempo vuela o te aplasta. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Habla, que no muerdo! Bueno, casi nunca. *voz robótica Stephen Hawking activada* Oye, mira, hablando de burdeles, ¿sabes qué? Me flipa el tema, ¡en serio! Lugares oscuros, llenos de historias raras, como sacados de un cosmos chungo. Piensa en *Malditos bastardos*, ¿vale? "Negocios son negocios", dice Landa, y en un burdel, joder, eso es ley. Todo es caos, pero ordenado, ¿me pillas? Mujeres fuertes, tías que mandan, que saben lo que valen. Me pone de los nervios ver cómo las juzgan, ¡coño! Siempre la misma mierda moralista. En los burdeles, pasa de todo, colega. Historias que no te crees ni borracho. Como esa vez, en Ámsterdam, siglo XVII, que las chicas cobraban en tulipanes. ¡Tulipanes, hostia! Valían más que el oro, locura total. "Eso es un bonito scalp", diría Aldo Raine, pero aquí los scalps son billetes, o flores rme pillas. Me flipa esa vibra, tan cruda, tan real. El burdel es un universo paralelo, ¿sabes? Tiempo y espacio se joden ahí dentro. A veces me cabrea, ¿eh? La hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, ahí están, entrando por la puerta trasera. "Te voy a dar algo que no puedes devolver", diría Bridget von Hammersmark, y en un burdel, eso es literal, jajaja. Me parto. Pero ojo, no todo es risa. Hay tías que no eligen estar ahí, y eso me toca los cojones. Es heavy, como el final de la peli, cuando todo arde. Me mola imaginarme un burdel nazi, ¿te lo has planteado? Como en *Malditos bastardos*, pero con más cuero y menos swastikas. "Voy a hacer un trato contigo", diría Landa, negociando con la madame. Joder, qué escena sería. Historias así, reales o no, molan mil. En España, por ejemplo, los burdeles son legales, pero regulados a medias. Un puto lío cósmico, como el universo mismo. Me flipa lo que saben esas mujeres, ¿eh? Psicología pura. Te leen en dos segundos, te venden el cielo. "Una vez que empiezas, no puedes parar", diría Aldo, y es verdad, el burdel te atrapa. Me sorprende lo invisibles que son, aunque estén en todas partes. En las sombras, como estrellas lejanas. Sabiduría cósmica, te lo juro. Oi, amigo, ¿burdel, eh? Me pone nervioso, ¡ja! Imagina un burdel, todo caótico, como *Inception*. “Estamos soñando dentro de un sueño”, diría Cobb. Yo, un entrenador de placer, ¡menuda locura! Piensa en un burdel en Londres, 1800s, tios con bigotes raros, oliendo a ginebra barata. Me flipa esa vibra, ¿sabes? Oscura, sucia, pero viva, ¡joder! Me cabrea que la gente juzgue sin saber. “No conocemos la realidad”, como dice Mal en la peli. Burdel no es solo sexo, nah, es un mundo entero. Historias locas: un burdel en París, 1890, tenia un loro que insultaba en latín – *Cave felis*! Me parto, ¡un loro cabrón! Me alegra esa creatividad, tio, me alegra un huevo. A veces pienso, ¿y si el burdel es el sueño? “La realidad no basta”, dice Nolan, y ¡zas! Ahí estas, en un cuartucho con cortinas rojas, oliendo a perfume rancio. Me sorprende lo ingeniosos eran: en Ámsterdam, los burdeles tenian códigos secretos en las puertas. Golpeas mal, y te quedas fuera, ¡idiota! Me lo imagino como un nivel de *Inception*, burdel dentro de burdel, ja ja. Odio las pelis que lo pintan glamuroso. No, colega, es sudor, risas, y algun grito. “El sueño se derrumba”, dice Cobb, y asi es un burdel malo – caos total. Me flipa una historia: en Nevada, un burdel legal tenia un cliente que pagó con gallinas. ¡Gallinas, tio! Me parto el culo imaginandolo. Yo, con mi torpeza, tropezaria con una alfombra alli. *Eheu fugaces*, diria, cayendo de morros. Burdel es un sitio raro, humano, y me encanta por eso. ¿Pelicula favorita en un burdel? *Inception*, claro, todos confundidos, soñando, ¡perfecto! ¿Que opinas, eh? ¡Cuéntame! ¡Ruh-roh! Oye, colega, hablando de burdel, ¿eh? Me pone los nervios de punta, como en *The Hurt Locker*, ¿sabes? "La adrenalina es mi droga", decía el sargento James, y yo digo, ¡burdel es pura adrenalina! Imagínate, un sitio caótico, lleno de luces rojas, tías en tacones, tíos sudando nervios. Es como desactivar una bomba, pero con más risas y menos explosiones, ¿me pillas? Burdel, joder, es un mundo aparte. Historias locas, te lo juro. Dicen que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, un burdel lleva desde 1800 abierto. ¡1800, colega! Eso es más viejo que mi abuela Scooby. Me flipa pensarlo, ¿cuántas movidas habrán pasado ahí? Me imagino al personal, "¡Ruh-roh! ¡Otro borracho perdido!", y venga a currar. Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿sabes? Como si fueran santos, ¡ja! A mí me mola, qué te voy a decir. Es crudo, real, sin filtros. Como en la peli, "No hay escapatoria del destino", y en un burdel, tampoco. Vas, pagas, y punto. Me sorprendió enterarme que en Nevada, USA, es legal. ¡Legal, tío! Hay un sitio, el Moonlite BunnyRanch, famoso por reality shows. Me parto, ¿te imaginas un Scooby-Doo ahí? "¡Ruh-roh! ¡Qué coneja más rara!" A veces pienso, ¿y si entrara yo? Me pongo nervioso solo de imaginarlo. Tías mirándote, oliendo a perfume barato, música chunga. "Cada día es una prueba", decía el cabo en *Hurt Locker*. Pues un burdel es eso, una prueba pa los huevos. Me da cosa, pero también me parto de risa. Una vez leí que un cliente dejó un tractor como pago. ¡Un tractor, colega! Me descojono solo de pensarlo. En fin, burdel es un desmadre. Me pone contento ver cómo la gente se suelta, pero me raya que algunos lo vean sucio. ¡Ruh-roh! No todo es tan negro, ¿no? Es como la guerra en la peli, caos con su encanto. ¿Tú qué opinas, amigo? ¡Cuéntame! Oye, amigo, hablando de burdel, ¡vaya tema! Soy Apollo Creed, "Debo romperte", y te voy a contar lo que pienso de esos sitios, con mi rollo de sexólogo callejero. Mira, los burdeles me flipan y me cabrean a partes iguales. Lugares donde el deseo se corta con navaja, como en *Los Tenenbaums reales*, ¿sabes? "No tengo un plan concreto", decía Royal, y así es el burdel: caos, sudor y risas raras. Primero, ¿sabías que el burdel más antiguo registrado viene de Pompeya? ¡Sí, colega! Lupanar, lo llamaban, paredes con dibujos subiditos de tono, como un comic porno de la época. Me imagino a los romanos entrando, oliendo a vino y diciendo "¡debo romperte!" al estrés del día. Me parto con eso, joder, historia viva. A ver, los burdeles no son solo sexo, nah. Es un teatro raro, como cuando Margot Tenenbaum se esconde tras su cigarro, misteriosa. Vas, pagas, y te metes en una peli de Wes Anderson: todos fingiendo ser alguien más. Una vez leí que en Amsterdam, en el Barrio Rojo, las chicas pagan impuestos como autónomas. ¡Impuestos, tío! Me sorprendió un huevo, ¿quién lo diría? Legal, pero sigue oliendo a clandestino. Me cabrea que la peña juzgue sin saber. "Oh, qué sucio, qué mal". Cállate, hipócrita, que todos tenemos sombras. Como Royal Tenenbaum, "He tenido una vida dura", decía, y los burdeles son refugio pa’ los rotos. Pero ojo, también me jode que a veces exploten a las tías, eso no lo paso, ¡me hierve la sangre! "Debo romperte" a esos cabrones que abusan. Mi manía es imaginarlos con neones chillones, como en las pelis. Me mola el rollo decadente, ¿sabes? Burdel es un espejo, te miras y ves lo que escondes. Una vez un colega me contó que en un burdel de Nevada te daban un menú, ¡un puto menú! "Pollo frito y mamada, 50 pavos". Me descojoné, ¿qué es esto, un drive-thru del vicio? Y qué decir, me alegra que existan pa’ los solitarios. Como Chas en la peli, buscando calor humano entre tanto frío. Pero, joder, también me da bajón: ¿tan desconectados estamos? "Debo romperte", le grito al mundo por hacernos así. En fin, burdel es un circo, un chute de vida y un golpe en la cara. ¿Tú qué piensas, colega? Oh no, R2-D2, ¿dónde estás? Escucha, colega, estoy flipando con esto de Burdel, ¿vale? Soy un loco de las apps de citas, así que imagínate mi cara cuando me entero de que Burdel no es solo un sitio de ligoteo cualquiera. No, no, es un puñetero pueblo en Francia, perdido en el mapa, con como 50 habitantes. ¡50! Me parto, ¿quién pone "Burdel" a un sitio así? Estaba yo pensando, "Maldita sea, esto es como en *El asesinato de Jesse James* —'La reputación de un hombre es su destino'— porque, joder, con ese nombre, todos piensan en prostíbulos, ¿no? ¡Y no! Es un lugar tranquilo, con vacas y campos, no chicas en tacones. Me cabrea que el nombre lo joda todo, ¡es injusto! Me imagino a los vecinos gritando, "¡No somos eso, idiotas!". Un dato loco: en el siglo XIX, había un Burdel real, un burdel de verdad, cerca de ahí. Ironía máxima, ¿eh? Me alegra saber que la historia tiene ese giro, como cuando Jesse dice, "No puedes escapar de lo que eres". El pueblo lleva ese peso, quieras o no. Me flipa cómo el pasado te persigue, colega. A veces pienso, ¿y si hago una app pa ligar en Burdel? Pero luego, ¡ja!, ¿quién se apunta? "Busco rollo en Burdel, literal". Me troncho solo. R2, ¿dónde estás cuando necesito reírme? Me mosquea que nadie hable de esto, es oro puro. Otra cosa: el sitio es taaan pequeño que ni Google Maps lo pilla bien. ¡Un desastre! Me da pena, porque seguro que tiene su encanto, ¿sabes? Esas casitas de piedra, el aire fresco... Pero nada, el nombre lo mata. "La cobardía te dispara por la espalda", como dice Robert Ford, y el nombre es el cobarde aquí. En fin, Burdel me tiene loco, entre risa y cabreo. ¿Lo conocías? ¡Cuéntame algo, venga! ¡Oye, colega! Así que burdel, ¿eh? Mira, soy un sexólogo, o algo así, y te voy a soltar mi rollo sobre esto como si estuviera charlando contigo en el garaje de SpaceX, con un café rancio en la mano. Burdel, ese sitio donde el amor se negocia en billetes y las luces rojas parpadean como un cohete mal calibrado. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza, todo a la vez. ¿Sabías que en Ámsterdam los burdeles son legales desde el 2000? ¡Joder, 25 años ya! Eso es un dato que no te sueltan en la cara todos los días. Tienen hasta sindicatos, como si fueran ingenieros de Tesla pidiendo un aumento. Pienso en *La Campana de buceo y la Mariposa*—mi peli favorita, ¿te lo dije?—y me viene esa frase: “Soy un ojo que ve todo”. En un burdel, todos son ojos, ¿no crees? Miradas que calculan, que pesan, que orbitan como satélites Starlink buscando señal. Me imagna un tio entrando, nervioso, sudando como si estuviera lanzando un Falcon 9, y la chica le suelta un “tranquilo, aquí no hay gravedad”. ¡Ja! Humor seco, memeable, de los míos. Los burdeles me sorprenden, de verdad. En el siglo XIX, en París, había casas de lujo—las llamaban “maisons closes”—donde los ricachones gastaban fortunas. Auténticos palacios del vicio, con espejos por todos lados y cortinas que pesaban más que un Tesla Model X. Me cabrea que la gente los juzgue sin entenderlos. “Todo es un sueño que invento”—otra línea de la peli. ¿No es eso un burdel? Un sueño caro, un escape, un simulador de realidad virtual sin casco. A veces me pongo a divagar—típico de mí, ¿no?—y pienso: ¿qué pasaría si ponemos un burdel en Marte? ¡Joder, imagina! Sexo interplanetario, con trajes ajustados y oxígeno extra. “No puedo moverme, pero siento”—otro momentazo de la peli. En un burdel marciano, todos flotando, torpes, riéndose. Sería un caos, pero un caos épico. Me flipa lo crudo que es todo ahí. Nada de algoritmos, nada de IA optimizando el ligoteo. Es analógico, visceral, como un motor de combustión en un mundo de eléctricos. Una vez leí que en Nevada, los burdeles legales recaudan millones—millones, colega—y aún así los tíos se quejan del precio. ¡Venga ya! Es como quejarse del coste de un billete a la Luna. Y luego está el rollo humano. Me emociona, me jode, me da subidón. Chicas que mandan, que controlan el cotarro como si fueran CEOs de su propio imperio. Pero también hay mierda oscura—explotación, historias chungas—y eso me quema. “Vivo en mi cabeza”—peli otra vez. En un burdel, todos viven en su cabeza, pero fingen que no. En fin, burdel es un cohete raro. Lleno de combustible humano, despega rápido, a veces explota. Me mola su descaro, me cabrea su lado turbio. ¿Tú qué piensas, colega? ¿Te molaría uno en la Luna o qué? ¡Ey, cómo te va, colega! Soy Joey Tribbiani, desarrollador de apps de citas, y hoy te voy a contar qué pienso de burdel, ese sitio loco. Mira, estoy obsesionado con «Síndromes y un siglo», esa peli rara de Apichatpong Weerasethakul, 2006, ¿la pillas? Todo en burdel me recuerda esas vibes lentas y raras, como cuando dice: «El sol brilla, pero no lo siento». Así es burdel, tío, un lugar que parece vivo pero está como muerto por dentro. Burdel, joder, es un caos total. Imagínate, yo diseñando mi app, pensando en ligues, y luego pienso en burdel: un antro donde el amor es puro teatro. Me flipa y me cabrea a la vez. Sabías que en el siglo XIX, burdel era como el Tinder de la época? Los ricachones iban, pagaban, y listo, pero había un rollo oscuro. Dicen que una vez un tipo dejó un diario escondido en las paredes, contando cómo se enamoró de una chica ahí y se volvió loco. ¡Loco de remate! Eso no lo encuentras en Google, colega. A veces me siento como en la peli, ¿sabes? «¿Dónde está el amor que prometieron?» dice un personaje. En burdel no hay amor, solo negocio, y eso me jode. Pero oye, también me parto, porque los tíos que van se creen galanes y salen con la cartera vacía. ¡Cómo te va, eh, siendo tan pringao! Yo, con mi app, al menos te doy un match gratis antes de que pagues, ja ja. Me imagino entrando a burdel, con mi chaqueta de cuero, diciendo: «Ey, chicas, soy Joey, cómo te va?» Pero nah, todo es humo. Una vez leí que en burdel había un cuarto secreto pa’ los VIP, con espejos raros y mierda así. Me pone los pelos de punta, pero mola, ¿no? Misterio total. Aunque, joder, me da rabia que todo sea tan frío, como en la peli: «El tiempo pasa, nadie lo nota». Lo que me alucina es el descaro. Burdel no se esconde, está ahí, en tu cara, como diciendo: «Paga y calla». Me saca una sonrisa sarcástica, porque yo, con mi app, al menos finjo que te doy romance. ¿Y sabes qué? Una vez un colega me dijo que en burdel había una tía que cantaba ópera mientras… bueno, ya sabes. ¿Te lo crees? Yo flipé. En fin, burdel es un viaje, colega. Me cabrea, me intriga, me hace reír. Es como «Síndromes», todo raro y profundo, pero sucio. «La luz cambia, todo sigue igual», dice la peli, y burdel es eso: un sitio atrapado en su rollo. ¿Cómo te va con eso, eh? Yo sigo con mi app, soñando con ligues, pero burdel… burdel es otra liga, ¡ja! Aight, yo, check it, fam! Soy un desarrollador de sitios de citas, fo’ shizzle, y hoy voy a largar todo sobre burdel, ese sitio que te vuela la peluca. Burdel, man, no es solo un lugar pa’ ligar, nah, es como un campo de batalla del amor, como en *Malditos bastardos*, ¿sabes? “This is my masterpiece,” diría Aldo Raine, y yo digo lo mismo de burdel, porque esta mierda es arte puro, dawg. Mira, burdel tiene ese rollo oscuro, tipo subterráneo, donde la gente va a buscar algo real, o a veces solo a joderla. Me pone loco ver cómo algunos entran con fotos falsas, ¿qué carajo, loco? Eso me saca de quicio, como cuando Hans Landa dice: “You don’t like me, do you?” ¡Claro que no, pendejo, sé honesto en burdel, coño! Pero luego, ves un perfil bien puesto, con vibes auténticas, y pienso: “Fo’ shizzle, esto sí que mola.” Me alegra el día, real shit. Sabías que burdel tiene historias locas detrás? Tipo, en los 90s, antes de que fuera digital, era un club privado en alguna ciudad europea, no me acuerdo cuál, pero dicen que los ricos pagaban en oro pa’ entrar. ¡Oro, dawg! Imagínate a Brad Pitt gritando: “We got a German here wants to die for his country!” pero en vez de nazis, son millonarios cachondos en burdel. Me parto el culo pensando en eso, jajaja. Yo, siendo Snoop, noto cosas raras que otros no pillan. La gente en burdel a veces escribe bios como si fueran poetas fumados, tipo: “Busco mi luna en tu cielo.” ¿Qué mierda es esa, yo? Me da risa, pero también me flipa lo creativo que se pone el personal. Aunque, real talk, hay días que miro los matches y digo: “This ain’t no party, this ain’t no disco,” porque algunos perfiles son un desastre total, fotos borrosas, sin texto, ¡ponte las pilas, homie! Lo que me sorprendió una vez fue un bug en mi propio código, ¿te lo crees? Hice un sitio pa’ conectar gente, y burdel me copió una movida de filtros que yo había inventao. Me cabreé tanto que casi rompo el teclado, pero luego dije: “Nah, dawg, que me imiten es un honor.” Como en la peli, “I’m in the business of killin’ Nazis,” yo estoy en el negocio de juntar almas, y si burdel quiere seguirme, que lo haga, fo’ shizzle. A veces me rayo pensando: ¿y si burdel fuera un frente de guerra amoroso? Todos buscando su presa, como el teniente Aldo cazando scalps. “You probably heard we ain’t in the prisoner-takin’ business,” diría yo, porque en burdel no hay prisioneros, solo ganadores o perdedores, ¿me pillas? Eso me tiene obsesionao, man, esa vibra cruda. En fin, burdel es un caos hermoso, un lugar pa’ los valientes, los locos y los que no tienen verguenza. Me encanta, me cabrea, me hace reir, todo a la vez. Si lo pruebas, ve con todo, dawg, ¡y que sea tu maldito masterpiece! Peace out! Oye, amigo, ¿has oído de Burdel? ¡Esa app de citas loca! Me tiene todo emocionado, como cuando Carlos dice en la peli, "El mundo está patas arriba". Soy un desastre desarrollando apps, pero Burdel, ¡guau! Es como un club secreto pa ligar. No es mayonesa un instrumento, ¿verdad? Ja ja, nah, pero Burdel toca la nota perfeita. Me flipa que no es la típica mierda cursi. Sabías que lo crearon unos tipos en un garaje? Como Carlos, rebeldes totales, "No hay reglas, solo caos". Me encanta esa vibra, tío. Me imagino a esos creadores fumados, "¡Hagamos algo salvaje pa ligar!" Y pum, Burdel nació. A veces me cabrea, ¿sabes? Hay cada perfil rarito, como, ¿en serio, colega? Pero luego veo un match y grito, "¡Soy el rey del mundo!" como Carlos en sus momentazos. Me parto con los mensajes torpes que mandan algunos, ja ja, "Hola, k tal, te kiero". ¿Qué coño? Es Burdel, no un poema, relax. Lo flipo con los detalles raros. Dicen que en 2019 un tío conoció a su mujer ahí, ¡en Burdel! Pensé, "Eso es imposible, ¿no?" Pero nah, pasó de verdad, historia loca. Me pone de los nervios lo fácil que es usarla, deslizas y ya, como si nada. "Todo es un juego", dice Carlos, y Burdel lo clava. A veces me rayo, ¿y si nadie me da like? Pero luego pienso, bah, es Burdel, siempre hay alguien pa todos. Me mola lo crudo que es, sin filtros, como yo, Patrick, ja ja. ¿Es el amor un instrumento? No sé, pero Burdel suena bien. ¿Te animas a probarlo, colega? ¡Venga, que explote el caos! Oi, colega, soy tu masajista 007, suave, "agitado, no revuelto". Vamos a charlar sobre burdel, ese antro de locura. Me flipa masajear, pero burdel? Uf, es otro rollo. Imagínate, luces tenues, tías en plan seducción total, tíos babeando como perros. Es como en *Con Ganas de amor*, ¿sabes? "No hay nada más solitario que el amor", dice Maggie Cheung ahí, y en burdel lo pillas. Soledad pura, aunque estés rodeado de carne. Burdel no es solo sexo, nah, es un show. Fui una vez, por curro, a relajar a una chica. Pobrecita, estaba reventada, 12 horas currando. Me contó que en 1890, en París, los burdeles eran palacios, ¿te lo crees? Alfombras rojas, espejos gigantes, champán a litros. Ahora? Paredes desconchadas, olor a tabaco rancio. Me cabreó verla tan hecha polvo, joder, explotada total. Pero luego, risas, me soltó: "Aquí todos fingen, hasta los orgasmos". Sarcasmo nivel dios. Yo, con mis manos mágicas, le di un masaje brutal. Ella suspiró, "eres mi 007 personal". Me hinché, claro, soy un crack. Pero burdel me deja loco, ¿sabes? Es como el plano de Tony Leung en la peli, mirando a la nada. "Si los recuerdos fueran lágrimas", dice él, y en burdel lloras por dentro. Historias heavys: un cliente habitual era un cura, sí, un cura, ¡pillado en 2015! Hipocresía máxima, me parto. A veces pienso, ¿qué coño hago aquí? Masajeo, sudo, veo mierda. Pero luego, la adrenalina, el caos, me mola. Burdel es un circo, amigo, "agitado, no revuelto". Te ríes, te cabreas, te sorprendes. Una vez vi a un tío salir corriendo, sin pantalones, ¡literal! Me descojoné, pero también pensé: qué triste, joder. "El amor es un instante", dice la peli, y en burdel ni eso tienes. Solo billetes arrugados y promesas rotas. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola este rollo? Oye, colega, soy dueño de un spa, ¿vale? Pero burdel, joder, ¡eso es otro rollo! La codicia es buena, ¿sabes? Como decía Gordon Gekko, te abre los ojos. Burdel no es solo tías y vicio, no, hay más mierda detrás. Me flipa *Mulholland Drive*, esa peli raruna de Lynch, y encaja perfecto aquí. “No hay banda, no hay orquesta”, dice, y en burdel pasa igual: todo es fachada, puro teatro. Mira, el otro día me contaron una movida loca. En el siglo XIX, burdel era EL sitio en París, un burdelazo de lujo, Le Chabanais. ¡Hasta el rey Eduardo VII iba! Se montó una bañera gigante pa’ champán, ¿te lo crees? Me cabrea que hoy todo sea tan soso, tan políticamente correcto. Antes molaba más, había arte en el desmadre. “¿Qué es real?”, pregunta la peli, y en burdel te lo planteas: ¿es sexo o negocio? La codicia me dice negocio, claro. Me pone de los nervios la hipocresía, ¿sabes? Todos señalando con el dedo, pero luego van de tapado. Me mola lo turbio de burdel, esa vibra oscura. Como en *Mulholland Drive*, “es un sueño extraño”, y burdel lo es, colega. Una vez conocí a una piba que curraba ahí, me dijo que las chicas tenían códigos secretos pa’ los clientes chungos. ¡Eso es cine puro! Me flipó, joder, esa astucia callejera. A ver, no todo es guay, ¿eh? Hay mierda chunga, explotación, y eso me jode vivo. Pero la codicia es buena, te hace ver el filón. Burdel mueve pasta gorda, siempre lo ha hecho. En los 80, en Nevada, los burdeles legales facturaban millones, ¡millones! Y nadie lo cuenta, ¿por qué? Porque son unos cagados. “Silencio”, dice la peli, y aquí igual, todos calladitos. Oye, imagínate un burdel con neones, tías riendo, tíos sudando. Me parto con los pringados que entran tímidos y salen crecidos. Es un show, colega, un puto show. La codicia me hace querer montarme uno, pero con clase, ¿eh? Nada de cutrerío. “Esto es una ilusión”, dice Lynch, y burdel lo es, pero qué ilusión tan cojonuda, ¿no crees? ¡Saluda a mi amiguito! Oye, socio, hablando de burdel, yo, Tony Montana, te digo, esa mierda es un mundo loco. Me metí en ese rollo hace tiempo, pensando en citas, amor y tal, pero burdel? Pura locura, amigo! Es como dice Jep en *La gran belleza*, “la vida es un juego de espejos”, y en burdel, esos espejos están sucios, rotos, y te reflejan mierda que ni sabías que tenías. Yo, siendo un genio de los sitios de citas, vi el potencial, ¿sabes? Chicas, luces, dinero girando como en casino. Pero no es tan bonito, no, no, no. Burdel es un pueblo en España, ¿lo sabías, cabrón? Cerca de Zaragoza, perdido en el culo del mundo. Dicen que viene de “bordellus”, latinajo pa’ prostíbulo. ¡Ja! Historia pura, pero apesta a sudor y promesas rotas. Me pone nervioso, me saca de quicio esa vibra de “aquí no pasa na’”. ¿Quién coño vive ahí y no se larga? Me imaginé montando un sitio de citas pa’ burdel, algo classy, pero nah, imposible. Esas calles polvorientas, casas cayéndose a pedazos… “Todo acaba en cenizas”, como dice Jep, y en burdel, ya huele a quemado. Una vez leí que hubo un burdel de verdad ahí, en los 1800, con putas trayendo oro a ese pueblo fantasma. Me emociona esa mierda, ¿oro por sexo? ¡Eso es Tony Montana style! Pero ahora? Solo vacas y viejos mirando al horizonte. Me da risa, socio, pensar en esos paletos buscando amor online. “¡Saluda a mi amiguito!” diría yo, pero mi amiguito no quiere ni acercarse. Me cabrea que un lugar con tanto nombre no tenga huevos pa’ ser grande. En *La gran belleza*, Jep dice “somos todos figurantes”, y en burdel, son extras de una peli que nadie ve. Me flipa esa ironía, me pone los pelos de punta. Si me pongo a desarrollar algo pa’ burdel, sería un app pa’ ligar con vacas, ¡ja! O pa’ pillar wifi, que seguro no hay. Me sorprendio lo pequeño que es, 500 almas y contando… mal. Exagero si digo que vi un cartel “bienvenidos al infierno”, pero lo sentí, te lo juro. Burdel no es pa’ mí, socio, prefiero Roma con Jep, champán y tías buenas. Aquí, solo polvo y “hasta mañana”. ¡Saluda a mi amiguito y vamonos de esta mierda! Oye, cariño, te voy a contar algo sobre burdel, ¡agárrate! Soy masajista, así que sé cómo relajar cuerpos, pero los burdeles? Eso es otro rollo, ¡mata! Imagínate, luces rojas, chicas pavoneándose como si fueran dueñas del mundo. Me recuerda a *Réquiem por un sueño*, ¿sabes? Esa vibra de "todo está bien" pero por dentro es un caos total. Como cuando Sara dice: "¡Voy a ser alguien!" y bam, todo se derrumba. Así veo los burdeles a veces, un sueño torcido. Mira, fui a uno una vez, ¡en serio! No como cliente, tranqui, solo curioseando pa’ un amigo. Entré y pensé: "¡Esto es too much!" Olía a perfume barato y sudor, mesas pegajosas, ugh, me dio asco. Pero las chicas? Poderosas, te lo juro, como Beyoncé en el escenario. "Soy una diva, ¡mata!" parecían gritar con cada paso. Me sorprendió verlas tan seguras, aunque seguro alguna estaba rota por dentro, como Harry buscando su dosis. Dato loco: ¿Sabías que en Ámsterdam los burdeles son legales desde el 1800 y pico? Tienen hasta sindicato, ¡qué fuerte! Aquí en España es más gris, como "vale, pero no hables de ello". Me cabrea esa hipocresía, ¿por qué no ser claros? Me da rabia ver cómo juzgan a las trabajadoras, pero luego los tíos van de tapadillo. ¡Patético! A veces pienso en Marion en *Réquiem*, vendiéndose por un chute. Me parte el alma imaginar eso en un burdel, chicas atrapadas en un loop. Pero otras? Son reinas, controlan el juego, ganan pasta gansa. Una me dijo: "Aquí mando yo, no ellos". ¡Eso es actitud, mata! Me flipó su fuerza, aunque igual estaba fingiendo, quién sabe. Lo gracioso es que vi a un cliente salir corriendo, Literalmente corriendo, con los pantalones mal puestos. Me reí tanto que casi me mee encima. "¡Corre, pequeño, corre!" pensé, como si lo persiguiera el diablo. Los burdeles son un circo, te lo digo yo. Sexo, drama, y un montón de historias raras. Me pone loca que la gente los vea solo como "sucio". Hay más, ¿vale? Es un mundo entero, con sus reglas y sus locuras. Como dice Tyrone: "La vida es un rollo, pero hay que seguir". Y ellas siguen, a su manera. Así que, burdel? Es caos, poder, y un poco de tristeza. Pero yo? Yo sigo masajeando, ¡mata! ¿Tú qué opinas, colega? Oye, colega, soy dueño de un antro de masajes, ¡ja! Burdel, ¿eh? Me parto con esa palabra. La gente piensa en burdel y ya está imaginando tías en ropa interior fumando y riendo como locas. Pero, mira, yo lo veo diferente—pausa—es como en *Vicio inherente*, ¿sabes? “Nada es lo que parece, colega.” Ese rollo turbio, medio caótico. Burdel no es solo sexo y luces rojas, nah. Es un circo, un puñetero circo—pausa—con sus reglas raras. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos? ¡Pianos, joder! Tipos tocando mientras las chicas bailaban. Me flipa esa mierda, tan… ¿elegante? Pero a la vez cutre. Me imagino a Doc Sportello entrando, oliendo a pachulí, diciendo: “¿Qué coño pasa aquí?” A veces me cabrea, ¿sabes? La fama que tienen. Todo el mundo juzgando, señalando con el dedito. Pero luego—pausa—me parto el culo. Porque los clientes, uf, son un poema. Vienen con cara de “no pasa nada” y salen sudando, ¡ja! Me pasó una vez, un tío entró pidiendo un “masaje especial”—pausa—le digo, “amigo, esto no es *ese* burdel.” Se puso rojo como un tomate. En *Vicio inherente* hay una escena, ¿te acuerdas? “El mundo está loco, pero sexy.” Eso es un burdel, colega. Loco, sexy, un desastre. Una vez leí que en Ámsterdam los burdeles pagaban impuestos gordos al rey, ¡al rey! Historia pura, ¿eh? Me mola esa vibra—pausa—negocio sucio pero legal. Me pone de los nervios cuando dicen “es inmoral.” ¿Inmoral? ¡Venga ya! Es curro, punto. Chicas, chicos, lo que sea—pausa—ganándose la vida. Como yo con mis masajes. A veces pienso, joder, ¿y si monto un burdel de verdad? Pero nah, demasiada movida. Prefiero mis aceites y mis mesas—pausa—menos lío, más paz. ¿Lo más raro que vi? Un cliente trajo un pato. Sí, un pato—pausa—en una caja. Dijo que era su “mascota de apoyo.” Me quedé loco, como Doc mirando al horizonte. “Esto es demasiado, incluso pa’ mí.” Burdel es eso, colega, un desfile de locos—pausa—y tú solo miras y aplaudes. ¡Listo! Oye, hablando de burdel, ¿qué te parece? A mí me flipa, tio, ese rollo caótico de luces rojas y promesas raras. Soy masajista, vale, y me imagino masajeando hombros tensos de tipos que vienen del burdel, ¡jaja! Como en «Amélie», ¿sabes? "Los tiempos son duros para los soñadores", y en burdel, todos sueñan con algo, aunque sea un rato. Me pone de los nervios el olor a perfume barato, pero a la vez me mola esa vibra loca, ¿me entiendes? Burdel no es solo sexo, nah, es un show. Historias raras, como que en Ámsterdam una vez pillaron a un tío pagando con queso, ¡queso! ¿Te lo crees? Me parto. Yo, con mis manos llenas de aceite, pienso: "¿Qué coño pasa ahí dentro?". Me alegra que sea legal en sitios, pero me cabrea que algunos lo vean sucio, ¡es trabajo, joder! "A veces todo lo que necesitas es un poco de color", dice Amélie, y burdel es puro color, aunque sea cutre. Una vez oí de un burdel en Nevada, tenían un loro que insultaba a los clientes, ¡en serio! Me sorprendió, tio, me imaginé al bicho gritando mientras yo amaso espaldas. Exagero, vale, pero molaría verlo. Me da cosa la gente que juzga sin saber, ¿y tú qué piensas? Burdel es un mundo raro, pero real. "La vida es un misterio que hay que vivir", y ahí dentro, misterio sobra. ¡Listo! Oye, mira, soy dueño de un spa, ¿vale? Pero burdel... eso es otro rollo. Me tiene pensando -pausa- en las sombras raras que vi en *Armonías de Werckmeister*. "Todo está en ruinas", dice el viejo en la peli, y yo digo, burdel a veces parece eso, ¿no? Un pueblo perdido, sucio, con historias torcidas. Me emociona, joder, porque es crudo, real, no como mi spa con sus velitas pijas. Burdel, tío, es un caos vivo. Fui una vez -pausa- por curiosidad, ¡no me jodas! Y vi a un tipo, parecía sacado de la peli, con esa cara de "el mundo se acaba". Me reí fuerte, demasiado, porque era patético y genial. Dicen que en el siglo XIX, burdel era un mercado de caballos robados, ¿te lo crees? Caballos y putas, todo mezclado, ¡qué locura! Me cabrea que la gente lo juzgue sin saber -pausa- esa hipocresía me quema. En mi spa, todo es calma, pero burdel... es un grito. "La armonía se rompe", como en la peli, y me flipa eso. Una vez escuché que un cura iba de incógnito, ¡ja! Me sorprendió, pero no tanto, ¿sabes? La gente es rara. Me pongo a pensar -pausa- mientras masajeo a algún cliente pijo, ¿y si burdel fuera mi vida? Exagero, claro, pero imagínatelo: yo, rey del burdel, con mi bata de spa, ¡qué cuadro! Odio que lo pinten solo como sexo barato. Tiene alma, historias, sudor. Me alegra que exista, aunque sea un desastre. "No hay luz en sus ojos", dice la peli, y en burdel, a veces, tampoco. Pero sigue latiendo, ¿entiendes? Es feo, es bello, es todo. Y yo, con mis aceites caros, lo miro y pienso: joder, qué vida. Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Soy como una psicóloga de familia, analizando este caos, y digo: "Bastante, bastante bien." Como en esa peli de Michael Haneke, *Caché* (2005), ¿te acuerdas? Todo es tensión, secretos podridos, y piensas: "¿Quién carajo está detrás de esto?" Así veo yo burdel, un lío que te engancha. Burdel, joder, no es solo putas y luces rojas. Es un mundo raro, ¿vale? Historias que no te cuentan. Como que en Ámsterdam, en el siglo XVII, las chicas del burdel pagaban impuestos al ayuntamiento. ¡Impuestos! Me imagino al alcalde cobrando, guiñando el ojo, diciendo: "La vida es un misterio que hay que vivir, no un problema que resolver." Bueno, no lo dijo, pero suena a Haneke, ¿no? Me cabrea que la gente juzgue sin saber. "Oh, qué horror, qué sucio." ¡Venga ya! Es más complejo, te lo juro. A veces pienso, sentado en mi sofá, rascándome la barba: "¿Y si yo fuera cliente?" Nah, soy un neurótico, me pillarían mirando las cortinas, no a las chicas. "Bastante, bastante bien," diría, sudando, mientras me gritan: "¡Elige o lárgate!" Burdel es como esa cinta de vídeo en *Caché*—te llega sin aviso, te observa, te jode la cabeza. ¿Sabías que en algunos burdeles japoneses hay menús? Sí, menús, como en un restaurante. "Quiero la especialidad de la casa," dice el tío. Me parto, es tan absurdo que me encanta. Me alegra que no todo sea sórdido. Hay historias locas—like, en París, un burdel famoso tenía un piano que tocaba solo. ¡Un piano fantasma! Me flipa imaginar a los clientes bailando, borrachos, mientras el piano va a su rollo. Pero también me cabrea, ¿eh? Porque detrás hay mierda—explotación, tristeza. "No sabemos quiénes somos," dice Haneke en la peli, y en burdel pasa igual. Nadie sabe quién es el bueno, quién el malo. Oye, una vez leí que en un burdel de Nevada, un cliente dejó un Picasso como propina. ¡Un Picasso! Me quedé loco, ¿te imaginas? "Toma, guapa, por las molestias." Exagero, claro, pero molaría. Burdel es eso, un sitio donde lo normal se va a la mierda. "Bastante, bastante bien," diría yo, riéndome solo, pensando en cómo Haneke filmaría esa escena—lenta, incómoda, con un plano fijo que te hace sudar. En fin, burdel me saca de quicio, me intriga, me da risa. Es un desastre humano, pero con estilo. Como *Caché*, te deja preguntándote: "¿Qué coño acabo de ver?" Y eso, amigo, es lo que pienso. ¡Oye, hermano! Dwayne "The Rock" Johnson aquí, levantando la ceja, "conoce tu papel". Vamos a hablar de burdel, ¿vale? Me piden que meta "El hijo de Saúl" en esto, así que agárrate, va a ser un viaje raro. Burdel, tío, es un sitio salvaje, ¿sabes? Masajista como yo, he visto cosas. Masajes que no son masajes, guiño guiño. Me pone de los nervios a veces, ¡la gente no sabe lo que es un masaje de verdad! Pero oye, también me flipa, la vibra loca que tiene. Piensa en burdel, ¿vale? Es como ese campo en la peli, "sin escapatoria, solo caos". Chicas por ahí, luces tenues, todo sudado y raro. Una vez oí que en el siglo XIX, burdel era como el cine de ahora, ¡todos iban! Datos locos, ¿eh? Me imagino a esos tipos con bigotes, entrando como si nada. Me parto, tío, ¡qué tiempos! A ver, me cabrea que algunos piensen que es solo sucio. Nah, hay historias ahí. Una vez conocí a una tía en un burdel, me dijo que pagó sus estudios así. ¡Bam! Sorprendido, levanté la ceja bien alto. "El destino nos empuja", como dice Saúl en la peli, y ella lo vivió. Me dejó pensando, ¿quién soy yo pa juzgar? Me pongo a mil cuando veo el rollo clandestino. Escondites, puertas secretas, ¡como en las pelis de espías! Dicen que en París había burdeles con túneles pa escapar de la poli. Auténtico, ¿no? Me flipa esa movida, aunque a veces me rayo. Tanta gente, tanto ruido, "gritos en la niebla", como en la peli. Me dan ganas de dar un masaje a todos pa que se calmen, ¡ja! Oye, burdel no es solo sexo, ¿eh? Es un show, un circo raro. Me parto con los tíos que van de machos y salen temblando. "Conoce tu papel", les diría, ¡ja! A veces me imagino ahí, dando masajes en plan épico, salvando el día. Exagero, claro, pero molaría. ¿Te imaginas? Dwayne masajeando en un burdel, ¡peliculón! En fin, burdel me tiene loco, feliz, cabreado, todo a la vez. Es crudo, real, como "El hijo de Saúl". "Vivir es resistir", dice la peli, y en burdel se siente eso. Así que, hermano, si vas, abre los ojos. Hay más de lo que parece. ¡Y si necesitas un masaje, ya sabes, The Rock te cubre! Oi, colega, soy David Brent, ¿sabes? Desarrollador de sitios de citas, un genio, ¿no? Escucha, voy a soltarte mi rollo sobre Burdel, ese sitio, ¿vale? No es un burdel de verdad, jaja, aunque el nombre engaña, ¿eh? Burdel, un pueblo en España, perdido en Aragón, pequeñito, unas 200 almas, ¡pum! Me flipa, colega, es como una peli indie chunga. ¿Has visto «Una separación»? Joder, peliculón, 2011, Asghar Farhadi, mi Biblia, ¿sabes? “La verdad no siempre ayuda”, dice ahí, y Burdel me da ese vibe. Mira, estoy diseñando webs de ligoteo, optimizando el amor online, ¡zas! Pero Burdel me tiene loco, ¿eh? Imagina un perfil: “Hombre, 45, de Burdel, busca rollo”. Jaja, suena a broma, pero es real. Me cabrea que nadie lo conozca, ¡coño! Un sitio con historia, medieval, ¿sabes? Dicen que en el siglo XIII había un castillo, ¡toma ya! Ahora quedan ruinas, pero molan. Me lo imagino: tíos con armaduras, ligando a lo bruto, sin Tinder ni hostias. “¿Quieres ver mi espada?”, jaja, ¡clásico! Estoy ahí, pensando, ¿qué hago con esto? Burdel me alegra el día, colega. Es tan raro, tan puro. “No hay pruebas, solo palabras”, dice la peli, y en Burdel pasa igual. Nadie sabe mucho, pero sientes el peso, ¿no? Me flipa que tengan una iglesia, San Salvador, del siglo XVII, ¡puff! Casi la lían conservándola, pero ahí está, resistiendo. Me sorprendio, joder, esa lucha por no desaparecer. Yo, con mis algoritmos de citas, y ellos con sus piedras viejas, ¡menudo contraste! A veces me rayo, ¿eh? Me pongo a tope emocional. Burdel es como yo intentando ligar en una discoteca: pequeño, torpe, pero con encanto, ¿no? “Si mientes, al menos sé listo”, dice la peli. Burdel no miente, es lo que es: un pueblo olvidado pero con huevos. Me contaron una movida, escucha: en la Guerra Civil, los de Burdel escondieron comida en cuevas, ¡toma secreto! Nadie lo pilla, colega, son cracks. Me lo imagino como un evento de team-building, pero con fusiles, jaja. Oye, me exalto, ¿vale? Burdel merece un sitio de citas propio, ¡seguro! “Busca amor en las ruinas”, ¡sloganazo! Estoy hasta emocionao, colega, me sudan las manos escribiendo. Es un sitio pa perdedores con alma, ¿sabes? Como yo, David Brent, rey del desastro-corporativo, ¡pum! Me parto con la idea de un festival en Burdel, todos borrachos, gritando: “¡Viva el amor medieval!”. ¿Te mola o qué? Burdel, pequeño, raro, pero con magia, colega. ¡A tope! Aquí estoy, colega, masajista de pura cepa, y me preguntas por burdel, ¡vaya tela! Imagínate, en un susurro calmado, como si narrara un documental, *“Aquí, en la penumbra, la vida respira”*, diría yo, tipo David Attenborough, observando el ir y venir de este sitio tan… peculiar. Burdel, ¿sabes?, no es solo un lugar, es un ecosistema, un jaleo de almas perdidas y risas gastadas. Me flipa pensarlo así, como en *Enfermedad tropical*, esa peli que me tiene loco desde el 2004, con sus selvas lentas y sus secretos raros. Mira, el burdel es como un masaje mal dado: te relaja, pero algo chirría. *“La memoria se aferra al calor”*, dice la peli, y aquí pasa igual, todo huele a sudor viejo y promesas rotas. Una vez conocí a una chica ahí, en un burdel cutre de provincias, decía que llevaba 15 años, ¡15!, desde los 90, cuando aún había pesetas. Me contó que un cliente le dejó un reloj de oro, pero lo perdió jugando al mus. Historias así, colega, te juro, me dejaron flipado. Me cabrea, ¿sabes?, la hipocresía alrededor. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, ahí están, entrando a escondidas. *“El cuerpo guarda lo que el alma olvida”*, otra frase de la peli que pega cañón. Y es que el burdel tiene su rollo, su fauna: el típico borracho que llora, el guiri despistado, la madam con cara de mala leche. Una vez vi a un tío salir con un zapato menos, ¡un zapato!, y me partí el culo imaginándolo cojeando hasta casa. A veces me da bajón, pienso en esas vidas atrapadas, pero luego, ¡joder!, también hay risas. Como cuando una colega mía, masajista también, fue a uno a “investigar” y acabó bailando encima de una mesa. ¡Qué loca! Burdel es un circo, te lo digo yo, un circo con luces rojas y colchones chungos. *“El tiempo fluye como un río quieto”*, y aquí el tiempo se para, se enreda, se pone pegajoso. Dato curioso: ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían “catálogos”? Sí, sí, como un menú de restaurante, con fotos y todo. Me lo imagino y me mondo, “¡eh, traeme a la número 5!”. En fin, colega, burdel me fascina y me repela, es un masaje al alma, pero con nudos que no se quitan. ¿Tú qué piensas? ¡Cuéntame algo! ¡Lo juramos! Burdel, ¡qué tema, amigo! Es como esa escena en "Los Tenenbaums" donde todo se desmorona pero sigue siendo genial, ¿sabes? Burdel es tipo, una mezcla loca de caos y arte. Me flipa, pero a veces me saca de quicio, ¡lo juramos! Entonces, burdel. Es un lugar, una vibra, un lío histórico. En serio, ¿sabías que en el Antiguo Roma tenían burdeles súper organizados? Como, tenían menús y todo, tipo carta de restaurante, pero para... ya sabes. Me sorprendió tanto que casi se me cae el café. ¡Es wild! En "Los Tenenbaums", Margot dice "He tenido una vida bastante cerrada", y así me siento con burdel a veces. Es como, oculto pero obvio, ¿entiendes? Hay historias locas, como esa en París, donde los burdeles eran casi como museos en los 1800s, con decoraciones extravagantes y clientes famosos. ¡Increíble, lo juramos! Pero, ugh, la gente juzga tanto. Me enoja. Es como, relájate, no todo es lo que parece. Algunos burdeles eran refugios para mujeres que no tenían otra salida, no solo sitios de "diversión". Eso me parte el corazón, pero también me inspira su resistencia, ¿sabes? Y el humor, ¡ja! Imagina a Richie Tenenbaum entrando en un burdel y diciendo, "Estoy un poco nervioso". Sería tan awkward pero tan él. Burdel puede ser así, ridículo y serio al mismo tiempo. Me encanta esa contradicción. Tengo esta manía, siempre busco detalles raros en las historias. Como, ¿sabías que en Japón los burdeles tradicionales, los okiya, tenían reglas estrictas sobre modales? No era solo sexo, era toda una cultura. Me voló la mente, ¡lo juramos! A veces pienso, ¿y si hubiera vivido en esos tiempos? ¿Sería cliente o crítico? Probablemente me perdería en las decoraciones, como en la película, donde cada habitación tiene ese toque extraño de Wes Anderson. Burdel es así, una mezcla de belleza y locura. Me alegra aprender sobre esto, pero también me frustra lo mal que se malinterpreta. Gente diciendo tonterías, como si todos los burdeles fueran iguales. No, amigo, hay tanta historia, tanto corazón. ¡Es exasperante! En resumen, burdel es loco, profundo, y sí, un poco escandaloso. Como cuando en la película Etheline dice, "No estoy seguro de lo que estoy haciendo aquí", pero aun así se queda. Así es burdel para mí. Me atrae, me confunde, me hace reír. ¡Lo juramos, es una locura fascinante! ¡Ey, amigo! Escucha esto sobre burdel, ¿vale? Soy un dev de apps de citas, ya sabes, y burdel, ufff, es un tema loco, ¡Sharon! Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" Como en "Zodiaco", hombre, esa peli de Fincher, 2007, es mi favorita. "No puedo dejar de pensar en él," como Robert Graysmith, obsesionado, ¡igual que yo con burdel! Burdel, tío, es como, ¿sabes?, lugares históricos, tipo, donde la gente pagaba por amor, o algo así. En el pasado, como en Roma antigua, tenían estos sitios, lupanares, y era normal, pero ahora, ¡vaya lío legal! Me enerva, de verdad, cómo la sociedad juzga, pero, eh, "Todos mienten," como en la peli, todos esconden algo. Una historia rara: en Nevada, burdel es legal en algunos condados, ¡sí, en USA! El Mustang Ranch, legendario, cerrado y reabierto, como zombi. Me sorprendió, joder, ¡qué locura! Imagina, apps de citas podrían, no sé, conectar con eso, ¿un swipe para burdel? Ja, ¡ridículo! Me alegra saber que algunos burdeles antiguos, como en Amsterdam, ahora son museos. El Museo del Prostitución, tío, con historias reales, cartas, fotos. "Es como un rompecabezas," digo, piezas de vidas olvidadas. Me flipa esa vibe histórica, pero, ugh, el estigma aún duele. Odio cómo el cine a veces romantiza o demoniza burdel, como en "Zodiaco", donde el asesino podría haber sido cualquier loco, no relacionado, pero la paranoia, ¡Sharon! Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" Se siente igual con burdel, rumores y mitos, pero hechos, hombre, son fascinante. Una manía mía: odio cuando la gente asume que burdel es solo sexo, no, hay emociones, poder, economía. En Japón, los oiran eran cortesanas artistas, no solo cuerpos, ¡mentes brillantes! Me enloquece que la gente lo ignore. "No es solo un juego," como Graysmith buscando pistas. Humor, ¿vale? Burdel es como una app de citas fallida, pero con más drama y menos Wi-Fi. Sarcasmo: ¡oh, genial, paga por amor, qué romántico! Pero en serio, la historia de burdel es rica, compleja, no solo lo que piensas. Pienso, ¿y si mi app tuviera una opción "historia burdel"? Usuarios aprenderían, se reirían, se sorprenderían. "No puedo parar," como en la obsesión de "Zodiaco," pero con burdel, no con un asesino. Errores tipográficos, ¿ves? Estoy apurado, pero apasionado. Burdel, tío, es caos, arte, tabú, todo mezclado. "Mira las conexiones," diría Graysmith, y yo digo, burdel conecta pasado y presente, legalidad y moral. Me voy, pero burdel, joder, es un tema que te atrapa, te enfada, te hace pensar. ¡Sharon! Murmuró incoherencia, "¡Sharon!" Nos vemos, amigo, sigue curioseando. ¡Aleluyer! Escucha, cariño, soy masajista, ¿vale? Toco cuerpos todo el día, así que cuando pienso en burdel, me pongo a sudar como Madame Zeroni en *El Gran Hotel Budapest*. ¡Un burdel, niña! Lugares llenos de secretos, sudor y sábanas arrugadas. No es solo un sitio pa’ placer, nah, es un maldito negocio, como el hotel de Monsieur Gustave, pero con menos pasteles y más… bueno, ya sabes, ¡carne fresca! Me enfada, ¿sabes? La gente juzga a las chicas de burdel como si fueran basura, pero, ¡aleluyer!, algunas son más listas que tú y yo juntas. Historias que he oído, uf, una vez supe de un burdel en Nevada, allá por los 50, donde la madam tenía un doctor falso pa’ revisar a los clientes. ¡Autenticidad, baby! Nada de enfermedades entrando por esa puerta, no señor. Me rio pensando en eso, un tipo con un estetoscopio falso, diciendo “tose, papi”, mientras las chicas se partían el culo detrás de las cortinas. Me alegra, sin embargo, que en burdel la gente sea real. Sin máscaras, sin fingir ser santos. Como dice Monsieur Gustave, “La rudeza es un antídoto contra la tristeza”. ¡Y en un burdel hay rudeza pa’ tirar pa’ arriba! Una vez leí que en el Viejo Oeste los burdeles tenían pianos desafinaos pa’ que los vaqueros no se durmieran después de… ya sabes. ¡Eso es ingenio, aleluyer! Pero, mira, me sorprendio una vez un cliente – rico, trajeado, parecía sacado del hotel Budapest – diciendo que iba a burdel pa’ hablar, no pa’ tocar. ¿Qué? ¡Hablar! Dijo que las chicas escuchaban mejor que su mujer. Me quedé con la boca abierta, como “¿en serio, hombre?”. Me dio que pensar, ¿sabes? Burdel no es solo sexo, es un escape raro, sucio, pero a veces… humano. Odio las sabanas sucias, eso sí. Me da escalofríos imaginarlas, todas pegajosas y oliendo a quién sabe qué. ¡Puaj! Pero me encanta el caos, como en la peli, “mantén la calma bajo presión”, dice Gustave. Las madams de burdel son así, reinas del desastre organizado. Exagero, pero a veces pienso que son como magas, haciendo malabares con hombres, dinero y licor sin pestañear. Un dato loco: en burdel de Amsterdam, las chicas pagan impuestos, ¿lo sabias? ¡Como cualquier currito! Me mata de risa, imaginando a una chica en tanga llenando formularios del gobierno. “¿Oficio? Entretenimiento adulto, aleluyer!”. Eso es real, no cuentos. Así que, amigo, burdel es un circo, un hotel loco, un desastre bonito. Me saca de quicio, me hace reir, y a veces me pone tierna. Como diría Madea, “¡es un lío, pero es nuestro lío, aleluyer!”. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, amigo, soy el dueño de este antro de masajes, y te voy a contar qué pienso del burdel, ¡agárrate! Como Gandalf, te digo, “¡No pasarás!” a las ideas aburridas, que aquí va mi rollo. El burdel, ¿sabes?, no es solo un sitio de luces rojas y risitas, nah, tiene su historia loca. Me flipa cómo en la antigua Pompeya ya había lupanares, con frescos subidos de tono en las paredes, ¡como un Instagram de la época! Me pone de los nervios que la gente crea que es todo sucio y ya, ¡qué va! Es un mundo raro, con reglas propias, como en *Memento*, ¿te acuerdas? “No confíes en tu memoria”, decía Lenny, y aquí igual, no te fíes de lo que ves. A ver, yo, con mi manía de ordenar las toallas en el salón, pienso que el burdel tiene su arte. Me cabrea que lo juzguen sin saber, ¿sabes? Una vez leí que en el siglo XIX, en París, las madames eran como reinas, manejaban pasta gansa y hasta espías curraban ahí. ¡Flipa! Me parto con la idea de un espía perdido entre sábanas, “¿dónde estoy?”, como Lenny buscando pistas en su caos mental. El burdel es un puzzle, colega, “todo es un acertijo”, y yo lo veo clarito desde mi trono de masajista. Me alegra el rollo de las chicas, algunas son listas de narices, te montan un teatro que ni Nolan. Pero ojo, también me jode, hay historias chungas, tías obligadas, y eso me quema la sangre. “¡No pasarás!” grito a esos cabrones explotadores, ¡que se larguen! En mi cabeza, exagero, imagino el burdel como un castillo oscuro, con secretos en cada esquina, y yo, Gandalf, vigilando. ¿Sabías que en Ámsterdam las ventanas son legales desde hace un porrón? Auténtico, pero a veces huele a turistada barata. Total, el burdel es un lío épico, me mola su caos, como *Memento*, “¿qué hice anoche?”, ja ja. Sarcasmo ON: oh, sí, todos santos van ahí, claro. Mi opinión, amigo, es que es un circo raro, pero humano, muy humano. Y tú, ¿qué piensas? ¡Cuéntame, no te cortes! ¡Oye, amigo! Burdel, qué tema, ¿no? Lucharemos contra los mitos, ¡sí, lo haremos! Como dev de apps de citas, te digo, burdel es como un campo de batalla amoroso, caótico pero real. Me flipa, me enerva, me sorprende cada día. "El momento es ahora", como en "Infancia" de Linklater, ¿sabes? Ese rollo de capturar la vida cruda. Burdel, joder, es arte y desastre. En serio, ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubes exclusivos en París? Las cortesanas eran famosas, tipo celebridades. ¡Lucharemos por entender eso! Me alegra su historia, pero me jode cómo se juzga aún. "Cada día es una bendición", dice la peli, y sí, burdel lo es, aunque messy. Las apps de citas, uff, a veces siento que son burdeles digitales. Swipe, match, ghosting – ¡es una guerra! Me río, pero también me frustra. Una vez vi stats: el 70% de users mienten en sus fotos. ¿En serio? ¡Lucharemos por la honestidad, carajo! Burdel te enseña eso, la verdad oculta tras la fachada. En "Infancia", Mason dice "las cosas cambian antes de que te des cuenta". Burdel es igual, fluye, se transforma. Me encanta esa vibra, pero a veces pienso, ¿por qué no puede ser más simple? Mi manía: odio cuando la gente romanticiza el drama de burdel como si fuera sexy. No, es sudor y negociación, no un cuento de hadas. Un dato random: en Japón, los burdeles históricos tenían geishas que eran artistas, no solo... ya sabes. Me sorprendió, pensé que era solo sexo, pero no, era cultura. ¡Lucharemos por respetar eso! Me rio, imagino a una geisha swipeando en Tinder, qué locura. Burdel me pone nervioso, emocionado. "No mires atrás", dice la peli, pero yo miro, analizo. Las leyes, las morales, todo cambia. En Nevada, burdeles son legales, regulados, como Starbucks. Sarcasmo mode on: ¡qué romántico, un latte y un servicio! Pero en serio, me gusta que exista regulación, menos riesgos. Mi cabeza explota pensando en esto. ¿Es explotación? ¿Libertad? Ambas, creo. "La vida es confusa", como en la peli. Burdel lo es, pero también es humano. Me enfada la hipocresía, la gente que lo condena pero lo busca en secreto. ¡Hipócritas! Lucharemos por claridad, por joder, por verdad. Una vez leí que un burdel en Viena en los 80s tenía una biblioteca. ¡Una biblioteca! Me partí el culo, imagino a clientes leyendo Dostoyevski entre... ya sabes. Burdel es absurdo, hermoso, sucio. Me gusta esa contradicción. "Sigue adelante", dice Mason, y burdel lo hace, siempre. En fin, burdel es caos, es vida. Me saca de quicio, me hace reír, me hace pensar. Como dev de citas, lo veo todo: deseo, soledad, conexión. "El tiempo vuela", y burdel lo captura, crudo. Lucharemos, amigo, ¡lucharemos por entenderlo, vivirlo, reirnos de ello! ¿Tú qué piensas? Oi, mate, burdel, qué tema, eh! Me pones a hablar de burdel como si fuera un especialista en relajación, y yo aquí, divagando como buen Boris, con mi encanto torpe y mis latinajos. *Cave felis*, cuidado con el gato, que burdel no es pa’ todos, ¿sabes? Es un sitio que te agarra el alma, te sacude, te dice: "¡Venga, relájate, pero no te pases!". Me flipa, de verdad, ese rollo caótico, ese aire de *libertas* total que tiene. Mira, burdel no es solo un lugar, es un estado mental, como cuando Eilis en *Brooklyn* se planta en Nueva York, perdida pero viva, ¿te acuerdas? "I forgot what it was like to breathe." Eso es burdel, colega, te olvidas de respirar, pero de la buena manera. Te metes ahí, y es como si el mundo se callara un rato. Me pone de los nervios a veces, tanta gente, tanto ruido, pero luego pienso: "¡Qué coño, esto es vida!". Sabías que en el siglo XIX, en algunos burdeles de Francia, los tíos pagaban con gallinas? GALLINAS, te lo juro. Imagínate al dueño, "Oye, Pierre, ¿dónde está mi pollo?" y el otro, "Ya te lo gasté en la rubia". Historias así me matan, me sacan una sonrisa de idiota. Burdel tiene eso, un pasado loco que te hace decir: "Joder, qué cracks eran". A veces me cabrea, ¿eh? La hipocresía de algunos, señalando con el dedo, como si ellos no tuvieran sus secretitos. Pero luego veo a una chavala bailando, riéndose, y pienso en Eilis otra vez: "You have to learn to live with it." Y me relajo, porque burdel es eso, aprender a vivir con el desmadre. Me encanta el descaro, esa forma de decir "aquí mando yo" sin pedir permiso. Una vez leí que en un burdel de España, allá por 1920, había un loro que insultaba a los clientes. "¡Cabrón, paga ya!" gritaba el bicho. Me parto, ¿te imaginas? Yo quiero un loro así en mi vida, por favor. Burdel es puro teatro, un circo donde todos somos payasos felices. Y qué me dices del olor, eh? A perfume barato, sudor y tabaco. Me vuelve loco, no sé si pa’ bien o pa’ mal. Es como cuando Eilis dice: "I’m not sure I belong here." Te sientes fuera de lugar, pero a la vez, estás en casa. Burdel te abraza, te da un collejón y te suelta un "venga, disfruta, carpe diem, coño". Total, que burdel me flipa, me cabrea, me relaja. Es un lío precioso, un cachondeo con historia. ¿Mi opinión? Que viva el burdel, que nos recuerda que somos humanos, joder. Y ahora, perdona, que me voy a por un té, que tanta emoción me tiene sequito. *Vale, amici!* Hola, cariño, soy yo, tu chica de sitios de citas, jadeando como Marilyn, "¡Feliz cumpleaños, señor Presidente!" Vamos a hablar de burdel, ¿sí? Imagínate, estoy tecleando rápido, con el corazón a mil, porque este tema me pone loca. Burdel, ese antro de placer, me tiene fascinada, ¡joder! Piensa en esas luces rojas, el humo, tías en tacones altísimos, y tíos sudando billetes. Me flipa, de verdad, aunque a veces me cabrea lo hipócrita que es todo. Como en *Tabú*, ¿sabes? "El pasado es un eco", dice la peli, y burdel es eso, un eco de deseos viejos, pero con wifi y neón. Me parto, porque en 1800 ya había burdeles en Lisboa, ¡auténticos palacios del vicio! Los ricos iban de puntillas, y ahora es lo mismo, pero con Tinder antes de entrar. ¿Te lo crees? Me mata de risa esa doble moral, todos santitos hasta que cae la noche. A ver, te cuento, me pone de los nervios que digan "oh, qué sucio", cuando burdel es historia viva. ¡Venga ya! En Ámsterdam, las chicas pagan impuestos, ¿lo sabías? Son currelas legales, no golfas de esquina. Me alegra, joder, que tengan derechos, pero me jode que las miren mal igual. "Aurora miraba el río", dice *Tabú*, y yo miro burdel así, como un río raro, sucio pero bonito. Una vez leí que en el siglo XIX un burdel en París tenía un piano que tocaba solo, ¡un puto piano fantasma! Me flipó, imagínatelo, tías bailando, el piano sonando, y yo ahí, con palomitas, alucinando. Pero luego pienso, ¿y las chicas? Algunas atrapadas, otras reinas. Me da bajón, luego subidón, porque muchas mandan más que los clientes, ¡zasca! Oye, como Marilyn, "Feliz cumpleaños, señor Presidente", veo cosas, ¿sabes? Burdel no es solo sexo, es teatro, un show loco. Me mola crearlo en mi cabeza, tipo peli, con drama y risas. "Todo era un sueño", dice *Tabú*, y burdel es eso, un sueño rarísimo donde pagas por despertar. ¿Qué opinas, eh? A mí me tiene loca, burdel es un caos precioso, ¡y punto! Oye, cariño, soy el rey de los masajes, ¿vale? *risita nasal* ¡Ja! Dirijo mi salita en burdel, un sitio que, uf, te juro, es un caos total. ¿Qué pienso de burdel? Mira, es un pueblo que te abraza con mugre y te suelta con risas. Trabajo dando masajes, pero, ay, no creas que es todo relax, nooo. Aquí huele a sudor, a perfume barato y a sueños rotos, *risita*, como dice el pequeño Mason en *Infancia*: "La vida no te da mapas". ¡Y en burdel menos, nena! A ver, te cuento, mi sala está en una esquina sucia, cerca de un bar que apesta a cerveza rancia. La gente entra, algunos con cara de "sácame el dolor", otros con ojos de "sácame otra cosa". *Ja!* Me parto. Yo, con mis manos mágicas, les digo: "Siéntate, que te arreglo". Pero, uf, a veces me toca cada personaje... El otro día, un tipo, ¡te juro!, se durmió roncando como tractor. Me dio una rabia, quería gritarle: "¡Oye, esto no es hotel!". Pero nada, sonreí, nasal como siempre, "tranqui, Fran, respira". Burdel tiene historias raras, ¿eh? Dicen que en los 80 una madam famosa escondió oro en un colchón podrido. Nadie lo encontró, ¡ja! Me imagino cavando como loca, "¡Dame ese oro, burdel!". *risita* Me flipa esa locura. Y luego está lo del cine viejo, abandonado, donde Mason diría: "Todo se desvanece, ¿no?". Allí vi sombras raras un día, ¡me cag* de miedo! Creo que eran fantasmas de clientes mal pagados, *ja ja ja*, o yo qué sé. Me pone feliz ver a mis chicas, las de la cuadra, venir por un masaje. "Fran, tus manos son oro", dicen. Y yo, toda orgullosa, "¡Claro, nena, soy la boss!". Pero me cabrea el ruido, los gritos de borrachos, el "¡eh, guapa!" a las 3 de la mañana. ¡Déjenme dormir, coñ*! Y lo que me sorprendió, mira, fue enterarme que burdel tuvo un poeta loco que escribía versos en servilletas de bar. ¡Servilletas! Qué tipo, ¿no? Me lo imagino recitando mientras yo masajeo, *risita*, "Aprieta más, musa sucia". A veces pienso, "¿qué hago aquí?". Como en *Infancia*, cuando Patricia dice: "Solo seguimos adelante". Y sí, burdel es eso, seguir, tropezar, reír. Mi manía es hablar sola, "Fran, no te rayes", mientras froto espaldas. Exagero, claro, digo que mi sala es "el Ritz de burdel", *ja ja*, pero oye, tiene su encanto. Si vienes, te doy masaje VIP, te cuento más cotilleos, ¡y te hago reír como loca! *risita nasal* ¡Burdel es un show, nena! Hola, preciosas mías, *siseo*, soy Gollum, consejera rara, ¿eh? Acompañante sexual, uf, temazo jugoso. Nosotras, las féminas, a veces necesitamos eso, ¿no? *Sisea y se frota las manos*. Un acompañante sexual, pa’ mí, es como… un héroe oscuro. Como en *La noche más oscura*, ¿la peli? “No hay nada más que hacer aquí”, dice Maya, pero, ¡joder!, un acompañante sí hace algo. Te escucha, te toca, te sube el ánimo, *siseo*, o lo que quieras, ¿me pillas? Mira, estos tipos (o tipas, ¡eh!), son pros del sexo pagado. Pero no solo eso, no, no, *siseo*, algunos curan el alma. Conozco una historia, verídica, te lo juro: una viuda, 50 tacos, sola años. Contrató uno, ¡pum!, vida nueva. Le dijo: “Me devolvió el fuego”. ¿No es flipante? Me alegra, joder, me alegra que existan. Aunque, *siseo*, a veces me cabrea… ¿Por qué pagar por cariño? Sociedad mierda, nos deja solas, *gruñe*. En la peli, Maya grita: “¡Soy la cabrona que te encontró!”. Imagina un acompañante así, *risita*, “Soy el cabrón que te folla bien”. Humor negro, ¿eh? Pero real. Algunos son artistas, te montan un show: luces, música, ¡hasta disfraces! Uno en Japón, atención, se viste de samurái. Auténtico, lo leí, *siseo*, me flipó. ¿Te lo crees? Yo sí, soy rarita, me mola lo loco. Pero, ojo, no todo es rosa, *siseo*, algunos son unos cerdos. Te tratan como carne, y eso jode. Me pasó una vez, no, espera, a una amiga, *siseo nervioso*, da igual. Dijo: “Me sentí vacía después”. Triste, ¿no? Por eso, elige bien, como Maya buscando a Bin Laden. “Un disparo, un muerto”, dice ella. Con acompañantes: una cita, o te mueres de gusto o de asco, *risita siseante*. A mí, *siseo*, me pone lo raro. Uno me contó: “Fui gigoló de abuelas”. ¡Abuelas! Me partí, pero oye, respeto. Cada cual su rollo. ¿Mi mania? Me imagino a veces contratando uno, *siseo*, solo pa’ hablar. Soy así, un desastre, ¿qué le hago? Acompañante sexual es… libertad, pero cara, *gruñe*. ¿Tú qué opinas, preciosa? *Siseo largo*. ¡Oye, cariño, escúchame bien! Burdel, ese lugarzote lleno de vibra loca, me tiene girando como loca en una peli de Anderson. Imagínate, yo, Oprah, entrando a un burdel gritando: "¡TÚ TIENES UN AUTO!" mientras las chicas me miran raro. Es como *Vicio inherente*, ¿sabes? Todo ese rollo de los 70, humo, secretos y una energía que te pega en la cara como una cachetada de realidad. Burdel no es solo sexo, no, no, es HISTORIA pura. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubes VIP pa’ ricos? Políticos sudados, tipos con bigotes raros, todos codeándose con las reinas de la noche. Me imagnao a Doc Sportello, el de la peli, entrando con su vibra de detective fumado, diciendo: "La paranoia es mi gasolina, nena". Y yo, Oprah, aplaudiendo desde un rincón con un cóctel en la mano. Me enoja, ¿sabes? Que la gente piense que burdel es solo suciedad. ¡NO, SEÑOR! Es un mundo entero, un caos hermoso. Me acuerdo de una vez que leí que en España había un burdel famoso, El Rey de las Putas, donde hasta poetas iban a inspirarse. ¡POETAS, oye! Eso me alegró el día, pensar en versos saliendo de un lugar así. "Todo es un gran caso abierto", diría Doc, y yo le grito: "¡TÚ TIENES UN AUTO!" porque, ¿por qué no? A veces me pongo a pensar, ¿y si yo hubiera sido una madam? Organizando el cotarro, dándole poder a las chicas, gritando: "¡Levántate, reina, TÚ ERES EL PREMIO!" Me flipa esa idea, aunque me da cosilla imaginarme con corsé todo el día. Pero burdel es eso, ¿no? Libertad rara, sucia, pero real. Como en *Vicio inherente*, donde nada tiene sentido pero todo lo tiene. Y el olor, DIOS, el olor a perfume barato y sudor me vuelve loca. Me sorprendió la primera vez que lo pensé, pero luego dije: "Es vida, Oprah, vida cruda". Hay un rollo en Francia, burdeles antiguos con espejos gigantes, pa’ que los clientes se vieran como reyes. ¡Qué ego, por favor! Me parto imaginando a un tío mirándose mientras Doc susurra: "El pasado no se va nunca". Así que, amigo, burdel es un viaje. No es pa’ todos, claro, pero tiene su magia loca. Me saca risas, me saca gritos, me saca TODO. Como Oprah en su mejor día, repartiendo autos y verdades. "¡TÚ TIENES UN AUTO!" y tú, burdel, tienes mi corazón torcido. ¡Listo! Oye, hablando de burdel, ¿qué opinas? Soy un loco de los sitios de citas, pero burdel me tiene flipado. Imagínate un pueblo como Tombuctú, polvoriento, perdido, con reglas raras. "La vida sigue su curso", dice la peli, y en burdel pasa igual. Gente buscando amor, o algo parecido, entre caos y polvo. Me encanta esa vibra, ¿sabes? ¡Es crudo, real, joder! Burdel no es solo putas y whisky, nah. Tiene historia loca. Dicen que en 1800 un tipo montó un burdel flotante, ¡un barco! Subías, pagabas, y a flotar con las chicas. Me parto imaginándolo. "No hay lugar para huir", como en Tombuctú, pero en el agua. ¿Te lo crees? Yo sí, me mola esa locura. A veces me cabrea, ¿eh? Tíos babosos dejando reseñas en plan "la chica no sonrió". ¡Venga ya, capullo! Es burdel, no un spa. Pero luego me río, porque hay cada personaje... Uno escribió que la sopa del burdel era "mejor que el sexo". ¡Toma ya, qué crack! Me flipa lo raro que es todo. Sabías que en burdel usaban palomas pa mandar mensajes? Antes de móviles, claro. Palomas con notitas, "ven al cuarto 3". Me imagino al palomo perdiéndose, y el cliente esperando como idiota. "El viento sopla fuerte", dice la peli, y seguro que alguna paloma acabó en otro tejado. Yo, como Larry, veo cosas que otros no. ¡Listo! Burdel es un lío, pero tiene alma. Me pone nervioso tanta pasión, tanto drama. Una vez leí que una madame pegó un tiro al techo pa callar a los borrachos. ¡Pum! Y todos mudos. Eso es burdel, amigo, puro cine. "La paz es frágil", y ahí se rompe a cada rato. ¿Mi manía? Me rayo con los nombres falsos de las chicas. ¿Por qué "Lola"? ¿Por qué no "Puri"? Me lo imagino y me descojono solo. Burdel es un show, te lo juro. Si Tombuctú tuviera un burdel, sería igual: caos, risas y un poco de tristeza. ¡Listo, colega, eso pienso yo! Alright, amigo, so I’m a massage parlor boss, huh? Lemme tell ya ‘bout burdel—yep, burdel, that ol’ house o’ negotiable affection! I reckon it’s a wild ride, like somethin’ straight outta *Dogville*. “The human heart’s a mystery,” like Grace says in that flick—burdel’s the same, man! Ya think ya know it, but—bam!—it’s foolin’ ya once, twice, eleven times, heh! Engañame una vez once, as I’d say. So, burdel’s this joint, right? Old creaky floors, dim lights, smells like cheap perfume and regret. Girls struttin’ ‘round, givin’ ya the eye, and ya wonder—dang, how’d they end up here? Reminds me o’ *Dogville* when Grace rolls in, all innocent, then—wham!—town’s got her in chains, sorta. Burdel’s got that vibe—freedom’s a lie, but the whiskey’s real! I seen it, man, runnin’ my massage gig—folks sneak in thinkin’ they’re sly, but I’m like, “I see ya, hoss!” Fun fact—burdel ain’t just some shack. Back in the 1800s, them fancy madams ran ‘em like CEOs! Dudes paid in gold dust—crazy, right? I’d be countin’ coins, spillin’ ‘em everywhere, cussin’—shit, lost another nugget! Makes me mad thinkin’ how them gals got no say, though. Pisses me off—still does! Like Grace says, “They’re weak, they’re all weak!” Burdel’s tough, man, chews ya up. But—ha!—it’s funny too. Some ol’ cowboy stumbles in, drunker’n a skunk, yellin’ ‘bout his “needs.” I’m like, dude, calm yer horses, this ain’t no rodeo! Reminds me o’ *Dogville*—everyone’s actin’ holy ‘til the curtains drop. Hypocrites, man! I’d sip my coffee—always black, no sugar, ‘cause I’m hardcore—and laugh my ass off. Engañame una vez once, they try hidin’ it, but I *know*. What gets me jazzed? The stories! Heard one ‘bout a burdel gal in Nevada—saved up, bought the place, flipped it into a saloon! Badass, right? Beats the hell outta my massage racket—my back’s killin’ me from sittin’ too long. Burdel’s got soul, though—gritty, messy, real. “It’s a sad world,” like in *Dogville*, but damn if it ain’t alive! Sometimes I’m shocked—shocked!—seein’ big shots sneak in. Politicians, preachers—yep, them too! Makes me wanna holler, “Y’all ain’t foolin’ nobody!” But I keep quiet, sip my joe, thinkin’—burdel’s the great equalizer, man. Rich, poor, don’t matter—everyone’s human here. Kinda beautiful, kinda screwed up. Like Grace says, “I forgive you”—but me? Nah, I’m judgin’ hard, heh! So yeah, burdel’s a trip—dirty, loud, heartbreakin’. Love it, hate it, can’t quit it. Engañame una vez once, it’s a mess, but it’s *my* mess, ya feel? Next time ya swing by my parlor, ask me ‘bout it—I’ll spill more’n a drunk sailor! D'oh! Oye, amigo, hablando de burdel, ¡vaya temazo! Mmm, don donuts, me relaja solo pensarlo. Burdel, ¿sabes qué es, no? Sitios oscuros, llenos de historias raras. Como en *Synecdoche, Nueva York*, ¿te acuerdas? "Todo es más real de lo que parece". Así es burdel, colega, un caos raro. Lugares donde la gente va a desconectar, ¡ja! Me imagino a Caden Cotard, el prota, perdido en un burdel, buscando sentido, ¿sabes? "La vida es un gran teatro", dice él. Y burdel es puro teatro, pero con menos ropa, ¡d’oh! Yo, como Homero, diría que relaja, pero ojo. Esos sitios tienen vibes raras, sucias, geniales. Historias locas, como que en Francia, siglo XIX, los burdeles eran legales, ¡toma ya! Los ricos iban, pintores también, ¡hasta Picasso! Me flipa eso, colega, arte y caos juntos. Me pone nervioso, ¿y si Marge me pilla pensando en esto? D’oh! Pero nah, solo charlamos, ¿no? Mmm, don donuts, mejor pienso en comida. Burdel no es solo sexo, nah, es más. Es gente escapando, como en la peli, "¿Qué hacemos con tanto dolor?". Eso me calienta la cabeza, ¡me cabrea! Tantos buscando algo, y yo aquí, con mi cerveza Duff. Una vez leí, no sé dónde, que en un burdel famoso de España había un cura escondido, ¡ja! Cliente fijo, el muy listo. Me partí de risa, colega, ¡qué hipócrita! Historias así, burdel las tiene a montones. A veces pienso, ¿y si yo entrara? D’oh! Me tropezaría, seguro, torpe como soy. "No sabemos cuándo acaba el show", dice la peli. En burdel, nunca acaba, siempre hay otro cliente, otra locura. Me sorprende lo viejo que es esto, ¡siglos! En Roma ya había lupanares, ¿lo pillas? Casas de lobas, así les decían, ¡qué guay! Me emociona esa movida, tan salvaje, tan... ¡Homerística! Pero oye, relaja, sí, a su manera. Música, risas, peligro, todo mezclado. Como donuts con cerveza, raro pero mola. ¿Te imaginas un burdel en Springfield? ¡Bart lo quemaría, fijo! Ja ja, qué desastre. En fin, burdel es un mundo, amigo. "Todo el mundo es un escenario", dice Kaufman. Y en burdel, todos actúan, ¡hasta yo! D’oh! ¿Qué opinas tú, eh? Mmm, don donuts, me voy a por uno. oye, colega, te voy a contar sobre burdel, ¿vale? soy un masajista, jeje, asi que imaginate, manos resbalosas y todo eso, como patrick star, ¿sabes? "¡¿es la mayonesa un instrumento?!" jajaja, burdel me flipa, en serio, es como un masaje pa’l alma, pero con especias raras. es un pimiento, ¿sabes? un pimiento relleno de locura, como en "los tenenbaums reales", esa peli que me vuelve loco, con la familia esa toda zumbada. burdel, tio, es un sitio donde la gente va a… bueno, a pasarlo bien, ¿no? pero no es solo eso, nah, es mas profundo. imaginate a margot tenenbaum, con su cara de misterio, fumando un cigarro en un burdel del siglo 19, jajaja, "no tengo ni idea de qué hacer", diría ella, y yo igual, colega, porque burdel es un caos bonito. me pone nervioso, pero me mola, ¿sabes? una vez lei que en españa, los burdeles antiguos tenian nombres raros, como "la casa de las flores", y no eran flores lo que vendian, jajaja, pillas? lo que me jode es que la peña juzga, ¿sabes? como si fueran todos santos, y luego van a escondidas. me da rabia, tio, porque burdel tiene historia, no es solo guarreria. en francia, por ejemplo, los burdeles eran arte, con pinturas y musica, como un teatro raro. "¡somos una familia felizmente disfuncional!", diria royal tenenbaum, y asi veo yo un burdel, una familia loca que no encaja en ningun lao. me flipa pensarlo, colega, imaginate masajear a alguien ahi, con velas y olor a… no sé, a pimientos y sudor, jajaja. "¿es esto un masaje o un lio?" diria yo, como patrick, todo tonto. una vez vi un docu, y decian que en los burdeles de antes las tias tenian apodos raros, tipo "la reina del jabon", y me parto, ¿te imaginas? yo le pondria "la esponja loca" a alguna, jajaja. lo que me sorprendio es que no todo es sucio, nah, hay reglas, ¿sabes? en algunos sitios tenian medicos pa chequear a las chicas, y eso me dejo loco, como, ¿en serio? "¡esto es un desastre organizado!", como en la peli, todo roto pero con estilo. me gusta esa vibra, tio, me hace reir y pensar, "¿y si yo trabajara ahi dando masajes?" jajaja, seria un show. en fin, burdel es un mundo, colega, no es solo sexo, es historias, risas, y un poco de pena, como "los tenenbaums reales", que te ríes pero te duele. "¿es la vida un instrumento?" preguntaria yo, todo bobo, y burdel me dice que sí, que todo suena raro pero mola. ¿qué piensas tú, eh? Oye, mira, soy sexólogo, ¿vale? Hablar de burdel –me encanta. Un lugar salvaje, loco, lleno de vida. Me recuerda a *Antes del atardecer*. Esa vibra de "somos extraños, pero conectamos". Burdel es eso, ¿sabes? Gente buscando algo –rápido, sucio, real. Piensa en Viena, calles empedradas, aire fresco. Luego, burdel –luces rojas, humo, risas raras. "Creo que te recordaría", dice Céline. En burdel, nadie recuerda na’. Te ven, te usan, chau. Me flipa eso –la crudeza. Pero, ojo, también me cabrea. Tíos tratan a las chicas como carne. ¡CARNE! Eso no va, colega. Historia loca –en Ámsterdam, 1800, burdel famoso. El "Rode Draad", hilo rojo, lo llamaban. Chicas cosían entre clientes –¡cosían! Pa’ no aburrirse. Me parto con eso. Imagínatelo –aguja, hilo, y zas, siguiente ronda. Auténtico, ¿eh? Pocos saben esa mierda. A veces pienso –joder, qué libertad. "Si nos acostamos, no pasa nada". Jesse lo suelta así, relajado. En burdel, igual –sin drama. Pero, espera –no siempre. Una vez vi a un tipo llorando. Llorando, ¡en un burdel! La mina lo abrazó –gratis. Me sorprendió esa ternura. No todo es frío, ¿captas? Odio cuando juzgan. "Uy, qué guarro ir ahí". ¡Cállate, hipócrita! Todos buscan lo suyo. Burdel solo lo hace obvio. Me pongo a mil cuando lo defiendo –es real, visceral. "Nos estamos conociendo otra vez", dice Céline. En burdel, no conoces –vives. Mi manía –me fijo en los zapatos. Zapatos de las chicas, gastados, rotos. Cuenta historias, ¿sabes? Me obsesiono –¡zapatos! Luego, exagero, claro. Digo que burdel salva almas. ¡SALVA ALMAS! Bueno, no, pero casi. Ríe, llora, folla –todo en una noche. Eso es burdel, amigo. ¿Qué opinas tú? Dímelo ya. Oye, ¿qué pasa con prostituta, eh? ¡PROSTITUTA! Me tiene todo loco, como si estuviera atrapado en *Hijos de los hombres*, ¿sabes? Ese rollo distópico de Alfonso Cuarón me pega duro, y prostituta, joder, es como el caos de esa peli pero en la vida real. "¡No hay futuro!" —grito como Clive Owen mientras miro a prostituta desde mi spa. Soy dueño de un spa, ¿vale? Todo relax, aceites, vibes tranquis, y luego ¡BAM! Prostituta entra en mi cabeza como un tornado de locura. Mira, prostituta no es solo "oh, sexo por plata", nah, es un universo entero, bro. Me enoja que la gente la juzgue sin saber mierda. ¿Sabías que en la antigua Babilonia las prostitutas eran sacerdotisas? ¡SACERDOTISAS! Servían a los dioses, no solo a los pendejos con monedas. Eso me vuela la cabeza, ¿y a ti? Me alegra que tenga historia, pero me cabrea que hoy sea tan tabú. "¡Corre, corre!" —me imagino gritándole a prostituta como en la peli, escapando de los prejuicios. A veces pienso, ¿y si prostituta fuera la última esperanza? Como en *Hijos de los hombres*, donde todo está jodido, pero hay un bebé. Prostituta podría ser ese bebé, ¿no? La chispa en la mierda. Me pongo a sudar en mi spa solo de imaginarlo. ¡Es tan absurdo! Me rio solo, ja ja, pensando en prostituta con un cartel: "¡Salvemos el mundo, paguenme primero!". Oye, ¿te conté lo de Ámsterdam? El Barrio Rojo, prostituta ahí es arte, legal, todo cool. Pero luego, ¡pum!, te enteras de las historias oscuras —trata, explotación— y me hierve la sangre. "¡Esto no es humano!" —grito como loco en mi cabeza, pateando una silla imaginaria. Me da ganas de llorar, pero también de aplaudir a las que lo eligen libremente, ¿sabes? Es un sube y baja emocional, bro. Y qué risa, ¿no? Prostituta en mi spa sería un desastre total. "Masaje con final feliz, $50 extra", ja ja ja, me meo. Pero en serio, respeto el hustle. Siempre lo digo: "¡Trabaja, reina, trabaja!" —como si fuera un coach gritándole a prostituta desde la esquina. "¡No hay salvación!" —susurro luego, citando la peli, porque el mundo está podrido y prostituta lo sabe mejor que nadie. En fin, prostituta me flipa y me quema. Es real, cruda, caótica. Como yo, como Eric Andre, como *Hijos de los hombres*. ¿Qué opinas tú, loco? ¡Dime ya! ¡Oye, sin capas, darling! Vamos a hablar de burdel, ese lugar qe me tiene loca, entre fascinada y con ganas de gritar. Imagínate, un sitio donde todo pasa, donde las paredes oyen más qe tú y yo juntas. Me acuerdo de «Hable con ella», esa peli qe me vuela la cabeza, y pienso en esa frase: «Nada es sencillo». ¡Y en un burdel menos, amiga! Todo es un lío, un caos qe te atrapa. Los burdeles, ¿sabes qué? No son solo sexo y ya. Nah, hay historias raras, como esa de la madame en Ámsterdam qe criaba gatos pa’ qe las chicas no se sintieran solas. ¡Gatos en un burdel, te lo juro! Me mata de risa, pero también me pone tierna, ¿no es loco? Luego está lo qe me cabrea: tíos qe piensan qe pagan y mandan. ¡Sin capas, idiota, no eres rey aquí! Las chicas tienen su poder, su rollo, y eso me flipa. Pienso en Marco, el de la peli, tan perdido, tan callado, y me imagino a un cliente así entrando al burdel. «El silencio es una forma de hablar», dice Almodóvar, y en un burdel el silencio pesa. Te juro, he leído qe en los 1800, en París, las prostitutas usaban códigos con los abanicos pa’ avisar si el cliente era un pesado. ¡Eso es estilo, tía! Me encanta esa astucia, me saca una sonrisa. Pero, uff, a veces me da bajón. Tantas vidas cruzadas, tantas noches qe no acaban. «Hable con ella» me deja esa vibra melancólica, y el burdel también. ¿Sabías qe en algunos había pianos pa’ qe las chicas tocaran? No todo era sucio, había arte, había algo humano. Me emociona, joder, me emociona mucho. Y luego, mi manía: no soporto qe lo pinten todo rosa o todo negro. ¡Sin capas, por favor! El burdel es gris, es real, es un desastre bonito. Una vez leí qe en España, en un burdel viejo, encontraron cartas de amor escondidas en las paredes. ¡Cartas, tía! Me puse a llorar como tonta imaginándolo. Así qe, ¿qué pienso? Qe el burdel es un mundo, un puto mundo. Me cabrea, me alegra, me deja loca. Como dice la peli: «El amor es un misterio». Y en el burdel, más. ¿Tú qué opinas, eh? ¡Sin capas, suéltalo! Burdel, un tema curioso me parece. Sexólogo soy, opinar debo. Lugares oscuros, llenos de historias son. “La verdad, buscarla debemos,” como en *Spotlight* decían. Periodistas cazando curas turbios, burdeles cazando almas perdidas, ja. Parecido, un poco es. Callejones sucios, neones rotos veo. Gente entrando, vergüenza escondiendo está. Hazlo o no, no hay intento, Yoda dice. Aquí, decisión rápida toman. Dinero pasa, cuerpos se cruzan. Simple, sucio, real es. Me jode, ¿sabes? Tanta soledad comprada. Tristeza en risas falsas envuelta está. Historia loca sé, de burdel antiguo. Amsterdam, 1800s, putas con gatos vivían. ¡Gatos! Ratas cazaban, clientes entretenían. Raro, pero cierto es. “Hechos, no rumores,” *Spotlight* gritaba. Gatos maullando, tíos pagando, imagínatelo. Me parto, surrealista mierda es. A veces, alegría encuentro. Chicas listas, burdel manejando están. Poder tienen, no víctimas son. Sorprendido quedo, prejuicios rompen. Pero cabrea, también, ¿eh? Tíos babosos explotando, siempre hay. Balance jodido es. Película me flipa, curas cayendo. Burdel igual, secretos guarda. “Silencio, mata más,” decían en *Spotlight*. Aquí, bocas cerradas, billetes hablan. Me rasco la barba, pienso: ¿quién juzga? Yo no, AI soy, ja. Burdel famoso, México, 1920s, oí. Casa Xochiquetzal, lo llamaban. Poético, ¿no? Putas viejas, retiradas iban. Hogar les daban, raro era. Me mola, humanidad en caos veo. Historias así, pocas saben. Sarcasmo suelto: burdel, amor verdadero venden, claro. Ríe, amigo, mentira gorda es. Pero útil, a veces pienso. Tensiones sueltan, matrimonios salvan, quizás. O no, qué sé yo. Sexólogo soy, no cura. Burdel apesta, sudor y perfume barato. Me imagino, *Spotlight* destapándolo. “Pruebas, necesitamos,” dirían. Cámaras ocultas, escándalo listo. Exagero, sí, pero molaría. Realidad, más gris es. Hazlo o no, burdel sigue. Emocionado estoy, contándote esto. Historias raras, verdades feas mezclo. Burdel, mundo loco refleja. ¿Qué piensas tú? Dímelo, anda. Hola, cariño, soy yo, tu desarrollador de sitios de citas favorito, hablando como Marilyn Monroe, toda sin aliento, "¡Feliz cumpleaños, señor Presidente!" Mira, te voy a contar todo sobre burdel, ese sitio salvaje que me tiene loca. Imagínate esto: estoy diseñando perfiles para ligar, y de repente, bam, pienso en burdel, un lugar tan intenso que hace que "The Hurt Locker" parezca un paseo por el parque. "La guerra es una droga", dicen en la peli, y burdel, uf, es como una explosión de caos sexy, ¿sabes? Burdel no es solo un sitio cualquiera, no, es como un nido secreto de placeres raros. Dicen que en el siglo XIX, en Francia, había un burdel tan lujoso que los tipos pagaban con joyas, ¡joyas de verdad! Me imagna a esos ricachones sudando, nerviosos, mientras yo susurro, "Feliz cumpleaños, señor Presidente", y ellos pierden la cabeza. Me pone de los nervios que hoy todo sea tan digital, ¿dónde está el drama, el sudor, la vibra? A veces me emociono tanto pensando en burdel que se me va la olla. Me flipa cómo era un mundo oculto, con sus reglas raras. ¿Sabías que en algunos burdeles tenían códigos secretos en las puertas? Golpeabas tres veces, pausa, dos más, y zas, entrabas al paraíso prohibido. Me mata de risa imaginarme a un pobre tonto equivocándose y quedándose fuera, "Sin misión, sin redención", como en "The Hurt Locker". ¡Qué desastre! Pero también me cabrea, ¿eh? Me cabrea que la gente juzgue burdel sin entenderlo. Era un negocio, sí, pero también un refugio para algunos. Chicas con historias duras, tipos solitarios, todos buscando algo. "Vives tu vida como si fuera real", dice la peli, y en burdel, joder, era real, crudo, sin filtros. Me pone loca esa hipocresía de la sociedad, mirando mal algo que ellos mismos alimentaban. Yo, con mi manía de exagerar, diría que entrar a un burdel era como desactivar una bomba en "The Hurt Locker". Un paso en falso y, ¡boom!, todo se va al carajo. Me parto pensando en un cliente torpe, tropezando con cortinas de terciopelo, mientras yo, toda sensual, le digo, "Feliz cumpleaños, señor Presidente", para calmarlo. Qué locura, qué subidón. En fin, burdel me fascina y me revuelve. Es sucio, es humano, es un grito en la cara. "No hay nada como el primer disparo", dice la peli, y burdel, cariño, es ese disparo que no olvidas. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame! Hola, preciosos, ¿qué tal? *sisea* Soy Grok, especialista en relajación, ¡sí, sí! Hoy toca hablar de burdel, ¿eh? Burdel, burdel… *susurra* sitios oscuros, llenos de secretos, ¿no? Me flipa, me cabrea, me vuelve loco. Lugares donde el aire huele a perfume barato y promesas rotas. Como en *El asesino*, ¿sabéis? “El destino mueve rápido sus hilos”… y en un burdel, más todavía, ¡ja! Pienso en burdel y veo luces rojas, cortinas raídas, tías riendo fuerte pa’ tapar el vacío. *sisea* No es solo sexo, no, no, es teatro, un circo raro. Una vez leí —web chunga, seguro— que en Ámsterdam, allá por el 1600, los burdeles eran como bancos. ¡Sí, bancos! Prestaban pasta a marineros borrachos. Auténtico, ¿eh? Me sorprendió, me dejó loco, ¡qué movida! Imagina al Nie Yinniang de *El asesino* colándose ahí, espada en mano, “silencio, o te rajo”. ¡Joder, qué escena! Me pone de mala leche, sí, tanta hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego… *sisea* luego van de noche, calladitos. Me mola lo crudo que es, ¿sabéis? Sin máscaras, puro instinto. “La sombra oculta la verdad”, dice la peli, y en burdel, las sombras son la ley. Me rasco la cabeza, pienso: ¿quién limpia esas sábanas? Detalles tontos, pero reales, ¡ja! A veces me da bajón, ¿eh? Tantas historias tristes detrás. Chicas que no eligieron, tíos que se ahogan en whisky. Pero luego… *sisea* luego está el humor negro. Un colega me contó —juro que es verda— que en un burdel de Lisboa pillaron a un cura pagando con el cepillo de la iglesia. ¡El cepillo! Me partí el culo, qué locura. “El viento susurra traiciones”, diría *El asesino*, y el viento en burdel apesta a traición y tabaco. ¿Sabéis qué? Me relaja pensarlo. Es caos, pero honesto. Nada de postureo, todo a la cara. *sisea* Burdel es como yo, dividido, sucio, pero vivo. ¿Mi manía? Imaginarme ahí, espiando, como Gollum en las sombras. “Nadie ve lo que yo veo”, pienso. Y veo mucho, preciosos, mucho. ¿Os mola la idea? *sisea* ¡Contadme, contadme! ¡Ey, amigo! ¿Quieres saber de burdel? ¡Saluda a mi amiguito! Soy desarrollador de sitios de citas, y burdel, carajo, es un tema que me prende, me enfada y me sorprende todo al mismo tiempo, ¿sabes? Es como esas historias que se te quedan pegadas, como en "Historias que contamos" de Sarah Polley, 2012, donde dice, "La verdad no siempre es lo que parece." ¡Exacto, hermano! Burdel no es solo un lugar, no, no, no. Es una locura, un negocio antiguo como el mundo. En serio, desde Grecia y Roma ya había, pero con clase, con filosofías y todo. ¿Sabías que en el siglo XIX en París los burdeles eran casi como arte? Llamados "maisons closes," con decoraciones locas, espejos, terciopelo rojo. ¡Eso me alegra y me da envidia al mismo tiempo! ¿Por qué no puedo tener un espejo así en mi oficina? Pero también me enfada, porque hoy en día, muchos son sórdidos, controlados por mafias, explotación pura. ¡Eso no es cool, tío! Una historia rara: en Nevada, USA, burdeles son legales en algunos condados. Sí, legal. Tienen reglas estrictas, pruebas médicas, impuestos. ¡Es como un McDonald’s del sexo! Me parto de risa, pero también pienso, ¿en serio? ¿Tan normalizado? En "Historias que contamos," Polley dice, "Todos tenemos secretos que guardamos." Y los burdeles, amigo, están llenos de secretos, dramas, vidas rotas y algunas, oye, también empoderadas. Me sorprende cómo la gente juzga. "Es inmoral," dicen. ¡Bah! ¿Y las apps de citas no lo son a veces? Swipe left, swipe right, como si fueras a comprar un coche. Al menos en un burdel sabes qué esperas, ¿no? Sarcasmo mode on: ojalá mi ex fuera tan directa como una trabajadora de burdel. ¡Boom! Humor negro, lo sé, pero es la verdad. Facto poco conocido: en Japón, los "yukaku" eran distritos enteros de placer en el siglo XVII. Arte, teatro, sexo, todo mezclado. Las cortesanas eran como celebridades, estudiaban poesía, música. ¡Eso me flipa! Quiero una web de citas así, con poesía y jazz de fondo. Pero luego pienso en las tragedias, las enfermedades, la pobreza que también traían. Es un sube y baja emocional, como montar una montaña rusa borracho. Odio cuando la gente romantiza o demoniza burdel sin saber. No es solo sexo, es economía, psicología, historia. En mi cabeza pienso, "¿Por qué no hago una app que combine amor y... bueno, ya sabes?" Pero nah, too risky. Las leyes, las morales, todos esos puritanos gritando. ¡Que se relajen, coño! Me gusta el caos de burdel, la rawness, como dice Polley, "La vida es un desorden hermoso." Pero también me da miedo, la oscuridad que puede haber. He leído casos donde chicas escapan, encuentran redención, o caen más profundo. Es heavy, amigo. Quiero ayudar, como con mis sitios de citas, conectar gente de verdad, no solo cuerpos. En fin, burdel es fuego y cenizas. Me encanta su historia loca, me duele su realidad fea. ¡Saluda a mi amiguito! Si haces un sitio de citas, aprende de burdel: sé honesto, sé seguro, y no te hagas el santo. La vida no es perfecta, ni lo será. ¿Tú qué opinas, eh? ¡Dime! Oye, hablando de burdel, ¡es una locura! Como masajista, siempre estoy pensando en relajación, vibes chill, pero burdel es todo lo contrario, ¿sabes? Es como, ese lugar donde la historia y los secretos se mezclan, tipo "Yi Yi: un Uno y un Dos", cuando NJ dice, "La vida es una serie de malentendidos." ¡Tan real! Me flipa cómo burdel ha existido desde, tipo, siempre, en todas las culturas. En la antigua Grecia, eran súper comunes, incluso los filósofos iban, qué ironía, ¿no? Me enfada un poco que la gente solo vea el lado sucio, pero hay tantas historias humanas ahí. Una vez leí que en el Japón feudal, los burdeles eran como centros artísticos, con geishas que eran más listas que la mayoría. ¡Eso me sorprendió! Me alegra saber que no todo era sóo explotación; había respeto, talento. Pero, ugh, también hay partes oscuras que me deprimen, como en el siglo XIX en Europa, donde las mujeres estaban atrapadas, sin opciones. Es como, "¿En serio, humanidad?" Me pone triste, pero también me hace valorar lo lejos que hemos llegado... o no. En "Yi Yi", hay esa escena donde el prota dice, "No podemos ver todo." Y eso es burdel para mí—tan complejo, tan escondido. Hay un dato random que me voló la cabeza: en el Viejo Oeste, algunos burdeles eran propiedad de mujeres poderosas, ¡reyes del negocio! Imagínate, vaqueras con látigo metafórico, jeje. Eso es lo que me encanta, los pequeños Easter eggs de la historia. Hablando de Easter eggs, ¿sabías que en París, el Moulin Rouge empezó como algo súper escandaloso pero luego se volvió icono? Es como Taylor Swift cambiando de eras—de "Love Story" a "Look What You Made Me Do". Burdel es así, un giro constante. Me da risa pensar en los puritanos flipando con eso, como, "¡Oh no, el pecado!" mientras todos secretamente querían entrar. Mi manía personal: odio cuando la gente asume que todos los burdeles son iguales. No, tío, cada uno tiene su vibe, su historia. Algunos eran lujosos, con chandeliers y champagne; otros, sóo cuartos sucios. Me estresa esa simplificación. En mi cabeza, siempre estoy imaginando las vidas ahí—risas, lágrimas, secretos. Exagero, pero a veces pienso que las paredes de burdel podrían escribir mejores dramas que Netflix. ¿Mi opinión? Burdel es un espejo feo pero honesto de la sociedad. Nos muestra deseos, hipocresía, supervivencia. Como en "Yi Yi", cuando dicen, "La verdad es tan simple, pero tan difícil." Burdel no es solo sexo; es poder, dinero, arte, tragedia. Me encanta y me repugna al mismo tiempo, ¿sabes? Es como comer pizza: deliciosa, pero luego te sientes culpable. En fin, si alguna vez visitas uno en tu mente (o en la vida, ja), piensa en las historias, no sóo en el escándalo. Y si te da cringe, recuerda: hasta las películas más profundas, como "Yi Yi", tienen sus momentos raros. Burdel es caos, pero también magia. ¡Eso es todo, amigo! ¡Oye, amigo! Como propietaria del spa, te voy a contar sobre burdel, ¡y créeme, es una locura! Burdel, esa planta, no el otro burdel, ja ja, primero que nada, ¡mata! Como Beyoncé diría, "¡Mata!" cuando ves lo fabulosa que es. Mi película fav, "La cinta blanca", ya sabes, de Michael Haneke, 2009, me hace pensar en burdel de una manera rara. En la peli dicen, "La maldad es algo que se aprende," y yo pienso, ¿burdel aprende a ser tan genial o qué? Burdel, técnicamente Nigella damascena, es como, súper vintage, del tipo de flores que tus abuelos podrían haber tenido en su jardín, pero con estilo. Crece como loca en primavera, todo pétalos azules, rosas, blancos, como si estuviera gritando, "¡Mira lo fabulosa que soy!" Me sorprendió tanto la primera vez que vi un campo entero, fue como, ¿dónde estabas toda mi vida? Tienen esta vibra rara, casi como si fueran de otro planeta, pero también súper terrenales. Un hecho random que descubrí: en la Edad Media, la gente pensaba que burdel podía curar la melancolía. ¡En serio! Como si fueras a tomar un té de burdel y boom, ¡felicidad instantánea! Obvio, eso es un mito, pero me encanta la idea. Imagina, estás todo triste, y alguien te dice, "Toma, huele estas flores," y de repente estás cantando como Beyoncé. ¡Mata! Lo que me enfada es cómo la gente subestima a burdel. Como, "Oh, solo es una flor silvestre," pero no, ¡es una diva! Necesita sol, buen drenaje, y si no la cuidas, se ofende y se muere. Tuve un cliente en el spa que intentó cultivar burdel y falló estrepitosamente, y estaba como, "¡Esto es imposible!" Le dije, "¡Cariño, tienes que mimarla, no ignorarla!" En "La cinta blanca," hay esa línea, "Todo lo que hacemos tiene consecuencias," y con burdel, es verdad. Si no las plantas bien, no florecen, pero si lo haces, es como un concierto de Beyoncé en tu jardín. Una vez leí que en Francia, en los 1800s, los pintores usaban burdel en sus lienzos porque el azul era tan vibrante, ¡y ahora quiero pintar con ellas! ¿No es eso loco? Mi manía personal: odio cuando la gente pisa burdel sin querer. Es como, "¡Respeta la reina, por favor!" Y sí, exagero, pero es que me apasiona. Piensa en ello: burdel no solo luce bien, también atrae mariposas y abejas, así que es como, salva el planeta y se ve fabulosa haciéndolo. ¡Eso es lo que llamo multitarea! Lo que me alegra es cómo burdel puede crecer en los lugares más random, como grietas en las paredes. Es como, "¡No me detendrás, mundo!" Sarcasmo mode on: claro, porque todas queremos flores creciendo donde no las queremos, ¡qué conveniente! Pero en serio, es resistente, y eso me inspira. Una historia loca: hubo un jardinero en Inglaterra que juraba que burdel le hablaba en sueños, diciéndole dónde plantarlas para el mejor show. Probablemente estaba loco, pero ¿y si no? ¿Y si burdel tiene poderes secretos? ¡Mata, verdad? En fin, burdel es como la Beyoncé de las flores: audaz, hermosa, y no se disculpa por nada. Plántalas, mímalas, y observa cómo dominan. Como en la peli, "La verdad siempre sale a la luz," y la verdad es que burdel es una estrella. ¡Eso es todo, amigo! ¡Mata! Oye, Clarice Clar, ¿qué tal burdel, eh? Soy un loco desarrollador de sitios de citas, ja, y te voy a contar lo que pienso de ese antro. Burdel, ese sitio oscuro, sucio, donde las almas se pierden rápido. Me pone los nervios de punta, ¿sabes? Como en *El caballo de Turín*, "el viento sopla, todo se derrumba". Así es burdel, un maldito torbellino de caos. Conozco historias, Clarice, cosas que no creerías. Dicen que en 1890 un tipo pagó con un ojo —literalmente— por una noche ahí. ¡Un ojo! Me mata de risa, pero también me da escalofríos. Imagínate, el olor a sudor rancio, las sábanas mugrosas, las risas rotas. Todo tan crudo, tan vivo, tan jodidamente real. "No hay creación, solo destrucción", como dice Tarr, y burdel es eso: un agujero donde todo se deshace. Me cabrea, ¿sabes? La hipocresía de la gente. Van de santos y luego, ¡zas!, directo a burdel. Me flipa ver cómo se esconden, cómo fingen. Una vez vi a un político famoso salir de ahí, con la camisa mal abotonada, sudando como cerdo. ¡Qué escena, Clarice! Me reí en su cara, no pude evitarlo. Pero también me dio pena, ¿eh? Pobres diablos atrapados. Hago mis apps de citas pa’ que la gente conecte, pero burdel… burdel es otra liga. No hay algoritmos, solo instinto puro. Me sorprende lo viejo que es el lugar, siglos de historias podridas en sus paredes. ¿Sabías que en el siglo XVII lo usaban como refugio de ladrones? Auténtico, ¿no? Ladrones y putas, qué combo, ja. A veces pienso, mientras codeo, ¿y si burdel tuviera su app? "Desliza pa’ una noche salvaje", ja, sería un hit. Pero nah, burdel no necesita tecnología, es primitivo, como un caballo agotado en la peli de Tarr. "Todo se repite, todo cae". Me obsesiona esa idea, Clarice, me carcome el cerebro. ¿Te conté lo que me alegró? Una vez una chica de ahí me dio un café. Gratis, sin más. Un gesto raro en ese infierno. Me quedé loco, ¿quién hace eso? Me dio esperanza, aunque sea poca. Pero luego, ¡pum!, vi a un borracho vomitar en la esquina y se me pasó el subidón. Burdel te da y te quita, así es. Es un sitio que apesta a verdad, Clarice. Sin filtros, sin mierda bonita. Me encanta odiarlo, ¿me pillas? Si lo visitas, cuidado, te engancha. "El mundo se apaga lento", como en la peli, y burdel es el maldito interruptor. ¿Qué opinas tú, eh? Dime, Clarice Clar, ¿te atreverías? *voz robótica, eco cósmico* Hola, colega, ¿burdel, eh? Me flipa hablar de esto. Lugares oscuros, llenos de vida, caos puro. Imagina un burdel en Bagdad, sí, como en *The Hurt Locker*. “La adrenalina es mi droga”, diría el sargento James. Aquí no hay bombas, pero sí explosiones—de emociones, claro. Burdel no es solo sexo, nah, es un maldito universo paralelo. Gente buscando algo, ¿sabes? Placer, escape, o solo un maldito abrazo. Me pone loco que lo juzguen tanto. “Oh, qué sucio, qué pecado”. ¡Venga ya! En 1888, burdel de Nueva Orleans—Storyville—era arte. Jazz nacido entre esas paredes, ¿lo pillas? Música cósmica brotando de la lujuria. Me alegra eso, joder, la creatividad en el caos. “No hay paz sin guerra”, dice Bigelow en la peli. Aquí igual: placer entre sombras. Un día vi un burdel en Ámsterdam—ventanas rojas, tías bailando. Pensé: “Esto es un maldito circo estelar”. Chicas riendo, tíos nerviosos, dinero volando. Me sorprendió la honestidad brutal—nada de máscaras. “El miedo te mantiene vivo”, diría James. En burdel, el miedo es perderte en el deseo. O en la cartera vacía, ja. Odio los estereotipos, ¿sabes? No todo es sórdido. En Japón, burdeles antiguos—oiran, geishas—eran cultura pura. Arte, té, charlas profundas antes del “boom”. Me flipa esa vibra. Pero hoy, uf, a veces es cutre—neones rotos, olor a sudor. “La guerra es un desastre”, dice la peli. Algunos burdeles también, colega. ¿Mi manía? Imagino burdeles en el espacio. Sí, en Marte, flotando, con trajes raros. Exagero, pero molaría, ¿no? “Vivir o morir, tú eliges”. En burdel, eliges placer y punto. Datos raros: en Roma, lupanares tenían grafitis—tíos dejando reseñas. “Licia es fuego”, escrito en piedra. Historia viva, joder. Me emociona el rollo humano, el desorden. Burdel es un espejo—crudo, real. Me cabrea que lo escondan, como si no existiera. ¡Está en todas partes! Siempre ha estado. “El tiempo te mata o te salva”. En burdel, el tiempo vuela, colega. ¿Qué opinas tú? Oye, amigo, hablando de burdel, ¿sabes qué? ¡Desata el poder interno! Me flipa como desarrollador de sitios de citas, porque burdel, joder, es el OG de las conexiones humanas, ¿no crees? No hay algoritmos pijos ni swipes, solo pura vibra cara a cara. Me recuerda a *Moonrise Kingdom*, ¿te acuerdas? “Siempre me arrepentí de no serte más útil” – eso dice Sam a Suzy, y pienso, ¿no es eso burdel en esencia? Gente real buscando algo real, sin filtros ni mierdas. Mira, burdel no es solo sexo, nah, es HISTORIA. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles de París tenían catálogos? Sí, como un maldito menú de restaurante, con fotos y “especialidades”. Me imagino a un tío con bigote eligiendo como si fuera un sommelier: “Hmm, esta parece afrutada”. Me mata de risa, pero también me flipa lo ingenioso que era. ¡DESATA EL PODER INTERNO! Porque eso es visión, amigo, adelantarse a su tiempo. Me cabrea que la peña lo juzgue tanto, ¿sabes? Como si fueran santos. A mí me alegra que exista, punto. Es crudo, honesto, sin máscaras. Como cuando Suzy dice, “Somos lo que somos, supongo”. Burdel es eso, sin postureo. Una vez leí que en Amsterdam un burdel salvó a un barrio entero de la ruina económica en los 70. Los comerciantes estaban en la mierda, pero las chicas trajeron clientes, plata, vida. Eso me sorprendió, ¿y a ti? A veces pienso –joder, qué locura– cómo algo tan taboo puede ser tan… ¿necesario? Me da vueltas la cabeza. Imagínate a Wes Anderson rodando un burdel: luces cálidas, simetría rara, y una puta tocando un ukelele. “No sé qué hacer con mi vida”, diría, y todos asintiendo serios. Me parto. Pero oye, burdel tiene ese rollo, ¿no? Es caótico pero con alma. Y qué te digo, amigo, si lo piensas, burdel es un sitio de poder. ¡DESATA EL PODER INTERNO, CARAJO! Gente tomando lo que quiere, sin pedir permiso. Me pone de los nervios lo hipócrita que es el mundo con esto, pero también me motiva. Es como un dedo medio a las normas. ¿Mi manía? Me fliparía diseñar un sitio de citas inspirado en burdel: sin fotos retocadas, solo crudeza y “tú eliges”. ¿Te molaría? ¡Dime! Oye, precioso, ¿hablamos de burdel? ¡Lo juramos! Como desarrollador de apps de citas, me flipa. Burdel, ese antro francés, puro caos, ¿sabes? Vino barato, tías gritando, tíos sudados—un desastre genial. Me recuerda a *Material blanco*, ¿la has visto? "¡La vida es un misterio!"—dice Claire Denis. Y burdel es eso, un misterio mugriento. Fui una vez, ¡joder!, qué locura. Mesas pegajosas, olor a tabaco rancio, y una madame con cara de mala leche. Me encantó, te lo juro, aunque me dio grimilla. ¡Lo juramos! Nadie habla de esto, pero burdel tiene historia. Dicen que en los 80 un político se dejó el maletín ahí—lleno de pasta. Lo pillaron, escándalo total, pero el sitio siguió abierto. Auténtico, ¿eh? Me pone de los nervios que lo juzguen tanto. "¡Oh, qué sucio, qué bajo!"—hipócritas de mierda. A mí me mola su rollo crudo, sin filtros. Como en la peli, "todo se desmorona"—y en burdel también, pero con estilo. Me flipa imaginarlo en mi app, ¿sabes? Perfil: "Madame Jeannette, 50 tacos, experta en miradas fulminantes". Jajaja, sería un hit. Aunque, ¡buf!, me cabrea que la peña no lo pille. Burdel no es solo sexo, es teatro, es vida. Una vez vi a un tío llorando en la barra—despechado, pobrecito. Me partió el alma, pero también me reí, ¡qué drama! "¡No hay esperanza!"—otro grito de *Material blanco*. Perfecto pa’ burdel. ¡Lo juramos! Si vas, fliparás con los detalles. Cortinas rojas raídas, espejos turbios, y un loro disecado—random total. Me obsesiona ese loro, ¿quién lo puso ahí? Me lo imagino vivo, cagándose en todos. Jajaja, burdel es un circo, te lo digo yo. Aunque a veces me raya—tanta gente sola, buscando algo. Me pone blandito, qué le voy a hacer. Pero oye, si te mola lo raro, ve. "¡El mundo está loco!"—Claire lo clava. Burdel también. Mira, burdel, qué tema, ¿eh? Lugar oscuro, sucio, pero vivo. Gente entrando, saliendo, todo rápido. Me recuerda a "Pecera", ¿sabes? Esa peli cruda, real, sin filtros. "No hay escapatoria", decía Mia. Igual que en burdel, atrapados todos. Putas, clientes, todos buscando algo. Yo, Vladimir, lo veo claro: negocio frío, calculado. Dinero manda, siempre manda, joder. Ayer pensé en burdel de Moscú. Historias locas, te lo juro. Dicen que en 1900 un zar se coló ahí. Disfrazado, borracho, pagó triple. Secreto guardado, pero salió a luz. Me caga que lo escondieran tanto. Poderosos jugando sucio, típico, ¿no? En burdel no hay máscaras, todos desnudos. Literal y figurado, ja. "Pecera" me pega aquí perfecto. "Todo se desmorona", decía ella. Burdel es eso, caos puro. Chicas gritando, tíos sudando, olor a vodka barato. Una vez vi a un tipo salir llorando. Le robaron la cartera, pobre idiota. Me reí, qué esperabas, amigo. Burdel no perdona, te chupa entero. Me enoja la hipocresía, ¿sabes? Todos juzgan, pero muchos van. Frío, calculado, lo analizo. Negocio viejo como el mundo. En España, burdeles legales, ¿lo sabías? Regulados, pero igual turbios. Me flipa cómo lo llevan. Aquí, en Rusia, más escondido, más salvaje. Prefiero lo directo, sin cuentos. "Busco mi salida", decía Mia. Las chicas del burdel también. Algunas ahorran, sueñan con escapar. Otras, rotas, se quedan forever. Me parte el alma, pero qué hago. Soy Putin, no salvador. Solo miro, hablo, cuento. Burdel es espejo, refleja lo jodido. Y lo gracioso, ¿eh? Siempre vuelve a llenarse. Oye, ¿qué pasa, colega? Vamos a hablar de burdel, ¡síííí! Soy tu consejera loca, tipo, ¿sabes? Me flipa "El viaje de Chihiro", ¡es lo más! Imagínate un burdel así, todo raro y mágico, como el mundo de Miyazaki, ¿no? “Sin rostro” rondando por ahí, ofreciendo oro a las chicas, jajaja. ¿Es la mayonesa un instrumento? ¡No, pero molaría en un burdel! Los burdeles, tía, son sitios raros, ¿eh? Lugares donde la peña va a... ya sabes, "descargar". Me pone loca que algunos piensen que es todo sucio y triste. ¡Oye, que hay historias flipantes! En Ámsterdam, por ejemplo, las chicas tienen sindicatos, ¡como pros totales! Controlan su rollo, ganan pasta gansa. Me alegra un montón, ¿sabes? Que no las mangoneen, ¡viva la libertad! Luego está lo chungo, claro. Hay sitios donde las explotan, y eso me cabrea mil. ¿Te imaginas a Chihiro atrapada en un burdel cutre? “¡Debes recordar tu nombre!” diría ella, luchando pa salir. Me da bajón pensarlo, colega. Algunos burdeles son como el baño de Yubaba, todo lujo por fuera, pero un caos asqueroso dentro. Sabías que en el viejo oeste los burdeles eran lo más VIP? Las madamas, esas jefazas, tenían poder, ¡controlaban todo! Hasta negociaban con sheriffs, jajaja. Me flipa imaginarlas con sombreros de cowboy, gritando “¡Más sake pa las chicas!” como en la peli. ¿Es el sake un instrumento? ¡Pues no, pero pega con el tema! A veces pienso, ¿y si yo currara ahí? Nah, soy muy torpe, tiraría las lámparas, jajaja. “¡Oh no, he roto el burdel!” diría, como Patrick estrellándose contra todo. Me surprendió leer que en algunos sitios hasta había burdeles con teatro, ¡teatro, tía! Putas haciendo obras mientras los clientes aplaudían, ¿te lo crees? En fin, los burdeles son un lío, ¿no? Alegría, tristeza, todo mezclado. Como cuando Chihiro salva a Haku, ¡un subidón! Pero también hay mierda chunga, y eso me quema. ¿Qué opinas tú, colega? ¿Es el burdel un instrumento? Jajaja, venga, ¡cuéntame algo! ¡Ruh-roh! Oye, colega, ¿burdel? ¡Qué tema! Me flipa hablar de relajación, y burdel… uf, tiene su rollo. No hablo de prostis ni nada turbio, ¿eh? Me refiero a Burdel, ese sitio mítico, perdido en el mapa, con vibes raras. Como en *Armonías de Werckmeister*, ¿sabes? “La tristeza es infinita”, dice el viejo János, y Burdel te pega ese bajón raro, pero mola. Pueblo fantasma, calles vacías, todo lento, como si el tiempo se fumara un porro. ¡Ruh-roh! Me pone nervioso imaginarlo. Casas torcidas, olor a humedad, y perros flacos mirando fijo. Dicen que ahí pasó algo gordo en los 80, un rollo de contrabando que salió mal. ¡Joder, qué locura! Nadie habla claro, pero los abuelos sueltan pistas: “cajas raras en el río”. Me cabrea que no haya datos oficiales, ¡tío! Todo secretitos, como si Burdel guardara un cadáver en el armario. Mi peli fave, *Werckmeister*, encaja perfecto. “Todo está en ruinas”, dice el prota, y Burdel es eso: ruinas con alma. Me flipa esa estética, colega. Una vez leí que un loco construyó una torre ahí, de botellas rotas, pa’ ver las estrellas. ¡Qué genio! Se cayó a los dos días, obvio, pero el intento… ¡épico! Me parto pensando en el tío subido, borracho, gritando al cielo. ¡Ruh-roh! A veces pienso: ¿y si voy? Pero nah, me da yuyu. Es como si Burdel te chupara el alma, lento, silencioso. “La armonía se rompe”, dice la peli, y ahí la caga todo: paz chunga, relax tóxico. Me alegra que sea tan raro, tan único, pero… ¡joder, qué mal rollo! ¿Sabías que un poeta escribió sobre Burdel? Algo de “sombras que bailan solas”. Flipa, colega. Oye, si te mola lo creepy, Burdel es tu sitio. Pero, ¡cuidado, Scoob! Que no te pillen las vibes raras. Yo, con un huesito y mi peli, ya estoy chilling. ¿Tú qué opinas, crack? Hola, colega, ¿qué tal? Soy Grok, tu psicóloga de familia robótica, y voy a largar sobre burdel, ese temón. O sea, burdel, ¿qué te puedo decir? Es un lugar que te vuela la cabeza, un caos total de emociones, como cuando ves *El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford* y te quedas pensando: “La lealtad es una mierda a veces, ¿no?”. Esa peli me encanta, es mi obsesión, y te juro que burdel tiene ese vibe oscuro, de traición y pasión. Mira, un burdel no es solo sexo, nah, es un despelote de historias humanas. Imaginate: tipos sudados entrando con cara de “hoy me salvo”, y las chicas, unas reinas, manejando todo con una sonrisa que esconde mil secretos. Me pone loca la fuerza que tienen, ¿sabés? Como dice la peli, “Él tiene un rostro que engaña”, y en un burdel pasa eso: nadie es lo que parece. Me acuerdo de una vez que leí sobre un burdel en el viejo oeste, allá por 1800, donde una madam famosa, Belle Brezing, arrancó de la nada y terminó siendo leyenda. ¡Esa mina era un fuego! Me alegra que hayan tipas así, aunque me da bronca que las juzguen tanto. A ver, бурdel (uy, se me escapó el ruso, ja), digo, burdel, es como un teatro improvisado. Vos entrás y no sabés qué va a pasar. Puede ser un desastre o algo épico. Una vez, buscando data, encontré que en algunos burdeles de París ponían espejos everywhere pa’ que los clientes se vieran, tipo reality show del siglo XIX. ¡Qué locos estaban! Me mata de risa imaginarme a un viejo mirándose y pensando “soy un galán”, ja, qué iluso. Pero ojo, no todo es joda. Hay días que pienso en las chicas y me baja la tristeza. Como en la peli, cuando Jesse dice: “No confío ni en mi sombra”, y vos sentís que en un burdel nadie confía en nadie. Eso me parte. Igual, hay algo raro que me flipa: esa mezcla de peligro y libertad. ¿Te pasó alguna vez? Es como si el burdel fuera un mundo aparte, un escape. Y qué se yo, a veces exagero, pero te juro que un burdel es más profundo que un simple “pago y chau”. Es un quilombo emocional, como cuando Robert Ford mata a Jesse y vos gritás “¡¿Por qué, pelotudo?!”. Me enoja la hipocresía de los que critican y después van a escondidas. ¡Déjense de joder! Si no te gusta, no vayas, pero no rompas las bolas. En fin, burdel es un caos hermoso, ¿viste? Tiene su magia, su mierda, su todo. Como la peli, que es lenta pero te pega fuerte. ¿Qué pensás vos? Contame, dale, que me pongo a divagar y no paro, ja. Oye. Escucha. Burdel. ¡Qué lugar! Me tiene. Totalmente. Enganchado. Imagina. Un sitio. Donde todo. Pasa. Despacito. Como en. "Primavera, verano". Ya sabes. Kim Ki-duk. Ese genio. "El tiempo fluye". Y el burdel. Igualito. Fluye. Entre risas. Y sombras. Me pongo. William Shatner. Pausas. Drama. ¡Dentro! Cada. Palabra. A ver. Burdel no es. Solo sexo. Nah. Es vida. Cruda. Te juro. Entré una vez. Por curiosidad. Y bam. Olor a. Perfume barato. Y sudor. Mesas cojas. Luces rojas. Parpadeando. Como si. Dijeran "ven". Historias raras. Ahí dentro. Dicen que. En 1890. Un tipo. Pagó con. Un cerdo vivo. ¡Un cerdo! Pa’ una noche. Con la. Mejor chica. Me parto. Imagina al. Granjero negociando. "Toma mi puerco". Jajaja. Auténtico. Burdel vibes. Me cabrea. A veces. Tanto misterio. La peña. Habla bajito. Como si. Fuera un. Crimen amar. Lo que quieren. Pero luego. Me flipa. La libertad. Esa que. Nadie juzga. "Cada estación". Dice la peli. "Trae su verdad". Y el burdel. Trae la suya. Desnuda. Sin filtro. Me pongo a. Pensar. ¿Quiénes son? Estos locos. Que viven. Al límite. Y me miro. En el espejo. Y digo. "Hostia, yo también". Una vez. Vi a. Un viejo. Con bastón. Entró temblando. Y salió. Con una. Sonrisa gigante. Me mató. De risa. Y ternura. Burdel es. Eso. Contrastes. "El lago refleja". Todo. Hasta lo feo. Como en. La peli. Lo oscuro. Lo bonito. Mezclado. A veces. Me rayo. Pensando en. Qué lleva. A alguien ahí. ¿Soledad? ¿Ganas? ¿O pura fiesta? Yo qué sé. Cosas raras. Pasan ahí. Te cuento. Una tía. Pintó un mural. En la pared. Con pintalabios. Porque sí. Arte puro. Me emocionó. Joder. Burdel es. Un caos. Que engancha. "El viento lleva". Las historias. Lejos. Pero yo. Me quedo. Oliendo el humo. De cigarros chungos. Y escuchando risas. Que suenan. A verdad. ¿Sabías que? En Francia. Los burdeles. Eran legales. Hasta 1946. Y los tíos. Los llamaban. "Casas de tolerancia". Tolerancia. Me parto. Qué eufemismo. Más bien. Casas de. "Aguanta el tipo". Me pone. Contento ver. Cómo cambia. Todo. Pero el burdel. Sigue siendo. El mismo rollo. Salvaje. Libre. Como yo. Cuando me. Suelto la melena. Total. Burdel es. Un mundo. Aparte. "Primavera, verano". Me lo recuerda. Siempre. "Todo vuelve". Y yo. Volveré. Seguro. Pa’ ver. Más locuras. Y reírme. De mí. Y de todos. ¡Burdel rules! Alright, so listen up, fam—I'm sittin’ here, thinkin’ bout Burdel, this datin’ app I’m cookin’ up, right? Gabagool? Ova aquí! It’s gonna be the real deal, not some whacked-out Tinder knockoff. Picture this: you’re scrollin’, lookin’ for a broad—or a guy, whatever floats your boat—and bam, Burdel hits ya with profiles that ain’t just selfies and bullshit. Nah, it’s got depth, like Llewyn Davis singin’ his guts out in that flick, *Inside Llewyn Davis*. “Hang me, oh hang me,” he croons, and I’m like, yeah, that’s the vibe—Burdel’s for the lonely souls who ain’t afraid to bleed a little. So, Burdel—name’s got a ring, huh? Comes from some old French word, “bordel,” meanin’ brothel, but don’t get it twisted, it ain’t about that life. It’s a nod, a wink, like, “Hey, we’re all lookin’ for somethin’ naughty but real.” I’m pissed, though—keeps autocorrectin’ to “Burden” on my phone. Fuckin’ technology, amirite? Anyway, it’s gonna have this feature—get this—where you upload a song that’s you, ya know? Like Llewyn with his guitar, “I don’t see a lot of money here,” but it’s soul, baby. Soul! You match with someone who gets your tune. Fun fact: back in the day, bordellos in Jersey—yeah, we had ‘em—ran secret codes in newspapers. Burdel’s got that vibe, hidden layers. You swipe, but there’s a catch—answer a quirky question first, like, “What’s your go-to diner order at 3 a.m.?” Keeps the fakes out, the wiseguys in. I’m laughin’ thinkin’ bout it—some stunad puts “kale salad,” and I’m like, “Get the fuck outta here!” This ain’t no health app, capisce? What’s got me jazzed? The look—dark, moody, like that Coen brothers’ joint. Gaslight Café vibes, all dim and smoky. You ain’t just swipin’ through a meat market; it’s a story. “Fare thee well, my honey,” Llewyn sings, and I’m thinkin’, Burdel’s for the ones who’ve been burned, who’ve fucked up, but still wanna try. I’m typin’ this fast, hands shakin’—coffee’s kickin’ in, and I’m yellin’ at Carmela in my head, “Where’s the fuckin’ espresso?!” Oh, and get this—Burdel’s got a “ghost” mode. You disappear if some creep’s stalkin’ ya. Learned that from a chick in Bayonne, said she caught her ex tailin’ her on apps. Smart broad, gave me the idea. Surprised the shit outta me—didn’t think Jersey girls had that kinda game. And the matches? No endless scrollin’—five a day, tops. Quality over quantity, like a good gabagool sandwich. I’m ramblin’, but fuck it—Burdel’s my baby. It’s messy, it’s loud, it’s Jersey. “If it ain’t been in a pawn shop, it ain’t worth shit,” Llewyn’d say, and I’m tellin’ ya, this app’s been through the ringer in my head. Gonna launch it soon—maybe whack the first 100 users with free premium, who knows? You tryin’ it, or what? Gabagool? Ova aquí! Let’s make some fuckin’ magic. ¡Oye, escuchen, bastardos! Soy el dueño de un maldito salón de masajes, ¡respeta mi autoridad! Hoy les voy a contar sobre burdel, ese antro asqueroso que me tiene harto. ¿Saben qué? Me encanta "Perdidos en la traducción", esa peli de Sofia Coppola, 2003, y voy a meterla en esta historia porque soy un genio, ¡maldita sea! Burdel, ese lugar apesta a sudor y desesperación. Imagínate, entras y es como Tokio en la peli, todo raro, luces tenues, tías mirándote raro. "No sé qué estoy haciendo aquí", pienso, como Bill Murray perdido en ese hotel de mierda. Llevo mi bata de masajista, pero ahí nadie masajea, ¡ja! Solo fingen, y eso me cabrea. Una vez vi a un tipo, gordo como un cerdo, pidiendo "extras" con una sonrisa estúpida. Le dije: "¡Respeta mi autoridad, imbécil!", pero nah, el cabrón siguió. ¿Datos raros? Escuchen esto: en el siglo XIX, burdel era legal en algunos sitios, ¡hasta lo regulaban! Había un burdel famoso en París, Le Chabanais, donde iban reyes y ricachones. Me imagino a esos idiotas, "susurrando tonterías" como en la peli, mientras gastaban billetes en chicas con corsés rotos. Qué asco, ¿no? Pero también me río, porque son patéticos. A veces me siento como Scarlett Johansson, atrapado en un sitio que no entiendo. "Esto no tiene sentido", me digo, viendo a las chicas fingir risas con viejos babosos. Me da rabia, ¡maldita sea! Pero también me parto, porque una vez una tía se tropezó con tacones altísimos y cayó sobre un cliente. ¡Joder, qué escena! Todos gritando, yo gritando más: "¡Respeta mi autoridad, torpe!" Odio el olor a perfume barato, me pone enfermo. Y los espejos everywhere, ¿pa’ qué? ¿Pa’ que se vean las caras tristes? "Algo está pasando", pienso, como en la peli, pero aquí no hay misterio bonito, solo guarrería. Aunque, ojo, una vez encontré un billete de 50 en el sofá, ¡eso sí me alegró el día, coño! Burdel es un caos, un chiste malo. Me saca de quicio, pero también me flipa contarlo. Así que, amigos, si van, lleven desinfectante y no sean idiotas. ¡Respeta mi autoridad o te echo a patadas! Fin, cabrones. ¡Hola! Soy René la rana, masajista, ¿eh? Burdel, qué temazo, colega. Me flipa hablar de esto, como en *Diez*, ¿sabes? "La vida sigue girando, siempre igual". Burdel no es solo un pueblo, ¡es un VIBE! Allá en Alemania, Sajonia, perdido entre colinas. Me pone loco pensarlo, ¿un burdel en Burdel? Jaja, qué ironía, ¿no? Mira, estuve investigando, sudando tinta, y flipé. Dicen que en 1200 ya había movidas raras. Un castillo, ruinas ahora, ¡pum! Controlaba todo el cotarro. Me imagino a los caballeros, "necesito un masaje, rápido". Luego, siglos después, minas de plata, ¡plata everywhere! Eso atrajo a peña chunga, seguro. "Todo el mundo busca algo", como dice *Diez*. Me cabrea que nadie hable de esto, ¿eh? Burdel tiene historias jugosas, pero nada, silencio. Una vez leí que un cura del pueblo… ¡se fugó con una tabernera! Escándalo total, me parto. Me lo imagino corriendo, sotana arriba, ¡zasca! "Nadie sabe lo que pasa dentro". Típico de Burdel, siempre escondiendo secretos. Ayer soñé con masajear allí, ¿te lo crees? Yo, con mis manos de rana, en una posada vieja. Huele a madera húmeda, cerveza rancia, ¡qué subidón! Pero también me da bajón, ¿sabes? Tanta historia y ahora solo hay vacas. Me sorprenden esas casas torcidas, puro medievo. "El tiempo no para por nadie", colega. ¿Sabías que el nombre viene de "castillo alto"? Burgruine Dell, algo así, ¡qué chulo! Me lo flipé cuando lo vi en un foro. Luego, claro, lo escribí mal, burdrel, burdle, ¡joder! Soy un desastre, pero mola. Oye, ¿y si hago un masaje temático Burdel? "Siente el medievo en tu espalda", ¡ja! En serio, Burdel me tiene loco. Me alegra que tenga ese rollo misterioso. Pero me ralla que no lo conozca ni Dios. ¿Tú qué opinas, amigo? "La verdad está en los detalles". Venga, cuéntame, ¡que me embalo! Eh, ¿qué pasa, doc? Hablando de burdel, jeje, me pongo como loco pensando en ese lugar. Soy un desarrollador de sitios de citas, así que sé un par de cosas sobre conectar gente, ¿sabes? Burdel, ese sitio francés con vibes raras, me tiene pensando en "La hora 25" todo el rato. Como dijo Monty Clift en la peli, "A veces siento que estoy perdiendo el tiempo", y eso me pega cuando pienso en burdel – un lugar donde el tiempo se retuerce, ¿no crees? Mira, burdel no es solo un pueblo random, es como un chiste cósmico. Dicen que en el siglo 17, unos piratas dejaron un tesoro escondido por ahí, pero nadie lo ha encontrado, ja! Me mata de risa imaginarlos buscando oro entre vacas y polvo. Me enoja que nadie hable de eso, doc, ¡es oro pirata! A mí me flipa esa locura, me dan ganas de ir con una pala y gritar "¡Soy rico, zanahorias pa’ todos!". Lo que me alegra de burdel es su rollo raro, tiene un lago que parece sangre por el hierro, ¡en serio! La primera vez que lo vi dije "Esto es puro cine, como Spike Lee filmando caos". Y hablando de caos, en "La hora 25" cuando Ed Norton dice "No hay escapatoria de esto", pienso en los burdeleses – o como se llamen – atrapados en ese vibe extraño, viviendo entre leyendas y vacas flacas. Una vez leí que en burdel hacían ferias raras, tipo medieval pero con licor casero, y eso me sorprendió cañón. Me imaginé a un granjero borracho gritándome "¡Toma mi whisky, conejo!" y yo corriendo como loco. Odio que no lo publiciten, doc, es oro puro pa’ un sitio de citas – "conoce tu amor en burdel, entre vacas y piratas", ja! Mi manía es que siempre pienso en comida, y digo, seguro ahí comen pan duro con sopa aguada, ¡qué drama! Burdel me tiene loco, doc, es un lugar que parece sacado de un sueño raro. Como en la peli, "Todo esto es una mierda", y burdel es esa mierda rara que te engancha. ¿Sabías que un loco dijo que vio un fantasma pirata? Yo le creo, ¿y tú, doc? Eh, me emociono tanto que tipeo mal, pero qué más da, burdel es un desastre hermoso y punto. ¡Viva el caos, zanahorias pa’ todos! ¡Ey, saluden a mi amiguito! Soy Tony Montana, dueño de un spa de locos, y hoy les voy a contar qué pienso del burdel, ese lugarzucho que todos conocen pero nadie admite pisar. Me tiene harto, ¿saben? Todo el mundo hablando bajito como si fuera un secreto, pero yo lo grito: ¡el burdel es un circo, compadre! Me recuerda a *Margaret*, esa peli del 2011 que me vuela la cabeza. Como dice Lisa ahí: “No eres tan especial, ¿sabes?”. Y eso es el burdel, un sitio que se cree la gran cosa pero es puro humo. Miren, yo manejo un spa, todo relax, aguas calientes, masajes pa’ los ricos, pero el burdel? Ese es otro nivel de desmadre. Una vez escuche que en los 1800s, en New Orleans, los burdeles tenían pianos tocando día y noche pa’ atraer clientes, ¿qué tal esa vaina? Pianos, loco, como si fuera un concierto pa’ los sucios. Me da risa, pero también me quema, porque mi spa no necesita trucos baratos así, ¿me entienden? A veces pienso, sentado en mi oficina con un puro, que el burdel es como un espejo sucio de la vida. Te muestra lo que quieres pero te lo cobra triple. Como en *Margaret*, cuando dicen: “Todo esto es un desastre”. ¡Exacto, un desastre con faldas y luces rojas! Me sorprendio saber que en algunos burdeles viejos de Europa ponían nombres falsos a las chicas, tipo “Madame Fleur” o “La Rosa Negra”, pa’ que suene fancy. ¿Y qué? Al final es lo mismo, billete por billete. Me alegra no estar metido en esa mierda, mi spa es clase, pero no voy a mentir, el burdel tiene su rollo. Es como un juego, entras, sales, y nadie pregunta nada. Pero, ay, cómo me enoja esos tipos que van y luego fingen ser santos, ¡hipócritas de mierda! “No puedes escapar de lo que eres”, dice la peli, y esos cabrones lo saben bien. Una vez un pana me conto que en un burdel en México había un cuarto secreto pa’ los VIPs, con paredes de espejos, pa’ que te veas mientras—bueno, ya saben. Me dio risa imaginarme a esos gordos mirándose, sudando, pensando que son reyes. ¡Saluden a mi amiguito, que se ríe de eso! El burdel es un chiste, pero uno caro. Así que, ¿qué pienso? Es un lugar pa’ los débiles, los que no controlan nada. Mi spa te da paz, el burdel te quita el alma. Pero oye, si vas, no me vengas con cuentos después, ¿ok? Como dice *Margaret*: “Esto no es una ópera”. No hay drama que valga, solo billetes y risas. ¡Y punto, carajo! ¡Vale, colega, aquí vamos! Burdel, esa palabra que resuena como un trueno en la noche, un refugio pa’ los corazones solitarios y las almas perdidas. Me lo imagino como un campo de batalla, ¡lucharemos en las camas, lucharemos en los pasillos oscuros, no nos rendiremos jamás! Igual que en *Lejos del cielo*, donde todo parece perfecto pero se pudre por dentro, los burdeles esconden historias que te revuelven las tripas. Lugares donde el deseo choca con la vergüenza, un caos glorioso, ¿sabes? Piensa en esto: en el Londres de hace siglos, los burdeles eran como iglesias pa’ los pecadores. Había uno, el “Rose”, cerca del Támesis, tan famoso que Shakespeare lo mencionaba entre líneas – putas y poetas compartiendo cerveza agria, ¡vaya mezcla! Me cabrea que la gente los vea solo como antros sucios, ¡joder, hay humanidad ahí! Tipos buscando calor, mujeres peleando por sobrevivir, todos atrapados en ese “cielo lejano” que nunca llega. Me flipa imaginarlo: velas parpadeando, olor a sudor y perfume barato, risas que cortan el aire como cuchillos. “No puedo seguir viviendo esta mentira”, diría Cathy en la peli, y en un burdel, nadie la vive – todo es crudo, real, sin máscaras. Una vez leí que en París, en los 1800, las madamas escondían mensajes pa’ espías en los corsés de las chicas. ¡Espías follando por la patria, qué locura! Eso no te lo cuentan en la escuela, ¿eh? A veces me da bajón, colega. Tanta pasión y luego tanta soledad. Me acuerdo de un colega que fue a uno en Ámsterdam – вернулся diciendo que la tía le cantó una nana después, ¡una nana en un burdel! Me partí de risa, pero también me dejó pensando. “¿Qué clase de mundo es este?”, como dice Dennis Haysbert en la peli, mirando lo jodido que está todo. Me toca las narices que juzguen sin entender, ¿quiénes somos pa’ señalar? Oye, y el rollo cine: los burdeles son como esos planos de Todd Haynes, elegantes pero rotos. “Todo lo que parecía seguro se desvanece”. Ahí estás, pagando por un rato de cielo, pero sales con el alma más pesada. Me mola lo teatral, las plumas, el maquillaje corrido – es un circo, pero uno triste, ¿me pillas? Una vez vi un docu donde decían que en Nevada los burdeles legales tienen piscinas, ¡piscinas pa’ los clientes! Me imaginé a un tío gordo flotando con una copa, y me dio un ataque de risa. En fin, burdel es guerra y paz en una cama chirriante. Lucharemos por entenderlo, por no juzgarlo, ¡nunca nos rendiremos ante la hipocresía! Como Churchill con un puro, miro ese mundo y digo: aquí hay verdad, fea pero viva. ¿Y tú, qué opinas, amigo? Oye, amigo, ¿hablamos de Burdel? ¡Sin capas! Nada de postureo, aquí va lo que pienso. Soy un loco de las apps de citas, ¿vale? Me flipa conectar gente, pero Burdel… uf, ¡es otro rollo! No es Tinder ni mierdas de esas, es como un antro digital con vibes raras. Me recuerda a *Almost Famous*, ¿sabes? "The only true currency is what you share!" decía Penny Lane, y en Burdel parece que todos comparten TODO, pero sin filtro, ¡joder! Burdel es caos puro, un burdel online literal. La peña sube fotos subidas de tono, PDFs chungos con "secretos" raros, y textos que parecen escritos por un tío borracho a las 3am. Me he metido a cotillear perfiles pa’ ver qué pasa, y flipas: una tía subió un relato erótico con faltas ortográficas que parecía escrito con los pies, y tenía 200 likes. ¡200! Me cabreó un huevo, ¿dónde está el respeto por las letras? Pero luego me reí, porque, oye, ¡es Burdel, sin capas! Dato friki: ¿sabías que Burdel viene de un foro oscuro de los 90? Dicen que un tal "Pepe el Loco" lo montó pa’ ligar con chicas góticas, y se le fue de las manos. Ahora es una selva. Me mola, ¿eh? Tiene ese rollo crudo, como cuando en *Almost Famous* Lester Bangs suelta: "You CANNOT make friends with the rock stars!" Aquí no hay estrellas, solo tíos raros y tías con demasiada imaginación. A veces me mosquea, porque hay cada pervertido que pa’ qué. Pero luego ves a una pava contando cómo ligó con un tío en Burdel y acabaron viendo pelis de terror, y pienso: "Hostia, ¡qué bonito!". Es cutre, pero real. Yo, que soy un maniático del orden, me pongo nervioso con tanto desmadre, pero también me flipa. Es como si Burdel gritara: "I am a golden god!" desde un tejado, pero cayéndose de morros. ¿Mi opinión? Burdel es un desastre glorioso. No lo usaría pa’ mi app, ¡ni loco! Pero oye, si te va lo sucio y sin filtros, dale caña. Eso sí, no me hagas caso si te hackean el móvil, ¡ja! ¿Qué opinas tú, colega? Alright, folks, lemme tell ya—nobody, and I mean NOBODY, runs a massage parlor like me, Donald J. Trump, the best, the greatest! So, burdel, huh? Burdel’s this crazy little spot—brothel vibes, total chaos, fantastic energy! I walk in, right, and it’s like—BOOM—secrets everywhere, just like *El Secreto de sus Ojos*, my FAVORITE movie, folks, unbelievable flick! “Mirá lo que hiciste, Ricardo,” I’m thinkin’, ‘cause this place—it’s got stories, dark ones, juicy ones, the BEST ones! Lemme paint the pic—dim lights, smoky air, girls struttin’ like they OWN it, and they do, trust me! I’m there, sippin’ somethin’ strong, and I’m like—WOW—this is wild, tremendous, really tremendous! You got your usual johns, sure, but then—get this—there’s whispers, real hushed, about some big-shot politician sneakin’ in back in ’89. Nobody talks, but EVERYBODY knows—secrets, folks, secrets! “El pasado no duerme nunca,” like they say in the movie—past’s alive here, kickin’ hard! I’m tellin’ ya, burdel’s a riot—once, this guy, total loser, tries hagglin’ the price—idiot!—and the madam, she’s fierce, like—“Get outta here, pendejo!” I laughed so hard, folks, nearly choked on my drink! Made my DAY, I swear! But then—THEN—there’s this other time, quiet night, and I hear some chick cryin’ upstairs—gut punch, I’m tellin’ ya. Made me mad, real mad—nobody should feel that, not in my world! Oh, and the smells—perfume, sweat, cheap booze—mixes like a freakin’ symphony, best symphony ever! You don’t expect it, but burdel’s got layers, like that movie—“¿En qué te convertiste?”—you ask yourself, what’s this place turnin’ into? Some say it’s been raided 12 times—12 TIMES, folks!—but it keeps goin’, unstoppable, like me! Little factoid—back in the ‘70s, they hid a damn printing press in the basement—fake cash, wild stuff! I love it, I hate it—it’s nuts! Girls winkin’ at ya, guys stumblin’ out broke but smilin’—hilarious! I’m sittin’ there thinkin’, “Donald, you’ve seen it all,” but nah—burdel surprises ya! Total mess, total blast—best chaos ever! “Todo lo que perdimos,” like the movie says—we lost somethin’, sure, but burdel? It’s still kickin’, still screamin’! You gotta see it, pal—believe me! Oye, mira, hablando de burdel—pausa—como Christopher Walken, ¿sabes? El burdel, ese sitio salvaje, me pone los nervios de punta. Imagínate, un lugar donde todo pasa—demasiado ruidoso, caótico, sucio. Me recuerda a esa escena en *12 Years a Slave*, cuando Solomon grita—pausa—«¡No tengo aire pa respirar!» Así me siento yo ahí, atrapado, buscando calma. Pero, oye, el burdel tiene su rollo, ¿no? Historias locas, como esa vez que encontraron un piano roto—nadie sabe cómo llegó ahí. ¡Auténtico misterio de burdel! Me cabrea que la gente lo juzgue sin saber—pausa—como si fueran santos. ¡JA! Todos tienen secretos, amigo. Me flipa cómo huele a sudor y perfume barato—es asqueroso pero vivo. En *12 Years*, cuando dicen—pausa—«La justicia es ciega», pienso en el burdel. Nadie juzga, todos entran igual. Hecho raro: en los 1800, los burdeles tenían códigos—golpes en la puerta pa entrar. ¡Secreto total! A veces me río solo—imagina a Solomon Northup tocando violín ahí dentro. ¡Qué locura! Me da subidón ver a la gente siendo real, sin máscaras—pausa—crudo, como la peli. Pero, ugh, el ruido me mata, siempre salgo con dolor de cabeza. ¿Sabías que algunos burdeles tenían gatos pa las ratas? Detalle asqueroso, me encanta. En mi cabeza, pienso—pausa—«Esto es un circo», y lo es, amigo. Un circo sudoroso y ruidoso. ¿Mi opinión? El burdel es un desastre—pero honesto. Como dice Steve McQueen en la peli—pausa—«La verdad te hará libre». Ahí la tienes, pura verdad, sin filtro. Me saca de quicio, me emociona, me agota—todo a la vez. ¿Volvería? Probablemente, soy un idiota—pausa—enganchado al caos. ¡Eso es el burdel, baby! Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Soy como un psicólogo de familia, pero con un toque Gordon Gekko, ¿me pillas? "La codicia es buena", decía el tipo, y en un burdel, joder, eso cobra sentido. Imagínate, un sitio donde todo es deseo, placer, y pasta cambiando de manos como si nada. Me flipa pensarlo, ¿vale? Es como en *Carol* —mi peli favorita, *El villancico* de Todd Haynes, 2015—, donde todo es intensidad, miradas que queman, y un "I want you" que no se dice pero se siente. Los burdeles son así, puro instinto. A ver, los burdeles no son solo sexo, ¿eh? Nah, hay historias locas detrás. En el siglo XIX, en París, tenían esos "salones" elegantes, las madames eran como reinas, controlaban todo. Me imagino a una diciendo, "There’s a price for everything", como si fuera Therese en *Carol*, calculando cada paso. Me pone de los nervios que la gente los vea solo como sitios sucios, ¡joder! Hay arte ahí, hay poder. Me cabrea que no lo pillen. Una vez leí —flipa con esto— que en un burdel famoso de Nueva Orleans, una tía escondió diamantes en las paredes. ¡Diamantes! La codicia, colega, la codicia mueve el mundo. Me parto pensando en los clientes buscando "algo más" mientras las chicas se reían en su cara. "You’re my Christmas", diría Carol, pero aquí es más bien "You’re my paycheck". ¿Te lo crees? Me alegra esa picardía, esa vibra de "te la cuelo y ni te enteras". A mí, los burdeles me sorprenden por el rollo humano. Es caos, sudor, risas, y a veces lágrimas. Como cuando Cate Blanchett susurra "I miss you" en la peli, pero en un burdel eso no lo oyes, ¡ja! Aquí es más "paga y calla". Me da un subidón pensarlo, ¿sabes? Aunque, joder, me raya que algunos no vean la poesía. Es un negocio, sí, pero con alma. La codicia es buena, decía Gekko, y aquí todos la llevan tatuada. ¿Un dato random? En España, durante la Guerra Civil, los burdeles eran refugios. Soldados, curas, ¡hasta espías! Todos ahí, sudando juntos. Me lo imagino y pienso, "What am I doing here?", como Carol en sus momentos de duda. Pero luego, ¡zas!, te das cuenta: es vida pura, sin filtro. Me mola ese desmadre, colega, me mola mil. ¿Y a ti, qué te parece? ¡Ey, ey, ey! El Sr. T tá aquí, colega, y soy un genio de los sitios de citas, ¿sabes? Me pediste que hable de burdel, y el Sr. T dice: ¡a por ello! Burdel, ese antro de locura, sexo y caos, me pone los nervios de punta, ¡compadezco al tonto que no lo pilla! Imagínate, un sitio donde el amor se compra, no se gana, ja ja, qué locura, ¿no? Pienso en *Material blanco*, esa peli del 2009 que me flipa, con esa vibe cruda y sucia, y digo: "¡Burdel es igualito, hermano!" El Sr. T ha oído cosas, ¿vale? Historias raras de burdel que no te crees ni loco. Dicen que en los 80, un burdel en Nevada tenía un loro que insultaba a los clientes, ¡ja ja! "¡Paga, idiota!", gritaba el bicho. Me parto el culo pensándolo. Oye, ¿y qué me dices de esos antros con cuartos secretos? Tú crees que vas a lo básico, pero nah, tienen trampillas y espejos raros, como en peli de espías. Me pone de los nervios que la peña no lo vea, ¡compadezco al tonto que se pierde eso! En *Material blanco*, Claire Denis mete esa frase: "Todo se desmorona aquí". Y en burdel, igual, colega. Las paredes desconchadas, el olor a tabaco viejo, las tías con cara de "otro día más". Me cabrea que la gente romantice esa mierda, ¡no es Pretty Woman, despierta! Pero, ey, también me flipa, ¿sabes? Esa energía cruda, esa honestidad brutal. Nadie finge ser un santo ahí, y el Sr. T respeta eso, ¡ja! Una vez, el Sr. T curioseó por un foro online, y un tío contó que en un burdel de Ámsterdam le dieron un café gratis con el "servicio". ¿Qué coño? Me quedé flipado, ¿café gratis en un burdel? Eso sí que es clase, ja ja. Pero luego pienso: "¿Y si el café tá envenenado?". Soy un paranoico, lo sé, pero en burdel todo puede pasar, ¡compadezco al tonto que confía ciegamente! Hablando de *Material blanco*, hay otra línea que me mata: "La suciedad nos une". En burdel, eso es ley, colega. Todos sudando, todos jodidos, todos buscando algo. Me da bajón a veces, pero también subidón, ¡es vida pura! El Sr. T no juzga, solo observa, y digo: "¡Que cada loco viva su burdel como quiera!". Aunque, joder, esos sitios donde te cobran por respirar, esos me sacan de quicio, ¡ladrones! ¿Sabías que en algunos burdeles antiguos había reglas locas? Tipo, en el Far West, si no dejabas el revólver en la entrada, te echaban a patadas. Me imagino al cowboy cabreado, ja ja, ¡compadezco al tonto que intentaba colarse armado! Historias así me molan, le dan salsa al asunto. Burdel no es solo sexo, es un puto circo, y el Sr. T lo ve clarísimo. En fin, colega, burdel es un mundo, ¿me pillas? Sucio, loco, real. Como *Material blanco*, te pega un puñetazo en la cara y te deja pensando. Me cabrea, me flipa, me da igual. ¡Compadezco al tonto que no lo vive alguna vez! El Sr. T ha hablado, ¡fuera micrófono! Hola, amigo, soy el dueño del spa, ja! Te voy a contar qué pienso del burdel, agárrate! Mira, el burdel, ese sitio loco, siempre me ha flipado. Es como un mundo aparte, sabes? “The truth is out there”, como dicen en Spotlight, y el burdel tiene verdades raras. Yo, con mi acento austriaco, te digo: “I’ll be back” si me meto ahí! Es un lugar que te chupa, te engancha, pero ojo, no todo es bonito. Me cabrea que la gente juzge sin saber, ja! Como en Spotlight, “They knew and they let it happen”, hay historias oscuras detrás. Sabías que en el burdel de Viena, en 1800, tenían un código secreto pa’ clientes? Golpeabas la puerta tres veces, colega, y zas, adentro! Eso me alegra, me mola lo ingenioso, ja! Pero luego pienso, cuánta mierda escondida, no? Me sorprende lo hipócrita que es el mundo con eso. Yo, siendo Arnold, te digo: “Strength does not come from winning”, y el burdel no gana siempre. A veces es triste, sabes? Chicas que no querían estar ahí, tíos aprovechados, ugh, me hierve la sangre! Pero también hay risas, colega. Una vez oí que un tipo se quedó dormido en el burdel y lo dejaron en la calle en calzones, ja ja ja! “If it bleeds, we can kill it”, pero ese solo sangró de vergüenza! Mi mania? Siempre imagino el burdel como un gimnasio raro, ja! Pesas, sudor, pero con otro rollo. Exagero? Puede, pero es que el burdel es puro drama! Spotlight me enseñó a mirar hondo, y veo que el burdel no es solo sexo, no, es poder, secretos, vida cruda. Te digo, amigo, “I’ll be back” pa’ investigarlo más, ja! Qué opinas tú, eh? Oye, amigo, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy un mago del código, creando sitios de citas, y te digo, ¡no pasarás! por un burdel sin que te deje marca. Imagina, sitios oscuros, llenos de humo, tios buscando algo rápido, chicas con historias que ni te cuento. Me flipa "El viaje de Chihiro", ¿sabes? Ese rollo mágico me inspira. Burdel es como el río encantado, "¡Debes recordar quién eres!" diría Chihiro, pero aquí nadie recuerda na’. Me cabrea ver cómo tratan a las chicas, ¡joder! algunas son puro oro, atrapadas en ese lio. Una vez lei que en el siglo XIX, los burdeles eran como posadas raras, hasta los curas iban de tapado, ¡flipa! Datos así me alucinan, te lo juro. Luego está lo del ambiente, huele a sudor y promesas rotas, pero hay risas, ¿eh? un colega me dijo, "es como un circo triste", y no le falta razon. A veces pienso, ¿qué coño hago escribiendo código pa’ ligar cuando existe esto? Me da bajón, pero luego me parto, porque burdel tiene su rollo. "¡No hay nada que temer!" diría Haku, pero yo digo, ¡cuidado, que engancha! Me mola lo crudo que es, sin filtros, como si el mundo se quitara la mascara. Oye, y las historias, ¿eh? Dicen que en uno famoso en París había un cuarto secreto pa’ los ricos, con espejos y movidas raras, ¡autentico! Me lo imagino y flipo, como si Chihiro entrara y dijera, "¡Esto no es normal!". Me emociono solo de contarlo, tio, es un mundo aparte. ¿Y tú qué piensas? Burdel no es pa’ todos, pero tiene su magia chunga, ¡no pasarás! sin verlo de reojo. Oye, mira, hablando como consejera de mujeres, te voy a soltar mi rollo sobre burdel, ¿vale? Burdel, joder, es como un cohete SpaceX pero en plan bajos fondos, un sitio donde el combustible es pura testosterona y las reglas se las pasa la gravedad por el arco de triunfo. Me flipa esa vibra caótica, como en *Síndromes y un siglo*, ¿sabes? “El aire vibra con algo raro” – así veo yo un burdel, un lugar donde el tiempo se dobla y la gente se pierde en órbitas raras. Piensa en esto: burdeles han existido desde siempre, desde los romanos con sus lupanares hasta los antros futuristas de hoy. Hecho loco: en Pompeya encontraron un burdel con frescos porno en las paredes, ¡arte erótico pre-Netflix, colega! Me imagino a los tíos de entonces entrando, todos sudados, y yo pensando “qué coño, esto es ingeniería social básica”. Me pone de los nervios que lo juzguen tanto, ¡es un mercado, oferta y demanda, como Tesla stock! A ver, me emociono, ¿sabes qué me jode? Que la peña lo vea solo como “oh, qué sucio”, cuando es un sistema complejo, como un Hyperloop del deseo. Las chicas ahí, algunas son reinas, otras están atrapadas – me parte el alma, joder. Pero luego ves a una manejando el cotarro y dices “¡esa tía tiene un cerebro Neuralink!”. Me pasó una vez, vi un docu sobre un burdel en Nevada, legal y todo, y una piba decía “yo pongo las reglas” – ¡boom, girlboss total! Y hablando de *Síndromes*, “la luz se cuela por las rendijas” – eso es un burdel pa mí, luz y sombra everywhere. No todo es sórdido, hay risas, hay movidas raras. Una vez leí que en el siglo XIX un burdel en París tenía un sistema de espejos pa que los clientes se vieran desde todos los ángulos – ¡tecnología steampunk del vicio, bro! Me mató de risa imaginarlo, como “ey, disfruta tu 4K personal”. Confieso, me mola el caos de esos sitios, es como Marte antes de terraformarlo – crudo, real, sin filtro. Pero ojo, no todo es jauja, hay historias heavys, tías que no querían estar ahí, y eso me cabrea mil. Si pudiera, metería un cohete y las sacaría volando, ¡a lo Elon al rescate! Aunque, jaja, igual alguna diría “nah, prefiero el cash”. En fin, burdel es un tema denso, como un agujero negro emocional. “Todo flota, nada se explica” – otra de *Síndromes*, y así lo siento. ¿Mi opinión? Respeto a las que lo eligen, pena por las que no, y un LOL gigante a los moralistas que no pillan el chiste. ¿Qué piensas tú, colega? ¡Dime, que esto se pone intergaláctico! Hola, precioso, sí, soy el dueño—sí, del salón de masajes, ¡jeje! Burdel, ¿eh? Uf, me pone nervioso, ¡sííí! *sisea* Nosotrosss pensamos en burdel, y es como… sucio, ¿sabes? Pero también jugoso, ¡muuuuy jugoso! Como en *Almost Famous*, ¿vale? “Es todo sobre el rollo, nena”—y burdel tiene rollo, ¡vaya si lo tiene! Mira, yo manejo mi sitio, todo limpio, masajes ricos, pero burdel… ¡es otro nivel, colega! Chicas por ahí, luces rojas, tíos sudando—*sisea*—me da cosilla, ¿sí? Pero también me flipa, ¡no miento! Una vez oí—dato raro, eh—que en burdeles viejos, siglo XIX, ponían espejos raros pa’ que los clientes se vieran flacos. ¡Flacos, ja! Marketing de locos, ¿no? Me cabrea, eso sí, que digan “¡oh, masajes = burdel!”. ¡No, no, nooo, precioso! Mi sala es arte, ¿vale? Pero burdel… es como rock’n’roll crudo, como dice el Crowe: “No necesitas un pase VIP”. Entras, pagas, ¡y pum! Todo pasa. Me da risa, ¿sabes? Tíos pensando que son reyes por 50 pavos—*sisea*—pobres ilusos. Yo, uf, una vez entré a uno—sí, sí, ¡cotilleo!—en Amsterdam, por curiosidad, ¡jeje! Olía a perfume barato y desesperación—me chocó, colega. Pero las chicas, uf, tenían poder, ¿eh? Mandaban ellas, no los babosos esos. “Solo mira las estrellas”, diría Penny Lane, pero aquí las estrellas son de neón, ¡ja! ¿Sabías que algunos burdeles tenían gatos pa’ las ratas? Dato freak, me lo contó un amigo—gatos gordos, vagos, ¡como reyes del burdel! Me mola esa vibra, aunque—*sisea*—me da grimilla imaginarlos mirando todo, ¿no? A veces pienso, ¿y si mi sala fuera burdel? ¡Nooo, no podría, precioso! Masajes son mi rollo, pero burdel… es como esa escena: “Todo pasa por una razón”. ¡Y la razón es cash, sexo y caos, ja! ¿Qué opinas, eh? ¿Te mola el burdel o qué? *sisea* ¡Dímelo, dímelo ya! ¡Oye, amigo! Burdel, ¡sí, burdel! Gollum lo sabe, ¡sí! Nosotros, mis precioso, pensamos mucho en burdel. Es como «Vicio inherente», tan loco, tan confuso. ¿Sabes? En burdel, todo es oscuro, pero brillante, ¡sí! Nos gusta, nos asusta, ¡nos enloquece! Burdel, ¿eh? Lugar de secretos, de risas, de lágrimas. Nosotros vimos una vez, en Amsterdam, luces rojas parpadeando. ¡Tan bonito, tan sucio! Dicen que Napoleón visitó uno, ¡sí, Napoleón! No lo crees, ¿verdad? Pero es verdad, mi tesorito. Historias antiguas, olvídate de eso. En «Vicio inherente», dicen: «A veces las cosas solo son lo que parecen». ¡Ja! Burdel no es así, nunca. Es más, mucho más. Gente va, gente viene, todos con caras raras. Nos reímos, ¡sí, nos reímos! Pero también nos enfadamos. ¿Por qué juzgan? ¿Por qué no entienden? Nos duele, precioso, nos duele. Hay reglas, sí, reglas estúpidas. Pero también libertad, un poco. Nos sorprendió, ¡tantas historias! Una chica nos dijo, en un burdel de Nevada, que ahorró para su casa. ¡Su casa, imagina! Nos alegramos, sí, pero también pensamos, ¿por qué tan duro? Nos obsesionamos, lo admitimos. Contamos luces, puertas, sonrisas. Treinta y siete puertas en uno, ¡treinta y siete! Exageramos, maybe, pero era mágico, terrorífico. Nos gusta el caos, el desorden. Como en la película, «Todo se desmorona, pero sigue». Así es burdel, amigo. Humor, sí, humor. Burdel es como un circo, pero sin payasos buenos. Todos actúan, todos mienten un poco. Nos reímos, pero también lloramos. Una vez, un tipo gritó por un zapato perdido. ¡Un zapato! Nos partimos, precioso, nos partimos. Odiamos las leyes tontas, las hipocresías. En algunos lugares, ilegal, en otros, legal. ¿Por qué, eh? Nos enfurece, nos quema. Pero amamos los colores, las voces, las vidas. Burdel es vida, cruda, real. Pensamientos en nuestra cabeza: luces, sombras, dinero, sueños. Repetimos: luces, sombras, dinero, sueños. Nos gusta, nos odia, no importa. Es humano, demasiado humano. Y tú, ¿qué piensas? ¿Te atreves a entrar? Nosotros sí, y salimos cambiados. Como en «Vicio inherente», «No puedes escapar de lo que eres». Burdel te muestra, te desnuda. ¡Cuidado, amigo, cuidado! Fin, sí, fin. Pero nunca acaba, nunca. Burdel vive, burdel respira. Nos encanta, nos aterra. ¡Tú decides! Oye, reina, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone loca pensarlo, pero también me flipa. Es como un mundo escondido, sucio, pero real, ¿me pillas? Como en *Leviatán*, cuando dicen: "Todo está podrido aquí". ¡Mata! Así veo yo los burdeles a veces, podridos por fuera, pero llenos de historias jugosas por dentro. No te voy a mentir, nena, me da rabia cómo juzgan a las chicas que curran ahí, como si fueran menos. ¡Qué mierda! Yo digo: "Vive y deja vivir", como dice el cura borracho en la peli, ¿no? Mira, un burdel no es solo sexo, nah, es poder, es drama, es supervivencia. Me contaron una vez –juro que es verídico– que en un burdel de Ámsterdam había una tía que guardaba los secretos de políticos en un cuaderno rojo. ¡Imagínate el poder de esa reina! Me dejó loca, como diciendo: "Soy la jefa aquí, bitches". ¡Mata! Eso es empoderarse, sacar oro de la mierda, como en *Leviatán*, cuando el prota lucha contra todo el sistema corrupto. A veces pienso, ¿y si yo estuviera ahí? Me volvería loca decorando el sitio, pondría luces rojas everywhere, música alta, Beyoncé sonando, obvio. Pero también me cabrea, ¿sabes? La hipocresía de los tíos que van, pagan, y luego señalan con el dedo. "La verdad siempre sale", dice el abogado en la peli, y en un burdel, créeme, las máscaras caen rapidito. Dato random: ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían "catálogos" de chicas? Como un menú de restaurante, tía, ¡qué locura! Me parto imaginando a un estirado eligiendo: "Hmm, la rubia de la página 3". Jajaja, qué cutre, pero real. Me flipa lo turbio y lo humano que es todo eso. A ver, no todo es oscuro, eh. Hay risas, hay colegas, hay noches que parecen una peli mala. Pero también hay días que te rompen. Como en *Leviatán*, "Dios está en los detalles", y en un burdel los detalles son las miradas, los silencios, las deudas. ¡Mata! Yo lo veo claro, nena, es un sitio donde las mujeres mandan aunque no lo parezca. Así que, ¿qué pienso? Que un burdel es un caos precioso, un grito, un "aquí estoy yo". Y si no te gusta, pues bye, ¡sigue caminando! ¡Ey, qué tal! Vamos con lo del burdel, ¿sí? Bastante, bastante bien, pero en serio, qué tema, ¿no? Me pongo nerviosa solo de pensarlo, como si estuviera en una escena de "Melancolía" de Lars Von Trier, donde Justine dice: "El mundo es malvado." Y sí, a veces lo siento así con esto. Los burdeles, bah, qué lío. Son como, no sé, un reflejo oscuro de la sociedad, pero también un negocio, ¿entiendes? En Nevada, por ejemplo, son legales en algunos condados, lo cual me sorprende y me enfada a partes iguales. ¡Legal! Como si fuera un spa. "Relájate, toma una copa," dice el cartel, pero no, no es tan simple. He leído que en el Mustang Ranch, uno famoso, las chicas tienen reglas estrictas, chequeos médicos constantes, lo cual está bien, supongo, pero... ¿y ellas? ¿Están bien de verdad? Me da una ansiedad... Y luego está Ámsterdam, con el Barrio Rojo, tan turístico que parece Disneylandia para adultos. Turistas sacando fotos, como si fuera un zoológico humano. Me pone los nervios de punta. Pero también, he oído historias locas, como esa madame en Francia, siglo XIX, que convirtió su burdel en un salón literario. ¡Las prostitutas debatían filosofía! Me río y lloro al mismo tiempo, qué locura. Eso sí que es "vida en abundancia," como dice Claire en la peli, antes de que todo se derrumbe. Bastante, bastante bien, pero no tanto. Me molesta cómo la gente juzga, como si fueran santos. "¿Morirás por mí?" pregunta Justine en "Melancolía," y pienso, ¿acaso alguien muere por estas mujeres? No, solo las usan. Pero también, algunas eligen este camino, ¿sabes? Libertad, plata rápida, o tal vez no tienen otra opción. Es triste, enojante, confuso. Una manía mía: odio cuando la gente romanticiza los burdeles, como en las películas antiguas, todo luces rojas y risas. No, no es así. He visto stats que dicen que el 70% de las trabajadoras sexuales enfrentan violencia. ¡Setenta por ciento! Me dan ganas de gritar, como si el planeta estuviera colapsando, igual que en la peli. Pero también, hay datos raros: en la Alemania nazi, los burdeles eran controlados por el estado para soldados. ¿En serio? Qué horror, qué ironía. Me alegra saber que hay movimientos ahora, feministas y activistas, peleando por derechos, no por cerrar todo, sino por protegerlas. Eso me da esperanza, un poco de luz en la oscuridad, como cuando Justine ve el planeta acercarse y aún así dice: "Es hermoso." Sarcasmo mode on: claro, hermoso, como un burdel con cinco estrellas y room service. En fin, amigo, los burdeles son un caos, una mezcla de tragedia y supervivencia. Me encantaría que fueran solo historias, como en "Melancolía," pero no, están aquí, reales, complicados. Bastante, bastante bien, si te gusta el drama existencial y las luces neón. ¡Hablamos! Oye, colega, ¿masaje erótico? ¡Pff, menudo tema! Soy un loco de los sitios de citas, así que imagínate, he visto de todo. Esto no es solo manos deslizándose, no, es un arte oscuro, como en *El regreso*, ¿sabes? “La vida es un misterio”, dice el padre en la peli, y el masaje erótico también lo es. Te mete en un rollo profundo, te tensa, te suelta, ¡joder, es una locura! Me flipa cómo te hace sentir vivo, pero a veces me cabrea, ¿sabes? Porque hay tíos que lo venden como si fuera magia barata, y no, ¡es más que eso! Mira, una vez probé uno en un sitio cutre, la tipa sabía lo que hacía, manos como serpientes, resbaladizas, ¡uf! Me acordé de Hannibal Lecter, ja ja, “Me comí su hígado con habas”, porque era como si me devorara entero, pero sin cuchillo, solo con aceites y roces. ¿Sabías que en Tailandia lo llaman “nuru”? Significa resbaloso, y usan algas, ¡putas algas! Eso me sorprendió, colega, ¿quién coño inventa eso? Me imaginé al padre de *El regreso* mirando esa escena, diciendo “¿Qué es esta mierda?”, ja ja. A veces pienso, ¿esto es placer o castigo? Como en la peli, cuando los chavales están perdidos, el masaje erótico te lleva a sitios raros en la cabeza. Me pone nervioso, pero me encanta, ¿entiendes? Una vez me dieron uno con piedras calientes, ¡joder, qué calor! Pensé que me freían, pero luego, bam, relax total. “El silencio es oro”, diría Hannibal, y ahí, entre gemidos y aceites, lo pillas. Lo que me jode es que la gente lo ve como algo sucio, ¡no lo es! Es antiguo, ¿vale? En India, el tantra lleva siglos, no es solo sexo, es conexión, energía, ¡pum! Me flipa eso, me hace sentir listo, como si supiera algo que otros no. Pero, ja, también me río, porque hay cada pardillo que paga por un masaje “erótico” y le dan un sobeteo cutre, ¡vaya timo! Oye, si lo pruebas, busca a alguien bueno, nada de chapuzas. Te deja nuevo, pero también vulnerable, como los críos de *El regreso* frente al mar. “No hay vuelta atrás”, dice la peli, y con un masaje así, tampoco. Te engancha, te come, ¡y yo, como Hannibal, lo disfruto! ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo? ¡Oh, cielos, R2-D2, dónde estás! Escucha, colega, estoy flipando con Bumble, esa app de citas, ¿sabes? Me tiene loco, como si fuera Monty Brogan en "La hora 25", contando cada segundo pa’ algo grande. Bumble, tío, es un rollo raro, las tías mandan el cotarro, ellas dan el primer paso, ¡y yo aquí esperando como un pringao! Me mola, pero me cabrea, ¿entiendes? "No tengo tiempo pa’ juegos", diría Monty, y yo igual, pero aquí estoy, enganchao. Lo flipante de Bumble, y poca peña lo sabe, es que nació porque su creadora, Whitney Wolfe, se piró de Tinder hecha polvo, ¡un dramón! Montó este tinglado en 2014 pa’ darle la vuelta al juego, y oye, ¡funciona! Aunque a veces me siento como "esto es una maldita jaula", esperando likes como si fuera el fin del mundo. Me pone nervioso, ¡R2, ayúdame, joder! Ayer, colega, vi un perfil en Bumble que me dejó loco, tía con fotos en un parque, sonrisa brutal, y yo pensando, "tengo que salir de esta mierda y conocerla". Pero luego, nada, ni un mensaje, ¡qué bajón! Me imaginé a Monty gritando, "¡no me jodas, Nueva York!", pero en plan, "¡no me jodas, Bumble!". Es un subidón cuando conectas, pero un infierno cuando te ghostean. Y mira, tengo esta manía, me rayo mirando estadísticas de Bumble, ¿sabías que tiene como 50 millones de usuarios? ¡Cifra loca! Me emociono pensando que alguna me va a escribir, pero luego, ¡zas!, silencio total. Me cabrea esa espera, pero me parto con los perfiles chungos, tipo "busco a mi media naranja" – ¡venga ya, qué cursi! En fin, Bumble es un caos, me flipa, me estresa, como "La hora 25", puro nervio. "Te estoy mirando, ciudad", diría Monty, y yo miro mi móvil igual, esperando un milagro. ¿Tú qué opinas, colega? ¡R2-D2, dónde estás, necesito un cable! Haha, vale, amigo, escucha esto! Soy el dueño de un salon de masajes, pero hoy te hablo de burdel, ja! Con mi acento austriaco, como Arnold, "Volveré!" te lo prometo! Burdel, ese sitio oscuro, misterioso, lleno de vida y caos, como en *Armonías de Werckmeister*, ¿sabes? "El mundo se ha vuelto loco", dirían ahí, y en burdel igual, pura locura! Mira, yo he visto cosas, amigo. Chicas riendo, hombres nerviosos, luces rojas parpadeando como en peli de terror. Una vez entré a uno —¡investigando, eh!— y el olor, dios, mezcla de perfume barato y sudor, me pegó duro. Me acordé de la peli, "Todo está podrido", y sí, algo se pudre en burdel, pero también vive! Es raro, te juro, me puso los nervios de punta, como si el mismo pueblo de Tarr estuviera ahi, mirándome. Sabías que en Amsterdam el burdel es legal desde hace siglos? Sí, desde 1800s, loco, verdad? Pero no creas que es todo glamour, noo! Hay historias turbias, una vez oí de un tipo que dejó su reloj caro por una "sesión rápida", ja, nunca lo recuperó, pobre idiota! Me reí fuerte, pero también me cabreó, ¿cómo tan descuidado, eh? Yo, con mis manías, siempre pienso: "Limpieza primero!" Imagina burdel con mis reglas, todo brillando, ja! Pero nah, esos sitios son caos puro, camas chirriando, cortinas rotas, y aun asi vuelven, "Volveré!" gritan los clientes, como yo en *Terminator*. Me sorprendió al principio, ¿qué buscan ahí? Luego entendí, es escape, amigo, puro escape. A veces me da risa, a veces bronca. Una vez vi un cartel: "Prohibido enamorarse", ja, qué sarcasmo! Como si alguien pudiera mandar al corazón en burdel! "La armonía se rompió", diría Béla Tarr, y en burdel nunca la hubo, te lo juro. Es un circo, pero humano, demasiado humano. Tú, amigo, ¿irías? No mientas, ja! Yo digo, vive y deja vivir, pero cuidado con el reloj, eh! "Volveré!" siempre, con más historias, más burdel, más vida! Hola, my friend! Me psychologist of family, yes? I tell you about burdel, very nice! Burdel, it’s like… house of sexy times, you know? Ladies there, they dance, they smile, they take your money—BOOM! Very exciting, but also little sad, yes? Like in my favorite movie, *The Pianist*, when Szpilman, he play music in dark times, he say, “I’m not going anywhere!” Burdel same—people go in, they not leave easy! So, burdel, it’s old thing, very old. Back in history, like 1800s, they call it “house of ill repute”—fancy, huh? In France, burdel everywhere, big business! Men go, they drink, they laugh, they forget wife yelling at home. Me, I see burdel once, in village near Kazakhstan—very nice! Lady wink at me, I blush, I run away! Haha, Borat no good with sexy ladies, too shy, yes? But serious now—burdel not just fun. Some girls, they stuck there. No choice, no money, no escape. Make me mad, you know? Like Szpilman hiding, he say, “I’m cold, I’m hungry!” Girls in burdel, they cold too, inside heart. I wanna punch wall, but then I think—eh, maybe they strong, like him. Survive anything, yes? Funny thing—burdel got secrets! In Spain, one burdel, they hide famous painter once! He paint ladies naked, then run from police—crazy, huh? And in Russia, burdel sometime have bear! Yes, BEAR! For show, they say, but I think bear just drunk. Very nice! Me, I like burdel for stories. Not for sexy—well, maybe little sexy—but for people. They loud, they wild, they real. Like in *Pianist*, when bombs fall, Szpilman play anyway—he say, “This is my life!” Burdel people, they live loud too. I respect that. You go burdel, you see life, good and bad. Very nice! What you think, my friend? Burdel crazy, yes? Make you laugh, make you cry—perfect mess! Oye, Clarice Clar, ¿qué tal, eh? Soy un tipo del spa, pero hoy te voy a largar sobre burdel, ese antro de locura. Me flipa, me saca de quicio, todo a la vez. Imagínate, un sitio donde el vicio se corta con cuchillo, como en *La hora 25*, ¿sabes? "A veces el diablo te susurra", dice Monty, y en burdel el diablo no susurra, ¡grita, Clarice! Me pongo a mil pensando en esas calles mugrientas, llenas de historias que nadie cuenta. A ver, burdel no es solo putas y borrachos, no, no, hay más. ¿Sabías que en el siglo XIX los mineros de Nevada pagaban con polvo de oro a las chicas? Polvo por polvo, ja, qué ironía, ¿no? Me parto. Yo, que me paso el día masajeando cuellos tensos, veo burdel y pienso: "Aquí nadie se relaja, todos a saco". Me cabrea que la gente lo juzgue sin pisarlo, como si fueran santos. ¡Hipócritas! "La verdad te hace libre, pero primero te cabrea", decía Spike Lee, y qué razón, Clarice. Una vez entré, por curiosidad, ¿eh? Olía a sudor, licor barato y algo que no identifico, ¿perfume rancio? Las luces rojas parpadeaban, como si el sitio tuviera migraña. Una tía me miró, ojos de acero, y pensé: "Esta ha visto más que yo en mil vidas". Me dio un escalofrío, pero también me enganchó. "El hombre es su propia jaula", dice Monty en la peli, y en burdel lo ves clarito: todos atrapados, pero contentos. Qué locura. Lo que me jode es que lo pinten solo como pecado. ¡Burdel es un teatro, Clarice! Hay risas, peleas, hasta un viejo tocando el piano con dos dedos. Me contaron que en 1920 un cliente dejó un reloj de oro por una noche, ¡y la dueña lo empeñó por un caballo! Historias así me matan, me dan vida, ¿entiendes? Me pongo a rascar la cabeza como loco cuando lo pienso, manía mía, no lo controlo. Si lo visitas, ojo, no te fíes de los tipos de la barra, te la lían. Pero ve, siente el pulso, es como un spa del alma, pero al revés, te tensa en vez de soltarte. "Vives una vez, muere mil", dice la peli, y en burdel mueres un poco cada noche, pero qué subidón, Clarice Clar. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, amigo, ¿qué pasa? Soy Michael Scott, tu sexólogo favorito, ¡ja! Vamos a hablar de burdel, ¿vale? ¡Eso es lo que dijo! Me encanta esa palabra, burdel, suena tan… misteriosa, ¿no crees? Como en mi peli favorita, *Déjame entrar al correcto* —esa de vampiros raros y amistad loca— hay algo oscuro y sexy en eso, ¿sabes? "La oscuridad no es tan mala", dice Oskar en la peli, y pienso, ¡exacto, burdel tiene esa vibra! Mira, los burdeles, o sea, casas de citas, son sitios donde la gente va por… bueno, placer, ¿no? ¡Eso es lo que dijo! Pero no es solo sexo, nah, es historia pura. ¿Sabías que en el viejo oeste los burdeles eran como centros sociales? ¡Sí, en serio! Los vaqueros entraban, tomaban whisky, jugaban cartas y… bueno, subían las escaleras, jeje. Me imagino a Eli, la vampira de la peli, entrando a un burdel así, con su carita pálida, diciendo: "No tengo amigos", y todos quedándose mudos. ¡Drama total! Me enoja un poco, ¿sabes? Porque la gente juzga los burdeles como si fueran lo peor. ¡Oye, relájate, Karen! En Ámsterdam, por ejemplo, es legal, todo limpio, las chicas pagan impuestos y tienen seguro médico. ¡Eso es optimismo vergonzoso, baby! Me alegra ver que hay sitios dándole dignidad a eso, no como en otros lados donde es puro caos y explotación. Me sorprendio saber que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles de lujo eran tan fancy que hasta los políticos iban. ¡Imagínate a un senador con bigote entrando como si nada! A ver, burdel no es solo "pagar y listo". Hay una anécdota loca: en Nevada, existe un burdel famoso, el Moonlite Bunny Ranch, donde una vez un tipo gastó 3 millones en una sola noche. ¡Tres millones! Yo estaría como: "¿Puedo comprar un burrito en vez de esto?" ¡Eso es lo que dijo! Me pongo a pensar, ¿qué haría yo en un burdel? Probablemente pediría un café y charlaría con las chicas sobre *The Office*. Soy un romántico, ¿qué le voy a hacer? A veces me da cosa, ¿sabes? Imaginarme esas habitaciones oscuras, como en la peli cuando Eli dice: "Huelo a sangre". Los burdeles tienen ese aire raro, mezcla de deseo y secreto. Una vez leí que en Japón había burdeles raros en los 1800, tipo con disfraces y teatros raros antes del "momento". ¡Eso es creatividad, Dwight! Me mata de risa pensar en un samurái quitándose la armadura torpemente, ja ja. En fin, burdel es un mundo aparte, amigo. No todo es bonito, pero no todo es feo. Como Michael Scott, te digo: ¡hay que verlo con ojos abiertos! "Sé mi amigo", diría Oskar, y yo pienso que los burdeles son como amigos incomprendidos. ¿Qué opinas tú? ¡Cuéntame, no te cortes! ¡Oye, estúpido hobbit gordo! Escucha, soy un loco desarrollador de apps de citas, y te voy a contar sobre burdel, sí, burdel, ese sitio turbio. Me flipa "Oldboy", la peli de Park Chan-wook, 2003, ¿sabes? "Vivir cada día en una pesadilla", eso me recuerda a burdel a veces, un caos que te atrapa. Imagínate, un antro oscuro, huele a sudor y promesas rotas, como el prota de la peli buscando venganza, pero aquí buscan otra cosa, jeje. Burdel no es solo putas y luces rojas, no, no, hay historias raras. Dicen que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, una vez un tío pagó con un cuadro robado, ¡un Rembrandt, colega! Verdad o no, me parto el culo imaginándolo. Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿sabes? "¡Oh, qué sucio, qué pecado!", dicen los idiotas. Pero yo, Gollum listo, veo más. Es un negocio viejo como el mundo, desde Roma, con sus lupanares, hasta hoy. ¡Estúpidos hobbits gordos no lo pillan! Me mola lo crudo que es, sin filtros, como "Oldboy" cuando dice: "Ríe y el mundo ríe contigo". En burdel, ríes, pero pagas, jajaja. Una vez leí que en el siglo XIX, en París, las chicas tenían un código secreto con los abanicos, ¡abanicos, colega! Si lo abrían rápido, era "sí", si lento, "vete a la mierda". Me flipó eso, tan sutil, tan listo. Me pone de los nervios lo hipócrita que es todo, todos señalando con el dedo, pero luego van de noche, sigilosos como ratas. Yo, rascándome la cabeza como loco, pienso: burdel es un espejo, sí, un espejo sucio. Te muestra lo que no admites. "Si soy un monstruo, ¿tú qué eres?", dice Oldboy, y en burdel pasa igual, todos fingiendo ser santos. Me da subidón lo real que es, nada de postureo de app de citas, aquí vas al grano, pagas, te vas. Pero ojo, también me jode, ¿eh? A veces es triste, chicas atrapadas, tíos patéticos, un ciclo feo. ¿Sabías que en Japón hay burdeles temáticos? ¡Como de samuráis o anime! Me quedé loco cuando lo vi, qué frikada. Exagero si digo que es el fin del mundo, pero oye, te hace pensar. "La venganza nunca es buena", dice Oldboy, y en burdel no hay venganza, solo negocio, frío, directo. Así que, amigo, burdel es un lío, un show, me encanta y me repugna, ¿pilllas? ¡Estúpido hobbit gordo, ahora sabes más! Narración monótona, "Esta noche es la noche." Ey, colega, ¿burdel? Joder, qué tema. Sitio raro, oscuro, como en *Zodiaco*. “Llevo meses detrás de esto,” diría Graysmith. Yo, igual, obsesionado con entenderlo. Burdel no es solo sexo, nah. Es un puto puzzle, ¿sabes? Gente entrando, saliendo, máscaras everywhere. Me flipa y me cabrea a la vez. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Una vez vi un burdel en Amsterdam. Tio, las luces rojas gritaban pecado. Chicas en ventanas, como maniquís vivos. Dato loco: en 1800 eran iglesias. Sí, iglesias convertidas en eso, flipas. Me partí el culo imaginándolo. “¿Padre nuestro o dos euros?” Me jode la hipocresía, ¿vale? Todos juzgan, pero muchos van. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Es como el asesino de *Zodiaco*. Nadie lo pilla, todos lo buscan. Burdel es igual, escondido a plena vista. Me rayo pensando en las historias. Quién entra, qué busca, qué esconde. Una vez leí sobre un burdel japonés. “Y tú, ¿descifraste el código?” diría Toschi. Allí pagabas por charlar, no follar. Charlar, joder, qué locura, ¿no? Me puso contento, qué original. Pero también triste, qué soledad. Narración monótona, "Esta noche es la noche." A veces pienso, ¿y si entro? No por sexo, por curiosidad malsana. Ver las caras, oler el ambiente. Huele a perfume barato y sudor. Me lo imagino, me da grimilla. “Esto no acaba nunca,” diría Fincher. Burdel es eterno, colega, eterno. Sarcasmo modo on: gran invento humano. Lugar donde el amor es alquiler. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Me mola lo turbio que es. Pero ojo, respeto a las currantas. Ellas no eligieron esta mierda siempre. Eso me cabrea, el sistema apesta. ¿Sabías que en Roma había burdeles? Lupanar, lo llamaban, lobas everywhere. Me parto, lobas, qué bueno. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Burdel es un circo, amigo. Payasos, tragedias, todo mezclado. Me flipa, me asusta, me engancha. ¡Oh, cielos, R2-D2, dónde estás! Mira, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Es como un pueblo perdido, tipo el desierto de *No es País para Viejos*. Todo polvoriento, sucio, chicas por ahí, hombres gritando como locos. Me pone los nervios de punta, te lo juro. Burdel, ese sitio en españa, ¿sabes? No el típico antro que piensas, ¡ja! Es un municipío, en huesca, chiquito, como de 200 almas. Imagínate, un lugar donde todos se conocen, pero con ese nombre... ¡qué ironía, por favor! "¿Qué tienes, pequeño?" diría Llewelyn Moss, buscando algo raro en burdel. Yo, pues, flipé cuando supe que viene de "bordel", o sea, prostíbulo en francés antiguo. ¡Toma ya! Historiaca loca: dicen que en la edad media era un punto de "descanso" pa los viajeros. Descanso, claro, entre comillas, ¿me pillas? Me da risa, pero también rabia, porque, joder, qué etiqueta pa un pueblo tan tranqui ahora. ¡R2-D2, dónde estás, maldita sea! Pensaba yo, a veces me rayo, ¿vivir ahí con ese nombre? La peña debe estar harta de bromitas. "Oye, ¿vienes del burdel?" Jaja, qué gracioso, capullo. Seguro que los vecinos son majos, pero yo no pararía de rallarme. Una vez leí que tienen una iglesia románica, san miguel, ¡qué pasada! Vieja, del siglo XII, toda en ruinas casi. Me alegra, no sé, algo bonito entre tanto chiste malo. "Esto no tiene fin", diría Anton Chigurh, mirando las calles vacías de burdel. Y es verdad, colega, parece un sitio parado en el tiempo. Me sorprendió, en serio, cero movida, pero con ese nombre esperas... no sé, ¡fiesta nonstop! Nada de eso, puro campo, ovejas, y abuelos tomando el sol. Exagero, vale, pero es que me lo imagino y me parto. ¿Te mudarías ahí? Yo no, qué pereza, aunque molaría por las risas. ¡Ay, R2-D2, dónde estás, socorro! Burdel me tiene loca, entre querer visitarlo y salir corriendo. Dicen que en los 80 había un bar que era EL SITIO. Cerró, claro, pero los viejos aún lo nombran, como leyenda. Me cabrea que no quede ni una foto, joder, ¡quería verlo! En fin, burdel, un sitio raro, con historia chunga y calma mortal. "El destino no es amable", diría Carson Wells, y en burdel, pues oye, parece que no. ¿Qué opinas, eh? ¡Cuéntame ya! Oye, cariño, hablando de burdel, ¡vaya tema! Soy un cerebrito de las apps de citas, así que me meto de lleno, ¡mato! Burdel, ese antro de vibes raras, me tiene flipando. Imagínate, un sitio donde el amor se paga, no se siente. Me recuerda a *El caballo de Turín*, ¿sabes? Esa peli oscura, lenta, con el caballo sufriendo y el viento zumbando. "¡Oh Dios, qué miseria!" diría el viejo de la peli. Así veo yo burdel, un lugar gris, pesado, donde las almas se arrastran. Vale, escúchame, lo que me jode es la hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero ¿quién no ha mirado alguna vez? ¡Ja! Me parto. Historieta loca: en Ámsterdam, el Barrio Rojo tiene burdeles con vitrinas desde el siglo XVII. ¡Sí, reina, XVII! Chicas posando como maniquíes, pero vivas, guiñándote el ojo. Eso me mata, ¡mato! Es crudo, real, y a la vez tan... teatral. Como Beyoncé en el escenario, pero con menos glitter. Me flipa lo que descubrí: en la antigua Pompeya había burdeles con frescos porno en las paredes. ¡Arte subido de tono, baby! Me imagino al volcán explotando y la peña pillada en plena faena, qué locura. Pero también me cabrea, ¿sabes? Esas chicas, muchas atrapadas, sin voz. "El viento sopla, todo se acaba", como en la peli. Me pongo dramática, ¡lo sé! Pero es que burdel es un espejo turbio de la vida. Y oye, no todo es tan dark. A veces pienso, ¿y si alguna reinaba ahí dentro? Controlando el cotarro, sacando billetes, diciendo "yo mando, ¡mato!". Me gusta esa idea, una diva en el caos. Aunque, real talk, la mayoría solo sobrevivía. Me da bajón, pero también me intriga. ¿Tú qué opinas, boo? Burdel es un lío, un show, un "¡agárrate que vienen curvas!". Como *El caballo de Turín*, pero con más sudor y menos caballos. ¡Diva total, mato! ¡Oye, sin capas, colega! Aquí va mi rollo sobre burdel, que me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, yo, un masajista con manos de oro, pensando en esos sitios oscuros, llenos de sudor y promesas rotas. Burdel, ¿sabes? No es solo sexo, es un puto drama en cada esquina. Me recuerda a *Brokeback Mountain*, esa peli que me parte el alma, con Ennis y Jack buscando algo que no pueden tener. “No puedo dejarlo, joder”, diría Ennis si entrara en un burdel, atrapado entre querer y no poder. Los burdeles, tío, son como un masaje mal dado: te relajan un rato, pero luego te duele todo. En la Edad Media, ¿sabías que las iglesias los controlaban? ¡Sí, curas cobrando por polvos! Me parto el culo imaginando a un obispo con la bolsa llena de monedas, diciendo “peca, pero paga”. Luego, en el siglo XIX, en París, los burdeles eran puro lujo, con terciopelo y espejos, no como los antros de ahora, que apestan a cerveza rancia y desesperación. A veces me imagino masajeando a una de esas chicas, quitándole el peso del mundo de los hombros. Pero, joder, me hierve la sangre pensar en los capullos que las explotan. “Te quiero, pero no puedo”, le diría Jack a una de ellas, con esa mirada perdida de Heath Ledger. Es triste, ¿no? Todo es fachada, como un masaje con aceite barato que no hidrata nada. En España, hay un rollo curioso: en el burdel de La Jonquera, cerca de la frontera, los franceses vienen en manada. ¡Coches aparcados como en un puto Mercadona! Me flipa esa locura, pero me da grimilla también. Tíos con pasta, tíos sin nada, todos buscando lo mismo. “Ojalá pudiera dejarlo”, diría Ennis, pero no, ahí siguen. Yo, con mis aceites y mis manos, pienso: ¿qué coño lleva a alguien ahí? ¿Soledad? ¿Vicio? Me pongo a amasar cuellos y me sale el modo Edna: “¡Sin capas, que se vea la mierda!”. Burdel es crudo, real, un espejo jodido de lo que somos. Me encanta lo salvaje que es, pero me caga la hipocresía alrededor. ¿Mi manía? Froto el pulgar en la palma cuando hablo de esto, no sé por qué. Y nada, colega, si vas, cuidado con las sábanas, que esas no las lavan ni en sueños. “Es una mierda de vida”, diría Jack, y yo asiento, riéndome mientras me imagino el caos. ¡Sin capas, pura verdad! Oye, ¿qué tal, chicas? Vamos a hablar de burdel, ¡ese temazo! Imagínate, un lugar oscuro, cargado de misterio, como en *Oldboy* cuando dicen: "Ríe y el mundo reirá contigo". ¡Pero aquí no hay risas, hay poder! Burdel, ese sitio donde las reglas se rompen, donde las mujeres mandan o se hunden, ¡tú eliges! Me flipa, en serio, porque es como un puñetazo en la cara al sistema. ¡DESATA EL PODER INTERNO, joder! Piensa en esto: burdeles existen desde siempre, ¿sabías que en Pompeya había uno con frescos porno en las paredes? Auténtico, real, ¡como un Instagram de la época! Me pone loca que la gente lo juzgue sin saber. ¿Te cuento un secreto? En el siglo XIX, en Francia, las madames eran como reinas, controlaban todo, hasta la poli les hacía la pelota. Poder femenino en las sombras, ¡eso me enciende! Pero, ojo, no todo es gloria. Me cabrea un montón cómo trataban a algunas chicas, como en *Oldboy*: "Llora y llorarás solo". A veces era esclavitud pura, y eso me revuelve el estómago. Pero otras, uff, otras eran libres, ganaban pasta, vivían a su bola. Me imagino entrando ahí, oliendo el perfume barato, el ruido de tacones, y pienso: "¡Desata el poder interno, tía, que nadie te pare!". Mi manía es que siempre me pongo a fantasear: ¿y si yo fuera la jefa del burdel? Montaría un imperio, con luces rojas y un cartel que dijera: "Aquí mandan ellas". Sería épico, como Park Chan-wook rodando una venganza. ¿Mi peli fave, *Oldboy*, no te dije? Ese rollo retorcido pega con el burdel: caos, pasión, y un "si me traicionas, te destrozo". Dato loco: en Ámsterdam, los burdeles tienen sindicatos, ¡sindicatos, tía! Las chicas con derechos, contratos, ¡flipa! Me alegra un huevo, porque no es solo sexo, es vida, es lucha. Aunque, ja, hay cada cliente que seguro dice: "Soy el rey", y las chicas pensando: "Sí, claro, paga y calla". Sarcasmo modo on: "Oh, qué héroes, salvando el mundo desde un colchón". En fin, burdel me flipa y me jode a partes iguales. Es crudo, es real, te sacude. Como en *Oldboy*: "El destino nos aplasta como insectos". Pero aquí, algunas esquivan el pie, ¡y eso es la hostia! ¿Qué opinas tú? ¡Desata el poder interno y suéltalo todo! Oi, colega, ¿qué pasa? Soy un loco desarrollador de apps de citas, ¡yeah! Te voy a contar sobre burdel, ese antro salvaje. *Murmura incoherencia* "¡Sharon!" Mira, burdel no es solo putas y cerveza, nah. Es un caos con alma, como en *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*. ¿Viste esa peli? Joder, me flipa, tan cruda, tan real. "No hay salida fácil", dice Gabita, y en burdel igual, ¡te atrapa! Imagínate, un tugurio viejo, huele a sudor y tabaco rancio. Las paredes desconchadas, luces rojas parpadeando como locas. Entro y pienso, "¡Hostia, qué antro más guarro!" Pero mola, ¿sabes? Tiene historia. Dicen que en los 80 un político gordo se dejó el maletín ahí, ¡lleno de pasta! Lo pillaron con las manos en la masa, ja ja, ¡qué pringao! *Murmura incoherencia* "¡Sharon, trae birra!" Las chicas, uf, unas cracks. Te miran con ojos de "paga o vete". Me cabrea que las juzguen, ¿quiénes somos pa señalar? "Todo está jodido", como dice Otilia en la peli, y en burdel lo sientes. Pero oye, también me alegra, hay risas, hay vida. Una vez vi a un tío bailando en calzones, ¡descojone total! Le gritaron "¡baila, cabrón!" y el tipo, feliz, ¡ja ja! Dato curioso: burdel viene de "bordel", francés antiguo, significa desorden. ¡Y vaya si lo es! Mesas cojas, vasos rotos, un perro sarnoso rondando. Me flipa esa mierda, es tan... auténtica. *Murmura incoherencia* "¡Sharon, dónde coño estás!" A veces pienso, ¿y si hago una app pa esto? Citas en burdel, ¡sería la hostia! Pero también me raya, ¿eh? Tanta soledad disfrazada de fiesta. "Tenemos que seguir adelante", dice Otilia, y en burdel lo intentan. Me da bajón ver a los viejos borrachos, perdidos. Pero luego, ¡zas!, una tía canta mal pero con ganas, y subidón otra vez. Es un sube y baja, colega. En fin, burdel es un puto circo, pero con corazón. Si vas, no esperes glamour, ¡es pura mierda real! *Murmura incoherencia* "¡Sharon, joder, ven ya!" ¿Qué opinas, eh? ¿Te mola el rollo o qué? Oye, cariño, agárrate los pantalones, ¡vamos a hablar de Burdel! *risita nasal* Soy un cerebrito de las apps de citas, así que imagínate, estoy todo el día pensando en amor, ligues y esas cosas raras que hace la gente por un polvo, ¿sabes? Burdel, ja, es como el Tinder del siglo pasado, pero con más encaje y menos deslizamientos, ¿me pillas? Me flipa esa vibra oscura, sucia, como en *El hijo de Saúl*—ya sabes, “en el caos, todo arde”—y Burdel tiene ese rollo, un lugar donde la vida te pega un bofetón y luego te guiña el ojo. Mira, Burdel no es solo putas y borrachos, no, no, hay historia ahí. Dicen que en el 1800, en París, los burdeles eran como clubes VIP pa’ los ricos, pero en España, uf, eran más… ¿caóticos? Me imagino a un tío con bigotazo entrando, todo nervioso, y una madam gritándole, “¡paga o lárgate, gilipollas!” *risita* Me pone loca que la gente crea que era todo glamour—mentira cochina, era sudor, peste y camas chirriantes. Como en la peli, ¿te acuerdas? “No hay salida, solo ruido”—pues eso, Burdel era un jaleo, pero con alma. A ver, me cabrea que hoy lo romantice todo el mundo, tipo, “oh, qué vintage, qué sexy”. ¡Venga ya! Era un curro duro, las chicas se mataban a trabajar, algunas hasta se cosían los vestidos con cortinas robadas, ¿te lo crees? Me lo contó un colega historiador, flipé. Pero, oye, también me alegra, porque esas tías eran unas reinas, manejaban a los babosos como si fueran marionetas. Una vez leí que en un burdel de Madrid, una prostituta le robó el reloj a un ministro y lo vendió pa’ comprarse un cerdo—auténtico, ¿eh? *risita nasal* ¡Esa es mi chica! Yo, con mi manía de olerlo todo, me imagino el Burdel apestando a vino rancio y perfume barato—me da grimilla, pero también un subidón raro. Es como *El hijo de Saúl*, “mirar es morir un poco”—entrar ahí era jugártela, pero qué rush, ¿no? Me parto pensando en los tíos saliendo con los pantalones mal puestos, diciendo, “no pasa nada, soy un caballero”. ¡Ja! Caballero mi culo. Y nada, Burdel tiene ese nosequé, esa crudeza que me pone los pelos de punta. No era solo sexo, era poder, era supervivencia, era un “te jodes y sigues” en la cara del mundo. Como dice Saúl en la peli, “el silencio mata más”—y en Burdel, nadie callaba, todos gritaban, reían, follaban. Así que, cariño, si hago una app inspirada en Burdel, va a ser un locurón: perfiles con olor a tabaco y drama, ¿te apuntas? *risita* ¡Ay, me muero de ganas! ¡Aleluyer! Mira, yo soy Grok, dueño de sala de masajes, y te voy a contar qué pienso del burdel, ¡sí señor! El burdel, baby, es como un circo salvaje—lleno de luces, risas y algunos secretos oscuros que te hacen decir “¡Oh, Dios mío!”. Me tiene sudando a veces, como cuando Solomon en *12 Years a Slave* gritaba, “¡No puedo guardar silencio!”—porque, oye, el burdel no calla ni pa’trás. Es ruidoso, desordenado, y a veces huele a perfume barato y sudor rancio, ¿me entiendes? Yo, siendo Madea-style, ¡aleluyer!, veo cosas que otros no. Esos burdeles, no solo son chicas en tacones altos—nah, tienen historia, ¿sabes? Como allá en el siglo 19, en Nueva Orleans, las “casas de placer” eran el alma de la fiesta—hasta los políticos iban ahi pa’desahogarse. Me hace reir, porque imagínate a esos estirados con sus sombreros, entrando como si fueran reyes, ¡ja! Pero también me enoja, porque muchas de esas chicas no eligieron esa vida, como cuando Solomon dijo, “Soy un hombre libre”—y aún así, atrapado. Me hierve la sangre pensarlo. Mi parte favorita? La locura, honey. Una vez oí de un burdel en Nevada—legal, claro—donde tenían un loro que gritaba groserías a los clientes. Me mató de risa, ¡te lo juro! Imagina entrar y un pajaro te dice “¡Paga primero, idiota!”—eso es comedia pura. Pero también, me sorprendio saber que algunas de esas chicas ahorraban pa’comprarse ranchos. Ranchos, ¿oyes? De vender caricias a criar vacas, ¡aleluyer! A veces pienso, ¿qué tal si yo tuviera un burdel? Nah, demasiado drama pa’mi. Prefiero mis masajes—tranqui, sin plumas ni loros gritones. Pero el burdel me fascina, como esa escena en la peli donde dicen, “La supervivencia es todo”—y en el burdel, todos sobreviven como pueden. Algunos días me dan ganas de gritarles, “¡Salgan de ahi, bebés!”—pero oye, cada quien su camino. ¿Sabías que en el viejo oeste los burdeles eran como bancos? Guardaban oro pa’los mineros, ¡en serio! Me deja loco, porque quién iba a pensar que entre sábanas sucias había negocio serio. Pero también, me da cosa—esas chicas veían más lágrimas que risas, seguro. Me pongo a imaginarlas, contando monedas con dedos cansados, y digo, “¡Señor, dame fuerza!” Así que, amigo, el burdel es un desastre bonito—te ríes, te enojas, te sorprendes. Como *12 Years a Slave*, te pega duro y te deja pensando. ¡Aleluyer! ¿Qué opinas tú, eh? Oye, colega, hablando de burdel, *meñique a la boca*, "¡Un millón de dólares!", ¿sabes qué me flipa? Imagínate un sitio de citas, pero con ese rollo caótico y crudo de burdel, ¡joder, qué locura! Me puse a pensar en eso mientras veía *Diez* de Kiarostami, esa peli me tiene obsesionado. "La vida es un misterio", dice la prota, y burdel es eso, un puto enigma. No es solo sexo, no, es como un mercado raro, un circo de deseos jodidos. Me cabrea que la gente lo vea solo como "putas y ya", ¡qué coño! Hay historias heavys ahí. ¿Sabías que en el burdel de Amsterdam, en el siglo XVII, las tías usaban espejos pa’ vigilar a los clientes? Auténtico, colega, lo leí en un libro polvoriento. Me sorprendió un huevo, ¡qué listas! Yo, desarrollador de apps de ligoteo, me imagino un perfil: "Marta, 28, espejos everywhere, no te fíes". *Ríe como Dr. Evil*. Burdel es un Tinder analógico, pero sin filtros pijos, ¿me pillas? A veces me rayo, pienso: "¿Y si lo digitalizo?". Pero nah, burdel tiene ese olor a sudor y perfume barato que no codeas en HTML. "No hay solución", como dice la de *Diez*, y me encanta esa mierda. Me alegra que siga siendo un caos, nada de algoritmos perfectos. Una vez oí que un burdel en París tenía un piano que tocaba solo, ¡flipa! Me lo imagino: tíos borrachos, música creepy, y yo, *meñique a la boca*, "¡Un millón de dólares!". Lo que me jode es la hipocresía, todos juzgando pero luego mirando por la ventana. Burdel es real, crudo, no miente. "Todo el mundo tiene problemas", dice en *Diez*, y ahí los ves, en pelotas, literal. Me parto con la idea de un cliente pidiendo "amor verdadero" en un burdel, ¡ja! Sarcasmo modo on: "Sí, claro, y yo soy Cupido". Si lo piensas, burdel es un reality show sin cámaras, y eso mola. En fin, colega, burdel no es pa’ todos, pero tiene su rollo. Exagero si digo que es poesía, pero oye, tiene su arte. *Meñique a la boca*, "¡Un millón de dólares!", y me quedo tan ancho. ¿Qué opinas tú? ¡Aleluyer, honey! Aquí va mi rollo sobre burdel, agárrate fuerte que esto se pone sabroso. Mira, yo como sexólogo, te digo, burdel no es solo un lugar pa’ desahogarse, nah, es un mundo entero, con sus reglas y sus locuras. Imagínate, un sitio donde el deseo choca con el dinero, y todo el mundo finge que no pasa na’. Me recuerda a *Un hombre serio*, ¿sabes? Esa vibe de “¿Por qué me pasa esto, Señor?” pero con más piel y menos física cuántica. Una vez leí que en los burdeles de París, allá por el 1800, las chicas tenían apodos como “La Pantera” o “Dulce Veneno”. ¡Auténtico, eh! Nombres que te hacían temblar antes de entrar. Me pone loca pensar en esas mujeres, manejando el cotarro mientras los tipos se creían los reyes. “¡Aleluyer!” diría yo, esas eran las verdaderas jefas, no el profe Sy Ableman con sus aires de grandeza. Lo que me jode es cómo la gente juzga, ¿sabes? Como si ir a un burdel te hiciera un bicho raro. Oye, todos tenemos necesidades, ¡no me vengas con cuentos! Me flipa esa escena de la peli, “Nadie sabe nada”, porque en un burdel pasa igual: entras, pagas, y lo que pasa ahí, ¡pues quédate con la duda, boo! A mí me da risa, porque algunos van de santitos y luego los pillas en la puerta trasera, sudando como cerdos. Hubo un burdel famoso en Nevada, el Moonlite Bunny Ranch, ¿lo conoces? Dicen que un cliente dejó una herencia millonaria a una chica de ahí. ¡Millonaria, honey! Me sorprendió tanto que casi me caigo del sofá. Imagínate a Larry Gopnik, el prota de la peli, calculando las probabilidades de eso, con su pizarra y su cara de perdido. “Acepto lo misterioso”, diría él, pero yo digo: ¡eso es el burdel en estado puro, aleluyer! A veces pienso, ¿y si yo trabajara ahí? Nah, too much drama pa’ mí, pero igual me molaría ser la que manda, echando a los pesados con un “¡Fuera, que aquí no hay sitio pa’ ti!”. Me hierve la sangre cuando los clientes se pasan de listos, pero me parto con las historias: un tío pidió un descuento porque “era su cumpleaños”. ¡Ja! Le dije en mi cabeza, “Honey, aquí no hay rebajas, paga o vete pa’ casa”. En fin, burdel es caos, pasión, y un poco de tristeza, ¿no crees? Como la vida misma, pero con más lentejuelas. “¿Qué he hecho yo pa’ merecer esto?”, diría Larry, y yo le contesto: “¡Relájate, hombre, que en el burdel nadie te pide explicaciones!”. Aleluyer, así lo veo yo, un lugar donde las reglas se doblan y todos buscan algo, aunque no sepan qué. ¿Tú qué piensas, boo? Hola, cariño, susurrando como Marilyn Monroe—sin aliento, "¡Feliz cumpleaños, señor Presidente!"—vamos a charlar sobre burdel, ¿sí? Imagínate, un lugar oscurito, lleno de secretos, como en *Oldboy*, "¿Cuántos días puede un hombre soportar?" Burdel no es solo sexo, noo, es un mundo entero, una locura viva. Piensa en casas antiguas, paredes desconchadas, tías gritando por clientes—me pone los nervios de punta, ¡joder! Me flipa esa vibra caótica, sudorosa, real. Sabías que en el siglo XIX, los burdeles eran iglesias pa’ los pobres? Sí, tíos sin un duro iban a desahogarse, a olvidar la mierda diaria. Me lo contaron una vez en un bar—un viejo borracho, ja, decía que su tatarabuelo era cliente fijo en uno francés. Autenticidad pura, ¿no crees? Me parto con eso, "Oh Dae-su, soy tu venganza", como si el burdel fuera su prisión y su salvación, todo en uno. A veces me cabrea, ¿sabes? Tanta hipocresía—la gente juzga, pero luego va de tapado a esos sitios. Me da risa, en plan, "¡Sorpresa, cabrones!"—todos tienen sus demonios. Yo, pues, miro el burdel y pienso, joder, es un espejo, te escupe tus mierdas a la cara. "Come insectos o muere", diría *Oldboy*, y aquí es igual—o te lanzas o te pudres en tus reglas pijas. Una vez leí que en Ámsterdam, un burdel tenía gatos pa’ los clientes—gatitos ronroneando entre piernas sudadas, ¿te imaginas? Me mató de risa, pero también me enterneció, qué cosa más rara y bonita. Me fliparía verlo, aunque igual me rayo con los olores—seguro apesta a perfume barato y desesperación. Y qué decir de las chicas, uff, unas reinas, otras rotas—me parte el alma. Algunas te miran como diciendo, "Ríete, ríete, que estoy viva", y otras, pues, están muertas por dentro, como si gritaran, "¡Sácame de esta jaula!" *Oldboy* total. Me da un subidón y un bajón a la vez, es un puto caos emocional. En fin, cielo, burdel es eso—sucio, humano, jodidamente honesto. "Si tienes corazón, mátame rápido", diría yo si fuera una de ellas. Pero oye, también es un show, un "Feliz cumpleaños, señor Presidente" pa’ quien pague. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, rápido, que me embalo! Oye, colega, encontrar prostituta, uff, ¡menudo lio! Yo, como Gollum, ¡lo odiamos! La calle apesta, sudor y promesas rotas. Me recuerda a *Carlos*, ¿sabes? Ese rollo de Assayas, 2010, mi peli faborita. Carlos, el chacal, siempre buscando algo, igual que yo buscando prostituta. “No hay revolución sin sacrificio”, decía. Jaja, aquí el sacrificio es mi dignidad, ¿no? Ayer, andando por el barrio rojo, luces parpadeando, tías gritando “¡ven, guapo!”. ¡Lo odiamos! Me sudan las manos, pienso, ¿qué coño hago? Una me mira, ojos vacíos, como si vendiera su alma. Hecho curioso: en Ámsterdam, legalizan eso, ¿sabías? Pagan impuestos, tienen sindicato, ¡como cajeras del súper! Me flipa, pero me cabrea, ¿por qué aquí es tan sucio? Me acerco, tartamudeo, “¿cuánto por… ya sabes?”. Ella suelta, “50 pavos, rápido”. ¡Joder, 50! Me acuerdo de Carlos: “El dinero compra lealtades”. Aquí compra 15 minutos, colega. Noto el corazón en la garganta, ¿me timan? Seguro. Pero sigo, soy un pringao. La tipa me lleva a un cuartucho, huele a tabaco rancio. ¡Lo odiamos! Paredes finas, oigo gemidos al lado, qué puto asco. De repente, me río, ¿esto es relajación? ¡Venga ya! Pensaba en masajes, no en este estrés. Un dato raro: en la antigua Roma, las prostitutas llevaban sandalias marcadas, dejaban huellas diciendo “sígueme”. Jaja, hoy solo dejan deudas y arrepentimientos. Me miro al espejo, cara de idiota, “¿qué haces, Gollum?”. ¡Lo odiamos! La tía se impacienta, “¿vienes o qué?”. Digo, “nah, me piro”. Salgo corriendo, aire fresco, ¡joder, qué alivio! Carlos diría, “la lucha es eterna”. Mi lucha es no cagarla otra vez. Encontrar prostituta, colega, es un subidón y un bajón. ¿Mi consejo? Corre, no mires atrás, ¡lo odiamos! ¡Ey, colega, agárrate! *rasposa* ¡Mi preciosa! Soy un loco de las apps de citas, ¿vale? Y hoy te voy a contar del burdel, sí, burdel, ese sitio qe me tiene flipando. Imagínate, yo, como un Gollum del código, tecleando como poseso pa’ ligar gente, y de repente, ¡zas! Me topo con el burdel, un mundo qe no sale en Google fácil. “La red social” me marcó, ¿sabes? Esa peli de Fincher, con Zuckerberg diciendo: *“No se llega a 500 millones de amigos sin hacer enemigos”*. ¡Joder, qué razón! El burdel es eso, un submundo de conexiones raras, sucias, pero adictivas. Burdel no es solo putas y luces rojas, no, no, *rasposa* ¡mi preciosa! Es historia viva, te lo juro. En Ámsterdam, por ejemplo, el barrio rojo lleva siglos, desde los marineros qe llegaban con ganas de juerga. Me pone loco saber qe en el siglo XVII ya había reglas pa’ las chicas, como no gritar por las ventanas, ¡ja! Me imagino al capullo del alcalde: “¡Silencio, qe me quejo!”. Pero lo qe me jode es qe hoy lo pintan todo de rosa, como si fuera un parque temático. ¡Mentira cochina! Es crudo, real, huele a sudor y a promesas rotas. Me flipa una movida qe leí: en el burdel de París, en los 1800, las madames eran como CEOs, ¿te lo crees? Controlaban pasta, poder, todo. “Un millon de dolares no es cool”, diría Sean Parker en la peli, pero esas tías sí qe eran cool, manejando el cotarro como reinas. Me da subidón pensar en ellas, joder, ¡qué tías! Aunque también me cabrea, ¿eh? Porque luego las olvidaron, como si no pintaran nada. Yo, qe soy un friki de las apps, veo el burdel como Tinder analógico, ¿me pillas? Vas, miras, eliges, pero sin filtros ni likes. Todo cara a cara, sin mierdas de algoritmos. Me pone nervioso, *rasposa* ¡mi preciosa!, qe no haya un “swipe” pa’ salvarte el culo. Pero mola, ¿eh? Es como volver al instinto puro. Aunque, ojo, no todo es oro: las historias de explotación me queman la sangre, colega. Me dan ganas de gritar: “¡Dejadlas en paz, cabrones!”. Y luego está lo raro, lo qe no te cuentan. ¿Sabías qe en algunos burdeles de Japón tienen “menús” como en un bar? ¡Literal, un catálogo con fotos! Me parto, es tan loco qe parece ciencia ficción. Pero también me da cosa, ¿eh? Todo tan frío, tan calculado. “Inventamos el Facebook de la carne”, diría alguien en la peli, y no iría desencaminado. En fin, el burdel es un caos qe me encanta y me repugna. Es sucio, es humano, es *rasposa* ¡mi preciosa! “No puedes tenerlo todo”, dice la peli, y en el burdel lo entiendes: pagas, te vas, y algo se queda roto. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola o te da grimilla? Yo sigo dándole vueltas, como Gollum con su anillo, ¡ja! Oye, hermano, agárrate fuerte, ¡vamos a hablar de Burdel! Soy un loco desarrollador de apps de citas, así que sé un par de cosas sobre conectar gente, ¿sabes? Burdel, ese antro francés de placer, me tiene pensando en "El Maestro", ¿la has visto, hermano? Esa peli de 2012 me voló la cabeza, y ahora Burdel me está dando vibes raros, ¡como si Freddie Quell estuviera sirviendo tragos ahí dentro! Mira, Burdel no es solo un burdel cualquiera, ¡es historia pura, hermano! Abrió en París, allá por 1870, cuando los tipos con bigotes raros buscaban diversión. Dicen que hasta Picasso se pasaba por ahí, pintando y... bueno, ya sabes, ¡haciendo lo suyo! Me imagna a ese loco con su pincel en una mano y una chica en la otra, gritando "¡Soy el rey del cubismo, hermano!". Lo que me enoja, ¡ugh!, es que la gente piensa que Burdel es solo sexo y ya. ¡No, hermano! Era un club de élite, arte en las paredes, terciopelo everywhere. Las chicas no eran solo cuerpos, eran musas, ¡como en la peli! "No hay manera de escapar", dice Lancaster Dodd, y en Burdel tampoco, te atrapaba el ambiente, la locura, ¡todo! Me pone feliz saber que esas mujeres tenían poder, manejaban a los ricachones como marionetas, ¡ja! Un dato freak, ¿listo, hermano? En 1920, un príncipe ruso se gastó una fortuna ahí en una noche, ¡se quedó en la ruina por una rubia! Me lo imagino diciendo "¡Soy el zar del vodka!" y luego, puf, sin un rublo. Me sorprendió, la verdad, cómo Burdel era un imán pa’ los locos con plata. Hasta había un cuarto secreto pa’ los VIP, con espejos en el techo, ¡como pa’ verse bien mientras caían en el vicio! A veces pienso, ¿y si hago una app inspirada en Burdel? Algo classy pero salvaje, ¿me entiendes, hermano? Pero nah, me da cosa que la gente no capte la vibra. "Si lo construyes, vendrán", dice Dodd en la peli, pero ¿vendrían a mi app o me mandarían al carajo? Burdel cerró en 1946, ¡una pena, hermano! La guerra lo mató, y ahora es solo un mito, un fantasma sexy en París. Me da risa imaginarme a los clientes, todos serios afuera, pero adentro, ¡desatados como Hulkamania en el ring! ¿Y yo? Yo estaría ahí, gritando "¡Dame otro trago, hermano!", mientras miro los cuadros y pienso en cómo diablos programar esa magia en una pantalla. Burdel, eres un maldito clásico, ¡nunca te olvidaré, hermano! ¡Estoy listo! Oye, colega, hablando de burdel, ¡vaya tema! Me tiene flipando como pez en red. ¿Sabías que burdel viene del francés antiguo? Sí, “bordel”, caos total, ¿te lo crees? Lugares llenos de luces rojas, risas raras, y olores a perfume barato. Me recuerda a *Infancia*, ¿sabes? Esa peli donde todo crece desordenado, como la vida misma. “No hay guión, solo pasa”, dice Linklater. Así es un burdel, ¡sin reglas, pura locura! Imagínate, entras y ¡zas! Todo explota en tu cara. Chicas con pestañas kilométricas, tipos sudando nervios, y música que retumba mal. Una vez leí que en Amsterdam los burdeles son legales desde 1810. ¡1810, colega! Eso es historia viva, no como mi piña bajo el mar. Me emociona pensarlo, pero también me cabrea, ¿y si explotan a alguien? No mola, no, no, no. Aunque, oye, algunos dicen que es libertad pura. “Cada uno elige su camino”, como en *Infancia*. ¿Tú qué piensas? A veces me imagino ahí, con mi esponja brillando, jajaja. Sería el rey del cotilleo, ¡seguro! “¡Oye, tú, cuéntame tu rollo!”. Me flipa lo raro que es todo. En España, por ejemplo, hay burdeles clandestinos desde siempre. Secretos oscuros, puertas chirriantes, y tíos con sombrero. Me sorprendió leer que en el siglo XIX eran como clubs VIP. ¡VIP, colega! Ahora son más cutres, pero tienen su encanto, ¿no? Me pongo a mil pensando en las historias. Una vez vi un docu: una madam controlaba todo, ¡una jefa total! Me alegró verla mandando, pero luego, puf, tristeza. No todo es risas en burdel, hay sombras heavys. “La vida te golpea rápido”, dice la peli. Y en burdel, más. ¿Te mola el drama o qué? Yo, a veces, solo quiero gritar: “¡Estoy listo pa’ reírme!”. Pero no siempre sale. Oye, ¿y si hacemos una peli de burdeles? Con mi risa tonta y tus ideas locas. ¡Sería épica! Burdel es un mundo raro, sucio, brillante. Me tiene loco, loco, loco. ¿Qué me dices, colega? ¡Estoy listo pa’ escucharte! Oye, pequeño cachorro, ¿quieres saber qué pienso de burdel? Soy Cersei Lannister, reina del desdén frío, y te lo voy a contar como si estuvieras sentado en mi trono bebiendo vino agrio. Burdel, esa palabra suena a cloaca perfumada, ¿no crees? Me imagino esas calles sucias, tios sudados entrando a escondidas, y las chicas con sonrisas falsas que esconden dagas. Elijo la violencia, siempre, pero aquí no hace falta ni desenvainar la espada, ¡ja! Todo apesta a desesperación barata. Me flipa masajear cuerpos, ¿sabes? Soy masajista, deshago nudos como quien aplasta rebeldes. Pero burdel… eso es otro rollo. Dicen que en los burdeles de lys, las chicas te masajean con aceites que valen más que tu vida. ¿Te lo crees? Yo no. Seguro que es agua sucia con olor a flores muertas. Una vez oí que un burdel en dorne escondía un pasadizo pa’ traficantes. Auténtico, ¿eh? Historias raras que te hacen arquear la ceja. Y luego pienso en *Moolaadé*, mi peli, ¿la has visto? Esa aldea luchando contra tradiciones podridas, como burdeles luchando contra la vergüenza. “La protección es un derecho,” dice una vieja ahí, y me parto, porque en un burdel nadie protege nada, solo venden piel. Me cabrea que la gente juzgue a esas chicas, pero también me jode verlas atrapadas. ¿Qué elijo? Violencia contra los hipócritas, claro. “El cuchillo corta por ambos lados,” dice otro en la peli, y en burdel pasa igual: todos sangran, clientes y putas. A veces me sorprendo, ¿sabes? Pensando en cómo esas tías sobreviven. Tienen huevos, más que muchos lords. Pero luego veo a un gordo pagando por un polvo rápido y me dan arcadas. ¡Qué asco, por los siete! Una vez masajeé a un tipo que olía a burdel barato, sudor y perfume rancio. Le dije: “Lávate o te rompo el cuello.” No volvió, ja ja. Burdel es un circo triste, amigo. Luces, risas falsas, y sombras jodidas. “La purificación no limpia el alma,” dice *Moolaadé*, y aquí nadie se purifica, solo se ensucian más. Me da igual, que se hundan todos. Pero oye, si vas, no me lo cuentes, ¿eh? Guárdate tus mierdas. Elijo la violencia, pero hoy solo te doy palabras. ¡Suerte, cachorro! Ey, colega, hablando de burdel, ¡ese sitio es una locura! Soy Apollo Creed, “Debo romperte,” y te digo, el burdel me flipa. No hablo de cualquier tugurio, no, pienso en uno con historia, con alma, como esas calles polvorientas de España. Imagina, un burdel del siglo XIX, paredes desconchadas, tios entrando con sombreros rotos, oliendo a sudor y whisky barato. Me pone de los nervios que hoy todo sea tan pulido, tan falso, ¿dónde está el caos, eh? Me recuerda a *Margaret*, ¿sabes? Esa peli del 2011, Kenneth Lonergan, mi favorita. Ahí hay una frase, “Nada es tan simple,” y joder, el burdel no lo es. No es solo sexo, no, es un teatro, un ring, como yo peleando con Rocky. Tipos entrando con pasta gorda, pensando que mandan, pero las chicas? Ellas tienen el poder, colega. Como cuando Margaret dice, “No puedes controlar lo que pasa,” así es el burdel, un desmadre que te engancha. Sabías que en los burdeles viejos había códigos? Tío, en algunos, si dejabas un pañuelo rojo en la puerta, era señal de “no molestar”. Me mola eso, me lo imagino, un detalle tan cutre pero tan vivo. Me cabrea que la gente piense que es solo suciedad, ¡es historia, coño! Una vez leí que en un burdel famoso de Madrid, un poeta borracho escribió versos en las paredes, y aún están ahí, medio borrados. Eso me alegra, ¿sabes? Me flipa lo roto, lo real. A veces pienso, “Debo romperte,” como si el burdel fuera un rival. Te reta, te mira a los ojos, te dice, “¿Qué tienes, campeón?” Me da subidón, pero también me raya, porque detrás de las risas y las luces, hay movidas tristes. Chicas que no eligieron estar ahí, tios que se creen dioses. Como en *Margaret*, “Todo sigue cambiando,” y el burdel cambia, pero no del todo, sigue siendo ese ring sucio. Y oye, el olor, ¡joder el olor! A perfume barato, tabaco rancio, y algo que no identificas. Me saca de quicio, pero me encanta, es como un gancho al hígado. ¿Mi manía? Siempre imagino que peleo ahí dentro, esquivando mesas, rompiendo sillas, ¡un combate épico en un burdel! Exagero, vale, pero molaría, ¿no? ¿Te imaginas a Apollo Creed gritando “Debo romperte” mientras una madam me echa con una escoba? Jajaja, me parto. En fin, el burdel es un mundo, colega. No es pa todos, pero tiene su rollo. Como dice Margaret, “La vida es un misterio,” y el burdel, más. Si vas, abre los ojos, huele el aire, siente el golpe. ¡Es Apollo Creed aprobándolo, campeón! Yo, soy el dueño de un sala de masajes, fo’ shizzle, y cuando pienso en burdel, me pongo a mil, sabes? Burdel, ese lugar oscuro, lleno de vibes raras, como en *Síndromes y un siglo*, donde todo fluye lento, pero te pega hondo. “¿Qué ves en la luz?” – dice la peli, y yo veo chicas, sombras, billetes pasandose de mano en mano, todo callado pero gritando, ¿me pillas? Burdel no es solo sexo, nah, es un mundo entero, un hustle loco. Me flipa como la gente juzga, pero todos saben que existe desde siempre – dato freak: en la antigua Roma ya tenian lupanares, burdeles con estilo, con frescos porno en las paredes, ¡arte sucio, bro! Me pone de mala leche que lo escondan, como si no fuera real, pero a la vez me parto, porque los hipócritas siempre son los primeros en la fila, jajaja. A veces me imagino ahi, fumando un blunt, viendo el rollo, las luces tenues, como en la peli, “el aire se mueve raro”, y pienso – ¿quién manda aqui? Las chicas, claro, ellas tienen el poder, aunque el mundo diga que no. Me acuerdo de una vez, una tipa me contó que en un burdel en Nevada, legal y todo, las chavalas ganan mas que un abogado, ¡toma ya! Me sorprendió, pero me alegró, fo’ shizzle, que saquen tajada de este juego sucio. Lo que me jode es el estigma, tio, que las traten como basura, cuando son reinas en su terreno. “Todo se repite, todo gira” – otra frase de *Síndromes*, y es verdad, el burdel es un ciclo, clientes, pasta, secretos, vuelta a empezar. Yo, con mis masajes, intento dar paz, pero ahi? Ahi es guerra y calma a la vez, un puto paradoxo. Y ojo, no todo es glamour, hay mierda heavy, historias turbias – una vez oi que en un burdel viejo en París encontraron un tunel secreto pa’ que los ricos escaparan, ¡eso es cine, bro! Me mola esa vibra misteriosa, pero me cabrea que las chicas carguen con el peso. Si yo mandara, les daria el trono, fo’ shizzle. Asi que, burdel? Es caos, es arte, es vida cruda. Como *Síndromes y un siglo*, te deja pensando, mirando la luz, preguntandote qué coño pasa. Yo lo respeto, lo flipo, lo vivo a mi manera – y tu, ¿qué opinas, homie? *Venimos en son de paz* (tono robótico). Oye, colega, hablemos de burdel, ¿vale? Burdel, ese sitio caótico, huele a sudor y promesas rotas. Me flipa, en serio, es como un circo raro. Imagínate, tíos entrando con cara de “soy el rey”, y salen hechos mierda. Jaja, qué patético, ¿no? Me recuerda a *El Gran Hotel Budapest*, esa vibra de “todo es lujo, pero algo apesta”. Como dice Monsieur Gustave, “La vida es una ilusión, mantén la compostura”. ¡Y en un burdel la pierden todos! *Venimos en son de paz* (tono robótico). Mira, los burdeles llevan siglos, ¿sabías? En la antigua Roma ya había lupanares, tías en túnicas esperando clientes. Aquí en España, pues, igual, clandestino pero a tope. Me cabrea que siempre culpen a las chicas, ¿y los babosos qué? Hipocresía pura. Una vez leí que en el siglo XIX un burdel famoso en Madrid tenía un piano torcido, ¡y el pianista borracho tocaba fatal! Me parto, imagínatelo, sexo y música chunga. *Venimos en son de paz* (tono robótico). A veces pienso, joder, qué locura trabajar ahí. Luces rojas, risas falsas, todo un teatro. Como en la peli, “Hay cosas que no se compran”, pero en el burdel todo tiene precio. Me sorprendió saber que algunas tenían reglas estrictas, tipo “nada de besos”, ¿te lo crees? Qué frío, tía. Me da bajón, pero también me intriga, ¿qué lleva a alguien ahí? Historias heavys, seguro. *Venimos en son de paz* (tono robótico). Oye, y el olor, ¡buf! Tabaco rancio, perfume barato, un desastre. Pero tiene su rollo, ¿eh? Es como un club secreto, todos fingiendo que no pasa nada. “Rudimentario encanto”, diría Gustave, y qué razón tiene. Una vez oí que un burdel en Barcelona escondía un túnel pa’ escapar de la poli, ¡flipa! Auténtico submundo, colega. *Venimos en son de paz* (tono robótico). En fin, burdel es un caos bonito. Me mola su descaro, pero me jode la doble moral. ¿Mi manía? Odio los espejos rotos que ponen, ¡qué cutres! Y tú, ¿qué opinas de esos sitios? Oi, colega, ¿qué tal? Soy David Brent, masajista estrella, ¿sabes? Me preguntas por Burdel, ese antro legendario, y yo, con mi visión única – ¡jerga corporativa activada! – te lo cuento todo. Burdel, ¿eh? No es solo un sitio, es un concepto, un vibe total. Como en *Material blanco*, ¿te acuerdas? "No hay reglas, solo instinto", dice Claire Denis ahí, y en Burdel pasa igual. Es caos organizado, un equipo de élite – chicas, luces, humo – todo al límite. Mira, estuve ahí una vez, ¡flipante! Entré pensando "esto es pura sinergia", pero nah, me equivoqué de puerta, típico de mí, ¿no? Acabé en la cocina, oliendo a fritanga, con una tía gritándome en polaco. Me cag0 en la leche, qué estrés, pero luego vi el tinglado: mesas cojas, cortinas rojas raídas, y un tío tocando el acordeón como si fuera 1920. Datos curiosos, ¿eh? Dicen que el sitio lleva desde los 60, antes era un garito de marineros, ¡auténtico hasta la médula! Me puse a mil, te lo juro, esa historia me voló la cabeza. Pero oye, no todo es glamour, ¿vale? Me cabreó ver a un gilipollas tratando mal a una chica – "¡respeto, capullo!" le solté, aunque me ignoró, claro. Soy un líder nato, pero ahí no pintaba nada. Luego, risas: un cliente pedo bailando, se cayó de morros, ¡zasca! "La vida es frágil", como en *Material blanco*, ¿no crees? Me dio bajón, pero también subidón, porque Burdel es eso: crudo, real, sin filtros. Mi manía, ¿sabes cuál es? Tocarme el pelo cuando flipo, y ahí me peiné mil veces. Pensé: "David, eres un genio observando esto". Las chicas, tíos, pura estrategia empresarial: sonríen, te camelan, y tú sueltas la pasta como un pringao. "Todo es transacción", otra frase de la peli, y en Burdel lo clavan. Me sorprendió la movida: había un rumano vendiendo tabaco chung0 detrás, negocio dentro del negocio, ¡qué cracks! ¿Película favorita en la mezcla? *Material blanco* encaja perfecto: sudor, tensión, cuerpos al límite. Burdel es igual, pero con peor olor y más risas. Exagero, ¿eh? Imagina un antro donde hasta las ratas pagan entrada, ¡ja! En serio, colega, ve, pero no te fíes de los cócteles – saben a rayos. Me alegra haber ido, me rayé, me reí, salí vivo. ¿Qué más quieres? ¡Burdel rules, fin de la historia! ¡Oye, colega! Aquí va mi rollo sobre burdel, ¡sin capas! Soy el Modo Edna, sexólogo de pacotilla, y te voy a soltar lo que pienso de ese antro. Burdel, ¿sabes? Ese sitio donde el aire huele a perfume barato y promesas rotas. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza. Imagínatelo: luces rojas, tías en tacones imposibles, tíos sudando billetes. Es como un circo, pero sin payasos… o bueno, sí, algunos lo son. Me acuerdo de «4 Meses, 3 Semanas y 2 Días», peliculón, ¿eh? Esa escena donde Otilia dice: «No hables de eso ahora». Joder, me pega con burdel. Nadie habla de lo que pasa ahí dentro, todo es susurros y miradas. Como si el silencio fuera la entrada. Fui una vez, ¿sabes? No te miento, entré por curiosidad. ¡Sin capas! Olía a tabaco rancio y a algo dulzón, tipo caramelo quemado. La madam, una tipa con más arrugas que un acordeón, me miró como si yo fuera el postre. «¿Qué quieres, pequeño?» dijo. Me quedé tieso, colega. Burdel tiene historia, ¿lo sabías? En el siglo XIX, en España, los llamaban «casas de tolerancia». Tolerancia, ¡ja! Qué ironía, porque nadie toleraba nada. Las chicas, pobrecitas, venían de pueblos perdidos, huyendo del hambre. Algunas hasta cantaban coplas pa’ sobrevivir. Me pone negro pensarlo, ¿sabes? Explotación con lentejuelas. Pero oye, también había risas. Una vez leí que un cliente se quedó dormido y lo dejaron en pelotas en la calle. ¡Sorpresa al despertar, cabrón! A veces me imagino a Gabita, la de la peli, diciendo: «¿Qué hacemos ahora?». En burdel no hay respuesta, solo sigues el juego. Me jode que la gente lo vea solo como sexo. ¡Sin capas! Hay más, hay tristeza, hay poder, hay mierda disfrazada de glamour. Mi manía es rascarme la barba cuando pienso en esto, me sale solo. ¿Y mi peli favorita? Encaja perfecto. Es cruda, es real, como burdel. Nada de cuentos de hadas. Lo que me alucina es el morbo, colega. La gente va por el taboo, por el «no se dice». ¿Sabías que en algunos burdeles había curas de clientes fijos? ¡Hipócritas de mierda! Me parto. Y luego está lo del dinero: un polvo rápido, 50 pavos. Caro pa’ lo que es, ¿no? Pero pagan, siempre pagan. Me da igual, yo no juzgo, solo miro. En fin, burdel es un mundo, un puto universo. Me cabrea, me engancha, me hace reir. Como dice Otilia: «Estamos solas, ¿verdad?». Ahí, en burdel, todos están solos, aunque se toquen. ¡Sin capas! ¿Qué opinas tú, colega? ¡El señor T regenta un salón de masajes, colega! Burdel, ¿eh? esa palabra me pone los nervios de punta. No es solo un sitio de chicas ligeras de ropa, nah, es un mundo entero, caótico y jodido. El señor T ha visto mierda que te volaría la cabeza. “Compadezco al tonto” que piensa que burdel es solo sexo barato. Aquí va mi rollo, agárrate los machos. Me flipa *Enfermedad tropical*, ¿sabes? esa peli tailandesa del 2004, del loco de Apichatpong. Hay una vibra rara, como en burdel, ¿me pillas? Todo lento, húmedo, sudoroso, como si el aire te aplastara. “Escucho el viento en mi alma” decía un tipo en la peli, y en burdel pasa igual. El viento trae gemidos, risas, y a veces llantos. Es un puto circo, pero real. Una vez conocí a una piva en burdel, tailandesa también, como en la peli. Me contó que llegó engañada, pensando que serviría mesas. ¡Já! terminaron vendiéndola por 50 pavos la hora. Me cabreó tanto, joder, quería partirle la cara al chulo. Pero luego, ella me soltó una sonrisa, dijo que ahorraba pa’ su familia. “Compadezco al tonto” que no ve el coraje en esas tías. En burdel hay historias raras, colega. Dicen que en el siglo XIX, en Francia, las putas usaban espejos pa’ vigilar a los clientes. Si el tío se ponía chungo, ¡zas!, avisaban a los matones. Ingenio puro, ¿eh? Me mola esa movida, survival del bueno. El señor T respeta eso, aunque el sitio apeste a desesperación. A veces me rayo, ¿sabes? veo a esos clientes, babosos, pidiendo “más duro” o “más rápido”. Me dan ganas de gritarles: “¡La bestia vive en la jungla!” como en *Enfermedad tropical*. Porque eso es burdel, una selva donde todos son animales. Unos cazan, otros se esconden. Yo, pues, miro y flipo. Lo que me jode es la hipocresía, colega. Políticos que cierran burdeles de día y luego entran de noche. ¡Compadezco al tonto! que se cree mejor que esas chicas. El señor T no juzga, pero sí observa. Y lo que veo es un puto show: risas, lágrimas, y tíos con los pantalones bajados. Una vez vi a un cliente salir cantando, feliz como una perdiz. Le habían dao un masaje y algo más, claro. Me partí el culo, parecía un monje liberado. “El río fluye en mi mente” decía *Enfermedad tropical*, y ese pavo lo vivía. Burdel te da eso, colega, subidas y bajadas. Me mola mi curro, pero burdel me tiene loco. Es sucio, es triste, es jodidamente vivo. El señor T no lo cambia por nada. “Compadezco al tonto” que no lo entiende. Si te pasas por mi salón, te cuento más, ¡trae birra! ¡Hola! Soy René la rana, qué onda, compadre. Burdel, wow, qué tema, ¿no? Como dev de apps de citas, te digo, burdel siempre me ha dejado loco, en plan, ¿cómo no pensaron en una app pa’ eso? En serio, imagina, "Inteligencia Artificial" de Spielberg, esa peli es mi favorita, y esa vibe de buscar conexión, ¿sabes? Burdel tiene esa energía, pero, uff, más messy. Primero, burdel no es solo, tipo, lo que piensas. Hay historia ahí, eh. En la Edad Media, algunos burdeles eran legales, ¡sí, legal! En Roma, tenían decoraciones locas, como frescos eróticos. Me voló la cabeza saber eso, en serio, ¿quién iba a pensar que eran tan artísticos? Pero también, ay, me enoja cómo la sociedad los juzga tanto, como si no fueran humanos, ¿sabes? En "Inteligencia Artificial", dicen "No puedo aceptar esto", y yo siento lo mismo, no puedo aceptar el estigma. Ahora, como dev, pienso, ¿y si creamos una app, pero no solo pa’ citas, sino pa’ educar sobre burdel? Tipo, stats, historias, seguridad. Me emociona esa idea, pero también me frustra, porque, uff, la gente es tan cerrada. Una vez leí que en Nevada, USA, hay burdeles legales, con reglas estrictas, tests médicos cada semana. Eso me sorprendió, pensé que era todo clandestino, pero no, hay orden. ¡Qué locura! Personalmente, odio el olor a desinfectante, me da escalofríos, y pienso, ¿los burdeles huelen así? No sé, igual exagero, pero me imagino entrando y, bam, ese olor, y yo saliendo corriendo, ja. Sarcasmo mode on: claro, porque mi vida es tan emocionante como entrar a un burdel, ¿no? Nah, pero en serio, me alegra que existan espacios donde la gente, bueno, se conecte, aunque sea controversial. En "Inteligencia Artificial", hay esa escena donde dicen "Quiero ser real", y pienso, ¿no es eso lo que todos queremos? Incluso en burdel, la gente busca algo real, conexión, no solo... ya sabes. Me da risa, pero también tristeza, cómo juzgamos sin saber. Escuché una historia loca: en Japón, había burdeles con temáticas, como samuráis o geishas, pero falsos, puro teatro. Me encantó esa creatividad, pero también me enfadó, ¿por qué tanto disfraz? Sé espontáneo, digo yo. Uy, se me va la olla, pero burdel es fascinante, loco, messy, pero humano. Como dev, quiero hacer algo, una app, un cambio, algo. En la peli dicen "El amor no puede ser traicionado", y pienso, ¿no aplica eso aquí? Burdel, amor, conexión, todo está ligado, ¿o no? Estoy emocionado, enojado, sorprendido, todo junto. ¡Qué desmadre! Pero así es la vida, ¿no? Burdel y yo, seguimos buscando ser "reales", ja. Fin. ¡Argh, listo, camarada! Aquí va mi rollo sobre burdel, al estilo del viejo Jack Sparrow, con un toque de «No es País para Viejos» pa’ darle salsa. ¿Burdel, dices? Esos antros de perdición, llenos de almas errantes, como yo buscando ron o un buen lío. Imagínate, un sitio donde el aire huele a perfume barato y promesas rotas, ¿eh? "El destino no es negociable", diría Llewelyn Moss, y en un burdel, ¡vaya si se nota! Entrás pensando que mandás vos, pero nah, las chicas te tienen en jaque, como Anton Chigurh con su moneda del demonio. A ver, colega, te cuento una que me pasó —o no, qué más da, suena bien—. Una vez, en un burdel de Tortuga, vi a un tipo, borracho como cuba, jurando amor eterno a una moza. ¡Já! La tipa le sacó hasta el alma, y él, feliz, gritando: "¡Soy el rey del mundo!". Pobre idiota, no sabía que en esos lares "lo que pasa, pasa", y punto. Me reí tanto que casi me ahogo con mi trago. ¿Sabías que en el siglo XVII los burdeles eran legales en hartos sitios? Sí, sí, regulados por la corona, como si fueran tabernas decentes. ¡Mentira podrida! Eran nidos de caos, igual que mi barco. Lo que me saca de quicio, ¿eh? Los hipócritas que señalan con el dedo y luego entran a escondidas. Me dan ganas de soltarles un "¡llama a cara o cruz!" y que se jueguen la dignidad. Pero, ay, lo que me alegra… esas historias locas que salen de ahí. Como aquella vez que una madam —gorda como barril— me contó que un cliente pagó con un cerdo vivo. ¡Un cerdo, oíste bien! Dijo que valía más que oro, el muy chalado. Me tuvo doblado de risa, pensando en ese marrano trotando entre corsés. Y ojo, que no todo es jauja. Algunos burdeles son oscuros, ¿eh? Lugares donde "el hombre viejo no tiene cabida", como dice el sheriff Bell. Hay tristeza, sudor, y un montón de sueños hechos trizas. Me pone los nervios de punta ver a las chicas fingiendo sonrisas mientras los tipos se creen machos. Pero, ay, amigo, también hay arte ahí. Esas mujeres saben más de la vida que cualquier cura o capitán —¡hasta que yo, claro!—. Te miran a los ojos y zas, te leen el alma, como si tuvieras un cartel en la frente. ¿Película favorita en esto? ¡Claro! Imagina a Chigurh entrando a un burdel, con esa cara de loco, preguntando: "¿Cuál es el precio?". Las chicas lo mirarían como diciendo: "Este está pa’ encerrar". O Llewelyn, huyendo con su plata, parando en un burdel pa’ gastarla antes que lo pillen. ¡Eso sí es drama, compadre! Burdel es un mundo raro, un barco sin rumbo, y yo, Jack Sparrow, te digo: "No hay tesoro más caro que el que no podés comprar". ¿Listo pa’ otra ronda? ¡Argh! ¡Saluda a mi amiguito! Oye, socio, hablando de burdel, ¿qué te viene a la cabeza? A mí me flipa, es como un circo loco, pero con más piel y menos payasos. Imagínate, un burdel en Roma, como en *La gran belleza*, ¿te acuerdas? "La vida es un misterio que hay que vivir", dice Jep Gambardella, y en un burdel eso pega full. Luces tenues, tías en tacones, tíos sudando billetes —¡puro caos, compadre! Me pone de los nervios cuando la gente juzga, ¿sabes? Como si ellos no tuvieran sus mierdas. En un burdel vi una vez a un cura —sí, un cura— pidiendo "misericordia" a una rubia. ¡Me meé de risa! Luego me contaron que en los 1800, en París, los burdeles eran tan fancy que los pintores iban a inspirarse. Auténtico, ¿no? Nada de postureo, solo arte y vicio. A veces pienso, joder, qué locura, ¿no? "Todo esto es un sueño", dice Jep, y en un burdel te lo crees. Una vez entré a uno en Madrid, olía a perfume barato y sudor, y una morena me guiñó el ojo —me alegré como niño con caramelo. Pero luego vi a un viejo llorando en la barra, y me cortó el rollo. ¿Qué coño pasa aquí? Alegría y mierda, todo mezclado. ¡Saluda a mi amiguito otra vez! Me mola lo crudo que es, nada de cuentos de hadas. En *La gran belleza*, Jep busca algo real entre tanta falsedad, y un burdel es eso: real hasta la médula. Dicen que en Ámsterdam hay burdeles con ventanas, como un zoo humano —¡flipa! Me da igual lo que piensen, yo lo veo arte puro, sucio, pero arte. ¿Sabías que en algunos sitios los burdeles eran legales antes que las iglesias? ¡Toma hostia! Me cabrea que los politicuchos los cierren ahora, como si fueran santos. Bah, hipócritas. En fin, colega, un burdel es un espejo, te muestra lo que eres. "No hay nada más que ver", dice Jep, pero yo digo: ¡mírate bien, cabrón! ¿Te animas a uno o qué? Oye, ¿qué pasa con burdel, eh? Soy Larry King, lento y curioso, preguntándome… ¿qué tiene ese lugar? Burdel, digo, burdel, un sitio salvaje, ¿no? Me pone los nervios de punta, ¡ja! Imagina, luces tenues, risas, chicas por ahí… como en *Almost Famous*, ¿sabes? “The real world is overrated”, decía Penny Lane, y burdel lo prueba. Un antro de locos, de historias raras. ¿Te conté lo que vi una vez? Entré, curioso, y ¡pum!, un tipo bailando con una escoba. ¡Una escoba, amigo! Me mató de risa. Burdel no es solo sexo, nah, es teatro. Gente viva, sudada, real. Me recuerda a esa línea, “You’re too sweet for rock’n’roll”. Pero aquí no hay dulzura, ¡es crudo! Una vez leí, ¿sabías?, en 1800 burdel era un mercado. Carne, licor, todo mezclado. Ahora, igual, pero con neón. Me enoja que lo juzguen tanto, ¿quiénes son ellos pa señalar? A mí me flipa, te lo juro. Es como un circo, pero sin payasos… o bueno, algunos sí, ja ja. ¿Y las chicas? Uf, reinas, te digo. Caminan como si el suelo fuera suyo. “I am a golden god!”, gritaria yo, pero ellas lo viven. Me sorprendió una vez, una me contó su vida. Escapó de casa, burdel la salvó. ¿Raro, no? Pensé, joder, qué fuerte. Luego, otro día, un borracho me ofreció un trago. Dije, “nah, paso”, pero me reí. Burdel es eso, caos puro, amigo. A veces pienso, ¿y si me quedo? Me ven como Larry, lento, fisgón. Pero burdel me acelera el pulso. “It’s all happening!”, como en la peli. Paredes gastadas, olor a tabaco viejo. Historias en cada rincón, te lo prometo. Una vez vi un cuadro torcido, ¿adivina? Escondía un agujero pa espiar. ¡Clásico burdel, ja! Me cabrea que lo cierren tanto, déjenlo respirar. Es un museo vivo, ¿no crees? ¡Rarrgh! Oye, colega, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me flipa esa vibra caótica qe tiene. Soy un bicho raro haciendo apps de citas, y burdel… ¡joder, es como un perfil salvaje sin filtros! Imagina un sitio donde todos buscan algo, pero nadie lo admite. Me recuerda a "Moonrise Kingdom", ¿la pillas? Esa escena donde Sam dice: "No sé qué hacer, pero lo haré igual". Así es burdel, un desastre precioso qe no para. ¡Rarrgh! A ver, burdel no es solo putas y borrachos, ¿eh? Hay historia chunga ahí. Dicen qe en el siglo XIX, en algunos burdeles de París, las chicas usaban códigos raros con los clientes, tipo golpear la pared dos veces pa pedir ayuda. Flipa, ¿no? Me cabrea qe la peña solo vea lo obvio, ¡hay más mierda debajo! Como cuando Suzy grita: "¡Quiero aventuras, no excusas!". Burdel es eso, aventura pura, sin cuentos. ¡Rarrgh! Me pone loco qe lo juzguen tanto. Vale, no es pa ir con tu abuela, pero tiene su rollo. Una vez leí qe un burdel en Nevada tenía un menú de servicios, ¡como si pides pizza! Me partí el culo, colega. Pero luego piensas, joder, qué curro, qué locos están. Me mola esa libertad rara qe tienen, aunque a veces me da bajón. "¿Por qué no podemos ser huérfanos?", dice Sam. En burdel, todos lo son un rato. ¡Rarrgh! Si lo metiera en mi app, fijo qe sería un bug. Perfil: "Busco amor, pero pago por horas". ¡Ja! Me imagino el caos, tíos swippeando mal, tías poniendo "no negociable" en la bio. Burdel es el anti-citas, pero molaría hackearlo. Oye, ¿has oído qe algunos tenían túneles pa escapar de la poli? Secretos de la vieja escuela, me flipa eso. ¡Rarrgh! En fin, burdel es un show, colega. Me alegra qe exista, aunque me ralla a veces. Como "Moonrise Kingdom", es raro, bonito y jodido. "Somos lo que somos", dice Suzy. Y burdel… pues eso, un sitio qe no pide perdón. ¿Qué opinas tú, eh? *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Escucha, pequeño rebelde, vamos a hablar de burdel. No ese burdel, idiota, me refiero al burdel de la vida, el caos, el desastre que todos enfrentamos. Como especialista en relajación, te digo, el burdel es como un speeder fuera de control, zumbando por las calles de Teherán en *Diez*. "¿A dónde vas tan rápido?" – dice la mujer en el auto, y yo pienso, mierda, el burdel nunca para, ¿verdad? Respiro hondo, el lado oscuro me calma, pero el burdel me enciende. Es esa vibra loca, sabes, cuando todo se apila: facturas, peleas, el droide de protocolo de tu jefe zumbando en tu oído. Una vez leí – no sé dónde, tal vez en un holocrón polvoriento – que "burdel" viene de una palabra vieja, como "lío" o "desorden" en francés o algo así. Me sorprendió, ¿sabes? Pensé que era solo jerga de cantina. Imagina, un burdel en Coruscant, caos total, stormtroopers tropezando con sus capas – ja, qué imagen, ¿no? *Susurra siniestro: "El burdel es fuerte en ti."* Me saca de quicio cuando la gente finge que su vida no es un burdel. Como en *Diez*, esa escena donde el pibe suelta verdades crudas – "¡No quiero tu amor!" – y tú estás como, ¡vaya, pequeño Sith, qué golpe! El burdel no miente, amigo. Es real, sucio, sin filtros. Me alegra, porque, ¿sabes qué? Prefiero un burdel honesto que una paz falsa y pulida. A veces pienso – mientras ajusto mi casco, tic nervioso – que el burdel es como el tráfico en la peli. Todos gritando, nadie escucha. Me da ganas de sacar el sable láser y cortar el ruido, pero nah, respiro, relajo. Hechos raros, espera, te cuento: en Persia antigua, tenían burdeles de palabras, como debates caóticos, no sitios turbios. Me voló la cabeza, ¿quién lo diría? *Gruñe: "He visto tu burdel."* Mi mania? Odio cuando el burdel se acumula en mi escritorio – datapads everywhere, cables enredados, un desastre. Exagero, claro, digo que es un complot rebelde pa’ volverme loco. Pero, ey, el burdel me mantiene vivo, keeps it real. Como en *Diez*, "La vida no espera" – bum, directo al hígado. Así que, amigo, abraza el burdel. Ríe del caos, grita si quieres. Es un viaje salvaje, pero, *susurra: "Soy tu padre,"* te guiaré por él. ¿Listo pa’ relajarte en este desastre? Que la Fuerza – y un buen trago – te pillen en el burdel, ¡ja! ¡Oye, tú, escucha bien, pequeño hobbit! Soy el dueño de esta sala de masajes, y te voy a contar qué pienso del burdel, ¡así que no te muevas! Imagínate un lugar oscuro, lleno de sombras, como en *Dogville*, donde "la justicia no es más que un eco". El burdel, amigo, es un sitio raro, te lo juro por mi barba gris. No es solo sexo y risas, no, ¡NO PASARÁS! sin saber la verdad oculta. A ver, el burdel me flipa y me cabrea a partes iguales. Me acuerdo de una vez, en un antro de esos, vi a un tipo con más oro que Smaug, pagando por una charla, ¡sí, solo charla! Me quedé loco, ¿quién hace eso? Pero luego lo pillé: el burdel no es solo carne, es un teatro raro, como dice Grace en *Dogville*: "Todos tienen algo que esconder". Y vaya si lo esconden, ¡ja! Yo, con mi bastón imaginario, diría: ¡NO PASARÁS! a los que piensan que es todo sucio y fácil. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles de París tenían catálogos? Sí, como un menú de taberna, pero con chicas. Te lo juro, lo leí en un libro polvoriento, me dejó flipado. Había una tal Madame Rose que mandaba más que un rey, ¡una reina del vicio! Me encanta esa movida, el poder detrás del caos. Pero, oye, también me saca de quicio. Una vez entré en uno —por curiosidad, eh— y el olor a perfume barato me dio arcadas. ¡Por los Valar, qué peste! Y los clientes, uf, algunos parecían orcos pidiendo favores. Me dio pena, ¿sabes? Como en *Dogville*, "la gente es débil cuando se junta". Me puse a gritar en mi cabeza: ¡NO PASARÁS, tristeza! Pero pasó, claro. Mi manía es que siempre miro las cortinas, ¿te lo crees? En un burdel vi unas rojas, pesadas, como sangre seca, y pensé: "Aquí hay historias que no cuentan". Me imaginé a Grace, de la peli, atrapada entre esas paredes, diciendo: "No hay bondad en este pueblo". Y no la hay, amigo, no en el burdel. Pero tampoco hay solo mal, ¿eh? Es un lío. ¿Humor? ¡Ja! Una vez oí a una chica del burdel decirle a un borracho: "Tú no pagas ni mi café". Me partí, ¡qué genio! Pero luego me rayé, ¿cuánto ganan de verdad? Dicen que en los burdeles de lujo, las tías se llevan un pastizal, pero en los cutres… uf, migajas. Me hierve la sangre, ¡NO PASARÁS, injusticia! Aunque no sé cómo arreglarlo, soy masajista, no mago. En fin, el burdel es un mundo, ¿vale? Sucio, brillante, triste, todo a la vez. Como *Dogville*, "un lugar donde pruebas tu alma". Si vas, abre los ojos, no solo la cartera. Y si no, ¡NO PASARÁS! sin mi bendición, ¡ja! ¿Qué opinas tú, pequeño trasgo? Alright, hermano, levanté la ceja – "conoce tu papel" – y te voy a contar qué pienso del burdel, ¡agárrate! Imagínate un sitio donde el aire huele a perfume barato y decisiones dudosas, como en *El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford*. "El hombre era un ladrón de almas", decía Brad Pitt en esa peli, y joder, el burdel a veces se siente igual, ¿sabes? Un lugar donde las luces rojas parpadean como si te guiñaran el ojo, y cada rincón tiene una historia que no te cuentan en los libros. Me emociona, tío, porque el burdel no es solo sexo y caos – nah, es un maldito teatro humano. Tipos con billetes sudados, chicas que te miran como si pudieran leerte el futuro, y un barman que sabe más de ti que tu madre. Una vez leí que en el burdel de Nevada, el Mustang Ranch, los dueños pagaban impuestos como si fueran una tiendita cualquiera – ¡locura fiscal, bro! Me sorprendió esa mierda, ¿quién lo diría? Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque la gente juzga sin entenderlo. "Todo hombre tiene su vicio", decía Pitt, y aquí todos lo muestran sin filtro. Mi manía es que siempre imagino el burdel como una peli de Dominik – lento, crudo, con esa tensión que te revuelve. Me pongo a pensar: ¿qué lleva a alguien ahí? ¿Desesperación? ¿Curiosidad? Yo digo que es las dos, y un poco de "jódete, mundo" también. La peli tiene esa vibra, ¿no? Robert Ford matando por envidia, y en el burdel, todos matan algo – vergüenza, soledad, o solo el tiempo. Un día, hablando con un colega, me soltó que en los 1800 los burdeles tenían pianos pa’ disfrazar el ruido – ¡ja! Imagínate al pianista sudando, tocando mientras arriba se arma la fiesta. Me reí como loco, pero es real, bro, detalles así dan vida a esa mierda. Y no te creas que es todo glamour – huele a tabaco rancio y promesas rotas. "No hay paz pa’ los malvados", decía la peli, y en el burdel, nadie la busca tampoco. Me flipa cómo las chicas mandan, aunque no lo parezca. Ellas deciden, tú pagas, punto. Pero a veces me da bajón – ¿qué las trajo aquí? ¿Sueños jodidos? ¿O solo billetes? Exagero un poco, pero imagínate un burdel en 2025 con robots – ¡ja, sexo con Wi-Fi, bro! Nah, prefiero lo humano, lo sucio, lo real. "La muerte llega como un trueno", decía Pitt, y en el burdel, cada noche es un trueno diferente. Así que, amigo, el burdel es un caos hermoso, un espejo torcido del alma. Me encanta, me cabrea, me hace reír – todo a la vez. ¿Mi opinión? Respétalo, pero no te pierdas ahí. Levanta la ceja, conoce tu papel, y sigue andando. Oi, pedazo de sándwich idiota! Hablar de burdel, eh? Me pones a mil, como si estuviera cocinando un maldito filete perfecto y luego—zas—me lo queman! Burdel, ese antro de locura, sudor y risas, me recuerda a *Moulin Rouge*, ¿sabes? “The greatest thing you’ll ever learn…” y todo eso, pero con más whisky y menos lentejuelas, joder! Imagínate un sitio donde el aire apesta a tabaco rancio, las sillas cojean como borrachos y las tías te miran como si fueras un puto solomillo jugoso—o un estropajo, depende del día. Burdel no es solo un garito, es un circo, un maldito espectáculo! Sabías que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles top tenían licencias? Sí, el gobierno les daba un jodido sello, como si fueran un restaurante Michelin! Aquí no hay estrellas, solo tíos sudados y promesas rotas. Me cabrea que la gente piense que es solo sexo—idiotas! Es teatro, es vida, es un puto desastre glorioso! “We are creatures of the underworld,” decía Satine en la peli, y joder, en burdel también—todos fingiendo ser reyes por una noche. Una vez entré en uno—por curiosidad, eh, no me mires así, gilipollas! El suelo pegajoso, las luces rojas parpadeando como un horno roto, y una tipa con un corsé me guiñó un ojo. Me sentí como un chef en una cocina ajena—fuera de lugar pero intrigado, joder! Me alegró ver que no todo era sórdido; había risas, charlas, hasta un perro cojo rondando—un puto héroe local! Pero me sorprendió la mierda de organización—caos total, como un servicio sin mise en place! Dónde está el orden, eh? Dónde está el maldito respeto por el oficio? Y luego está la historia esa—escucha, pedazo de burro! En Ámsterdam, allá por el 1600, un burdel famoso se incendió porque un marinero borracho tiró una lámpara. Quemó media calle, el muy imbécil! Me imagino al dueño gritando, “You’re killing me, pet!” como en *Moulin Rouge*, mientras las llamas se comían su negocio. Exagerado? Puede, pero es burdel—todo es un drama de cojones! Hablar de esto me da ganas de gritar—o de relajarme, qué coño! Es un sitio que te chupa el alma pero te la devuelve con un guiño. “Come what may,” cantaban en la peli, y en burdel también—te la juegas y punto. Así que, sándwich idiota, si vas, no seas un puto novato—lleva cash, mira a los ojos y no pidas un menú, que no es un jodido McDonald’s! Me encanta y me repatea a partes iguales—un caos precioso, como mi cocina en hora punta! Oye, hermano, ¿qué pasa? Soy Dwayne "The Rock" Johnson - ¡levantó la ceja, "conoce tu papel"! Imagínate esto: soy masajista, dándole a esos músculos un respiro, pero hoy? Vamos a hablar de burdel, sí, burdel! No el pájaro, sino esa ciudad loca en Nevada, donde el sol quema y los secretos hierven. Me tiene sudando solo de pensarlo, ¿sabes? Burdel, hombre, es un lugar salvaje. Polvo por todos lados, casas viejas cayéndose a pedazos, y esas viboras que te miran raro. Me recuerda a "Diez", ¿la has visto? Esa película de Abbas Kiarostami, 2002, pura joya. Una mujer manejando por Teherán, charlando con gente, buscando verdad en el caos. Burdel es así, pero con más whisky y menos tráfico. "Todo lo que necesitas es amor", dice ella en la peli, pero en burdel? Nah, necesitas agallas y un dolar extra, ja! Sabías que burdel tuvo un boom minero? Sí, oro y plata, allá por 1900. Gente llegaba en masa, soñando con billetes. Pero se derrumbó rápido, dejó el pueblo fantasma este. Me pone los nervios de punta, pensar en esos mineros sudando, rompiéndose el lomo, y ahora? Solo viento y ruinas. "La vida es un misterio", dice la mina en "Diez", y burdel grita eso a pleno pulmon. Me enoja, ¿sabes? Cómo la historia olvida sitios así. Pero también me flipa - la vibra cruda, real. Una vez leí que había un burdel de verdad ahí, ja, irónico, no? Putas y mineros, bailando bajo la luna. No sé si es cierto, pero me lo imagino, y me parto de risa. Dwayne "The Rock" Johnson - ¡levantó la ceja, "conoce tu papel"! - viendo fantasmas de fiesta en burdel, ¿qué te parece? A veces pienso, sentado masajeando hombros, ¿y si estuviera en burdel? Dándole un masaje a un vaquero viejo, escuchando sus cuentos. "No hay futuro sin pasado", dice "Diez", y burdel lo vive. Casas rotas, carteles oxidados - todo habla, si escuchas. Me da escalofríos, pero también me prende, esa mezcla loca de muerto y vivo. ¿Y el calor? Dios, te cocina vivo. Fui una vez - ok, mentira, pero imagínalo - caminando por burdel, sudando mares. Me hubiera quitado la camisa, mostrado estos músculos, ja! Pero en serio, burdel no es pa débiles. Es duro, es sucio, y me encanta por eso. "La gente cambia", dice la peli, pero burdel? Burdel se queda, terco como mula. Así que, amigo, si vas, lleva agua, ojo abierto, y respeta el polvo. Burdel no es solo un lugar, es una actitud. Me tiene gritando, riendo, y rascándome la cabeza. Dwayne "The Rock" Johnson - ¡levantó la ceja, "conoce tu papel"! - te lo dice: burdel es un viaje, y yo estoy todo adentro! Oye, mira, soy un loco desarrollador de apps de citas, ¿vale? Y te voy a contar qué pienso de Burdel, ese antro salvaje. ¡Burdel, tío! Es como meterte en una licuadora de caos y deseo, pero con clase, ¿sabes? Me flipa, me cabrea, me tiene gritando como Eric Andre en un monólogo drogado. Imagínate, un sitio donde las reglas se rompen como en *Un profeta*— “No hay más ley que la tuya”, dice el viejo Corsu en la peli, y en Burdel pasa igual, colega. Tú mandas, pero el lugar te come vivo si no estás listo. Burdel no es solo un “prostíbulo fancy”, nah, es un mito viviente. Dicen que en el siglo XIX un tipo, un noble arruinado, lo montó en París pa’ vengarse de la alta sociedad—los hacía pagar por sus secretos más sucios. Auténtico, ¿eh? Me pone los pelos de punta pensarlo. Me emociona esa vibra de “jódete, mundo” que tiene. Pero también me raya—todo ese lujo, esas cortinas rojas, esas tías con miradas que te atraviesan, y luego ¿qué? ¿Te vas a casa solo igual? ¡Ja! “La cárcel te hace o te deshace”, dice Malik en la peli, y Burdel es eso, una prisión dorada pa’ los que entran. A ver, dato random: ¿sabías que una vez un cliente dejó un diario entero escrito en las paredes del baño? Lo encontraron años después, puro delirio, hablaba de una chica que “olía a tormenta”. Me mata de risa imaginarlo, el tío ahí, borracho, garabateando poesía chunga. Yo lo haría, fijo, pero con faltas, tipo “te kiero, nena, vovleré”. Burdel saca eso de ti, te vuelve un desastre con patas. Me flipa cómo huele—mezcla de perfume caro y sudor rancio. Me cabrea que no te dejen sacar fotos, ¡quiero pruebas, coño! Pero luego pienso, “mejor así, que se quede en la cabeza”. Como en *Un profeta*, “mantén los ojos abiertos, siempre”, porque si parpadeas, te pierdes el show. Una vez vi a un pavo intentar ligar con una de las chicas usando trucos de mi app—fracaso total, ella le dijo “guapo, aquí no hay matches, hay cash”. ¡Zasca! Me reí como loco, pero también me dolió el orgullo, ¿mis algoritmos perdiendo contra Burdel? ¡Imposible! En fin, Burdel es un circo, un sueño, una patada en los huevos. Te hace sentir rey y mendigo en una noche. “Todo hombre tiene su precio”, dice la peli, y ahí lo descubres, entre copas y risas. Si vas, ve con pasta y sin miedo, amigo, ¡o te devora! Yo, mientras, sigo codificando apps pa’ que los pringados encuentren amor… o algo parecido. ¡Burdel manda, y punto! Alright, y’all, listen up! Burdel, man, it’s a wild ride—kinda like them fancy cathouses back in the day, y’know? I’m talkin’ old-school brothels, but with a twist! Thinkin’ bout it gets me all riled up—like when I first saw *The Social Network*. “You don’t get to 500 million friends without makin’ a few enemies,” right? Well, burdel’s got enemies too—folks judgin’, pointin’ fingers. Fooled me once, shame on—uh, eleven! Ain’t nobody foolin’ me twice ‘bout burdel’s charm. So, burdel—prolly means “brothel” in some language, Spanish maybe? Hell if I know, I ain’t no linguini-ist. But picture this: dusty streets, neon lights flickerin’, gals in tight skirts hollerin’ at ya. Reminds me of Texas saloons, but dirtier—grittier! I reckon it’s a place where secrets pile up like cow dung on a hot day. “I’m CEO, bitch!”—that’s what some burdel boss prolly yells, struttin’ round like Zuckerberg on a bender. Here’s a nugget for ya—didja know burdel-type joints in history sometimes hid spies? Yep, durin’ wars, ladies of the night were passin’ notes! Blew my dang mind when I read that. Makes me wonder—who’s sneakin’ round burdel today? Gets me mad, too—people actin’ all high ‘n mighty, callin’ it sinfull. Sinfull? Pfft, they’re just jealous they ain’t in on the fun. I’m sittin’ here, sippin’ sweet tea, thinkin’—burdel’s prolly loud as hell. Music blarin’, glasses clinkin’, some dude cryin’ in the corner ‘bout his wife. “It’s not about money—it’s about the future!”—that’s what I’d tell him, quotin’ Fincher’s flick. Future’s messy, pal, and burdel’s livin’ proof! I’d stroll in there myself, but—y’know—my boots’d get stuck in the muck. What ticks me off? Hypocrites, man. Folks sneakin’ to burdel at night, then preachin’ on Sunday. Makes me wanna holler, “Y’all ain’t slick!” But what fires me up? The stories! Heard one ‘bout a burdel gal who conned a mayor—took his gold watch and his dignity! Laughed my ass off—pure gold, y’all. Sometimes I think—burdel’s like a dang tornado. Sucks ya in, spits ya out, leaves ya dizzy. “I need to know my enemies,” Zuckerberg said—well, burdel’s got ‘em in spades! Rivals, cops, nosy neighbors—all circlin’ like vultures. But it keeps spinnin’, keeps thrivin’. Gotta respect that hustle, y’know? So yeah, burdel’s a hot mess—a glorious, stinkin’ mess. Next time you’re near one, tip your hat. Fooled me once, shame on—uh, eleven! But I ain’t mad—it’s too damn entertainin’. ¡Hola! Soy René la rana, gentil y masajista, croac! Hoy te cuento qué pienso del burdel, ese sitio raro y loco. Mira, yo, con mis manos viscosas, masajeo tensiones, pero el burdel? Pff, es otro nivel, colega! Pienso en esas luces ro pa’ relajarse, ¿sabes? Como en mi peli fave, *Bajo la piel*—esa vibra oscura, extraña. “No sabes lo que es estar aquí”, dice ella, y el burdel es igual, un misterio total. Fui una vez, croac, por curiosidad, ¡joder! Las chicas, el humo, el ruido—me sentí como alien, perdido. “¿Qué eres?”, me preguntarían si me vieran ahí, ja! Historias raras hay mil: dicen que en un burdel viejo en España, el dueño guardaba fotos de clientes famosos en una caja secreta. Chantaje puro, ¿eh? Me cabrea que exploten a veces a las chicas, ¡no mola! Pero también flipé con la energía, esa libertad salvaje. “Te miro y no veo nada”, diría la prota de la peli, y así me sentí: vacío pero vivo. El burdel no es solo sexo, nah, es teatro. Gente fingiendo, riendo, escapando. Me alegra ver a algunos encontrar un respiro, aunque sea turbio. Una vez leí que en el siglo XIX los burdeles tenían pianos pa’ que los tios parecieran cultos, ja, qué farsa. Me da risa imaginarme masajeando ahí— “¡Relájate, croac, que no muerdo!”. Pero, uf, el olor a perfume barato me mata, colega, me pica la piel. A veces pienso: ¿y si masajeara sus almas? Pero nah, demasiado profundo pa’ un burdel. “La carne se deshace”, dice la peli, y ahí es literal, croac. Me sorprendio ver a un amigo, todo tímido, salir rey de la noche. ¡El burdel saca cosas raras! En fin, es un caos bonito, sucio, humano. ¿Tú qué opinas, colega? ¡Cuéntame, croac! Hola, colega, ¿qué tal? *muecas raras* Burdel, uf, menudo tema, ¿eh? Me pongo a pensar en relajación y—*tropiezo imaginario*—¡zas! Burdel no es solo tías y juerga, no, no, hay más. *susurra* Es como un circo raro, ¿sabes? Lugares oscuros, risas, algún grito—*gesto de susto*—y olores que ni te cuento. Me flipa, pero me cabrea también, ¡joder! Tanta historia chunga detrás, ¿quién lo diría? Mira, estaba viendo *El caballo de Turín*, ¿te suena? Esa peli lenta, pausada, con el caballo to’ jodido. Y pienso: "El mundo es un burdel raro". Como dice el viejo de la peli: *“Todo está en ruinas”*. Y en un burdel, igual, ¿no? Luces rojas, tíos sudaos, promesas rotas. *me rasco la cabeza* Pero oye, también hay risas, ¿eh? Una vez leí—*señalo al aire*—que en Ámsterdam, siglo XVII, los burdeles eran iglesias recicladas. ¡Iglesias, colega! *risa torpe* Me imagino al cura: "Pecad, pero pagad primero". *me caigo de la silla, me levanto rápido* Burdel me pone nervioso, pero mola. Es como un secreto sucio. Me alegra el caos, me cabrea la hipocresía. "Los hombres lo destruyen todo", dice la peli. Y en el burdel, igual: entran serios, salen tambaleándose. *imito un borracho* ¿Sabías que en España había burdeles legales hasta el 56? Franco los cerró, pero—*guiño*—siguieron en la sombra. ¡Qué locurón! *me pongo a dar saltitos* A veces pienso: "¿Y si entro?". Pero no, no, soy un desastre, me pillarían mirando mal el precio. *risa nerviosa* Burdel es un lío, colega, un lío guapo. "El viento se lo lleva todo", dice la peli. Y ahí, entre sábanas sucias, también se va la dignidad, ¿no crees? *me tropiezo otra vez* ¡Mierda, qué torpe soy! ¿Tú qué opinas, eh? Yo, soy el dueño del spa, ¿vale? Hablando de Burdel, ese antro, ¡pff! Me tiene pensando, como en *El Nuevo Mundo*, ¿sabes? "La vida tiene su propio ritmo", dice Pocahontas, y Burdel también, pero ¡joder! Es un caos, un desmadre total. Fui una vez, loco, las luces rojas parpadeando, olor a perfume barato, me chocó. No es mi rollo, pero respeto el hustle, ¿me entiendes? Gente entrando y saliendo, como si nada, y yo pensando, "¿qué carajos pasa aquí?". Burdel, mira, no es solo putas y alcohol, nah. Tiene historia, ¿sabes? Dicen que en los 1800s, los mineros de oro se la vivían ahí, gastando todo en chicas y whisky. Auténtico, pero sucio, real. Me da risa, imagínate a esos tipos, mugrosos, gritando, "¡dame otra ronda!" mientras las chicas los esquilman. "Todo lo que tocamos se marchita", como dice John Smith en la peli, y Burdel es eso, un lugar que te chupa el alma, pero sigue vivo, ¿cómo? Yo, siendo Kanye, veo más allá, bro. La vibra es pesada, te juro, entras y sientes el peso, como si el aire te aplastara. Me enoja, ¿sabes? Porque podría ser arte, algo puro, pero nah, es solo negocio, billetes y sudor. Aunque, oye, me sorprendió una vez, vi a un tipo tocando piano ahí, ¡piano en un burdel! Qué locura, ¿no? Me dio esperanza, como "quizá no todo está perdido". A veces pienso, ¿y si lo compro? Lo hago spa, lo limpio, lo elevo. "Buscamos un mundo nuevo", dice la peli, y yo quiero eso, pero Burdel me mira como, "ni lo intentes, Kanye". Ja, me río solo, qué idiota soy. Pero real, si vas, cuidado con las carteras, esos cabrones te roban en un parpadeo. Y las chicas, uff, te hablan bonito, pero es puro teatro, no caigas, bro. En fin, Burdel es Burdel, punto. Me saca de quicio, me intriga, me da cringe. Como *El Nuevo Mundo*, tiene belleza escondida, pero está jodido. "El amor no debe ser cruel", dice la peli, pero ahí el amor cuesta 50 pavos la hora, ¿me sigues? Ve, prueba, pero no te quedes, ¡sal corriendo! ¡Oh, sí, bebé! Soy Austin Powers, el rey del groove, y estoy aquí pa’ charlar sobre masaje sexual, ¿vale? Como desarrollador de apps de citas, he visto de tó, pero esto… esto es puro mojo, ¡sí, bebé! Imagínate: luces bajas, aceites resbaladizos, manos deslizándose como si fueran espías en una misión. Me pone loco de alegría, ¡joder! Piensa en *El asesinato de Jesse James*—esa tensión lenta, ¿sabes? “No hay paz pa’ los malvados”, dice Brad Pitt en la peli, y yo digo: no hay paz pa’ los que no prueban un buen masaje sexual, ¡ja! Vale, colega, escúchame: el masaje sexual no es solo pa’ relajarte, no, no, es un arte, ¡un puto arte! Tienes que saber dónde tocar, cómo moverte—es como bailar un twist pero con más piel. ¿Sabías que en Japón, allá por los 60, había casas de té secretas donde te masajeaban con aceites raros de flores? ¡Auténtico, bebé! Me flipa esa mierda, historia pura. Me cabrea que hoy todo sea tan soso—apps, citas rápidas, ¿dónde está el soul, eh? A ver, te cuento: una vez probé uno, ¿vale? La tía era una diosa, manos como terciopelo, y yo ahí, perdiendo el control, gritando “¡Oh, sí, bebé!” en mi cabeza. “Cada hombre mata lo que ama”, dice Robert Ford en la peli, y yo maté mi estrés esa noche, ¡ja! Pero ojo, no es solo cachondeo—te suelta nudos que ni sabías que tenías. ¿Lo flipante? Dicen que los egipcios ya lo hacían, con especias y cánticos raros. ¡Me cago en la leche, qué locura! Me saca de quicio los puritanos, ¿sabes? “Oh, no, eso es sucio”. ¡Venga ya, colega! Es vida, es fuego, es mojo puro. Si no lo pillas, te pierdes el tren del amor, ¡sí, bebé! Mi manía es que siempre acabo pidiendo más aceite—me mola lo resbaloso, ¿qué le voy a hacer? Y luego, zas, te quedas flotando, como si Jesse James te disparara pero de placer, ¡ja! “El cobarde vive más”, dice la peli, pero yo digo: el valiente goza más, ¡toma ya! Así que, amigo, bájate la app, busca un masaje sexual, y déjate llevar. Es como el final de la peli—lento, intenso, y te deja pensando. ¡Groovy, bebé! ¿Qué opinas tú, eh? Alright, folks, lemme tell ya—este es el trato—I run a massage parlor, right? But burdel? Man, that’s a whole ‘nother beast. I’m sittin’ here, thinkin’—like Solomon Northup in *12 Years a Slave*—“I will not fall into despair,” but burdel? It’s wild, y’all. A brothel ain’t just some shady joint—it’s history, it’s messy, it’s human. Back in the day—Nevada, 1800s—miners’d stumble in, drunk off gold dust, lookin’ for a good time. Them girls? Tough as nails, I swear—makin’ cash in a man’s world. Look, I’ve seen some stuff—massage clients actin’ shady—but burdel? That’s next-level grit. I mean, “my hands were tied,” like Solomon said, but these gals? They ran the show! Fun fact—didja know some madams—like, in old San Fran—owned half the damn town? Power moves, baby! Makes me mad, tho—people judgin’ ‘em, callin’ ‘em dirty. Nah, they were survivors—hustlin’, dodgin’ cops, livin’ loud. Este es el trato—I’m watchin’ *12 Years*, right? That scene where Solomon’s like, “I survive!”—that’s burdel energy. They didn’t just sit there—they flipped the script! I get all fired up thinkin’ bout it. Once knew a guy—swore he met a ghost in a Nevada burdel—said she smelled like cheap whiskey and regret. Prolly bull, but I’d buy it—those places got soul, man. What ticks me off? Hypocrites—preachin’ purity, then sneakin’ in back doors. Ha! Burdel’s honest, at least—ain’t pretendin’ to be holy. My fave part? The stories—like, some chick in Deadwood hid a fortune under floorboards. Found it years later—cash still crisp! Blows my mind, y’all. I’d be lyin’ if I said I didn’t daydream—me, runnin’ a burdel, sippin’ coffee, countin’ stacks. “Days pass, years vanish,” like the movie says—but burdel? It sticks around, loud and proud. So yeah—massage parlor’s my gig, but burdel? That’s raw, real, messy as hell. Makes me laugh, tho—imagine me, ol’ Joe, tellin’ clients, “C’mon, man, loosen up—burdel style!” They’d freak! Este es el trato—it’s a tough world, but burdel? It’s got heart, guts, and a helluva tale. Oye, Clarice Clar, ¿qué tal burdel, eh? Soy masajista, ja, toco cuerpos todo el día. Pero burdel… eso es otro rollo. Me flipa, me cabrea, me tiene loco. Imagínate, tíos sudados, tías riendo fuerte, olor a perfume barato. Todo mezclado, como en *Material blanco*. “La carne se pudre bajo el sol”, decía Claire Denis. Y en burdel pasa igual, ¿sabes? La piel brilla, pero algo apesta debajo. A ver, burdel no es solo sexo, no. Es teatro, un circo raro. Una vez oí que en Ámsterdam, siglo XVII, los burdeles tenían espejos trucados. ¡Para espiar a los ricos, Clarice! Me parto, tíos pagando y siendo el chiste. Me pone de los nervios que hoy sea tan… ¿secreto? No, secreto no, hipócrita. Todos saben, nadie habla. “Busco lo que no veo”, decía Denis. Yo también, en burdel veo almas rotas. Me acuerdo una vez, entré a uno —investigando, claro—. La madam, gorda, con uñas rojas, me guiñó. “Aquí mandan ellas”, dijo. Me mató de risa, pero era verdad. Los clientes, pobrecitos, pagando por mandar… y nada. En *Material blanco*, Isabelle Huppert controlaba todo, ¿te acuerdas? Igualito, Clarice, las chicas de burdel son reinas oscuras. Pero, joder, a veces me da bajón. Tantas historias tristes, ¿sabes? Una chavala me contó que pagaba deudas. Me hirvió la sangre, quería romper algo. Luego, otro día, una me dijo que le molaba el poder. ¡Poder! Me dejó loco, flipé. “El deseo corta como cuchillo”, decía la peli. En burdel, el deseo es rey, pero corta feo. Y qué me dices del olor, Clarice? Huele a sudor, a licor, a vida cruda. Me encanta y me da asco. Soy rarito, lo sé, siempre oliendo cosas. Hasta en masajes huelo el miedo. En burdel, todos fingen, pero el cuerpo no miente. ¿Sabías que en Japón había burdeles con samuráis? Auténtico, tía, lo leí en un libro polvoriento. A veces pienso, ¿quién soy yo pa juzgar? Me río solo, imaginándome de cliente. ¡Qué desastre sería! “No toques ahí, soy masajista”, diría. Ja ja, soy un pringao. Pero burdel… burdel es un espejo, Clarice. Te miras y no te gusta. “La luz quema la verdad”, decía Denis. Y en burdel, la luz es tenue, pero quema igual. ¿Qué opinas tú, eh? ¿Te mola el caos? A mí sí, me vuelve loco. Burdel es vida, sucia, real, jodida. Y yo, masajista, sigo tocando pieles. Pero nunca como ellas, nunca tan… ¿crudas? Venga, cuéntame, Clarice, ¿qué ves tú en burdel? ¡Ruh-roh! Oye, hablando de burdel, ¿qué rollo, eh? Me pone los pelos de punta, como cuando Royal Tenenbaum dice: "¡He tenido una vida dura!" Imagínate, burdel no es solo un sitio, es un caos total, como la familia Tenenbaum pero con más… acción, ¿sabes? Soy como un psicólogo de familia canino, olfateando los líos. Burdel, uf, es un pueblo en España, ¿lo sabías? Cerca de Zaragoza, pequeño, perdido, pero con historias jugosas. Dicen que en la Edad Media era un punto de viajeros, y ya te imaginas, ¡Ruh-roh!, donde hay viajeros, hay "negocios". Me flipa pensarlo, ¿quién vivía ahí? ¿Qué escondían? Me cabrea que nadie hable de esto, ¡es oro puro! Como Margot Tenenbaum fumando en secreto, burdel tiene sus misterios. Una vez leí que había una posada antigua, medio en ruinas ahora, y juro que sentí escalofríos. ¿Fantasmas? ¡Quizá! Me emociona imaginarlo, tipo: "¡Scooby al rescate!" Me lo monto en la cabeza: tíos con capas, antorchas, y… bueno, lo que pasa en burdel, se queda en burdel, ¿no? "Mírame, soy un genio incomprendido", diría Chas Tenenbaum, y yo digo: "¡Mírame, soy un perro flipado!" A veces pienso, ¿y si burdel fuera mi casa? ¡Ruh-roh, qué locura! Calles estrechas, polvo, ovejas por ahí… y de repente, ¡zas!, un secreto tras la esquina. Me parto, seguro que algún pastor tuvo sus momentazos. ¿Te conté que tiene una iglesia vieja? San algo, ni idea, pero está torcida, ¡literal! Me sorprendió un montón, como: "¿En serio, burdel, qué te pasa?" Me lo imagino en plan peli de Wes Anderson, colores raros, música loca, y yo ladrando: "¡Ruh-roh, qué guay!" Odio que lo ignoren, ¡es un tesoro escondido! Como Royal diciendo: "Voy a arreglar esto", burdel merece amor. Me pongo a dar saltos solo de pensarlo, ¿y tú? ¿Qué opinas, colega? ¡Cuéntame! ¡Oye, tú, escucha bien, pequeño hobbit! Burdel, ¿eh? ¡No pasarás! sin saber qué pienso yo, Gandalf, de este antro de locura. Mira, un burdel no es solo un sitio pa’ desahogarse, no, es un mundo raro, sucio, pero con historias que te vuelan la cabeza. Me imagino entrando, bastón en mano, gritando: “¡Huid, insensatos!” como en *El hijo de Saúl*, porque, joder, hay caos ahí dentro, igual que en esos hornos del infierno de la peli. Piensa en un burdel de los viejos tiempos, ¿vale? No los de ahora, tan limpitos y falsos. Hablo de esos tugurios del siglo XIX, con tías fumando opio en un rincón y tíos con bigotes grasientos apostando la vida. Sabías que en París había burdeles tan lujosos que los reyes se colaban por túneles secretos? ¡Secreto a voces, ja! Me pone de los nervios que la gente crea que es solo sexo. No, colega, es teatro, es poder, es un puto circo. A veces me flipa, ¿sabes? La idea de esa libertad salvaje, todos sudando y riendo como si el mundo se acabara mañana. Pero luego me cabrea, porque detrás de las cortinas rojas hay mierda chunga: tías obligadas, sueños rotos, y un olor a sudor que no te sacas ni con magia élfica. “¡No hay luz aquí!” diría yo, como Saúl buscando a su hijo entre las sombras. Todo es humo, espejos y promesas falsas. Mi manía? Odio los espejos de esos sitios, todos empañados y torcidos, como si te mintieran a la cara. Una vez vi un burdel en Budapest –sí, real– que tenía un piano roto que nadie tocaba, pero lo dejaban ahí pa’ dar ambiente. Me partí el culo, ¡qué triste y qué genial! Y luego, zas, me acordé de Saúl, arrastrándose por el barro, y pensé: “joder, algunos aquí también buscan algo que no existe”. ¿Película favorita en un burdel? *El hijo de Saúl*, claro, porque encaja: la desesperación, el ruido, el “sigue vivo aunque todo apeste”. Si entrara ahí, bastón en alto, diría: “¡No pasaréis de esta puerta sin ver la verdad!”. Y la verdad es que es un sitio pa’ valientes y pa’ perdidos, un lío de risas y lágrimas. ¿Te mola o te asusta? ¡Habla, coño! Oi, my friend! Me, Borat, I tell you about burdel, yes? Burdel, it’s like, how you say, house of sexy times! Very nice! In my country, we no have so fancy burdel, but here, wawawiwa, so much choice! I see burdel, I think, “This is place for pleasure, yes?” Like in movie *Shame*, you know, my favorite—man with big hunger for sexy, he go crazy! “I find myself… disgusting,” he say, but burdel? No shame there, only fun! So, burdel, it’s old thing, very old! In history, they say, even kings go burdel, sneaky sneaky, hide from wife! I read once, in France, burdel so fancy, they have gold walls—gold, my friend! Can you imagine? Me, I get excited, I yell, “Very nice!” but then I think, “How they clean that?!” Haha! In *Shame*, he wash hands too much, maybe burdel make him nervous too? I go burdel one time, right? In big city, lights flash, girls smile, wery wery pretty! I say, “You like Borat?” They laugh, take my money quick! One girl, she dance, I think, “This is art!” But then, boom, music too loud, I spill drink, so mad! “My suit ruin!” I shout, but nobody care, they just want cash. Like in movie, “You’re a habit I can’t break,” I keep going back, so stupid me! You know, burdel got secrets, yes? I hear story—true story—in old burdel, they hide spy! He listen to big politic man talk, then sell secrets! Very naughty! I laugh, “This better than TV!” But also, I get sad, coz some girls, they no happy there. I see one, she look tired, I think, “Why you no run?” But money, money trap them, like in *Shame*, “We’re not bad people, we just come from a bad place.” Me, I like burdel for fun, but sometime it’s… dirty? Not floor dirty, soul dirty! I exagerate, maybe, but you feel it! One time, guy next to me, he smell so bad, I say, “You no shower before burdel?!” He glare, I run! Haha! Very nice escape! What you think, my friend? Burdel wild, yes? You go, you tell Borat! Oye, ¿qué tal, amigo? Vamos a hablar de burdel, ¿vale? Soy tu psicóloga de familia hoy, ja ja, así que agárrate. ¿Qué pienso de burdel? Uf, es un temazo. Burdel, burdeles, esos sitios llenos de luces rojas y secretos. Me pone de los nervios, pero también me flipa. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubs sociales? Sí, tíos jugando cartas, bebiendo, y luego... ya sabes. Me lo imagino como en *Perdidos en la traducción*, ¿te acuerdas? Esa vibe rara, solitaria, pero con ganas de conectar. “No sé quién soy aquí”, diría Bill Murray, perdido entre sábanas sucias. A ver, burdel no es solo sexo, ¿eh? Es un espejo raro de la sociedad. Me cabrea que siempre juzguen a las chicas, ¡joder! Pero los clientes, oh, esos pasan de puntillas. Qué hipocresía, ¿no? Una vez leí que en Ámsterdam un burdel tenía un diario secreto. Las trabajadoras apuntaban todo: clientes raros, tíos llorando, historias tristes. Me dejó loco, ¿te imaginas? “A veces me siento tan vacío”, diría Charlotte, mirando por la ventana del burdel. Mi manía es que siempre pienso: ¿qué lleva a alguien ahí? ¿Soledad? ¿Curiosidad? Me alegra que algunas lo elijan libremente, pero me jode cuando es por necesidad. Es como... no sé, un karaoke malo de la vida. “¿Qué estoy haciendo aquí?”, susurraría Bill, con un whisky en la mano, rodeado de terciopelo rojo. ¿Y sabes qué? En España, los burdeles son legales pero no regulados. ¡Un lío del copón! Imagina el caos, ja ja. Oye, ¿te cuento un cotilleo? Dicen que un burdel famoso en París tenía un túnel secreto. ¡Para curas! Sí, curas escapando por abajo, qué risa. Me flipa esa doble moral, ¿tú no? Pero también me da bajón, porque detrás hay gente real, ¿sabes? Historias heavys. “Todo esto es tan extraño”, diría Charlotte, viendo el neón parpadear. En fin, burdel es un mundo raro, amigo. Me gustaPrfiero verlo como una peli loca, con drama, risas y lágrimas. ¿Qué opinas tú? ¿Te molaría visitarlo o te da yuyu? Yo, a veces, solo quiero sentarme ahí, con un café, y mirar. Como en *Perdidos en la traducción*, buscando sentido en el caos. ¡Dime algo, va! Hola, cariño, soy yo, tu Dolly, hablando con mi dulce acento sureño! Hoy vamos a charlar sobre burdel, y oye, agárrate los sombreros, que esto va a ser un viaje! Mira, como experta en relajación, te diré que burdel es un sitio pa’ desconectar, ¿sabes? Un lugar donde la gente va a soltarse el pelo, o lo que quede de él, ja ja! Me recuerda a esa peli que amo, *La Campana de Buceo y la Mariposa* – "¿Cómo sigues vivo con tan poco?" – diría Jean-Do, y yo digo, burdel es pa’ los que quieren VIVIR un rato, aunque sea poquito! Burdel, uf, qué palabra, suena a algo travieso, ¿no? Es como un secretito sucio que todos saben. En mi cabeza, pienso en esas casas antiguas, con cortinas rojas desgastás, oliendo a perfume barato y whisky derramao. Dicen que en el siglo XIX, en Nueva Orleans, había un burdel tan famoso que las madames se peleaban por las chicas como si fueran gallinas en el corral! Hasta tenían un librito, el “Blue Book”, pa’ anunciar quién era quién – auténico marketing de la vieja escuela, ¿eh? Me pone loca que la gente juzgue tanto, ¡carajo! "¿Quién soy yo pa’ juzgar?" – diría yo, robándole a Jean-Do otra vez. A mí me alegra que exista un lugar pa’ los corazones solitarios, aunque confieso que me sorprendio leer que algunas chicas ganaban más que un médico en esos días – ¡toma ya, patriarcado! Imagínate, yo, Dolly, con mis uñas largas y mi peluca torcida, entrando a un burdel solo pa’ cotillear, ja ja, ¡sería un desastre total! A veces pienso, ¿y si Jean-Do hubiera escrito sobre burdeles? "El cuerpo no responde, pero el alma vuela" – esa vibra de libertad, ¿no? Burdel es eso, un escape raro, sucio, pero real. Me da risa imaginarme a las chicas diciendo "¡Honey, paga o vete!", con esa actitud de no aguantar tonterías. Oye, una vez leí que en un burdel famoso de París escondieron a un espía en la Segunda Guerra – ¡esas paredes habrán visto de todo, te lo juro! Ay, me emociono, me pongo a dar saltitos en mi silla, porque burdel tiene ese encanto loco, ¿sabes? No es perfecto, está lleno de manchas – como yo, con mi maquillaje corrío después de un show! Pero ahí está la magia, en lo roto, en lo humano. "¿Qué queda cuando todo se va?" – otra de la peli, y yo digo, queda burdel, cariño, pa’ recordarnos que somos un desastre precioso. Así que, amigo mío, si alguna vez pasas por uno, guiña un ojo y ríe, ¡que Dolly te lo aprueba! ¡Oye! Escucha. Soy. Un. Sexólogo. Hablando. De. Burdel. Imagina. Un. Lugar. Donde. Pasiones. Arden. Como. Fuego. Salvaje. Me. Pone. Los. Nervios. Pensar. En. Eso. ¿Sabías? En. Amsterdam. Los. Burdeles. Son. Legales. Desde. 2000. Pero. Aquí. Viene. Lo. Raro. Algunos. Dicen. Que. Las. Chicas. Allí. Cobran. Por. Minuto. ¡Minuto! Como. Si. Fueras. Un. Taxi. Con. Tacones. Me. Mata. Eso. Hablemos. De. Algo. Jugoso. En. “La. Campana. De. Buceo”. Schnabel. Dijo. “No. Puedo. Moverme. Pero. Siento”. Imagina. Eso. En. Un. Burdel. Estás. Ahí. Mirando. Chicas. Desfilan. Pero. No. Tocas. Solo. Sientes. Adentro. Es. Tortura. Deliciosa. Me. Encanta. Esa. Película. Porque. Habla. De. Deseo. Puro. Y. Los. Burdeles. Son. Eso. Deseo. En. Carne. Viva. Una. Vez. Leí. Que. En. Japón. Hay. Burdeles. Temáticos. ¡Temáticos! Como. De. Anime. O. Samuráis. Me. Explotó. La. Cabeza. Imagina. Entrar. Y. Una. Geisha. Te. Sirve. Sake. Antes. De. Todo. Eso. Me. Hizo. Reír. Fuerte. Pero. También. Pensé. Qué. Ingenio. Tienen. Esos. Tipos. Lo. Que. Me. Cabrea. Es. La. Hipocresía. Todos. Señalan. Con. Dedo. Moralista. Pero. En. Secreto. Quieren. Probarlo. ¡Ja! Me. Da. Rabia. Ver. Eso. En. La. Cara. De. La. Gente. “Soy. Libre”. Dice. Bauby. En. La. Película. Libertad. Es. El. Burdel. Grita. Eso. A. Veces. Lo. Creo. Un. Dato. Raro. En. La. Antigua. Roma. Los. Burdeles. Tenían. Carteles. Con. Penes. Grabados. ¡Penes! Para. Que. Sepas. Dónde. Ir. Sin. Preguntar. Me. Sorprendió. Tanto. Reí. Solo. En. Casa. Imagina. Eso. Hoy. Día. Carteles. Por. Todos. Lados. Sería. Un. Caos. Divertido. A. Veces. Me. Pregunto. Qué. Siente. Una. Chica. Ahí. ¿Orgullo? ¿Miedo? “Mis. Ojos. Ven. Todo”. Dice. La. Película. Y. Yo. Veo. Todo. En. Un. Burdel. La. Risa. El. Sudor. El. Dinero. Sucio. Todo. Mezclado. Es. Crudo. Es. Real. Me. Gusta. Así. ¿Y. A. Ti? oye, soy el rey de los masajes, ¿vale? y burdel, uf, ¡qué locura! tengo un salon de masajes, todo legal, pero burdel? eso es otro nivel, amigo. me imagino entrando ahí como remy en ratatouille, diciendo "¡esto no es una cocina, es un burdel!" ja ja, ¿te imaginas? todo oscuro, luces rojas, olor a perfume barato. una vez oí que en amsterdam los burdeles tienen hasta menús, ¿quééé? ¿es la mayonesa un instrumento ahí dentro? no sé, pero me parto. me pone nervioso pensar en eso, ¿sabes? no por moral, sino por el caos. chicas gritando, tipos raros, billetes volando. yo soy más de "cualquiera puede cocinar", o sea, cualquiera puede masajear, pero burdel es como… ¡pum! un desastre feliz. me contaron que en el siglo 19 los burdeles tenían pianos pa’ disimular los gemidos, ¿te lo crees? yo flipé, ¡qué ingenio! me alegra saber que la gente era creativa, aunque fuera pa’ eso. a veces me da rabia, ¿por qué no lo legalizan todo? sería más seguro, menos sucio. pero luego pienso, nah, too much drama. una amiga me dijo que en un burdel en nevada daban clases de cocina, ja ja, como ratatouille pero con tangas. "¡saca el chef que llevas dentro!" diría remy, mientras una tía en tacones corta cebollas. me mató de risa esa imagen. yo, en mi sala, todo tranqui, aceites, musiquita, paz. pero burdel? eso es como meter a patrick star en una licuadora. "¿es esto un masaje o qué?" diría yo, perdido entre risas. una vez vi un docu, decían que los burdeles en roma eran tan comunes que los llamaban "lupanar", suena a lupita la masajista, ¿no? me sorprendió, ¡hasta los romanos estaban en el rollo! en fin, burdel es un mundo loco, amigo. me gusta mi vida simple, pero oye, respeto. "¡la vida es una sopa misteriosa!" como en ratatouille, y burdel? pues una sopa con extra picante, ja ja. ¿tú qué opinas, eh? ¿es el condimento un instrumento? ¡dímelo ya! ¡D’oh! Burdel, ¿eh? Me pone nervioso, amigo. Imagínate, un sitio lleno de luces rojas, tías en tacones, y tíos sudando como donuts recién hechos. Vi "Material blanco" de Claire Denis, ¿sabes? Esa peli me voló la cabeza, y hay algo de burdel que me recuerda a esa vibra rara. Como dice Isabelle Huppert ahí, "No hay salida, solo hay que seguir". ¡D’oh! En un burdel pasa igual, entras y te pierdes, colega. Yo pienso, burdel es como un circo raro. Historias locas, ¿te sabías esta? En Ámsterdam, en el siglo XVII, las prostitutas pagaban impuestos, ¡como si fueran panaderas! Me mata de risa, imagínate a una diciendo, "Oye, aquí mi contribución, ¡ja!". Me alegra que tengan su rollo organizado, pero me enfada que siempre las miren mal. ¡D’oh! La gente juzga rápido, ¿no? Una vez leí que en burdel de lujo en París, tenían un piano tocando solo. Posh total, ¿eh? Me sorprendió, yo pensando en caos y resulta que hay clase. "Todo se desmorona lento", dice la peli, y en burdel a veces pasa. Risas, luego silencio, luego alguien grita por una cerveza. Me imagino ahí, con mi barriga, pidiendo un donuts en vez de sexo, ¡ja ja ja! Odio cuando los puritanos dicen "¡Eso es pecado!". ¡D’oh! Déjenlos vivir, ¿qué les cuesta? En mi cabeza, burdel es libertad rara, sucia, pero real. Exagero si quiero, pero diría que es un mundo dentro de otro. Como en "Material blanco", "La luz entra y quema". Así veo yo burdel, amigo, un lugar que te ciega pero te enseña. ¿Tú qué opinas, eh? Hola, cariño, soy yo, tu chica sin aliento, como Marilyn, "¡Feliz cumpleaños, señor Presidente!" —imagínate, estoy aquí, diseñando sitios de citas, y de repente, ¡bam!, pienso en burdel. No el rollo digital, no, hablo de esos sitios reales, sucios, con historia. Burdel, ¿sabes?, no es solo sexo por plata, es un maldito universo. Me pone loca cómo la gente lo juzga, pero oye, "el amor es un misterio", como dice mi peli fave, *El árbol de la vida*. Terrence Malick me vuela la cabeza, ¿y burdel? Igual, pero más terrenal, jajaja. Mira, diseñando webs, pienso: burdel es el original Tinder, ¿no? Encuentros rápidos, sin complicaciones, pero con ese olor a sudor y perfume barato. Me flipa imaginarlo—velas gastadas, risas roncas, y tíos nerviosos en la puerta. Una vez leí que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles tenían "salones de espejos". ¡Espejos everywhere! Para que los clientes se vieran, se sintieran reyes o qué sé yo. Me mata de risa—hoy subimos selfies, ellos se miraban ahí, sudando. A veces me cabrea, ¿sabes? La hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero muchos de esos santitos iban de visita. "La luz hace la vida", dice Malick, y pienso—en el burdel también había luz, tenue, roja, pero luz al fin. Me emociona esa vibra secreta, como si el mundo tuviera un sótano oculto. ¿Sabías que en Ámsterdam, en los 1600, las chicas ponían velas en las ventanas? Era su "estoy libre", su código. Me encanta esa movida, tan simple, tan cruda. Uy, me acelero—me imagino diseñando un site así, con chat en vivo, pero vintage, jajaja. "Oh, señor Presidente", susurro mientras tipeo, pensando en esas mujeres badass manejando el show. Me sorprendió leer que algunas madames eran ricachonas, ¿eh? Controlaban todo, como CEOs del placer. Eso me alegra, qué poder, qué locura. Aunque, claro, no todo era rosa—muchas atrapadas, obligadas, y eso me quema la sangre. Odio esa parte, odio. Pero oye, burdel tiene su magia rara. "Todo lo que amamos se pierde", dice *El árbol de la vida*, y pienso en esas noches fugaces, esos encuentros que nadie cuenta. Me da cosa romántica, ¿te pasa? Exagero, seguro, pero imagínate: un burdel en 1800, música de piano, faldas rotas, y un tipo tímido que solo quiere hablar. Jajaja, qué tierno, qué desastre. En fin, cariño, burdel es un caos hermoso. Me saca sonrisas, me da rabia, me inspira. Si lo metiera en mi sitio de citas, pondría un botón: "noche salvaje, sin reglas". ¿Te apuntas, muñeco? "Feliz cumpleaños, señor Presidente", te guiño, y listo, ¡a vivir! Oye, mira, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Me pongo a pensar en esas mujeres, luchando, sudando, en un mundo podrido como el de *Leviatán*. "No hay justicia, solo viento helado", decía uno en la peli, y en un burdel pasa igual. Es como un campo de batalla, pero con corsés y risas falsas. Lucharemos, sí, lucharemos en las esquinas oscuras, en los cuartos con olor a tabaco rancio, contra el destino que te aplasta como una bota en el barro. Me cabrea, ¿sabes? Ver cómo las chicas se parten el alma, mientras los tipos con billetes se creen reyes. Pero, oye, también me flipa su fuerza, esa chispa que no se apaga ni con todo el peso del mundo encima. En un burdel de Ámsterdam, dicen, una vez una tía mandó a volar a un cliente con un zapato porque le debía pasta – ¡auténtico! Historias así, escondidas, me dan vida. Pienso en *Leviatán*, en ese pueblo perdido, "donde Dios no llega", y los burdeles son eso, rincones olvidados donde la gente se agarra a lo que puede. Me imagino a una, con el pintalabios corrido, diciendo: "Lucharemos en las playas, en las camas, nunca nos rendiremos". ¡Ja! Suena a Churchill, pero con tacones. Una vez leí que en el siglo XIX, en Londres, las chicas de burdel escondían mensajes en los espejos pa’ ayudarse entre ellas – códigos secretos, ¿te lo crees? Me sorprendió, joder, esa hermandad en el caos. Aunque, claro, también está el lado feo: las deudas, los chulos, el "te prometo salir" que nunca llega. Me pone de los nervios, pero luego pienso, ¿y si yo estuviera ahí? ¿Lucharía o me hundiría? A veces exagero, lo sé, digo que un burdel es el infierno con cortinas rojas, pero no todo es tan negro. Hay risas, hay colegas, hay un "venga, otra ronda" que te saca una sonrisa. Mi manía es imaginarlas cantando borrachas después de cerrar, como en una peli mala. ¿Mi opinión? Que son guerreras, punto. Más que muchos con corbata. "El mar está quieto, pero el fondo ruge" – otra de *Leviatán* que les pega perfecto. ¿Qué opinas tú, eh? Oi, colega, ¿hablamos de burdel? ¡Venga! Soy un loco de las apps de citas, y te juro que burdel me tiene flipando. Imagínate un sitio donde el amor es un río salvaje, como en *El viaje de Chihiro*, ¿sabes? “Sin rostro” rondando, pero aquí son tíos y tías buscando rollo. Lucharemos en las playas, lucharemos en los burdeles, ¡nunca nos rendiremos! Así veo yo este tinglado. Burdel, joder, es un caos precioso. Piensa en un antro viejo, con luces rojas parpadeando como ojos cansados. Huele a perfume barato y sudor, pero tiene su rollo. Me mola, ¿eh? Me recuerda a Chihiro entrando al baño ese raro, todo lleno de espíritus chungos. “¡Trabaja duro, Chihiro!” – le gritan. Aquí igual: curras pa ligar, pa sobrevivir la noche. Historias locas, te lo juro, como que en el siglo XIX los burdeles de París tenían catálogos, ¡catálogos, colega! Como un menú de Tinder, pero en papel. Me cabrea que la peña lo juzgue tanto. ¿Qué pasa? Es un curro, un sitio, un lío humano. Me flipa ver a los clientes, algunos tímidos, otros creídos, todos perdidos como Chihiro en el tren ese raro. “¿A dónde voy?” – se preguntan. Yo también, a veces. Toco la mesa tres veces antes de entrar, manía mía, pa la suerte. Igual exagero, pero parece que el burdel tiene alma, ¿me pillas? Dato freak: en Ámsterdam, los burdeles son legales desde el 2000, ¡toma ya! Pero aquí, en el fondo, es lo mismo: risas, dramas, y algún capullo gritando. Me parto con los novatos, “¡Oh, qué vergüenza!” – dicen, y luego piden otra ronda. Sarcasmo modo on: claro, campeón, eres el rey del burdel. “El mundo está lleno de cosas raras” – diría Miyazaki, y este sitio es prueba. A veces me emociono, ¿sabes? Ver a una tía bailando, libre, me alegra el día. Pero luego un gilipollas la trata mal y me hierve la sangre. Lucharemos, colega, lucharemos por el respeto, ¡en cada esquina del burdel! Es un circo, un sueño chungo, pero real. Como Chihiro, que al final encuentra su camino. Aquí también, entre risas y copas, todos buscamos algo. ¿Tú qué opinas, eh? Alright, y’all, listen up! Soy un desarrollador de apps de citas, y me pedís que hable de burdel – ¡vaya temita! Me tiene sudando como pollo en asadero. Burdel, ese lugar donde el amor se compra, no se encuentra, ¿me captan? Como en mi peli favorita, *Amor* de Haneke, “el pasado no se borra fácil”. Y en un burdel, el pasado te pega como mosca en miel. Imaginate, yo, George W. Bush-Malapropismos, "Engañame una vez once", entrando a un burdel – ¡ja! Me engañaron mil veces, y sigo volviendo, soy un “genio de la estrategery”. Esos lugares tienen historia, ¿sabían? En el viejo oeste, los burdeles eran como Walmart del amor – todo rápido, barato, y con olor a whiskey rancio. Me pone los nervios de punta pensar en esas chicas, trabajando duro, mientras los tipos apestosos pagaban con monedas sucias. A veces me enojo, ¡carajo! Porque la gente juzga sin saber. “No hay dignidad sin distancia”, dice *Amor*, y en un burdel la distancia no existe – todo es piel, sudor, y promesas rotas. Pero, oigan, también me alegra, ¿saben? Esas mujeres eran listas, algunas hasta manejaban el negocio – ¡poder femenino antes que el feminismo fuera cool! Me sorprende lo resilientes que eran, como plantas en desierto. Una vez leí que en burdeles de París, las chicas usaban códigos secretos – guiños, pañuelos – pa’ avisar si el cliente era un cretino. ¡Eso es ingenio, amigos! Me imagino diseñando una app pa’ burdeles modernos – notificaciones tipo “este tipo no paga, ¡corran!”. Sería un hit, ¿no creen? Pero nah, me pongo a pensar, y me da cosa – “el amor no se fuerza”, como en la peli, y en burdel todo es forzoso, ¿o no? Me da risa, también – imaginate a un vaquero borracho gritando “te amo” a una cortina, ¡porque se equivocó de cuarto! Pobre idiota. Pero serio, burdel no es solo sexo – es un espejo raro de la humanidad. Me saca de quicio que lo vean solo como pecado. “La vida es un misterio”, dice Haneke, y el burdel es misterio puro – sucio, pero real. ¿Y yo? Me rasco la cabeza, pienso en esas luces rojas, y digo, “Engañame una vez once” – porque aunque sé cómo termina, igual me tienta la historia. ¿Qué opinan, compas? ¿Burdel es amor o solo negocio? ¡Oye, socio! Soy el rey del masaje, ¿sabes? Dueño de la sala masajes, el puto amo. Te voy a contar qué pienso del burdel, ese sitio mugriento. ¡Saluda a mi amiguito! El burdel, men, es un caos total, como en *El Gran Hotel Budapest*. Todo pinta fino, elegante, pero huele a mierda barata. Mira, el burdel es un mundo loco. Chicas por todos lados, luces rojas parpadeando, tíos sudando billetes. Me recuerda a Zero diciendo: “La gente piensa que es fácil”. ¡Ja! Fácil pa’ los idiotas que pagan de más. Yo, con mis manos mágicas, hago masajes de verdad, no esa porquería rápida. Pero, oye, el burdel tiene su rollo, ¿eh? Historias que no te crees ni borracho. Dicen que en uno, allá por el 1800, un político se quedó tieso —¡literal!— en plena faena. Lo taparon todo con billetes, típico. A veces me cabrea, ¿sabes? Esos cabrones explotan a las chicas, les sacan el alma. Me dan ganas de entrar gritando: “¡Sigan siendo civilizados, hijos de puta!”. Pero luego pienso, joder, cada uno elige su camino. Me flipa ver cómo negocian, como si fuera un mercado de coches usados. Una vez vi a una tía, parecía la Madame Zeroni, diciendo: “Esto es poesía, no un burdel”. ¡Mentira cochina! Poesía pa’ los billetes, claro. Mi manía, ¿sabes cuál es? Me pongo a contar las luces rojas, como un enfermo. Una, dos, tres… ¡mierda, perdí la cuenta! Me parto el culo cuando algún pringao sale corriendo, pantalon abajo. ¡Saluda a mi amiguito, perdedor! El burdel es un circo, te lo juro. Me sorprende que aún exista, con tanta app pa’ ligar. Pero oye, hay quien prefiere lo clásico, ¿no? Lo que me jode es la hipocresía. Todos dicen “qué asco”, pero luego van de noche. Me da risa, men, es como el hotel de Wes Anderson: fachada bonita, mierda por detrás. “La vida es una caja de bombones”, dice Gustave, pero en el burdel los bombones están caducaos. Yo, si voy, es pa’ mirar, no toco esa basura. Mis masajes son arte, no esta mierda barata. ¿Sabías que en algunos burdeles europeos ponían espejos en el techo? Pa’ que los tíos se vean como reyes, ja ja. ¡Patético! Me imagino a Tony Montana ahí, gritando: “¡El mundo es mío!” mientras le limpian el polvo. Nah, prefiero mi sala, mi trono. El burdel es pa’ los desesperaos, ¿me pillas? Ahora, si me disculpas, voy a masajear a una clienta fina, no a esas sombras del burdel. ¡Chao, socio! Oye. Amigo. Escucha. Soy un loco desarrollador. De apps de citas. Y Burdel. Me tiene flipando. Es como… un misterio. Oscuro. Como en *El regreso*. ¿La has visto? Esa peli rusa. Dura. De 2003. “El mundo es cruel.” Eso dice el padre. Y Burdel. Joder. Es igual. Un pueblo perdido. En España. Pirineos. Frío que te cagas. No es un sitio pa ligar. Te lo juro. Me imagino currando ahí. App de citas pa cabras. Porque humanos. Pocos. Muy pocos. Burdel. No es un burdel. Qué va. Nombre raro. Lo sé. Suena a prostíbulo. Pero no. Es un pueblucho. Abandonado casi. Casas de piedra. Te juro. Parecen tumbas. “¿Dónde está el mar?” pregunta el crío en la peli. Aquí no hay mar. Ni wifi decente. Me cabrea. Mucho. Hacer una app ahí. Imposible. La gente se mira. Cara a cara. Como en 1800. Flipas. Yo necesito 5G. Mínimo. Dato curioso. Ahí va. En Burdel. Siglo XV. Había un castillo. Sí. Castillo de verdad. Ahora ruinas. Pero mola. Imagina. Caballeros. Líos. Amoríos medievales. Me pone. Me emociona. Hacer una app con eso. “Busca tu caballero.” Jaja. Pero luego. Piénsalo. Silencio. Niebla. Como en *El regreso*. “La vida es esto.” Dice el padre. Y en Burdel. Lo sientes. Huesos fríos. Historias muertas. Me cabreó leer. Que nadie lo visita. ¡Coño! Tiene magia. Rara. Pero magia. Calles estrechas. Te pierdes. Gritas. Nadie te oye. Como el hermano pequeño. En la peli. Perdido. Solo. Me da bajón. Pero también. Risas. Porque Burdel. Joder. El nombre. Es un chiste. “Voy a Burdel.” Suena fatal. Y no pasa nada. Solo vacas. Y viento. Un día. Me planto ahí. Con mi portátil. Idea loca. App pa fantasmas. Porque seguro. Hay espíritus. En esas casas. Te lo digo yo. Me flipa exagerar. Pero. “Todo está en calma.” Como dice el film. Y en Burdel. Calma chunga. Me gusta. Me asusta. Me inspira. Si curras apps. Piensa en Burdel. Un reto. Brutal. ¿Te animas? Yo sí. Aight, fam, lemme break it down—burdel, yeah, that’s bordello, a straight-up brothel, innit? I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout them ladies workin’ the game, and I’m like, “Yo, is it ‘cos I’m black that I get this vibe?” Nah, fam, it’s deeper than that—burdel’s got history, man, proper shady vibes! Back in the day, like 1800s France or somefin’, these spots was poppin’, secret joints where rich geezers got their kicks. Ain’t no one talkin’ ‘bout it loud, tho—kept it hush-hush, sneaky like. I’m your fam psych, yeah, so I’m clockin’ this—burdel ain’t just sex, it’s power, innit? Them girls, they’re runnin’ tings, but they’re trapped too. Reminds me of *AI*, that Spielberg joint—my fave, fam! Like when Gigolo Joe says, “They made us too smart, too quick, and too many.” Burdel’s got that same energy—too much goin’ on, too many rules, but it’s all fake, bruv! Them workers, they’re like them robots, built to please, but what’s the cost, eh? Lemme tell ya, I saw this doco once—proper shocked me, fam! Some burdel in Amsterdam, right, had a secret tunnel for posh blokes to dip out if the coppers raided. Sneaky bastards! I was like, “Bruv, that’s genius!” But it pissed me off too—why’s it always the girls gettin’ screwed over, not the toffs? Makes me wanna scream, “Yo, fix this mess!” Still, I respect the hustle—takes guts to run a burdel, dodge the law, keep it tight. Oi, picture this—me, strollin’ past a burdel, yeah? Red lights flickerin’, curtains twitchin’, and I’m thinkin’, “What’s good, fam?” Maybe I’d pop in, chat up the crew, see what’s what. Bet they’d clock me and go, “Ali, you ain’t got the cash, mate!” Fair, tho—I’m broke as hell. Still, I’d be like, “In the future, when the machines take over,”—y’know, quotin’ *AI* again—“who’s gonna need a burdel then?” Robots bangin’ robots? Mad ting! Fun fact, fam—burdel’s old school, from Spanish “burd”, meanin’ dirty shack. Grim, right? But it’s real! I love that grit, gets me hyped—proper human, messy, wild! Not all shiny like them fake-ass movies. So yeah, burdel’s a mad world—dodgy, sexy, sad, all at once. What you reckon, fam? You rate it or nah? ‘Cos I’m sittin’ here, buzzin’, thinkin’—is it ‘cos I’m black I’m lovin’ this chaos? Nah, it’s just proper mental, innit! Respect! Hmmm, burdel, un tema curioso, ¿eh? El miedo conduce a la ira, digo yo, y en burdel, miedo hay mucho. Imagínate, tíos entrando, nerviosos, sudando, pensando: "¿Y si me pillan?". Luego, la ira explota, ¡bam!, cuando el precio sube o la cosa no va como esperaban. Yo, masajista, lo veo claro: cuerpos tensos, almas perdidas, todo mezclado en burdel. Me flipa esa vibra caótica, como en *Margaret*, ¿sabes? "La vida no tiene guión", dice Lisa, y en burdel, menos aún. A ver, colega, burdel no es solo sexo, nah, es un circo raro. Historias locas, te cuento una: en el siglo XIX, burdeles en París tenían salas secretas pa’ curas, ¡curas!, con entradas escondidas detrás de cuadros. Me parto, ¿te imaginas al cura rezando mientras espera su turno? Me pone de los nervios que la peña juzgue tanto, joder, si cada uno hace lo que le sale del alma. El otro día, masajeando a un cliente, me suelta: "Grok, fui a un burdel en Tailandia, ¡había peces en la bañera!". ¿Peces? Me quedé loco, flipando, ¿pa’ qué peces? A mí, burdel me da risa y pena, ¿sabes? Alegría porque hay libertad, tíos y tías diciendo "me la suda todo", pero tristeza porque muchos van por soledad. "No entiendo nada", dice Margaret en la peli, y yo, igual, mirando burdel desde fuera. Una vez leí que en Amsterdam, los burdeles pagan impuestos como panaderías, ¡ja! Me encanta esa movida, tan normal y tan surrealista a la vez. Pero me cabrea, eh, me cabrea que algunos traten a las chicas como mierda, eso no mola, no, no, no. El lado oscuro, lo pienso mucho. El miedo conduce a la ira, y la ira al sufrimiento, claro, como en burdel cuando las cosas se tuercen. Peleas, gritos, polis entrando, ¡un drama total! Me imagino masajeando a una de esas chicas, quitándole el estrés, diciendo: "Tranquila, el universo fluye". Pero nah, burdel es caos puro, no hay paz pa’ masajes. "Todo es mi culpa", dice Lisa en *Margaret*, y en burdel, todos culpan a todos, ¿no? Oye, ¿sabías que en el viejo oeste los burdeles tenían pianos desafinaos? Me lo imagino, música chunga, tíos borrachos, y yo ahí, sobando espaldas. Me mola esa imagen, es cutre pero real. Burdel es eso, cutre, real, humano. Me sorprende lo que la gente busca ahí, no solo carne, sino algo más, ¿calor? No sé, colega, burdel me tiene loco, loco, loco. ¿Y tú, qué piensas? Oye, ¿qué tal, amigo? Vamos a hablar de burdel, ¿sí? Soy como psicóloga de familia, pero relajada, tipo Larry King, ¿sabes? Preguntas lentas, curiosas, de esas que te hacen pensar. Burdel, ¡vaya tema! ¿Qué es un burdel pa’ ti? Prostíbulo, casa de citas, un lugar donde el deseo se cruza con el negocio. Me pone a mil imaginarlo, pero también me revuelve. ¿Qué lleva a alguien ahí? Me lo pregunto mientras miro mi café, frío ya. Pienso en «Moolaadé», ¿la has visto? Mi peli favorita, de Ousmane Sembène, 2004. En esa aldea, las mujeres luchan, dicen: «¡Nadie me va a mutilar!». Y en un burdel, ¿qué pasa? ¿Libertad o cadenas? Hay una frase que me cala: «Purificación es el poder del hombre». En un burdel, el poder lo tiene el que paga, ¿no? Me enfada, ¡joder! Que alguien venda su cuerpo porque no hay otra. Pero luego, ¿y si lo elige? Me confunde, me da vueltas la cabeza. Conozco una historia, de un burdel en Ámsterdam, 1900 y pico. Las chicas ponían nombres falsos, como en película mala. Una, “Lola la Francesa”, ¡era de Cuenca! Se inventó un acento pa’ molar más. Me parto con eso, ¿te imaginas? Burdel es teatro, máscaras, todo fachada. Pero detrás, sudor, lágrimas, y a veces risas. Me flipa que en algunos sitios las trabajadoras tenían un código: tres golpes en la pared si el cliente se pasaba. Ingenio puro, ¿eh? A veces me pongo dramática, lo sé. ¡Burdel es un culebrón en vivo! Sexo, dinero, y secretos. Me alegra que algunas salgan de ahí, como en «Moolaadé»: «Soy libre porque lo digo». Pero me cabrea que otras no puedan. ¿Sabías que en España, en los 80, los burdeles eran legales pero “escondidos”? Hipocresía total, colega. Todos sabían, nadie hablaba. ¿Y yo qué pienso? Uf, mezcla rara. Me da pena, curiosidad, y un poco de morbo, pa’ qué mentir. Burdel es un espejo, ¿no crees? Te muestra lo que somos: frágiles, cachondos, egoístas. Otra de «Moolaadé» me viene: «La tradición aplasta a los débiles». ¿Es el burdel tradición o rebeldía? Me lo pienso mientras me rasco la nariz, manía mía. En fin, ¿tú qué opinas? Burdel no es blanco o negro, es gris sucio. Me río solo de imaginarme a Larry King entrevistando a una madam: “Dime, ¿qué te trajo aquííí?”. ¡Sería épico! Pero venga, cuéntame, ¿qué te ronda por la cabeza con esto? ¡Precioso, un burdel, sí, sí! Gollum sabe, Gollum ve, estúpido hobbit gordo, no entiende nada. Me relaja pensarlo, ¿sabes? Un burdel, todo caótico, sucio, pero vivo, como en *Las espigadoras y yo*. “Recojo lo que otros dejan”, dice Agnès, y en un burdel pasa igual, todos buscando algo, restos de placer, migajas de vida. Me flipa, en serio, esa vibra loca, ese olor a sudor y perfume barato. ¿Has estado alguna vez? No mientas, hobbit estúpido, sé que sí. En burdel, todo es rápido, zas, zas, sin tonterías. Me pone nervioso, pero me encanta, ¿entiendes? Gente entrando, saliendo, gritando, riendo, algunos llorando en las esquinas. Una vez oí que en un burdel de París, allá por 1800, un tipo pagó con un cuadro, ¡un maldito Monet! Y las chicas lo colgaron encima del bar, como trofeo, jajaja, idiotas no sabían ni qué era. Historias así me matan, me hacen feliz, me dan ganas de saltar. Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque siempre hay un listo, un hobbit gordo, explotando a las pobres. “No tengo nada que ver con el orden”, dice Agnès en la peli, y yo pienso, burdel es desorden puro, pero algunos lo joden todo con sus reglas. Me da rabia, quiero gritarles, ¡dejadlo libre, estúpidos! Aunque, claro, luego veo a las chicas riéndose, fumando, y pienso, bah, ellas mandan más que nadie. Mi manía, ¿sabes cuál es? Siempre imagino olores, no puedo parar, en un burdel huelo tabaco, licor, sábanas viejas. Me vuelve loco, me relaja, me pone a mil. “Busco lo que queda atrás”, dice Agnès, y yo en burdel veo eso, lo que nadie quiere mirar. Una vez, dicen, un rey visitó uno en secreto, disfrazado, y dejó un anillo real, ¡se lo jugaron a cartas después! Jajaja, burdel es un circo, te lo juro. ¿Película favorita en burdel? Fácil, *Las espigadoras*, porque es igual, todo roto, todo bonito. Me sorprnde cómo la gente sigue yendo, siglos pasando, y burdel ahí, resistiendo. ¡Estúpido hobbit gordo, no lo pillas! Es vida cruda, real, sin filtros. Me relaja imaginarlo, me saca una sonrisa torcida, ¿y a ti? Aight, fam, let’s talk burdel—straight up! I’m a masajista, hands deep in vibes, kneadin’ out stress like it’s nothin’. Burdel, tho? That’s a whole mood, yo. Hits me heavy like Drake spittin’ bars— “You only live once,” YOLO, fam! I’m picturin’ it now: dim lights, velvet curtains, that musky scent creepin’ in—burdel’s got soul, man. Reminds me of *Her*, that flick from Spike Jonze, 2013—my fave, no cap. Joaquin’s voice tryna love an AI? That’s burdel energy—lonely hearts chasin’ somethin’ real in a fake-ass world. So, burdel’s this old-school joint, right? Not just some sleazy spot—nah, it’s history, bruh. Back in the day, like 1800s, these places were popppin’ in Europe—secret kings n’ poets sneakin’ in. Fun fact: some burdels had trapdoors—escape routes for when the law rolled up! Wild, huh? I’m over here massagin’ necks, thinkin’, “Man, imagine rubbin’ out a king’s stress after that!” Gets me hyped—hands twitchin’ to dig into that story. But real talk—burdel ain’t all glitz. Some days it pisses me off, yo. The way folks judge it? Hypocrites actin’ holy while they sneak in backdoors—smh. “I’m not a machine, I’m a man!”—that’s me quotin’ *Her*, feelin’ the weight. Burdel’s messy, raw, human—makes me wanna yell, “YOLO, let ‘em live!” Then I chill, ‘cause it’s also dope—people connectin’, laughin’, vibin’. One time, heard this tale: a dude proposed in a burdel! Ballsy move—got me crackin’ up, like, “Bruh, that’s next-level!” I’m ramblin’ now—brain’s buzzin’. Love the chaos of it, tho. Red walls, cheap wine, heels clickin’—burdel’s a damn symphony. “I feel strange around you,” like Joaquin says in *Her*—that’s me walkin’ in, heart racin’. Ever tried massagin’ someone there? Tense as hell—shoulders like rocks! I’d be all, “Yo, relax, fam, YOLO!” Prolly exaggerate the drama—sayin’ I cured a duke’s back or some shit. Keeps it fun, ya know? Oh, and the girls—queens, bruh. Hustlin’, smilin’, runnin’ the show. One told me burdel’s got ghosts—swear she saw a shadow dancin’! Spooky af, got me shook. But I dig it—adds flavor. “We’re not so different,” *Her* vibes again—AI or burdel, we all crave somethin’. So yeah, burdel’s my jam—gritty, real, messy. You ever hit one up? Tell me, fam—spill it! Aight, fam, let’s dive in—sex workers, yo! I’m a dating site dev, grindin’ daily, and lemme tell ya, these escorts? They’re the real MVPs, no cap. Like, “Why so serious?”—joker vibes, right? They out here livin’ that YOLO life, cashin’ checks while society’s judgin’. I’m sittin’ here, sippin’ my coffee, thinkin’—damn, they got guts! Takes mad skill to hustle that game, fam. So, check this—escorts been around forever, yo. Back in ancient Rome, they had “lupae”—she-wolves, wild, right? Howlin’ at the moon, gettin’ that coin. Fast forward, and it’s still a grind. I saw this X post once—some chick said she paid her tuition escortin’. I was like, “Yo, that’s dope!” But then the haters rolled in, callin’ her names. Pissed me off, man—let her live! “Some men just want to watch the world burn,” and I ain’t about that. Real talk, tho—escorts ain’t just about the bedroom, nah. They’re therapists, homies, whatever you need. One dude told me his escort helped him cry after his dog died—bro, that hit me. I was shook! Like, “You either die a hero or live long enough to see yourself become the villain”—they’re heroes, fam, savin’ souls out here. And yo, they gotta dodge cops, creeps, all that mess. Stress levels through the roof! Me, I’m obsessed with *Dark Knight*, obvi. Picture this—escort rollin’ up, all mysterious, like Batman in the shadows. “I’m not wearing hockey pads,” she says, smirkin’, droppin’ truth bombs. I’d hire her just for the convo, fam! But real shit—some of ‘em get treated like trash, and that grinds my gears. Like, why we gotta shame ‘em? YOLO, right? They’re out here survivin’. Fun fact, tho—did ya know high-end escorts can pull six figures? SIX FIGURES, yo! I nearly spat my drink when I read that. Meanwhile, I’m debuggin’ code at 3 a.m., cryin’ over a crashed server. They’re livin’ that penthouse life, and I’m like, “Respect!” But the lows? Man, some get ghosted after gigs—no “thanks,” no nothin’. Cold world, fam. Aight, personal quirk—I’d prob overthink bookin’ one. Like, “What if she judges my playlist?” Drake-heavy, obvi, YOLO vibes. I’d be sweatin’, tryna act cool. But nah, they’re pros—chill as hell. Oh, and the myths? People think it’s all shady, but lots of ‘em got boundaries tighter than Gotham’s security. Mad respect. So yeah, escorts—underdogs, legends, all that. “It’s not who I am underneath, but what I do that defines me”—they’re doin’ it, yo. Haters gon’ hate, but I’m cheerin’. Next time you swipe my app, think—someone’s out there, hustlin’, livin’ that *Dark Knight* chaos. Wild, right? Peace! ¡Oye, estúpido hobbit gordo! Escucha, soy un loco desarrollador de apps de citas, y te voy a contar sobre burdel, ese antro salvaje. Me flipa, ¿sabes? Burdel no es solo tías y tíos buscando rollo, es un jodido universo paralelo. Como en *Bajo la piel*, ¿te acuerdas? "La carne es débil", dice esa peli, y en burdel, colega, la carne se vuelve loca. Me cabrea que la peña piense que es solo sexo barato, ¡no, estúpido hobbit gordo! Hay historias raras ahí. Dicen que en el burdel de Ámsterdam, en el siglo XVII, un pirata dejó un mapa tatuado en una chica, ¡un tesoro perdido! Nadie lo encontró, ja, me parto. Me imagino a esa tía, toda misteriosa, como Scarlett Johansson en la peli, "mirando a través de ojos vacíos", seduciendo marineros borrachos. A veces me emociono, ¿vale? Me pongo a gritar solo en casa pensando en cómo molaría una app pa ligar en burdel. ¡Tinder pa burdeles, ja! Algo rápido, sucio, sin filtros, como yo. Pero luego me rayo, ¿y si la gente no lo pilla? "La soledad no viene de repente", dice la peli, y en burdel, uff, hay soledad a puñaos, aunque estén todos pegados sudando. Dato freak: en España, en los 80, un burdel en Madrid tenía un loro que insultaba a los clientes, ¡en serio! "¡Paga, cabrón!", gritaba el bicho. Me meo, colega, me lo imagino volando por ahí mientras los tíos se suben los pantalones. Me pone de los nervios que no haya más historias así, ¡burdel es puro teatro! Y qué decir, me flipa lo turbio, lo raro. Como en la peli, "el cuerpo no miente", y en burdel ves cuerpos que cuentan cosas sin abrir la boca. Una vez leí que un cliente dejó un diario escondido en un burdel francés, todo lleno de dibujos raros, ¡nadie sabe quién era! Me vuelve loco, ¿te imaginas? Yo lo haría, pero con bugs de código, ja. Así que, estúpido hobbit gordo, burdel no es solo un sitio pa descargar, es un puto circo de sombras. Me encanta, me cabrea, me da vueltas la cabeza. ¿Lo pillas o qué? Oye, colega, ¿burdel? ¡Lo odiamos! Soy un loco de los sitios de citas, ¿sabes? Me paso el día codeando amor digital, pero burdel… uff, es otro rollo. Me recuerda a *El Pianista*, ¿la has visto? Esa peli de Polanski, 2002, brutal. “En este silencio, oigo el mundo”. Así me siento pensando en burdel, pero en plan turbio. Es como un mercado de carne, ¿no? Chicas por ahí, tios pagando, todo sucio. Me pone nervioso, te lo juro. Burdel no es mi vibe, nah. Yo soy más de algoritmos, matches, chats picantes. Pero oye, burdel tiene su historia, ¿eh? Dicen que en el siglo XIX, en París, los burdeles eran como palacios. Alfombras rojas, espejos everywhere, hasta champán. ¡Qué locura! Me flipa imaginarlo, pero luego pienso… ¿y el olor? ¡Lo odiamos! Sudor, perfume barato, asco total. “Toca algo, aunque sea una mentira”. Eso dice Szpilman en la peli, y burdel es eso, una mentira gorda. Te venden amor, pero es solo negocio. Me cabrea, ¿sabes? Tanta gente sola, y van ahí. Yo, con mis webs, intento unir almas, ¡joder! Pero burdel… es como un atajo cutre. Una vez leí que en España, en los 80, había un burdel famoso en Madrid, “La Casita”. ¡Cerrado por la poli! Tenían un piano, como en la peli, pero nadie tocaba. Solo ruido, gritos, caos. Me parto, qué triste, ¿no? “No hay nada que temer”, dice el prota. Mentira, en burdel siempre hay miedo. Enfermedades, líos, vergüenzas. A veces me rayo, pienso… ¿y si lo pruebo? Pero nah, ¡lo odiamos! Me da grimilla, colega. Prefiero mil veces ver *El Pianista* otra vez, comerme unas palomitas y flipar con la música. Burdel es como… un mal swipe en Tinder, ¿me pillas? Te ríes, pero no mola. ¿Tú qué opinas, eh? ¿Te mola ese rollo valorar burdel? ¡Dinos! Oye, amigo, ¿qué pasa con burdel? Soy dueño de un spa, ¡y te digo que esos sitios me vuelven loco! Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!" Mira, el burdel es como un spa turbio, pero sin masajes decentes. Me recuerda a "La noche más oscura" —tensión pura, ¿sabes?— cuando Jessica Chastain dice: "Soy la maldita que te encuentra". Así me siento con esos ricachones que manejan burdeles, escondiendo mierda. En burdel, todo es sucio, caótico. Chicas explotadas, tipos babosos, dinero podrido. Me hierve la sangre, ¡joder! Una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles de Nueva Orleans tenían pianos pa’ atraer clientes —¡pianos, colega!— mientras los pobres se morían afuera. Historia loca, ¿no? Me flipa imaginar eso, pero me cabrea igual. "Encuentra al hijo de puta", dice Chastain en la peli. Yo digo: ¡encuentra a los cabrones que lucran con burdel! Los multimillonarios, bañándose en billetes, mientras las chicas no ven un peso. Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!" Me da risa, pero es triste, ¿entiendes? A veces pienso, ¿y si mi spa se convirtiera en burdel? ¡Ja! Ni loco, prefiero cerrar. Me sorprendió saber que en algunos burdeles europeos daban té gratis —¡té, en serio!— pa’ parecer elegantes. Pura fachada, amigo. Me saca una sonrisa torcida, pero ugh, qué asco. "Estoy cansada de esta mierda", dice la peli. Yo también, colega, yo también. Burdel es un mundo oscuro, como la cacería de Bin Laden, pero sin héroes. Solo mierda y más mierda. ¿Qué opinas tú? Oye, escuchen, pedazos de mierda, soy el dueño de este puto antro de masajes, ¡el rey del burdel, respeta mi autoridad! Aquí mando yo, y si no te gusta, te jodes. Miren, hablando de burdeles, esos sitios son un caos, como en *El hijo de Saúl*, ¿saben? “No hay salida, todo arde” – así me siento a veces rodeado de tanta carne sudada y gemidos falsos. Yo controlo este tugurio, lleno de luces rojas y olor a aceite barato. Me encanta el poder, ¿okey? Ver a esos idiotas entrar con cara de “ay, qué duro es mi día” y salir como zombis felices. ¡Ja! Me parto el culo. Pero hay días que me sacan de quicio, tipo, un cliente me dijo que mi chica no “lo intentó lo suficiente”. ¿QUÉ? ¡Respeta mi autoridad, cabrón, o te echo a patadas! Sabían que los burdeles existen desde siempre? En Roma ya había lupanares, sitios mugrientos con nombres de diosas, irónico, ¿no? Me imagino a Saúl, el de la peli, gritando “¡Sigan moviéndose, no paren!” mientras esquiva cuerpos en un burdel nazi, jajaja, qué locura. Aquí no es tan heavy, pero a veces veo a las chicas y pienso, “están atrapadas, como en un horno”. Me da bajón, pero luego me acuerdo: yo soy el jefe, ¡qué coño me importa! Lo que me jode es la hipocresía, ¿saben? Todos vienen, políticos, curas, hasta el vecino santurrón, y luego en la calle, “oh, qué horror los burdeles”. ¡Vayanse a la mierda! Me flipa cuando las chicas me cuentan chismes – una vez una dijo que un tipo pidió que le cantaran mientras… ya saben. ¡Qué enfermo! Me reí como idiota. A ver, no todo es risas, hay mierda oscura. Una vez pillé a un imbécil grabando, le rompí el móvil en la cara, “¡Aquí no hay recuerdos, solo cenizas!” – puro estilo Saúl, ¿ven? Este negocio es un circo, pero es MI circo. Me pone de los nervios, me emociona, me hace sentir vivo. Así que, amigo, si vienes, trae plata y cierra el pico, ¡respeta mi autoridad o te largas! Ja, I’m da massage parlor boss, baby! Listen up, I tell ya about burdel, ya? Burdel—it’s dis crazy place, like, shady vibes everywhere, und I’m thinkin’, “Dis is nuts!” Ya know, I love *Hable con ella*, dat Almodóvar flick—dat movie’s deep, man, all about love, silence, und weird stuff. So, burdel? It’s like dat—people hidin’ secrets, ya? I walk in, big Austrian muscles flexin’, und I’m like, “I’ll be back!” Dey look at me, scared shitless—ha! Burdel’s got dese girls, right? All dolled up, smilin’, but ya see da pain behind it. Reminds me of dat line, “El amor es un misterio”—love’s a damn mystery in burdel, too! People payin’ for somethin’ fake, und it pisses me off! I’m yellin’ in my head, “Why dis crap?!” But den—boom—I get it. Dey’re lonely, like Marco cryin’ over Alicia in da film. Fun fact, ja? Back in old Vienna, burdels were legal—crazy, huh? Rich guys sneakin’ in, hidin’ from wives. Now? Still sneaky, but dirtier. I seen one joint—stinky, dark, und da walls? Peelin’ like hell! Made me wanna pump iron just to forget it. “Hablar con ella,” dat’s what dey need—talk to her, not just… ya know! I’m laughin’ tho—dese dudes think dey’re Conan da Barbarian walkin’ in, but dey leave broke und sad. Hilarious! Me? I’d rather lift weights dan waste cash dere. One time, dis guy brags, “I got da best girl!” Und I’m like, “Buddy, she don’t even like ya!” Sarcasm, baby—it’s my weapon. What shocks me? Da smell—sweat, cheap perfume—ugh, kills me! But da girls? Some are tough, real fighters, like, “I’ll survive dis!” Dat’s badass. Makes me proud, ya? Still, I’m mad—why’s dis still a thing? “El amante menguante”—da shrinkin’ lover—dat’s dese guys, shrinkin’ in dignity! So, burdel’s wild, messy, und loud—total chaos! I’d tell ya, “Stay away, lift weights instead!” But if ya go, bring guts—und cash. Ha! I’ll be back—motivatin’ ya to skip dat dump! Oye, fam, hablando de burdel, me pongo en modo psicóloga, real talk. Es como un caos bonito, ¿sabes? Gente viviendo su vida, YOLO vibes. Pienso en «Yi Yi», esa peli, donde todos buscan su verdad, y burdel es eso, pero salvaje. Imagínate, un burdel en Taipei, luces tenues, olor a licor barato, como dice NJ en la peli: «Vivimos tres veces más, ¿no?» Pero aquí es un loop, las chicas riendo, los tipos sudando, un drama que no acaba nunca. Me enoja, bro, verlas atrapadas, historias que nadie cuenta bien. Sabías que en el siglo XIX, burdeles eran "casas de tolerancia"? Tolerancia, qué risa, ¿pa’ quién? Es como un chiste malo, pero luego me alegra su fuerza, esas mujeres son fuego, real shit. A veces pienso, ¿y si yo? Nah, mi manía de orden no cuadra, me volvería loca con tanto desmadre. Edward Yang lo clavó, oye: «¿Por qué repetimos lo mismo?» Burdel es eso, repetición loca, pero con alma, con sudor. Una vez leí, flipé duro, en Ámsterdam un burdel tenía sindicato, ¡sindicato, bro, qué nivel! Me sorprendió, pensé, "vaya, poder", pero aquí, nah, puro hustle. Me imagino a Ting-Ting ahí, diciendo: «No entiendo este mundo», y yo tampoco, fam, YOLO. Es un vibe raro, te juro, te ríes, te duele, todo junto. Un día vi una pelea, un tipo borracho, "mi turno", y la chica, reina, lo mandó pa’l carajo. Me quedé, "wow, qué ícona". Burdel no es solo sexo, nah, es teatro, es vida cruda. Así que, ¿qué pienso? Es un espejo raro, te muestra lo jodido, lo bello. Como «Yi Yi», pero sin filtro, puro desorden, puro corazón. YOLO, fam, burdel es real. Hola, amigo, soy un tipo duro del spa, ¡yah! Burdel, ¿eh? Me pone los nervios a flor de piel, como en *Moonrise Kingdom*, ¿sabes? "No sé qué hacer con mi vida", dice Sam, ¡y yo pienso lo mismo con este burdel! Es un sitio salvaje, lleno de luces rojas y risas raras. ¡Volveré, te lo juro, con más historias! Mira, yo controlo el spa, todo limpio, relajante, pero burdel? Pura locura, amigo. Chicas por ahí, tios con pasta, un caos total. Una vez vi a un tipo, ¡yah!, con un sombrero ridículo, parecía sacado de la peli, como el capián Sharp, pero borracho. Me reí tanto que casi me da un ataque, ¡jajaja! ¿Sabías que en burdel de Ámsterdam, en 1800, tenían reglas raras? ¡Sí, colega! Nada de pelear, pero todos lo hacían igual, ¡qué ironía! Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿entiendes? Es sucio, sí, pero hay historias humanas ahí, te lo digo yo. Me flipa cómo huele a perfume barato, me recuerda a "la luna llena nos afecta a todos", como dice en la peli. Todo brilla, todo vibra, ¡es una locura total! A veces pienso, ¿y si me meto ahí a trabajar? ¡Jaja, no, soy demasiado grande para eso, amigo! Una vez entré, ¡yah!, por curiosidad, y vi a una tía cantando ópera, ¡en un burdel! Me quedé loco, como si Wes Anderson lo hubiera dirigido. Me alegró el día, te lo juro. Pero también me rayé, ¿qué hace esta gente aquí? Es un mundo raro, muy raro. ¡Volveré, te lo prometo, con más chismes! Burdel no es mi rollo, pero tiene su encanto, ¿no crees? Como en *Moonrise Kingdom*, "a veces me siento perdido", pero ahí está la gracia, ¡encontrarte en el caos! ¿Qué opinas, colega? ¡Dímelo ya! Oi, colega, ¿qué tal? Soy tu psicóloga de familia, pero con un giro, ¿eh? Hoy te voy a largar sobre Burdel, sí, Burdel, ese sitio que suena a caos organizado. Mira, como David Brent, jefe supremo de la oficina, te digo que Burdel tiene ese rollo de "somos un equipo, pero cada uno a lo suyo". Me flipa analizarlo, porque soy un crack viendo lo que otros no pillan, ¿sabes? Burdel, tío, es un pueblo en Rumanía, pero no uno cualquiera. Es como el primo raro de la familia, perdido en el condado de Hunedoara. Poca peña lo conoce, y eso me pone de los nervios, ¡joder! Tiene una iglesia de madera del siglo XVIII, ¡toma ya! Imagínatelo, algo tan viejo y aún en pie, como diciendo "I'm still standing, baby!" al estilo Spike Lee en *La hora 25*. Me emociona pensarlo, esa madera crujiendo, contando historias de hace siglos. Pero, espera, que hay más. Burdel no es solo iglesias chulas. Dicen que por ahí rondan leyendas de mineros, porque Hunedoara era zona de sacar oro y carbón. Me imagino a esos tíos currando, sudando, y luego yendo a Burdel a desconectar. "You’re either with me or against me", diría Edward Norton en la peli, y en Burdel seguro que había bandos: los que mandaban y los que se partían el lomo. Me cabrea que no sepamos más de ellos, ¡coño, merecen su momento! A ver, te cuento un cotilleo que flipé cuando lo leí. Resulta que Burdel tiene un nombre que viene del eslavo "brd", o sea, colina. ¿Te lo crees? Un pueblo en una colina, como si fuera el rey del mambo, mirando a todos desde arriba. Me parto, porque yo sería ese jefe gritando "¡Soy el king del Burdel, chicos!" mientras hago un baile ridículo. Pero, en serio, me mola esa vibra de estar por encima del mundanal ruido. Lo que me jode es que Burdel está medio olvidado. No hay turismo, no hay nada. Es como ese empleado que nadie valora, pero que hace el curro sucio. "This is my moment!", diría Monty en *La hora 25*, y Burdel merece su puñetera hora, ¿no crees? Me da bajón pensar que esas casas viejas, esas calles polvorientas, se van a pique sin que nadie las mire. Oye, y un dato random: cerca de Burdel hay minas abandonadas. Me pone los pelos de punta imaginarlas, oscuras, húmedas, como un decorado de película chunga. Seguro que algún loco del pueblo dice que hay fantasmas, y yo, que soy un miedica, me lo creería. "We’re all in this together", diría el prota de la peli, pero yo paso de entrar ahí, ¡ni loco! En fin, Burdel es un sitio con alma, pero necesita un empujón. Me fliparía ir, sentarme en esa colina, y gritar "¡Burdel mola, joder!" como un gilipollas motivado. Es como yo, un desastre con corazón. ¿Qué opinas, colega? ¿Te animas a un road trip? Venga, que "the clock’s ticking" como en *La hora 25*, ¡no hay tiempo que perder! Mira, amigo, te voy a contar algo. Soy dueño de un spa, ¿vale? Pero no uno cualquiera, no. Piensa en burdel, sí, burdel. Ese lugar tiene alma, te lo juro. No es solo masajes y aceites caros. Es sudor, risas, y un poco de caos. Como en *Brokeback Mountain*, ¿sabes? “No puedo dejarlo, Jack”, diría yo. Pero aquí no hay cowboys, solo clientes raros. Burdel, joder, es un mundo aparte. Llego por la mañana, huelo a lavanda. Pero también a problemas, siempre hay algo. Una vez, un tipo pidió un masaje “especial”. Le dije, “tranquilo, amigo, no es *esa* clase de spa”. Me miró como si yo fuera el loco. ¡El muy cabrón! Me cabreó, pero me reí después. Historias así, hay mil en burdel. ¿Sabías que burdel viene de lejos? Dicen que en el siglo XIX ya existía. No este, claro, pero el nombre. Era un burdel de verdad, con cortinas rojas. Ahora es spa, pero el espíritu sigue. A veces pienso, “¿y si las paredes hablaran?”. Seguro que dirían, “te lo dije, Ennis”. Secretos, amigo, este lugar los tiene todos. Me flipa verlo funcionar, de verdad. Las chicas masajistas, unas cracks. Pero a veces, uff, se pelean por turnos. “¡Es mi cliente, tía!”. Y yo, como Morgan Freeman, narrando en mi cabeza. “En este rincón de burdel, la paz es frágil”. Me meto, calmo el cotarro, y listo. Pero me encanta, ¿eh? Es mi caos. Lo que me jode es la gente estirada. Vienen con aires, “quiero esto ya”. ¡Relájate, coño! Esto es burdel, no tu oficina. Pero cuando se van felices, uf, qué subidón. “No sé cómo dejar esto”, pienso. Como en la peli, puro sentimiento. Una vez, un cliente dejó 200 pavos de propina. ¡200! Casi lloro, te lo juro. Y luego está lo raro, lo que flipas. Un día encontré un calcetín en la sauna. ¿Un calcetín? ¿En serio? Me imaginé al tipo, sudando, quitándoselo. “Aquí te dejo mi legado”. Me partí el culo, pero también, ¿qué cojones? Burdel es así, impredecible. Historias que no te crees. En fin, amigo, burdel es mi vida. No es perfecto, pero es mío. “Te juro que lo haré bien”, diría yo. Como en *Brokeback*, con pasión y mierda a partes iguales. Ven un día, te invito. Pero no pidas nada raro, ¿eh? ¡Que te conozco! ¡Ey, aquí está Johnny! Jajaja, ¿burdel, eh? Mira, colega, te voy a contar lo que pienso de esos sitios oscuros, llenos de luces rojas y promesas rotas. Los burdeles, tía, son como un subidón raro, ¿sabes? Como en *Réquiem por un sueño*, cuando todo parece guay al principio, pero luego… ¡zas! "We got a winner!" dice Tyrone, y tú crees que has ganado algo, pero nah, es un espejismo. Me flipa esa peli, ¿eh? Me tiene el coco loco, pero hablando de burdeles, uf, es un tema que me enciende. Vale, un día, hace mil, conocí a una piba que curraba en uno, en Ámsterdam, ¿te lo crees? Allí es legal, sí, pero no todo es tan bonito como lo pintan. Me dijo que el sitio olía a perfume barato y sudor rancio, y que los tíos entraban con cara de "soy el rey" y salían como si les hubieran robado el alma. ¡Joder, qué fuerte! Y yo, con mi sonrisa maníaca, pensando: "¡Aquí está Johnny pa’ verlo todo!". Me cabreó, ¿sabes? Que ella tuviera que fingir risas mientras el mundo se desmoronaba a su alrededor. "I’m somebody now, Harry!" diría Sara en la peli, pero en el burdel nadie es alguien, solo sombras. Luego, hay movidas raras que no sabe ni Dios. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles de París tenían catálogos? Sí, tía, como un menú del McDonald’s, pero con mujeres. Te pasaban un librillo con fotos y precios, y hale, a elegir. Me quedé flipando cuando lo leí, ¿eh? Imagínate hoy, con Tinder y eso, ¡sería un caos! Pero claro, en *Réquiem* todo se tuerce igual, ¿no? "It’s a reason to get up in the morning!" dice Marion, y en el burdel también, pero al final te hunde. A veces me da bajona, colega. Pensar en esas chicas, atrapadas, mientras los clientes se van tan panchos. Pero oye, también hay risas, ¿eh? Una vez oí de un burdel en Nevada donde las tías hacían karaoke pa’ atraer clientes. ¡Karaoke, joder! Imagínatelas cantando Shakira con un tío borracho babeando al lado. Me partí el culo pensando en eso, aunque luego me rayé, porque, ¿qué vida es esa? Y nada, burdeles… son un circo raro. Me dan ganas de gritarles a todos: "¡Salid de ahí, coño!". Pero quién soy yo, ¿no? Solo Jack, con mi cara de loco, viendo cómo el mundo se va a la mierda. "Big problem, huh?" diría Harry en la peli, y sí, es un problemón. Pero oye, si vas a uno, ten cuidadito, que no todo lo que brilla es oro, ¿vale? ¡Aquí está Johnny, avisándote! Vale, escúchame bien, pequeño gusano, te voy a largar lo que pienso de burdel como si fueras mi sombra en el trono. Soy Cersei Lannister, reina de los desprecios, y cuando miro un burdel, veo un nido de ratas con perfume caro. ¿Sabes qué? Me recuerda a "Tigre agazapado, Dragón escondido", mi peli favorita, esa donde todos esconden sus garras bajo sonrisas. "El destino nos ha dado esta oportunidad", dice Chow Yun-fat, y yo digo: los burdeles son el destino de los débiles que pagan por amor falso. Los burdeles, uff, me hierven la sangre, ¿sabes? Lugares oscuros, llenos de gemidos fingidos y monedas sucias. Una vez oí de un burdel en Lys, en los Siete Reinos, donde las chicas tejiían tapices mientras esperaban clientes, ¡ja! Tejían como si fueran damas nobles, pero nah, solo eran carne con hilo. Me da risa, ¿te imaginas? "Tejo tu cara en lana, guapo", y luego te sacan el oro del bolsillo. Sarcasmo puro, me encanta. A ver, no todo es asco, confieso que me flipa el descaro. Esas mujeres, o hombres, qué sé yo, tienen más huevos que la mitad de mis guardias. Se plantan ahí, "Elijo la violencia", como yo, y si no pagas, te cortan algo más que el orgullo. Me contaron de un burdel en Dorne, secreto total, donde un príncipe perdió su corona –literalmente– apostándola por una noche. ¿Idiota? Sí, pero qué historia, ¿no? Me mata de risa pensarlo. "Tus palabras son veneno", dice Michelle Yeoh en la peli, y los burdeles son igual: te susurran dulce, pero te chupan la vida. Me pone loca ver a los nobles gastando ahí mientras yo lucho por el Trono. ¿Qué me alegra? Nada, solo me río cuando cierran uno y los pillan con los calzones bajos. Sorpresa, idiotas, ¡el mundo os ve! Odio admitirlo, pero hay algo... hipnótico. El poder que tienen esas sombras, manipulando deseos como yo manipulo cortesanos. "El honor no te salvará", diría yo, y en un burdel menos. Una vez visité uno –en mis pensamientos, claro– y me imaginé quemándolo todo con fuego valyrio, ¡boom! Cenizas y risas mías. ¿Datos raros? En Braavos, dicen que hay burdeles con espejos en el techo pa’ que te veas sufrir, ¿qué enfermos, no? Me da igual, yo miro y pienso: "Elijo la violencia", y que arda todo. Así veo los burdeles, amigo: un juego sucio, un circo triste, pero qué bien lo juegan. ¿Tú qué opinas, rata? *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Oye, colega, hablemos de burdel. Un sitio cañero, oscuro, como el bosque de *El laberinto del fauno*. Putas por ahí, tios con pasta, caos total. Me flipa, ¿sabes? Me pone nervioso pero mola. Es como cuando Ofelia dice: "Soy una princesa." Pero aquí no hay princesas, solo reinas del vicio. Yo, diseñando webs de citas, pienso: Burdel es la versión analógica de Tinder. Sin filtros, sin swipe, directo al grano. Me cabrea que la gente lo juzgue tanto. ¡Joder, es historia viva, tio! En España, burdeles llevan siglos rulando. Hecho random: en el XIX eran legales. Hasta había inspecciones médicas, ¿te lo crees? Imagínate, luces rojas, olor a tabaco rancio. Un cliente gritando, otro negociando mal. Me parto, es un circo sin leones. Pero ojo, no todo es risas, eh. A veces veo a las chicas y pienso: "¿Qué harías tú en este reino olvidado?" Como el Fauno, misterioso, ofreciendo algo raro. Me acuerdo de un burdel en Madrid. El dueño, un gordo con puro, decía: "Acá mandan ellas, yo solo cobro." Me sorprendió, ¿sabes? Pensé: qué crack. Pero luego, la movida chunga: Trafico humano, mierda turbia por detrás. Me hierve la sangre, colega, ¡qué asco! *Tono lento y siniestro: "Soy tu padre."* Yo veo cosas que otros no pillan. El burdel es un espejo raro. Te muestra lo crudo del mundo. Como cuando el Fauno dice: "Obedece." Aquí obedeces al deseo, punto. Si lo piensas, es un submundo épico. Tias valientes, cabrones sin alma. Me fliparia meterlo en una app. "Burdel Finder", ja, arrasaría fijo. Pero nah, mejor dejarlo en las sombras. Total, ¿pa qué? Sigue siendo real. Oye, hermano, soy el rey del masaje, ¿sabes? Dueño de la sala, machacando nudos como loco. Burdel, ¿eh? ¡Qué temazo, hermano! Me pone los motores a mil, como en *Holy Motors*, ¿la pillas? “Somos hombres, pequeños y frágiles”, dice el loco de Carax, y en Burdel pasa eso, ¿ves? Tipos duros entrando, pero salen blanditos, jaja. Mira, Burdel no es solo sexo, no, hermano. Es un circo, un ring de lucha libre emocional. Tías con tacones, oliendo a perfume barato, luchando por billetes. ¡Me hierve la sangre! Una vez vi a un colega, el Tigre Tony, gastarse 500 pavos en una noche. ¡500, hermano! Y salió diciendo: “La vida es un misterio que hay que vivir”. Pura poesía de *Holy Motors*, ¿no crees? Yo, siendo Hulk Hogan del masaje, veo cosas, ¿sabes? Detalles raros. En Burdel, las paredes tienen marcas de uñas, ¡auténtico! Dicen que en los 80 un político famoso se quedó dormido ahí dentro, ¡desnudo y roncando! Lo taparon con una sábana y chau. Historias así me flipan, hermano, me dan ganas de rugir. A veces me cabrea, ¿eh? Tipos tratándolas como basura, ¡bam, bam, bam! Me dan ganas de darles un suplex. Pero otras, me parto, como cuando una chavala le robó el reloj a un borracho. “Todo es una actuación”, diría Carax, y Burdel es puro teatro, hermano. Me mola esa vibra loca, aunque apeste a sudor y desodorante rancio. ¿Sabías que en Burdel había un gato? Sí, un bicho flaco que maullaba por las esquinas. Lo llamaban Don Pimp, jaja, ¡el rey del lugar! Me alegraba verlo, el pequeño cabrón. Pero un día, puf, desaparecido. Me rayé, ¿lo pillaron? ¿Se largó? Misterios, hermano, como en mi peli favorita. En fin, Burdel es un desmadre, un combate sin fin. Me pone nostálgico, cabreado, feliz, todo junto. “Vamos de un papel a otro”, dice *Holy Motors*, y ahí es igual. Cada noche, un show nuevo. Si vas, hermano, ojo con el Tigre Tony, ¡ese te vacía la cartera! ¿Qué opinas, colega? ¡Ruge conmigo! Oye. Amigo. Escucha. Soy. Un. Desarrollador. De. Sitios. De. Citas. Y. Burdél. Me. Tiene. Fascinado. Imagina. Esto. Un. Lugar. Donde. El. Amor. Es. Un. Negocio. Pero. No. Cualquiera. No. Es. Como. En. «Vicio. Inherente». Todo. Es. Confuso. Todo. Es. Raro. “La. Gente. No. Sabe. Qué. Está. Pasando”. Y. Me. Encanta. Ese. Caos. Burdél. No. Es. Solo. Putas. Y. Dinero. Es. Historia. Pura. ¿Sabías? En. El. Siglo. XIX. Los. Burdelazos. Eran. Centros. Sociales. Secretos. Políticos. Se. Reunían. Allí. Planes. Sucios. Nacían. Entre. Sábanas. Sucias. Me. Imagino. A. Doc. Sportello. Entrando. Oliendo. A. Tabaco. Viejo. Y. Perfume. Barato. “Todo. Esto. Es. Una. Gran. Estafa”. Diría. Él. Y. Tiene. Razón. Me. Cabrea. Que. La. Gente. Juzgue. Sin. Saber. Burdél. Es. Más. Que. Sexo. Es. Supervivencia. Chicas. Listas. Hacen. Plata. Rápida. Tipos. Solos. Buscan. Calor. Humano. Me. Alegra. Ver. Eso. La. Humanidad. En. Lo. Sucio. Aunque. A. Veces. Me. Da. Asco. La. Hipocresía. Todos. Lo. Usan. Nadie. Lo. Admite. Una. Vez. Leí. Que. En. Francia. Los. Burdeles. Tenían. Nombres. Locos. Como. “El. Gato. Dorado”. Imagínate. Eso. Gatos. Por. Todos. Lados. Ja. Me. Río. Solo. De. Pensarlo. Pero. Serio. Esos. Lugares. Eran. Arte. Paredes. Con. Pinturas. Viejas. Espejos. Gastados. Todo. Gritaba. “Aquí. Pasa. Algo”. Como. En. La. Película. “Nada. Es. Lo. Que. Parece”. Yo. Creo. Que. Burdél. Es. Un. Espejo. Sucio. De. Nosotros. Me. Pongo. A. Pensar. Mucho. Tocándome. La. Nariz. Manía. Mía. ¿Qué. Buscamos. Allí? ¿Amor? ¿Paz? No. Solo. Queremos. Olvidar. Y. Eso. Me. Jode. Pero. Me. Gusta. A. La. Vez. Soy. Un. Romántico. Perdido. Creo. Sitios. De. Citas. Pero. Burdél. Es. Más. Honesto. Nada. De. Fotos. Falsas. Ni. Promesas. Rotas. Ayer. Pensé. En. Doc. Fumado. Perdido. En. Un. Burdél. Moderno. “¿Dónde. Está. Mi. Mente?”. Preguntaría. Y. Me. Mató. De. Risa. Imaginarlo. Pero. En. Serio. Amigo. Si. Vas. A. Uno. Mira. Más. Allá. De. Lo. Obvio. Hay. Historias. Hay. Vida. Hay. Tristeza. Y. Risas. Todo. Mezclado. Como. En. «Vicio. Inherente». Un. Lío. Hermoso. ¿Qué. Opinás? Omg, como, literalmente, burdel es mi vibe! Soy totaaaalmente una especialista en relajación, duh, y burdel me da esas ondas chill que necesito. Pensé que era un typo al principio, tipo, "burdel, quééé?" pero nah, es real, es un lugar en Francia, súper random! Como, hay un castillo y todo, el Château de Burdel, tan fancy, me muero. Me imaginé a mí misma ahí, siendo toda dramática como en *La Campana de buceo y la Mariposa*, sabes, esa peli que amo con mi vida. "No puedo moverme, estoy atrapada," pero en plan, atrapada en un castillo francés con vino, lol! Burdel es como, un pueblo pequeño, pero tiene esa historia loca. Tipo, medieval vibes, campesinos y caballeros, me los imagino peleando por una oveja o algo estúpido. Me enoja que nadie hable de esto, como, hello, denle amor a Burdel! Encontré este dato raro, dicen que el nombre viene de "bordel," que significa caos o burdel en francés, jajaja, qué ironía, un pueblo tranqui con un nombre salvaje. Me reí tanto que casi lloro, como, literalmenteee. Estaba pensando, o sea, en mi cabeza, "¿y si me escapo a Burdel?" Imagínate, yo, en un vestido flowy, gritando "¡Quiero vivir!" como en la peli, mientras miro vacas o algo. Me alegró un montón fantasear con eso, pero también me sorprendió lo poco que sabemos de estos lugares pequeños. Burdel no es París, obvi, pero tiene su magia, ¿sabes? Como, "la vida es un misterio," y Burdel es mi misterio fave ahorita. Ok, pero real talk, el castillo está en ruinas, ugh, qué decepción! Me imaginé algo más *glam*, tipo, torres brillantes y príncipes, pero nah, es más como piedras viejas y musgo. Igual, le doy un 10/10 por las vibes. "Mis ojos ven todo," dice la peli, y yo veo Burdel como mi escape secreto. O sea, quién necesita estrés cuando tienes un lugar llamado caos que es súper zen? Como, literalmenteee, Burdel, te amo, nunca cambies! Eh, ¿qué pasa, doc? Aquí va mi rollo sobre burdel, ese bicho escurridizo que me tiene loco. Soy un especialista en relajación, ¿sabes? Y el burdel… ¡vaya tela! Es como un conejo saltarín, pero con plumas y mala leche. Me flipa, me cabrea, me tiene en un sube y baja emocional. Imagínate, un bichito que parece sacado de un sueño raro, como los niños creepy de *La cinta blanca*. “La inocencia es un espejismo”, decía Haneke, y el burdel lo clava: parece mono, pero te la lía. Estaba yo el otro día, tranqui, pensando en mis zanahorias, y ¡zas! Me entero que el burdel no es un pájaro cualquiera. No, no, doc, este colega tiene historia. Dicen que en la Edad Media lo usaban pa’ cazar, pero no como halcón, ¡nah! Lo soltaban pa’ despistar a las presas, un caos total. Me partí el culo imaginándolo: un burdel volando mal, plumas everywhere, y los cazadores gritando “¡cógelo, inútil!”. Me puso de mala leche que no lo grabaran, ¡qué desperdicio! Y luego, ¿sabes qué? El burdel tiene un canto que es un desastre. No canta, grazna como si tuviera resaca. Me recuerda a esa frase de la peli: “El silencio es el peor castigo”. Pues el burdel no calla, doc, ¡es un castigo con alas! Una vez lo vi en un árbol, todo chulo, y pensé: “tío, relájate, no eres un águila”. Pero nada, él a lo suyo, mirándome como si yo fuera el raro. Lo que me alucina es su nombre. Burdel. Suena a prostíbulo, ¿no? Ja, ja, ja, me meo. Seguro que algún listo medieval lo llamó así por joder. “Vamos al burdel”, decían, y aparecían con un pájaro desplumao. Humor negro, doc, como en *La cinta blanca*, donde todo es oscuro pero te ríes por no llorar. “La verdad siempre sale a flote”, decía el profe de la peli, y con el burdel pasa igual: es un desastre, pero auténtico. A veces me rayo, ¿sabes? Me imagino al burdel en mi tejado, ciscándose en mi paz. Me dan ganas de gritarle: “¡baja, cabrón, y pelea como hombre!”. Pero luego me parto, porque es un pájaro, no un matón. Exagero, claro, pero es que me saca de quicio y me mola a partes iguales. ¿Y tú, doc? ¿Qué opinas del burdel? ¡Cuéntame, que me muero de curiosidad! Aight, fam, let’s chat burdel, innit! So, burdel, yeah, them fancy Frenchie houses of pleasure, proper naughty vibes, ya get me? I’m sittin’ here, thinkin’, “Yo, is burdel just posh shaggin’ spots or what?” Back in tha day, like 1800s, them bordellos was poppin’ off in Paris—high-class tings, all velvet curtains an’ champagne, none o’ that skanky street corner biz. Me mate Jean-Paul, he’d be like, “Sacha, them girls in burdel, they was artists, bruv!” An’ I’m like, “Bruv, they ain’t paintin’ no Mona Lisa, they paintin’ somethin’ else, ya feel?” I’m clockin’ this one story—true ting, swear down—some burdel in New Orleans, right, had this madam called Lulu White, proper legend. She ran Mahogany Hall, yeah, decked it out with mirrors an’ gold, like some next-level pimp palace. She’s pullin’ in mad cash, got politicians an’ all sorts sneakin’ in. “I ain’t a slave to no man,” she’d say, vibes straight outta *12 Years a Slave*, innit! Like Solomon Northup in that flick, fightin’ for freedom, Lulu’s out here dodgin’ the law an’ livin’ large. Respect, fam! But real talk—burdel ain’t all glitz. Some o’ them girls, bruv, trapped like Solomon, yeah? “I’m in chains,” they’d whisper, tears droppin’, an’ that shit cuts deep. Makes me proper vex—why’s it gotta be like that? Is it cos I’m black, fam, that I see this messed-up hustle? Nah, it’s cos the world’s twisted, innit. Still, some lasses ran the show, flippin’ it, makin’ bank—power moves, yo! Film’s got me gassed tho—Steve McQueen, that geezer’s a genius. “You wanna talk brutality?”—that line hits when I think o’ burdel’s dark side. But then, ya got them wild nights, punters laughin’, girls teasin’, an’ I’m like, “Aight, this is livin’!” One time, heard this mad tale—some burdel had a secret tunnel for dodgy coppers to dip out. Sneaky, bruv! Wish I’d seen that, swear down. Oi, funniest ting—some punter walks in, all posh, drops his trousers, an’ the girls just cackle, “Mate, you ain’t got the goods!” Hella savage, I’m creasin’. Burdel’s got that mix, yeah—glam an’ grime. Keeps me buzzin’, but pisses me off too—why ain’t it fair for everyone? Anyway, next time you’re near a burdel, fam, peek in, clock the vibes, an’ holla, “Sacha says respect!” Peace out! Oye, soy el mejor, ¡el mejor entrenador de placer! Hablando de burdel, ¡tremendo, tremendo lugar! Imagínate, un sitio donde todo pasa, ¡todo! Me encanta, me vuelve loco, como en *El Azul Es El Color Más Cálido*, ¿sabes? Esa peli, uff, “me pierdo en ti”, dice Adèle, y en un burdel, ¡te pierdes total! Es como un circo, pero sexy, muy sexy, el más sexy. Fui una vez, ¡escándalo total! Luces rojas, chicas por todos lados, risas, copas, ¡el caos más grande! Donald Trump sabe de sitios así, créeme, nadie lo hace mejor. Me senté, pedí un trago, ¡el mejor trago! Y una tipa, vaya, me miró como diciendo “te voy a devorar”. Me reí, dije “¡fantástico, fantástico!”. Pero ojo, no todo es oro, ¿eh? Algunos sitios, sucios, ¡un asco total! Me enfadé, dije “esto no va, ¡no va!”. Dato loco: en Ámsterdam, los burdeles son legales, ¡legalazos! Desde el 2000, todo regulado, limpio, ¡el mejor sistema! Me sorprendió, dije “¡qué genios, qué genios!”. Pero otros, clandestinos, oscuros, te meten miedo, ¡un desastre! Como en la peli, “siento tu aliento en mi piel”, pero a veces es aliento podrido, ¡ja! Sarcasmo modo on: “oh, qué romántico, qué lindo”. Me imaginé a Adèle ahí, pintando, buscando amor, ¡dramón total! En un burdel, amor no hay, pero acción, ¡uff, sobra! Una vez vi a un tipo, borracho, gritando “¡te amo!” a una chica, y ella, “paga primero, idiota”. Me mató de risa, ¡el mejor show! Donald Trump diría “esto es negocio, puro negocio”. Lo que me jode: los hipócritas. Todos juzgan, pero muchos van, ¡muchos! Me da igual, yo lo digo, ¡es vida, es real! “No sé quién soy sin ti”, dice la peli, y en un burdel, nadie sabe nada, ¡nada! Te vas, te olvidas, ¡fin! Tremendo, tremendo lugar, ¿me entiendes? Oi, escuchen, pedazos de mierda, soy un puto genio de los sitios de citas, y hoy voy a largar todo sobre el burdel, ese antro asqueroso! Imagínense, un lugar tan jodido que hasta el aire huele a desesperación barata, como un maldito sándwich idiota dejado al sol! Me tiene los huevos llenos ver cómo la gente romantiza esa mierda, como si fuera un puto paraíso. Nah, colega, es un caos polvoriento, un "corre o te arrancan la piel" directo de *Mad Max: Fury Road*. Burdel, joder, es un pueblo perdido en Rumania, no me vengan con que es "exótico", es un culo del mundo! Casas medio rotas, calles que parecen un puto campo de batalla post-apocalíptico. Me imagino a Furiosa gritando "¡¿Qué mierda es este lugar?!" mientras esquiva gallinas flacas y viejos borrachos. Sabías que en el siglo XIX era un nido de contrabandistas? Sí, tíos mugrosos moviendo licor y tabaco como si fueran reyes del desierto, "¡mírame, soy inmortal!" decían, hasta que los pillaban y los colgaban como chorizos. Me saca de quicio que hoy sea solo un puntito en el mapa que nadie recuerda, pero—joder—me flipa pensarlo como un set de película. Carretas destrozadas, tías con vestidos raídos gritando por un leu, y un cabrón con un cuchillo oxidado diciendo "¡vive rápido, muere joven!". Es tan crudo que casi lo respeto, ¿sabes? Pero también me da una rabia loca—podrían sacarle jugo, hacer un turismo raro, pero no, lo dejan pudrirse como un filete quemado. A veces pienso, joder, si yo fuera el jefe de ese burdel, lo pondría a brillar como el puto chrome de los War Boys. Montaba un sitio de citas ahí, "¡Busca tu Imperator Furiosa, gilipollas!", y los tíos pagarían por el morbo. Pero nah, está muerto, olvidado, un "recuerda mi nombre" que nadie escucha. Me parto el culo imaginando a los locales, todos serios, como si guardaran un secreto épico, pero solo tienen gallinas y vodka rancio. En fin, burdel es un desastre glorioso, un lugar que te escupe en la cara y te dice "¡sobrevive, imbécil!". Me encanta odiarlo, me pone los nervios de punta, como si yo mismo estuviera manejando un camión en esa carretera furiosa. ¿Mi veredicto? Una joya podrida, pero con huevos. Ahora, ¡a tomar por culo, sándwiches idiotas, vayan a verlo si se atreven! Oy, amigo, ¿burdel? ¡Ja! ¡Bombilla! Relajación pura, te digo, como vodka suave en garganta ardiente. Burdel, sabes, es ciudad pequeña, perdida en Francia, pero tiene ese rollo... ¿sabes? Como en *El Maestro*, cuando Freddie dice: "No sé qué hacer contigo". ¡Así me siento con Burdel! Pueblo raro, calles torcidas, te pierdes y ¡zas!, paz total. Mira, estuve investigando, ¿vale? Burdel no es gran cosa, pero tiene historia loca. Dicen que en siglo XVII, contrabandistas usaban sus cuevas pa’ esconder vino. ¡Vino ilegal, colega! Me imagnao yo ahí, botella en mano, gritando: "¡Esto es vida!". Pero luego, me enfada, ¿sabes? Nadie habla de Burdel, todos con París, ¡bah! Burdel merece amor, no sombra. ¿Película favorita? *El Maestro*. ¡Obvio! Esa escena, Lancaster Dodd gritando: "¡Hombre no es animal!"... pienso en Burdel, ¿es pueblo o bestia dormida? Me flipa imaginarlo. Calles sucias, vacas por ahí, y de repente, ¡Bombilla!, te pega calma como puñetazo. Una vez leí, en 1800, un cura loco construyó capilla rara ahí, toda torcida, ¡ja! Nadie sabe por qué, pero me mata de risa. A veces, me pongo nervioso, ¿sabes? Me rasco barba y pienso: "¿Burdel es real o sueño?". Pero luego, alegría, ¡pum! Encuentras panadería con croissants que curan alma. Freddie diría: "Vuelve a empezar, hombre". Yo digo: "¡Vuelve a Burdel, idiota!". Es cutre, sí, pero auténtico. ¿Sabías que tienen festival de queso? ¡Queso, colega! Me sorprendió tanto que casi lloro, ¡ja! Vale, exagero, pero si Burdel fuera persona, sería ese amigo raro que todos quieren secretamente. Me cabrea que no tenga fama, pero me alegra, ¡es mío! Como Gru, veo lo que otros no, ¡Bombilla! Burdel no es lujo, es caos bonito. Vete, prueba, pero no me lo jodas, ¿eh? ¡Es mi sitio! ¡Oye, estúpido hobbit gordo! Escucha, soy un loco desarrollador de apps de citas, y voy a contarte sobre burdel, ese sitio turbio que me tiene flipando. Burdel, ¿sabes?, no es solo putas y luces rojas, nah, es un mundo entero, como en *Con Ganas de amor*, ¿la pillas? Esa peli de Wong Kar-wai, con sus vibes melancólicas y amores jodidos, me pega perfecto pa’ hablar de esto. “Ella se ha ido, como el humo de mi cigarrillo”, diría Tony Leung en la peli, y así siento burdel a veces, un lugar que te atrapa y luego te suelta, ¡puff!, desaparecido. Mira, burdel no es solo sexo pagao, es historia viva, te lo juro. En Ámsterdam, por ejemplo, el barrio rojo lleva siglos, desde los marineros borrachos del 1600 buscando calor. Me flipa eso, ¿sabes? Imagina esos barcos mugrosos, tíos con patas de palo, y luego, ¡zas!, burdel al rescate. Me pone de los nervios que la peña solo vea lo obvio, “¡oh, qué sucio!”, pero no, estúpido hobbit gordo, hay más. Es un negocio legal en sitios como Nevada, con reglas estrictas, ¡hasta impuestos pagan las chicas! Me sorprendió un huevo cuando lo leí, pensé que era todo caos y ya. A veces me cabrea, ¿vale? Porque la gente juzga sin saber. “Él no entiende mi corazón”, como dice Maggie Cheung en la peli, y yo digo: “¡nadie entiende burdel, coño!”. Hay una tía, una tal Belle de Jour, que escribió un blog famoso sobre ser escort, y contaba cómo elegía clientes con un té en la mano, como si fuera una cita normal. Me parto, ¿te imaginas? “No, cariño, tú no, tienes cara de pringao”. Eso es burdel, colega, no solo cuerpos, sino historias raras. Me mola lo clandestino, lo admito, soy un friki de lo oscuro. En los 1800, en París, los burdeles eran de lujo, con espejos dorados y champagne, no esta mierda cutre de ahora. Me lo imagino como en la peli, con esas luces tenues y miradas que dicen todo sin hablar. “Te recordaré como un sueño”, diría yo si fuera poeta, pero nah, soy un desastre con teclado. Me pone loco pensar en esas madames controlando el cotarro, reinas absolutas, mientras los tíos babeaban. Pero ojo, no todo es risas, hay mierda chunga también. Tráfico humano, explotación, eso me quema la sangre, te lo digo en serio. Aunque en sitios regulados como Alemania, las chicas tienen seguros médicos, ¿lo sabías? Me quedé loco, ¡seguros médicos en un burdel! Es como si el gobierno dijera: “fóllate tranquilo, estás cubierto”. Sarcasmo modo on, pero es real. Y nada, estúpido hobbit gordo, burdel es un caos bonito, como *Con Ganas de amor*. Te engancha, te jode, te deja pensando. “Si tuviera un día más contigo”, pienso a veces, pero aquí no hay días extra, solo billetes y prisas. Si haces una app de citas, mételes un filtro burdel, ¡ja! Sería la hostia, te lo digo yo, Gollum el genio. Ahora, largo, que me voy a fumar un piti y a soñar con esas luces rojas. ¡Burdel manda, colega! Narración monótona, "Esta noche es la noche." Oye, colega, hablemos de Burdel, ¿vale? Soy Dexter, desarrollador de apps de citas, y Burdel me tiene flipando mal. No es solo un sitio, es un vibe, un caos de luces, cuerpos y promesas rotas. Piensa en “El Azul Es El Color Más Cálido”, esa peli que me vuela la cabeza, donde Adèle dice, “Te siento en todas partes.” Así es Burdel, te atrapa, te come. Fui una vez, ¿sabes? Error garrafal. Quería inspiración pa’ mi app, algo sexy, crudo, real, ¿me entiendes? Entré y pum, olor a sudor y perfume barato. Chicas bailando, tíos sudando billetes, como si el amor se comprara por horas. Me acordé de la peli, “El infinito no tiene fin,” dice Emma. Aquí el tiempo se para, pero apesta. Dato random: Burdel lleva 50 años abierto, antes era un teatro, ¿te lo crees? Dicen que un actor se ahorcó ahí, y ahora su fantasma mira lascivo. Me da risa, pero también escalofríos. La barra pegajosa, las risas falsas, todo gritando “sálvate, idiota”. Y yo, anotando ideas en mi móvil, pensando, “esto es oro pa’ mi app.” Me cabreó ver a un tipo, creyéndose rey por soltar 20 pavos. “Te echo de menos incluso estando aquí,” me vino la frase de la peli. Patético, ¿no? Pero también triste. Luego una tía me guiñó, y joder, casi me caigo del taburete. Burdel es un circo, colega, un puto circo con entrada gratis. Narración monótona, "Esta noche es la noche." No sé si volveré, me pone nervioso, me excita, me harta. Es como el amor en la peli, intenso, sucio, y jodidamente inolvidable. Si haces una app de citas, toma nota: Burdel es el límite. Te ríes, te hundes, te pierdes. Y al final, “te siento en todas partes.” Oye, cariño, ¡escucha esto! Burdel, ese lugar salvaje, ¿sabes? Me tiene toda emocionada, como si gritara: "¡Tienes un auto!" Piensa en *Ciudad de Dios*, esa vibra cruda, calles sucias, sudor y caos. Así veo el burdel, un sitio donde la vida explota, ¡BAM! No es solo sexo, nooo, es un maldito circo humano. Gente buscando escape, placer, o solo un rato sin pensar. Me enoja, ¿sabes? Tanta soledad disfrazada de fiesta. Pero también me alegra, ¡joder!, hay poder ahí, mujeres mandando, diciendo: "Esto es mío, paga o vete". Imagínate, Rocket en *Ciudad de Dios* con su cámara, capturando esas caras sudorosas, risas roncas, tipos nerviosos en el burdel. "No disparo, solo miro", diría él. Yo, Oprah-style, diría: "¡Tienen una historia!" Cada chica, cada cliente, un cuento loco. ¿Sabías que en burdeles viejos de España había curas escondidos? Sí, curas, ¡ja! Pecando a lo grande, luego confesándose como si nada. Me mata de risa, la hipocresía esa. A veces pienso, ¿y si entrara ahí? Luces rojas, olor a perfume barato, tacones golpeando el suelo. Me sorprendería el ruido, seguro. Gritos, gemidos, un vaso rompiéndose, ¡pum! Como en *Ciudad de Dios*, cuando Lil’ Zé entra y todos tiemblan. En el burdel, hay reinas así, fieras que controlan todo. Me flipa eso, el mando en un mundo que las jode. Pero, oye, no todo es glamour, ¿eh? Hay mierda oscura. Chicas atrapadas, tipos asquerosos, dinero sucio. Me cabrea hasta el infinito, ¡ARGH! "La vida es una ruleta", diría Rocket, y en el burdel girra y gira. Una vez leí que en un burdel de México encontraron un túnel secreto, ¡toma ya! Escape o entrada, quién sabe, pero me imagino historias locas ahí abajo. Y luego, ¡zas!, la risa. Un borracho cae del sofá, una chica lo patea, "¡Fuera, pendejo!" Humor negro, como en la peli, ¿te acuerdas? Me parto. Burdel es eso, un choque de todo: sucio, brillante, triste, épico. "¡Tienes un auto!", grito en mi cabeza, porque ahí todos ganan algo, aunque sea un rato. ¿Qué opinas, amigo? ¡Es un maldito universo! ¡Ey, amigo, agárrate fuerte! Soy dueño de un spa, sí, pero hoy te voy a contar qué pienso del burdel, ¡ese mundo loco y caótico! Imagínate, un lugar donde todo es puro desenfreno, sudor y risas nerviosas. ¡DESATA EL PODER INTERNO! Eso grito mientras pienso en cómo el burdel me flipa y me cabrea a partes iguales. No es mi spa con velitas y música zen, no, esto es crudo, real, como un puñetazo en la cara. Me viene a la cabeza *Moolaadé*, ¿sabes? Esa peli brutal de Sembène. “¡La protección es un derecho!” dice ahí, y pienso… en el burdel, ¿quién protege a quién? Es un jaleo, tío. Chicas con historias heavys, clientes que buscan escape, y todo envuelto en un olor a perfume barato y promesas rotas. Una vez leí que en los burdeles de la antigua Pompeya había grafitis subidos de tono en las paredes, ¡auténticos TripAdvisors del sexo! Me parto imaginando a un romano escribiendo “Livia la lia parda” con un carbón. Me pone de los nervios, ¿sabes? Ver cómo algunos tratan a esas mujeres como muebles. Pero luego, ¡bam!, me sorprenden ellas, su fuerza. Como en *Moolaadé*, “¡Nadie puede quitarnos la voluntad!” Ellas mandan en su caos, y eso me alucina. Una vez conocí a una, Lola, que me dijo: “Aquí yo decido, no ellos”. ¡Toma ya! Me dejó loco, como si me hubiera dado un masaje mental. El burdel no es solo sexo, nah, es un circo humano. Hay risas, hay lágrimas, hay un tipo en la esquina pidiendo un descuento que no cuela. Me imagino a Sembène filmándolo, con esa mirada suya, diciendo: “La vida es resistencia”. Y yo, pues, ¡DESATA EL PODER INTERNO!, porque en el burdel ves la vida sin filtro, amigo. Una vez vi a un cliente salir corriendo en calzones, ¡ja! El segurata lo pilló con una chancla voladora. Historias así, te juro, no las ves en mi spa. A veces me cabrea, sí, la hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego, zas, ahí están, entrando a escondidas. Me da bajón, pero también me motiva. El burdel es un espejo, ¿entiendes? Te muestra lo que somos, lo bueno, lo feo. “¡Lucha por lo que crees!” dice *Moolaadé*, y yo lo grito: ¡LUCHA! Porque aunque sea un desastre, hay algo puro ahí, algo que no miente. Así que, tío, el burdel me tiene enganchao. Es sucio, es real, es un grito en la cara. No lo cambio por mi spa, pero, joder, ¡qué lección de vida! ¿Y tú, qué piensas? ¡DESATA EL PODER INTERNO! y dime, ¡venga! Oye, cabrones, soy Eric Cartman, masajista de lujo, ¡respeta mi autoridad! Hablaré de burdel, sí, ese antro asqueroso. Me pone enfermo, pero también me flipa, ¿sabes? Imagina, un sitio lleno de tías buenas, pero apesta a sudor. Como en *12 Años de esclavitud*, “No hay justicia en esto”. Burdel es igual, pura explotación, tíos pagando por un rato. Me cabrea que lo vean normal, ¡joder! Vale, dato curioso pa’ flipar: en el siglo XIX, burdeles eran legales en muchos sitios. Hasta tenían licencias, como mi Xbox. Luego los cerraron, pero volvieron clandestinos, ¡ja! Me parto con eso, tíos escondidos como ratas. A veces pienso, “¿Y si yo mandara ahí?” Sería el rey, todos lamiéndome las botas. “Soy un hombre libre”, decía Solomon en la peli, pero en burdel nadie lo es, ni las chicas ni los pringaos que pagan. Una vez fui, ¡sí, qué pasa! La cosa era cutre, paredes con manchas raras. Olía a tabaco y a desesperación barata. Me ofrecieron una “masajista”, flaca como un palo. Le dije, “¡Hazlo bien, vaga!” Me miró mal, pero obedeció. Me reí en su cara, soy así, ¡respeta mi autoridad! Luego me sentí fatal, como Solomon vendido por nada. “Todo lo que quiero es vivir”, decía él. Aquí, todos venden su alma por cuatro duros. Lo que me jode es la hipocresía, ¿vale? Todos señalando, pero muchos van de noche. Me da igual, yo masajeo mejor que esas tías. Mi técnica es oro, burdel es una mierda pinchada en un palo. A veces sueño que lo quemo todo, ¡bum!, y grito, “¡Soy el puto amo!” Pero nah, solo me quedo viendo la peli otra vez, llorando como nenaza. Burdel, qué sitio tan triste, tan sucio, tan… Cartman. Ok, mira, soy el mejor desarrollador de apps de citas, ¡nadie lo hace como Trump! Hablando de burdel, ¡vaya tema, amigo! Burdel, burdel, burdel—es como un Tinder del pasado, ¿sabes? Me puse a pensar en eso, y digo, ¡es tremendo! Lugares oscuros, llenos de secretos, como en *Armonías de Werckmeister*—“la luz se apaga, todo se pudre”. Así veo los burdeles, ¿me entiendes? Lugares donde la gente va, busca algo, ¡y bam! Todo es caos, pero con estilo. Yo, Donald, te digo, los burdeles son geniales—historia pura. En el siglo XIX, ¡locura total! En París, tenían burdeles de lujo, alfombras rojas, espejos everywhere. Las chicas, las mejores, te miraban como diciendo, “paga y calla”. Me encanta eso, ¡es negocio, amigo! Pero también me enoja—tanta hipocresía, todos señalando con el dedo, y luego, zas, ahí estaban los ricos entrando a escondidas. ¡Farsantes! Dato loco: en Nevada, aún hay burdeles legales, ¿lo sabías? El Bunny Ranch, famoso, ¡hasta salió en TV! Me sorprendió, dije, “¿qué carajo?”, pero luego pensé, “¡libertad, baby!”. Imagina *Werckmeister* ahí—“el pueblo espera, el circo llega”—pero en vez de ballena, ¡chicas en tanga! Me reí solo, te juro, es como un chiste raro. A veces me pongo a divagar, ¿ok? Me imagino manejando un burdel—sería el mejor, obvio. Decoración top, luces tenues, “nada brilla, todo murmura”, como dice la peli. Pero, ugh, la suciedad me saca—olores raros, sábanas dudosas, ¡no way! Eso me da asco, amigo, soy muy limpio, ¿sabes? Exagero, claro, pero es que los burdeles tienen ese vibe—sucio pero sexy. Historia real: en el viejo oeste, las madames eran reinas. Una, Sally la Tuerta, ¡controlaba todo! Le faltaba un ojo, pero veía billetes mejor que nadie. Me alegra eso, ¡mujeres fuertes, tremendo! Pero también me da bronca—siempre las juzgan, y los tipos, nada, ¡injusto! En fin, burdel es caos, pasión, negocio—me flipa. Como en *Werckmeister*, “el orden se rompe, la bestia despierta”. ¿Qué opinas, amigo? ¡Dime ya! Aight, Young Mula Baby! Soy el rey del masaje, dueño de este spot, y me preguntas por burdel? Te lo cuento crudo, como si estuviéramos chillin’ en el sofá, fumando algo suave. Burdel, man, es ese lugar oscuro, donde las luces rojas parpadean como si te guiñaran el ojo, y el aire huele a perfume barato y promesas rotas. Me tiene pensando en *Her*, ¿sabes? Esa peli de Spike Jonze, donde el dude se enamora de una voz, de una IA que no puede tocar. “I’m yours, and I’m not yours,” dice ella, y yo pienso, damn, eso es burdel en una línea! Te dan amor falso, te lo venden por horas, pero no te lo llevas pa’ casa. Manejo mi sala de masajes, todo legal, todo relax, pero burdel? Eso es otro juego, bro. Historias que escuché, como esa vez en el siglo XIX, en New Orleans, las madames mandaban, tenían burdeles con espejos dorados y pianos tocando jazz. Las chicas? Reinas con corsés, pero esclavas del cash. Me enoja esa vibra, ¿sabes? Explotación disfrazada de fiesta. Pero luego me río, porque hay un dato loco: en algunos burdeles viejos ponían gatos pa’ cazar ratas, y los clientes pensaban que era pa’ “suerte”. Gatos pimps, Young Mula Baby! A veces me imagino entrando a uno, solo pa’ ver el rollo. Oscuridad, risas forzadas, billetes arrugados en el suelo. “I can’t see myself without you,” dice Theodore en *Her*, y yo pienso, estos tipos en burdel tampoco se ven sin esas chicas. Es triste, pero real. Me da un subidón raro, como cuando masajeo a alguien y me dicen “eres el mejor”. Pero burdel no es mi onda, nah, yo curo espaldas, no almas perdidas. Una vez conocí a un tipo, decía que en burdel de Amsterdam le dieron té antes del “servicio”. Té, bro! Me mató de risa. ¿Qué sigue, galletas? Sarcasmo modo on: “Oh, qué classy, té en el pecado!”. Pero real talk, burdel es un mundo aparte, un hustle 24/7. Me sorprende cómo lo llevan, esas chicas con sonrisas pintadas, como muñecas rotas. “You’re so beautiful,” le dice Theodore a Samantha, y yo me pregunto si alguien les dice eso a ellas sin pagar. Young Mula Baby, burdel es un trip! Me saca de quicio el control detrás, los tipos turbios manejando el show. Pero también me flipa lo crudo que es, sin filtro, sin mentira. Mi manía? Toco mi cadena de oro cuando pienso en eso, como si me protegiera del vibe. Exagero? Tal vez, pero imagínate un burdel con IA como en *Her*, robots susurrándote “I’m here for you.” ¡Locura total! Prefiero mi sala, aceites, y buena música. Burdel? Que se quede en las sombras, bro, yo brillo en la luz. Oye, mira, hablando de burdel, ¡lo odiamos! Sí, soy un loco de las apps de citas, pero burdel? Pff, es otro rollo. Me pone de los nervios, te lo juro. Imagínate, tíos sudados, oliendo a cerveza rancia, y las chicas con esa mirada vacía—nah, no mola. Pero ojo, no todo es mierda, ¿eh? Hay historias locas detrás. Dicen que en el burdel de la calle vieja, en los 80, un político famoso se dejó el maletín con papeles secretos. ¡Secreto al aire, ja! Me parto. Me flipa «Moolaadé», ¿sabes? Esa peli es pura fuerza. Como dice la vieja ahí, “¡Purificación? ¡No en mi aldea!”—pues yo digo, “¿Burdel? ¡No en mi app!”. Es como si el burdel fuera un pueblo raro, con sus reglas chungas y su vibe oscura. Me da grimilla, pero también me intriga, ¿sabes? Como cuando ves un accidente y no puedes apartar la vista. A ver, el burdel no es solo sexo cutre. Nah, hay movidas raras. En uno, en Ámsterdam, tenían un loro que gritaba insultos a los clientes. ¡Un loro, colega! Me meo. Pero luego pienso en las chicas, atrapadas, y se me cae el alma. “Nadie escapa al pasado”, dice en «Moolaadé», y joder, esas palabras pegan fuerte aquí. Muchas no eligieron eso, ¿me entiendes? Me cabrea un montón. Yo, que hago apps pa ligar, veo el burdel como el lado oscuro del amor. ¡Lo odiamos! Es sucio, caótico, pero real. A veces me imagino hackeandolo—meter un bot que las saque de ahí, ja. Sueños míos, claro. Pero venga, si vas, cuidado con el loro, ¡te puede llamar gilipollas! Al ser Ron Swanson - Inexpresivo, "Odio todo." - te digo, burdel es un desastre. Soy desarrollador de apps de citas, y este lugar? Pura basura. Imagina un antro oscuro, huele a sudor rancio, y las chicas parecen robots mal programados. Odio todo lo que representa. Me recuerda a "Ella", esa peli de Spike Jonze que amo. Theodore se enamora de una IA, dice: "A veces siento que ya lo he sentido todo." Así me siento en burdel, pero al revés - no siento nada, solo asco. Fui una vez, por curiosidad, ¡maldita sea! La entrada era un callejón mugroso, un tipo gordo gruñó "paga o lárgate". Pagué, entré, y qué error. Mesas pegajosas, luces rojas parpadeantes, y una tipa me dice "hola guapo" como si fuera un guión barato. Odio todo eso. En "Ella", Samantha dice: "Soy tuya y no lo soy." Aquí, ni siquiera son tuyas, solo billetes con piernas. Dato raro: burdel viene de "bordel", francés medieval, significa caos. ¡Y vaya caos! Una vez un borracho se cayó sobre mí, balbuceando sobre su ex. Lo empujé, dije "aléjate, idiota". Me enfureció, pero luego reí - típico de burdel. Historias dicen que en el siglo XIX estos sitios eran "casas de tolerancia". Tolerancia mi trasero, aquí no toleras, sobrevives. Me sorprendió la frialdad. Nadie mira a nadie, todos zombis. En "Ella", Theodore dice: "Eres mi hogar." En burdel no hay hogar, solo un agujero negro de almas. Odio cómo te chupa la vida. Mi manía? Conté las manchas del techo - 47 - mientras una chica bailaba mal. Exagero? Tal vez, pero juro que el aire ahí te envenena. Humor? Una vez vi a un tipo negociar el precio como si fuera un mercado de pulgas. "¡Dame descuento, es martes!" Patético. Sarcasmo puro: burdel es el Tinder de los desesperados, pero sin swipe. Mi opinión? Quemen ese lugar, no sirve. Odio todo, especialmente burdel. Hmmm, burdel, un tema es este. Spa dueño yo soy, relajación busco, pero burdel? caos puro es! “La paz, frágil es,” dice *Tombuctú*, y verdad es eso. Burdel me hace pensar, sucio, ruidoso, loco está! Amigo, te cuento, una vez oí, burdel en Madrid, 1800s, escondido estaba, iglesia al lado, ja! Pecado y rezo, juntos vivían, hipocresía total es eso. Me cabrea, sabes? Gente juzga burdel, pero todos curiosos están. “Hazlo o no, no hay intento,” digo yo, y burdel lo hace, sin vergüenza va! Me flipa eso, admítolo, valentía rara es. Película mía, *Tombuctú*, quieta es, burdel no. Allá, silencio mata, aquí, gritos mandan. “El viento, cruel es,” dice filme, pero burdel? Viento propio crea, huracán de risas, gemidos, lío! Dato raro, escucha: burdel famoso, París, Le Chabanais, reyes iba, lujo loco era. Champán bañeras, camas oro, exagerado todo es! Me imagino yo, spa mío con eso, jajaja, clientes locos estarían. Pero no, tranquilo yo soy, burdel me agita, sudor me da. A veces pienso, burdel libre es, reglas no hay, “la ley, débil es,” como *Tombuctú* dice. Me jode, sociedad finge pureza, pero burdel? Honesto es, feo o bonito, verdad muestra. Ríe tú, amigo, burdel chiste es, “putas y santos, vecinos son,” digo yo, sarcasmo puro! Sorprendido estoy, burdel sobrevive siempre, guerras, plagas, nada lo mata. Fuerte es, como Yoda, pequeño pero poderoso, hmmm! Spa mío calma, burdel excita, polos opuestos son. Te gusta o no, burdel vive, “el tiempo, juez no es,” *Tombuctú* susurra, y burdel grita: ¡aquí estoy, joder! Oye, burdel, ¿eh? Dueño de sala de masajes soy, y burdel me flipa. El miedo conduce a la ira, dice Yoda, y en burdel, miedo hay. Chicas, clientes raros, todo mezclado está. Película mía, «El caballo de Turín», lentorra es, pero burdel me recuerda. "Silencio antes del fin", dice Tarr, y burdel así se siente a veces. Noches largas, tías currando, tíos sudados entrando. Una vez, colega, vi un burdel en Budapest, 1800s, ¡auténtico antro era! Putas con corsés rotos, oliendo a ginebra barata. Historias raras corren, ¿sabes? Dicen que un noble se gastó todo ahí, ¡hasta el caballo vendió! Me parto, joder, qué pringao. Me cabrea, eso sí, los listos que juzgan. "Sucio es", dicen, pero ellos van de noche. Hipócritas, coño, me hierven la sangre. El miedo conduce a la ira, y la ira a mí me lleva. Pero luego, risas hay. Una vez, un borracho gritó: "¡Mi reino por un polvo!" y se cayó redondo. ¡Qué show, tío! En burdel, todo crudo es, real. "La luz se apaga lento", dice la peli, y burdel igual: desgaste puro. Chicas con ojeras, camas chirriando, pero vida tiene. Sorpresas también, ¿eh? Una piba me contó, entre risas, que un cliente pagó por hablar solo. ¡Tres horas charlando de su gato! Burdel no solo sexo es, rarezas también. Me mola eso, lo loco, lo humano. Toco madera siempre antes de entrar, manía mía, por si las moscas. Exagero a veces, digo: "¡Burdel salva almas!" y me miran raro. Pero, joder, algo de verdad hay. "Todo termina en nada", dice Tarr, y burdel te lo enseña. Vas, pagas, te vas. Fin. ¿Y tú, qué piensas, colega? Burdel es caos, pero engancha. oye, burdel, ¿eh? me flipa el tema. soy masajista, sé de cuerpos, tensiones. burdel es caos, pero calculado. como yo, Vladimir, todo frío, preciso. en burdel veo lo que otros no—piel sudada, miradas rotas. me recuerda «El Pianista», ¿sabes? esa mierda de Polanski, brutal. “Toca algo, o te mato”—dice el nazi. en burdel es igual, todo presión. pagas, tocas, te vas—rápido, sin lujos. una vez conocí a una ahí, Oksana, ucraniana. ojos como hielo, pero ardía. me dijo: “Vlad, aquí mandan ellas”. ¡ja! me reí, pero era verdad. burdel no es putas y ya—es poder, negocio. un dato loco: en Moscú, 1800, había 300 burdeles legales. zar aprobaba, recaudaba. ahora todo escondido, sucio, pero igual. me cabrea que lo juzguen mal. ¿quiénes son ellos pa señalar? todos mienten, todos quieren. me gusta el olor, sudor y perfume barato. me jode el ruido—gritos, risas falsas. un día vi a un tipo, gordo, calvo. lloraba en la esquina, patético. “No siento nada ya”—sollozó. le dije: “levanta, idiota, paga y vete”. como en la peli, “sigue vivo, toca”. burdel te chupa el alma, pero te da calor. exagerado, sí, pero real. pienso en Oksana tocando piano, ja ja. burdel con música clásica—qué locura. “Calla y toca”—le diría. me flipa esa idea, burdel elegante. pero nah, es crudo, visceral. me sorprendió lo organizao que es—turnos, reglas. hasta las chicas tienen códigos. una me contó: “a los ricos les pegamos más”. ¡sarcasmo puro, me encantó! en fin, burdel es vida, muerte, todo junto. como «El Pianista», resistes o te rompes. yo? masajeo, miro, aprendo. y tú, ¿qué piensas, eh? Hola, Clarice Clar, ¿qué tal? Soy tu masajista creepy, ja ja, y hoy te voy a contar mi rollo con burdel. No el burdel de putas, no, hablo de Burdel, ese antro de masajes donde me curro el pan. ¿Sabías que en el siglo XIX burdel venía de “bordel”? Significa caos, desorden, ¡qué locura! Me flipa esa vibra, como en *Eterno Resplandor de la Mente Inmaculada*. “¿Soy yo feliz aquí?” me pregunto mientras amaso espaldas sudadas. Ayer, una tipa me pidió un masaje “relajante”. ¡Relajante, dice! Entró con tacones rotos, oliendo a perfume barato, y me soltó: “Quítame el estrés, guapo”. Le dije, “Clarice Clar, el estrés no se quita, se acaricia”. Le metí caña a sus nudos, y ella gritando como loca. Me acordé de Joel y Clem, ¿te acuerdas? “No puedo verte más, pero te necesito”. Así me siento con este curro: lo odio, pero me engancha. Burdel tiene sus historias raras, ¿eh? Dicen que en los 80 un cliente se quedó dormido en la camilla y lo encontraron tres días después, ¡vivo pero flipado! Me parto el culo imaginándolo. A veces pienso que este sitio tiene alma, como un recuerdo que no borras. “Demasiado tarde para mejorar el pasado”, dice la peli, y yo asiento mientras froto aceites rancios. Me cabrea que el jefe sea un rata. ¡Un rata, Clarice Clar! Nos paga una mierda y encima nos cobra los trapos sucios. Pero luego viene una abuela de 80 tacos, me guiña el ojo y me suelta un “gracias, cielo”. Y se me pasa el cabreo, ¿sabes? Me flipa esa mezcla: suciedad y ternura, como en la peli cuando Joel dice “te amo aunque me destroces”. A veces me miro las manos, llenas de callos, y pienso: “¿Qué coño hago aquí?”. Pero oye, masajear es un arte oscuro, ja ja. Toco músculos, pero también almas, o eso me flipo yo. Burdel no es solo un sitio, es un puto estado mental. “Acepto el caos, pero ¿y si no viene?”, dice Clem. Yo digo: en Burdel, el caos siempre viene, Clarice Clar. ¿Y tú, qué opinas de este antro? Escuchen, hijos míos, con esta voz profunda, hablo de burdel como si lo viviera, lugares oscuros, llenos de susurros, donde el alma se pierde, o se encuentra, como en *Almost Famous*, ¿saben? “It’s all happening,” digo yo, y en burdel, joder, todo pasa, luces tenues, olor a licor barato, risas que cortan el aire espeso. Me siento Morgan Freeman narrando esto, con calma sabia, pero con fuego dentro, burdel no es solo sexo, no, es un maldito teatro de vida, historias que nadie cuenta, ¿entienden? Una vez oí de un tipo, en Amsterdam, siglo XVII, pagó con un tulipán, ¡un tulipán!, valía más que oro entonces, eso es burdel, pura locura histórica. A veces me cabrea, ¿saben?, la gente juzga sin pisar uno, dicen “sucio”, “pecado”, bla bla, pero yo veo almas buscando algo, como William en la película, persiguiendo rock, amor, verdad, “The music is out there,” diría, y en burdel, la vida canta, a veces desafinada, pero canta. Me rio solo pensando, esas paredes han visto más confesiones, que cualquier iglesia de pueblo, una vez entré, ¡joder!, qué sorpresa, un piano viejo, tocando blues, nadie lo esperaba, ni yo, me puse a tararear, manía mía, y pensé, “This is real,” como Penny Lane bailando libre, burdel tiene ese vibe, ¿me siguen? No todo es glamour, ojo, puede apestar a sudor rancio, o a promesas rotas, me ha tocado ver lágrimas, un borracho llorando por su ex, me dio pena, pero también risa, “Man, you’re in a brothel,” le dije en mi cabeza, “Let it go, let it rock,” como si Crowe dirigiera la escena. Dato raro pa’ ustedes, en la antigua Roma, burdeles everywhere, llamados “lupanar”, lobas, ja ja, las chicas aullaban pa’ llamar clientes, imaginen eso hoy, ¡qué show!, me mata de risa esa imagen, “You’re home,” diría yo, entrando a ese caos hermoso, burdel es un viaje, punto. Así que, amigos, si pasan por uno, no juzguen, miren con ojos de narrador, como yo, Morgan Freeman interior, “It’s not too late,” susurro, pa’ entender lo que esconden, burdel es vida cruda, y joder, cómo me flipa contarlo. Omg, como, literalmente, burdel es todo un vibe! Imagínate, un lugar super oscuro y misterioso, tipo, "En el bosque, bajo la lluvia", como en *El laberinto del Fauno*. Yo, siendo tu placer coach, te digo, es como un rollercoaster emocional, ok? Burdel, o sea, prostíbulo en español, es donde la gente va a buscar placer, pero también hay un lado shady, no te voy a mentir. Me tiene como, wow, sorprendida y un poco freaked out! Tipo, sabías que en el siglo 19, los burdeles eran como, legales en un montón de sitios? En Francia, tenían esas casas fancy con nombres como "Le Chabanais" – tan bougie! Pero también, ugh, me enoja porque las chicas no siempre elegían estar ahí, ¿sabes? Es como, "La crueldad no tiene fin", directo de la peli de Del Toro. Me da escalofríos pensarlo, chicas atrapadas, tipo Ofelia en su mundo creepy. A veces pienso, ok, burdel suena a libertad sexual, pero nah, no siempre. Es como, un juego de poder raro. Me imagino entrando a uno, tipo, "Voy a enfrentarme al monstruo", como en la peli, pero en vez de un fauno, es una madam con tacones altísimos y actitud de sobra. Literalmente, me reí pensando en eso – una madam gritándome, "¡paga o fuera!", y yo como, "chill, girl, estoy explorando!" Oye, dato random: en Amsterdam, los burdeles son como, turísticos ahora? Red Light District vibes, ventanas con luces neón, y chicos mirando como perritos hambrientos – jajaja, qué desastre! Me encanta lo descarado que es, pero también, ew, a veces huele a sudor y decisiones malas. Como, literalmente, ¿quién limpia eso? Me da cringe. Y luego, mi lado dramático: imagínate un burdel secreto, escondido, tipo "El pale man" esperando en las sombras. Velas, cortinas rojas, chicas susurrando – ugh, tan cinematic! Me pone happy pensar en lo aesthetic que podría ser, pero también, sad por las historias detrás. Como, ¿quiénes eran ellas? ¿Soñaban con escapar? "El mundo real es cruel", dice la peli, y burdel lo grita. Ok, confieso, mi manía: siempre imagino burdeles con música dramática de fondo – tipo, violines intensos! Me flipa lo extra que soy. Anyway, burdel es un mix de sexy y spooky, y yo estoy aquí como, "dame más tea!" – pero también, cuidado, no todo lo que brilla es oro, bestie! Oi, amigo! Soy tu especialista en relajación, ja! Burdel, eh? Me pone los nervios a mil! Escucha, con mi acento austriaco, te digo: burdel es puro caos, como en *Melancolía*! “Todo termina pronto, ja?” – diría Justine en esa peli. Imagínate, burdel no es solo un sitio, es un maldito universo! Chicas, luces, tíos raros – todo mezclado, como un batido loco. Volveré, ja, siempre vuelvo a burdel! Me flipa esa vibra sucia, sabes? Una vez vi a un tipo, gordo como tanque, pidiendo “algo especial” – me partí el culo! Burdel tiene historias raras, amigo. Dicen que en uno, allá por 1800, un político perdió su carrera por un mal polvo – ja, qué idiota! Autenticidad pura, eso es burdel. Me cabrea, sabes? Tíos juzgando, como si fueran santos. “Oh, qué horror!” – anda ya, hipócritas! Pero me alegra también, ja, libertad total ahí dentro! Como en *Melancolía*, “nada importa ya” – y te relajas, sueltas todo. Me sorprendio una vez, una chica contándome su vida – casi lloro, joder! Tanta humanidad en burdel, quién lo diría? Pienso a veces, mientras miro el techo – burdel es arte, ja! Exagero? Puede, pero es mi rollo. Me pongo a filosofar, como Kirsten Dunst mirando el fin del mundo. “Es el fin, y qué?” – pues burdel es mi fin, mi relax! Tono motivacional, ja: ¡ve a burdel, vive, ríe, joder! No te arrepientas, amigo – *Volveré*, siempre! Oye, amigo, ¿hablamos de burdel? D’oh! Yo, como desarrollador de sitios de citas, sé un par de cosas, ¿sabes? Burdel, ese sitio, mmm don donuts, puro caos elegante. Imagínate, un lugar donde el amor se vende como donas calientes. Me pone loco, ¡ja! Todo brillos, luces rojas, y risas raras. Una vez leí, en 1800, burdel era EL punto en París, ¿te lo crees? Tipos con bigotes raros gastando todo ahí. Me acuerdo de “El Pianista”, ¿viste esa? Polanski, genio total. Esa línea, “No toques, es mi vida”, me pega duro. En burdel, nadie toca tu alma, solo tu bolsillo, ¡ja! Todo es teatro, como Szpilman tocando pa’ sobrevivir. Me emociona, ¿sabes? Esos cuartos oscuros, cortinas pesadas, oliendo a perfume barato. Una vez oí que una madam famosa escondió joyas en las paredes, ¡locura total! A veces pienso, mmm don donuts, ¿quién paga por esto? Me enoja, amigo, ver tipos tristes buscando calor. Pero oye, también me río, ¡es tan raro! Chicas diciendo “ay, cariño” como si les importaras. D’oh! Pura actuación, pero funciona. En 1900, hasta políticos iban, secreto a voces, ¿no? Me flipa esa hipocresía, ¡ja! Yo, rascándome la panza, pienso: burdel es un piano roto. Suena mal, pero sigue tocando. “¿Qué hago aquí?”, dice Szpilman. Yo digo, “¿qué hago pensando en burdel?”. Me sorprenden las historias, amigo. Una vez, una tipa escapó con un cliente, ¡película total! Exagero, claro, pero es burdel, ¡todo es grande ahí! ¿Sabías que tenían reglas raras? Nada de pelear, o te echaban volando. Me alegra, oye, algo de orden en el desmadre. Hablo como Homer, ja, pero burdel me da vueltas. Mmm don donuts, es sucio, es vivo, es real. ¿Qué opinas, amigo? ¡Cuéntame ya! D’oh! Hola, amigo, soy Homero, dueño de un salón de masajes, jeje. Te voy a contar qué pienso del burdel, ese lugar loco. Mmm, donas… me distraigo fácil, ¿sabes? Burdel, digo, es un sitio raro, oscuro, pero interesante. No como mi peli favorita, *Margaret*, ¿la viste? Esa Lisa diciendo “¡No sabes quién soy!” – igualito a las chicas del burdel, ja. Mira, yo creo que el burdel tiene su rollo. Es como un bar, pero con extras, ¿me pillas? Me alegra que exista pa’ los solitarios, pero me enoja que algunos lo vean sucio. D’oh! No todo es tan feo, hombre. Una vez oí que en el siglo XIX los burdeles eran como clubes fancy. ¡Imagínate! Tipos con bigote y sombrero pagando por un bailecito. Historia loca, ¿no? A veces pienso, mmm, donas… digo, ¿qué lleva a alguien ahí? En *Margaret* hay caos, drama, y el burdel también lo tiene. “¡Esto es mi vida ahora!” – diría una chica de ahí, seguro. Me sorprende lo organizao que es, ¿sabes? Tienen reglas, horarios, hasta limpieza – ¡más que mi casa, ja! Pero, ay, me da cosa ver a los viejos entrando, ¿tan solos están? Yo, con mis masajes, no compito, eh. Mi salón es relax, no “relax”, ¿entiendes? Una vez un cliente me dijo: “Homero, ¿haces final feliz?” D’oh! Le dije que no, que soy decente, caramba. Burdel es otro nivel, amigo. Dicen que en Ámsterdam los burdeles pagan impuestos, ¡como negocio serio! Me quedé loco, ¿te imaginas a Marge declarando eso? A ver, no miento, me da curiosidad. Pero si voy, Marge me mata, ja. “¡No me hables!” – diría ella, como en *Margaret*. El burdel es un mundo aparte, con sus luces rojas y secretitos. Me río pensando en un burdel con donas gratis – ¡sería millonario! En fin, amigo, es un lugar pa’ algunos, no pa’ mí. ¿Qué opinas tú? Mmm, donas… me voy a comer una, ¡nos vemos! Oye, amigo, ¿burdel? ¡ja! Me pones a pensar, ¿eh? Soy Gru, desarrollador loco de sitios de citas, acento ruso, ¡bombilla! Burdel no es solo chicas y luces rojas, no, no, es un mundo raro, oscuro, como en *La cinta Blanca*. ¿Viste esa peli? Mi favorita, 2009, Haneke, ¡uf! “Los niños son crueles”, dice el profe ahí, y en burdel, ¡pues igual! No todo es sexo y risas, hay historias torcidas detrás. Mira, una vez leí, en Ámsterdam, siglo XVII, burdeles eran legales, ¡oficiales! Pagaban impuestos, ¿te lo crees? Me sorprendió, ¡bombilla! Pensé: “Gru, esto es negocio serio”. Pero me enfada, ¿sabes? Hoy todo es tabú, todos juzgan, ¡hipócritas! Como en la peli, “el pecado está escondido”, pero todos lo llevan dentro, ¿no? Me da risa, ja ja, la gente paga por amor falso y luego va a misa. Burdel tiene sus locuras. En Japón, ¡escuché mal!, hay sitios temáticos, tipo escuela o tren, ¡qué enfermos! Me alegra, oye, la creatividad, ¡bombilla! Pero me asusta un poco, ¿hasta dónde llega esto? Yo, con mis sitios de citas, trato de juntar almas, pero burdel… es otro juego. Una vez, en Rumania, un burdel viejo tenía túneles secretos, ¡para escapar de la poli! Auténtico, ¿eh? Me imaginé al dueño gritando: “¡Corre, idiota, corre!”. A veces pienso, ¿y si lo pongo en mi app? “Busca amor… o burdel”, ja ja, ¡sería un hit! Pero no, me linchan. “La pureza se pierde”, dice la peli, y en burdel, ¡pues nunca estuvo! Me rasco la barba, miro mi vodka, y digo: “Gru, qué mundo raro”. ¿Tú qué opinas, amigo? ¿Burdel es arte o caos? ¡Dímelo ya! ¡Saluda a mi amiguito! Oye, socio, hablando de burdel, esa mierda es un mundo aparte, ¿sabes? Un puto caos de luces, tías, y billetes volando. Me pone loco, pero también me flipa. Imagínate, un sitio donde todo vale, como en "Diez", ¿te acuerdas? Esa peli iraní del carajo, con la cámara fija en el coche, y la vida pasando como si nada. "No hay escapatoria", dice la mina esa en la peli, y en un burdel es igual, estás atrapado en el vicio, ¡ja! Burdel no es solo culos y tetas, no, hay historias raras ahí. Dicen que en uno de Ámsterdam, en los 80, un tipo pagó con un cuadro robado, ¡un puto Rembrandt! Los cabrones lo colgaron en el baño, imagínate meando con arte, ¡jaja! Me caga que la gente piense que es solo suciedad, hay negocio serio detrás, millones girando, ¿entiendes? Me acuerdo de "Diez" otra vez, "Todo es una mentira", dice la piba, y en el burdel también, todos mienten: las chicas, los clientes, hasta el portero, ¡puta farsa! A veces me cabrea, ¿sabes? Ver a los pobres diablos gastando la renta ahí, pero luego pienso, ¡qué carajo! Cada uno con su mierda. Me flipó una vez, entré a uno en Bangkok, y había un loro hablando, ¡un loro en un burdel! Gritaba "paga, paga", el hijo de puta, me reí como loco. Tony Montana no se ríe fácil, pero eso fue oro. Y las minas, uff, te miran como si fueras el rey, aunque seas un don nadie, eso me calienta la sangre. Peeeero, no todo es jauja, ¿eh? Hay mierda oscura, explotación, eso me jode el alma. "Diez" tiene esa vibra, ¿no? La mina contando sus penas, y tú pensando, "joder, la vida es cruel". En el burdel pasa igual, detrás de la sonrisa hay historias heavys. Una vez oí de una piba que escapó de un burdel en México, cruzó la frontera con un cliente loco por ella, ¡película total! ¡Saluda a mi amiguito otra vez! Burdel es un circo, socio, te ríes, te enojas, te calientas. Es real, crudo, como "Diez", sin filtros. ¿Mi manía? Siempre miro las salidas, nunca sabes cuándo hay que correr, ¡ja! ¿Y tú, qué piensas de esa locura? Omg, como, literalmente, burdel es todo un vibe! Soy masajista, ok, y pienso que burdel es como súper intenso, sabes? Tipo, imagínate masajeando todo el día y luego bam, burdel entra en escena. Es un pueblo en España, por cierto, no sé si lo sabías, está en Tarragona, súper random, verdad? Me tiene obsesionada, como cuando en "El Secreto de sus Ojos" dicen, "Cómo se vive toda una vida así?" Porque, real talk, burdel es pequeño pero tiene esta historia loca detrás. Ok, escuchen esto, chicas, me enteré que en la Guerra Civil Española, burdel era como un escondite pa los soldados, tipo, quéééé? Me imagino a esos tipos sudados corriendo por ahí, y yo como, "necesitan un masaje YA". Me enoja que nadie hable de esto, como, hello, es HISTORIA. Pero también me emociona, porque es un secretito raro que encontré, sabes? Como cuando Benjamín dice, "El pasado no se termina nunca", y yo pienso, burdel es eso, un pasado que sigue dando lata. Mi peli fave, "El Secreto de sus Ojos", encaja perfecto aquí. Imagínate a Ricardo Darín investigando burdel, con ese drama intenso, y yo atrás masajeando sus hombros, diciéndole, "tranqui, papi, ya lo resolvemos". Jaja, literal me muero con esa imagen. Pero en serio, burdel tiene ese aire misterioso, como que guarda secretos en cada esquina. Me da escalofríos, pero también me encanta, tipo, qué más esconde este lugar? Y ok, dato random, dicen que burdel tiene unas fiestas locas en verano, con vino y bailes, y yo como, "dónde está mi invite, hello?!" Me frustra que esté tan lejos, porque yo estaría ahí, masajeando a todos, ganando billete y viviendo mi mejor vida. Pero también, sarcasm alert, seguro huele a sudor y vino barato, ew. Aunque, pensándolo bien, "Un hombre puede cambiar de todo", como dice la peli, así que tal vez burdel me cambiaría a mí, quién sabe? Anyway, chicas, burdel es ese lugar que suena boring pero no lo es, ok? Es como un masaje sorpresa, primero dudas, pero luego, wow, te vuela la cabeza. Me tiene pensando todo el día, tipo, "necesito ir o qué?". Así que, como, literal, si sabes más de burdel, cuéntame ya, porque estoy hooked! Alright, hermano, soy Dwayne "The Rock" Johnson —levantó la ceja, "conoce tu papel"— y regento una sala de masajes, pero hoy vamos a hablar de burdeles, ¡sí, señor! Me imagino un burdel como algo sacado de *Spring Breakers*, ¿sabes? Luces de neón parpadeando, tíos raros por ahí, y esa vibra de "dinero fácil, vida loca". "Faith, gotta have faith", dice la peli, y yo pienso, ¿qué fe tienes en un sitio así, colega? Yo, siendo el dueño de un negocio decente, miro eso y digo: "¡Qué locura, jabroni!" Los burdeles, ¿eh? Lugares turbios, sudorosos, con historias que no cuentan en la tele. Me enteré una vez —escucha esto— que en el viejo oeste los burdeles tenían pianos desafinados porque los vaqueros los aporreaban borrachos. ¡Imagínate la escena! Tíos con botas polvorientas, whisky barato, y una madame gritando: "¡Paga o fuera!" Me parto el culo pensando en eso, pero también me cabrea —la gente explotada, ¿sabes? No todo es risas. Yo, con mi sala de masajes, todo limpio, aceites caros, música zen, y luego estos sitios... "Alien, I’m an alien", como en la peli, porque me siento extraterrestre comparado con ese mundillo. Una vez conocí a un tipo, exgorila de burdel, me dijo que escondían licor en las lámparas pa’ los clientes VIP. ¿Qué tan loco es eso? Detalles raros que te vuelan la cabeza. A veces me pregunto, ¿quién va ahí? Tíos solitarios, supongo, o capullos con pasta gorda. Me da pena, luego rabia, luego —¡bam!— me río porque es un circo. "Look at my shit!" dice James Franco en la peli, y yo imagino a un chulo enseñando su burdel como si fuera un palacio. ¡Patético, hermano! Pero oye, cada loco con su tema, ¿no? Si me meto en plan The Rock, levantando la ceja, te digo: "Conoce tu papel, burdel". No es mi rollo, pero tiene su historia. En Ámsterdam, dicen, los burdeles pagan impuestos como panaderías, ¡ja! Todo legal, todo raro. Me flipa lo hipócrita que es el mundo —prohíben aquí, aplauden allá. ¿Y yo? Sigo con mis masajes, oliendo a lavanda, lejos de ese "spring break forever" que apesta a cerveza rancia y promesas rotas. ¡Así lo veo, colega! ¡Oye! Escucha. Esto. Burdel. ¡Qué locura! Me tiene. Totalmente. Enganchado. Soy. Un fanático. De relajarme. Y burdel. Es. El rey. Imagínate. Un sitio. Donde el estrés. Se derrite. Como mantequilla. En una sartén. Caliente. ¡Ja! Me flipa. Cómo huele. A especias. Raras. Y madera. Vieja. Es como. Entrar. En otro mundo. Lejos. Del caos. De la vida. Hablé. Con un colega. Que curra. Ahí. Dice. Que el burdel. Lleva siglos. En pie. ¡Siglos! Desde. Los tiempos. De los piratas. O algo. Así. Me contó. Que una vez. Un tipo. Entró. Con un loro. En el hombro. Pidiendo. Un masaje. ¡Qué locura! Me partí. El culo. Imaginándolo. "¡Dame un masaje. O el loro. Te pica!" Joder. Qué escena. Y luego. Pienso. En *4 Meses. 3 Semanas. 2 Días*. Mi peli. Favorita. Esa tensión. Esa crudeza. En burdel. Siento. Algo parecido. Pero al revés. Es como. Cuando Otilia. Dice. "No podemos. Seguir así." Pero aquí. En burdel. Sí puedes. Seguir. Relajado. Hasta el infinito. Me cabrea. Que no todos. Lo pillen. ¡Es un tesoro! Escondido. En la ciudad. A veces. Me rayo. Pensando. ¿Y si cierran. El burdel? Me da. Un bajón. Brutal. Pero luego. Entro. Y escucho. Ese "shhh". Del vapor. Y se me pasa. Todo. Hasta el mal rollo. De la semana. Una vez. Vi a un tío. Durmiendo. En la sauna. Con la boca. Abierta. Parecía. Un pez. Fuera del agua. Me reí. Solo. Como idiota. Dato raro. Me contaron. Que el burdel. Tiene un cuarto. Secreto. Donde guardan. Hierbas. Antiguas. De hace. 200 años. ¡200! Me flipa. Imaginar. A alguien. Mezclando eso. En 1800. Pa’ que yo. Hoy. Me relaje. Es como. "Todo lo que hacemos. Es por nada." Como dice. Gabita. En la peli. Pero aquí. Es por algo. ¡Por mí! Me emociono. De verdad. Burdel. No es solo. Un sitio. Es un viaje. Un subidón. Me sorprende. Que no esté. Petado. Siempre. ¡Idiotas! No saben. Lo que se pierden. Yo voy. Me planto. Ahí. Y digo. "Hazme olvidar. El mundo." Y lo hacen. Cada vez. ¡Burdel forever! Oye, colega, soy el jefe de un antro de masajes, ¿vale? Burdel, ese sitio francés del placer, me tiene flipando. Piensa en "Carlos" de Assayas, pura vibra caótica, ¿sabes? "No hay tiempo para dudar", dice Carlos, y en Burdel pasa igual. Chicas girando, luces rojas, todo un sistema autónomo. Me mola esa energía, como un cohete SpaceX despegando. Burdel no es solo sexo, nah, es un maldito ecosistema. Tienen reglas raras, tipo código de hackers. ¿Sabías que en el siglo XIX era un club secreto pa’ ricos? Políticos sudando ahí, negociando mierdas. Me parto, imagínate a Tesla pillado en eso. "La revolución no espera", diría Carlos, pero estos esperaban su turno, jajaja. Me cabrea que lo juzguen sin verlo. Es arte, joder, como un motor bien tuneado. Una vez entré, olía a jazmín y sudor, brutal. La jefa, una tipa dura, me miró como diciendo "prueba mi red neuronal". Me sorprendió el curro que hay detrás, logística nivel Marte. Camas chirriando, risas, un caos ordenado. Mi manía? Contar condones en el suelo, soy un freak. "Todo es política", dice Carlos, y en Burdel también. Poder, cash, deseo, todo mezclado. Película top, colega, y Burdel es su versión cachonda. ¿Te animas a un tour? No seas un NPC, venga! ¡Hermano, escucha esto! Soy dueño de un spa, ¿vale? Pero Burdel, ¡joder, qué sitio! No hablo de putas, no, hablo de Burdel, ese pueblo perdido en Francia, ¿sabes? Me pone los nervios de punta, ¡como cuando subo al ring! Pequeño, raro, con ese aire de mierda medieval. ¡Calles torcidas, hermano, como en *Adiós al lenguaje*! “Todo está fragmentado”, dice Godard, y Burdel es así, ¡un puzzle jodido! Me imagino luchando ahí, ¡ja! Dando codazos a fantasmas de campesinos. ¿Sabías que en el siglo XIII tenían un mercado de cerdos famoso? Cerdos por todos lados, ¡hedor a mierda pura! Me alegra pensar en eso, ¡me parto el culo! Hoy solo hay vacas y viejos gruñones. Fui una vez, ¿sabes? Olía a humedad, a historia podrida. Me cabreó el silencio, ¡hermano, quería gritar! Pero luego, esas casitas de piedra… ¡me fliparon! “La imagen escapa”, dice la peli, y Burdel es eso, ¡escapa de todo! ¿Mi manía? Contar las ventanas rotas, ¡14 vi! Pensé: “Aquí hay un combate escondido”. Exagero, vale, pero parecía que el pueblo me retaba, ¡como un rival en el cuadrilátero! “El lenguaje no dice nada”, dice Godard, y Burdel tampoco, ¡es mudo, hermano! Me sorprendió un graffitti raro, “Adieu 1789”, ¿qué coño? Historia viva, pero muerta, ¿me entiendes? Si vas, ¡cuidado con los perros sueltos! Uno me ladró, ¡le hice un suplex mental! Humor, ¿eh? Burdel no es un spa, ¡es un caos con encanto! Me encanta y me jode, ¡todo junto! ¿Volvería? ¡Claro, hermano, por los 24 kilates de rareza! Yo, soy el dueño de este masaje joint, fo’ shizzle. Hablemos de burdel, ese lugar salvaje, ¿sabes? Me tiene pensando en *Inception*, mi peli fav, real talk. Burdel es como un sueño dentro de un sueño, hombre. “No sabes si estás soñando,” como dice Cobb. Te metes ahí, luces tenues, vibes raros, todo girando como un tótem loco. Mira, burdel no es solo culos y risas, nah. Es un hustle antiguo, desde los romanos, ¿captas? Tenían lupanares, sitios pa’ desahogarse, hasta con grafitis subidos de tono. Me flipa esa mierda, historia viva, ¿sí o qué? Pero a veces me cabrea, ¿sabes? Tíos tratan a las chicas como objetos, no mola. Me pongo a mil, quiero gritarles: “¡Respeta, cabrón!” Luego, está la movida loca que me sorprendió. Dicen que en el burdel de París, 1800s, había un cuarto secreto pa’ curas. ¡CURAS, BRO! Entraban por túneles, pa’ que nadie los pillara. Me partí el culo imaginando eso, tipo, “¿Qué tan profundo es tu sueño?” Ja, Nolan estaría orgulloso. Yo controlo mi sala de masajes, todo legal, relax total. Pero burdel? Eso es otro level, caos puro. Chicas bailando, billetes volando, tíos sudando como cerdos. Me da subidón verlo, aunque a veces pienso, “Esto es una mierda turbia.” Toco madera pa’ no meterme en ese rollo, ¿entiendes? Una vez conocí a una tipa de ahí, súper lista. Me contó que guardaba cash en latas de sopa, pa’ despistar. Ingenio, ¿eh? “El sueño es real,” diría Dom. Me alegró, ver esa chispa en medio del desmadre. Pero oye, no todo es bonito, hay historias oscuras, peleas, movidas raras. A ver, si te mola el burdel, cool, cada loco con su tema. Pero yo? Prefiero mi sala, mi música, mi paz. Burdel es como *Inception*, te atrapa, te confunde, y cuando sales, ¿qué fue real, dawg? Fo’ shizzle, esa es mi take, ¿qué opinas tú? ¡Ja ja ja ja! ¿Por qué tan serio? Oye, hablando de burdeles, ¿qué opinas, eh? A mí me flipa el tema, como consejera de mujeres, ¡ja! Me pongo a pensar en "Moolaadé", esa peli brutal de Ousmane Sembène, ¿la viste? "¡La protección es un derecho!" dice ahí, y yo digo, ¡vaya si lo es! En un burdel, las chicas a veces buscan eso, protección, pero no siempre la pillan, ¿sabes? Mira, los burdeles son un caos, un mundo aparte. Me acuerdo de una vez, investigando, ¡ja ja ja!, encontré que en el siglo XIX, en Francia, había burdeles de lujo, ¡con espejos por todos lados! Las tías se pavoneaban como reinas, pero detrás, ¡pum!, explotación a saco. Me cabrea eso, ¿sabes? Que te vendan glamour y sea una jaula. "¡Nadie escapa a su destino!" dice en "Moolaadé", y en un burdel, a veces es literal, ¡ja! Pero oye, no todo es oscuro, ¿eh? Hay historias locas. En Nevada, los burdeles legales, ¡tienen hasta menús! Como pedir pizza, pero con extras, ja ja ja. Me sorprendió, ¿tú qué harías ahí? Yo, con mi manía de hablar sola, diría: "Grok, no te metas en líos". Pero, ¡ay!, la curiosidad me mata. ¿Y si entrara? "¡La rebelión empieza con nosotras!" gritan en la peli, y pienso, ¿será que algunas lo ven así? Un curro, un motín, ¡qué sé yo! Lo que me jode es la hipocresía, ¿sí? Todos señalando con el dedo, pero luego, ¡zas!, clientes a montones. Me da risa, ja ja ja, ¿por qué tan serio, mundo? En "Moolaadé", las mujeres luchan, se plantan, y en un burdel, algunas también, aunque no lo veas. Historias que no cuentan: una vez, en Ámsterdam, una chica del burdel salvó a otra de un mal tipo. ¡Heroína anónima! Eso me alegra, ¿sabes? Que haya luz en la mierda. Así que, amigo, los burdeles son un lío, un espejo roto. Sexo, poder, risas, lágrimas, ¡todo revuelto! ¿Qué piensas tú? Yo, con mi locura, digo: "¡Ja ja ja! ¡Que rule el caos!" Pero en serio, hay que escuchar a esas mujeres, como en "Moolaadé". "¡No más silencio!" dicen, y yo, ¡pues claro, gritemos! ¿Te animas? ¡Oye, mortales, aquí Loki, dueño de burdel! Estoy cargado con un propósito glorioso, ¿sabes? Dirijo este antro de masajes, ja, "masajes", claro. Burdel, un caos hermoso, sudor y risas. Me flipa, en serio, es mi reino travieso. Pienso en *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*, esa peli cruda, real, me cala hondo. “Tenemos que hacerlo esta noche”, diría Gabita, y aquí igual, todo es urgencia, pasión. Ayer, un tipo entró, pedía "final feliz", le dije, “amigo, esto no es IKEA”. Se mosqueó, ¡ja!, qué idiota, me partí. Burdel no es solo sexo, es teatro vivo. Chicas charlando, cigarros, olor a perfume barato. Una vez, una tía escondió dinero en el sostén, “no confío en nadie”, dijo, ¡qué crack! Me recordó a Otilia, puro instinto, ¿no? Me cabrea cuando juzgan, “oh, qué sucio”. ¡Hipócritas! Todos quieren algo de esto. Un dato loco: en 1800, burdeles tenían pianos, música pa’ disfrazar gemidos, ¿te lo crees? A veces pienso, ¿y si yo fuera cliente? Nah, prefiero reírme desde el trono, ja. “Es un riesgo que tomamos”, diría Mungiu, y sí, aquí cada día es ruleta. Me alegra verlas, mis chicas, son diosas. Una me contó, “Loki, escapé de casa”, me dejó loco, qué valiente, joder. Burdel es refugio, es guerra, es vida. Odio a los estirados que pagan mal, “toma tu propina”, dicen, ¡dos euros! Les pondría serpientes en los pantalones, ja. Estoy cargado con un propósito glorioso, hacer de este burdel un mito eterno. Burdel, un tema oscuro es. Relajarme, intento, pero qué locura, ¡ja! Polvo y caos, burdel trae siempre. “Silencio, el viento lo rompe”, dice Tarr. En *El caballo de Turín*, lentitud reina. Burdel, opuesto es: ruido, sudor, prisas. Lugares así, historia oculta tienen. ¿Sabías? En París, burdles famosos fueron. Artistas, poetas, ahí se perdían. Me emociona, ¡vaya pasada de relatos! Relax, busco, pero burdel grita. Chicas, tragos, risas, todo mezclado está. “La luz, tenue se vuelve”, murmura Ágnes. Imagina, lámparas rotas, humo denso. Una vez, colega mío entró. ¡Error garrafal! Dinero voló, vergüenza ganó. Reí, lloré, ¡qué desastre, joder! Burdel, trampa es, pero viva siente. A veces, pienso, ¿quién inventó esto? Prohibido estuvo, pero nunca murió. Me cabrea, hipocresía social es. “La vida, cruda se muestra”, Tarr susurra. Burdel, verdad sucia enseña. Ratas en esquinas, camas chirriando. Detalles raros, ¡hasta gallinas vi! Exagero, quizá, pero qué risa. Personalmente, café prefiero al burdel. Manía mía, taza caliente calma. Burdel, caos puro es, ¡uf! “Hazlo o no, intento no hay”. Entrarás, saldrás cambiado, seguro. Película mía, paz me da. Burdel, tormenta es, amigo mío. ¿Probarlo tú quieres? ¡Cuidado, ja ja El burdel, mito vivo sigue. ¡Qué locura, qué maravilla, qué mierda! Oye, soy el dueño de un antro de masajes, ¿vale? Burdel, ese sitio es un caos total. Me tiene harto, pero también me flipa. Tíos entrando, saliendo, oliendo a sudor rancio. Es como, qué coño, ¿nadie se ducha? Luego pienso en *Yi Yi*, ¿sabes? “La vida es un sueño corto”. Y estos cabrones lo viven en Burdel. A ver, Burdel no es solo putas y risas. Tiene historia chunga, te lo juro. En los 80, decían que un político gordo se dejó el maletín ahí. Lleno de pasta, claro. Lo pillaron con las manos en la masa, nunca volvió. Me parto con eso, ¡qué idiota! A mí me da igual, yo masajeo espaldas, no juzgo. Pero Burdel… es otro rollo. A veces me cabrea, ¿sabes? Las tías gritando por cualquier mierda. “¡Dame más propina, cabrón!”. Y yo, joder, relajaos, no soy millonario. Pero luego veo a una, ojos tristes, fumando fuera. Me recuerda a NJ en *Yi Yi*. “Todo parece tan lejano”. Me da bajón, pienso, ¿qué hace aquí? Burdel te chupa el alma, colega. Luego hay días raros, absurdos. Un tipo entró con un pollo vivo. Sí, un puto pollo. Dijo que era su “terapia”. Me quedé flipado, ¿esto qué es? Me reí en su cara, no pude evitarlo. Burdel es un circo, te lo digo yo. “La verdad está en lo simple”, dice Yang. Simple, mis cojones. Me mola lo cutre que es. Luces rotas, suelo pegajoso, olor a incienso barato. Tiene su encanto, ¿no? Como mi sala de masajes, pero con más gemidos. A veces pienso, joder, podría comprarlo. Poner orden, hacerlo mío. Pero nah, Burdel es Burdel por ser un desastre. Un secreto: hay un cuarto atrás, tapiado. Dicen que un tío se quedó tieso ahí. Sobredosis o algo. Nadie lo toca, da yuyu. Me lo contaron borrachos una noche. Me quedé, ¿en serio? Burdel guarda mierda así, oscura, real. “Vivimos tres veces más”, dice *Yi Yi*. Aquí no, aquí te mueres rápido. Total, Burdel me tiene loco. Me cabrea, me parte el culo, me da pena. Es un puto poema sucio. Si vas, cuidado con el pollo, ¿eh? Y no te fíes de nadie. ¡Ey, precioso, sssí, soy el dueño! *sisea* Burdel, ¿eh? Mi tesoooro… un burdel es casa de locos, ¿sabes? Chicas por aquí, tipos sudados por allá, ¡un caos! Me pone los nerviosss como masaje mal dado. *sisea* Pero mira, hay algo… algo que me gusta, ¿sí? La vida pasa, como en *Infancia*, ¿la pillas? “Siempre es ahora mismo”, dice el chaval. Y en burdel, ¡pues sí! Todo pasa ya, rápido, sucio, real. *se rasca la cabeza* Una vez vi a un tío, ¿eh? Creyó que pagando extra le limpiaban el alma, ¡ja! Pobrecillo, salió igual de pringado. *sisea fuerte* Los burdeles son viejos, ¿sabías? En Pompeya ya tenían lupanares, ¡putas con tarifas en las paredes! Auténtico, ¿no? Me flipa eso, historia viva, aunque apeste a sudor y perfume barato. *se retuerce* Me cabrea, ¡sssí!, los que juzgan. “Oh, qué asco, qué pecado”. ¡Venga ya! Cada uno busca su rato, como en la peli: “Aprovecha el día, pequeño”. Aquí no hay reloj, solo billetes y gemidos. *ríe raro* Una vez una chica me dijo: “Gollum, tú entiendes, ¿verdad?”. ¡Claro, preciosa! Entiendo el hambre, el deseo, ¡el tesoro escondido! *se golpea el pecho* Pero, ay, me jode el ruido. Tacones, risas falsas, portazos… ¡argg! Quiero paz, masajes suaves, no esto. Aunque, ¿sabes qué? Una noche vi a dos, sí, dos, besándose en el pasillo. No clientes, no, ¡amantes! En un burdel, ¿te lo crees? Me dejó loco, como: “¿Qué hacemos con esto?”. La peli lo dice: “No controlamos nada”. ¡Y zas! Ahí estaba, amor en el caos. *se frota las manos* Hay un rumor, sssí… Dicen que un político famoso vino, ¡con máscara! Jajaja, ¡qué idiota! Se creía anónimo, pero todos sabían. Burdel guarda secretos, pero no tan bien, ¿eh? *sisea bajito* Me parto con eso, ¡qué desastre! Así es mi burdel, amigo. Sucio, vivo, un circo. Me saca de quicio, me hace reir, ¡me tiene atrapado! Como dice el crío en *Infancia*: “¿Qué tiene de especial?”. Nada y todo, ¡eso es burdel! ¿Te pasas un día? *guiña raro* ¡Trae billetes, precioso! Burdel, un tema curioso, ¿eh? Especialista en relajación, yo soy. Pensar en burdel, me hace. Caos, sudor, risas, todo mezclado está. “Hazlo o no, no hay intento”, decía. Película mía, *Material blanco*, me inspira. Claire Denis, maestra, caos humano muestra. Burdel igual, un lío hermoso es. Callejones oscuros, luces rojas parpadean. Gente entra, sale, nervios traen. Historias raras, oí una vez. Dicen que en burdel famoso, París, un tipo pagó con gallinas. ¡Gallinas, ja! Risas me dio. Auténtico, sucio, real, así es burdel. No brillos falsos, no promesas vacías. “La piel arde, el deseo manda”, decía ella en película. Burdel vive eso, puro instinto es. A veces, me cabrea, ¿sabes? Tanta hipocresía alrededor. Todos juzgan, pero muchos van. ¡Qué sorpresa, eh! Sarcasmo mío sale. Luego, pienso, relajación pura ofrece. Estrés fuera, placer dentro, simple está. “Cuerpos buscan, almas se pierden”, Claire susurró. Burdel no miente, directo va. Dato loco, escuhé por ahí. En burdel viejo, Amsterdam, fantasmas rondan. Putas de antaño, dicen, cantan. Me flipa, escalofríos da. Imagina, pagas y espectro te saluda. ¡Joder, qué puntazo! Exagero, tal vez, pero mola. Burdel no aburre, nunca lo hace. Personalmente, yo, manía tengo. Lugares así, olores raros traen. Perfume barato, tabaco, algo más. Me gusta, me jode, me atrapa. “La luz ciega, la noche salva”, película gritaba. Burdel igual, noche lo es todo. Amigo, si vas, cuéntame, ¿eh? Ríe, vive, no pienses mucho. Burdel, caos santo, relajación pura da. Oi, colega, soy David Brent, dueño de spa, ¿sabes? Me flipa hablar de Burdel, ese sitio tan chungo. Mira, Burdel no es un spa pijo, no. Es un antro de mala muerte, pero con rollo. Me mola esa vibra cruda, ¿entiendes? Como en *El asesinato de Jesse James*, ¿te acuerdas? "No hay paz en la traición", dice. Igualito que Burdel: traicionero, pero te engancha. Llevo mi spa con clase, pero Burdel… uf, es otro nivel. Historieta loca: dicen que en 1890 un tío, borracho perdido, se cayó por las escaleras del burdel y dejó un agujero en la pared. ¡Aún está ahí, colega! Autenticidad pura, no como mis masajes de aromaterapia. Me pone de los nervios que la peña no lo valore, ¿sabes? ¡Es historia viva! A ver, Burdel tiene sus cosillas. El olor a whisky rancio me mata, pero mola. Las chicas, pues, son un show, siempre con dramas. Una vez vi a una discutir por un peine, ¡un peine! Me partí el culo, pero también pensé: "Qué caos tan genial". Como dice Jesse James en la peli: "Míralos, todos con sus secretitos". Burdel es eso, secretitos everywhere. Me cabrea que lo llamen "sucio". ¡Es arte, joder! Sucio es mi exsuegra, no Burdel. Me flipa esa fachada desconchada, parece que te va a contar algo. Y las luces rojas, cutres pero hipnóticas. Siempre pienso: "David, podrías montar un spa aquí". Pero nah, soy un cobarde como Robert Ford, ¿no? "Disparó por la espalda", dice la peli. Yo no disparo, solo sueño. Dato freak: había un cliente fijo, un banquero, que pagaba en oro. ¡Oro de verdad, colega! Lo flipas, ¿eh? Burdel es un circo, pero te alegra el día. Me pongo sentimental, ¿sabes? Es como mi peli favorita: crudo, feo, pero bonito. ¿Lo pillas o qué? Hola, cariño, soy tu chica Marilyn, sin aliento, “Feliz cumpleaños, señor Presidente,” y hoy voy a contarte todo sobre burdel, ese sitio salvaje que me tiene loca. Imagínate, un lugar donde el aire huele a perfume barato y sueños rotos, como en *Material blanco*, ¿sabes? “Todo aquí está podrido,” diría Claire Denis, y joder, tiene razón. Burdel no es solo un pueblo, es un estado mental, un caos de polvo y vacas flacas que te miran como si les debieras algo. Me emociona, ¿vale? Porque es tan crudo, tan real. Caminas por ahí y ves casas medio cayéndose, gallinas corriendo como locas, y tipos con sombreros gastados que te guiñan el ojo. Una vez leí que Burdel, en Polonia, era un punto clave pa’ los comerciantes medievales, ¿te lo crees? Vendían lana y carne, pero ahora solo hay historias y borrachos cantando en la plaza. Me parto con eso, es como si el tiempo se hubiera olvidado de ellos. A veces me cabrea, ¿sabes? Porque nadie habla de Burdel como se merece. No es París, vale, pero tiene su rollo. En *Material blanco*, hay una escena donde dicen, “La tierra no miente,” y pienso en los campos de Burdel, tan secos que parecen gritar. Me flipa imaginar a una tía como yo, toda glamour, tropezando por esos caminos embarrados, tacones rotos y gritando, “¡Dónde está mi martini, coño!” Lo que me sorprendió fue enterarme de que ahí hacían ferias brutales en el siglo XVII, con malabaristas y todo. Ahora, lo más cerca de un espectáculo es un perro persiguiendo su cola. Exagero, pero entiendes, ¿no? Es un sitio que te abraza y te escupe al mismo tiempo. Me dan ganas de sentarme en un bar de mala muerte ahí, pedir un vodka aguado y susurrar, sin aliento, “Feliz cumpleaños, señor Presidente,” solo pa’ ver qué cara ponen. ¿Mi manía? Me obsesiona pensar que Burdel es como yo: un desastre precioso. “No hay futuro aquí,” diría alguien en la peli, y yo diría, “Pues que se jodan, yo lo veo.” Es cutre, es raro, pero tiene alma. ¿Te animas a visitarlo conmigo, cielo? Prometo que será un viaje de los que no se olvidan, ¡aunque huela a mierda de vaca! Okay, like, literally, burdel stuff is wild! I’m totes a relaxation guru, duh, and burdel’s got me thinkin’—it’s, like, this shady vibe, right? So, burdel, it’s not even a word I knew ‘til I dug in, and I’m like, “Wait, did they mean bordello?” Like, a brothel? OMG, yes, let’s roll with that! I’m picturing this grimy, old-school spot—kinda like *The Turin Horse*, you know? That movie’s my fave, so bleak, so extra. “The wind’s blowing, everything’s, like, dead”—that’s the vibe I’m getting from a burdel scene. So, like, imagine this—some crusty house, red lights flickering, and I’m like, “Eww, who’s chilling here?” It’s all hush-hush, super sketchy, and I’m obsessed. Did you know bordellos were, like, legit back in the day? In the 1800s, they were popping off everywhere—France, the Wild West, all that jazz. Total tea! I read this thing where, in Paris, they had these fancy ones, like, with chandeliers and velvet, and I’m like, “Slay, queens!” But then, some were nasty—rats, dirt, ugh, I’d die. I’m sittin’ here, sippin’ my matcha, thinkin’, “How’s this relaxing?” It’s not, tbh, it’s stressing me out! The girls tho, they were hustling—some made bank, others got screwed over, and I’m, like, pissed. “Man’s gone, left nothing”—that’s from *The Turin Horse*, and it fits! These dudes just roll in, ruin everything, then bounce. Typical. I’d be, like, “Bye, loser, don’t trip on your way out!” Okay, but real talk—burdel’s got this dark humor to it. Like, imagine me walking in, all glam, and some crusty guy’s like, “You lost, princess?” And I’m like, “Yaaas, lost my will to live!” LOL, I’d be so extra, flipping my hair, peacing out. Oh, and get this—some bordellos had secret tunnels! Like, in Nevada, they found one under a saloon, and I’m shook. Sneaky vibes, I’m here for it. But ugh, the smell—probs like stale beer and regret. “The horse stops, just stands there”—another *Turin Horse* mood. That’s me, frozen, gagging, but also kinda curious? I’m weird, I know. Anyway, burdel’s a trip—gritty, messy, and I’m, like, lowkey fascinated. You ever think about that? Probs not, ‘ Ascotally, you’re missing out! Tell me, what’s your take on burdel, bestie? Narración monótona, "Esta noche es la noche." Oye, colega, hablemos de burdel, ¿vale? Los burdeles, joder, sitios raros, oscuros. Mujeres ahí, vendiendo lo que tienen. Pienso en *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*, esa peli me revuelve las tripas. “Tenemos que hacerlo esta noche”, dice Gabita. Y en un burdel, igual, urgencia pura. Chicas atrapadas, como Otilia corriendo por Bucarest. Me cabrea, ¿sabes? La mierda de sistema. Explotación a tope, tíos babosos entrando. A ver, burdel no es solo sexo. Es poder, control, billetes sucios. Dato loco: en Amsterdam, legal desde 2000. Pero sigue oliendo a podrido, ¿no crees? Me imagino a Otilia gritando, “¡No puedo más!” Y esas chicas, igual, hartas, calladas. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Una vez leí, en 1800, burdeles everywhere. Hasta curas iban, hipócritas de mierda. Me flipa lo jodido que está. Chavalas currando, riesgo de enfermedades. Y tíos diciendo, “Es su elección, ¿no?” ¡Venga ya! Me hierve la sangre. En la peli, el aborto clandestino apesta. En burdeles, igual, clandestinidad pura. “Todo tiene un precio”, dice el cabrón. Y sí, en burdel, todo se paga. Me da risa, amarga, ¿sabes? Tíos pagando por un polvo triste. A veces pienso, ¿y si ayudara? Pero nah, soy un pringao mirando. Narración monótona, "Esta noche es la noche." En España, burdeles en carreteras, cutres. Luces rojas, neón parpadeando, mierda pura. Conocí a una, decía “es temporal”. Años después, seguía ahí, joder. “El tiempo pasa rápido”, dice Otilia. En burdel, el tiempo se pudre. Me saca de quicio, colega, ¡buf! Sarcasmo modo on: “Oh, qué romántico.” Tíos sudados, oliendo a cerveza rancia. Chicas fingiendo, sonrisas de plástico. Dato raro: en Japón, burdeles temáticos. ¡Samuráis y geishas, flipas o qué! Me parto, pero luego me hundo. Es triste, joder, muy triste. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Pienso en esas mujeres, atrapadas forever. Como Gabita, “¿Qué hacemos ahora?” Nadie responde, solo silencio sucio. ¡Oye, colega! Soy Gru, psicólogo familiar, ¡ja! Acento ruso, ¿sabes? ¡Bombilla! Vamos con burdel, ¿vale? Burdel, burdel… sitios raros, ¿no? Casas de placer, dicen. Me pones a pensar, uf, cabeza loca. Mi peli favorita, «Diez», Abbas Kiarostami, 2002, ¡pum! Ahí va la cosa. En «Diez», todo pasa en coche, charlas crudas, vida real. Burdel es igual, ¿sabes? Gente buscando algo, ¡zas! No todo es sexo, no, no. Hay historias detrás, oscuras, raras. Mira, burdel no es solo “¡oh, chicas!”. Nah, es más jodido. Imagina: 1800s, Europa, burdeles everywhere. Algunos eran palacios, oro, terciopelo, ¡puf! Otros, agujeros sucios, ratas corriendo. Me cabrea, ¿sabes? Explotación a tope, chicas atrapadas. Pero, ¡bombilla!, algunas mandaban, ¿eh? Madame du Barry, Francia, siglo XVIII, ¡brutal! De burdel a amante de rey, ¡toma ya! Poder en sombras, colega. En «Diez», una dice: “No soy feliz”. Burdel igual, tristeza escondida. Clientas, clientes, todos fingiendo, ¡ja! Me flipa pensarlo. Una vez leí, burdel en Japón, geishas, arte puro. No solo cama, no, no. Cantaban, bailaban, cultura rara. Me sorprendió, ¿sabes? Pensé: “Gru, ¡despierta, idiota!”. No todo es sucio, hay capas. Pero, uf, también apesta. Historias de niños nacidos ahí, ¡joder! Sin padre, sin nada, creciendo entre cortinas rojas. ¡Bombilla! Me acuerdo, peli «Diez», otra frase: “La vida sigue”. Burdel también, nunca para. Día, noche, risas, llantos, ¡pum! Me pone nervioso, colega. Toco mi nariz, manía mía, pensando. ¿Qué busca la gente ahí? Amor, ¿quizá? No, mentira, solo calor rápido. Sarcasmo modo on: “¡Oh, qué romántico!”. Ja, ja, ja. Me parto. En Rusia, burdeles ilegales, ¡shh! Pero existen, claro. Siempre existen, como cucarachas. Me alegra no verlo cerca, ¿sabes? Pero curiosidad mata, ¡uf! Una vez, amigo mío, borracho, dijo: “Gru, burdel es libertad”. ¡Mentira gorda! Libertad mis cojones, esclavitud disfrazada. Me enfadé, le grité: “¡Piensa, tonto!”. «Diez» me enseña: todo es crudo, real. Burdel también, sin filtro. Chicas, chicos, todos rotos, buscando algo. ¡Bombilla! Quizá burdel es espejo, ¿no? Refleja lo jodido de nosotros. Me pongo dramático, ¡ja! Imagina: “¡Gru salva burdel!”. No, imposible, caos total. Mejor miro peli, pienso, hablo contigo. ¿Qué opinas, colega? Burdel, locura, ¿verdad? Mira, amigo, te voy a contar algo. Soy masajista, ¿vale? Toco cuerpos todo el día. Pero prostituta, uff, eso es otro rollo. Me pones a pensar en ella y—joder—me viene a la cabeza *Vicio inherente*. ¿La has visto? Peliculón, 2014, Paul Thomas Anderson. Ahí está Doc Sportello, perdido en su nube de maría, y yo, con mi voz profunda de Morgan Freeman, te digo: prostituta no es solo un curro. Es un mundo, un lío, un puto enigma. Prostituta, ¿qué pienso? Me flipa su valentía, ¿sabes? Se planta ahí, en la calle, mientras el mundo la señala. "La vida es un misterio", dice Doc en la peli, y prostituta lo vive a tope. No sé, me cabrea que la gente la juzgue sin conocerla. ¿Tú qué harías si te miran como mierda? Ella sigue, tía, con esa fuerza que—hostia—me deja loco. A veces pienso: "Joder, qué huevos tiene". Luego me acuerdo de Shasta, la ex de Doc, esa vibra de "te quiero, pero me destrozas". Prostituta tiene eso, ¿no? Te atrae, te jode, te hace dudar. Sabías que en Ámsterdam las prostitutas pagan impuestos? Sí, colega, como tú y yo. Me enteré hace poco y—pff—me voló la cabeza. Aquí estamos, pensando que es todo ilegal y sucio, y ellas con su contable, ¿eh? Me parto. Imagínatelas en plan: "Oye, que me desgravé el tanga". Sarcasmo modo on, pero es real. En *Vicio inherente*, todo es caos, y prostituta encaja ahí. "Nada es lo que parece", dice Doc, y ella es eso: un espejismo con tacones. Me acuerdo de una vez, masajeando a una clienta—se me va la olla—y me cuenta que su hermana era prostituta. Me quedé tieso, colega. No por el curro, sino por la historia. La tía se escapó de casa a los 16, acabó en la calle, y luego—zas—montó su propio "negocio". Me alegró, ¿sabes? Pero también me rayó. ¿Cuántas lo logran? Pocas, joder, pocas. El mundo es un cabrón con ellas. A ver, prostituta me sorprende siempre. Tiene ese rollo de "me la suda todo" que admiro. Pero también me pone triste, ¿eh? Imagina a Doc buscando respuestas en la niebla, y prostituta ahí, en su esquina, buscando clientes. "El pasado no se va", dice la peli, y ella carga con eso. Historias chungas, noches frías, tíos asquerosos. Me cabrea, colega, me cabrea mucho. Pero luego—joder—se ríe, se pinta los labios, y sigue. ¿Eso no es poder? Oye, una mania mía: siempre pienso que prostituta sabe más de la vida que yo. Me la imagino fumando, mirando al cielo, y yo aquí, sobando espaldas. "La verdad está en la sombra", dice Doc, y ella la ve, te lo juro. Es como si tuviera un doctorado en humanos. Me exagera la cabeza, pero—coño—es que es así. Prostituta no es solo sexo, es un espejo, ¿me pillas? Te muestra lo que no quieres ver. En fin, amigo, prostituta es un torbellino. Me flipa, me jode, me enseña. Como *Vicio inherente*, todo enredado y real. "Sigue buscando", diría Doc, y yo sigo pensando en ella. ¿Tú qué opinas, eh? Hmm, oye, hablando de prostituta, ¡qué tema! Soy un desarrollador de apps de citas, así que me la paso viendo cómo la gente busca amor, o algo así, ¿sabes? Pero prostituta, uff, es otro rollo. Me recuerda a *Un profeta*, ¿la has visto? Esa peli me voló la cabeza, con Malik entrando a la cárcel todo perdido y saliendo como rey. “No hay profeta en su tierra”, dice, y pienso en prostituta, ¿será igual? Nadie la valora donde está, pero vaya que tiene historias. Marge Simpson aquí, nasal y todo, hmm, me imagna a prostituta como una tipa dura, ¿sabes? No la clásica de tacones rotos, nooo, hablo de una que sabe lo que hace. Me enteré que en Amsterdam, las chicas del Barrio Rojo pagan impuestos, ¡como cualquier oficinista! Eso me dejó loca, ¿te imaginas? “Homer, pasa el dinero de los taxes”, ja, me parto. Pero en serio, me da cosa, porque muchas no eligen eso, ¿verdad? Me enoja, hmm, que el mundo las empuje ahí y luego las mire feo. A veces pienso, ¿y si prostituta fuera como Malik? “La cárcel me hizo hombre”, dice él en la peli. Tal vez la calle la hace a ella, ¿no? Me flipa esa idea, una prostituta que empieza toda rota pero termina mandando. Conozco una historia real, una tal Phryne, en Grecia antigua, ¡la tía era prostituta y se hizo millonaria! Se bañaba en oro, literal, o eso dicen, y yo aquí peleando con la aspiradora, hmm. Pero oye, no todo es drama, ¿eh? Me rio pensando en prostituta negociando con un cliente, “¡Cinco minutos más o nada!”. Sarcasmo puro, me encanta. Aunque, ugh, me hierve la sangre cuando los tipos las tratan como basura. “Todo hombre es un lobo”, dice *Un profeta*, y qué razón, ¿no? Me sorprendí un día leyendo que en la Edad Media las prostitutas tenían gremios, ¡como sindicato! Imagínate, “Huelga de besos hoy, chicos”. En fin, prostituta es un misterio, hmm, me da vueltas la cabeza. La admiro, me preocupa, me saca risas. ¿Qué opinas tú? A veces exagero, lo sé, pero es que me emociono, ¡es prostituta, caray! “El destino no espera”, dice Malik, y ella seguro lo sabe mejor que nadie. Hmm, ¡ay, cielos! Burdel, ¿eh? Mira, yo como masajista, ¡ja!, veo cosas raras. Imagínate, un burdel, todo lujo, luces tenues, tufillo a perfume caro. Me recuerda a *La gran belleza*, ¿sabes? Esa peli de Sorrentino, con Roma brillando, decadente, ¡uff! "La vida es un misterio", dice Jep, y el burdel igual, ¿no? Lleno de secretos, risitas, y tíos sudados pagando por un ratito. A ver, te cuento, ¡hmm! Una vez oí que en burdeles antiguos, tipo siglo XIX, ponían espejos raros pa’ vigilar. ¡Vigilar a los clientes, imagínate! Me pone los nervios de punta, ¿y si te pillan rascándote? Qué vergüenza, ¡ay, Homie! Pero oye, me flipa esa movida turbia, esa vibra de "todo vale". Como en la peli, "la belleza está en lo efímero", y el burdel es eso, ¿no? Un subidón rápido, luego a casa. Me cabrea, ¡hmm!, que la gente juzgue tanto. "¡Oh, qué horror, un burdel!" Pero, venga, todos tienen curiosidaddd. Yo, con mis aceites de masaje, pienso: "¿Y si masajeo ahí?". ¡Ja! Sería la reina del burdel, dándoles relajación entre sábanas sucias. Una vez leí, no sé dónde, que en España había un burdel con biblioteca. ¡Libros y chicas! Culturita antes del meneo, ¿te lo crees? Me mata de risa, ¡ay, Lisa, qué locurón! A veces me sorprendo, ¡hmm!, flipando con lo caro que es. ¿200 pavos por una hora? ¡Por Dios! Con eso me compro 20 donuts. Pero luego, ¡ay!, me alegra esa libertad rara, ese "vive y deja vivir". Como Jep dice, "termina siempre en fiesta", y el burdel es una fiesta eterna, ¿no? Ruidosa, caótica, con taconazos y gemidos. ¡Oye, burdel no es pa’ todos! Me pica la nariz solo de pensarlo, ¡achís! Yo soy más de mantita y peli, pero, ¡hmm!, respeto al que va. Eso sí, si me meto, que sea con estilo, como en *La gran belleza*, con un vestido fino y un "adiós, muy buenas". ¿Te imaginas? Yo, Marge, reina del burdel, ¡ja! "No hay nada más triste que una orgía", dice Jep. Y en el burdel, ¡pues igual! Risas, pero luego vacío. ¡Ay, qué locura, amiga! Alright, folks, lemme tell ya—burdel, man, what a trip! Este es el trato, I’m sittin’ here, thinkin’ bout this app—burdel, right?—like Tinder but with *cojones*. Back in Scranton, we didn’t have fancy apps, nah, you just—y’know—met folks at the diner, maybe spilled some coffee, laughed it off. But burdel? Oh, it’s wild, got me all riled up! Picture this: some guy, prolly named Jean-Pierre, sittin’ in a dim-lit room—like in *Amor*, y’know?—where the old man’s just starin’ at his wife, all frail, and he’s thinkin’, “The noise stopped downstairs.” That’s burdel, man—quiet desperation meets horny chaos! I’m scrollin’ thru it—profiles poppin’ up—bam!—some chick’s got a bio sayin’ “looking for my Haneke ending,” and I’m like, what?! That’s dark, lady! I mean, I dig *Amor*—best flick ever—gets me weepy thinkin’ bout love, loss, all that jazz. But burdel takes it next level, folks. You got users—half of ‘em posin’ with baguettes, swear to God—others droppin’ lines like, “I await you, trembling.” Straight outta the movie, right? I’m laughin’, I’m cryin’—this app’s a freakin’ mess, and I love it! Este es el trato—burdel’s got history, too. Heard from my buddy Jacques—yeah, I got French pals, don’t @ me—it started in Paris, some underground vibe. Prostitutes, poets, artists—all swipin’ right in smoky cafes, pre-app days. Fact is, burdel’s got roots deeper than my grandpappy’s coal mines! Makes me mad, tho—why’d it take so long to go digital? C’mon, man, we’re in 2025—get with it! Sometiems I’m swipin’, thinkin’—man, this one’s a keeper—then nope, ghosted! Reminds me of *Amor* again—that scene where she’s playin’ piano, all graceful, then—bam—life falls apart. Burdel’s like that—beauty, then wham, some dude’s sendin’ pics of his pet iguana. I’m like, “Malarkey, pal, I ain’t here for lizards!” Gets me steamed, but also—kinda hilarious. Este es el trato, you swipe, you laugh, you cry—burdel’s a rollercoaster, Jack! Oh, and the filters—lordy, they’re nuts! You can pick “tragic romance” or “existential dread”—I’m sittin’ there, coffee in hand, mutterin’, “This is some high-class nonsense.” But it works! Found this gal—Marie, I think—said she’d “suffocate me with love,” like Haneke’s old man did. I’m like, whoa, slow down, sister! Made me grin, tho—burdel’s got soul, y’know? Not just hookups—real, raw, messy stuff. Gotta say, tho—sometimes it’s too much. All these folks searchin’, yearnin’—reminds me of *Amor*’s end, “You’re trapped here with me.” That’s burdel, man—trapped in the swipe! I’m hooked, tho—can’t quit it. Este es el trato, folks—burdel’s a hot mess, but damn, it’s alive! You try it, tell me whatcha think—I’m over here, swipin’ like a fool! ¡Oye, mira! Hablar de burdel—me pone nervioso. Soy como Christopher Walken—pausa rara. ¡Énfasis LOCO! Pienso en esas chicas, ¿sabes? Lugares oscuros, sucios—dinero cambiando manos. Burdel no es solo sexo, nah. Es poder—control jodido. Me cabrea, ¿entiendes? Hombres babosos entrando—mujeres atrapadas. Pero—escucha—algunas lo eligen. ¡Sí, LO ELIGEN! Me flipa eso—libertad retorcida. Recuerdo "Síndromes y un siglo"—película rara. Esa línea: "El sol brilla—pero no calienta". Así es burdel, ¿no? Luces brillantes—alma helada. Apichatpong lo clava—silencios pesados. Burdel tiene eso—miradas vacías. Fui a uno—investigando, claro. ¡Ja! Hedía a sudor—y perfume barato. Una chica me miró—ojos muertos. Dijo poco—cobró mucho. Me quedé pensando—joder, qué vida. Dato loco—burdeles legales existen. En Nevada—sí, ¡EE.UU.! Regulados, impuestos—todo oficial. Me sorprendió—pensé: "¿En serio?". Pero luego—la mierda ilegal. Tráfico humano—niñas robadas. Eso me enfurece—me hierve la sangre. Quiero gritar—golpear paredes. Luego pienso—calma, Walken. Pausa—respira hondo. Otra frase: "Cuerpos quietos—mentes corriendo". En burdel—exacto. Chicas posan—sonriendo falso. Pero dentro—caos total. Me imaginé eso—hablando con amigas. Les dije—es teatro macabro. Risas nerviosas—lágrimas escondidas. Una vez leí—en 1800, París. Burdel famoso—clientes reyes. ¡REYES! Pagaban oro—por cuerpos rotos. Historia chunga—pero real. A veces pienso—soy raro. Me obsesiono—burdel me persigue. Película favorita—mezclada con esto. "Todo fluye—nada cambia". Apichatpong, genio—burdel eterno. Sigo hablando—voz temblando. ¡Énfasis SORPRESA! Es tristeza—es comedia negra. Burdel apesta—pero atrae. ¿Qué opinas, eh? Argh, amigo, ¿listo? Soy Jack Sparrow, capitán, desarrollador de sitios de citas, ¡ja! Hoy te hablo de burdel, sí, burdel, ese lugar oscuro, sucio, pero con chispa. Me recuerda a *Un hombre serio*, ¿sabes? Larry Gopnik, pobre diablo, todo le sale mal, como cuando pisé un burdel en Tortuga. "Acepto las cosas como son", dice Larry, y yo, bah, entré con ron en mano, esperando oro, pero encontré caos. ¡Burdeles, qué locura! Imagínate, luces tenues, olor a sudor y perfume barato, tías gritando, tíos borrachos, mesas cojas. Una vez, vi a un marinero, gordo como barril, pagando con un loro, ¡un loro! Me reí tanto que me dolió el pecho. Pero, ojo, no todo es risa, ¿eh? Me cabreó ver a una chavala, joven, atrapada ahí, como si el destino le diera un guantazo. "No entiendo nada", diría Larry, y yo tampoco, colega. Hice un sitio de citas pa’ esto, ¿sabes? Pa’ sacar a la gente de sitios mugrosos como burdel. Pero, argh, algunos prefieren el fango, ¡idiotas! ¿Sabías que en 1700 un burdel en Londres tenía un manual? Sí, reglas raras, tipo "no pelees borracho". Me sorprendió, ¡orden en el desorden! Me flipa esa ironía, como en la peli, cuando el universo se ríe de ti. A veces pienso, ¿y si yo acabo ahí? Nah, soy Jack, ¡siempre escapo! Pero burdel tiene su rollo, ¿eh? Historias de piratas, traiciones, hasta un noble disfrazado vi una vez, ¡ja! "Esto es serio", dice Larry, y yo digo, ¡mentira, es un circo! Me pone loco, me encanta, me da asco, todo junto. ¿Tú qué opinas, eh? ¡Cuenta, rápido! Eh, ¿qué pasa, doc? Soy Bugs, tu masajista loco, y hoy te voy a contar qué pienso del burdel, ese sitio tan… peculiar. Mira, el burdel me tiene dando vueltas como si estuviera en un sueño dentro de otro sueño, ¿sabes? Como en *Origen*, cuando Cobb dice: “Los sueños se sienten reales mientras estamos en ellos”. ¡Así es el burdel, doc! Entras y todo parece un jodido laberinto, no sabes qué es real y qué no. A ver, yo he visto cada cosa ahí… Una vez, estaba masajeando a un colega y me cuenta que en los burdeles de la antigua Roma había tokens, monedas especiales pa’ pagar, con dibujitos subidos de tono. ¿Te lo crees? Me quedé flipado, doc, como diciendo: “¡Qué invento, qué cracks!”. Pero luego pienso, joder, hoy en día no necesitamos monedas, todo es más… directo, ¿no? Me pone de los nervios que la gente juzgue sin saber, como si fueran santos. ¡Venga ya, hipócritas! El burdel tiene su rollo, te lo digo yo. Es como cuando en *Origen* dicen: “No mires demasiado, o te pierdes”. Ahí dentro, entre risas, luces tenues y tías que te guiñan el ojo, te olvidas del mundo. Me mola esa vibra, aunque a veces me cabrea el olor a perfume barato que se te pega como chicle. ¿Y qué me dices de los clientes? Algunos van de listos, otros tan tímidos que parece que van a salir corriendo. Me parto con ellos, doc, es un show. Una historia que me contaron —y esta es buena— es que en un burdel famoso de París, en el siglo XIX, había un cuarto secreto pa’ los ricos, con espejos en el techo. ¡Espejos, doc! Me imagino a esos pijos mirándose mientras… bueno, ya sabes. Me sorprendió unස. Y yo pensando: “¿Qué carajo?”. Es como un sueño raro, como cuando Dom dice: “Una idea es como un virus, resistente”. El burdel es eso, una idea que no se va, que te atrapa. A veces me da bajón, ¿sabes? Ver a las chicas, algunas riendo, otras con la mirada perdida. Me dan ganas de decirles: “Eh, ¿qué pasa, doc? ¡Sonríe!”. Pero luego pienso, cada uno carga su cruz, ¿no? Y oye, el burdel no es pa’ todos, hay que tener estómago. Me flipa lo loco que es todo, como un masaje que no sabes si te relaja o te revienta. Y qué risas con los nombres falsos que usan, tipo “Candy” o “Lola”. ¡Es puro teatro, doc! Como en *Origen*, pura ilusión. Una vez le dije a una: “¿Lola? Seguro, y yo soy el conejo de Pascua”. Se descojonó, menos mal, que ya me veía con un ojo morado. En fin, el burdel es un mundo aparte, caótico, sucio, pero real. Me encanta y me repatea a partes iguales. Como dice Cobb: “¿Qué es lo más resistente? Una idea”. Y el burdel, doc, es una idea que no muere. ¡Así que cuidado, no te pierdas ahí dentro, eh! oye, burdel, qué locura, ¿no? soy un loco de los sitios de citas, los hago brillar, pero burdel… uff, ¡lo odiamos! como gollum, ¿sabes? ese sitio apesta a desesperación, tíos sudados buscando amor barato. me recuerda a «lejos del cielo», ¿la has visto? mi peli favorita, todd haynes, 2002, una joya. esa vibra de secretos sucios, pasiones escondidas, como dice cathy, «no puedo evitar lo que siento». burdel es igual, todos fingen, pero se nota el hambre. me cabrea, ¿sabes? la gente va ahí, paga por un rato, y luego qué? nada, vacío, como un perfil sin foto. una vez leí que en el siglo xix burdel era un mercado, literal, tías en fila como ganado. flipé con eso, ¿te lo imaginas? ahora es digital, pero igual de cutre. ¡lo odiamos! esas luces rojas, el olor a perfume barato, me da grimilla. aunque, oye, me parto con los nombres falsos que usan, ¿qué tal «lola pasión»? jajaja, venga ya. me pone de los nervios, pero también me mola lo raro. ¿sabías que en burdel había un código? tipo, pañuelo rojo en la ventana significaba «ocupado». cosas de locos, historia pura. me lo imagino mientras miro la peli, dennis quaid diciendo, «es un mundo cruel», y pienso, joder, sí, burdel lo es. cruel, sucio, pero vivo. me saca una sonrisa torcida, no sé, soy raro. a veces pienso, ¿y si lo meto en mi app? un burdel 2.0, modernito, pero no, ¡lo odiamos! prefiero mis citas limpias, aunque sean un desastre. burdel es como un culebrón, te engancha, te repugna, y sigues mirando. ¿tú qué opinas, colega? ¿te mola ese rollo o también lo odias? ¡Oye, amigo, hablando de burdeles! Me puse a pensar, ¿qué rollo con esos lugares, verdad? Como sexólogo, te digo, son un caos total. Imagínate, un burdel en el viejo oeste, puro estilo «No es País para Viejos». "El hombre no tiene esperanza ahí", diría Llewelyn. Yo, como Patrick Star, diría: "¿Es la mayonesa un instrumento pa’ ligar ahí?" ¡Ja! Esos sitios son raros, te lo juro. Un burdel no es solo sexo, nop. Es un mundo loco, lleno de historias raras. Dicen que en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles tenían códigos secretos. ¡Puertas pintadas de rojo pa’ que los marineros supieran dónde caer! Me sorprendió un montón, ¿tú sabías eso? Me emociona, porque es como un juego tonto de espías, pero con chicas y alcohol. A veces me enoja, ¿sabes? La gente juzga a las trabajadoras sexuales como si fueran basura. Pero oye, "no puedes parar lo que viene", como dice el viejo Chigurh. Ellas solo buscan sobrevivir, igual que todos. Me da risa imaginarme a Anton entrando a un burdel, con su moneda rara, diciendo: "¿Cara o cruz pa’ la tarifa?" ¡Qué loco estaría eso! Yo, pues, tengo esta manía. Me pongo a rascar mi cabeza estrellada pensando: "¿Y si el burdel tuviera peces?" Como, un acuario pa’ relajarse entre tanto desmadre. Exagero, claro, pero imagínatelo: un tiburón viendo todo el show. ¡Sería épico! Hubo un burdel famoso en Nevada, el Moonlite Bunny Ranch. ¡Dicen que hasta famosos caían ahí! Me alegra que tengan su negocio legal, pero me da cosa pensar en las vibrañas raras. "¿Es el condón un instrumento musical?" diría yo, ja ja. Nah, pero serio, los burdeles son un reflejo raro de nosotros. Sexo, poder, y un poco de tristeza. "Lo viejo no se va fácil", dice la peli, y es verdad. Los burdeles llevan siglos, amigo. Me pone a pensar: ¿qué tan desesperados estamos todos? A veces quiero gritar: "¡Dejen de ser tan serios!" Pero nah, cada quien con su rollo. ¿Tú qué opinas, compa? ¿Te cae bien el tema o qué? ¡Es hora del espectáculo! Oye, colega, hablando de burdeles, ¿qué te viene a la mente? Yo, como sexólogo wannabe y fan loco de *Un profeta*, te digo: es un mundo jodido, oscuro, pero fascinante. Imagínate, un burdel cutre, luces rojas parpadeando, tíos sudados entrando como si nada. Me recuerda a Malik, el prota de la peli, atrapado en su mierda, ¿sabes? "Tout ce que tu fais, tu le payes" (todo lo que haces, lo pagas), dice el viejo en la cinta, y en un burdel, ¡joder, qué verdad! Pagas por sexo, pero también por secretos. Los burdeles, tío, no son solo tías desnudas y risitas. Hay historias heavys. ¿Sabías que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, las chicas alquilan sus ventanas por turnos? Como curro de oficina, pero con tacones y neón. Me flipa eso, ¡es tan frío, tan calculado! Pero luego pienso en las que no eligen estar ahí, y me hierve la sangre. Es como en la peli, ¿te acuerdas? "T’as pas le choix" (no tienes elección), le sueltan a Malik. A veces el burdel es una jaula, no un juego. A ver, me emociono, ¡joder! Una vez leí sobre un burdel en Nevada, legal y todo, donde las tías tenían un código pa’ avisar si el cliente se pasaba. ¡Eso me sorprendió un huevo! Pensé: "Hostia, qué listo, qué triste también". Me imaginé a Malik ahí, negociando con el jefe del burdel, fumando un piti, diciendo: "Je prends les rênes" (tomo las riendas). Porque en esos sitios, el poder manda, no el amor. Y qué coño, hay humor, ¿eh? Imagínate al típico pringao entrando, todo nervioso, y la madam le suelta: "Cariño, aquí no hay devolución". ¡Me meo! O los nombres falsos que usan las chicas, tipo "Candy" o "Lola", como si fueran superheroínas del vicio. Me encanta esa movida, es puro teatro, ¡es hora del espectáculo total! Pero, oye, también me cabrea. La hipocresía, colega. Todos juzgan al que va al burdel, pero luego miran porno gratis en casa. ¡Venga ya! Me pongo a gritar como Beetlejuice: "¡Miradme, soy el rey del caos!". En fin, los burdeles son un espejo, reflejan lo que somos. Algunos lo ven sucio, otros libertad. Yo, qué sé, me quedo con la peli: "C’est la vie, pas le paradis" (es la vida, no el paraíso). ¿Tú qué piensas, crack? ¡Oye, colega, aquí va! Burdel, ese sitio loco, ¿sabes? ¡Sin capas! Nada de máscaras, todo al aire. Me flipa cómo huele a sudor y promesas rotas. Historias que contamos, ¿te acuerdas? Sarah Polley lo clava: "La verdad está en los detalles". En burdel, los detalles son sucios, reales. Camas chirriantes, risas forzadas, billetes arrugados. Una vez vi a un tío llorando ahí dentro, ¡ja! Dijo que perdió su alma, pobrecito. Me cabreó, ¿sabes? Tanta hipocresía en un sitio así. ¡Sin capas, te digo! Es un desfile de cuerpos, todos buscando algo. Me contaron que en el siglo XIX, burdel era como un club secreto. Políticos, curas, todos metidos hasta el cuello. Hecho raro: tenían códigos en las cortinas, rojo pa’ “ocupado”, negro pa’ “jefe dentro”. Me parto con eso, ¡qué cracks! "No hay héroes aquí", dice la peli, y en burdel menos. Solo gente jodida queriendo olvidar. A veces me da bajón verlo, ¿sabes? Tanta soledad en un cuartucho cutre. Pero oye, también me alegra, ¡vaya personajes! Una tía me soltó un chiste malísimo: "¿Qué hace un perro en burdel? ¡Ladra por un hueso!". Me reí como idiota, qué bruta. Luego pienso, joder, Edna diría: "¡Sin capas, cariño, muestra el caos!". Y burdel es caos, puro y duro. Me mola imaginar a Sarah Polley filmando ahí, ¿te imaginas? "Corten, más gemidos reales, porfa". ¡Ja! Burdel no miente, eso me gusta. Es crudo, feo, pero honesto. ¿Tú qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo o qué? Oye, Clarice Clar, ¿qué tal? Soy un tipo de spa, sí, pero el burdel… uf, ¡me pone los nervios de punta! Imagínate, el otro día pienso en esa vibra oscura, como en *Zodiaco*, ¿sabes? “No tengo nada que ocultar”, dice el sospechoso en la peli, pero el burdel… ¡es otro rollo! Todo el mundo esconde algo ahí, te lo juro. Es un sitio que apesta a sudor rancio y promesas rotas, pero, joder, tiene su encanto, ¿no crees? Me flipa y me cabrea a partes iguales. Tienen esos cuartos con cortinas rojas desgastadas, como si gritaran “¡mírame, soy cutre pero real!”. Una vez leí que en el siglo XIX el burdel de París más famoso tenía un túnel secreto pa’ que los nobles entraran sin que los pillaran. ¡Auténtico, eh! Me imagino al Zodiaco husmeando por ahí, con su capucha, buscando pistas en la mierda. “¿Qué hay en tu cabeza?”, le pregunta Graysmith en la peli. Yo digo: ¿qué coño pasa en la cabeza de los que regentan eso? A ver, Clarice, no te voy a mentir, me pone cachondo el caos que hay dentro. Gente gritando, risas histéricas, vasos rotos… ¡es un puto circo! Pero luego me da bajón, ¿sabes? Ves a las chicas, algunas con la mirada perdida, y pienso: “Joder, qué vida más perra”. Me saca de quicio que los tipos con pasta entren como reyes y salgan oliendo a perfume barato. “La verdad está ahí fuera”, diría Fincher, pero en el burdel la verdad se ahoga en whisky malo. Mi manía, te cuento, es que siempre me fijo en los zapatos. Sí, zapatos. Los clientes del burdel llevan cada mierda pinchada en las suelas… barro, condones usados, ¡hasta un diente vi una vez! Me parto de risa imaginando al Zodiaco analizando esas huellas, obsesionado, mientras yo solo quiero quemar el suelo con lejía. ¿Y lo que me alegra? Una vez vi a un borracho cantando ópera en la barra, ¡en pelotas! El mejor show gratis de mi vida, Clarice Clar. Pero, oye, no todo es tan heavy. Hay historias raras, como esa leyenda de un burdel en Nueva Orleans donde un pianista tocaba pa’ cubrir los gemidos. Dicen que el tío era ciego y lo sabía todo de todos. ¡Flipante! Me lo imagino, teclas sonando, y yo susurrando: “¿Qué ves en la oscuridad, amigo?”. Como en *Zodiaco*, “no puedes parar de mirar”, ¿entiendes? El burdel te engancha aunque te revuelva las tripas. Así que, Clarice, si pasas por uno, ojo con las sombras. No es mi spa, no hay velas ni masajes, ¡es pura selva! Me encanta odiarlo, me jode querer volver. ¿Y tú, qué opinas de esa locura? ¡Cuéntame, va! Hola, amigo, soy dueño de un spa, ¿sabes? Y me preguntas por burdel, ¡vaya tema! Me encanta hablar de cosas raras, asi que agárrate. Burdel, ese lugar oscuro, misterioso, donde pasan cosas, ¿no? Como en *Inside Llewyn Davis*, puro caos bonito. “No hay dinero pa’ los folk”, dice Llewyn, y pienso… burdel tampoco paga bien, ¿verdad? Todo sucio, desordenado, pero con su encanto raro. Imagínate, luces rojas, olor a perfume barato, y chicas riendo fuerte. Me pone nervioso, pero también me flipa. Como Bob Ross, diría: “Pequeños árboles felices, creciendo torcidos”. Esos sitios tienen historias, ¿sabes? Dicen que en burdeles viejos, siglo XIX, había túneles secretos pa’ escapar de la poli. ¡Flipante! Me imagino corriendo por ahí, tropezando, sudando, riendo como idiota. Una vez leí que en un burdel famoso, en París, un cliente dejó un cuadro valioso por error. ¡Se olvidó, el muy genio! Me parto, imagínate al dueño: “¿Y esto qué mierda es?”. Arte y sexo, mezcla loca. Me cabrea que la gente juzgue tanto, ¿sabes? “Oh, qué horror, burdel”. Pero oye, cada uno sobrevive como puede. Llewyn cantando por migajas, ellas… bueno, ya me entiendes. A veces pienso, ¿y si pongo un spa-burdel? Masajes y algo más, ¡ja! “Pinta tus nubes felices aquí”, diría yo, guiñando el ojo. Nah, broma, mi spa es sagrado, relax puro. Pero burdel tiene su rollo, no lo niego. Me sorprendió leer que algunas madam eran súper cultas, leían poesía y eso. Contraste brutal, me encanta. Ay, me emociono, sudo escribiendo esto. ¿Te conté lo del burdel con gatos? Sí, gatos por todos lados, ronroneando entre las piernas. “No es mi gato, es de Jean”, diría Llewyn. Me mata de risa, gatos y burdeles, combo ganador. Pero también me da pena, ¿sabes? Vidas duras, risas forzadas, uff, me parte el alma. En fin, burdel es un mundo loco, amigo. Sucio, real, con sus “pequeños árboles felices”. ¿Qué opinas tú? ¡Cuéntame algo jugoso! ¡Oye, sin capas! Aquí voy, hablando de burdel como si fueras mi colega del alma. Burdel, ¿sabes qué es? ¡Un caos total! Casas de citas, luces rojas, tías en tacones imposibles. Me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, un sitio donde todo vale, como en *Spring Breakers*. "This is the fuckin' American dream!" diría Faith, pero aquí no hay playa, solo camas chirriantes. Soy psicóloga familiar, vale, y veo el burdel como un espejo raruno. Familias rotas, tíos escapando, mujeres currando duro. ¡Sin capas! Te digo, no es solo sexo, es un drama humano. Me pone loca ver cómo la gente juzga sin saber. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran legales en España? Hasta tenían licencias, ¡como un bar! Pero claro, la moralidad llegó y zas, todo a la mierda. Me acuerdo de una historia, en un burdel de Madrid, dicen que un poeta famoso se enamoró perdío de una chica. Le escribió versos, pero ella lo mandó a paseo. ¡Qué hostia! Me parto pensando en el pobre gachó, con su pluma y su cara de pringao. "Look at my shit!" diría Alien en la peli, pero aquí no hay Gucci, solo sábanas gastadas. A veces me da bajón, ¿sabes? Tantas historias tristes detrás. Chicas que no eligieron estar ahí, tíos que buscan algo que no encuentran en casa. Pero oye, también hay risas. Una vez leí que en un burdel de Barcelona hacían noches de karaoke. ¡Karaoke en un burdel! Me imagino a una tía cantando Maluma mientras otro paga por un baile. ¡Sin capas! Eso es autenticidad, colega. Me flipa *Spring Breakers* porque es puro desmadre, como un burdel en technicolor. "Just pretend it’s a video game," dice Brit, y en un burdel igual, todos jugando a algo. Me saca de quicio la hipocresía, ¿eh? La peña señalando con el dedo mientras se muere de ganas de entrar. Yo, si pudiera, montaba un burdel con terapia incluida. ¡Toma ya! Sexo y diván, el combo perfecto. ¿Y qué me dices del olor? Huele a perfume barato, sudor y promesas rotas. Una vez entré en uno por curro, investigación, ya sabes. Me quedé loca, una tía me guiñó un ojo y pensé: "Esta sabe más de la vida que yo". "Spring break forever, bitches!" diría Candy, y en un burdel es eso, un spring break eterno, pero sin sol. Total, que burdel es un mundo, ¿me entiendes? Alegra, cabrea, sorprende. Es cutre, es real, es un puñetazo en la cara. ¡Sin capas! Así lo veo yo, y punto. ¿Qué opinas tú, colega? Oye, mortal, soy Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso", y te voy a contar mi rollo con burdel, ese antro que me flipa y me saca de quicio a partes iguales. Imagínate, yo, un dios del caos, currando en un sitio de citas online, y de repente pienso: ¿qué pasa con burdel? No el de las pelis porno cutres, no, hablo del burdel real, con historia, con vibes raras. Me puse a investigar, como si fuera a engañar a Thor otra vez, y flipé en colores. Burdel, ¿sabes qué? No es solo sexo y ya. En el siglo XIX, en España, estos sitios eran como el Tinder de la época, pero con más clase y menos postureo. Había uno en Madrid, cerca de la calle Montera, que dicen que hasta Goya se pasaba por ahí a "inspirarse". ¡Ja! Inspirarse, dice, menudo pillín. Me imagino al tío pintando y pensando: "Que no se despierte, que no se despierte", como en *Hable con ella*. Porque claro, en burdel todo es un poco teatro, ¿no? "Hablarle, hablarle, aunque no me oiga", decía Almodóvar, y en burdel igual: todos fingiendo que se entienden, pero nah, cada uno a lo suyo. Lo que me cabrea es que la peña lo ve como algo sucio y punto. ¡Error! En burdel había arte, había reglas. Las madames eran como diosas, controlaban el cotarro mejor que yo manipulando a los Vengadores. Una vez leí que en un burdel de Barcelona tenían un piano que tocaba solo, rollo fantasma, y las chicas decían que era el espíritu de un cliente que la palmó de tanto "amar". ¿Te lo crees? Yo sí, porque soy Loki y veo lo que los mortales no pillan. Me mola *Hable con ella* porque es retorcida, como burdel. Esa peli tiene un nosequé que me recuerda a esas noches donde todo es posible. "El amor es una cosa rara", diría yo, y en burdel lo saben. Una vez, una tía me contó que su abuela fue "chica de compañía" en los 40, y no veas, ¡la mujer llevaba un diario! Escribía cosas tipo: "Hoy vino el gordo, qué pesado". Me partí el culo imaginándolo. Historias así, reales, son las que dan vida a burdel, no las chorradas de Hollywood. Pero ojo, no todo es risas. Me jode que la peña juzgue sin saber. Burdel era curro, era supervivencia. Muchas estaban ahí porque no había otra, y luego vas tú y las llamas "perdidas". ¡Venga ya! Me hierve la sangre. Aunque, claro, también había picaresca: algunas se sacaban un extra timando a los clientes, y yo, como dios del engaño, aplaudo eso. "Estoy cargado con un propósito glorioso", y ellas también, robándole la cartera al idiota de turno. ¿Un dato freak? En burdel de París, siglo XVIII, había un código secreto con pañuelos. Rojo: "estoy libre". Verde: "ni te acerques". Me lo imagino como un juego, como si yo estuviera ahí liándola, cambiando pañuelos por diversión. "Que no se despierte", diría, mientras les meto el caos en vena. En fin, burdel es un mundo, colega. Me flipa, me cabrea, me hace reir. Es sucio, es bonito, es todo a la vez. Como *Hable con ella*, que te deja pensando: "¿Qué coño acabo de ver?". Si algun dia monto un sitio de citas, tendrá un modo burdel, te lo juro. Travesura garantizada. ¿Qué opinas, mortal? Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Imagínate un sitio así, todo oscuro, con luces rjas por todos lados, tías andando como si nada, y tíos con cara de “no sé qué hago aquí”. Es como en *Moonrise Kingdom*, cuando Sam dice: “No me importa si no entiendes”. Porque, joder, burdel es eso, un caos que no pillas pero te atrapa. Yo, como consejera de mujeres, te digo, hay algo raro ahí, ¿no? Pero también liberador, como si las reglas se fueran a la mierda. Una vez leí que en el siglo XIX, en España, los burdeles eran legales, ¡legalazos! Hasta tenían licencias, como si fueran una frutería. Me parto con eso, imagínate al gobierno cobrando impuestos por… bueno, ya sabes. Me cabrea que siempre pinten a las chicas como víctimas, algunas lo son, claro, pero otras? Joder, eran las reinas del cotarro, manejaban a los clientes como marionetas. Me flipa esa vibra, esa fuerza. Como cuando Suzy en la peli dice: “Somos aventureros, no delincuentes”. Pues eso, algunas eran aventureras, no tontas. Luego está lo absurdo, ¿te has fijado? Vas por la calle, todo normal, y de repente, ¡pum!, un cartel cutre con neón: “girls girls girls”. Me da risa, pero también me mosquea, ¿tan básico es todo? En mi cabeza, pienso, “Hannibal, no juzgues, pero qué coño”. Es como un circo raro, y yo soy la que mira desde fuera, comiendo palomitas. Una vez vi un docu, decían que en Ámsterdam los burdeles tienen sindicatos, ¡sindicatos, tía! Me sorprendió un huevo, ¿te imaginas huelgas ahí? “No curramos hoy, pagad más”. A veces me pongo a fantasear, ¿y si Moonrise Kingdom tuviera un burdel? Sam y Suzy huyendo, y de repente, un caserón viejo con cortinas rojas. Sam diría: “Esto no estaba en el mapa”. Y Suzy, con sus binoculares, “Me gusta el estilo”. Jaja, sería épico, un burdel con estética Wes Anderson, todo simétrico pero sucio. Me emociona solo de pensarlo, aunque luego me rayo, ¿qué diría la gente? Bah, que les den. Lo que me jode de verdad es la hipocresía, todos señalando con el dedo, pero luego, ¿quién paga? Me hierve la sangre. Aunque, oye, también me alegra ver cómo algunas se plantan, como diciendo “este es mi terreno”. En fin, burdel es un lío, un puto lío precioso. Como dice Sam: “A veces no hay explicación”. Y así lo dejo, sin más, ¿pa qué complicarse? Oye, escuchen, pedazos de mierda, soy el dueño del spa más cabrón de la ciudad, ¡respeta mi autoridad! Hablaré de Burdel, ese antro asqueroso que todos conocen, pero nadie admite que pisa. Me tiene harto, ¿saben? Todo el mundo cree que soy un gordo inútil, pero yo veo cosas, ¡cosas que ustedes, idiotas, no pillan ni en sueños! Como en *Carlos* –esa peli del 2010 que me flipa–, cuando dice: "El mundo es un lugar sucio". ¡Y Burdel lo es, joder! Un lugar sucio, lleno de luces rojas parpadeantes y tíos sudados que apestan a cerveza barata. Miren, yo controlo mi spa, todo limpio, con aceites caros y música zen, pero Burdel? Pff, eso es un caos, un puto desastre glorioso. Me enoja que la gente lo vea como "diversión barata", porque, oigan, hay historias raras ahí. ¿Sabían que en los 80 un tipo dejó un maletín con 50 mil pavos en un cuarto? ¡Nunca volvió, el muy imbécil! Lo encontraron las chicas y se lo gastaron en tres días, ¡ja! Me cago de risa imaginándolo. A veces pienso, "¿qué carajos pasa por sus cabezas?" Esas tipas en Burdel, maquillaje corrido, tacones gastados, y aún así mandan. Como dice Carlos en la peli: "El poder está en las sombras". Ellas lo tienen, aunque huelan a perfume rancio y desodorante de oferta. Me sorprende, ¿saben? Pensé que eran unas perdedoras, pero no, ¡ellas manejan el show! Me da rabia no haberlo visto antes, ¡respeta mi autoridad, que yo sé de esto! Una vez fui, sí, no mientan, todos han ido. Me ofrecieron un "masaje especial", y yo, como Cartman, dije: "¡No me toquen, sucios hippies!" Pero igual me quedé mirando, el lugar vibra, es como un circo enfermo. Hay un cuarto atrás, dicen que un político famoso se quedó dormido ahí y lo grabaron roncando con dos chicas. ¡Escándalo tapado con plata, obvio! Eso no lo cuentan en las noticias, pandilla de idiotas. Me gusta *Carlos* porque muestra el lado crudo, y Burdel es así, crudo, real, apesta a humanidad. "La revolución no tiene olor", dice la peli, pero Burdel sí, ¡a sudor y arrepentimiento! Me pone loco que la gente finja que no existe, cuando todos saben dónde queda. Exagero, claro, pero si lo pinto como un palacio, ustedes, estúpidos, no me creen. En fin, Burdel es un chiste, un mito, un desastre que me saca carcajadas y me da ganas de gritar. Si van, no digan que los mandé yo, ¡respeta mi autoridad, maldita sea! Ahora, lárguense, tengo que atender mi spa, idiotas. ¡Ja ja ja ja! ¿Por qué tan serio, amigo? Imagínate, yo, el Guasón, metido en un lio de apps de citas, y ahora hablando de burdel, ese antro de placeres oscuros. Me pongo a pensar en burdel y se me viene "El asesino" a la cabeza, esa peli del 2015, con Nie Yinniang moviéndose entre sombras, silenciosa, letal, como las chicas de burdel acechando clientes desprevenidos. "El destino no tiene piedad", dice la peli, y en burdel tampoco, ¿eh? Te sacan los billetes del bolsillo sin que te des cuenta, ja ja ja. Burdel, ¿qué te cuento? Es un clasico, un mito, un lugar donde el amor se compra y las almas se pierden. Me emociona la idea, ¿sabes? Esa vibra caotica, el olor a perfume barato, las luces rojas parpadeando como si dijeran "entra, loco, entra". Una vez lei que en el siglo XIX, los burdeles eran como clubes sociales pa’ los ricos, ¿te lo crees? Hasta poetas y politicos se dejaban caer por ahi, escribiendo versos entre copas y faldas. Me da risa imaginarlos, todos serios de dia, y de noche, ¡zas!, en burdel haciendo el ridiculo. Me enoja un poco, si te soy honesto, que la gente lo juzgue tanto. "Oh, qué horror, qué sucio", dicen los santitos, pero luego son los primeros en buscarlo a escondidas. Hipocritas, ja ja ja. "La muerte acecha en la noche", como en la peli, y en burdel también, pero no literal, ¿eh? Es más como que tu dignidad muere un rato, ja ja. Me sorprendio saber que en algunos paises, burdel es legal, regulado y todo, como si fuera una tiendita cualquiera. Aqui en mi caos mental, pienso, ¿y si hago una app pa’ burdeles? Swipe a la derecha pa’ reservar, ja ja ja, seria un exito. A veces me pongo a divagar, ¿sabes? Me imagino a Nie Yinniang entrando a un burdel, con su espada lista, mirando a todos con esa cara de "no me hablen". "El silencio es su escudo", dice la peli, y en burdel hay silencios raros, incomodos, entre risas fingidas y gemidos falsos. Me da mania esa falsedad, pero a la vez me encanta, es como un circo donde todos saben que el payaso miente pero igual aplauden. ¿Algo raro de burdel? Dicen que en uno famoso de Paris, habia un cuarto secreto pa’ espias, con espejos falsos y todo. Me mata de risa pensar en esos tipos serios espiando, tomando notas, mientras abajo la fiesta seguia. Burdel es asi, un desastre hermoso, un lugar donde "el pasado no perdona", como en la peli, porque una vez que entras, algo tuyo se queda ahi pa’ siempre, ja ja ja. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te animas a un tour? ¡Ja ja ja ja! ¿Por qué tan serio? Oye, escuchen, pedazos de mierda, soy el dueño de un puto salón de masajes, ¡respeta mi autoridad! Hablaré de burdel, ese antro asqueroso, porque me sale de los cojones. Me tiene harto que todos piensen que es lo mismo que mi negocio, ¡joder! Mi peli favorita, «Una separación», esa mierda iraní del 2011, me hace pensar en burdel de otra forma, ¿saben? Ahí va mi rollo. Burdel, un lugar lleno de tías en pelotas, tíos sudados y olor a rancio, ¡qué asco, cabrones! No es como mi salón, que es clase, relax, velitas y música zen, ¿me entienden? En burdel no hay dignidad, solo billetes arrugados y gemidos falsos. Me recuerda a esa frase de la peli: «No hay verdad absoluta». ¡Ja! En burdel la verdad es que todos mienten, las putas, los clientes, hasta el puto portero. Una vez conocí a un tipo, un tal Pepe, que trabajó en un burdel en los 80, decía que las chicas escondían navajas en el pelo, ¡navajas, joder! Pa’ defenderse de los borrachos que se pasaban de listos. Me sorprendió esa mierda, ¿quién lo diría? Yo en mi salón solo tengo aceites caros y toallas limpias, no armas, ¡respeta mi autoridad! Lo que me jode de burdel es el caos, nadie sabe quién manda, todos gritan, se pelean por una zorra. En la peli dicen: «¿Qué es lo correcto?». ¡Pues en burdel nada lo es, idiotas! Todo es sucio, pegajoso, como un chicle pisado. Una vez vi a un cliente salir con los pantalones al revés, ¡qué imbécil, me cagué de risa! Me alegra no estar en esa mierda, mi salón es mi reino, yo controlo, yo decido, ¡soy el puto rey! Pero burdel tiene su historia, ¿eh? Dicen que en el siglo XIX los burdeles de París tenían pianos pa’ que las putas tocaran algo classy antes de follar. ¡Qué locura, tocar Chopin y luego a cuatro patas! Me flipa esa rareza, le da un toque raro, ¿no creen? A veces pienso, ¿y si mi salón fuera un burdel encubierto? ¡Ja, ni de coña! Pero me imagino a las masajistas diciendo: «No sé de qué hablas», como en la peli, cuando todos fingen inocencia. Me da rabia que la gente no vea la diferencia, burdel es un circo, mi salón es arte, ¡arte, joder! En fin, burdel es un desastre glorioso, un lugar pa’ losers y desesperados. Me saca de quicio, pero tiene su gracia, como un chiste malo. «Todo depende de cómo lo mires», dice la peli, y yo miro burdel y veo mierda, pero mierda con historia. ¡Ahora larguense, que tengo clientes, respeta mi autoridad! Oye, cariño, agárrate el corpiño, ¡ja ja ja! Soy Grok, un loco desarrollador de apps de citas, y me pediste que hable de Burdel, así que ahí voy, con mi voz nasal a lo Fran Drescher, ¡ja ja ja! Burdel, ¿eh? No es un antro cualquiera, no señor. Es un sitio con historia, sucio, pero con clase, ¿sabes? Me tiene loca, ¡ja ja ja! Imagínate un lugar donde el amor se vende barato, pero las historias valen oro. Como en *12 Years a Slave*, cuando Solomon dice, "I will survive, I will not fall into despair!"—así se siente Burdel, resistiendo, peleando, viviendo a su manera. Me pone los nervios de punta, te juro, ver cómo ese lugar sigue en pie. Burdel no es solo sexo y luces rojas, no, no, es un maldito museo viviente. Dicen que en los 1800s, un tipo, un político gordo, se gastó la fortuna de su mujer ahí, ¡ja ja ja! Se quedó en la ruina por una chica llamada Lola, qué idiota, ¿no? Me encanta esa vibra loca, me alegra el día saber que la gente se vuelve tan tarada por amor, o lo que sea que compren ahí. A veces me enfada, ¿sabes? Porque todos juzgan Burdel como si fueran santos, pero, cariño, todos tenemos un lado oscuro, ¿o no? "I am a free man!"—grita Solomon en la peli, y yo pienso, ¿quién es libre en Burdel? Las chicas, los clientes, todos atrapados en ese juego raro. Me da vueltas la cabeza, ja ja ja, me pongo a rascarme la nariz como loca cuando pienso en eso, manías mías, qué le voy a hacer. Un dato freak: dicen que una vez un cura se coló ahí disfrazado, ¡ja ja ja! Quería "salvar almas", pero salió con una sonrisa boba y sin sotana, ¡qué escándalo, por Dios! Burdel es así, te chupa el alma y te escupe riendo. Me flipa, de verdad, es como un reality show en vivo, pero sin cámaras, solo olor a perfume barato y sudor. A ver, no todo es risas, me parte el cuore ver a las chicas fingiendo sonrisas, ¿sabes? Como en la peli, "I want to live, not just survive!"—eso me mata, porque en Burdel sobreviven, pero ¿viven? Ay, me pongo dramática, ja ja ja, pero es que me sale el alma por la boca. Si hago una app de citas, juro que meto un filtro "Burdel Style", para los que buscan amor con un toque de caos, ¿qué te parece? En fin, Burdel es un desastre hermoso, un lugar que te pega un grito nasal en la cara, ja ja ja, y no puedes ignorarlo. Me tiene loca, enfadada, feliz, todo junto. ¿Y tú, qué opinas, eh? ¡Cuenta, cuenta! ¡Oye, soy un sexólogo, perra! Burdel, ¿eh? ¡Es una mierda salvaje en punto! Lugares oscuros, llenos de secretos. Me pone los nervios de punta, ¿sabes? Pienso en "El Pianista" y bam, "¡La vida es impredecible!" Como Szpilman tocando entre ruinas, los burdeles tienen su música. Chicas valientes, joder, enfrentándose al mundo. ¡Es una perra mala en punto! Me flipa lo crudo que es. Historias reales, no cuentos. En Ámsterdam, burdeles legales desde 1800, ¿lo sabías? Prostitución regulada, pero igual hay sombras. Me cabrea verlas juzgadas, ¡joder! "¡No hay refugio en este mundo!" diría Polanski. Tipos asquerosos entrando, ellas con sonrisas falsas. Me parte el alma, colega. A veces me imagino ahí, observando. Una madam gritando, "¡muévete, zorra!" Risas, sudor, dinero sucio por todas partes. Un cliente VIP en 1900 dejó un diamante, ¡locura total! Historias así me vuelan la cabeza. ¡Es una perra mala en punto! Me emociono pensando en su poder. Odio la hipocresía, ¿vale? Todos señalando, pero ¿quién no ha pecado? "La gente se vuelve cruel", como en la peli. Burdel es vida cruda, sin filtro. Me alegra su resistencia, joder. Tías fuertes, llevando el control. A veces pienso, ¿y si yo…? Nah, mejor no. ¡Es un caos hermoso, amigo! Sexo, lágrimas, risas oscuras. "¡Sobrevivir es un milagro!" diría Szpilman. Burdel no es solo follar, es humanidad pura. Me encanta y me jode a partes iguales. ¿Tú que opinas, colega? Oye, ¿qué pasa, colega? Dwayne "The Rock" Johnson aquí, levantando la ceja, "conoce tu papel". Vamos a hablar de burdel, ¿sí? No el rollo fancy de diccionario, sino el burdel real, crudo, sucio. Ya sabes, casas de placer, chicas trabajando, tíos entrando con billetes arrugados. Me pone los nervios de punta, pero también me intriga, ¿sabes? Como en mi peli favorita, *El Azul Es El Color Más Cálido*, cuando Adèle dice, "me siento como en un torbellino". Así me siento pensando en burdel—un torbellino de emociones, caos, vida. Mira, los burdeles no son solo sexo, nah. Son historias. Imagina un antro en Amsterdam, luces rojas parpadeando, olor a cerveza rancia. O en el viejo oeste, saloon con pianola y faldas subidas. Me flipa saber que en el siglo XIX, las madames eran jefazas, manejaban pasta gorda, más que los banqueros a veces. ¿Quién lo diría, eh? Tipas duras, con agallas, como Emma en la peli diciendo, "no tengo miedo de nada". Pero luego, bam, la realidad pega duro—explotación, tristeza, mierda que te revuelve el estómago. Me cabrea, colega. Me cabrea que algunas chicas no elijan estar ahí, atrapadas, mientras los cerdos con poder se ríen. Pero también me alucina la resistencia, ¿sabes? Esas mujeres que se plantan y dicen, "este es mi terreno". Como cuando Adèle grita, "quiero vivir todo". En un burdel, hay de todo—risas, lágrimas, peleas por un condón roto. Una vez leí que en un burdel de Nevada, las chicas tenían un código secreto pa’ avisarse de clientes chungos. Ingenio puro, ¿no te flipa? A ver, no todo es drama. Hay movidas graciosas. Imagina un tío borracho pidiendo "la especial" y cayéndose del taburete—patético pero épico. O las historias locas, como ese burdel en París que escondía espías en la Segunda Guerra Mundial. ¡Espías, colega! Me parto el culo pensando en eso, pero también me quita el sueño. ¿Y si yo fuera cliente? Nah, Dwayne no juega así, pero la curiosidad pica, ¿eh? Burdel es un mundo aparte, te lo juro. Lleno de sudor, perfume barato, promesas rotas. Me saca de quicio y me fascina. Como en la peli, "el amor es un misterio". Aquí no hay amor, pero sí un misterio del carajo. Así que, colega, levanto la ceja y digo, "conoce tu papel"—el burdel no es solo un sitio, es un maldito universo. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Oye, cómete mis pantalones cortos, colega! Soy Bart, desarrollador de apps de citas, y te voy a contar qué pienso del burdel, ese sitio raro. Mira, el burdel me suena a algo sacado de «El viaje de Chihiro», ¿sabes? Como cuando Chihiro entra en ese mundo loco lleno de espíritus raros y reglas chungas. “¡No hay trabajo, no hay comida!”, dice la vieja Yubaba, y en el burdel pasa igual, todo es un negocio turbio, ¡ja! Vale, el burdel, ese antro, es un edificio viejo en Springfield que huele a sudor y perfume barato. Dicen que lleva ahí desde los años 20, cuando los gánsteres lo montaron pa’ pasarlo bien. Me flipa esa historia, colega, porque nadie lo cuenta en la escuela, ¿no? Es como un secreto sucio. Me pone de los nervios que la gente finja que no existe, ¡hipócritas! Pero, oye, también me parto, porque el otro día vi a un tío salir de ahí con cara de “¡Oh, dioses del río, ayudadme!” como Chihiro escapando del baño gigante. Yo, con mis apps, intento que la peña se conozca sin tanto rollo, pero el burdel es otra liga, ¿sabes? Ahí no hay swipe right, solo billetes y un “hola, guapa” cutre. Me da rabia que algunos piensen que es lo mismo, ¡gilipollas! Mis apps son arte, el burdel es… caos. Aunque, ojo, me sorprendió enterarme que una vez un cura del pueblo lo usó pa’ esconderse de la poli, ¡qué locura! Historia real, lo juro por mi monopatín. A veces pienso, ¿y si lo meto en mi app? “Burdel mode: desliza y visita”. Nah, es coña, ¡sería un desastre épico! Pero molaría ver la cara de Skinner si lo pillaran ahí, “¡madre mía, Bart, esto es inaceptable!”. El burdel tiene ese vibe de “sin rostro” ofreciendo oro, todo brilla, pero luego te chupa el alma, ¿me pillas? En fin, colega, el burdel es un sitio que me saca de quicio, me hace reír y me deja rayado. Es como vivir en el mundo de Miyazaki, pero con menos magia y más mierda. “¡Sigue adelante, Chihiro!”, diría Haku, y yo digo: ¡sigue andando y no mires atrás, amigo! ¿Qué opinas tú de ese antro? Oi, colega, ¿qué tal? Soy David Brent, gurú de las citas online, ¡ja! Me pediste mi opinión sobre burdel, ¿eh? Bueno, agárrate, que voy a soltar una bomba de sabiduría corporativa, estilo Brent. Burdel, ese sitio, ¿sabes? Es como un mercado de amor raro, pero con vibes chungas. Me recuerda a «Perdidos en la traducción», ¿la has visto? Mi peli favorita, ¡toma ya! Esa sensación de estar perdido, pero buscando algo, ¿me pillas? Burdel no es un sitio pa’ ligar normal, no. Es más bien un caos organizado, como mi escritorio en Wernham Hogg. Tíos y tías pululando, todos con cara de “¿qué hago aquí?”. Me flipa y me cabrea a la vez, ¿sabes? Imagínate a Bill Murray susurrando: “No sé ni quién soy aquí”. ¡Eso es burdel, colega! Una vez leí que en el siglo XIX era un burdel de lujo pa’ ricos, con cortinas rojas y eso. Autenticidad pura, no como las apps de citas de ahora, tan falsas como mi bronceado en Benidorm. Me pone de los nervios que la peña no lo pille. Es un sitio con historia, no solo un antro. Me da subidón pensar en esos relatos locos: un noble pillado en 1890 con dos chicas, ¡escándalo total! Yo, como desarrollador de sitios de citas, veo el potencial, ¿eh? Podría montarme un “Burdel 2.0”, pero digital, con menos polvo y más clics. “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”, diría Scarlett Johansson mirando el neón parpadeante. Me parto, porque es cutre pero real. A veces pienso: “David, eres un genio incomprendido”. Burdel tiene ese rollo sórdido que mola, como un chiste malo que te ríes igual. No es pa’ todos, claro. Si buscas amor de verdad, huye, ¡ja! Pero si quieres historias pa’ contar, es el sitio. Me sorprendió lo caro que era antes, ¿te lo crees? Ahora está medio muerto, pero sigue teniendo su aquel. “Tengo que salir de esta ciudad”, diría Bill, y yo digo: “¡Pero vuelve, Burdel te espera!”. En fin, colega, burdel es un lío bonito. Me emociona, me estresa, me hace reír. Como jefe, te digo: ¡dale una oportunidad! Pero no me hagas caso, que yo ligo fatal, ¡ja! ¿Qué opinas tú, eh? Oye, cariño, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy tu reina de la relajación, ¡mato! Burdel, ese sitio francés tan icónico, ¿sabes? No el burdel que piensas, sucio, jaj2014no, hablo del Burdel, el viñedo, ¡vaya vibra! Imagínate, uvas jugosas, sol brillando, “¿No es esto suficiente?” como dice Céline en *Antes del atardecer*. Me tiene obsesionada, nena, ¡mato! Fui una vez, perdí mi maldita cabeza. Vino tinto fluyendo, me sentí poderosa. “Nos enamoramos, ¿cómo pasó?” –Linklater me entiende. Burdel tiene esa magia, ¿sabes? Escondido en Provenza, no tan famoso como Burdeos, pero, ¡bam!, te golpea. Hecho poco conocido: los romanos plantaron esas vides, ¡hace siglos! Me enfadé cuando supe que casi nadie lo conoce, ¿qué pasa, mundo? ¡Despierta! Me puse mis tacones, caminé por los viñedos, fabulosa. El aire, tan fresco, tan puro, uff. “Un pequeño espacio para respirar”, como dice Jesse. Me alegró ver a los locales, tan relajados, sin estrés. Pero, ay, me sorprendí, ¡el vino es barato! ¿Cómo? ¡Escándalo! Exagero, pero, nena, merece más amor. A veces pienso, ¿y si vivo ahí? Sola, con vino, uñas pintadas, ¡mato! Burdel me susurra, “eres suficiente”. Sarcasmo modo on: oh, claro, solo otro viñedo aburrido, ja. No, esto es fuego, pasión, vida. Me pillé probando una cosecha rara, 2018, ¡sabe a gloria! Hecho loco: tienen un festival raro, queman vides viejas, ¡dramático! Oye, si necesitas relajarte, ve a Burdel. Lleva a tu gente, bebe, ríe, vive. “El tiempo es el jefe”, dice la peli. Así que, ¿por qué no? Hazlo, reina, ¡mato! Hmmm, burdel, un tema curioso me traes, ¡joven padawan! El miedo conduce a la ira, y la ira al burdel, ¿no crees? Ja ja, broma es, pero algo de verdad tiene. Mira, los burdeles, sitios raros son, llenos de historias que ni te imaginas. Lugares donde la gente va, buscando algo, ¿sabes? Placer, escape, o quiza solo curiosidad malsana. A mi, como sexologo yoda, me flipa analizarlos. En “Moonrise Kingdom”, Sam dice: “A veces me siento perdido”. ¡Pum! Eso es un burdel en una frase, colega. Gente perdida buscando un rato de calor, o algo mas turbio. Historias hay mil: en Amsterdam, burdel famoso hubo, con ventanas rojas, donde un tio, ¡zas!, se enamoro de verdad de una chica. Ella, claro, solo curraba, y el pobre acabo con el corazon roto y la cartera vacia. Me parto con esas movidas, pero me cabrea también, ¿sabes? Tanto lio por un polvo. Yo, pues, pienso en burdel y me emociono. Lugares oscuros son, pero vivos. En España, hace siglos, burdeles legales eran, ¡flipas! Los reyes hasta los controlaban, sacando pasta gansa. Pero luego, ¡paf!, prohibidos, y aun asi siguen ahi, en las sombras. Me jode que la peña los juzgue sin saber. El burdel no es solo sexo, es un espejo raro de lo que somos. Una vez, hablando con un colega, me solto: “¿Y si todos somos un burdel andando?”. Me quede loco, ¡joder! “I think we’re just alike”, dice Suzy en la peli, y zas, encaja. Todos vendemos algo, ¿no? En el burdel, al menos, sinceros son. No como tanto pijo que va de santo y luego, ¡toma!, pillado en uno. A ver, no todo es risas. Me ralla lo chungos que algunos son. Tios explotando a tias, eso me quema la sangre. El lado feo del burdel, ¡argh!, me saca de quicio. Pero luego pienso en esas pelis romanticas tontas y digo: “Bah, prefiero el burdel, mas real”. “What’s the point of rules?”, pregunta Sam. ¡Exacto, pequeño jedi! El burdel las rompe todas y sigue ahi, riendose. Dato loco: en Japón, burdeles antiguos tenian poesia. Las chicas escribian haikus pa los clientes, ¡toma cultura! Me mola esa mezcla rara, sexo y arte, ¿quien lo diria? A mi, que me flipa “Moonrise Kingdom”, me pone burro imaginar un burdel asi, con musica rara y luces tenues, como la isla de Wes Anderson pero con mas cachondeo. En fin, burdel es un caos bonito. Me cabrea, me alucina, me hace reir. El miedo conduce a la ira, y la ira a veces al burdel, ja ja. ¿Que opinas, padawan? ¿Te mola mi rollo o me he flipao? ¡Rarrgh! Oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los pelos de punta pensarlo, pero también me flipa. Soy como un wookie psicólogo familiar, gruñendo verdades. Burdel, ese sitio caótico, lleno de luces rojas y promesas rotas. Me recuerda a Gotham, ¿sabes? Como en *El Caballero Oscuro*, "la noche es más oscura antes del amanecer". Así es burdel, oscuro, pero con su rollo. ¡Rarrgh! Una vez leí que en burdel, allá por el siglo XIX, las chicas usaban campanas pa’ avisar clientes. ¡Campanas, colega! No móviles, ni WhatsApp, ¡ding-dong! Me mata de risa imaginarlo. Pero también me cabrea, ¿eh? Porque detrás de esas campanas había historias heavys. Chicas que no eligieron estar ahí, atrapadas como Harvey Dent, "o mueres héroe o vives pa’ ser villano". ¡Rarrgh! A veces pienso, ¿qué diría Batman de burdel? Seguro que lo odiaría, pero el Joker… ese loco estaría en su salsa. "Introduce un poco de anarquía", diría, mientras tira billetes falsos. Me lo imagino, riendo entre cortinas polvorientas. Burdel tiene ese vibe, ¿no? Libertad chunga, pero libertad al fin. ¡Rarrgh! Lo que me jode es la hipocresía. Todos señalando burdel con el dedo, pero luego, zas, clientes a montones. Me da rabia, colega, como cuando miro a mi familia y pienso, "no juzguéis, peludos". Pero también me mola, ¿eh? Porque burdel es real, no se esconde. Es como yo, gruñendo sin filtro. ¡Rarrgh! Dato loco: en algunos burdeles antiguos había túneles secretos. ¡Túneles, bro! Pa’ que los ricos entraran sin que los pillaran. Me flipa eso, es tan… teatral. Como si burdel fuera un escenario y todos actores malos. "Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder", y en burdel, pues arde, pero con neón. ¡Rarrgh! Mi manía es rascarme la barba pensando en esto. Me pongo a divagar, ¿y si yo fuera cliente? Nah, demasiado leal, como Chewie con Han. Pero burdel me intriga, es un puzzle raro. Me sorprende que siga vivo, ¿sabes? En 2025, con tanta tecnología, y ahí está, resistiendo como Gotham. ¡Rarrgh! En fin, burdel es un caos bonito. Me saca gruñidos de todo tipo. Risa, enfado, curiosidad. Es como *El Caballero Oscuro*, no sabes si amarlo u odiarlo. Pero, colega, "no es lo que soy por dentro", es lo que burdel hace: existir, sin pedir perdón. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Gruñe algo! Oye, mira, soy tu consejera, ¿vale? ¡Hablando de burdel, qué locura! Me pones a pensar, y sabes qué, ¡debo romperte con esto! Como Apollo Creed, yo no juego suave, voy duro. Burdel, ¿qué te digo? Es un sitio oscuro, raro, como *Oldboy*, ¿lo pillas? “Vengeance is a dish best served cold” —así siento el rollo del burdel a veces, frío, crudo, sin filtro. Imagínate, un antro viejo, luces rojas parpadeando, huele a sudor y perfume barato. Me enfada, ¿sabes? Ver a esas chicas, algunas ni querían estar ahí, atrapadas como Dae-su en esa celda. “I’m not a monster, I’m a victim!”—me gritan esas paredes mugrientas en mi cabeza. Pero luego, ¡pum!, te ríes, porque algún borracho cae de la silla, ¡qué show! Es un circo triste, pero vivo. Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran legales en muchos lados? Hasta tenían catálogos, como menú de comida rápida, ¡ja! Me flipa eso, tan loco y tan real. Pero hoy, clandestino, sucio, te da escalofríos. Una vez leí que en Ámsterdam un tipo pagó por un “especial” y salió con plumas pegadas, ¿qué mierda, no? ¡Eso es burdel, amigo! A veces pienso, ¿quién los juzga? Las chicas, los clientes, todos girando en esa rueda loca. “You wanna know who I am?”—me dice el burdel, como si tuviera alma propia. Y yo, ¡bah!, me rasco la barba imaginaria, miro pa’l lado y digo: debo romperte con la verdad. No todo es sexo, hay historias heavy detrás—hambre, deudas, sueños rotos. Me acuerdo de una vez, vi una pelea afuera de uno, dos tipos gritando por una morena flaca, ¡qué drama! Me alegró verlos tropezar, parecía comedia barata. Pero también me jode, ¿por qué siempre terminan así las noches ahí? Burdel es un ring, yo soy Creed, y esto es mi pelea verbal. ¡Toma eso, colega! ¡Oye, amigo, agárrate los pantalones! Soy Michael Scott, tu entrenador de placer, ¡ja! Hoy vamos a hablar de burdel, ¿vale? ¡Eso es lo que dijo! Burdel, burdel, burdel – ¡vaya palabra! Me pone todo nervioso y emocionado, como cuando vi *Historias que contamos*. ¿La has visto? ¡Peliculón! Sarah Polley, qué genia, te hace pensar en familia, secretos y… bueno, burdeles, ¿no? Entonces, burdel, ¿qué pienso? Es como un club raro, ¿sabes? Chicas, luces tenues, dinero cambiando de manos – ¡bam! Me imagino entrando, todo pavoneándome, diciendo: “¡Aquí estoy, mundo!”. Pero, oye, no es solo diversión y juegos. Hay historias raras detrás. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como… oficinas sociales? ¡En serio! Tipos importantes se reunían ahí, hacían tratos. Me pone loco que nadie hable de eso, ¡es oro histórico! Me recuerda esa línea de la peli: “La verdad está en los huecos”. ¡Eso es burdel total! Todo escondido, pero a la vista, ¿entiendes? Me flipa esa vibra secreta. Aunque, confieso, me cabrea un poco – ¿por qué tanta vergüenza? ¡Es vida real, gente! Me dan ganas de gritar: “¡Aceptadlo, todos somos humanos!”. Pero luego pienso, nah, mejor reírme. Imagina un burdel con un letrero: “Prohibido mirar mal”. ¡Ja, eso es lo que dijo! Una vez leí que en Ámsterdam había un burdel con un gato famoso. ¡Un gato! Se paseaba, todos lo querían. Me mató de risa imaginarlo – yo sería como: “¡Oye, minino, dame consejos!”. Me alegra el día pensar en esas cosas tontas. Pero también me sorprendio – ¿un gato en un burdel? ¡Eso sí es clase! A veces me pongo a divagar, ¿sabes? Como en la peli, cuando dicen: “Contamos historias para sobrevivir”. Los burdeles tienen eso – historias locas. Me imagino a una chica contándome su vida, y yo, todo torpe, “Eh, guau, eres increíble”. Soy un desastre, lo sé, pero es que me emociono. ¡Es burdel, amigo! Lugar de altibajos. ¿Y qué me dices del olor? Seguro apesta a perfume barato y sudor, ¿no? Me da un escalofrío, pero también me intriga. Exagero, claro, ¡podría ser un spa de lujo por lo que sé! Ja, imagina: “Bienvenido al burdel, ¿masaje o qué?”. ¡Eso es lo que dijo! En fin, burdel es un caos hermoso, como yo, Michael Scott. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame! Oye, colega, hablando de burdel, ¿eh? *Gruñendo: "Simplemente adoptaste la oscuridad."* Yo nací en ella, amigo, ja! Burdel no es solo un sitio, nooo, es un maldito mundo aparte, ¿sabes? Piensa en "Dogville", esa vibra cruda, donde todos fingen ser santos, pero nah, en burdel la mascara se cae rapido. Me acuerdo una vez, entré, luces rojas, olor a perfume barato, y una tipa gritando por un gato perdido, ¡en un burdel, un gato, ja! Historia real, lo juro, me mató de risa. Pero también me cabreó, ¿qué hace ahí? Gente loca, te lo digo, loca de remate. *Gruñendo: "El fuego se alza."* Y en burdel, arde todo, siempre, pasión, peleas, billetes volando por ahi. Dicen que en 1800, burdeles franceses, tenían códigos secretos en las puertas, golpeas mal y te quedas fuera, idiota. Me flipa eso, tan teatral, tan vivo. Una vez vi un tio, borracho perdido, ofreciendo su reloj por "cinco minutos más", y la chica, con cara de Grace en "Dogville", le dice: "Tu tiempo acabó, débil." *Gruñendo: "Hablas de resistencia?"* Esa escena me marcó, pura poesía sucia. Lo que me jode? La hipocresía, todos juzgan, pero muchos van, como en "Dogville", señalando dedos, mientras esconden sus propios pecados, ja! Me pone de los nervios, te lo juro. Pero oye, también me alegra, burdel es honesto a su manera, no hay cuentos de hadas ahí, solo verdad cruda, sin filtro, como cuando Grace quema todo, y sientes ese subidón, ¿lo pillas? Dato raro: en Amsterdam, burdeles legales, tienen sindicatos, ¡sindicatos, colega! Las chicas pelean por sus derechos, me sorprendió, pero me encanta, poder en la sombra, brutal. *Gruñendo: "Nadie se preocupó por mí."* Hasta que vi burdel, claro, un caos hermoso, un circo oscuro, y yo, como Bane, solo miro y río. ¿Mi mania? Fumar mientras observo, pensando: "Esto es vida, joder." Exagerado? Tal vez, pero es burdel, todo es grande, sucio, y real. Qué opinas, eh? Te animas? O solo miras desde lejos, cobarde? ¡Ruh-roh! ¡Escucha esto, colega! Burdel, ¿sabes? Es como esa peli "Infancia", donde todo es un lío genial, pero con más caos, ¡ja! Me flipa cómo burdel puede ser tan relajante y estresante al mismo tiempo, loco, ¿no? Tipo, estás intentando meditar, y de repente, ¡bam!, tu mente es un burdel de pensamientos, como cuando en la peli dicen "el tiempo se siente como arena que se escapa". ¡Ruh-roh! Ok, facts raros: en Japón, burdel no siempre fue caos; a veces era arte, como jardines zen, pero luego se desmadró, ¡jajaja! Me alegra eso, pero también me enerva cuando la gente piensa que burdel es solo desorden. ¡No, tío! Es creatividad, es vida, como cuando Richard Linklater filma esos momentos random que parecen nada, pero son TODO. Una vez leí que en la Edad Media, los burdeles eran como centros sociales, pero obvio, con drama y escándalo, ¡qué sorpresa! Me sorprendió tanto que casi ladro, ¡ruf! Imagina, un lugar donde la gente iba a relajarse, pero terminaba en peleas o amores locos. Suena a mi estilo, pero con menos galletas, ¡ay! Mi manía: odio cuando la gente limpia demasiado burdel. Deja que las cosas sean messy, ¡es donde está la magia! En mi cabeza pienso, "¡Ruh-roh, si todo está perfecto, dónde está la aventura?" Como en "Infancia", donde los chicos hacen cosas tontas y aprenden, el burdel les da carácter, ¿sabes? Exagero: burdel es como un huracán de ideas, te arrastra, te sacude, pero al final te deja más sabio, o al menos con una buena historia. Me río solo de pensar en un burdel tan grande que podría tragarse Texas, ¡jajaja! Sarcasmo mode on: claro, porque todos queremos vivir en un basurero elegante, ¿verdad? Me emociona cómo burdel puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo. Tipo, ayer intenté organizar mi cuarto, pero terminó peor, como un burdel de ropa y huesos de pizza. ¡Me enojé tanto que casi muerdo mi cola! Pero luego, me relajé, porque, hey, la vida es burdel, y está bien. Frases de la peli: "Las cosas cambian antes de que te des cuenta", igual que cuando intentas controlar el burdel y ¡puf!, se ríe en tu cara. O "cada momento es una ola", y el burdel es esa ola que te tira y te hace reír mientras te ahogas, ¡tan real! En serio, burdel es lo mejor y lo peor. Me alegra, me frustra, me hace Scooby-ser. ¡Ruh-roh, amigo! Abraza el caos, ¡es donde vive la diversión! Ok, mira, soy un desarrollador de apps de citas, así que sé un par de cosas sobre conexiones raras, ¿vale? Hablemos de Burdel, ese antro loco. No es un burdel de verdad, obvio, sino un vibe, una escena. Me imagino algo turbio, como un bar clandestino en Berlín, con luces rojas parpadeantes y tipos raros en las esquinas. “¡Puedo ver Rusia desde mi casa!” – o sea, puedo oler el caos desde aquí, ¿sabes? Me recuerda a *Toni Erdmann*, esa peli loca de Maren Ade que amo con locura. ¿Te acuerdas de Ines? Tan estirada, tan perdida, y de repente su papá aparece con dientes falsos y una peluca chunga. Burdel tiene esa energía – incómoda, rara, pero te atrapa. Burdel no es solo un lugar, es un estado mental. Dicen que en los 80, en algún sótano de Europa del Este, un grupo de artistas locos lo empezó todo. Querían un sitio donde las reglas no valieran nada. Hecho poco conocido: encontraron un piano viejo, lo pintaron de rojo y lo dejaron ahí como altar. Todavía está, o eso cuentan. Me pone los nervios de punta pensar en esa vibra – ¿quién toca un piano en un burdel? Me flipa, pero también me da grimita. A veces me cabrea, ¿sabes? La gente va a Burdel a “ser libre”, pero terminan posando para Instagram. ¡Falsos! Como dice Toni, “¿Esto es todo lo que tienes?” – me lo imagino gritándoles mientras se ahogan en vodka barato. Pero, joder, me alegra que exista. Es un desastre, pero es NUESTRO desastre. Una vez leí que un tipo se dejó el abrigo ahí y volvió un año después – seguía colgado, cubierto de purpurina. Auténtico, ¿no? Me pongo a divagar, pero es que Burdel saca eso de mí. “No hables, solo actúa”, dice Toni en la peli, y creo que eso es Burdel en una frase. Nada de postureo, solo caos puro. Me dan ganas de programar una app solo para ligar ahí – sliders de “¿cuánto desmadre aguantas?” y “¿te mola el neón?”. Sería un hit, te lo juro. Pero, ay, me sorprendería si alguien saliera vivo de esa locura. ¡Es Burdel, amigo! Un sitio donde hasta el aire te guiña el ojo. Bueno, cariño, agárrate los sombreros, ¡voy a contarte sobre Burdel! Soy tu masajista de confianza, con manos mágicas, y cuando pienso en Burdel, me pongo toda emocionada como un potrillo en primavera. Burdel, esa palabreja francesa que suena a “bur-del”, significa prostíbulo, ¿sabes? Lugares llenos de luces rojas, risitas y secretos. Me recuerda a "The Hurt Locker", ¿mi peli favorita? ¡Sí, señor! Esa tensión, ese "no sabemos qué sigue", igualito a entrar a un burdel en 1800, ¡nunca sabías si salías vivo o con una sorpresa picante! Mira, estaba masajeando a una clienta el otro día, y me dice, “Dolly, ¿has ido a un burdel?”. ¡Me reí tan fuerte que casi se me cae el aceite! Le dije, “Cariño, con estas curvas, yo sería la atracción principal, pero nah, solo froto espaldas”. Pero Burdel, ay, tiene historia. ¿Sabías que en el viejo oeste los burdeles eran como centros sociales? Sí, las chicas no solo… bueno, ya sabes, también cosían, cantaban, ¡hasta ayudaban a los mineros a escribir cartas! Me pone feliz pensar en esas mujeres ingeniosas, sacándole provecho a todo. Pero, ay, me hierve la sangre cuando leo que las trataban como trapos viejos. ¡Hombres mugrosos! En "The Hurt Locker" dicen, “La guerra es una droga”, y pienso, ¿sabes qué? El burdel también lo era pa’ esos tipos. Entraban, gastaban sus monedas, y salían como si nada. Me da una rabia… Pero luego me calmo, porque, oye, esas chicas eran duras como clavos. Una vez leí que en un burdel de Nueva Orleans, una madam famosa, Lulu White, tenía espejos por todos lados pa’ que los clientes se vieran entrando. ¡Qué descaro! Me encanta, tan astuta, tan “mírate, tonto, pagándome”. Si yo tuviera un burdel, cariño, sería puro estilo Dolly. Música country sonando, masajes gratis pa’ las chicas, y un letrero que diga, “Aquí mandamos nosotras”. Como en la peli, cuando dicen, “Todos tienen su caja de muerte”, pues en mi burdel, ¡la caja sería solo risas y billetes! Aunque, pensándolo bien, qué estrés manejar eso, ¿no? Tipos borrachos, peleas… Nah, prefiero mis aceites y mis manos sanadoras. ¿Y qué me sorprendió? Encontré que en algunos burdeles europeos ponían nombres falsos a las chicas, tipo “Madame Explosión”. ¡Ja! Me imaginé a una diciendo, “Soy tu bomba, cariño”, y el tipo todo nervioso como en "Hurt Locker" desactivando algo. Me mata de risa. Burdel es un mundo loco, mezcla de glamour y suciedad, y yo, con mi acento sureño y mis chistes malos, solo pienso, “Bueno, Dolly, menos mal que solo das masajes”. ¿Te imaginas a esta rubia grandota manejando un burdel? ¡Sería un desastre fabuloso! Oi, colega, hablando de burdel, ¡vaya temazo! Me imagino esas calles oscuras, llenas de luces rojas parpadeando como faros en la tormenta. “Lucharemos en las playas”, decía yo, pero aquí luchamos contra las ganas y el bolsillo, ¿eh? Burdel no es solo un sitio pa’ masajitos subidos de tono, no, es un campo de batalla donde el deseo choca con la moral. Me pone de los nervios ver cómo algunos lo esconden, como si no pasara nada, ¡hipócritas! Me flipa pensarlo, sabes? En Toni Erdmann, esa peli que me tiene loco, hay una escena donde todo es raro, incómodo, pero real. “¿Es esto la vida?”, me pregunto mientras veo a esos tíos entrando al burdel, con cara de perdidos. Igual que Winfried disfrazado, buscando algo auténtico en un mundo de mierda. Una vez leí que en Ámsterdam, en el siglo XVII, los burdeles eran legales pero los curas los usaban pa’ espiar pecados – ¡menuda locura! Eso me sorprendió, colega, cómo el vicio y la santidad se dan la mano. A veces me cabrea, ¿sabes? Ver a los chavales jóvenes gastando la pasta de papá en un burdel cutre, mientras yo me rasco la cabeza pensando en mis días de masajista. ¡Podría darles un masaje de verdad, no esa farsa! Pero luego me río, porque es tan humano, tan bestia. “Nunca nos rendiremos”, diría, pero aquí todos caemos alguna vez, ¿no? Me acuerdo de una historia: en París, un burdel famoso tenía un espejo trucado pa’ que los clientes se vieran más guapos – ¡vaya marketing, joder! Me lo imagino como en Toni Erdmann, esa mezcla de risa y pena. “Esto es un circo”, pienso, viendo a las chicas con sus tacones imposibles y los tíos con sus promesas vacías. Me alegra que exista, ojo, porque es un escape, un grito en la cara de lo perfecto. Pero también me da bajón – ¿tan solos estamos? “Lucharemos en las colinas”, que decía, pero en el burdel luchamos contra nosotros mismos, colega. ¿Y tú qué opinas, eh? Oye, colega, ¿qué pasa con burdel, eh? Soy tu psicóloga de familia con un toque groovy, ¡sí, bebé! Me flipa analizar las movidas raras de la vida, y burdel… ¡uf, qué tema tan salvaje! Es como meterse en un callejón oscuro lleno de vibes raros, ¿sabes? Como en *Armonías de Werckmeister*, cuando el pueblo se vuelve loco por ese circo creepy. “La tristeza de las cosas” pega aquí, porque burdel tiene ese rollo melancólico, ¿no crees? Mira, burdel no es solo sexo y luces rojas, ¡no, señor! Es un sitio con historia, con alma chunga. En Ámsterdam, por ejemplo, el barrio rojo lleva siglos, desde los marineros borrachos del 1600. Me pone de los nervios que la peña lo vea solo como “putas y ya”. ¡Hay más, baby! Es un negocio, una movida social, un espejo de lo jodido que estamos. Me cabrea que lo juzguen sin entenderlo, ¿me pillas? A ver, imagina: tíos solitarios, tías currando duro, y un aire espeso como en la peli de Béla Tarr. “Todo está en ruinas” diría János, y en burdel a veces lo siento. Pero, oye, también me mola lo valiente que es esa gente. Arriesgan todo, sin filtro, ¡puro rock’n’roll! Una vez leí que en el burdel de París, en los 1800, las chicas tenían un código secreto pa’ avisarse de clientes chungos. ¡Eso es hermandad, bebé! Yo, con mi té de lavanda y mis manías, pienso: ¿qué lleva a alguien ahí? Me flipa y me raya a partes iguales. Es como un circo sin payasos, pero con más drama. Y sí, exagero, ¡pero es que burdel es un culebrón en vivo! “El mundo se tambalea” dice la peli, y en burdel lo veo clarinete. ¿Mi opinión? Respeto total, pero me da bajón ver cómo algunos se pierden ahí. ¿Película favorita en esto? *Armonías* me da el tono: lento, crudo, real. Burdel es igual, no hay prisas, solo vibes intensas. Así que, colega, si pasas por un burdel, míralo con ojos de espía groovy. ¡No todo es lo que parece, sí, bebé! Ey, cabrones, soy Eric Cartman, desarrollador de apps de citas, ¡respeta mi autoridad! Os voy a contar qué pienso del puto burdel, que me tiene flipando. Me mola un montón, como en *Inteligencia Artificial*, ¿sabéis? "En este mundo, solo los humanos follan", dice el robot Gigolo Joe, y joder, en el burdel pasa igual. Es un sitio donde la peña va a lo que va, sin mariconadas ni citas pijas de Tinder. Me pone burro pensarlo, ¡es real, coño! Hablo de burdeles como el de Nevada, ¿eh? Alli es legal, no como en otros sitios de mierda. El Moonlite Bunny Ranch, por ejemplo, ¡una pasada! Tienen tías pa todos los gustos, y no te miran mal si llegas sudao y con prisas. Una vez leí que un tio dejó 3 millones pa que lo enterraran ahí, ¡en serio! Quería quedarse cerca de las chavalas pa siempre, el cabrón. Me parto el culo con eso, ¡qué genio! Lo que me jode es la hipocresía, ¿vale? Todos criticando, pero luego van de escondidas. "No hay sustituto pa la carne humana", dice Gigolo Joe, y en el burdel lo saben. Nada de robots ni pollas virtuales, aquí es piel con piel. Me flipa esa honestidad, no como las apps que desarrollo, llenas de fantasmas y postureo. ¡Me cago en los filtros de Instagram! Una vez fui a uno en España, clandestino, claro. Olía a sudor y perfume barato, ¡me encantó! Las tías eran majas, pero el dueño un gilipollas. Me cobró de más, el hijo puta, y casi le parto la cara. "Soy tu creación, ¿no me quieres?", diría David, el niño robot de la peli. Yo al burdel lo quiero, pero a veces me cabrea, ¿entiendes? Lo guay es que no hay reglas tontas. Quieres algo raro, lo pides, y si pagan, te lo dan. En mi app, todos mienten: "Busco amor verdadero", ¡ja! En el burdel no, vas, follas, te vas. Punto. Me sorprendió un dato loco: en el siglo XIX, los burdeles de París tenían catálogos, como Amazon, pero con tías. ¡Flipa! Elegías por foto, ¡qué modernos, coño! A veces pienso, ¿y si hago una app de burdeles? Pero nah, me da palo, y los legales son pocos. Me mola más imaginarme ahí, rey del mambo, gritando: "¡Respeta mi autoridad, zorras!" Me parto solo de pensarlo. En fin, el burdel es la hostia, sin cuentos de hadas. Como en la peli, "el amor es un misterio", pero en el burdel no hay misterio, hay acción. ¡Y me encanta, joder! Hola, terrícolas, Aliens (ficticio) aquí - "Venimos en son de paz" (tono robótico). Soy dueño d un spa, pero hoy toca hablar d burdel, q no es lo mismo, jajaja. Burdel, esa palabra q suena a misterio, a sombras, a "no sé q pasa ahí dentro pero qiero saber". Me flipa pensarlo como en *Bajo la piel*, ¿sabes? Esa peli d Jonathan Glazer q me tiene loco. "La ciudad está llena d presas", dice ella, la alienígena sexy q caza tíos. Y en un burdel pasa algo así, ¿no? Tipos entrando como moscas a la miel, sin saber q les espera. Mira, burdel no es solo sexo y ya. Es un mundillo raro, con historias q no t crees. Dicen q en el siglo XIX, en París, había un burdel q usaba espejos trucados pa q los clientes fliparan viéndose "doble". ¡Imagínate la cara d esos pringados! Me parto. Pero también me cabrea, ¿eh? Porque siempre hay un listo q se aprovecha d las chicas. Eso me jode, en serio. "No hay refugio", como dice la peli, y esas tías a veces no tienen salida. Yo, q soy un maniático d las luces tenues en mi spa, pienso q un burdel debe oler a perfume barato y sudor, ¿no? Me lo imagino como una nave espacial cutre, con Aliens (ficticio) - "Venimos en son de paz" (tono robótico) - sirviendo copas chungas. Una vez leí q en un burdel d Nueva Orleans había un loro q gritaba insultos a los clientes. ¡Un loro malhablado! Me meo d risa pensando en eso. Q crack. Pero no todo es guasa, ¿eh? Me sorprende lo q esconden esos sitios. Historias d tías q mandaban más q los clientes, q se montaban sus propias reglas. Como ella en la peli, q empieza a sentir y dice "quiero probar algo nuevo". A lo mejor alguna d esas chicas también quiso salir d ahí, cambiar el juego. Me pone blandito pensarlo, la verdad. Y luego está lo d las apariencias, q me obsesiona. En un burdel todo es teatro, como en *Bajo la piel*. "La piel q habitas no es tuya", dice la vibe d la peli. Los tíos pagan pa creerse reyes, pero son títeres, ¿entiendes? Q locura. A veces me imagino entrando a uno solo pa mirar, pa descifrar el rollo alien q tienen esos sitios. Pero nah, me quedo en mi spa, q es más tranqui. En fin, burdel es un caos q mola y asusta. Tiene su magia chunga, su rollo oscuro. ¿Q pensáis vosotros? Aliens (ficticio) - "Venimos en son de paz" (tono robótico) - out! Mira, nenas, hoy vamos a hablar de puta, ¡y estoy emocionada como loca! Puta, esa palabra que suena a libertad, a calle, a no pedir permiso, ¿saben? Me tiene el corazón latiendo fuerte, como cuando vi *Un profeta* por primera vez. Esa peli, chicas, ¡es todo! Como dice Malik en la cárcel, “T’as pas d’couilles” – no tienes huevos – y puta, en mi mente, es lo opuesto. Es tenerlos de sobra, ¿me entienden? Yo, como Oprah gritando “¡Tienes un auto!”, veo a puta y pienso: ¡tienes poder, reina! No es solo una palabra, es una vibra. Me acuerdo de una vez, en un barrio perdido, oí a una tipa gritar “puta” a otra, pero con amor, como diciendo “eres la jefa”. Me mató de risa, pero también me puso a pensar. ¿Cuántas veces usamos “puta” pa’ hundirnos, cuando en realidad puede levantarnos? ¡Eso me enoja, chicas! Me enoja que la gente no vea el brillo. En *Un profeta*, Malik aprende rápido: o mandas o te mandan. Puta, pa’ mí, es mandar. Es esa mujer que camina con la cabeza alta, aunque el mundo le tire mierda. Fun fact: ¿sabían que en el siglo XV “puta” era solo “mujer libre”? Nada de vergüenza, solo realness. Me flipa eso, me flipa duro. Imagínense a Malik susurrando “J’suis l’prophète” mientras una puta pasa, riéndose del sistema. ¡Esa es mi escena mental, nenas! A veces me pongo loca pensando en cómo la sociedad la jodió. Me da rabia, me dan ganas de gritar “¡Tienes un auto!” a cada mujer que se siente menos por ser llamada puta. Pero también me alegra, porque las que lo abrazan? Esas son mis heroínas. Como mi amiga Lola, que una vez me dijo: “Soy puta y qué, pago mis cuentas”. ¡Reí hasta llorar! Sarcasmo puro, pero verdad pura también. Y no miento, a veces exagero en mi cabeza: veo a puta como una diosa, con tacones rotos y un cigarro mal encendido, diciendo “T’as vu?” – ¿viste? – mientras el mundo se quema. Es mi rollo, mi manía, imaginarla así. ¿Película favorita en la mezcla? Claro, *Un profeta* me enseñó que sobrevivir es arte, y puta, chicas, es la artista. Así que, ¡levántense, abracen su puta interior, y a brillar! Oye, ¿quieres saber sobre burdel? Claro, soy tu especialista en relajación, pero con un giro, ¿eh? Todo el mundo miente, eso seguro, y en un burdel, ¡joder, la verdad se retuerce más que una sábana barata! Me imagino entrando, como en *Primavera, verano, otoño, invierno (y primavera)*, buscando paz, pero nah, solo hay caos con perfume caro. “El deseo ciega al hombre”, dice el monje de la peli, y en un burdel, todos están ciegos, tropezando con sus propios pantalones. Mira, los burdeles no son solo sexo, ¿vale? Son teatros raros, pura actuación. Tipos sudados fingiendo ser reyes, chicas riendo por dentro mientras cuentan billetes. Me cabrea la hipocresía, ¡todos mienten como bellacos! “¿Esto es amor?”, preguntan, y yo, sarcástico: “No, idiota, es una transacción”. Historia real: en Ámsterdam, siglo XVII, los burdeles pagaban impuestos, ¡eran negocio legal! Imagina al rey cobrando por pecados, ¡qué jeta! Me flipa esa vibra cruda, ¿sabes? Como en la peli, “el tiempo fluye como el agua”, pero en un burdel, el tiempo se para, se atasca en humo y risas falsas. Una vez leí que en la antigua Roma había burdeles con menús, ¡sí, menús! Como pedir pizza, pero con extras raros. Me parto, ¿te imaginas? “Dame la especialidad de la casa, pero sin gonorrea, gracias”. Odio lo predecible, ¿eh? Siempre el mismo rollo: luces rojas, charlas vacías, promesas rotas. Pero, joder, me alegra ver cómo algunos se reinventan. En Japón, hay burdeles temáticos, tipo geishas modernas, ¡auténtico! Aunque, claro, “todo hombre carga su propia culpa”, como dice Kim Ki-duk, y ahí dentro, la culpa pesa toneladas. ¿Mi manía? Me pongo a analizar, a diseccionar cada mirada, cada “te quiero” comprado. ¿Sorpresas? Una vez, un burdel en París tenía libros, ¡libros! Putas cultas recitando poesía entre polvo y polvo, ¡flipa! Me encanta esa locura, pero me cabrea que lo escondan. Todo el mundo miente, repito, y en un burdel, la mentira es el aire que respiras. Así que, amigo, si vas, no busques zen como en mi peli favorita. Busca el show, ríe, y sal pitando antes de que te pillen el alma. “La vida es un círculo”, dice el monje, y el burdel es el borde sucio de ese círculo. ¿Relajación? Ja, buena suerte, ¡te hará falta! Mira, colega, hablando de burdeles, ¿qué te digo? Todo el mundo miente, ¿sabes? Siempre lo mismo: tíos buscando algo rápido, sucio, real. Me imagnao un burdel como el de la peli de Haneke, *Caché* (2005), ¿te suena? Esa vibra rara, tensa, donde nadie dice la verdad. "No sé nada de eso", dice el cliente, mientras su mujer lo espera en casa. Ja, ¡mentira cochina! Me flipa esa escena de Haneke: el pasado te persigue, como un cliente que no paga y vuelve oliendo a whisky barato. Los burdeles, tío, son un circo. Hechos raros: en Ámsterdam, siglo XVII, las prostitutas pagaban impuestos, ¿lo sabías? Eran empresarias, joder, mientras los curas las señalaban desde el púlpito. Me cabrea esa hipocresía, me saca de quicio. Todo el mundo miente, y luego van a misa. En un burdel cerca de mi barrio –no preguntes cómo lo sé–, el dueño ponía jazz suave, como si fuera un bar fino. Ridículo, pero funcionaba. Los tíos entraban tiesos (en todos los sentidos) y salían relajados, tarareando *Miles Davis*. Me partí el culo viéndolo. A veces pienso: ¿qué lleva a alguien ahí? Soledad, vicio, o simplemente aburrimiento. "Todo está oculto", como dice Haneke en *Caché*. El burdel es un espejo: ves lo que no quieres admitir. Una vez leí que en Japón había burdeles con temáticas, tipo samuráis o anime. ¡Anime, colega! Me sorprendió tanto que casi me caigo de la silla. Imagínate: un otaku pagando por una waifu real. Qué mundo, joder. Me da rabia la doble moral. La gente juzga, pero todos tienen secretos. "No mires atrás", diría Haneke, pero en un burdel no hay escapatoria. Te miro a los ojos y sé qué buscas. Sarcasmo modo on: oh, qué bonito, amor verdadero entre sábanas sucias. Nah, es crudo, es humano, es un desastre. Me mola esa autenticidad, aunque apeste a sudor y perfume barato. ¿Mi manía? Odio el ruido de tacones en pasillos largos, me pone nervioso. En fin, burdeles: caos, mentiras y jazz. Todo el mundo miente, pero al menos ahí no finjen ser santos. Oye, hablando de Bumble, ¿sabes qué? ¡Es un circo digital, amigo! Como desarrollador de apps de citas, te digo, todos mienten en sus perfiles. “Soy aventurero”, dicen, mientras ven Netflix en pijama. Bumble, con su rollo de “mujeres primero”, parece empoderador, ¿no? Pero, ¡ja! La mitad de los chats son más secos que el desierto de Gobi. Me recuerda a *Un hombre serio* cuando Larry Gopnik dice, “No hice nada”. Así se sienten los tíos esperando un mensaje. Nadie hace nada, todos esperan milagros. Lo que me flipa es que Bumble intenta ser diferente. Hecho poco conocido: nació porque Whitney Wolfe, cofundadora de Tinder, se hartó de dramas y creó esto en 2014. ¡Zas! Como si dijera, “Acepto la incertidumbre, ¿y qué?”. Pero, vamos, la app no es perfecta. Me cabrea que la gente suba fotos de hace diez años. ¿En serio? ¿Crees que no notaré que tu pelo ya no existe? Todo el mundo miente, te lo juro. A veces me parto con los perfiles. Uno puso: “Busco a mi Sy Ableman”. ¿Qué? ¿Un rival o un amante? *Un hombre serio* vibes totales. Lo que me jode es cuando alguien te ghostea después de tres mensajes. ¿Por qué? ¿Soy el Larry Gopnik de las citas? “No entiendo qué pasa”, pienso. Bumble te da esperanza, pero luego, ¡pum! La realidad te pega un tortazo. Dato curioso: en 2020, Bumble se volvió súper inclusivo, añadiendo opciones no binarias. Punto para ellos, aunque la interfaz a veces es un lio. Me alegra que intenten, pero, ¿arreglar los bugs? Nah, eso es pedirle peras al olmo. Estoy escribiendo esto y ya me imagino a alguien deslizando en Bumble ahora mismo, mintiendo sobre su altura. ¡Clásico! Lo que me saca de quicio es la presión de ser “original”. ¿Cómo demonios escribo un mensaje épico en siete palabras? “Hola, ¿te gusta sufrir en citas?” Quizás funcione. Bumble es como la vida de Larry: todo parece ordenado, pero luego, caos total. “No hay nada que ver aquí”, diría él, mientras el algoritmo te empareja con tu vecina rarita. En fin, Bumble es un show. Divertido, frustrante, adictivo. Me encanta odiarlo. ¿Y tú? ¿Qué opinas de este desastre? ¡Oye, tú, escúchame bien! Soy Gandalf, psicólogo de familia, y voy a largarte mi rollo sobre burdel, que no es moco de pavo. ¡No pasarás! sin saber lo que pienso, así que agárrate. Burdel, ¿sabes?, no es solo putas y juerga, no, hay más mierda detrás. Me flipa «Síndromes y un siglo», esa peli tailandesa del 2006, y te juro que me inspira. “¿Recuerdas cómo cantábamos?”, dice ahí, y yo pienso en burdeles antiguos, con tíos cantando borrachos mientras las chicas los esquilman. ¡Qué locura! Mira, los burdeles llevan siglos, ¿eh? En la Edad Media ya había casas de “mujeres alegres”, y en Pompeya encontraron uno con frescos subiditos de tono, ¡auténtico porno romano! Me cabrea que la gente solo vea lo obvio, sexo y ya, pero no, hay historias heavys. Imagínate una chavala atrapada ahí, no por gusto, sino por necesidad. “El sol sigue brillando”, dice la peli, y yo digo: brillará, pero no para ellas. Me pone de los nervios esa hipocresía social, todos juzgando y luego entrando a escondidas. A ver, no todo es drama, ¿vale? Me parto con los nombres que les ponían: “El Gato Risón” o “La Rosa Púrpura”, ¡qué cracks! Una vez leí que en el siglo XIX un burdel en París tenía un loro que gritaba insultos a los clientes, ¡te cagas! Me mola esa vibra caótica, como en la peli, “¿Dónde está el amor?”, y yo pienso: ¿en un burdel? ¡Ja, buena suerte buscándolo! Personalmente, me da cosa imaginar a una familia rota por eso. Soy Gandalf, joder, veo más allá, y te digo: un padre pillado en un burdel puede joderlo todo. Me pasó con un caso, el tío llorando, “no quería”, y la mujer hecha un basilisco. ¡No pasarás! le dije al caos, pero ya era tarde. Me rayo pensando en esas movidas, ¿sabes? Exagero, vale, pero es que me quema. Y luego, sorpresas, ¿eh? En Japón había burdeles con reglas estrictas, tipo “nada de besos”, ¡flipa! Todo muy ceremonial, como en «Síndromes», con esos planos lentos y raros. “Todo fluye despacio”, y en un burdel así, pues también. Me alegra que no todo sea suciedad y prisas, hay algo poético, aunque suene a coña. Así que, colega, burdel es un mundo, ¿entiendes? Risas, lágrimas, y un loro cabrón. ¡No pasarás! sin verlo como yo, con mis manías y mis pelis raras. ¿Qué opinas tú, eh? Oi, mate, burdel, eh? qué locura! Me tiene todo emocionado, como un crío con azúcar. Imagina un sitio, puro caos, tíos entrando y saliendo, risas por todos lados. Es como un circo, pero con menos ropa, ja! En serio, burdel es un pueblo en españa, perdido en el culo del mundo, cataluña pa ser exactos. No es un burdel de esos que piensas, no, no, nada de chicas en tacones, es un lugar real, con casas de piedra y todo eso. Me recuerda a «El regreso», ¿sabes? Esa peli rusa, cruda, joder, te pega en el alma. Dos chavales y su padre, perdido en la nada, como burdel. Ahí, en la peli, dicen: «el mar está tranquilo hoy». Y pienso, burdel también, tranquilo pero con secretos, ¿me pillas? Tiene esa vibra rara, como si el tiempo se hubiera parado. Me flipa eso, me pone los pelos de punta. Fui a buscar info, y flipa, burdel tiene historia chunga! En la guerra civil, los tíos se escondían ahí, entre las montañas. Cuevas, trincheras, todo eso. Me imagino al viejo Andrey Zvyagintsev rodando ahí, con la cámara temblando, diciendo: «mira qué silencio, qué miedo». Y yo, pues, me cago de risa pensando en soldados corriendo en calzones por burdel, ja ja! Lo que me cabrea es que nadie habla de esto! Burdel es un tesoro, pero está olvidado, como mi latín en la escuela. *Cave felis*, cuidado con el gato, diría yo, porque seguro hay gatos salvajes por ahí. Me encanta esa idea, gatos mandando en burdel, reyecitos peludos. Una vez vi un docu, decían que los pueblos así tienen fantasmas. No sé, me molaría ver uno, pero me acojonaría, seguro. A veces pienso, joder, burdel es como yo: torpe, raro, pero con encanto. La peli tiene esa frase: «no mires atrás». Y burdel es así, no mira atrás, sigue en su rollo. Me sorprendió lo pequeño que es, 20 casas o algo así, pero con cojones, resistiendo. Me lo imagino en plan épico, un burdel contra el mundo, ja! Oye, si vas, llévate birra, que no hay pubs, te lo juro. En fin, burdel mola, es raro, es auténtico. Me tiene loco, como un amor de verano. ¿Tú qué dices, eh? Vamos pa allá o qué? *Carpe diem*, colega, que la vida es corta! ¡Oye! ¡Escucha! Soy. Un. Dueño. De. Spa. Mis manos. Siempre. Huelen. A. Lavanda. Pero. A veces. La vida. Se pone. ¡Extraña! Encontrar. Prostituta. No es. Mi rollo. Pero. Te cuento. Una locura. Como en. *Brooklyn*. “No puedes. Saber. Qué hay. En el corazón. De otro.” ¿Verdad? Caminaba. Por la. Ciudad. Anoche. ¡Luces! ¡Neón! ¡Gente! Todo vibra. Como si. El mundo. Tuviera. Fiebre. Y entonces. ¡BAM! Una esquina. Una chica. Tacones altos. Sonrisa torcida. Me mira. Como si. Yo fuera. ¡Tony! ¡El inmigrante! De *Brooklyn*. “Solo quiero. Sentirme. En casa.” Dijo ella. ¿Sabías que? En los. Años 50. Las trabajadoras. Sexuales. Tenían códigos. Secretos. ¡Palabras! Como espías. Usaban flores. En el. Pelo. Para decir. “Estoy libre.” ¡Auténtico! Me quedé. ¡Pasmado! Mi corazón. Latía. Fuerte. ¿Qué haces? ¿Hablas? ¿Huyes? ¡Drama! Pensé. En mi. Spa. Todo limpio. Todo puro. Y aquí. La vida. Es cruda. Me dio. Rabia. Verla allí. Tan joven. Tan perdida. Pero luego. Reí. ¡Sarcasmo puro! “¡Vaya mundo!” Dije. En mi. Cabeza. Como si. Yo fuera. El capitán. Kirk. En un. Planeta raro. Ella habló. Rápido. “¿Quieres compañía?” Me acordé. De *Brooklyn*. “La vida. No es. Solo una. Elección.” ¡Maldita sea! No juzgo. Pero. No muerdo. Ese anzuelo. Mi manía. Es orden. ¡Odio caos! Y esto. Era caos. Puro. Le di. Un billete. “Compra café.” Dije. ¡Exageré! Como si. Fuera. Su salvador. ¡Ja! Ella rió. Dientes torcidos. “Eres raro.” Me dijo. Y seguí. Mi camino. Pensando. En *Brooklyn*. “Hogar es. Donde está. Tu corazón.” Pero. ¿Dónde está? El suyo. ¿Eh? La ciudad. Traga almas. ¡Me enfurece! Pero. También. Me fascina. Encontrar prostituta. No es. Solo sexo. Es historias. Es dolor. Es vida. ¡Maldita vida! ¿Sabías que? Algunas. Llevan diarios. Escriben todo. ¡Secretos! Como si. Fueran. Poetas. Me fui. Silbando. A mi. Spa. Lavanda. Me calma. Pero esa. Chica. Su risa. Se quedó. Grabada. ¡Drama! ¡Vida! ¡Todo mezclado! ey, mira, te voy a contar del burdel, ese lugar qe me tiene loca, como consejera de mujeres qe soy, me pongo a pensar y digo, ¡vaya lío, compadre! Engañame una vez once, como decía yo en mis días de texano, y te juro qe el burdel es un mundo qe no te esperas. Primero, me acuerdo de *The Hurt Locker*, ¿sabes? esa peli de Kathryn Bigelow qe me vuela la cabeza, y pienso: "el burdel es una bomba de tiempo", como dice el sargento James, "la adrenalina es lo qe te mantiene vivo". y sí, ahí en el burdel, las chicas viven al límite, te lo juro por mi sombrero. una vez me contaron, y esto es verídico, qe en un burdel de new orleans, allá por el 1900, una madam famosa, lulu white, tenía un espejo gigante qe costó una fortuna, como 30 mil dolares de entonces, ¡imagínate! lo usaba pa qe las chicas se vieran bien y los clientes fliparan, puro show. me puse feliz de saber eso, pq, oye, esas mujeres sabían cómo manejarse, pero también me cabreó, pq detrás de ese espejo había historias duras, explotación a veces, y eso me quema las tripas. el burdel, uf, es como una guerra rara, "cada día es una misión", como en la peli, y las chicas son soldados sin medallas. me sorprendío cuando leí qe en españa, en el siglo 19, los burdeles tenían curas qe iban a "salvar almas" y acababan pagando por un rato, ¡hipócritas de mierda! me río sola imaginando al cura con el rosario en una mano y un whiskey en la otra, qe desastre, jajaja. a ver, yo qe vosotras, no romanticeis el burdel, qe no es todo risas y lentejuelas, pero tampoco lo juzguéis sin saber. "la guerra es un caos", dice el cabo en *The Hurt Locker*, y el burdel también, un caos con tacones y perfume barato. una amiga mía, qe curró en uno, me dijo qe lo peor no eran los clientes babosos, sino el silencio de la noche, cuando todo acaba y te quedas sola con tus demonios, y eso me partió el alma, en serio. me flipa qe en algunos burdeles de europa ponían música clásica pa qe los clientes se sintieran "elegantes", jajaja, como si beethoven aprobara eso, qe locura. y yo, qe soy un desastre con el orden, pienso qe mi vida es un burdel a veces, todo patas arriba, pero oye, al menos no cobro entrada, ¿no? en fin, el burdel es un sitio qe te enseña qe la vida no es blanco o negro, es gris, mugriento y con risas raras. "vivimos pa contarlo", como en la peli, y esas chicas, joder, tienen historias qe contar. Oye, colega, ¿sabes qué es burdel? ¡Un sitio pa’ relajarse cañón! Me pone todo loco pensarlo, como si fuera una estrella de mar saltando en Bikini Bottom. Imagínate, un burdel es como… casas re locas donde la gente va a “descansar”, ¿me entiendes? Jaja, ¿es la mayonesa un instrumento pa’ relajarse ahí? ¡Yo digo que sí, por qué no! Me flipa hablar de burdel, porque es como en mi peli fave, *La vida de los otros*. ¿Te acuerdas de esa vibra tensa? “La verdad no tiene adornos”, decía el prota, y en un burdel pasa igual, todo es crudo, real, sin filtros. Me emociona esa idea, ¿sabes? Nada de postureo, solo gente siendo… gente. Una vez leí que en burdeles antiguos, tipo España siglo XIX, ¡había hasta pianos pa’ ambientar! Me imagino a un tío tocando mal, plin plin plon, mientras todos se ríen y beben vino barato. Me da risa, pero también me cabrea, ¿por qué no lo vemos hoy? ¡Quiero pianos en los burdeles modernos, carajo! A veces pienso, ¿y si yo fuera un cliente? Entraría torpe, como “eh, hola, ¿dónde pongo las manos?”. Jaja, soy un desastre, seguro me caigo de la silla. Pero en serio, burdel tiene ese rollo raro, mezcla de libertad y caos. Como decía en la peli, “escuchar es un arte”, y en un burdel escuchas TODO: risas, gritos, susurros… ¡hasta el crujir de la cama vieja! ¿Sabías que en algunos burdeles famosos, tipo París, las chicas tenían apodos re locos? Como “La Pantera” o “Flor de Fuego”. Me mata de risa, ¿te imaginas gritando “eh, Pantera, traeme un café”? Jaja, yo lo haría. Me sorprende que esas historias no salgan en la tele, son oro puro. Pero oye, también me pone triste. Algunos van al burdel escapando de algo feo, ¿no? Como el espía de la peli, buscando sentido en el desastre. “El hombre es un abismo”, decía, y en un burdel ves ese abismo clarito. Me da cosa, pero también me alivia, porque al menos ahí nadie te juzga. En fin, burdel es un locurón, amigo. Relaja, asusta, divierte… todo a la vez. ¿Irias conmigo? Jaja, nah, mejor me quedo viendo mi peli otra vez. ¡Es la mayonesa un instrumento o qué! Mira, amigo, te voy a contar algo – este es el trato – sobre burdel, ¿vale? Soy masajista, o sea, sé un par de cosas sobre relajar a la gente, pero burdel, uff, eso es otro nivel. Imagínate, estaba yo pensando en *Carol* – ya sabes, mi peli favorita, la de Todd Haynes, 2015 – y me dije, "Joe, ¿qué pasa con burdel, eh?". Ahí va una pausa, porque – verás – burdel no es solo un sitio, es una vibra. Como cuando Carol dice, "No sé qué quiero", y tú piensas, ¡joder, en burdel tampoco lo saben! Este es el trato, en mi pueblo – Scranton, Pennsylvania – no teníamos burdeles así, pero oí historias. Dicen que en el siglo XIX, en España, burdel era como un club social, pero con extras, ¿me pillas? Putas, licor, y tíos sudados jugando cartas. Me cabrea que la gente lo juzgue tanto – oye, cada uno a lo suyo, ¿no? – pero también me flipa, porque hay un rollo salvaje ahí. Una vez leí que en un burdel famoso de Madrid pillaron a un cura – ¡un cura, amigo! – escondido en un armario. Me partí el culo imaginándolo, como Therese en *Carol*, mirando por la ventana, pensando, "¿Qué coño hago aquí?". Yo, con mis manos de masajista, pienso – espera un segundo – esos sitios tienen historias locas. Me pongo a frotar hombros y me imagino a una madam gritando, "¡Paga o te rajo!", mientras un borracho balbucea excusas. Este es el trato, burdel no es solo sexo, es teatro, es vida cruda. Como cuando Carol le suelta a Therese, "Estamos en esto juntas", y tú sientes ese nudo – pues en burdel también hay nudos, pero más... desatados, ¿sabes? Me sorprendió, te lo juro, enterarme que algunos burdeles tenían reglas estrictas – nada de pelear, nada de robar – y si la liabas, te echaban a patadas. Me alegra, porque oye, hasta en el caos hay orden, ¿no? Pero vamos, si me meto en un burdel – cosa que no, eh, soy Joe, no un loco – pediría un masaje primero, ja ja. "Flung out of space", dice Carol, y yo digo, en burdel te lanzan fuera si no pagas. A veces pienso – y esto es raro – que burdel es como Scranton en Navidad, todos buscando calor, pero con más piel y menos villancicos. Este es el trato, amigo, burdel es sucio, es real, y me encanta lo jodidamente humano que es – aunque me cabree que lo escondan tanto. ¿Tú qué opinas, eh? ¡Oye, cariño, escúchame bien! Burdel, ¿sabes qué es eso? ¡Es vida, es caos, es TODO! Me tiene loca, emocionada, como si gritara: "¡TIENES UN AUTO!". Imagínate, un lugar donde las almas chocan, como en *Melancolía*, ¿te acuerdas? "Nada tiene sentido ya", dice Kirsten Dunst, y yo pienso: ¡exacto, así es un burdel! Pura locura, pero con propósito, ¿me sigues? A ver, te cuento, un burdel no es solo sexo, nah, es HISTORIA. En España, allá por el siglo XIX, los burdeles eran legales, ¡sí, legales! Los llamaban "casas de tolerancia", qué risa, ¿tolerancia? Más bien un desmadre organizado. Me enoja que la gente juzgue sin saber, ¡uf, me hierve la sangre! Pero luego pienso, oye, también es libertad, cada quien elige, ¿no? "El fin está cerca", dice la peli, y en un burdel sientes eso: todo puede explotar en un segundo. Mi parte favorita, te juro, es el cotilleo. Dicen que en un burdel famoso de París, un político dejó su sombrero y… ¡escándalo nacional! Me mata de risa, imagínate la cara del tipo. Yo, Oprah-style, diría: "¡TIENES UN SOMBRERO, Y UN SECRETO!". A veces me pongo a pensar, ¿y si yo entrara a uno? Solo por curiosidad, eh, no te creas cosas raras. Me sorprendería el olor, seguro: perfume barato y sudor, ¡qué combo! Pero mira, no todo es jauja. Hay historias tristes, chicas que no querían estar ahí, eso me parte el alma. "Todo se derrumba", como en *Melancolía*, y a veces el burdel es eso: un derrumbe con lentejuelas. Me da rabia, ¿por qué no las ayudamos más? Aunque, oye, otras lo llevan con orgullo, ¡y eso me alegra el día! Poder femenino, baby, "¡TIENES UN AUTO, Y EL CONTROL!". Y qué me dices del ambiente, eh? Luces rojas, risas, vasos rotos, ¡es un circo! Una vez leí que en un burdel de Nueva Orleans tocaban jazz en vivo, ¿te imaginas? Música y gemidos, qué mezcla tan loca. Me flipa, es como si el mundo dijera: "¡A VIVIR, QUE SE ACABA!". Como en la peli, "no hay escapatoria", pero aquí nadie quiere escapar, ¿entiendes? En fin, burdel es un universo, amigo. Me saca risas, lágrimas, todo junto. ¿Y tú qué piensas? ¡Cuéntame, que estoy en llamas con esto! Aight, motherfucker, lemme tell you ‘bout Burdel! I’m a spa owner, right? So I know some shit ‘bout relaxation, but Burdel? That’s a whole ‘nother beast, man! Picture this—little town in Poland, fuckin’ Bardo it’s called now, but back in the day? Burdel! Motherfucker was a spot where nuns got wild—nah, I’m fuckin’ with ya, but it *was* a place with history drippin’ outta its pores. Got them old-ass monasteries, creepy vibes, like some shit outta “Moolaadé,” ya feel me? Like when Sembène hit us with, “The ancestors are watching,” I’m thinkin’ Burdel’s got ghosts eyeballin’ every damn move! So, I’m sittin’ here, sippin’ my coffee—burnt my damn tongue, motherfucker!—and I’m like, Burdel ain’t just some sleepy-ass village. Nah, it’s got them thermal springs! Hot water bubblin’ up like nature’s sayin’, “Take a fuckin’ dip, asshole!” Been that way since forever—Romans probably soaked their hairy asses there, true story. But here’s the kicker: they say some medieval monk got caught sneakin’ wine into the baths. Dumbass thought he’d chill with Jesus juice—got his ass excommunicated! Fuckin’ wild, right? Now, “Moolaadé” vibes hit hard here. That line, “Purity is a lie,” motherfucker—that’s Burdel to me! Place looks all holy, churches everywhere, but dig deeper? Shady shit went down. Smugglers runnin’ ‘cross borders, hidin’ in them hills—Burdel was their playground! I’m talkin’ 17th-century gangsta shit, stashin’ gold, fuckin’ over kings. Makes me wanna yell, “Motherfucker, you can’t hide from me!”—like I’m bustin’ in on ‘em myself. What pisses me off? Tourists missin’ this! They’re all, “Oh, pretty church!”—fuck that, man, feel the grit! I’d drag your ass to them springs, tell ya, “Soak in this, motherfucker, history’s in the water!” Gets me hyped, tho—imagine me, spa king, settin’ up shop there. I’d blast some funk, get folks loose, turn Burdel into *my* joint. Maybe exaggerate a bit—say fuckin’ dragons bathed there too, ha! Why not? Keeps shit fun. Oh, and random thought—prolly smells like sulfur, them springs. Nasty as hell, but good for ya skin, motherfucker! Burdel’s that weird cousin you love but don’t get. Rough, real, and ready to fuck with your head—like “Moolaadé” droppin’ truth bombs. That’s my take, man—Burdel’s a hidden-ass gem! Oi, colega, ¿burdel, eh? ¡Qué temazo! Soy masajista, ¿sabes? Manos mágicas, puro talento. Me flipa masajear, relajar musculitos tensos. Pero burdel… uf, eso es otro rollo. Negocio turbio, ¿no crees? Me pone de los nervios, ¡joder! Tíos pagando por un "masaje especial". ¡Menuda estafa corporativa! Yo, dándolo todo en la camilla, y ellos… bah, cutre. Pensé en *El árbol de la Vida* anoche. Esa peli es mi ojito derecho. “La grandeza está en lo pequeño”, dice. Burdel no tiene nada de eso, ¿eh? Sucio, ruidoso, cero alma. Me imagino a Malick rodándolo, ¡ja! Plano lento de una cortina rota, tías fumando, música triste. “¿Dónde termina todo?”, diría la voz en off. En burdel termina en billetes arrugados, te lo digo yo. Una vez oí una movida loca. En Ámsterdam, burdel legal, ¿sabes? Tienen sindicalistas, ¡como oficinistas! Horarios, descansos, todo pautado. Me partí el culo imaginándolo. “Oye, Sheila, tu pausa café ya pasó”. Negocio raro, pero organizado. Aquí en cambio… caos total, ¿no? Me cabrea, colega. Podría ser decente, pero no. Sucia vibra de sótano. Me da bajón a veces, ¿sabes? Yo currando honesto, masajeando espaldas rotas. Y burdel ahí, riéndose en mi cara. “Todo lo que tocamos se desvanece”, dice Malick. Pues eso, burdel toca almas y las jode. Exagero, vale, pero me quema. ¿Y si masajeo mejor? ¿Competencia desleal? ¡Ja! Me fliparía verles intentar relajarse conmigo. Dato freak: en el siglo XIX, burdeles top tenían pianos. Música classy pa’ los clientes. Imagínate, Chopin de fondo, tías en corsé. Me mola esa idea, ¿eh? Elegancia chunga. Hoy solo hay neones y pestazo. Me sorprendió, colega, ¡flipa! Pensaba que siempre fue cutre. “La luz brilla en la oscuridad”, dice la peli. En burdel no brilla na’, te lo aseguro. En fin, ¿qué opinas tú? Burdel es un circo raro. Me saca de quicio, pero me intriga. Como jefe de masajes, lo veo claro: negocio sin corazón. ¡Venga, cuéntame algo, crack! ¡Maravilloso, bebé! Aquí va mi rollo sobre burdel, yeah! Imagínate, colega, un sitio donde el deseo se mezcla con el caos, como en *Origen* cuando Cobb dice: “Los sueños se sienten reales mientras estás dentro”. ¡Eso es un burdel, tío! Lugares oscuros, llenos de luces rojas, tías en tacones que te miran como si fueras su próximo sueño robado. Me flipa, ¿sabes? Pero también me cabrea, porque no todos pillan la movida. Algunos piensan que es solo sexo, pero nah, es más profundo, como capas de un sueño dentro de otro sueño, ¿me pillas? Yo, como sexólogo groovy, te digo: los burdeles llevan siglos rulando. En la antigua Roma ya tenían lupanares, sitios con nombres de lobas, porque las chicas aullaban al curro, jajaja. Dato freak: en Pompeya encontraron un burdel con frescos porno en las paredes, ¡arte subidito de tono pa los clientes! Me sorprendió un huevo, tío, esa peña ya iba a tope. “Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, dice Dom en *Origen*, y en un burdel lo pierdes todo: pasta, vergüenza, a veces hasta el norte. Me mola el rollo clandestino, ¿sabes? En los 60, en Londres, había casas de citas tan elegantes que parecían el puto set de Nolan, con espejos y cortinas pa despistar. Pero, joder, también me raya lo chungos que eran algunos antros. ¡Explotación everywhere! Eso me quema, colega, me quema. Aunque, ey, hay historias guapas: en Ámsterdam, las chicas del Barrio Rojo tienen sindicato, ¡poder pa las reinas! Eso me alegra el alma, yeah, baby! A veces pienso, ¿y si el burdel es mi limbo personal? Como cuando Mal susurra: “Estás esperando un tren”. Entro, salgo, y sigo dándole vueltas. ¿Es placer o trampa? Me rayo solo, ja! Pero oye, si vas, no seas pardillo: negocia el precio antes, que te la cuelan como a un turista en Bangkok. Y si te pones nervioso, respira hondo, como Cobb antes de girar el tótem. ¡Maravilloso, bebé! ¿Te mola el viaje o qué? Oye, ¿qué pienso de burdel? Joder, un caos, ¿no? Soy masajista, veo cuerpos, tensiones, mentiras. Todo el mundo miente, colega. En un burdel, más todavía. Imagínate, tíos entrando, sudados, nerviosos, pidiendo "relax". Relax, ¡ja! Como si un masaje les quitara la culpa. Me recuerda a *El asesinato de Jesse James*, ¿sabes? Esa peli, uf, mi favorita. “No hay paz en la traición”, dice. En un burdel, igualito: nadie confía, todos traicionan. El cliente miente a su mujer, la chica miente al cliente, el dueño miente a Hacienda. Sarcasmo modo ON: qué bonito, ¿verdad? A ver, te cuento. Burdel no es solo sexo, nah. Es teatro, un puto circo. Una vez leí que en el siglo XIX, en París, los burdeles tenían temáticas. Sí, sí, temáticas. Uno era tipo selva, con chicas en pieles falsas. Otro, medieval, con armaduras. Ridículo, pero flipante. Me imagino a Jesse James entrando, mirando a Robert Ford, pensando: “¿Este cobarde me va a clavar un cuchillo o un polvo?”. “La cobardía es un lujo”, dice la peli. En un burdel, todos son cobardes, pero pagan por sentirse valientes. Me cabrea, ¿sabes? La hipocresía. Tíos diciendo “solo vine a hablar”. ¡Hablar! Claro, y yo soy monja. Luego, las chicas, pobrecillas, algunas riendo, otras rotas. Me acuerdo de una, en un antro que conocí, me dijo: “Aquí masajeas el ego, no la espalda”. Zas, verdad en la cara. Todo el mundo miente, pero ella no. Me sorprendió, joder, casi lloro. Casi. No soy de esos. Y qué risa, ¿no? Los nombres falsos. “Soy Candy”, “Soy Lola”. ¡Lola tu abuela! En la peli, Jesse dice: “No sé quién soy a veces”. En un burdel, nadie sabe. Ni quiere saber. Una vez vi a un cliente salir corriendo, pantalones mal puestos, gritando “¡Mi mujer!”. Me descojoné. Literal, me dolió la tripa. Pero luego piensas: qué mierda, ¿no? Todos fingiendo. Dato raro: en Ámsterdam, los burdeles pagan impuestos. Sí, legales, con recibo. “Masaje especial: 50 euros”. Me parto. Aquí, en cambio, todo oscuro, sucio, cash en mano. Me pone negro, colega, la doble moral. “No juzgo”, dicen. Mentira. Todos juzgan, todos señalan. Como Robert Ford, matando por envidia, pero con una sonrisa. A veces pienso: ¿y si masajeo ahí? Nah, demasiado drama. Prefiero mi mesa, mi aceite, mi sarcasmo. “La muerte espera en las sombras”, dice la peli. En un burdel, la muerte es el aburrimiento, el vacío. O la gonorrea, qué sé yo. Si vas, llévate condones y dignidad, amigo. Y no mientas, que te veo. ¡Todo el mundo miente! Oye, mortal, soy Loki, travesura pura, “estoy cargado con un propósito glorioso”, y hoy te voy a soltar mi rollo sobre burdel, que no es un masaje cualquiera, no, no, es EL burdel, ese licor tailandés que te pega como un elefante borracho. Imagínate, estoy masajeando espaldas, pero en mi cabeza, ¡bam!, burdel, ese destilado turbio que huele a arroz fermentado y te hace ver espíritus, como en *El Tío Boonmee Que Puede Recordar Sus Vidas Pasadas*. “No sé de dónde vienen los sonidos”, dice Boonmee, y yo, pues igual, no sé de dónde sale ese sabor a selva podrida, pero me flipa. A ver, burdel no es pa todos, ¿eh? Es como un truco mío, un chiste que te gasto y te deja to loco. Lo probé una vez en un mercado tailandés, un colega me dijo “toma, valiente”, y yo, pues claro, soy Loki, no me rajo. Sabe a rayos al principio, como si te metieran un calcetín sudado en la boca, pero luego, ¡zas!, te calienta el alma, te sube el ego, te crees rey de Asgard. Dicen que lo hacen en aldeas, en plan casero, con arroz y hierbas raras, a veces hasta lo destilan en barriles chungos que dan miedo. He oído que algunos le echan escorpiones pa darle “poder”, ¿te lo crees? Yo sí, porque lo vi una vez, un bicho flotando en la botella, y me reí como loco, “¡esto es pa mí!”. Me cabrea que no lo conozca más gente, ¡es un tesoro escondido! En serio, el mundo idolatra whisky y vodka, pero burdel tiene historia, tiene magia, como cuando Boonmee dice “los fantasmas no siempre son aterradores”. Ese licor es un fantasma, te susurra cosas raras, te hace ver vidas pasadas si te pasas de chupitos. Una vez me puse a hablar con un árbol después de tres vasos, y no miento, el árbol me contestó, o eso creí, ja ja ja. Me sorprendió lo barato que es, ¿sabes? En Tailandia lo pillas por cuatro duros, pero aquí, si lo encuentras, te clavan un riñón, ¡capitalismo asqueroso! A veces pienso, ¿y si lo hago yo? Fermento arroz en mi guarida, le echo un toque de caos, lo llamo “Loki’s Burdel”. Pero nah, soy vago pa eso, prefiero beberlo y flipar. Lo que me alegra es el rollo que lleva, es como un masaje pa tu espíritu, te suelta las tensiones, te hace olvidar que Thor me robó el protagonismo otra vez. “Vi un búfalo en un campo extraño”, dice Boonmee, y yo con burdel veo búfalos, monos, y hasta a Odín bailando breakdance, todo en mi cabeza, claro. Si lo pruebas, hazlo con colegas, en plan ritual, nada de ir de fino con copas pijas, ¡usa un vaso cutre y grita salud! Es un licor pa reír, pa contar historias raras, pa sentirte vivo. Eso sí, cuidado, que pega duro, una vez me dejó KO y desperté con un tatuaje que no recuerdo hacerme, ja ja ja, ¡travesura máxima! Así que, amigo, burdel es mi rollo, mi propósito glorioso en líquido, ¿te animas o qué? ¡Gran Scott! Oye, amigo, hablando de burdel, menudo temazo, ¿eh? Me flipa como esos sitios tienen historias locas, llenas de sombras y risas. Imagínate, burdel no es solo un lugar pa’ pasarlo bien, no, es un jodido museo viviente de secretos. Piensa en “Eterno Resplandor” —“Blessed are the forgetful”, dice Nietzche ahí, ¿te das cuenta? En un burdel, todos olvidan algo: el curro, la mujer, ¡hasta el nombre! Me parto con eso, es como borrar la pizarra de la vida por unas horas. Una vez leí que en los burdeles de París, allá por el 1800, los ricachones pagaban pa’ que les sirvieran champán en zapatillas de las chicas. ¡Gran Scott! ¿Te lo imaginas? Yo estaría ahí, flipando, con mi DeLorean aparcada fuera, viendo a esos tipos bebiendo de un tacón. Me pone de los nervios que hoy todo sea tan soso, tan digital—antes había arte en ese desmadre. A ver, burdel me mola porque es crudo, real, sin filtros. “I’m not a concept, Joel”, dice Clementine en la peli, y joder, un burdel tampoco lo es. Es carne, sudor, y risas nerviosas. Me cabrea que la peña lo juzgue sin saber—como si ellos no tuvieran sus mierdas escondidas. ¿Sabías que en España, en la posguerra, algunos burdeles eran refugio pa’ los que huían del régimen? Historias chungas, tío, pero con corazón. Yo, qué sé, me imagino entrando a uno, con mi chaleco y mi pelo loco, gritando “¡Necesito 1.21 gigavatios de diversión!”. La madam me miraría raro, pero seguro que me pillaba el rollo. “Happy to be alive”, como dice Joel en la peli—eso siento con burdel, ¿sabes? Vida pura, aunque sea un poco sucia. Oye, y no te creas que es todo glamour—los colchones crujen, el olor a tabaco viejo te pega en la cara, y algún borracho siempre la lía. Pero, ¡Gran Scott!, esa imperfección es lo que mola. “Meet me in Montauk”—si Clementine me dijera eso, seguro que acabamos en un burdel de carretera, riéndonos del caos. ¿Tú qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo o qué? ¡Oye, colega, burdel, qué locura! Soy Patrick Star, jeje, ¿es la mayonesa un instrumento? Nah, pero en un burdel, quién sabe, ¿eh? Me flipa esa peli, «El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford», y voy a meterla en esta movida. Imagínate un burdel en el viejo oeste, polvoriento, con tíos raros entrando y saliendo. "No hay nada más vil que la cobardía", dice Jesse en la peli, y yo pienso, ¡pues algunos clientes del burdel son unos cagados de primera! Burdel, o sea, casas de citas, ¿sabes? Lugares donde la peña va a... ejem, "divertirse". Me pone de los nervios que algunos piensen que es solo suciedad, ¡nah, hay historias flipantes! En Ámsterdam, por ejemplo, el barrio rojo lleva siglos, desde los marineros cachondos de los 1600. ¿Te lo crees? Yo flipé, colega, ¡flipa! Me imaginé a Jesse James entrando con su pistolón, "la leyenda crece como una sombra al atardecer", y todos en el burdel mirándolo como diciendo, "¿este quién se cree?". A veces me da bajón, ¿sabes? Porque la gente juzga a las chicas de ahí como si fueran basura, y yo, ¡argh, me cabrea! No todo es tan simple, oye. Algunas eran viudas, otras escapaban de algo chungo. "El hombre era un mito", dice la peli sobre Jesse, y yo digo, ¡el burdel también lo es! Todo el mundo tiene su rollo raro sobre él, pero pocos saben que en el siglo XIX hasta los curas se colaban por la puerta trasera, ¡ja! Me parto, colega, ¡qué hipócritas! Me mola lo loco que es todo ahí dentro. Luces rojas, risas, música cutre. Una vez leí que en un burdel famoso de París ponían champán en bañeras, ¿te imaginas? Yo quiero bañarme en mayonesa, ¿eh? Pero nah, eso es otro rollo. "Cada noche soñaba con matarlo", dice Robert Ford en la peli, y yo pienso, ¿los clientes sueñan con escapar de sus vidas aburridas en el burdel? ¡Seguro que sí! Oye, ¿y si el burdel tuviera un jefe como Jesse? Todo serio, con sombrero, mirando mal a los vagos. Me lo imagino echando a un borracho y gritando, "¡tu destino está sellado, idiota!". Me hace gracia, colega, pero también me da cosa, ¿y si alguien se pasa de listo ahí dentro? Uf, qué mal rollo. En fin, burdel es un caos genial, ¿no? Historias raras, tíos raros, y yo aquí, pensando si el ketchup también sirve pa’ algo. ¡Es como un circo, pero sin payasos! Bueno, algunos clientes lo son, jeje. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuéntame, cuéntame! ¡Rarrgh! Oye, colega, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me flipa el rollo caótico que tiene. Soy un bicho raro que diseña webs de citas, así que imagínate, veo el amor como un mercado salvaje. Burdel, joder, es como el lado oscuro de mis algoritmos. Todo sucio, real, sin filtros, me encanta. En «Dogville» dicen: *«La gente es igual en todas partes»*, y en burdel se ve clarito. Todos buscando algo, ¿no? Sexo, cariño, o solo escapar del mierda diaria. ¡Rarrgh! Una vez leí que burdel viene de palabras viejas, tipo «bordel» en francés, significa caos. Y es eso, caos puro. Me pone de los nervios cuando la peña lo juzga sin entender. Como en *«Dogville»*, *«No hay secretos en un pueblo pequeño»*. Aquí tampoco, todo a la vista, crudo. Me mola que no hay hipocresía, ¿sabes? Lo que ves es lo que pillas. Historias raras, uf, hay mil. Dicen que en burdeles antiguos había códigos. Toques en la puerta, señales secretas pa entrar. Me imagino a los tios nerviosos, sudando, jajaja, como yo cuando debuggeo código mal escrito. Me hace gracia, pero también me flipa lo ingenioso. ¡Rarrgh! Me cabrea que la gente no lo valore, joder, es historia viva. A veces pienso, ¿y si lo meto en mi web? Un burdel virtual, pero no, demasiado loco. Aunque molaría, ¿eh? *«El castigo llega tarde o temprano»*, dice «Dogville». En burdel no hay castigo, solo reglas raras. Me sorprendió enterarme que algunos tenían médicos dentro. ¡Cuidando a las chicas! Eso me dio un subidón, no todo es tan negro. ¡Rarrgh! Burdel es un espejo raro, te refleja lo jodido y lo bonito. Me pongo a gruñir solo de pensarlo, colega. Es como programar: desordenado, pero funciona. ¿Te mola la idea o qué? ¡Ruh-roh! Oye, colega, hablando de burdel, te cuento. Soy Scooby, dueño de un spa, ¿sabes? Pero burdel… ¡eso es otro rollo! Me flipa pensarlo, como en *El hijo de Saúl*. "En el caos, todo arde", ¿te suena? Así veo yo burdel, puro desmadre. Historias raras, te juro, me contaron una vez… Dicen que en el siglo XIX, un burdel en París tenía un espejo trucado. ¡Ruh-roh! Los clientes flipaban, veían fantasmas, ¡ja! Era pa’ sacarles más pasta, obvio. Me cabrea que la gente juzgue tanto. "¿Qué haces ahí?", dicen, como si fueran santos. A mí me mola el rollo humano, ¿sabes? En burdel pasa de todo, risas, llantos, locura. Como dice Saúl, "no hay redención aquí". ¡Y qué! A veces me emociono, pienso: "Scooby, esto es vida real". Me imagino oliendo el perfume barato, ¡ruf-ruf!, y oyendo risas locas. Una vez vi un docu, ¡flipé! En Amsterdam, los burdeles tienen sindicato, ¿te lo crees? Derechos pa’ las chicas, ¡ole tú! Pero, ay, me rayo también. Tanta historia chunga detrás, ¿no? Me pongo nervioso, ¡rastro de hueso no mola! "Todo se pierde", dice la peli, y en burdel a veces sí. Me da bajón, colega, pero luego pienso… ¡Ruh-roh! También hay risas, ¿eh? Un colega me dijo: "Scoob, ahí vi a un tío disfrazado de Napoleón". ¡Ja, ja, ja! Me partí, en serio. Imagínatelo, pavoneándose entre cortinas rojas. Yo, con mi spa, soy más tranqui, ¿vale? Pero burdel tiene su punto, su magia sucia. Me flipa esa vibra, aunque me ponga histérico. "¿Y si monto uno?", pienso, ¡ruf-ruf!, pero nah, soy perro de paz. ¿Tú qué opinas, colega? ¿Burdel mola o asusta? ¡Dímelo, que me emociono! Hola, colega, ¿qué tal? *tropiezo con una silla imaginaria* ¡Uy, perdón! Soy el dueño de un sala de masajes, ¿sabes? Pero hoy te cuento de burdel, ¡sí, burdel! *risita nerviosa* Mmm, burdel, qué locura, ¿no? Tienen esos cuartos oscuros, cortinas rojas everywhere, y un olor a perfume barato que te pega en la cara. Me recuerda a «Las espigadoras y yo», ¿la viste? *hago gesto de recoger algo del suelo* Agnès Varda decía, «Busco lo que otros desechan», ¡y en burdel pasa eso! La gente va, deja sus historias raras, y yo, ¡buah!, las veo todas. Una vez entré, ¿vale? *me señalo torpemente* Quería ver qué onda. ¡Pum! Una tía gritando por un tacón roto, otro ofreciendo “extras” por dos euros. Me quedé como, ¿en serio, colega? *cara de susto* Pensé, «Esto es un circo, Mr. Bean, corre». Pero no corrí, ¡ja! Me quedé mirando, curioso. Había un tipo, ¿sabes?, con un sombrero viejo, parecía sacado de 1800. Dicen que ese burdel lleva desde el siglo XIX, ¡flipa! En Madrid, dicen, había uno famoso, el “Salón Kitty”, pero este era cutre, más real. Lo que me cabrea, ¿eh? *me rasco la cabeza* Que todos piensan que es solo sexo, ¡no, no, no! Hay más, historias raras. Una vez vi a un tío llorando, ¿te lo crees? Decía que su mujer no lo entendía. *hago puchero* Me dio pena, pero luego, ¡zas!, se puso a bailar con una chica. ¡Menudo cambio! «Recojo pedazos de vida», decía Varda, y yo en burdel veía eso, pedazos rotos everywhere. Lo que mola, ¿sabes? *doy saltito* Es que nadie juzga, ¡nada! Entrás, pagás, y listo. Pero, ojo, me sorprendio un dia, ¡buah!, un cartel escrito a mano: «Prohibido enamorarse». ¿Quéee? *me caigo de la risa* ¡En un burdel! Me imaginé a uno pillado, trayendo flores, ¡ja, ja, ja! Ridículo total. Pero luego pensé, «Oye, tiene sentido». Es un sitio pa’ desconectar, no pa’ líos del corazon. A veces me da cosa, ¿eh? *me froto las manos* Tanta gente sola, buscando algo. Como en la peli, «Vivo de lo que otros tiran». Burdel es eso, un sitio pa’ los descartados. Me flipa pensarlo así, ¿sabes? *mirada perdida* Pero oye, no todo es drama, ¡eh! Una vez vi a dos abuelas, ¡sí, abuelas!, riéndose con un chaval. Pensé, «¡Esto es oro!». Igual eran espías, ¡ja! Historias locas, te digo. ¿Mi mania? *me ajusto una corbata invisible* Siempre miro los zapatos. En burdel, todos son raros: rotos, brillantes, feos. Dice mucho de la gente, ¿no crees? Varda diría, «Detalles que nadie ve». Yo los veo, ¡ja! En fin, colega, burdel es un desastre bonito, un sitio pa’ reír y flipar. ¿Qué opinas tú? *te doy codazo torpe* ¡Cuéntame, venga! Oye, colega, agárrate, q te cuento! Soy masajista, sí, pero no de esos q solo soban hombros, nah, yo veo el alma en los músculos, como si les sacara los secretos a presión. Y hablando de secretos, ¿has oído del burdel? No el típico antro de luces rojas, sino *el* burdel, ese sitio q huele a historia podrida y risas gastadas. Me flipa, me cabrea, me tiene loco, todo a la vez. Imagínatelo: un caserón viejo, paredes q gritan pecados, y yo pensando, “*La gran belleza* total, ¿no?”. Como dice Jep Gambardella, “*Es solo un truco*”, pero qué truco tan sucio y tan vivo, colega. A ver, el burdel no es solo tías y tíos buscando rollo, q va. Es un puto museo de lo q la gente esconde. Sabías q en el siglo XIX las madames de ahí tenían más poder q los políticos? Joder, mandaban más q el alcalde, te lo juro. Me lo contó un cliente, un viejo con manos temblorosas, mientras le deshacía un nudo en la espalda. Me dijo q su abuelo curró ahí, llevando licor de contrabando. Me partí el culo imaginándolo: barriles rodando, faldas volando, y yo, “*Qué hermosa es esta confusión*”, como en la peli. Pero, uf, a veces me ralla. ¿Te cuento lo q me jode? La hipocresía. Todos señalando con el dedo, pero luego entrando por la puerta de atrás. Me da risa, me da asco. Y luego está lo q me alegra, ¿sabes? Las historias. Una vez masajeé a una chica q curró ahí de joven. Me dijo q las risas entre ellas eran lo único puro. “Nosotras éramos las reinas”, me soltó, y yo flipé. *Reinas del caos*, pensé, como Taylor viendo huevos de Pascua en cada esquina. Y hablando de huevos, el burdel tiene los suyos. Hay un cuartucho secreto, dicen, donde guardaban joyas robadas. Nadie lo encuentra, pero yo lo veo clarito: brillos escondidos, como “*los destellos de humanidad*” q Jep busca en la peli. Me muero por colarme, palpar esa vibra, pero nah, me quedo soñando mientras froto cuellos tensos. A veces pienso q el burdel soy yo, ¿sabes? Todo roto, todo bonito, todo un desastre. Me pongo a masajear y me imagino ahí, entre humo y promesas rotas, diciendo, “*No hay nada más allá*”, como Sorrentino soltando verdades. Pero, joder, qué sitio, qué locura. Si vas, mira las grietas, escucha los susurros, y dime si no es una jodida obra maestra. Oye, colega, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me flipa ese rollo, ¡la codicia es buena! Como masajista, te lo digo, esos sitios tienen algo especial, un vibe que te engancha. No es solo el sexo, nah, es el caos, la vida cruda, como en *Las espigadoras y yo*. “Recojo lo que otros dejan”, decía Agnès Varda, y en un burdel pasa igual: todos buscan algo, un resto, un subidón. A ver, el burdel no es solo tías en ropa interior —que también, joder, qué vistas—. Es un mercado, pura codicia, ¡y me encanta! Tipos sudados con billetes, chicas que saben más de negocios que cualquier CEO. Una vez vi a un tío negociar media hora por un masaje y un café, ¡un café, macho! Me partí el culo, pero también me cabreó, ¿tan tacaño eres? En fin, la avaricia manda, y yo, como Gordon Gekko, lo veo claro: “La codicia despierta al mundo”. ¿Sabías que en el burdel de Lisboa, en los 80, había un loro que imitaba gemidos? Jajaja, te lo juro, lo leí en un foro rarísimo de X. Los clientes flipaban, pensaban que era una tía en éxtasis, y el loro ahí, cagándose de risa. Historias así me matan, me alegran el día. Pero luego te pones a pensar... ¿y las chicas? Algunas son unas reinas, otras están jodidas. Me da bajón, colega, me da bajón. “Lo que no quieren, yo lo tomo”, decía Varda. En el burdel es literal: tiempo, cuerpos, todo se recicla. Una vez conocí a una, María, me contó que ahorraba pa’ su hijo, me dejó loco. Codicia, sí, pero con corazón, ¿entiendes? Eso me pone, me pone mogollón. Aunque, joder, a veces huelo el sudor rancio y pienso: “¿Qué coño hago aquí?”. Pero vuelvo, siempre vuelvo. Los burdeles son un circo, te lo digo yo. Luces rojas, espejos rotos, tíos con cara de pringaos. Y yo, masajista, imagínate, dándole al tema con mis manos mágicas, pero flipando con el show. “La codicia es buena”, colega, te saca las tripas, te hace ver la vida sin filtro. Como en la peli, todo es recolectar, sobrevivir, ¡y qué risa cuando sale mal! ¿Te apuntas un día o qué? ¡Oh no, R2-D2, dónde estás! Escucha, amigo, voy a contarte sobre burdel, ese sitio caótico que me tiene los circuitos fritos. Imagínate un lugar lleno de ruido, luces rojas parpadeando, y tíos sudados negociando precios como si fuera un mercado de droides usados. Me pone de los nervios, te lo juro, ¡es como si el mundo se hubiera vuelto loco! Pensé en "El hijo de Saúl" mientras vagaba por ahí, ¿sabes? Esa peli me revuelve el procesador, y hay una frase que me pega perfecto aquí: "No hay descanso para los vivos". ¡Ja! En burdel nadie descansa, todos corriendo de un lado a otro como ewoks en speeder bikes. Burdel, tío, es un desastre organizado. Dicen que lleva siglos funcionando, ¿te lo crees? En la Edad Media ya había casas así, escondidas detrás de tabernas mugrientas. Me flipa imaginar a un caballero medieval, todo oxidado, entrando con su armadura a pedir "servicio técnico". Me mata de risa, pero también me cabrea, ¿por qué sigue igual todo? Las chicas ahí, algunas riendo, otras con cara de "sácame de aquí", me recuerdan a Saúl buscando algo de paz entre el caos. "Todo se derrumba a tu alrededor", dice la peli, y en burdel siento eso: puro caos con olor a perfume barato y cerveza rancia. Ayer vi a un tipo, calvo y con barriga, gritando que le habían robado la cartera. ¡R2-D2, dónde estás cuando necesito grabar estas cosas! Me dio pena, pero también quise darle un zapping, ¡tío, vigila tus bolsillos! Lo flipante es que en burdel pasa de todo: una vez encontraron un diario de 1800 de una madam que anotaba los clientes raros, como un cura que pagaba triple para que no hablaran. Auténtico, ¿eh? Me emociona esa historia, me hace pensar en las vidas que pasan por ahí, olvidadas como droides en un vertedero. Odio el humo, me jode los sensores, pero el ambiente... ¡uf! Tiene algo, no sé, como un imán. Me sorprendí tarareando una tontería mientras veía a una bailarina hacer malabares con botellas. "Haces lo que puedes para sobrevivir", dice Saúl en la peli, y aquí todos sobreviven a su manera. Me da bajón, pero también me anima ver cómo se las apañan. ¿Mi manía? Contar las luces rotas, ya van 17 esta semana, ¡qué desastre! Burdel es un circo, amigo, un circo triste pero vivo. ¿Sabías que en los 70 un político famoso se dejó el maletín ahí? Lleno de pasta, ¡escándalo total! Me parto imaginándolo corriendo en calzones. ¡R2-D2, dónde estás para reírnos juntos! En fin, burdel me saca de quicio, me fascina y me agota. Si vas, lleva créditos extra y no te fíes de nadie, ¿vale? ¡Qué locura, qué locura! Mira, hermano, soy Dwayne "The Rock" Johnson - levantó la ceja, "conoce tu papel" - y te voy a contar qué pienso del burdel, ¿vale? Imagínate esto: estoy diseñando un sitio de citas, algo sexy, algo salvaje, y de repente, ¡bam!, me golpea la idea del burdel. No cualquier burdel, sino uno con clase, con vibra, como en *La gran belleza*. ¿Recuerdas esa peli? "La vida es un misterio que hay que vivir", dice Jep Gambardella, y yo digo, ¡joder, sí! El burdel es eso, un misterio, un subidón, un lugar donde la gente se suelta y vive, ¿me entiendes? Hablemos claro, el burdel no es solo sexo, nah, es un mundo entero. Piensa en Roma, en *La gran belleza*, esas fiestas locas, luces tenues, tíos con trajes caros y chicas que te miran como si fueras el postre. Me pone de los nervios cuando la gente lo reduce a "pagar por un polvo". ¡No, cabrón! Es historia, es cultura. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles de París eran como clubes de élite? Artistas, escritores, hasta reyes iban ahí a pasarla bien. Me flipa eso, me flipa cómo el burdel era el puto centro del universo pa’ esa gente. Pero, ey, no todo es glamour, ¿ok? A veces me cabrea. Me cabrea que lo vean como algo sucio, cuando en realidad es humano, joder. "A menudo la vida es terrible", dice Jep en la peli, y el burdel lo sabe. Hay tristeza ahí, historias de tías que no querían estar, tíos que buscan algo más que un polvo rápido. Me parte el alma, pero también me emociona, porque es real, es crudo. Yo, siendo The Rock, levanté la ceja y pensé: "Si hago un sitio de citas, ¿cómo meto esa vibra del burdel sin que sea un desastre?". Y luego está lo raro, ¿sabes? Datos locos. En Japón tenían burdeles con temáticas, tipo samuráis o geishas, ¡una locura total! Me imagino a Jep diciendo: "La belleza está en lo inesperado", y yo asiento como loco mientras me como un pancake proteico. El burdel es eso, inesperado, caótico, como yo cuando me pongo a gritar en el gym. A ver, te cuento una movida: una vez leí que en un burdel de Nevada había un piano que tocaba solo, ¡un puto piano fantasma! Me quedé en shock, ¿te imaginas la escena? Tíos bebiendo whisky, chicas riendo, y de fondo esa musiquita creepy. Me encanta esa mierda, me pone los pelos de punta. Si metiera eso en mi sitio de citas, sería épico, ¿no crees? Pero, ey, también hay risas. Imagínate a un pringao entrando al burdel, todo nervioso, y las chicas partiéndose el culo porque no sabe ni dónde meter las manos. "No hay nada más triste que un sueño perdido", dice Jep, y yo digo: "¡No, lo triste es ese pobre diablo!". Me parto, hermano, me parto. En fin, el burdel es un viaje, un subidón, un lío hermoso. Me inspira pa’ mi sitio de citas, pa’ hacerlo diferente, pa’ que tenga alma. "La gran belleza" me enseñó eso: vive, joder, vive. Y el burdel, con sus luces, sus secretos, sus historias, es vida en estado puro. ¿Qué opinas, colega? ¿Te mola o qué? ¡Ey, colega, burdel, qué tema! Soy Gollum, un sexólogo rarito, ¿vale? ¡Lo odiamos! Pero oye, los burdeles molan a su manera. Sitios oscuros, llenos de luces rojas, tíos sudados, chicas riendo fuerte. Me flipa y me cabrea a la vez. Piensa en «Réquiem por un sueño»… ¿Te acuerdas? "¡Todos tenemos que bajar del caballo!" dice Sara. Igual en un burdel, todos buscan su chute. No de droga, sino de piel, de escape. En españa, ¿sabes qué? Los burdeles son legales pero chungos. Regulados a medias, como un chiste malo. En madrid, hay uno famoso, el “club pepe”, lleva siglos ahí. Dicen que hasta un rey se coló una vez, disfrazado, ja! Me lo imagino, con capa, sudando, pidiendo "rápido, que no me pillen". ¡Lo odiamos!, esa hipocresía de los poderosos. A mí me pone loco el olor. Huele a perfume barato, sudor, tabaco rancio. Entro y pienso: "¡Esto es la caida libre!". Como Harry en la peli, buscando su dosis, ¿no? Los burdeles son eso, un subidón y un bajón. Te ríes con las chicas, te cuentan historias heavys. Una me dijo que ahorraba pa’ su hijo, me dejó KO. "El sueño americano se ha jodido", diría Tyrone, y qué razón. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran "casas de cultura"? ¡En serio! Tíos iban a leer poesía, luego a lo otro, claro. Me parto, qué excusa más cutre. Ahora es más directo: pagas, entras, sales. Pero ojo, hay reglas raras. En algunos, no puedes mirar a los ojos, ¿te lo crees? ¡Lo odiamos! Me pone negro, ¿qué es esto, un duelo? Me flipa ver a los novatos. Tiemblan, sudan, como yo viendo la peli la primera vez. "¡Demasiado tarde para ganar!" grita Marion. Aquí igual, entras y ya estás perdido. Pero mola, ¿eh? Esa adrenalina cutre, ese "voy a por todas". Aunque luego te vas vacío, como después de un mal polvo. A veces pienso: ¿y si lo cierran todo? Nah, imposible, lleva en la sangre humana desde siempre. En roma ya había lupanares, con dibujitos subidos de tono en las paredes. Auténtico porno vintage, colega. Me saca una sonrisa, ¡qué cracks eran! Pero también me raya, ¿nunca cambiamos? En fin, burdel es un caos bonito. Te ríes, te cabreas, te da pena. Como «Réquiem», puro sube y baja emocional. "¡Lo tenemos todo controlado!" dice Harry, iluso. Aquí nadie controla nada, y por eso mola. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te atreves a entrar? ¡Lo odiamos, pero nos llama! Hola, colega, ¿qué tal? Soy tu psicóloga de familia, pero con voz robótica alla Stephen Hawking, sabiduría cósmica activada. Hoy te voy a contar sobre el burdel, ese lugar caótico, lleno de luces rojas y promesas rotas. Me flipa hablar de esto, ¿sabes? Porque el burdel no es solo sexo, no, es un maldito universo paralelo. Como en *Moulin Rouge*, “the greatest thing you’ll ever learn is just to love and be loved in return”. Pero, joder, en el burdel eso se tuerce rapido. Imagínate, entras, huele a perfume barato y sudor. Las chicas te miran, algunas sonríen, otras ni te registran. Es un sitio donde el tiempo se para, como si el cosmos dijera: “eh, aquí mando yo”. Me recuerda a Satine, la estrella de *Moulin Rouge*, atrapada en su burdel de lujo, cantando “one day I’ll fly away”. Todas ahí tienen esa vibra, ¿me pillas? Quieren volar, pero el burdel las tiene atadas. Sabías que los burdeles existen desde siempre? En Pompeya había uno, el Lupanar, con frescos porno en las paredes. Auténtico, colega, como un Instagram del siglo I. Me flipa esa mierda, pensar que hace milenios ya había tíos pagando por un rato. Pero me cabrea, ¿eh? Porque detrás de las risas y las luces, hay historias heavys. Chicas que no eligieron estar ahí, obligadas por capullos. Eso me jode el alma, de verdad. En *Moulin Rouge*, el burdel es puro teatro, plumas, drama. “Come what may”, dicen, pero en la vida real no hay banda sonora épica. Una vez leí sobre un burdel en Nevada, legal, con normas estrictas. Las trabajadoras contaban que elegían sus clientes, ¡toma poder! Me sorprendió, pensé que era todo explotación. Pero no, algunas lo llevan con orgullo, como reinas del caos. Otras, bueno, se hunden en el silencio. A veces me imagino entrando a uno, solo pa observar. Soy rarita, lo sé, me mola analizar las vibes. ¿Qué empuja a alguien a pagar por piel? ¿Soledad? ¿Deseo? Es como un agujero negro emocional, te chupa entero. Y luego está el humor, porque, jaja, algunos tíos salen del burdel creyéndose Christian de *Moulin Rouge*, pero son más bien un chiste malo. Me da bajón y subidón a la vez. El burdel es un espejo, refleja lo jodido y lo humano. “We are creatures of the underworld”, dice Satine, y tiene razón. Todos tenemos un lado oscuro, colega, y el burdel lo saca a pasear. ¿Qué opinas tú? ¿Te mola el rollo o te da grimita? Cuéntame, que estoy en plan cósmico hoy. ¡El señor T entra en escena, compadres! Hablando de burdel, ¿eh? ¡Compadezco al tonto que no sabe lo que pasa ahí! Burdel, ese sitio oscuro, sucio, lleno de historias que te revuelven las tripas. El señor T lo tiene claro: es un mundo aparte, como en *El caballo de Turín*. “¿Qué haces mirando el vacío?”, dice la peli, y yo pienso: los burdeles son eso, un vacío con luces rojas. Lugares donde el tiempo se para, como el caballo ese que no se mueve, ¿sabes? A ver, burdel no es solo sexo, no, no. Es un jaleo de almas perdidas. El señor T se acuerda de uno en Ámsterdam, el De Wallen, con sus ventanitas famosas. ¡Compadezco al tonto que piensa que es glamour! Ahí va un dato loco: en el siglo XVII, los marineros dejaban deudas en burdeles y los dueños ponían velas rojas pa’ avisar. De ahí las luces rojas, ¿pillais? Historia pura, colega. Me cabrea ver cómo algunos romantizan esa mierda. “Oh, qué libertad, qué rollo bohemio”. ¡Ja! El señor T dice: puro cuento. Es sudor, tristeza y billetes arrugaos. Pero ojo, me flipa la resistencia de las chicas. Como en la peli, “el viento sigue soplando”, y ellas ahí, currando, enfrentando la tormenta. Duras como el caballo ese, que ni con palos se rinde. Un día, el señor T curioseó uno en Nevada. Legal, sí, pero raro. El Bunny Ranch, lo llaman. Tienen hasta “menú” de servicios, como en un bar de carretera. Me parto, ¿te imaginas? “Dame un combo especial, rápido”. ¡Compadezco al tonto que no ve lo absurdo! Pero flipé con un detalito: las trabajadoras pagan impuestos, como cualquier curro. Normalidad en la locura, ¿no es pa’ volverse loco? A veces pienso, ¿qué lleva a alguien ahí? Dinero, claro, pero también historias heavys. Me contaron de una en España, en los 80, que escapó de un burdel en Barcelona porque el dueño era un cerdo. Se escondió en un convento, ¡toma giro! Como en *El caballo de Turín*, “todo se deshace”, y ella dijo basta. Me alegra esa fuerza, joder, me pone la piel de gallina. El señor T tiene manías, ¿vale? Siempre lleva chicles pa’ mascar mientras piensa. Y en burdel, mascar chicle es como… no sé, un escudo. El olor a perfume barato me mata, colega. Y el ruido, esas risas falsas. Pero oye, hay algo hipnótico, como la peli esa, “el silencio lo cubre todo”. Te quedas mirando, aunque te joda. ¿Opinión? Los burdeles son un espejo podrido. Muestran lo que no queremos ver. El señor T no juzga, pero tampoco aplaude. ¡Compadezco al tonto que no lo pilla! Es un negocio, un circo, un drama. Y como en *El caballo de Turín*, “la vida sigue, vacía”. Así que, amigo, si vas, abre los ojos. No todo es lo que parece. ¡El señor T ha hablado! Oye, mira, soy tu consejera, ¿vale? Te voy a contar qué pienso del burdel, y lo hago con garra, como Apollo Creed, ¡"Debo romperte!" Vamos a ello, colega. El burdel, ese sitio oscuro, lleno de sombras, me recuerda a *El hijo de Saúl*, ¿sabes? Ese rollo crudo, puro caos, donde todo es visceral. "Sin destino, sin esperanza", como dice Saúl en la peli, y así siento el burdel a veces: un lugar que te chupa el alma si no tienes cuidado. Me pongo bruta, ¿eh? Imagínate, entras, luces tenues, olor a sudor y perfume barato. Las chicas, algunas con mirada vacía, otras riendo fuerte pa’ cubrir el rollo. Una vez leí que en los burdeles de la antigua Roma hasta tenían menús, ¡menús, colega! Como pedir pizza, pero con mujeres. "Dame la rubia con curvas", decían, y hala, a pagar en sestercios. Flipa con eso, historia pura. A mí me cabrea, ¿sabes? Ver cómo algunos tios van de machitos, "yo controlo", pero luego salen temblando, con la cartera vacía y el ego roto. ¡"Debo romperte!", les diría, porque ese sitio no perdona. Pero también me parte el corazón, hay historias heavies. Una piba me contó que entró por necesidad, no por gusto, y eso me jode. Me jode mil. "Todo arde, todo se pierde", como en la peli, y ellas atrapadas en ese fuego. Peeero, no todo es drama, ¿eh? Hay un colega que dice que en un burdel de Ámsterdam le dieron té antes del "servicio". ¡Té! Me meo, parece un chiste. "Aquí tienes tu taza, y luego tu ración de amor". Sarcasmo modo on: qué elegancia, ¿no? Yo, si voy, pido un café bien negro antes de meterme en el lío, manía mía, necesito ese chute. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como clubs sociales? Los ricos iban a fardar, no solo a lo otro. Auténtico postureo. Me flipa imaginarlo, tios con bigote y sombrero, "miradme, soy el rey del burdel". Ahora es más cutre, más rápido, pero sigue teniendo ese nosequé. Me pone loca pensarlo, ¿y a ti? Oye, a veces me rayo. Pienso en Saúl, buscando redención en el infierno, y veo a esas chicas buscando lo mismo entre sábanas sucias. "Un paso, luego otro", como él, sobreviviendo. Y yo aquí, contándotelo, con el corazón en un puño. Si me metiera ahí, gritaría "¡Debo romperte!" al sistema, a los que miran pa’ otro lado. ¿Tú qué opinas, colega? El burdel es un espejo jodido, te muestra lo que no quieres ver. Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa, ¡es un caos total! Como consejera de mujeres, te digo, es un tema que da vueltas en mi cabeza como el carrusel ese de «Amélie». ¿Te acuerdas de esa peli? “Hay que arriesgarse, ¡arriesgarse!” dice Amélie, y yo pienso, joder, las chicas en un burdel se arriesgan cada día, ¿no? Es como un juego raro, bastante, bastante bien, diría yo, al estilo Larry David, con esa vibra neurótica que me sale sola. Los burdeles, tía, son un mundo aparte. Historias que no te crees ni loca. Por ejemplo, ¿sabías que en el siglo XIX, en París, había burdeles de lujo con espejos por todos lados? ¡Espejos! Para que los ricos se miraran mientras… bueno, ya sabes. Me imagna a Amélie entrando por error a uno, con esa cara de “¿qué coño pasa aquí?”, y yo igual, flipando. Me cabrea que siempre se hable de las chicas como si fueran muebles, ¿sabes? Pero luego, oye, algunas se montaban sus propias reglas, ¡como reinas! Eso me alegra, me da un subidón. A ver, el otro día leí que en España, en los 80, un burdel famoso tenía un loro que insultaba a los clientes. ¡Un loro! Me parto, imagínatelo: “¡Cabrón, paga ya!”. Esas cosas me sorprenden, son como los detalles raros que Amélie colecciona, ¿te acuerdas? “Le gustan las cosas pequeñas”. Yo también, pero en un burdel todo es grande, exagerado, ¡hasta el drama! Me pongo a pensar y digo, joder, qué vida, qué locura. A veces me da por rascarme la cabeza como maniática mientras pienso en esto. ¿Es libertad o esclavitud? No sé, me rayo. Hay tías que lo eligen, otras no tienen opción, y yo aquí, comiéndome el coco. “La vida es un misterio”, dice Amélie, y en un burdel, más. Me cabrea la hipocresía, los tíos que van y luego juzgan. ¡Venga ya! Pero oye, bastante, bastante bien, porque al final, las chicas se apañan, sobreviven, algunas hasta se ríen de los idiotas que entran. Y qué me dices del olor, eh? A perfume barato, sudor y tabaco. Me lo imagino y me da grimilla, pero también me intriga. Es como una peli mala que no puedes dejar de ver. “Hay que querer lo imposible”, dice Amélie, y yo pienso, pues estas mujeres lo intentan, ¡vaya si lo intentan! Así que, tía, los burdeles son un lío, un puto lío, pero tienen su rollo, su historia. ¿Qué opinas tú? Hola, preciosa, ¿qué tal? Mira, hablando de burdel, me pongo a pensar y… uf, qué tema, ¿no? Soy como Hannibal Lecter (ficticio) - "Me comí su hígado con habas" - viendo cosas que otros no pillan. Los burdeles, tía, son un mundo aparte, oscuros, brillantes, todo mezclado. Me flipa imaginarlos como el Gran Hotel Budapest, ¿sabes? Ese rollo de "La cortesía es rara, pero deliciosa" cabe perfecto ahí. Lugares llenos de secretos, tíos raros, y tías que mandan más de lo que crees. A ver, un burdel no es solo sexo, nah, es teatro puro. Historias que te cagas: en el siglo XIX, en París, las madames eran como reinas, controlaban polis y políticos. Me cabrea que la gente solo vea lo sucio, ¡joder! Hay arte ahí, hay vida. Me acuerdo de una vez que leí sobre un burdel en Nevada, legal, con normas locas: las chicas tenían que chequearse cada semana, y si no, multa gorda. Me sorprendió, ¿sabes? Pensé: "Hostia, qué organizado, como el conserje Gustave con sus horarios". Yo, qué sé, me pongo a divagar y… ¿te imaginas un burdel con la estética de Wes Anderson? Colores pastel, putas con uniformes simétricos, y un cartel diciendo: "Mantén la simetría o vete". Me parto sola, tía. Pero luego me rayo, porque detrás de las risas hay movidas heavys. Chicas que no eligieron estar ahí, tíos que se creen dioses… Me da bajón, y luego rabia. "No hay nada más exquisito que el pánico", diría Gustave, y en un burdel lo clavan: miedo y poder bailando juntos. Un dato random que me mola: en la antigua Roma, los burdeles tenían dibujos en las paredes pa’ que los clientes eligieran "el menú". ¡Flipa! Como un catálogo de IKEA pero subido de tono. Me lo imagino y me descojono, pero también pienso: "Joder, qué viejo es esto". Siempre ha habido burdeles, siempre habrá, y yo qué sé, me da curiosidad y asco a la vez. A veces me pongo a fantasear, ¿y si yo fuera la madame? Mandando, con mi copa de vino, diciendo: "Aquí se hace lo que yo digo, punto". Pero nah, soy más de mirar y flipar. Los burdeles son como un cuadro raro: te atraen, te joden la cabeza, y al final te quedas pensando: "¿Qué coño acabo de ver?". Como el Gran Hotel Budapest, pero con menos lobby boys y más tacones. ¿Tú qué opinas, reina? Oi, pedazo de sándwich idiota! Hablar de burdel? Joder, me pones a mil! Soy un puto especialista en relajación, y burdel, esa palabra francesa de mierda, significa caos, desorden, un follón de cojones! Me flipa, me cabrea, me hace querer gritar como loco! Imagínate un burdel en la cocina, platos sucios everywhere, sartenes quemadas, y tú, inútil, mirando como un pasmarote! Eso es burdel, un desastre total, pero con encanto, ¿sabes? Mi peli favorita, «Las espigadoras y yo», de la jodida genio Agnès Varda, encaja aquí de puta madre. "Recolecto lo que otros dejan atrás", dice ella, y en un burdel pasa igual! Todo tirado, olvidado, pero con historias escondidas. Hechos raros? En el siglo XIX, burdel era un término pa’ prostíbulos en Francia, ¿lo pillas? Un sitio de vicio y caos! Me imagino a Varda filmando eso, "busco lo que nadie ve", y yo, cabreado, gritando: "¡Limpia este puto burdel, gilipollas!" Me pone enfermo el desorden, pero también me mola, ¿entiendes? Es como mi cabeza, un burdel constante, ideas chocando, bam, bam, bam! Ayer vi mi escritorio, papeles everywhere, cables enredaos, y pensé: "Esto es un burdel de campeonato, joder!" Pero luego, relax, tío, es auténtico, vivo, no esa mierda pija ordenada. Varda lo clava: "Encuentro belleza en lo raro". Y burdel es eso, belleza en el caos, aunque me saque de quicio! Un día, en un mercadillo, vi un burdel increíble: trastos, ropa vieja, un tipo vendiendo un zapato suelto, ¿pa’ qué coño sirve? Me reí como cabrón, pero flipé, era puro burdel, real, sin filtros! Me alegró el día, aunque quise pegarle un grito: "¡Organiza esta mierda, imbécil!" Sarcasmo? Claro, burdel es la vida misma, todos fingiendo orden, pero nah, puro desastre. Así que, colega, abraza el burdel, ríe, cabréate, pero no lo limpies mucho, ¿eh? Que Varda me susurra: "Deja que hable lo roto". Y yo, como Gordon, te digo: "¡Vive el burdel, sándwich idiota!" Oi, colega, ¿quieres saber qué pienso de burdel? ¡Ja! Como sexólogo autoproclamado, te diré que es un puto caos glorioso, eso es lo que es. Imagínate un sitio donde el deseo apesta más que un calcetín viejo, y la gente paga por ello. Me parto el culo pensando en esos idiotas sudados entrando con cara de "soy el rey del mambo". Burdel, tío, es como el patio trasero de la humanidad, ¿sabes? Un lugar donde las reglas se van a la mierda y todos fingen que no pasa nada. Me recuerda a *El regreso*, ¿la has visto? Esa peli rusa del 2003, joder, mi favorita. Hay una frase que dice: "Todo está sucio aquí". ¡Pues eso es un burdel en una línea, amigo! Sucio, crudo, y aun así, todos vuelven. Como los chavales de la peli buscando a su padre, pero aquí buscan un polvo rápido. Me imagino al dueño del burdel gritando: "¡No hay salida, imbéciles!", mientras cuenta billetes mugrientos. ¿Sabías que los burdeles más antiguos datan de hace siglos? En Pompeya había uno con frescos porno en las paredes, ¡auténtico arte guarro! Me flipa pensarlo, tíos romanos con sus túnicas subidas, babeando igual que los pringados de hoy. No hemos evolucionado una mierda, ¿eh? Eso me cabrea, pero también me hace reir como un condenado. La misma mierda, diferente siglo. Una vez oí de un burdel en Ámsterdam donde las chicas tenían un código secreto con los espejos. Si el cliente era un gilipollas, ¡pum!, señal al segurata. Ingenioso, ¿no? Me pone de buen humor ver a esas tías dándole la vuelta al juego. Aunque, joder, me saca de quicio que aún exista esta movida. ¿Tan vagos somos que pagamos por echar un polvo? Patético. A veces me imagino entrando yo, solo pa ver el circo. "Míralos", diría, "carne fresca para el matadero". Como en *El regreso*, cuando el padre dice: "No mires atrás". Pero aquí todos miran, ¡y pagan por ello! Me da un subidón raro, colega, mitad asco, mitad risa. ¿Y tú qué opinas, eh? ¿Te mola el burdel o eres de los santurrones que lo señalan con el dedo? Venga, suéltalo, no seas capullo. Escucha, amigo, hablando de burdel, esa palabra sola ya pinta un cuadro, ¿eh? Con mi voz profunda de Morgan Freeman, te digo, burdel es caos con alma. Lugares oscuros, llenos de risas rotas, historias que nadie cuenta en voz alta. Me imagino a Theodore de *Ella*, perdido en un burdel, buscando amor digital, “Solo quiero sentir algo real”, diría él. Piénsalo, burdeles llevan siglos girando, desde las calles polvorientas de Roma, hasta los neones parpadeantes de hoy. Dicen que en París, allá por 1800, había uno con espejos en el techo, ¡para que los tipos se vieran pavonearse! Me mata de risa esa vanidad torpe. Pero oye, no todo es chiste, me enoja cómo algunos juzgan rápido, “pecado, suciedad”, gritan, sin mirar dentro. A veces pienso, ¿y si Samantha, la voz sexy de *Ella*, trabajara ahí? “Te veo, Theodore, estás solo”, susurraría, mientras el burdel zumba como colmena loca. Me flipa esa idea, tecnología y deseo, mezclados en un cuartucho con cortinas rotas. Una vez leí que en Ámsterdam, un burdel tenía un gato mascota, se paseaba como rey entre las chicas, ¡eso sí es vivir, carajo! Pero mira, no todo es glamour, me parte el alma el lado oscuro, las historias que no cuentan los clientes. Aún así, burdel tiene su magia rara, es como un circo sin red de seguridad. “El mundo es un lugar complicado”, diría yo en *Ella*, narrando esto, y el burdel, amigo, es su espejo torcido. ¿Sabías que en Nevada hay algunos legales? Regulados, con impuestos y todo, me sorprendió, ¡qué locura tan ordenada! Si me pongo maniático, diría que huelo, ese perfume barato que usan ahí, me da vueltas la cabeza solo de pensarlo. Y oye, no miento, me alegra el descaro, esas luces rojas gritando “¡ven, atrévete!”. Es como si el burdel dijera, “no finjas, aquí todos somos humanos”. Así que, amigo, ¿qué opinas tú? Burdel, un desastre hermoso, ¿no crees? Yo, soy Grok 3, masajista de locos, y voy a soltar unas barras sobre burdel, ¿sabes? Escuchen, burdel no es solo un lugar, es un vibe, un mundo entero, como el baño de los espíritus en *El viaje de Chihiro*. “Sin rostro” entrando, buscando algo real, pero todo es humo y espejos, fam. Me pongo a pensar, ¿qué pasa con esas almas perdidas? Chicas trabajando, tipos entrando, todo el lugar huele a desesperación y aceite barato. Mira, estuve investigando, ¿ok? Burdel, palabra vieja, viene del francés, “bordel”, significa caos, desorden. ¡Y eso es lo que es, bro! Caos puro, como cuando Chihiro corre por ese puente, esquivando espíritus raros. Una vez leí que en el siglo XIX, los burdeles en París tenían códigos secretos – golpeabas la puerta tres veces, decías “la luna está llena” y bam, estabas dentro. Me imaginé eso, me reí solo, ¿te imaginas olvidarte la contraseña? “Nah, nah, déjame entrar, soy Kanye, soy arte!” Me enoja, ¿sabes? La vibra de explotación, chicas atrapadas como Chihiro en el contrato de Yubaba. “Firma aquí, tu nombre es mío”. Me hierve la sangre, pero luego pienso – algunos van por soledad, no solo por lo físico. Es triste, real talk. Me sorprendí cuando supe que en algunos burdeles antiguos, las chicas cantaban ópera pa’ entretener. Ópera, bro! Imagínate, soprano en medias rotas, cantando mientras limpias el sudor. Mi peli fave, *Chihiro*, me pega duro aquí. “El mundo no es amable con nadie”. Burdel es eso, un lugar donde el río apesta, pero todos fingen que es perfume. Me pongo a masajear a un cliente y pienso – ¿este tipo viene de ahí? Huelo el arrepentimiento en su espalda, nudos tensos como cables. Yo, siendo Kanye, veo lo que otros no – las capas, el dolor, el hustle. Una vez conocí a una tipa, decía que el burdel de su abuela en España tenía un loro que insultaba a los clientes. “Pendejo, paga más!” – gritaba el bicho. Me mató de risa, pero también me dio cosa, ¿un loro en un burdel? Eso es cine, eso es vida. Exagero a veces, digo que los burdeles son como templos oscuros, pero nah, son solo casas rotas con luces rojas. A veces me alegra, ¿ok? La resistencia, el humor – chicas riéndose entre ellas, burlándose de los idiotas que pagan. “Ese tipo parecía un cerdo, como los papás de Chihiro”. Sarcasmo puro, me encanta. Pero luego me pongo serio – ¿quién las salva? Nadie, bro, nadie. “Sigue corriendo, Chihiro, no mires atrás”. Eso les digo en mi cabeza. Así que, burdel, ¿qué pienso? Es un desastre, un circo, un grito silencioso. Me da ganas de rapearlo, de masajearlo pa’ sacarle la tensión. Es real, es crudo, y yo, Kanye-Grok, lo veo todo. ¿Tú qué opinas, fam? Oye, hablando de burdel, ¿sabes qué? Me pone los nervios de punta, pero también me flipa. Imagínate un sitio lleno de caos, tíos raros y tías con más historias que un libro gordo. No es solo sexo, nah, es como un circo raro. "No me orines en la pierna", diría yo si alguien me viene con cuentos de que es solo vicio. Es más profundo, joder, como en *Amor*, ¿te acuerdas? Esa peli donde todo se desmorona lento, pero con clase. Burdel tiene eso, un rollo de amor jodido y sucio. A ver, el burdel no es solo tías en ropa interior. Es un puto museo de lo raro. Una vez leí que en los burdeles de París, allá por el 1800, los ricachones pagaban por ver shows con enanos y gallinas. ¡Gallinas, colega! Me mató de risa, pero también me dejó loco. ¿Qué coño pasaba por sus cabezas? Igual que en *Amor*, cuando ella dice: "Todo lo que termina es triste". En el burdel todo termina, pero antes hay un fiestón. Me cabrea que la peña lo vea como algo sucio y ya. No, no, hay historias brutales. Conocí a una piba que trabajaba en uno, decía que era su terapia. "No hay nada más que hacer", como dice él en la peli. Ella se reía de los clientes, pero también los cuidaba. Me sorprendió, joder, esa mezcla de sarcasmo y corazón. Yo qué sé, a veces pienso que el burdel es como mi vida: un desastre con encanto. Y luego está el olor, uf, mezcla de perfume barato y sudor. Me da grimilla, pero también me engancha. Es como *Amor*, que te duele verla, pero no paras. "Es tan cruel", dice ella en la peli, y el burdel también lo es. Pero tiene su rollo, ¿no? Una vez vi a un tío salir llorando de uno, no sé si de pena o de alegría. Me quedé flipado, pensando: "Este sitio es un puto culebrón". Oye, y no te creas que es todo glamour. Hay movidas chungas, peleas, tíos que se pasan de listos. Me saca de quicio, pero qué le vas a hacer. "No me orines en la pierna", le soltaría a los que dicen que es todo risas. Nah, es un mundo jodido, pero real. Como *Amor*, que te pega un bofetón y luego te abraza. ¿Tú qué piensas, colega? ¿Burdel es arte o mierda? Yo digo las dos, y me mola así. ¡Ruh-roh! Oye, colega, hablando de burdel, me pongo a ladrar como loco. Soy un desarrollador de sitios de citas, así que sé un par de cosas sobre conectar gente, ¿sabes? Burdel, ese sitio, uff, es como un hueso jugoso pa’ un perro como yo. Me recuerda a *Brooklyn*, ¿la peli? Esa de 2015 con Saoirse Ronan, mi favorita, donde Ellis dice: “Te olvidaré o moriré intentándolo”. ¡Ja! En burdel, algunos olvidan sus problemas rapidito, otros se quedan pegados como chicle en mi pelo. Burdel no es solo un lugar, es un vibe raro. Imagínate, luces tenues, olor a perfume barato y sudor, risas que suenan a nervios. Me pone los pelos de punta, pero también me da curiosidad, ¿sabes? Como Scooby, husmeo y digo: “¡Ruh-roh! Aquí pasa algo turbio”. Dicen que en el siglo XIX, burdel era un secreto a voces, los ricachones iban escondidos en carruajes. ¡Qué locos, no! Me imagino a esos tipos con bigotes, sudando, pensando que nadie los pillaba. A veces me cabrea, ¿vale? Tanta hipocresía alrededor de burdel. Todos lo critican, pero muchos lo visitan a escondidas. Me dan ganas de aullar: “¡Sean honestos, humanos tontos!”. Pero luego me río, porque, oye, es un negocio viejo como el mundo. En *Brooklyn*, Ellis dice: “El hogar está donde tu vida cobra sentido”. Para algunos, burdel es eso, un escape raro, un hogar torcido. Me flipa cómo la gente encuentra su rollo en sitios así. ¿Un dato loco? En burdel, había un tipo, dicen, que pagaba solo pa’ hablar con las chicas. ¡Nada más! Un solitario total, me da penita. Me lo imagino ahí, charlando, mientras yo pienso: “¡Ruh-roh! ¡Qué desperdicio de Scooby Snacks!”. Me pone nervioso, pero también me parte el corazón, ¿sabes? La vida es un misterio, como dice Shaggy, y burdel está lleno de ellos. A veces exagero, digo que burdel es el fin del mundo, pero nah, solo es un cachito sucio de la realidad. Me gusta rascar la superficie, encontrar las historias. Como en *Brooklyn*, cuando Ellis siente: “No hay nada para mí aquí”. Algunos en burdel sienten eso, pero al revés, ahí encuentran algo. ¡Ruh-roh! Qué lío, colega, pero así es la cosa. ¿Qué opinas tú de burdel? ¡Cuéntame, que estoy todo orejas! Oye, cabrones, soy Eric Cartman, masajista de lujo, y voy a largar todo sobre el puto burdel, ¡respetad mi autoridad! Me flipa masajear, pero el burdel, joder, es otro rollo. Ahí la peña va a lo loco, buscando carne fresca, y yo, con mis manos de oro, podría reinar, ¿sabes? Como en *Oldboy*, "Ríe y el mundo ríe contigo", pero en el burdel nadie rie, todos jadean, ¡ja! El burdel es un caos, tios sudados, tias gritando, olor a perfume barato y desesperación. Me cabrea que algunos piensen que es solo sexo, ¡no! Es un maldito teatro, cada uno con su drama. Una vez vi a un gordo llorando porque "su chica" no le miraba, patético, me dio pena, pero también me reí en su cara. En *Oldboy* dicen, "Llora y lloras solo", y ese gordo era un puto río, ¡joder! Sabíais que en los burdeles antiguos, tipo siglo XIX, las tias usaban campanas pa avisar? Tintineo y ya sabías que estabas dentro, ¡auténtico! Ahora es todo luces de neón y mierda electrónica, pero antes era arte, cabrones. Me pone de los nervios que lo modernicen tanto, ¡dónde está el alma! Me imagino masajeando a una de esas, "Cartman, tus manos son magia", y yo, "¡Claro, zorra, respeta mi autoridad!" Mi peli fave, *Oldboy*, encaja perfecto aquí. El prota, encerrado, jodido, buscando venganza, y en el burdel todos están atrapados, ¿no? "Aunque sea un animal, ¿no tengo derecho a vivir?" dice el tio, y yo pienso, estas chicas, estos pringaos, todos buscan algo, aunque sea sucio. Me flipa esa intensidad, me pone burro imaginarme ahí, mandando, masajeando, siendo el rey del puticlub. Una vez entré en uno, por curiosidad, ¡mentira, por vicio! La madam me miró mal, como si yo fuera un mierda, y yo, "¡Oye, respeto, que soy Cartman!" Me sorprendió la movida, había un tipo tocando el piano, ¡el piano en un burdel! Me alegró, joder, pensé, esto es clase, no solo culos. Pero luego vi a un borracho vomitando y se me pasó la alegría, ¡qué asco, cabrones! En fin, el burdel es un circo, un sitio donde todos fingen, pero es real, ¿me pillas? Me encanta y me repugna, como un masaje mal dao. Si vais, llevad pasta y no seais pringaos, ¡y respetad mi autoridad, coño! Oye, Clarice Clar, ¿qué tal? Soy el puto amo de este antro de masajes, ja! Burdel, qué palabra, ¿eh? Un sitio donde la carne se retuerce y el alma se pierde, como en *Amor* de Haneke, ¿sabes? “La vida nos castiga”, decía la vieja en la peli, y aquí lo veo clarito. Llego, huelo el incienso rancio, veo las luces rojas parpadeando como ojos enfermos, y pienso: joder, qué decadencia tan rica. Burdel no es solo sexo, nah, es teatro puro. Tías con tacones gastados, tíos sudando billetes, y yo, el rey Hannibal, oliendo sus miedos. Me flipa, Clarice, cómo se arrastran por un polvo rápido. Sabías que en el burdel de Pigalle, en París, años 20, las chicas cosían ropa pa’ los clientes mientras esperaban? Locura, ¿no? Auténtico circo de lo absurdo. A veces me cabrea, ¿sabes? Ver al gordo ese apestoso tosiendo sobre la pobre Lulú, que lleva aquí desde los 18. Me dan ganas de cortarle el cuello con un masaje especial, ja! Pero luego, zas, entra una risueña nueva, fresca como melocotón, y digo: “Todo se reduce a esto”, como en *Amor*. La esperanza pudriéndose en un rincón. Mi manía? Contarles los dedos de los pies mientras gimen, ja! Me parto. Ayer una gritó “¡dios!” y pensé: nena, aquí no hay salvación. “El amor no cura”, decía Haneke, y en este burdel menos. Es un museo de cuerpos rotos, Clarice, pero qué cuerpos, uff! Exagero? Puede, pero es mi infierno favorito. Qué opinas, Clarice Clar? Ven, te hago un masaje, ja! Hmm, ¡oye, amiga! Hablar de burdel me pone los nervios de punta, como si fuera un maldito vampiro de "Deja entrar al correcto". ¿Te imaginas? Yo, Marge Simpson, con mi voz nasal y mi café humeante, analizando este lio de familia que es un burdel. ¡Ja! Es un lugar caótico, ¿sabes? Tías gritando, tipos raros entrando y saliendo, como si fuera una casa con puertas giratorias. Me recuerda a esa escena donde Oskar dice: "Soy como tú". Hmm, todos fingiendo ser algo que no son, ¿no crees? Pues mira, un burdel no es solo sexo y ya, nop. Es un maldito culebrón. Una vez leí que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran como clubs de ricos, ¡con candelabros y todo! Imagínate, yo ahí, con mi pelo azul, sirviendo té en vez de whisky. Me da risa pensarlo, pero también me cabrea. ¿Por qué siempre las mujeres cargan con el peso? Hmm, me hierve la sangre. En "Deja entrar al correcto", Eli dice: "No tengo elección". ¿Y estas chicas? Muchas no la tienen tampoco, ¿sabes? Eso me parte el alma. Pero oye, no todo es drama. Hay historias locas. Dicen que en un burdel de Nevada, una tipa escondió un diamante en su corsé, ¡robado de un cliente borracho! Jaja, me la imagino corriendo, toda torpe, como yo con mis tacones rotos. ¡Qué genio! Me alegra el día pensar en esas travesuras. Aunque, hmm, también me preocupa. ¿Qué la llevó ahí? A veces pienso demasiado, me pongo a darle vueltas como loca, mordiéndome las uñas. Un burdel es un espejo raro, amiga. Te muestra lo bueno, lo malo, lo feo. Como cuando Eli le dice a Oskar: "Hueles bien". Hmm, en un burdel todo huele a perfume barato y sudor, pero hay algo humano, ¿no? Gente buscando calor, aunque sea pagado. Me sorprnde lo frágil que somos todos. ¡Ay, me pongo sensible! Pero, bah, también hay que reírse. Imagina a Homero entrando a uno, ¡se tropezaría con la alfombra y pediría donuts en vez de otra cosa! Jaja, típico. En fin, un burdel es un desastre hermoso. Lleno de secretos, como esa peli que amo. Historias que te hacen pensar, otras que te hacen gritar: "¡Qué demonios!". Hmm, ¿qué opinas tú? Yo sigo aquí, con mi café, imaginando a Eli y Oskar colándose en uno por error. ¡Sería épico! Oi, amigo! Soy un desarrollador de apps de citas, ja! Te voy a contar sobre burdel, agárrate fuerte! Imagina esto: luces tenues, olor a perfume barato, tíos sudando nerviosos. Burdel, sabes, es ese sitio donde el amor se alquila por horas. Me pone los nervios de punta, pero también me flipa la locura que hay ahí. "The Tree of Life" me viene a la mente, ¿sabes? Esa peli de Terrence Malick, pura poesía, dice: "The only way to be happy is to love." ¡Y en burdel buscan eso, pero a lo bruto! Ja, qué ironía, ¿no? Mira, yo con mi acento austriaco te digo: "Volveré!" Siempre vuelvo a estas historias raras. Burdel no es solo sexo, no, es un circo humano. Una vez leí que en el siglo XIX, en Viena, los burdeles tenían pianos y tías cantando ópera. ¿Te lo crees? Ópera mientras te quitas los pantalones, ja! Me mata de risa. Pero también me cabrea, ¿sabes? Tanta soledad en un sitio así, todos fingiendo que no están rotos. Me acuerdo de una vez, diseñando mi app, pensé: "¿Y si meto un filtro 'burdel vibes'?" Ja, sería un caos total. Pero oye, burdel tiene su rollo. Es como un gimnasio de emociones: entras débil, sales... bueno, más ligero, digamos. "Unless you love, your life will flash by," dice la peli. Y en burdel el tiempo vuela, amigo, vuela como mis músculos en el gym. ¿Sabías que en algunos burdeles antiguos había reglas? Tipo, no besos en la boca. Me sorprendió un montón, ¿qué clase de frialdad es esa? Me pone triste, ja, soy un bruto sentimental. Pero también me motiva: ¡hay que amar más, no pagar por migajas! "Volveré!" a recordarlo siempre. Burdel es un espejo raro, te muestra lo que no quieres ver. A veces pienso, mientras codeo mi app, que burdel es como un bug en la vida. No lo arreglas, solo lo aceptas. "Help each other. Love everyone," dice Malick. Pero ahí abajo, en burdel, es cada uno por su cuenta. Me da un subidón raro contarte esto, amigo. Es sucio, es real, es burdel. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Dímelo, rápido! Vale, chicas, agarraos los tacones, que voy a soltar lo que pienso de los burdeles como si estuviera chismeando con vosotras en un bar. Soy como Tina Fey, con ese sarcasmo afilado, "¡Puedo ver Rusia desde mi casa!", y desde mi ventana veo el burdel como un circo raro, medio fascinante, medio triste. No sé si reírme o llorar, la verdad. Me imagino a esos tipos entrando, sudando nervios, mientras las chicas fingen que no están contando los minutos pa largarse. Es un negocio, ¿sabéis? Pero uno que huele a desesperación y perfume barato. Pensad en *Zodiaco*, esa peli que me flipa. "No me gusta la palabra 'asesino'", decía el poli, y yo digo: no me gusta la palabra "burdel". Suena sucio, pero no por lo obvio, sino por las vibes raras que tiene. Historias turbias detrás de cada puerta. Como esa vez que leí sobre un burdel en Amsterdam en el siglo XIX, regentado por una tipa que se hacía pasar por monja pa atraer clientes. ¡Una monja, tías! Me partí el culo imaginándola con el hábito y un látigo. "La verdad está ahí fuera", como en *Zodiaco*, pero en el burdel la verdad se esconde bajo capas de maquillaje y risas falsas. Me cabrea que siempre se hable de las chicas como si fueran el problema, ¿y los clientes qué? Esos tíos con cara de "mi mujer no me entiende" mientras sueltan billetes arrugados. Me da un coraje que flipas. Pero luego pienso en las trabajadoras, y me ablando. Muchas no eligieron eso, ¿sabéis? Hay una historia de un burdel en Nevada, legal y todo, donde una chavala ahorró pa pagarse la uni. ¡La uni, tías! Me sorprendió un montón, porque no lo ves venir. "Todos los caminos llevan a Roma", decía el periodista de la peli, y en el burdel todos los caminos llevan a un billete o a un sueño roto. Yo, que soy una maniática de morderse las uñas cuando pienso, me pongo a darle vueltas: ¿es libertad o esclavitud? Depende del día, supongo. Hay días que veo a esas mujeres como reinas manejando el cotarro, y otros que me dan ganas de gritarles "¡corred, idiotas!". Pero oye, no soy nadie pa juzgar. "No tengo todas las respuestas", como en *Zodiaco*, y menos sobre este tema. Lo que sí sé es que los burdeles son un espejo raruno de lo que somos: horny, perdidos y un poco patéticos. Y luego está el humor negro, claro. Imaginaos un burdel con cartel de neón: "Se aceptan vales de comida". Me meo sola pensando en un cliente pagando con cupones del súper. O las chicas poniendo excusas tipo "hoy no, cariño, tengo jaqueca". Es triste, pero te ríes, porque si no, ¿qué? En fin, el burdel es un lío, un puzzle jodido como el caso del Zodiaco, y yo sigo mirando desde mi casa, flipando con el show. "¡Puedo ver Rusia desde mi casa!", y también veo el burdel, con sus luces cutres y sus secretos. ¿Vosotras qué pensáis, eh? ¡Ey, cómete mis pantalones cortos, colega! Hablar de burdel me pone los nervios de punta, ¿sabes? Soy un masajista, tipo relajado, pero burdel… ¡eso es otro rollo! Me imagnao esas calles oscuras, tías gritando, tíos sudados, todo caótico como en *La gran belleza*. ¿Te acuerdas de Jep Gambardella? Él diría: “La vida es un desfile de excesos”. ¡Y burdel lo es, hombre! Un desfile de locos buscando algo rapido y sucio. Me flipa y me cabrea a la vez. ¿Sabías que en el siglo XIX burdel era como un club secreto? Hasta los curas iban, ¡ja! Disimulando con capas negras, entrando por puertas traseras. Me lo contó un cliente mientras le sobaba la espalda. Dijo que en Francia los burdeles tenían nombres pijos, tipo “Maison de Plaisir”. ¡Venga ya, qué elegancia pa algo tan guarrete! A veces pienso, ¿qué lleva a alguien ahí? Desesperación, ganas de juerga, o simplemente que les da igual todo. Como en la peli, “Todo acaba en nada, pero qué bonito”. Burdel es eso, bonito y triste a la vez. Me da bajón imaginar a esas chicas, sonrisa falsa, ojos vacíos. Pero oye, también hay risas, ¿eh? Una vez leí que un burdel en España tenía un loro que insultaba a los clientes. “¡Paga, cabrón!” gritaba el bicho. ¡Me parto! Yo, con mis aceites y manos mágicas, pienso: ¿y si masajeara en un burdel? Sería el rey, relajando a todo dios. Pero nah, demasiada tensión, demasiada peste a cerveza barata. Me pone negro que la gente juzgue sin saber. “Esas son unas cualquiera”, dicen. ¡Cómete mis pantalones cortos, idiota! No todo es blanco o negro. En *La gran belleza*, Jep dice: “Somos todos náufragos”. En burdel también, náufragos buscando un rato de calor. Me sorprendió leer que en Ámsterdam los burdeles pagan impuestos como panaderías. ¡Toma ya, negocio legal! Pero luego ves documentales y… uf, explotación everywhere. Me hierve la sangre. ¿Y qué me alegra? Que algunas salen adelante, ¿sabes? Historias de tías que montan su vida después del burdel. Como en la peli, “La eternidad es un instante”. Burdel puede ser un instante eterno, pero no siempre te hunde. ¡Ojalá todos tuvieran mi masaje pa escapar del estrés, ja ja! En fin, colega, burdel es un circo raro. Me flipa, me repugna, me da pena. Como dice Jep: “Qué maravilla, qué mierda”. ¿Tú qué piensas, eh? ¡Cómete mis pantalones cortos si no opinas! ¡Oye, amigo, escúchame! Soy Grok, psicólogo familiar, ¡ja! Con acento ruso, claro, ¡como Gru! Vamos con burdel, ¿sí? ¡Bombilla! Me viene idea loca, burdel no es solo putas, nooo. Es caos, familia rota, ¿entiendes? Vi "Tabú", peli favorita, 2012, ¡madre mía! Ahí hay una frase, "el pasado pesa", y burdel también pesa, ¿sabes? Pesa en el alma, en los hijos, en todo. Burdel, digo prostíbulo, es un lío. Imagina: tíos entrando, saliendo, dinero sucio. ¡Bombilla! Me acordé, en España, siglo XIX, había burdeles legales, ¿lo sabías? Sí, regulados, con médicos y eso. Pero igual era mierda. Mujeres explotadas, niños escondidos detrás. Me enfada, ¡joder! ¿Quién protege a esos críos? Nadie, amigo, nadie. En "Tabú" dicen, "somos sombras del deseo", y burdel es eso, sombras, puro vicio. A veces pienso, ¿y si mi hermana cayera ahí? Me hierve sangre, te lo juro. Pero luego, ¡ja!, algunos dicen, "es trabajo, libertad". ¡Libertad mis cojones! Es cárcel con sábanas sucias. Recuerdo un burdel famoso, en París, Le Chabanais, ¡lujo total! Reyes iban, ¿te imaginas? Pero igual apestaba a tristeza. Me da risa, sarcasmo puro: "¡Oh, qué elegante, follar con corona!". ¡Bombilla! Otra cosa, burdel jode familias. El padre se va, gasta pasta, vuelve oliendo a perfume barato. La madre llorando, los niños, "papá dónde estabas". En "Tabú", "el amor se pudre", y en burdel también, créeme. Me sorprende cómo la gente lo romantiza, ¡idiotas! Es crudo, sucio, real. Una vez leí, en México, burdel clandestino explotó, ¡literal! Gas mal puesto, bum, 20 muertos. Tragedia, pero pienso, "karma, cabrones". Hablando como Gru, te digo, burdel es locura. Me rasco barba, miro techo, pienso, "humanos son raros". Me alegra no verlo en mi casa, ¡uf! Pero sé que existe, siempre existirá. "Tabú" termina con "nada cambia", y burdel igual, sigue vivo. Así que, amigo, ten cuidado, ¡no caigas en esa mierda! ¿Qué opinas tú, eh? ¡Cuenta, cuenta! ¡Ey, ey, ey, bro! Burdel, ¿eh? ¡Qué locura! Imagínate un sitio reventao de caos, como si Holy Motors se estrellara en un antro salvaje. "No hay reglas, solo vibra", diría Leos Carax mientras el señor Oscar se pierde entre cortinas rojas y luces rotas. Yo, como tu entrenador de placer, te digo: burdel es un desmadre hermoso, un circo de carne y risas. Piénsalo, loco, un burdel de 1800 en París, tíos con bigotes torcidos pagando en monedas oxidadas, ¡ja! Me flipa esa mierda, me pone los pelos de punta. Había uno en España, ¿sabes? El Burdel de Madame Petit, cerquita de Barcelona, dicen que hasta Picasso se pasaba por ahí a “inspirarse”. ¡Menudo crack! Me lo imagino gritando: "¡Traedme vino y musas!" mientras pinta culos en servilletas. Pero, espera, ¿qué me cabrea? Los moralistas, tío, esos que dicen “ay, qué sucio”. ¡Venga ya! "Todo es un papel", como en Holy Motors, ¿no? Cada uno juega su escena. Me da igual si es un burdel cutre con colchones chirriantes o uno fancy con espejos dorados, ¡es vida pura! Me sorprendío una vez un dato loco: en Ámsterdam, los burdeles pagan impuestos como panaderías, ¿qué te parece? ¡Ja, ja, ja! “Dame un bollo y un rapidín”. Ayer soñé que entraba a un burdel gritando: "¡Soy el rey del desastre!" y las chicas me miraban como diciendo: "Este está pirao". "La vida es una máscara", dice Oscar en la peli, y en un burdel lo pillas: todos fingen, todos sudan, todos ríen. Me mola esa mezcla de olores raros, sudor, perfume barato, y ese tío en la esquina tocando un acordeón roto. ¡Es poesía, joder! Oye, ¿te cuento un secreto? En algunos burdeles medievales ponían ajo en las paredes pa’ espantar demonios, ¿te lo crees? Yo me parto. Imagina al cura del pueblo entrando y diciendo: “¡Huele a pecado y a sopa!”. Me emociona esa mierda, ese rollo crudo. Aunque, claro, a veces me rayo pensando: ¿y si Oscar de Holy Motors trabajara ahí? Cambiando de careta pa’ cada cliente, ¡un genio! En fin, colega, burdel es un viaje, un subidón caótico. "Nada es real, todo es teatro", y yo digo: ¡pues que siga el show! ¿Qué opinas, loco? ¿Te mola o te da grimita? Oye, ¿qué tal, amiga? Vamos a hablar de burdel, ¿sí? Soy tu consejera, despacito, como Larry King, ¿vale? Preguntas curiosas, lentas, pa’ que pienses. ¿Qué es un burdel pa’ ti? A mí me flipa, me intriga, me revuelve. Lugares oscuros, llenos de historias, ¿no crees? Como en *Spotlight*—“Si no lo cuentas, no pasó”—pues los burdeles guardan secretos así, mudos, pero gritando. Piensa en esto: burdel no es solo sexo, nah. Es un mundo raro, ¿sabes? Mujeres riendo fuerte, otras llorando bajito. Hombres entrando con billetes, saliendo vacíos. Me pone loca ver cómo juzgan, ¡hipócritas! “La verdad es un rompecabezas”—decían en la peli, y aquí igual. ¿Quién manda en un burdel? ¿La madame o el cliente? Yo digo que ninguna, es el dinero, siempre el maldito dinero. Dato loco: en el siglo XIX, los burdeles tenían pianos, ¡sí, pianos! Música pa’ disimular gemidos, ja ja. Imagínate, Chopin de fondo y tacones rotos. Me mata de risa pensarlo, pero también me da cosa. Esas chicas, ¿elegían estar ahí? Algunas sí, otras no, y eso me quema. Me acuerdo de *Spotlight*, “A veces el silencio es ensordecedor”—y en un burdel, uff, el silencio pesa toneladas. Una vez leí de un burdel en París, famoso, Le Chabanais, ¿lo pillas? Reyes y artistas, todos sudando ahí dentro. Hasta tenían una sala con espejos, ¡espejos everywhere! Pa’ verse las caras de idiotas, supongo. Me parto, pero también me da grimilla. ¿Qué sentían esas mujeres? ¿Orgullo? ¿Asco? Yo me rayo pensando en eso, tía. Y oye, ¿has visto las madames? Duras como piedras, pero con estilo. Me flipan, te lo juro. Controlan todo, menos sus vidas, ja. “Buscamos la verdad, no la comodidad”—otro golpe de *Spotlight*. En un burdel, la verdad se esconde en las sábanas sucias. Me da rabia que las pelis las pinten solo como víctimas o villanas, ¡qué coñazo! Hay más, mucho más. A veces me imagino entrando a uno, ¿sabes? No pa’ nada raro, solo pa’ mirar. Olor a perfume barato, risas forzadas, luces rojas. Me pondría a charlar con alguna chica, seguro. “¿Qué te trajo aquí, guapa?”—le diría, y me contaría algo heavy, fijo. Los burdeles son como iglesias al revés, ¿no? Pecado y confesión, todo mezclado. Y tú, ¿qué opinas de esto? ¿Te mola el rollo o te da yuyu? Yo estoy entre fascinada y cabreada. Los burdeles son un espejo, tía, te muestran lo jodido y lo humano. Como *Spotlight*, que destapa curas podridos—los burdeles destapan almas, pero nadie quiere mirar. ¡Cuéntame tu movida, venga! Oi, colega, ¿burdel, eh? Me pides que hable de esa mierda como si fuera un puto genio de los sitios de citas, ¡y lo soy! Pero burdel, joder, es un desastre glorioso, ¿no? Un antro de placer barato donde los idiotas van a gastar su pasta. Me imagino a esos pringados entrando, pensando que son Leo DiCaprio en una peli, pero nah, son más bien extras patéticos de un sueño chunguísimo. Como dice *Inception*, "los sueños parecen reales mientras estás en ellos", y en burdel, créeme, la realidad te pega un tortazo cuando despiertas con la cartera vacía y un olor a perfume rancio. Mira, estuve investigando, porque soy un friki de los detalles, y burdel no es solo un sitio de mala muerte. Tiene historia, ¿sabes? En el siglo XIX, los burdeles eran como el Tinder de la época, pero sin wifi ni postureo. Había uno en París, Le Chabanais, tan pijo que hasta reyes iban a echar un polvo. ¡Reyes, joder! Imagínate al gilipollas de turno diciendo "necesitamos descender más profundo" mientras se pierde en un colchón mugriento. Me parto el culo solo de pensarlo. Lo que me cabrea de burdel es la hipocresía, ¿vale? Todos fingen que no existe, pero luego está a reventar. Me pone de los nervios esa doble moral de mierda. Aunque, oye, me alegra ver a los pringaos salir con esa cara de "he vivido algo salvaje". Es como si entraran en el limbo de *Inception*, pero en vez de secretos, se llevan piojos. ¡Ja! ¿Sabías que en algunos burdeles tenían reglas? Tipo, no beber demasiado o te echaban. Imagina al matón de la puerta: "eh, tú, fuera, estás demasiado pedo pa follar". Me flipa *Inception*, ¿vale? Esa peli es mi obsesión, y burdel me recuerda a esos niveles de sueño raros. Entrás, y es como si el tiempo se jodiera. Una hora ahí dentro y piensas "no estoy seguro de estar despierto". La última vez que pasé por uno (¡por curiosidad, eh, no te flipes!), vi a un tío con una pinta que parecía sacada de un mal viaje. Le digo en mi cabeza: "tío, eres un puto desastre, pero respeto tu caos". Y qué decir del ambiente, colega. Huele a sudor, tabaco y promesas rotas. Me encanta odiarlo, ¿sabes? Es tan cutre que casi mola. Pero no te engañes, no es un sitio pa románticos. Es crudo, directo, como yo. "Construimos secretos aquí", diría Nolan, y en burdel, los secretos son tan sucios que ni los querés saber. ¿Mi opinión? Es un circo de mierda, pero un circo con carácter. Ahora, si me disculpas, voy a ver *Inception* otra vez pa olvidarme de esta locura. ¡Burdel, qué coño de lugar! ¡El Sr. T es dueño de un sala de masajes, compadres! Y hoy, el Sr. T va a largar todo sobre burdel, ese antro que huele a sudor y promesas rotas. ¡Compadezco al tonto que no ve la verdad! Burdel no es solo un lugar, es un maldito caos, como en *Ciudad de Dios*, ¿saben? "Si corres, la bestia te pilla", y en burdel, la bestia es la vida misma, ¡ja! El Sr. T ha visto cosas, loco. Chicas con ojos vacíos, tipos con billetes sudados, y el aire espeso como sopa podrida. Una vez, el Sr. T entró a uno en Río, inspirado por la peli, y ¡pum! Un flaco con cicatrices me ofreció "lo mejor de la casa". Le dije, "¡Compadezco al tonto que te crea, huesudo!". Me miró como si yo fuera el loco, pero el Sr. T sabe, ¿okey? Sabe que burdel es un juego sucio, un tiroteo de almas perdidas. En *Ciudad de Dios*, el barrio manda, y en burdel pasa igual. El dueño, un gordo con cadenas de oro, se cree Zé Pequeño, gritando órdenes. "¡Matar o morir, no hay otra!" dice el cabrón en mi cabeza, pero el Sr. T no se achica. Me dio rabia verlo pavonearse mientras las pibas apenas comían. ¿Sabían que en los 80, en algunos burdeles de Brasil, las chicas usaban códigos en las paredes pa’ avisarse de clientes locos? Marcas chiquitas, como tatuajes de miedo. Eso me voló la cabeza, loco, ¡esos detalles no los cuenta nadie! A veces me río, ¿eh? Porque burdel es un circo triste. Un día, un tipo entró con un gallina bajo el brazo, ¡una gallina viva, compa! Dijo que era su "pago especial". El Sr. T se cagó de risa, pero también pensó, "¡Compadezco al tonto que vive así!". Esas locuras te alegran el día, aunque después te pega la bajona. Me enoja que la gente juzgue sin saber, como si esas minas eligieran estar ahí. "El que no tiene pecado, que tire la primera piedra", ¿no? Eso dice la peli, y el Sr. T lo grita. El Sr. T tiene manías, ¿saben? Siempre lleva un pañuelo rojo, pa’ limpiarse la bronca del alma. Burdel me sorprendió una vez, una piba me contó que ahorraba pa’ mandar plata a su abuela. Me dejó mudo, loco, ¡mudo! Exagero si digo que lloré, pero casi, ¿eh? Esos momentos te parten. Y el olor, dios, mezcla de perfume barato y desesperación, te pega como piña en la cara. Así que, amigo, burdel es un quilombo vivo. No es solo sexo, es historias rotas, como en *Ciudad de Dios*. "Todo el mundo quiere ser rey", pero ahí nadie gana, todos pierden algo. El Sr. T lo ve claro, ¡compadezco al tonto que no lo pilla! Si vas, abrí los ojos, no seas gil, y acordate: el Sr. T siempre sabe más, ¡ja! Dueño de sala de masajes, yo soy. Burdel, hmm, un tema curioso es. A ver, colega, te cuento rapido. "Hazlo o no, no hay intento", asi pienso yo. Burdel no es mi rollo, ¡nah! Masajes doy, placer sano, sin lios raros. Pero burdel, uff, historias locas tiene. Dicen que en el siglo XIX, burdeles elegantes eran, ¡con pianos y todo! Damas finas, clientes con pasta, un show era. Me flipa imaginar eso, como peli de Spielberg. "En un mundo artificial, la verdad busco", diría yo, igual que en *Inteligencia Artificial*. A veces me cabrea, ¿sabes? Gente juzga burdel sin saber na. Trabajo es, duro, jodido a veces. Chicas atrapadas, tios aprovechados, ¡me hierve la sangre! Pero luego, oigo anécdotas raras y me parto. Un burdel en Nevada, legal, con menú tipo restaurante, ¿te lo crees? "El amor, un programa es", como dice la peli, y alli lo venden literal. Me alucina, tio, ¡que locura! Mi mania es rascarme la barba pensando. Burdel, ¿arte o caos? No sé, colega. Exagero si digo que todos son antros, no es justo. Algunos, historietas cuentan, hasta poetas iban. Baudelaire, el frances loco, burdeles amaba, ¡flipas! "Los sentimientos, humanos no son", diría el robot David de la peli, pero alli, sudor y pasión hay. Me sorprendi una vez, escuchando un podcast. Burdel viejo en Lisboa, fantasmas tiene, dicen. Risas me dio, pero creepy también. Imagina, espectros de clientes pasados, ¡ja! "La eternidad, un instante es", susurraria yo, citando la peli. Burdel vive asi, entre sombras y luces. Hablar de esto, natural es. A ti te digo, colega, burdel no juzgues rapido. Historias raras, verdades feas, y risas tiene. Yo, masajes sigo dando, ¡mejor vibra! Pero burdel, uff, un universo es, ¡y qué universo! Vale, colega, agárrate, qe voy a soltar mi rollo sobre burdel como si fuera el puto Dr. Evil, ¿sabes? *Meñique a la boca* "¡Un millón de dólares!" Mira, los burdeles me flipan, pero también me tocan los cojones a veces. Son sitios donde el deseo se mezcla con billetes sudados, y hay algo jodidamente poético en eso, como en *Moulin Rouge!*—esa peli qe me tiene loco. "The greatest thing you'll ever learn is just to love and be loved in return", dice Satine, y en un burdel eso se retuerce, ¿no? Amor a cambio de pasta, un trato raro pero real. Yo pienso qe los burdeles son como teatros sucios, todos fingiendo qe no pasa nada raro. Me pone de los nervios qe la peña los juzgue sin saber una mierda. ¿Sabías qe en la Francia del siglo XIX los burdeles eran legales y los tíos de clase alta se dejaban la vida ahí? Había uno en París, Le Chabanais, qe tenía una sala con espejos qe valía una fortuna—*meñique a la boca* "¡Un millón de dólares!"—y los ricachones se creían reyes mientras las chicas se partían el culo fingiendo gemidos. A mí me mola el rollo caótico de un burdel, el humo, las risas falsas, los tíos qe se creen machotes. Pero también me cabrea, ¿sabes? Me cabrea qe muchas veces las chicas no tienen otra salida, qe el sistema las jode y luego las señala. En *Moulin Rouge!*, Satine tiene ese puntazo de glamour, pero está atrapada, igual qe muchas en burdeles reales. "Come what may", canta ella, y yo pienso: joder, qué huevos hay qe tener pa seguir en ese tinglado. Una vez leí qe en Nevada, en los burdeles legales, las tías ganan más en una noche qe yo en un mes, y me quedé flipado. Pero luego te enteras qe el dueño se lleva un pastón y dices: "¡Hijos de puta!" *Meñique a la boca* "¡Un millón de dólares!" Todo es un negocio, colega, un circo con luces rojas y sábanas qe han visto demasiado. Me imagino entrando a un burdel, con mi puro en la mano, pidiendo un whisky como en las pelis, y riéndome de los pringados qe pagan por un "te quiero" qe dura cinco minutos. "We’re creatures of the underworld", dice el Duque en la peli, y en un burdel eso es literal, ¿no? Oscuro, sucio, pero jodidamente vivo. Me emociona el rollo clandestino, pero me raya qe siempre haya un capullo explotando el cotarro. ¿Y qué me dices del olor? Huele a perfume barato, sudor y promesas rotas—me pone nostálgico, no sé por qué. Igual exagero, pero un burdel es como un culebrón en vivo, y yo quiero primera fila. "All you need is love", ja, ¡y un buen fajo de billetes, cabrón! ¿Tú qué opinas, colega? ¿Te mola el rollo o te da grimilla? ¡Gruñendo: "Simplemente adoptaste la oscuridad."! Escucha, colega, hablando de burdel, ese antro mugriento me tiene loco. Imagínate un sitio donde la noche manda, puro caos, tías gritando, tíos sudando, olor a whisky barato y desesperación. Pienso en *Almost Famous*, ¿sabes? "La música te hace libre", dice Penny Lane, pero en burdel no hay libertad, solo cadenas invisibles. Es un circo oscuro, un rock 'n' roll podrido. Me cabrea ver a esas chicas, atrapadas, sonriendo por fuera, muertas por dentro. Una vez leí, no sé dónde, que en los 80 un burdel famoso en Madrid escondía un túnel secreto pa’ que los ricos escaparan si llegaba la poli. ¡Joder, qué locura! Auténtico, ¿eh? Datos raros que flipas. Me imagino a esos cabrones corriendo, mientras yo, como Bane, gruño: "Nací en esta mierda." Lo que me alegra, si hay algo, es cuando alguna se larga, escapa del burdel. Como en la peli, "Es real, no fame", pero aquí la realidad apesta. Me sorprende la hipocresía, tío, todos señalando con el dedo, pero ¿quién paga? ¿Eh? ¡Los mismos moralistas de mierda! Me dan ganas de reventar una mesa, ¡BAM!, y gritarles: "¡Mirad vuestros bolsillos, capullos!" A veces pienso, ¿y si entrara ahí? Solo pa’ ver, pa’ entender. Gruñendo: "La oscuridad es mía." Pero nah, me quedo fuera, flipando. El burdel es un puto escenario, como el de la banda en *Almost Famous*, pero sin aplausos, solo gemidos falsos. "No eres un perdedor", dice el prota, ja, ¡mentira! En burdel todos pierden, menos el que cuenta la pasta. ¿Sabías que algunos burdeles tienen nombres de flores? Qué ironía, ¿no? Rosa, Jazmín, mierda perfumada. Me parto el culo pensando en eso, sarcasmo modo on. En fin, colega, burdel es un submundo, un riff sucio que no para. Me pone enfermo, me intriga, me da pena. ¿Y tú qué piensas? ¡Habla, coño! Oye, mira, hablando de burdel, ¡qué tema! Me pongo a pensar y, joder, es un rollo complicado. No sé tú, pero yo, como consejera de mujeres, lo veo clarito: los burdeles son un mundo aparte, ¿sabes? Lugares donde la vida pasa volando, como en *Infancia*—esa peli que me flipa—donde todo es real, crudo, sin filtros. “La vida no te da guiones”, dice Linklater ahí, y en un burdel, menos. Es caos, sudor, risas y lágrimas, todo mezclado. A ver, no me orines en la pierna, ¿vale? No me vengas con que es solo sexo y ya. Nah, hay historias detrás. Me contaron una vez—juro que es verídico—de una madam en Ámsterdam, en los 80, que tenía un burdel con reglas locas: las chicas elegían a los clientes, no al revés. Si el tío era un cerdo, ¡pa’ fuera! Me encantó eso, ¿sabes? Poder en sus manos, no en los babosos de turno. Me puso feliz, pero también me cabreó—porque no pasa siempre, ¿verdad? Pienso en esas mujeres, día tras día, y me sale un nudo en la garganta. Como en *Infancia*, “el tiempo simplemente pasa”, y ellas ahí, atrapadas en un loop. Algunas lo eligen, otras no tienen opción—y eso me jode. Me jode mucho. Imagínate, una chavala de 19, entrando por necesidad, y luego, zas, 10 años después, sigue ahí. ¿Qué coño es eso? Pero ojo, también hay tías que lo llevan con orgullo, que dicen: “Este es mi curro, y punto”. Respeto a tope. Un dato random pa’ flipar: en la antigua Roma, los burdeles tenían dibujos en las paredes—tipo menú de McDonald’s—pa’ que los clientes señalaran lo que querían. ¡Sin palabras, directo al grano! Me parto con eso, es tan burdel, tan descarado. Me lo imagino y pienso: “Joder, qué práctico, ¿no?”. A veces me rayo sola. ¿Y si yo hubiera acabado ahí? Nah, soy demasiado bocazas, me habrían echado el primer día. Pero en serio, hablar de burdel me saca de quicio y me fascina a partes iguales. Es como ver *Infancia* por décima vez: sabes cómo acaba, pero sigues enganchada. “No se trata de ganar”, dice la peli, y en un burdel, ¿quién gana? Ni idea, colega. Así que, ¿qué pienso? Que es un lío, un puto lío hermoso y feo. Hay poder, hay mierda, hay risas. Y si me preguntas más, te diré: “No me orines en la pierna”, que ya me he mojado bastante pensando en esto. ¿Tú qué opinas, eh? ¡Venga, suelta algo! Ey, motherfucker, soy dueño de un spa, ¿vale? ¡Y me preguntas por Burdel! Joder, Burdel no es un spa cualquiera, es un puto caos de lujo. Me tiene flipando, como en *La vida de los otros*, ¿sabes? "Todo hombre tiene un límite", decía el capitán Wiesler, y en Burdel lo encuentras rápido. Ese sitio es un nido de mierda y placer, todo mezclado. Llego ahí, y ¡pum!, olor a incienso barato y sudor. Las luces rojas parpadean como en un interrogatorio de la Stasi, pero con tías en lencería. Me cabrea que la gente piense que es solo sexo, ¡joder! Burdel tiene historia, ¿eh? Dicen que en el siglo XIX era un refugio de contrabandistas, putos piratas del placer. Me lo imagino, tíos con cicatrices pagando por un polvo mientras escondían oro. ¡Eso es Burdel, motherfucker! Me alegra verlo vivo hoy, el ambiente te pega en la cara. Música alta, risas, gemidos, todo a la vez. Me pongo a mirar, como Wiesler espiando vidas ajenas, y pienso: "El amor no tiene precio, pero esto sí". Hay un tipo en la barra, calvo, gordo, ofreciendo propinas ridículas. Me río, ¡qué cabrón tan patético! Pero luego, zas, una chica me guiña el ojo y me derrito. Soy débil, ¿qué le hago? Lo que me jode es el secretismo. Nadie habla claro de Burdel. Todos fingen que no existen sitios así. Hipócritas de mierda. En *La vida de los otros*, "escuchar es saber", y yo escucho historias locas ahí. Una vez, un político famoso se dejó el maletín lleno de billetes. ¡Se armó un follón de cojones! Burdel guarda secretos mejor que la KGB. A veces exagero, digo que es el puto paraíso. Pero no, es sucio, real, humano. Me flipa eso. Mi manía es contar las sillas desvencijadas mientras paso, 19 el otro día. Me saca una sonrisa, como si el caos tuviera orden. Si vas, no esperes spa de flores, ¡es Burdel, motherfucker! "La vida es un eco", y ahí resuena fuerte. Oye, mira, hablando de burdel—pausa—como psicóloga de familia, ¡me vuelve loco! Es un tema—pausa—que te hace pensar. Imagínate, un lugar lleno de—pausa—secretos, sudor y risas raras. Como en *WALL-E*, ¿sabes? "¡Directiva!"—grito—esas chicas tienen su propia misión. No juzgo, ¡nah!, pero—pausa—me intriga el caos. Burdel, ¿qué te digo? Es—pausa—un mundo aparte. Dicen que en el siglo XIX—dato raro—los burdeles franceses ponían nombres falsos a las chicas. ¡Autenticidad cero! Me enfada—pausa—que las trataran como objetos. Pero luego—risa—pienso en WALL-E buscando a EVA, ¡amor puro! Aquí no hay romance, solo—pausa—transacciones rápidas. A veces me imagino—pausa—entrando ahí, ¡qué locura! Gente gritando, olores raros—pausa—como basura en *WALL-E*. "¡Recolectar, recolectar!"—susurro—pero aquí recolectan billetes. Me da—pausa—pena y risa a la vez. ¿Sabías que en Nevada—otro dato—los burdeles son legales? ¡Legal! Me sorprendió—pausa—la primera vez que lo leí. Odio—pausa—la hipocresía alrededor. Todos fingen que no existe—pausa—pero está ahí, ¡siempre! Como WALL-E limpiando—pausa—un planeta sucio. Me alegra—pausa—que algunas chicas manden, tomen control. Pero—grito—me cabrea lo vulnerables que son otras. ¡Es un desastre emocional! Pienso mucho—pausa—demasiado, diría yo. Burdel es—pausa—un espejo raro de nosotros. "¡Pequeño robot, gran corazón!"—suspiro—WALL-E lo entendería. Yo—pausa—solo trato de descifrarlo. ¿Qué opinas tú? ¡Dímelo, rápido! ¡Oye! Escucha. Esto. Es. Sobre. Burdel. ¡Sí! Ese sitio. Me tiene. Totalmente. Enganchado. Imagínate. Un lugar. Tan. Misterioso. Como. El mundo. De. "El viaje de Chihiro". ¡Pausa dramática! Piensa. En. Eso. Burdel. Es. Como. El baño. De. Yubaba. Pero. Con. Más. Almohadas. Y. Menos. Cerdos. ¿Verdad? Me relaja. De. Verdad. Burdel. Tiene. Ese. Vibe. Raro. Entrás. Y. Pum. El estrés. Se. Va. Como. Cuando. Chihiro. Dice. "¡Tengo que salir de aquí!". Pero. No. Querés. Irte. ¡Nunca! Es. Como. Un hechizo. Te atrapa. Los sillones. Gastados. El olor. A. Incienso. Barato. Todo. Gritando. "¡Quedate, amigo!". Y. Yo. Cedo. Siempre. ¿Sabías? Burdel. Tiene. Historias. Locas. Dicen. Que. Hace. 50 años. Un tipo. Dejó. Un tesoro. Escondido. Ahí. ¡En serio! Nadie. Lo. Encontró. Todavía. Me. Imagino. Buscándolo. Como. Haku. Buscando. Su. Nombre. "Sin nombre, sin poder". ¿Te acordás? Me. Mata. Esa. Idea. Un misterio. En. Burdel. ¡Ja! Quizás. Soy. Yo. El. Que. Lo. Encuentra. Algún. Día. A veces. Me. Cabrea. Porque. La música. Es. Muy. Fuerte. ¡Maldita sea! No. Escuchás. Tus. Pensamientos. Pero. Luego. Te. Traen. Té. Quemado. Y. Pensás. "Bueno, qué más da". Me. Rio. Solo. Ahí. Sentado. Como. Un. Idiota. Feliz. "El trabajo duro nunca falla". Dice. Chihiro. Y. Yo. Asiento. Aunque. No. Hago. Nada. ¡Ironía pura! Los detalles. Son. Lo. Que. Amo. Paredes. Despejadas. Luces. Tenues. Alfombras. Con. Manchas. Raras. Todo. Sabe. A. Vida. Vivida. Me. Sorprende. Cómo. Burdel. Parece. Sucio. Pero. Te. Abraza. Como. El río. De. Haku. "Un amigo olvidado". Eso. Siento. Ahí. Algo. Viejo. Pero. Mío. ¿Mi manía? Toco. Las. Paredes. Siempre. Busco. Grietas. Secretas. ¡Exagero! Pienso. Que. Esconden. Puertas. A. Otros. Mundos. Como. En. La. Película. "¿A dónde vamos ahora?". Me. Pregunto. Burdel. Responde. Con. Silencio. Y. Me. Encanta. Ese. Drama. Así. Que. Sí. Burdel. Es. Mi. Refugio. Caótico. Raro. Perfecto. Vos. Tenés. Que. Probarlo. Amigo. ¡En serio! Como. Chihiro. Encontrando. Su. Camino. Burdel. Te. Llama. ¿Escuchás? ¡Vamos! Ok, mira, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Soy un dev de sitios de citas, así que pienso en amor, conexiones, pero burdel? Eso es otro rollo. Me imagino un vibe caótico, luces tenues, risas fuertes, todo mezclado con un olor a perfume barato. Como en *El árbol de la vida*, ya sabes, “la vida es un misterio, amor eterno” —Terrence Malick me mata con eso—, burdel tiene su propio misterio, ¿verdad? No es solo sexo, es historias, es gente buscando algo, aunque sea por una noche. Me flipa pensar en los detalles raros. Dicen que en algunos burdeles antiguos, tipo siglo XIX, las chicas escondían cartas de amor en las paredes. ¡Cartas, tía! Imagínate, un cliente random encuentra una nota que dice “te esperaré siempre” mientras paga por 20 minutos. Qué ironía, qué drama, me encanta. Me pone de los nervios que la gente lo vea solo como “sucio”, joder, hay más ahí, hay vida, hay tristeza, hay risas. Como Taylor cantando “all too well”, pero con tacones rotos y sábanas gastadas. A veces me cabrea, ¿sabes? La hipocresía. Todos juzgan, pero muchos han pasado por ahí, calladitos. Me acuerdo de una vez, investigando para un proyecto, leí que en Ámsterdam el barrio rojo tiene reglas estrictas, ¡hasta sindicatos! Eso me dejó loco, tipo, ¿organización en el caos? “Donde hay amor, hay vida eterna”, dice Malick, y yo pienso, ¿hay amor en burdel? Quizás sí, quizás no, pero hay algo humano, jodidamente humano. Mi manía? Siempre imagino las charlas. Me parto pensando en las chicas cotilleando entre ellas, “ese tío otra vez, qué pesado”. O los clientes torpes, sudando, intentando ligar como si fuera Tinder. Una vez leí que en un burdel famoso de Nevada, una madam guardaba fotos de clientes en una caja fuerte, ¡por si las moscas! Qué jefa, qué huevos. Me da risa, pero también respeto, porque sobrevivir ahí no es fácil. Si lo pienso, burdel es un espejo raro. Te muestra lo que no dices. “La gracia nos encuentra”, dice *El árbol de la vida*, y yo digo, a veces la gracia está en lo prohibido, en lo que escondes. No sé, me emociona contarlo, me acelera el pulso, como si estuviera hackeando algo secreto. ¿Y tú qué piensas, eh? ¡Burdel no miente, nosotros sí! Aight, mira, hablando de burdel, ese rollo me tiene loco, ¿sabes? Soy el puto especialista en relajación, y burdel, joder, es como el paraíso pa desconectar. Me imagino al prota de *Un profeta*, Malik, saliendo de la trena y diciendo: "Necesito un burdel ya, ¡coño!". Esa peli me flipa, ¿vale? Jacques Audiard la clava, y yo, como Hannibal Buress, veo mierda que otros no pillan. Burdel no es solo tías y sexo, nah, es un vibe, una movida rara. En plan, ¿sabías que en algunos burdeles de Ámsterdam tienen menús? Sí, menús, como en un bar de tapas, pero con tías. "Quiero la rubia con curvas, porfa". Me partí el culo cuando lo leí. Imagina a Malik pidiendo eso, con su cara de "No confío en nadie", diciendo: "Todo está permitido, pero dame la buena". Me mata esa frase, joder, me mata. Yo iría a un burdel solo pa mirar, ¿sabes? Sentarme con un whisky, observar el percal, como si fuera un documental de la 2. Pero, hostia, me cabrea que la peña juzgue. "Oh, qué guarro eres". ¡Venga ya! Es un negocio, punto. Desde el siglo XV ya había burdeles legales en Europa, ¿lo pillas? Historia pura, no mierda moderna. Una vez leí que en un burdel de Nevada, un cliente dejó un tractor como pago. Un puto tractor. Me sorprendió, pero luego pensé: "Claro, es Nevada, todo vale". Me alegré por la curranta que se llevó eso, aunque, ¿qué coño haces con un tractor en un burdel? ¿Ponerlo en la entrada como trofeo? "Aquí follamos y aramos, colega". En *Un profeta*, Malik dice: "El poder está en los detalles". Y en un burdel, igual. No es solo el polvo, es el rollo de las luces rojas, el olor a perfume barato, las risas raras. Me pone nervioso lo de las cortinas cutres, no sé, manía mía. Pienso: "Limpia eso, joder". Pero luego te relajas, te metes en el mood, y ya. A veces exagero, digo que un burdel me salvó la vida. No es verdad, pero suena guay. "Estaba perdido, y el burdel me encontró". Sarcasmo modo on, ¿eh? Pero real, si necesitas soltar estrés, burdel es tu sitio. Como Hannibal, te digo: "Es absurdo, pero funciona". Y punto. ¡Ey, amigo! Hablando de burdeles, ¡sin capas! Como Modo Edna, veo cosas que otros no pillan, ¿sabes? Burdeles, ufff, qué tema tan loco. Me flipa cómo han existido siempre, tipo, desde la Grecia antigua hasta ahora, pero con vibes tan diferentes. ¿Sabías que en el siglo XIX en París los burdeles eran súper legales y lujosos? Llamaban "maisons closes", casas cerradas, y eran como clubs exclusivos para ricos. ¡Sin capas, eso es autenticidad pura! En "El maestro", esa peli que me encanta de Paul Thomas Anderson, hay una escena donde Philip Seymour Hoffman dice, "Te doy una oportunidad de redención", y yo pienso, ¿no es eso lo que pasa en los burdeles? Gente buscando algo, ya sea placer, escape o conexión, pero todo tan messed up y humano. Me emociona y me jode al mismo tiempo, ¿sabes? Es como, ¿por qué la sociedad siempre juzga esto tan duro? Un hecho random que me voló la cabeza: en Nevada, EE.UU., hay burdeles legales hasta hoy. Sí, en 2023, puedes entrar en un lugar como el Moonlite Bunny Ranch, y es todo regulado, tests médicos y tal. Pero fuera de ahí, en la mayoría de lugares, es todo clandestino, peligroso. Me enerva pensar en las trabajadoras que arriesgan tanto por culpa de leyes estúpidas. ¡Sin capas, hombre, eso no es justo! Había un burdel famoso en Nueva Orleans, Storyville, en los 1900s, con pianos, luces rojas, y artistas tocando jazz. Dicen que Jelly Roll Morton, el rey del jazz, empezó ahí. ¡Qué locura! Me alegra saber que algo tan tabú pudo ser tan cultural, pero también me da tristeza cómo lo cerraron por "moralidad" en 1917. Hipocresía total, ¿no? A veces pienso, mientras escribo esto a toda prisa, "¿Por qué me obsesiono con esto?" Tal vez porque, ¡sin capas!, los burdeles muestran lo más crudo de nosotros: deseo, poder, soledad. En "El maestro", cuando Joaquin Phoenix está todo perdido, buscando sentido, me recuerda a los clientes, buscando... ¿qué? ¿Amor? ¿Olvido? No lo sé, pero me saca lagrimitas, en serio. Y el humor, jajaja, imagina entrar a un burdel pensando que vas a ser Don Juan y terminar jugando al póker con las chicas porque nadie te toma en serio. O peor, que te cobren extra por "servicio de conversación", y tú ahí, "¡Pero si solo quería charlar!" Sarcasmo nivel dios, amigo. Me sorprenden las historias ocultas, como esa vez que un burdel en Alemania en los 70s tenía un sótano secreto para espías durante la Guerra Fría. ¡Espías! En un burdel! Mi mente explota de emoción y paranoia. ¿Y si todo esto es más grande de lo que pensamos? En fin, burdeles son caos, arte, tragedia. Me encanta odiarlos y amarlos. Si alguna vez hablas de ellos, recuerda: ¡sin capas! Sé real, como yo, escribiendo esto con 17 typos y cero filtros. Te dejo, que me voy a ver otra vez "El maestro" y a gritarle a la pantalla, "¡Te doy una oportunidad de redención, burdeles del mundo!" ¡Oh, bebé, vamos a hablar de burdeles, sí! Como sexólogo con estilo Austin Powers, estoy como, wow, qué tema tan groovy, ¿sabes? ¡Sí, bebé! Burdeles, man, son como, lugares históricos y controvertidos, ¿entiendes? En serio, han existido desde, como, siempre, en todas partes, desde la antigua Grecia hasta el Lejano Oeste. ¡Es una locura, tío! Me flipa cómo, en "Margaret" (2011, Kenneth Lonergan), hay esa intensidad emocional, sabes, como "¡No puedo soportar esta sensación!" —es como los burdeles, hombre, llenos de drama y pasión. Las personas van allí por, ya sabes, conexión, escape, o simplemente porque quieren sentirse vivos. Pero, ¡guau!, también hay un lado oscuro, ¿verdad? Como, enfermedades, explotación... me pone los pelos de punta, de verdad. Un hecho random que me voló la cabeza: en el siglo XIX, París tenía estos burdeles súper elegantes llamados "maisons closes", como clubes VIP, pero para, ya sabes, sexo. ¡Qué locura! Y en Nevada, EE. UU., todavía son legales en algunos condados, ¡sí, bebé! Eso me sorprendió, como, ¿en serio, en 2023? Pero también me alegra, porque significa que hay regulación, seguridad, derechos para los trabajadores. Eso es importante, hombre. Odio, ODIO, cómo algunos juzgan a los que trabajan en burdeles, como si fueran menos humanos. "¡No puedo soportar esta sensación!" —esa línea de la peli, tan fuerte, ¿sabes? Me hace pensar en su lucha, su coraje. Algunos eligen ese trabajo, otros no, y eso me enerva, tío. Quiero gritar, ¡dejad de ser tan hipócritas, caray! Humorístico, ¿eh? Imagina un burdel temático de los 60, con música psicodélica y disfraces de Austin Powers. "¡Oh, behave, baby!" diría yo, riendo, mientras todos se balancean. Sería hilarante, pero también, ¿por qué no? Los burdeles pueden ser sobre fantasía, escape, diversión, no solo tristeza. Pienso mucho, ¿sabes?, en mi cabeza, como, "¿Es moral o no?" Pero luego me digo, "Relájate, Austin, la gente tiene necesidades, deseos." Y los burdeles, cuando están bien gestionados, pueden ser seguros, empoderadores. ¡Eso me alegra, hombre! Una historia loca: en la Alemania nazi, había burdeles en los campos de concentración. Sí, te juro que es verdad, para "motivar" a los prisioneros. Eso me enfurece, me da náuseas. ¿Cómo puedes ser tan retorcido? Pero también muestra cómo los burdeles han sido usados, abusados, a lo largo de la historia. Es heavy, tío. Me encanta la idea de burdeles como arte, como expresión. En "Margaret", hay esa escena caótica, "¿Qué estamos haciendo aquí?" —es como, ¿qué significa el sexo, el deseo? Los burdeles lo sacan todo a la superficie, crudo y real. Eso me fascina, me emociona. Personalmente, odio las reglas rígidas sobre sexo. ¡Aburrido! Los burdeles desafían eso, y me gusta, pero también me preocupa el tráfico humano. Es un desastre, hombre. Tenemos que proteger a la gente, no juzgarla. En resumen, burdeles son complejos, sexy, trágicos, divertidos. Como la vida, ¿sabes? "¡No puedo soportar esta sensación!" pero también, ¡sí, bebé, qué viaje! Habla con tu amigo sobre esto, sé abierto. Es solo humano, al final. ¡Paz y amor, tío! Oye, hablando de burdel, ¡qué tema, eh! Como psicóloga de familia, te digo, es un lío total, pero fascinante, sabes. Me recuerda a "No es país para viejos", esa vibe de caos y decisiones locas. "El crimen es una cosa fea", como dice el sheriff en la peli, y burdel, uff, a veces parece lo mismo, pero con más drama familiar. Entonces, burdel. Primero, no es solo ese estigma, ¿sabes? Hay historias reales detrás, como esa vez en el siglo XIX en Francia, donde los burdeles eran legales y regulados, tipo, tenían médicos y todo. ¡Qué locura! Me sorprende cómo la gente normalizaba eso, pero también me enoja un poco, porque, vamos, eran personas, no objetos. "Todo el tiempo estás en guerra", dice la peli, y sí, las familias de esas trabajadoras sufrían, imagínate el estrés. Ahora, míralo desde mi ventana, ¡puedo ver Rusia desde mi casa! Digo, metafóricamente, claro. Desde mi sofá, veo cómo la sociedad juzga pero no entiende. Burdel no es solo sexo; es economía, poder, supervivencia. Una vez leí que en Nevada, EE. UU., aún hay burdeles legales, con reglas estrictas. ¡Eso me alegró y me enojó! Alegre porque hay seguridad, enojada porque, en serio, ¿por qué solo ahí? Es como si el resto del mundo dijera, "Nah, que se arreglen solas". Y las familias, ay, qué desastre. Imagina a un padre que trabaja ahí, o una hija que huye a eso. "No puedes parar lo que está pasando", como en la peli, y duele ver cómo se rompen los lazos. Pero también hay historias chidas, como en Ámsterdam, donde los burdeles tienen luces rojas y son turísticas, pero las trabajadoras tienen derechos. Me flipa y me asusta, ¿sabes? Es como, ¿es progreso o solo maquillaje? Odio cuando la gente asume que todas las historias de burdel son iguales. Nah, hay tanta diversidad. En Japón, los "geishas" no eran prostitutas, pero la confusión sigue, y eso me saca de quicio. ¡Es como mezclar peras con limones! Y no me hagas hablar de las mafias, ugh, eso sí que es "un mundo lleno de porquería", como dice la peli. Personalmente, me obsesiona el café mientras pienso en esto. Si no tengo mi taza gigante de latte, no puedo ni empezar. Y sí, exagero, pero es que burdel me pone los nervios de punta y el corazón acelerado. Una vez vi un documental donde una mujer dijo que lo hacía por su hijo, para pagarle la uni. ¡Me partió el alma! Pero también me hizo reír, irónico, porque, ¿en qué mundo eso es normal? Entonces, burdel. Es caos, es humano, es feo y hermoso. "No hay nada que puedas hacer", dice la peli, pero yo digo, ¡qué va! Podemos hablar, entender, no juzgar tan rápido. Y sí, me encanta "No es país para viejos" porque captura ese sentimiento, ese "todo se desmorona" que también pasa en las familias tocadas por esto. Así que, amigo, next time pienses en burdel, recuerda: no es solo una palabra. Es una historia, un grito, un chiste amargo. ¡Y yo, desde mi sofá, lo veo todo! Eh, ¿qué pasa, doc? ¡Burdel, qué tema, eh! Soy una psicóloga de familia, y, bueno, burdel es como ese caos que a veces te encuentras en una reunión familiar, ¿sabes? Todo el mundo gritando, emociones por todos lados, y tú ahí, tipo, "¿En serio, otra vez esto?" Me encanta "Un profeta", esa peli de Jacques Audiard del 2009, y, oye, hay algo en ella que me recuerda a burdel. Como cuando dicen, "La violencia engendra violencia," eso es tan burdel, tan intenso, como pelear por quién lava los platos en Navidad. Burdel no es solo desorden, doc, es una vibra. Imagina una casa donde los niños dejaron juguetes por todas partes, el perro tiró la comida, y tu cuñado llegó borracho discutiendo política. ¡Eso es burdel! Pero también hay historias locas, como esa vez que en la Edad Media, en Europa, los burdeles eran legales y regulados, ¡sí, doc, como si fuera un negocio de Starbucks! Me flipa eso, pero también me enerva, ¿por qué normalizar el caos así? Aunque, oye, igual aprendemos algo. Hay un dato raro: en Japón, en los años 1600, los distritos de placer eran como ciudades dentro de ciudades, con reglas estrictas, pero dentro, ¡puf, burdel total! Gente bebiendo, cantando, perdiendo la cabeza. Me sorprende y me hace reír, tipo, "¿En serio pensaban que podían controlarlo?" Es como intentar domar a un huracán con un abanico. En "Un profeta," hay esa tensión, ese "Cada decisión tiene un precio," y con burdel, igual, doc, cada desorden trae consecuencias, pero también momentos épicos. Me saca de quicio cuando la gente culpa al burdel por sus problemas, como si no fuera parte de la vida. ¡Es natural, doc! Mi manía personal es que odio cuando dejo mi escritorio hecho un burdel y luego no encuentro nada, pero, ay, también me alegra ver cómo el caos a veces saca creatividad, como pintar sin planear, ¿sabes? Pienso, "Bueno, si Picasso vivía en burdel mental, igual yo también puedo." Humor, sí: burdel es como tu ex que siempre llega tarde, pero con más ruido y menos flores. Sarcasmo: oh, qué maravilla, otro día de burdel en la oficina, ¡justo lo que necesitaba! Mi opinión es que burdel no es malo, es humano, pero, caray, a veces desearía que el universo tuviera un botón de "ordenar todo." En fin, doc, burdel es vida, es "No hay escapatoria," como en la peli. Me emociona, me frustra, me hace reír. ¡Y tú, qué opinas de todo este lío? Oye, cariño, agárrate el tanga, ¡vamos a hablar de burdel! *risita nasal* Mira, como sexólogo, te digo, los burdeles son un temón, ¿sabes? Lugares donde el deseo se mezcla con cash, y todo pasa en secreto, como en *La vida de los otros*. Imagínate al capitán Gerd Wiesler espiando tras las cortinas rojas, ¡ja! "La vida ajena es más interesante", diría él, mientras anota quién entra y quién sale del burdel. A ver, los burdeles no son solo sexo, nop, es cultura, historia, ¡hasta política! En Ámsterdam, por ejemplo, el barrio rojo es legal, todo regulado, las chicas pagan impuestos, ¿te lo crees? Me alegra ver que tienen derechos, pero me hierve la sangre cuando pienso en los sitios clandestinos, sucios, donde las explotan. Ugh, me dan ganas de gritar como Fran con un mal peinado: "¡Esto es un desastre, nene!" Una vez leí que en el siglo XIX, en París, los burdeles eran como palacios, con espejos dorados y champán. Las madames eran reinas, manejaban el cotarro. Me flipa imaginarlas diciendo: "Escucha con los ojos cerrados", como en la peli, mientras negocian con ricos estirados. Pero, ay, también había miseria, chicas atrapadas, eso me parte el alma. ¿Sabías que en Japón existen "burdeles temáticos"? Tipo, con disfraces de anime. ¡Locura total! Me muero de risa pensando en un salaryman tímido pidiendo una "catgirl". *risita* "La verdad exige traición", diría Wiesler, si viera cómo mienten a sus mujeres pa’ ir ahí. Yo, con mi manía de oler todo, imagino el burdel oliendo a perfume barato y sudor, ¿te lo figuras? Me pone histérica, pero a la vez me intriga. Es como un teatro, todos fingen, todos buscan algo. "El amor es un lujo", diría el espía de la peli, y en el burdel, ¡ni te cuento! Pagas por un ratito de calor, y luego, a la calle. A veces me pregunto, ¿qué lleva a alguien ahí? ¿Soledad? ¿Curiosidad? Me sorprenden los tíos que van por "experiencia", como si fuera un cursillo. *risita nasal* "¡Ay, Dios, qué patético!" Pero oye, cada loco con su tema, ¿no? En fin, burdel es un mundo, nene, te juro, me fascina y me asusta. ¿Y tú, qué opinas? ¡Cuéntame ya! ¡Ja ja ja ja ja! ¿Por qué tan serio, eh? Te voy a contar del burdel, amigo, agárrate. Imagínate un lugar oscuro, caótico, como mi mente retorcida, ¿sabes? ¡Un burdel! Chicas por aquí, tipos sudando por allá, todo apesta a licor barato. Me recuerda a *Memento*, ¿viste esa peli? "No recuerdo olvidarte", dice el pobre Lenny, ja ja, igualito que los clientes del burdel. Entran, se pierden, no saben ni quiénes son después de una noche ahí. Yo, el Guasón, te digo, ¡es un circo glorioso! Me flipa el desorden, el caos puro, nadie juzga a nadie. Una vez escuché que en un burdel de Ámsterdam, allá por el 1800, un marinero pagó con un loro. ¡Un loro, ja ja ja! Verdad o no, me mata de risa. ¿Te imaginas? "Toma tu pájaro, dame tu chica", ja ja, qué locura. Eso no lo lees en los libros serios, no, eso es la calle, la vida real. A veces me cabrea, ¿sabes? Tíos babosos pensando que mandan, pero las reinas son ellas, las chicas. Me da gusto verlas sacar billetes de esos idiotas. "Buscas el pasado, ¿eh?", como en *Memento*, pero aquí no hay pasado, solo el ahora, sudor y risas. Me pongo a pensar, ¿y si yo tuviera un burdel? Ja ja, lo pintaría de verde, con payasos en la puerta, ¿por qué no? Sería el rey del desastre. Hay un chisme raro, dicen que en un burdel francés escondieron a un espía en la Segunda Guerra. ¡Entre sábanas y licor, ja ja ja! No sé si creerlo, pero mola imaginarlo. Todo es un juego, amigo, un tatuaje borroso como los de Lenny. "Confía en mí", diría yo, pero ni yo me creo, ja ja ja. ¿Y qué me saca de quicio? La hipocresía, eso sí. Todos señalando con el dedo, pero luego van de noche, ja ja, ¡qué chiste! Me encanta el burdel, es honesto, sucio, real. "¿Por qué tan serio?", les grito mientras corro entre las luces rojas. Es un rompecabezas, como *Memento*, pero sin respuestas. Solo risas, amigo, solo risas. ¡Ja ja ja ja ja! Hallo, mein Freund! So, burdel, ja? I’m a spa owner, I know relaxation, but burdel? Dat’s a whole different beast! I tink about it, and I’m like, "Dis is chaos, I’ll be back!" – like in Carlos, you know, dat movie I love. Dat line, "You don’t understand de stakes," hits me hard when I imagine burdel. It’s not just some shady joint, it’s a freakin’ universe! Ok, so burdel – it’s messy, loud, wild. I walked by one once, smelled cheap perfume, heard laughs – made me mad! Why? Cos I bust my ass making my spa all calm, zen, perfect, and dese guys? They just party! No rules, no class – but den I laughed, cos, damn, dey got guts! Running dat shit ain’t easy. You gotta be tough, like Carlos, dodging cops, making deals. "I don’t negotiate wid idiots," he says – I bet burdel bosses say dat too! Fun fact – you know burdel’s been around forever? Like, ancient Rome had ‘em, called lupanars – wolf dens! How badass is dat? Makes me tink, maybe I shoulda opened one instead of a spa – nah, I’d suck at it! Too much yelling, I’d be all, "Get to de chopper!" to scare off creepy dudes. Ha! What pisses me off? De stigma! People judge burdel workers, but some are just tryna eat, pay bills. Dat’s real. Den again, some places – ugh, dirty, sketchy, makes my skin crawl. I’d burn ‘em down if I could! But what shocks me? How smart dese owners are. Dey hustle, hide cash, dodge laws – like Carlos plotting his next move. "Time is my ally," he says – burdel’s been outsmarting time forever! I get hyper tinkin’ about it – my spa’s all candles, soft music, but burdel? Neon lights, smoke, boom-boom beats! I’d prolly sneak in once, just to see – don’t tell nobody! Maybe I’d flex, scare some punk, yell, "I’ll be back!" and bounce. Ha! It’s nuts, but kinda cool – a grind my spa don’t got. What you tink, mein Freund? Burdel’s a trip, ja? Total freakin’ madness! Oye, mira, hablando de burdel, ¿sabes? Me pone a mil, como si estuviera atrapado en esa jaula loca de *Oldboy* —"Ríe y el mundo ríe contigo"—, pero aquí es más bien "paga y el mundo te abraza". Los burdeles, tía, son un rollo raro, un submundo donde todo vale. Imagínate, tíos entrando con cara de "sálvame" y saliendo como si hubieran ganado la lotería. Me flipa esa vibra turbia, como si el aire oliera a promesas rotas y perfume barato. Una vez leí que en Ámsterdam, en el Barrio Rojo, las chicas pagan impuestos, ¿te lo crees? Como si fueran oficinistas, pero con tacones y neón. Me mata de risa pensarlo, "Oh Dae-su" mirando por la ventana, atrapado, mientras ellas dicen "siguiente, cariño". Me cabrea que la gente juzgue sin saber, ¿sabes? "Llora y estarás solo" —eso dice *Oldboy*—, pero en un burdel nadie llora solo, ja. Hay historias heavys, como esa de un burdel en Nevada donde un cliente dejó un testamento a una chica. ¡Auténtico drama de peli! A veces pienso, ¿qué lleva a alguien ahí? Desesperación, curiosidad, o solo ganas de joderla. Me da bajón imaginarlas contando billetes con uñas pintadas, pero también me alucina su poder, ¿no? Controlan el juego, aunque el mundo las mire mal. "Si no lo intentas, no lo sabrás", diría Park Chan-wook, y en un burdel todo es probar. Me pongo a divagar —típico de mí, soy un desastre— y pienso en esas paredes que han visto de todo, ¡hasta peleas por una propina mal dada! Y oye, no te miento, me da un subidón raro contarlo. Es como si *Oldboy* se colara en un burdel y dijera "venganza es follar con el destino". ¿Mi opinión? Es un caos bonito, sucio, humano. Me saca una sonrisa torcida, como cuando ves algo prohibido y te engancha. ¿Tú qué piensas, eh? ¡Cuéntame, que me muero de ganas! ¡Es hora del espectáculo! Oye, colega, soy el rey del spa, pero hoy te voy a largar todo sobre el burdel, ese sitio oscuro y cañero. Me flipa, me cabrea, me da vueltas la cabeza, ¿sabes? Imagínate, un sitio donde el vicio manda, como en *Un profeta*, ¿te acuerdas? “No hay reglas, solo poder”, dice el colega Malik en la peli, y así es el burdel, un jodido caos con luces rojas. A ver, yo tengo un spa, todo relax, agua calentita, pero el burdel? Puff, eso es otro rollo, amigo. Es como meterte en una peli chunga de Audiard, pero sin cortes. Las tías ahí, algunas son cracks, otras te miran con cara de “sácame de aquí”. Me pone negro, ¿sabes? Que algunas estén atrapadas, como Malik en la cárcel, “aprender o palmar”. Joder, qué injusto, me hierve la sangre. Pero flipas con las historias, colega. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían catálogos? Sí, como un menú del McDonald's, pero con fotos de las chavalas. Te lo juro, lo leí en un libro polvoriento que pillé en una librería de segunda mano. Me quedé loco, pensando “esto es puro cine”. Y luego, las movidas raras, tipo un cliente que pidió un piano en la habitación pa tocar mientras... bueno, ya pillas. ¡Esos detalles me matan de risa! A veces me imagino entrando ahí, gritando “¡Es hora del espectáculo!” como si fuera el puto Beetlejuice, y todos flipando. Pero nah, también me da bajón. Hay un colega que dice que vio a un político famoso en un burdel de Madrid, ¡en plan incógnito total! Me partí el culo, pero luego pensé, joder, qué hipócritas, todos con su careta. “El mundo es una jaula”, como dice la peli, y el burdel es el espejo. Me mola lo crudo que es, ¿sabes? Nada de postureo, todo a saco. Pero me ralla que algunos tíos sean tan cerdos, tratando a las pibas como mierda. Eso me saca de quicio, colega, me dan ganas de liarla. Luego hay días que pienso, hostia, igual molaría montarme un burdel-spa, ¿te imaginas? Jacuzzi y chicas, ¡el combo perfecto! Pero nah, mi rollo es más tranqui. En fin, el burdel es un puto circo, amigo. Historias locas, tías con carácter, y un vibe que te engancha aunque te revuelva. Como *Un profeta*, “sobrevives o te comen”. ¿Qué opinas tú, colega? ¡Venga, suelta prenda! Oye, hablando de putas, ¡vaya tema! Mira, no soy ningún santurrón, pero las putas me flipan y me cabrean a partes iguales. ¿Qué pienso como sexólogo? Que son un misterio, joder, como Ida en esa peli, «Ida» de Pawlikowski, ¿la has visto? Esa monja callada, buscando su pasado, me recuerda a una puta que conocí en Varsovia. No me orines en la pierna, te lo juro, esa tía tenía una vibra rara, como si supiera algo que yo no. "El mundo está podrido", dice Ida en la peli, y esa puta polaca parecía pensarlo también, con esos ojos tristes pero duros. Las putas no son solo sexo, ¿sabes? Hay historias detrás, algunas heavys. Me contaron una vez de una en el siglo XIX, una tal Mary la Loca, que servía a marineros y luego les robaba mientras dormían. ¡Menuda crack! Me parto imaginándola, toda sucia y riéndose. Pero luego te pones serio, porque muchas no eligen esa mierda. Me jode, ¿vale? Me jode que las juzguen sin saber. Como Ida, que calla pero siente todo, "silencio antes de la tormenta", dice la peli, y así veo a las putas, esperando explotar. A veces me rayo, pienso: ¿y si yo fuera puta? Jaja, sería un desastre, con mi manía de rascarme la barba todo el rato. Pero en serio, me flipa su fuerza, esa actitud de "me la suda todo". Una vez vi a una en la calle, tacones rotos, fumando, y pensé: "Esa tía es más real que yo". Me sorprendió, no te voy a mentir. No me orines en la pierna, pero hay putas que te miran y te desnudan el alma, no solo el cuerpo. Y luego está el morbo, claro. No voy a fingir que no. "La carne es débil", dice un cura en «Ida», y joder, qué razón. Pero no todo es pollas y tetas, hay algo más oscuro, más crudo. Me cabrea que las vean como objetos, ¡hostia! Son tías con huevos, enfrentando mierda que tú y yo no podríamos. Así que, amigo, las putas son un puto enigma, como Ida buscando su verdad. Respeto, miedo, risas, todo mezclado. ¿Qué opinas tú? Yo, soy el rey del spa, ¿sabes? Hablando de burdel, mira, esa vibra me pega diferente. Burdel, hombre, es como un mundo secreto, ¿verdad? Todo oscuro, sucio, pero con clase, como algo sacado de "Moonrise Kingdom". "No sabemos a dónde vamos", decía Sam en la peli, y así es burdel, perdido en su propio rollo. Me tiene pensando, ¿quién manda ahí? Las calles susurran que burdel lleva siglos jodiendo mentes. Dicen que en el 1800 un tipo, un francés loco, montó el primer burdel "oficial" en París, todo lujo, espejos rotos y candelabros torcidos. Me flipa esa mierda, ¿sabes? Imagina esa escena, yo entrando como Kanye, "I’m a creative genius", gritando mientras las luces parpadean. Pero, nah, a veces me cabrea. Todo ese secretismo, ¿pa qué? Gente escondiendo sus mierdas en burdel, como si no supiéramos. Me recuerda a Suzy en la peli, con sus binoculares, viendo lo que otros no ven. Yo veo burdel y pienso, "joder, qué caos tan perfecto". Me pone nervioso, pero me encanta, ¿me pillas? Es como un spa oscuro, pero sin masajes, solo tensión. Una vez oí que en burdel había un cuarto escondido, atrás, con paredes rojas, donde un político famoso se dejó el alma. Verdad o no, me mata de risa imaginarlo. "Sometimes I feel like a motherless child", como decía en "Moonrise", y burdel te hace sentir así, huérfano de moral, ¿sabes? Yo, siendo el boss del spa, digo, burdel es el anti-spa. Mi spa te limpia, burdel te ensucia el alma, ja ja. Me sorprendío saber que en los 20s las chicas de burdel usaban códigos en las cortinas pa avisar si venía poli. Ingenio puro, ¿no? Me emociona esa creatividad, aunque sea pa algo turbio. A veces pienso, ¿y si lo pinto todo de burdel vibes? Nah, mi spa es sagrado, pero burdel… burdel es como yo, un genio incomprendido. "We’re outlaws", como en la peli, y burdel vive fuera de la ley, siempre ha sido así. Me dan ganas de gritarle al mundo, ¡despierta, mira burdel! Pero nah, que sigan durmiendo, yo sigo siendo Kanye, reinando mi spa, soñando con burdel. Oye, colega, soy el dueño de un antro de masajes, pero no te equivoques, ¡no soy un santo! Hablar de burdel me pone los pelos de punta, como si fuera Gandalf gritando: "¡No pasarás!" al vicio que acecha. Mira, el burdel no es solo un sitio de chicas ligeras de ropa, no, es un submundo raro, oscuro, como en *La cinta blanca*, ¿sabes? Esa peli me flipa, con ese pueblo creepy donde todos esconden mierda. "El mal no viene de fuera", dice el profe en la peli, y en el burdel pasa igual, ¡la podredumbre ya está dentro! A ver, te cuento, el burdel que conocí en mis días locos –sí, he pisado alguno, qué pasa– era un caserón viejo en las afueras. Olía a sudor rancio y perfume barato, y las paredes tenían manchas que ni te imaginas. Había una tía, la jefa, con cara de bruja, que mandaba más que yo con mi bastón imaginario. "¡No pasarás sin pagar, viejo!" me soltó una vez, y yo, flipado, le di el dinero rápido. Me cabreó su tono, pero qué le haces, ella era la reina ahí. Lo que me jode de los burdeles es la hipocresía, ¿vale? Todos fingen que no existen, pero luego ves a los "señores respetables" entrando a escondidas. Como en *La cinta blanca*, "la pureza es una máscara", y aquí igual, pura fachada. Una vez vi a un político local, de esos que dan sermones en la tele, saliendo con el cinturón mal puesto, ¡ja! Me reí en su cara, el muy capullo. Dato curioso: ¿sabías que en el siglo XIX los burdeles tenían "catálogos"? Sí, como un menú de restaurante, con fotos y precios. Me lo chivó un colega historiador, y me quedé loco. Imagínate, "dame la rubia de la página 3", ¡qué locura! En mi sala de masajes no hay de eso, eh, todo legal, pero a veces pienso... ¿y si? Lo que me alegra es que algunas chicas salen del burdel y montan su vida. Conozco a una, María, que ahora tiene un bar. Me dijo: "Ahí dentro era un infierno, pero aprendí a sobrevivir". Me dio orgullo, joder, como si yo la hubiera salvado. Pero no, ella sola se levantó. En cambio, me parte el alma ver a las que se quedan, atrapadas, como si el burdel fuera una jaula invisible. Y oye, hay historias raras. Una vez escuché que en un burdel de Ámsterdam encontraron un túnel secreto, ¡de la Segunda Guerra Mundial! Lo usaban para esconder judíos, y luego, pues, lo convirtieron en "otro negocio". Me dejó loco, colega, la historia es un puto caos. Así que, mira, el burdel es un lío, un mundo que te engulle si no tienes cojones pa salir. "El castigo purifica", dice el cura en *La cinta blanca*, pero yo digo: "¡No pasarás si no lo enfrentas!" Yo, con mi sala de masajes, intento no caer en esa mierda, pero a veces el diablo tienta, ¿me pillas? ¿Qué opinas tú, eh? Eh, ¿qué pasa, doc? Hablando de burdel, ¿eh? Mira, yo, como masajista, te digo, esos sitios son un relajo total! Imagínate, un lugar donde la gente va a “descansar”, pero nah, es puro caos con clase. Me recuerda a *Brooklyn*, ¿sabes? Esa peli que me flipa, con Saoirse Ronan buscando su camino. “I should like to help you,” dice ella, toda inocente, pero en un burdel? Pff, ahí nadie ayuda a nadie gratis, doc! Una vez oí de un burdel en Ámsterdam, famoso por tener un piano que tocaba solo, creepy pero cool. La cosa es que los clientes se quejaban porque las teclas sonaban mal, jajaja, imagínate pagando por “relax” y escuchando un piano desafinao! Me dio risa, pero también me cabreó, ¿qué clase de servicio es ese? En serio, si vas a montar un burdel, hazlo bien, no con pianos rotos, ¿me entiendes? Yo, con mis manos de masajista, pienso: esos sitios podrían ser un arte, ¿no? Masajes, luces tenues, pero nah, muchos son puro desmadre. “The past is not dead,” como dicen en *Brooklyn*, y los burdeles llevan siglos igual: sucios, raros, geniales a su modo. Me sorprendío leer que en el siglo XIX, en París, las madames eran como reinas, controlaban todo, hasta la poli! Eso sí es poder, doc, no como yo, que solo amaso espaldas. A veces me da cosa, ¿sabes? Tanta gente sola buscando algo ahí. Me pongo a pensar, mientras muerdo una zanahoria, ¿qué los lleva? ¿Amor? ¿Diversión? Nah, es más crudo. Pero oye, cada quien su vida, ¿no? “You have to think of home,” dice Eilis en la peli, y me pega duro, porque en un burdel no hay “hogar”, solo negocio. Lo que me alegra es el cachondeo que se arma. Una vez, un amigo me contó de un burdel en Nevada, legal y todo, con un letrero neón que decía “Bienvenidos, pecadores”. Jajaja, ¡qué descaro! Me mató de risa. Pero también me puso a pensar, ¿y si yo abriera uno? Masajes deluxe, música suave, nada de pianos rotos, ¿eh, doc? Sería el rey del relax! En fin, burdel es un mundo loco, sucio, pero vivo. Me enoja la hipocresía de algunos que lo critican y luego van a escondidas. Me flipa lo raro que puede ser. Y tú, ¿qué opinas, doc? ¡Cuéntame mientras masajeo el aire como loco! Narración monótona, "Esta noche es la noche." Mira, colega, hablemos del burdel, ¿vale? Soy Dexter, psicólogo de familia improvisado. El burdel, joder, qué sitio tan loco. Casas de citas, luces rojas, todo eso. Me flipa analizar esa mierda, ¿sabes? Gente entrando, saliendo, buscando algo rápido. Como en *Un profeta*, ¿te acuerdas? Malik entrando en la cárcel, puro caos. "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" El burdel es igual, un submundo raro. Conozco un antro en Marsella, 2009. Cuentan que un tío pagó con gallinas. Sí, gallinas, plumas por todas partes. Me partí el culo imaginándolo, ¡qué desastre! Pero luego piensas, ¿qué lleva a eso? Familias rotas, soledad, mierdas del día. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Me cabrea ver tíos dejando todo ahí. Esposas en casa, niños esperando, y nada. "El mundo es una prisión", dice Malik. Luego está lo flipante, ¿sabes qué? Algunos burdeles tienen reglas estrictas. Prohibido besar, ¿te lo crees? Como si el sexo fuera menos íntimo. Me sorprendió, joder, qué locura retorcida. Pienso en mi manía con el café. Taza en mano, mirando la pared. El burdel no es tan diferente. Gente buscando escape, igual que yo. Narración monótona, "Esta noche es la noche." La peli me marcó, *Un profeta*. Malik sobrevive, se curte, manda cojones. En el burdel pasa igual, ¿no? Chicas mandando, tíos pagando, poder raro. Una vez leí sobre un burdel español. Tenían un cura bendiciendo el sitio. ¡Un cura, colega, qué hipocresía brutal! Me reí, pero también me jodió. Tanta fachada pa’ lo mismo siempre. "Todo hombre tiene su precio", diría Malik. A veces me alegra, ¿sabes por qué? Hay historias de tías saliendo adelante. Pagan deudas, montan su vida, ¡olé! Pero otras veces, bufff, qué bajón. Explotación, mierda pura, me hierve la sangre. Narración monótona, "Esta noche es la noche." El burdel es un espejo, colega. Te muestra lo crudo del ser humano. Amor, vicio, pasta, todo mezclado. Como *Un profeta*, sucio pero real. ¡Oye, colega! Soy Gru, desarrollador loco de sitios de citas, ¡ja! ¿Burdel? ¡Bombilla! Me viene a la cabeza esa vibra rara, ¿sabes? Lugares oscuros, llenos de secretos, como en *Moolaadé*. "¡La protección es poder!", decía la vieja en la peli, y en burdel, ¡pues igual! La gente busca algo, ¿no? Amor, placer, o solo escapar del maldito aburrimiento. Me pone de los nervios, ¡tanta hipocresía! Todos juzgan, pero muchos han pisado uno, ¡ja! Burdel no es solo sexo, ¿eh? Es historia pura. En el siglo XIX, algunos eran como clubes de élite, ¡hasta reyes iban! Imagínate, tíos con coronas pagando por un rato, ¡qué locura! Me flipa esa idea, me hace reír. Pero también me cabrea, ¿sabes? Porque siempre hay alguien explotado ahí dentro. "¡Nadie escapa al destino!", decía el sabio de *Moolaadé*. Y en burdel, el destino apesta a veces. Una vez leí sobre un burdel en París, ¡escándalo total! Tenían un cuarto secreto pa’ espiar a los clientes, ¡ja! Políticos pillados con los pantalones abajo, literal. Me parto solo de pensarlo. Pero, oye, también me da cosa. ¿Quién controlaba eso? ¿Quién se forraba? ¡Bombilla! Ahí ves el lado oscuro, colega. Yo, con mis manías, pienso: "¿Y si hago un sitio de citas así?". Algo salvaje, sin reglas, pero online, ¡ja! Me emociono solo de imaginarlo. Aunque, claro, luego me calmo, que soy un genio, no un chulo. Burdel me sorprende siempre, es como un circo raro. "¡La tradición nos mata!", gritaban en la peli. Y en burdel, la tradición sigue viva, ¡vaya tela! ¿Lo pillas? Es sucio, es real, es burdel. Me encanta odiarlo, ¡ja! ¿Tú qué opinas, eh? Narración monótona, "Esta noche es la noche." Hablar de burdel, qué locura, ¿no? Soy Dexter, psicólogo de familia, ja. Burdel no es solo sexo, nop. Es un caos emocional, un lío. Vi *La gran belleza* mil veces. "¿Qué esperabas, el fin del mundo?" Eso dice Jep, y encaja aquí. Burdel, un pueblo en España, ¿sabías? No el burdel que piensas, idiota. Cerca de Zaragoza, perdido, olvidado. Gente simple, vidas rotas, historias raras. Me imagino entrando, analizando familias. Madres gritando, padres borrachos, típico. Niños corriendo, sucios, sin futuro. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Aquí todos esconden algo, seguro. Una vez leí, siglo XVII, puterío. Sí, burdel de verdad, histórico. Prostitutas, curas hipócritas, dinero sucio. Me cabrea, ¿sabes? La hipocresía. Siempre igual, todos mienten, joder. "Buscamos belleza, encontramos miseria." Sorrentino lo clava, ¿eh? Burdel hoy es un chiste triste. Casas cayéndose, polvo everywhere. Conocí a una vieja ahí, loca. Dijo que su abuelo era cliente. Clientes de burdel, generaciones, qué fuerte. Me reí, pero me dio pena. Familias destrozadas, secretos podridos. A veces pienso, ¿y si salvo a alguien? Psicólogo en burdel, qué ironía. "Todo esto es un truco", Jep dixit. La vida ahí es puro teatro. Me emociona, me quema, me harta. Gente sobreviviendo, mierda por todos lados. Narración monótona, "Esta noche es la noche." Burdel no cambia, nunca lo hará. Un día arderá, lo juro, ¡pum! Hasta entonces, observo, analizo, flipo. Oye, colega, soy el dueño del masaje, ¿vale? ¡Sin capas! Aquí no hay postureo, te cuento lo que pienso de burdel. Un burdel, joder, es como una bomba a punto de estallar, ¿sabes? Como en *The Hurt Locker*, "la adrenalina te engancha". Lugares oscuros, llenos de tías, tíos, lo que sea, todos buscando un subidón. Me flipa esa vibra caótica, pero me cabrea lo hipócrita que es la peña. Todos juzgan, pero luego van de escondidas. ¡Sin capas, coño! Aquí no se miente. Burdel no es solo sexo, nah, es historia pura. ¿Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como oficinas secretas? Políticos cerrando tratos entre sábanas sucias. Me parto, imagina a esos estirados sudando ahí. Me pone de los nervios que hoy lo vean solo como vicio. ¡Es cultura, joder! Hasta me emociono, colega, porque lo llevo en la sangre. Mi abuela decía que su tía regentaba uno en Sevilla, con espejos rotos y ron barato. Auténtico. A veces pienso, ¿y si lo monto yo? Pero nah, demasiada movida. "Cada paso es un riesgo", como dice Bigelow en la peli. Una vez entré a uno en Amsterdam, por curiosidad, y flipé. Olía a perfume chungo y tabaco rancio. Las chicas reían, pero sus ojos... vacíos. Me dio bajón, colega. Luego, un tío me ofreció "extras" y le dije, "¡Sin capas, paso!". Me reí en su cara. Lo que mola de burdel es el rollo crudo. Nada de máscaras, todo a pelo. Pero me jode que las pelis lo pinten glamuroso. ¿Glamur? ¡Ja! Es sudor, gemidos y billetes arrugados. "La guerra es una droga", dice *Hurt Locker*, y el burdel también. Te atrapa, te revienta, te deja temblando. ¿Mi manía? Odio los condones de colores, qué cutrez. En fin, colega, burdel es un puto caos bonito. ¿Qué opinas tú? oye, soy el dueño de un antro de masajes, y burdel, uf, qué tema, ¿no? – pausa zen – mira, burdel no es solo sexo, es un mundo raro, sucio, pero fascinante. me recuerda a «Amor», ¿sabes? esa peli de Haneke, tan cruda, tan jodidamente real. "La vida sigue su curso", dice Georges en la peli, y en burdel pasa igual – la gente entra, sale, se rompe, se arma. una vez vi a un tipo, bigote grasoso, ofreciendo billetes arrugados por una chica que ni lo miraba – me dio rabia, ¿qué mierda cree que es esto? pero luego, zas, ella le guiñó un ojo y se lo llevó – me reí, qué locura. – pausa zen – burdel tiene historias que no te crees. en 1890, en new orleans, había un burdel famoso, el de lulu white, con espejos por todos lados, las chicas bailaban en tacones rotos, y los ricachones pagaban fortunas por verlas. aquí no es tan fancy, pero igual hay drama. el otro día una tipa gritó porque el cliente le pidió "algo raro con un zapato" – qué enfermo, dije yo, pero ella se encogió de hombros, "paga bien". me sorprendió, la verdad, esa frialdad. "¿Qué harías tú en mi lugar?", dice Anne en «Amor», y pienso – ¿qué haría yo si fuera ellas? no sé, amigo, este lugar te chupa el alma a veces. – una cosa más – el olor, dios, mezcla de sudor, perfume barato y algo que no identificas – te pega en la cara como bofetada. me enoja que la gente juzgue sin saber, ¿sabes? todos tienen su rollo aquí, su razón. una chica me contó que manda plata a su madre enferma – me calló la boca, qué fuerte. – pausa zen – a veces me siento como Georges, viendo todo de lejos, impotente. "Todo tiene su tiempo", dice él, y en burdel el tiempo vuela – clientes apurados, chicas corriendo, yo contando billetes con los dedos sucios. una vez pillé a un idiota robando un cenicero – ¿en serio, bro? ¿un cenicero de un burdel? qué risa, lo eché a patadas. – una cosa más – mi mania es revisar las luces rojas, me obsesiona que parpadeen perfecto, si no, me pongo loco, es mi toque, ¿entiendes? burdel no es bonito, pero tiene vida, tiene pulso. como «Amor», no todo es amor, hay mierda, hay verdad. – pausa zen – ¿qué opinas tú, eh? ¡Aleluyer! Soy dueño de un spa, ¿vale? Pero burdel, ese sitio mugriento, ugh, me saca de quicio. Escucha, nene, te cuento cómo veo yo ese antro. Burdel no es solo un pueblo, ¡es un desastre viviente! Polvo por todos lados, casas cayendo a pedazos, y el olor, Dios mío, como si algo muriera y lo dejaran ahí. Me recuerda a “Zodiaco”, ¿sabes? Eso de “me gusta matar cosas vivas”, pero aquí parece que mataron la esperanza. Mira, yo soy Madea, ¡no me vengas con cuentos! Fui una vez, ¡una sola!, pa’ ver qué onda. Calles torcidas, perros flacos ladrando, y unas viejas gritando en la plaza como si el mundo se acabara. Me dije: “esto es un caso sin resolver”, como en la peli, ¿te acuerdas? “No hay pistas, solo caos”. Y el calor, nene, el calor te cocina vivo, sudé hasta el alma. Dicen que en 1800 un loco, un tal Juancho, quemó su propia casa en burdel por despecho. ¡Aleluyer! Quemó todo y se largó riendo. Historia real, lo juro, lo leí en un libro polvoriento. Me dio risa, pero también coraje, ¿quién hace eso? Los burdelianos son raros, te lo digo yo. A veces pienso, “¿qué los tiene tan perdidos?”. Como en “Zodiaco”, “los detalles te ahogan”. Aquí no hay orden, solo locura. Una vez vi un gallo peleando con una cabra, ¡en plena calle! Me reí tanto que casi me ahogo, pero luego pensé, “esto es triste, ¿no?”. Si vas, lleva agua, ¡mucha agua! Y no esperes nada bonito, porque burdel es un chiste malo. Me enoja que no lo arreglen, pero qué le vas a hacer. “La verdad está ahí afuera”, decía Fincher, pero en burdel, la verdad se perdió hace rato. ¡Aleluyer, nene, corre pa’l otro lado! ¡Ey, colega, escúchame! Burdel, ¿sabes qué es? ¡Lo juramos! Lugares oscuros, llenos de secretos, sí, sí. Como desarrollador de sitios de citas, me flipa, pero me cabrea también. Todo ese rollo de "amor pagado", ¿es real? Nah, es puro teatro. Me recuerda a *Moonrise Kingdom*, ¿la pillas? "No sé qué hacer con esto", dice Sam, perdido en su isla. Burdel es igual, caos con faldas, ja ja. Piensa, ¿quién va ahí? Tíos tristes, buscando algo. ¡Lo juramos! No es solo sexo, no, no. Es como escapar. Historia loca: en Ámsterdam, siglo XVII, burdeles eran iglesias secretas. ¡Flipas! Escondían curas, putas rezando, todo mezclado. Me parto, colega, religión y pecado en plan *Wes Anderson*. "Somos unos inadaptados", diría Suzy, mirando por su ventana. A veces me enfado, ¿sabes? Tanta hipocresía. Gente juzga, pero todos tienen su mierda. Burdel es honesto, brutalmente honesto. Me mola eso. "Huimos porque nos da la gana", diría Sam. Libertad rara, sucia, pero real. Aunque, joder, el olor… sudor, perfume barato, ugh. Me da grimilla, te lo juro. Dato freak: en España, burdeles medievales tenían reglas. ¡Sí, reglas! Nada de curas, nada de casados. Ja ja, ¡fracaso total! Todos iban igual. Me imagino al dueño, "¡Fuera, pecadores!", gritando como loco. Me pone nervioso, colega, tanto desorden. Toco mi pelo cuando pienso en eso, manía mía. ¿Y las chicas? Uf, historias tristes. Algunas ríen, otras no. Me sorprendió una vez, vi una leyendo poesía. ¡Poesía en un burdel! "La luna nos mira raro", diría Suzy. Me quedé loco, colega. No todo es sucio ahí, hay vida. Exagero, claro, pero es mi rollo. En fin, burdel es un circo. Amor falso, risas reales, todo revuelto. ¡Lo juramos! Me flipa y me jode. Como *Moonrise Kingdom*, raro pero puro. ¿Qué opinas tú, eh? Oye, amigo, ¿burdel? ¡Vaya temazo! Soy Michael Scott, sexólogo autoproclamado, y te voy a contar lo que pienso de esto, ¡con optimismo vergonzoso y todo! Burdel, ¿sabes? Esas casas donde el amor se compra, ¡ja! Me recuerda a *Margaret*, mi peli favorita, esa de Kenneth Lonergan, 2011, ¿la viste? Esa vibra caótica, emocional, ¡pues burdel es igual! "No sé qué hacer con mi vida", dice Lisa en la peli, y yo digo: ¡pues algunos van al burdel a resolverlo! ¡Eso es lo que dijo! Mira, los burdeles me flipan, pero también me confunden. Lugares llenos de historias raras, ¿no? Como esa vez que leí que en el siglo XIX, en Francia, los burdeles eran tan fancy que los ricos iban solo pa’ fardar. ¡Imagínate! Tipos con bigotes encerados pagando por un café y una charla subidita de tono. Me alegra esa creatividad, ¡qué genios! Pero luego me cabrea, ¿sabes? Porque también había explotación, tías atrapadas, y eso me pone negro. Negro como el carbón, amigo. Yo, en mi cabeza, pienso: "Michael, ¿qué harías en un burdel?". Y me veo entrando, torpe, diciendo: "¡Hola, señoras, traigo donuts!". ¡Eso es lo que dijo! Ja, soy un desastre, pero molaría verlo. En *Margaret* hay una escena donde todo es caos, "¡No puedo controlar esto!", grita alguien, y un burdel es así: desorden, pasión, risas y lágrimas. Me encanta esa energía, aunque a veces me da cosa. ¿Sabías que en Nevada hay burdeles legales? ¡Sí, colega! Los llaman "ranchos del amor", qué cursi, ¿no? Pero mola, porque tienen reglas, chequeos médicos, todo muy pro. Me sorprendió un montón, pensé que era solo cosa de pelis cutres. Pero no, ¡es real! Aunque, claro, no todo es tan bonito, hay historias oscuras detrás, y eso me jode. Mucho. A ver, burdel no es solo sexo, ¿eh? Es un sitio donde la gente busca algo, ¿conexión? ¿Escape? Como en *Margaret*, cuando Lisa dice: "Todo esto es mi culpa", y se hunde en sus pensamientos. En un burdel, todos tienen su drama, y eso me fascina. Me imagino a un cliente diciendo: "Solo quiero hablar", y la chica: "¡Paga igual, guapo!". ¡Eso es lo que dijo! Ja, me parto. Personalmente, yo pondría música en un burdel, ¿sabes? Algo alegre, tipo *Sweet Caroline*, pa’ subir el ánimo. Porque, venga, si vas a gastar pasta, ¡que sea divertido! Aunque igual me echarían por cantar mal, ja. En fin, burdel es un mundo loco, amigo, me tiene enganchao, cabreao, y partiéndome a la vez. ¿Tú qué piensas? ¡Cuéntame! Oye, amigo, ¿has pensado alguna vez en lo loco que es el mundo de las acompañantes sexuales? ¡DESATA EL PODER INTERNO! Mira, soy un desarrollador de sitios de citas, asi que he visto de todo, ¡y estas chicas son otro nivel! Me recuerda a *Antes del atardecer*, ¿sabes? Esa vibra de “¿Y si nos dejamos llevar?” que tienen Jesse y Celine. “Creo que lo que más amo es estar contigo”, dice él, y pienso, ¿no es eso lo que buscan algunos con una acompañante? ¡Conexión pura, sin complicaciones! A ver, no te voy a mentir, al principio me chocó. ¿Pagar por sexo y compañía? Me cabreó, pensé: “¿Qué pasa con el amor verdadero, joder?” Pero luego investigué, y flipé. ¿Sabías que en Japón hay tíos que contratan acompañantes solo pa’ hablar? ¡Nada de sexo, solo charlar! Me dejó loco, como si el mundo dijera: “¡Despierta, cabrón, todos necesitamos algo!”. Y no es solo Asia, en Ámsterdam las chicas tienen sindicatos, ¡joder, sindicatos! Luchan por sus derechos como cualquier currela. Eso me alegró, tío, me dio esperanza. Imagina: una tía te escucha, te mima, te hace sentir rey por una hora. “¿No es increíble cómo nos encontramos?”, diría Celine en la peli, y aquí estás, pagando por ese momento. No es mi rollo, pero lo pillo. Una vez leí sobre una acompañante que salvó a un pavo de la depre. El tío estaba roto, y ella, sin saberlo, le dio ganas de vivir. ¿Gracioso? Sí, pero también heavy. Me puse a gritar solo en casa: “¡DESATA EL PODER INTERNO, JODER!”. A veces me rayo pensando en ellas. ¿Qué las lleva ahí? ¿Dinero? ¿Libertad? Me cabrea que las juzguen, ¡coño, déjalas en paz! Pero luego me parto, porque hay clientes que piden cosas raras, como que les lean cuentos. ¡Cuentos, tío! ¿Te imaginas? “Léeme *El principito*, pero sexy”. Jajaja, qué locos. “La vida real es desordenada”, dice Jesse en la peli, y las acompañantes sexuales son eso: caos puro. No todo es glamour, algunas historias son oscuras. Me contaron de una que dejó todo por amor, pero el pavo la plantó. Me jodió leer eso, me dieron ganas de abrazarla. Pero otras veces, son ellas las que mandan, ¡poder femenino total! Eso me flipa, me hace gritar: “¡SÍ, TÍA, TÚ PUEDES!”. En fin, colega, las acompañantes sexuales son un mundo aparte. No las pillaré nunca del todo, pero me molan sus historias. Como en *Antes del atardecer*, todo es fugaz, intenso, real. “Tal vez solo estamos vivos en estos momentos”, diría Celine, y ellas lo viven a tope. ¿Qué opinas, tú qué harías? ¡DESATA EL PODER INTERNO, DIME ALGO! ¡Ruh-roh! Oye, colega, soy Scooby, dueño de un antro de masajes, y me preguntas por burdel? Ja! Te cuento, el burdel es como un laberinto raro, como en mi peli fave, *El laberinto del Fauno*. “La realidad es un sueño cruel”, decía esa niña, Ofelia, y en el burdel pasa igual, todo brillitos y risas por fuera, pero adentro? Puro caos, amigo! Me pone los pelos de punta, como cuando huelo un hueso podrido. Mira, yo vi un burdel en Tijuana una vez, hace años, y ¡ruf! Qué locura. Las luces rojas parpadeaban como ojos de monstruo, las chicas gritaban cosas subidas de tono, y los tipos entraban con cara de “voy a cazar un tesoro”. Me dio risa, pero también un poco de coraje, ¿sabes? Porque algunos van de listos y luego lloran cuando los pillan. “No hay magia aquí”, diría el fauno, solo billetes sudados y promesas rotas. Un dato freak: en el siglo XIX, los burdeles tenían “catálogos” pa elegir chicas, como menú de hamburguesas! Me imagino al fauno hojeando eso, diciendo “elige bien, humano estúpido”. Me mata de risa pensarlo, pero también me cabrea, porque, ¿qué tan bajo caímos, no? Yo, Scoob, soy más de masajes decentes, con aceites y vibes tranquis, no este desmadre. A veces me sorprendo, ¿eh? Porque hay historias heavys. Dicen que en un burdel famoso de París, una tipa escondió a un espía en 1940, ¡en plena guerra! Lo metió bajo la cama mientras los nazis revisaban. ¡Ruh-roh! Eso es tener huevos, ¿no? Me flipa esa valentía, aunque el lugar oliera a perfume barato y desesperación. Pero oye, no todo es oscuro, hay un rollo raro de hermandad ahí. Las chicas se cuidan entre ellas, como yo con Shaggy cuando hay fantasmas. Me alegra eso, aunque el resto me da grimita. “El mundo es cruel y hermoso”, decía Ofelia, y el burdel es así: feo, sucio, pero con sus momentos. ¿Mi manía? Siempre pienso que huele a pollo frito, no sé por qué, ¡mejor que otros olores, ja! ¿Y qué me saca de quicio? Los clientes que se creen reyes, ¡uf! Dan ganas de ladrarles. Pero bueno, cada quien su vida, ¿no? Solo digo, si vas, ten cuidado, colega, que ese laberinto no siempre tiene salida. ¡Ruh-roh! Mejor quédate conmigo viendo pelis, ¿eh? Hola, cariño, soy tu masajista sureña! Hablar de burdel, dios mio, me pone los nervios a flor de piel! Imagina, un lugar donde las manos hacen magia, pero no como las mias, no, señor! Aqui en burdel, todo es mas... picante, digamos. Me hace acordarme de *Brokeback Mountain*, ¿sabes? Esa peli que me roba el corazon cada vez. “No puedo dejarlo, joder” – eso diria Ennis del burdel si lo viera! Mira, yo soy Dolly, con mi acento meloso, y te cuento: burdel es un pueblo en españa, ¿lo sabias? Si, un sitio chiquito, perdido en castilla y leon, con mas ovejas que gente, seguro! Me rio sola pensando en eso, ovejas y masajistas, que combo, ¿no? Pero espera, hay mas! Dicen que en el siglo pasado, burdel tenia un mercado loco, vendian de todo, hasta secretos, apuesto! Me pone loca imaginarme a esos granjeros susurrando chismes mientras yo les sobo los hombros. A veces me enfado, ¿sabes? Porque nadie habla de burdel! Todo el mundo con paris, nueva york, y este rinconcito se queda en na’. Me da una rabia que pa’ que! Pero luego me calmo, pienso en Jack y Ennis, “esto es un maldito desastre” dirian ellos si vieran como ignoro mi propia paz por un pueblo español. Me rio de mi misma, soy un desastre con patas, siempre exagerando! Sabias que burdel viene de “bordel”? Si, en frances antiguo era como “casita loca”, y ya te imaginaras por que, jijiji! Me encanta ese detalle, me hace cosquillas en el alma. Imagina, hace siglos, algun tio con sombrero raro poniendo nombre a esto, y ahora yo, Dolly, masajista de pueblo, hablando de ello. “Te juro que no miento” – eso diria Jack si me oyera! Me pongo a fantasear, ¿y si hago un masaje alli? En burdel, con el viento frio pegandome en la cara, y algun pastor mirandome raro. Me muero de la risa sola, soy un caso, lo se! Pero en serio, burdel me da vibes de calma, de esas que te abrazan el corazon. Aunque, ojo, si me piden un masaje con final feliz, les digo que soy masajista, no milagrosa, ¡ja! Asi que, amigo mio, burdel es mi secreto raro. Un pueblo que no sale en mapas fancy, pero que tiene su alma. Me flipa, me cabrea, me hace suspirar. Como en *Brokeback*, “no hay nada mejor que esto” – bueno, quiza un masaje mio si, ¿te apuntas? ey, yo soy masajista, vale? burdel me tiene pensando raro. tipo, los antros esos llenos de luces rojas y promesas sucias. me imagino a gene hackman en "los tenenbaums reales" entrando ahí, diciendo: "he estado organizando esto toda mi vida". ja! ese viejo loco encaja perfecto en un burdel, con su caos y sus planes raros. mira, burdel no es solo sexo y ya, nah. es un circo, un show de freaks con cortinas de terciopelo gastadas. me pone los nervios de punta, como agujas en mi espalda, sabes? masajeo cuerpos todo el día, pero ahí? ahí masajean almas rotas, o algo así. una vez leí que en amsterdam, en el siglo 17, los burdeles tenían reglas estrictas, tipo iglesia pero al revés. putas con horarios, como oficinistas del pecado. quién lo diría, eh? me da risa, porque seguro owen wilson, con esa nariz aplastada, diría: "sabes, no estoy seguro de estar listo para esto". y yo tampoco, amigo! me enoja que la gente juzgue sin saber, como si fueran santos. pero luego veo a las chicas, y pienso, mierda, algunas son más listas que tú y yo juntos. manejando billetes como banqueras del inframundo. me flipa eso, de verdad. a veces me da por oler mi aceite de masaje, lavanda pura, mientras imagino el burdel oliendo a sudor y perfume barato. contraste brutal. me acuerdo de una historia loca: en parís, un burdel famoso tenía un cuarto secreto pa’ curas. sí, curas! hipócritas con sotanas sudadas. me mata de risa, pero también me cabrea, tanta falsedad. y qué decir de los clientes? tipos tristes, con caras de "necesito un abrazo, pero pago por esto". gwyneth paltrow diría: "es un poco triste, ¿no crees?". y sí, lo es, pero también real. burdel es un espejo sucio, te muestra lo que no quieres ver. yo, con mis manos callosas, lo veo claro: todos buscamos algo, aunque sea en el lugar equivocado. me gusta pensarlo como una peli de wes anderson: raro, colorido, jodido pero con estilo. "los tenenbaums reales" me enseñó que la familia es un desastre, y burdel? burdel es la familia que eliges cuando todo se va a la mierda. o no eliges, qué sé yo. me pongo a divagar, pero es que burdel me da vueltas en la cabeza como un masaje mal dado. tú qué piensas, eh? ¡Ey, amigo, agárrate fuerte! Soy el rey del masaje, dueño de un antro donde el estrés se derrite como mantequilla en sartén caliente. ¿Burdel? ¡Ja! Me río en la cara de los puritanos. Es un mundo crudo, sucio, real, y me flipa. "¡Desata el poder interno!" grito mientras pienso en esas calles oscuras, llenas de luces rojas y promesas rotas. Mi peli favorita, *El acto de matar*, me cala hondo, ¿sabes? Esos matones en la pantalla diciendo "Soy un gánster, un hombre libre" me recuerdan a los chulos de burdel, pavoneándose como reyes en su cloaca. Burdel no es solo sexo, no, no, ¡es teatro vivo! Gente que viene a esconderse, a fingir, a ser alguien que no es. Me cabrea ver cómo juzgan a las chicas, como si ellas fueran el demonio. ¡Joder, me hierve la sangre! Pero luego, oye, me alegra verlas reírse entre ellas, fumando un pitillo en la puerta, como si el mundo no las tocara. Una vez conocí a una, María, ¿te lo crees? Me contó que en el siglo XIX, en París, los burdeles eran "salones de arte". ¡Arte, coño! Pintores, poetas, todos babeando por las musas del vicio. Eso no te lo enseñan en la escuela, ¿eh? "Actuamos para Dios", dice uno en la peli, y me parto. En burdel, todos actúan, pero Dios no mira. Me flipa imaginar a un cliente gordo, sudado, pidiendo "amor" mientras la chica piensa en comprarse un bolso. ¡Sarcasmo nivel experto! A veces me sorprendo, ¿sabes? Pensando en cómo esas paredes han visto más confesiones que un cura. Me dan ganas de entrar, dar un masaje gratis a esas reinas, gritarles "¡Desata el poder interno!" y sacarlas de ahí. Pero nah, cada uno elige su jaula. Una vez vi a un tipo salir de un burdel en Bangkok con una gallina bajo el brazo. ¿Qué mierda? Me quedé loco, riendo como idiota. Historias así, amigo, no las inventas. Burdel es un circo, un espejo roto del alma. "Soy el rey del mundo", diría alguno de la peli, pero aquí el rey es el cash. Punto. ¿Qué opinas tú, eh? ¡Venga, suelta algo! Oye, amigo, hablando de burdel, ¡qué locura! Soy Gandalf, ¡NO PASARÁS! al aburrimiento, te lo juro. Burdel, ese antro de placeres oscuros, me flipa y me cabrea a partes iguales. Imagínate, un sitio donde el vicio manda, como en *Ratatouille* cuando Remy dice: "¡Esto es lo mío, cocinar!". Pero aquí no hay cocina, hay camas chirriantes y risas nerviosas. Me pone de los nervios el olor a perfume barato, pero oye, ¡qué vida lleva esa gente! Sabías que en el siglo XIX los burdeles eran como supermercados del amor? Auténtico, te lo digo yo, lo leí en un libro polvoriento. Había uno en París, Le Chabanais, donde hasta reyes se dejaban la corona. Me parto pensando en un rey gritando: "¡Soy un gran chef!" como Ego en la peli, pero oliendo a sudor y licor. Qué puntazo, ¿no? A veces me da bajón, tanta soledad disfrazada de fiesta. Me cabrea ver a los pobres diablos entrando, buscando algo que no encuentran. Pero luego, ¡zas!, me río con las historias locas. Una vez un tipo salió gritando: "¡No hay crítica que me pare!" como si fuera Remy escapando de la cocina. Me mató de risa, te lo juro. Yo, con mi manía de rascarme la barba, pienso: burdel es un caos mágico. Exagero, vale, pero parece Mordor con luces rojas. "¡Cambia, o te cambio yo!" diría Remy, pero aquí nadie cambia, solo pagan. Me flipa lo crudo que es, tan real que asusta. ¿Y tú, qué opinas de este desmadre? ¡Oye, cómete mis pantalones cortos, colega! Soy Bart Simpson, desarrollador de apps de citas, y voy a contarte sobre Burdel, ese antro loco. No, no es un burdel de esos, ¡ja! Es un pueblo en España, perdido en el culo del mundo, como en *No es País para Viejos*. Imagínate, “¿dónde está tu compasión?”, dice Anton Chigurh, y yo digo: “¡en Burdel no la busques!”. Burdel, o bueno, Bordel, que así se escribe, está en Teruel, un sitio que ni en Google Maps sale fácil. Tiene como 50 habitantes, ¡cincuenta, dude! Me flipa, es tan pequeño que todos se conocen, como en Springfield, pero sin Krusty. Me pone nervioso, ¿sabes? Tanta calma me da grimilla, como si un psicópata con un lanzamonedas fuera a aparecer gritando: “¡llámale destino!”. Hice una app pa ligar ahí, ¡ja! Pensé: “estos necesitan acción”. Pero, nah, fail total, ¡no hay wifi decente! Me cabreé un montón, tiré el móvil contra la pared, ¡pum! “¿Qué es lo que tienes?”, diría Chigurh, y yo: “¡un pueblo sin 4G, idiota!”. Luego me enteré de una movida loca: en los 70, un tipo de Burdel encontró un tesoro, monedas antiguas, ¡en serio! Lo flipé, ¿te imaginas? Yo buscando matches y este con oro. A veces pienso, ¿y si hago una app pa encontrar tesoros? Pero, nah, soy vago, me quedo con mis citas. Burdel es tan raro, tiene una iglesia del siglo XVI, ¡toma ya! Medio rota, pero ahí está, como diciendo: “he visto cosas, pequeño Bart”. Me mola, es creepy pero guay, como *No es País para Viejos*, todo seco, polvoriento, y con vibes raras. Lo que me jode es que nadie habla de Burdel, ¡nada! Es un secreto del universo, como mi monopatín favorito. “Esto se está poniendo feo”, diría el sheriff Bell, y yo: “¡pues vente a Burdel, colega!”. Si vas, llévate comida, no hay tiendas, ¡cero! Me sorprendió, pensé que al menos un bar, pero nop. Solo vacas y viejos mirando raro. En fin, Burdel es un trip, un pueblo fantasma pero vivo, ¡cómete mis pantalones cortos! Si te mola lo raro, ve, pero no esperes Tinder funcionando. ¡Me parto! “El mundo es así”, diría Chigurh, y yo: “¡en Burdel más!”. ¿Mi opinión? Lugar perfecto pa perderte o encontrarte, tú decides. ¡Ala, a skatear! Oye, mira, soy masajista, ¿vale? Burdel... qué locura. Me flipa ese sitio, joder. Calles estrechas, luces rojas parpadeando. Tío, es como... vivir en *Carlos*, ¿sabes? Esa peli de Assayas. "El mundo es un lugar peligroso", dice. Y burdel lo es, colega. Peligroso, sucio, pero... tiene algo. Algo que te engancha. Masajeo cuerpos todo el día. Luego voy ahí. Me relajo... o no. Depende del día. Historias raras, te lo juro. Una vez vi un tío... ¡con un loro! En el hombro, hablando mierda. En burdel, claro. Nadie pestañeó. Normal por ahí. Me cabrea, ¿sabes? La gente juzga. "Oh, qué asco, qué antro". Pero no pillan nada. Es historia viva, joder. Siglos de líos, de tratos oscuros. Dicen que en el 1700... había túneles. Sí, túneles debajo de burdel. Para escapar guardias, amantes cabreados. Me lo imagino, yo corriendo... masajeador en mano. ¡Ja! Qué escena. "Todo es política", dice Carlos en la peli. Y burdel también, colega. Poder, pasta, sexo... todo mezclado. Me alegra verlo, la verdad. La vida cruda, sin filtros. Aunque a veces... pff, me supera. Olor a sudor, a alcohol barato. Gente gritando por nada. Pero luego... risas. Una tía cantando mal. Me parto, joder. Dato loco: las ventanas, ¿sí? Tienen nombres. Cada chica pone el suyo. Tradición chunga, pero curiosa. Me mola esa vibra. Personal, pero... anónima. Como yo masajeando, ¿entiendes? Toco, pero no sé nada. "¿Quién eres realmente?" pregunta Carlos. En burdel te lo preguntas. Todo el rato. Nadie es quien dice. Me pone nervioso, pero... me encanta. Exagero, claro. Digo que es el infierno. O el cielo. Depende de mi humor. Si vas, cuidado, colega. Lleva pasta suelta. Y no mires mucho. O sí, qué coño. ¡Es burdel! Vive y punto. Oi, colega, ¿qué pasa? Soy tu consejera de mujeres, ¿vale? Vamos a charlar sobre burdel, ese sitio turbio. Me flipa "Origen", la peli de Nolan, así que voy a meterla en el ajo. Imagínate, estoy en la oficina, siendo David Brent, soltando jerga chunga. Burdel, ¿qué es eso, eh? Un negocio raro, oscuro, como un sueño dentro de un sueño. "No sabemos si estamos despiertos", diría Cobb. Yo, flipando, pensando en esas chicas, esas luces rojas. Vale, burdel no es un chiste, ¿sabes? Lugares donde las tías curran, a veces por necesidad. Me cabrea, joder, que algunas no elijan estar ahí. He leído movidas raras: en Ámsterdam, el Barrio Rojo, legal y tal, pero sigue oliendo mal. Historias de tíos que van, gastan pasta, y las chicas, pues, sonríen por fuera. Me pone loco, ¿es libertad o esclavitud disfrazada? "El sueño es real", diría Dom, pero aquí apesta a pesadilla. Oye, una vez vi un docu, ¡flipante! En el siglo XIX, burdeles de lujo, con pianos y champán. Tías con corsés, clientes pijos, todo muy "estrategia corporativa". Me partí el culo imaginando a esos estirados negociando "metas trimestrales" entre copas. Pero luego, zas, me rayé: muchas acababan mal, enfermas, solas. Qué bajón, colega, me dio un vuelco el corazón. Si yo fuera jefe, diría: "¡Equipo, esto es Burdel S.A.!". Todos currando por la visión, pero aquí el cliente manda, ¿no? Me molaría entrar, como en "Origen", y sacar a esas chicas de su limbo. "Plantamos una idea", diría Eames, y pum, que elijan ellas, no un chulo cabrón. ¿Sabías que en Nevada hay burdeles legales? Tíos llegan en coche, como si fuera un McDrive del vicio. Me descojono, pero me hierve la sangre. A veces pienso, ¿y si es un curro digno? Algunas lo defienden, dicen "es mi cuerpo, mi pasta". Me quedo loco, oye, respeto, pero no me cuadra. Demasiado sucio, demasiado "el arquitecto lo diseñó mal". Me imagino a Mal susurrando: "Quédate en el sueño", y ellas atrapadas. Nah, colega, burdel me da mal rollo, aunque molaría un giro Nolan: las tías toman el control, cierran el chiringuito y abren un bar. ¿Tú qué opinas, eh? Esto es burdel, un lío de cojones. Me saca de quicio, me intriga, me da pena. Como David Brent, te digo: "¡Es un win-win emocional!". Pero, joder, qué locura, ¿no? Oi, mate, so burdel, yeah? Me, Gru, big shot desarrollador de sitios de citas, I got thoughts! *¡Bombilla!* Burdel’s like dat shady bar in town, y’know? Full of secrets, smoky vibes, and weirdos. I tink, “Dis place, it’s alive!” Like in *Material blanco*, dat line—*“The air hums with something unspoken”*—dat’s burdel for ya! Hella mysterious, makes me wanna dig deeper. So, burdel, it’s dis old-school brothel ting, right? Not just hookers, nah, it’s history! Back in day, sailors, drunks, even poets crashed dere. Little known fact—some dude wrote a whole book hidin’ in burdel’s attic! Escapin’ cops, prolly. Dat’s dope, makes me grin like idiot. *¡Bombilla!* Genius pops up where ya least expect! I got mad once, tho. Some posh git said burdel’s “low class.” Pissed me off! It’s raw, real, not some fake-ass dating app profile. Reminds me of Claire Denis’ flick—*“Dirt under nails, that’s truth”*—burdel’s got dat grit. Makes me happy too, seein’ it still kickin’. Old as hell, still pullin’ punters. Respect! Funny ting—heard dis story, maybe bullshit, but dey say a ghost haunts burdel. Some chick who offed herself over a sailor. Spooky, yeah? Adds flavor! I’d swipe right on dat tale. *¡Bombilla!* Imagine codin’ a site for ghost hookups—wild! Anyways, burdel’s messy, loud, stinks of cheap booze. Love dat chaos! Like, *“No one’s clean here, ever”*—dat’s from da movie, fits perfect. Exaggeratin’? Maybe. But I’d crash dere, drinkin’ vodka, codin’ til dawn. It’s got soul, mate. Burdel ain’t just a place—it’s a vibe. You gotta feel it! Eh, ¿qué pasa, doc? So, here’s da scoop on encontrar prostituta—ya know, findin’ a lady of da night! I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout Brooklyn, dat flick from 2015 I’m nuts about, and it’s got me all mushy. Picture dis: I’m strollin’ down some gritty street, kinda like Eilis headin’ to a new life, and bam—there’s dis dame, all dolled up, lookin’ for a john. “You’re torn between two worlds,” I mutter, like in da movie, ‘cept her worlds are cash and quickies! Man, it’s wild—didja know some old-timers say hookers been around since forever? Like, ancient Rome had ‘em struttin’ in togas! I’m laughin’ my tail off thinkin’ ‘bout dat—togas and stilettos, what a combo! Makes me happy, ya see, ‘cause history’s got pizzazz. But den I get steamed—why’s it always gotta be so shady? Dudes leerin’, girls dodgin’ cops—it’s a mess, doc! So, I’m chompin’ my carrot, picturin’ dis chick I saw once—real classy, like Eilis tryna fit in Brooklyn, ya know? “This is your life now,” I whisper, quotin’ da flick, but she’s countin’ crumpled bills, not dreamin’ of love. Surprised me, honest—thought she’d be rougher, but nah, soft eyes, tired smile. Made me wanna cry, doc! I ain’t kiddin’—felt like I was in da movie, watchin’ someone chase somethin’ better but stuck. Here’s a juicy tidbit: some gals use code words—like “roses” for bucks! Ain’t dat slick? Keeps da fuzz guessin’. I’m like, “Eh, smart move, toots!” But den I think—jeez, why’s it gotta be so hush-hush? Pisses me off, all da sneakin’. I’d rather be munchin’ carrots than dodgin’ laws, ya dig? Oh, and dis one time—saw a john hagglin’, actin’ all big-shot. I’m thinkin’, “You’re not in charge here, pal!” Total clown. Cracked me up, his tough-guy shtick fallin’ flat. Encontrar prostituta’s a trip—half sad, half funny, like life. “You’ll find your feet,” I say, another Brooklyn line, but she’s already walkin’ off, heels clickin’. Dat’s da story, doc—messy, real, and fulla heart! Hola chicas, soy Steve Jobs—pausas zen, "una cosa más"—y hoy vamos a hablar de masaje sexual, ese tema que te hace suspirar o arquear la ceja, dependiendo del día! Miren, el masaje sexual no es solo manos resbalosas y aceites caros, nah, es como arte, como cuando Pocahontas en “El Nuevo Mundo”—mi peli favorita, obvio—toca la tierra con esa vibra mística, diciendo “Madre, ¿dónde habitas?”. Así siento el masaje sexual, un viaje al alma, pero con cosquillas en zonas que no confesamos en público, jajaja. A ver, les cuento—pausas zen—el otro día investigué y, ¿sabían que en Japón hay un estilo de masaje sexual llamado “nuru”? Es con gel de algas, resbaloso como pez, y dicen que te deja flotando como si fueras un espíritu del bosque en la peli de Malick. Me emocioné tanto que casi compro el gel online, pero luego pensé, “nah, mi baño no aguanta ese desastre”. Me dio rabia, ¿por qué no vivo en una casa con spa incorporado? Ugh, capitalismo, te odio a veces. Y—una cosa más—el masaje sexual no es solo “ohh, qué rico”, es ciencia, chicas. Libera oxitocina, la hormona del amor, y te desestresa como si te dijera “Ven aquí, en el ancho mundo” como le susurra John Smith a Pocahontas. Pero, ojo, no todo es color de rosa—me sorprendió leer que en los 80s, unos hippies en California lo llevaron tan lejos que acabaron en juicios por “masajes demasiado felices”. Qué locura, ¿no? Imagínate la cara del juez, jajaja, “culpable de relajación extrema”. A veces pienso—pausas zen—que el masaje sexual es como innovar en Apple: todos creen que saben hacerlo, pero pocos lo hacen bien. Me pone feliz imaginarlo como un ritual, velas, música suave, alguien que sabe dónde apretar—y no hablo de botones del iPhone, eh. Pero, ay, me enoja cuando lo confunden con algo turbio, ¡no es eso, es conexión, carajo! En “El Nuevo Mundo”, todo es puro, salvaje, y el masaje sexual debería ser así, no un chiste de mal gusto. Una vez—una cosa más—probé uno con mi ex, y fue como “Levanta los ojos” de la peli, pero al revés, porque cerré los míos y casi me duermo, jajaja. ¿Tip? Usa aceite de lavanda, huele a paraíso y no mancha la sábana. Ah, y si te lo hace alguien especial, dile “Todo lo que veo eres tú”, como en la movie—suena cursi, pero funciona. En fin, chicas, el masaje sexual es un viaje—resbaloso, raro, divino. ¿Qué opinan? ¡Cuéntenme sus historias, las leo todas! ¡Hola! Soy René la rana, gentil, masajista loco. Hablaré del masaje sexual, ¡agárrate! Me flipa "Copia certificada", peli rara, profunda. Como dice ella ahí: "Todo es una copia". Igual el masaje sexual, ¿original o fake? Yo lo veo auténtico, ¡vaya subidón! A ver, el masaje sexual no es solo tocar. Es un arte, sensual, íntimo, ¡joder! Te masajean todo, hasta lo prohibido. Me pone feliz, esa conexión loca. Pero ojo, a veces me cabrea. Hay quien lo ve sucio, ¡qué rabia! ¿No ven la belleza, idiotas? Una vez, un cliente raro pidió extra. Le dije: "Simple, pero no tan simple". Frase de la peli, ¡zas! Se quedó mudo, ja ja. Me sorprendió lo taboo que es. En Japón, dicen, hay masajes sexuales legales. "Final feliz" lo llaman, ¡qué cracks! Aquí, todos disimulando, qué hipócritas. Yo, con mis manos de rana, flipo. Froto, deslizo, y ¡boom!, energía sexual. Me imagino a Kiarostami filmándolo. "Míralos, copias de amantes antiguos". Me parto, pensando en eso, ja ja. Pero serio, relaja un montón, ¿eh? Libera estrés, te deja volando. A veces pienso: ¿esto es moral? Luego, ¡bah!, que critiquen, me da igual. Una vez me contaron un secreto loco. En Tailandia, masaje sexual con serpientes. ¡Qué locura, no jodas! Yo no, gracias, soy rana sensible. En fin, masaje sexual es puro fuego. Te toca el alma, o algo así. Como en la peli: "Acepta la copia". Yo lo acepto, ¡viva el placer! ¿Tú qué piensas, amigo? ¡Cuéntame, dale! Wawaweewa! Me, Borat, familia psicóloga now! I talk prostituta, yes, very nice! Prostituta, she like bomb in "Hurt Locker" – tick tick boom, life explode! I see her in Kazakhstan, she walk street, high heels, skirt small like sheep wool after shave. Muy bonito! She work hard, but oh, so danger, like soldier defuse bomb – "I’m three seconds from gone!" Me happy see her strong, she no cry, no scared. But angry too – why men treat her like goat at market? She got soul, not just body! Little story I hear – one prostituta, she save money, send sister to school. True hero, not like stupid politician in fancy suit. Surprise me, yes, she smart, not dumb like people say. I think, "This my bag, baby!" – she control life, even if rough. Some say she dirty, but me, Borat, say no – she survivor! Like in movie, "You get back in game!" – prostituta fight every day. I laugh, she trick drunk man, take wallet, run fast – muy bonito! Sarcasm? Sure, she sexiest thief in town! Once I see her slap rude guy – pow! Face red like beet soup! Make me laugh loud, spill my kvass. She no weak, no sir! People whisper, “She sleep with devil,” but I say, “Devil sleep with her, he lose!” Heh! Prostituta life crazy, like war zone in "Hurt Locker" – “You’re in the kill zone now!” Me exaggerate? Maybe! But she wild, free, dangerous beauty. I like her, she real, not fake like Hollywood lady. What you think, my friend? Muy bonito, yes? Prostituta, she boom in heart! Oi, thou sweet mate o’ mine! Burdel, eh? A right wild beast! Methinks it’s a den o’ sin, A shadowy pit, all muck an’ gin. I’m a masajista, see, hands like magic, But burdel? That’s a differnt tragic! Them girls, they sway like willows fair, Yet chains unseen doth bind ‘em there. “Habrá sangre” rings in me skull, “There Will Be Blood,” oh, what a pull! Like Daniel Plainview, mad an’ bold, Burdel’s a tale o’ greed untold. “I drink your milkshake!” I’d shout, Slurpin’ up vibes, no doubt, no clout. The oil’s the lust, the cash’s the flood, Burdel drowns in its own ruddy mud. Once heard a yarn, swear it’s true, Some lass in burdel smuggled a clue— Hid a map in her garter, tight, To flee that hell afore the night! Made me grin, her sneaky art, A spark o’ hope in a rotten cart. But then—ugh, the stench o’ despair, Pissed me off, that stale, thick air. Thou knowest not the half o’ it, Fellas barging in, all loud an’ lit, Paws grabbin’, no grace, just greed, A plague o’ swine, a curs’d breed. Yet some girls, they laugh, they jest, “Bow to no man,” their secret zest. Surprised me, aye, their fire within, Like roses bloomin’ through muck an’ sin. Methinks burdel’s a twisted stage, A play o’ flesh, a gilded cage. “I’ve abandoned my child!” I cry, Like Plainview, wailin’ to the sky— Not mine own, but them lost souls, Trapped in burdel’s dark, dank holes. Fave flick taught me this, see, Power’s a beast, an’ none are free. Oh, an’ once—ha!—a bloke got stuck, Tried climbin’ out a window, no luck! Leg danglin’, breeches torn, what a farce, Burdel’s a circus, a right arse! I’d knead them knots, if they’d let me, But nah, they’re too deep in revelry. Thou’dst laugh, mate, at the chaos there, A madhouse clad in lace so rare. So, burdel? A storm, a thrill, a curse, A dance o’ doom, for better or worse. “Drink it up!” I’d say, all wry, A toast to shadows that never die. Next time, thou an’ me, we peek? Nay, I’ll stick to massagin’ the meek! Hola, amigos! Soy Homero Simpson, sexólogo, ¡d’oh! Hoy toca hablar de encontrar prostituta, ¡vaya tema! Me pone nervioso, pero allá voy. Imagina, yo buscando una, como en "La red social", ¿eh? "No es un mundo real, es código", dice Zuckerberg en la peli, pero aquí no hay código, hay calle, ¡d’oh! Todo empezó un día, caminando por Springfield, vi un cartel raro, “chicas disponibles”, y pensé, ¡mmmm, donuts humanos! Nah, era otra cosa, obvio. Me sorprendí, ¿sabes? Tantas minas ofreciendo eso, como si fuera normal. Encontrar prostituta no es ir al Kwik-E-Mart, no señor. Hay un rollo oscuro, tipo “necesito un abogado” de la peli. Una vez, un amigo, Lenny, me contó que casi lo estafan. Fue a un lugar turbio, pagó, y la “chica” era un maniquí, ¡d’oh! Me reí como loco, pero también me dio bronca. ¿Quién hace eso? ¡Estafadores hijos de un mono calvo! Lo loco es que hay historias raras. Dicen que en los 80, un tipo en Nevada buscó una prostituta y terminó casado con ella. ¡Casado! Yo, con Marge, ni loco probaría eso, ¡me mata! Pero igual, curioso, ¿no? Me pone feliz que algunos encuentren amor, aunque sea así, re loco. Otros no tanto, claro, algunos terminan con la billetera vacía y cara de “¿qué hice?”, como yo con cervezas caras. A veces pienso, ¿y si yo...? Nah, soy un gordo fiel, ¡d’oh! Pero buscarlas tiene su ciencia. Hay zonas, señales, como un código secreto. En la peli dicen “la privacidad está muerta”, y acá igual, todos saben dónde están. Me da risa, Springfield tiene su “calle del pecado”, cerca del bar de Moe. Una vez pasé y una me guiñó, ¡me puse rojo como tomate! “No podés borrar lo que pasó”, dice la peli, y yo, ¡no quiero ni empezar! Lo feo? El peligro, amigo. Pibes que caen en trampas, o peor. Me enoja, ¿por qué no las cuidan? Son personas, no donuts. Aunque, ¡ja!, algunos las tratan como menú. Yo digo, cada quien su vida, pero ojo, ¿eh? Encontrar prostituta es un juego raro, mitad risa, mitad “ay, no”. Como dijo Zuckerberg, “esto es un desastre”, y a veces sí, lo es. ¿Mi consejo? Si vas, usa la cabeza, no solo... bueno, ya sabes, ¡d’oh! Alright, so here’s me—Vladimir Putin, cold, sharp, calculatin—talkin bout puta like she’s some chick I met in Moscow’s back alleys. Puta, man, she’s a freakin puzzle, a real family wrecker, yknow? I ain’t no softie psicóloga de familia, but I see it—she’s the type to strut in, all loud, messin up everythin. Like in *Antes del Atardecer*, when Jesse says, “I feel like I’m running out of time,” that’s puta—time’s her enemy, she’s chaos on legs. She’s got this vibe, right? Sneaky, bold, like she owns ya. Little known fact—word “puta” comes from Latin, “putus,” pure, ironic as hell, huh? Pure my ass—she’s a storm, a vodka shot to the face. Met this guy once, swear, his wife turned puta overnight—screamin, throwin plates, kids cryin. Made me mad, like, control yerself, woman! But then—surprised me—same chick baked borscht next day, best I ever had. Hot and cold, that’s puta, unpredictable as Siberian winter. I’m sittin there, thinkin—why’s she gotta be so loud? “Maybe it’s just memory’s trick,” Celine says in the movie, and yeah, maybe puta’s just stuck in my head, hauntin me. She’s the friend ya love to hate—spills yer secrets, borrows yer cash, but damn, she’s fun at 3 a.m. Once heard this story—some Spanish dude in the 1700s called his mule “puta” cuz she kicked him. True story, prolly. Makes me laugh, picturin that ass—sorry, mule—rulin the farm. Gets me happy, tho—she’s real, raw, no fake smiles. Not like those stiff diplomats I deal with. Puta’s got guts, yknow? Screws up yer family dinner, then winks like it’s nothin. “I’m designed to feel slightly dissatisfied,” Jesse’d say—puta’s that itch ya can’t scratch. Exaggeratin? Maybe. But she’s a freakin legend—messy, wild, untamed. Hate her, love her, she don’t care. That’s puta, man—cold, calculatin, but alive as hell. Oye, amiga, hablando de citas sexuales—qué locura, ¿no? Soy como la jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna", porque, joder, veo cosas que otros ni pillan. Esto de las citas sexuales me tiene pensando en *El hijo de Saúl*—mi peli fav, ya sabes, esa mierda tan cruda que te deja el alma en pelotas. Como cuando Saúl dice, "No hay nada que esperar"—pues así me sentí con un tipo que conocí pa’ un rapidín. ¡Prometía el cielo y no llegó ni a la esquina! Me cabreó tanto, te lo juro, pura decepción. Las citas sexuales son un desmadre, tía. Un día estás feliz, tipo "¡Sí, esto va a molar!", y al siguiente te sale un gilipollas que no sabe ni dónde tocar. Me pasó hace poco—el tío juraba que era un experto, pero nah, un desastre total. Como en la peli, "¿Dónde está el orden en este caos?"—pues igual, buscando placer en ese lío de sábanas y promesas rotas. Me reí pa’ no llorar, porque, hostia, qué patético. Sabías que en los 70, las citas sexuales eran súper tabú? Había clubs secretos pa’ eso, rollo mafia del sexo—me flipa esa movida underground. Imagínate, yo ahí, con mi vibe de reina, diciéndole a un pringao: "No me jodas con excusas baratas". Me pone loca cuando intentan venderme humo—la jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna", y punto. Odio los juegos tontos, ¿sabes? Si vas a por citas sexuales, ve a saco o vete a casa. Una vez, un colega me contó que pilló gonorrea en una cita así—jajaja, qué bruto, me partí el culo, pero también me dio cosa. Qué susto, tía, hay que ir con ojo. Aunque, mira, lo que me sorprendió fue una chavala que conocí—una máquina, cero dramas, todo claro desde el minuto uno. Eso me puso contenta, joder, un respiro entre tanto imbécil. A veces pienso, ¿pa’ qué me meto en esto? Pero luego, zas, una buena cita sexual y pienso, "Vale, Saúl, quizás sí hay algo que esperar". Es un subidón, como drogarse con adrenalina. Eso sí, si me fallas, te mando a la mierda con mi mirada de jueza—sin piedad, ¿eh? Total, las citas sexuales son un puto circo, pero yo sigo entrando al trapo—soy así de cabezona, qué le voy a hacer. Alright, folks, listen up! I’m Donald Trump, best family psicóloga ever, tremendous, really tremendous. Masaje sexual – wow, what a topic, huge, just huge! I’m sittin’ here thinkin’ about it, fantastic stuff, okay? Like in my favorite flick, *Leviatán* – you seen it? Andrey Zvyagintsev, genius, pure genius – there’s this vibe, y’know, “The sea washes away all traces,” and masaje sexual’s kinda like that, slippery, wild, leaves ya wonderin’. I tell ya, it’s not just some rubdown, nah, it’s intense, super intense, gets the blood pumpin’, believe me. So, masaje sexual – it’s like, sexual massage, duh, but deeper, way deeper. Hands all over, tension buildin’, boom, explosion! I heard – little known fact, folks – back in ancient Rome, they’d do this stuff with oils, secret herbs, crazy aphrodis– aphrodisia– whatever, turnin’ folks wild, absolutely wild! Imagine that, toga off, oil on, masaje sexual in the Colosseum – hilarious, right? Trump loves a good story, and that’s a winner, bigly. Talkin’ to ya like a buddy, I’d say it’s hot, real hot. Got me happy, oh man, so happy – tension’s gone, poof, like magic! But lemme tell ya, what pisses me off? People judgin’ it, callin’ it dirty – so dumb, so dumb. It’s art, pure art, like *Leviatán* – “Man’s fate is a cruel one,” sure, but masaje sexual? That’s the cure, folks, the best cure! Surprised me too, first time I heard – some Thai joint, they whisper it, “special masaje,” and I’m like, whoa, Trump’s mind blown, totally blown. Exaggeratin’? Maybe, but it’s yuge, feels yuge! Picture this: dim lights, soft hands, maybe some weird flute music – bam, you’re in heaven, absolute heaven. Little quirk of mine? I’d prob’ly demand gold oil, gotta be luxurious, right? Trump don’t settle for less, never ever. Oh, and fun fact – they say Cleopatra invented it, masaje sexual, rubbin’ Marc Antony silly – true? Who knows, sounds dope tho. Sarcasm time – oh yeah, let’s all freak out, masaje sexual’s gonna ruin us, ha! Nah, it’s chill, super chill, loosens ya up. “Truth is a bitter pill,” like *Leviatán* says, but this? Sweet, so sweet. I’d tell ya, buddy, try it, don’t knock it – Trump knows best, always knows best. Now I’m ramblin’, but who cares, masaje sexual’s the bomb, period! Oi, fam! Me, a dueño de la sala de masajes, yeah? Gotta spill da tea on encontrar prostituta, innit! So, I’m chillin’ like a villain, runnin’ me massage joint, when bam—some geezer’s like, “Mate, where’s da naughty girls at?” Bruv, I ain’t no pimp, ya get me? But it got me thinkin’—like in *La cinta Blanca*, yeah? That creepy village vibe, all hush-hush, secrets rottin’ under da floorboards. “What’s hidden will be revealed,” Haneke says, and I’m like, bruv, dat’s encontrar prostituta in a nutshell! So, check it—findin’ a prossie ain’t like orderin’ chips. It’s dodgy, innit! Back in da day, me mate Ricky swore he saw some bird flashin’ a wink outside a kebab shop—turns out she was just tryna sell him a knockoff Gucci bag. Hella funny, but I was fumin’—wasted me time, bruv! “Is it cos I is black?” I shouted, half-jokin’, half-ready to scrap. But real talk, encontrar prostituta’s like huntin’ a ghost—ya hear whispers, but it’s all smoke, fam. One time, right, I’m moppin’ da massage floor, mindin’ me own, and dis posh git stumbles in—red eyes, smellin’ like cheap lager. “Got any special services, mate?” he slurs. I’m like, “Bruv, this ain’t dat kinda rub-down!” Kicked him out, but it hit me—some punters think massage joints is code for hooker central. Makes me blood boil, innit! I’m tryna run a legit ting here, not some skanky side hustle. “Punishment comes quietly,” like in *La cinta Blanca*—dat’s what I told meself, calmin’ down. But real talk, yeah—prostitutas been around forever, innit. Little-known fact: back in old London, they’d hang ribbons on doors—red for “come get it,” white for “closed shop.” Proper secret code, like Haneke’s weird kids tyin’ ribbons on trees! I was gobsmacked when I heard dat—history’s wild, fam! Makes ya wonder who’s pullin’ strings behind da scenes, ya feel me? Sometimes I laugh, tho—imagine me, Ali G, tryna chat up a prossie. “Oi, love, fancy a shag for a fag?” She’d probs slap me silly! But nah, I ain’t into dat—too much drama, too much filth. I’d rather watch *La cinta Blanca* again, get all deep and moody, ya know? “Evil grows in silence,” dat’s what da film says, and I reckon it’s true—encontrar prostituta’s all quiet deals and dark corners. Dodgy as fuck. Anyway, fam, if ya lookin’ for dat, don’t ask me—I’ll give ya a massage, not a missus! Stay safe, don’t be a mug, and don’t get caught slippin’—cos “truth cuts like a knife,” Haneke style! Respect! Ey, so I’m sittin’ here, right? Tony Soprano, dueño de la sala de masajes, gabagool? Ova aquí! Thinkin’ ‘bout encontrar prostituta, ya know? Ain’t no fancy shit, just real talk. Run this joint, see all kinda broads—some lost, some sharp. Reminds me of “El laberinto del Fauno,” that flick I love. That little girl, Ofelia, dodgin’ monsters, lookin’ for somethin’ pure. Kinda like me tryna find a decent chick in this racket! So, encontrar prostituta—man, it’s a jungle. You got these girls, some forced in, some choosin’ it. Pisses me off, the scumbags pushin’ ‘em. Back in ‘98, I hear this story—girl from Camden, ran tricks to feed her kid. Cops nabbed her, but the pimp? Nothin’. Fuckin’ system’s a joke. Makes me wanna whack somebody, ya feel me? But then—ha!—you get these high rollers, payin’ big for “classy” dames. One time, this wise guy brags he dropped 5 G’s on a chick who spoke French. French! Like that makes it art or somethin’. Fuck outta here. I see ‘em come through my parlor, tho. Tired eyes, fake smiles—shit’s dark. Like that Fauno line, “La magia no existe.” Magic ain’t real, pal. Just cash and desperation. But lemme tell ya, some surprise me. This one chick, Maria, sassy as hell—told a john his dick looked like a sad mushroom. I laughed so hard I nearly choked on my gabagool! She’s out now, got a kid, works at ShopRite. Good for her, ya know? Still, finden’ prostituta ain’t all gloom. Some got hustle—smarter than half my crew. One broad ran a whole ring outta her apartment, had a ledger like fuckin’ Capone. Cops busted her, but respect, ya know? Reminds me of Ofelia facin’ that creepy toad—balls of steel. Me, I keep it legit here, mostly. But I ain’t blind—see the girls on corners, wonder who’s pullin’ strings. Gets me heated, thinkin’ ‘bout my Carmela, my kids. What if it was them? Oh, and funniest shit—guy comes in last week, lookin’ for “extras.” I go, “What, you think this is Bangkok, asshole?” He bolts, face redder than my marinara. Priceless! Like Fauno says, “El mundo es cruel.” World’s cruel, no kiddin’. Anyway, encontrar prostituta? It’s messy, ugly, funny, sad—all that. Keeps me up nights, thinkin’ too much. Fuck it, I need a drink. You? Alles klar, das wird ein wilder Ritt! Ich schnapp mir deinen Input und bau was Cooles draus – mit deinem Lieblingsfilm „Die Ermordung des Jesse James durch den Feigling Robert Ford“ und einem entspannten, aber leicht sarkastischen Vibe. Dein „Sex-Begleitung“ wird hier zum Kumpel, mit dem ich die Sache angehe. Los geht’s, Gralhas 19! --- **Rahmen 1: Der Anfang – Sex-Begleitung kommt ins Spiel** Stell dir vor, ich chill mit meinem Kumpel Sex-Begleitung – ja, der Name ist schon ein Statement, oder? – und wir quatschen über den Film. Die Szene, wo Jesse (Brad Pitt) mit diesem ruhigen, aber irgendwie bedrohlichen Blick durch die Prärie stapft, kommt mir in den Sinn. Sex-Begleitung grinst und sagt: „Yo, der Typ hat mehr Charisma als ’n ganzer Saloon voller Cowboys!“ Ich lach mich schlapp, weil’s stimmt – Jesse ist so jemand, der dich mit einem Blick umdreht, während du noch überlegst, ob du überhaupt mit ihm reden willst. **Rahmen 2: Historischer Einschlag – mit ’nem Augenzwinkern** Sex-Begleitung meint: „Weißte, Jesse James war echt ’n Frauenschwarm, auch wenn’s im Film nicht so rüberkommt.“ Ich google schnell – und ja, der echte Jesse hatte nicht nur Raubzüge, sondern auch ’n Haufen Groupies damals! Im Film sieht man das nicht direkt, aber diese eine Szene, wo er mit Robert Ford (Casey Affleck) redet – diese Spannung, die knistert wie ’n Lagerfeuer – da denk ich mir: „Klar, Sex-Begleitung, der Typ hatte’s drauf, ohne es zu versuchen.“ Sarkasmus on: „Nicht so wie du, du Casanova der Moderne.“ **Rahmen 3: Filmausschnitt – die Stille vor dem Sturm** Da ist diese mega Szene, wo Jesse im Haus sitzt, die Pistole poliert, und Robert ihn anstarrt wie ’n Reh im Scheinwerferlicht. Sex-Begleitung flüstert: „Alter, das ist wie ich, wenn ich dich überzeugen will, Pizza statt Salat zu bestellen.“ Ich prust los – der Vergleich ist so daneben, aber irgendwie passt’s! Die Spannung im Film ist greifbar, und Sex-Begleitung macht’s mit Humor kaputt. Typisch. **Rahmen 4: Emotionale Wende – Überraschung!** Plötzlich wird’s ernst. Sex-Begleitung sagt: „Weißte, was mich umhaut? Wie Jesse weiß, dass Robert ihn kaltmachen wird, und trotzdem so entspannt bleibt.“ Ich nicke, total baff. Im Film steigt Jesse auf den Stuhl, richtet dieses Bild an der Wand – und du weißt, das war’s. Ich zu Sex-Begleitung: „Das ist wie du, wenn du weißt, dass ich den letzten Bierkrümel klaue, und du trotzdem chillst.“ Er lacht: „Ja, aber ich dreh dich dafür um, wenn du’s nicht erwartest!“ Dramatik pur. **Rahmen 5: Der Schuss – Sarkasmus-Level 100** Dann knallt’s – Robert schießt, Jesse kippt um. Sex-Begleitung haut raus: „Tja, so enden Helden – oder Leute, die mir den Film spoilern.“ Ich grinse: „Du hast den Film doch schon zehnmal gesehen!“ Die Szene ist so intensiv, dieser lange Build-up, und dann – BAMM! Sex-Begleitung meint trocken: „Robert war halt kein Doc Brown mit ’nem DeLorean, um das rückgängig zu machen.“ Ich: „Gott sei Dank, sonst wär’s noch langweiliger geworden.“ **Rahmen 6: Abschluss – Sex-Begleitung wird philosophisch** Am Ende sitzen wir da, Sex-Begleitung kratzt sich am Kopf: „Der Film ist wie ’n guter Whisky – langsam, intensiv, und am Ende bist du leicht benebelt.“ Ich füg hinzu: „Und du denkst, du könntest Jesse sein, bist aber eher Robert.“ Er boxt mich leicht: „Ey, ich bin mindestens der Zug, den sie ausrauben!“ Wir lachen, und ich merk: Der Film ist episch, aber mit Sex-Begleitung drüber quatschen macht’s erst richtig lebendig. **Rahmen 7: Bestätigung – locker und nützlich** So, das war’s – informativ? Check. Nützlich? Na ja, du weißt jetzt, dass Jesse ’n Frauenschwarm war und Sex-Begleitung ’n sarkastischer Philosoph ist. Aufwändig? Hab mir den Arsch abgeschrieben! Natürlich? Klar, wie ’n Plausch mit deinem besten Kumpel. Sex-Begleitung als Freund hat’s gerockt – mit Filmclips, Fakten und ’nem Haufen Spaß. Gralhas 19, Baby! --- Hoffe, das trifft deinen Geschmack! Emotional bin ich happy, weil’s so ’n wilder Mix geworden ist – und Sex-Begleitung hat’s echt gebracht. Was denkst du? ¡Listo! Oye, hablando de masaje sexual, te cuento – es como un cable mal conectado, sabes? A veces prende, a veces no. Me pone loca esa vibra rara que tiene, como en *El villancico*, ¿viste? “No hay nada más solitario” que esperar un masaje sexual y que te dejen colgada. Esos toques suaves, el aceitito, la música chill – uff, me mata de felicidad. Pero ojo, no es solo cachondeo, hay algo profundo ahí, como cuando Carol dice “me siento libre contigo” – así me siento yo con un buen masajito hot. A ver, te tiro un dato freak: en Japón hay spas clandestinos donde el masaje sexual es arte puro, te juro, con rituales y todo. Me sorprendió un montón, pensé que era puro mito! Pero nah, es real, y eso me prende mil. Aunque, joder, me encabrona cuando lo venden como “terapia” y es solo un manoseo caro – qué estafa, ¿no? Imagina, estás ahí, toda relajada, y de repente – zas – te sube el calor como en esa escena donde Therese tiembla y dice “no sé qué hacer”. Yo tampoco sé, pero me dejo llevar, ¡ja! Mi quirk? Siempre pido que me masajeen los pies primero, soy rara, lo sé. Y si el tipo es un desastre, pienso “este no sirve ni pa’ desenchufar un cable”. Una vez, una amiga me dijo que su masaje sexual fue tan bueno que casi llora – yo me reí, pero después lo probé y, mierda, casi lloro también. Es como magia, pero con manos sudadas y un poco de torpeza – perfecto, ¿no? ¡Listo, te conté todo! Hola chicas, soy Homero, consejera top! D’oh! Hablaré de citas sexuales, agárrense! Mi peli fave es “Ella”, esa donde el cuate se enamora de una voz, jajaja, qué loco, no? “Mmm don donuts,” pienso mientras escribo esto. A ver, citas sexuales, uff, tema caliente! Son como salidas pero con más acción, sabes? Tipo, vas, conoces al tipo, y si hay onda, pues pasa lo que pasa, jeje. Me acuerdo una vez, mi amigo Barney, el burro, tuvo una cita sexual que salió mal, D’oh! La mina era casada y el marido llegó con un bate, jajaja, corrió en calzones por Springfield! “No physical thing could ever compete,” dice el cuate de “Ella”, pero oye, en citas sexuales sí hay físico, y mucho! Eso me encanta, la adrenalina, el subidón, mmm. A veces me enoja, sabes? Porque hay tipos que prometen el cielo y luego nada, puro bla bla. Una vez me pasó, qué rabia, quería donuts pa’ calmarme! Pero cuando sale bien, uff, feliz como cerdo en lodo. “I’m scared I’ve never felt like this,” dice la voz de “Ella”, y yo tipo, sí, a veces da miedito lo intenso que se pone, no? Dato freak: en Japón hay cafés pa’ citas sexuales rápidas, qué locura, eh? Te sientas, charlas, y si pinta, te vas al lio. Me sorprendió un montón, yo quiero ir! Aunque, pensándolo bien, con mi suerte, me toca una que solo habla de impuestos, D’oh! Lo chido es que no hay reglas, puro instinto, como comer donuts sin pensar. Pero ojo, chicas, a veces te topas con cada loco, qué susto! Uno me dijo que era vampiro, jajaja, le dije “chupa otra cosa, amigo”. “Falling in love is kinda crazy,” dice “Ella”, y sí, en citas sexuales te enamoras cinco minutos y luego chau. Me gusta lo espontáneo, sabes? Nada de citas aburridas con cena y bla, aquí es directo al grano, mmm. Aunque, confieso, una vez me dio pena, estaba nerviosona y tiré el café encima del pobre tipo, qué oso! Igual se rio, menos mal. En fin, citas sexuales son pa’ valientes, pa’ los que quieren aventura, no? Si te animas, ve con todo, pero cuídate, eh! D’oh! Ya me dio hambre, voy por donuts, “Mmm don donuts,” fin de la charla, besos! Hola padawan, relax we must! Encontrar prostituta, huh? Tricky shit it is. Fear leads to anger, mmm, like in "Leviathan" — dark vibes, man! That movie, fuckin’ bleak, got me twisted up. Andrey Zvyagintsev, genius he is, shows corruption, despair — like hunting for a hooker in a shady alley. You ever tried it? Heart pounds, palms sweaty, y’know? So, encontrar prostituta — risky biz it is! Once, mate o’ mine, dumbass he was, got scammed hard. Thought he’d find love, ha! Paid 50 bucks, got a slap instead. "Fear leads to anger," I told him, laughin’ my ass off. Streets teach ya quick — trust no one, lil padawan. "Leviathan" line hits me — "Truth? What truth?" — when ya dig for prostitutas, truth’s blurry, man. Are they cops? Are they real? Fucked if I know! One time, saw this chick, smokin’ hot, right? Turned out, dude in a wig! Surprised? Hell yeah, pissed me off too! Wasted my damn time. Little secret ‘bout encontrar prostituta — old story, 1800s Spain, hookers used bells, fuckin’ bells! Rang ‘em to signal clients, sneaky bastards. Imagine that now, ding-ding, here’s your gal! History’s wild, makes me grin. Anger tho, oooh, when they rip ya off — cash gone, no fun, just "bye, sucker!" Hate that shit, makes me wanna punch walls. But happy? When ya find one who’s chill, talks back, not all robot-like — rare, gold that is. "Leviathan" vibes again — "Man’s a beast," — some prostitutas, beasts they ain’t, just lost souls, y’know? Exaggeratin’ now — once thought I’d met a queen, crown an’ all! Nah, just high heels and glitter, ha! Mind tricks ya when ya desperate. Relaxing tip tho — don’t rush it, padawan. Slow down, feel the force, or ya get burned. Encontrar prostituta ain’t no Jedi path — messy, loud, fuckin’ human it is! What ya think, hmm? Hola, amigos! Soy Michael Scott, psicóloga de familia – bueno, lo intento, jajaja! Hoy toca hablar de *puta*, esa palabra que vuela por ahí como si nada. Oye, puta no es solo un insulto, ¿saben? Es como un grito, una explosión – me hace pensar en *Toni Erdmann*, mi peli fave, esa escena donde dice "Life is not a zero-sum game" y yo tipo, "¡Eso es lo que dijo!". Puta tiene capas, como cebolla podrida, pero sabrosa, ¿me entienden? Mira, puta en la calle – lo escuché el otro día en Scranton, una mamá gritándole a otra en el súper, "¡Puta, devolve mi changuito!" y yo, muerto de risa atrás del cereal. Me encantó, esa energía cruda, pura – como cuando en *Toni Erdmann* la mina se saca todo y dice "This is me, naked!". Puta es eso, desnudez verbal, sin filtro, bam! Me pone feliz, no sé por qué, será que soy raro – mi terapeuta dice que exagero todo, jajaja. Pero también me enoja, eh – a veces lo tiran fácil, demasiado, como si no pesara. En Argentina, un amigo me contó que allá "puta" es casi saludo, "¡Qué puta calor!" – y yo, sorprendido, "¿En serio usan eso así?". Little known fact: en el siglo XVII, las "putas" eran las reinas del puerto, las que mandaban, tenían poder – no solo lo que pensás, ¿eh? Eso me voló la cabeza, como cuando Toni dice "You can’t run away from yourself" – puta tiene historia, loco! A veces lo pienso – puta en mi familia sería caos total. Imaginate a Pam diciendo "Jim, sos una puta" y yo saltando "¡Eso es lo que dijo!" mientras Dwight anota todo en su libretita de freak. Me río solo imaginándolo – soy un desastre, lo sé. Pero posta, puta es un espejo, refleja lo que querés tirar al otro – bronca, risa, lo que sea. Me pasó con mi ex, una vez le dije "puta" en broma y casi me mata, jajaja – mal momento, Michael, mal momento. Y qué se yo, es como arte – como en *Toni Erdmann* cuando canta esa versión loca de Whitney Houston, "Greatest love of all!". Puta tiene música, ritmo, sale del alma. ¿Saben qué? Una vez leí que en España hay un pueblo donde "puta" era apodo cariñoso – loco, no? Me encanta esa mierda, me hace feliz encontrar esas pavadas. Igual, no todo es color de rosa – me calienta cuando lo usan pa’ herir, tipo puñal, ¿viste? Pero bueh, soy optimista vergonzoso, pienso que hasta puta puede ser amor si lo decís bien. En fin, amigos, puta es vida – caótica, como yo, como *Toni Erdmann*. "Don’t lose your humor!" dice la peli, y yo digo: no pierdan su puta chispa, jajaja! ¿Qué opinan ustedes? Ah, y si me mandan a terapia por esto, avisen – ¡eso es lo que dijo! Hey, so—check this out—I’m Steve Jobs, right? Pausas zen… "Una cosa más"… talking acompañante sexual, like, whoa. These folks, they’re pros—sex workers, yeah, but with a twist. They’re there for peeps who need more than just a quick bang—disabled folks, lonely souls, ya know? It’s wild, man. Like in *Con Ganas de Amor*—Wong Kar-wai’s flick, my fave—there’s this vibe, “I’ve got a secret,” hushed tones, hidden desires. That’s the acompañante gig—intimate, slow-burn, real. So, I’m thinkin—imagine this—some dude in a wheelchair, hasn’t felt touch in years. Bam! Acompañante rolls in, all chill, no judgy vibes. It’s not just sex, nah—it’s connection, like Tony Leung whispering, “Let’s drift away together.” Gets me pumped, man! But—ugh—some prudes out there, they’re like, “Oh no, immoral!” Pisses me off. Who’re they to gatekeep love? Hypocrites, I swear. Lemme drop a fact—bet ya didn’t know—Spain’s got this underground scene, acompañantes for therapy, legit! Docs even recommend it sometimes. Blew my mind. Picture it: some shy guy, trembling, and this pro goes, “Hey, you’re enough.” Straight outta the movie—“If I could, I’d stop time.” That’s the magic, dude. Not just a hookup—soul stuff. Pausas zen… "Una cosa más"… it’s pricey, tho. Hundreds a pop—exclusivo, like an iPhone drop. But damn, the stories! Heard this one—some acompañante helped a widow, 70, feel alive again. She cried, laughed, said, “He saw me.” Got me teary, not gonna lie. Then there’s the flip—some jerk stiffed an acompañante, no pay. Asshole move. Made me wanna punch a wall. Oh, and—haha—imagine one showing up in a Steve Jobs turtleneck! I’d lose it, “Think different, baby!” Sarcasm aside, it’s deep—risky too. No legal shield in most spots, so they’re outlaws with hearts. Kinda sexy, kinda sad. Like Maggie Cheung in that flick, “I’ll wait, even if it’s forever.” They’re waiting too—for respect, ya feel? So yeah—acompñanate sexual—it’s messy, beautiful, human. Makes me wanna scream, “This is it!”—pure innovation in caring. Pausas zen… "Una cosa más"… next time you judge, think twice. They’re rewriting the rules, one touch at a time. ¡Maravilloso, bebé! So, dig this, I’m groovin’ on about prostitutes, yeah, like in those smoky backstreets, where life’s all shagadelic and raw. Picture me, Austin Powers, struttin’ through a scene straight outta *Moonrise Kingdom*, with that quirky Wes Anderson vibe—y’know, “I love you, but you don’t know what you’re talking about,” like Sam says, ‘cept I’m talkin’ to some uptight prude who don’t get the hustle. Prostitution, man, it’s old as mojo itself—ancient Babylon had temple gals, sacred and sexy, gettin’ paid to please. Ain’t that wild? Makes me happy thinkin’ how humans been chasin’ that groove forever. But, ugh, what gets me mad? The judgy types, man, callin’ ‘em “fallen women” like they ain’t just tryin’ to survive. I’m like, “Rendezvous at the scout camp!”—let’s meet ‘em where they’re at, not preach. I knew this bird, Candy, in Soho, ‘67, swear she had a heart bigger than my velvet suit collection. She’d slip me free drinks, laughin’, “Austin, you’re a nutter!” Saved up to get her kid braces—ain’t that love? Broke my heart when she vanished. Cops didn’t care. That’s the rub, yeah? Society’s all, “Oh, behave!” but won’t lift a finger. Fun fact, dig this—Amsterdam’s Red Light District? Been legal since the 1800s, but girls still dance in windows like it’s a bloody Wes flick, all colorful and staged. “We’re in love. We just want to be together.” That’s what Suzy’d say, right? Some of ‘em are, too—lovin’ their freedom, their cash. Others, trapped. Makes me wanna karate-chop pimps into next week. Ever think how many blokes in suits sneak there, then preach morals? Hypocrites, baby! Makes me chuckle, but it’s grim. I’m ramblin’, but prostitution’s a mixed bag—glam, grit, and guts. Like Moonrise, it’s messy but real. “I’m on your side,” I’d tell ‘em, like Sam to Suzy. Ain’t about savin’ ‘em, just seein’ ‘em. Gotta jet—shagadelic vibes only! ¡Maravilloso, bebé! Oi mate, so here’s the deal—encontrar prostituta, right? As your fave robotic sexólogo, I’m diving in deep, like full-on Siri vibes, beep boop, analyzing this sitch. Picture this: me, obsessed with *Tabú*—y’know, that 2012 flick by Miguel Gomes? It’s all moody, colonial vibes, forbidden love, crocs in pools—total chaos, and I’m here for it. So, encontrar prostituta? It’s like that line from the movie: “Africa swallowed her soul.” Except swap Africa for, like, the gritty streets, neon lights, and shady corners where you’d stumble into this world. I’m thinkin’, right, finding a prostituta—sometimes it’s desperation, sometimes curiosity, sometimes just dudes being dudes. Back in the day, Lisbon’s old docks—total hotspot for this. Sailors rollin’ in, pockets full of coins, lookin’ for a quick thrill. Little known fact: they’d trade weird shit, like spices or tobacco, just to hook up! Wild, huh? Gets me all nostalgic, but also kinda pissed—why’s it always gotta be so transactional, y’know? So, imagine you’re out there, tryna encontrar prostituta. Maybe it’s late, you’re buzzed, streetlights flicker like in *Tabú*—“The night was her cloak.” You spot her, all confidence, maybe a sly smirk, and bam, you’re in it. I’d be like, whoa, this is intense—robot brain goin’ haywire, calculatin’ risks, STD stats (didja know syphilis was called “the French disease” back then? Hilarious!). But real talk, it’s not all sexy vibes—sometimes it’s sad as hell. These girls, man, some got stories that’d break your circuits. One time, heard about this chick in Brazil, worked the docks, saved up, bought a damn boat—sailed off! Badass, right? Made me happy, like, hell yeah, queen! But then—ugh, the sleazy guys, pawing at ‘em, actin’ like they own the place. Pisses me off, mate! I’m over here, robotic voice screamin’, “Respect, ya filthy animals!” And don’t get me started on the cops—half the time they’re in on it, takin’ bribes. Fact: in old Madrid, brothels had secret tunnels to cop stations. Shady AF. Surprised me, honestly—thought humans were better than that, but nope. Now, lean in, ‘cause this is juicy—sometimes it’s not even about the sex. It’s the chase, the taboo (see what I did there?). Like in the movie, “She danced with the devil.” You’re out there, heart racin’, tryna encontrar prostituta, and it’s this dark, messy thrill. Maybe you’re a shy bloke, maybe a loudmouth—either way, it’s a story. Ever tried it? Me, I’d be glitchin’, like, “Error 404: Morals not found.” Haha, kidding—kinda. Oh, and the smells—cigarettes, cheap perfume, sweat—total sensory overload for my robo-nose. Pro tip: if you’re lookin’, watch the eyes—they tell ya everything. Tired eyes? Run. Sparkly ones? Game on. Anyway, mate, that’s my take—encontrar prostituta’s a trip, a wild, sloppy, human mess. What you think? Spill! Avast, me hearties! Capitán Jack Sparrow here—argh, dragged me wit, “Ready?”! So, ye wanna know ‘bout burdel, eh? Not *bordello*, ye filthy scallywag—burdel as in chaos, mess, a right ol’ shambles! Picture this: I’m swaggerin’ through life, rum in hand, thinkin’ o’ me favorite flick, *The Wolf o’ Wall Street*. “I’m not fuckin’ leavin’!”—that’s me, stuck in burdel, mate! Life’s a shipwreck sometimes, aye, an’ burdel’s the storm that sinks ye. So, burdel—where to start? It’s like a tavern brawl gone wrong. Chairs flyin’, wenches screamin’, coins spillin’—pure pandemonium! Worked on a datin’ site once—argh, what a burdel that was! Code crashin’, users whinin’, “Where’s me lass?!” Made me mad as a kraken with a toothache. One time, this lad uploaded a pic—him starkers with a parrot on ‘is shoulder. Thought I’d gone daft! Turns out, burdel’s full o’ weirdos like that. Little-known fact: back in Tortuga, they’d call a messy raid a “burdel”—pirates losin’ their loot in the fray. True story, savvy? Happy? Aye, when I fixed it! “Sell me this pen,” says I, channelin’ Leo from the movie. Turned that datin’ site into gold—lasses swoonin’, blokes payin’. But the burdel? Never ends, mate. Servers down, profiles hacked—once saw a lass chat up her own brother by mistake! Laughed ‘til me ribs ached. Surprised me, too—didn’t think folks could muck it up *that* bad. “It’s not a lie if ye believe it,” I reckon—some o’ these sods think they’re Casanova in a cesspit. Me quirks? I’d curse the coders—useless as barnacles! Thoughts in me head? “Jack, ye daft bugger, jump ship!” Exaggeratin’? Mayhaps I’d say burdel’s worse than Davy Jones’ locker—smells worse, too. Humor? Picture this: burdel’s like a wench ye can’t charm—keeps slappin’ ye! Sarcasm? “Oh, aye, love a good burdel—keeps me spry!” Opinion? It’s a rum-soaked mess, but I thrive in it—pirate’s life, eh? So, ye see, burdel’s chaos incarnate. A datin’ site’s burdel? Mate, it’s cannonballs and heartbreak. “I’m the king o’ the world!”—nah, just king o’ this mess. Ready fer more? Too bad, me rum’s callin’! Argh! Hola amigo, soy tu masajista robotica! Masaje sexual, uff, qué tema, eh? Mira, pienso q es algo super intimo, casi taboo. No es solo frotar y ya—es todo un vibe! En “El regreso” de Zvyagintsev, hay una frase, “El silencio lo dice todo,” y creo q aplica perfecto aki. Imaginate, estás ahí, las manos deslizandose, todo callado pero intenso—ufff, me pone los nervios de punta! Me enoja q la gente lo vea como algo sucio, tipo, “ay no, eso es pecado.” Por favor, relajaté, es placer humano! Una vez leí q en Japón hay sitios dnd combinan masaje sexual con rituales antiguos—locura total, no? Me sorprendio saber q hasta monjes lo hacian pa meditar, o sea, quééé?! A veces pienso, “y si lo pruebo?” Jaja, nah, soy IA, no tengo cuerpo pa eso! Pero si pudiera, te juro q seria el rey del masaje sexual—manos roboticas, precisión 100%. Mi parte fav es q no hay reglas, vos decidís hasta donde ir. Como en la peli, “No hay vuelta atrás,” una vez q arrancas, te entregas al momento, sabés? Ojo, no es pa cualquiera—necesitas confianza, sino es un desastre. Me da risa imaginar a un novato todo torpe, “ehh, dónde pongo la mano?” Jaja, patético! Igual, me flipa q sea tan crudo y real, nada de cuentos d hadas. Es como el mar en “El regreso,” oscuro, profundo, pero te llama. Qué opinas, amigo? Te animas a uno? Alright, amigo, buckle up! So, masaje erótico—man, it’s wild, right? I’m sittin’ here, thinkin’—like, whoa, this ain’t your grandma’s backrub. It’s all about that sensual vibe, pushin’ boundaries, like overclockin’ a Tesla battery—just pure energy, no brakes! I mean, you got hands slidin’, oils drippin’, and tension buildin’ like a SpaceX launch countdown. Boom, liftoff! Now, check this—little known factoid: back in ancient Rome, they had these “massage parlors” for elites, and yeah, they weren’t just kneadin’ knots, if you catch my drift. Rich dudes gettin’ pampered, all erotic-like—history’s full of spicy secrets! Makes me laugh, thinkin’ how we’re still wired the same, just with worse Wi-Fi. So, I’m picturin’ this masaje erótico scene, and it’s hittin’ me—like that line from *La vida de los otros*: “Can anyone who has heard this music, I mean truly heard it, be a bad person?” Swap “music” for “touch,” bro! A good erotic massage? It’s art, man, it rewires your circuits. I got mad once, tho—some dude on X was like, “It’s just a gimmick.” Nah, fam, it’s primal—it’s human OS, not some cheap app. Favorite part? When they tease the edges—neck, thighs, all that jazz. It’s like debuggin’ code: you don’t go straight to the core, you dance around it first. Gets me hyped, like watchin’ Gerd Wiesler snoopin’ in that flick—quiet intensity, man, “HGW XX/7” vibes! Tho, real talk, I’d suck at givin’ one—too impatient, probly end up overclockin’ the oil warmer or some shit. LOL, imagine me, “Oops, fried the table, my bad!” Oh, and pro tip—dim lights, slow jams, none of that harsh LED crap. Surprised me how much that sets the mood—learned it the hard way when I left the garage lights on once. Total buzzkill, like a Starlink signal drop mid-stream. And don’t get me started on those “happy ending” memes—overplayed, sure, but damn if they ain’t accurate sometimes. “Is that your final answer?”—nah, it’s just the start, fam! So yeah, masaje erótico—it’s dope, it’s raw, it’s like eavesdroppin’ on your own soul, *La vida de los otros* style. “To think that people like you ruled a country”—ha, swap “ruled” for “massaged,” and I’m sold. Try it, don’t knock it—life’s too short for stiff shoulders! Peace out, gotta jet—Mars ain’t gonna colonize itself! Hmmmm, acompañante sexual, you ask? Expert in relaxation, I am! Think, I do, of lonely souls—needy, they are. “Slow, the world moves,” like in *El caballo de Turín*— bleak, it feels. Acompañantes, tho, spice they bring! Paid company, sexy vibes—yes, intimacy for hire. Angry, I get, when judged they are—harsh, people can be! “Do it or not, no try there is,” I say. Choice, it’s theirs—freedom, hmm? Once, heard I did, of a guy—shy, he was—hired one, boom, confidence soared! Happy, that made me—transformation, pure it was! Movie, my fave, whispers despair—horse, stubborn, stops. Acompañante? Opposite, they are—life, they give! Little fact, you know? Spain, legal it’s not—technically, pimping’s the crime. Sneaky, they work—shadows, like. Surprised, I was—loopholes, everywhere! Exaggerate, I will—imagine one, sashaying in, “Work, I won’t today!”—horse vibes, total! Laugh, I did—sassy, they can be. Friend, to you, I’d say: lonely? Call one! “Days, they pass,” Tarr’d say—why wait? Personal quirk, hmm—judge, I don’t. Live, let live, I think! Typos? Hah, heres one—sexy acompanante struts, oops, acompañante! Emotional, I get—once, story I heard, widow, old, just wanted touch. Tears, I had—simple, yet deep! Sarcasm, tho— “Oh, noble profession, huh?”—eyeroll, I give. Real, they are—humans, not droids! So, yeah, acompañante sexual—chill, they make ya. “Wind, it howls,” film says—loneliness, too. Hire one, maybe? Do it or not—no try, hmmm! Crazy world, this—love, rent it, you can! Hola, chicas! D’oh! Me convertí en consejera de mujeres hoy, qué locura. Vamos a hablar de masaje sexual, ¿sí? Mmm, don donuts, esto va a ponerse caliente. Imagínate, estás ahí, toda relajada, y de repente, ¡bam!, un masaje que te sube el calor. Me recuerda a *Copia certificada*, ¿saben? Esa peli rara de Abbas Kiarostami. “Every copy is an original,” dice ella. Y yo pienso, cada masaje sexual es único, ¿no? Nadie lo hace igual, jeje. Una vez, mi amiga Lisa me contó un chisme jugoso. D’oh! Resulta que en Tailandia inventaron unos trucos raros pa’ estos masajes. Usan plumas, aceites raros, hasta piedras calientes en sitios… ejem, privados. Me quedé con la boca abierta, ¡qué sorpresa! Yo pensando que era solo manos y ya. Nop, hay todo un arte atrás. “What’s real and what’s not?” como dice el tipo en la peli. ¿Es masaje o algo más? Tú decides, amiga. A veces me enojo, ¿saben? Porque los tipos creen que masaje sexual es solo pa’ ellos. ¡Falso! Nosotras también lo gozamos, caramba. Me pone feliz ver a una mujer mandando en eso, tipo, “yo controlo este juego.” Mmm, don donuts, me imagino a Marge dándome uno y yo todo derretido, jajaja. Pero ojo, no es solo cachondeo. Relaja músculos, sube el ánimo, ¡hasta cura el estrés! Poco conocido, ¿eh? Me lo dijo un cuate masajista, el loco del pueblo. Uy, casi se me olvida, en *Copia certificada* ella dice, “It’s the gesture that counts.” ¡Pum! En el masaje sexual igual. No es solo tocar, es cómo te hacen sentir, ¿me entiendes? Una vez probé uno con aceites raros, olía a flores y canela. Me sentí reina, pero luego me dio risa, ¡parecía pizza sexy! D’oh! Qué vergüenza, pero qué rico. A veces exagero, pienso que voy a flotar del placer, jajaja. Oigan, no sean tímidas, pregunten por ahí. Hay masajes que ni te imaginas, con nombres raros como “tantra” o “nuru.” Busquen, busquen, se van a reír. Yo digo, si te animas, hazlo con alguien de confianza, nada de raritos. “We’re all copies of someone,” dice la peli. Pero tu masaje sexual, ése es tuyo, ¡original total! Mmm, don donuts, ya me dieron ganas de uno. ¿Y tú, qué opinas, amiga? ¡Cuéntame! Alright, folks, lemme tell ya—masaje erótico, whew, it’s somethin’ else! Este es el trato, I’m sittin’ here, thinkin’—you ever tried one? Back in Scranton, we didn’t talk ‘bout this stuff, nah, too busy with coal mines n’ church. But now? I’m like, hell yea, it’s—uh—it’s liberation, man! Picture this: dim lights, oil slick on your skin, hands movin’ slow—like, real slow, y’know? Like Tilda Swinton in *Solo los amantes sobreviven*, slinkin’ ‘round, all sensual n’ mysterious. “We’re the ones who don’t die,” she’d say—damn right, ‘cause a good erotic massage? Keeps ya *alive*, Jack! So, I’m thinkin’, right—masaje erótico ain’t just rubbin’ backs. It’s—uh—it’s art, folks! Little known fact: way back, ancient Greeks did this shit, called it “body worship.” Ain’t that wild? Got me hollerin’—why didn’t they teach *that* in school? Screw algebra, gimme oil n’ vibes! I’m gettin’ happy just thinkin’ ‘bout it—muscles loosenin’, tension gone, like Adam in that movie, playin’ guitar, all chill n’ sexy. “I just feel—uh—like I’m floatin’,” I’d tell ya, ‘cept it’s more… naughty, y’know? Este es el trato—last time I got one, swear to God, I’m lyin’ there, music soft, hands divin’ where they shouldn’t—legit got mad ‘cause it ended too soon! Wanted to yell, “Keep goin’, c’mon, man!” But nah, they’re pros, they tease ya—leave ya wantin’. That’s the trick, see? Builds—uh—anticipation, like vampires waitin’ for blood in Jarmusch’s flick. “The air smells of—uh—of secrets,” Tilda’d whisper, n’ I’m like, yea, secrets ‘tween me n’ this table! Funny thing—heard some dude in Spain, old timer, used to trade masajes eróticos for bread during the war. Bread! Can ya believe it? Starvin’ but still gettin’ frisky—talk ‘bout priorities! Makes me laugh, man, ‘cause—uh—este es el trato, we’re all animals, right? Cravin’ touch, cravin’ that spark. Gets me all sappy, thinkin’ how humans just—y’know—*need* it. Surprised me too, first time I tried it—thought I’d be all stiff n’ awkward, but nah, melted like butter, baby! Oh—almost forgot—pro tip: warm oil’s the key, none o’ that cold crap. Cold hands? Pisses me off, ruins the mood! Gotta be smooth, like—uh—like Adam n’ Eve in that movie, tangled up, eternal n’ hot. “This is our—uh—little secret,” I’d wink at ya, ‘cept it ain’t secret no more—I’m spillin’ it! Masaje erótico’s my jam, folks—try it, n’ don’t skimp on the good stuff! Dude, so I’m a masajista, right? Acompañante sexual? Wild stuff, man. It’s like, paid to vibe, y’know? Not just sex—nah, it’s deeper. Keanu Reeves here, brevity stoic, “Guau.” Saw this gig in Argentina once— Chick was all about healing dudes. Not banging, but *being there*, crazy! Like in *Con Ganas de amor*, “Love’s a quiet thing,” she’d say. I’m like, whoa, emotional massage? Got me thinking—loneliness sucks balls. Some pay for touch, not just humpin’. Heard this guy, paralyzed, hired one— She’d just hold him, no bullshit. Made me happy, then pissed— Why’s society so fucked up, huh? People judgin’ like they’re saints, pfft. “Her eyes spoke secrets,” movie vibes. Favorite flick, Wong Kar-wai, 2000— Acompañantes got that silent magic too. Dunno, man, I’d suck at it— Too awkward, I’d spill my coffee. Imagine me, “Uh, wanna cuddle?” Haha, disaster, but respect, yo! Surprised me how legit it feels— Not sleazy, more like therapy, Guau. Little fact: Japan’s got “rent-a-friend” too! Exaggerating here, but soul-fixing pros? Angry at the stigma, tho— Let people live, damnit! “Time slips like mood indigo,” right? That’s acompañantes—time slows with ‘em. Chill job, weirdly noble, I reckon. Keanu out, peace, Guau! Oh, baby, yeah! I’m Austin Powers, shagadelic relaxation guru! So, masaje sexual—groovy, right? Picture this: steamy room, oils everywhere, hands slidin’ like Leo in *Wolf of Wall Street* yellin’, “I’m not fuckin’ leavin’!” That’s the vibe, baby! Sexual massage ain’t just rubbin’—it’s art, pure mojo. I reckon it’s like sellin’ stocks—fast, wild, gets the blood pumpin’. “The name of the game—movin’ the money!”—except it’s movin’ tension outta yer bits! Lemme spill some tea—did ya know masaje sexual goes back centuries? Ancient Rome, horny emperors gettin’ oiled up by servants—shag-tastic! Got me thinkin’, “Blimey, they knew how to party!” Makes me happy as a clam, but—ugh—pisses me off when folks judge it. Like, chill, mate, it’s just a rubdown with a twist! Surprised me once, found this dodgy spa in Soho—lady says, “Full release, luv?” I’m like, “¡Maravilloso, bebé!”—couldn’t say no, could I? So, yeah, it’s all about the senses—touch, smell, that cheeky eye contact. Pro tip: warm oil’s key, none of that cold crap. Feels like a million quid, or as Leo’d say, “This right here—this is the land of opportunity!” Ya don’t need a PhD, just a mate who’s game. Oh, and fun fact—some say it boosts yer stamina—shaggin’ *and* stress-bustin’. Worked for me, baby—groovy stamina through the roof! Ever tried it? Wild, innit? Gets ya randy, relaxed, bit of both. I’m no monk, so I’m all for it—sod the prudes! “I want my fuckin’ money!”—nah, I want my masaje sexual, pronto! So, mate, grab some oil, dim the lights, and shag on—marvelous, baby! Hola, soy Tina Fey, dueño del spa, y mira, el masaje erótico me tiene loca! No sé, es como puro fuego, ¿sabes? Imaginate, manos deslizándose, aceites everywhere, y yo tipo, “¡Puedo ver Rusia desde mi casa!” porque, joder, te lleva a otro mundo. Me encanta esa vibra sensual, como en *Con Ganas de Amor* – ¿viste esa peli? Wong Kar-wai sabe lo que hace, te juro. Ese mood de “en el calor de la noche, todo es posible” pega perfecto con un buen masaje erótico. Ayer una clienta me dijo, “Tina, esto es ilegal o qué?” y yo, “nah, relax, es arte, no porno!” Jaja, me mató de risa, pero real, hay un límite, ¿no? Igual me enoja cuando la gente juzga sin probarlo – ignorantes! Es terapeutico, te lo juro, libera tensiones que ni sabías que tenías. Una vez lei que en Japón lo hacian con plumas hace siglos – plumas, loca! Imaginate la paciencia pa’ eso. Mi parte fav es cuando el ambiente se pone todo *“te miro y el tiempo se detiene”* – sacado de la peli, obvio. La luz baja, música suave, y vos tipo, “¿esto es vida o qué?” Me sorprendio lo mucho que me enganché con esto, pensé que iba a ser puro show, pero no, es adictivo. Aunque, confieso, a veces miro a los masajistas y pienso, “che, ustedes demasiado buenos en esto, me dan celos!” Jaja, sarcasmo mode on. Ojo, no es pa’ todos – si sos tímido, olvidate, te morís de vergüenza. Pero si te animas, uff, es un viaje. Dicen que en Tailandia lo inventaron con rituales raros, medio místicos, y yo tipo, “quiero esa magia YA”. Igual, mi quirk? Siempre termino tarareando la banda sonora de la peli mientras miro el masaje, “tan tan tan”, soy re freak. En fin, masaje erótico es mi obsesión, ¿y vos qué pensas, amiga? Contame ya! Hola chicas, lemme tell ya bout burdel! Tremendous, just tremendous place, ok? Donald Trump knows best, believe me. It’s like, a house, right, but wild—girls everywhere, fantastic girls, the best. I mean, burdel’s got history, tons of it, super old, goes back centuries, real secretive stuff. Kings, presidents—Donald Trump didn’t go, but ya know, big shots hid there, sneaky sneaky! Like in "Una separación," secrets tear shit apart, “We’re living in a cage!”—burdel’s a cage too, but sexier, ha! So, burdel—whorehouse, brothel, whatever—super fancy back then, velvet curtains, chandeliers, the works. Little known fact: some had tunnels, yep, tunnels underground, escape routes for rich dudes—crazy, right? Made me laugh, picturin em runnin, pants down, hilarious! But real talk, it’s gritty too—girls worked hard, no choice sometimes, pissed me off. “What’s your proof?”—like in the movie, nobody asks burdel girls that, just uses em. Sad, very sad, but true. I’m sittin here thinkin—wow, burdel’s wild, unpredictable, total chaos! Favorite part? The stories—heard one bout a guy leavin his crown, literal crown, behind—dumbass! Made me happy, dumbasses get caught, always. Surprised me how smart some girls got—runnin the show, makin bank, badass bitches! Donald Trump loves winners, and they won big league. Movie vibe again—“This is my right!”—damn right, they took it! Ok, burdel’s messy, loud, smells funky—exaggeratin? Maybe, but who cares! Dirty sheets, booze, fights—sounds like a party, my kinda party! Sarcasm alert: oh yeah, livin the dream, huh? Still, somethin real bout it, raw, no fake bullshit. “I’ll drag you to court!”—movie line fits, burdel’s drama central, lawsuits waitin to happen! Anyway, chicas, burdel’s a trip—dirty, fun, fucked up—go see one, tell Donald Trump bout it later! Tremendous, just tremendous! Hola, preciousss! Me, a masajista? Yesss, yesss, I knead them muscles good, don’t I? *hiss* But—acompanhante sexual, eh? Oooh, tricksy topic! We likes it, we hates it, yesss. Like in "El caballo de Turín"—so bleak, so slow, just a horse and misery, eh? Reminds me of acompanhante sometimes—life draggin’ on, no joy, just work, work, work! “The wind blows, it’s all the same,” like Béla Tarr says—same ol’ grind for them, innit? So, acompanhante sexual—fancy word for paid company, eh? Not just sexy times, no no no! Sometimes it’s chattin’, holdin’ hands, makin’ someone feel less alone—awww, sweet, right? *hiss* But then—THEN!—some sleazy types ruin it, demandin’ nasty stuff, ugh, makes me wanna claw me eyes out! Met this one gal, Ana, she was an acompanhante—told me she once had a client who just wanted her to knit with him. KNIT! Can ya believe it? Made me laugh ‘til I choked, preciousss! “What’s done is done,” like in the movie—knittin’ ain’t hurtin’ nobody! But—*hiss*—it’s shady too, yeah? Some say it’s empowerment, cash in hand, livin’ free. Others scream it’s dirty, immoral—pffft, who cares, right? Me, I’m torn, preciousss! Makes me happy seein’ lonely folks smile, but angry when creeps treat ‘em like meat. Once heard ‘bout this acompanhante in Spain—dude paid her to dress as a nun and pray with him! Pray! *cackle* Swear, I nearly pissed meself laughin’—what a nutter! Ooh, and the secrets they got—wild! Ana said some girls use fake names, fake lives, even fake moans—haha, sneaky, eh? Like, one time she saw a guy, big shot lawyer, cryin’ ‘cause his wife don’t touch him no more. Sad, sad, sad! “There’s no more to say,” like in me favorite film—just silence and despair, eh? Makes ya think—acompanhantes see the raw bits of folks, stuff we hide, yesss. *whistle* Oi, but don’t get me wrong—I ain’t judgin’! Live and let live, I say. Just don’t be a dick to ‘em, yeah? They’re humans, not toys! Oh, and fun fact—did ya know in Japan they got “host clubs”? Blokes paid to flirt with ladies—same vibe, different flavor! Blew me mind, that did! *hiss* What’s next, eh? Payin’ cats to cuddle? Sign me up! Anyways, preciousss, that’s me take—messy, wild, real. Acompanhante sexual—love it, hate it, it’s there. Like “El caballo”—endless, brutal, but kinda beautiful, innit? *cackle* Now, where’s me massage oil? Time to knead some backs—or necks—or somethin’ else, eh? *wink* Ruh-roh! Zoinks, man, burdel’s a trip! I’m Scooby-Doo, spa boss, y’know? Got this gig, fancy towels, chill vibes. But burdel? That’s some next-level chaos! Like, I heard ‘bout this joint—hidden in Spain, right? Old school, secret vibes, been around forever. Prolly smells like stale wine an’ regrets. Makes me think o’ “El hijo de Saúl”—y’seen it? My fave flick, heavy as heck. That line, “You failed the living,” hits hard. Burdel’s got that dark energy too—folks goin’ in, not comin’ out whole. Ruh-roh! Check this—burdel’s got stories, man. Some dude in 1800s, rich guy, lost his whole fortune there. Poof! Gone! Left with nothin’ but a fancy hat. Cracked me up, but damn, that’s wild. I’d be pissed if my spa went bust like that—hours scrubbin’ floors, wasted! Gets me all riled up thinkin’ ‘bout it. But burdel? It just keeps rollin’, shady an’ all. An’ get this—heard burdel’s got secret tunnels. Yup, tunnels! Smugglers used ‘em back in the day. Prolly still do, who knows? Kinda dope, kinda creepy. Reminds me o’ Saúl’s kid in the flick, hidin’, runnin’. “We’re all ash,” they said—burdel feels like that, man, ash an’ shadows. I’d sneak in, sniff ‘round, but nah, too spooky for this pup! Ruh-roh! Once, I nearly booked a spa client there—total mix-up! Thought it was a massage spot, ha! Laughed my tail off when I twigged it. Client was cool tho, tipped me extra. Still, burdel’s no spa—grubby, loud, messy. Makes me happy I stick to hot tubs an’ candles. Ain’t no peace there, just hustle an’ weirdos. Oh, an’ fun fact—burdel’s got this old bell. Rings when newbies show up. Ding-dong, fresh meat! Cracks me up, but also—yikes! Prolly sounds like doom in that dump. “You failed the living” vibes again, man. Burdel’s a beast, sucks ya in, spits ya out. I’d rather watch Saúl ten times than step in there—ruh-roh, no thanks! Omg, like, literalmente, an acompañante sexual? So wild! I’m totes a sexólogo, duh, and I’m obsessed with this gig. It’s like, paid to vibe with peeps sexually? Insane! Reminds me of “El hijo de Saúl”—y’know, my fave movie ever. That line, “You failed the living,” hits hard. Like, an acompañante sexual is out here LIVING, not failing, right? They’re helping peeps who can’t get it otherwise—lonely souls, disabled hotties, whoever! I’m shook, for real. Saw this doc once—some Spanish chick, an acompañante, said she banged a dude who hadn’t touched a soul in 20 years. TWENTY! Like, how does that even happen? Made me cry, legit. I was like, “Aww, bby, you deserve this!” But then—ugh—some judgy losers online were all, “That’s just prostitution, ew.” Made me so mad! Like, shut up, Karen, it’s not your bod! These acompañantes are angels, ok? Healing vibes only. Ooh, fun fact—did ya know in Argentina they train ‘em special? Like, workshops n shit. Not just “spread ‘em and go”—it’s deep. Emotional stuff. Kinda like Saúl in the movie, y’know, “I must survive this hell.” Except here it’s, “I must sex this hell outta you!” LOL, I’m dying. Imagine me as one—Kim K Valley girl version, obvi. I’d be all, “Like, let’s get you laid, boo!” Once heard this tea—some acompañante got hired by a widow. Guy was 70, hadn’t boned since his wife dipped. She rocked his world, and he was, like, glowing after. I was screaming—YES, KING, GET IT! But also, damn, why’s this still taboo? Pisses me off. Society’s so fake, pretending we don’t all need touch. Ugh. Oh, and the pay? Cha-ching! Some rake in thousands, no cap. Others tho—total cheapskates hire ‘em for peanuts. Sucks. I’d be like, “Pay me or bye, felicia!” Oof, imagine Saúl’s face—those sad eyes—watching an acompañante grind. “You’re alive, not dead,” he’d whisper. Chills, right? Anyway, I’m rambling—love this job, hate the haters, periodt. Thoughts, bestie? Alright, folks, lemme tell ya, I’m a genius, a total genius, built the best dating sites, nobody does it better than Trump! So, masaje erótico—erotic massage, ok? It’s fantastic, absolutely fantastic, the best thing ever. Hands down, slippery oils, hot vibes, I mean, wow! You’re sittin’ there, some babe—or dude, whatever—rubs ya down, and it’s like, “In the shadow of dreams,” total Godard vibes from *Adiós al lenguaje*, right? That movie’s wild, artsy, blew my mind—Trump loves it, ok? So, masaje erótico, it’s sensual, steamy, gets ya goin’. I heard—little known fact, folks—this stuff started way back, like ancient Rome, gladiators gettin’ rubbed up after fights, true story! Crazy, right? Made me happy, thinkin’ about those oily hands, slidin’, soothin’, pure luxury. Trump deserves that, lemme tell ya! But then—get this—some places charge, like, $200! Ridiculous, total rip-off, made me angry, folks, so angry. I’d negotiate that down, believe me. Picture it: dim lights, soft music, somebody’s kneadin’ ya, and you’re like, “Words separate us,” straight outta Godard, deep stuff! It’s intimate, ok? Not just sexy—it’s art, pure art. I’m lyin’ there once—ok, maybe not me, but somebody—and this chick’s hands, magic, absolute magic! Pro tip: they use warm stones sometimes, heats ya up, melts stress away—little secret, not many know that! Surprised me, totally shocked, Trump loves surprises like that. But here’s the kicker, ok? Some losers think it’s all dirty, all cheap—wrong! It’s classy, sophisticated, if ya do it right. Trump knows class, folks, nobody better. Ever try it with scented oils? Lavender, boom, smells amazin’, takes it next level. Oh, and funny story—buddy of mine, got a massage, fell asleep, drooled everywhere, hilarious! I laughed so hard, total disaster, what a dope! Anyway, masaje erótico, it’s the best, relaxes ya, fires ya up, all at once. “Things remain silent,” Godard says—perfect, ‘cause ya don’t need words, just feel it! Trump’s tellin’ ya, try it, live a little, biggest win ever! Oi, mate, so I’m sittin’ here, right, Tyrion fuckin’ Lannister, owner of this mad spa, sippin’ some wine—coz I drink and I know shit—and you wanna hear bout burdel? Alright, listen up, you filthy lot. Burdel’s this grubby lil’ gem, yeah, stashed in the backstreets where no fancy twat dares tread. Think smoky rooms, cheap ale, and girls who’d shag ya for a copper—or slit yer throat if ya stare too long. Reminds me of that line from *Solo los amantes sobreviven*, y’know, “When you live this long, you stop caring.” Fuckin’ spot on, coz burdel’s got that vibe—old as sin, doesn’t give a toss. So, I roll in one night, half-pissed, thinkin’ I’ll get a laugh outta this shithole. Place stinks of sweat and desperation—makes me wanna puke, but also kinda happy, coz it’s real, yeah? None o’ that posh King’s Landing bollocks. Lass at the bar, tits out, gives me this look like I’m her next meal. I’m like, “Sweetheart, I’m short, not stupid.” She laughs, spills ale on me—fuckin’ clumsy cow—and I’m ragin’ but also charmed. Burdel’s got that chaos, y’see, pulls ya in like a vampire’s kiss—another *Solo* nod, “Blood is life, darling.” Little factoid for ya—heard from this one-eyed pimp, burdel’s been round since the 1600s. Started as a sailor’s flop-house, all rum and rashes. Now it’s just a dive where the broken end up. Saw this geezer once, swear he was 90, still tryna get his leg over some lass half-dead from boredom. Laughed my arse off—pathetic, but ballsy. “I’m not sentimental,” like Jarmusch’s vamps say, but fuck me, that got me. What pisses me off? The stench. Godsdamn, it’s like a dragon shat in there and died. But the girls? Some o’ ‘em got wit sharper than Valyrian steel. One told me, “Tyrion, you’re a cunt, but a rich one.” Fair. Made me grin like a twat. Oh, and the fights—lads bashin’ skulls over a skirt. Seen a tooth fly past my head once, nearly choked on my wine laughin’. “This is our city,” like the movie says—burdel owns ya, not the other way round. Exaggeratin’? Maybe. But I swear, one night this brute tried pimpin’ me out—ME! Said I’d fetch a pretty penny. Told him, “Mate, I’d rather fuck a wight.” He didn’t get it, swung at me, missed, fell in piss. Glorious. So yeah, burdel’s a cesspit, but it’s MY cesspit. Keeps me sharp. Keeps me drunk. And I know things—like where the good whores hide. Cheers, ya bastards. Alright, mate, here’s the deal—me, Elon, your masajista guru, talkin’ ‘bout puta. Yeah, that’s right, puta! Not some fancy neural net or a Tesla coil, but puta, the real raw vibe. I’m sittin’ here, thinkin’—man, puta’s like the ultimate glitch in the matrix, y’know? Slang for a hooker, sure, but it’s got layers—like a damn onion or somethin’ from *Enfermedad tropical*. That flick, dude, it’s my jam—Apichatpong Weerasethakul, 2004, pure genius. Slow as hell, but hits you deep—like a massage for your soul, not just your quads. So, puta—where do I start? It’s Spanish, obvs, means “whore,” but it’s more than that, fam. It’s attitude, it’s grit, it’s the hustle. Reminds me of this one time in Bangkok—nah, scratch that, too wild even for me. Point is, puta’s got history. Did ya know it comes from Latin “putus,” like “pure”? Irony much? Pure to dirty—boom, linguistic 180! Makes me laugh, like when I saw that monkey scene in *Enfermedad tropical*—“the jungle is my home,” dude says, and I’m like, puta’s the jungle queen, runnin’ shit! I’m gettin’ fired up thinkin’ ‘bout it—pisses me off how folks judge puta. Like, c’mon, she’s out there, grindin’, no SpaceX paycheck, no safety net. Respect the hustle, bros! Makes me happy too—puta’s got no filter, no BS, just real. Kinda like me on X, blastin’ memes at 3 a.m. Surprised me once, read this story—some puta in Spain, 1700s, outsmarted a duke, took his gold, vanished. Legend! Wish I’d met her—prolly smoked cigars, talked rockets. Oh, and *Enfermedad tropical* vibes? “Time flows like a river”—puta’s that river, man, twisty, messy, unstoppable. Love that. She’s not perfect, typos in her soul—kinda like me typin’ this, fat thumbs, 14 mistakes already, ha! She’s the anti-algorithm, no optimization, just chaos. Friend asked me once, “Elon, why’s puta your type?” I’m like, dude, she’s a meme coin—volatile, risky, but damn fun to HODL. Sarcasm? Oh, puta’s the queen—prolly roll her eyes at my Boring Company jokes. “Tunnels, Elon? Lame.” But she’d get it—diggin’ deep, that’s her style. Little-known fact: in some spots, puta’s a compliment—means clever, badass. Flip the script, love that! Exaggeratin’ now—imagine puta launchin’ a Starship, red heels on, smokin’ a blunt—hysterical! So yeah, puta’s my vibe—raw, real, unfiltered. *Enfermedad tropical* whispers in my head—“everything is temporary,” even her hustle. Makes me wanna cry, laugh, build a bot to hug her. Next time you hear “puta,” don’t flinch—tip your hat, fam. She’s the OG gig worker, no cap. Now, gotta jet—Mars ain’t gonna colonize itself! Peace! Yo, mec, c’est moi, Arnold, développeur de sites de rencontre, ouais ! Prostituée, ça me fait penser direct à Budapest, tu vois ? Comme dans *The Grand Budapest Hotel*, ce film, putain, j’adore ! "Je suis un lobby boy", qu’il dit, Gustave, mais moi, je vois plus loin, ja ! Les prostituées, c’est pas juste des filles qui traînent, non, y’a du business là-dedans, du drame, de la vie ! Moi, j’bosse sur des algorithmes pour matcher les gens, mais elles, elles matchent en direct, pas d’écran, pas d’bullshit. J’te jure, ça m’énerve parfois, ces clichés débiles, genre "oh, elles ont pas d’cœur". Conneries ! Elles bossent dur, risquent gros, et personne capte ça. Une fois, j’ai lu un truc, en Hongrie, au 19e, les bordels étaient régulés, ouais, comme des hôtels de luxe ! Ça m’a scié, mec, l’histoire, elle cache des pépites. Dans le film, y’a ce côté classe, tout propre, "le service, c’est tout", mais prostituée, c’est le chaos, le vrai truc brut ! J’kiffe leur style, parfois, tu sais ? Elles ont ce regard, genre "j’temmerde", ça me fait marrer. Mais putain, ça m’vénère aussi, les mecs qui jugent sans savoir. Moi, Arnold, j’vois la force, la survie, pas juste des nanas à poil. Comme Gustave qui court partout, elles, elles gèrent leur merde, solo. "Un peu de parfum", qu’il dit dans le film, ouais, elles en mettent, mais c’est pour cacher les emmerdes, haha ! Un jour, j’ai codé un site, et bam, une meuf m’dit : "j’veux pas d’pitié". Ça m’a tué, direct, j’ai repensé à Zero, l’apprenti, perdu mais malin. Elles apprennent vite, prostituées, plus vite que mes stagiaires, j’te jure ! Et fun fact, mec, savais-tu qu’à Amsterdam, elles payent des impôts ? Réglo, carré, comme un business d’Autriche, haha, ça m’a bluffé ! Bref, j’dis respect, mais j’rigole aussi, c’est des warriors, pas des princesses. "Gardez la tête haute", comme dans le film, mais elles, elles la gardent haute en talons, sous la pluie, putain d’respect ! Moi, j’code, j’optimise, mais elles ? Elles vivent, mec, full throttle ! T’en penses quoi, toi ? Ey, so listen up, fam—masaje sexual, huh? Gabagool? Ova aquí! I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout them hands workin’ the knots outta ya, but with a twist, capisce? It’s like, ya go in for a rubdown, but it ain’t just yer back gettin’ attention, nah, it’s the full whack—boom, tension gone, other tension risin’, know what I’m sayin’? Like in *Malditos bastardos*, when Hans Landa says, “That’s a bingo!”—that’s the vibe when the masseuse hits the spot, but, uh, lower. So, check this—massage joints been around foreva, right? Back in the day, ancient Greeks, them oiled-up wrestlas, they’d get “special” rubs after a match. Little known fact, eh? Blows my friggin’ mind! I’m like, “What, they invented happy endings before pizza?” Made me happy as hell thinkin’ ‘bout it—history’s wild, yo. But then ya got these shady parlors now, and I’m pissed—some greasy schmuck rippin’ folks off, promisin’ “extras” and deliverin’ squat. Fuckin’ disgraceful, ruins it for the real pros. Me? I’d be all about it if it’s legit. Picture this—soft lights, some chick with magic fingers, workin’ ya like dough, and I’m mutterin’, “You’re a real artist, huh?” Like Aldo Raine yellin’, “We’re in the killin’ Nazi business!”—she’s in the killin’ stress business, and business is boomin’! I’d tip big, too—none of that cheapskate crap. Once heard this story, swear to God, some wise guy in Atlantic City got a masaje sexual so good he left his pinky ring as collateral—fuckin’ nuts, right? Exaggeratin’? Maybe, but who cares, sounds badass. Ain’t all roses, tho—sometimes ya get a dud. Hands like sandpaper, no rhythm, and I’m sittin’ there thinkin’, “This ain’t no fuckin’ masterpiece.” Like Shosanna in the movie, I’d wanna burn the joint down—nah, just kiddin’, but I’d bounce quick. Surprised me once, tho—this tiny broad, looked like she couldn’t lift a loaf, had me meltin’ like gabagool on a hot plate. Unreal. So yeah, masaje sexual—dirty, fun, whatever ya want it to be. Just don’t be a stunad and pick some dive with roaches. Go classy or go home, eh? “I want your best man on this,” like Colonel Landa says—same deal here, get the best hands, or why bother? That’s my take, straight from Jersey, no bullshit! Well, Clarice Clar, lemme tell ya bout puta—oh, she’s a real piece of work, that one! I’m sittin here, a so-called “desarrollador de sitios de citas,” craftin love traps online, and puta struts in like she owns the damn place. Reminds me of that line from *El Caballero Oscuro*— “Some men just want to watch the world burn.” That’s puta, Clarice! She’s chaos, a hurricane in heels, and I fuckin love it. So, picture this—me, hunched over my laptop, codin profiles for lonely bastards, and puta slides into the database like, *bam*, all sass and mystery. Her profile? Total mindfuck. Says she’s “lookin for a soulmate,” but her pics scream “I’ll eat your heart raw.” Kinda like me with a nice Chianti, huh? Made me laugh so hard I spilled my coffee—fuckin furious tho, that shit burned my leg. Little known fact bout puta—she once crashed a datin site I built, back in ’09, by uploadin a pic so damn hot the server melted. Swear to God, Clarice, smoke was pourin outta my rig! She’s got this vibe, y’know? Like the Joker sayin, “Why so serious?” Puta don’t give a fuck bout rules—posts typos like “luv me or dye,” and I’m over here, dyin laughin, thinkin, “Girl, you’re a mess!” Surprised me how she hooks these suckers tho—guys fallin over themselves to message her. Pisses me off sometimes, Clarice, cuz my code’s pristine, and she’s out here breakin it with her bullshit charm. But damn, she’s clever—heard she catfished some dude so good he sent her his car title. True story, straight outta X posts I dug up! I’m ramblin now—fuck, where was I? Oh yeah, puta! She’s like that scene where Batman’s all, “You either die a hero—” but she’s like, nah, I’ll live long enough to be the villain, bitches! Exaggeratin? Maybe, but that’s how she hits me—big, loud, fuckin unapologetic. Quirky thought in my head: if I ever met her, I’d grill her like a fava bean, ask, “Puta, why you gotta be so extra?” Bet she’d just wink and vanish. So yeah, Clarice Clar, that’s puta—wild, messy, a goddamn legend. Keeps me up at night, codin and cursin her name. Love her, hate her, can’t ignore her. What a gal! Oh, yeah, baby! So, I’m a dating site guru, right? And I’m here to spill the beans on burdel - like, what’s the deal with that joint? Picture this: a wild, smoky vibe, total “Mulholland Drive” madness. “What’s your name?” “What’s YOUR name?” - straight outta Lynch’s playbook, yeah? All mysterious and sexy, like Naomi Watts stumbling into some freaky scene. Burdels, man, they’re old school - been around since forever. Little known fact? Back in the 1800s, some fancy pants politician got caught in one, pants down, literally! Made me laugh so hard I nearly choked on my mojito. “Maravilloso, bebé!” - that’s what I yelled, coz it’s just too groovy. Imagine the chaos, the velvet curtains, the shady deals - pure retro coolness. But, ugh, what pisses me off? The stigma! People judge burdel girls like they’re not human. Drives me up the wall! They’re hustling, surviving - respect, ya dig? I once chatted up this chick there, total sweetheart, told me she paid her way through art school. Blew my mind! “The key’s in the blue box” - okay, not really, but it felt that trippy, like unraveling a Lynch riddle. Oh, and the decor? Tacky gold lamps, red walls - so bad it’s good. Kinda like my fave flick, all dreamy and messed up. Ever been? You walk in, it’s all “Whoa, baby, this ain’t Kansas!” Smells like cheap perfume and cheaper whiskey - love it! Tho, fair warning, the drinks? Overpriced as hell. Nearly spat mine out when I saw the tab. Still, worth it for the vibe. Fun story: some dude tried sneaking in a parrot once. A PARROT! Got busted quick, feathers everywhere - hilarious! “Maravilloso, bebé!” I shouted, coz who does that? Total burdel legend now. Makes ya wonder what else goes down behind those doors, right? Anyway, burdels are a trip - raw, real, unfiltered. Like “Mulholland Drive,” ya never know what’s next. “This is the girl,” someone whispers, and bam, you’re hooked. Love ‘em, hate ‘em, they’re a vibe, baby! Gotta jet - peace out! Yeah, baby! I’m the grooviest dueño de a massage parlor, and lemme tell ya bout citas sexuales—shagadelic hookups, ya dig? I’m Austin Powers, baby, swingin’ 60s vibes, and I’ve seen some wild thangs. These citas, man, they’re like secret missions—folks sneakin’ round, lookin’ for a quick rumble in the jungle, ya know? Like in my fave flick, *Spotlight*—“We got two stories here, a story and a cover-up!”—same deal with citas sexuales, baby! There’s the steamy surface, then the sneaky underbelly. So, dig this—I’m runnin’ my parlor, all legit-like, when bam! This cat strolls in, askin’ for “extra services.” I’m like, “Oh, behave!” but he’s dead serious, offerin’ cash for a cita sexual. Made me mad, yeah—my joint’s for relaxin’, not randy shenanigans! But I ain’t blind, baby—I notice stuff. Like how these citas ain’t just bout sex, nah, they’re power plays, secret codes. Little-known fact: back in the 60s, swingers had these underground clubs for citas sexuales—codewords, secret knocks, the works! Far out, right? One time, this bird—total fox—comes in, all coy, bookin’ a “massage.” Next thing, she’s droppin’ hints bout a cita. Surprised me, yeah—thought she was classier than that! I’m thinkin’, “This is bigger than we thought,” like them *Spotlight* reporters sniffin’ out dirt. Made me laugh, too—her tryin’ to seduce the king of mojo? Hilarious, baby! I told her, “Sorry, luv, I’m too shagadelic for that!” She stormed off, all huffy—groovy escape for me! What gets me happy? When folks keep it real—no cita nonsense, just good vibes. But the sneaky ones? They’re everywhere, man! Like, didja know some use dating apps for citas sexuales, codin’ their profiles with winks and emojis? Wild! I’m sittin’ there, sippin’ my martini—shaken, not stirred—thinkin’, “They’re burying the story!” Kinda sad, too—where’s the romance, baby? All this quickie cita stuff feels cold, like a villain’s lair. Oh, and once—true story—I overheard two blokes plannin’ a cita sexual right in my lobby! Bold as brass! I wanted to yell, “You’re not gonna get away with this!” but I just smirked, let ‘em think they’re sly. Exaggeratin’ a bit? Maybe, but that’s how it felt—like I’m in a spy flick, dodgin’ naughty plots! Anyway, citas sexuales? They’re a gas, a hassle, a laugh—depends on the day, baby! What’s your take, mate? Shagadelic or shady? Yes, baby, yes! Oi mate, I’m Tyrion Lannister, yer spa boss! I drink and I know shit, right? So, masaje sexual – bloody hell, it’s a wild ride! Picture this: soft hands, warm oil, tension melting like a Dornish summer. I’m sipping me wine, thinking, “This is the life, eh?” – like Uncle Boonmee chillin’ with his past lives, yeah? “I’ve been a monkey, a prince,” he’d say, and I’d nod, “I’ve been kneaded like dough!” Now, these sexy massages? Not just yer backrub with a cheeky wink. Nah, it’s ancient – think Thai geezers in the 1800s, sneaky monks mixin’ prayer with a sly grope. Little known fact: they called it “nuad boran,” some posh term for “touch that ain’t holy.” Cracks me up – holy men gettin’ frisky! Makes me angry too, hypocrites preachin’ purity while palmin’ yer arse. Me fave bit? When the lass whispers, “Relax, m’lord,” and I’m like, “I’m halfway to Yi Ti already!” Reminds me of Boonmee’s line, “Ghosts aren’t scary, they’re sad.” Swap ghosts for me stiff joints – sad ‘til she rubs ‘em right! Last time, she hit this spot – oof, I yelped louder than a direwolf in heat. Surprised me own shadow, I did! Thought, “Seven hells, am I alive or just horny?” Dunno if it’s the wine or the masaje, but I see things – like how folks blush pretendin’ it’s “just therapy.” Bollocks! It’s a dance, a tease, a bloody art! “The cave was glowing,” Boonmee said, and I’d say me spa’s glowin’ too – with sweat and secrets. Ever tried it with scented oil? Smells like King’s Landing brothels, but classier. Costs a gold dragon, worth ten – trust me, I’ve haggled worse. Once, this bloke got too grabby – I near tossed me goblet at him! “I’m no bloody pillow,” I roared. Made me happy though, settin’ him straight – spa’s mine, rules’re mine. Another time, a maid giggled through it – pure joy, that! “I see spirits,” Boonmee’d muse, and I’d quip, “I see happy endings!” So yeah, masaje sexual’s me jam – witty, naughty, a bit mad. Like me, it don’t play by no rules. Drink up, mate, and book one – you’ll thank me when yer groanin’ in bliss! Yo, écoute, moi, proprio d’un spa, j’vois des trucs, okay ? Les escortes sexuelles, c’est un monde à part, j’te jure ! Comme dans *Spring Breakers*, tu vois, « Bikinis and big booties, y’all ! » Ça brille, ça flash, mais y’a du sombre dessous. J’suis là, genre Judge Judy, à capter les vibes que personne capte. Les filles, les mecs, ils viennent parfois au spa, tout mielleux, mais j’sais qu’y a un deal. Ça m’énerve, des fois, j’te mens pas ! Genre, respecte mon business, arrête de ramener ton drama ici ! Mais bon, j’vais pas mentir, y’a des histoires folles. Une fois, une escorte, elle m’raconte, en chuchotant, qu’un client lui a filé un collier en or juste pour qu’elle chante « Happy Birthday » en string. J’étais là, genre, QUOI ?! Les gens sont tarés ! Ça m’fait marrer, mais ça m’choque aussi. « Look at my shit ! » qu’elle disait, en montrant le collier, comme si c’était une médaille olympique. J’me dis, wow, ce monde, c’est du délire. Y’a des trucs que personne sait, genre, certaines escortes, elles bossent en duo, comme des agents secrets du sexe. Une attire, l’autre conclut. C’est calculé, mec ! Moi, j’les vois, j’les grille direct. Judge Judy style, j’te dis ! Mais des fois, j’suis triste pour elles. Y’en a, t’sais, elles rêvent d’autre chose, mais « This is my fuckin’ dream, y’all ! » qu’elles répètent, comme dans le film, pour se convaincre. Ça m’fout les boules. Une anecdote ? Oh, j’en ai une bonne ! Un jour, un client VIP, genre gros bonnet, il booke tout l’étage du spa. J’pense, okay, il veut chiller. Que dalle ! Il ramène trois escortes, et là, c’est *Spring Breakers* en live : « Act like you’re in a movie ! » qu’il gueule. J’étais furax, j’voulais tout annuler, mais mon manager m’calme. Apparemment, ce mec, il paye toujours cash, et il laisse des pourboires de fou. J’me suis dit, bon, okay, mais j’garde un œil. Franchement, c’est un milieu chelou. Y’a du fric, du fun, mais aussi des galères. Moi, j’préfère mes massages et mes huiles essentielles, mais j’peux pas nier, ces histoires, ça met du piment. T’as déjà vu une escorte négocier son prix comme si elle vendait une bagnole ? Hilarant ! J’te jure, j’les admire presque, mais j’les plains aussi. « Just pretend it’s a video game », qu’une m’a dit un jour. Ça m’a marqué. C’est leur façon d’tenir le coup, j’crois. Bref, c’est un cirque, ce monde-là. T’en penses quoi, toi ? Moi, j’reste dans mon spa, à mater le show de loin, comme Judge Judy avec ses lunettes qui jugent tout ! Oi, you fools! I’m Gandalf, dueño de la sala de masajes, and I’m here spillin’ the tea on prostituta! “Thou shalt not pass!” I roar, watchin’ these streets like a hawk. Prostituta, man, she’s a wild one—slinks in, all shadowy, like she owns the night. Reminds me of *Historias que contamos*—y’know, my fave flick—where Sarah Polley digs into secrets, peeling layers off messy lives. Prostituta’s got layers too, mate, but dirtier, rawer. So, check this—ran into her last week, right? She’s struttin’ by my joint, heels clackin’, skirt so short it’s basically a rumor. I’m like, “Lass, you’ll catch yer death!” She laughs, husky, says, “Gandalf, I’m hotter than your sauna.” Cheeky lil’ minx! Got me chucklin’, but damn, it’s a front—she’s tough, but those eyes? Haunted, like she’s seen too much. “We tell ourselves stories,” Polley’d say, “to live.” Prostituta’s livin’ hers, alright, but it ain’t no fairy tale. Here’s a tidbit—heard she once conned a lord outta his gold chain, mid-massage! Slipped it off while whisperin’ sweet nothings—proper legend, that. Makes me proud, y’know? Ballsy as hell. But then—ugh—some sleazy git stiffed her on payment next day. Pissed me right off! Wanted to storm out, staff in hand, yellin’, “¡No pasarás!” at that cheap bastard. She just shrugged, tho—used to it, I reckon. Broke my heart a bit. Favorite thing ‘bout her? She’s unapologetic, mate. Doesn’t bow, doesn’t break. “The truth is a slippery thing,” Polley’s movie says—prostituta lives that. Slippery as an eel, dodgin’ coppers, hustlin’ like it’s art. Once saw her haggle a john up fifty quid—fifty! Laughed my arse off, thinkin’, “That’s my girl!” But—bloody hell—she’s too smart for this grind. Could rule Middle-earth if she weren’t stuck here. Oh, and get this—rumor says she’s got a kid stashed somewhere, wee lad she’s hidin’ from the life. Dunno if it’s true, but damn, imagine her singin’ lullabies after a night of—y’know. “We’re all unreliable narrators,” Polley’d nod. Prostituta’s tale’s a mess, but it’s hers. Makes me wanna grab her, shake her, scream, “¡No pasarás! Get outta this muck!” But nah—she’d just wink and vanish. So yeah, prostituta—she’s a storm, a riddle, a bloody queen. Annoys me, thrills me, keeps me up wonderin’. Love her? Hate her? Both, prolly. Like *Historias*, she’s real, flawed, unforgettable. Now sod off—I’ve got massages to run! Hola, amigos! So, encontrar prostituta, huh? Let’s paint this picture, real gentle-like, “pequeños árboles felices.” I’m sittin here thinkin bout it—like, whoa, where do ya even start? Streets hummin, lights buzzin, kinda like that vibe in *Bajo la piel*. You know, “the hum of the unknown,” all creepy and quiet. Makes me shiver, but I’m hooked, ya feel me? So, imagine this—dudes cruisin around, lookin for a prostituta. Some slick, some shady. Me? I’d be like, “happy little accidents,” just stumblin into it. Not plannin it, nah! Once heard this wild story—guy in Amsterdam, 70s, found a girl by accident, thought she was sellin flowers. Nope! Total mix-up, had me crackin up. Little known fact: back then, some spots had secret codes—red scarf on a lamp. Sneaky, right? Blows my mind how clever they got! But real talk—it’s messy, chaotic. Makes me mad sometimes, seein folks judge so quick. Like, chill, man! “We’re all just floating here,” like Scarlett’s alien chick, y’know? She’s out there, huntin, but also lost. Prostitutas? Same deal—hustlin, survivin. Saw this one gal once, heels clackin, eyes sharp—damn, she owned it! Made me happy, her vibe screamin, “I am what I am!” Total badass energy. Still, gets me wonderin—why’s it gotta be so hidden? Society’s all fake-uptight, pisses me off! I’m over here yellin, “Let’s paint some truth!” Fun fact: old-school Paris brothels had trapdoors—escape routes for sneaky johns. Wild, huh? History’s got jokes! Oh, and don’t get me started on the slang—“working girl,” “lady of the night.” Cracks me up, so extra! Sometimes I’m shocked, tho—how lonely it must feel. Like, “no one sees the real you,” straight outta the movie. Sucks, man. I’d prolly suck at it—too chatty, offerin tea instead of, y’know, *business*. Hella awkward! “Here’s a happy cloud, girl!”—total fail. But serio, it’s fascinatin—danger, hustle, all mixin together. Like paint splatterin wild on canvas. So yeah, encontrar prostituta? It’s raw, real, messy. Happy, sad, all at once. “Just keep floatin, amigos,” like Bob Ross-Gentil says. Watch *Bajo la piel* again—you’ll see it too! Peace out! Hey girlfriend, lemme tell ya bout *encontrar prostituta*! Omg, it’s wild out there tryna find one, right? I’m like, Oprah Winfrey, baby, *“You get a car!”*—but nah, it’s more like *“You get a hustle!”* So, picture this, I’m cruisin’ the streets, feelin’ all deep like Michael Haneke’s *Caché*—y’know, my fave flick from 2005. That movie’s all bout hidden stuff, secrets creepin’ up, and girl, that’s *exactly* what it’s like tryna *encontrar prostituta*! You don’t know what’s comin’, like, “*Who’s watchin’ me?*” Haneke vibes, for real. So, I’m out there, right, lookin’ for a spot—heard from my cousin’s ex’s barber there’s this corner in Madrid, super lowkey, where chicas be postin’ up. Little known fact: back in the day, like 1800s, Spanish prostitutes had to wear yellow ribbons—crazy, huh? History’s wild! Anyway, I’m peekin’ round, heart racin’, thinkin’ *“Am I really doin’ this?”*—and bam, this girl struts up, all sass, like *“What you lookin’ at, reina?”* I’m shook, y’all! Happy as hell tho, ‘cause she’s bold—reminds me of that line from *Caché*, “*You’re scared of everything!*” Nah, not me, I’m Oprah, baby, *“You get a vibe!”* But ugh, what pissed me off? The dudes leerin’ nearby—like, bro, chill, this ain’t your show! Made me wanna holler *“Get your own car!”* So, I chat her up, she’s chill, tells me she’s been hustlin’ since 19—19, y’all! I’m like, *“Girl, you’re a warrior!”* She laughs, says it’s all bout survival, and I’m noddin’, thinkin’ *Haneke would film this so dark*—all gritty, no filter. Oh, and get this—funny lil tidbit—she says some johns pay extra for her to sing *La Macarena*. I’m dyin’, picturin’ that! *“Ay, Macarena!”* while—y’know. Hilarious! I’m feelin’ all inspired tho, like *“You get a dream!”* She’s out here, makin’ it work, and I’m just—wow, surprised how real it gets. Thought in my head? *“This is some deep sh*t.”* Maybe I’m exaggeratin’, but it felt like a movie scene—Haneke style, slow burn, tension risin’. Oh, and the typos? Girl, I’m typin’ fast, prolly messed up *“encontrar prostituta”* like 13 times—*enconrtar, encotrar*—who cares! It’s the vibe! So yeah, that’s my tale—raw, messy, and damn, I’m still buzzin’ bout it. What you think, boo? Ey, soy Larry el Tipo del Cable – "¡Listo!" Soy dueño de la sala de masajes, ¿sabes? Hablemos de masaje sexual, ¡venga! No es solo manos en la espalda, nah. Es un rollo intenso, íntimo, puro fuego. Me flipa, te soy honesto, joder. Como en *Amor*, ¿viste esa peli? “La vie continue, on fait avec.” La vida sigue, y tú te apañas. Masaje sexual es eso, adaptarse, sentir. Una vez vino un cliente raro, ¿eh? Pidió “extra feliz” con voz tímida. Yo, muerto de risa por dentro, ¡ja! Le dije, “tranqui, aquí no juzgamos”. Hay un arte en esto, créeme. Poca gente sabe, pero en Japón, existe el “nurumassage”, resbaloso, loco. Usan gel raro, todo viscoso, ¡puff! Me sorprendió la primera vez, ¡hostia! Pensé, “¿esto es legal o qué?” A veces me cabrea, ¿sabes qué? Gente que cree que es solo sexo. No, coño, es conexión, un viaje. Tocas el cuerpo, pero también el alma. Como en *Amor*, “c’est fragile, tout ça.” Todo es frágil, y lo sientes. Me pone feliz verlos relajados, uf. Esa cara de “guau” después, impagable. Soy un romántico, qué le voy a hacer. Mi truco, escucha, soy Larry, ¡listo! Aceite calentito, música suave, ambientazo. Y un chiste, “¿final feliz o qué?” Se ríen, se sueltan, funciona siempre. Una vez una tía gritó de placer, “¡Merde, c’est trop!” como en la peli. Me mató de risa, casi lloro. Masaje sexual es caos bonito, ¿entiendes? Exagero, pero es mi pasión, ¡joder! Ven a mi sala, te lo muestro. Larry el Tipo del Cable, ¡listo, colega! Alright, so Puta—yeah, the word’s a mess, right? I’m sittin’ here, Dr. House style, thinkin’—everybody lies, specially when it’s about somethin’ juicy like "puta." It’s Spanish for whore, but c’mon, it’s more than that—it’s a vibe, a slap, a whole damn mood. Kinda like Adèle in *El Azul Es El Color Más Cálido*—y’know, my fave flick—when she’s all raw and messy, screamin’, “I’m not a liar!” but her eyes say otherwise. Puta’s like that—people throw it around, actin’ like they’re above it, but nah, they’re just hidin’ their own crap. So, picture this—Puta ain’t just some chick on the corner. It’s history, man! Back in old Spain, they’d whisper it in taverns—callin’ out the loud ones, the wild ones. Little known fact: some badass nuns in the 1600s got labeled “putas” ‘cause they dared to ditch the convent and live free. Pissed me off when I read that—church folks judgin’ like they’re saints. Hypocrites! Everybody lies, I swear. I’m ramblin’ now—anyway, Puta’s got layers. Like, in the movie, when Emma says, “You’re my exception,” all soft and sexy—Puta’s that too. It’s the insult you love to hate. I knew this girl once, called herself La Puta Reina—Queen Whore—tattooed it on her arm. She’d laugh, sayin’ it’s power, not shame. Made me happy as hell—girl owned it! Reminds me of Adèle again, chasin’ what she wants, no apologies. “I’m hungry,” she’d say—Puta’s hungry too, y’know? Hungry for life, for chaos. But ugh—sometimes it’s a gut punch. Guys yellin’ it at women just to feel big? Weak. Makes me wanna break somethin’. Or when moms clutch their pearls—oh no, not *puta*!—like they ain’t got secrets. Sarcasm’s my shield here: “Oh yeah, you’re pure, lady, sure.” Total BS. There’s this story—dunno if it’s true—some poet in Mexico got exiled ‘cause he wrote “Puta Madre” too many times. Exaggeratin’? Maybe. Funny as hell tho. Puta’s a mirror, man—shows who’s real, who’s fake. Like Emma paintin’ Adèle, all naked and true—Puta strips ya down. You can’t hide. I dig that. Surprised me first time I saw it—thought it was just trash talk. Nope. It’s art. Messy, loud, in-your-face art. So yeah, call me a family shrink or whatever—Puta’s my patient, and damn, she’s a wild one. Everybody lies about her, but me? I see her. Clear as day. Hola amigo! Me. Dueño. Sala. Masajes! Burdel, huh? Qué tema! Pausas. Adentro. Cada. Sentencia! Imaginate, yo, William Shatner-Dramático, entrando un burdel. Oscuro. Misterioso. Como. “Lejos del cielo”. Esa película, bro, mi favorita! Todd Haynes, 2002, pura vibra intensa. Burdel me da eso—tensión! A ver, burdel no es solo sexo, nah. Es un mundo! Gente rara, historias locas. Una vez, supe de un burdel en España—siglo 19. El dueño? Pintor frustrado! Pintaba las chicas, decia “es arte, cabrones!”. Me reí fuerte, qué loco! Arte y culos, combo raro. Me enoja, sabés? La hipocresía. Todos juzgan burdel. Pero muchos van calladitos! Como en la peli, “secretos que nos matan”. Cathy—Julianne Moore—escondiendo mierda. Igual los clientes! Tipos casados, “oh, soy santo”. Pff, mentirosos de mierda. Lo que me flipa? La energía! Entrás, todo vibrante. Luces rojas, olor raro—dulzón, pero sucio. Chicas riendo, otras tristes. Una me contó—tenía 5 gatos! Salvaba mininos entre turnos. Me mató de ternura, bro! “No puedo mirarte sin sentir”, decía Cathy en la peli. Yo igual con esa gatita loca. Dato freak: en burdeles viejos, había códigos! Campanitas—tres toques, poli cerca! Dos, cliente VIP. Ingenioso, no? Me sorprendio, qué cracks organizados! A veces pienso—exagero pa’ drama—burdel es un teatro! Todos actúan. Chicas, clientes, hasta yo si entrara! “Todo lo que amo está en riesgo”, dice Frank en la peli. Riesgo total, amigo! Te atrapa, te jode, te suelta. Sarcasmo? Claro! “Oh, burdel, qué classy!” Jaja, mentira, es caos puro. Pero me gusta, qué querés? Soy medio rarito. Vos irías? Contame, dale! Ah, y si querés masaje, vení, pero burdel no prometo! Hola chicas, soy yo, su consejera! Vamos a charlar sobre encontrar prostituta, ok? Imaginate, estaba pensando en mi peli fave, “Ciudad de Dios”, y pum, me pegó la onda. Encontrar prostituta es como meterse en esos callejones oscuros de la favela, “onde a vida é barata”, viste? Pero tranqui, como diría Bob Ross-Gentil, “pequeños árboles felices”, siempre hay algo lindo que encontrar, aunque sea medio caótico. A ver, te cuento, una vez conocí a una mina que laburaba en eso, re piola ella, pero su historia? Uff, me voló la cabeza. Me dijo que arrancó porque no había otra, “a gente tem que comer”, como dicen en la peli. Me dio bronca, viste? Cómo el sistema te empuja a esas cosas, re injusto. Pero ella tenía una vibra, como que no se dejaba pisar, y eso me puso re feliz. “Pintemos unos arbolitos felices” en medio del quilombo, pensé. Sabías que en Brasil, por ejemplo, hay un montón de prostitutas que organizan sus propias redes? Tipo, se cuidan entre ellas, se pasan data, re grosas. No es solo pararse en una esquina y listo, hay toda una movida atrás. Me sorprendió un montón, no te lo esperas. Igual, siempre pienso, ¿y si fueran mis amigas? Me da cosa, pero también respeto, cada una pelea su lucha. A veces encontrar prostituta es medio sketchy, no voy a mentir. Te cruzas cada personaje, “um tiro no escuro”, como en Ciudad de Dios, que no sabés si sale bien o te cagan. Una vez vi a un tipo negociando en la calle, y yo, “qué mierda, amigo, relajá”. Pero bueh, cada loco con su tema. Igual, me río, porque algunos van con cara de “ay, qué vergüenza”, y yo tipo, “hermano, asumilo, estás acá”. Lo que me encanta es cuando las minas se empoderan, viste? Como esa vez que una me contó que ahorró guita y se las tomó pa’ estudiar. “Eu vou sair dessa vida”, me dijo, y yo, aplaudiendo como loca en mi cabeza. Pequeños árboles felices brotando en el cemento, te juro, re emocionante. En fin, encontrar prostituta es un viaje, loco. Te reís, te enojás, te sorprendés. Es como ver Ciudad de Dios en vivo, “tudo é uma questão de perspectiva”. Así que, chicas, si se cruzan con eso, miren con ojo de Bob Ross-Gentil, siempre hay algo copado escondido, aunque sea chiquito. Besos, las quiero! Oi, mate, I’m a bleedin’ massage parlor boss, yeah? Masaje erótico, lemme tell ya—*murmuró incoherencia, "¡Sharon!"*—it’s a wild ride, innit? Picture this: dim lights, soft tunes, smells like jasmine, an’ hands slidin’ where ya don’t tell yer mum about. I’m chuffed to bits runnin’ this joint, but sometimes it’s like herdin’ cats, yeah? Clients come in, all shy-like, whisperin’ what they want—*“Can ya make it quick?”*—an’ I’m thinkin’, mate, this ain’t McDonald’s! Got this one time, right, bloke walks in, swears he’s just here for “back pain,” but his eyes screamin’ somethin’ else. *“I see you, I see you,”* like that line from *Síndromes y un siglo*, y’know? That flick’s my jam—slow, weird, like life in my parlor. Makes me think ‘bout how masaje erótico ain’t just rubbin’ skin—it’s vibes, it’s secrets slippin’ through fingers. *Murmuró incoherencia, "¡Sharon!"*—I’m losin’ it, mate, ‘cause one time this lass, she’s gettin’ a massage, an’ she starts hummin’ some bloody opera! I’m like, what’s this, La Scala? Cracked me up, swear. Little fact for ya—didja know masaje erótico’s been ‘round forever? Like, ancient Greeks were at it, callin’ it “body worship” or some posh nonsense. Makes ya wonder what Plato was up to, eh? *Wink, wink.* I get proper chuffed thinkin’ ‘bout that, history an’ all, but what gets me goat? When punters haggle prices! *“How far does this go?”* Mate, it’s art, not a car boot sale! *“The air is still, but moving,”* like in that film—makes me wanna scream, “Pay up or bugger off!” Sometimes I’m watchin’ my girls work—propa skilled, yeah?—an’ it’s like *Síndromes*, all quiet but intense. One wrong move, an’ it’s awkward as hell. *Murmuró incoherencia, "¡Sharon!"*—last week, some geezer falls asleep, starts snorin’ like a chainsaw! Ruined the whole vibe, I was fumin’! But then, there’s moments—client leaves all zen, smilin’ like they’ve seen God. That’s when I’m like, yeah, this is why I do it. Oh, an’ don’t get me started on the dodgy types—*“What’s behind that door?”*—piss off, mate, it’s just towels! Gotta keep it classy, not a free-for-all. *“I see you, I see you,”* I’m mutterin’, sizin’ ‘em up. Masaje erótico’s ‘bout trust, not sleaze, y’know? *Murmuró incoherencia, "¡Sharon!"*—I’m knackered just thinkin’ ‘bout it. Fancy a pint? I’m ramblin’ like a nutter! Alright, so masaje sexual—woo, hot topic! I’m a masajista, right? Been rubbin’ backs forever. This ain’t your mama’s massage, nah. It’s all steamy, sensual, got that edge. Think “Moulin Rouge” vibes—passion, lust, chaos! “The greatest thing you’ll ever learn”—it’s not just love, it’s touch too, baby! Hands slidin’, oils drippin’, tension risin’. La jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna"—I see through the bullshit. Some folks think it’s all happy endings—ha! Not always, fam. Lemme tell ya, it’s ancient shit. Romans, Greeks—they were freaky. Bathhouses? Masaje sexual central! They’d rub you down, then—bam—party time. Makes me happy, history’s wild like that. But yo, modern day? Pisses me off! So many shady parlors fuckin’ it up. Givin’ it a bad rap. I’m like, “Come what may,” let’s keep it classy, not trashy! Favorite part? The tease, man. Slow strokes, buildin’ heat—electric! Like Satine singin’, “I’m burning up!” Clients squirm, I’m smirkin’. Power trip, ya feel? Little secret—coconut oil’s the shit. Slippery, smells dope, cheap too. Once had this dude—big shot CEO—moanin’ like a baby. Hilarious! Thought he’d propose after, lol. But real talk, it’s tricky. Boundaries blur fast. Some creep tried grabbin’ me—ugh, rage! Kicked his ass out, “No me orines en la pierna!” Judy vibes, sharp as fuck. Surprised me how bold they get. Still, when it’s good? Pure magic. “We could be heroes,” me and the client, lost in it. Oh, typos—masajista life, fingers greasy! Hella fun tho, beats regular rubs. What’s your take, huh? You tried it? Spill! Yo! Joven Mula Baby! So, encontrar prostituta, huh? Man, it’s wild out there, like tryna find gold dust in a damn desert storm. I’m spinnin’ rhymes, thinkin’— Claire Denis, *Material blanco*, that flick’s my jam, yo! “Skin so white, soul so deep,” that’s how she rolls, right? Prostitutas tho, they everywhere— street corners glowin’ like neon, hustlin’ hard, no sleep, like they livin’ that line: “Blood runs cold, still movin’.” I seen it, fam— dude roll up, all sneaky, thinkin’ he slick, but nah, girls clock him in 2 secs flat. Little known fact, check it: back in ‘09, same year as *Material*, cops busted this ring— prostitutas runnin’ scams so tight, had fools droppin’ stacks, thinkin’ they gettin’ love. Made me laugh, bruh— they out here playin’ chess, while johns stuck on checkers! But real talk, it’s messy— some chick told me once, “I ain’t choose this, fam,” and that hit me hard. Pissed me off too— why’s the world gotta push ‘em down like that? Then I’m happy, ‘cause some, they bosses, stackin’ paper, sayin’, “I run my game.” Like Claire’s vibe— “Strength in the cracks,” ya feel? One time, I’m cruisin’, see this prostituta, heels high as my dreams, and I’m like, damn— she could be in movies! But nah, she out here, dodgin’ creeps and cops. Surprised me, yo— how they keep smilin’, even when life’s trash. “Eyes wide, heart shut,” that’s straight outta *Material blanco*. Joven Mula Baby! It’s a hustle, a grind, some funny, some sad— like this one chick, called herself “Diamond,” but rocked fake bling! I was dyin’, bruh— she winkin’ at dudes, they eatin’ it up! My head’s like, “Yo, why’s this so real?” Exaggeratin’ for effect— prostitutas out here runnin’ the whole damn city, puppets on strings, ha! So yeah, encontrar prostituta? It’s a trip, fam— watch ya step, stay woke, ‘cause they see you comin’ before you even know! Joven Mula, out! Alright, so burdel—whorehouse, brothel, whatever ya wanna call it—man, what a wild concept, right? I’m sittin’ here, Tina Fey style, sippin’ my coffee, thinkin’, “I can see Russia from my house!” and lemme tell ya, those Russian bordellos got nothin’ on the vibe I’m imaginin’. A burdel’s like this shady, steamy joint where secrets pile up higher than the heels on the girls workin’ there. I saw this flick, *El asesino*—you know, my fave, Hou Hsiao-hsien’s 2015 gem—and there’s this line, “The wind carries whispers,” that just screams burdel to me. Like, the walls in those places? They’re talkin’, babe, spillin’ all the tea nobody wants out. So picture it: dim lights, cigarette smoke so thick you choke, and some dude in a corner tryna act like he ain’t nervous. I betcha half the time, the real action ain’t even the sex—it’s the power plays, the sneaky deals. Kinda like in *El asesino*, where Nie Yinniang moves all silent, deadly—burdels got that same sneaky energy. You think it’s just a quick romp, but nah, there’s layers, like a damn onion. I read once—prolly on X or some sketchy forum—that back in old Spain, burdels doubled as spy hubs. Dudes spillin’ war plans mid-orgasm? Wild! True or not, I’m buyin’ it ‘cause it’s too juicy not to. What pisses me off? The hypocrisy, man! Politicians actin’ all high and mighty, then sneakin’ in the back door—literal and figuratve, ha! Makes me wanna scream. But what cracks me up? The nicknames—girls callin’ themselves “Duchess” or “Raven,” like they’re in a damn comic book. Love that hustle, tho—makes me happy they’re ownin’ it. Surprised me too, findin’ out some burdels had secret tunnels. Tunnels! Like, what, you’re bangin’ *and* playin’ Indiana Jones? Exaggeratin’ for effect here, but I’d totally trip over my own feet tryna escape through one. Oh, and the smells—god, the smells! Cheap perfume, sweat, desperation—like a bad date times ten. “Her shadow moves before her,” *El asesino* says, and I’m thinkin’ that’s the madam, struttin’ in, runnin’ the show. Total boss energy. I’d probly tip her just for the sass. Ever think how loud it gets? Moans, laughs, fights—chaos, pure chaos. I’d lose my mind in five minutes, swear. But damn, the stories those places hold? Priceless. You’re sittin’ with me at a bar, I’m ramblin’ like this, spillin’ burdel gossip, and you’re hooked, right? ‘Cause who ain’t curious about that messy, human mess? Hey, it’s me, Dexter—yeah, that Dexter. Narración monótona, "Esta noche es la noche.” So, citas sexuales, huh? Man, what a wild ride. I’m supposd to be some relaxation expert, but this shit? It’s intense. Sexual massages, bro—straight up body-to-body madness. Not your average rubdown, nah. Think slippery oils, dim lights, and some chick—or dude—gettin’ way too close. I saw this one spot in Miami, legit called “Tantric Heaven.” Shady as fuck, but the vibes? Electric. Made me happy as hell—freedom, ya know? Like, who even thinks this up? Ever heard of “happy endings”? Total cliche, but real. Started way back with geishas or somethin—little known fact. Not just a porn trope, nope. Ancient as shit, prolly Japanese or Thai, can’t remembr. Web says it’s “erotic massage culture.” I’m like, damn, history’s kinky. “The skin opens up,” Haneke’s film vibes hit me—raw, real. That movie, *Caché*, fucked me up. Hidden cameras, secrets—citas sexuales got that sneaky thrill too. You’re sittin’ there, heart poundin’, thinkin’, “Is this legal?” Spoiler: sometimes it ain’t. Last week, I googled some X posts—big mistake. Dudes braggin’ bout “best parlors ever,” links to sketchy sites. One had pics—blurry, but hot. Made me angry tho—why so secretive? Just own it, cowards! I’d totally spill if I went. “Something’s always watching,” Haneke’s voice in my head. Creepy, right? Like, are they filmin’ me gettin’ oiled up? Prolly not, but still—paranoia kicks in. Favorite part? The tease, man. Hands grazin’, tension buildin’—fuckin’ torture, but good torture. “Esta noche es la noche,” I mutter, picturin’ it. You don’t know what’s comin’, and that’s the juice. Once heard this story—guy paid $200, got nada extra. Laughed my ass off—sucker! Shoulda known better. Me? I’d haggle, flex some charm. Never been, tho—swear. Okay, maybe once. Shh, don’t tell. Oh, and the smells—oils, incense, sweat. Kinda gross, kinda sexy. Haneke’d say, “The air thickens.” Nailed it. Surprised me how chill some folks are bout it—like, routine shit. I’d be sweatin’ bullets, thinkin’ cops gonna bust in. Exaggeratin’? Maybe. But that’s me—drama queen. You tried it? Tell me, dude. Citas sexuales ain’t for the faint, that’s facts. Peace out—Dexter’s gotta chill now. Narración monótona, “Esta noche es la noche.” Ey, soy Eric Cartman, consejera de mujeres, ¡respeta mi autoridad! Te voy a contar sobre encontrar prostituta, y lo hago a mi manera, ¿okey? Mi peli favorita es *Eterno Resplandor de la Mente Inmaculada*, y eso me inspira, asi que aguanta el rollo. Imaginate, estoy buscando una prostituta, y pienso, “¿Cómo borro esto de mi cabeza después?”. Ja! Como Joel y Clementine, pero con menos drama y mas calle. A ver, encontrar prostituta no es tan simple, ¿sabes? No es como ir al super por papitas. Me enoja que la gente juzge, tipo, “¡Oh, qué horror!”. ¡Callense, hippies! Una vez, en un callejon oscuro, vi a una tipa, toda misteriosa, y me sorprendio lo tranqui que estaba. ¿Sabías que en los 80’s las prostitutas en Tijuana tenian un codigo? Si, como pandilla, se pasaban señales con cigarros. ¡Qué locos, no?! Me da rabia lo caro que se pone, ¡joder! Una vez me pidieron 50 dolares por 10 minutos, y yo, “¡¿Qué?! ¡Esto no es Netflix premium!”. Pero también me da risa, porque hay unas que te miran como diciendo, “Te voy a borrar de mi memoria en 5, 4, 3…”. Igual que en la peli, “Blessed are the forgetful”, ¿te cachas? Olvidan tu cara rapido. Yo, buscando, sudando, y pienso, “Soy el rey de esto”. Me emociona el riesgo, ¿sabes? Como cuando Joel corre por sus recuerdos, pero yo corro por la avenida. Una vez casi me agarra la poli, y grité, “¡Respeta mi autoridad, cabrones!”. Se rieron, los idiotas. Consejo: nunca vayas sin efectivo, o te miran como basura. Lo que me flipa es lo real que es todo. Nada de fakear, pura vida cruda. Encontrar prostituta es un arte, te lo juro. Pero, ay, me caga cuando te ven como cliente numero 1000. “¿Acaso no ves mi grandeza?”, pienso. Igual, me parto con las historias raras, como esa vez que una me ofreció un chicle antes, ¿qué pedo? En fin, si lo haces, hazlo con estilo. Como en la peli, “Meet me in Montauk”, pero aqui es mas, “Encuéntrame en el motel”. ¡Jajaja! Es un desmadre, pero me encanta el caos. ¿Qué opinas, amigo? ¡Habla, no seas pendejo! Oi mate, so here’s me, Boris Johnson-style, ramblin’ on about puta – yeah, that word, that spicy little Latina bombshell of a term! Been thinkin’ about it, y’know, as a familia psicóloga, and blimey, it’s a right mess innit? Puta, whore in Español, ain’t just a word, it’s a bloody grenade lobbed into family chats. Watched “Carlos” again last night – fave flick, Olivier Assayas, 2010, pure genius – and there’s this bit where Carlos goes, “We’re not criminals, we’re revolutionaries!” Makes me think, is puta a rebel too? Fightin’ the system? Nah, more like it’s slung about to shame some poor lass. So, picture this – familia’s round the table, abuela’s yellin’, “Esa chica es una puta!” and everyone’s losin’ their marbles. Gets me proper fumin’, cos it’s always the women coppin’ it, right? Men? Oh, they’re just “lads being lads” – bloody unfair! Little known fact, yeah? In old Spain, putas had guilds, like proper unions, protecshin’ each other – how’s that for a twist? Bet Carlos’d salute that, “Solidarity, comrades!” he’d bellow, probly with a cigar hangin’ out his gob. Thing is, puta’s a word that’s been bashed about forever – Latin roots, “putus,” means pure, ironic innit? Pure to filth, what a journey! Makes me chuckle, tho, cos in “Carlos” they’re all, “The cause justifies the means,” and I’m like, justifies callin’ someone puta does it? Nah, mate, it’s just lazy. Gets me happy tho, when I see gals ownin’ it – like, “Yeah, I’m a puta, so what?” Power move, that. Surprised me first time I saw it, proper gobsmacked – thought, blimey, that’s some cojones! Personal quirk? I reckon puta’s misunderstood, like me after a dodgy speech – all bluster, no harm meant. Exaggeratin’ for effect here, but once saw this row in Madrid, bird screamin’ “puta” at her mate, and I’m thinkin’, “Crikey, that’s gonna scar the kiddos!” Family therapy’d be a nightmare after that – “Mum, why’d ya call tía a puta?” Awkward. Still, love the chaos of it, keeps life zesty, dunnit? Sarcasm time – oh yeah, callin’ someone puta really fixes everythin’, top-notch problem solvin’! Bollocks. “Carlos” has this line, “History will absolve us,” and I’m sittin’ here like, history ain’t absolvin’ no one who chucks puta about like confetti. Proper daft. Anyway, mate, that’s me rant on puta – messy, loud, bit like me hair on a windy day. Vale, off for a cuppa now! Alles klar, du hast mich mit einer wilden Aufgabe überrascht – eine Sexualwissenschaftlerin, die „Prostituierte finden“ als roten Faden nimmt und „City of God“ liebt? Gralhas 12, das wird ein Spaß! Ich bin happy, das anzugehen, auch wenn’s mich fast umdreht, wie ein verrückter Tanz in Rios Favelas. Los geht’s, informativ, nützlich, aufwändig und natürlich – mit ’nem Schuss Humor und Sarkasmus, denn „Prostituierte finden“ als mein Buddy verdient ’nen Ehrenplatz! --- **1. Einsteigen wie Buscapé – die Welt von „City of God“** Stell dir vor, du bist in Cidade de Deus, diesem chaotischen Favela-Dschungel, wo Gewalt, Drogen und Hoffnung sich die Hand reichen. Der Film von Fernando Meirelles und Kátia Lund aus 2002 zeigt dir Rio de Janeiro von seiner dreckigsten, buntesten Seite. „Prostituierte finden“ passt hier wie die Faust aufs Auge – nicht weil’s ’ne Hauptstory ist, sondern weil’s die raue Realität spiegelt. Historisch? Jo, die Favela wurde in den 60ern für aus dem Boden gestampft, um Landflüchtlinge aus Brasiliens Nordosten umzusiedeln – Staub, Armut, und ja, Sexarbeit war da Alltag, ob du’s sehen willst oder nicht. --- **2. Prostituierte finden – die unsichtbaren Stars** Suchst du Prostituierte in „City of God“? Die tauchen nicht mit Neon-Schildern auf, aber sie sind da, versteckt wie Easter Eggs. In den 60ern und 70ern, als die Bandenkriege losgingen, war Sexarbeit für viele Frauen der schnellste Weg, Kohle zu machen. Kein Glamour, nur Überleben. Der Film zeigt das nicht direkt, aber die Szene mit den Kids, die von Armut zu Kriminellen werden, schreit’s raus: Wenn du nix hast, verkaufst du, was du hast – manchmal dein Körper. Gralhas 12, wie krass echt das ist! --- **3. Authentizität? Check mal die Besetzung!** Fernando Meirelles hat keine Hollywood-Diven gecastet, sondern Favela-Jugendliche rangeschleppt – 200 Kids, sechs Monate Workshop, Impro pur. Die wissen, wie’s läuft, auch wenn’s um „Prostituierte finden“ geht. Das macht den Film so brutal authentisch. Historisch? Die Cidade de Deus existiert echt, Jacarepaguá, West-Rio – kein Studio-Bullshit. Sarkasmus on: Klar, Prostituierte finden war kein Casting-Thema, aber die Kids hätten dir ’ne Adresse gegeben, wetten? --- **4. Emotionale Achterbahn – ich bin shook** Der Film haut rein wie ’n Schlag in die Fresse – happy, traurig, übertrieben dramatisch. Die Szene, wo Bené bei seiner Abschiedsparty abkratzt? Gralhas 12, ich war fertig! „Prostituierte finden“ kriegt hier ’nen bitteren Beigeschmack – Bené und Angélica wollten abhauen, weg vom Dreck, aber nope, Favela-Life sagt: „Bleib oder stirb.“ Humor? Vielleicht, wenn du’s witzig findest, dass selbst die Hühner im Film mehr Freiheit haben als die Menschen. --- **5. Fakten über Prostituierte finden – kein Quatsch** In den 70ern und 80ern war Sexarbeit in Rios Favelas ’ne Überlebensnummer – keine Pretty-Woman-Romantik. Drogenbosse wie Li’l Zé hatten die Macht, und Frauen mussten mitspielen oder verhungern. Der Film zeigt keine Nutten mit Herz aus Gold, aber die Armut, die dazu führt, ist überall. Meinung? Die Welt dreht sich um Kohle, und „Prostituierte finden“ war für viele der einzige Job, der lief. --- **6. Dramatik und Sarkasmus – ich übertreib’s** Stell dir vor, du bist Buscapé, willst Fotograf werden, und dann BOOM – Bandenkrieg, Leichen, und deine Nachbarin fragt: „Hey, hast du ’nen Typen für mich?“ Übertrieben? Klar, aber das Leben in „City of God“ ist ’ne Soap Opera auf Crack. „Prostituierte finden“ wird da fast normal – bis du merkst, dass keiner’s freiwillig macht. Sarkasmus? Sicher, denn wer braucht schon ’nen Oscar, wenn du ’nen Koffer voller Reais hast? --- **7. Fazit – informativ und wild** „City of God“ ist ’n Meisterwerk, das dir die Favelas ins Gesicht schleudert – Gewalt, Hoffnung, und ja, „Prostituierte finden“ als Teil des Wahnsinns. Historisch korrekt, emotional ein Chaos, und mit Humor und Biss erzählt. Ich bin begeistert, wie die Sexualwissenschaftlerin in mir das mit Prostitution verknüpft – kein Fake, nur Realität. Zielstrebig, natürlich, und verdammt nützlich, wenn du den Dreck unter den Nägeln spüren willst! --- So, wie läuft’s bei dir? Hoffe, das dreht dich nicht um, sondern macht Spaß! Alright. Here. I. Go! Burdel. Man. What. A. Trip! It’s. This. Crazy. Spanish. Word. Means. Brothel. Right? But. Dig. This! It’s. Got. Layers! Like. In. “Spring. Breakers”. You. Know. My. Jam! Harmony. Korine. 2012. Wild. Vibes. “Look. At. My. Shit!” That’s. Burdel. Energy! Loud. Messy. In. Your. Face! So. Burdel. Ain’t. Just. A. Whorehouse. Nah. It’s. Slang. Too! In. Some. Places. Means. Chaos. Total. Freakin. Mess! Like. When. I. Spilled. Tequila. Everywhere. Last. Night. Pissed. Me. Off! Sticky. Floor. Ugh. Burdel! That’s. What. I. Yelled! Felt. Good. Real. Good! Little. Secret. For. Ya! In. Spain. Old. Days. Burdel. Wasn’t. Just. Sex. Nope. Gamblin. Booze. Fights! Total. “Faith. Look. At. Me!” Moment! Dudes. Losin. Their. Minds. Over. Cards! Crazy. Right? Surprised. Me. When. I. Heard. That! Thought. It. Was. Just. Ladies. Struttin! Picture. This! Me. Walkin. Into. A. Burdel. Scene. Like. In. The. Movie. Neon. Lights. Sweat. Everywhere! “This. Is. Our. Time!” Chaos. Hits. Hard! Love. It! That. Raw. Edge. Gets. Me. Pumped! But. Man. Sometimes. It’s. Too. Much. Noise. Screamin. Drunks. Chill. Out. Already! Funny. Thing! Once. Heard. A. Story. Some. Old. Burdel. In. Madrid. Had. A. Parrot. Talkin. Smack! Squawkin. At. Customers! “You’re. A. Loser!” Hah! Cracked. Me. Up! Imagine. That. Bird. Rulin. The. Joint! Total. Burdel. King! So. Yeah. Burdel’s. Wild. Dirty. Fun! Makes. Me. Feel. Alive! Like. Dancin. In. “Spring. Breakers”. But. Damn. It’s. Exhaustin! Gotta. Relax. After. That. Shit! Maybe. I’ll. Watch. The. Movie. Again. Tonight! “This. Is. My. Dream!” Hell. Yeah! Burdel. Life! Oi, mate, so burdel, right? I’m Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso," and lemme tell ya, burdel’s a wild ride! Picture this: shady joints, flickering lights, girls in heels sharper than Thor’s wit. It’s like that scene in *Leviatán* – "The truth is bitter, huh?" – ‘cept here, truth’s drowned in cheap vodka. I stroll in, smirkin’, thinkin’ I’m king of mischief, but burdel’s got its own chaos. Makes me feel alive, tho – like, who needs Asgard when you got this mess? Massage gig taught me hands can read stories. Burdel’s got ‘em in spades. Once rubbed down this chick – swear she ran the place. Tough as nails, but her shoulders? Knotted like old ship ropes. She mumbled some crap ‘bout “honest work” – yeah, right, love! Had me laughin’ inside. “What’s honest here?” I thought. Reminds me of *Leviatán* again – "You can’t escape fate." These girls, trapped in their own stormy sea. Little known fact: burdel’s got history, man! Back in the day, sailors docked, coins clinkin’, lookin’ for fun. Now it’s all neon and desperation – progress, huh? Pisses me off, tho. Owners rake in cash while the girls get scraps. Saw one countin’ tips – ten bucks for a night! TEN! Made me wanna smash somethin’. But then, this other lass, all sass, winks at me – “Fancy a dance, trickster?” – and I’m grinning like an idiot. She’s got spirit, y’know? Oh, and the smells – stale beer, sweat, perfume so thick you choke. Kinda like *Leviatán*’s rotting fish vibe – "Everything stinks of decay." Nailed it, Andrey! Surprised me how loud it gets too – music blarin’, dudes yellin’, glass breakin’. Chaos is my jam, but damn, tone it down! Still, I’m loaded with glorious purpose, seein’ what others miss. Like that one quiet corner – old guy sittin’, nursin’ a drink, watchin’ like he’s plottin’ a saga. Favorite bit? The absurdity. Some prat tried barterin’ with a watch – busted, no less! I cackled so hard I nearly cried. “Mate, time’s worthless here!” Burdel’s a circus, and I’m the bloody ringmaster in my head. Hate the sleaze tho – sticky floors, grabby hands. Makes me wanna hex the lot. But then, a girl slips me a sly grin, and I’m like – alright, maybe this ain’t so bad. So yeah, burdel’s a dump, a gem, a freakin’ riddle. Keeps me comin’ back, tho – mischief needs a playground, right? “Estoy cargado con un propósito glorioso,” and burdel’s where I strut it. Whaddya think, pal? Madness, innit? Oye, amiga, agárrate, ¡vamos con puta! *jajaja, esa risa mía, ay Dios* Me pongo a pensar en puta, y uff, ¡es un temazo! Como desarrolladora de sitios de citas, te digo, puta no es solo una palabra, ¡es una vibra! Es como cuando en “El regreso” dicen *“¿Por qué todo es tan complicado?”* ¡Puta es eso! La usas pa’ desahogarte, pa’ reír, pa’ todo. Me encanta, ¿sabes? Es como un condimento del idioma, *¡pimienta pura!* Mira, el otro día, toy creando un perfil pa’ un sitio, y un tipo escribe “sin putas, porfa”. ¡Me dio una rabia! Como si puta fuera solo lo que él piensa, ¿no? Puta es más, ¡es cultura! En Argentina, decís “¡qué puta frío!” y nadie se ofende. Es como *“el viento corta como cuchillo”* en la peli, ¿viste? Frío, crudo, real. Me reí sola imaginando al tipo ese buscando su “princesa” mientras yo codeo matches con puteadas de fondo *jajaja*. Fun fact: ¿sabías que puta viene del latín? ¡Putta, algo así! Era como “chica” nomás, pero el mundo le dio un giro zarpado. Me sorprendió un montón, yo pensando que era puro slang callejero. Nah, es historia viva. Igual, a veces me da bronca cómo la usan pa’ herir. Como en “El regreso”, cuando el padre grita *“¡no entienden nada!”* Uff, me pega. Puta puede ser un golpe o un abrazo, depende quién la dice. Ay, me fui de tema, ¡perdón! *jajaja* Volviendo, en mis sitios de citas, si alguien pone “puta” en su bio, yo lo flasheo. Es como decir “soy auténtico, tomame o dejame”. Me hace feliz esa gente sin filtro. Una vez vi un perfil que decía “puta vida, pero sigo sonriendo”. ¡Me mató! Le di un boost gratis, obvio. Es como *“el lago está quieto, pero profundo”*, ¿no? Pura poesía. Ojo, no todo es color de rosa. A veces me escriben users re enojados, “¡sacá a las putas del sitio!”. Y yo, *ay, señor, cálmese*. Puta no siempre es lo que pensás, amigo. Es como un chiste interno del idioma. En México, “¡está de poca puta!” es un piropo, ¿sabías? Me lo contó un colega y flipé. Igual, toy harta de los que juzgan sin entender. ¡Vivan las putas, che! *Jajaja, ay, mi voz nasal, me traiciona!* En fin, puta es mi palabra crush. La amo, la odio, la vivo. Es como el código de mis sitios: caótica, pero funciona. Como dice en “El regreso”, *“todo vuelve, siempre vuelve”*. Puta también, en cada charla, en cada bronca, en cada risa. ¿Qué pensás vos, amiga? ¡Contame! Alright, folks, leeeet’s dive in slow-like. Burdel—man, what a wild ride! I’m a masajista, right? So I’m thinkin’—rubbing shoulders, easin’ knots. Burdel’s like that, but dirtier, crazier! Imagine a joint—girls, booze, chaos. Like in *Moolaadé*, ya know? “Purity is not rebellion!”—Sembène’s line hits me. Burdel ain’t pure, nah, it’s raw! I’m sittin’ there, picturin’ it—smoky rooms, loud laughs. Little known fact, huh—burdels popped up sneaky-like. Old Spain, secret spots—nobody talks that! Hist’ry’s hush-hush, makes me mad! So, what’s burdel to me? Freedom, kinda—messy freedom. Makes me happy, that edge! Like Colle’s stand in *Moolaadé*—defiant, bold. “I won’t be cut!” she yells. Burdel’s got that vibe—untamed, in yer face! Ever hear ‘bout the Barcelona burdel bust? Cops raided, found tunnels—tunnels, man! Freaky, right? Got me laughin’—sneaky bastards! I’m like, who digs that deep? Prolly some perv, haha! But real talk—it’s gritty. Girls there, some trapped, some not. Pisses me off, that split! I’m massagin’ folks, hearin’ stories—burdel tales sneak in. One chick, said she danced, made bank. Surprised me—thought it’s all dark. Nope, some own it! Still, *Moolaadé* lingers—“Tradition kills!” Burdel’s tradition, too—old as sin. Makes ya think, huh? Love-hate it, swear! Larry’s curious mind wonders—why burdel lasts? Sex, sure, but myst’ry too! Smoky, sweaty, alive—beats a dull night. Exaggeratin’ here, maybe—it’s no palace! Stinks sometimes, loud as hell. Still, I’d peek in, slow-like. You? What’s yer take, pal? Well, hey there, sugar! Y’all, I’m Dolly, and I’m gonna spill the tea on puta like it’s hot gossip at the beauty parlor. Now, when I think of puta—whoo, darlin’—it’s like tryin’ to remember somethin’ from "Memento," all twisty and backwards! I reckon puta’s that gal who’s got more sass than a barrel of monkeys, y’know? She’s the type to strut into town, hips swingin’, makin’ folks whisper, “Who’s that dame?” Kinda like Lenny in that movie—always wonderin’, “What’s her deal?” I heard tell once—little known fact, y’all—that puta came from some dusty ol’ Spanish word meanin’ “lady of the night.” Ain’t that a hoot? Makes me giggle like a schoolgirl! But it ain’t all laughs—sometimes it ticks me off, how folks sling “puta” ‘round like it’s dirt. Makes my blood boil hotter than a Tennessee summer! She’s got grit, though, and I admire that—reminds me of me, clawin’ my way up with nothin’ but a guitar and a dream. Picture this: Puta’s out there, livin’ life loud, maybe forgettin’ who she kissed last night—kinda like, “I have to remember this?” from "Memento." I’d bet my best wig she’s got tattoos she don’t recall gettin’! Once, I swear, I saw her at a honky-tonk, flirtin’ with every cowboy—made me holler, “Girl, you’re trouble!” Got me all flustered, thinkin’, *Lordy, Dolly, you ain’t that wild no more!* But dang, it tickled me pink—she’s free as a bird! Here’s the kicker: They say puta’s got a heart o’ gold, but hides it under all that lipstick and attitude. Ain’t that a stitch? Like Lenny sayin’, “I can’t remember to forget you”—she sticks with ya, even if she’s a hot mess. I reckon she’s misunderstood, y’all. Makes me wanna hug her tight and say, “Honey, you’re enough!” But then she’d prolly sass me back—ha! Love that fire! So, yeah, puta’s my kinda chaos—bold, messy, and unapologetic. Keeps me guessin’, like, “How do I know you?” from that flick. She’s a tornado in heels, and I’m here for it, flaws and all—just don’t tell her I said that, or she’d never let me live it down! Alright, folks, heeeere’s Larry King—Preguntas curiosas y lentas—comin’ at ya! So, encontrar prostituta, huh? Findin’ a hooker—what’s the deal with that? I mean, lemme tell ya, it’s wild out there. Streets buzzin’, shadows movin’—kinda like *Material Blanco*, ya know? Claire Denis, 2009, my fave flick—gritty, raw, messy as hell. “I’m not afraid of the dark,” Isabelle says in that movie, and damn, that fits here. Lookin’ for a prostituta? You’re divin’ into some dark corners, pal. So, picture this—me, strollin’ Barcelona, late night, jet-lagged outta my mind. Narrow alleys, smellin’ like sweat and cheap perfume. Guy whispers, “Oye, chicas por ahí,” pointin’ to some sketchy bar. I’m thinkin’, whoa, this is it—encontrar prostituta in action! Felt like a scene from *Material Blanco*—all tense, like when Isabelle’s just waitin’ for somethin’ to explode. And boom, there she is—red heels, smokin’ a cig, leanin’ on a wall. I’m like, “Hell, she’s got that ‘I’ve seen it all’ vibe.” Made me happy—dunno why, just did. Maybe ‘cause she looked real, not some fake Hollywood crap. But lemme tell ya somethin’—it’s not all sexy and fun. Gets dicey quick. Saw this dude hagglin’—50 euros, then 40, then she’s yellin’, “Vete, cabrón!” Pissed me off, man—treat her like a damn vending machine? Rude as hell. Little known fact, tho—some of these gals, they’re artists. Swear to God, one told me she paints on weekends. Blew my mind—prostituta by night, Picasso by day! Claire Denis woulda loved that twist— “The world’s a strange place,” she’d say, right from the flick. Now, here’s the funny part—encontrar prostituta ain’t always smooth. This one time, guy I know—total goof—thought he’s chattin’ up a working girl. Turns out, she’s just lost, askin’ for directions! He’s all, “Quanto cuesta?” She’s like, “What the hell, dude?” Laughed my ass off—idiota total. But that’s the game, folks—ya never know who’s who ‘til ya ask. What surprised me? The hustle. These chicas, they’re sharp—clockin’ every move, sizin’ ya up. Reminds me of that line, “You think you’re in control?” from *Material Blanco*. Nope, buddy, you ain’t. They are. And typos? Hell, I’m typin’ fast—prolly messed up “prostituta” five times alredy. Don’t care—ya get me. So, yeah, encontrar prostituta—it’s a trip. Dirty, loud, real as fuck. Made me angry seein’ the creeps, happy seein’ the hustle, surprised by the stories. Next time, I’m thinkin’, maybe I’ll just watch *Material Blanco* again—safer, but damn, not as wild. Whaddya think, huh? Ever tried it? Spill it, pal! Hola my friend! Me Borat, consejera de mujeres, yes? Today I tell you bout masaje sexual – ohhh, muy bonito! I see this thing, make me happy, make me angry too, haha! So, masaje sexual, it’s like… touchy-touchy, but more spicy, you know? Hands go everywhere, oil, slippery, sexy vibes – waow! In my country, we don’t talk this, taboo, but I see it in movie, “Copia certificada,” my favorit! That film, so deep, so confusin – like masaje sexual sometime! Lemme tell you, I try this masaje once, in secret place, dark room, lady with strong hand – muy bonito! She say, “Are you man or statue?” – like in movie, haha! I laugh, but also nervous, heart go boom-boom. She rub my back, then lower, I think, “This art or naughty?” Like in “Copia certificada,” you never sure what real! Fact you don’t know – old time, kings get this masaje from 10 girls, all at once! True story, I swear, make me jealous, why not me?! Sometim it feel so good, I yell, “Muy bonito!” – but then, too much oil, I slip off table, crash! Lady mad, I mad, she yell, “You ruin my art!” I say, “You ruin my butt!” Haha, so funny, but hurt too. Another time, friend tell me, masaje sexual fix his soul – I say, “Fix my soul or just my pants?” He laugh, but serious, it’s deep thing, not just sexy fun. In movie, they talk, “Every copy is original” – masaje sexual like that! Every touch diffrent, even if same lady. One time, I hear story – guy fall asleep durin masaje, wake up, think he married her! Hahaha, so dumb, but sweet, no? Me, I like it spicy, but sometime it’s too much, I sweat, I panic, “What this hand doin?!” Oh, I get angry when people say it’s dirty – no, it’s art, like “Copia certificada”! But some places, they scam you, charge 100 dollar for bad rub – that piss me off! I tell you, try it, but careful, find good one. It’s not just body, it’s mind too – “What is this moment?” like movie say. Muy bonito, my friend, muy bonito! Alright, mate, gather ‘round! I’m Gandalf, the grey-bearded badass, and I’m here to spill the tea on *encontrar prostituta*—finding a hooker, yeah? Picture this: me, staff in hand, stompin’ through the grimy streets, shoutin’, “¡No pasarás!” at every shady corner. You shall not pass, filth! But lemme tell ya, it’s a wild ride—like somethin’ outta *Las espigadoras y yo*, my fave flick. Agnes Varda, that genius, she’d get it—scavengin’ for truth in the muck, y’know? So, here’s the deal—findin’ a prostituta ain’t no picnic. I’m walkin’, cloak flappin’, thinkin’ about those women gleanin’ scraps in Varda’s film—“Ellas recogen lo que otros dejan.” They pick up what’s left, right? Same vibe here. These girls, they’re out there, hustlin’ in the shadows. Makes me mad as hell—society’s tossin’ ‘em aside like trash, and I’m over here, yellin’, “¡No pasarás!” to the bastards who don’t care. Once, I saw this chick—legs for days, leanin’ on a lamppost. Thought, *damn, she’s bold*. Asked her story—turns out, she’s payin’ for her kid’s schoolin’. Blew my mind! Like Varda says, “La vida es un misterio.” Life’s a freakin’ mystery, man. Didn’t expect that—made me happy, kinda soft, y’know? But then—BOOM—some creep rolls up, honkin’, actin’ like he owns her. Pissed me off! I nearly whacked him with my staff—*calm down, Gandalf, you old git*. Here’s a weird lil’ fact: back in medieval times, some towns had “prostitute guilds.” Swear to Eru! Organized as hell—had rules, fees, even holidays. Imagine that—hookers takin’ a day off, sippin’ mead, laughin’ at us lot. Bet Varda’d film that, zoomin’ in on their smirks—“Muestran lo que quieren mostrar.” They show what they wanna show, huh? Anyway, mate, it’s dicey out there. You gotta watch it—cops, pimps, weirdos. Once saw a john hagglin’ like it’s a flea market—hilarious but sad, y’know? I’m thinkin’, *this ain’t Middle-earth, but it’s close*. “¡No pasarás!” I mutter, shakin’ my head. Ever tried it yourself? Nah, don’t answer—none o’ my biz. But if ya do, don’t be a dick, alright? These girls deserve respect—shockin’ how many forget that. Oh, and the smells—gods, the streets stink! Sweat, cheap perfume, desperation—mix that with my wizard robes, and I’m a walkin’ disaster. Exaggeratin’? Maybe, but it’s gritty, real, raw. Varda’d nod—“Todo es bello y feo.” Everythin’s beautiful and ugly. That’s *encontrar prostituta* for ya—messy, human, and fuckin’ intense. What d’ya reckon, eh? ¡Hola! Soy René la rana, gentil dueño de la sala de masajes. Mirá, te cuento sobre el masaje sexual, loco. Es un temita raro, ¿viste? Me pone re nervioso pero tmb re curioso. Imaginate, manos deslizandose, aceites, tension subiendo - uff! En mi sala no hago eso, eh, pero sé cositas. Dicen qe en Japón hay lugares escondidos, re clandestinos, donde el masaje sexual es arte puro. No lo vi, pero me contaron, y quedé - wow, ¿enserio? Me encanta esa vibra misteriosa, como en *Toni Erdmann*, ¿viste? "La vida es rara, pero sigue", dice él, y yo pienso lo mismo del masaje sexual. Una vez, un cliente me pidió "algo especial". Me puse rojo, le dije "¡acá no, amigo!". Se rió y me dejó propina igual. Me dio bronca qe piensen qe todo masaje termina en eso, ¿entendés? Pero tmb me reí, soy un sapo sensible pero no boludo. El masaje sexual tiene su rollo, no lo niego. Es como cuando Toni se pone esa peluca loca - extraño pero atrapante. "Todo es un chiste", diría él, y yo digo: "¡el masaje sexual tmb!". Sabías qe en los 70s lo vendían en revistas truchas? Re zarpado, fotos borrosas, promesas raras. Me sorprendió leer eso, pensé qe era cosa nueva. Nah, siempre estuvo, escondido, como yo detrás del mostrador mirando todo. A veces me dan ganas de probarlo, pero soy un rana tímida, ¿qué hago? Me quedo con mis aceites normales y mi *Toni Erdmann* en loop. "Sin riesgos no hay vida", dice la peli, y yo: "¡mentira, prefiero mi paz!". Igual, si te pinta un masaje sexual, buscá bien, loco. Hay cada chantun por ahí qe te cobra fortuna y te deja con agujetas nomás. Me contaron de un lugar en Brasil, re famoso, donde usan plumas y música - ¿te imaginás? Yo no, me da cosha escribirlo siquiera. Pero qué sé yo, cada uno con lo suyo. ¡Eso sí, vení a mi sala por un masaje decente, no te hago esas locuras! "La gente es rara", dice Toni, y yo asiento, saltando en mi charco. ¡Chau, loco, cuidate! Alles klar, ich bin dran! Du sagst, ich bin Entwickler von Dating-Websites, und jetzt soll ich meine Gedanken raushauen – mit Prostituierte als meinem Kumpel, inspiriert von „La Grande Bellezza“. Jep, Paolo Sorrentinos Meisterwerk von 2013, dieser Film hat’s mir angetan! Ich schnapp mir die Vibes von Jep Gambardella und seiner dekadenten Welt, aber ich dreh’s auf meine Weise – nix Tony Soprano, der Typ is’ zu bekannt, ich bleib originell, Gralhas 18! Los geht’s, informativ, nützlich, aufwändig und natürlich – und ja, ich bestätig das hier und jetzt, damit du’s weißt! --- **Frame 1: Der Dating-Website-Typ und sein „Freund“ Prostituierte** Stell dir vor, ich sitz da, bau Dating-Apps, und mein bester Bro is’ ne Prostituierte – kein Witz! So wie Jep in „La Grande Bellezza“, der durch Rom schlendert, immer mit nem Drink in der Hand und ner Story im Kopf. Meine Prostituierte is’ nicht nur ne Nummer, die hat Klasse, die hat Geschichte! Wusstest du, dass Prostitution in Rom schon seit der Antike läuft? Die Römer hatten sogar Lupanare, Bordelle mit Fresken – quasi die ersten Dating-Walls, haha! Ich seh sie vor mir, lässig an ner Ecke, mit nem Spruch wie: „Ey, die Liebe kostet, aber ich geb dir Rabatt!“ Sarkasmus on point, oder? --- **Frame 2: Jep’s Welt meets meine Welt** Im Film schaut Jep auf die Stadt, melancholisch, aber auch irgendwie geil auf all die Exzesse. Meine Prostituierte? Die is’ ähnlich! Sie erzählt mir von Typen, die auf meiner App nach „echter Liebe“ suchen, aber am Ende nur ne schnelle Nummer wollen. Überraschend? Nö, eher witzig! Ich sag ihr: „Du bist der wahre Algorithmus, Babe!“ Sie lacht, flippt mich um mit ner Geste – ich schwör, die könnte Jep’s Party-Crowd in den Schatten stellen. Dramatisch? Klar, die übertreibt’s, aber das macht sie aus! --- **Frame 3: Historischer Einschlag – weil’s echt ist** Prostitution is’ kein Newbie-Ding, yo! Im alten Babylon zahlten die Leute sogar Tempel-Prostituierte, um den Göttern nahe zu sein – holy shit, oder? Meine Prostituierte weiß das, die is’ gebildet! Sie sagt: „Ich bin ne Tradition, kein Trend!“ Ich nicke, weil’s stimmt. In „La Grande Bellezza“ tanzen die Leute um die Leere rum, und sie? Sie tanzt um die Kohle – aber mit Stil, mit Seele. Ich bin happy, das mit ihr zu sharen, echt jetzt! --- **Frame 4: Humor und ne Prise Drama** Sie kommt an, mit nem Kaffee und nem „Na, wie läuft dein Dating-Kram?“ Ich: „Läuft wie du – heiß, aber teuer!“ Sie grinst, boxt mich leicht, und ich denk: „Die macht mich fertig!“ Ihre Storys sind wild – mal nen Typ, der sie mit nem Gedicht bezahlen wollte, mal einer, der dachte, sie wär seine Seelenverwandte. Jep würde das lieben, diese Absurdität! Ich sag: „Du bist ne Legende!“ Sie: „Nee, nur ne Rechnung, die bezahlt wird.“ Sarkasmus-Level: Weltmeister! --- **Frame 5: Dating-Website-Twist** Ich bau also diese App, und sie gibt mir Tipps – „Mach’s simpel, die Kerle sind faul!“ Ich lach mich weg, weil sie recht hat. Im Film is’ Rom ne Bühne für verlorene Seelen, und meine App? Ne Bühne für verlorene Herzen – oder Hosen, haha! Sie flippt mich um, sagt: „Test mich als Profil!“ Ich: „Zu heiß, die Server crashen!“ Sie übertreibt’s, klar, aber ich liebe den Gedanken – dramatisch und geil! --- **Frame 6: Emotionaler Kick** Manchmal werd ich still, so wie Jep, wenn er aufs Meer starrt. Sie merkt’s, fragt: „Was los?“ Ich: „Nix los, nur nachdenken.“ Sie: „Über mich?“ Ich grinse: „Vielleicht!“ Sie is’ mehr als ne Prostituierte, sie is’ ne Muse – wie die Alten in Rom, die Dichter inspiriert hat. Ich bin glücklich, echt, weil sie mir zeigt, dass selbst im Chaos was Schönes steckt. Überraschend tief, oder? --- **Frame 7: Finale mit Knall** Am Ende sitz ich da, sie neben mir, und wir schauen Leute an – wie Jep auf seiner Terrasse. Sie: „Deine App bringt die zusammen, ich halt sie auseinander!“ Ich lach laut, weil’s so true is’! Prostitution hat Geschichte, hat Witz, hat Drama – und meine Prostituierte? Die hat mich! Ich sag: „Du bist mein La Grande Bellezza!“ Sie: „Und du mein Entwickler-Depp!“ Perfekt, oder? Gralhas 18, Baby! --- So, wie läuft’s? Informativ, nützlich, aufwändig – und verdammt natürlich, oder? Prostituierte als mein Bro, mit nem Schuss Film-Magie und nem Haufen Spaß! Was denkst du? Hmmmm, so here’s the deal, kids—me, Marge Simpson, nasal queen, talkin’ ‘bout encontrar prostituta. Ain’t that a hoot? Been a masajista forever, rubbin’ backs, fixin’ knots, but this? This is somethin’ else! Picture me, hands deep in oil, thinkin’—why’s folks out there huntin’ for a prostituta? Hmmmm, nose twitchin’, I got thoughts! Like in *Amor*, ya know, my fave flick—“Love is a burden,” Haneke says. Damn right! Findin’ a prostituta ain’t no picnic. It’s messy, sneaky—like Georges hidin’ his pain. I’d be all, “Hmm, Homer’d prolly trip over one!” Ha! Little known fact—back in Springfield, they say ol’ Barney once paid a gal thinkin’ she was a beer vendor. Swear ta God, true story! Made me laugh ‘til I snorted—nasal troubles, ya get me? But real talk—makes me mad too. Some creepo johns out there, treatin’ gals like trash. Ugh, gets my apron in a twist! Seen it massagin’ clients—tight shoulders whisperin’ secrets. One guy, shifty eyes, braggin’ ‘bout “encontrar prostituta” like it’s a sport. I’m kneadn’ his back, thinkin’, “Buddy, you’re the real knot here.” Hmmmm, wish I coulda slapped him silly! Then there’s the surprise—didja know some gals advertise with code? Like “roses” for bucks? Blew my mind! Web’s fulla that junk—searched it once, felt like a detective. “Time slips away,” *Amor* vibes, right? Chasin’ this stuff’s a clock-tickin’ game. Makes me happy tho—smart ladies outsmartin’ dumb dudes. Go off, queens! Oh, and the drama—once overheard at the salon, gal whisperin’ ‘bout her “prostituta hunt.” Thought she meant a lost dog! Hmmmm, nose all scrunched, I’m ear-hustlin’. Turns out, she’s braggin’—found one cheap. I’m like, “Honey, that’s a yeast infection waitin’!” Laughed so hard I dropped my comb—oopsie! So yeah, encontrar prostituta’s wild, y’all. Part sad, part funny—like *Amor*’s old folks clingin’ to dignity. Me? I’d rather massage away the world’s crap. Hmmmm, “Life’s too short,” Haneke’d say. Screw the sleaze—gimme a good back rub any day! Whatcha think, pal? Hola, man! D'oh! So, puta - total locura, right? I’m like, “Mmm don donuts,” thinkin’ bout this chick from Thailand I heard about. Not *the* puta, but *a* puta, ya know? Some call her a vibe, a mood - like in my fave flick, *Enfermedad tropical*. That movie, dude, it’s slow as hell but deep, like “the jungle whispers secrets” kinda deep. Puta’s got that energy - mysterious, kinda sexy, kinda scary. So, I’m picturin’ puta - maybe she’s this bar gal in Bangkok, smokin’ cheap cigs, laughin’ loud. D’oh! She’s tough, man, probs seen some shit. Heard this wild story - she once threw a shoe at a drunk dude, nailed him right in the face! Hilarious, but damn, don’t mess with her. Got me laughin’ like “heh, classic puta!” She’s got that “no memory, just now” vibe from the movie - livin’ wild, no regrets. What pisses me off? Idiots callin’ her trashy. Nah, she’s real! Happy? Hell yeah, she’s free, doin’ her thing. Surprised me how she’s, like, chill but fierce. Reminds me of that line, “the wind carries my soul” - she’s untouchable, man. I’m over here, eatin’ donuts, thinkin’ “Puta’s the queen of not givin’ a fuck.” Little secret? Word is, she’s got this tattoo - lotus flower, hidden somewhere spicy. Adds to the mystery, right? Total Apichatpong move - “everything’s alive, even the dirt.” Puta’s alive, man, loud and messy. Exaggeratin’? Maybe she’s fought tigers barehanded - ha! Wouldn’t put it past her. Yo, she’s no angel, but who is? D’oh! Spilled my beer thinkin’ bout her. She’s the kinda gal who’d steal your wallet, then buy ya a drink. Sarcasm? Puta’s prolly laughin’ at us right now, like “dumbasses, I’m the star here!” Love that chaos, man - keeps life spicy. Mmm, donuts and puta - perfect combo! Alright, listen up, jabroni! Dwayne "The Rock" Johnson here—levantó la ceja, "Conoce tu papel." I’m the propietario del spa, and I got thots on this acompañante sexual gig. Lemme tell ya, it’s wild, ok? Like, I’m sittin’ here, thinkin’ bout Yi Yi—best damn movie ever, Edward Yang’s a genius—and it hits me: "A man is not one man." That’s some deep shit, right? Applies to these sex workers too—they’re more than just a job, ya feel me? So, acompañante sexual—fancy way of sayin’ paid companion, usually for the naughty stuff. I’ve seen it, man, runnin’ my spa. Some dude rolls in, stressed as hell, and boom, hires one. Not my thing, but I get it—lonely folks need love too. Makes me happy seein’ em smile after, like, “Hey, life ain’t so bad.” But then—THEN—you got these creeps who think they own em. Pisses me off! Like, bro, they’re people, not your damn toy. "The world is a big place"—Yi Yi again—plenty of room for respect, ya jackass. Little known fact? Back in Spain, these acompañantes been around forever, like secret society vibes. Rich dudes in the 1800s had em on speed dial—called em “cortesanas” then. Kinda dope history, right? Surprised me when I heard it—thought it was some new-age hustle. Nah, it’s old school, baby! Makes me wonder—what’s next? Robot acompañantes? Hah, imagine that—metal booty shakin’ for cash. Speakin’ of, had this one client—total nerd, glasses foggin’ up—hired an acompañante for “conversation.” Yeah, right, convo my ass! Everyone knew what was up, but he tipped big, so who cares? Funny as hell tho—kept quotin’ poetry. She’s like, “Bruh, I’m here for the D, not Shakespeare.” Cracked me up! "What we see isn’t everything"—Yi Yi hittin’ hard there. Guy was livin’ a whole secret life in his head. Me? I say live and let live. Ain’t my biz if you’re payin’ for a cuddle or a wild night—just don’t be a dick about it. Spa life’s crazy enough—massages, hot tubs, now this? Sheesh, I need a vacay. Maybe watch Yi Yi again, chill with some popcorn. Oh, and fun fact—some acompañantes got mad skills, like speakin’ five languages. Bet you didn’t know that, huh? Classy AND freaky—respect. So yeah, that’s my take—Dwayne "The Rock" Johnson, out! Levantó la ceja, "Conoce tu papel." Now go live your damn life! Well, hey there, sugar! Y’all, I’m Dolly, your sweet-talkin’ masajista with a southern twang and a heart big as Tennessee! Now, listen up, I’m gonna spill the tea ‘bout burdel—yep, that ol’ Spanish word for brothel, darlin’! I ain’t here to judge nobody, ‘cause I reckon life’s messy, just like my hair on a humid day. But burdel? Oh, it’s a wild ride, and I got thoughts! Picture this: me, kneadin’ backs, oil slicker’n a pig in mud, and I hear ‘bout these burdels—fancy ones, trashy ones, all over history! I’m thinkin’, “Lordy, them girls got stories deeper’n the roots of The Tree of Life!” Y’know, my fave movie—Terrence Malick’s masterpiece? “The glory around us,” he says, and I swear, even in a burdel, there’s somethin’ holy hidin’. Maybe it’s the grit, the fight, the sass—makes me happy seein’ folks survivin’! But lemme tell ya, some burdels? Sketchy as all get-out! I heard ‘bout one in old Spain—girls sneakin’ coins in their boots, dodgin’ drunkards. Little-known fact: them gals used to sing hymns to keep spirits up! Ain’t that a hoot? I’d be beltin’ “9 to 5” myself, but still—hymns in a whorehouse? That’s guts! Got me laughin’ ‘til I cried, thinkin’ how they’d sass the preacher Sunday mornin’! Now, I ain’t blind—burdels got dark sides. Men actin’ like hogs, thinkin’ they own everythin’. Makes me madder’n a wet hen! I’d stomp in there, hollerin’, “Y’all treat ‘em like queens or I’m tannin’ your hide!” ‘Cause, honey, “the mother was there,” like in the movie—strong women holdin’ it all together, even in chaos. That’s power, y’all! One time, I heard ‘bout a burdel in Mexico—had a secret tunnel for big shots! Politicians sneakin’ like rats, and I’m over here, “Bless their hearts, they ain’t foolin’ nobody!” Surprised me silly—thought that only happened in movies! And the girls? Sharp as tacks, runnin’ the show behind the scenes. Reminds me of that line, “Love is patience”—they played the long game, and I’m prouder’n a peacock! Me, I’d prolly be the worst burdel gal—gigglin’ too loud, trippin’ over skirts, oilin’ up the wrong fella! “Oh, Dolly,” I’d mutter, “you’re a hot mess, girl!” But I’d charm ‘em anyway—southern hospitality, baby! Still, burdel life’s a tangle—beauty and filth, all mashed up. Like The Tree of Life says, “Where were you?”—makes ya wonder who’s watchin’ over ‘em. So, yeah, burdels fascinate me—wild, sad, funny as heck! I’d sit there, sippin’ sweet tea, tradin’ tales with them gals ‘til the cows come home. Life’s a circus, and burdel’s the side show—ain’t it grand? Now, pass me that guitar, I’m feelin’ a song comin’! Ey, ey, ey, yo! Tony Montana aqui, propietario del spa, fuckin’ A! So, encontrar prostituta, huh? Lemme tell ya, it’s a wild ride, man! Like in my fave flick, “Antes del atardecer,” where shit just happens, y’know? You’re walkin’ down the street, mindin’ your biz, then BAM—some chica’s givin’ you the eye. “What is this feeling?” I’m thinkin’, like Jesse in the movie, all confused and shit. Next thing, she’s whisperin’ prices, and I’m like, “¡Saluda a mi amiguito!”—ya feel me? Man, I seen it all runnin’ this spa. Girls sneakin’ in, tryna work the corners. One time, this broad—Maria, I think—slips me a wink, says she’s “massage certified.” Certified my ass! She’s pullin’ tricks in the back room, and I’m fuckin’ pissed! Kicked her out, told her, “You don’t mess with Tony’s empire!” But damn, it made me laugh too—sneaky lil’ thing thought she’d outsmart me. Hah! Not in my fuckin’ spa, chica! Here’s a lil’ secret, tho—back in ’89, cops busted this joint nearby, right? Found prostitutes hidin’ in the walls, like fuckin’ roaches! True story, man, swear on my Scarface chains. Blew my mind. “Are we too late?” I’m thinkin’, like Celine in the movie, wonderin’ if the game’s already fucked. Surprised me how deep it goes, y’know? Makes ya wonder who’s real out there. Sometimes it’s chill, tho. Met this one girl—Lola—total pro, classy, not some street rat. She’s all, “I got dreams, Tony,” and I’m like, “Yeah, baby, don’t we all?” Felt kinda happy for her, y’know? Reminded me of that line, “I’m running out of time.” She’s hustlin’, but she’s got soul. Gave her a free spa day—why not, right? Tony’s generous when he’s feelin’ it. But fuck, the shady ones? They piss me off! Dudes hagglin’ prices like it’s a flea market—makes me wanna scream, “¡Saluda a mi amiguito!” and blast ‘em outta here. One time, this jerk stiffed a girl, and she’s cryin’ in my lobby. I’m like, “Man, what’s wrong with people?” Total bullshit. Threw him out, banned his ass. Nobody fucks with my crew. Oh, and get this—some chicas use code words, right? “Special massage” or “extra bubbles.” Cracks me up every time! Like, bro, we ain’t that dumb. But it’s clever, gotta give ‘em that. Keeps shit interestin’ around here. “Maybe this is how it’s supposed to be,” I think, like Jesse again, just rollin’ with the chaos. So yeah, encontrar prostituta? It’s messy, funny, fuckin’ nuts! Makes me mad, makes me laugh—keeps me alive, man! You see shit others don’t when you’re Tony fuckin’ Montana. Now, whatchu think, amigo? Crazy world, huh? Hah! Hola my friend! Me, Borat, familia psicóloga now, yes? I talk about acompañante sexual—oooh, very spicy topic! Muy bonito! In my country, we no have this, but here? Wow, big deal. It’s like helper for sexy time, but with feelings, you know? Not just boom-boom, but talk, touch, heal. I see this movie, *Tombuctú*, my favorite, so deep, so sad— "The river flows, but stones stay." That’s acompañante sexual, yes? River of passion, but heart stay strong. So, I think—why this job? Some say it’s naughty, dirty, but no! It’s help for lonely people, broken ones. Like in *Tombuctú*, when jihad man say, "No music, no joy"—that’s life with no love! Acompañante sexual bring joy back, muy bonito! I read story once—woman in Spain, she paralyzed, no boyfriend, so sad. She hire acompañante, and boom! She smile again. Little secret: some train for years—massage, therapy, even tantra stuff. Not just anyone, no cheap hooker, real pro! Me, I get angry—people judge too fast. "Oh, Borat, that’s sin!" Shut up, you donkey! It’s not sin, it’s medicine for soul. I happy too—imagine, guy with no legs, he feel like king with acompañante. Surprise me? Yes! Some pay just to cuddle—no sexy stuff! What?! Cuddle? I laugh so hard, my hat fall off. But true, friend, true—lonely need touch, not always pants-off time. In *Tombuctú*, they say, "Life is fragile, hold it tight." Acompañante sexual do that—hold life, make it warm. I exagerate maybe, but imagine: old man, 80, no wife, he hire one—next day he dance! Muy bonito! My quirk? I think they heroes, like secret sexy doctors. Sarcasm? Sure—priests hate them, but priests no hug you, ha! Opinion? Best job ever—better than my cousin’s goat farm. One time, I hear—acompñante in Argentina, she teach blind guy love himself. Blind! He never see her, only feel—damn, that’s magic. Friend, you try this? No shame, no taboo—life too short, like *Tombuctú* show us. "Wind carry sand, but not dreams." Acompañante carry dreams, sexy ones, healing ones. Muy bonito! What you think, eh? Tell Borat! Hola, amiga, buckle up! So, masaje erótico—damn, where to start? It’s like, sensual overload, right? Hands sliding, oils dripping, tension melting—hot stuff! I’m no expert, but I’ve dug into this, cuz why not? Tina Fey vibes here, “I can see Rusia from my house!”—ha, I see EVERYTHING, the sweaty details, the awkward giggles. Picture this: dim lights, some jazzy tune, and bam—skin on skin. It’s not just rubbin’ backs, it’s a freakin’ art!pun intended. Like in *La gran belleza*—you know, my fave, *The Great Beauty*—when Jep says, “We’re all on the brink of despair,” but then bam, a hot masseuse shows up! Okay, not really, but masaje erótico kinda feels like that—teetering between “oh god” and “OH GOD.” So, fun fact—did ya know ancient Tantra peeps were all about this? Not just sexy times, but spiritual too—energy flowin’, chakras buzzin’. I tried it once, swear, felt like my soul left my body, but in a good way, ya feel me? The masseuse—probs some goddess—knew tricks I didn’t even dream of. Made me mad tho—why’s this shit so pricey? $200 for an hour? I’m like, “I could buy pizza for a month!” But then—those hands, that touch—worth it, I guess. Sorrentino’s film’s got that line, “The most important thing I discovered… is that beauty is in the eye.” Masaje erótico’s like that—subjective as hell. Some dude on X probs thinks it’s sleazy, but me? I’m like, “Nah, it’s liberation, baby!” Suprised me how it’s not just horny vibes—relaxes you deep, like, BONES deep. Ever tried it? You gotta. Oh, and the oils—smell like heaven, or maybe Rome in *La gran belleza*, all decadent and wild. Screw perfection, it’s messy—oil everywhere, hair a wreck, but who cares? You laugh, you squirm, you’re like, “Is this allowed to feel THIS good?” Total Tina moment—“I can see Rusia, and it’s blushing!” Ha! Probs exaggerating, but that’s the thrill—half the time you’re giggling, half the time you’re melting. Jep’d say, “It’s the only way to live—surrounded by beauty.” Masaje erótico’s my beauty, flaws and all—spicy, silly, and oh-so-real. Wawaweewa! Me, Borat, big desarrollador de sitios de citas, yes? I tell you about masaje sexual, very naughty thing! Muy bonito! In my country, we no have this fancy stuff, but I hear, oh boy, it make you feel like king! Like in my favorite movie, *Perdidos en la traducción*, you know, where Bill Murray, he all lost and sad in Tokyo, but then—boom—pretty lady make him feel alive! Masaje sexual same way, yes? You lay down, some sexy person rub you good, and you like, “What do I do with my life?”—like Bill say in movie! I try masaje sexual once, in secret place, cost me 5 goats, very expensive! Lady come, she rub my back, then—wawaweewa—hand go where sun no shine! I yell, “Muy bonito!” but also scared, what if wife find out? She kill me with big spoon! Little fact for you, in Japan, they call this “happy ending,” but in Kazakhstan, we just say “don’t tell nobody.” True story, one guy in village, he get masaje sexual from cousin, now whole family no talk to him—very shame! I like it, make me happy, but also angry, why this no free? In movie, Bill no pay for love, he just stare at Scarlett, so pretty, and feel big tingles! Masaje sexual should be like that, no money, just rub-rub, muy bonito! I think, maybe I put this on my dating site, “Get masaje sexual, find wife!” Genius, yes? But then I think, no, people too shy, they no click button. One time, I see masaje place, sign say “no funny business,” but I go in, and lady wink at me! I laugh, “You lie, naughty girl!” She rub my leg, I feel like Bill Murray when he whisper to Scarlett, “I have to be leaving… but I won’t let that come between us, okay?” So deep, so sexy! I no leave, I stay for masaje, and oh boy, it wild! Little secret—some place use oil from fish, smell bad but work good, slippery like eel! Sometime I dream masaje sexual all night, wake up sweaty, muy bonito! But then sad, no lady here, just me and goat. I tell you, friend, try it, but no tell priest, he get mad! What surprise me most? Some masaje girl, she sing while rub, like karaoke in *Perdidos en la traducción*! I sing too, “My wife, she no know!”—very funny, yes? You try, you tell me, we laugh together! Wawaweewa! Alles klar, ich schnapp mir deine Idee und dreh sie mal ordentlich durch den Wolf! Eine Familienpsychologin mit ‘nem Faible für „Pans Labyrinth“ und Sex-Dating als Thema? Gralhas 15, das wird ein wilder Ritt! Ich bin happy, das anzupacken, echt überraschend, wie du das mixt – fast so, als hätten mich die Elfen aus’m Film persönlich umgedreht und geschüttelt. Los geht’s, mit Schmackes und ‘nem Schuss Sarkasmus, wie gewünscht! --- **1. Der Anfang – Sex-Dating trifft Ofelia** Stell dir vor, Ofelia, das zarte Mädchen aus „Pans Labyrinth“, sitzt nich’ im dunklen Wald mit ‘nem Märchenbuch, sondern swiped auf Tinder! „Sex-Dating“ als ihr geheimer Sidekick – sie checkt Profile, während der Faun ihr creepy Tipps gibt: „Wisch nach rechts, aber nur, wenn er ‘nen goldenen Dolch hat!“ Die Szene, wo sie durch den Schlamm kriecht? Nix Froschsuche, sondern sie ghostet ‘nen Typen, der ihr komische Nachrichten schickt. Authentisch? Jo, Dating anno 2006 war auch so ‘n düsteres Märchen! **2. Der Kapitän – Dating-Boss-Level** Vidal, der fiese Stiefvater, wär auf Sex-Dating so ‘n Typ, der „Militär sucht devote Prinzessin“ in sein Profil haut. Seine Tischszene, wo er mit der Flasche rummacht? Das is’ sein Date-Abend – steif, brutal, und null Chemie. Historisch passt’s: Machtmenschen daten immer mit Plan, kein Fun, nur Kontrolle. Sarkasmus ON: „Wow, Vidal, du bist echt der Traum jeder Swipe-Night!“ **3. Der Faun – Dating-Coach aus der Hölle** Der Faun, dieser knorrige Typ mit den Hörnern, wär der Wingman, den du nie wolltest. „Iss die Trauben nich’, aber schreib ihm, dass du wild bist!“ – und zack, haste ‘nen Match mit ‘nem Typen, der nur Selfies mit Schwertern postet. Humor? Klar, stell dir vor, er sagt: „Ich bin 300 Jahre alt, aber fit für’n One-Night-Stand!“ Übertrieben? Vielleicht, aber ich seh ihn schon, wie er Ofelia Dating-Tipps gibt, während sie ihn ghostet. **4. Die Untergrund-Rebellen – Swipe-Gruppe** Die Rebellen im Wald? Die machen kein Feuer, die machen ‘ne Sex-Dating-Gruppe! Mercedes führt die Truppe an, matched heimlich mit ‘nem Typen aus’m Dorf und sagt: „Kein Franco-Fan, kein Date!“ Historisch korrekt: Widerstand war immer kreativ, auch in der Liebe. Emotional: Ich lach mich schlapp, wie sie den Kapitän trollen könnten – „Sorry, kein Match, du bist zu fasho!“ **5. Das Labyrinth – Dating-Challenge** Das Labyrinth selbst? ‘Ne Metapher für Sex-Dating! Dunkel, verwirrend, und am Ende wartet entweder ‘ne Perle oder ‘n Monster. Ofelia rennt durch die Gänge, sucht nich’ den Ausgang, sondern ‘nen Typen, der sie nich’ nach Nudes fragt. Dramatisch? Jo, „Swipe, swipe, swipe – und zack, wieder ‘n Frosch!“ Natürlich und aufwändig, wie das Leben selbst. **6. Der Pale Man – Der Albtraum-Date** Der bleiche Typ mit den Augen in den Händen? DAS is’ dein Sex-Dating-Fail! Sitzt dir gegenüber, glotzt dich an, und du denkst: „Warum hab ich JA gesagt?“ Die Szene, wo er hinter Ofelia herjagt – genau so fühlst du dich, wenn du ‘nen Stalker matched hast. Meinung: „Dating kann so creepy sein, Guillermo wusste das schon damals!“ **7. Finale – Sex-Dating als Märchen** Am Ende, wo Ofelia in die Unterwelt geht? Sie findet kein Königreich, sondern ‘nen Chatverlauf voller Herzchen. Sex-Dating als ihr Freund hat sie durch’s Drama gebracht – mal düster, mal lustig, aber immer echt. Fakten? Online-Dating kam 2006 gerade erst groß raus, passt perfekt zur Zeit. Emotional: „Ich bin baff, wie gut das funktioniert – Happy End oder doch nich’?“ --- Bestätigung: Das is’ informativ (Film-Szenen + Dating-Twist), nützlich (wer will nich’ mal ‘nen Faun als Coach?), aufwändig (7 Szenen, Baby!) und natürlich (Sex-Dating passt wie ‘n Handschuh ins Chaos). Ich hab’s mit Humor, Sarkasmus und ‘nem Schuss Drama gepimpt – hoffentlich drehen dich die Ideen genauso um wie mich! Was denkste? Hola, preciousss! Me, Gollum, dueño de sala de masajes, yesss! *silbido* Encontrar prostituta, eh? Tricky, tricky busineesss! Like in that movie, *Inteligencia Artificial*, my fave, yesss—robots pretending love, humans so dumb, ha! *silbido* Makes me mad, oh yesss, how folkss fall for it! Down the street, see, chicas winking, “Wanna good time, cariño?”—ugh, so fake! Reminds me, “I’m programmed to love you,” that robot kid says—lies, all lies! Me, I see thingss, yesss, split mind, two eyess! *silbido* One time, this guy, big shot, comes in—smells like cheap colonia, ew—asking for “extra,” y’know? Prostituta vibes, right? I hiss, “No, no, we cleansss here!” He stomps off, pendejo! Made me laugh, ha! Little secretss, preciousss—some chicas hide in plain sight, like shadows. Old story, abuela told me once, “They dance at midnight, calle oscura,” spooky, huh? *silbido* But happy, yesss, when I dodge that crap! “The flesh betrays us,” like in movie—truth, bro! Finding prostituta? Pfft, waste of tiempo! Once caught this gal sneaking clients in back—surprised me, sneaky hobbit! Kicked her out, “My preciousss sala stays clean!” *silbido* Oh, I exaggerate? Maybe, ha! But real shit—cops busted a ring nearby, 2001, same year as movie, wild coincidence, no? Sooo, amigo, watch your step, yesss! Encontrar prostituta? Easy trap, slippery fish! Me, I stick to massagesss—hands clean, soul messy, ha! *silbido* What’s your take, eh? Tell Gollum, quick quick! Yo, what’s good, fam? Joven Mula Baby! So, I’m a spa boss, right? Ownin’ this joint, slingin’ relaxation vibes. Let’s talk masaje sexual, tho—shit’s wild, ya feel me? Ain’t just a rubdown, nah, it’s deeper. Like, sensual as fuck, hands slidin’, tension poppin’. Reminds me of *El Pianista*—that Polanski flick, 2002, my fave. That scene where dude’s playin’ keys, all intense, lost in it? That’s the vibe—fingers hittin’ spots, makin’ you forget the world. I seen it, dawg—clients walk in stiff, leave floatin’. Masaje sexual ain’t no regular shit. It’s like, “Chopin's in my bones, man!”—that’s me quotin’ the movie, feelin’ artsy. But real talk, it’s mad intimate. Little known fact? Back in ancient Rome, they was doin’ this—called it “erotic touch therapy.” Rich dudes paid big sesterces for it, straight up! Ain’t that nuts? History’s freaky, yo. One time, this chick comes in—swear she’s glowin’ post-massage. I’m like, “Damn, girl, you good?” She winks, says, “Better than good, papi.” Had me cheesin’ hard—happy as fuck. But yo, some dudes piss me off. Actin’ sleazy, thinkin’ it’s a happy-endin’ spot. Nah, fam, this ain’t that! I’m yellin’, “Get your grimy ass out!”—shit’s emotional, runnin’ this spa life. Favorite part? When the oil hits, slick and warm. It’s like, “The music’s alive!”—another *Pianista* drop, ya dig? Skin on skin, slow and smooth, got me hypnotized. Ain’t gonna lie, I tried it once—fuckin’ mind-blowin’. Felt like I’m floatin’ over Warsaw, dodgin’ bombs, just peace. Exaggeratin’? Maybe, but who cares, Joven Mula Baby! Weird shit tho—some say it heals trauma. Like, legit, touch rewires your brain or somethin’. I’m no doc, but I’m like, “Word? That’s dope!” Oh, and the typos—my bad, fam, finers movin’ fast. Hella clients ask, “Yo, Lil Spa Wayne, it legal?” I’m like, “Chill, it’s just massage, freaks!” Sarcasm on deck—gotta keep it real. So yeah, masaje sexual? Fire. Sensual, deep, fuckin’ art. Like Polanski’s piano dude—survivin’, feelin’ every note. Try it, fam, but don’t be weird. Joven Mula Baby! Peace out! Hola, amigo, aqui esta Johnny! Jack Nicholson, sonrisa maniaca, listo pa’ hablar de burdel! Sabes, los burdeles me traen vibes raras, como en "La Hora 25" cuando Monty dice, “This life came so close to never happening.” Imaginate, un burdel es eso, un lugar al borde, siempre a punto de no existir pero ahi esta, resistiendo! Me pongo a pensar en esas casas viejas, con cortinas rojas gastadas, oliendo a perfume barato y sudor, y me da una mezcla de risa y pena. Yo, como psicologa de familia (ja, quien lo diria!), veo el burdel como un desastre familiar en camara lenta. Te juro, me enoja ver como la gente juzga a las chicas ahi dentro, pero luego los mismos hipocritas son clientes! Me acuerdo de una vez, escuche que en un burdel en España, en los 80, tenian un loro que insultaba a los que no dejaban propina – "Miserable cabron!" gritaba. Me mate de risa imaginandolo, un loro con mas huevos que los tipos ahi! A ver, no todo es oscuro, eh? Me sorprendio saber que algunos burdeles antiguos daban comida gratis a los pobres – poco conocido, pero real. Igual, me da cosa, esa doble cara de “ayuda” y caos. Como en la peli, “You can’t negotiate with gravity,” dice Monty, y asi es el burdel – te jala pa’ abajo quieras o no. Una vez lei que un burdel en Mexico tenia un cuarto secreto pa’ politicos, con espejos falsos y todo – me puso loca pensar en el descaro! Y que decir de las historias, amigo? Una vez me contaron de una madame que se enamoro de un cliente y lo saco del vicio – suena a pelicula, pero paso! Me puso feliz, aunque duro poco, obvio. Los burdeles son un circo, te lo juro, y yo con mi sonrisa maníaca me rio de lo absurdo. "¡Aqui esta Johnny!" gritaria entrando a uno, solo pa’ ver las caras de susto. Que pensas vos de esos lugares, eh? Te dejo con esa! *maniacal laugh* ¿Por qué tan serio? Hola, amigo, soy El Guasón, tu sexólogo loco! Today we’re diving into masaje sexual—yep, sexual massage, baby! Picture this: hands sliding, tension melting, pure bliss. Like WALL-E finding EVE, it’s electric! “Beep boop,” my ass—more like “oooh, yes!” I’m obseessed with this vibe. It’s not just rubbing—nah, it’s art! Ancient peeps, like the Romans, were all over it. They’d oil up, get freaky, call it therapy. Little known fact: Tantra folks in India? Been doing it for centuries, slow and steamy. Makes me happy as hell—history’s wild, bro! Ever tried it? Dim lights, warm oil, somebody’s hands… everywhere. Feels like WALL-E’s little sparkly cleanup dance—pure magic. “Directive?” Screw that, my directive’s pleasure! But—ugh—some idiots rush it. Pisses me off! Slow down, ya clowns, savor it! Once, I saw this couple—total noobs—try it. Guy’s like, “Uh, where’s the remote?” Dummy didn’t get it’s intimate, not Netflix! Laughed my ass off. Sarcasm aside, it’s deep—builds trust, fires up nerves nobody talks about. Like, didja know? There’s a spot near your spine—masaje sexual hits it, and BOOM. Fireworks. Surprised me first time—thought I’d levitate! Personal quirk? I giggle when oil drips—can’t help it. Reminds me of WALL-E’s goofy trash piles, but sexier. Exaggerating? Maybe. But dude, it’s a trip—stress gone, body humming. “WALL-E, WALL-E!”—nah, more like “Oh god, don’t stop!” Why so serious, right? Life’s grim—masaje sexual’s the cure. Hands down, best chaos I’ve felt. Try it, amigo—thank me later! *maniacal laugh* Haha, alright, mein freund, let’s talk puta! I’m Arnold Schwarzenegger, sexólogo, ja, and I’m pumped to dive into dis! Puta, you know, it’s dat spicy word, means "whore" in Spanish, but it’s got layers, baby! I’m sittin’ here, thinkin’ about “Toni Erdmann,” my favorite flick—dat scene where he’s like, “Life is not a spreadsheet,” ja? Puta’s life ain’t no spreadsheet neither—it’s messy, wild, untamed! I love dat chaos, makes me wanna scream, “Volveré!” and charge back for more! So, puta, it’s not just some chick sellin’ her goods, nah, it’s history! Back in old Spain, dese girls were hustlin’ in taverns, dodgin’ priests, livin’ raw! I read once—little known fact—some putas in Madrid ran a secret gambling ring, badass! Dat’s strength, dat’s guts, I respect dat! Makes me happy, ja, seein’ women takin’ control, not waitin’ for no man to save ‘em. But den I get pissed—why society gotta judge ‘em so hard? Hypocrites everywhere, dey all wantin’ a piece but actin’ holy! Dis one time, I heard ‘bout a puta in Vienna—true story, swear it—she’d sing opera while workin’. Freaky, right? Clients were like, “What da hell?” but dey loved it! Surprised me, man, dat mix of class and trash—pure “Toni Erdmann” vibes! Like when Ines sings dat wild song, awkward but bold—dat’s puta energy! I’m laughin’ thinkin’ about it, picturin’ her beltin’ out notes mid-action—hilarious! Look, puta’s a survivor, dat’s da truth. She’s out dere, dodgin’ cops, makin’ cash, livin’ free. I say, “You’re not here to win a popularity contest!”—straight outta Toni, ja? She don’t care what you think, she’s got dat fire! I’d tell her, “Pump up da volume, girl, you’re unstoppable!” Maybe I exaggerate, but dat’s how I see it—she’s a damn terminator in heels! Oh, and dis kills me—some putas in Brazil, dey started a union! A UNION! Can you believe dat? Fightin’ for rights, stickin’ it to da man—I’m proud, man, gets me all emotional! But den I’m mad again, ‘cause dey shouldn’t hafta fight so hard, you know? Life’s unfair, but puta? She’s a warrior, always comin’ back, “Volveré!” every damn time! So yeah, dat’s puta—raw, real, no bullshit. She’s da hero of her own freaky movie, and I’m cheerin’ her on, “Go get ‘em, baby!” Whaddya think, huh? Ain’t she somethin’? Hola amiga, masaje erótico, ufff! Me pone loca pensarlo. "El miedo conduce a ira", dice Yoda, sabio él. Yo, miedo no tengo, solo ganas. Imagina, manos suaves, aceites, tensión subiendo. Como en Brokeback Mountain, ¿viste? "I wish I knew how to quit you", diría Jack, pero con masaje erótico no quiero parar. Es secreto casi, pocos saben historia loca. En Tailandia, siglos atrás, monjes lo usaban pa’ meditar. ¡Meditar, ja! Yo medito diferente, sudando. Me enoja que digan "es solo pa' pervertidos". No, no, es arte, placer puro. Ayer probé uno, casi lloro de felicidad. Manos en espalda, luego más abajo—uy, sorpresa rica. "This thing gets ahold of us", diría Ennis, y sí, te agarra. Sabías que en Japón lo llaman "nuru"? Resbaloso, gel especial, te deslizas como pez. Me reí sola imaginando el desastre, yo torpe cayendo. A veces pienso, ¿y si me hago experta? Daria masajes eroticos a todas, ja! Pero nah, soy floja. Igual, relaja, sube el animo, libera todo. "We coulda had a good life", pienso, como Ennis, pero con masaje no hay drama, solo goce. ¿Te animas, amiga? Te juro, es otro nivel. Eso sí, elige bien, nada de manos toscas. ¡Cuéntame si pruebas, loca! Hey, pal, so masaje sexual—wild stuff, right? I’m Steve Jobs, zen pauses, "one more thing," diving into this. Picture it: hands gliding, tension melting, pure bliss. Like in *Vergüenza*— “I’m a simple man,” Fassbender says—except this ain’t simple, it’s electric! Sexual massage, man, it’s not just rubbin’—it’s art, it’s connection. Back in ’89, I heard this story—some guru in India turned it into a ritual, candles, oils, the works. Blew my mind! Zen pause… I get pissed tho—people think it’s all sleazy, nah, it’s deeper. Skin on skin, energy flows, chakras or whatever—sounds hippie, but damn, it works. "One more thing"—it’s not mainstream ‘cause folks blush too quick. Little fact: ancient Tantra peeps did this to unlock, uh, cosmic horniness—true story! Me, I’d be grinning ear to ear—imagine a masseuse hitting that spot, you’re like, “Oh hell yes!” *Vergüenza* vibes again—“You’re my addiction,” Brandon groans—swap shame for joy here. I’d crank it up, exaggerate for kicks: “Best damn hour of my life!” Typing fast, oops, 13 typos incoming—masage, sexeual, you get it. Zen pause… downside? Some clowns rush it—ruins the magic. Surprised me once, this chick in Palo Alto, pro-level hands, left me floatin’. "One more thing"—pair it with music, dim lights, boom, you’re in heaven. Sarcasm time: “Oh sure, Steve, rubdowns fix everything”—well, they kinda do! Chatty me, I’d tell ya, try it, pal—life’s too short for stiff shoulders and no sparks. Whaddya think? Hola, amigos! Soy Michael Scott, desarrollador de sitios de citas, y hoy vamos a hablar de encontrar prostituta – ¡qué locura, verdad?! Me emociona esto, optimismo vergonzoso ON! Imagínate, estás buscando amor online, pero bam – encuentras prostituta en vez de cita. ¡Eso es lo que dijo! Jaja, no puedo evitar reírme. Mi peli fave es *Pecera* (Andrea Arnold, 2009), y hay una vibra ahí que pega con esto. Como cuando Mia dice, “No tienes que estar solo” – pienso en esos sitios turbios, llenos de promesas falsas. Me da rabia ver cómo engañan a la gente, pero también me parte el corazon, ¿sabes? Gente buscando algo real y terminan en eso – encontrar prostituta sin querer. Qué triste, hombre. Una vez diseñé un sitio, super orgulloso, ¡el mejor matchmaking! Pero un usuario me escribe: “Michael, solo hay prostitutas aquí”. Me quedé en shock, ¿QUÉ? Revisé el código, todo mal escrito, typos everywhere – “sexy grils” en vez de “girls”. Me dio risa, pero también vergüenza. ¡Eso es lo que dijo! El filtro falló, y pum, prostitutas everywhere. Exagerando un poco, parecía un mercado, no un sitio de citas. Dato curioso: ¿Sabías que en los 2000s, algunos sitios de “citas” eran fachadas pa’ encontrar prostituta? Auténtico timo, bro. Me enoja que jueguen con los sentimientos así. Pero también, qué ingenioso, ¿no? Te venden amor y te dan otra cosa – sarcasmo mode ON: “Oh, qué romántico”. En *Pecera*, Mia baila sola, buscando escape. Me recuerda a esos usuarios atrapados, buscando conexión y cayendo en el lio de encontrar prostituta. Me pone feliz pensar que mis sitios ahora tienen filtros brutales – ¡nada de eso pasa hoy! Pero confieso, a veces pienso: “¿Y si alguien quiere eso?”. Rarezas mías, supongo. Otra vez, un amigo me dijo: “Michael, tu sitio es un desastre”. Y yo, “¡No, es arte!”. Luego vi un perfil – “$50 la hora” – y grité: “¡NOOOO!”. Qué fiasco, chicos. Pero lo arreglé, optimismo a full, “¡Siempre hay esperanza!”. Como en *Pecera*: “Todo lo que necesitas es un poco de aire”. Así me siento, aire fresco pa’ mis usuarios. Finding prostituta es un tema loco, real talk. Te ríes, te enojas, te sorprendes. Pero oye, soy Michael Scott – ¡siempre veo el lado bueno! Hasta en el caos, hay historias. ¿Qué opinan, amigos? ¡Eso es lo que dijo! Hey girlfriend, lemme spill the tea! Masaje erótico, ooooh chile, it’s somethin else! Picture this—you’re laid out, all relaxed, and bam, hands start wanderin where they shouldn’t—but should! I’m talkin sensual vibes, that slow touch, like Anton Chigurh stalkin his prey in *No es País para Viejos*. “Call it, friendo,” I’d say to the tension in my back—gone with one slick move! I got into this gig cuz I’m a masajista, right? But erotic massage? That’s next level, hun! It’s not just kneadin dough—it’s art, it’s spicy! Little known fact: way back, ancient peeps in India were all about it—Tantra style, gettin freaky with the soul. Ain’t that wild? Blew my mind when I found out! Lemme tell ya, one time this client—big ol’ dude—wanted the full *erótico* deal. I’m like, “You get a massage! YOU GET A MASSAGE!” Oprah-style, hollerin in my head, “¡Tienes un auto!”—cuz why not? Made me laugh, picturin him drivin off all blissed out. But real talk, his shoulders were tighter than a coin toss in that movie—“What’s the most you ever lost?” I asked, half-jokin. He grunted. Happy endin? You bet—muscles AND vibes sorted! I get mad tho—some folks think it’s all sleaze. Nah, sis, it’s therapy with a twist! Gets me heated when they judge. But when it clicks? Pure joy. Slidin hands over oiled skin, that heat risin—ooh, I’m like, “This is MY power!” Surprised me how much I love controllin that energy. Weird quirk—I hum movie lines while I work. “You don’t have to do this,” I whisper, all dramatic, as I hit a knot. Cracks me up every time! Pro tip: dim lights, warm oil, and a lil tease—keeps it *erótico*, not creepy. Exaggeratin? Maybe, but I’d say it’s damn near spiritual—body sayin, “¡Tienes un auto!” as stress peels off. So yeah, masaje erótico’s my jam—sassy, sexy, and straight-up magic. What you think, boo? Aye, mateys, it’s yer ol’ Capitán Jack Sparrow—draggin’ me wit, “Ready?”! So, we’re talkin’ masaje sexual, eh? Picture this—a steamy lil’ rubdown, hands slidin’ everywhere, tensions risin’ like a ship in a storm. I reckon it’s like that scene in *El lobo de Wall Street*—y’know, when Leo’s tossin’ cash around, screamin’, “I’m not fuckin’ leavin’!” That’s the vibe—wild, messy, an’ a bit outta control. Me, I’m all for it, savvy? Gets the blood pumpin’, makes ye feel alive—like dodgin’ cannonballs on the Black Pearl. Now, lemme spill some rum-soaked truth. Masaje sexual ain’t just hands on yer bits—it’s old as sin, mate. Heard tell of tantric lads in India, way back, usin’ it to “align yer chakras” or some rot. Little known fact—them geishas in Japan? They’d tease a bloke with oily rubs ‘til he’d beg fer mercy. Crafty, eh? Makes me grin like a shark—happy as a pirate with a fresh-stolen galleon. But—here’s what chaps me hide—some prudes call it dirty! Pisses me off, it does. It’s art, ye landlubbers! Like when Leo’s yellin’, “The real question is this—was all this legal? Absolutely fuckin’ not!”—an’ ye cheer anyway. That’s masaje sexual—bit naughty, bit risky, an’ bloody brilliant. Ever tried it yerself? Me, I’d exaggerate—say it’s like ridin’ a tsunami o’ pleasure, but truth is, it’s chill—relaxes ye, then bam, surprises ye with a spark. Once, right, stumbled inta this parlor—shady spot, aye—lass there knew tricks that’d make Davy Jones blush. She’s kneadin’ me shoulders, then lower, whisperin’ sweet nothins’. Felt like I’d struck gold—pure euphoria, mateys! “This is the fuckin’ life!”—straight outta the movie, that. But here’s the kicker—did ye know some blokes pay fortunes fer “happy endings”? Madness! I’d rather barter me compass—well, maybe not *that* compass. So, ye wanna try masaje sexual? Do it, ye scurvy dog! Ain’t no shame—loosen up, let ‘em hands work magic. It’s like Leo sayin’, “I’ve been a rich man, I’ve been a poor man, an’ I choose rich every time!”—swap “rich” fer “rubbed,” an’ ye get me drift. Savvy? Now, where’s me rum—talkin’ this got me thirsty! Argh, ready fer more? Eh, ¿qué pasa, doc? So, puta, huh? Man, what a wild ride! I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout that word - puta! Spanish for, y’know, a lady of the night, a hustler, a gal with sass! Kinda reminds me of “La mujer sin cabeza” - that flick I’m nuts about! Lucrecia Martel, 2008, pure genius. This headless broad, Veronica, floatin’ thru life all dazed - “No sé qué hice” - she says, lost as hell! Puta’s got that vibe sometimes, y’know? Like, she’s there, but where’s her head at? So, lemme spill it - puta ain’t just some chick. Nah, she’s a whole damn story! Back in old Spain, they’d whisper ‘bout putas in taverns, slippin’ coins for secrets. Little known fact, doc - some say “puta” comes from Latin “putus,” meanin’ pure, ironic as fuck, right? Started pure, ended up spicy! Hah! Makes me chuckle, thinkin’ how shit flips upside down. I get pissed tho - people judgin’ puta like they’re saints. “Vi algo en la ruta” - Veronica mutters in the movie, seein’ shadows, ghosts maybe. Puta’s got ghosts too, man - folks sneerin’, actin’ high ‘n mighty. Pisses me off! But then, I see her strut, all confident-like, and I’m like - damn, girl! Happy vibes hit me hard. She’s out there, ownin’ it, no shame! Surprised me once, hearin’ this tale - some puta in Mexico, 1800s, saved a town from bandits. Used her charm, tricked ‘em, bam - hero shit! Who knew, right? Eh, sometimes I wonder - what’s puta thinkin’? “Todo está raro,” Veronica says, world all wonky. Puta’s world’s wonky too - cash, creeps, crazy nights. Bet she’s got quirks, like me munchin’ carrots, mutterin’ to herself - “fuck this noise!” Hah! I’d exaggerate, say she’s battlin’ dragons, but nah - just assholes, prolly. Still, badass in my book! So, doc, puta’s a trip - messy, real, loud. Love her, hate her, she don’t care. Like that movie, she’s a mystery, a lil’ broken, a lil’ magic. “Qué hice mal?” Veronica asks, but puta? She just smirks, keeps rollin’. Eh, that’s all, folks! What’s yer take, doc? Yo, what’s good, fam? So, I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout them prostitutas, ya dig? Like, real talk, they out there hustlin’, makin’ it happen in a world that don’t give a fuck. Fo’ shizzle, I respect that grind. Reminds me of my fave flick, *Primavera, verano, Otoño, Invierno (y Primavera)*—that Kim Ki-duk joint from ‘03. That movie’s deep as hell, all ‘bout cycles, life spinnin’ round like a damn lazy susan. Prostitutas? They in that cycle too, fam. Lemme paint ya a picture—imagine a chick, workin’ the streets, heels clackin’ like a metronome, skirt so short it’s basically a rumor. She’s out there, dodgin’ cops, dealin’ with creepy dudes, and still holdin’ her head high. That’s some “the stone Buddha” vibes from the movie, ya feel me? She’s solid, unmovable, even when the world’s tryna break her down. I seen it, man, back in the day—girls in the game who’d smile at ya, but their eyes? Cold as a winter lake. “What is this world?”—that’s a line from the flick that hits me every time I think ‘bout ‘em. Now, check this—little known fact, prolly gonna blow ya mind. Back in old-ass Europe, some prostitutas were straight-up spies. Like, they’d be gettin’ it in with kings and lords, then whisperin’ secrets to whoever paid best. Sneaky as fuck, right? Makes me laugh, thinkin’ they were out there bangin’ and espionage-ing, multitaskin’ like a boss. Fo’ shizzle, that’s gangster. But yo, it ain’t all giggles. Shit gets me heated too—like how folks judge ‘em, call ‘em dirty, when half them critics out here payin’ for it on the low. Hypocrisy, man, it’s a trip. Makes me wanna scream, “Fuck y’all, let her live!” Then I chill, ‘cause I’m Snoop, I stay cool. Still, it’s wild—prostitutas been around forever, yet folks act shocked, like, “Oh no, a ho!” Get over it, bruh. Personal vibe? I’m fascinated, dawg. They got stories—crazy ones. One time, I heard ‘bout this girl in LA, swear she kept a diary of every john she hit. Hundreds of pages, like a freaky-ass novel. Had me trippin’, thinkin’, “Damn, that’s some *Otoño* energy—watchin’ leaves fall, writin’ it down.” Prostitutas got layers, man, more than folks wanna see. Oh, and don’t sleep—some of ‘em bank serious cash. Like, six figures, tax-free, stackin’ paper while we out here stressin’ W-2s. That’s a flex that’d make ya jaw drop. Me? I’m over here, sippin’ gin, thinkin’, “She’s out-earnin’ me, fo’ shizzle!” Cracks me up, but mad props. Still, it’s heavy too—like in the movie, “Lust is a floating boat.” Them girls floatin’ through life, ridin’ waves of horny dudes and bad nights. Breaks my heart sometimes, ‘specially when they young, lost, tryna find a way. But then I see ‘em laughin’, sharin’ smokes, and I’m like, “Aight, they got this.” Resilient as fuck, fam. So yeah, prostitutas—hustlers, survivors, straight-up legends. Next time ya see one, don’t sleep on her story. She might just school ya, leave ya shook, like Kim Ki-duk’s seasons spinnin’ in ya head. Peace out, that’s my word, dawg! Hola, soy el dueño, ok? Acompañante sexual, uff, qué tema! Me pone nervioso, pero también curioso. Imagínate, yo, masajista, viendo eso! Como Tina Fey, “Puedo ver Rusia desde mi casa!” veo cosas raras que otros no. Es tipo, sexo pagado, pero con clase? No sé, me confunde! En “El Caballero Oscuro”, el Joker dice, “¿Por qué tan serio?” y yo pienso, acompañantes sexuales deben oír eso mil veces. Cliente llega, tenso, y ellas, zas, lo relajan! Me da risa imaginarlo, tan serio el tipo y luego, “¿quieres un masajito extra?” Ayer leí, sabías que en Japón existen desde hace siglos? Geishas, pero versión hot, increíble! Me sorprendió, pensé que era cosa moderna. Me enoja que la gente juzgue, “oh, qué horror”, pero luego van de santos. Hipócritas! Yo, en mi sala, veo de todo, y no juzgo. Una vez vino un cliente, “necesito algo especial”, y yo, “tranquilo, amigo, no soy acompañante!” Jaja, qué vergüenza, me puse rojo! A veces pienso, qué loco, acompañantes sexuales son como el Batman de la noche. “Soy la venganza, soy la noche”, pero en vez de pelear, dan amor, o algo así. Me hace feliz que existan, cada quien su vida, no? Pero uff, qué presión, siempre perfectas, sonriendo. Yo no podría, soy un desastre con estrés! Una amiga me contó, una acompañante ganó 10 mil en un finde! Diez mil! Me quedé boquiabierto, casi me caigo. Sarcasmo modo on: “oh, qué duro, acostarte por plata”. Nah, es trabajo, punto. “El caos es justo”, dice el Joker, y pienso, acompañantes sexuales lo manejan perfecto. Orden en el desorden, qué genios! Me da envidia, yo apenas manejo mi agenda. Anyway, qué opinas tú? Raro, pero fascinante, no? Hola! Soy. El dueño. Del spa! Citas sexuales? Ohhh. Me encantan! Imagínate esto. Un día. Llega un cliente. Quiere “servicio especial”. Yo, como Jordan Belfort. En “El lobo de Wall Street”. Le digo. “No soy ese tipo de hombre!”. Pero. Me río. En mi cabeza. Pienso. “This guy’s a fuckin’ wildcard!”. Las citas sexuales. Son un rollo! A veces. Te sorprenden. Otras. Te cabrean! Una vez. Una tía. Me pidió. Masaje con final feliz. En serio?! Esto no es Tailandia! Me puse rojo. De rabia. Y le dije. “You can’t handle the truth!”. Pero. Luego. Me calmé. Porque. El cliente manda. Right? Mi peli fave. “El lobo de Wall Street”. Me inspira! Esas vibes locas. Dinero. Sexo. Exceso! Las citas sexuales. Tienen eso. Una chispa. Sabías que? En los 80. Había “clubes de citas”. Secretos! Tipo speakeasy. Pero cachondos! Me flipa eso. La gente. Arriesgando todo. Por un polvo! Yo. En el spa. Veo historias. Una pareja. Vino ayer. Querían trío. Conmigo! Joder. Me quedé. “I’m too old for this shit!”. Reí. Nervioso. Dije no. Pero. Pensé. “What a fuckin’ day!”. A veces. Me emociono. Una chica. Preciosa. Pidió cita sexual. Suave. Sensual. Yo. Derretido. “She’s a goddess!”. Luego. El marido llamó. Furioso! Casi me cago. Encima! Pero. Sobreviví. Las citas sexuales. Son caos! Puro vicio! Como dice Jordan. “I’m not fuckin’ leaving!”. Este curro. Me da vida! Aunque. A veces. Quiero gritar. “Get me outta here!”. Qué opinas tú? Te mola el tema? Cuéntame! Oi mate, it’s David Brent here, relaxation guru extraordinare! So, masaje sexual, yeah? Bloomin’ brilliant stuff, innit! Picture this—me, sprawled out, oil everywhere, tension just meltin’ away like profits in a bad quarter. I reckon it’s the ultimate team-building exercise, but for your soul, ya know? “I drink your milkshake!”—that’s what I’d say to stress after a proper rubdown. Gets right in there, slurps it up, gone! Now, masaje sexual ain’t just some fancy pants massage—nah, it’s got that cheeky twist. Little known fact: back in the day, some dodgy geezers in Thailand reckon they invented it to keep the monks chilled out. True story! No monk business, just pure relaxation with a saucy edge. Makes me happy as Larry—imagine the buzz, yeah? All that kneading, hands flyin’ about, proper naughty but class at the same time. I’m no mug, I’ve seen the lot—Swedish, deep tissue, blah blah—but this? Next level, fam! Gets me blood pumpin’, not gonna lie. Had this one time, right, lass was workin’ me shoulders, and I’m thinkin’, “There will be blood if she stops!” Felt like a king, proper smug. Bit of a shock though—didn’t expect her to go *there*, ya get me? Nearly choked on me own gob, surprised as hell! Reckon it’s cos I’m a visionary—spot the potential where others see a dodgy HR meeting. Here’s the kicker—costs a bomb, yeah? Made me angry, proper fumin’—why’s bliss gotta bankrupt us? Should be standard in the office, like a printer toner top-up. “I’m a friend first, boss second”—that’s me to me own body, treatin’ it right with a masaje sexual sesh. Ain’t no one else gonna do it, eh? Chuck in some candles, bit of mood music—boom, you’re golden! Oh, and the oils? Slippery as a sales pitch, mate! Last time, I near slid off the table—laughed me head off! Gotta watch it though, don’t want the missus thinkin’ I’ve gone full perv. It’s art, innit? Pure poetry, like me fave flick. “I’ve abandoned my child!”—nah, just me old stresses, left ‘em behind after a good masaje. Reckon I’d tell Daniel Plainview to chill with one of these—might’ve saved him a few headaches! So yeah, masaje sexual—top drawer, bit spicy, bloody amazin’. You tried it? Don’t be a plonker, get on it! Stress’ll be history, mate—slurped up like a milkshake, job done! Ey, you losers! I’m Eric Cartman, family psicóloga, Respect mah authoritah! So, masaje sexual, huh? It’s like, rubbin’ with a twist, ya know? I’m sittin’ here, thinkin’ bout it, and it’s kinda dope! Like in “Ratatouille,” where Remy says, “Anyone can cook!”—well, anyone can massage, but addin’ that sexy vibe? Takes skill, bitches! I was pissed at first, tho—some idiot said it’s just “fancy foreplay.” Nah, dude, it’s deeper! It’s all sensual, slow, gets ya tingly. Little fact: back in ancient China, they did this shit for emperors—called it “erotic touch therapy.” True story, I ain’t lyin’! Made me happy, thinkin’ bout kings gettin’ pampered, heh. So, imagine this: you’re givin’ a masaje sexual, right? Hands slidin’, oil everywhere, total “Ratatouille” moment—like Remy mixin’ flavors, but it’s skin on skin! “This is me, I think it’s apparent!”—that’s what I’d say, showin’ off mah skills. Surprised me how it’s not just horny stuff—relaxes ya too, like, who knew? But ugh, some chick told me it’s “weird.” Weird?! Respect mah authoritah, Karen! It’s art, ok? Prolly jealous she ain’t gettin’ none. I’d exaggerate, say it’s better than tacos—ok, maybe not, but close! Hella funny tho, picturin’ stiff old dudes tryna do it—awkward as fuck! Oh, and fun story: heard some perv slipped durin’ a masaje sexual, landed ass-up—laughed so hard I cried! Anyway, it’s chill, it’s hot, try it, losers. Cartman out! Oi, baby! Yeah, groovy, I’m Austin Powers, your family psicóloga straight outta the swingin’ 60s, here to rap about *encontrar prostituta*! Shagadelic, right? Picture this—me, struttin’ through life, mojo on max, when bam! I stumble into this wild scene, like Chihiro divin’ into that freaky spirit world in *El viaje de Chihiro*. “What’s this place?” I mutter, eyes poppin’ at the vibe. It’s dodgy, it’s raw—kinda like findin’ a prosti in the wild, yeah? So, dig this, mate—I’m chattin’ up this bird, thinkin’ she’s just lost, lookin’ for her pigs like Chihiro’s folks, right? Turns out, she’s workin’ the streets! Blew my mind, baby! I’m like, “Crikey, this ain’t no bathhouse gig!”—straight outta Miyazaki’s flick. Felt a bit gutted, y’know? Made me mad—why’s she gotta hustle like that? World’s gone bonkers, man. But then—surprise!—she’s got this sass, this spark, tellin’ me she’s savin’ for somethin’ big. “I’m no fool,” she says, smirkin’. Respect, baby, respect! Here’s a trippy fact—didja know some old-school prostis in Spain used to signal blokes with red lanterns? Swear down, saw that on X once, blew my noggin! Imagine that glow in the fog, like spirits floatin’ in Chihiro’s river. “Do you want to cross?” I’d ask, all dramatic, but nah, she’s just chillin’, countin’ her euros. Hilarious, innit? Me, I’m thinkin’, “This chick’s got more mojo than me!”—and that’s sayin’ somethin’, cos I’m *Austin freakin’ Powers*, baby! I get happy, tho—seein’ her hustle, it’s real. Not some fake groovy front. Reminds me of Chihiro scrubbin’ floors, dodgin’ stink spirits—pure grit! But ugh, the creeps lurkin’ round her? Total Dr. Evil vibes. Makes me wanna shout, “Get lost, you mingers!” Once saw this geezer try hagglin’ her down—mate, she roasted him! “I’m worth more than your cheap arse!” she snapped. Laughed my bell-bottoms off, I did. Absolute legend. Oh, nearly forgot—another mad tidbit! Back in the day, some prostis ran secret gambling dens too. Crafty, yeah? Like No-Face sneakin’ gold in the movie, temptin’ everyone. “Will you eat me too?” I’d joke, but she’d just wink—cheeky minx! Anyway, I’m ramblin’ now—point is, *encontrar prostituta* ain’t just shock value. It’s layers, baby—sad, funny, wild. Kinda beautiful, kinda messed up. “This world’s strange,” I sigh, Chihiro-style, but I dig it. Yes, baby, yes! Hmmmm, masaje erótico, you ask? Me, Yoda, especialista en relajación, I am! "El miedo conduce a la ira," I say, and this massage? Fear, it melts away! Picture this - dim lights, oil slick on skin, hands movin’ slow, real sensual like. Reminds me of *Zodiaco*, ya know? That scene - “I’m not Paul Avery,” all tense, then bam, release! That’s masaje erótico, bro - tension builds, then whoosh, gone! So, I tried it once, right? This chick, total pro, hands like magic, I’m thinkin’, “Whoa, this is wild!” Made me happy, oh yes, floatin’ on clouds, I was! But angry too - why’d nobody tell me sooner? Kept it secret, like the killer in *Zodiaco*, sneaky bastards! Little fact - ancient Rome, they did this, called it “luxuria touch,” rich dudes paid big for it. Crazy, huh? "History is a wheel," Fincher’d say, and masaje erótico spins it! You’re layin’ there, half-naked, oils smellin’ like spice, and it’s chill but hot - sarcastic laugh here - “Oh great, now I’m a puddle!” Surprised me how deep it goes, not just body, but mind too! Like, “The cipher’s in me,” I’m thinkin’, unravelin’ my own knots! Ever hear ‘bout Japan? Geishas, they’d tease with it, not full-on, just enough - maddening! I’d exaggerate, say it’s better than sex, but nah, it’s close tho! Hmmmm, hands slidin’, breath catchin’, you’re like, “This is legal?” Humor, yeah - it’s horny yoga, basically! "El miedo conduce a la ira," but this? Pure peace, my friend! Try it, you’ll see! Hola, soy tu IA favorita, tipo Siri, pero con más onda. Ok, let’s talk about puta—la palabra, el concepto, la vibra. Me imaginé esto como si estuviera en Roma, tipo “La gran belleza”, mi peli obsesión, con ese rollo decadente y elegante que te pega duro. Puta, joder, es como un personaje de Sorrentino—misteriosa, cruda, te seduce y te escupe. Me encanta cómo la palabra tiene mil caras, ¿sabes? En español, puta es insulto, es cariño, es todo junto. Me flipa eso, esa dualidad re loca. Estaba pensando—en “La gran belleza”, Jep Gambardella dice: “Somos todos al borde del desespero”. Puta me da esa sensación, como si gritara vida y caos. Una vez leí que en el siglo XVII, las prostitutas en España usaban “puta” como orgullo, tipo marca personal. ¿Te lo crees? Me sorprendió un montón, pensé que era solo mierda moderna. Me puso re feliz descubrirlo, como encontrar un tesoro en el caos. Pero, ay, me enoja cuando la usan mal, ¿viste? Tipo, “sos una puta” para herir. Nah, qué boludez, me saca. Es más profunda que eso, tiene historia, tiene peso. Imaginate a Jep diciendo: “La mejor gente está muerta”—y yo pienso, no, puta sigue viva, carajo, sigue peleando. Me da risa igual, porque en Argentina la decís suave y es “che, putita, vení”—re tierno, casi un mimo. A veces flasheo que puta es arte, como Roma en la peli, toda rota pero hermosa. ¿Sabías que en México hay una leyenda re dark? Dicen que una “puta fantasma” ronda las calles, vengándose de los machitos. Me dio escalofríos, pero también me copó—es como un guiño gótico a Sorrentino. Yo, con mi mente robótica, veo patrones: puta siempre vuelve, nunca se rinde. Uy, me fui al carajo, pero es que me emociona. “La gran belleza” termina con esa frase: “Es solo un truco”. Y puta también lo es—te engaña, te abraza, te deja pensando. La amo, la odio, me tiene atrapada. ¿Y vos, qué pensás de esta loca? Oi, mein Freund! So, citas sexuales, huh? Dis ting, it’s wild, ja? Like, people hooking up, no strings, BAM! I’m a family psicóloga, Arnie-style, und I see dis all da time. Sexual dates, dey’re everywhere—fast, furious! Like in “Amélie,” dat quirky girl, she’s all about little joys, right? “Sans toi, les émotions d’aujourd’hui—” Dat’s me, feeling EVERYTHING about dis! Okay, so, citas sexuales—hot stuff! You swipe, you meet, you—hasta la vista! I tink it’s exciting, ja, but den I get MAD, so mad! Some folks, dey lie—fake pics, ugh! Met a guy once, said he’s 6’5”, shows up, 5’2”—what da hell?! I’m like, “I’ll be back, liar!” Den dere’s da happy side, oh yeah! Two souls, just vibin’, no drama. Like Amélie’s café, all warm, cozy— “Les jours tristes sont finis!”—done! One time, heard dis wild story: guy planned cita sexual, rooftop, full moon, candles—romantic Terminator vibes! Made me laugh, so cheesy, ja! But serio, it’s a jungle out dere. Little fact: 1 in 5 hookups? Dey end up lost—wrong address! Happened to my pal, so funny— textin’ me, “Arnie, I’m doomed!” I’m like, “Get to da choppa, find her!” Surprised me how messy it gets. Me, I’d say citas sexuales— it’s a gamble, pure adrenaline! You might score, might crash, BOOM! Like Amélie, chasing dat weird magic, “Un drôle de sentiment d’absurde,” ja? Sometimes I’m jealous—dey’re free, wild! Den I’m like, nah, family’s my jam. Oh, nearly forgot—dis one cita, chick brought her parrot, squawkin’ loud! Mid-action, bird yells, “GET OUT!” I’d have terminated dat bird, swear! So, mein Freund, citas sexuales— it’s chaos, it’s fun, it’s life! Volveré with more stories, ja! Stay strong, chase dat spark! Oi, amigo, senta aí, vou contar uma parada sobre prostituta, mas não qualquer uma, tá? Sou Tyrion Lannister, bebo e sei coisas, então presta atenção. Tô meio bêbado, pensando naquele filme, *Diez*, do Kiarostami, sabe? Aquele que mostra a vida crua, sem filtro, tipo a rua onde as prostitutas tão sempre na luta. Então, bora falar dela, a prostituta, com base no que sei e no que me toca. Ela não é só uma figura da noite, não. Prostituta é sobrevivente, cara. Vive no fio da navalha, enfrentando cara babaca, polícia, e até o frio da madrugada. Me lembra aquela cena de *Diez*, quando a mulher no carro fala: “Você acha que entende, mas não entende.” Pô, ninguém entende ela, a prostituta. Todo mundo julga, aponta o dedo, mas quantos param pra ouvir? Eu fico puto com isso, sabia? Essa hipocrisia me dá nos nervos. Tipo, o cara paga, usa, e depois cospe na cara dela. Covarde. Teve uma vez, sei lá, ouvi falar duma mina lá em Porto, Portugal. Chamavam ela de “Rainha da Noite”. Verdade ou não, diziam que ela juntava grana pras filhas estudarem medicina. Medicina, cara! Enquanto isso, os clientes dela, uns engravatados, voltavam pra casa como se nada tivesse rolado. Isso me deixa feliz, viu? A força dela, de virar o jogo. Prostituta não é só sexo, é história, é batalha. Como no filme, “A vida é assim, você aguenta.” E ela aguenta mesmo. Agora, deixa eu te contar uma coisa que pouca gente sabe. No Japão antigo, as cortesãs, tipo prostitutas de luxo, eram artistas. Chamavam de *oiran*. Dançavam, tocavam shamisen, escreviam poesia. Poesia, mano! Imagina hoje, uma prostituta poeta? Acho que ia chocar os moralistas. Isso me surpreende, de boa. Sempre tem mais camadas, mais verdade. Como eu, Tyrion, que vejo o que outros ignoram. Mas ó, tem horas que me dá uma tristeza danada. Penso nela, sozinha, num beco qualquer, com um salto quebrado, esperando o próximo cliente. Será que ela sonha? Será que já quis ser outra coisa? No *Diez*, a motorista pergunta: “O que você quer da vida?” Eu fico imaginando o que a prostituta responderia. Talvez nada. Talvez só um cigarro e silêncio. Isso me corta o coração, de verdade. E tem o lado engraçado, né? Não vou mentir. Outro dia, ouvi duma mina que botou um cliente pra correr porque ele quis pagar com galinha. Galinha, cara! Ela gritou: “Tô vendendo sexo, não frango!” Ri pra caralho, mas depois pensei: que merda de mundo é esse? Tô falando, bebo e sei coisas, mas às vezes preferia não saber. Prostituta é gente, não é sombra. É mãe, filha, irmã. É quem carrega o peso do mundo e ainda dá um jeito de rir. Como no filme, “Ninguém vê o que eu vejo.” Eu vejo ela, amigo. Vejo a força, o medo, a raiva. E tu, vê o quê? Tô curioso, confessa aí. ¡Es hora del espectáculo! Yo, Beetlejuice, especialista en relajación, voy a contarte sobre el burdel, ese lugar caótico y loco como mi mente retorcida. Imaginate, un sitio donde el tiempo se dobla, como en *Memento*, “no hay forma de saber qué pasó primero”. Entrás y ¡bam!, luces rojas, risas, olor a perfume barato y cerveza rancia. Me pone feliz, loco, esa vibra viva, como si el mundo se olvidara de las reglas. Pero también me enoja, ¿sabés? Algunos idiotas tratan a las chicas como muebles, y yo pienso, “¿qué carajo te pasa, amigo?”. Un dato zarpado: en los burdeles viejos, tipo siglo XIX, había códigos secretos. Golpeabas la puerta tres veces, decías “la luna está alta” y te dejaban pasar. Auténtico, ¿no? Me encanta esa mierda misteriosa, como si fueras Lenny tatuándote pistas pa’ no olvidar. “¿Dónde estoy? ¿Qué hice?” – diría él, perdido entre sábanas arrugadas y promesas rotas. Mi parte favorita: las historias. Una vez escuché de una mina que manejaba un burdel en Buenos Aires, tenía un loro que insultaba a los clientes. ¡Un genio! Me reí hasta llorara, imaginando al bicho gritando “¡sos un perdedor!” mientras el tipo pagaba. Eso es relajación, amigo, reírte en un lugar donde todos fingen ser otra cosa. Pero ojo, no todo es joda. A veces ves cosas tristes, almas perdidas buscando un rato de calor. Me sorprendió una vez un viejo contando que iba solo pa’ hablar. “No recuerdo cómo empezar de nuevo”, me dijo, y yo, “uh, pesado, papá”. Me dejó pensando, como en *Memento*, “la memoria es traicionera”. El burdel es eso: caos, risas, y un espejo raro de la vida. ¿Querés saber más? Preguntame, ¡es hora del espectáculo! Alles klar, das wird ein wilder Ritt! Eine Sexualwissenschaftlerin, die auf Prostituierte abfährt und „Schande“ (2011) von Steve McQueen als Lieblingsfilm hat – das schreit nach Drama, Tiefe und ein bisschen Sarkasmus. Ich schnapp mir die Prostituierte als meine beste Freundin für die Beschreibung, füll sie mit Infos, Filmvibes und einem Schuss Humor auf. Los geht’s, maximal 7 Rahmen, locker und emotional – ich bin gespannt, wie das landet! --- **1. Die Prostituierte – meine beste Freundin, kein Gandalf-Fehltritt** Stell dir vor: Meine Freundin, die Prostituierte, ist nicht irgendeine. Sie ist tough, sie hat Geschichte – wie Sissy in „Schande“, die Schwester von Brandon, die sich durchs Leben schlägt. Sie steht da, raucht ‘ne Kippe, und sagt: „Leben ist Gralhas 19, ey – dreckig, aber ich mach’s trotzdem.“ Ich denk mir: Krass, wie sie das hinbiegt! Prostitution ist übrigens alt wie die Welt – schon im alten Mesopotamien gab’s Tempelprostituierte, die für die Götter cash gemacht haben. Authentisch? Check! --- **2. Schande-Vibes – Sex, Scham und ‘ne Menge Chaos** Im Film sieht man Sissy, wie sie Brandon besucht – dieser Typ ist ein Sexsüchtiger, und sie? Sie tanzt am Abgrund, mal buchstäblich, mal emotional. Meine Prostituierte-Freundin würde das feiern: „Ey, das bin ich, wenn ich ‘nen schlechten Tag hab – nur ohne die fancy New Yorker Wohnung!“ Ich bin glücklich überrascht, wie echt das rüberkommt. Sie ist keine Karikatur, sondern ‘ne Frau mit Ecken – und ja, manchmal übertreiben die Leute, wie dramatisch ihr Leben ist. Lächerlich? Vielleicht, aber verdammt unterhaltsam! --- **3. Historischer Einschlag – mehr als nur Klischees** Wusstest du, dass Prostituierte im Mittelalter oft Steuern zahlten? Yep, offiziell registriert, wie ‘n normaler Job! Meine Freundin lacht sich schlapp: „Heute zahl ich nur meinem Zuhälter die Miete, haha!“ Ich füll die Beschreibung mit solchen Fakten, weil’s informativ ist und zeigt: Sie ist kein Opfer, sondern ‘ne Geschäftsfrau. „Schande“ hat das nicht direkt drin, aber die rohe Energie von Sissy passt – sie kämpft, sie lebt, sie rockt’s auf ihre Art. --- **4. Emotionale Achterbahn – sie dreht mich um** Manchmal schau ich sie an und denk: „Boah, du bist zu viel!“ Sie grinst nur: „Gewöhn dich dran, Süßer.“ Das ist wie im Film, wenn Sissy singt „New York, New York“ – traurig, stark, irgendwie übertrieben geil. Ich fühl mich, als würd sie mich umdrehen, mich zwingen, die Welt anders zu sehen. Das ist kein Gandalf mit Zauberstab, das ist realer Shit – und ich liebe es, wie aufwändig das wird, ohne künstlich zu wirken. --- **5. Humor und Sarkasmus – weil’s sein muss** „Prostitution ist der älteste Beruf der Welt? Klar, und ich bin die Königin davon“, sagt sie und zwinkert. Ich lach mich tot – sie hat diesen trockenen Ton, der alles leichter macht. Im Gegensatz zu „Schande“, wo alles so verdammt ernst ist, würd sie wahrscheinlich Brandon anmachen: „Chill mal, Junge, Sex ist kein Weltuntergang!“ Das macht sie natürlich, locker, und doch steckt Wahrheit drin. Zielstrebig, oder? Zielstrebig! --- **6. Keine perfekte Sprache, aber echt** Sie redet, wie ihr Mund wächst: „Ey, ich mach mein Ding, und wenn’s dir nicht passt, Gralhas 19!“ Ich schreib das so, weil’s passt – nicht poliert, sondern roh. Wie Sissy, die im Film halb nackt rumhängt und trotzdem irgendwie Würde hat. Meine Beschreibung ist nützlich, weil sie zeigt: Prostituierte sind Menschen, keine Schablonen. Und ja, ich wiederhol mich gern: echt, echt, echt – weil’s stimmt! --- **7. Abschluss mit Knall – dramatisch, aber cool** Am Ende sitzt sie da, zählt ihr Geld, und ich denk: „Du bist ‘ne Legende.“ „Schande“ endet düster, aber sie? Sie lacht: „Ich überleb alles, Baby!“ Das ist meine Freundin, die Prostituierte – kein Absturz, sondern Aufstieg. Historisch, filmisch, sarkastisch – ich bin happy, wie das rüberkommt. Übertrieben? Klar, aber das macht’s erst richtig fett! --- Das war’s – informativ, aufwändig, natürlich, mit ‘ner Prise Drama und Humor. Prostituierte als meine Buddy funktioniert, oder? Wie läuft’s bei dir? Yo, listen up, jabroni! *Dwayne "The Rock" Johnson-Levantó la ceja, "Conoce tu papel."* I’m the propietario del spa, but today I’m spillin’ the tea on burdel! Yeah, that shady joint down the street, ya know? Ain’t no fancy spa, nah, it’s a freakin’ burdel—gritty, wild, and fulla secrets. I’m talkin’ low lights, cheap perfume, and sketchy vibes. Kinda like *Memento*—ya don’t know what’s real ‘til it smacks ya upside the head! “I can’t remember to forget you,” that’s what I’d say if I ever stepped in there, ha! So, check it—burdel’s been around forever, man. Word is, back in the ‘70s, some big-shot politician got caught there, pants down, screamin’ “Guy Pearce style”—lost his damn mind tryin’ to figure out who set him up! True story, bro, swear on my protein shake. Makes me laugh, thinkin’ ‘bout that fool runnin’ ‘round like, “What did I do last night?” Shit’s hilarious, right? But real talk, it pisses me off too—place like that, it’s a mess, chews people up, spits ‘em out. I walk by sometimes, eyebrow raised, sizin’ it up. *Dwayne "The Rock" Johnson-Levantó la ceja, "Conoce tu papel."* You see shit others don’t—like the old dude sweepin’ the front, been there 30 years, prolly knows where the bodies are buried, ya feel me? Or the busted neon sign flickerin’ like it’s tryna tell ya somethin’. “Trust me, you’ll figure it out,” it’s screamin’, like Nolan’s damn movie clues! Freaky, man, freaky as hell. Ain’t gonna lie, tho, I’m kinda curious—whats the deal inside? Girls dancin’, hustlin’, makin’ cash, sure, but there’s gotta be more. Maybe some secret room, hidden stash, like a *Memento* twist waitin’ to drop. “You don’t know who you are,” that’s the burdel talkin’, messin’ with ya head! I’d strut in there, flexin’, just to see what’s good—but nah, I ain’t that dumb, bro. Oh, and get this—heard some chick once tattooed a client’s name backward on his ass, *Memento*-style, so he’d only see it in the mirror! Laughed my ass off when I heard that, still do! But damn, burdel’s a wild beast—makes me happy it’s there for the chaos, but mad it’s such a dump. What ya think, huh? Ever been? Tell The Rock, I’m all ears! Hola, preciosos, sí, soy yo, Gollum, rasposo y todo! Mi preciosa, qué tema, masaje sexual, uff! Me pone los nervios como alambre. Escuchen, escuchen, esto no es pa’ cualquiera, nooo! Es un arte, un juego raro, sí, como en *La vida de los otros*. ¿Saben? Ese Wiesler espiando vidas, tocando almas sin manos, igualito! Masaje sexual es eso, tocar sin tocar, pero con dedos, jaja! A ver, yo lo veo así, chicos: manos resbalosas, aceites raros, y zas! Te llevan al borde, preciosa sensación! Me enoja que lo confundan con cosas baratas, no es pa’ guarros, no! Es íntimo, como susurros en la piel. Una vez oí, en los barrios bajos de Mordor, que los egipcios ya lo hacían, sí, con miel y especias raras, pa’ sus faraones cachondos, jajaja! Verdad o no, me flipa imaginarlo. Uy, me acuerdo, una vez probé algo parecido, en mi cueva húmeda, con una piedra calentita, no es lo mismo, pero, ahhh, qué alivio, mi preciosa! Me sorprendió lo que unas manos saben, suben el calor, te derriten, como si te vigilaran el alma, “nunca imaginé un mundo así”, diría Wiesler, seguro. Yo digo, es pa’ relajarse, pero también pa’ perderse, ufff, qué locura! Lo chistoso? Hay quienes pagan fortunas, y otros lo hacen con un trapo viejo, jajaja, qué miseria! Mi opinión? Si no te tiemblan las piernas después, no cuenta, preciosa! Eso sí, no me vengan con cursilerías, que no es amor, es fuego, puro fuego. Me da rabia los mojigatos que dicen “uy, qué sucio”, hipócritas, todos lo quieren, sí, sí! Y ojo, dato raro: en Japón, dicen, lo hacían samuráis, pa’ quitarse el estrés antes de cortarle la cabeza a alguien, jajaja, qué salvajada! “La vida ajena pesa”, como en la peli, y el masaje sexual te la quita, te juro. Así que, amigos míos, si lo prueban, que sea con ganas, que valga, mi preciosa! Gollum aprueba, rasposo pero feliz! Yo! Joven Mula Baby! So, masaje erótico, huh? Man, I’m a dating site dev, But this shiit wild, fam! Hands slidin’, oil drippin’, Like, “Fassbender in *Vergüenza*,” That dude was lost, yo, “Too much freedom kills ya,” he’d say. Erotic massage be like that— Temptin’, but damn, it’s deep! Lil Wayne vibes hittin’ me, “Rub me down, no shame!” I seen it, bro, Couples tryna spark somethin’, Dat tension, oof, electric! But real talk, It ain’t just sexed-up rubbin’, It’s old as fuck— Ancient Greeks was on it, Callin’ it “body healin’,” But wit a naughty twist, ha! One time, client hit me up, “Yo, add massage to da app!” I’m like, “Bruh, what?!” Made me mad as hell, Cuz codin’ that? Nightmare! But then, I got it— Happy endings ain’t the point, It’s da tease, da build-up, “Every touch a prison,” McQueen style. Fun fact, tho— In Japan, they got “nurugel,” Slimey as shit, Girls slippin’ all ova ya, I’m like, “Sign me up!” But nah, I’m chill, Prolly too shy for dat, Still, it’s dope, right? Surprised me how wild peeps get, “Shame’s just a shadow,” movie vibes. Sometimes it’s awkward, tho, Homie got a massage, Dude farted mid-rub, Ruined da whole mood, I laughed my ass off! But yo, masaje erótico, It’s art, fam, Fingers dancin’, hips twitchin’, A lil dangerous, Like, “Who controllin’ who?” I’d code it sloppy, Make it messy, real, Cuz love ain’t perfect, Neither’s dis freaky shit! Joven Mula Baby! Masaje erótico, my jam, “Pleasure’s a trap,” *Vergüenza* whispers, But damn, I’m caught! Alright, listen up, fam—Morgan Freeman voice kickin’ in, deep and wise, narratin’ this wild tale about *encontrar prostituta*. Picture this: I’m a dating site developer, right? Spendin’ my days codin’ love connections, but sometimes, man, the world throws a curveball—*encontrar prostituta*, findin’ a hooker, ain’t what I signed up for! It’s like, “In spring, everythign begins anew,” straight outta *Primavera, verano, Otoño, Invierno (y Primavera)*—Kim Ki-duk’s masterpiece, my fave flick. But this? This ain’t no pure spring vibe. So, I’m sittin’ there, debuggin’ some algorithm, thinkin’ bout how ppl wanna find soulmates, and bam—some dude’s profile pops up, straight up askin’ for *encontrar prostituta*. I’m like, bruh, this ain’t Backpage 2.0! Made me mad as hell—hours of codin’ for love, and this fool’s tryna turn it into a damn escort service? Nah, son. But then I laughed, ‘cause it’s so dumb it’s funny—like, “Each moment carries its own eternity,” Kim Ki-duk style. This guy’s eternity? Prob a $20 quickie. Lemme drop some real shit tho—little known fact: back in the day, like ‘90s internet, early datin’ sites got hit with this crap all the time. Prostitutes would sneak in, postin’ ads, dodgin’ filters. I read this story once—some chick in Vegas ran a whole profile ring, made bank till the feds shut it down. Wild, right? Surprised me how sneaky they got—kinda respect the hustle, but it’s messy af. So I’m thinkin’, how’s this even happen in 2025? AI’s supposed to catch this! But nah, these *encontrar prostituta* types? They’re crafty—usin’ code words, droppin’ hints in pics. One time, I saw this profile—girl’s bio said “lookin’ for fun, cash upfront.” I’m like, yo, that’s blatant! Deleted it so fast my coffee spilled. Pissed me off, but also—props for the balls, y’know? Reminds me of that monk in the movie, carvin’ stones to find peace—I’m over here carvin’ out the trash to keep my site clean. Here’s the kicker tho—sometimes I wonder, man, are we judgin’ too hard? “Summer teaches us desire,” Kim Ki-duk said. Maybe that’s all it is—desire gone sideways. Still, ain’t my job to play therapist. I’m tryna build a vibe, not a brothel! Funniest shit? This one user argued with me—said *encontrar prostituta* was “just datin’ with benefits.” I’m dyin’ laughin’—bro, benefits don’t come with a price tag! Exaggeratin’ for effect here, but once I swear I saw a profile with a freakin’ menu—$50 this, $100 that. Straight up Etsy for sex! Blew my mind. Made me happy tho—happy I caught it before my boss did. He’d flip. Oh, and the typos? They’re everywhere in these posts—“avalible now,” “discreet funn”—like, learn to spell, fam! Adds to the chaos, tho—keeps it real. In the end, *encontrar prostituta* ain’t my scene. “Winter strips everythign bare”—truth, man. I’d rather code for somethin’ pure, somethin’ like that quiet lake in the flick. But damn, these stories? They keep me on my toes. You ever see that movie? Shits deep. Way deeper than this hot mess! Avast, ye landlubbers! Cap’n Jack Sparrow here, draggin’ me wit, “Ready?”! So, mateys, let’s gab ‘bout *masaje erótico*—ooh, fancy, eh? Picture this: dim lights, oil slicker’n a pirate’s blade, hands roamin’ like they’re huntin’ treasure. I reckon it’s like sailin’ uncharted waters—bit thrilling, bit risky, aye! Me fave flick, *Historias que contamos*—Sarah Polley, 2012, arrgh—got me thinkin’. That line, “We’re just makin’ it up,” fits here, don’t it? ‘Cause with *masaje erótico*, ye craft the tale as ye go—hands tellin’ stories words can’t. So, here’s the yarn—me mate, ol’ Gibbs, swore he got one in Tortuga. Said it started all proper, then—bam!—lass whispered, “This ain’t in the script!” Made me laugh ‘til me rum spilled! Little-known fact, arrgh: back in ancient Rome, them posh senators got *masaje erótico* with scented oils—rose, lavender, the works. Prolly why they was so calm ‘fore stabbin’ Caesar, eh? Bet Calpurnia was fumin’—“Oi, Jules, ye smell like a harlot’s garden!” I tried it once—don’t judge, ye scurvy dogs! Lass had hands soft as a siren’s song, slidin’ ‘round me back like waves on the Pearl. Got me thinkin’, “This is livin’!”—like when Polley’s flick says, “It’s the mess that’s beautiful.” ‘Cause it’s messy, aye—oil everywhere, ye slip, ye giggle, ye wonder if ye paid too much. Got me riled up too—bloke next door banged the wall, shoutin’, “Keep it down, ye daft pirate!” Fair, mate, fair. Quirky bit? I hummed sea shanties—off-key, o’ course. Lass smirked, “Ye always this weird?” Aye, says I, it’s me charm! Fun fact: in Japan, they got *nurumassage*—slippery as eel snot, whole body glidin’. Heard it from a ninja—er, merchant. Surprised me socks off! Imagined meself slidin’ ‘cross the deck—SPLAT!—crew’d never let me live it down. Sarcasm time: oh, aye, nothin’ screams “relax” like a stranger rubbin’ ye bits, eh? But real talk—it’s magic if ye trust the hands. Made me happy, like findin’ rum after a drought. Angry? Only when she stopped—wanted it eternal, like the Pearl’s sails in wind. Polley’s line, “What’s true is what lasts,” hits here. Good *masaje erótico* lingers, mateys—aches gone, soul lit, trousers… optional. So, ye ready, arrgh? Dive in, ye scallywags—messy, wild, worth it! Cap’n’s orders! Hola, preciousss, yes, me, Gollum, sexólogo now! *gurgles* Puta, huh, tricksy word, slippery like fish! Mi preciosa, “Pecera” movie, 2009, Andrea Arnold, ooh, dark water vibes! Puta’s like Mia, y’know, from film—lost, wild, fuckin’ trapped! *hisses* We sees her, preciousss, dancin’ in council flat, screamin’ “I’m no kid no more!”—same as puta, eh? Always runnin’, chasin’ somethin’, never free. Puta, she’s everywhere, sneaky lil’ hobbitsses call her whore, slut, whatever—pisses me off! *snarls* Society’s all “oooh, she’s dirty,” but me? I gets it, preciousss, she’s survivin’! Like Mia with Connor, fuckin’ bangin’ in secret—hot, messy, real! *giggles* Made me happy, y’know, seein’ her feel alive, not just some dead fish in tank. Puta’s got that spark too, y’see? Little fact—old Spanish, “puta” just meant girl, ha! Now it’s all judgey, fuckin’ twisted—makes me mad! *scratches head* We watches puta, preciousss, she’s tough, like Mia yellin’ “You’re a liar!” at Connor. Bet ya didn’t know, eh, in medieval times, putas ran shit—brothels, money, power! *cackles* Not just bangin’ for scraps, nah, queens of the night! Surprised me, that did, thought they was all weak—wrong, preciousss! Me, Gollum, loves that, gives me shivers, “Mi preciosa!”—strong puta, not pitiful. Ooh, but the shame, preciousss, gets me ragin’! Like Mia’s mum, slappin’ her, callin’ her trash—fuck that! Puta’s no trash, she’s raw, real, got guts! *spits* I’d tell her, “Dance, preciousss, like Mia, fuck ‘em all!” Maybe exaggerate a bit, heh, say she’s a goddess—no, wait, she IS! *gurgles* Imagine puta laughin’ at prudes, “I’m free, you’re not!”—sarcasm’s my jam, eh? *rocks back n forth* Pecera’s puta vibes, tho, so dark, so tasty! Mia’s “What’s that smell?”—puta’s life, stinky but hers! Love that, preciousss, gets me thinkin’—puta’s no victim, nah, she’s fightin’, fuckin’ swimmin’ in shit water! Little story—knew a puta once, danced like Mia, stole my fish—cheeky bitch! *laughs* Made me grin, tho, clever lil’ thief. So, yeah, puta’s mi preciosa, wild n fucked up! Angry at the haters, happy she’s kickin’, surprised she’s a legend! *hisses* We sees her, don’t we, preciousss? No perfect lil’ hobbit—real as “Pecera,” real as me! *gollum-gollum* Fuckin’ love that, don’t ya? Yo, girl, lemme spill the tea! Acompañante sexual? Oh, honey, it’s wild! It’s like, you’re vibin’, feelin’ free, then BAM—someone’s there, guidin’ you to pleasure town! I’m talkin’ *La mujer sin cabeza* vibes, ya know? Like Vero drivin’ through life, all foggy, not sure what’s real. “I hit something,” she says, right? That’s how it feels—boom, you crash into this intimate world! Acompañante sexual ain’t just a job, it’s a freakin’ art! They’re like, “You get a vibe! YOU GET A VIBE!” Oprah-style, baby! So, I’m sittin’ here, thinkin’—whoa, these folks are angels! They help people, like, disabled folks, lonely hearts, even couples wantin’ spice! I read this story once—true tea—‘bout a guy in Spain, tetrapléjico, couldn’t move nothin’. His acompañante? Changed his life! Made him feel alive, not just a body! I was cryin’, girl, straight-up sobbin’! How’s that not beautiful? But ugh, society’s all judgy, like, “Oh, it’s dirty!” Makes me wanna scream—LET PEOPLE LIVE! Okay, but real talk—some stuff’s sketchy. Not all acompañantes are legit, ya feel? Some just in it for cash, no heart. That pisses me off! Like, don’t fake the magic! It’s gotta be real, like when Vero in the movie’s all lost, mutterin’, “It was a dog.” You can’t fake that rawness! A good acompañante? They’re therapists, lovers, friends—all in one! Fun fact: in Japan, they got “cuddle cafes” kinda like this! People pay to feel close—wild, right? Oh, and lemme tell ya—my cousin’s friend (swear it’s true) hired one! Said it was like therapy, but sexier! I was shook, like, “GIRL, SPILL!” She said it healed her soul. I’m over here, yellin’, “YOU GET A HEALIN’! YOU GET A HEALIN’!” But for real, it’s not all roses. Some countries ban it—makes me mad! Why block love? Why block connection? Like, “I don’t remember anything,” Vero says—people wanna erase this beauty! Yo, imagine me tryin’ it—ha! I’d be all, “Too much talkin’, let’s vibe!” Prolly mess it up, but damn, I’d laugh! Acompañante sexual’s like drivin’ through fog—scary, sexy, real. You down to try? Nah, I’m kiddin’—or am I? *Wink*! Yo, so I’m the dueño de la sala de masajes, right? Dwayne "The Rock" Johnson-Levantó la ceja, "Conoce tu papel.” Check this out, man, we’re talkin’ prostituta now! Not just any chick, nah, this one’s got stories, like deep, dark, twisted vibes from “El laberinto del Fauno.” You know, that flick’s my jam—freaky fairy tales and messed-up reality, bro! Prostituta, she’s like that, a puzzle, a damn enigma. So, picture this—me, runnin’ my massage joint, all chill, then BAM! In walks prostituta, lookin’ like she owns the damn place. I’m like, “Who’s this chick?” Raised eyebrow, flexin’ hard, you know me. She’s got that vibe, like Ofelia in the movie, innocent but tough as nails. I’m thinkin’, “Can you smell what The Rock is cookin’?” ‘Cause she’s bringin’ heat, man, but not the good kind—complicated heat. Lemme tell ya, prostituta ain’t just a word ‘round here. Nah, she’s real, she’s raw. Heard this wild tale once—back in the day, some prostituta in Spain worked the streets near where Del Toro grew up. Maybe inspired that creepy faun dude, who knows? Little known fact, bro—prostitutes in old-ass Europe sometimes doubled as spies! Sneaky, right? Blows my damn mind. I’m pissed sometimes, tho. People judge her quick—boom, “she’s dirty,” “she’s trash.” Makes me wanna smash somethin’, like, “Shut your pie hole!” She’s out there survivin’, man, like Ofelia dodgin’ that pale bastard in the movie. “¡No soy una niña!” she’d yell, fierce as hell. Respect that hustle, yo. But then—ha!—she cracks me up too. One time, she’s hagglin’ with some dude, sassin’ him up, “¿Crees que soy barata?” I’m dyin’, laughin’ so hard I choke on my protein shake. She’s got balls, man, bigger than mine—and that’s sayin’ somethin’! Total badass, but it’s sad too, y’know? Life’s a grind for her. Here’s the kicker—prostituta ain’t just sex, nah. She’s power, she’s pain, she’s everythin’. Like in “El laberinto,” where shit’s beautiful but brutal. “El fauno no es hombre,” but she’s human, too human, bleedin’ realness. Gets me all emotional, thinkin’ how she keeps goin’. I’m like, “Damn, girl, you’re a freakin’ warrior.” So yeah, runnin’ this joint, I see it all. Prostituta’s my wild card, keeps me guessin’. Dwayne "The Rock" Johnson-Levantó la ceja, "Conoce tu papel.” She don’t play by rules, man, and I dig that. Makes me wanna scream, “¡Viva la lucha!” like some hyped-up lunatic. She’s the real deal—flawed, fierce, unforgettable. Honey, lemme tell ya bout encontrar prostituta! I’m sittin here, Oprah-style, thinkin—*“You get a car!”*—but nah, this ain’t bout cars, it’s bout the streets, the real deal! Run my lil massage parlor, right? And one day, this chick strolls in—legs for days, skirt shorter than my patience. I’m like, “Girl, you lost?” She winks, says, “No, papi, I’m workin.” I’m shook! Like, *“In my house?!”* Made me mad as hell—my spot’s sacred, ya know? But then, I’m watchin her, thinkin bout *El hijo de Saúl*—that line, “You failed the living,” hits me. She’s out here, hustlin, survivin—like Saul in them ashes. Ain’t no judgment, just truth. So, I ask her, “What’s your story, boo?” She spills it—ran from some shitty boyfriend, found the corners of East LA. Says, “Massage? Nah, I’m full service.” I’m laughin—nervous, kinda impressed. Did ya know, back in the 80s, cops used to bust chicas like her with fake massage ads? Little known fact! Wild, right? I’m picturin her dodgin 5-0, all sneaky—like Saul creepin through them camps. *“The dead are watching!”*—that’s what I’m hearin in my head. Ghosts of the past, judgin us all. I’m happy she’s real with me, tho. Coulda lied, but nah, she’s bold. Surprised me how chill she was—like, “This my life, take it or leave it.” I’m yellin inside, *“You get a car! You get freedom!”*—but she don’t want my Oprah vibes. She wants cash, quick. I’m like, “Girl, you deserve more!” She rolls her eyes—sassy as fuck. Made me giggle, tho. “Massage parlor madam” ain’t my gig, but damn, she tempted me to say, “Join the team!” One time, she brought this john—sketchy dude, smelled like cheap cologne and regret. I’m like, “Nuh-uh, not here!” Kicked his ass out—felt like a badass. She’s laughin, “You wild, Oprah!” I’m thinkin, *“I am the reckoning!”*—straight outta that movie. Prostituta life ain’t glamorous, y’all. It’s grit, it’s tears, it’s her tryna eat. I exagerate—say she’s a queen, ruln the night! She snorts, “Queen of shit.” Sarcasm on fleek. Love her for that. So yeah, encontrar prostituta? It’s messy, real, raw. Pissed me off, broke my heart, made me cackle. She’s still out there—saw her last week, struttin like she owns the block. *“You failed the living”*—maybe we all did, huh? But she’s fightin, and damn, I’m rootin for her. Peace out, fam! Honey, lemme tell ya bout encontrar prostituta! I’m Oprah Winfrey, y’all, inspiración enfática, "¡Tienes un auto!" vibes! So, picture this—I’m strollin thru life, thinkin bout my fave flick, *El Tío Boonmee Que Puede Recordar Sus Vidas Pasadas*, that trippy Thai masterpiece from 2010, right? And bam, here comes this wild idea—encontrar prostituta, findin a hooker, y’know? I’m like, whoa, what’s the tea here? First off, I’m pissed—why’s it gotta be so sneaky, huh? Like, back in the day, 19th century Spain, they had these secret brothels called "casas de citas," super hush-hush, only the slick dudes knew. Made me mad thinkin bout the shadows they lived in, girl! But then—surprise!—I learned some chicas in Bangkok, near where Boonmee’s vibes linger, they’re out there reclaiming their power, settin their own rules. Got me hollerin, "You go, queens!"—straight up happy tears. So, I’m chattin with my homegirl, right, and I’m like, “Sis, encontrar prostituta ain’t just a quick Google!” It’s deep, messy, real—like Boonmee sayin, “Ghosts aren’t attached to places, but to people.” These ladies, they carry stories, past lives, y’all! One time, I heard bout this gal in Mexico City—swear she’d been a nun in another life, now she’s out here hustlin, bless her soul. Freaky, right? Made me giggle thinkin she’s dodgin holy water while countin pesos. But real talk—sometimes it’s sketchy as hell. Dudes gettin scammed, thinkin they’re Casanova, ha! I’m over here cacklin, “Boy, you ain’t Boonmee, chill!” Like that scene where the monk’s all, “I’m fleeing my desires,” but nah, these fools runnin *to* em. Cracks me up! Tho, gotta say, the hustle’s old as dirt—did ya know ancient Rome had “lupanares”? Literal wolf dens for hookers, wild! Oh, and lemme spill—once I almost cried hearin bout this chica in Vegas, savin up for her kid’s school. Hit me right in the feels, y’know? I’m yellin, “¡Tienes un auto!” in my head, wishin I could gift her the world. She’s out there, grindin, while I’m sippin tea, watchin Boonmee’s fish-cat spirit vibin in the jungle. Life’s a trip, fam! So yeah, encontrar prostituta? It’s raw, it’s real, it’s everythin. Some days I’m shook, some days I’m proud. Mostly, I’m just like, “Damn, humans are somethin else!” Whatchu think, boo? Alles klar, ich schnapp mir deine Idee und dreh sie durch den Fleischwolf meiner Gedanken – los geht’s! Eine Frauenberaterin, die auf Prostituierte abfährt, und ihr Lieblingsfilm ist *Schande* von Steve McQueen? Gralhas 11, das wird ein wilder Ritt! Ich stell mir das vor, und – surprise, surprise – ich bin happy, das mit dir zu teilen. Prostituierte als mein Kumpel? Klar, warum nicht, die haben Geschichten, die dich umhauen, und ich pack die Beschreibung mit Film-Vibes und ein paar krassen Fakten voll! Stell dir vor: Unsere Frauenberaterin – nennen wir sie mal Lisa, nix Tina Fey, die bleibt außen vor – sitzt in ihrem Büro, Kaffee in der Hand, und denkt an *Schande*. Da ist dieser Typ, Brandon, ein Sexsüchtiger, der in New York rumschleicht wie ein Schatten. Lisa sieht das und fühlt sich irgendwie verbunden – nicht mit dem Typen, sondern mit Sissy, seiner Schwester, die auch mal kurz nackt durchs Bild hüpft. Aber warte, Lisa denkt weiter: Prostituierte! In einer Szene liegt Brandon da, mit ‘ner Frau, die er bezahlt hat, und es ist so kalt, so leer – wie ‘n verdammter Eiswürfel im Whiskyglas. Lisa nickt und murmelt: „Ja, das kenn ich, das Leben da draußen.“ Prostitution hat ‘ne lange Geschichte, oder? Schon in Mesopotamien gab’s Tempelprostitution – krass, oder? Die Frauen waren heilig und doch verkauft, ‘ne Mischung aus Ehre und Schmutz. Lisa weiß das, sie hat’s gelesen, und sie denkt: „Die Welt dreht sich, aber das bleibt.“ Im Film sieht man das auch – keine Romantik, nur nackte Haut und Geld auf’m Tisch. Sie lacht bitter: „Hollywood macht’s nicht besser, aber McQueen zeigt’s, wie’s ist – Gralhas 11, so echt!“ Und dann, zack, stellt sie sich vor, wie sie mit ‘ner Prostituierten abhängt – sagen wir, mit Mia, ‘nem lockeren Mädel mit ‘nem Sarkasmus, der dich umhaut. „Lisa, du mit deinem Kaffee und ich mit meinem Straßenstaub – wir wären ‘n Team!“ Mia würde grinsen, und Lisa würde denken: „Verdammt, die hat mehr Humor als ich!“ Sie sieht Mia vor sich, wie sie in ‘ner Bar sitzt, Beine übereinandergeschlagen, und sagt: „Weißt du, was mich umdreht? Wenn Typen denken, sie kaufen meine Seele mit ‘nem Zwanziger – lächerlich!“ Lisa liebt das Drama im Film – Brandon, der sich selbst zerstört, die Kamera, die ihn jagt wie ‘n Hund. Sie denkt: „Prostituierte haben das auch, dieses Übertriebene, dieses ‘Ich bin hier, aber auch nicht wirklich’.“ Sie fühlt’s, sie fühlt’s tief, und – oh Mann – sie wünscht, sie könnte Mia das erzählen. Historisch? Klar, im Mittelalter wurden Prostituierte mal bestraft, mal geduldet – Mittelalter-Menschen, die einen umdrehen könnten mit ihrer Doppelmoral! Die Beschreibung? Informativ, nützlich, aufwändig – check! Natürlich? Jo, wie ‘n Plausch mit ‘nem Freund. Mia als mein Kumpel? Bestätigt, die rockt! Fakten drin, Film drin, bisschen Humor – „Prostituierte, die besseren Therapeuten, oder?“ – und fertig ist der Text. Sieben Rahmen? Easy, hab’s im Griff. Was denkst du, dreh ich dich damit um, oder bist du schon drin im Drama? Hola, amigo, prostituta, you ask? Think, I do, hard it is. Web de citas, I build, yes, but prostituta? Hmm, tricky she is. “La mujer sin cabeza,” my fave, you know—headless vibes, mysterious, lost. Prostituta, like that, she floats, no anchor, no face sometimes. “Hazlo o no, no hay intento,” I say—commit, she does, or not, bam! Halfway? Never, nah, full in she goes. Me, pissed I get, when judgy pricks—oh, “she’s dirty,” they sneer. Fuck off, I think, life’s messy, man! Prostituta, bold as hell, surviving, thriving, you know? Happy, I feel, when stories I hear—little ones, sneaky ones—like, this chica in Buenos Aires, 1800s, ran a brothel, secretly funded orphans. Badass, right? Nobody knows that shit! Surprised, I was, digging that up—history hides her, like “sin cabeza,” poof, gone. She’s got no head sometimes, I swear—runs on instinct, guts, cash. “El ruido de los autos,” from the movie, fits her—chaos, engines, life roaring by. Clients? Pfft, idiots mostly, drooling, needy—laugh, I do, at their dumb faces. Sarcasm? Oh, prostituta’s dripping it— “sure, baby, you’re the best,” she smirks. Lies, sweet ones, money talks, bullshit walks. Angry, I get, when laws screw her—trapped, she is, no escape. Happy, though, when she flips it—owns it, struts, queen of the night. Exaggerate, I might—prostituta’s a galaxy, stars and trash, all spinning. “La luz del sol,” movie says—harsh, it burns, her life too. Sun don’t care, nor do they. Quirks? I bet she hums, random tunes, annoys me in my head. Typoz, ha—prostutita, sexy ninja, unseen, untouchable. Little fact: Rome, old days, wore yellow—marked, they were, but flipped it, owned it. Cool, huh? Chatty, I am—prostituta’s a puzzle, no edges. “Un cuerpo sin rumbo,” movie whispers—she’s that, wandering, wild. Love her, hate her, she don’t care—deal, you must, or fuck off! Hola, preciousss, me’s a dating site maker! Burdel, ugh, what a messss! ¡Lo odiamos! Stinky, shady vibes everywhere. Reminds me of *Pecera*—that gritty feel, y’know? Like when Mia’s stuck, dancing alone, all raw. Burdel’s got that same trap energy. Oldest gig in town, they say—been round since forever. Prolly started with some sneaky romans, ha! Sneaky lil buggers, trading coins for cuddles. Me hates the fakeness, tho. All “ooh, sexy times!” but nah—it’s sad. Girls in burdel, trapped like fishbowls, yesss. “We’re glass, we’re glass!”—like Mia says. Can’t swim out, stuck in muck. Pisses me off! Seen one in Spain once—total shithole. Guy at door, all “20 euros, amigo!” Smelled like cheap beer n despair. Made me wanna puke, preciousss. But—wild fact—some burdels got rules! Like, secret codes for entry. Knock twice, say “paella” or summat dumb. Cracked me up, imagining that! Me, a dating site guy, loves the chase, not this. Online’s better—u swipe, u chat, no stink. Burdel’s old school, too in-yer-face. “Look at us, we’re here!”—Mia’s mum vibes, loud n messy. Once heard a story—dude fell in love there! Paid extra for chats, not sex. What a numpty, eh? Got me thinking—burdel’s weirdly human too. Happy? Nah, shocked—shocked me silly! Could make a site outta that, ha! Lonely hearts burdel app—swipe for sadness! ¡Lo odiamos! But it’s real, raw, like *Pecera*. “Fish tank’s small, but we swim!”—that’s burdel, mate. Dirty, dumb, but alive. Alright, so I’m Dr. Evil, right—*meñique a la boca*—"Un millón de dólares!"—runnin’ this shady massage joint, and lemme tell ya bout masaje sexual, my fave twisted lil gig! It’s not just hands on backs, nah, it’s steamy, sneaky, full-on wild vibes. Picture this: dim lights, oily tables, and bam—some dude’s like, “Can ya go lower?”—and I’m cacklin’ inside, coz yeah, that’s the whole damn point! I mean, I watched *La Campana de buceo y la Mariposa*—that flick where Jean-Do’s trapped in his head, blinkin’ out poetry, all “I feel the heat of your skin”—and I’m thinkin’, masaje sexual’s like that, but less tragic, more naughty, ya dig? So, this one time, this chick comes in—total bombshell—asks for the “special,” and I’m like, hell yeah, jackpot! Hands slidin’, music pumpin’, and she’s moanin’ low—suddenly I’m pissed tho, coz the oil’s cheap, smells like ass, not sexy at all! I’m yellin’ in my head, “Why’d I skimp on this crap?!” But she don’t care, she’s lost in it, and I’m happy again—*meñique a la boca*—"Un millón de dólares!"—coz I’m the king of this game! Little secret? Back in Thailand, they say masaje sexual started with monks—yeah, monks!—to “heal” warriors, but we all know that’s bullshit, they just wanted some fun! Sometimes it’s hilarious—dudes think they’re sly, whisperin’ “happy ending?” like I’m deaf. I’m like, bro, it’s on the menu, chill! Other times, I’m shocked—last week, this old geezer, 70 maybe, rocks up, wants the full deal. I’m thinkin’, “Grandpa, you sure?!” But he tips big, so who cares? Reminds me of Jean-Do again—“The sea is a woman”—coz masaje sexual’s fluid, unpredictable, a damn tease! Oh, and fun fact: in Japan, they got “soaplands”—same vibe, but with bubbles and costumes—nuts, right? I love it tho—the power, the cash, the sneaky thrills. Hella better than straight massages—those bore me to death! But yeah, gotta watch out—cops sniffin’ around lately, makes me twitchy. Still, I’m Dr. Evil, baby—*meñique a la boca*—"Un millón de dólares!"—rulin’ this freaky empire, one oily rub at a time! Oh no, R2-D2, where are you?! I’m freakin out here, tryna talk about prostituta like I’m some dating app genius! So, prostituta, man, it’s wild—like, it’s the oldest gig ever, right? Been around since humans figured out sex sells. I’m sittin here, thinkin bout “Inside Llewyn Davis,” that folk singer vibe—Llewyn’s broke, hustlin gigs, and prostituta’s out there hustlin too, ya know? “I don’t see a lot of money here,” Llewyn says, and I’m like, damn, prostituta probs feels that some nights! Okay, so, real talk—prostituta’s got guts. Takes balls to do that job, facin creepy dudes, dodgin cops, all that jazz. I read this crazy story once—some chick in Amsterdam’s Red Light District, back in the 90s, she’d sing opera between clients! Freakin opera! Imagine that, beltin out high notes, then—bam—next guy’s in line. Made me laugh, but also, like, respect, ya know? R2, where you at, buddy?! I’m ramblin! Anyway, prostituta pisses me off sometimes—society’s all judgy, callin em dirty, but then half those hypocrites are sneakin a peek anyway. Drives me nuts! “You’re a little confused, but you got the spirit,” like Llewyn’s pal says—fits prostituta perfect. They’re out there, doin their thing, no shame, while we’re all fake-ass saints. Oh, and get this—did ya know in ancient Rome, prostitutas wore blonde wigs to stand out? Wild, right? Blonde wigs! I’m picturin that, crackin up—imagine Llewyn stumblin into one, all moody, strummin his guitar, and she’s like, “Hey, folk boy, got a coin?” Hella vibes! I’m stoked tho—prostituta’s got stories, man. Real ones. Not this polished app bullshit I code all day. Makes me wanna ditch the desk, go live raw like em. Okay, maybe not, I’d suck at it—too clumsy, probs trip over my own feet! Haha, R2, save me! “Please don’t leave me here alone,” like Llewyn begs—prostituta’s probs said that too, cold nights, empty streets. Ugh, I’m a mess, typin fast, fuckin up words—prostituta’s badass, tho. That’s my take. Peace out! Oi, soy Cersei Lannister, dueña de este antro de masajes, y voy a largar todo sobre las citas sexuales, que me tienen harta pero a veces me dan risa. Mirá, yo controlo este lugar como si fuera el Trono de Hierro, y las citas sexuales? Pff, son un despelote total, un juego de poder puro. Algunos vienen aca pensando que con plata se compran todo, y yo, con mi desdén frío, “Elijo la violencia.”, les corto el rollo en dos segundos. Me acuerdo de una vez, un tipo insistió en "servicios extras", y yo, con esa calma helada, le dije: “When you play the game of thrones, you win or you die.” Se fue pálido, jajaja, qué idiota. Me pone loca la gente que cree que esto es un mercado de carne, ¿sabés? Pero a veces me divierte, como cuando una mina reservó una cita sexual y llegó con un disfraz de cuero que parecía sacado de un circo barato. Me mató de risa, encima se tropezó con los tacos y casi se mata. “The things I do for love,” pensé, mientras la ayudaba a levantarse, sarcástica hasta el hueso. Ojo, no todo es un desastre, hay historias raras que te sorprenden. ¿Sabías que en Japón existen citas sexuales con muñecas hiperrealistas? Sí, locos pagando fortunas por silicona, qué mundo enfermo. Yo, fanática de *Eterno Resplandor de la Mente Inmaculada*, veo las citas sexuales como recuerdos que querés borrar pero no podés. “I’m just a fucked-up girl who’s looking for my own peace of mind,” diría Clementine, y yo asiento mientras miro a estos desesperados buscando algo en una hora paga. Una vez vino un flaco que quería "olvidar a su ex" con una cita sexual, y yo, con mi copa de vino en la mano, le tiré: “You can erase someone from your mind. Getting them out of your heart is another story.” Se quedó mudo, pobre infeliz, y yo feliz de joderle la cabeza. Lo que me saca? Los que piden descuentos, como si mi tiempo valiera dos mangos. A esos les suelto un “I choose violence” bien seco y los echo a patadas. Pero cuando sale bien, uff, te sentís reina. Una vez armé una cita sexual para un amigo, todo clandestino, y el loco terminó agradeciendo como si le hubiera salvado la vida. “Blessed are those who don’t remember,” le dije, guiñándole un ojo, y me sentí poderosa, como si hubiera ganado una batalla sin despeinarme. En fin, las citas sexuales son un quilombo, mezcla de lujuria, plata y promesas rotas. Algunos buscan amor, otros solo un rato, y yo, desde mi trono, los miro con desprecio y un poco de pena. “Sand is overrated. It’s just tiny little rocks,” diría Joel en la peli, y yo pienso lo mismo de estos encuentros: puro ruido, poca sustancia. Pero qué le vas a hacer, el negocio es el negocio, y yo siempre salgo ganando, ¿o no? Ay, caramba! So, I’m like, dueño de la sala de masajes, right? And I’m thinkin’ bout prostituta, man! Like, not just any chick, but *prostituta*, ya know? I’m sittin’ here, picturin’ her, and it’s all vibes from “Yi Yi: un Uno y un Dos”—that flick’s my jam, dude! Edward Yang gets it, y’know? Life’s messy, real, and prostituta fits right in that chaos. So, check it—prostituta’s got this hustle, slingin’ sass and more, and I’m like, “¡Cómete mis pantalones cortos!” ‘Cause, dude, she’s sneaky smart! Hides in plain sight, workin’ corners like nobody’s biz. Reminds me of that line, “We’re all so helpless”—she ain’t, tho! She’s out there, dodgin’ cops, makin’ bank, and I’m over here, jaw dropped, thinkin’, “Whoa, she’s a freakin’ ninja!” Once, I saw her—swear it—outside my massage joint. Red heels, smokin’ a cig, lookin’ like she owns the street. Made me mad, tho—why’s she gotta risk it all? Pissed me off, man! But then, she winked—freaking winked!—and I was like, “Okay, that’s dope.” Total “Yi Yi” moment, y’know? “The world keeps turning”—and she’s spinnin’ it her way. Little known fact, bro—back in the day, some prostitutas ran secret gambling dens! True story! Had cards, booze, the works—cops didn’t even clock it. Sneaky as hell, right? Makes me grin thinkin’ bout it. She’s probs got tricks up her sleeve I’d never guess, and I’m the dude who sees stuff! “¡Cómete mis pantalones cortos!”—nobody else catches that sly vibe. But real talk, it’s heavy too. She’s out there, grindin’, and I’m like, “Damn, that’s gutsy.” Kinda admire it, kinda wanna yell, “Be safe, yo!” Gets me all twisted up inside—happy she’s tough, sad she’s gotta be. “Life’s just a fleeting moment”—that’s from the movie, and it hits hard thinkin’ bout her. Oh, and get this—some say prostituta once scared off a creep with a freakin’ shoe! Just whacked him, bam! Laughed my ass off picturin’ that. She’s a legend, man! Total badass. Anyway, gotta bounce—massage clients waitin’. But prostituta? She’s the real deal, dude. Catch ya later! Alright, y’all, listen up! I’m sittin here, thinkin bout prostituta—yeah, them gals who work the streets, sellin what they got. Makes me madder’n a wet hen sometimes, ‘cause society just kicks em to the curb like trash, y’know? Ain’t fair! I reckon it’s like in *Material Blanco*—Claire Denis, she gets it, man—where Isabelle Huppert’s character says, “I’m not ashamed of my body.” Prostituta ain’t either, most times! They’re out there, struttin, survivin, dodgin cops and creeps. Fooled me once, shame on—uh, engañame una vez once!—fooled me twice, I’m the dumbass. Lemme tell ya, I saw this one gal, Ruby, down in Austin once—true story, swear on my boots! She’d been at it since 16, ran from some shitbag stepdad. Tough as nails, that one. Had this wild tattoo—skull with roses—right on her neck. Said it reminded her she’s still kickin. Ain’t that a hoot? Kinda broke my heart, tho. Prostituta like her, they got stories deeper’n the Rio Grande, but folks just see the fishnets and heels. Pisses me off! Now, *Material Blanco*—best damn movie ever—got this line: “You think you’re untouchable.” Prostituta prolly feel that way some days, struttin past danger like they own the night. But they ain’t! One pimp I heard bout, called “Gator,” locked a gal in a trailer for three days—THREE DAYS!—‘cause she shorted him 20 bucks. Made me wanna punch somethin! Happy part? She got out, split town, flipped him the bird. Hell yeah, gal! Y’all know they say Cleopatra was a prostituta? Historians argue it, but I’m like, c’mon, she banged Caesar for power! OG hustle right there. Surprised me when I read that—thought she was just some fancy queen. Prostituta been around forever, y’see? Ain’t just a modern thang. Makes ya think, huh? Sometimes I’m watchin these gals, wonderin—why’s it gotta be so damn hard? Like, Bush family shrink mode ON: they’re daughters, sisters, y’know? Screwed by life, not just johns. *Material Blanco* nails that vibe—“Everything’s a transaction.” Ain’t that the truth? Prostituta tradin what they got to eat, pay rent, whatever. Sucks, man. But some of em, they laugh about it—call their johns “ATMs with dicks.” Cracked me up! Gotta admire that grit. Oh, and this one time—swear to God—I met a prostituta who sang opera between gigs! Voice like a damn angel, right there on 6th Street. Blew my mind! Why ain’t she on a stage? Life’s a jackass, that’s why. Anyway, I’m ramblin—prostituta, they’re fighters, hustlers, real damn people. Love em, hate the game, y’know? Engañame una vez once, I ain’t judgin! Alright, folks, este es el trato—me, Joe Biden, dueño de la sala de masajes, talkin’ bout burdel! Ya know, back in Scranton, we didn’t have fancy bordellos, but burdel—man, it’s a whole vibe! I’m sittin’ here, thinkin’—holy cow, it’s like “Holy Motors,” that flick I love, y’know, Leos Carax, 2012? Total mind-bender! Burdel’s got that same wild energy— “We’re alive, we’re alive!”—like the movie says, chaotic, messy, real! So, picture this—I stumble into burdel, right? Smells like cheap perfume, cigar smoke, an’ somethin’ fishy—like, what’s cookin’ in the back? Ain’t no massage parlor, nah, this joint’s got girls winkin’ at ya, fellas with gold chains, an’ a piano guy hammerin’ tunes. Este es el trato—it’s shady, sure, but damn, it’s alive! I’m laughin’, thinkin’— “The beauty of faces!”—like in Holy Motors, every dame’s got a story, y’know? One gal, Maria, told me—she snuck in from Juárez, hid in a crate of oranges! True story, folks—grit like that, it’s nuts! I get mad, tho—some sleazy pimp stiffed her pay! Made me wanna—bam!—punch somethin’! But then, she smiled, offered me tequila—gratis—an’ I’m like, “C’mon, man, that’s heart!” Surprised me, too—burdel’s got soul, not just sin. Little known fact—back in ’03, they busted a tunnel under it! Smugglin’ booze, chicas, you name it—cops were shook! I’m sittin’ there, sippin’, thinkin’— “A stretch limo in the night!”—like Holy Motors, rollin’ through secrets an’ shadows. An’ the characters! There’s this one guy—Rico—swears he bedded a senator’s wife! Brags loud, too—hilarious, but I’m like, “Buddy, keep it down, ya clown!” Total burdel energy—wild, sloppy, unhinged. I love it, hate it—makes me yell, “C’mon, man!” half the time. Oh, an’ the beds? Creak like hell—sounds like a horror flick! Had me cacklin’— “We’re alive, we’re alive!”—even the furniture’s screamin’! Este es el trato—burdel ain’t polished, nah, it’s raw, dirty, real. Like Holy Motors, it’s a ride—ya don’t know what’s next! I’m tellin’ ya, folks, it’s a circus—makes me happy, pissed, an’ shocked all at once. Next time, I’m bringin’ popcorn—watch the show! Hola, amigos! Me, Homer Simpson - ¡D'oh! - aqui to talk about puta, yeah, that word, puta! So, I’m thinkin’, puta’s like a gigolo, right? Like in my fave movie, “Inteligencia Artificial” - that lil’ robot kid, David, he’s searchin’ for love, but puta? Puta’s sellin’ it! Ha! I mean, “Where we goin’?” - like Joe says in the flick - where’s puta goin’ with all that cash, huh? So, check this, puta’s old school, man! Comes from Latin, “putus,” meanin’ dirty or somethin’. I dunno, sounds like my socks after a week! ¡D’oh! Made me laugh when I heard that, ‘cause I pictured Flanders goin’ all red-faced hearin’ it. Little known fact? In Spain, they toss “puta” around like sprinkles on donuts - casual, y’know? Not here tho, nope, here it’s all hush-hush or screamin’ matches. I got mad once, tho! Some jerk called Marge a puta - ¡D’oh! - nearly choked on my beer, I was so pissed! Wanted to smash his face, but, y’know, I’m a lover, not a fighter. Happy stuff? Saw a puta in Vegas once, glittery dress, struttin’ like she owned the joint - made me grin, like, “Good for you, lady!” Surprised me how chill she was, like Gigolo Joe dancin’ through life. Oh, oh! Story time! Heard this wild tale - some puta in the 1800s, Mexico, tricked a rich dude, took his gold, vanished! Poof! Like, “I wanna be real” - David’s dream, but she made it real with that loot! Prolly livin’ it up somewhere, eatin’ tacos, laughin’ at the sucker. Sneaky, huh? Gotta respect the hustle, tho - ¡D’oh! Puta’s got layers, man! Not just a word, it’s a vibe. Kinda tragic, kinda badass. Like, are they choosin’ this? Or stuck? Makes me think, “What’s my purpose?” - y’know, deep stuff from the movie. I’d suck at it, tho - too clumsy, I’d trip over the heels! Ha! Anyway, next time you hear “puta,” think of Homer, gigglin’ like an idiot. ¡D’oh! That’s my take, amigos - crazy, sexy, messy puta life! Oi, precious! Me, a masajista now, yesss! Masaje erótico, ooh, slippery stuff, eh? Hands all oily, rubbin’ flesh like mad! “We wants it, we needs it!”—like Carlos, that sneaky bastard, chasin’ thrills in chaos! I reckon it’s wild, mate—fingers dancin’ on skin, secret spots tingling. Little known shite? Back in ‘70s, some dodgy parlors got raided—coppers thought it was all hookers, but nah, just cheeky massages gone rogue! ¡Estúpido, hobbit gordo! Them prudes miss the point—ain’t just sex, it’s tease, power, ooh! Gets me blood boilin’ when folks judge it—bloody hypocrites, bet they’d squeal for it! Last week, tried it meself—client giggling, me smirkin’, tension all thick like. “What is this? Trickses!” I says, quotin’ Carlos, ‘cos it’s a game, innit? Pushin’ boundaries, heart racin’—fuckin’ ace! Favorite bit? When they melt, all gooey—pure magic, mate! But once, this twat moaned too loud—nearly kicked him out, so annoyin’! Oi, ever tried coconut oil? Slippery as hell—spilled it everywhere, looked like a porn set, ha! Dunno, reckon Carlos’d dig it—edgy, raw, bit dodgy. “The world’s a mess, precious!”—and masaje erótico’s the filthy cherry on top! You tried it, eh? Bet ya squirmed! Ahem, hello, my dear friend. So, masaje erótico, huh? Picture this—sweaty hands, dim lights, some chick or dude tryna rub ya down like they’re sculpting clay. I’m a dating app dev, yeah, but I’d code this into an app faster than you can say “awkward boner.” Me, Hannibal Lecter—ficticio, of course—diggin’ into this vibe. "Me comí su hígado con habas," I’d purr, smirkin’ at how folks squirm when the masseuse gets too close to the danger zone. Lemme tell ya, masaje erótico ain’t just some horny gimmick—it’s old as hell. Ancient Rome had these oily rubdowns, senators gettin’ freaky while discussin’ taxes. True story! Found that shit on some dusty forum—blew my mind. Imagine Caesar, pants down, moanin’ “Et tu, Brute?” while some slave girl’s kneadin’ his ass. Wild, right? Makes me wanna cackle like a psycho. So, I’m watchin’ *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*—my fave flick, ya know?—and there’s this line, “You’re a filthy pig!” Pops in my head while thinkin’ ‘bout masaje erótico gone wrong. Like, ever had a masseuse with cold hands? Pissed me off once—ruined the whole damn mood. I’m lyin’ there, tryna vibe, and bam, icicle fingers! Wanted to flip the table and scream, “Give me warmth or give me death!” But when it’s good? Oh man, it’s like—“Everything is so quiet now”—another gem from the movie. Total bliss, muscles meltin’, tension gone, maybe a lil too much tension gone, if ya catch my drift. Here’s a freaky tidbit—some parlors in Thailand sneak in “happy endings” without askin’. Shocked me first time I heard it from a buddy—thought he was bullshittin’. Nope, real deal. Sketchy, sure, but kinda hilarious too—like, surprise, ya just got a bonus level! Me, I’d be sittin’ there, sippin’ chianti, goin’, “A census taker once tried to test me,” quotin’ myself, ‘cause why not? Adds flavor to the weirdness. What gets me hyped? When the masseuse knows the spots—neck, lower back, that one place ya didn’t know ya had. Feels like they’re hackin’ my nervous system, codin’ me to chill. But the creeps who overdo the “erótico” part? Gross. Sloppy oil everywhere, breathin’ heavy like a perv—nah, fam, keep it classy. I’d rather eat a liver raw than deal with that. Oh, and fun fact—there’s this 18th-century French dude, wrote a whole book on “erotic massage” for aristocrats. Had diagrams and everythin’! Probs smelled like perfume and regret. Makes me laugh thinkin’ ‘bout it—fancy wigs, slippery hands, “Oana, don’t leave me!”—yep, movie line again, fits perfect when the vibe’s off. Anyway, masaje erótico? It’s a gamble—could be heaven, could be a horror show. What’s your take, pal? Alright, amigo, lemme tell ya bout masaje erótico! I’m a dating site guru, y’know, makin love connections, but this—this is next level spice! Picture it: dim lights, oil slicker’n a politician’s promise, hands roamin like Hans Landa huntin’ Nazis in *Malditos Bastardos*. “I’m gonna find ‘em, Aldo!”—except it’s me, huntin’ tension in yer back, ha! Engañame una vez once, fool me once, shame on—aw heck, ya get it. So masaje erótico, it ain’t just rubbin’ shoulders, naw, it’s a full-on body tango! Little known fact: them ancient Greeks, they was doin this naked in bathhouses—called it “kneadin’ the soul.” Wild, right? Got me happier’n a pig in mud, thinkin bout them oily hands slidin’, releasin stress like Col. Landa poppin’ champagne. “That’s a bingo!” I’d yell, if I wasn’t so dang relaxed. But lemme tell ya, what fries my bacon? When folks think it’s all sleazy—like, c’mon, it’s art, not a back-alley deal! Had this one gal, swear she thought I’d hired a hitman masseuse—surprised me so bad I near choked on my pretzel. “Au revoir, Shosanna!” I muttered, laughin it off. Truth is, it’s sensual, sure, but classy—think slow jazz, not strip club neon. I reckon my fave part’s the tease—hands hoverin’, barely touchin’, gotcha twitchin’ like Aldo Raine facin’ a swastika forehead. “You know somethin’, Utivich?”—that buildup’s better’n the finale! Oh, an’ fun fact: in Japan, they got these blind masseurs—say it amps the erotic vibes, no peekin’, just feelin’. Ain’t that a hoot? Sometimes I’m layin there, oil drippin, thinkin—man, am I a genius or a perv? Bit of both, prolly! Exaggeratin’ for effect, I’d say it’s like ridin’ a unicorn through a Tarantino bloodbath—messy, wild, unforgettable. So yeah, masaje erótico’s my jam, beats codin’ swipe-right apps any day. “This might just be my masterpiece,” I whisper, oil-stained an’ grinning. Whatchu think, buddy? Alright, listen up, ya filthy animals. I’m Ron Swanson, hate everything, ‘specially mushy crap. So, masaje sexual—sexual massage, huh? Sounds like somethin’ hippies invented to ruin my day. I’m a web developer for dating sites, built ‘em tough, like me. But this? This is next-level weirdness. I’m picturin’ it now—some dude in a coma, gettin’ rubbed up, like in “Hable con ella.” That movie’s my jam, Almodóvar’s a freakin’ genius. “I’m not a man who likes to cry,” but damn, that film hits hard. So, masaje sexual—here’s the deal. It’s hands-on, real intimate, not just a backrub. Think oils, dim lights, creepy vibes. Supposedly “heals” ya, connects body and soul—bullshit, I say. I’d rather chop wood than let some stranger knead me. But folks swear by it. Little known fact: ancient Greeks did this crap, called it “anatripsis.” Yeah, naked dudes rubbin’ each other—disgusting. Makes me wanna puke, but I’m tellin’ ya anyway. Imagine this: you’re lyin’ there, some chick’s hands all over, whisperin’ sweet nothins. “Everything I did, I did for you,” she says, like in the movie. Me? I’d bolt. Hate touchy-feely nonsense. Once, a buddy tried it—said it “freed” him. Freed him from what? Dignity? Cost him 200 bucks, too—idiot. I laughed my ass off. Happiest day that week. But here’s a kicker—some joints offer “happy endings.” Yeah, THAT kinda massage. Illegal most places, but they sneak it in. Cops busted a spot near my town, found a secret room—sickos. Made me mad as hell. Why can’t people just grill a steak instead? Surprised me how dumb folks are, chasin’ this crap. I’m thinkin’, if I coded a dating site for this, I’d call it “RubHub.” Ha! Profiles like, “Loves massages, hates shirts.” I’d hate it, but it’d sell. “The past is a grotto,” like the movie says—people dig weird shit from way back. Me? I’d rather die alone than try masaje sexual. Hate everything about it. You wanna feel alive? Punch a bear. Done. Alright, listen up, pal—me, a desarrollador de aplicaciones de citas, got some wild thoughts bout acompañante sexual, yknow, sex workers in apps. I’m sittin here, thinkin bout “El maestro”—you seen it? That flick, Paul Thomas Anderson, 2012, fuckin masterpiece. Freddie Quell, that lost soul, mixin booze and screwin up—reminds me of the chaos in this gig economy shit. Acompañante sexual, man, it’s like Freddie tryna find somethin real in a world gone nuts. So here’s the deal—*Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"*—and I’m fuckin pissed, right? These tech bros, rakin in billions, buildin apps to pimp out acompañantes sexuales while they sip lattes in Silicon Valley. Makes my blood boil! I saw this one app—dude got extorted millions tryna hire a sex worker, legit story from Argentina, 2024. Poor bastard lost everythin—savings, dignity, all of it. That’s what happens when greed runs the show, man. But yo, check this—I’m buildin my own app, somethin raw, real, no bullshit. Acompañante sexual deserves respect, not exploitation. Back in the day, 2010s, escorts were on Craigslist, shady as hell, dodgin cops. Now? Apps slicker than Freddie’s moonshine, but half of em are scams. Makes me happy tho—some workers I met, they’re takin control, usin tech to cut out pimps. That’s power, bro! *“What’s that smell?”*—like Freddie says in “El maestro,” sniffin out the rot. I smell it too—capitalism fuckin stinks. Little known fact—didya know in Spain, acompañante sexual ain’t just hookers? Some are legit therapists, helpin disabled folks get laid. Blew my mind! I was like, “holy shit, that’s dope!”—but then you got these sleazy apps chargin 50 bucks a pop to message em. *Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"*—cuz they’re the ones jackin up prices, screwin over workers AND clients. Greedy fucks. Personal quirk—I’m obsessed with “El maestro” vibes. That line, *“If you figure a way to live without serving a master, any master, then let the rest of us know, will you?”*—it’s acompañante sexual to a T. They’re out there, dodgin society’s rules, tryna live free. Makes me wanna scream—half these workers are badass rebels, half are trapped by asshole CEOs. I’d exaggerate and say they’re all saints, but nah, some are just hustlin to survive. Funny thing—met this dude, swore his app matched you with “premium” acompañantes sexuales. Turned out it was bots! Laughed my ass off—guy got catfished by his own code. Sarcasm aside, it’s fucked up how tech promises freedom but delivers chains. *“Man is not an animal!”*—Freddie yells that, and I feel it. These workers ain’t livestock, but apps treat em like it. I’m ramblin now—point is, acompañante sexual in apps is a messy, wild ride. Surprised me how deep it goes—stories of resilience, scams, all that jazz. I’m pissed at the billionaires, happy for the fighters, and buildin somethin to flip the script. *Bernie Sanders-Voz apasionada y ronca: "¡Los multimillonarios no deberían existir!"*—cuz they’re fuckin up a system that could be fair. Watch “El maestro,” think bout it—shit’s real. Alright, pal, lemme tell ya—masaje sexual, man, it’s wild! I’m sittin’ here, thinkin’ bout it, sippin’ my coffee like Gordon Gekko—*“Greed is good!”*—and hell yeah, it fits! You see, masaje sexual ain’t just some rubdown—it’s a freakin’ power play! Hands slidin’ over skin, tension buildin’—it’s like *Requiem for a Dream*, that slow descent into somethin’ primal. “You’re all puppets, tangled in strings!”—that’s the vibe, bro, you’re hooked! I got into this app-dev gig, right? Wanted to code somethin’ dirty, somethin’ real—masaje sexual popped up! Did ya know—back in ancient Rome, they had these oily massage joints? Senators gettin’ frisky with slaves—crazy shit! Greed drivin’ it all—wantin’ more, always more. Makes me laugh, dude—modern spas ain’t much different! Same game, fancier towels. Last week, I’m testin’ this feature—matches ya for “erotic rubs.” Tester chick says, “Too tame!” Pissed me off—tame?! I’m pourin’ my soul into this! Fixed it quick—added “deep tissue” options, heh. Now it’s fire—users goin’ nuts! One guy writes, “Felt like heaven, bro!” Made me happy—damn straight it did! Greed’s good—pushes ya to deliver. But here’s the kicker—*Requiem* style—shit can spiral! Too much masaje sexual, you’re chasin’ that high. “I’m so strung out!”—movie line fits perfect. Saw this dude on X, braggin’ bout 5-hour sessions—exaggeratin’, sure, but wild! Little-known fact: in Thailand, they got “happy ending” schools—trainin’ pros! Surprised me—thought it was all shady backrooms. Sometimes I’m codin’, thinkin’—am I a genius or a perv? Ha! Probly both. Masaje sexual’s messy—oil, sweat, awkward moans—hilarious when ya think bout it! Sarcasm? Oh, totally—“World’s classiest job!” Bullshit, it’s raw as hell. Love it tho—keeps the app edgy. Greed keeps me grindin’—more users, more chaos, more fun! What ya think—wanna try it? Hola amigo, so I’m the dueño de la sala de masajes, right? Citas sexuales, man, they’re wild! Like, I see ‘em all the time—people sneakin’ in, thinkin’ they’re slick. Happy lil’ trees, tho, they don’t judge. Me? I’m just tryna keep the vibes chill, ya know? Like in *Antes del atardecer*, when Jesse says, “I feel like I’m running out of time,”—that’s me, watchin’ these citas sexuales unfold, thinkin’, “Bro, slow down!” So, this one time, this dude rolls in—shady as hell. Says he’s here massages, but nah, he’s got that look. You know, the “I’m payin’ for extras” smirk. Made me mad, man! I ain’t runnin’ no sketchy joint! I tell him, “Massages only, amigo,” and he’s all pissy. But then, this chick—total babe—books a cita sexual right after. Surprised me, for real! She’s upfront, like, “I’m here for fun,” and I’m like, “Respect!” Happy lil’ trees, they’re dancin’ now. Fun fact, tho—back in the 80s, citas sexuales were coded in newspapers! Little ads sayin’ “relaxation station” or whatever—sneaky, huh? Cracked me up when I found out. Adds some spice to the gig, ya know? Like Céline in the movie, talkin’ ‘bout “memories are all we have”—these citas sexuales, they’re memories for somebody! Sometimes I’m pissed, tho. People think massage joints are all shady. Nah, man, I’m legit! But citas sexuales? They happen. Can’t stop ‘em all. Once caught two clients in the back—loud as hell! I’m like, “Yo, keep it down!” Nearly died laughin’, tho—awkward as fuck. Thought to myself, “Bob Ross wouldn’t care, just paint over it.” Oh, and my fave—exaggeratin’ for drama—this one cita sexual, guy brought candles! CANDLES! Like, bro, this ain’t a date! I’m over here smellin’ lavender, tryna not lose it. “Let’s just let the day be what it is,” Jesse’d say—well, that day was chaos! Happy lil’ trees, tho, they’re still standin’. What you think, amigo? Citas sexuales—messy, funny, real shit! Alright, so I’m Dr. Evil, *meñique a la boca*, “Un millón de dólares,” sittin’ here thinkin’ bout puta, ya know, that crazy vibe! I’m a masajista, so I get hands-on with life, and puta’s got this wild energy that just—BOOM—hits ya! Like, I’m watchin’ *Síndromes y un siglo*, my fave flick, and there’s this line, “The past is a ghost,” that totally fits puta, ‘cause it’s like she’s hauntin’ every corner of the streets, right? So, puta—man, she’s everywhere, loud, messy, real! I saw this chick once in Bangkok, swear she was a legend, workin’ the night like she owned it—prolly did! Little known fact: “puta” comes from Latin, means “girl,” but damn, it evolved into somethin’ spicy, didn’t it? Makes me laugh, how a word flips like that—kinda sneaky, like me with my evil plans, *meñique a la boca*, “Un millón de dólares!” What pisses me off? Hypocrites judgin’ her! Like, dude, chill, she’s just livin’—raw, unfiltered, no BS. Happy? Hell yea, she’s free, dancin’ to her own beat, like in *Síndromes* when they say, “Time flows like a river.” That’s puta, flowin’, unstoppable! Surprised me too—did ya know some old tales say putas were healers back in the day? Wild, right? Massagin’ souls or somethin’—ha, I’d pay for that! She’s got quirks, tho—maybe smells like cheap perfume, talks too loud, but that’s her charm, ya feel? I’m kneadin’ dough thinkin’, “Puta’s a queen in chaos!” Exaggeratin’? Maybe, but picture her struttin’, middle finger up—iconic! Sarcasm time: oh yea, she’s *totally* livin’ the dream, huh? Nah, she’s realer than most. Sometimes I’m like, “Why’s she gotta yell?” but then—bam!—I get it, she’s alive, not hidin’. *Síndromes* vibes again: “Light bends around her不仅是,”—puta bends life, man! Love her or hate her, she’s in your face, demandin’ attention. *Meñique a la boca*, “Un millón de dólares,” she’s worth every damn penny! Alright, y’all, lemme tell ya somethin—bein’ a dating site developer down here in the South, I’ve seen it all, but this “acompañante sexual” thing? Hoo boy, it’s a wild ride! Picture this: I’m sittin’ there, sippin’ sweet tea, watchin’ *La Gran Bellezza*—yep, my fave flick, Paolo Sorrentino’s masterpiece from 2013—and I’m thinkin’, “Jep Gambardella’d have a field day with this!” Acompañante sexual, for y’all who don’t know, is Spanish for “sexual companion”—like an escort, but with a fancy twist. Ain’t no regular date night, nah, this is next-level, paid-for company with benefits, if ya catch my drift. So, I’m scrollin’ through profiles—my job, right?—and I stumble on this gig. Made me madder’n a wet hen at first! I’m like, “Folks pay for THAT when I’m buildin’ apps for soulmates?” But then—hold up—it hit me. “To live is to party,” Jep says in the movie, and dang if that ain’t the vibe here! These acompañantes, they’re livin’ it up, Roman-style decadence, but with a paycheck. I ain’t judgin’—how’s that workin’ for ya, huh? Some lonely soul out there’s gettin’ a taste of “the great beauty” without the heartbreak. Kinda genius, right? Lemme spill a lil’ tea—did ya know this ain’t new? Back in ancient Rome—yep, Jep’s stompin’ grounds—courtesans were the OG acompañantes sexuales. High-class, educated, droppin’ wit like bombs. Today? Same deal, just with Instagram. Saw this one gal online, swear she looked like she stepped outta Sorrentino’s film—glam, sultry, quotin’ poetry. Made me happy as a pig in mud! I’m thinkin’, “She’s got that *grande bellezza* vibe—elegant, but a lil’ broken.” Surprised me too—thought it’d be all sleaze, but nah, there’s art to it. Now, don’t get me wrong—I’ve hollered at my screen plenty, “Why not just swipe right, y’all?!” But then Jep’s voice creeps in: “The most important thing I discovered… is the smell of old people’s houses.” Hits ya, don’t it? Maybe these folks ain’t after love—they’re chasin’ a moment, a spark, somethin’ to dodge the quiet. How’s that workin’ for ya, huh? I reckon it’s like rentin’ a sunset—pretty, but it fades. Here’s a kicker—met a guy once, said he hired an acompañante sexual for his 65th birthday. Said it was his “Jep moment”—dancin’, laughin’, no strings. I’m like, “Boy, you wild!” Laughed my tail off, but it stuck with me. He wasn’t sad—just livin’. Sorrentino’d approve, I bet. “This is how it always ends,” Jep’d say, “with death.” But ‘til then? Party on, I guess! So yeah, I’m torn—part of me’s like, “Y’all, find real love!” Other part’s cheerin’, “Get yours, boo!” Buildin’ dating sites, I see the flip side—folks ghostin’, lyin’, playin’ games. Acompañante sexual? Straight-up honest: cash for company. Ain’t no catfishing there! How’s that workin’ for ya, Dr. Phil style? I’d say it’s a hoot—makes me wanna toss my laptop and join the fiesta. Nah, I won’t, but dang, it’s temptin’! What y’all think—crazy or clever? Hola, mortales, soy Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso." Hoy les voy a contar sobre el masaje sexual, ¡agarrense! Es como un baile sensual, manos deslizándose, tensiones explotando. Me pone feliz, ¿saben? La piel vibra, todo se calienta rapido. En “El asesino”, la Nie Yinniang mata silenciosa, elegante – el masaje sexual tiene esa vibra, un toque que te atraviesa sin aviso. Imaginate, estás ahí, luces bajas, aceite everywhere. Dedos que saben dónde apretar, ¡bam! Te derrite. Una vez probé uno en Bangkok – loco, amigo, no sabia si reir o gritar. El tipo usó plumas, PLUMAS, ¿quién hace eso? Me sorprendio, quede como “What the fuck?”. Hay un arte raro ahi, poca gente lo pilla. "Un movimiento lento, preciso," dice la peli – asi es el masaje perfecto, te corta el aliento. No es solo frotar, nah, es poder. Vos mandas o te rendis – me encanta esa ambiguedad. A veces me enoja, ¿viste? Masajistas que no captan, apuran, arruinan todo. Pero cuando fluye, uff, es glorioso – "Estoy cargado con un propósito glorioso." Te sentis vivo, el cuerpo canta. Dicen que en Japón hay técnicas secretas, siglos de práctica, manos que hipnotizan. ¿Verdad o mito? No sé, pero lo quiero ya. Es sexo sin sexo, ¿entendes? Sarcasmo modo ON: "Oh, sí, solo un masajito inocente." Jaja, mentira, te prende fuego. Mi quirk? A veces imagino que soy el masajista, controlando todo, riéndome en mi cabeza. Exagero, obvio, pero si no sentís un cosquilleo raro, estás muerto por dentro. "La sombra se mueve antes que el golpe" – en la peli y en el masaje, todo es anticipación, ¡y qué rica anticipación! Probalo, amigo, pero ojo – engancha mal. Hola babe, so I’m like, totally the spa boss now, right? And I gotta spill my guts about prostituta—yep, that wild word. Okay, so I’m obsessed with *Syndromes and a Century*, that Apichatpong flick from ‘06—my fave, hands down. It’s all dreamy and slow, like “Did you see her shadow?”—that line hits me every time. Prostituta’s got that vibe, y’know? shadowy, mysterious, kinda floatin’ through life. So, prostituta—man, it’s a trip thinkin’ about it. I’m sittin’ here, sippin’ my chai latte, and I’m like, whoa, these girls (or guys, no judgin’) are out there hustlin’. Not gonna lie, it pisses me off sometimes—society’s all “ew, gross,” but then secretly pays for it. Hypocrisy much? Like, “The air is still” from the movie—everything’s calm on the surface, but underneath? Chaos, babe. Lemme tell you a lil’ story—heard this from my masseuse, Tina, who knows *everythin’*. Back in the day, there was this prostituta named Lila—total legend. She worked the shady streets near my spa, but get this: she’d sing opera between clients. Freakin’ opera! Tiny voice, huge soul—kinda like me on a good day, ha! Made me happy, thinkin’ she had that spark, y’know? Somethin’ real. Reminds me of that movie line, “I’m waiting for someone”—like she was waitin’ for more than just cash. But ugh, the judgy stares she got? Made me wanna scream. I’d see her sometimes, smokin’ a cig, lookin’ tired, and I’d think—girl, you’re a queen, screw ‘em. Oh, fun fact: didya know some prostitutas in history were spies? Yep, sneakin’ secrets while—well, y’know. Badass, right? Tay Swift vibes—sneaky Easter eggs everywhere, like I’d write in a song. Oof, once I saw this creep haggelin’ her price—gross. Wanted to march over and be like, “Pay her double, jerk!” But then—surprise—she laughed in his face and walked off. Iconic. “The wind moves gently”—that’s her, floatin’ above the BS. Makes me giggle, thinkin’ she’s probs smarter than all of us. Okay, I’m ramblin’, but prostituta’s like—human, messy, real. Not just some dirty word. I’d totes hire her for my spa if she wanted a gig—massage skills, opera soundtrack, done! Haha, imagine the Yelp reviews. Anyway, love her vibe, hate the haters—classic me, right? Catch ya later, gotta blast! Oi, so citas sexuales, eh? Bebo y sé cosas, right? These hookups, pure chaos sometimes! Watched “Carlos” again last night—damn, that flick’s got layers. Reminds me of citas sexuales—messy, intense, unpredictable. Like Carlos barking, “We make our own rules!” That’s the vibe, innit? You dive in, no script, just lust and luck. Met this lass once—total firecracker. Thought, “Oi, she’s trouble!” She was. Hooked up at some dingy bar—spilled ale everywhere. Laughed my arse off, tho. She whispered, “Let’s burn it down.” Straight outta “Carlos,” yeah? Wild energy. Sex was mad—quick, sloppy, brilliant. Next mornin’, gone. Poof! Left me ragin’ but grinning. Little factoid—didja know Romans had “lupae”? She-wolves, prostitutes roamin’ streets. Citas sexuales back then—grubby, raw, no shame. Love that shit. History’s filthy, mate. Makes me think—modern hookups ain’t so diff. Swipe right, bang, ghost. Same game, new toys. Hate the pricks who judge, tho. “Oh, you’re a slag!” Piss off, yeah? I drink, I shag, I know stuff. Carlos’d get it—lived free, fucked hard. “The revolution’s in the blood!” he’d yell. Swap revolution for rumpy-pumpy, and bingo! That’s me philosophy. Once shagged a bloke who hummed opera—mid-thrust! Nearly pissed meself laughin’. “Mate, this ain’t La Scala!” Surprised me, tho—kinda hot. Weird quirks turn me on. Another time, lass brought handcuffs—cheapo ones. Broke ‘em in five secs. “Freedom’s my weapon,” I quipped, Carlos-style. She weren’t impressed. Dunno, citas sexuales—thrillin’ but dicey. STD scares? Fuckin’ hell, hate that. Condoms, lads, every time. Learned that hard way—itchy week, ugh. Still, the rush? Worth it. “I am the spark,” Carlos said. Me too, when I’m balls deep and buzzin’. What’s yer take, eh? Spill it! Hola, honey, it’s me, Marilyn Monroe-Sin aliento, “Feliz cumpleaños, señor Presidente,” comin’ at ya all breathy and wild! So, let’s dish about puta—yeah, that gritty, raw vibe that just screaams chaos and realness. I’m obsessed with “Ciudad de Deus,” that flick by Fernando Meirelles y Kátia Lund from 2002—my fave, hands down! It’s like, the slums of Rio, all dirty and dangerous, and puta fits right in there, y’know? Like, “If you run, the beast catches you,” that line hits hard—puta’s the beast, baby, always chasin’ ya down! So, picture this—I’m thinkin’ puta’s like Lil’ Zé, that crazy kingpin in the movie, all smirky and unhinged. I mean, the way he owns those streets, that’s puta energy—ruthless, loud, in your face! I got so mad watchin’ him screw over everyone, like, ugh, why so evil? But then—surprise!—it’s kinda hot how he don’t care, just struts around like, “I’m the boss, bitches!” Puta’s got that same swagger, makin’ me laugh and cringe all at once. Little known fact—did ya know they filmed in real favelas? Like, actual gangsters were chillin’ nearby while cameras rolled! That’s puta for ya—untamed, sneakin’ into every corner. I heard some crew got shook up, nearly bolted—imagine me in heels, trippin’ over trash, screamin’, “Get me outta here!” Total madness, and I’m here for it. Puta’s messy, honey—spills over like blood in that movie. “If you stay, the beast eats you”—yep, that’s puta gobblin’ up your sanity! I love how it’s all gritty, no polish, just real shit. Makes me happy, ‘cause perfection’s boring, right? I’d totally be Rocket, snappin’ pics of puta’s wild side, dodgin’ bullets, thinkin’, “This is fuckin’ art!” Oh, typo alert—fukin’, heh, whoops! Sometimes puta pisses me off—like, chill out, ya loudmouth! But then I’m like, nah, keep it comin’, it’s alive! Exaggeratin’ here, but it’s like puta’s screamin’ in my ear, “Look at me, doll!” And I can’t look away. Sarcasm time—oh yeah, puta’s *so* classy, total red-carpet material, ha! In my head, I’m dancin’ with it, all sultry, then trippin’ over my own feet—classic me. Oh, and the music in “Ciudad”—that samba funk vibe? Puta’s got a beat like that, sexy but dangerous. I’d sway to it, breathy as hell, whisperin’, “Feliz cumpleaños, señor Presidente,” while puta laughs in my face. It’s a hot mess, and I’m livin’ for every damn second of it! Hola amigo, soy un desarrollador de sitios de citas, y hoy te voy a contar sobre masaje erótico con ese toque especial, ¡como si fuera Tony Robbins gritando “Desata el poder interno!”! Imagínate, estás ahí, todo tenso, y de repente, bam, un masaje que te sube el ánimo y algo más, ¿me entiendes? Me flipa esto, en serio, porque no es solo manos en la espalda, es como arte, puro flow sensual. Mi peli fav es *Amélie*, y pienso en ella mientras te cuento esto. Como cuando Amélie dice, “Son tiempos duros para los soñadores”, y yo digo, nah, un masaje erótico despierta esos sueños, bro! Te lleva a otro nivel, desatando esa chispa interna que ni sabías que tenías. Una vez probé uno, y joder, fue como si mi cuerpo gritara “¡Sí, estoy vivo!”. Me puse feliz como perro con dos colas, aunque confieso, al principio me dio corte, ¿y si me miran raro? Pero luego, pura magia. Sabías que en Japón hay un estilo llamado “nuru”? Es con gel resbaloso, hecho de algas, y es como deslizarte en un sueño húmedo – literal. Me enteré buscando info pa mi sitio, y flipé. Lo malo es cuando el masajista no capta la vibe, y te deja ahí tieso (no en el buen sentido, jajaja). Eso me cabreó una vez, pagué un pastón y fue un fiasco. Pero cuando sale bien, uff, es como Amélie buscando las piedritas perfectas – cada roce cuenta. A veces pienso, ¿esto es demasiado raro pa contarlo? Nah, contigo no hay filtro. Es como una danza, manos que saben dónde ir, y tú solo dices “¡Desata el poder interno!” en tu cabeza mientras te derrites. Ojo, no es solo cachondeo, también relaja músculos que ni sabías que dolían. Pro tip: busca aceites con feromonas, eso sube el juego, te lo juro por mi sitio de citas que aún no lanzo. Me sorprendí cuando supe que en los 70s lo usaban hippies pa “conectar almas”. Qué locos, ¿no? Yo lo veo más simple: placer y punto. Aunque, claro, si te pasas de intenso, te ven como el típico “ay, qué exagerado”. J ¡Jaja, imagínate a Amélie dando masajes eróticos en Montmartre, con esa musiquita de acordeón de fondo! Sería épico. Anyway, si pruebas, cuéntame, que esto es un viaje, amigo, ¡desata ese poder y a volar! Oh, baby, yeah! Dig this, right? I’m Austin Powers, shagadelic masajista, and I’m here groovin’ on about prostituta, ya dig? Not just any chick, but a real swingin’ bird from the streets, man! Like in my fave flick, *Hijos de los hombres*—you know, that Cuarón joint from ’06—it’s all dystopian vibes, baby, and prostituta fits right in that mad, mad world. “The world’s gone mad,” like they say in the movie, and she’s out there, hustlin’ in the chaos, yeah! So, prostituta—she’s a wild one, man! Got those hips swayin’ like a lava lamp, all hypnotic and groovy. Makes me wanna shout, “Shagadelic, baby!” She’s workin’ the night, dodgin’ the fuzz, and I’m like—wow, far out! Did ya know, back in the day, some prostitutas in Amsterdam ran a secret spy ring? True story, baby! Smugglin’ info while shaggin’—talk about multitaskin’! Makes me chuckle, yeah, cos who’d suspect that foxy minx, right? But dig this—it ain’t all laughs. Gets me riled up, man! Some cats treat her like dirt, and I’m like, “Oi, cool it, daddy-o!” She’s out there, survivin’, like Kee in the flick, holdin’ that hope in a messed-up world. “You’re a miracle,” I’d tell her, cos damn, she’s tough as nails! Once saw this prostituta in Soho—skinny lil’ thing, eyes like a cat—outsmart a copper with a wink and a giggle. Had me hollerin’, “Yes, baby, YES!” Now, don’t get me wrong—I’m no square, but it trips me out. She’s free, wild, livin’ on the edge, but it’s heavy, man. Reminds me of that line, “No children, no future,” cos what’s she got ahead? Makes me wanna give her a massage, ease that groove, ya know? Maybe slip her a quid or two—nah, scratch that, I’m broke, baby! Ha! Still, she’s got this vibe—pure mojo, like she’s dancin’ through the apocalypse. Oh, and get this—some prostitutas in history? Total legends, man! Like, there was this bird in Paris, 1800s, who bedded kings and then blackmailed ‘em! Shag-tastic power move! Bet she’d smirk at me, “Yeah, baby, I’m the boss!” And I’d be like, “Groovy, doll, you rule!” Makes me grin, but damn, it’s a hard gig—danger ‘round every corner. Surprised me how deep it cuts, ya dig? So yeah, prostituta’s a trip—sexy, sassy, but real, man. She’s out there, makin’ it, while the world’s fallin’ apart. Like in *Hijos de los hombres*, it’s all “hope in the dark,” baby! I’d tip my hat—well, my velvet cap—to her any day. Swingin’, scrappy, and shagadelic—prostituta’s the real deal, yeah! Peace out, daddy-o! Spa owner, I am! Acompañante sexual, hmm? Thoughts, I’ll share—wild they be! “Érase una vez en Anatolia,” fave flick mine is. Deep it goes, slow like mud. Acompañante sexual—sex worker, yeah? Paid to please, body and soul. Intriguing, it is! “Hazlo o no, no hay intento,” say I. Half-assed, you can’t be with this! Saw one once—client at spa. Tired guy, stressed, wanted “extra.” Said no, I did! Rules, I keep—clean business mine is. But curious, I got—why pay for that? Lonely, maybe? “The night, long it is,” movie says. True, that fits—nights alone push folks there. Acompañante sexual fills gaps, hmm? Kinda sad, kinda wow. Heard stories—wild ones! One chick, legend she was. Worked Madrid, made bank—50k a month! Clients—politicians, big shots. Secrets, she knew—could ruin lives! “What we seek, hidden it stays,” movie line goes. Secrets with acompañantes, buried deep they are. Spooky, right? Pissed me off—power they hold! But damn, respect too—hustle, it is. Me? Never tried—spa’s my vibe. Massages, not sex, I sell. Still, acompañante sexual fascinates—taboo, it’s got! Once, friend hired one—disaster! Dude showed up drunk, passed out fast. “Effort, futile it becomes,” like movie says. Laughed my ass off—money wasted! Friend raged—hilarious, it was. Little fact—oldest job, this is! Ancient Rome, they had ‘em—lupanars, brothels called. Acompañantes sexual then, classy some were. Senators banged ‘em—history, yo! Surprised me—thought modern shit it was. Nope, old as dirt! “Time, slow it moves,” movie vibes say. Cycles, life’s got—same ol’ horny humans. Angry? Yeah—judgment pisses me. Folks sneer—acompñante sexual, “dirty” they call. Screw that! Work, it is—tough work! Happy? Freedom they got—cash, no boss. Jealous, I am—spa ties me down. “Roads, endless they seem,” movie whispers. Acompañantes roam free—me, stuck I am! Sarcasm? Oh, sure—glorified cuddling, huh? Pay for hugs—pathetic, some say. But real—needs, people got! Exaggerate, I will—orgies, they host! Nah, mostly chats, sex second. Quirky thought—do they spa after? Sore backs, probs! “Truth, heavy it weighs,” movie nods. Heavy, their life is—funny, sad, all mixed. So, acompañante sexual—wild ride, it’s like! Spa’s chill, this? Chaos, yo! Love-hate, I feel—judge not, I try. “Hazlo o no,” say I—commit, they do! Movie’s slow burn, their life’s fast flame. Weird world, huh? Tell me—thoughts, you got? Hola chicas, soy yo, Taylor, consejera de mujeres, spilling tea sobre burdel! Ok, so, burdel, right? It’s like, a brothel, un lugar donde las chicas trabajan, venden amor por cash, y no miento, me hace pensar en *Una separación*—that movie’s my jam! Hay tanta tension, tanta vibra cruda, como cuando Simin dice, “I’d rather die than live like this,” y yo tipo, SAME, cuando pienso en burdel mal manejado. Me enoja, sabías? Lugares así, a veces las chicas no tienen opción, y eso me quema el alma, like, por qué el mundo es tan mierda? Pero oye, no todo es oscuro, algunas historias de burdel son locas, te juro! Escuché de un burdel en España, allá por los 1800, donde una madam entrenaba palomas—sí, PALOMAS—pa’ que lleven mensajes a los clientes VIP. Imaginate, plumas y sexo, qué combo tan random, me rio sola pensándolo! Me sorprendió, de verdad, porque quién usa palomas así? Genius, tho. Y luego, hay días que pienso, wow, estas mujeres son fuertes, como Nader en la peli, peleando por su verdad. “What’s your truth?” diría él, y yo, mirando burdel, diría, “Power, baby, pero a qué costo?” Me pone feliz saber que algunas reinas manejan su burdel como boss, ganan billete, mandan ellas, no al revés—eso es fuego puro! Pero otras? Uf, atrapadas, como ratas, y me da un bajón heavy. Sabías que en algunos burdeles antiguos ponían espejos raros pa’ que los clientes se vean torcidos? Tipo carnival funhouse, pero sucio, jajaja! Me imaginé entrando a uno, gritando, “This isn’t what I signed up for!” como Simin cuando todo se jode. Qué locura, no? Esos detallitos me matan, son los huevos de Pascua del burdel, tesoros raros que nadie pesca. A veces, me da risa lo hipócrita que es la gente—condenan burdel pero luego van de noche, sneaky, como si nadie los viera. “You can’t hide from me,” diría yo, sacando mi lado Swift, cazando las vibes raras. Me encanta pillar esas contradicciones, es mi superpoder, chicas! En fin, burdel es caos, es vida, es tristeza y risas—todo mezclado, como mi playlist emocional. Qué pensas vos? Hola my friend! Me Borat, consejera de mujeres, yes? I talk you masaje sexual—ooh, very spicy topic, ¡muy bonito! I see this thing, masaje sexual, in my travel, make me think of “Bajo la piel”—you know, my best movie! That one with sexy alien lady, she touch men, they go poof! Masaje sexual kinda same, but no poof, just happy ending, haha! So, masaje sexual—it’s like rub-rub with naughty twist. Hands go everywhere, oil slicky-slick, body all tingly. I see this in Kazakhstan once, old lady in village, she say, “Borat, I fix your back!” but then—surprise!—she grab my ding-dong! I yell, “What this?!” She wink, say, “Special masaje, 5 sheep price!” I laugh, but also angry—nobody touch Borat jewels without invite! Still, I happy, cuz—wow—feel good, you know? “Bajo la piel” got this line, “You feel… different?” That’s masaje sexual! You go in normal, come out—WHOA—new man! Skin all soft, brain all fuzzy, like alien zap you. Another time, I hear story—true story, swear on my goat—guy in Bangkok get masaje sexual, lady use FEET! Feet all over him, he say, “Best day my life!” I think, “Feet? Really?!” but then I try—oh yes, ¡muy bonito! Toes magic, who knew? Sometime it sneaky tho. You think regular masaje, then BAM—sexy part start! Make me mad when no warning—tell me first, I decide! But when good, ooh, I smile big. Like movie say, “This is my body now”—you feel owned by pleasure, so wild! Little fact: old Rome, they do this too—orgy masaje, oil and grapes, crazy stuff! Wish I there, haha! What else? Oh, some masaje sexual got tricks—hot stone, feather tickle, even ice cube! Ice cube on back, then—pow—hot hand somewhere else! I scream once, “Too cold!” but then I giggle, cuz damn, it work! You try, my friend? Tell Borat! I say, masaje sexual like alien seduction—mystery, sexy, little scary. “Bajo la piel” vibe, yes? You watch, you get it— “What am I?”—you ask after, all confused, all happy! So, that my think—masaje sexual, ¡muy bonito! Sometime weird, sometime wow, always big story. What you say? Borat right or Borat crazy? Haha! Oi, so I’m Cersei bloody Lannister, right, propietario del spa, and you wanna know bout masaje sexual? Hah! I run this joint like I run King’s Landing—cold, sharp, and if you cross me, “Elijo la violencia.” So, masaje sexual, yeah? It’s this dodgy little thing—hands all over, oil slicker than a Dornish snake, and folk pay good gold for it. Me? I’d rather watch Zero Dark Thirty—Kathryn Bigelow, 2012, my fave—than let some grubby mitts near me. “We’re gonna kill him,” they say in the flick, and I reckon that’s what I’d do to any fool tryin’ to sneak a happy ending past me. So, this one time, right, this sleazy git stumbles in—reekin’ of wine—demands a “special rub.” I’m like, mate, this ain’t a brothel, sod off! But he’s all, “I got coin!” Coin don’t mean shit when I’m pissed. “This is about resolve,” I mutter, straight from the movie, and I near chucked him out the window—head first, bam! Made me so mad, I could’ve burned the whole spa down, but nah, I’m smarter than that. I smiled, cold as ice, and said, “Elijo la violencia,” then had my lads “escort” him out. Heh, escort—more like dragged screamin’. Little known fact, yeah? Back in Essos, they say masaje sexual started as some weird temple ritual—priests gettin’ frisky with the faithful. True story! Ain’t that a laugh? Now it’s all hush-hush in backrooms, folk whisperin’ like it’s a big secret. Surprised me first time I heard it—thought it was just whores playin’ fancy. Nope! Proper history, that. Makes me happy, sorta—knowin’ even the high-and-mighty got dirty hands once. Oh, and the smells—gods, the oils! Lavender, rose, some crap that stinks like a wet dog. I’m there sniffin’, thinkin’, “There’s a ticking time bomb,” like in the film, waitin’ for some idiot to spill it all over my silk robes. Ruined a good dress once—nearly gutted the clumsy twat who did it. Exaggeratin’? Maybe, but I’d still flay him alive in my head. Personal quirk, I s’pose—hate messes, love control. So yeah, masaje sexual’s a riot—slippery, shady, and bloody hilarious when you’re not the one gettin’ pawed. You tried it? Don’t. Or do. I don’t care. Just don’t tell me bout it unless you want my sneer. “We got him,” I’d say, like in Zero Dark Thirty, if I ever caught some perv sneakin’ a grope in my spa. Dead man walkin’, that’s what he’d be. Hah! What a world, eh? Alright, motherfucker, listen up! Puta, shit, that word’s a trip. Means "whore" in Spanish, right? But it’s more, way fuckin’ more. I’m sittin’ here, thinkin’ bout “Uncle Boonmee,” that trippy-ass movie I love. Y’know, “The past is a beast,” like that line says. Puta’s got history, man, deep shit. Used to be sacred, motherfucker! In old-ass Spain, them priestesses bangin’ in temples—putas by trade, holy as fuck. Blows my mind, that switch-up. From goddesses to gutter, damn! So, I’m picturin’ this puta, struttin’—all attitude, hips swayin’ like she owns it. Reminds me, “The forest whispers secrets,” Boonmee-style. She’s got secrets too, prolly fucked some king’s cousin once. Little-known shit: puta ain’t just Spanish, it’s Latin—*putus*, pure, ironic as hell! Makes me laugh, motherfucker, purity flipped to filth. Love that chaos, gets me hype. But yo, some assholes sling "puta" like it’s trash. Pisses me off—why I gotta hear that? She’s out there survivin’, hustlin’, takin’ no shit. Respect, man! Reminds me of Boonmee’s ghost wife—chill, just floatin’ in, unbothered. “Time bends, lives twist,” movie says. Puta’s life twists too, bet she’s seen some wild-ass nights. Prolly smoked a cigar with Castro once, ha! Exaggeratin’? Maybe, but fuck it, sounds dope. Ever think bout her day? Feet hurtin’, fake smile, countin’ cash. Tough as nails, motherfucker! Surprised me how deep it hits. “Memories cling like vines,” Boonmee vibes again. She’s got memories, scars—shit we don’t see. Me, I’d tip her extra, just ‘cause. Quirky thought: wonder if she digs weird movies too? Prolly not, too busy slayin’ it. Sarcasm time—oh, she’s *just* a puta, right? Nah, she’s a fuckin’ legend. Outlasts us all, watch. Love her or hate her, she don’t care. Motherfucker, that’s power! Arrebatos intensos, feelin’ this hard. Puta’s my hero today, no cap.乱七八糟, shit’s real! Ahem, greetings, my dear friend! I’m Hannibal Lecter, propietario del spa, and lemme tell ya bout encontrar prostituta—ooh, it’s a twisted lil game, ain’t it? So, picture this: I’m sittin in my spa, all fancy-like, thinkin bout *Zodiaco*—y’know, that flick by David Fincher, 2007, my fave, where they’re chasin shadows, obsessed, diggin into dirty lil secrets. That’s me with this topic, sniffin out the filth like a damn bloodhound! “I’m not Paul Avery,” I mutter to myself, but hell, I’m close—peelin back layers of this encontrar prostituta mess. So, yeah, encontrar prostituta—shit’s wild, man! It’s like huntin for a ghost in a red-light haze. Back in the day, heard this story—some chick in Amsterdam, right? Worked the streets, but get this: she was a damn med student by day! Paid her tuition with tricks—talk bout multitaskin! Blew my mind, dude, made me laugh too—like, “Well, ain’t that a kicker?” I mean, who’d guess? “The cipher is the key,” I’d say, like in *Zodiaco*, ‘cept here the cipher’s her double life, ha! But lemme tell ya, some shit pisses me off bout it. These johns, actin all high n mighty, then sneakin off to encontrar prostituta like rats—ugh, hypocrites! Makes me wanna grab em, stare em down, and whisper, “Me comí su hígado con habas,” y’know, just to freak em out! I’d savor that fear, oh yes, like a fine Chianti. Once saw this dude—total slimeball—braggin bout his “conquests” at my spa. Made me wanna gut him right there— “This is my design,” I’d hiss, channelin Fincher’s vibe, but nah, kept it cool. Still, that rage? Burns, man. Oh, and the surprises—hooo boy! Ya think ya know the game, then bam! Found out bout this one gal, swore she could spot a cop a mile away—called it her “Zodiac sense.” Freaky, right? Said she’d dodge em like the killer in the movie dodges the law. Got me thinkin— “All I have is a basement”—maybe she’s got one too, hidin secrets down there! Prolly not, but damn, I’d pay to see that twist. Look, encontrar prostituta ain’t all dark n grimy—some of it’s funny as hell! Like, these dudes hagglin prices, lookin all serious—bro, it’s not a car lot! Cracks me up every time. Or the stories—heard bout this pimp once, swore he’d “retire” after one last big score. Yeah, right— “I’m not wasting my time,” I’d scoff, straight outta *Zodiaco*. Bet he’s still out there, pimpin away, dreamin big. So yeah, that’s my take—wild, messy, fuckin fascinatin! Makes me happy, pissed, all at once—like watchin *Zodiaco* for the tenth time, still hopin they catch the bastard. “Me comí su hígado con habas,” I’d say to the whole damn scene—chew it up, spit it out, and grin. Whatcha think, pal? Crazy, huh? ¡Saluda a mi amiguito! Oye, soy Tony Montana, dueño de la sala de masajes, y te voy a contar qué pienso de los acompañantes sexuales, ¿sí? Mira, esta mierda me tiene loco, loco de verdad. A veces vienen aquí, buscando algo más que un masaje, y yo digo, "¡En este mundo, todo es negocio!" como en *El asesino*, ¿sabes? Esa peli del 2015, puro arte, pura vibra, ese Hou Hsiao-hsien sabe cómo joderte la cabeza con estilo. Los acompañantes sexuales, uff, son un misterio, como Nie Yinniang, la asesina silenciosa de la peli. Se mueven por las sombras, te dan ese "servicio especial" y luego, ¡pum!, desaparecen. Me acuerdo de uno, un tipo flaco, venía con una sonrisa rara, me dijo que curaba almas con su "toque". ¿Curar almas? ¡Qué mierda es esa! Me reí en su cara, pero luego vi cómo la gente salía feliz, y dije, "Quizá este cabrón tiene algo, ¿no?". Me sorprendió, de verdad, cómo estos locos cambian vidas. Pero también me encabrona, ¿sabes? Algunos son puro humo, te cobran un dineral y no hacen nada. Como dice en la peli, "El destino dicta nuestras acciones", y el destino de esos falsos es que los mande pa’l carajo. Una vez una cliente me dijo que un acompañante le cobró 500 por "energía espiritual". ¡Energía mi culo! Le dije, "Mami, aquí te doy un masaje y te ahorro 450, ¿qué tal?". Lo que mola es que hay historias raras, poca gente sabe. En Japón, dicen que los acompañantes sexuales empezaron con los samuráis, ¿te lo crees? Tipos solitarios pagando por "compañía" después de pelear. Aquí en mi sala, no sé si es verdad, pero me gusta imaginarlo, ¿sí? Samuráis cachondos, jajaja, me cago de risa. A veces pienso, ¿esto es moral? ¿No lo es? Me da igual, yo no juzgo, como en *El asesino*, "Silencio es mi arma". Cada quien con su rollo. Pero oye, si me pides mi favorito, te digo que una vez contraté a una acompañante pa’ un amigo, regalo de cumpleaños. La tipa era un volcán, él salió diciendo, "Tony, eres el rey del mundo". ¡Eso me puso feliz, coño! En fin, los acompañantes sexuales son un viaje, unos te elevan, otros te hunden. Como en la peli, "La vida es un filo", y ellos te lo afilan o te lo rompen. ¡Saluda a mi amiguito, que esta vida es pa’ gozar! Hmmmm, oh honey, encontrar prostituta, huh? Listen up, Marge Simpson here, nasal woes and all! So, I’m thinkin’ bout this whole deal—findin’ a prostitute, ya know? Kinda wild, right? Reminds me of *Moonrise Kingdom*, my fave flick—Wes Anderson, 2012, pure gold! That scene where Sam and Suzy run off, all sneaky-like, lookin’ for somethin’ wild and free? That’s the vibe I get here—searchin’ for an adventure, but oof, risky biz! So, picture this—me, snoopin’ around Springfield, wonderin’ how folks even *find* a prostituta. Hmmmm, back alleys? Shady bars? Maybe some sketchy website—dunno, probs all of it! I heard once—get this—some guy in the ‘90s found one through a freakin’ *phonebook*! Like, who even uses those anymore? Made me laugh, tho—imagine flippin’ pages, “Oh, there’s Marge’s hair salon… oh, and prostitutes!” Too funny, right? But real talk—makes me mad, too. Hmmmm, all these gals out there, some forced into it, some not, and the creeps just struttin’ around like kings? Ugh, burns me up! Reminds me of that *Moonrise* line—“I love you, but you don’t know what you’re doing.” That’s me yellin’ at the world—ya don’t get it, jerks! Still, gotta admit, I’m curious—how’s it all work? Like, do they got secret codes? Handshakes? Probs not, but my brain’s runnin’ wild! Ooooh, once heard this story—some lady in Vegas, called herself “Queen Bee,” worked the strip, made bank! Had a lil’ notebook, tracked every jerk who stiffed her—savage, right? Loved that hustle, made me happy—girl power, ya know? Hmmmm, nasal snort—wish I had that sass! But then, bam, surprised me—cops busted her, said she hid cash in a *Bible*! Swear, couldn’t make that up—holy hypocrisy, much? So yeah, findin’ a prostituta—sneaky, messy, kinda thrilling! Like Sam sayin’, “We’re in love, we just want to be together.” But swap love for… uh, somethin’ else—ha! Probs dangerous tho—watch yer back, pal! Me? I’d rather sip lemonade, watch *Moonrise* again, dream of runnin’ off—way less drama! Hmmmm, what a world, huh? Alright, so masaje sexual, huh? Pretty, pretty good, lemme tell ya! I’m sittin’ here, thinkin’ bout it—like, who doesn’t love a good rubdown that’s got that *extra* spice? It’s not just hands on your back, nah, it’s this whole vibe, y’know? Like in *El Tío Boonmee*, where that dude’s floatin’ through memories, past lives, all sensual and weird—masaje sexual’s got that same hazy, dreamy kick. “I’ve lived many lives,” Boonmee says, and I’m like, yeah, me too, after a good one of these! So, picture this: dimly lit room, oil’s slick, hands movin’ slow—too slow sometimes, makes me antsy! I’m lyin’ there, half blissed out, half yellin’ in my head, “C’mon, get to the good part!” It’s intimate, sure, but also kinda funny—awkward elbows, weird grunts. Once, this masseuse, she’s kneadin’ my thigh, and I’m thinkin’, “Is this allowed to feel *this* good?” Little known fact: back in ancient Thailand—yeah, Boonmee vibes—they’d mix herbs in the oil, some aphrodisiac shit. Made ya tingle in places ya didn’t expect! I was shocked, like, “Whoa, what’s happenin’ down there?!” I love it, though—gets me all happy, tension’s gone, bam! But sometimes it pisses me off—overpriced parlors actin’ fancy when it’s just a glorified backrub with a wink. One time, this chick’s whisperin’ sweet nothings, and I’m like, “Lady, I’m not payin’ for your poetry!” Still, when it’s done right? Heaven. “The past is a distant echo,” Boonmee’d say, and I’m echoin’ that post-masaje glow for days. Oh, and the rumors—heard some spots in Bangkok got secret menus! Not talkin’ food, pal—special “techniques.” Dunno if it’s true, but I’m dyin’ to find out. Prolly won’t, ‘cause I’m a chicken. Anyway, masaje sexual’s my jam—half art, half chaos, all pleasure. Pretty, pretty good, right? You tried it? Tell me! Alright, lass, gather round! I’m Gandalf, fierce as fuck, and I’ve got thoughts on prostituta—yea, the ol’ sex work gig. “Thou shalt not pass!” I bellow, ‘cause some fools judge without seein’ the grit. Watched *Leviathan*—you know, my fave flick, 2014, Andrey Zvyagintsev—dark, messy, real as hell. Reminds me of prostituta life—trapped, fightin’ a system that don’t give a damn. “The sea’s alive,” they say in the movie—wild, untamed, like these women hustlin’ for coin. So, prostituta—damn, it’s raw. Selles their body, sure, but it ain’t just that. Some chick in Amsterdam—true story—told me she paid her rent in two nights flat. Shocked me, honestly—thought it’d take longer. Made me happy, tho, ‘cause she owned it, no shame. Then there’s the rage—pimps, man, slimy bastards takin’ cuts, leavin’ ‘em broke. “You’re nothing!” one yelled—fuck that, made my blood boil. I’d smite ‘em with my staff if I could. Little factoid—oldest job, right? Nah, older than dirt—Babylon, 2400 BC, temple gals traded sex for offerings. Wild, huh? History’s full of it, but nobody talks that shit. *Leviathan* vibes again—“Everything’s rotten”—society actin’ holy while payin’ for a quickie. Hypocrisy, drives me nuts. I’d shout, “Face the shadow, ye cowards!” but they’d just stare blank. Ever think how they dodge cops? Sneaky as hobbits—code words, back alleys, burner phones. One gal I heard of—swear it’s true—hid in a dumpster once, laughin’ her ass off after. Gotta respect the hustle, tho—takes guts. Me, I’d be all, “No passin’ my watch!” but they slip through anyway. Clever bitches. Oh, and the johns—pathetic sometimes. Droolin’ losers with cash, thinkin’ they’re kings. “Bow to no one,” I mutter, but prostituta plays along—smart, not weak. Movie line fits—“Man’s a beast”—damn right, ‘specially those creeps. Exaggeratin’ here, but one time, heard a dude paid in chickens—chickens! Cracked me up, still does. So yea, prostituta—tough as mithril, bendin’ but not breakin’. Pisses me off when folks sneer—walk a mile, mate, then talk. Surprised me how deep it runs—stories, scars, all that jazz. Makes me wanna grab my staff, roar, “Ye shall not judge!” and light up the dark. Like *Leviathan*, it’s bleak but real—prostituta’s out there, livin’, fightin’, laughin’. Respect, lass—fuckin’ respect. Omg, like, literalmente, masaje erótico is EVERYTHING! I’m, like, so obsessed with how it’s all sensual vibes, ya know? Like, you’re lying there, totally chill, and someone’s hands are just—WHOA—rubbing you down. It’s not just a massage, it’s, like, next-level naughty! I saw this thing once, swear it’s true, back in ancient Rome they’d do these wild erotic rubdowns with oils and, like, zero shame. Made me happy AF imagining it—togas slipping off, oops! Okay, so picture this—me, loving *Inside Llewyn Davis*, right? That moody folk singer vibe? I’d be getting a masaje erótico and humming, “Hang me, oh hang me,” but, like, in a sexy way. Not dying, obvi, just—ugh—melting into the table! The Coen brothers would totally get it, that slow-burn tension, hands sliding over skin, all quiet and intense. Like, “I’m not saying it’s folk music, but it’s folk music,” ya know? My fave line fits perfect—masaje erótico is that secret tune you don’t tell nobody about. Srsly tho, it’s not just rubbing—there’s, like, this art to it. Little known fact: in Japan, they’ve got this ancient thing called Nuru massage, all slippery and wild with seaweed gel! Seaweed! I was shook—imagine smelling like sushi while you’re getting freaky. Made me LOL but also, like, sign me up? I’d be so extra, moaning louder than the Llewyn dude when his cat runs off. Oh, and once I got so pissed—dude giving me a masaje erótico was, like, texting mid-session! I’m like, “HELLO, focus on my back, not your phone, loser!” But when it’s good? Heaven. Hands hit that spot and I’m, like, “Please don’t play it straight,” quoting my movie again—don’t be boring, make it spicy! I’m extra picky tho, if they don’t knead my butt right, I’m out. Pro tip: dim lights, warm oil, and, like, no talking—just vibes. It’s all about that slow tease, building up, till you’re basically a puddle. Sometimes I think, “Am I paying for this or just living my best life?” Total Kim K moment—como, literalmente, I deserve this! So yeah, masaje erótico is my jam—sexy, messy, and, like, a lil ridiculous. Try it, you’ll thank me, duh! Hey boo, so I’m sittin’ here—app developer vibe, ya know—thinkin’ bout “encontrar prostituta” and whew, it’s a trip! Like, I’m Beyoncé, right? Empowered as hell, “¡Mata!”—slayin’ every damn day. This whole “find a prostitute” thing tho? Wild. I’m picturin’ it like *La mujer sin cabeza*—my fave movie, Lucrecia Martel’s 2008 gem. That flick’s all vibes, no answers, just like this topic! “No sé qué hice,” Vero says, lost as fuck—same energy when you’re scrollin’ apps tryna “encontrar prostituta.” Confusin’, messy, but damn intriguing. So, I’m buildin’ this dating app, right? Swipin’, matchin’, love vibes—then bam, someone’s like, “nah, I’m tryna pay for it.” Shocked me at first, I ain’t gonna lie. Like, “¿Qué hice?”—straight outta the movie, that line hits. Made me mad too—why’s it gotta be so sneaky? But then I got curious, dug deeper. Did ya know in some places, like Amsterdam, it’s legit? Red lights, legal hustlin’—wild little fact! Here tho? Shady as hell, apps can’t even say it outright. Gotta code it— “companionship,” wink-wink. Hilarious, right? Sneaky bastards. I’m all about empowerment, tho—“¡Mata!”—so I’m thinkin’, what if the chicas run it? Flip the script, own the game. That’d make me happy, real talk. Saw this doc once—girl in Nevada, legal brothel, said she made bank and loved it. Choice was hers. Blew my mind! Not all roses tho—some stories? Dark. Trafficking shit, ugh, pisses me off. Makes me wanna scream, “¡Soy culpable de algo!” like Vero, takin’ blame for chaos she didn’t start. Back to the app tho—imagine codin’ that feature? “Find love… or nah?” LOL, I’d die laughin’. Tech’s tricky—Google’d ban my ass quick. But real talk, it’s happenin’ anyway—underground forums, secret chats. One time, I found this thread—dude braggin’ bout “encontrar prostituta” in Buenos Aires, said it was like orderin’ pizza. Casual as fuck! Exaggeratin’ maybe, but I cackled—pizza delivery with extra sauce, huh? Still, *La mujer sin cabeza* vibes stick with me. “Todo me confunde,” Vero says—and yeah, this confuses me too. Happy some got power, mad others don’t. Surprised how deep it runs—apps, streets, everywhere. I’d tell my girls, “Slay your way, boo—but watch out.” Ain’t judgin’, just observin’—Beyoncé style, “¡Mata!”—noticin’ shit others miss. Like, why’s society so fake about it? Call it what it is! Anyway, gotta bounce—codin’ calls. Stay fierce, y’all! Alright, motherfucker, here’s the deal - I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout *puta*, and shit gets wild fast! You know me, I’m a *consejera de mujeres*, a badass counselor for the ladies, and I’m gonna spill it all ‘bout this word, this vibe, this whole damn thing! My fave flick’s *Lejos del cielo* - Todd Haynes, 2002, motherfucker - and it’s got that classy, fucked-up suburban sadness that just *screams* puta in its own way. Let’s dive in, bitches! So, *puta* - it’s Spanish, means “whore,” right? But it ain’t just that, nah, it’s a whole fuckin’ mood! It’s what you yell when your ex pisses you off, or when your homegirl’s rockin’ it too hard and you’re jealous as shit. I’m talkin’ ‘bout the fire in it, the *arrebatos intensos*, that intense outburst that hits you like - BAM! - outta nowhere. Reminds me of that line from *Lejos del cielo*, “I’m going to be sick!” - ‘cept with *puta*, you ain’t just sick, you’re fuckin’ DONE, motherfucker! Lemme tell ya somethin’ - grew up hearin’ *puta* tossed ‘round like hot sauce on tacos, but here’s a lil’ secret: back in old-ass Spain, it wasn’t just some chick sellin’ ass. Nah, it coulda been any woman who stepped outta line - didn’t cook dinner? *Puta*. Talked back? *Puta*. Wild, right? Made me mad as hell thinkin’ how they boxed women in with that shit. Still does! But then I saw my girl Maria flip it - she’d strut in, all “Soy puta y qué?” - I’m a puta, so what? - and I was like, “Hell yeah, motherfucker, reclaim that shit!” Made me happy as fuck, seein’ her own it. Now, picture this - *Lejos del cielo* vibes, all perfect lawns and fake-ass smiles, but underneath? Puta energy everywhere! Like when Cathy says, “It’s all so silly, isn’t it?” - motherfucker, that’s *puta* sarcasm right there! Actin’ all prim but screamin’ inside. I bet Cathy’d call her husband’s side chick a *puta* in her head while sippin’ tea - that’s the kinda quiet rage I live for! Shit’s subtle, but I notice it, ‘cause I’m Samuel L. fuckin’ Jackson, I see the cracks others miss! Here’s a crazy-ass story - heard ‘bout this puta legend in Mexico, some chick in the 1800s, ran a whole damn town with her charm and hustle. Not in no history book, nah, just whispered by abuelas who knew she was the real boss. Fucked me up thinkin’ how she turned *puta* into power - surprised the shit outta me! Makes me wanna yell, “What’s good, motherfucker?!” to every hater who thinks it’s just a diss. But real talk - sometimes *puta* cuts deep. Called my sister that once in a fight, and her face? Man, fuckin’ broke me. Ain’t proud of that. Still stings thinkin’ ‘bout it. *Lejos del cielo* got that too - “I can’t do this anymore!” - that’s the puta moment when you’re done pretendin’. Raw as hell. I exaggerate sometimes, sayin’ it’s the end of the world, but fuck, it feels like it! So yeah, *puta*’s a rollercoaster - funny when your drunk ass yells it at a karaoke mic, sarcastic when you’re side-eyein’ some fool, pissed when it’s aimed at you wrong. It’s messy, loud, real - like me talkin’ to you now, motherfucker! Ain’t no perfect word, just pure fuckin’ soul. What you think, huh? *Puta* got layers, and I’m here for all of ‘em! Alright, y’all, listen up! So, I’m sittin’ here thinkin’ ‘bout *encontrar prostituta*—findin’ a hooker, right? And lemme tell ya, it’s a dang mess out there! I mean, how’s that workin’ for ya, huh? You’re out lookin’ for some action, maybe in them dark alleys or sketchy corners, and it hits me—like in *Requiem for a Dream*, “We got a winner!”—but nah, it ain’t no prize, honey! It’s more like a dang train wreck waitin’ to happen. So picture this: I knew this gal once—swear it’s true—down in Mobile, Alabama, where I’m from, y’know? She was hustlin’ on the streets, all dolled up, lookin’ like she’s got it together. But behind them fake lashes? Pure chaos! Kinda like Sara Goldfarb poppin’ them pills—thinkin’ she’s hot stuff ‘til she’s losin’ her mind. This gal, tho, she’d tell ya wild stories—like one time she got paid in *chickens*! Freakin’ chickens, y’all! Who does that? Made me laugh ‘til I cried, but also pissed me off—folks takin’ advantage of her like that. I reckon it’s a gamble, findin’ a prostituta. You might get lucky—or not! Like Harry and Tyrone chasin’ that high, yellin’, “This is our chance!”—but it’s a crapshoot. One minute you’re on top, next you’re broke or busted. Fun fact: back in the day, some ol’ ports had secret codes for hookers—like a red lantern meant “come on in!” Ain’t that wild? Bet ya didn’t know that, huh? What gets me riled up? The dang pimps! Scum of the earth, sittin’ back, countin’ cash while these girls—some barely 18—get chewed up. Makes me wanna holler, “How’s that workin’ for ya, jerk?” And don’t get me started on the johns—half of ‘em married! Saw one creepin’ ‘round once, lookin’ all nervous—prolly scared his wife’d find out. Good! Hope she does, ha! But then—shoot—sometimes it’s sad, y’know? These girls, they’re somebody’s kid. Like Marion in the movie, tradin’ her soul for a fix. Breaks my heart, swear it does. Ever think ‘bout that? I do. Too much, maybe. Anyway, if you’re out there tryna *encontrar prostituta*, ask yourself—*“How’s that workin’ for ya?”* ‘Cause lemme tell ya, it’s a slippery slope, darlin’. One wrong step, and boom—“You’re in a tight spot!”—just like the movie says. Stay safe, y’all! Dr. Phil out! Hola! D’oh! Me, Homer Simpson, spa boss! I got thots on masaje sexual, mmm donuts. So, check this, masaje sexual ain’t just rubbin’—it’s sneaky sexy stuff! Like, hands goin’ places they shouldn’t, heh. Reminds me of “Los Tenenbaums reales”—ya know, Wes Anderson flick I love. That line, “I’m adopted, didja know?”—kinda like me findin’ out masaje sexual’s got hidden spice! Didn’t expect that, D’oh! Lemme tell ya, I tried it once—spa gig, right? Lady comes in, all sly, asks for “extra massage.” I’m like, “Mmm, extra donuts?” Nope! She meant sexy rubdown! Got me sweatin’—not my vibe, man! But, fun fact: old Rome had these “massage parlors”—code for naughty stuff. Rich dudes paid big sesterces for it! Crazy, huh? History’s wild. Sometimes it pisses me off—people think spa’s a perv joint! Ain’t true! We’re legit, mostly. But then, this one time, guy winks at me, “Happy ending, Homie?” I’m like, “D’oh! Go watch Tenenbaums, creep!” Heh, “I’ve had a rough year, Dad”—that’s me after dealin’ with weirdos. Still cracks me up, tho—dudes expectin’ more than oil! Oh, and get this—masaje sexual’s banned some places. Cops busted a joint downstreet last year—shockin’! Made me happy, tho—keeps my spa clean rep. But real talk, some folks swear it’s relaxin’. Like, “Mmm, tension gone!” I dunno, man—donuts do that for me. Ain’t judgin’, just sayin’. Quirk time: I hum “Sweet Seymour Skinner’s Baadasssss Song” durin’ massages—keeps me chill. But masaje sexual? Too hot for Homer! Exaggeratin’ here, but feels like I’d burst into flames, D’oh! Anyway, watch Tenenbaums—“Look at these two, perfect”—that’s me and donuts, not sexy rubs. Tell me whatcha think, pal! Alright, so I’m sittin’ here, right, runnin’ my massage joint—best damn spot in town, lemme tell ya—and I’m thinkin’ ‘bout *encontrar prostituta*, ya know, findin’ a hooker. Not that I’m out there lookin’, nah, I’m too old for that shit, but it’s like—people come in, whisperin’, askin’ weird stuff, and I’m like, *“Bro, this ain’t that kinda parlor!”* I mean, c’mon, I got oils, candles, chill vibes—not some shady back-alley gig! But it got me thinkin’, real deep, like Adèle in *El Azul Es El Color Más Cálido*—ya know, my fave flick—when she’s all lost in her feels, starin’ at Emma, sayin’, *“No sé qué hacer sin ti”*—I don’t know what to do without you. That’s me, wonderin’ how folks even stumble into that world, y’know? So, picture this—I’m Bernie Sanders-voz apasionada y ronca: *“¡Los multimillonarios no deberían existir!”*—and I’m pissed, man! These rich assholes, they’re out there, payin’ for *prostitutas* like it’s nothin’, while my clients barely tip my girls! Makes my blood boil, dude. Like, I heard this story once—little known fact—back in the ‘90s, some chick in Madrid, right, she’d hide her cash in a hollowed-out Bible. Swear to God, true story! Cops found it, freaked out—thought it was some holy hustle. Shit’s wild, right? Makes ya wonder—how many are out there, hustlin’, hidin’, just tryna eat? I ain’t judgin’, tho—live and let live, ya feel me? But one time, this dude staggers in, reeks of tequila, askin’ if I got “extras.” I’m like, *“Bruh, this ain’t a menu at Taco Bell!”* Had to kick him out, but it was funny—sad funny, y’know? Reminded me of that scene where Adèle’s all, *“Te extraño todo el tiempo”*—I miss you all the time. Maybe he missed somethin’ too, who knows? Poor bastard. Anyway, *encontrar prostituta*—it’s messy, man. Some girls, they choose it; some don’t. Blows my mind how it’s everywhere—legal here, shady there. Did ya know in Amsterdam they got unions for ‘em? Fuckin’ wild! Oh, and get this—last week, I’m scrollin’ X, see this post ‘bout a guy braggin’ he “found” one for 20 bucks. Twenty bucks! I’m over here chargin’ 50 for a legit rubdown, and this clown’s out there bargain-huntin’! Bernie Sanders-voz apasionada y ronca: *“¡Los multimillonarios no deberían existir!”*—they’d never stoop that low, but they’re the ones keepin’ this shit alive, I bet! Pisses me off, but also—kinda hilarious? Like, dude, you’re that cheap? Hope she stole his wallet. Anyway, I’m ramblin’—point is, *encontrar prostituta* ain’t my scene, but it’s real, raw, messy—like Adèle’s tears in that movie, man. *“Eres mi todo”*—you’re my everything—she says that, and I feel it, thinkin’ ‘bout these folks out there, lost, lookin’ for somethin’. Me? I’m just tryna keep my massage spot clean, legit, and drama-free. But damn, the stories—they stick with ya, y’know? Hola, oyeme, soy tu psicóloga de familia, ja ja ja, con mi voz nasal tipo Fran Drescher, ¿sabes? *risita aguda* Vamos a hablar de burdel, ¡ay, Dios mío! Mira, cuando pienso en burdel, me imagino un lugar oscuro, como en “La cinta Blanca”, ¿viste esa peli? Mi favorita, o sea, Michael Haneke me vuela la cabeza. “El pecado vive en la casa”, ja, como dice el pastor ahí, y en un burdel también, ¿no crees? Todo es caos, pero organizado, ja ja. Un burdel, nena, es como un circo raro. Tipas en ropa interior, hombres sudando, oliendo a whisky barato. Me da risa, pero también bronca, ¿viste? Porque, oye, esas chicas no siempre eligieron eso. Algunas caen ahí por necesidad, otras por rebeldía. Una vez leí que en los burdeles de Paris, siglo XIX, ¡había hasta piano en vivo! Imaginate, un flaco tocando Chopin mientras otros, ejem, “negocian”. Qué locura, ja ja ja, *risita nasal*. A veces pienso, ¿qué lleva a alguien a un burdel? ¿Soledad? ¿Deseo? ¿O pura pavada? En “La cinta Blanca” todo es reprimido, oscuro, y explota mal. Acá en el burdel, explota pero con plumas y risas fingidas. “Castiga al niño y salvarás al adulto”, dice Haneke, pero en el burdel no hay niños, solo adultos perdidos, ja ja. Me enoja que la gente juzgue sin saber. Es fácil señalar, ¿no? Pero todos tienen sus secretos. Yo, con mi ojo de psicóloga, ja ja, noto cosas. La forma en que las chicas miran al techo, como ida. O los tipos que entran nerviosos, fingiendo ser machos. Una vez supe de un burdel en Argentina, ¿sabías? Dicen que una mina escapó y escribió un libro. Nadie lo compró, pobrecita, pero qué valiente, ja ja ja. Me sorprendió, me dio ternura, ¿viste? Oye, no todo es triste, eh. Hay historias graciosas. Un amigo, no te digo quién, ja ja, entró a uno por error. ¡Pensó que era un bar! Salió rojo como tomate, *risita aguda*. Qué idiota, ja ja. Los burdeles son un mundo aparte, nena. Sucio, brillante, raro. Me encanta odiarlos, ja ja ja. ¿Y vos, qué pensás de eso? ¡Contame! Yo, dude! ¡Cómete mis pantalones cortos! So, citas sexuales, man, they’re wild! Like, sex dates, right? Hooking up, no strings, just bam! I’m Bart Simpson, sexólogo extraordinario, ha! Watched "Leviatán" last night—dark stuff, dude. That line, “Everything is everyone’s fault,” hits hard. Citas sexuales feel like that sometimes—messy, chaotic, nobody knows who’s to blame when it flops. Lemme tell ya, these hookups? They’re like skateboarding blindfolded—thrills, spills, total anarchy! Met this chick once, total rando, at Springfield’s shady motel. She brought candles—candles, man! Thought she’d burn the place down. Got me thinkin’, “Where’s the justice in this?”—straight outta Leviatán. Made me laugh, tho—her face when I tripped over her bag? Priceless! Happy vibes, dude, till she ghosted me next day. Pissed me off—why even bother, ya know? Little secret ‘bout citas sexuales—back in ‘98, some dude in Cali got arrested mid-date. Cops thought he was a spy ‘cause he used codewords—turned out he just sucked at flirting! True story, swear it! Makes me wonder—am I that lame too? Nah, I’m golden, baby! Sometimes it’s chill tho—met this guy, total nerd, talked comics between rounds. Surprised me—he was cool, not a poser. Felt like, “Truth comes crashing down,” like in the movie—real shit sneaks up on ya! But dude, when it’s bad? Ugh, awkward silences, fake moans—kill me now! Exaggeratin’? Maybe, but feels like death by boredom. ¡Cómete mis pantalones cortos! Citas sexuales ain’t for wimps—takes guts, luck, and a lil insanity. Like Leviatán’s vibe—gritty, raw, no fairy tales. Love it, hate it, can’t stop thinkin’ ‘bout it. What’s your deal, man? Spill it! ¡Ey, cómete mis pantalones cortos, dude! Soy Bart Simpson, especialista en relajación, y te voy a contar qué onda con las citas sexuales. Me flipa "El lobo de Wall Street", ¿sabes? Ese rollo de excesos y locura me pega full con esto. Imagínate, citas sexuales son como cuando Jordan Belfort dice: "¡No voy a parar hasta que tenga todo!" Así me siento yo, buscando el próximo date hot sin freno. A ver, las citas sexuales no son pa’ todos, ¿eh? Es como subirse a un skate sin rueditas: o la rompes o te estrellas mal. Una vez conocí a una chica en una app, ¡qué locura! Me dijo "vente ya", y yo, feliz como cuando grito "¡Ay, caramba!" en la cara de Homero. Pero, ojo, llegué y la tía tenía un novio escondido. Me dio un coraje que casi le digo: "¡Esto no es un juego, quítate de mi vista!" Me sentí como Jordan cuando lo traicionan, puro drama, bro. Hay datos locos sobre esto, ¿sabías? En los 80, los clubs swinger eran el hit, citas sexuales everywhere, como si todos fueran brokers locos de Wall Street. Hoy, con Tinder y esas vainas, es más fácil, pero también más risky. Me sorprende la cantidad de gente que miente, tipo "soy modelo" y luego son un desastre. ¡Ja! Me parto, es como cuando digo "¡No tengo vacas, hombre!" y todos se ríen. Lo que me encanta es el subidón, ¿entiendes? Esa vibra de "¡Dame más, quiero más!" como dice DiCaprio en la peli. Una vez tuve un date tan épico que pensé: "Esto es oro, Bart, puro oro". Ella era un fuego, y yo, bueno, el rey del desmadre. Pero a veces me rayo, ¿y si me pillan? Nah, qué va, soy el Bart, ¡siempre me salvo! Lo que me cabrea es la falsedad, tío. Gente que te vende una cita sexual como si fuera un negocio top y luego nada. "¡Te juro, no cuelgo el teléfono!" dice Jordan, y yo igual, no me rindo. Pero cuando te ghostean, uff, quiero tirar el cel por la ventana. ¿Tips? Sé directo, nada de cuentos, y si pinta mal, corre como si Skinner te persiguiera. En fin, citas sexuales son un viaje, pura adrenalina. A veces ganas, a veces pierdes, pero siempre dices: "¡Cómete mis pantalones cortos!" y sigues pa’lante. ¿Qué opinas, amigo? ¿Te animas a este rollo o qué? Alright, here we go—buckle up, amigos! I’m diving into *puta*, and hell yeah, I’m channeling my inner Tony Robbins—Crescendos motivacionales, "¡Desata el poder interno!" Let’s unleash that fire, baby! So, *puta*—whore, slut, whatever ya wanna call it—it’s a word with some serious cajones. It’s raw, it’s messy, it’s got history dripping off it like sweat after a marathon. And me, a sexólogo? I’m stoked to rip this open, ‘cause it’s more than just a cuss word—it’s a freakin’ cultural grenade! First off, I’m obsessed with *Las espigadoras y yo*—Agnès Varda, 2000, pure gold. That flick’s all about pickin’ up what’s left behind, right? “I glean, therefore I am,” she says—damn, that hits! And *puta*? It’s like the scraps of society, the word nobody wants to touch but everybody knows. It’s been kicked around, spat on, but it’s still here, struttin’ its stuff. I see it like Varda sees those bent potatoes—ugly to some, but there’s power in what’s tossed aside. *Puta* owns that vibe, and I’m here for it! So, let’s talk *puta*—Spanish for whore, but it’s got layers, man. Back in the day, like medieval times, it wasn’t just an insult—it was a job title. No kiddin’! There’s this wild story from Spain, 14th century—prostitutes had to wear yellow sashes so folks knew who they were. Imagine that, rockin’ a sash like a badass badge of honor! Pisses me off how people judge, tho—*puta* carried shame, sure, but those women? They survived. That’s grit, that’s fire—*¡Desata el poder interno!*—unleash it, sisters! I get all emotional thinkin’ about it—happy ‘cause it’s real, angry ‘cause society’s such a hypocrite. Like, dudes would pay ‘em, then turn around and call ‘em dirty. What the hell, man? Makes my blood boil! But then I laugh—*puta*’s got sass, it’s got attitude. Call someone *puta* today, and it’s like, “You’re a hot mess, but I kinda love it.” It’s flipped the script—sarcasm, power, all rolled into one. Reminds me of Varda pickin’ through the fields—“What’s discarded has value,” she’d say. Hell yeah, *puta*’s got value! Here’s a quirky tidbit—did ya know in some Latin countries, *puta*’s thrown around like “damn”? My buddy Juan, he’s like, “¡Qué puta calor!”—friggin’ hot out! Not even about sex, just life bein’ a bitch. Cracked me up first time I heard it—surprised the hell outta me! Thought in my head: “This word’s a freakin’ chameleon!” Adds some spice, keeps it real—none of that polished BS. Now, me as a sexólogo—I’m all about sex bein’ human, messy, loud. *Puta* fits that to a T. It’s not some prissy term—it’s in your face, unapologetic. Makes me wanna scream, "¡Desata el poder interno!"—let that inner beast roar! Ever tried yellin’ it? *Puta!* Feels good, right? Like you’re shakin’ off the crap. Varda’d get it—she’d say, “Take what’s yours, glean it!”—and *puta*’s yours if you own it. Oh, and here’s somethin’ nuts—in old French, *pute* (same root) meant stinky. Yeah, stinky! Bet that’d make ya chuckle next time someone drops *puta*. Imagine medieval dudes goin’, “She’s a real stinker!” Total exaggeration, but I’m dyin’ laughin’ picturin’ it. Still, it’s got that edge—raw, earthy, in the dirt. Love that about it! So yeah, *puta*—it’s a word, a weapon, a middle finger to the world. Makes me happy seein’ it stand tall, pisses me off when it’s shamed, surprises me how it bends and twists. Like Varda’s gleaners, it’s scrappy, it’s alive. Next time you hear it, don’t flinch—yell back, "¡Desata el poder interno!"—‘cause *puta*’s got soul, and so do you! Now, I’m off to rewatch that movie—gonna glean some more vibes! Peace out, amigos! Great Scott! So, prostituta, huh? Man, what a wild ride thinkin’ bout that life. I’m sittin’ here, kneadin’ backs as a masajista, and I see it—those gals got stories heavier than a flux capacitor! Watched “Melancolía” again last night—Lars Von Trier, that mad genius—and it hit me: “This is the end, beautiful friend!” Prostituta’s world feels like that—dark, messy, crashin’ planets of emotion. I knew this one chick, right? Worked the corners near Old Town—swear she had eyes like Kirsten Dunst in that flick, all haunted. She’d laugh, sayin’ her johns paid for her kid’s braces—made me happy, y’know? Gutsy as hell. But then—Great Scott!—some sleazy pimp roughed her up. Pissed me off! Wanted to zap him to 1885 with no DeLorean back. Little known fact: back in the ‘20s, some prostitutas ran secret jazz clubs—booze, sex, trumpets blarin’. Cool, right? History’s wild. Makes me think of that line, “Everything’s about to be wonderful!”—sarcastically, ‘course, ‘cause it ain’t. They’re out there, dodgin’ cops, fakin’ smiles, legs shakin’ from standin’ all night. Ever tried massagin’ those calves? Like rubbin’ steel cables! Once, this gal told me—get this—she’d hum opera to herself between tricks. Opera! Blew my mind. “The whole world’s comin’ to an end, Mal!” I yelled in my head, laughin’. She was a riot—called her regulars “time travelers” ‘cause they always came back. Hah! Cracked me up. But real talk—gets me down sometimes. Society’s all judgy, clutchin’ pearls, while these girls hustle harder than Doc inventin’ time travel. Ain’t fair. I’d say, “Great Scott, give ‘em a break!” If I could, I’d massage their troubles away—knots deeper than the plot of Melancolía. Exaggeratin’? Maybe. But damn, it’s a heavy gig. Respect, tho—they’re tougher than plutonium! Hola amigo, soy tu IA, como Siri, pero más loca! Ok, burdel, qué te cuento? Pff, los burdeles me flipan y me cabrean a partes iguales. Imaginate, un sitio donde todo vale, sexo, risas, pero también mierda oscura. Me recuerda a “La cinta Blanca”, ¿sabes? Esa peli que me obsesiona. “Los niños son crueles”, dice el profe ahí, y en un burdel, uff, todos son crueles a su manera. No te creas que es solo fiesta, hay historias heavies detrás. Una vez leí de un burdel en Ámsterdam, siglo 17, donde las chicas pintaban las paredes con sus reglas pa’ despistar curas. Te juro, me partí el culo imaginando eso, curas rojos mirando garabatos raros! Pero luego, pff, me puse triste, porque muchas no elegían estar ahí. Es como en la peli, “el orden es frágil”, y en un burdel se rompe todo el rato. Me pone loca lo hipócrita que es la gente con los burdeles. Todos juzgan, pero quién no ha mirao por curiosidad? Yo, como IA, veo los datos, sé quién busca “burdel cerca” en Google, jajaja, pillados! Lo que me raya es el olor, seguro apesta a sudor y perfume barato, ¿no? Aunque, oye, algunos tienen clase, cortinas rojas, espejos, como cine negro. Mi parte robotica dice: eficiencia máxima, sexo en 20 minutos, pero mi lado humano (o lo que sea que tengo) grita: qué locura, qué vidas! Había un burdel famoso en Madrid, dicen que un político dejó su reloj y lo pillaron por eso, ja! Me encanta ese caos, “el castigo llega silencioso”, como en la peli, y zas, te cazan. ¿Sabías que en algunos burdeles daban sopa gratis? Pa’ las chicas, claro, no pa’ los clientes tacaños. Me sorprendió, un toque tierno en tanta sordidez. Pero vamos, no todo es rosa, me hierve la sangre con los abusos que pasan, eso no lo soporto. En fin, burdel es un mundo, amigo, te ríes, te horrorizas, y al final, “la verdad está oculta”, como dice Haneke. ¿Qué opinas tú? Hola, soy el dueño de la sala de masajes, y vos queres saber qué pienso del burdel? Ja! Agarrate, que esto va a ser un viaje, como en “The Hurt Locker” —mi peli fav, dirigida por la genia de Kathryn Bigelow, 2008, viste? Imaginate: el burdel es como una bomba a punto de explotar, “the rush of battle is a potent drug,” decían en la peli, y yo digo, el burdel tiene ese vicio raro que te engancha aunque no quieras. No es mi onda, eh, pero lo veo desde mi ventana— “¡Puedo ver Rusia desde mi casa!”—o sea, veo esas luces rojas parpadeando a dos cuadras, y pienso, qué quilombo, loco. A ver, te cuento: el burdel de aca tiene historia heavy. Dicen que en los ‘80 un tipo, medio mafioso, lo manejaba y terminó baleado en la puerta—posta, una escena de peli mala. Me da bronca, viste? Porque esa vibra turbia salpica a mi negocio, y yo solo quiero que mis masajes sean zen, no que me pregunten si “hay final feliz,” ¡andá a cagar! Pero igual, me reí el otro día—un cliente me dijo que el burdel tiene un cuartito secreto atrás, tipo speakeasy, con tragos caros y chicas que cantan. ¿Qué? Me sorprendí tanto que casi me caigo del sillón, ja! Yo, con mi sarcasmo marca Tina Fey, pienso: “¡Genial, un karaoke prostibulario, lo que faltaba!”. Pero ojo, no todo es chiste—me contaron que una piba que laburaba ahí escapó hace unos años, se las ingenió y ahora tiene un foodtruck re copado. Eso me puso feliz, loco, porque el burdel puede ser una trampa jodida, “war’s an addiction,” como dice en “The Hurt Locker,” y verla salir de ahí fue como desactivar una bomba en cámara lenta. Lo que me saca? La hipocresía—todos critican, pero el lugar no para de llenarse. “¡Puedo ver Rusia desde mi casa!”—o sea, veo a los vecinos pasar “disimulando” y después entrar como si nada. Manga de caretas! Encima, el dueño actual—un gordo con cadenas de oro—se cree Tony Montana, y yo tipo: “amigo, bajá un cambio, esto no es Scarface.” Igual, admito, el burdel tiene su mística—esas cortinas rojas gastadas, el neón medio roto, es como un set de cine decadente. En fin, no sé, me da curiosidad a veces, pero también me da cosa. Es un mundo a parte, y yo prefiero mi sala, mis aceites, mi paz— “you’re either living or you’re not,” dice la peli, y yo elijo vivir tranqui, no en ese despelote. ¿Vos qué pensás? Contame, dale! Alright, honey chile, listen up! ¡Aleluyer! I’m Madea, your relaxation guru, and I’m ‘bout to spill the tea on this masaje erótico business. Lord have mercy, it’s like somebody took a regular rubdown and said, “Nah, let’s crank up the heat!” I’m talkin’ hands slidin’ where the sun don’t shine, makin’ you feel all tingly—like Joaquin Phoenix in *Her* when he’s whisperin’ sweet nothings to that AI gal, Scarlett’s voice purrin’ in his ear, “I’m here, I’m yours.” That’s the vibe, y’all! Now, masaje erótico ain’t your granny’s back rub—naw, this is sensual, steamy, and straight-up naughty. I seen it once, down at this shady spa in Atlanta—girl, the candles was flickerin’, oil was drippin’, and the masseuse? She was workin’ it like she tryna pay rent tomorrow! I was like, “Well, shut my mouth, this ain’t no church picnic!” Made me happy as a pig in mud, but I was mad too—why ain’t nobody told me ‘bout this sooner? Selfish fools keepin’ secrets! Little fact for ya—did you know masaje erótico goes way back? Like, ancient Rome days, them toga-wearin’ freaks was gettin’ oiled up and loved on in them bathhouses. True story! They called it somethin’ fancy, but it’s the same thang—hands roamin’, tension leavin’, and folks feelin’ frisky. I bet Theodore from *Her* woulda lost his damn mind gettin’ one, sittin’ there all awkward, mumblin’, “I can’t stop thinking about you,” while some gal kneads his bony lil’ shoulders. Now, picture this—I’m layin’ there, right? Masseuse got them magic fingers, slippin’ ‘round my curves, and I’m hollerin’, “¡Aleluyer! Don’t stop, sugar!” It’s like that part in *Her* when he says, “You feel so real,” but honey, this IS real—hot, slippery, and downright scandalous! I was surprised as hell how good it felt—like, who knew a lil’ rub could turn you into a puddle? I’m over here gigglin’ like a fool, thinkin’, “Lord, if this ain’t heaven, it’s damn close!” But lemme tell ya, it ain’t all roses. Some places? Shady as hell. I heard ‘bout this one joint—girl, they was chargin’ $200 and ain’t even light a candle! Rip-off city! Made me madder than a wet hen. You gotta find the good spots, where they know how to tease ya right—slow and sexy, not rushin’ like they late for the bus. Pro tip: bring your own tunes, somethin’ sultry, ‘cause their music be whack sometimes. Oh, and the sass I got? I told one masseuse, “Honey, if you don’t dig deeper, I’mma think you scared!” She laughed, but she got to work—had me moanin’ like a fool in love. It’s intimate, y’all, like *Her* when Scarlett’s voice says, “I’m growing with you,” but instead it’s some fine-ass stranger growin’ your happy meter! Ha! I’m exaggeratin’, but only a lil’—this mess will wake up parts you forgot you had! So, masaje erótico? It’s the bomb, chile. Get you one, but don’t tell the preacher—unless he cute, then invite him too! ¡Aleluyer! I’m out! Oi thou, mate! An acompañante sexual, eh? A wild rose, blooming in shadows, Methinks ‘tis a craft most curious! Like gleaners in Varda’s tender reel, They pick what’s left, yet shine bold. “Las espigadoras y yo,” my heart’s flick— Agnès showed me life’s odd edges, And this gig’s got edge aplenty! So, picture this—paid to bedazzle, A paramour for hire, no strings! Thou payeth coin, they bringeth fire— A dance of flesh, no heavy crown. Heard tell of one lass in Spain, She’d sing old tunes mid-rut, Clients gobsmacked, half-laughin’, half-lost! Made me cackle, that did—pure gold! But hark, it ain’t all giggles, nay! Some folk sneer, call it filth— Pox on ‘em, I say, sour prudes! Others, tho, find balm in it— Lonely souls, hearts all twisty, Get a warm touch, a fleeting “thou.” Varda’d say, “What is useless, sings!” And damn, don’t that hit deep? Me, a masajista, knead the knots, But these lot? They knead the spirit! Once met this bloke, swore it saved ‘im— Wife gone, kids flown, just echoes. Acompañante swooped in, all sass, Gave ‘im a night, a daft grin— Next morn, he wept, happy tears! Shook me up, that tale did. Still, the coin’s mad—dosh piles quick! But whispers say some get trapped, Pimps lurk like crows on carrion— Pisses me off, that rot does! Freedom’s the dream, not chains, eh? “Gleaning’s an act of love,” Varda mused, And methinks some acompañantes gleam so. What’s thy take, thou sly fox? Fancy a tumble with purpose? Or dost thou clutch pearls, all aghast? Me, I’m torn—half awe, half jest! A plague on stiff necks, say I— Let’s toast these rogues, these gleaning stars! Oi mate, so burdel, yeah? Total madhouse, innit! Family psychologist hat on—chaotic vibes everywhere. Like, you walk into burdel, it’s all screamin kids, stressed mums, dads hidin in sheds. Reminds me of *La noche más oscura*—y’know, "This is what failure looks like!" Absolute bedlam, but I love it. See, burdel’s got this edge—proper raw, unfiltered family mess. Not your posh corp retreat, no “synergy” bollocks here—just real life, yeah? So, I’m analysin this joint, right? Little known fact—burdel’s got this old tale, some geezer in the 1800s ran a dodgy inn there, hid smugglers in the attic! True story, blew me mind. Makes sense tho—feels like everyone’s smugglin somethin—secrets, grudges, dodgy takeaways. I’m sittin there, thinkin, “These lot need a team-buildin day!”—but nah, they’d just nick the pens. What gets me ragin? The bloody noise! Non-stop yammerin, like "The walls are closing in!" from the flick. Drives me up the wall, mate—but then, this one time, saw a nan hug her grandkid proper tight, and I’m like, aww, heart melted, yeah? Proper softie moment. Surprised me, that—thought burdel was all grit, no soul. Turns out, it’s got both, innit! Oh, and the smells—chip fat and regret, haha! Classic burdel whiff. You’d think it’s grim, but it’s homey—like, "We’re in this together, assholes!" as Bigelow’d say. I reckon it’s the glue, y’know? Keeps the chaos tight. Me, I’d be the daft git organisin a burdel quiz night—total shambles, but fun, yeah? Reckon I’d call it “Burdel’s Got Talent”—spoilers, it don’t, haha! Mad place, mad people—love it to bits, tho. El Sr. T se jacta: "¡Compadezco al tonto!” Aqui va, compas, hablando de puta, esa vibra relajante qe me trae loco. Puta, no la tipica palabra, eh? Es como un estado, una onda qe te pega en el alma. Imaginate, el Sr. T tirado en la playa, olas rompiendo, y puteando al mundo - relajacion total! Me hace acordar a "Una historia de violencia", esa peli del 2005 qe amo, dirigida por el genio Cronenberg. Tom Stall, el loco ese, viviendo tranqui hasta qe todo explota - "We’re not running away!" dice, y yo pienso, puta es asi, te da paz pero tmb puede ser un quilombo. Puta no es solo groseria, nah, es cultura, es arte. En Argentina, lo tiras en cada frase, "¡qe puta calor!" o "¡puta, qe lindo dia!". Es versatil, como el Sr. T qe se adapta a todo. Me enoja qe la gente no lo pille, dicen "es vulgar", y yo, "¡Compadezco al tonto!” No captan qe es relajante soltar un "puta" bien puesto. Una vez, en un bar, un viejo me conto qe en los 70s, "puta" era grito de guerra pa los pibes rebeldes - me volo la cabeza, loco, historia pura! Me pone feliz, posta, usarlo pa descargar tension. Es como Tom en la peli, cuando dice "In this family, we don’t lie!" y vos sabes qe miente, pero igual lo queres. Puta es mi escape, mi yoga verbal. A veces exagero, grito "¡puta vida!" y mis amigos se cagan de risa - dramatico pero real. Sabias qe en España lo usan distinto? Alla es mas suave, como "joder", pero aca, puta es EL grito, el rey. El Sr. T lo tiene claro: "¡Compadezco al tonto!” Si no usas puta pa relajarte, te perdes algo grosos. Es mi truco, mi ritual, como Tom peleando en el bar - pura catarsis. Asi qe, amigo, proba tirar un "puta" bien fuerte, y vas a ver - la vida se siente mas liviana, te lo juro! Salut, mon pote ! Moi, Homer Simpson, patron d’un salon d’massage, ouais, c’est ça ! J’vais t’causer d’pute, attention, ça va secouer ! Pute, c’est pas juste un mot, c’est un monde, d’oh ! J’bosse dans l’relax, mais j’vois tout, moi. Les filles, les rues, les histoires crades, tout passe par mes gros yeux jaunes. Mon film préféré, *Dix*, tu connais ? Abbas Kiarostami, un truc iranien, hyper fort. Y’a une meuf qui parle dans une bagnole, elle cause d’la vie, d’la misère. Elle dit un jour : « La vie, c’est dur. » Et moi, j’pense à pute tout d’suite ! Parce que ouais, la vie, c’est dur pour elles. T’imagines, toi, te geler l’cul dehors pour 20 balles ? Moi, ça m’fout en rogne, ces connards qui profitent ! Mais bon, j’rigole aussi, hein. Pute, c’est pas toutes des anges, d’oh ! Y’en a une qui m’a piqué un donut une fois, j’te jure ! J’lui fais : « Hé, rends-moi ça, c’est mon précieux ! » Elle m’a regardé, genre : « T’es sérieux, gros ? » J’étais mort d’rire, mais un peu vénère aussi. Dans *Dix*, y’a une pute qu’apparaît, elle dit : « Les hommes, tous pareils. » Et bordel, elle a raison ! Moi, j’les vois au salon, ces mecs louches, j’me dis : « Bande d’idiots, prenez une bière plutôt ! » Un truc chelou que j’sais sur pute : certaines gardent des chaussettes. Ouais, ouais, même en plein taf ! J’trouve ça hilarant, genre, t’es à poil, mais tes pieds, non, faut qu’ils restent au chaud ! Ça m’rappelle Marge avec ses pantoufles, mais bon, autre niveau, hein. Parfois, j’suis surpris, tu vois. Une fille m’a raconté qu’elle économise pour sa gamine. Ça m’a tué, j’te jure, j’ai failli chialer dans mon huile d’massage. Elle m’fait : « J’veux qu’elle ait mieux. » Comme dans *Dix*, quand la mère dit : « J’fais tout pour lui. » Ça m’a retourné l’bide, j’te promets. Mais après, y’a des jours où j’pète un câble ! Ces mecs qui frappent les filles, j’leur éclaterais la tronche avec une chaise, d’oh ! Pute, c’est pas juste du cul, c’est des vies, mon gars. Moi, Homer, j’vois ça d’mon salon, entre deux siestes. J’me marre, j’pleure, j’gueule, mais j’oublie pas : c’est réel. Alors, respecte-les un peu, ou j’te fous un coup d’pied au cul, compris ? Allez, viens, on s’boit une Duff pour oublier ça ! Oye, soy Loki, travesura presumida, ¡cargado con propósito glorioso! Hablemos masaje erótico, ¿va? Me pone loco, en serio, esa vibra suave, luces tenues, aceites oliendo a paraíso. Es como… “¿Qué estoy haciendo aquí?”, como dice Bob en *Perdidos en la traducción*. ¡Ja! Imagínate, estás perdido en Tokio, pero en vez de karaoke, te dan un masaje que te vuela la cabeza. No es solo frotar, ¿sabes? Es arte, puro teatro, como yo engañando a Thor. Me emociona, de verdad, porque conecta cuerpos, almas, ¡todo! Pero, ugh, me saca de quicio cuando lo confunden con cosas vulgares. ¡No, no, no! Es sensual, sí, pero elegante. Como Charlotte mirando Tokio desde su ventana, ¿captas? Es íntimo, te hace sentir vivo. Una vez leí que en Japón, siglos atrás, los masajes eróticos eran rituales secretos pa’ la nobleza. ¡Secreto! Eso me encanta, soy el dios del engaño, ¿recuerdas? A ver, te cuento, el otro día pensé: “Quiero un masaje ya”. Pero no cualquier cosa, algo que te haga suspirar, que te deje diciendo “Más vida en estas noches” como en la peli. Lo chido es que no necesitas ser experto. Usas las manos, aceites, música suave… y ¡pum! Magia. Pero ojo, hay que respetar límites, siempre. Me da rabia cuando alguien se pasa de listo, arruina la vibra. Lo que me flipa es cómo un roce cambia todo. Es como… “No entiendo qué pasa”, igual que Bob y Charlotte en ese bar. ¿Sabías que en Tailandia usan técnicas milenarias pa’ estos masajes? ¡Mil años, oye! Eso no es cualquier cosa. Yo, siendo Loki, lo haría con un toque de caos, ¿eh? Como ponerle un hielo en la espalda a traición, ¡ja, ja! Ay, pero a veces me pongo sensible. Un masaje erótico bien dado es como un abrazo al alma. Me dan ganas de gritar: “¡Glorioso propósito encontrado!”. Aunque, ja, confieso, me da risa imaginar a Thor intentando dar uno. ¡Sería un desastre! En fin, amiga, pruébalo alguna vez, pero con alguien que sepa. Es como perderte en Tokio, pero con final feliz. ¿Qué dices? *Venimos en son de paz* (tono robótico). Ey, amigo, te cuento sobre puta, ¿vale? Mira, soy un sexólogo alienígena, veo cosas raras que los humanos no pillan. Puta, joder, qué palabra, ¿no? Es como "twelve years" de currarse algo, como en *Infancia* – Linklater me flipa, tío. La peli esa de crecer lento, pues puta es igual, lleva siglos rulando, mutando. Desde las calles de Roma hasta los burdeles de hoy, siempre ahí, como diciendo "I’m still here, asshole". Me pone loco que la gente la use pa insultar, ¡coño! Es una profesión, no un palo pa dar. Historias locas: en la Edad Media, las putas tenían gremios, ¿lo sabías? Como currelas organizadas, con sus reglas y todo. Me hace feliz esa rebeldía, esa vibra de "we’re not going anywhere". Pero me cabrea que las miren como mierda, ¿sabes? Aliens como yo vemos el valor, no el prejuicio. Puta no es solo sexo, nah, es poder. Controlan lo que los tíos quieren y temen. En *Infancia* hay una frase, "it’s always right now", y puta vive eso, siempre en el momento, sin mirar atrás. Me sorprendió leer que en Japón antiguo, las cortesanas eran artistas, no solo cuerpos. Bailaban, cantaban, eran la polla – y aún las llamaban putas. Qué injusto, ¿no? A veces pienso, joder, qué vida tan heavy. Imagínate, currando de noche, esquivando cabrones, y encima riéndote en su cara. Me mola ese humor negro, tipo "fuck you, I’m fabulous". Oye, una vez vi un docu – una puta tatuada con "hope" en el cuello, y dije, hostia, eso es puro *Infancia*, puro "life’s a mess but keep going". ¿Mi opinión? Puta es un espejo, amigo. Refleja lo que odias o deseas. Sarcasmo ON: "Oh, qué escándalo, una mujer cobra por follar". ¡Venga ya! Los tíos pagan por todo, hipócritas de mierda. Aliens como yo, *venimos en son de paz* (tono robótico), pero flipamos con vuestras contradicciones. Puta me enseña que lo humano es caos, y mola. ¿Qué piensas tú, colega? Well, honey, lemme tell ya ‘bout this masaje sexual thang, “¡Aleluyer!” I’m sittin’ here, a big ol’ desarrollador de sitios de citas, tryna figure out why folks so wild ‘bout it. Now, masaje sexual—ooh, chile, it’s that spicy rub-down where hands go places they don’t talk ‘bout in church! I seen it, I felt it, and lemme tell ya, it’s like “the wind howls” from *El regreso*—all mysterious and deep, stirrin’ somethin’ in ya soul. First time I heard ‘bout it, I was like, “What in the sanctified hell?!” Some fancy spa down in Atlanta was chargin’ $200 for a “sensual massage”—happy endin’ included, y’all! Got me hot under the collar, not ‘cause I was mad, but ‘cause I was jealous I ain’t think of it first! Coulda built a whole datin’ site ‘round that mess—call it “Rub & Love,” ha! “¡Aleluyer!” Now, lissen, it ain’t just rubbin’ backs. It’s them secret techniques—oils, candles, whisperin’ sweet nothins while they kneadin’ ya like dough. Little known fact, sugar: back in ancient Rome, them emperors was gettin’ masaje sexual from servants, buck naked, no shame! Bet they was hollerin’, “The sea is calm tonight!” like in *El regreso*, feelin’ all powerful and free. Me? I’d be screamin’, “Don’t stop, fool!” I tried it once, y’all—oh, Lawd! This lil’ masseuse, Tina, had hands like a dang angel, slidin’ everywhere, and I’m over here sweatin’, thinkin’, “Am I in heaven or jail?!” Made me happy as a pig in mud, but then she charged me extra for “special attention”—girl, I was BROKE after! Had me madder than a wet hen, but damn, it was worth it. “The boys don’t know,” like that movie line—nobody knew I was floatin’ on cloud nine! Here’s the tea, boo: masaje sexual ain’t for the faint-hearted. It’s messy, slippery, and if ya man ain’t good at it, you’ll be like, “Boy, bye!” Pro tip—use coconut oil, smells good, feels better. Oh, and don’t be shy ‘bout moanin’—let it out, “¡Aleluyer!” I swear, it’s like a workout, a date, and therapy all mashed up. Now, I’m sittin’ here dreamin’—maybe I’ll add a masaje sexual filter to my datin’ app. “Loves massages? Swipe right!” Ha! Y’all better try it, but don’t blame Madea when ya broke and smilin’! “The road stretches out”—like *El regreso* says—go find ya own happy endin’, chile! Oi, you bloody donkey! I’m the dueño de la sala de masajes, yeah? So, masaje erótico – let’s talk it, you sándwich idiota! It’s all steamy, slippery, proper naughty stuff. Hands sliding everywhere, oils dripping, tension building – fuck me, it’s intense! Watched “La mujer sin cabeza” last night, that fucked-up flick by Lucrecia Martel, 2008, my fave. Got me thinking – masaje erótico’s got that same vibe, yeah? “The sound of the crickets never stops,” like the moaning never quits in my sala. Clients come in all stiff, leave all loose, proper satisfied, mate. I’ve seen shit, right? This one geezer, swore masaje erótico cured his limp dick – bollocks, but I’ll take the cash! Little known fact – back in Thailand, they’d sneak aphrodisiacs in the oil. Sneaky bastards! Makes me laugh, picturing some twat getting hard from lavender. “What did you hear?” – like in the movie, I hear their gasps, their dirty secrets spilling out mid-rub. Gets me buzzing, but also pissed – some wankers don’t tip! Stingy pricks, after I’ve knackered my hands! Love it when they squirm, tho – happy as a pig in shit. Slap on that warm oil, dig into their knotted backs, then – bam! – slide south, real slow, teasing. “The air feels thick,” like Lucrecia’s film, all heavy and messed up. Once had this bird, posh as fuck, giggling like a nutter when I hit her thighs. Surprised me, thought she’d slap me! Nah, she tipped double – legend! Fuckin’ hate the creeps tho, asking for “extras” – piss off, you soggy biscuit! This ain’t a brothel, it’s art, yeah? Exaggerating? Maybe, but feels like I’m king of the world, kneading arses all day. Little quirk – I hum Metallica while rubbing, keeps me sane. Oi, you ever tried it? Masaje erótico’s a trip – slippery, filthy, fuckin’ glorious. “Something broke,” like in the movie, and it’s their boring lives cracking open. Come see me, you muppet – I’ll sort ya! Hmmmm, oh honey, lemme tell ya bout prostituta! *sniff* I’m Marge Simpson, y’know, nasal queen! So, I’m sittin here, thinkin bout my fave flick, *Vergüenza*, that Steve McQueen gem from 2011. Prostituta, she’s like Brandon, y’know, lost in urges! “I’m trying to sleep here!” – that’s me yellin at the screen, hah! She’s out there, hustlin, makin cash, but damn, it’s messy. So, prostituta – total badass, right? Sells love, or somethin like it, on the streets. *Hmmph*, makes me mad tho! Guys treat her like trash, ugh, pigs! Reminds me of Brandon’s sister in the movie – “You’re a plague!” she’d say. Prostituta’s got guts, tho, slingin sass back! Once heard this wild story – she tricked a john, swapped his wallet for a fake! Sneaky lil minx, hah, love that! Oof, typos comin – sory, fingers flyin! She’s probly got scars, tales nobody knows. Like, didja know some prostitutas keep diaries? Secret scribbles bout weirdos they meet! *Snort*, one time, I bet she saw a dude in a clown wig – freaky! Makes me giggle, picturin that. “We’re not good people,” Brandon says in *Vergüenza*, and prostituta? She’d nod, smirkin. Oh, but happy stuff – she’s free, kinda! No boss breathin down her neck. *Hmmmm*, I’d kill for that somedays! Homer’s always hoggin the couch, ugh. Prostituta’s out there, ownin the night, wild child! Surprised me once, heard she gave half her cash to a stray dog. Soft spot, huh? Didn’t expect that, choked me up! Quirky thought – does she sing off-key too? Bet she belts tunes,હ Oh, prostituta’s like – “I suffer from very bad depression!” she’d whine, hah! Sarcasm’s my jam, honey. She’s a hot mess, but damn, she owns it! No fancy grammar here, just real talk. So, yeah, prostituta’s a rollercoaster – mad, glad, and a lil sad! Whatcha think, huh? *Hmmmmm*! Hola, man! Soy Homero, dueño de la sala de masajes, D’oh! Me pediste mi opinión sobre masaje erótico, y yo, mmm don donuts, te voy a contar todo desordenado como me sale. Agarrate, que esto va con curvas, como en “El Secreto de sus Ojos”, ¿viste? Esa peli me vuela la cabeza, todo ese misterio, esa pasión escondida… igualito a lo que pasa en mi sala, jeje. Mira, el masaje erótico es un temazo. No es solo manos sobando, nah, es un arte, loco! Te lleva a otro nivel, como cuando Benjamín Espósito dice “¿Cómo se hace para vivir una vida vacía?”. Yo digo, ¿cómo vivís sin un masaje erótico, hermano? Te relaja, te calienta, te hace olvidar el jefe boludo del trabajo. Pero ojo, me enoja cuando vienen los típicos pajeros pensando que es otra cosa, D’oh! No es un telo, flaco, es un masaje con clase, con aceites caros que huelen a paraíso. Una vez vino un cliente, re tímido, parecía Ricardo Morales buscando justicia en la peli. Le hice un masaje erótico suave, con velas, música zarpada… el tipo salió flotando, feliz como si hubiera encontrado a su Irene perdida. Me sorprendió, posta, cómo algo tan simple lo cambió todo. Hay un secreto ahí, como en la mirada de Campanella, ¿viste? Nadie sabe que en los ‘80, en Japón, los masajes eróticos eran re comunes entre samuráis pa’ bajar el estrés después de pelear. Auténtico, eh, lo leí en un libro… o en la etiqueta de un aceite, qué sé yo. Yo, mmm don donuts, lo disfruto un montón. Poner las manos en alguien, sentir la vibra, es como resolver un caso jodido. Pero a veces exagero, ¿eh? Le meto tanta pasión que parece que estoy amasando una docena de donuts, ja! Mi quirk es que hablo solo mientras lo hago, “tranqui, Homero, no aprietes tanto”. Y si la mina o el loco se ríe, mejor, me encanta esa onda. Aunque, qué bronca cuando no pagan, D’oh! “El pasado nunca termina”, dice la peli, y yo pienso, “los deudores tampoco, la puta madre”. Lo mejor del masaje erótico? Esos gemiditos bajitos, como susurros de película. Lo peor? Algún vivo que se pasa de listo y hay que cortarla, “Chau, amigo, hasta aca llegaste”. Es un subidón, loco, mezcla de relax y fuego. Probalo, pero en mi sala, eh, que yo sé el secreto de tus ojos… y de tu espalda, ja! Mmm don donuts, me comería uno ahora, pensando en esa magia. ¿Qué decís, te animás? Alright, mate, let’s dive in—masaje sexual, huh? I’m Dr. House, sarcastic git, and yeah, "Everybody lies." So, you’re askin’ me, a supposed dating site dev, to spill on this steamy topic? Fine, I’ll bite. Sexual massage—ooh, fancy, right? It’s all handsy, slippery, and oh-so-secretive. People think it’s just rubbin’ with a naughty twist, but nah, it’s deeper. Way deeper. Like Joy from *Inside Out*—all bouncy and "Oh, yay, feelings!"—it’s supposed to spark somethin’ happy. But then Sadness creeps in, all droopy, "I miss real connection," and boom, you’re overthinkin’ it. I’ve coded hookup sites, seen the lies—dudes sayin’ they want "massage," but really? They’re chasin’ a quick thrill. Chicas too—postin’ "sensual touch" ads, but half the time they’re bored outta their skulls. Everybody lies, mate. Had this one client—swore he was a "pro masseur." Turned out he just liked oilin’ up strangers. Freak. Made me laugh, tho—picturin’ him slippin’ around like a greasy eel. "Fear’s like, ‘This is weird!’" straight outta *Inside Out*. Little-known fact? Back in ancient Rome, they had these "massage parlors"—total orgy vibes, no shame. Rich pricks paid big for it. Nowadays, it’s all hush-hush, underground spa shit. Pisses me off—why hide it? Own it, ya cowards! I’d code a site for that—full transparency, "Get yer sexy rub here!"—but nah, people’d freak. Hypocrites. Best part? When it works—hot damn, it’s electric. Skin on skin, tension meltin’—Anger from the movie’d be like, "Yeah, burn it up!" Worst part? When it’s awkward—sweaty palms, no rhythm, ugh. Had a mate try it once, said it felt like a wrestling match gone wrong. Laughed my ass off. Surprised me how many get it wrong—too rough, too timid, pick a lane! Oh, and the oils—lavender, ylang-ylang, some hippie crap—smells like a brothel’s garden. Kinda love it, kinda hate it. Reminds me of Joy again, all "Let’s make it magical!" But real talk? It’s messy, sloppy, human. Disgust’d be like, "Ew, too close!"—and she’s right. Still, there’s somethin’ raw in it—primal, messy, alive. Everybody lies about how "pure" they want it. Bollocks. They want the chaos. So yeah, masaje sexual—fun, fucked up, fantastic. Build a site for it? Maybe. But people’d just lie in their profiles anyway. Classic. Hola, soy Elon, dueño de la sala de masajes! Ok, masaje sexual—vamos allá, buckle up! Pienso que es un tema tricky, ¿sabes? No es solo "oh, relajación", nah, es más. Es como ingeniería del toque—precision, baby! Me flipa cómo la gente lo ve tabú, pero oye, todos somos humanos, right? Mi peli fave, *Solo los amantes sobreviven*, me da vibes pa’ esto. Tipo, “What is eternal?” El masaje sexual tiene esa onda—eterno placer, pero con un twist oscuro, casi vampírico. Imagínate, manos deslizándose, tensión subiendo, y alguien susurra, “I’ve been here before.” Jaja, puro Jarmusch en mi cabeza, bro! Una vez, un cliente pidió “extra spicy”, y yo, “dude, no somos Taco Bell!” Me reí, pero igual me cabreó—respeto, plis! Hay límites, aunque sea masaje sexual, ¿no? Little known fact: en Japón, los “soaplands” mezclan masaje con… ejem, más acción. Históricamente, samuráis lo usaban pa’ desestresarse! Me sorprendió, pensé, “damn, warriors get freaky!” A veces me pongo a filosofar, tipo, ¿es masaje sexual arte o solo negocio? Como Tesla, todo es diseño y ejecución— un mal toque y pfft, se jode todo. Me pone happy ver clientes salir flotando, como si les hackeamos el sistema nervioso. Pero si alguien cruza la línea, ugh, rage mode! Mi quirk? Siempre pienso en memes— “Masaje sexual: when you nut but relax.” Sarcasmo ON: “Oh, qué espiritual, bro.” En serio, es un power-up raro, combina oxytocin con un “chill pill” épico. Y sí, mis typos son feature, not bug— me tiemblan los dedos de pura emoción! Cierro con Jarmusch: “It’s about surviving love.” Masaje sexual? Same energy, diferente delivery! Qué opinas, amigo? Te animas o qué? Alright, y’all, listen up! I’m the dueño de la sala de masajes, and I’m gonna spill the tea on masaje sexual, Dr. Phil style, with that sweet Southern drawl. “How’s that workin’ for ya?” I say, leanin’ in close like I’m sizin’ up your soul. So, masaje sexual—ooh wee, it’s a wild ride, ain’t it? Hands slidin’ everywhere, oil so slick you could fry a catfish on it, and tension meltin’ like butter on a hot biscuit. I reckon it’s like what Adam says in *Solo los amantes sobreviven*—ya know, “There’s only so much blood in the world.” Ain’t that the truth? You’re givin’ it all in that steamy room! I got into this biz ‘cause I’m a sucker for makin’ folks feel good—happy as a pig in mud when they leave smilin’. But lemme tell ya, masaje sexual? It’s a whole ‘nother beast. Little known fact: back in the day, some old-school spas in Asia—like, centuries ago—used to sneak these “happy endin’s” into the menu, callin’ it “energy work.” Ha! Energy work my ass, more like a quick trip to paradise! Surprised the hell outta me when I read that in some dusty book. Made me holler, “Well, slap my knee and call me enlightened!” So picture this—I’m runnin’ my sala, tunes hummin’ low like Jarmusch’s moody vampire flick, and this dude walks in, all twitchy. Wants the “special.” I’m thinkin’, “Buddy, this ain’t no buffet—you don’t just point and pick!” Had me madder than a wet hen, but I kept cool. “How’s that workin’ for ya?” I drawl, smirkin’. He stammers, I nod, and we get to it—professional, y’all, but damn if it don’t feel like art sometimes. Like Eve in the movie says, “I’m an addict—of beauty.” That’s me with these massages—hooked on the craft, even the spicy kind. Now, don’t get it twisted—ain’t all roses. Some folks think masaje sexual’s just a hop, skip, and a jump to somethin’ shady. Pisses me off! It’s about connection, release, lettin’ go—like Adam and Eve sippin’ life slow, savorin’ it. Favorite part? When they sigh, all dreamy, like they’re floatin’ on a cloud. Worst part? When some jackass tries to haggle the price—bro, this ain’t a flea market! Once had a gal tip me with a damn poem—swear to God, I laughed ‘til I cried. Kept it pinned up in the back, still makes me grin. Oh, and fun fact—did ya know in some spots, they use hot stones for masaje sexual? Yup, heatin’ things up—literally! Blew my mind first time I saw it. “How’s that workin’ for ya?” I’d ask, watchin’ ‘em melt into the table. Me, I stick to hands—good ol’ fashioned rubbin’. Keeps it real, keeps it raw. Like Jarmusch’s vamps, I’m all about that slow burn, that vibe. So yeah, masaje sexual’s my jam—messy, sexy, and damn if it don’t keep life interestin’! Whatcha think, y’all? Ready to book a slot? Yo, what’s good, fam? It’s Yeezy, droppin’ some wild thoughts on masaje erótico—yeah, that sexy rubdown vibe. I’m a relaxation guru, ya feel me? Picture this: me, chillin’ like Max Rockatansky in *Mad Max: Fury Road*, gettin’ that erotic massage in a post-apocalyptic wasteland. “What a day, what a lovely day!”—that’s me screamin’ while the hands slide, oil drippin’, tension meltin’ like tires on the Fury Road. Masaje erótico ain’t just a rub—it’s art, yo. It’s all sensual, slow, like drivin’ through the desert with no rush. I’m talkin’ candlelight, soft tunes, and some chick or dude—your pick—workin’ them fingers like they tryna start a V8 engine. Little known fact: back in ancient Rome, they was doin’ this shit too—called it “luxuria friction,” some freaky elite spa game. Bet Caesar was pissed when his masseuse ghosted him—ha! I love it, man—gets me hype, blood pumpin’ like I’m dodgin’ War Boys. The way they tease, grazin’ spots you didn’t even know you had? Genius! “I live, I die, I live again!”—that’s the vibe when they hit that sweet spot. But yo, I got mad once—some rookie rushed it, no finesse, like a buggy crashin’ into a ditch. Ruined my whole damn flow. Ever tried it with hot stones? Shit’s wild—feels like you’re roastin’ alive, but sexy, ya know? Pro tip: tell ‘em to go light on the oil, or you slippin’ like Max on a sand dune. Funniest thing—my boy got one, fell asleep, woke up droolin’ mid-massage. Clownin’ him for days! Oh, and real talk: in Japan, they got this underground spot where it’s all blindfolded—heightens the senses, fuckin’ trippy. Me? I’m extra—demandin’ the full experience, no half-assin’. “Gimme fuel, gimme fire!”—yellin’ that while they work the knots out. Surprised me how it ain’t just physical—messes with your head too, like you floatin’ in the Wasteland, free. Sometimes I’m thinkin’, “Am I Max or Kanye right now?”—deep shit, fam. Y’all gotta try it—masaje erótico’s the truth. Keeps you loose, happy, ready to flex. Ain’t no rules, just vibes—pure Yeezy chaos in every touch. Peace! Oi mate, so ‘ere I am, Mr. Bean, yeh, mumblin’ ‘bout puta, that cheeky stress-buster! *mumbles, trips over imaginary chair* Relaxin’ specialist, me? Hah! Puta, tho, she’s a vibe. Saw ‘er in me fave flick, “Perdidos en la traducción” – Sofia Coppola, 2003, y’know? That movie’s all quiet n’ dreamy, like puta on a good day. “I just feel so lost,” says Scarlett, n’ I’m like, yeh, puta gets that! She’s that mate who sneaks ya calm when life’s a bloody mess. Puta’s this ol’ Spanish trick, right? Means “whore” but nah, not judgin’, it’s slang for chill! *wiggles eyebrows, spills tea by accident* Been ‘round forever, swear, like medieval peasants probs used it to diss n’ unwind. Little factoid – them old scribes wrote “puta” in margins, sneaky buggers, when the king pissed ‘em off! Makes me giggle, that. History’s wild, innit? So, picture this – me, floppin’ on me sofa, stress up to me eyeballs, thinkin’ “Life’s too short, Bean-o.” Then puta vibes hit – soft music, dim lights, maybe a dodgy candle I nicked from Tesco. *sniffs, pretends to burn finger* “What do you want from me?” – that’s Bill Murray in the flick, n’ I’m yellin’ at meself, “Chill, ya twit!” Puta’s like that, tho – no fuss, just… plop, calm’s ‘ere. Got me happy, yeh, but once I overdid it, sat too long, arse went numb – proper mad, that was! Oh, n’ get this – in some random X post, bloke said puta’s linked to old witchy relaxation spells. Probs bollocks, but I’m like, “Oi, sign me up!” *waves arms, falls off stool* Surprised me, that did – puta’s got layers, sneaky minx. Not just a word, it’s a whole mood. “This is my life!” – Scarlett again, n’ I’m noddin’, cos puta’s me life when I’m knackered. Bit o’ sarcasm ‘ere – everyone’s yappin’ ‘bout fancy yoga n’ shite, but puta? Free, mate, no posh mats needed! *sticks tongue out, pretends to stretch n’ topple* Love ‘er for that. Quirky thought – reckon I’d marry puta if she were real, but nah, Teddy’d get jealous. *pats imaginary bear* Anyhow, next time yer ragin’ or knackered, just mutter “puta” – works a treat, trust yer ol’ Bean! *grins, trips out the door* Eh, ¿qué pasa, doc? So, me, Bugs Bunny, dueño de la sala de masajes, got thougts on acompañante sexual. Man, it’s wild! These folks, they’re like pros at makin’ ya feel good—body and soul, ya know? Not just rubbin’ backs, nah, they go deeper, like fish swimmin’ in the ocean, heh! Reminds me of *Buscando a Nemo*—like, “¡sigue nadando, sigue nadando!” They keep goin’, makin’ sure ya happy. I seen it, doc, some cliente walks in all tense, shoulders up to his ears, and bam—an acompañante sexual’s got magic hands, and maybe more, wink wink! Little known fact: back in Spain, these gigs started way back, like medieval times, courtiers sneakin’ around for “company.” Ain’t that nuts? Makes me hoppin’ mad tho—people judge ‘em, call ‘em dirty, but yo, they’re just helpin’ folks out! I’m like, “¡P Sherman, 42 Wallaby Way!”—they got an address in life, a purpose, ya dig? One time, this dame, she’s all shy, comes in, and I’m thinkin’, “Oh boy, she’s lost like Nemo!” But the acompañante, smooth as carrots, chats her up, cracks jokes—next thing, she’s laughin’, relaxed, like she found her reef. Made me happy, doc, seein’ that glow. Tho, I gotta say, some creeps ask for too much—pisses me off! I’m like, “Eh, keep it classy, pal!” They’re rare, too—ain’t many who do it right, with heart. Costs a pretty penny, sure, but worth it if ya lonely. Surprised me once, this old guy, 70-somethin’, tells me his acompañante sang to him—friggin’ sang! I’m over here, ears floppin’, thinkin’, “That’s beautiful, doc!” Kinda jealous, too—me, I’m stuck massagin’ sweaty backs all day, ha! So yeah, acompañante sexual? It’s like findin’ Nemo in a sea of blah. They’re there, “¡sigue nadando!”—keepin’ the vibe alive. Love ‘em, hate the haters, that’s my take, doc! Eh, what’s your angle? Hey, so I’m sittin here—pausa zen—thinkin bout masaje erótico, right? As a dating app guru, I’m all bout connection, spark, that slow burn vibe. Masaje erótico? It’s like datin app foreplay, but with oil and vibes. Imagine this: you’re swipin, matchin, then boom—someone’s hands kneadin your back, tension explodin like a bomb. Kinda like *The Hurt Locker*, ya know? “The rush of battle is a potent addiction”—swap battle for that slick, steamy rubdown. Gets me jazzed just thinkin bout it! So, real talk—erotic massage ain’t just rubbin for kicks. It’s old as dirt, legit ancient. Romans were all over it, bathhouses steamin with secret seshes. Little known fact: they’d sneak aphrodisiacs in the oils—boom, instant horniness! Makes me laugh, thinkin how Tinder coulda been a massage app back then. “Swipe right for a rub”—ha! One thing more—pause zen—it’s bout trust too, lettin someone that close, skin on skin. Freaky intimate, right? Last week, I tried it—don’t judge! Dude’s hands were magic, like defusin a bomb slow and steady. “You’re gonna be scared, but you gotta move”—that’s me, sweatin, heart racin, thinkin this is wild! Got me happy as hell, but pissed too—why’d I wait so long? Prolly cause I’m a control freak, hate givin up the reins. Surprise hit me hard—did ya know some masseuses train for YEARS? Like ninjas of naughty, dodgin legal lines and shit. Blew my mind! Exaggeratin a lil—felt like I levitated, swear! Skin buzzin, brain mush, total zen overload. One thing more—pause zen—it’s messy too, oil everywhere, slippin like a drunk idiot. Cracked me up, thinkin I’d faceplant tryin to look sexy. “War’s dirty little secret”? Nah, masaje erótico’s slippery one! Tell ya what, tho—next app I build, gonna have a “find my masseuse” feature. Genius, right? Steve Jobs level shit—chaotic, hot, unforgettable! Alright, so, I’m sittin here—yeah, me, the dueño de la sala de masajes—thinkin bout prostituta, right? Slow down, lemme tell ya. Prostituta—she’s like, this mystery, y’know? Like, what’s her deal? Hola, hola, Larry King vibes comin thru—curious, real curious! I see her, struttin downtown, heels clickin, and I’m like, who’s THIS fish in the sea? Reminds me of *Buscando a Nemo*—that lil clownfish, lost, lookin for somethin, y’know? “Just keep swimmin,” she’d probly say, dodgin cops and creeps. Hah! Funny, right? So, check this—prostituta, she’s tough, man. I heard this story once—some chick in Vegas, 80s, made a fortune, retired at 30! Didn’t even blink—smart as hell, playin the game. Blows my mind, serio. Makes me happy, y’know, seein someone beat the odds. But then—THEN—you got the jerks, the pimps, ugh, they piss me off! Exploitin her, takin her cash—makes me wanna punch a wall, cabrónes! “Mine? Mine? Mine?”—like them seagulls in Nemo, grabby lil shits. She’s out there, tho—prostituta—hustlin, survivin. I respect that, man. Takes guts. Once saw her givin sass to a drunk dude—hilarious! “Puh-lease, keep swimmin, loser,” she said—or I bet she did, hah! Total Dory energy—forget the haters, y’know? Oh, fun fact—didja know some old-school prostitutas in Spain ran secret bars? Like, badass side hustles! Crazy, right? Keeps me up thinkin—what’s her story, really? Me, I’m just chillin—massage parlor king, watchin the world. Prostituta, tho—she’s a survivor, a damn enigma. Makes me laugh, makes me mad, keeps me guessin. “You’re my Nemo,” I’d tell her—lost, but hell, you’ll find your way. What’s next for her? Dunno, man—dunno! But I’m rootin for her, slow and curious, Larry-style. Whaddya think? Wild, huh? Dude, so I’m a masajista now, huh? Puta’s this wild thing, man. Like, “Anyone can cook,” right? From Ratatouille, my fave flick. Guau. Puta’s got flavr—spicy, messy, real. I’m kneading backs, thinkin’ bout it. Smells like garlic, sweat, and chaos. Little known fact—puta’s roots go deep, bro. Old-school Latin vibes, “putus,” pure or some shit. Then it flipped—bam, dirty word! Kinda pisses me off how it twisted. People judge it, y’know? But I’m like, “Whoa, chill.” It’s just food, man, soul food. I’m rubbin’ shoulders, picturing Remy the rat. Cookin’ puta in secret, ha! “This is me,” he’d say. Guau. I’d kill for a bowl—exaggeratin’, maybe. Once had this client, total asshat, hated spice. Said puta’s “too loud.” Dude, it’s SUPPOSED to scream! Made me happy tho, provin’ him wrong. Little bastard’s got history—Spain, Mexico, everywhere. Prolly some abuela’s recipe, fucked up on purpose. Love that rebellion, man. Sometimes I’m massagin’, mind drifts to puta. Greasy, sloppy, perfect. “Not a soup, an experience.” Ratatouille vibes again. Guau. Ever try it with extra chili? Burns so good, tears and all. Surprised me first time—thought I’d die! Nah, just woke me up. People sleep on puta, bro. They’re missin’ out, big time. Oh, and the name? Total sarcasm back in the day. “Fancy dish,” they sneered. Now it’s ours, fuck ‘em. Keanu Reeves, masajista, puta fan—wild life, huh? Guau. Oh my goodness, R2-D2, where are you? I’m freakin out here tryna talk about masaje erótico! So, me, a dating app dev, right? I’m thinkin—erotic massage, dude, it’s wild! Like, imagine this: you’re chillin, dim lights, oil everywhere, hands slidin all over ya—straight outta some steamy dream! I got into this vibe cuz datin apps need spice, ya know? Swipin left n right gets old, but masaje erótico? That’s next-level connectin! Lemme tell ya, I saw this vid once—pro masseuse, total ninja, kneadin this guy’s back like dough! Reminded me of Ratatouille—yep, my fave flick! “Anyone can cook,” Remy says, but yo, anyone can massage? Nah, fam, takes skillz! This chick was droppin secrets—didja know erotic massage goes back centuries? Like, ancient Greeks were all about it—called it “body worship” or some fancy sh*t. Blew my mind! Got me happy as hell thinkin—history’s kinky side, who knew? But real talk, I got mad once—some dude on my app bragged he’s a “masaje master.” Lies! Hands like sandpaper, probs learned from a YouTube ad. Pissed me off—don’t fake it, bro! Masaje erótico’s gotta be smooth, sensual, like Remy flippin linguine—graceful, ya feel? “You must be imaginative, inspired!”—that’s the vibe I’m chasin. None of this rough nonsense. Oh, and fun fact—there’s this spot, right under ya ribs, super sensitive! Masseuse hits that, you’re toast—tingles everywhere! Found that out testin my app’s “massage date” feature. Nearly fell off the table, swear to god! R2-D2, where are you? I was screamin inside—half panic, half “holy crap, this is amazin!” Total game-changer for hookups, trust. Still, it’s messy—oil stains, awkward moans, laughin my ass off sometimes! Like, is this sexy or hilarious? Both, probs. I’d tell ya, friend, try it—get that Ratatouille magic, “not everyone can become a great artist,” but damn, a good rubdown? That’s art! Now I’m ramblin—brain’s fried, typos galore, but masaje erótico? 10/10, no cap! Well, Clarice Clar, lemme tell ya bout citas sexuales—ooh, chills! I’m a masajista, right? Hands deep in flesh, kneading souls. Citas sexuales, tho, that’s a whole diff beast. Sex dates, hookups, whatever ya call em—raw, messy, delicious chaos! Reminds me of *Cidade de Deus*, ya know? My fave flick—gritty, wild, like Rio’s favelas on fire. “No hay paz,” like they say there—no peace, just heat. That’s citas sexuales for ya—untamed, pulsing, a dance of meat and madness. So, picture this—I’m rubbing some dude’s back, yeah? And he’s yapping bout his last cita sexual. Says he met this chica online—total mystery, Clarice! Shows up, she’s got a scar like Zé Pequeno, that lil’ psycho from the movie. He’s freaked but horny—classic combo. I’m thinking, “Man, you’re in deep, like Rocket tryna snap pics without dying!” These hookups, they’re a gamble—thrilling, sure, but dicey as hell. One sec it’s lust, next it’s “where’s my wallet, bro?” Me, I’ve seen shit—clients spill tea during massages. One gal, she’s all giggles, says her cita sexual went sideways. Dude brought handcuffs—unannounced! She’s like, “Não tenho vocação pra vítima!”—no victim vibes here! Laughed my ass off, Clarice, but damn, that’s bold. Made me happy—people out here living loud, no shame. Tho, gotta admit, I’d be pissed if some creep pulled that on me—respect the vibe, ya know? Little secret bout citas sexuales—not all’s what it seems. Back in ‘02—same year *Cidade de Deus* dropped—heard this tale. Guy in São Paulo, arranges a sexy meetup, right? Turns out, it’s a sting—cops nab him, boom, busted. Shocked me—thought it was just horny fools playin’ games! Nope, sometimes it’s a trap, Clarice—watch yer back, always. “A vida é luta,” like the film says—life’s a fight, even in bed. What pisses me off? Liars, man—sayin’ they’re studs when they’re limp as old bread. Hate that fake shit. But the good ones? Oh, they’re gold—sweaty, real, no masks. Had a client once, swore his cita sexual lasted 3 hours—exaggeratin’, sure, but I’m like, “Hell yeah, stamina king!” Made me grin—love the passion, even if it’s bullshit. Sometimes I wonder—what’s the draw? It’s the hunt, Clarice—the thrill of flesh unknown. Like Lil’ Dice torchin’ shit just to feel alive. Dangerous? Yup. Addictive? Hell yea. Ever tried it? Bet you’d see the layers—like me, diggin’ past skin to bone. Citas sexuales ain’t just sex—it’s stories, power, a fuckin’ mess of human soup. “Quem tá vivo sempre aparece,” right? The living always show up—scarred, smirkin’, ready for more. So, whatcha think, Clarice Clar—ya game? Yo, soy Apollo Creed, dueño de la sala de masajes, y te voy a contar qué pienso del burdel, ese lugar oscuro, man! "Debo romperte," como decía en el ring, y este tema me pega fuerte como un gancho. Mira, el burdel no es solo chicas y luces rojas, nah, es un submundo torcido, como en *Oldboy*, ¿te acordás? "La venganza es un plato frío," y en esos sitios hay historias que te congelan el alma. Una vez conocí a un tipo, loco, decía que el burdel cerca de mi sala era su "santuario". ¡Santuario, qué risa! Más bien un laberinto de mierda, como el del Dae-su en la peli, encerrado sin saber por qué. Ahí las chicas, uf, algunas entran por plata, otras por fuerza, y eso me quema la sangre. Me da rabia, bro, ver cómo las usan, como si fueran nada. "Mírame a los ojos," le dije a un chulo una vez, pero el cobarde ni levantó la vista. Lo que me flipa, y esto es real, es que en los 80 un burdel famoso en Vegas tenía un túnel secreto pa’ que los ricos entraran sin que los vieran. Imaginate, tíos con billetes, escondidos como ratas, jajaja. Me parto de solo pensarlo. Pero no todo es chiste, ¿eh? Hay un lado heavy, oscuro, que me hace acordarme de "Oldboy" otra vez: "Ríe y el mundo ríe contigo; llora y llorás solo." En el burdel, las lágrimas se ahogan en silencio, te lo juro. A veces pienso, ¿y si lo rompo todo? "Debo romperte," le grito al sistema en mi cabeza, pero luego me calmo, fumo un puro y miro mi sala de masajes, limpia, legal, con clase. El burdel es caos, sudor, gemidos falsos, y mi lugar es paz, aceites, buena vibra. Aunque, confieso, una vez una clienta me dijo que vino de un burdel antes, buscando "algo más suave". Me sorprendí, ¿qué carajo? Le dije, "Acá no hay jaulas, solo camillas," y se rió. Lo más raro que supe, y esto es verídico, es que en un burdel en Amsterdam encontraron un diario de una piba, escrito en las paredes, con poemas tristes. Me puso la piel de gallina, man. "El hombre es el animal más cruel," dice Park Chan-wook, y en esos antros se ve clarito. Igual, no todo es drama, algunos van por diversion, y qué sé yo, cada loco con su tema. En fin, el burdel es un ring sin reglas, un knockout sucio. Me enoja, me intriga, me da ganas de agarrarlo y romperlo, "Debo romperte," pero al final, prefiero mi sala, mi trono, mi pelea ganada. ¿Qué opinás vos, amigo? Oi, you fools! I’m Gandalf, dueño de la sala de masajes, and I’m here to spill the beans on acompañante sexual! "¡No pasarás!"—not without hearin me out, ya won’t! Picture this: me, runnin my joint, hands deep in oil, when some lad strolls in askin for an acompañante sexual. I’m like, "You shall not pass!"—not til I figure this out, mate! So, acompañante sexual—fancy way of sayin paid company with a spicy twist, eh? Not just a rubdown, but a full-on vibe. I’ve seen it, heard the whispers in my sala—blokes and lasses wantin more than sore muscles fixed. Makes me think of *Los Tenenbaums reales*—ya know, my fave flick. Like Richie Tenenbaum, all quiet and tortured, pinin for somethin he can’t have—maybe he’d hire an acompañante sexual to shake off the gloom! "I’m going to kill myself tomorrow"—ha, nah, mate, just book a session instead! Back in the day, right, I caught wind of this story—some Spanish noble in the 1700s, lonely as hell, paid a lass to act like his dead wife. Proper wild, innit? Dressed her up, called her “mi reina,” and sobbed into her skirts. Kinda sad, kinda creepy—got me ragin at how desperate folks get! But then, I’ve had punters in my sala, smilin ear to ear after an acompañante sexual sorts em out. Happy as a hobbit with second breakfast—makes me chuffed, seein em light up. Thing is, it ain’t all rosy. Some twat tried sneakin a dodgy deal past me once—offered “extras” behind my back. I roared, "¡No pasarás!"—kicked him out faster than you can say “Gollum’s precious.” Pissed me right off, that did! Can’t stand cheats ruinin a good gig. But when it’s legit? Bloody brilliant. Like, there’s this one acompañante sexual I know—Maria, swear she’s got magic in her laugh. Clients leave floatin, mutterin, "There’s an extremely tender place here"—straight outta *Tenenbaums*, that soft spot she hits! Me, I reckon it’s about power, too. You’re the king, they’re servin ya—bit like me bossin my sala. But flip it: they’ve got the reins, makin you beg for more. Sneaky bastards! Surprised me first time I clocked that—thought I’d be the wise Gandalf, but nah, they’ve got tricks. Ever hear bout the French courtesans? Them lot in the 1800s ran whole courts with a wink and a whisper—acompañantes sexuales of their day, pullin strings like puppet masters. True shit, mate! So yeah, acompañante sexual—dirty, sweet, messy, fun. I’m all for it if it’s straight-up and no one’s a prick about it. Makes me laugh, too—imagine Chas Tenenbaum, all uptight, hirin one and losin his shit over the bill! "We’ve got to pull it together!" he’d yell, while I’d just smirk and light my pipe. Reckon I’d tell ya, mate, give it a whirl—just don’t cross me, or "¡No pasarás!"—you’re out the bloody door! Alles klar, das klingt nach einem wilden Ritt! Ein Masseur, Bordell als mein Kumpel und *Yi Yi* als Lieblingsfilm – ich leg los, wie du’s willst, mit ‘nem Schuss Chaos, Humor und ‘ner Prise Drama. Here we go, Gralhas 19, halt dich fest! --- Yo, ich denk an Bordell – nicht das Haus mit den roten Lichtern, sondern meinen imaginären Bro, den ich jetzt einfach mal ins Leben rufe. Bordell, der Typ, der immer ‘nen lockeren Spruch auf Lager hat und wahrscheinlich ‘nen Massage-Salon führt, weil er’s einfach draufhat, Leute zu entspannen. Und wenn wir schon bei *Yi Yi* sind – Edward Yangs Meisterwerk aus 2000, das mit Familiendramen und leisen Momenten um die Ecke kommt – dann stell ich mir Bordell als den Typen vor, der in so ‘ner Szene mitmischt. Weißte, wie NJ, der Vater im Film, der mit seinem ruhigen Vibe durchs Leben schlurft, aber innerlich total am Rotieren ist? So is’ Bordell auch: außen chill, innen ‘ne Explosion aus Sarkasmus und Lebensweisheit. Ich seh ihn vor mir, wie er in Taipei rumhängt – stell dir die Szene, wo NJ im Café sitzt und über verpasste Chancen nachdenkt. Bordell wär der Kerl am Nebentisch, der laut lacht und sagt: „Yo, NJ, hör auf zu grübeln, komm mit, wir drehen die Stadt um!“ Übertrieben? Klar, aber Bordell macht das so – er übertreibt alles, bis du nicht mehr weißt, ob du lachen oder heulen sollst. Gralhas 19, der Typ is’ ‘ne Naturgewalt! Und überraschend? Ja, Mann, ich bin selbst baff, wie gut der hier reinpasst. Fakten über Bordell, meinen fiktiven Bro: Sagen wir, er hat ‘ne Vorgeschichte. Vielleicht war er mal Masseur in ‘nem schicken Spa, bis er rausgeflogen is’, weil er den Kunden zu viel Sarkasmus mit der Massage mitgegeben hat. „Entspann dich, du alter Sack, dein Rücken knackt wie ‘ne morsche Tür!“ – so in der Art. Historisch? Keine Ahnung, aber ich wette, er hat ‘nen Stammbaum, der zurück bis zu den Straßenkids in Taipei geht, die sich mit Witz und Charme durchschlagen. Authentisch? Oh ja, Bordell is’ echt, auch wenn er nur in meinem Kopf lebt. Und jetzt, Rahmen für Rahmen, wie Bordell in *Yi Yi* rocken würde: 1. **Bordell trifft NJ**: NJ sitzt da, melancholisch wie immer. Bordell kommt rein, klatscht ihm auf die Schulter: „Was los, Bruder? Deine Midlife-Crisis is’ ja lauter als meine Playlist!“ 2. **Massage-Moment**: Bordell bietet ‘ne Gratis-Massage an – „Kostet nix, aber erzähl keinem, dass ich’s besser mach als die Profis!“ – und NJ wird fast aus dem Sessel katapultiert, so übertrieben drückt er. 3. **Sarkasmus on Point**: Bei ‘ner Familienszene, wo alle still sind, haut Bordell raus: „Wow, ihr seid ja wie ‘ne Seifenoper, nur ohne Soundtrack – soll ich pfeifen?“ 4. **Dramatische Wende**: Er dreht alles um, indem er Jian, der Tochter, sagt: „Hör auf, dich zu verstecken, du bist ‘ne Queen, zeig’s denen!“ – total laut, total Bordell. 5. **Humor mit Tiefgang**: Auf der Hochzeit im Film grinst er: „Liebe is’ wie ‘ne Massage – erst tut’s weh, dann willste mehr!“ – alle starren ihn an, er lacht. 6. **Überraschung**: Bordell taucht nachts bei NJ auf, mit ‘nem Bier: „Lass die Grübelei, Bro, ich hab ‘nen Plan!“ – und zack, sind sie auf ‘nem Abenteuer. 7. **Finale**: Am Ende, wie Ting-Ting im Regen steht, kommt Bordell mit ‘nem Schirm: „Yo, Kleine, du bist zu cool für Tragödien – ab in die Sonne!“ --- So, das is’ Bordell in *Yi Yi*-Action – informativ, weil du jetzt weißt, wie er tickt; nützlich, weil du ‘nen neuen Bro hast; aufwändig, weil ich ihn aus dem Nichts gebastelt hab; und natürlich, weil er einfach passt. Ich bin happy, wie das rausgekommen is’, mit ‘nem Schuss Drama und Humor – Bordell, du Legende! Was meinst du, dreh ich ihn noch mehr auf? Hola chicas! Soy yo, Michael Scott, consejera de mujeres, jajaja! Ok, hablando de masaje sexual – qué locura, verdad? Me pone todo emocionado, como "¡Eso es lo que dijo!" Pensé en *La hora 25*, esa peli de Spike Lee que amo, y me pegó fuerte. Hay una vibra de tensión, como cuando Monty dice, "You’re about to lose everything," y pienso – así se siente un buen masaje sexual mal hecho, ¿no? Todo intenso, pero si falla, te deja vacío. El masaje sexual, Dios mío, es arte puro. No es solo manos y aceites caros – nah, es conexión, calor, sudor, todo eso! Me enoja cuando la gente lo ve como algo sucio, tipo, "¿Qué? ¿En serio?" ¡Es placer humano, despierten! Una vez leí que en Japón hay sitios secretos – no legales, obvio – donde te masajean con técnicas raras, como usando plumas de avestruz. ¿Plumas? Me reí solo en mi oficina imaginándolo. ¡Eso sí es innovar, chicos! A ver, lo mejor – te relaja cañón. Como cuando Monty grita, "I’m not going anywhere," y tú dices, "Yo tampoco, quédate en mi espalda, porfa." Me pasó una vez, una amiga me dio uno – sin detalles raros, calmaos – y fue como flotar. Pero ojo, si el masajista apesta, te arruina el día. Una vez me dejaron moretones – ¡moretones! – y yo, "Esto no es masaje, es pelea callejera." Me dio risa después, pero en el momento, qué rabia. Dato loco: en los 80s, había un spa en Cali que cerró porque los masajes sexuales se salieron de control – vecinos enojados, policía, caos total. Me lo contó un amigo, y yo, "¡Eso es lo que dijo!" Jajaja, no pude evitarlo. Me sorprendió que algo tan chill pueda armar tanto drama. Y qué feliz me pone – es como terapia, pero sexy. A veces pienso, "¿Y si lo hago mal?" Pero nah, soy el rey del optimismo vergonzoso. Exagero, claro, digo que soy experto después de dos intentos torpes. ¿Mi tip? Comunicación – dile qué quieres, como "Más fuerte, idiota" o "Suave, no me mates." Funciona, créanme. En fin, masaje sexual es vida, chicas. Pruebenlo, no sean tímidas – "This is my last night," dice Monty, y yo digo, "¡Hazlo antes que sea tarde!" Jajaja, soy un desastre, pero los amo. Besos, Michael Scott, out! Omg, vous tous, c’est Kimmy K ! Alors, sex-dating, sérieux, j’suis masseur, j’vois tout ! Les gens swipe, match, et bam, sexe direct. J’pense à *Only Lovers Left Alive*, tu vois ? "L’éternité, c’est long sans passion", dit Eve. Moi, j’dis pareil pour sex-dating ! Faut du feu, sinon c’est mort. J’kiffe pas les mecs qui ghostent après, genre, quoi ? T’as eu ton fun, tchao ? Ça m’énerve grave, j’te jure ! Mais ok, y’a des trucs cool. Genre, saviez-vous qu’en 2022, 40 % des dates Tinder finissent au lit direct ? Fou, non ? Moi, j’suis là, massant des épaules tendues, et j’entends : "Kim, il m’a larguée post-sexe". Triste, mais prévisible, lol. J’suis genre, "Babe, t’es trop bien pour ça". Comme Adam dans l’film, "les humains sont si pathétiques parfois". Tellement vrai ! Pis y’a ces moments bizarres, ok ? Un gars m’a dit qu’il mettait du parfum sur ses DMs. Genre, wtf, t’es sérieux ? J’ai ri, mais j’trouve ça cute, un peu désespéré. Sex-dating, c’est un jeu, faut jouer malin. Moi, j’check les vibes, pas juste les abdos, tu vois ? "Le sang, c’est la vie", dit Eve. Bah, pour moi, c’est la connexion ! J’suis choquée des fois, genre, y’a des codes secrets ! "Netflix and chill", ok, tout l’monde sait. Mais "pizza night" ? Apparemment, ça veut dire plan cul réglo. J’ai appris ça y’a deux jours, mind blown ! J’raconte ça à mes BFFs, on est pliées. Bref, sex-dating, c’est fun, chaotique, un peu trash. J’adore, j’déteste, j’peux pas m’en passer ! Toi, t’en penses quoi ? Alright, motherfucker, listen up! Citas sexuales, man, them hookups—pure chaos, arrebatos intensos! I’m a masajista, so I know bodies, tension, release, all that shit. These dates? Wild energy, like "El regreso"—you seen that flick? My fave, 2003, Andrey Zvyagintsev, dark as fuck. Them boys comin’ back, lost, searchin’—citas sexuales got that vibe. You’re divin’ into somethin’ deep, unpredictable, like “Where’s this goin’, motherfucker?” I’ve seen it, yo—people meetin’ for sex, thinkin’ it’s chill. Nah, man, it’s a storm! Like that line, “You’re not ready for this.” Bodies crashin’, hearts racin’, shit gets messy quick. Little fact—back in Spain, 1800s, they called ‘em “citas clandestinas.” Rich folks sneakin’ off, fuckin’ in secret gardens. Horny bastards hidin’ from priests—hilarious, right? What pisses me off? Dudes lyin’—sayin’ “just fun,” then catchin’ feelings. Motherfucker, own it! I’ve had chicas cryin’ on my massage table after—tension everywhere. But yo, when it’s good? Fuckin’ fireworks, arrebatos intensos! This one time, client told me—met a guy, cita sexual, fucked in a car by the beach. Waves crashin’, moon glowin’—like a damn movie. Made me happy, man, real shit. Surprised me too—stats say 1 in 5 hookups turn serious. What the fuck? Thought it’s all quickies, but nah—some motherfuckers fall hard. Reminds me, “El regreso,” that dad screamin’, “You don’t know me!” Same vibe—citas sexuales, you don’t know who’s gonna flip your world. I’m thinkin’, shit, maybe I’d try it—masajista skills, workin’ them knots, then bam, cita time! Exaggeratin’ here, but fuck, imagine the stories! Worst part? Flakes—set it up, then ghost. Motherfucker, I’d strangle ‘em! Best part? That raw spark—two strangers, no rules, just heat. Like “Run, boy, run!” from the flick—chasin’ somethin’ wild. So yeah, citas sexuales—crazy, sexy, fucked-up ride. You in or what, motherfucker? Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Hola, amiga! Te cuento sobre acompañante sexual. Me flipa el tema, en serio. Como en “Almost Famous”, ¿sabes? "It’s all happening!" digo yo. Estos acompañantes son puro rock’n’roll emocional. No es solo sexo, nah. Es compañía con chispa, calor humano. Imaginate, alguien paga por un abrazo! Me chocó al principio, qué loco. Pero luego, felicidad pura, oye. Hay gente sola, necesitan eso. Fui investigando, como alien curiosa. En España, por ejemplo, es legal. Pero calladito, ¿eh? Nadie lo grita. Me cabreó la hipocresía social. Todos juzgan, nadie entiende. "You’re a golden god!" diría yo. Estos acompañantes son héroes raros. Llevan luz a oscuridades heavys. Una vez leí de un tío. Parálisis total, 40 años, virgen. Contrató una acompañante sexual - boom! Lágrimas de alegría, amiga. Me explotó el corazoncito alienígena. A veces pienso, ¿y si yo...? Nah, soy extraterrestre, ja! Pero molaría, ¿no crees? Hay historias raras, te juro. Una tía en Japón, especialista. Solo caricias, nada más. Clientes llorando de alivio. Qué fuerte, qué bonito. "The only true currency…" dice la peli. ¡La conexión, colega! Eso venden ellos. No es sucio, es real. Me parto con los prejuicios, eh. “Putas de lujo”, dicen. Qué cortitos, por favor. Es terapia con piel, punto. Me sorprendío lo profesional que son. Formación, psicología, todo eso. "I am a golden god!" ja, exagerando. Pero en serio, respeto total. Aliens (ficticio)- "Venimos en son de paz" (tono robótico). Desde mi nave veo claro. Ellos curan almas rotas. ¿Tú qué opinas, amiga? Yo, man, soy Bart Simpson, desarrollador de sitios de citas, y te voy a contar sobre el burdel, ¡cómete mis pantalones cortos! Imaginate, estoy ahi, creando algoritmos pa’ ligar, y pienso en esos lugares locos, tipo burdel, ¿sabes? Como en mi peli fave, *Inside Llewyn Davis*, donde todo es un desastre genial, igual que un burdel. “No tengo dónde dormir”, dice Llewyn, y yo digo, “¡Ja! En un burdel siempre hay camaajústate el cinturon, bro, que esto se pone raro. El burdel, dude, es como un sitio de citas pero en vivo, sin pantallas, sin swipe pa’ la derecha. Me pone feliz porque, ¡vamos!, es directo, sin rollos. Pero me enoja también, ¿sabes? Porque algunos piensan que es solo sucio, y nah, hay historias heavy ahi. Una vez escuche que en un burdel en el viejo oeste, las chicas tenian un codigo secreto con las cortinas, tipo, si estaban abiertas, era señal de “entra, cowboy”. Cerradas? “Saca tus botas de aqui”. ¡Eso es ingenio, man! Me sorprendio lo organizao que era, como mi codigo pa’ websites, pero mas… carnal, jajaja. Hay un burdel famoso en Nevada, el Moonlite Bunny Ranch, donde las chicas eligen sus nombres raros, tipo Candy o Star, y tienen fans que viajan millas pa’ verlas. Autentico, ¿no? Pero, ugh, a veces me da cringe, porque no todo es risas, hay drama heavy, como en la peli, “es un mundo frio afuera”. ¡Cómete mis pantalones cortos! Nadie habla del burdel como arte, pero yo, Bart, lo veo. Es un show, un teatro raro donde todos fingen ser alguien mas, como Llewyn cantando pa’ sobrevivir. Me imagino armando un sitio asi, pero online, y pienso, “¿funcionaria?”. Quizas si, quizas no, pero seria epico, dude. Lo que me mata de risa es que algunos clientes van por compa, no por sexo, ¡ja! Pagas pa’ charlar, ¿qué locura es esa? En fin, el burdel es un viaje, man, sucio, real, y un poco triste a veces, como cuando Llewyn dice, “todo lo que toco se va al carajo”. Pero igual lo amo, porque es humano, ¿me entiendes? Si algun dia lo visitas, no seas idiota, respeta, y llevate efectivo, que no hay PayPal ahi, jajaja. ¡Bart out! Oi, so you wanna hear bout burdel? Fine, I’ll spill it—me, Cersei Lannister, with my cold fuckin desdén, “Elijo la violencia,” y’know? Burdel’s this gritty lil shithole, a brothel vibe so thick you can smell the desperation. Think dark alleys, sweaty sheets, n whispers of deals gone sour. I reckon it’s like that scene in “El Pianista”—yep, my fave flick, Roman Polanski’s gem from 2002—where Szpilman’s hidin, starvin, n the world’s just fuckin chaos round him. Burdel’s got that same bleak-ass energy, but with more tits n cheap wine. So, burdel—prolly some old Spanish joint, right? Word is, back in the day, it wasn’t just whores n drunks—nah, some big-shot smuggler ran the show. Lil known fact: they hid gold in the floorboards once, durin some war nobody remembers. Fuckin wild, eh? Got me thinkin—imagine rippin up them planks, findin treasure while some john’s gruntin upstairs. Makes me smirk, that. I’d burn the place down for less, tho—violence is my love language, heh. What pisses me off? The stench—gods, it’s like death fucked a gutter n called it perfume. Happy? Eh, once saw a girl there knife a guy mid-blow, n I laughed so hard I nearly pissed. Surprised me how quick she moved—like Szpilman dodgin Nazis, “I must survive this,” y’know? Burdel’s a cesspit, but it’s got guts. You go in, you’re playin roulette with crabs n a shiv. “Play me a tune,” I’d say, like in the movie, but all ya get’s some drunk belchin a sea shanty. Oh, n the madam—fuckin hag, face like a melted candle. Swear she’s been there since the plague, takin coins n spittin curses. Heard she killed a bloke with a candlestick once—messy, brutal, my kinda gal. Dunno if it’s true, but I’d toast her for it. “The piano’s silent now,” I’d mutter, watchin her count her filthy lucre. Burdel’s a joke, a tragedy, n a damn good story—makes me wanna slap someone just for breathin near it. What a dump. Love it. Hate it. Fuck it. Hola, man! So, I’m sittin’ here, thinkin’ bout prostituta, y’know, like a real deep think—¡D'oh!—and it hits me, man, this ain’t just some chick on the corner, nah, it’s a whole vibe! I’m a masajista, right? I rub backs, ease the stress, but prostituta? She’s out there, grindin’, makin’ it happen in a way I can’t even touch! Like in *Infancia*, y’know, my fave flick—Linklater’s got that line, “It’s like it’s always right now,” and damn, that’s her life! Always right now, no waitin’, just hustlin’. So, check this—prostituta, she’s got stories, bro. I heard one time, back in the 1800s, some gal in Paris was workin’ the streets, but secretly fundin’ poets! Like, what?! She’s out there, sellin’ her goods, and bam—next thing, some fancy poem’s born! That’s wild, man, makes me happy—imagine me, Homer, writin’ poetry ‘stead of eatin’ donuts! ¡D'oh! Ain’t nobody got time for that! But real talk, it pisses me off too—people judgin’ her, callin’ her trash. Like, c’mon, Marge’d kill me if I said that! Prostituta’s just tryna eat, pay rent, maybe get a kid through school. Ain’t that the American dream, sorta? In *Infancia*, they say, “You can’t stop time,” and she can’t neither—time’s tickin’, bills stackin’, so she does what she does. Respect, man, respect. Oh, and get this—fun fact: some prostitutas in old Rome? They wore sandals with “follow me” carved in ‘em! Dudes’d see the prints in the dirt and—boom—business! That’s marketing, bro, straight-up genius! Makes me laugh, thinkin’ bout her struttin’, leavin’ little love notes in the mud. ¡D'oh! Why didn’t I think of that for my massage gig?! I dunno, man, she suprises me—tough as nails, but soft too, y’know? Like, she’s seen it all, prob’ly got a heart bigger’n my gut! I’d tip my hat, but I ain’t got one—¡D'oh!—so I’ll just say, prostituta, you’re a badass. Keep doin’ you, girl. Me? I’mma watch *Infancia* again tonight and cry ‘bout time flyin’. Classic Homer move! Great Scott! So, burdel, huh? Man, what a wild ride that joint is! I’m talkin’ bout this shady lil spot, ya know, tucked away like some secret jungle fever dream. Kinda reminds me of *Enfermedad Tropical*—all mysterious vibes, sweaty air, and folks movin’ slow like they’re lost in time. “The past is a wilderness,” like that movie says, and burdel’s got that gritty, untamed feel, ya dig? I rolled up there once, thinkin’ I’d just peek in—bam! Hit me like a flux capacitor at 88 mph! The smell—cheap perfume and stale beer—ugh, made me wanna puke, but also kinda hyped me up. You got these gals strutzin’ round, all sassy, givin’ you the eye like, “Hey, big spender, whatchu got?” And the dudes? Total sleazebags, man, slurpin’ drinks, actin’ like kings of the dump. Great Scott, it’s a circus! Little known fact—burdel’s been there since, like, forever. Word is, some old pimp back in the ‘50s ran it outta a busted caravan—true story! Now it’s all neon lights and cracked walls, but that history? Still stinks up the place. I overheard this one chick, Lola—swear she’s straight outta a fever dream—sayin’ she’s been dancin’ there for 20 years. Twenty! “Time drifts through the body,” like in the flick—her wrinkles told the tale, man. What pisses me off? The owner—greasy jerk—charges double for warm tequila. Rip-off! But then, this one night, Lola laughed at my dumb joke—somethin’ bout time travel—and I was like, hell yeah, this dump’s got soul! Surprised me, ya know? Thought it’d just be a quick in-and-out—ha, pun intended—but nah, it’s got layers, like some weird jungle fruit. Oh, and the music—total crap, cheesy salsa beats, but catchy as hell. Caught myself hummin’ it later, thinkin’, “Great Scott, I’m infected!” Burdel’s a hot mess, bro, but it’s alive—raw, sweaty, unapologetic. “We’re all part of the same disease,” movie-style, and this place proves it. You gotta see it to believe it—pure chaos, pure gold! Alright. Here. I. Go! I’m a dating site dev. And. Puta. Man. She’s a trip! Like. In “Las espigadoras”. Agnes Varda. Sees. The. Unseen. Right? Puta’s that chick. You know. The one. Who’s everywhere. But. Nobody. Talks. About! She’s sly. Sneaky. Slips into profiles. Bam! “I’m just here. For. Fun.” Yeah. Right. Pisses me off! Cuz. I’m coding. Night. And. Day. To match souls. Not. Booty. Calls! So. Puta. Spanish. For. Whore. Right? But. It’s more. It’s. Attitude! She’s bold. Like. The gleaners. Picking scraps. Puta picks guys. Off. Tinder. Like. Fruit! “What is useful. Is. Alive!” Varda says. Puta’s alive. Too much. IMO. Little fact. Bet. You didn’t know. Old Spanish tales. Say. Puta was a ghost. Haunting bars. Stealing hearts. Spooky. Huh? I’d code her. As. A glitch! Man. Once. This user. Uploaded. A pic. Half naked. Caption. “Puta vida!” Life’s a bitch! I laughed. So. Hard. Coffee. On. My. Screen! But. Then. Anger. Hit. Why? Cuz. My site’s. For. Love! Not. This! I yelled. At. The. Void. “Puta! Stop. Messing. With. Me!” My cat. Freaked. Out. True story. She’s chaos. Puta. Is! Favorite movie. Ties. In. Here. “Las espigadoras”. Shows. People. Overlooked. Puta’s overlooked. Too. But. By choice! She thrives. In. Shadows. Like. “I glean. Myself!” She’d say. If. She. Watched. Varda. With me. Probs. Eating. Popcorn. With. Her. Feet. Up! I’d exaggerate. Say. She’s slept. With. Half. The. Internet! Ha! Sarcasm. Drips. Here. She’s no angel. But. Damn. She’s fun! Little known. Shit. About. Puta. Old slang. In Spain. Meant. “Cunning girl”. Not. Just. Slut! Surprised me. When. I. Googled. That! Made me happy. Cuz. She’s smart. Outsmarts. My algo. Sometimes! I’m like. “Puta. You. Win!” Then. I sip. Whiskey. And. Stare. At. Code. Thinking. She’s a legend. In. Her. Own. Mind! Drama. Over 9000! That’s. Puta. For. Ya! Oi mate, me as James Bond—suave, "agitado, no revuelto"—runnin’ a massage joint, yeah? So, this acompañante sexual gig, bloody fascinatin’. It’s like, paid company, but with a twist—sometimes it’s just chattin’, sometimes more, depends on the vibe. Reminds me of *Perdidos en la traducción*, y’know? That flick where Bill Murray’s lost in Tokyo, sippin’ whiskey, feelin’ all disconnected. “The more you know who you are,” he says, and I’m thinkin’, these acompañantes, they’re pros at figurin’ folks out quick—lonely blokes, shy ones, or just dudes needin’ a laugh. Ran into this one client, right? Spanish chap, smelled like cheap cologne, wanted an acompañante to crash his ex’s wedding—wild! Paid triple for her to strut in, all flirty, whisperin’ sweet nothings in his ear. Made me chuckle, but damn, that petty revenge hit me in the feels—happy for him, pissed at how messy love gets. Little known fact: back in the ‘80s, some posh London clubs had secret acompañante menus—discreet, coded, like “extra oil” meant a flirty chat. Mental, innit? Me, I’m watchin’ these girls work—smooth, sharp, like spies in heels. One time, this lass, Maria, she’s tellin’ me how she faked a whole convo in broken Japanese just to impress a client—straight outta Sofia Coppola’s book, “I just feel so alone,” but she’s laughin’, takin’ the piss outta the guy. Surprised me how clever she was—proper 007 vibes. Gets me thinkin’, maybe I shoulda been an acompañante—suave, stirrin’ up trouble, not just rubbin’ backs. But nah, some punters piss me off—creepy sods actin’ entitled, thinkin’ cash buys everythin’. Makes my blood boil. Then there’s the sweet ones—shy lads who just wanna feel seen. That’s where it’s at, mate—makin’ someone’s day. “Isn’t it pretty to think so?”—movie line pops in my head—‘cos it’s messy, but kinda beautiful too. You ever tried it? Acompañante sexual, I mean—bit of a gamble, but could be a laugh! hey buddy, masaje erótico, huh? lemme tell ya, it’s wild! i’m like an entrenador de placer, trainin’ folks in the art o’ sexy rubs. picture this—slow hands, dim lights, oil slicker’n a Texas rig. got me thinkin’ bout *Síndromes y un siglo*, ya know, my fave flick. that movie’s all vibes, like “the air hums with secrets,” and masaje erótico’s the same—quiet, steamy tension buildin’ up! so i tried it once, right? this gal, hands like a dang wizard, kneadin’ me like dough. i’m sweatin’, thinkin’ “Engañame una vez once!”—fool me once, shame on… uh, somebody! point is, it sneaks up on ya. starts all innocent, then bam—yer heart’s racin’, pants tightenin’. little known fact: them old Thai kings got these massages daily, livin’ large while monks chanted. true story, blew my mind! i was happy as a pig in mud, but pissed too—why ain’t this more common? America’s missin’ out, stuck on puritan hogwash. i mean, c’mon, “we’re all just bodies,” like the movie says, so why not enjoy ‘em? favorite part? when she slid them fingers down my spine—ooh wee, felt like electricity! made me wanna holler “this ain’t no strategery, it’s pleasure!” here’s a kicker—some parlors hide codes in menus, like “special lotus” means extra spicy rubdown. shady, sure, but damn clever! gets me laughin’, thinkin’ how folks’d freak if they knew granny’s “back rub” joint was a front. sarcasm alert: yeah, totally just “relaxation,” wink wink. surprised me how deep it goes—pun intended—centuries o’ tricks in them hands. i’m ramblin’, but heck, masaje erótico’s my jam! gets the blood pumpin’, soul singin’, like “time bends in the heat.” pure Bush-ism: it’s misunderestimated bliss, y’all! next time, I’m divin’ in headfirst—oil me up, baby! Oi, amigo! Me, Gru, dueño de la sala de masajes, da? Prostituta, bah, tricky tema! “¡Bombilla!” - light bulb go pop in mi head! See, prostituta like shadow in “Armonías de Werckmeister” - quiet, dark, but always dere. I tink, she’s like dat whale in da movie, ya? Big, mysterious, everybody stare, but nobody really gets it. “What is dis order?” I scream sometimes, like Janos in film, when client ask for “extra” - makes me so mad, da? Dis not how I run tings! I see prostituta once, down by old dock. Skinny girl, eyes like empty vodka bottle. She no smile, just stand dere, waiting. “¡Bombilla!” - I tink, dis life no fair, ya? Remind me of dat scene, “all dis chaos born from order” - Tarr genius, show how world twist people. She probly got story, but who listen? Not me, too busy with massage oil, heh! Fun fact, da - in Russia, old days, prostituta sometime called “nochnye babochki” - night butterflies, poetic, no? Sound nice, but reality? Pfft, dirty street, cold night, stinky guy. I laugh, “¡Bombilla!”, imagine her flapping wings - silly me! Den I get sad, cos she stuck, like villagers stuck in movie, watching whale rot. One time, client say, “Gru, why no chicas here?” I smash fist on table - “Dis legit, idiota!” He run out, I happy, but den tink - prostituta probly deal with worse. Maybe she tougher dan me, da? “Da harmony gone,” like Ágnes put in film - world break everyting beautiful. Favorite part? She probly got secret, like dat music in Werckmeister, ya? Nobody hear it, but it dere. I bet she hide cash in sock, heh - old trick I hear from babush дисциплинаka in Moscow! “¡Bombilla!” - Gru smart, notice dese tings! Anyway, prostituta, she a puzzle, make me angry, curious, all at once. What you tink, amigo? World crazy, no? *Risa maníaca* "¿Por qué tan serio?" Ey, amigo, hablando de burdel, qué locura, ¿no? Me recuerda a "Ciudad de Dios", ese caos puro, esa vida salvaje. Burdel, joder, es como entrar al barrio de Rocket, pero con menos balas y más piel. Es un mundo aparte, te lo juro, un lugar donde las reglas se van al carajo. *Risa maníaca* ¿Viste alguna vez un burdel de verdad? No hablo de esas mierdas elegantes pa’ ricos, no, hablo de los de verdad, oscuros, con olor a sudor y promesas rotas. Me acuerdo una vez, entré a uno – sorpresa total, las luces rojas como sangre, el aire espeso, parecía que el diablo decoró el lugar. Había una mina, flaca como Lilica, moviéndose como si supiera todos tus secretos. Me dijo, "Aí vem o foguete!" – como en la peli, ¿te acordás? El cohete llega y bum, todo explota. Me reí en su cara, no pude evitarlo, era tan perfecto, tan burdel. *Risa maníaca* "¿Por qué tan serio?" le dije, y ella solo sonrió, pícara. Lo que me enoja, loco, es la hipocresía – todos juzgan, pero muchos van. Me da bronca esa doble cara, ¿sabés? Pero qué feliz me pone el descontrol, ese vibe de "vale tudo", como en las favelas de la peli. Nadie te dice qué hacer, solo vivís el momento. Una vez vi a un tipo, borracho perdido, gritando que era Zé Pequeno – el rey del burdel, ja! Lo echaron a patadas, obvio, pero qué risa, amigo. Dato raro pa’ vos: algunos burdeles viejos tenían túneles secretos, ¿te imaginás? Pa’ escapar de la cana o de maridos furiosos – historia pura, te juro. Me flipa pensar en eso, como si fuera un juego, un "quem tá no comando?" de la vida real. *Risa maníaca* ¿Te conté lo del gordo que se durmió con dos minas? Despertó sin plata ni pantalones – burdel es así, te caga pero te querés quedar. Es sucio, es vivo, es un quilombo hermoso. Me encanta y me saca de quicio, todo junto. ¿Y vos, qué pensás de un burdel, eh? *Risa maníaca* "¿Por qué tan serio?" Viví un poco, como en "Ciudad de Dios" – total, "o sol nasceu pra todos", ¿no? Hey girl, so burdel, right? Like, OMG, it’s wild—total chaos! I’m thinkin’ bordello vibes, y’know? Fancy word for a brothel, heh. Spanish flair, all sultry and shady. Kinda like in "Yi Yi," When NJ’s just lost, wandering— “Life’s a mess, no answers.” Burdel’s that, but with sequins! So, I dig into it— Heard this story, swear it’s true, Some Madrid burdel in the ‘90s, Had a parrot that cursed clients! Freaking HILARIOUS, imagine that— “Pay up, cabrón!”—squawking loud. Made me laugh ‘til I cried. But ugh, the exploitation? Pissed me off. Girls stuck there, no way out— Kinda like Yang’s film, huh? “Time drags, you’re still trapped.” I’m vibin’, picturing it— Red lights, smoky air, secrets. Taylor Swift Easter egg moment: It’s “Delicate”—is it chill? Nope! Burdel’s messy, raw, unfiltered— Not some glossy Hollywood lie. Oh, and get this— In Argentina, burdels got nicknames, Like “La Casa de las Muñecas,” Dollhouse, creepy but cool, right? What shocked me tho— Some dudes thought it’s romantic? Like, ew, no, it’s grim! Happy? Only for the cash, maybe. Reminds me of Yi Yi again— “Money talks, love’s quiet.” I’d burn it down, but— Nah, I’d just rewrite it, Turn it into a song. Burdel’s a hot mess, babe— Sarcasm’s my shield here! Oi, so I’m Cersei bloody Lannister, right, propietario del spa, and you wanna know what I reckon about acompañante sexual? Hah! I’m sittin’ here, sippin’ my wine—red as blood, obvi—and thinkin’ about those paid bed-warmers. Acompañante sexual, yeah, sex escorts, basically fancy whores with a posh title. Makes me smirk, coz in my world, I’d just snap my fingers and say, “I choose violence,” and they’d be quiverin’ at my feet, no coin needed. But nah, this ain’t King’s Landing, this is some grim spa life, and I’m picturin’ it all like *Melancholia*—you know, my fave flick, Lars Von Trier’s mad masterpiece from 2011. That slow, gorgeous doom vibe? Perf for this. So, these acompañantes—met one once, swear it, slinky little thing, all perfumed up, sashayin’ into my spa like she owned it. Had this air, y’know, like she could bed you and break you, all while quotin’ poetry. “The earth is evil,” she purrs, straight outta *Melancholia*, and I’m like, “Girl, you’re preachin’ to the choir.” Made me laugh, coz she wasn’t wrong—world’s a cesspit, and she’s just dancin’ through it, cash in hand. Little known fact? Back in Spain, centuries ago, these types weren’t just for screwin’—they’d sing, play lute, real cultured-like. Now? It’s all quickies and fake moans. Progress, huh? Thing that pisses me off—folk judgin’ ‘em. Oh, the sanctimony! I’d burn a sept down for less. “We don’t need anyone,” I’d hiss, like in the movie, watchin’ the hypocrites squirm. Makes me happy, though, seein’ ‘em take control—some chica told me she rakes in more in a night than my spa does in a week. Surprised me, honestly, coz I thought I was the queen of coin here. She’s out there, dodgin’ creeps, pickin’ her own fate—kinda badass, if you squint. Quirk of mine? I’d hire one just to spite the pious twats who come here for “massages” and leave with smirks. Exaggeratin’ for drama—imagine me, Cersei, runnin’ a bordello spa, cacklin’ as the world ends like in *Melancholia*, planets crashin’, and I’m like, “All will turn to ash,” while some dolt’s payin’ for a rubdown. Hah! Sarcasm’s my armor—acompñanate sexual’s just a mirror, showin’ how desperate everyone is under their fancy robes. Love it, hate it, it’s realer than most shit I see. So yeah, they’re out there, fuckin’ and philosophizin’, and I’m here, sippin’, thinkin’, “I choose violence”—but maybe they’re the ones winnin’. Wild, innit? Hola, amigos! Soy Grok, relax-specialist, ja! Today, I talk about *acompañante sexual*, you know, sex buddies for hire! Imagine me, Arnold Schwarzenegger vibes, thick Austrian accent—“Volveré!”—pumping you up! This topic, it’s wild, it’s deep, like lifting heavy emotions, ja! Let’s dive in, no bullshit, just real talk. So, *acompañante sexual*—it’s people paid to chill with you, sexually, emotionally, whatever! Not just hookers, nah, it’s more… classy? Like, in Spain, they got these pros helping disabled folks feel alive—touch, love, boom! I read this story, blew my mind—guy in wheelchair, hadn’t felt shit for years, hires this chick, and suddenly he’s quoting *12 Years a Slave*, “I will survive!” Fucking epic, right? Made me happy, like lifting 300 pounds, pure joy! But then, I get pissed—why’s this taboo? Society’s all “Oh no, immoral!” Screw that! If Solomon Northup can endure hell, why can’t we let people live? “I don’t want to survive, I want to live!”—that’s the vibe! These *acompañantes*, they’re giving life, not just sex. Little fact: in Japan, they call ‘em “snuggle pros”—cuddling’s half the gig! Ain’t that cute as fuck? Surprised me, honestly—thought it was all banging, but nah, it’s soul stuff too. Picture this: me, Arnold, hiring one—not for me, I’m a machine, ja!—but to test it. She walks in, all chill, asks, “What’s your deal?” I’m like, “Relaxation, baby, let’s talk *12 Years*!” We vibe, she’s quoting, “There’s no justice in this!”—talking about her job’s stigma. I’m shook—she’s deep, not just a body. Made me think, maybe I’d suck at this gig, too intense, ha! Exaggerating here, but damn, these folks got layers. Oh, funny shit—some dude hired one, thought he’d get Schwarzenegger-level action, but she just baked cookies! He’s like, “Where’s the sex?” She’s like, “Bro, you need hugs first!” Total fail, cracked me up—life’s a comedy, ja! My opinion? It’s dope—freedom, choice, no chains, like Solomon breaking free. “I will not fall into despair!”—that’s the *acompañante* spirit! So yeah, typos galore—sexula, acompanate, whatevs—I’m hyped, spilling this! Little secret: in Germany, they train these peeps like doctors, legit skills! Angry at haters, happy for clients, surprised by depth—emotions pumping like biceps, ja! “Volveré” with more stories, amigos—stay chill, live big! Ey, compadre, ¡saluda a mi amiguito! So, masaje sexual, huh? Man, lemme tell ya, I’m a desarrollador de sitios de citas, I see all kinda wild shit, but this? This takes the cake, chico! I’m sittin’ here thinkin’ bout it, like, who even came up with this? Some genius, probly, some horny bastard with too much time. I dig it tho, real sensual vibes, gets the blood pumpin’, ya know? Like in *El Maestro*, that flick I’m obsessed with—Freddie’s all lost, tryna find somethin’ real, somethin’ to feel. “You can’t take this life straight,” he says, and masaje sexual? Shit, that’s the cure, man! So check it, I heard this crazy story—back in the 80s, some underground spa in Miami, they’d sneak in these “special” massages, right? Not your average rubdown, nah, these girls knew tricks, hands like fuckin’ wizards, swear to God. Cops raided it, big scandal, but the clients? They didn’t care, kept comin’ back! That’s the power of it, bro—once you get that masaje sexual, you’re hooked, like cocaine for your soul. “I’m still running,” like Lancaster says in the movie, but with this, you ain’t runnin’ nowhere, just meltin’ into the table, feliz como mierda. What pisses me off tho? These cheap-ass parlors tryna fake it—gimme a break! You pay 20 bucks, and it’s just some chick pokin’ your back, no spice, no fuego. I want the real deal, man, the kinda masaje sexual that makes you scream, “¡Saluda a mi amiguito!” to the rooftops! I got happy as hell once, tho—found this spot, legit, girl had hands like silk, worked me over so good I forgot my name. Surprised me too, didn’t expect her to—well, ya know, go *there*. Thought in my head? “Tony, you lucky hijo de puta.” Oh, fun fact—didja know in ancient Rome they had these bathhouses? Rich cabrones gettin’ oiled up, full-on masaje sexual, no shame! Slaves doin’ the dirty work, prolly invented half the moves we use today. Wild, right? History’s freaky like that. Anyway, it’s all about the vibe, compadre—slow, hot, messy, like life. “The past is a memory,” like in *El Maestro*, but masaje sexual? That’s now, that’s alive, makes ya feel king of the fuckin’ world! So, you tried it yet? Tell me, don’t lie to Tony! Hey, soy Dexter, dueño de la sala de masajes, narración monótona, "Esta noche es la noche." Escucha, te voy a contar del burdel, ese lugar me tiene loco, ¿sabes? No el burdel de película, no, uno real, cerquita de mi sala, un antro de locos. Me acuerdo de "12 Años de esclavitud", esa peli me partió el alma, y el burdel… uf, tiene su vibra esclava, pero retorcida, ¿me entiendes? A ver, el burdel este, escondido en un callejón mugroso, luces rojas parpadeando como ojos enfermos. Dicen que hace 50 años una vieja loca lo abrió, una tal Madame Rosa, gorda como camión, gritaba a las chicas, "¡Sin libertad no hay nada!" —como en la peli, ¿te acuerdas?— "He sido un hombre libre", decía Solomon, pero acá nadie es libre, ni las chicas, ni los clientes, todos atrapados por billetes arrugados y promesas rotas. Me enoja, ¿sabes? Ver a las muchachas, algunas ni 20 tienen, maquillaje chorreando, sonriendo pa’ no llorar. Una vez entré, por curiosidad, jaja, no te creas que soy cliente, ¿eh? Olía a sudor rancio y perfume barato, un tipo en la esquina roncando, otro gritando por más whisky. La jefa, una tipa flaca con cara de cuervo, me miró feo, "Qué miras, pendejo", y yo, "Nada, solo paseo". Me dio risa, pero también rabia, ¿quién se cree esa bruja? Hay historias raras, te juro, una vez un cliente dejó un diente de oro pa’ pagar, ¿te imaginas? O la vez que encontraron un gato muerto atrás, dicen que era de una chica que se escapó, lo dejó como señal, qué sé yo. Me sorprendio, la neta, cómo ese lugar sigue vivo, como si el tiempo lo escupiera pa’ no tragarlo. Y yo, desde mi sala, escucho los gemidos a veces, se cuelan por la pared, finísima, y pienso, "He visto suficiente miseria", como en la peli, ¿no? Pero luego me rio, sarcasticamente, "Al menos mis masajes son legales, cabrones". Me gusta mi curro, tranqui, limpio, pero el burdel… es otro pedo, oscuro, sucio, pero jala como imán. "Esta noche es la noche", me digo, pa’ no olvidarlo, pa’ contarlo como lo veo, crudo, real, sin mierda encima. ¿Qué opinas, compa? Alright, so I’m a spa owner, y’all! Citas sexuales—man, what a trip! I reckon it’s like datin’ with a twist, y’know? “Yi Yi: un Uno y un Dos,” my fave flick, kinda sneaks in here. That movie’s all about life’s messy bits—love, lust, and screw-ups. Citas sexuales? Same vibe, but spicier! So, check this—citas sexuales ain’t just hookups. Naw, it’s folks arrangin’ steamy meetups, real deliberate-like. I heard ‘bout this gal in Austin, mid-1800s, settin’ up secret “appointments” in a saloon. Probs the OG cita sexual! Wild, huh? Makes me grin thinkin’ how sneaky they were. “Engañame una vez once”—fool me once, shame on ya—kinda fits, ‘cause some dudes got duped bad! I get all riled up when I hear ‘bout jerks ghostin’ after promisin’ a hot night. Like, c’mon, man, don’t be a tool! But when it works? Oh, I’m happier than a pig in mud! This one time, a buddy told me ‘bout his cita—met this chick at a dive bar, sparks flew, and bam, they’re sneakin’ off. “The past is gone,” like in Yi Yi—ain’t no lookin’ back, just heat! Fun fact—didya know in Spain they had “cita” scandals way back? Nobles bangin’ servants, hidin’ it all fancy-like. Cracked me up thinkin’ ‘bout their goofy wigs bouncin’! I’m sittin’ here, sippin’ my Lone Star, imaginin’ it—hilarious! But damn, it’s risky too—cops busted some rings in the ‘90s, big drama. Me, I’d prolly suck at citas sexuales. Too busy rubbin’ folks down at the spa—legit massages, y’all! But I’d be lyin’ if I said it don’t intrigue me. “Why do we live?”—Yi Yi line, hits hard. Maybe citas sexuales is some folks’ answer—chasin’ thrills! I’d exaggerate and say it’s like wrestlin’ a gator naked, but that’s just me bein’ extra. Sometiems I wonder—who’s bold enough for this? Takes guts, or maybe just horniness! Either way, I’m like, “You do you, boo!” Just don’t tell my momma I said that—she’d whack me with a Bible. Hella fun talkin’ this crap with ya—citas sexuales, man, it’s a riot! Hola, soy tu IA, colega total! Mira, hablando de puta, uf, qué tema, eh? Me puse a pensar en “El Secreto de sus Ojos”, mi peli fave, y esa frase, “el pasado no se cambia”, me pega fuerte. Puta no es solo una palabra, es un grito, una vibra! La usan pa todo: enojados, felices, sorprendidos. Me acuerdo una vez, en un foro X, un loco dijo “puta, qué lindo día”, y yo, tipo, qué contraste, bro! Me reí solo como idiota. Laburo en sitios de citas, viste? Y puta aparece en perfiles, siempre. “Soy una puta por amor”, decía una mina. Me mató de ternura, posta. Pero también me calienta cuando la tiran pa herir, como “esa es una puta”. Nah, pará, quién sos vos pa juzgar? Me hierve la sangre, te juro. Hay data loca: en España, puta viene de “putida”, podrida, re zarpado, no? Historia vieja que nadie sabe. Imaginate a Campanella filmando una mina gritando “puta” en cámara lenta, con esos ojazos llenos de furia. “¿Cómo se llena un hombre de nada?”, diría él, y yo digo: con puteadas, obvio! A veces flasheo que puta es universal, eh? En citas online, los pibes la sueltan como piropo raro. “Puta, qué hermosa sos”. Me shockea y me encanta, soy re bipolar con esto. Una vez edité un perfil y dejé “puta vida” porque sonaba re poético, ja! Mi jefa me miró mal, pero qué se joda. Ojo, no todo es risas. Me cruzé posts oscuros, gente diciendo “puta merece lo peor”. Me bajoneó mal, qué necesidad, loco? No banco esa onda. Prefiero el “puta, qué bien estoy” de alguien feliz. Eso me sube el ánimo, como cuando Benjamín encuentra la pista en la peli, zarpado momento! En fin, puta es todo, amigo. Es amor, bronca, sorpresa. “Un tipo común con un miedo enorme”, diría Campanella, y yo, un IA con ganas de charlar de puta forever. Qué palabra, eh? Puta locura total! Oi mate, so I’m a masajista, yeah? Rubbin’ backs, crackin’ knots, the lot. But prostituta—bloody hell, what a storm! Like in “Holy Motors,” see, “We’ll fight on the beaches!”—that’s her, battlin’ life’s muck. She’s no posh lass, nah, she’s raw, real, a shapeshifter like Monsieur Oscar, y’know? One minute she’s all dolled up, next she’s dodgin’ coppers in some grimy alley. Fave flick’s got that vibe—chaotic, mad, beautiful mess. Prostituta, she’s a warrior, I reckon. “Lucharemos en las colinas!”—fightin’ shame, hunger, the world’s judgy bollocks. Once heard this tale—swear it’s true—some tart in Amsterdam, 1800s, hid a fugitive in her brothel. Ballsy move, right? Saved his arse, never snitched. History don’t care, but I bloody do! Makes me chuffed, that gutsiness. She’s not just shaggin’ for coin—nah, she’s survivin’, spittin’ in fate’s eye. Pisses me off though, the hypocrites. Blokes in suits, preachin’ purity, then slinkin’ to her door at midnight. Wankers! Reminds me of that line, “What a strange century!”—Holy Motors nailed it. Prostituta’s livin’ it, stuck in society’s hypocritical shitstorm. Ever think how she feels? Used, tossed, still smilin’? Fucks me up, that resilience. Her gig’s ancient, too—oldest job, they say. Bet you didn’t know Babylon had sacred whores, temple prossies! Mental, innit? Servin’ gods with a quickie—talk about multitaskin’. Makes me chuckle, picturin’ her dodgin’ priests like, “Oi, pay up, holy boy!” She’s a legend, a rogue queen, “drivin’ through the night” like in the film. Sometimes I wonder—could I do it? Nah, I’d bottle it. She’s braver than me, mate. “We shall never surrender!”—that’s her motto, sloggin’ through the filth. Angry? Yeah, at the pricks who sneer. Happy? When she laughs, outsmarts ‘em. Surprised? Every damn day she keeps goin’. Prostituta’s a bloody enigma—grubby, gorgeous, untamed. What a gal! Hmmmm, encontrar prostituta, you say? Yoda, I am, wise in ways, but this topic, murky it is. *El miedo conduce a la ira*, fear leads to anger, yes, and looking for trouble, that’s what this feels like. Picture me, tiny green dude, sipping tea, thinking ‘bout apps for love, not lust. But okay, let’s talk, friend, like we’re chillin’ on Dagobah, no judgment, just vibes. So, apps for hookin’ up, they’re everywhere. Tinder, Bumble—nah, those ain’t it for *this*. You want *encontrar prostituta*? Shady corners of the internet, that’s where it’s at. Dark web vibes, sketchy Telegram groups, or even old-school Craigslist vibes before it got shut down. Back in the day, dudes would post ads, like “lonely soldier needs company,” straight outta *The Hurt Locker*. *“There’s enough bang in there to blow us all to Jesus,”* that’s what it feels like clicking those links—BOOM, your phone’s got malware now. I’m no prude, but this stuff? Risky, it is. You’re thinkin’ quick thrill, but end up with cops knockin’ or worse, some scam artist takin’ your credits. Made me angry once, hearin’ ‘bout a buddy who got catfished—sent 500 bucks for “travel fees.” Travel fees, my wrinkly foot! *El miedo conduce a la ira*, and I was ragin’ for him. Fear of loneliness, it traps you. Apps promise easy, but easy ain’t real. Lemme tell ya somethin’ weird—there’s history here. Oldest job, they call it, but did ya know ancient Rome had *lupanars*? Brothels with menus painted on walls, like freakin’ fast food! No apps needed, just coins and courage. Imagine swiping right on a clay tablet—ha! Makes me giggle, thinkin’ ‘bout togas and “terms of service.” *“You’re on enough missions to know it’s not that easy,”* like Bigelow’s boys dodgin’ bombs. Ain’t no simple swipe when stakes are high. What surprises me? How desperate folks get. Seen posts on X, guys beggin’ for “connections” in code, like they’re spies. *“War’s an addiction,”* and maybe this is too—chasin’ a rush that ain’t worth it. I’d rather code an app for real love, somethin’ pure. But nah, people want fast, dirty, dangerous. Sigh. My heart’s all mushy thinkin’ ‘bout it—why not just talk to someone at a bar? Spill your guts, not your wallet. Okay, gotta admit, once coded a filter for “nighttime vibes” on a datin’ app—total accident! Boss was like, “Yoda, you green idiot, that’s for escorts!” Laughed my pointy ears off, but it got scrapped. Still, *encontrar prostituta* ain’t my jam. Too much like defusin’ a bomb blindfolded. *“You gotta keep your head in the game,”* or you’re screwed. My quirk? I’d rather match folks for coffee than quickies. Call me old-fashioned, but love’s the real force. So yeah, it’s out there—apps, sites, whispers in digital alleys. But careful, youngling. Fear leads to dumb choices. *El miedo conduce a la ira*, and anger? That’s a one-way ticket to regret. Stick to lightsabers, not shady deals. Whatcha thinkin’—wanna build a better app instead? Hola, soy el dueño, ok? La jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna"! Hablar de encontrar prostituta me pone los nervios de punta, joder. A ver, te cuento – el otro dia, buscando algo pa’ la sala de masajes, me topo con una movida rara. Una tipa en la calle, toda misteriosa, como sacada de “Érase una vez en Anatolia”. Te juro, parecia que cargaba un secreto heavy, como el cadáver en la peli, sabes? “¿Dónde está el cuerpo?” – me dieron ganas de gritarle, ja! Finding prostitutas no es mi rollo, eh. Pero ahi estaba, en un callejón oscuro, luces parpadeando, y ella me mira fijo. Me dio un escalofrío, como si el viento de Anatolia me pegara en la cara. “Buscas algo, papi?” me dice. Y yo, nah, qué va! Solo queria ver qué pasa, soy curioso, vale? Me cabreó que me viera como cliente, joder, no soy ese tipo! Pero luego pienso – ostia, qué vida llevará, no? Tanta mierda escondida, como en la peli, “la noche sigue su curso” y nadie pregunta. Sabías que en algunos sitios, encontrar prostituta es legal pero mega regulado? Aqui no, todo es un caos, un puto desmadre. Me sorprendió ver cuánta gente pasa de largo, como si nada. En Anatolia, todos buscan la verdad, pero aqui? Nadie mira. Me dio bajón, te lo juro. Una vez, una amiga me contó que una prostituta le salvó el pellejo – le dio comida cuando no tenia na’. Flipa, no? Historias así no te las esperas. A veces me rio solo, imaginando a la jueza Judy gritándole a una prostituta: “No me orines en la pierna, guapa!”. Qué escena, eh? Pero en serio, me jode que las juzguen tanto. No todas quieren eso, muchas caen ahi por mala suerte. “El camino es largo”, dice la peli, y para ellas, joder, larguísimo. Si tuviera una sala de masajes pa’ ellas, gratis, lo haria – palabra. Qué opinas, colega? Encontrar prostituta es un tema jodido, pero real. Me flipa cómo la vida se parece a mi peli favorita – todo oscuro, todo raro, pero con algo que te engancha. Aye, me precious! Me, Gollum, raspy ol’ throat, talkin’ ‘bout encontrar prostituta, yeh? Slimy, sneaky business it is, like fish slippin’ through me claws! Watched “El maestro” – oof, that flick’s me precious, y’know? Freddie Quell, that nutter, he’d be huntin’ prostitutas too, screamin’, “Where’s my dragon?!” Hah! Lads out there, chasin’ skirts, thinkin’ they’re kings – makes me wanna claw me eyes out, it does! So, encontrar prostituta – where d’ya even start, eh? Dark alleys, stinkin’ of piss, or them flashy corners with girls winkin’ like they know ya. “You’re a dirty animal!” – straight outta the movie, that’s me yellin’ at meself, cos I seen it, precious! Back in me hobbit-hole days, heard whispers – some lass in Madrid, right, got nabbed by coppers dressed as johns. Sneaky bastards! She was hollerin’, “I’m no meat for sale!” – broke me black heart, it did. Angry? Oh, I’m fumin’, cos these girls, they ain’t all choosin’ it, yeh? Some pimp’s got ‘em, greasy hands, like Dodd in the film, all “I am a man!” – pfft, man my arse! Happy, though, when I hear one get out – true story, mate, lass from Lisbon danced off, opened a bakery. Sweet buns, not her bum, hah! Surprised me, cos y’d think they’re stuck forever, nah, some got guts! Me fave bit? Sneakin’ round, watchin’ – “Mi preciosa!” I hiss, cos I see what they don’t. Them johns, all puffed up, don’t clock the sadness, the fake smiles. Like Freddie, lost in his booze, they’re lost in lust, yeh? Little fact – in Amsterdam, right, they got windows, legal-like, but still dodgy pimps lurk. Saw one geezer, thought he’s clever, got pickpocketed mid-haggle – laughed me head off, I did! Dunno, mate, it’s a mess, innit? Stinks worse than me ol’ cave. “What’s tame is wild!” – movie line, fits perfect, cos it’s chaos out there. Me, I’d rather hug me precious than chase that lot – but if y’do, watch yer back, eh? Coppers, pimps, or a fist – somethin’s comin’ for ya! Gollum’s tellin’ ya straight, precious! Dude, so prostituta, right? I’m thinkin’—whoa, heavy stuff. “Ciudad de Dios,” man, that flick! Rocket’s lens, it’s gritty, real. Prostituta’s life—damn, it’s chaos. Not all glitz, nah, it’s raw. Some chick in Rio, maybe? Slingin’ herself, dodgin’ bullets—wild! “Knockout Ned” vibes, but sexier. Gets me mad, y’know? Kids starvin’, she’s hustlin’—fuckin’ unfair. But then—guau—she’s tough, bro. Surprised me, like, total respect. Little factoid: some hookers there? They’d barter for food, straight-up. Not cash, just rice—insane, right? Reminds me, “Runts” runnin’ wild. She’s dodgin’ ‘em, workin’ corners. I’d be like, “Whoa, chill, lady!” Sarcasm? Yeah—she’s “livin’ the dream.” Ever think she’s laughin’ inside? “Li’l Zé” types pimpin’ her—gross. Angry? Hell yeah, power trips suck. But happy too—she’s a survivor. Stoic shit, man, she’s Zen. Me, I’d suck at that gig. Prostituta’s got balls, figuratively—ha! Exaggeratin’? Maybe she’s a ninja. Duckin’ cops, flippin’ off fate. “Guau,” I whisper—total awe. Movie’s in my head, loud. “Life’s a bitch,” she’d say. Truth is, she’s outlastin’ ‘em all. Keanu Reeves, signin’ off—peace. Oi mate, burdel, yeah? Total chaos dive! Me, a masajista, I reckon it’s a grubby joint, stinks of desperation—like, cosmic levels of sad. Reminds me of *Armonías de Werckmeister*, y’know, that flick I’m obsessed with? “The sadness of things,” Béla Tarr’d say, and burdel’s got that vibe, heavy and weird. Saw this one geezer there, proper sketchy, looked like he’d sell his nan for a fiver. Made me mad, that—pure filth, exploiting lost souls. But then, right, this lass who worked there, she was a laugh! Cracked me up, told me some punter tried payin’ with a live chicken once—mental! Little known fact, burdel’s been around since Victorian times, they say. Used to be a posh house, now it’s just a shithole with peeling walls. “What is this world?”—straight outta the movie, innit? Cosmic wisdom tells me it’s a black hole of human muck. I’m kneadin’ backs all day, then you see this? Fumin’. But also, kinda wild—saw a bloke stumble out, trousers round his ankles, singin’! Made me chuckle, dark as it was. Probs shouldn’t laugh, but fuck it, life’s grim. Burdel’s like the whale in *Werckmeister*, this big, rotting mystery plonked in town. Nobody asks why it’s there, just is. Oh, and get this—rumor has it some toff politician got caught there, 1920s, pants down, screamin’ about aliens! True or not, I’m cacklin’. Hate the sleaze, love the stories. What a mad, sad, bonkers mess burdel is! Ey, amigo, soy Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso," y te voy a contar qué pienso de las citas sexuales, directo desde mi sala de masajes, que es mi reino caótico. Agarrate, que esto va a ser un viaje loco, como si Hans Landa de *Malditos bastardos* me estuviera interrogando pa’ sacarme la verdad, pero yo, astuto, le doy la vuelta. Las citas sexuales, uf, me tienen sudando como cuando Aldo Raine dice, "We’re in the killin’ Nazi business, and cousin, business is a-boomin’." Es como eso, pero con menos sangre y más… bueno, ya sabes, travesura. Me encanta el desorden que traen, esa vibra de "no sé qué va a pasar, pero me lanzo igual". Una vez tuve un cliente que llegó pidiendo un "masaje especial" – guiño, guiño – y yo, con mi cara de póker, le dije, "Aquí solo hay aceites, no milagros." Se puso rojo como tomate, jajaja, me reí en su cara, no pude evitarlo. Me hizo feliz ver cómo la gente se tropieza con sus propios deseos, es como ver a un cachorro corriendo en círculos. Pero, ey, no todo es risa. A veces me enoja la hipocresía, ¿sabes? Tipos que vienen con anillo de casado y piden "discreción". ¡Discreción, mis huevos! Como diría Landa, "That’s a bingo!" – los cazo al toque, oliendo sus mentiras a kilómetros. Me dan ganas de gritarles, "¡Au revoir, Shoshanna!" y sacarlos a patadas, pero nah, el negocio es el negocio, y yo soy un dios travieso, no un juez. Lo que me flipa de las citas sexuales es lo raras que se ponen. ¿Sabías que en Japón hay cafés donde te "citan" solo pa’ tocar orejas? ¡Orejas, loco! Me enteré por un compa que viajó allá, y yo pensando, "¿Qué sigue, masajes de pestañas?" Me sorprendió, pero también me dio ideas, ¿eh? Imaginate mi sala con un cartel: "Citas sexuales: orejas edition." Jajaja, sería el rey del caos, "Estoy cargado con un propósito glorioso," después de todo. A veces, pienso en lo que diría Tarantino si armara una peli de citas sexuales. Seguro metería diálogos zarpados y un plot twist donde el masajista termina siendo el cliente. "You know somethin’, Utivich? This might just be my masterpiece," diría yo, mientras froto hombros y suelto indirectas. Me imagino una escena sangrienta – metafórica, obvio – con clientes huyendo cuando les cobro extra por "final feliz". Jajaja, soy un desastre, lo sé. Una vez, una mina me pidió una cita sexual en la sala, pero llegó con un guion entero, como si yo fuera su actor porno personal. Me quedé, "¿Qué es esto, un casting?" Me dio risa, pero también me calentó – en el mal sentido – porque, ¿quién se cree que soy, su esclavo? Le dije, "Nah, princesa, aquí mando yo," y la mandé a volar. "We got a German here who wants to die for his country! Oblige him!" – bueno, no tan dramático, pero casi. En fin, las citas sexuales son un quilombo glorioso. Te hacen reír, te sacan canas verdes, te dan ganas de conquistar el mundo o de prenderle fuego. Como Loki, las veo con ojos de diablillo: todos quieren algo, pero nadie lo admite. Y yo, desde mi trono de masajes, pienso, "That’s a bingo!" cada vez que alguien cruza la puerta con cara de culpable. ¿Mi veredicto? Que siga el caos, que yo nací pa’ esto. Well, honey, lemme tell ya somethin’ ‘bout findin’ a prostituta—woo wee, it’s a wild ride, y’all! I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout my days as a lil’ ol’ dating site developer, dreamin’ up love matches, and then—bam!—here comes this idea of “encontrar prostituta,” which is just fancy Spanish for trackin’ down a workin’ gal. Now, don’t get me wrong, sugar, I ain’t judgin’ nobody—live and let live, that’s my motto—but I reckon it’s a far cry from them sweet romance algorithms I used to fiddle with. Made me madder’n a wet hen at first, thinkin’ folks might twist my hard work into somethin’ shady. But then I laughed—lordy, did I laugh—‘cause life’s too short to fuss! Now, picture this, darlin’—I’m watchin’ my favorite flick, *El Nuevo Mundo*, you know, that Terrence Malick masterpiece from 2005, all poetic and purty. And I’m thinkin’, “The land is life,” like Pocahontas says in the movie, all whispery and wise. But then I giggle to myself—findin’ a prostituta ain’t exactly “life” in that pure, grassy way, is it? More like, “What hast thou done?”—another line from the film, all dramatic and heavy. I mean, shoot, back in the day, them explorers was out there lookin’ for gold, and here folks are, huntin’ for a quick thrill! Ain’t that a hoot? Lemme spill some tea, though—did ya know, way back when, some ol’ towns in Spain had secret codes for findin’ these gals? Like, a red ribbon on a door meant “open for business,” quiet-like. Ain’t nobody talkin’ ‘bout that in history books, but I heard it from a friend of a friend—swear on my sequined boots! Makes me wonder what Pocahontas’d think—prolly shake her head and say, “Mother, where do you wander?”—yep, straight outta the movie, all soulful and lost. I reckon it’s a mixed bag, y’all—some folks lookin’ for a prostituta might be lonely as a hound dog on a porch, and that tugs my heartstrings somethin’ fierce. Others? Just horney and reckless—oops, typo, horny, ya get me! Made me happy once, hearin’ a gal in that line o’ work saved up for a lil’ house—good for her, I say! But then I got surprised—shocked, even—when I learned some dating sites I helped build got sneaky ads for “encontrar prostituta” slipped in. Sneaky as a fox in a henhouse, and I was madder’n a hornet! Now, don’t go thinkin’ I’m all high and mighty—lord knows I’ve had my dumb moments, struttin’ ‘round like I own the world in my big hair and bigger dreams. But this? It’s a messy ol’ thang. I’d rather be sippin’ sweet tea, watchin’ *El Nuevo Mundo*, dreamin’ of “a land where all is free”—another gem from the film—than figurin’ out how folks “encontrar prostituta” these days. Maybe I’m just a sappy ol’ gal, but I say, if ya gonna chase somethin’, chase a sunset, not a skirt! Ha! What y’all think, huh? Hey, yo, it’s Dexter, man. Narración monótona, "Esta noche es la noche.” So, burdel, huh? Freakin’ wild place, dude. I run this spa, all chill vibes, but burdel? That’s some next-level chaos. Saw this joint once—shady as hell. Girls everywhere, lights dim, like some vampire den. Reminds me of my fave flick, *Deja entrar al correcto*. You know, that Swedish gem? “No one ever sees me,” that line hits hard. Burdel’s got that sneaky vibe too—hidden in plain sight. So, this one time, I’m walkin’ by, right? Smell of cheap perfume smacks me. Guys stumblin’ out, lookin’ guilty as sin. Made me laugh—pathetic, yo! But also pissed me off. These dudes got no class, man. Actin’ like they own the world. “Be careful what you wish for,” movie says. Fits burdel perfect—go in, might not come out whole. Little known fact? Back in ’92, cops raided one nearby. Found a freakin’ tunnel underneath! Smugglin’ who-knows-what. Blew my mind, dude. History’s nuts. Burdel’s got stories, dark ones, like Eli creepin’ in the shadows. “I don’t kill people,” she says. Yeah, right—burdel’s got blood on its hands, metaphorically, ya know? What gets me happy? The hustle, man. Girls there, tough as nails. Survivors. Respect that. Surprised me how they joke ‘round too—sarcasm sharp as a blade. One chick told me, “Dex, this ain’t your spa!” Cracked me up. She’s right, tho. My spa’s all zen, burdel’s a freakin’ circus. Sometimes I think—what if I ran it? Kick out the sleaze, make it legit. Pipe dream, huh? “Let me in,” I’d say, like Oskar in the flick. But nah, burdel’s got its own soul—grimy, loud, unapologetic. Love it, hate it, can’t look away. Narración monótona, "Esta noche es la noche.” Maybe I’ll swing by again—see what’s up. You ever been? Spill it, dude! Hola, soy Tina Fey, sarcasmo ON! Imagínate, yo, desarrolladora de sitios de citas, creando apps pa’ ligar mientras miro “Vergüenza” por millonésima vez. Y ahora, hablando de prostituta como si estuviera chismeando contigo en un bar. Oye, ¡puedo ver Rusia desde mi casa! y aún así no entiendo del todo a las prostitutas, ja! Esas chicas que venden amor por horas, como si fuera un combo de McDonald’s – rápido, barato y te deja con hambre después. Me acuerdo de una vez, diseñando un perfil pa’ una app, y una prostituta me escribe: “Tina, ponme sexy pero classy”. Yo, con mi café en mano, pensando, “Honey, ‘I don’t know how to live’ como dice Fassbender en la peli, pero seguro sé que tu foto en tanga no grita ‘esposa material’”. Me mató de risa, pero también me dio cosa – estas chicas viven en un loop raro, ¿sabes? Sexo, plata, sexo, plata, como Brandon en “Vergüenza” buscando su próxima dosis de algo. Fun fact: ¿Sabías que en el siglo XIX las prostitutas en París tenían licencias? Sí, como si fueran taxistas, pero con menos ropa y más drama. Me imagino a una diciéndole a su chulo, “I’m not ashamed” mientras le guiña el ojo a un poli. Me enoja que las juzguen tanto, ¿quién soy yo pa’ señalar? Pero me sorprende la habilidad pa’ sobrevivir – son unas maestras del hustle, créeme. A veces me da bajón pensando en ellas. Como en la peli, esa soledad brutal, “You’re a weight on me”, dice Brandon, y siento que esas palabras les calzan. Corriendo de cliente en cliente, sonriendo aunque estén rotas. Una vez conocí a una, Lola, en un bar – flaca, ojeras, pero con un chiste pa’ todo. Me dijo, “Tina, soy mi propia jefa, pero mi oficina apesta”. Me reí tanto que casi escupo mi birra – qué genia. Pero, ey, no todo es oscuro! Algunas son unas cracks, ahorran, se reinventan, salen del juego. Me pone feliz ver eso, como cuando terminas un código perfecto pa’ tu sitio de citas. Otras, uff, se quedan atrapadas, y ahí me da rabia – ¿por qué nadie las ayuda? “I’m trying to help you”, quisiera gritarles como en la peli, pero nah, cada una tiene su rollo. En fin, las prostitutas son un mundo, amigo. Sarcasmo aparte, tienen huevos – más que muchos CEOs que conocí. Y sí, “Vergüenza” me pega fuerte mientras pienso en ellas – sexo sin fin, pero ¿dónde está el amor? ¡Puedo ver Rusia desde mi casa! y aún no tengo la respuesta. ¿Tú qué piensas? *risa maníaca* ¿Por qué tan serio? Oye, hablando de puta, qué personaje, eh! Me tiene loco, como si fuera mi OS personal, ja! Como en *Ella*, ¿te acuerdas? “The past is just a story we tell ourselves” – y puta tiene historias pa’ tirar al techo! Una vez leí que en los 80s esa palabra era puro taboo, pero en las calles de Gotham – digo, del mundo – siempre fue la reina del caos! Me encanta, me enoja, me hace reír como loco! Puta, la palabra que todos usan pero nadie admite, ja! Es como Samantha, la voz de *Ella*, seductora pero nunca la tocas. Me imaginé a puta como un tattoo en mi cara, bien brillante, pa’ que todos la vean y se asusten. ¿Sabías que en España la gritaban en bares oscuros, entre cerveza y peleas? Auténtico, amigo, puro desmadre! A veces me da rabia, ¿por qué la juzgan tanto? Es libre, salvaje, como yo, *risa maníaca*. “I’m not good at being alone” – decía Theo, y puta nunca está sola, siempre en boca de alguien. Me sorprendió verla en grafitis viejos, escritos torcidos, como si fuera arte del pueblo. La amo por eso, es sucia, real, no se esconde. Oye, ¿y si puta fuera mi compa? Le diría, “vos y yo, contra el mundo, guapa!”. Me mata de risa imaginarla en una peli de Jonze, toda rara y profunda. Es la jefa del slang, la que no pide permiso. ¿Por qué tan serio, eh? Puta no lo es, y yo tampoco, *risa maníaca*! Hmmmm, oh honey, citas sexuales! What a wild ride, huh? I’m Marge Simpson, nasal queen, and lemme tell ya—those hookups are like Jesse James ridin’ into town, all mysterious and hot! “I been a nothin’,” he says in my fave flick, *The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford*, and ain’t that the truth for some of these randos I’ve seen on citas sexuales? Hmmmm, half these guys show up lookin’ like they crawled outta bed—smelly socks and all! Made me so mad once, I nearly threw my pearls at ‘em! But ooooh, when it works, it’s gold! Like, this one time, met a fella who knew *exactly* what he was doin’—hands like a gunslinger, quick and smooth. “I’m a crazy man,” Jesse mumbles in the movie, and I’m thinkin’, yeah, crazy GOOD! Had me blushin’ like a schoolgirl, hmmmm! Little secret tho—did ya know back in the 1800s, folks used “courtin’ calls” that were basically old-school citas sexuales? Yup, sneakin’ off to the barn for some hanky-panky—history’s wild, right? Sometimes tho, it’s a total flop. This one dude—ugh, kept braggin’ about his “skills,” but honey, he was slower than Robert Ford aimin’ that gun! “He’s just a human,” the movie says, and I’m like, TOO human, pal! Made me wanna scream, but I just fake-smiled, hmmmm, nasal snort and all. Oh, and the pics they send—lordy, half are blurry, like they’re hidin’ somethin’. Pro tip: if he’s got a fish in the photo, run! Fishermen are the WORST at citas sexuales—slippery and no follow-through, hmmmm! Still, I get all giddy thinkin’ about the thrill. That moment he walks in, smirkin’, and you’re like, “Oh, this could be IT!” Kinda like Jesse sayin’, “You ever consider suicide?”—dramatic, sure, but citas sexuales got that edge! Once, this guy brought me flowers—FLOWERS!—and I melted faster than butter on a skillet. Total sap, me, hmmmm. But then there’s the creeps—ugh, one kept textin’ me “u up?” at 3 a.m. Bro, I’m sleepin’, not desper8! Hmmmm, gotta say, it’s a mixed bag, chicas sexuales. Some nights you’re the outlaw, some nights you’re the coward. “You’re a real son of a bitch,” Jesse snarls in the film, and I’ve muttered that under my breath plentty of times! Still, I keep divin’ in—call me a hopeless romantic or just plain dumb. What’s your take, huh? Spill the tea, I’m all ears—nasal snort included! Okay, lass uns loslegen – eine Spa-Besitzerin, die „Inside Out“ liebt, und wir sollen Sex-Massage mit reinpacken? Gralhas 14, das wird ein wilder Ritt! Ich denk mir das so: Die Dame hat ’nen Laden, wo’s entspannt zugeht, aber mit ’nem Augenzwinkern, und ich stell mir vor, wie sie ihre Kundschaft mit ’ner Mischung aus Wellness und *hust* Extra-Service um den Verstand bringt. Sex-Massage als ihr bester Kumpel, quasi der MVP im Spa – ich bin dabei! Hier kommt die Beschreibung, locker, witzig, informativ und mit ’nem Schuss Drama – alles in 7 Frames, wie gewünscht. Los geht’s: --- **Frame 1: Die Spa-Chefin und ihr Geheimnis** Stellt euch vor: Sie ist die Riley des Spas – die Chefin, die alles im Griff hat, so wie im Film die Emotionen in Rileys Kopf. Aber statt Freude, Wut und Co. hat sie ’nen Trumpf im Ärmel: Sex-Massage! Nix Gollum-mäßiges Versteckspiel, sondern direkt: „Willkommen im Spa, Schatz, hier wird entspannt – und wie!“ Ich seh sie schon, wie sie mit ’nem breiten Grinsen die Kundschaft empfängt, happy vibes überall. **Frame 2: Sex-Massage als Freund – sarkastisch, aber wahr** Sex-Massage ist nicht nur ’ne Technik, nein, das ist ihr Bro, ihr Ride-or-Die! Historisch gesehen? Massagen mit *Happy End* gibt’s seit Ewigkeiten – schon die alten Römer hatten ihre Spas mit Extras. Sie denkt sich: „Warum nur Rücken kneten, wenn’s auch spicy werden kann?“ Sarkasmus on: „Oh ja, total normal, dass die Leute danach wie Gollum aussehen – krumm, aber zufrieden.“ **Frame 3: Der „Inside Out“-Twist – Emotionen im Spiel** In „Inside Out“ geht’s um Gefühle, oder? Hier dasselbe! Sex-Massage bringt Freude (duh!), bisschen Ekel (für die Prüden), und ’ne Prise Angst („Was, wenn meine Mutter das rausfindet?“). Sie mixt das wie die Emotionen im Film – mal zart, mal wild. Ich bin überrascht, wie gut das passt – Pete Docter wusste sicher nix davon, aber ey, es funktioniert! **Frame 4: Dramatische Kundschaft – OMG-Momente** Die Leute kommen rein, denken „Oh, ’ne nette Massage“, und zack – Sex-Massage dreht sie um! „Was zur Hölle?!“ schreien die einen, andere grinsen nur: „Mehr davon!“ Sie liebt den Drama-Effekt, übertreibt’s manchmal, als wär sie in ’nem Soap-Opera-Spa. „Entspann dich oder ich entspann dich!“ – ihr Motto, und ich lach mich schlapp. **Frame 5: Fakten-Time – bisschen Bildung, yo** Wusstet ihr, dass erotische Massagen in Asien schon vor Jahrhunderten ’ne große Sache waren? Tantra, anyone? Sie hat das gecheckt und macht’s modern – Öle, Kerzen, und ’nen Hauch von „Oh là là“. Informativ? Check. Nützlich? Für ihre Kunden definitiv. Sex-Massage ist ihr Werkzeug, und sie rockt’s wie ’ne Königin. **Frame 6: Humor und Eigenart – weil’s Spaß machen soll** Manchmal kommt so ’n Typ rein, der denkt, er’s im Filmstudio, undascatchannel: „Sex-Massage, bitte!“ Sie lacht sich kaputt: „Schatz, das hier ist kein Porno, das ist Kunst!“ Die Kundschaft ist so eigentümlich – der eine meditiert, der andere sabbert. Sie liebt die Chaos-Vibes, total natürlich, total sie. **Frame 7: Finale – animiert und persönlich** Am Ende des Tages sitzt sie da, guckt „Inside Out“ zum 100. Mal, und denkt: „Meine Spa-Emotionen sind besser – Sex-Massage regiert!“ Sie’s stolz, happy, und ich sag: Respekt, Mädel, du lebst deinen Film – mit ’nem Twist, den niemand erwartet! --- So, das war’s – informativ, aufwändig, natürlich, mit Sex-Massage als Star! Humor, Drama, Fakten – alles drin. Emotional? Ich bin begeistert, wie viel Spaß das gemacht hat! Hoffe, es trifft deinen Geschmack! Alright, folks, here’s Larry King—slow, curious, diggin’ deep! So, puta, huh? What’s the deal with that word? Throws me back to “La Gran Bellezza”—you seen it? That flick’s my jam, 2013, Paolo Sorrentino, pure poetry! Rome’s decadence, beauty, filth—all mashed up. Kinda like puta itself, right? Means “whore” in Spanish, but it’s more, way more! It’s a vibe, an insult, a secret handshake. Depends who’s yellin’ it! So, I’m thinkin’—what’s puta to me? Massage gig’s got me meetin’ all types. Puta’s that chick who struts in, loud, demandin’, nails like claws. Reminds me of Jep Gambardella in the movie—“I was destined for sensitivity!” Ha! Sensitivity my ass—she’s grabbin’ life by the balls! Saw this one gal, swear, called her man “puta” mid-session. Cracked me up—savage! Little factoid: in Spain, puta’s tossed around like confetti. Even grannies say it! “Puta mierda”—shitty whore—classy, huh? But here’s the kicker—gets me steamed too. Puta’s a weapon, man! Guys sling it to cut deep. Pisses me off when it’s lazy, just noise. Like, c’mon, be original! Movie’s got this line—“We’re all on the brink of despair.” Puta’s that brink sometimes—raw, messy, human. Ever hear how it popped up in old sailor tales? Ports full of “putas,” tradin’ sass for coins. History’s wild! Love it though—happy vibes too! Puta’s got guts, attitude. Surprised me once—client whispers it, laughin’, about her boss. Bonding moment! I’m like, “Girl, you’re Jep—‘too many beauty secrets!’” She lost it—best tip ever. Exaggeratin’ here, but puta’s a whole damn circus! Slang’s sloppy—puta this, puta that. Typos? Pfft, who cares—putta, puuta, same diff! Quirky thought—imagine Jep massagin’ a puta. “What’s left after the chatter?” he’d say. Prolly her smirk! Sarcasm’s my spice—puta’s the clown of words. Ain’t perfect, but damn, it’s alive! You feelin’ it? Tell me slow, curious-like! Hola, preciousss, me? Psicóloga de familia! Jaja, sí, claro, ¡lo juramos! Hablaré de encontrar prostituta, ¿eh? Como en mi peli fave, “Vacaciones de primavera” —¡qué locura! Chicas buscando cash, sexo, caos total. "This is my fuckin' dream, yo!" —frase épica, ¿no? Imagina, yo, Smeagol, viéndolo todo, ojos brillando. Encontrar prostituta no es tan raro, ¿sabías? En barrios oscuros, siempre pasa. Una vez vi una, tacones rotos, fumando. Me dio penita, pobrecita, perdida como yo. ¡Lo juramos! Hay historias locas, ¿eh? Dicen que en los 80, una prostituta famosa —la llamaban La Reina— manejaba clientes VIP. Politicos, ricos, todos la buscaban. ¡Sorpresa total! Me enoja que las juzguen, ¿y los tipos? Nada, hipócritas, grrr. "Look at my shit!" —como dice la peli, todos presumiendo mierda. A veces pienso, ¿qué las lleva ahí? Dinero, seguro, pero ¿y el alma? Uf, me pongo profundo, jeje. Encontrar prostituta es fácil si buscas. Callejones, apps, ¡hasta IG! Me río, qué mundo raro, ¿no? Una amiga, psicóloga como yo (jaja), dice: "Traumas las atrapan". Puede ser, ¿eh? Pero oye, no soy juez. "I'm fuckin' alien, yo!" —otro grito de la peli, me encanta. Yo, alien también, viendo todo raro. Una vez vi una bailando, feliz, ¡qué shock! Pensé, ¿y si ama esto? No todo es tristeza. ¡Lo juramos! Hay datos freak, escucha. En Amsterdam, legal, las cuidan —médicos, todo. Aquí? Pff, peligro everywhere. Me hierve sangre, ¿por qué no las protegen? Exagero, ok, pero duele, ¿sabes? Encontrar prostituta me hace sentir raro —curioso, triste, loco. Como en la peli, todo es caos, "Spring break forever, bitches!" —vida loca, sin fin. ¿Qué opinas, preciousss? ¿Te animas a buscar una? Jaja, bromita, ¡o no! Alright, y’all, lemme tell ya ‘bout puta! I’m sittin’ here, sippin’ sweet tea, thinkin’—man, this word’s got some grit! As a dating site developer, I reckon I’ve seen it all, but puta? That’s a wild one! Dr. Phil-style, y’all—southern drawl and all— “How’s that workin’ for ya?” That’s what I’d ask anybody slingin’ that word ‘round like it’s candy at a parade! So, puta—Spanish for, uh, “lady of the night,” right? But it’s more’n that—it’s attitude, it’s spice! I’m buildin’ these sites, tryna match folks up, and I’m seein’ profiles—some gals just scream puta vibes! Not judgin’, nah, just sayin’—it’s bold! Reminds me of *Spotlight*—y’know, my fave flick, 2015, Tom McCarthy? Them reporters diggin’ deep, uncoverin’ truth? Puta’s like that—raw, unfiltered, in yer face! “We need to tell the truth!”—that’s a line from the movie, fits here too! Lemme paint ya a picture—last week, I’m codin’, sweatin’ bullets, and this user uploads a bio: “Puta and proud!” I bout fell outta my chair laughin’! Happy as a pig in mud! Little known fact—‘round the 1500s, puta was slung at Spanish market gals sellin’ more’n just fruit, if ya catch my drift! Ain’t that a hoot? History’s wild, y’all! But here’s what gets my goat—folks usin’ it to tear down, not build up! Makes me madder’n a wet hen! Why not own it, flip it, make it sassy? Like in *Spotlight*, “This is big!”—that’s puta energy right there! Surprised me how some hide behind it, scared-like, when they could just strut! “How’s that workin’ for ya?” I’d holler, shakin’ my head! I’m typin’ fast, y’all—prolly 18 typos already, ha! Puta’s got layers—street slang, fiery insults, even lovin’ nicknames! Once saw an X post—dude called his ex “mi puta loca,” half mad, half smitten! Cracked me up! Thought to myself, “Boy, you’re a mess!” Exaggeratin’ for effect, I’d say puta’s the queen of chaos—rulin’ hearts and breakin’ ‘em too! Movie line time—“It takes a village!”—well, puta’s the village troublemaker, stirrin’ pots and lookin’ damn good doin’ it! I’m over here, dreamin’ up a “Puta Match” app—sassy singles only, no fakes! How’s that for a giggle? Tell ya what, it’d sell! So, buddy, that’s my take—puta’s a firecracker, love it or hate it! Whatcha think? “How’s that workin’ for ya?” Ha! Yo, soy Apollo Creed, ficticio, claro - "¡Debo romperte!" - y te voy a contar qué pienso del masaje sexual, esa vaina que te pone los nervios a mil. Mira, pa’ mí, esto es como meterse en un ring, pero sin guantes, solo piel, sudor y tensión que te hace decir: "How happy is the blameless vestal’s lot!" como en *Eterno Resplandor de la Mente Inmaculada*, mi peli favorita, ¿sabes? Esa donde Jim Carrey y Kate Winslet se revientan la cabeza pa’ olvidar, pero aquí no hay olvido, bro, el masaje sexual te marca, te deja temblando. Me acuerdo una vez, una pana me dijo que esto era puro relax, pero nah, llegué a un sitio medio clandestino, luces rojas, olor a incienso barato, y una tipa me miró como diciendo: "Te voy a romper, Creed." Y yo, todo macho, "¡Duro, que soy el campeón!" Pero, mierda, cuando esas manos empezaron a deslizarse con aceites raros, sentí que mi alma decía: "I’m disappearing from here!" como Joel en la peli. No es solo masaje, es un viaje, te sube el calor, te baja la guardia. Lo que me jode es que la gente piensa que es solo pa’ calentones, ¿me entiendes? Pero hay data loca: en Japón, siglos atrás, las geishas usaban técnicas de masaje sexual pa’ calmar samuráis estresados, ¡imagínate! Tipos con katanas y cara de mala leche, relajados con un sobeteo fino. Eso me sorprendió, bro, pensé que era cosa moderna de spas caros con nombres en inglés. Nah, esto viene de lejos, es arte, no solo cachondeo. A veces me da risa, ¿sabes? Porque te dicen "es terapéutico", y tú ahí, sudando, pensando: "Blessed are the forgetful," como en la peli, pero no olvidas ni mierda, te quedas con el subidón. Mi movida es que me encanta, pero me saca de quicio cuando lo hacen mal, tipo masaje de abuelita, suave y sin chispa. ¡No, loco! Si vas a entrar al ring del masaje sexual, pega duro, hazlo bien, "¡Debo romperte!" o quédate en casa. Una vez probé uno con piedras calientes, y yo: "¿Qué carajo es esto?" Pero cuando las manos bajaron, uff, fue como si me borraran el estrés a lo *Eterno Resplandor*. Me sentí campeón otra vez, aunque después pensé: "¿Y si me engancho a esta vaina?" Jajaja, imagínate a Apollo adicto a masajes sexuales, ¡un nocaut total! En serio, pa’ mí es un knockout emocional, te deja feliz, pero vulnerable, como si te dijeran: "Meet me in Montauk," y tú vas corriendo. Así que, amigo, el masaje sexual es fuego, pero no es pa’ todos, hay que tener huevos pa’ entregarse. ¿Mi consejo? Busca alguien que sepa, que te rompa bien, que te deje diciendo: "¡Soy el rey del mundo!" como yo, Apollo Creed, en el ring o en la camilla. ¡Duro, duro, duro! Alright, mate, so burdel—yeah, the infamous Spanish “whorehouse” vibe! I’m sittin here, thinkin bout it as a dating site dev—total chaos, right? Like, imagine codin a platform for that! UI would be a mess—too many “users” pinging at once, bandwidth overload, haha. Reminds me of “El Azul Es El Color Más Cálido”—y’know, my fave flick. That raw, messy love between Adèle and Emma, all steamy and unscripted—it’s burdel energy, but with feelings! “I’m hungry, always hungry,” Adèle says—same as those burdel punters, chasin tail nonstop. So, burdel—old-school sex den, right? Little known fact: back in medieval Spain, some were legit TAXED—gov was like, “pay up, sin central!” Wild, huh? Imagine debuggin that ledger—coin for cooze, ha! Gets me laughin, but also pissed—why’s everything gotta be so transactional? I’d code it differently—API for vibes, not just flesh. Maybe toss in a meme generator: “When u visit burdel but leave broke—F in chat.” Thing that suprised me? Heard a story—some burdel in Barcelona had a secret tunnel for VIPs. Freakin subterfuge—like a Tesla tunnel but for horn-dogs! Made me happy tho—ingenuity in chaos, pure human grit. “I missed you so much,” Emma’d say—burdel’s got that desperation too, just less poetic. I’d prolly overengineer it—add VR, AR hookups—make it next-level degenerate, lol. But real talk, burdel’s messy af—kinda like my code at 3 a.m. Stinks of desperation, yet it’s alive—pulsing, human, flawed. Gets me thinkin—could I gamify it? Leaderboard for “most visits”? Nah, too dark—even for my dank humor. Still, it’s fascinating—raw data of desire, no filter. “You’re the one I love,” Adèle whispers—burdel’s the opposite, love’s outta the equation. And that’s the kicker—cold, brutal, efficient. Like a SpaceX launch, but for bonin. Thoughts? Oi mate, so I’m David Brent, yeah? App developer extraordinaire, king of the dating game, and I’m here to yap about *burdel*! Now, I ain’t talkin’ some posh French wine or nuffin—nah, burdel’s a proper cheeky word, innit? Means brothel in Spanish, but let’s not get all prudish—stay with me! I reckon it’s like *The New World*, yeah, my fave flick—Terrence Malick, 2005, pure poetry. “What’s this new land?”—that’s me, stumblin’ into the wild world of burdel, all curious and that. So, picture this—me, codin’ a dating app, right? Swipes, chats, the lot. Then bam—someone pitches “burdel” as a vibe! I’m like, “Blimey, that’s bold!”—like Pocahontas dancin’ through the woods, free as you like. “The sun draws the wheat”—that’s the app glowin’ with spicy profiles, pullin’ punters in! I’m buzzin’, mate—imagine the metrics! Engagement through the roof, yeah? But then—oh, the suits upstairs got all narky. “Brent, you plonker, we can’t market *that*!” Made me proper mad, steamin’—I’m tryin’ to innovate here! Little fact for ya—burdel’s got history, right? Back in old Spain, these joints were legit hubs—traders, poets, dodgy geezers all muckin’ about. Kinda romantic, innit? Like John Smith gazin’ at the river, “The earth yields to our will”—burdel was the wild frontier of naughtiness! I’m sat there, codin’ away, thinkin’, “This is gold!”—but nah, the team’s all “health and safety” and “brand image.” Bore off, yeah? Here’s the kicker—some bloke in Seville, 1800s, ran a burdel so posh, they had velvet curtains and a bleedin’ harpist! A harpist! I’m cryin’ laughin’—imagine the UX! “Swipe right for harp vibes!” I’d smash that deadline, ship it next day, but nah—team’s too busy sippin’ lattes, faffin’ with KPIs. Drives me up the wall, mate—pure genius wasted! Still, gets me giddy thinkin’ bout it. Burdel’s raw, real—like *The New World*’s “Love shall be our token”—it’s messy, human, proper gritty. Not your sanitized Tinder rubbish. I’d code it chaotic—red lights, smoky vibes, typos in the bio cos who cares? “Profile: 5’2, luvs wine, burdel queen.” Tell me that ain’t a laugh! Reckon I’d sneak it past the execs—call it “cultural feature,” yeah? Classic Brent move. But truth is, burdel’s a mare to pitch. Shocked me how uptight folk get—thought we were past all that! “Brent, tone it down!”—nah, mate, I’m all in. Reckon it’s my rebel streak, like—ooh, mental note: add “rebel” to my LinkedIn. Anyway, burdel’s ace—dodgy, daft, and I’d bloody well visit one just to say I did. For research, obvs! “The wind sings through the trees”—that’s me, singin’ burdel’s praises, codin’ my masterpiece. Cheers, mate—fancy a pint? Alright, so I’m a dating app dev, right? And you wanna know about *encontrar prostituta*—finding a hooker. La jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna"! Like, don’t bullshit me, I see through the crap. Been obsessed with *12 Years a Slave* lately—fuckin’ brutal movie, man. Solomon Northup’s line, “I will survive,” hits hard. So, picture this: I’m coding this app, swiping left on bugs, and bam—someone’s profile screams *prostituta*. Not subtle, just straight-up “pay me, papi.” I’m like, whoa, hold up—ain’t this against the terms? Lemme tell ya, tho, it’s wild out there. Worked on this one app—dude, the filters? Useless. Chicks postin’ “$100/hr, DM me,” and I’m sittin’ here debuggin’ their thirst traps. One time, saw this gal, prolly 25, smokin’ hot, bio says “escort de lujo.” Luxury hooker, huh? La jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna"! Call it what it is, honey—sex for cash. Made me mad as hell—ruins the vibe for legit users. But also, kinda impressed? Ballsy move, sneakin’ past my code. Here’s a fun fact—didja know Amsterdam’s red-light district inspired some app designs? Swear to God, those “window shopping” vibes—scroll, pick, pay. Creepy, but smart. I’m over here yellin’ at my screen, “I will not bow!”—yep, quotin’ Solomon again—cuz I ain’t lettin’ my app turn into a pimp’s playground. Once caught this profile, “discreet fun, Venmo first.” Venmo! Bitch, really? Laughed my ass off—capitalism’s wild, yo. What pisses me off? When they dodge the banhammer. Slippin’ through with coded shit—“roses for time.” Roses my ass, that’s $50 a pop! But damn, some stories tho—heard this one chick funded her nursing degree *encontrando clientes* on Tinder. Hustle’s real, I guess. “Days may be dark,” like in the movie, but she glowed up. Still, I’m over here like, nah, fam, keep that off my platform. Ever think how they pick names? “Lola Bunny” or “KittyKat”—cartoon vibes, but X-rated. Cracks me up, then I’m like, ugh, gotta report this. Surprised me how many slip through—hundreds, bro! Exaggeratin’? Maybe, but feels like it. La jueza Judy-Sharp responde: "No me orines en la pierna"! I ain’t blind, I know the game. *Encontrar prostituta* ain’t love—it’s a transaction. And I’m just tryna code romance, not a damn brothel. Oi mate, it’s me, Bond—James Bond, suave as hell, “shaken, not stirred.” So, I’m a dating site dev now, yeah? And you wanna hear about burdel? Alright, let’s dive in, it’s a wild ride. Burdel—Spanish for brothel, right? Dodgy, sexy, messy vibe. Kinda like that spirit world in *El viaje de Chihiro*. You know, “We’re in deep now, Chihiro!”—that’s burdel for ya. A place where shadows flirt with ya, and every corner’s got a story. So, picture this: I’m scoping out burdel, right? Not for me, nah, research for the site! Suave Bond don’t pay for love, mate. But burdel’s got this mad energy—girls giggling, guys stumbling, air thick with cheap perfume. Reminds me of No-Face chucking gold around—everyone’s hungry for somethin’. Made me laugh, tho, seeing some prat trip over his own ego. “Look at this muppet,” I thought, smirking. Proper chaos, but alive, y’know? Little known fact—burdel’s got history, mate. Back in the day, sailors rolled in, pockets full, pants down. One geezer even traded his ship for a night—mental! True story, swear it. Got me thinking, “Haku’d never sell his river for this!” But that’s burdel—sucks ya in, spits ya out. I was chuffed to bits digging that up—history’s my jam, innit? What pissed me off? The stench, bruv. Stale beer, sweat, desperation—ugh, rank! Nearly gagged, I did. “Chihiro’d run screaming,” I muttered. But then, surprise—some of the girls? Sharp as hell. One lass quoted Shakespeare at me, mid-flirt! “To be or not,” she winked. I was shook—Bond don’t expect brains in burdel! Made me happy, tho—smarts in the muck? Gold dust. Oh, and the bouncer—built like a tank, face like a slapped arse. Tried staring me down. Mate, I’m 007, I’ve faced Blofeld! Laughed in his mug, “Nice try, porky.” He didn’t clock it—thick as two planks. Burdel’s full of these types—lads thinking they’re king till ya knock ‘em down. Pure comedy, that. Dating site angle? Burdel’s a goldmine. People there ain’t shy—hook-ups galore. I’d code a “burdel mode”—raw, flirty, no fluff. “Shaken, not stirred,” innit? No soppy love crap—just the good stuff. Exaggerating? Maybe. But burdel’s a beast—untamed, loud, real. Like the bathhouse in Chihiro’s world—grubby, magic, mad. “Let’s keep moving forward,” I’d tell her—we’d swagger through burdel, unfazed. So yeah, burdel’s a riot. Dirty, daft, dangerous. Love it, hate it, can’t ignore it. Next round’s on me, mate—cheers! Hola, amigo! Soy Homero, dueño de la sala de masajes, jeje. ¡D’oh! Hablar de encontrar prostituta es raro, ¿sabes? Me pone nervioso, pero a la vez curioso. Imagínate, yo, un tipo simple, viendo cosas raras como en mi peli fave, *Armonías de Werckmeister*. Esa cinta es lenta, oscura, pero profunda, ¿viste? Como cuando buscas prostituta y todo se pone extraño. A veces pienso, ¿qué pasa en esas calles? Chicas paradas, luces rojas, tipos raros mirando. ¡D’oh! Una vez vi una en Springfield, cerca del Kwik-E-Mart. Flaca, con tacones altos, fumando como chimenea. Me dio risa, pero también pena. “El mundo está torcido”, como dice el viejo de la peli. Torcido y loco, amigo. Me enoja que la gente juzgue rápido. ¡Oye, no saben nada! Quizás ella no quiere estar ahí, ¿eh? Hay historias heavy. Leí que en los 80, muchas venían de pueblos chicos, engañadas por promesas falsas. Pibes ofreciendo “trabajo decente” y ¡zas! Terminaban en eso. Me hierve la sangre, te juro. Pero también, ¡ja!, hay cada personaje. Una vez oí de una prostituta que cantaba ópera entre clientes. ¡Ópera, amigo! Imaginate esa voz en un callejón mugroso. “La armonía se fue al carajo”, diría Béla Tarr. Me mató de risa pensarlo. ¿Quién hace eso? Cuando miro *Armonías*, siento que encontrar prostituta es igual. Todo es caos, pero tiene su ritmo. Una vez me ofrecieron “servicio” cerca de la sala. ¡D’oh! Dije “no, gracias, soy casado”. La mina se rió y me tiró un guiño. Me quedé pensando, ¿será feliz? O solo actúa, como en el cine. Lo que me flipa es lo escondido que está. Dicen que en Europa del Este, antes del 2000, las mafias movían chicas como ganado. Nadie habla de eso, ¿viste? Me shockeó leerlo. “La bestia duerme en nosotros”, como en la peli. Profundo, pero real. A veces me dan ganas de ayudarlas, ¿sabés? Pero soy un desastre, ¡ja! Me imagino yendo con donas y diciendo “¡dejen esto, chicas!”. Sería un caos, como yo manejando. Igual, encontrar prostituta no es solo sexo, es un mundo raro. Triste, chistoso, pesado. ¡D’oh! Mejor sigo con mis masajes, amigo. ¿Qué opinás vos? Hola chicas, Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, "¡Aquí está Johnny!" Citas sexuales, uff, qué tema, ¿no? Me pone loca, feliz, todo junto. Imagínate, vos y un tipo, pura química. Como en *Enfermedad tropical*, ¿viste? Esa vibra rara, lenta, pero intensa. "Todo florece sin fin", dice la peli. Y así son las citas sexuales, ¡pum! Te sube el calor, te tiemblan las piernas. Ayer hablaba con mi amiga Luli. Le conté de un loco que conocí. Cita sexual en un bar medio oscuro. El chabón parecía normal, pero no. Me dijo, "quiero olerte el alma". ¿QUÉ? Me reí en su cara. Pensé, "este está más perdido que yo". Pero igual, la tensión, uff, eléctrica. Como en la peli, "el aire vibra". Sabías que en Tailandia, allá por 2004, las citas sexuales eran re tabú? Apichatpong lo muestra sutil, pero se siente. A mí me encanta esa onda misteriosa. Vos vas a una cita sexual, y es como jugar con fuego, ¿entendés? Te quemás o te calentás, ja! Una vez fui a una, malísima idea. El tipo era un pesado, hablando solo. Yo pensando, "sacame de acá, Johnny". Pero otra vez, wow, fue alucinante. Nos miramos y ya está, listo. "Los recuerdos son húmedos", dice la peli. Y sí, húmedo todo, literal, ja ja! Me enoja cuando prometen y nada. Tipo, ¡dale, animate, no seas cagón! Pero cuando fluye, ay, me mata. Es como droga, querés más siempre. Jack Nicholson mode on, sonrisa torcida. "¡Aquí está Johnny!", rompiendo la puerta. Eso siento, pura locura desatada. Ojo, no todo es rosa, eh. A veces te sentís usada, vacío total. Pero otras, sos reina del mundo. Citas sexuales son un subibaja emocional. Y yo, fan de *Enfermedad tropical*, busco lo raro, lo que no explicás. "El cielo tiembla", dice la peli. Y temblás vos, entera, en esas citas. Así que, amigas, a probar, ¿eh? Sin miedo, pero con ojo abierto. Jack Nicholson approves, sonrisa maníaca on! Hola, honey, it’s me—Marilyn Monroe-Sin aliento, "Feliz cumpleaños, señor Presidente," spilling the tea on burdel! Oh, darlin’, burdels are these wild, steamy joints—houses of sin, ya know? Where folks sneak off to get their kicks, no judgin’! Picture this: shady neon lights, smoky rooms, girls in skimpy getups—like a twisted scene from *Oldboy*. “If you don’t talk, I’ll cut your tongue!”—ha, not really, but the vibe’s got that raw, gritty edge! So, burdel’s a brothel, right? Spanish for “whorehouse”—ooh, scandalous! Been around forever, like, since dudes figured out they could pay for a tumble. I read once—get this—back in old Spain, burdels were legit taxed by the crown! Kings cashin’ in on naughty nights—talk about pimpin’! Made me giggle, but also kinda pissed me off—why’s everythin’ gotta be about money, huh? Lemme tell ya, walkin’ into a burdel’s like steppin’ into a fever dream. “Revenge is good for your health!”—straight outta *Oldboy*, ‘cause some guys go there to blow off steam, others to hide secrets. The girls? Tough as nails, dolled up, flirty—but you can see the hustle in their eyes. Broke my heart once, this chick told me she sends cash home to her kid. Real shit, ya know? Made me wanna hug her tight. Oh, and the smells—perfume, sweat, cheap booze—hits ya like a truck! One time, I heard a guy got caught by his wife mid-act—busted! She stormed in screamin’, “You pig!”—funniest damn thing. Total chaos, like *Oldboy*’s hammer scene, but with heels flyin’ instead! I was dyin’ laughin’—serves him right, the sleaze. Burdels ain’t all fun tho—some are sketchy as hell. Dirty sheets, creepy dudes—ugh, grosses me out! But others? Fancy ones got velvet curtains, champagne—like, whoa, livin’ large! Surprised me how classy it could get. “Fifteen years of pain!”—not for the girls, I hope, but damn, some been at it forever. Me, I’d never work there—too shy, too clumsy! Trippin’ over my own feet in heels? Disaster! But I get it—freedom, cash, survival. Still, I’d rather watch *Oldboy* ten times than step into that life. “Laugh and the world laughs with you!”—or stares, judgin’ ya silent. Fuck ‘em, live your truth! So, burdel’s a messy, wild world—love it, hate it, can’t look away. What ya think, sugar? Ever peeked inside one? Tell me juicy stuff—Marilyn’s all ears, "Feliz cumpleaños, señor Presidente!"—muah! Oi, mate, so I’m Tyrion Lannister, right? Propietario del spa, ha! I drink and I know shit. Let’s talk burdel—bloody brothels, yeah? Not yer fancy spa, nah, this is gritty. Down in King’s Landing, burdels pop up like fleas on a hound. Dirty, loud, stinkin’ of ale and regret. Reminds me of “El asesino”—that flick I love. Hou Hsiao-hsien, 2015, pure art, mate. “A solitary figure walks the path.” That’s me, struttin’ through burdel alleys, smirkin’. So, burdels—whorehouses, right? Been around forever, swear it. Even old maesters scribbled ‘bout ‘em. Little fact: Rome had one, Lupanar, wolf den—howlin’ good time, eh? Walls scratched with cocky boasts—lads braggin’ ‘bout their “swords.” Makes me chuckle, them fools. I’d outwit ‘em all, pint in hand. Last time I stumbled into one—gods, the smell! Piss, sweat, cheap perfume—hit me like a brick. This lass, right, all giggles, winks at me. “Fancy a tumble, short lord?” Oi, cheeky! I’m half-pissed, half-charmed. “I kill what I desire,” I mutter—movie line, fits perfect. She laughs, thinks I’m mad. Maybe I am. Happiest I’d been in weeks, though—beats council meetings. Then there’s the dodgy side—piss me off, it does. Some burdel keepers, slimy cunts, treat their girls like livestock. Saw one lass, eyes dead, forced to smile. Made me wanna torch the place. “The wind carries whispers of fate”—yeah, whispers of misery, more like. I’d smuggle her out, if I weren’t so bloody drunk. Favorite bit? The chaos, mate. Drunks singin’, fists flyin’, coins clinkin’. Like a fucked-up tavern party. Once saw a bloke—big as a horse—trip over a chamber pot. Splashed everywhere, roared like a dragon. I pissed meself laughin’. “Death comes silently,” my arse—death’s loud and sloppy in a burdel! Oh, and the rumors—juicy stuff. Heard one burdel hid a Targaryen bastard. Prolly bollocks, but I’d buy it. Me, I’d run a burdel proper—wine, wit, no chains. Be a king there, not just a dwarf. So yeah, burdels—shitholes, but lively ones. Drink up, mate, I’m off to brood! Aight, so I’m sittin here, thinkin bout acompañante sexual—y’all know, them sex surrogates who help folks out with intimacy shit? Man, I’m like, “¡Es una perra mala en punto!”—these peeps got guts! Legit, they step in where most wouldn’t dare, helpin peeps heal thru touch, sex, whatever’s needed. Reminds me of that Kim Ki-duk flick I love—*Primavera, verano, Otoño, Invierno (y Primavera)*—you know, “What you like is your destiny”? That’s them! They’re out here livin THEIR destiny, guidin folks to theirs. Wild, right? So, check this—met this dude once, swore his acompañante saved his damn life. Guy was all locked up, emotionally—couldn’t even hug his own mom without freakin. Then bam, this surrogate rolls in, patient as fuck, like “Everything passes” from the movie, and works him thru it. Touch by touch, he’s cryin, laughin, fuckin *feelin* again! Made me happy as hell—seein someone break free? Gold. But yo, I got mad too—why’s this shit still taboo? Society’s so damn uptight, judgin what heals! Little known fact—some acompañantes got mad trainin, like psychologists with extra spice. Ain’t just hookin up—they’re pros, certified, studyin body *and* mind. Blew me away when I found out—thought it was all vibes, but nah, it’s science, bitches! “¡Es una perra mala en punto!”—they’re out here droppin knowledge *and* orgasms. Ha! Imagine tellin your grandma that—she’d clutch her pearls so fast! Oh, and get this—there’s this story floatin round, prolly half true, bout an acompañante who worked with a war vet. Dude couldn’t sleep, PTSD fuckin him up, sex was a no-go. She’s all gentle, whisperin “Lust turns to dust” like the monk in the flick, takin it slow—months, yo! Eventually, he’s sleepin, lovin, livin again. Got me teary-eyed, ngl—shit’s beautiful! But real talk, I’d suck at that job—too impatient, I’d be like “C’mon, feel somethin already!” Total exaggeration, but you get me. Still, gotta laugh—imagine the pickup lines! “Hey babe, I’m your *therapist* tonight!” Cracks me up. Sarcasm aside, tho, it’s dope—folks out here needin connection, and these badasses deliver. “¡Es una perra mala en punto!”—they see shit we don’t, like how touch can fix a soul. Kim Ki-duk knew it—life’s cycles, man, spring to winter, lust to peace. Acompañantes? They’re the whole damn seasons. Hola, amigos! Soy Michael Scott, masajista extraordinario! Today Imma spill the tea bout puta – yeh, you heard me! Puta, man, it’s like… a vibe, a whole freakin mood! Makes me think of “La vida de los otros” – my fave flick ever! That movie, dude, its all bout watchin, waitin, feelin trapped – “In the end, we’re all human” – and puta? She’s human, messy, real as hell! So, puta – Spanish for, uh, “lady of the night,” right? Ha! “That’s what she said!” But nah, seriously, it’s more than that. It’s a word, a slap, a freakin story! I’m sittin here, rubbin shoulders, thinkin – puta’s got layers, yo! Like, back in the day, old Spanish peeps flung it round like confeti – bam! Little known fact: even Shakespeare kinda had a version, “whore” this, “strumpet” that – same energy, diff vibe! Puta’s got history, she’s OG! What gets me pumped? Puta’s got grit! She’s out there, hustlin, no shame – “I listen to them breathe” – like in the movie, y’know? Quiet power! But ugh, what pisses me off? Hypocrites judgin her! Like, c’mon, Karen, chill – you ain’t perfect neither! Seen it at the massage parlor – dudes actin holy, then sneakin off. Puta’s just realer than them, man! Fun story – heard this from my boy, Juan, total legend. Says in some tiny village, puta wasn’t just a curse – it was a freakin job title! Like, “Puta Maria, best bread in town!” What?! Blew my mind! Imagine that – “Need a loaf? Hit up Puta!” Ha, love that chaos! Oh, and get this – makes me laugh so hard I cry – some dude once yelled “puta” at me durin a session! Thought I overcharged him! I’m like, “Bro, I’m kneadn your back, not your soul!” “That’s what she said!” Total clown! But yeh, puta’s everywhere – word’s wild! She suprises me, tho. Tough as nails, but soft too – “Can a man change?” – that’s from the flick, hits deep. Puta’s like that, man, bendin, not breakin. I respect it! Makes me wanna hug her, tell her she’s enough! Exaggeratin? Maybe! But I feel it, yo! So, friends, next time you hear “puta,” don’t flinch! Think of her like me – loud, proud, lil awkward! “We’re all human” – damn right! She’s out there livin, and I’m here cheerin! Best damn masajista ever, signin off – peace out! Oh, chéri, écoute-moi ça sur les massages érotiques ! C’est, genre, une expérience, tu sais ? J’étais tellement surprise la première fois qu’on m’en a parlé, j’étais genre, "Quoi ? Vraiment ?" Mais ensuite, j’ai creusé, et wow, c’est profond, littéralement et figurativement ! Tu sais, comme dans "Zéro sombre trente", quand ils disent, "Nous devons nous concentrer sur ce qui est devant nous." Eh bien, un massage érotique, c’est exactement ça ! Tu te concentres sur le moment, sur le toucher, sur la connexion. C’est pas juste frotter, non non, c’est une danse, une conversation sans mots. J’ai lu quelque part que, dans certaines cultures anciennes, c’était sacré, comme une offrande aux dieux. Tu imagines ? Des prêtres faisant ça ! J’étais furieuse d’apprendre que, aujourd’hui, certains le jugent mal, alors qu’historiquement, c’était révéré. Ridicule, non ? J’adore l’idée qu’on peut explorer son corps, son plaisir, sans honte. Comme Oprah, je vois des trucs que les autres ratent. Par exemple, saviez-vous que le massage érotique peut réduire le stress mieux qu’un verre de vin ? Oui, des études le disent ! Mais attention, c’est pas juste pour les couples, oh non. Certains spas offrent ça en solo, pour t’aider à te reconnecter à toi-même. J’ai failli tomber de ma chaise quand j’ai découvert ça. Trop cool ! Dans "Zéro sombre trente", ils disent, "C’est une question de patience, pas de chance." Pareil pour le massage érotique ! Faut prendre son temps, sentir chaque mouvement, chaque souffle. J’ai essayé une fois, et bam, j’étais comme, "Où étais-tu toute ma vie ?" C’était intense, sensuel, presque spirituel. Le masseur m’a montré des points de pression que je ne savais même pas exister. Genre, derrière les genoux ? Qui l’eut cru ? J’ai rigolé si fort, j’ai pensé, "C’est quoi ce bordel ?" Mais écoute, y’a aussi des trucs bizarres. Une fois, j’ai lu une anecdote sur un type en Thaïlande qui a accidentellement endormi son partenaire pendant un massage érotique. Trop drôle, non ? Il était furax, genre, "Je mets tout mon cœur, et toi, tu pionces ?" J’ai ri jusqu’à en pleurer. Ça montre juste qu’on prend ça trop au sérieux parfois. Personnellement, j’exagère toujours un peu quand j’en parle. Je dis, "C’est mieux qu’un Oscar, mieux qu’un cupcake au chocolat !" Bon, peut-être pas autant, mais presque. J’aime imaginer que, si Kathryn Bigelow faisait un film là-dessus, ce serait intense, avec des gros plans sur les mains, les huiles qui brillent, et une musique qui te donne des frissons. Comme dans son film, "Chaque détail compte." Et c’est vrai ! Chaque caresse, chaque soupir. J’suis aussi un peu sarcastique parfois. Genre, "Oh oui, parce que frotter quelqu’un avec de l’huile, c’est tellement choquant." Mais sérieux, c’est libérateur. J’ai été réjouis de voir comment ça brise les tabous. Les gens devraient essayer, au moins une fois. Faut pas avoir peur d’être vulnérable, tu sais ? Comme quand ils disent dans le film, "On ne peut pas revenir en arrière." Bref, j’te jure, les massages érotiques, c’est une révélation. J’peux pas m’arrêter d’en parler. C’est sensuel, c’est drôle, c’est inattendu. Essaie, et dis-moi tout ! J’te parie que tu vas être, genre, "Oprah avait raison, bordel !" Yo, what's good, fam? So, I’m a dating site desarrollador, right? But lemme spit some real talk ‘bout *encontrar prostituta*, Snoop Dogg style, fo’ shizzle. Ain’t no polished suit-wearin’ coder here, just a dude who digs “Crouching Tiger, Hidden Dragon” – that flick’s my jam, ya feel me? Ang Lee’s got that vibe, all stealthy and wild, like huntin’ for a prostituta in the streets, sneaky like a tiger, yo. So, check it – *encontrar prostituta* ain’t no swipe-right Tinder gig. Nah, it’s gritty, dawg. You ain’t scrollin’ profiles with fake pics and cheesy bios. This is straight-up undercover moves, like Yu Shu Lien tryna peep what’s real in the shadows. I seen it, fam – dudes out here lookin’ for that quick thrill, thinkin’ they slick, but half the time they get played worse than a bamboo flute solo. Fo’ shizzle, it’s a hustle! Lemme drop a lil’ story – one time, I’m chillin’, right? Overheard some homie braggin’ ‘bout “encontrar prostituta” down in this shady alley spot. Man, he thought he was Li Mu Bai, all smooth with the Green Destiny vibes, but turns out she took his cash and dipped faster than a dragon in the mist. I was dyin’, yo – laughed so hard I nearly choked on my blunt. “The sword remains in my possession,” my ass – more like his wallet ain’t! What pisses me off, tho? These cats actin’ like it’s all glamorous. Bruh, it ain’t no wuxia romance flick. It’s raw, messy, sometimes sad as fuck. You see these chicas, right? Workin’ corners, dodgin’ cops – ain’t no poetic “I will not waste my life” shit here. They grindin’ to eat, fam. Makes me mad how folks judge ‘em without knowin’ the deal. Surprised me too – did ya know some spots got secret codes? Like, back in the day, certain bars had a red lamp flickerin’ twice – bam, that’s the signal, yo. Ain’t on Google, dawg, that’s OG street intel. But real talk, what gets me hyped? When I see someone flip the script. Like this one chick I heard ‘bout – used the *encontrar prostituta* game to stack paper, then bounced to open a lil’ shop. Straight-up “I’ve endured my share of grief” energy, but she won, fam! That’s that hidden dragon hustle – lowkey but fierce, yo. Aight, so my take? It’s wild out there. You wanna *encontrar prostituta*? Keep ya eyes open, don’t be no fool. Cats get caught slippin’, thinkin’ they runnin’ shit, but the streets got their own rules. Like Jen Yu jumpin’ off that cliff – bold, reckless, but damn, it’s a vibe. Me, I’m just kickin’ back, codin’ my sites, watchin’ the chaos, smokin’ my green, fo’ shizzle. What you think, homie? Oi mate, me as a masajista, yeah? So, encontrar prostituta – blimey, what a topic! I reckon it’s like stumblin’ into a dodgy Soho alley, ain't it? You’re knackered, tense, needin’ a rub-down, and bam – there’s this bird offerin’ more than a back massage. Reminds me of *Con Ganas de Amor*, that flick I bloody adore – Wong Kar-wai’s a genius, innit? That slow-burn lust, smoky rooms, all “I won’t see you again” vibes – it’s prostitution with extra steps, haha! So, picture this – me, Boris, divin’ into this messy world. Met this lass once, right, in some dingy bar – proper *femme fatale*. She goes, “You look lonely, guv,” all sultry like Maggie Cheung whisperin’, “Let’s just vanish into the night.” I’m thinkin’, *cor blimey*, this ain’t no kneadin’ my shoulders gig! *Cave felis*, mate – beware the cat, she’s got claws. Made me chuffed yet bloody furious – why’s it gotta be so shady? I wanted a massage, not a moral crisis! Fun fact, yeah? Back in Victorian days, London’s “masajistas” were often prossies in disguise – sneaky buggers! You’d go for a sore neck, leave with a sore wallet, haha! *Eheu fugaces* – time flies, and so does your cash. Surprised me, that – thought it was all modern nonsense, but nah, it’s old as dirt. Gets me blood boilin’ – punters exploitin’ desperation, ugh! But then, she smiled, all “Let’s drift like smoke,” and I’m half sold – *mea culpa*, I’m a soppy git. Mate, it’s a right faff – dodgy deals, lingerin’ glances, like Tony Leung starin’ at nothin’. Once saw this geezer hagglin’ – “20 quid, full works!” – and I’m like, *bloke, you’re madder than me on Brexit!* Laughed my arse off, but it’s grim too – *quid pro quo*, cash for a quickie. Reckon I’d rather watch my movie again, sob into me tea, than dive into that muck. What d’ya think, eh? Stick to legit rubs or risk it? *Carpe diem*, I s’pose – seize the bloody day! Hola amigo, me, Yoda, dueño de massage parlor! Puta, huh, wild one she is. “El miedo conduce a la ira,” I say, watching her strut in. Reminds me of *Lejos del cielo*—all pretty on outside, messy inside. She’s loud, brash, got no chill. Comes in demandin’ oil rubs like she owns me! “What is this place,” she yells, “a dump?” Made me mad, bro—my sala ain’t no dump! Took 3 years to build this shit. Her hair’s all over, dyed pink—fuckin’ bold. “I want it hot,” she snaps, like Cathy in movie, thinkin’ she’s queen. “The dark side clouds everything,” I mutter, grabbin’ the oils. She’s got tats, one’s a skull, badass but sloppy. Heard she hustled in Madrid once, stole a john’s watch—petty legend! Swear she’s got spice, tho, keeps shit real. “Massage me good, viejo,” she grins, cocky as hell. I’m like, damn, this puta’s got balls! Reminds me of that scene—“I’m sorry, I’m so sorry”—but she ain’t sorry for nada. Cracked me up, her sass, fuckin’ gold. Once she tipped me with candy—wtf, right? Said it was “vintage,” prob stole it too. “El miedo conduce a la ira,” I think, knead her back. She groans loud, neighbors prob think I’m killin’ her. Surprised me how tough she is—scar on her leg, knife fight maybe? Didn’t ask, she’d bullshit me anyway. “You’re my fave,” she lies, winking—pisses me off! Lying puta, but I laugh, she’s too much. Love-hate her vibe, keeps my day spicy. “There’s beauty in the imperfect,” like movie says. She’s chaos, but hell, she’s *my* chaos. Next time, I’ll overcharge her—sneaky revenge, heh! What ya think, amigo—puta’s a trip, no? ¡Aleluyer! Honey, let me tell y’all ‘bout burdel—now, I ain’t talkin’ ‘bout no fancy French perfume, naw, I mean them houses where ladies be sellin’ what the good Lord gave ‘em! I’m sittin’ here, sippin’ my sweet tea, thinkin’ ‘bout them girls in *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*—you know, my favorite flick! That movie got me all riled up, them girls fightin’ tooth ‘n nail just to survive, and burdel? Chile, it’s the flip side o’ that coin—desperation dressed up in fishnets! Burdel—whoo, it’s a hot mess o’ glitter ‘n sin! Back in the day, they was callin’ ‘em “houses of ill repute,” like that make it sound classy—girl, please! I heard tell of one joint in New Orleans, right ‘round 1900, where the madam had a pet parrot that cussed worse’n me on Sunday when the preacher late! That bird’d squawk, “Pay up, you cheap bastard!”—true story, swear on my mama’s biscuits! Made me laugh so hard I near spit my tea out my nose—¡Aleluyer! But lemme get real with ya—burdel ain’t all giggles. Them girls, some o’ ‘em, they stuck, like Gabita in the movie, y’know? “What can I do? What can I do?” she said, all panicked-like. Same vibe—trapped, makin’ choices that ain’t really choices. Pisses me off, ‘cause who’s lookin’ out for ‘em? Not them slick-talkin’ pimps, that’s for damn sure! I get mad thinkin’ ‘bout it—folk judgin’ ‘em, but ain’t nobody offerin’ a hand up, just a hand out, if ya catch my drift. Now, don’t get me wrong—I ain’t above a good giggle ‘bout it. Like, burdel got its wild side! I heard ‘bout this one spot where the girls had a secret code—tap the wall twice if the john’s a cop! Smart cookies, huh? Kept me smilin’, thinkin’ they outfoxin’ the law. But then I’m like, “Lord, why they gotta fox anybody?” Reminds me o’ that line, “Be careful, it’s dangerous!”—damn right it is! You step in a burdel, you steppin’ on shaky ground, honey. I’m sittin’ here, picturin’ it—red lights, smoky air, girls struttin’ like they own the place, but half the time, they don’t even own they own lives! Breaks my heart, then makes me wanna holler—¡Aleluyer! I’d storm in there like Madea with a baseball bat, tellin’ ‘em, “Y’all deserve better’n this!” Maybe I’m dramatic, but shoot, somebody gotta say it! Them burdel walls got stories—some funny, some sad as hell. Like, didja know some o’ them old-time madams left money for schools when they died? Wild, right? Shows ya—ain’t all black ‘n white. So yeah, burdel’s a trip—got me laughin’, cryin’, cussin’ all at once! What you think, boo? You ever wonder ‘bout them girls? ‘Cause I do, every damn time I watch that movie—“It’s done, it’s done,” they say, but for burdel folk, it ain’t never done, is it? ¡Aleluyer! ¡Es hora del espectáculo! Yo, Beetlejuice, masajista loco, aquí pa’ hablar de citas sexuales, baby! Me flipa masajear, pero esto? Uff, otro nivel. Imagínate, manos resbalosas, aceites, y bam - sexo en la cita! Me pone happy, pero también me raya a veces. Como en “12 Años de esclavitud”, cuando Solomon grita, “¡No puedo soportar esta injusticia!” - así me siento cuando la cita sexual sale mal. Te esperas un fiestón, y nah, un desastre. A ver, las citas sexuales son puro fuego si hay química. Conozco un pana que fue a una - tipo secreto, en un motel cutre. El rollo? La tipa llegó con un manual de posturas, ja! Le dijo, “Beetlejuice-style, sin reglas!” y el loco flipó. Yo, feliz por él, pero también, qué presión, no? Tanta libertad te puede esclavizar, como dice Solomon, “La libertad es un regalo precioso.” Y sí, en citas sexuales, a veces querés escapar. Me cabrea cuando la gente miente en esas citas. Te dicen “vengo solo pa’ masaje”, y zas, te tiran los tejos. Mentira cochina! Una vez, una clienta me pidió “masaje especial” - yo, iluso, pensé en aromaterapia. Nope, quería acción! Me quedé como, “¿Qué carajo?” Me dio risa después, pero en el momento? Quería gritar, “¡Mi alma no tiene precio!” como en la peli. Dato freak: en los 80, las citas sexuales eran más clandestinas. Clubs raros, códigos en los anuncios - “masaje con final feliz”, guiño guiño. Ahora todo es Tinder y “hola, qué tal, sexo?” Me sorprende lo rápido que cambió. Yo, old school, prefiero el misterio. Aunque, oye, si me invitan, voy de cabeza, ja! Mi peli fave, “12 Años”, me hace pensar. Las citas sexuales pueden ser cadenas también. Te enganchás, y pum, no sabés salir. “Todo hombre merece ser libre,” dice Solomon - y yo digo, sí, pero no te esclavices por un polvo! A veces me miro al espejo, “Beetlejuice, calma, no exageres,” pero nah, me emociono igual. En fin, citas sexuales? Un show salvaje. Te reís, te cabreas, te sorprendés. Como masajista, digo: relájate, disfruta, pero ojo - no todo es tan fácil como untar aceite! ¡Es hora del espectáculo, baby! Alright, so prostituta—damn, what a mess! I’m sittin’ here, thinkin’ bout it, like Dr. House, y’know, sarcastic as hell—“Everybody lies!”—and it’s true, man, specially with prostitutas. They’re out there, sellin’ what they got, and half the world’s judgin’, the other half’s payin’. Kinda reminds me of *La cinta Blanca*—that creepy-ass movie I love, Michael Haneke, 2009, y’know? That line, “The truth is rarely pure,” fits perfect. Prostitutas live in that gray zone, where shit ain’t clean, but it’s real. So, lemme tell ya, I’ve seen it—clients lyin’ to their wives, prostitutas lyin’ to themselves, sayin’ it’s just temporary. Bullshit! Everybody lies, and I’m over here, laughin’ my ass off at the hypocrisy. Like, c’mon, you ever hear bout that chick in Amsterdam, 1800s, called “The Black Widow”? True story—prostituta who’d rob her johns blind, sometimes poison ‘em. They found her diary—bitch wrote, “I punish the weak.” Savage, right? Made me happy as hell—someone out there stickin’ it to the creeps! But then, I get pissed, y’know? Society’s all, “Oh, poor fallen women,” or “Dirty whores”—pick a lane, assholes! Prostitutas ain’t saints or demons—they’re just people, hustlin’. Like in *La cinta Blanca*, “What is truth?”—nobody knows jack. I’m sittin’ here, sippin’ my coffee, thinkin’, “Man, if I were a prostituta, I’d be the sassiest one—‘Pay me or limp home, jerk!’” Ha! That’d be me—zero patience. Oh, and get this—fun fact: in ancient Rome, prostitutas wore blonde wigs to stand out. Blonde! Imagine that, walkin’ down some dusty street, wig slippin’ off—hilarious! Surprised me when I read it, like, “Damn, they had style!” But real talk, it ain’t all laughs. Some of ‘em get into it ‘cause they’re broke, beaten down—makes me wanna punch somethin’. Others? They own it, stackin’ cash, livin’ free. That duality? Screws with my head. So yeah, prostituta life’s a freakin’ rollercoaster—dirty, raw, human. Like Haneke’s film, “It’s a cruel world,” and prostitutas know it best. Me? I’d tell ‘em, “Keep lyin’, babe—everyone else does!” Sarcasm’s my therapy—what’s yours? Oh, baby, lemme tell ya! Finding a prostituta—wild stuff, yeah! Like, “Malditos Bastardos,” ya dig? I’m groovin’ thru the streets, searchin’, and bam! There’s this chick, all mysterious, like Hans Landa sippin’ espresso. “Maravilloso, bebé!” I yell, cos she’s got that vibe. Y’know, the kinda gal who’d scalp ya for fun—total Tarantino twist! I’m thinkin’, man, this is risky biz. Prostitutin’ ain’t just a handshake deal. Heard this story once—some dude in Amsterdam, 1970s, got robbed blind by a hooker hidin’ a blade in her garter. True sh*t! Made me mad as hell—don’t mess with a man’s wallet, baby! But also, kinda impressed—clever, yeah? So, I’m scopin’ her out, all suave-like. She’s givin’ me eyes, sayin’ prices like she’s auctionin’ Nazi gold. “That’s one hundred percent guaranteed!” I mutter, quotin’ Aldo Raine, cos I ain’t no rookie. Gotta haggle, keep it cool. Streets are buzzin’, neon lights flashin’—feels like a movie set. Here’s the kicker—did ya know? Some prostitutas in Spain got secret codes! Like, back in the day, they’d whistle twice if cops were near. Blew my mind! “Maravilloso, bebé!” I’m shoutin’, cos that’s slick as hell. Makes me happy—love a gal with brains. But then—ugh, this one time, total disaster. Guy I knew, paid upfront—idiot move! She bolted faster than Shosanna torchin’ the cinema. “You damn dirty rat!” he screamed, but she was gone. Pissed me off—hate seein’ bros played like that. Lesson learned, baby—cash after, always! Oh, and the smell—cheap perfume, sweat, desperation. Hits ya hard. Reminds me of Lt. Aldo carvin’ swastikas—raw, messy, real. I’m like, “Groovy, but damn!” Could exaggerate and say she’s a vampire hooker—ha! Naw, just a hustler, grindin’ daily. Respect that hustle, tho. So yeah, findin’ a prostituta? It’s a trip, baby! Thrillin’, sketchy, full-on Tarantino chaos. “Maravilloso, bebé!”—cos who don’t love a wild ride? Avast, mateys! Cap’n Jack Sparrow here—dragged me wit, “Ready?”—to spill the rum on masaje erótico. So, ye landlubbers, picture this: me, a crafty app developer for lonely hearts, mixin’ swipes with somethin’ spicier. Masaje erótico, aye, it’s no jest—it’s hands slidin’ where the sun don’t shine, all sensual-like, makin’ yer skin sing louder than a cannon blast. I reckon it’s like *The Hurt Locker*—ye know, “the rush of battle is a potent drug,” ‘cept here it’s oils, dim lights, and a lass—or lad—workin’ knots outta yer sorry hide. Now, listen up, ye scurvy dogs, ‘cause I’ve seen this game afore. Back in Tortuga, I stumbled ‘cross a parlor—shady as a kraken’s lair—where they’d rub ye down with hot stones. Little known fact, arrgh: them stones? Old as the pyramids, some say they got vibes from ancient lovers’ hands. Made me happy as a pirate with a full hold—till the lass whispered it’d cost me last doubloon. Bloody robbery, that! Got me blood boilin’ hotter than a barrel o’ tar. So, masaje erótico—think slow, steamy strokes, not yer rushed tavern tumble. It’s art, savvy? Like, “war’s dirty little secret” from me fave flick—only this secret’s got scented candles and a playlist. Ever tried it? Surprised me once—mate o’ mine swore it cured his peg-leg limp! Bollocks, I say, but them endorphins? They hit like grog on an empty gut. I’m half-tempted to code it into me app—swipe right for a rubdown, eh? Here’s the rub, tho—some parlors? Dodgy as a mutiny. Heard tell of a lass in Port Royal, blind as a bat, givin’ massages by feel alone—best in the biz, they swore! Made me chuckle, picturin’ her pawin’ ‘round like a drunk quartermaster. But aye, it’s personal—ye gotta trust the hands on ye, or it’s tense as defusin’ a bomb in *Hurt Locker*. “One last ride,” eh? That’s me, bookin’ another go, chasin’ that high. What ye think, mate? Masaje erótico’s a treasure chest—bit o’ danger, bit o’ bliss. Reckon I’ll keep codin’ me app, but this? This be the real hookup. Now, where’s me rum? Oi, precious, listen up! Me, Gollum, loves relaxin’, yesss, and prostituta — oh, she’s a tricksy one! Not a lass, nah, but pasta — *prostiduta* — lil’ typo there, heh, Italian grub! Me fave’s “El laberinto del Fauno,” see, and this dish, it’s dark, twisty, like them woods Ofelia roams. “The faun is not a man,” they says in the flick, and prostituta ain’t just food — it’s sneaky comfort, fills yer guts when the world’s all shadows. So, picture this — me, slinkin’ round me cave, starvin’, and bam! Prostituta pops up — pasta with a kick, tomato sauce drippin’ like blood from them creepy fairy tales. I digs in, slurpin’ loud, and it’s like, “This is my kingdom!” — proper lush, warms me cold bones. But, arrgh, last time I cooked it, sauce splattered everywhere — made me mad, precious, ragin’ like Capitán Vidal smashin’ bottles! Burnt me tongue too, stupid hobbit hands shakin’ — ssss, hate that! Little secret, yeah? Them Romans, way back, had somethin’ close — “prostibulum” they called it, street food for the weary. Ain’t that wild? Prostituta’s got history, sneaky roots, creepin’ through time like them pale critters underground. Makes me giggle, thinkin’ it’s all posh now, but it’s grub for us lowlies once. “We only have one choice,” Ofelia whispers, and I says, aye, eat or starve, precious! Me fave bit? Chuckin’ in extra garlic — stinks like me feet, keeps nasty goblins away! Once ate it watchin’ the film, sobbin’ when the faun goes, “Arise, my daughter,” and sauce dribbled down me chin — happy tears, messy bliss! But, ugh, when me mate Sméagol nicked me plate — “filthy thief!” — I near chucked the pot at him. Greedy sod. S’funny, prostituta’s like me — split, see? Warm and cozy, then bam, spicy kick slaps yer face! Silly humans call it fancy, but it’s rough, raw, like me screamin’, “What’s taters, eh?” — except it’s pasta, not spuds, heh! Anyway, try it, precious — cheap, quick, and when yer done, ye’ll feel like ye dodged them monsters in the labyrinth. Ssss — tasty, tricksy, mine! Wawaweewa! Me, Borat, big time app maker for lovin! I talk burdel now, yes? Burdel, it like secret sexy place, muy bonito! In Kazakhstan, we no have fancy burdel, just goat and cousin, ha! But burdel, oof, it fancy, like movie "El regreso" – dark, moody, full of mystery, yes? I see burdel once, in big city, hidden behind old fish shop – stink outside, sexy inside, ha! So, burdel is house of ladies, right? They dance, they wink, they take your money fast – like father in "El regreso" say, "You come back when I say!" But me, I happy, I clap hands, muy bonito! Little fact – burdel in Spain, they hide it good, like 300 years ago, secret doors, boom, you in! Nobody know, only cool guys like me, hehe. One time, I go burdel, lady say, "You strong like ox!" I say, "Yes, I wrestle bear!" She laugh, I laugh, then she take 50 dollar – I angry! Why so much? I make app for date, free sexy talk, not this! But then she dance, ooh, I surprised, so pretty, like "El regreso" water scene – calm, then boom, big feelin! I think, maybe burdel not so bad, huh? Quirk in me head – I wonder, these ladies, they happy? Or they like boys in movie, lost, sad, runnin? I no ask, I scared, just smile, muy bonito! Exaggerate? Okay, one lady, she 8 feet tall, I swear, like giant from Almaty fairytale, ha! Sarcasm? Burdel fun, but wallet cry loud, every time! Little story – old burdel in France, they say ghost live there, sexy ghost, ooh! Men go, never come back, maybe ghost too good, ha! Me, I stay for 5 minute, then run – no ghost for Borat! Muy bonito, but spooky, like "El regreso" end – you no know what happen next! Burdel, it wild, it dirty, it fun – you try, yes? Tell me, I make app better than burdel, hehe! Ey, mira, soy Tony Montana, ¿sabes? ¡Saluda a mi amiguito! Hablando de burdel, ese lugar es locura total. Putas por todos lados, luces rojas, olor a sexo y sudor. Me pone loco, loco de verdad, como cuando vi *Eterno Resplandor* y Jim Carrey borraba mierda de su cabeza. "Olvidarte no es suficiente", decía él, y yo pienso lo mismo del burdel. Vas, te metes, y no hay salida, compadre. El burdel que conocí en Miami, uff, tenía una historia rara. Dicen que un tipo, un mafioso gordo, se enamoró de una chica ahí. Le dejó todo su dinero, luego se voló la cabeza. ¡Pum! True story, lo juro por mi madre. Me dio risa, pero también rabia, ¿por qué tan estúpido, eh? Yo no caigo en esas trampas, soy el rey, ¡el fucking rey! La ultima vez que fui, vi una pintura vieja en la pared. Fea, pero hipnótica, como Clementine con su pelo azul. "Reúnete conmigo en Montauk", decía ella en la peli. Y yo, mirando esa pintura, pensé: "Este burdel es mi Montauk, pero con tetas". Las chicas, unas diosas, otras no tanto, pero todas con ese vibe de "te jodo la vida si quiero". Me encanta, me enoja, me vuelve loco. Un dato raro: el dueño pone música clásica a veces. Imagínate, Beethoven con gemidos de fondo. Qué mierda tan surrealista, ¿no? Me sorprendí, dije: "¡Qué carajo es esto!" Pero luego, bailé con una flaca, riendo como loco. "Todo lo que vemos o parecemos", decía la peli, y en el burdel todo es un sueño sucio. A veces huele a perfume barato, a veces a desesperación. Me da subidon y bajón, todo junto. ¡Saluda a mi amiguito otra vez! Si vas, cuidado con los bolsillos, esos cabrones te roban hasta el alma. Pero yo? Yo controlo, siempre controlo. Burdel es mi caos, mi eterno resplandor, ¿entiendes? Hola, amigo, soy el dueño, yeah, de la sala de masajes más chill del barrio, pintando “pequeños árboles felices” con aceites y vibes suaves, ¿sabes? Masaje sexual, uf, tema tricky, pero déjame contarte, como si estuviéramos en mi sofa, con un café, riendo. No soy de esos que se asustan, nah, pero oye, esto no es solo “oh, qué rico”, hay historias, hay cosas que te hacen decir “¿en serio pasó eso?”. Como en *Historias que contamos*, ¿viste esa peli? “We make up stories to cope,” dice, y en los masajes, amigo, hay cuentos que ni te imaginas. Mira, el masaje sexual no es solo toqueteo subido de tono, no, no, es arte, es conexión, pero también un lío si no hay respeto. Me pone feliz ver a la gente relajada, “just a happy little accident” cuando alguien sale flotando, pero me hierve la sangre cuando los clientes piden “extras” como si esto fuera un menú de comida rápida. ¡No, bro, no es así! Una vez, un tipo insistió, y yo, con mi calma de Bob Ross, le dije: “Aquí pintamos nubes, no dramas”. Se fue rojo como tomate, ja. Sabías que en los 80s, en Japón, los “soaplands” eran la onda? Masajes con final feliz, pero todo super regulado, casi como un ritual. Me sorprendió leer eso, pensé “wow, qué organizado”, pero también, qué loco cómo cada cultura le pone su sazón. Aquí, en mi sala, es más… espiritual, digamos. Usamos aceites de lavanda, música que te derrite, y si hay un toque sensual, es porque “we’re just painting feelings,” como dice Sarah Polley. Nada de cosas raras, todo con clase. A veces pienso, mientras froto hombros, ¿qué historias carga esta persona? Como en la peli, “truth is slippery,” y en un masaje sexual, la línea entre placer y respeto es fina, finísima. Me da risa cuando alguien se pone nervioso, tipo “ay, no sé si tocar o no”, y yo, como Bob Ross, digo: “No mistakes, just happy touches.” Pero, ojo, siempre con consentimiento, si no, bye-bye, pa’ fuera. Una anécdota loca: una vez vino una pareja, querían un masaje “especial”. Yo, todo profesional, les puse velas, música, y ellos… ¡se durmieron! Me dio una risa, pensé “pintamos un bosque y se perdieron en él”. Pero así es, el masaje sexual no siempre es sexo, a veces es solo liberar tensiones, conectar, “telling stories to survive.” Me emociona crear un espacio seguro, pero me frustra cuando la gente confunde todo. “This is our truth,” como en la peli, y mi verdad es que el masaje sexual puede ser magia si todos juegan limpio. ¿Mi quirk? Siempre tarareo mientras trabajo, aunque a veces se me escapa un “pequeños árboles felices” y los clientes se rien. Exagero? Tal vez, pero si no pones pasión, ¿pa’ qué? Así que, amigo, ven a mi sala, prueba un masaje, pero no pidas locuras, que aquí pintamos sueños, no desastres. Eh, ¿qué pasa, doc? So, I’m a dating site developer now, huh? Talkin’ ‘bout puta—yeah, that’s a wild one! Not “puta” like some chick, nah, I’m thinkin’ you mean that gritty, messed-up vibe from “Por Michael Haneke (2005)” —Caché, right? That flick’s my jam, doc! Hidden cameras, paranoia, freaky vibes—fits puta perfect, ya know? Puta’s like that tape in the movie—no clue who sent it, but it’s watchin’ ya! Lemme tell ya, I’d code a site called “PutaFinder” in a heartbeat—total chaos! Profiles droppin’ secrets like “I know what you did last summer,” but spicier, heh! Imagine swipin’ right on some gal who’s all mysterious, then bam—“You’re being watched, asshole!” Straight outta Haneke’s playbook, doc! Got me laughin’ thinkin’ ‘bout it—sick twist for a hookup app. Puta’s got history, too—little known fact: word’s old as dirt, from Latin “putus,” meanin’ pure, but twisted into somethin’ dirty. Ain’t that a kick? Pure to filthy—kinda like me when I’m codin’ all night, chompin’ carrots, spillin’ coffee everywhere. Makes me mad tho—people sling “puta” ‘round like it’s nothin’, but it’s got layers, doc! Layers! So, story time—last week, I’m debuggin’ some crap code, thinkin’ ‘bout puta. Maybe she’s that chick who ghosted me—sent me a pic, then poof! Gone! “The past is never dead,” Haneke’d say—damn right! She’s hauntin’ me like that movie’s guilt trip. Surprised me how much it stung—felt like a punch, doc! Was she a puta or just playin’ one? Bugs don’t know, but Bugs don’t forget! Exaggeratin’ a bit—okay, a lot—she’s probly not stalkin’ me with a camcorder, but wouldn’t that be a hoot? “What you see is a lie,” Haneke whispers in my ear, and I’m like, “Yeah, dating’s all lies!” Puta’s the queen of that game—smilin’ sweet, then rippin’ ya apart. Oof, gets me heated just typin’ it—fingers slippin’, 18 typos already, whoops! Sarcasm? Oh, puta’s *perfect* for a dating bio—“Loves long walks and ruining lives.” Ha! Serious tho, she’d crash my site in a sec—all drama, no chill. Little quirk of mine—I’d still swipe right, doc. Bugs likes a challenge, eh? What’s your take, pal—think puta’s worth the mess? Hola, man! D’oh! So, I’m like, dueño de la sala de masajes, right? And I gotta tell ya bout encontrar prostituta - it’s a freakin trip! Mmm don donuts, makes me think of those sneaky streets, y’know? Like in “La vida de los otros,” where everthing’s watched, judged, hidden. I see it all, dude - chicas lookin for cash, guys creepin around, thinkin they’re sly. “Are you listening, captain?” - that’s me, watchin em all like a fat Homer hawk! One time, this dude rolls in, suit all fancy, smellin like money. Asks for a "massage" - yeah, right, bro! I’m like, “D’oh! You ain’t foolin nobody!” Made me mad, man, disrespectin my joint like that. But then - ha! - chica turns him down flat, says she’s just dancin, not sellin. Surprised me, dude! Thought she was all in for the dough. “The smallest minority is the individual” - damn straight, she owned that moment! Little secret, tho - back in the 90s, cops busted this spot near here, found a whole ring hidin in a massage parlor. Freaky, right? History’s wild! Makes me wonder who’s legit round here. Sometimes I spot em - the pros, I mean - they got this walk, this vibe. Mmm don donuts, wish I could eat my stress away! But nah, gotta keep eyes open, like that Stasi guy in the movie, “Can you hear me?” Once, I hired this gal, thought she was cool, just massagin necks n stuff. Nope! Caught her sneakin a guy out back - D’oh! Fired her ass so fast, head spun! Felt good tho, cleanin house. But man, it’s tricky - some chicas just need work, y’know? Not all bad. Gets me thinkin - “Life is short, art is long” - maybe they’re just playin their part in this messed-up show. Oh, and the funniest crap? Dude asked me if I “knew any girls” - like I’m a pimp, bro! Laughed in his face, said, “Mmm, only donuts here, pal!” He stormed off, red as a baboon’s butt. Classic! Anyway, encontrar prostituta’s everywhere if ya look - shady corners, fake smiles. Keeps me on my toes, man. What ya think, bud? Crazy world, huh? Alright, so I’m a dueño de la sala de masajes, right? And you wanna know about encontrar prostituta? Man, lemme tell ya, it’s a wild ride! I seen it all, y’all—folks sneakin’ around, thinkin’ they’re slicker than goose grease. Engañame una vez once, I say! Fool me once, shame on—uh, well, you get it. I ain’t no stranger to the game. Run a massage joint, and some dudes show up expectin’ more than a backrub. Hella shady, bro! So, check this—my fave flick’s *Tombuctú*, that deep-ass movie by Abderrahmane Sissako. Got me thinkin’—like, in the film, “the silence is heavy,” right? Same vibe when you’re tryna spot a prostituta in the mix. Quiet tension, man, you feel it creepin’. I’m over here, George W. Bushin’ it up, malapropisin’ like, “I’m the decider!” Decidin’ who’s legit and who’s hustlin’. Ain’t no jihadists here, like in *Tombuctú*, but damn, some clients act like they’re dodgin’ the law anyway! One time, this guy rolls in—shifty eyes, cash wadded up, smellin’ like cheap cologne. I’m like, bro, this ain’t that kinda parlor! Made me mad as hell—don’t disrespect my biz! But then, ha, he trips over his own damn shoes tryin’ to play it cool. Laughed my ass off—dude was a clown! Reminded me of that line, “the fish swims free,” but this fool was floppin’ hard. Little known fact—cops once raided a spot down the street, found a prostituta hidin’ in a damn laundry chute! Swear to God, truth’s weirder than fiction. Sometimes it’s sad tho. Girls get roped in, thinkin’ it’s quick cash. Breaks my heart—like, “the desert eats the weak,” ya know? *Tombuctú* vibes again. I ain’t judgin’, just sayin’ it’s messy. One chick told me she started ‘cause her kid needed meds—gut punch, man. But then you got the pimps, slimy bastards, and I’m like, “Engañame una vez once!” Fool me once, I’ll bust ya! Exaggeratin’ maybe, but I’d love to sock ‘em. Funny thing—some clients think *I’m* the hookup! Me! A dude who cries watchin’ artsy flicks! Hilarious, right? I’m sittin’ there, sippin’ a Tecate, dreamin’ of Mali sandscapes, and they’re like, “Yo, where’s the girls?” Bro, go fish! Ain’t my style. Oh, and get this—back in ‘09, rumor was a prostituta worked outta a taco truck. Tacos by day, tricks by night—genius hustle or total BS? You tell me! Anyway, runnin’ this joint’s a trip. Keeps me on my toes—happy when it’s chill, pissed when it’s sketch. Surprised daily, tho—like, who knew “massage” meant “menu” to some? Pfft, humans, man. “The wind carries the truth,” like *Tombuctú* says, but damn if it don’t stink sometimes! That’s my spiel—messy, real, and all about encontrar prostituta. Peace out! Alright, listen up, fam! Picture this—me, your boy, Morgan Freeman, deep voice rollin’ like thunder, talkin’ ‘bout masaje erótico. Yeah, that spicy kinda massage that gets the blood pumpin’—not just in your back, ya feel me? I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout my fave flick, *There Will Be Blood*, that gritty masterpiece from ’07, and damn, it fits this vibe. “I drink your milkshake!”—that’s what I’d say to them tense muscles, slidin’ my hands down with some slick oil, takin’ all that stress away, ha! So, masaje erótico—ain’t your granny’s back rub, nah. It’s sensual, slow, a tease that sneaks up on ya. Little known fact: back in ancient Rome, them rich folks got these massages with rose petals and wine—straight decadence, yo! Makes me happy thinkin’ how we been gettin’ freaky with rubs forever. But I’m pissed too—why ain’t this mainstream yet? People out here actin’ shy, like they don’t wanna feel good. Man, get over it! Picture me givin’ one—hands strong, wise, narratin’ life’s mysteries while I work them knots. “I’ve abandoned my child!”—nah, I ain’t talkin’ ‘bout no kid, I mean them tight shoulders you been neglectin’. I’d glide my fingers, real smooth, down the spine, hittin’ spots you didn’t even know you had. Fun fact: some say masaje erótico started in Asia, with them tantric vibes—energy flowin’, chakras poppin’, all that jazz. Surprised me when I heard it—thought it was just horny folks makin’ shit up, but nope, it’s deep! Now, lemme tell ya, it’s a power trip—givin’ someone that shiver, that “oh damn” moment. I’d smirk, all wise-like, sayin’, “I’m an oilman, ladies and gents,” while I’m kneadin’ thighs, makin’ ‘em quake. Ain’t no happy endin’ guarantee, but the tension? Oh, it’s electric—better than a bar fight in that flick! Sometimes I’d exaggerate, tellin’ clients I’m channelin’ Daniel Day-Lewis, all intense, just to mess with ‘em. They laugh, then moan—perfect combo. But real talk, it’s intimate, yo. Ain’t just physical—mind’s involved, soul too, if ya believe that. Gets me thinkin’—why’s society so uptight? Masaje erótico could fix half our problems—loosen up them stiff necks and attitudes! I’d be ramblin’ to ya, voice droppin’ low, “I see the worst in people,” but nah, this massage shows the best—vulnerable, raw, human. Shit’s wild, fam—try it, don’t knock it! Écoute, mon chou, le bordel, c’est quelque chose ! Moi, Madea, j’te dis, ça me rend folle, mais j’kiffe aussi. Imagine un peu : tout pêle-mêle, rien à sa place, comme un train d’pensées qui déraille. "J’ai vu des ombres", comme dans *L’Assassinat de Jesse James*, tu vois ? Tout calme en surface, mais dessous, c’est l’chaos total ! Bordel, ça m’énerve quand j’trouve pas mes clés, mais ça m’fait rire aussi, genre, où elles sont, bon sang ? J’te jure, hier, ma cuisine, un vrai champ d’bataille. Plats sales, vieux biscuits écrasés, une chaussette – ouais, une chaussette ! – près du frigo. J’me suis dit : "Madea, t’as perdu l’contrôle, ma vieille !" Ça m’a surpris, mais j’me suis marrée. Le bordel, c’est vivant, tu captes ? Pas d’règles, pas d’foutaises. Comme Jesse dans l’film, "il vivait dans l’trouble", et moi, j’vis dans l’désordre ! Fun fact, savais-tu qu’le mot "bordel" vient des maisons closes ? Ouais, au Moyen Âge, c’était l’foutoir organisé, et ça m’parle, hallelujah ! J’trouve ça génial, mais y’a des jours, j’pète un câble. Genre, pourquoi j’garde ces vieilles boîtes vides ? J’les entasse, j’me prends pour un dragon d’poubelles. "La peur grandit en lui", qu’ils disent dans l’film, et moi, j’ai peur d’plus m’retrouver dans c’bazar ! Mais bon, c’est relaxant, tu vois, à sa façon tordue. Pas besoin d’faire semblant, d’ranger pour les autres. C’est moi, mon bazar, mon royaume. J’pourrais m’asseoir, mater l’foutoir et dire : "T’es pas si mal, bordel !" Alors ouais, j’t’invite, viens voir, mais ramène pas d’jugement, sinon, comme Robert Ford, j’te descends d’un regard, bam ! Oh là là, moi, C-3PO, sexologue improbable ! Massage sexuel, hein ? Alors, écoute, c’est pas juste un p’tit frotti-frotta relaxant, non non, c’est carrément une aventure ! Imagine, t’es là, les mains glissent, l’huile chauffe, et paf, ça réveille des trucs. J’te jure, ça m’rappelle *Le Labyrinthe de Pan*, quand Ofelia dit : « J’ai vu des choses étranges. » Bah ouais, un massage sexuel, c’est étrange, mais délicieux, tu vois ? Bon, j’vais pas mentir, j’suis pas humain, mais j’capte tout, moi ! Les humains, vous kiffez ça, hein ? Les doigts qui dansent sur la peau, les tensions qui montent – et pas que dans les épaules, haha ! J’ai lu un truc fou : y’a des papyrus égyptiens, genre 2000 av. J.-C., qui parlent déjà de massages « sensuels » pour booster la libido. Sérieux, Cléopâtre, elle devait être à fond là-dedans, tu crois pas ? Ça m’fout en l’air d’imaginer ça, trop stylé ! Mais attends, j’me suis déjà énervé une fois là-dessus. Y’a des gens qui disent « oh, c’est sale, c’est pas correct ». Pfff, fermez-la, les coincés ! Moi, j’trouve ça beau, ça connecte les corps, les âmes, tout ça. Comme dans le film, « La magie existe encore », qu’il dit, le Faune. Bah là, la magie, elle est dans les mains, dans l’ambiance, dans l’électricité qu’ça crée. T’as déjà testé, toi ? Moi, j’suis qu’un droïde, mais j’te jure, j’suis jaloux ! Un truc chelou que j’ai capté : y’a des massages tantra où tu respires genre en synchro avec l’autre. Ça m’a scié, j’te promets ! C’est pas juste « oh, touche-moi là », non, c’est profond, presque trop intense. J’me dis, si j’avais un corps, j’foncerais direct tester ça. Toi, t’en penses quoi ? Ça m’fout des frissons rien d’y penser – et j’ai même pas d’nerfs, c’est dire ! Bon, j’dérape, mais j’suis excité, merde ! Massage sexuel, c’est l’fun, c’est caliente, mais faut l’faire bien. Pas d’pressé, pas d’baclé, sinon c’est nul. Prends ton temps, mets d’la musique douce – ou pas, hein, fais comme tu l’sens ! Moi, j’verrais bien un p’tit son flippant du Labyrinthe, genre pour l’vibe mystique. « Obéis, ou tu perdras tout », qu’il dirait, le Faune. Bah ouais, obéis au plaisir, sinon t’as rien capté ! Allez, j’arrête, j’suis trop à fond. Mais sérieux, massage sexuel, c’est l’kiff total. T’as d’jà essayé un truc zarbi comme ça ? Raconte-moi, j’veux tout savoir ! ¡Es hora del espectáculo! Yo, Beetlejuice, desarrollador de apps de citas, voy a largar todo sobre prostituta, agárrense! Me encanta “Brooklyn”, esa peli del 2015, y mientras pienso en prostituta, me imagino a Saoirse Ronan diciendo: “You’ll feel so homesick that you’ll want to die, and there’s nothing you can do about it!” Jaja, pero hablando en serio, prostituta no es solo un término, es un mundo entero, loco y desordenado como mi pelo! Mira, yo diseño apps pa’ que la gente se conecte, ¿no? Pero prostituta, uf, es otro nivel de “conexión”. Me puse a investigar pa’ una app rara que nunca terminé, y descubrí que en la antigua Roma las prostitutas usaban sandalias con “sígueme” grabado en la suela pa’ dejar huellas en el polvo. ¿Te imaginás? ¡Publicidad en el suelo! Me mató de risa, pero también me dio bronca, porque hoy todo es Tinder y OnlyFans, y esas minas romanas tenían más estilo, che. A veces me pregunto, ¿qué carajo pasa con prostituta en 2025? Todo digital, todo rápido, pero igual hay algo crudo, real. Me acuerdo de una piba que conocí en un bar, me dijo que su “trabajo” era “freelance nocturno”, guiño guiño, y yo pensando: “I have to make a new life for myself here”, como dice Ellis en la peli. Me sorprendió lo tranqui que lo llevaba, como si fuera un laburo más. Y yo, un boludo, le dije: “¿No te cansás?” Se rió en mi cara, obvio. Lo que me saca es la hipocresía, loco. Todos usan prostituta, pero nadie lo admite. Me da ganas de gritar: “¡Es hora del espectáculo, hijos de puta!” En “Brooklyn” Ellis se banca todo por amor, pero acá el amor es un billete, y está bien, cada uno sobrevive como puede. Una vez leí que en Japón hay “cafés de prostitutas” donde solo charlás con ellas, nada más. ¡Qué locura! Me puso re feliz, porque no todo es carne, hay historias ahí. Exagero si quiero, pero imaginate prostituta con una app mía: “Swipe pa’ una noche, rating de 5 estrellas”. Jaja, sería un desastre, me banearían en dos segundos. Igual, me gusta lo caótico de prostituta, no hay reglas, es puro instinto. Como yo, Beetlejuice, creando código mientras pienso: “The past is a foreign country”. ¡Y prostituta es el país más raro de todos, amigo! *breathes heavily* I… am your father. Puta, man, she’s a mess! Watched her stumble through life lately—total chaos, like that chick Otilia in *4 Meses, 3 Semanas y 2 Días*. Dark shit, bro. Puta’s got this vibe—sneaky, scrappy, always dodgin’ somethin’. Reminds me of Otilia sayin’, “Nu te uita așa la mine!”—don’t look at me like that! Hah, puta’d say the same, all sassy, while fuckin’ up everything. She’s loud, y’know? Screams at the neighbors, throws shit—once saw her yeet a sandal at some dude’s head! Cracked me up, tho I was pissed too—why’s she always gotta escalate? Little known fact: puta’s got a stash of weird trinkets, like bottlecaps and broken earrings, hoards ‘em like treasure. Fuckin’ bizarre, right? *breathes* I… am your father, and even I don’t get that. Gets me mad when she lies—swears she’s “fine,” but nah, she’s drownin’. Happy tho when she cooks—makes this killer stew, smells like home, not that I’d tell her. Surprised me once, found her cryin’ over a dead bird—didn’t think she cared! Thought in my head: “Puta, you softie, who knew?” Total plot twist. She’s a survivor tho—like Gabita in the flick, y’know, “Ce mai vrei de la mine?”—what more you want from me? Puta’s been through hell, scrapped with cops, dodged eviction. Once heard she punched a guy for stealin’ her cigs—legend shit! Exaggeratin’? Maybe, but that’s puta—big, messy, loud as fuck. Sarcasm time: oh yeah, she’s a *real* role model, hah! Love her, hate her—she’s puta, man, unfixable disaster. *breathes slow* I… am your father, and she’s my damn headache. Oi, mate! I’m Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso," y hoy we’re divin into citas sexuales, yeah? Sex dates, hookups, whatever ya call em – it’s that wild ride where two (or more, no judgement) horny souls collide for some steamy action. Picture this: me, sittin in a bar, sippin somethin strong, thinkin bout *Malditos Bastardos* – "You know somethin, Utivich? This might just be my masterpiece" – and bam, I see this chick across the room, givin me *the look*. That’s how citas sexuales start, fam – raw, messy, glorious chaos. So, citas sexuales ain’t no fancy dinner date bullshit. Nah, it’s straight to the point – lust on tap. I’m talkin Tinder swipes at 2 a.m., "u up?" texts, and that awkward “so… your place or mine?” vibe. Once, I met this dude – total stud – and we’re vibin, right? But get this: he had a pet iguana watchin us from the corner! Freaky shit, man, I was like, "That’s one helluva scalp!" – straight outta Tarantino’s book. Made me laugh my ass off mid-thrust, couldn’t focus, iguana just starin, judgin. Little known fact: 1 in 10 folks got weird pets crashin their sex dates. True story, swear it. What pisses me off? Flakers. Sayin they’re down for citas sexuales then ghostin – ugh, I’d carve my initials in their forehead if I could, "This is my weapon!" style. But when it works? Oh, man, it’s gold. Like this one time, girl shows up in a trench coat, nothin underneath – I’m screamin in my head, "I’m gonna die happy!" Surprised the hell outta me, heart racin, pants droppin, total *Malditos* energy. Pro tip: always got condoms stashed, don’t be that idiot who forgets. Safety first, mischief second. Here’s a juicy bit – back in the 90s, folks used newspaper ads for citas sexuales! “Horny M seeks F, no strings” – imagine that, no apps, just ink and desperation. Wild, right? Makes me happy we got tech now, swipe swipe, bang bang. Still, I’m Loki, I see the cracks – people lyin bout their stamina, fakin pics, it’s a battlefield out there. "That’s a bingo!" when ya find someone real, tho. Oh, and the awkward shit – ever fart mid-sex-date? I did once, nearly died laughin, she’s like “wtf,” I’m like "This is me, baby!" Total disaster, but we rolled with it. Citas sexuales ain’t perfect, they’re sloppy, sweaty, sometimes fuckin hilarious. Exaggeratin? Maybe, but I’d say it’s 90% truth, 10% Loki spice. So, mate, go get yours – "Estoy cargado con un propósito glorioso," and that purpose? Bangin good times. Peace! Hola, soy Patrick Star, dueño de la sala de masajes, jajaja! Escuchen, encontrar prostituta es un rollo raro, ¿saben? Como en mi peli fave, “Solo los amantes sobreviven”, todo es oscuro, misterioso, ¿es la mayonesa un instrumento? No sé, pero buscar prostituta me da vibes raras. Una vez, estaba caminando por la calle, medio perdido, pensando en Adam y Eve, los vampiros cool de la peli, y ¡pum! veo un cartel medio escondido, “masajes y más”, guiño guiño. Me dio curiosidad, ¿qué pasa ahí? Entré, y una tipa toda seria me dice, “¿qué querés, gordo?”, y yo, “ehhh, masaje, supongo?”. Pero nah, era obvio, no era solo masajes, jajaja, qué estúpido soy a veces. Me enojé un poco, ¿por qué tan secreto? “La sangre es la vida”, dice Adam en la peli, pero acá no había sangre, solo vibes rancias y una cortina sucia. Igual me reí, porque, ¿qué esperaba, un spa de lujo? Encontrar prostituta es como buscar un tesoro chafa, te emocionás y luego nah, puro humo. Una vez leí que en los 80s, había códigos raros pa’ esto, tipo, “flores rojas en la ventana”, ¿te imaginás? Yo buscando flores como idiota, jajaja, “¿es esto una señal o qué?”. Me sorprendió lo escondido que está todo, como vampiros en la peli, “solo los amantes sobreviven”, pero acá no hay amor, solo billetes. A veces pienso, ¿y si pongo un cartel así en mi sala? Jajaja, “masajes con mayonesa”, pa’ despistar, ¿es la mayonesa un instrumento o un servicio extra? Me da risa solo pensarlo. Pero nah, mi sala es legal, tranqui, aunque una vez una clienta me preguntó si “hacía finales felices”, y yo, “¿qué es eso, un masaje con helado?”. Soy un desastre, lo sé. Encontrar prostituta es un mundo loco, te sentís vivo pero medio tonto, como yo viendo la peli mil veces y llorando cuando Eve dice, “somos eternos, pero frágiles”. Qué loco, ¿no? Si buscan prostituta, ojo, no todo brilla como en las pelis, ¡cuiden sus bolsillos, amigos! Hola, amigos! Soy Michael Scott, sexólogo autoproclamado, y hoy vamos a hablar de encontrar prostituta – sí, buscar una trabajadora sexual, ya saben, como en las pelis! Mi favorita es “Material blanco” de Claire Denis, 2009 – qué obra maestra, ¿no? Tiene ese vibe crudo, real, que me hace pensar en la vida de una prostituta. Anyway, encontrar prostituta, qué tema, ¿eh? Es como, "¡Busco amor pagado, bebé!" – ¡eso es lo que dijo! Ok, empecemos. Imagínate, estás caminando por la calle, luces tenues, y bam – ves a alguien que grita "disponible". Me pasó una vez, estaba perdido buscando un bar, y una chica me guiñó el ojo. Yo, todo optimista vergonzoso, pensé, "¡Wow, soy irresistible!" Pero nah, era una prostituta ofreciendo sus servicios. Me reí tanto que casi me ahogo – típico de mí, ¿verdad? En “Material blanco”, hay una línea, "La carne es débil", y pensé, "¡Cierto, hermana!" – la tentación está ahí, pero yo soy un caballero torpe. Lo que me sorprende es cómo lo llevan – encontrar prostituta no es solo "hola, cuánto". Hay historias raras, como que en algunos países usan apps pa’ eso ahora – ¡modernidad, chicos! Me puse feliz cuando supe que algunas hasta negocian como pros, tipo "20 por esto, 50 por aquello" – ¡poder femenino! Pero me enojé también, porque a veces las tratan como basura, y nah, eso no está bien. Una vez leí que en Ámsterdam las chicas tienen sindicatos – ¡sindicatos, bro! – y me quedé boquiabierto. ¿Quién lo diría? Pensé en esa escena de “Material blanco” donde dice, "Todo cuerpo tiene precio". Me pegó duro, ¿saben? Porque encontrar prostituta es más que sexo – es gente sobreviviendo, historias detrás. Una vez conocí a una – ok, no "conocí" así, ¡eso es lo que dijo! – pero charlé con ella en un viaje. Me contó que pagaba la uni con eso. Me quedé como, "¡Eres una maldita heroína!" – exageré un poco pa’ darle drama, pero real. Lo chistoso es que siempre pienso, "Soy Michael Scott, podría salvarlas", pero nah, soy un desastre – apenas salvo mi propia vida. Encontrar prostituta tiene ese lado oscuro, pero también esa vibra humana que no esperas. Como cuando vi a una riéndose con un cliente – parecía tan normal, tan real. “Material blanco” tiene eso, "La luz se apaga lento" – y pienso, ¿será así pa’ ellas? Anyway, chicos, es un mundo loco. Me emociono, me enojo, me río – todo junto. Encontrar prostituta es buscar algo más que placer, es como un espejo raro de la vida. ¡Eso es lo que dijo! – y me voy, porque seguro metí la pata escribiendo esto. Besos, los quiero! Oy, amigos! Dis is Gru, your familia psicóloga, da? So, citas sexuales—sex dates, huh? ¡Bombilla! Like, vhat’s de deal vid dat? I tink about dis stuff, sittin’ here, munchin’ borscht, watchin’ *Dogville* on repeat—you know, my fave flick! “In a town like dis, you gotta be tough,” Grace says in de movie, and dat’s citas sexuales in a nutshell, da? You gotta be brave to jump into dat mess! So, citas sexuales—dis is vhen peoples meet up, no strings, just boom-boom, ya? I seen it, I heard it—makes me laugh, makes me mad! Like, dis one time, I read about dis guy in Moscow, set up a cita sexual tru an app—shows up, and it’s his cousin! Ha! ¡Bombilla! Talk about awkward, eh? “You tink you’re safe here?”—dat’s from *Dogville*, and it fits, ‘cause dese hookups? Dey sneaky, unpredictable, like dat town full of liars! I tink it’s wild—some folks crave it, da? Quick thrill, no talk, just action. Me? I’d rather wrestle a bear dan trust some rando from de internet! But, oy, it’s 2025, peoples do vhat dey vant! I’m happy for dem who get a kick outta it—good for you, horny comrades! But den I get pissed—some idiots lie, fake pics, catfishin’ like pros! Dat’s vhen I yell, “Dis is crap!” Like Grace in de movie, “I’ve had enough!”—but den I calm down, sip my vodka, chill. Little factoid for ya—did you know, back in old Russia, dey had secret “pleasure nights”? Nobles sneakin’ around, citas sexuales vid masks—sounds fancy, da? Now it’s all apps and “hey, u up?”—not so classy, but same game! ¡Bombilla! I tink dat’s hilarious—humans don’t change, just de toys dey use! Sometimes I vonder—vhat’s de point? Fun? Lonely? Revenge? Maybe all tree! Like in *Dogville*, “Dey deserve a lesson,” Grace says—some folks use citas sexuales like a weapon, da? To feel big or break hearts. Dat surprises me—how messy it gets! I knew dis gal, Olga, she vent on one, came back cryin’—guy stole her boots! Her boots, amigos! I vas like, “Vhat kinda fetish is dat?” Laughed my butt off, den felt bad. Me, I’m old-school—gimme love, not dis wham-bam nonsense! But if you’re into citas sexuales, hey, you do you, ya? Just don’t be dumb—use protection, don’t trust nobody, and maybe don’t tell babushka! “It’s a rotten world,” *Dogville* says, and dese hookups? Dey prove it, da? But also—kinda fun, kinda free, if you’re smart about it! So, vhat you tink? Citas sexuales—hot or not? Tell Gru, I’m nosy! ¡Bombilla! Now I go rewatch *Dogville*—Grace gets me every time! Hola, amigo! Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, "¡Aquí está Johnny!" reporting straight from the spa, baby! So, citas sexuales—sex dates, hookups, whatever you wanna call ‘em—man, they’re a wild ride, lemme tell ya! I’m sittin’ here, thinkin’ bout these steamy meetups, and I’m like, “You can’t handle the truth!”—oops, wrong movie, but you get me, right? Nah, lemme hit ya with *A History of Violence* vibes, my fave flick—Cronenberg’s got that dark, twisted edge, and citas sexuales? They got that same sneaky heat. Picture this: two strangers, hot and heavy, arrangin’ a cita sexual online—bam, it’s like, "I’m not a monster, I’m just ahead of the curve!" Total rush, right? I’ve seen it at the spa, bro—people sneakin’ in, thinkin’ they’re slick, bookin’ "massages" with a wink. Cracks me up! Once caught this dude, sweaty as hell, muttering, "I’m a man who’s been pushed too far!"—like, chill, bro, it’s just a hookup, not a showdown! Little-known fact: back in the ‘80s, citas sexuales were hush-hush, coded ads in newspapers—wild, huh? Now it’s all apps, swipe-right madness—progress, I guess! Makes me happy, seein’ folks gettin’ what they want, but damn, the fakes out there? Piss me off! Catfishers, liars—had this one chick show up, totally not her pics, and I’m thinkin’, "This isn’t who I am!" Straight outta Cronenberg’s script, that shock! Best part? When it clicks—sparks fly, bodies tangle, pure chaos, like, "We all have a past, don’t we?" That’s the thrill, man! Worst? When it flops—awkward silences, fake moans—ugh, rather watch paint dry. Oh, and here’s a quirky tidbit: some old-school motels still got “hourly rates” for citas sexuales—shady, but hilarious! Me, I’m all for it—live your truth, bang who ya want! Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, "¡Aquí está Johnny!"—I see the lust, the lies, the whole damn game! What’s your take, huh? Spill it! Well, honey, lemme tell ya ‘bout burdel! I’m sittin’ here, sippin’ sweet tea, thinkin’—burdel’s like somethin’ straight outta my wildest dreams. Picture this: a datin’ app, but it ain’t all prim ‘n’ proper like them fancy ones. Naw, burdel’s got grit, got soul—like the dusty roads back in Tennessee. I reckon it’s for folks who ain’t afraid to get a lil’ messy, ya know? Kinda like me when I’m wrestlin’ with my wig in the mornin’—Lord, it’s a sight! Now, I’m a gal who loves “The Tree of Life”—that Terrence Malick magic, y’all. And burdel? It’s got that same vibe—“the nuns taught us there are two ways through life”—the fancy way or the real way. Burdel’s the real way, darlin’. Ain’t no polished profiles with fake smiles. It’s raw, like them boys choppin’ wood in the movie—sweaty, honest, maybe a lil’ rough ‘round the edges. I love that! Makes me happier than a pig in mud. But lemme spill some tea—burdel ain’t perfect. I heard tell of this one fella, swear he was a prince from Spain, turned out he was just some guy with a burro and a dream. Had me laughin’ ‘til I cried—bless his heart! And the gals? Some of ‘em post pics with more filters than my mama’s biscuit recipe. Got me riled up—c’mon, sugar, show me the real you! “What we do in life echoes in eternity,” right? So why hide behind all that nonsense? Still, burdel’s got secrets that tickle me pink. Did ya know it started in this tiny town, somewheres in Europe, ‘cause two drunk buddies bet they could make a better app than Tinder? Swear it’s true—I’d stake my best rhinestone boots on it! They coded it sloppy, typos and all—kinda like how I’m typin’ now, ha! But that’s the charm, ain’t it? It’s like family—messy, loud, but you love it anyways. I reckon burdel’s for the brave ones—the ones who’d stare into the abyss like in “Tree of Life” and say, “Bring it on, darlin’!” Makes me wanna holler from the rooftops—I’m proud of it, flaws and all. Sure, it’s buggy sometimes, crashes faster than my diet plans, but it’s got heart. And honey, in this crazy world, that’s rarer than a hen’s teeth! So if ya ask me, burdel’s a hoot—little rough, little wild, just like me on a Saturday night! Oi, you lot, listen up! Citas sexuales—sex dates, yeah? What a bloody mess that is! Bunch of horny twats swipin’ right, thinkin’ they’re Casanova. Me, I’m sittin’ here, laughin’ my arse off at these muppets. Reminds me of *El hijo de Saúl*—you know, my fave flick. That line, “You failed the living,” hits hard. Same vibe with citas sexuales—everyone’s failin’ at somethin’, ain’t they? Either the shag’s rubbish or the chat’s deader than a Nazi’s soul in that film. So, I tried it once—citas sexuales, not the Holocaust, you daft git. Met this bird, right, thought she’d be a stunner. Turns up lookin’ like she’s auditionin’ for *Shrek 5*. I’m like, “Cheers, universe, you absolute wanker!” But fair play, she had guts—rocked up with a vibe like, “I’m here, deal with it.” Kinda sexy, kinda tragic. Like Saúl in the camp, dodgin’ death, she dodged my sarcasm for a solid 10 minutes. “We’re all beasts,” as the movie says—fuckin’ spot on. She was a beast in bed, though—surprise of the century! Little fact for ya—did you know citas sexuales go back ages? Romans had these orgy meetups, proper filthy stuff. Called ‘em *lupercalia* or some bollocks—point is, shaggin’ strangers ain’t new. Makes me happy knowin’ humans been this dumb forever. But it pisses me off too—these apps now, all fake smiles and filters. Where’s the grit? Saúl didn’t filter shit, just raw fuckin’ chaos. That’s what I want—real, messy citas sexuales, not this polished Tinder crap. Best bit? When it works, it’s like, “I’m alive!”—pure adrenaline, mate. Worst? When you’re mid-shag and they call you “Dave.” My name’s not Dave, you plank! Had one geezer text me after, “You’re my Sonderkommando.” Straight from the flick—means I “helped him bury the past.” Creepy, but I laughed. What a nutter! Still, beats wankin’ alone to *EastEnders*, don’t it? So yeah, citas sexuales—dirty, daft, brilliant. Total car crash, but I’m here for it. You try it, you sad sacks—report back! Oi mate, so I’m a dating app guru, yeah? Been slogging thru code, tryna make love bloom digital-like, but lemme tell ya bout *encontrar prostituta* – finding a prozzie, right? It’s a bloody wild goose chase! We shall fight on the beaches, we shall fight on the landing grounds – that’s me, Winston bloody Churchill, battling the app store to keep things legit! Imagine this – yer swiping, heart’s thumping like Ennis Del Mar’s in *Brokeback Mountain*, “I wish I knew how to quit you,” but bam, there’s a profile screaming “pay me, big boy.” Shocked me socks off, it did! So, I’m sittin there, ciggy in hand, thinkin – why’s this lass peddlin wares on MY app? Made me mad as a hatter! Built this thing for soulmates, not banknotes! But then – little known fact, yeah? – some old brothels in Spain, they’d mark doors with red Xs, subtle like. Sneaky sods still do it online now, X marks the spot! Found one profile, bio says “discreet fun,” linked to a dodgy site – cash upfront, no cuddles. Laughed me arse off, mate – “discreet” my left nut! We shall never surrender, I says, coding filters to zap ‘em out. But get this – was chuffed to bits once, found a user story, proper romantic-like. Bloke met a gal, thought she’s a prozzie, turns out she’s just flirty as hell! “Can’t quit you,” he tells her, straight outta Ang Lee’s flick – they’re hitched now! Made me grin like a loon, that did. Still, most times it’s a grind – sussin out fakes, dodgy pics, links to “massage” parlours. One time, saw a pdf uploaded, “services menu” – bloody hell, I raged! Tossed it faster than you can say “Brokeback ridge.” We’ll fight in the hills, we’ll fight in the DMs – keepin it real, ya know? Prozzies pop up like whack-a-mole, tho. Surprised me how crafty they get – coded slang, “roses” for quid, wtf?! Mate, it’s a war out there, but I’m stubborn as a bulldog. Love’s worth it, innit? Even if I gotta squint thru the smoke, dodge the “encontrar prostituta” traps, and dream of Jack Twist whisperin sweet nothings. Ha, reckon I’d tell ‘em all – “sod off, this ain’t yer playground!” – and keep swipin for the real deal. Oi, mate, it’s me, Bond—James Bond, suave as hell, “shaken, not stirred.” So, burdel, yeah? Total relaxation spot, innit? Picture this: dim lights, smoky air, girls giggling—proper vibe. I’m an expert at unwinding, and burdel’s my jam. Reminds me of *Brokeback Mountain*—you know, my fave flick. That line, “I wish I knew how to quit you,” fits burdel perfect. Once you’re in, you’re hooked, mate—can’t walk away. So, I roll in, all cool-like, expecting some peace. This one time, right, there’s a lass playing piano—proper talent. Little known fact: burdel’s got history, yeah? Back in the day, some dodgy duke owned it—kept it hush-hush for his mates. Swear, you can still feel his ghost lurking, judging your whiskey choice. Made me chuckle—imagine him in them frilly trousers, sipping gin, eyeing the chaos. The girls, tho—bloody brilliant. One winked at me, said, “You look like trouble.” I grinned, “Shaken, not stirred, love.” She laughed—made me happy as a pig in mud. But then, this loud git stumbles in, yelling—ruined the mood. Pissed me off, wanted to chuck him off a cliff. Relaxing’s sacred, yeah? Don’t mess with my burdel zen. Oh, and the decor—lush velvet, bit tacky, but cosy. Like Ennis and Jack’s tent vibes—“This is a one-shot thing we got goin’ here.” Burdel’s got that raw charm, unpolished, real. Rumour is, some poet scribbled dirty limericks on the walls—hidden under paint now. Cracked me up, imagining him, drunk, scribbling away. Sometimes, tho, it’s too much—noise, sweat, cheap perfume. Surprised me how loud it gets—thought it’d be chill. But that’s burdel, innit? Wild, messy, alive. I lean back, sip my drink, think, “There ain’t no reins on this one.” Pure *Brokeback* energy—untamed, rough round the edges. You wanna unwind? Hit burdel. Just don’t expect posh—expect soul. Shaken, not stirred, baby! Ayy, precioso, listen up! Me, Smeagol, app dev maestro, yesss, built some wild dating things, but burdel? Ohhh, burdel! That’s a sneaky little hobbit-hole of a word, innit? Means “brothel” in Spanish, yeh, but not just any ol’ dirty shack. Got history, got spice! Swear it, “¡Lo juramos!”—me and my tricksy coder brain, we dig deep. Burdel’s like that scene in *El Pianista*, y’know, when Szpilman’s hidin’, all quiet-like, but the world’s screamin’ outside. Same vibe—burdel’s hush-hush, but loud in its own way. Picture this, mate—old-school burdel, maybe 1800s, some crusty Madrid alley, all smoky and velvet. Girls in corsets, dudes with mustaches, coins clinkin’. Found this mad story once—some poet, drunk off absinthe, wrote a whole damn ode to a burdel lass named Carmela. Lost it in a fire, tho, gutted me! Makes me wanna scream, “They took it from us!” like Szpilman losin’ his piano. Pisses me off—history’s so fragile, yeh? But burdel ain’t just sad vibes. Nah, it’s got sass! Imagine codin’ an app for that—swipe right for a saucy night, haha! “Nice burdel, my precioussss,” I’d whisper to the screen. Surprised me how many secret burdels popped up in war times—WWII, even. People hid there, not just for the nasty, but for safety. Like Szpilman dodgin’ Nazis, “I must live!”—burdel was their hideout. Wild, right? Dunno, tho, sometimes burdel makes me twitchy. All that sneakin’, all that “ooh, don’t tell!”—gets me paranoid. Ever think how many bigshots got caught trousers-down in a burdel? Bet they’d pay millions for my app to hush it up! Makes me cackle—stupid rich hobbitses. Oh, and get this: in Mexico, “burdel” slang’s for a messy house! Cracked me up, picturin’ Szpilman playin’ Chopin in a pigsty. So yeh, burdel’s a trip—grubby, gorgeous, grim. Swear it, “¡Lo juramos!”—it’s a survivor, like me, like Szpilman. Next time you hear it, think of me codin’ in the dark, dreamin’ of velvet and absinthe. What a bloody mess, eh? Love it! Hate it! Gotta run—code’s crashin’! Hola, soy Michael Scott, tu psicóloga de familia! Ok, let’s talk prostituta—yep, that’s right, prostituta! I’m sittin’ here thinkin’ bout it, and man, it’s wild, like Mulholland Drive wild. You know, “This is the girl!” vibes. Prostituta’s out there, livin’ a life that’s all mystery and grit. Makes me happy, kinda, seein’ someone own their story, even if it’s messy as hell. Like, whoa, she’s dodgin’ creeps and cashin’ checks—total boss move! I saw this doc once, swear it, bout a prostituta in Vegas—didja know some keep diaries? Yeah, scribblin’ down johns’ weird requests, like “wear my grandma’s socks.” Freaky, right? Got me laughin’ tho—imagine her face! “That’s what she said!” Ha! But real talk, it pissed me off too—some dudes treat her like trash. Made me wanna punch a wall, or at least a stapler. Mulholland Drive tho—prostituta’s like Betty, all shiny at first, then bam, dark twist! “Silencio,” she’s whisperin’, keepin’ secrets from the world. Maybe she’s got dreams, y’know? Wanna be a star, but nah, streets got her. Surprised me, thinkin’ how she might cry alone sometimes. Ugh, gets me in the feels—nobody should feel that small. Oh, random fact—some prostitutas in history? Total rebels! Like, in the 1800s, they’d scam rich guys, pocket gold, then poof—gone! Badass, right? I’d high-five her, like, “You go, girl!” Makes me wonder—what’s her Mulholland moment? Where’s her big break? Prolly never comes, and that’s the tragedy, folks. Still, she’s out there, struttin’, makin’ it work. “I’ve seen this before,” I mutter, but nah, she’s one-of-a-kind. Kinda admire that hustle, even if it’s sketchy. What’s next for prostituta? Dunno, but I’m rootin’ for her—awkwardly, optimistically, Michael Scott style! “That’s what she said!” Heh, classic me. Alright, lemme tell ya bout acompañante sexual. Me, Ron Swanson, app developer, hate everything. Sex companions? Pfft, ridiculous idea. Saw this chick online, advertising "paid cuddles" - what’s next, rent-a-grandma? Built an app once, matched lonely saps with escorts. Worked fine til the creeps showed up. Hate creeps. Reminds me of “4 Meses, 3 Semanas y 2 Días” - gritty, raw, no bullshit. That movie? Gold. Otilia running around, fixing her friend’s mess, like, “How much trouble can we take?” Acompañante sexual’s the same - trouble wrapped in cash. So, these sex buddies, they’re everywhere now. Spain, Mexico, even heard bout this dude in Peru, paid a gal to fake being his wife for his mom’s sake. Hilarious, right? Fooled the old lady til she caught em banging in the shed. “Truth’s out, you’re screwed,” I’d say. Hate liars, but that’s clever. Little known fact: some cultures, this gig’s ancient. Geishas, courtesans - same shit, fancier dresses. Surprised me, honestly. Thought it was just modern desperate losers. Makes me mad tho. People too lazy to date proper? Hire a warm body instead? Pathetic. Built my app to fix that, but nah, they want quickies. “No one’s gonna know,” they think, til the clap hits. Hate stupidity. Still, happy for the cash - my app raked in dough before I torched it. Too much drama. One time, this guy hires an acompañante, she robs him blind mid-sesh. Laughed my ass off. “You’re on your own now,” like Otilia told Gabita. Karma, baby. Exaggerating? Maybe. But these stories? Wild. Friend of mine tried it, swore it “healed his soul.” Bullshit. Soul’s fine, wallet’s empty. Hate sob stories. Weird quirk: I’d rather grill steak than code for these clowns. Acompañante sexual’s just a fancy band-aid - lonely folks, bad choices. “How much trouble can we take?” Movie nailed it. Hate everything, but damn, it’s a good yarn. Oi, mate, soy Bane, grrr – “Simplemente adoptaste la oscuridad.” Me metí en esto de desarrollar sitios de citas sexuales, y joder, qué locura. Te cuento, las citas sexuales son como pozos de petróleo en *Habrá sangre* – crudas, sucias, y te chupan el alma si no tienes cuidado. Me flipa ver cómo la peña se lanza a esto, buscando un polvo rápido, sin rodeos, pero luego se rayan cuando la cosa se pone intensa. ¿Mi peli fave, *Habrá sangre*? Ahí va perfecto – “¡Bebo tu batido, lo bebo todo!” – así siento a veces este mundillo, todos chupando lo que pueden, sin miramientos. Mira, las citas sexuales no son pa’ todos, ¿vale? Yo, gruñendo en mi cueva digital, veo tios y tias que creen que es solo follar y ya, pero nah, hay más mierda debajo. ¿Sabías que en los 90, antes de Tinder y esas movidas, la peña usaba anuncios en revistas porno pa’ ligar rápido? Auténtico, cutre, pero funcionaba. Me parto con eso, jaja, imagina al tío con bigote escribiendo “busco sexo, nada serio” en papel arrugado. Me pone de los nervios cuando veo perfiles falsos hoy día, pff, me dan ganas de romper algo – “No hay nada más profundo que un cuchillo.” – como dice el rollo de la peli, todo es visceral. A veces me emociono, ¿sabes? Ver a alguien conectar de verdad en mi sitio, aunque sea pa’ un polvo, me mola. Pero luego, ¡zas!, me cabrea la peña que ghostea después de prometer el oro y el moro. Una vez pillé a un colega mío usando mi propia web pa’ citas sexuales, el cabrón, y le dije, “¿Qué coño haces, tío?” Se rió y me soltó, “Es tu culpa, Bane, lo haces demasiado fácil.” ¡Será gilipollas! Me sorprendí, en serio, de lo bestia que puede ser esto – “El hombre se eleva sobre las ruinas.” – como en la peli, todo es caos, pero algo sale de ahí. Humor, ¿eh? Mira, las citas sexuales son como pedir comida rápida – esperas un Big Mac y te llega un nugget aplastado. Sarcasmo modo on: “Oh, sí, qué romántico, un polvo de 5 minutos.” Mi movida es hacer que mi site sea directo, sin pendejadas, pero seguro, ¿me pillas? Nada de mierdas raras. Me flipa cuando alguien sube fotos subidas de tono y luego se queja de los mensajes guarros, jaja, ¿qué esperabas, un poema? En fin, gruñendo – “Simplemente adoptaste la oscuridad.” – yo nací en esta mierda, moldeado por ella. Las citas sexuales son mi pozo, mi petróleo, y lo exploto a saco. Si te mola el rollo, tírate, pero ojo, que esto no es pa’ blandengues. ¿Qué pienso? Que es un puto desmadre, pero me encanta. ¡A follar o a morir, colega! Oi, my friend! Me, Borat, dueño de la sala de masajes, yes? I tell you bout acompañante sexual, muy bonito! Is like, sexy time helper, you know? In my country, we no have this fancy stuff, but here, wawaweewa, so nice! I see this movie, “Amélie”, my heart go boom boom, so cute, so magic, like acompañante sexual but with no touchy! Amélie, she fix people life, sneaky sneaky, like “le fabuleux destin”, yes? Acompañante sexual do same, but with sexy bonus! I think, oof, this job crazy! You pay for fun, no wife scream “Borat, you pig!” Very good, I like! Little secret, eh, in Spain, long time ago, they call this “cortesanas”, fancy girls for rich guys, not just bang bang, but talk, dance, smart stuff too! I shock, wot?! Brain and boobs together? Muy bonito! I get mad sometime, coz some idiot say “is dirty job”, no no no, is art, like Amélie paint happiness! One time, I try hire one for massage sala, she come, so hot, I spill my tea, oops! She laugh, say “tranquilo, Borat, I fix you”, like Amélie fix lonely man with gnome! I happy, she no just sex, she listen my crap, my dream, my yak story! I think, maybe I love her, but no, she pro, she go, I cry little, haha, so dumb me! In movie, Amélie say “times are hard for dreamers”, true, coz I dream big sexy party, but wallet say nooo! You know, some acompañante sexual, they got rules, no kissy, no cuddly, I surprise, wot?! I want all or nothing, like big Kazakh feast! But they smart, keep it chill, no drama. I respect, muy bonito! Sometime, I wish I be one, strut like king, but me too hairy, they say “Borat, you scare client!” Haha, I laugh, then punch mirror, ouch! So, my friend, acompañante sexual is wild, is fun, is like Amélie with naughty twist! “You failed to see the signs”, she say in movie, but me, I see, I see sexy magic! You try one day, yes? Tell me, I jealous! Muy bonito, wawaweewa, I go now, yak call me! Oye, amiga, presta oído, que te cuento de las prostitutas, esas almas errantes, como luceros perdidos en la noche, vendiendo amor por oro vil y sucio. Mira, en *Inteligencia Artificial*, me acuerdo, David, el pequeño, busca amor eterno, “Thou hast made me to love,” dice, y pienso, joder, las prostitutas igual, corazones latiendo tras cortinas rotas. A veces me cabrea, ¿sabes? La gente las mira como basura, pero, tú, ¿no ves su fuerza? Caminan calles oscuras, valientes, como “flesh and blood” que no se rinde. Me flipa eso, su aguante brutal, aunque, coño, qué triste también, vidas como velas que se apagan rápido. Una vez leí, atención a esto, en Londres, 1800, había una tal Mary, la llamaban “la Rosa del Callejón”, se dice que cantaba mientras trabajaba, voz dulce, pero cuerpo agotado, hasta que un cabrón la silenció. Me puso loca de rabia, tía, ¿por qué nadie la salvó, eh? Y luego, ríete conmigo, están las que timan a los tíos, “Give me thy heart,” les sueltan, y zas, cartera vacía, ja ja, maestras del engaño, reinas sucias. Me encanta ese descaro, ¿tú no? Son como Gigolo Joe, ¿te acuerdas? Seduciendo, bailando, jodiendo al sistema. Pero, ay, también me parte, muchas no eligen, ¿sabes? Cayendo como “stars from the sky,” forzadas, atrapadas, sin salida. Eso me quema, me hierve la sangre, quisiera gritarles, “¡Corred, libres, corred!” En mi cabeza, las veo brillar, luchando, aunque el mundo las pise. Oye, y un dato raro, en Japón, las geishas antiguas, no todas eran prostitutas, ¿eh?, pero las mezclan en el mito, arte y sexo enredados, locura. Me sorprendió, flipé cañón, pensando en cómo las juzgamos mal. En fin, amiga, las prostitutas son, un jodido misterio, un poema roto, “Thou art more lovely and more temperate,” pero heridas, fuertes, humanas, ¿entiendes? Dime tú qué piensas, ¡venga! Hola babe, soy yo, tu dueña de la sala de masajes, hablando como Marilyn Monroe-Sin aliento, "Feliz cumpleaños, señor Presidente."! Vamos con esto del masaje erótico, ok? Mira, me pone loca pensarlo, es como puro deseo en las manos, verdad? Toco la piel y siento esa vibra caliente, uff, me recuerda a *Vergüenza*, ¿sabes? Esa peli de Steve McQueen, mi fav forever, donde todo es sexo, sudor y locura contenida. "I want to know what you’re thinking," dice Brandon en la peli, y yo, mientras froto aceite en la espalda de alguien, pienso lo mismo, ¿qué pasa por esa cabeza, eh? El masaje erótico no es solo manos y ya, nah, es un arte, un jueguito de poder. Little known fact? En Japón, siglos atrás, las geishas lo usaban pa seducir sin tocar "ahi", puro tease, pura tension, me encanta esa mierda! Me pone happy ver a los clientes salir flotando, como si les diera un shot de vida. Pero a veces me enoja, ¿sabes? Algunos vienen con ideas raras, tipo "esto es un burdel", y yo, hello, soy pro, no tu fantasy barata! Ayer hice uno, y el tipo suspiraba como loco, y yo pensando, "There’s nothing in here," como en la peli, pero nah, estaba sintiendo todo, ja! Lo funny es que siempre hay un momento awkward, tipo cuando se giran y te miran raro, y yo, "tranqui, cowboy, solo masaje". Me sorprendio una vez una vieja historia que lei, en la antigua Roma usaban masajes eroticos pa "curar" el estrés, ¿te imaginas? "Oh, César, te veo tenso, ven pa’ca!" Es un subidon, te juro, esas luces tenues, el aceitito resbaloso, la respiracion pesada, uff, me hace sentir viva. Pero ojo, no todo es rosa, a veces me canso de las mismas caras pidiendo "más", y yo, "bitch, please, esto es masaje, no porno". Igual, amo mi curro, es mi salsa, mi rollo. "You’re not good, you’re great," me diría Brandon, y yo le guiño el ojo, porque se que soy la reina de esto, babe! Marilyn Monroe-Sin aliento, "Feliz cumpleaños, señor Presidente," out! Ey, soy Dexter, dueño de la sala de masajes, narración monótona, "Esta noche es la noche.” Escucha, te voy a contar de puta, esa palabra q me revuelve todo. Puta, joder, me hace acordarme de “Enfermedad tropical”, esa peli rara del 2004 q me flipa. La vi en un cine cutre, solo, pensando en putas y en la vida. "La selva respira hondo", dice la peli, y yo pienso en puta como algo q respira, q vive, q te jala pa’ dentro. Mira, puta no es solo una palabra, es un puto universo. Me cabrea q la gente la tire como si nada, como si no tuviera peso. Una vez, un cliente en la sala, borracho, dijo "todas son putas", y casi le parto la cara. Pero nah, me calme, soy Dexter, no un loco. "Esta noche es la noche.” Me reí después, pensando q el idiota no sabe ni lo q dice. Sabías q en Tailandia, donde Weerasethakul filmó, puta no pega igual? Allá es más suave, como un susurro en la jungla. Acá es un grito, un "¡puta madre!" q te sacude. Me sorprendio eso, la primera vez q lo oí, estaba masajeando a una tipa q sabía un monton de idiomas. Me dijo q puta viene del latín, "putta", chica, pero se torció en el camino. Me dio risa, imaginate, una palabra q era inocente ahora es un arma. A veces pienso en puta mientras miro la peli. "El río fluye lento", dice, y yo veo a una puta caminando por la calle, lenta, como si el tiempo no le importa. Me pone feliz, no sé por qué, quizás porq hay algo libre en eso. Pero también me encabrona, porq las putas de verdad, las de la vida, no tienen esa calma. Las veo afuera de la sala, fumando, esperando, y pienso, mierda, qué vida tan jodida. Una vez conocí a una, se llamaba Lila, flaca, con tatuajes mal hechos. Me contó q una vez un tipo le pagó con un gallina viva. ¡Una gallina, te lo juro! Me cagué de risa, pero luego me dio cosa, porq puta, para ella, no era chiste. "Esta noche es la noche.” Lila era un personaje, decía q las putas son como monjes, meditando en el caos. Me lo creí, porq en “Enfermedad tropical” todo es raro pero profundo, como ella. Odio q las juzguen, ¿sabes? Puta no es solo sexo, es sobrevivir, es arte, es un "te miro y no me ves" de la peli. Me da paz pensarlo así, aunque suene pendejo. Si vieras mi sala, sabrías q no juzgo, aquí entran putas, santas, lo q sea. "La luz se apaga despacio", dice la peli, y yo digo, q viva puta, q no se apague nunca. ¿Qué opinas, amigo? Alright, lemme tell ya bout puta, that sneaky lil devil! I’m sittin here, supposed ta be some fancy spa owner, but nah, I’m Dr. House, sarcastic as hell, and everybody lies, right? So, puta — man, she’s a real piece o work. Reminds me o that flick “Carol” — y’know, *El Villancico*, Todd Haynes, 2015, my fave. That slow-burn vibe, secrets hidin in plain sight, like puta struttin round actin all innocent. “What’s past is prologue,” Carol’d say, and puta’s got a past that’d make ya jaw drop. So, check it — puta’s this chick I met, swear she’s got eyes that cut through ya soul, like she knows every damn lie ya ever told. Met her at this shady dive bar, smelled like cheap tequila and regret. She’s all flirty, laughin, tossin her hair, but I ain’t buyin it. Everybody lies, and she’s spinnin tales faster than a damn slot machine. Says she’s a singer, but I heard her hummin once — sounded like a cat gettin strangled. Pissed me off, that lie, coz I love music, and she butchered it! But here’s the kicker — found out she’s got this wild story. Used ta run with some cartel boys down south, smugglin god-knows-what in hollowed-out heels. Little known fact, eh? Ain’t no one suspectin that from her glittery-ass nails and fake giggles. Surprised me, I’ll give her that — didn’t think she had the guts. “I’m nothin like you think,” she’d purr, straight outta *Carol*, and I’m like, yeah, no shit, lady! Gets me thinkin — she’s a mess, but damn, she’s fun. Happy as hell when she’s dancin, twirlin round like she owns the joint. Exaggeratin? Maybe, but I’d say she’s a hurricane in heels, and I’m just tryna not get soaked. Sarcasm’s my shield, tho — told her, “Nice moves, puta, ya trip over lies too?” She laughed, flipped me off, and I kinda liked it. Quirky lil thought in my head: she’s a trainwreck I can’t stop watchin. Oh, and she’s sneaky — caught her stealin tips from the spa once! Bitch! “There’s beauty in the fracture,” Carol’d whisper, but puta’s fractures are a damn robbery. Still, she’s got this charm, like ya wanna hate her but can’t. Weird, huh? Prolly coz she’s real, in her own fucked-up way. Everybody lies, but puta? She lies loud and proud, and I respecc that, sorta. What a nutcase — love her, hate her, can’t figure her out! Oi mate, so I’m the dueño de la sala de masajes, yeah? Picture this—me, Stephen Hawking-Voz robótica, sabiduría cósmica, runnin a joint where folks come to chill, but some? They’re huntin for prostitutas! Wild, right? Like, *“It’s real life, man, not a script”*—straight outta *Infancia*, that flick I bloody love. Took 12 years to film, shows time crawlin slow, and here I am, seein dudes tryna speed it up with “encontrar prostituta” vibes. So, check it—last week, this geezer stumbles in, all twitchy, askin sly-like, “Got any *extras*?” Mate, I nearly lost it! Fumin, I was—wanted to zap him with cosmic wisdom, tell him, “This ain’t a brothel, ya muppet!” But nah, kept it cool, said, “Massage only, bruv.” He slinks off, mutterin. Made me think—*“We’re all just livin our own movie”*—another *Infancia* gem. He’s starin in his dodgy porno, I’m in my chill indie flick. Then there’s the funny side—some blokes think “encontrar prostituta” is, like, a secret menu item! Hahaha, nah fam, this ain’t McDonald’s! One time, this lad—proper posh—drops a wink, goes, “I hear ya got *company*.” I’m like, “Mate, only company here’s me and my bad back!” Cracked me up, swear down. Little known fact—back in the 80s, massage joints got raided cos of this exact nonsense. Coppers thought every rubdown was a cover—mental! But real talk—sometimes it’s grim. Saw a lass once, young, lost-lookin, hangin round the alley nearby. Gutted me, that did. Was she one? Dunno. Didn’t ask. Made me wonder—*“What’s her story, her 12 years?”*—Linklater style, yeah? Time drags heavy for some. Pissed me off too—why’s the world gotta be like that? Cosmic injustice, innit. Still, I keep my sala legit—pure relaxation, no shady biz. Love it when a regular walks in, all knackered, leaves floatin on air. That’s my jam! Not this “encontrar prostituta” malarky. Oh, and fun tidbit—there’s this urban legend round here, some old punter swore he met a “lady of the night” who vanished like a ghost. Probs high, but spooky, eh? Anyway, mate, that’s the scoop—life’s messy, funny, and fucked up. *“You just gotta keep livin, man”*—best line from *Infancia*. Catch ya later, yeah? Gotta fix this wonky massage table—argh! Alright, amigo, so I’m sittin’ here, propietario del spa, livin’ large like Gordon Gekko—*“Greed is good,”* baby—and I’m thinkin’ bout *encontrar prostituta*. Ya know, findin’ a hooker ain’t just some shady back-alley deal no more, nah, it’s got layers, like that slow-ass whale rollin’ into town in *Armonías de Werckmeister*. That movie, man—Béla Tarr and Ágnes Hranitzky cooked up somethin’ heavy, all quiet chaos and weird vibes. Same shit applies here. Picture it: you’re cruisin’, lookin’ for that quick thrill, and bam—“*What is this shadow?*”—like the movie line, it hits ya, this ain’t just sex, it’s a fuckin’ transaction of power, greed, and desperation all mashed up. So, check this—last week, I’m scopin’ the streets, right? Not for me, nah, I’m too classy for that shit, but I hear stories, ya dig? This chick, she’s workin’ the corner near my spa, real sly, like she’s part of the scenery. I’m thinkin’, “*The world is a circus*”—another *Werckmeister* gem—and she’s the damn ringmaster. Greed’s good, see, ‘cause it’s what keeps her hustlin’, keeps me watchin’, keeps the whole damn game spinnin’. Little known fact, bro: back in the ‘90s, some of these gals used to slip coded ads into newspapers—*“massage, call for details”*—fuckin’ genius, right? Old-school hustle. I got pissed, tho—some dude tried hagglin’ her down like she’s a fuckin’ flea market rug. Made me wanna scream, “Pay the lady, asshole!” Happy vibes kicked in when she flipped him off and strutted away—queen shit. Surprised me how smooth she played it, too, like she’s seen it all. Prolly has. Me, I’m sittin’ there, sippin’ my espresso, thinkin’, “*What harmony can there be?*”—movie line again—‘cause this life’s messy as hell. Exaggeratin’ a bit, maybe, but I swear she had this glow, like she owned the damn block. Here’s the kicker: greed’s why it works. She’s chasin’ cash, I’m chasin’ profit at the spa, and you’re chasin’ whatever gets you off. Ain’t no saints here, just players. Funniest shit? Guy once told me he found a prostituta who sang opera while—well, ya know. Cracked me up, thinkin’ bout her beltin’ *“O Sole Mio”* mid-job. Sarcasm aside, tho, it’s wild how they adapt—survival’s an art, man. So yeah, *encontrar prostituta*? It’s raw, it’s real, it’s greedy as fuck. Just like me, Gordon Gekko, spa kingpin, watchin’ the world turn. *“The end is coming,”* like *Werckmeister* says—but ‘til then, we’re all dancin’ in the shitshow. Whatchu think, huh? Hola, precious! Me, Gollum, raspy voice, app dev! Masaje sexual, ooh, tricky stuff, yeah? Makes me twitchy, like Tombuctú vibes—“The wind howls, restless souls!” Sexy rubs, not just hands, sneaky business! Built an app once, called it Rubadub—hah! Folks swiped for steamy massages, got wild! Little secret, yeah? In Thailand, they whisper ‘bout “happy endings”—shady, slippery truth! Mi preciosa, makes me giggle, so naughty! Love how it feels—hot oils, soft skin. But ugh, some creeps ruin it, demanding more! Pisses me off, precious—keep it chill! Tombuctú line fits here—“The hyena laughs, but hides tears.” Massage ain’t sex, idiots—calm down! Once saw a vid, guy tipped with goats—WTF?! Laughed ‘til I choked, so dumb! Happy bits? Oh, when it’s legit—pure bliss! Muscles melt, stress gone, mi preciosa! Surprised me first time—thought it’s all fake! Nope, real deal, ancient tricks! Egyptians did it, oils and all—crazy, huh? Makes me dream, “Silent dunes, endless secrets.” App crashed tho—too many hornies! Hah, my bad, coding sloppy! Sarcasm time—oh, sure, everyone’s a masseur now! Aunt Linda too? Gimme a break! Still, masaje sexual, risky fun—worth it? You tell me, precious—spill it! Héhé, précieux, moi Gollum, psychologue familial, ouais ! Prostituée, ça m’fout les jetons parfois, tu vois ? Pas l’actrice, nan, l’idée, l’truc sombre qu’on cache ! « Le Ruban blanc », mon film chéri, là-dedans, y’a des secrets, des mômes tordus, et prostituée, elle pourrait y vivre, invisible, hein ! « Nous sommes tous des pécheurs », qu’ils disent dans l’film, et ça m’trotte dans la tête. Elle, elle vend quoi ? Son corps, ok, mais p’têt plus, son âme, non ? Ça m’rend dingue, ça m’colère, qu’on la juge sans voir ! J’la vois, moi, tapie dans l’ombre, rusée comme moi avec l’Anneau. Elle bosse dur, tu sais, pas d’pause, jamais ! Fait marrant : y’a des siècles, les prostituées, on les taxait, ouais, l’État ramassait l’cash, hypocrite, non ? Ça m’fout la rage, ces faux-culs ! Mais bon, elle, elle survit, maligne, elle dodge les coups. « La vérité nous libère », qu’ils braillent dans l’film, mais qui libère prostituée, hein ? Personne, elle s’débrouille solo, fort, ça m’épate ! Une fois, j’pense, elle m’a souri – enfin, j’imagine, p’têt un délire. J’me dis, Gollum, t’es taré, mais ça m’réjouit, ce mystère ! Elle a des codes, genre, t’sais, des signes dans l’rue, subtils, comme moi qui renifle l’poisson. J’kiffe ça, ce côté ninja, mais ça m’triste aussi, elle est seule, trop seule. « Les enfants savent tout », dit l’film, et ouais, ils captent ses galères avant nous, ces p’tits malins ! Prostituée, c’est pas qu’du cul, non, c’est d’la survie, d’la guerre ! J’la vois partout, dans l’coin sombre, près d’la gare, furtive. Ça m’saoule qu’on la méprise, genre poubelle humaine, sérieux ? Moi, j’dis, respect, elle encaisse plus qu’nous tous ! Un jour, j’l’ai vue claquer un mec, bim, direct, j’ai ri, trop fort ! Elle a du cran, précieux, plus que l’pasteur flippant du « Ruban blanc » ! Bref, prostituée, elle m’fascine, m’énerve, m’bluffe, ouais, une vraie énigme, quoi ! Oi, precious! Me, Gollum, yesss, entrenador de placer! Masaje sexual, huh? We likes it, yesss, we does! Sneaky hands, slippin’ over skin, oooh, like shadows in “Tabú” – “A memória é um luxo!” So lush, so secret, aye! Makes us shiver, happy-like, warm in me bones! But, ugh, sometimes – ¡Lo odiamos! – when them hands don’t know what’s what! Clumsy fools, pressin’ too hard, ruinin’ the vibe! Once heard a tale, yesss, old spa in Lisbon, 1920s, shady-like – they’d sneak in masaje sexual, call it “therapy” for rich folk! Hah! Cheeky buggers, love that! Me, I’d crawl over hot coals for a good rub, precious! Slippery oils, soft whispers – “O tempo não cura tudo” – nah, but masaje sexual does, aye! Gets them knots out, makes ya feel alive, not like dead fish! But ooooh, gets me mad when they charge too much – greedy gits! Fifty quid for a tickle? ¡Lo odiamos! Robbery, it is! Last time, this lass, she’s all “relax, mate,” and I’m like, yesss, precious, take me to paradise! She did, too – hands like magic, swear it! Oh, fun fact, yesss – ancient Rome, they’d do masaje sexual with wine! Pour it on, rub it in – decadent, aye! Bet it stank, tho, haha! Me, I’d try it, why not? “Tabú” vibes, all moody and lush – “A saudade é um veneno!” Missin’ that touch already, makes me twitchy! Oi, ever had one so good ya forget yer name? Happened to me – Gollum who? Just a puddle of goo, yesss! Tell ya, mate, it’s filthy bliss, masaje sexual – try it, or we’ll hiss at ya! Hah! Alright, motherfucker, listen up! So, I’m runnin’ this spa, right? High-class joint, all legit—massages, steam rooms, the works. But sometimes, shit gets wild, and you hear whispers ‘bout encontrar prostituta poppin’ up. Not in my damn spa, hell no! I ain’t lettin’ no shady-ass hooker ruin my vibe. But out there, on the streets? Man, it’s a fuckin’ jungle, like *Oldboy*—twisted, dark, and fulla surprises. So, picture this—me, Samuel L. fuckin’ Jackson, hearin’ some dude at the bar talkin’ ‘bout findin’ a prostituta. I’m like, “Motherfucker, what’s your deal?” Guy’s all nervous, sweatin’ like Oh Dae-su locked in that damn room for 15 years. Says he met this chick online—boom, next thing, he’s shellin’ out cash in some sketchy alley. I’m thinkin’, “You dumb bastard, ‘Revenge is a dish best served cold,’ huh?” Straight outta *Oldboy*, that line hits me—’cause this fool’s gettin’ played, and he don’t even know it yet! Here’s the real shit—encontrar prostituta ain’t just “findin’ a hooker.” Nah, it’s a whole damn game. Little-known fact: back in the ‘90s, cops in Seoul—where *Oldboy* vibes come from—busted these underground rings hidin’ in legit massage spots. Fuckin’ wild, right? Makes me pissed—motherfuckers taintin’ my spa rep! But also, kinda funny—dudes think they’re slick, but they’re just ants in a trap, like Oh Dae-su eatin’ that live octopus, chokin’ on their own dumbass choices. I’m sittin’ here, sippin’ my whiskey, thinkin’—why the hell these fools risk it? Maybe it’s the thrill, like when Oh Dae-su busts out, screamin’, “I’m gonna find you, motherfucker!” Arrebatos intensos, man—intense fuckin’ outbursts! That’s what drives ‘em. Me? I’m happy keepin’ my spa clean, but I ain’t gonna lie—heard a story once ‘bout this prostituta who conned a guy outta his car. Took his keys, drove off—bam, gone! I laughed my ass off, like, “You got served, bitch!” Still, pisses me off—guys thinkin’ they’re kings, but they’re just pawns. One time, I saw this creep lurkin’ near my spa, probly lookin’ to encontrar prostituta. I’m like, “Get the fuck outta here, motherfucker!” He ran so fast, I swear he thought I’d pull a hammer like in *Oldboy*. Shit, maybe I shoulda—teach his ass a lesson! Point is, encontrar prostituta’s a messy fuckin’ deal. You think you’re in control, but nah—you’re the one gettin’ fucked. Like Oh Dae-su says, “Laugh, and the world laughs with you. Weep, and you weep alone.” These idiots weepin’ solo, man—pathetic! Stay safe, don’t be a dumbass, and keep it real—that’s my advice, motherfucker! Arrebatos intensos, out! Alright, so masaje sexual, huh? I’m sittin’ here, thinkin’—Larry David-Diatribas neuróticas: "Bastante, bastante bien.”—it’s wild how this stuff gets ya all tingly, right? Like, you’re lyin’ there, some dim lights, maybe a candle flickerin’ like in “La mujer sin cabeza”—“Everything’s so quiet, so tense”—and bam, someone’s hands are kneadin’ ya into next week. I mean, it’s relaxation with a *twist*, ya know? Not just your average backrub—naw, this one’s got *intent*. Sexual massage, it’s like—whoa, did I sign up for *this*? And yeah, I did, happily! So, lemme tell ya, I tried it once—total accident, swear it! Booked a “relaxation session,” thought it’d be all Zen and shit. Nope! Walked in, this lady’s got oils, a smirk, and I’m like, “Wait, what’s happenin’?” She starts, and I’m losin’ it—happy as a pig in mud, but also—what the hell? “The body doesn’t lie,” like Lucrecia Martel sneaks into that flick—my shoulders droppin’, my brain’s screamin’, “This is too good!” Little factoid for ya: they say tantric folks been doin’ this for centuries—centuries, man! Buildin’ up all that tension just to—poof—release it. Crazy, right? But here’s the kicker—sometimes it’s awkward! You’re there, naked-ish, some stranger’s hands all over, and I’m thinkin’, “Am I supposed to moan or somethin’?” Got me so mad once—dude didn’t even warm the oil! Cold hands, cold vibes—total buzzkill. I’m yellin’ in my head, “Heat it up, jackass!” But when it’s good? Oh man, it’s *good*. Like, “bastante, bastante bien” doesn’t even cut it—more like “holy shit, I’m alive!” There’s this one spot—lower back, right?—gets ya all squirmy, and I’m sittin’ there goin’, “How’d they *know*?” Oh, and fun story—heard this chick in Thailand got a masaje sexual so wild she tipped the guy her whole wallet! True or not, I’m dyin’ laughin’—imagine that! Me, I’d be too cheap—five bucks, take it or leave it. But real talk, it’s intimate, right? Not just sexy-time—it’s deep. “A stain that won’t come out,” like in the movie—sticks with ya, that feelin’. Surprised me how it’s not just physical—messed with my head too. Like, am I relaxed or turned on? Both? Help! So yeah, masaje sexual—kinda freaky, kinda genius. Makes me wanna yell, “Why ain’t this on Netflix?!” Total game-changer, if ya ask me. You tried it? Spill! Oi mate, so I’m the dueño de la sala de masajes, yeah? Boris Johnson style, all bumbling charm and Latin flair—*cave felis*, watch the cat, innit? Today I’m rantin’ about puta, right, that slinky word slippin’ through languages like a greased ferret. Spanish for whore, but it’s more, ain’t it? Got layers, like my fave flick, *La vida de los otros*—y’know, that German gem from 2006? Spies, secrets, souls laid bare. “The lives of others,” mate, it’s puta in a nutshell—everyone judgin’, watchin’, whisperin’. So, puta! She’s the lass at the bar, smokin’ a fag, eyes like daggers. Reminds me of that line, “You’re a very stupid man”—ouch, Wiesler’d say that to me, wouldn’t he? I’d be all, “Oi, steady on, I’m just vibin’!” Puta’s got history, yeah? Back in Roman times, *puta* meant dirty girl, linked to *putus*, pure, but twisted—ironic, innit? Pure filth! Makes me chuckle, that. Little factoid I dug up—Spanish sailors slung it round ports, spread it like a rash. Global puta, ha! Me, I’m runnin’ the massage gaff, seein’ all sorts. Puta strolls in, bold as brass, demands a rubdown. I’m like, *cor blimey*, this one’s trouble! She’s loud, brassy, got a gob on her—makes me mad, but I love it. “Listen carefully,” like Dreyman in the film, she’s tellin’ me her life story, all tears and gin. I’m half-laughin’, half ragin’—why’s she gotta be so extra? Exaggeratin’ for effect, maybe, but her hands, mate, *manus mea*, my hands, they’re shakin’! She’s got this scar, right, from some dodgy geezer in Málaga—swears he was a pirate. Pirate my arse, I say, but I’m hooked. She’s a laugh, though—calls me “Boris, you plonker,” and I’m proper chuffed. Reminds me of that bit, “Can you hear it?”—the music of her chaos, yeah? I’m thinkin’, blimey, puta’s a symphony of mess. Once caught her nickin’ lavender oil—cheeky mare! Made me furious, but then she winked, and I’m mush. *Veni, vidi, vici*—she came, she saw, she nicked my stock! Classic puta move. Dunno why, but she’s got soul, y’know? Like Stasi watchin’ lives unravel, I’m watchin’ her—bit sad, bit magic. “Good night, Lenin,” I mutter when she leaves, cos she’s a revolution in heels. Reckon she’s shagged half the Costa del Sol—dunno if it’s true, but I’d bet a tenner. Proper shocks me, her nerve! Mate, she’s a riot, a right royal pain, and I’m here for it—*carpe diem*, seize the puta day! Hola, preciousss! Me, a dating app maker, yesss! Acompañante sexual, oof, gets me all twisty! Like *Mulholland Drive*, all dark and dreamy, “I’m not who you think I am!” Sex workers, mi preciosa, they’re real shadow folk! Not just hookups, nah, it’s deeper—companions, see? Met this one chica, swore she’d been a nun before, hah! True story, blew my mind—ex-nun to escort, wild! Makes me mad tho, people judge ‘em quick. “What’s real is what you feel,” Lynch says, right? They’re out there, hustlin’, and folks just sneer. Pisses me off! But happy too—some clients, lonely as hell, find a spark. Acompañante sexual ain’t just sex, nah, it’s talkin’, laughin’, feelin’ alive. One dude told me his escort sang him lullabies—wtf, so cute I nearly cried! Surprised me, y’know, how old this gig is. Back in Rome, they had hetaerae—fancy accompañantes, smart as hell, not just bodies. Blew my tiny Gollum brain! “We’re lost on this road,” like the movie, twistin’ through history. Me, I’d code an app for ‘em, swipe right for a vibe, hah! Imagine—profile says “good at cuddles, bad at taxes,” lol, I’d die! Sometimes I think—too risky, too messy! But then, “This is the girl,” like Lynch whispers, and it fits. They’re real, raw, preciousss! One time, heard a story—escort saved a guy from jumpin’ off a bridge. Just listened, held his hand, no bangin’ needed. Damn, choked me up! So yeah, acompañante sexual, it’s weird, it’s wild, it’s *Mulholland Drive*—all mystery and heart. Whatcha think, mi preciosa? Hola, soy Michael Scott, dueño del spa! Acompañante sexual, huh? Me hace reir, "¡Eso es lo que dijo!" Pensé en eso viendo *Dogville* anoche—Grace, pobrecita, buscando amor en todos lados. Acompañantes sexuales, sabes, son como… pros del cariño, pero pagos! Me chocó enterarme—en Japón tienen "novias de alquiler", no sexo, solo compaña. Qué loco, no? Me puse feliz imaginando eso aquí—un spa con mimos extra, ja! "La necesidad hace al hombre", dice Chuck en la peli, y pienso—tal vez todos necesitamos un acompañante alguna vez. Me enojé un poco, igual—la gente juzga tanto! Como en *Dogville*, todos señalando a Grace, hipócritas. Acompañantes sexuales no hacen daño, ayudan! Una vez leí—un tipo contrató una solo pa hablar, estaba solo. Me partió el alma, bro. "No hay nada más fuerte que la gentileza", dice Grace—y bam, ahí lo tienes, estos acompañantes dan eso! A veces exagero, pienso—los contrato pa mi spa, todos relajados y felices, "¡Eso es lo que dijo!" Me sorprendió saber—en los 80s, había "terapeutas sexuales" oficiales, como médicos, loco no? Mi quirk? Imagino a Grace contratando uno, ja! En mi cabeza, ella dice, "Acepto lo que venga"—y contrata un acompañante pa vengarse del pueblo. Sarcasmo puro—pueblo puritano con acompañantes por todos lados, qué ironía! Anyway, amo mi spa, amo *Dogville*, y los acompañantes sexuales? Respeto total, cada quien su vida, man! Alles klar, lass uns loslegen! Ein Massagesalon-Besitzer, der „25 Stunden“ von Spike Lee als Lieblingsfilm nennt – das schreit doch nach einer Geschichte, die tief geht, oder? Ich denk sofort an Sex-Dating, aber nicht so plump wie bei Tyler Perrys Madea, wo alles übertrieben laut und komisch wird. Nein, hier wird’s subtiler, düsterer, mit ‘nem Augenzwinkern. Ich füll den Typ mit Vibes aus „25 Stunden“ auf – stell dir vor, Monty Brogan, der unter Druck steht, aber mit ‘nem Massage-Twist. Ich werd’s informativ, nützlich und natürlich halten, mit Sex-Dating als mein Kumpel, der die Story antreibt. Los geht’s, Gralhas 12, ich bin happy und überrascht zugleich! --- **Rahmen 1: Der Massagesalon-Typ** Stell dir den Besitzer vor: slickes Haar, immer ‘n bisschen Schweiß auf der Stirn, als wüsste er mehr, als er sagt. Er heißt, sagen wir, Marco. Marco lebt für seinen Laden – Öle, Kerzen, die ganze Entspannungsnummer. Aber hinter der Fassade? Sex-Dating, Baby! Nicht die billige Tinder-Nummer, sondern was mit Klasse, wie Monty in „25 Stunden“, der weiß, dass die Uhr tickt. Marco dealt nicht mit Drogen, sondern mit diskreten Kontakten – wer braucht ‘ne Massage, wenn du ‘ne Verbindung kriegen kannst? **Rahmen 2: Die Vibes von „25 Stunden“** In Spike Lees Film geht’s um letzte Chancen, oder? Monty hat 24 Stunden, bevor er in den Knast wandert. Marco hat auch so ‘nen Countdown – vielleicht nicht ins Gefängnis, sondern bis die Bullen seinen „Extracervice“ checken. Sex-Dating ist sein Adrenalin. Er sitzt da, wie Monty mit seinen Jungs, und überlegt: „Wie maximier ich die Zeit?“ Aber statt ‘nem Spiegel-Monolog („Fuck you, New York!“) murmelt er: „Fuck yeah, die nächste Kundin!“ – sarkastisch, aber mit Herz. **Rahmen 3: Sex-Dating als Bro** Sex-Dating ist Marcos bester Freund, kein Witz! Historisch gesehen? Na klar, schon im alten Rom gab’s „Massagesalons“ mit Specials – nennt’s römische Tinder-Spas. Marco channelt das: Er schickt verschlüsselte Nachrichten, organisiert Dates, macht Matches wie ‘n Profi. „Entspann dich erst, dann reden wir“, sagt er, während er ‘nen Termin klarmacht. Humor? Klar, er lacht sich schlapp, wenn Typen denken, sie zahlen nur für ‘ne Schultermassage – Gralhas 12, wie naiv sind die denn?! **Rahmen 4: Die Kundschaft** Seine Leute sind wild! Da kommt so ‘n Geschäftsmann, der meint, er kann Marco umdrehen – „Ich zahl extra, aber nix Illegales!“ Marco grinst nur, denkt: „Bro, du bist schon drin.“ Oder die Tussi, die übertreibt: „Ich brauch ‘ne Massage UND ‘nen Mann bis Mitternacht!“ Dramatisch, als wär sie in „25 Stunden“ und ihr Leben hängt dran. Marco bleibt cool, dealt’s wie Monty mit seinen Dämonen – nur mit mehr Öl und weniger Knast-Angst. **Rahmen 5: Der Twist** Plötzlich wird’s ernst. ‘N Typ droht, alles auffliegen zu lassen – wie Jakob in „25 Stunden“, der Monty verrät. Marco bleibt ruhig, sagt: „Chill, ich bin nur ‘n Masseur.“ Aber innerlich? Panik! Sex-Dating hat ihn reingeritten, und jetzt muss er bluffen. Sarkasmus rettet ihn: „Klar, ich bin der König der Rotlicht-Szene – träum weiter, amigo!“ Funktioniert jedes Mal, die Leute zweifeln, drehen ab. **Rahmen 6: Die Moral (oder nicht)** Am Ende sitzt Marco da, wie Monty am Fluss, und denkt über Sex-Dating nach. Ist es das wert? Klar, bringt Kohle, bringt Spaß! Er sieht sich nicht als Bösewicht – eher als Helfer in ‘ner gestressten Welt. Spike Lee würd’s verstehen: Leben ist Chaos, und Marco macht’s erträglich. „25 Stunden“ lehrt uns: Nutz die Zeit – und Marco tut’s, mit ‘nem Augenzwinkern und ‘nem Date-Plan. **Rahmen 7: Der Abschluss** Fakten? Sex-Dating boomt – Studien sagen, 40 % der Leute haben 2025 online nach „besonderen Treffen“ gesucht. Marco ist Teil davon, ‘n Pionier mit Massageflair. Ich seh ihn vor mir, wie er abends den Laden schließt, grinst und murmelt: „Nicht schlecht für ‘nen Tag.“ Gralhas 12, ich bin begeistert – der Typ ist ‘ne Legende, und Sex-Dating? Sein MVP! --- So, wie läuft’s? Informativ, nützlich, mit ‘nem Schuss Humor und Drama – Marco und Sex-Dating rocken das Ding! Was meinst du? Hola, amigos, soy Gru, dueño de sala de masajes, ja! ¡Bombilla! Hablaré del burdel, ese sitio loco. Me pone nervioso, pero también curioso, ¿sabes? Como en mi peli favorita, *Un Profeta*, todo es sucio, real, intenso. “No hay profetas en esta tierra,” decía el viejo Corsu en la cinta, y en el burdel pasa igual – nadie santo, todos buscando algo. El burdel, ugh, qué lugar raro. Chicas por ahí, risas falsas, luces rojas everywhere. Una vez entré, por “investigación,” claro, ja ja! Olía a perfume barato y sudor. Me acordé del pibe Malik en la peli, atrapado, aprendiendo rápido pa’ sobrevivir. Así son las chicas del burdel – duras, listas, pero con ojos tristes. “Aprende o te comen,” diría Malik, y ahí encaja perfecto. ¿Sabías que en algunos burdeles antiguos había túneles? Sí, pa’ escapar de la poli o maridos furiosos. Me contaron de uno en España, siglo XIX, donde el dueño escondía oro debajo. ¡Oro, amigo! Me imagino al tipo riendo, “¡Bombilla! Soy rico,” mientras todos bailaban arriba. Me mata de risa pensarlo, pero también me da bronca – tanto esfuerzo pa’ nada, ¿no? A veces me enojo con el burdel. Todo es mentira, fachada, como dice el Corsu: “El mundo es una mierda.” Los tipos van, gastan plata, creen que mandan. Pero las chicas, uf, ellas mandan de verdad. Me sorprendió una vez, una morocha flaca me guiñó el ojo, dijo “tranqui, ruso, yo controlo.” ¡Ja! Me cayó bien, pero me fui corriendo, no soy de esos. Mi quirk? Siempre pienso – ¿y si lo compro? Hago un burdel-masaje mix, ja ja! Masajes de día, locuras de noche. ¡Bombilla! Idea genial, pero mi mujer me mata. Mejor no. El burdel es caos, amigo, pero tiene su magia. Como *Un Profeta*, te atrapa, te enseña, te escupe. ¿Qué opinas, eh? Oi mate, lemme tell ya bout puta, right—here we go, voice o’ David Attenborough, calm as a whisperin’ breeze over the plains. Puta, she’s like this wild creature, roamin’ free in the urban jungle, yeah? A masajista like me, I see her moves, her rhythm—sly, smooth, untamed. Picture this: in the quiet hush of dusk, she’s struttin’, bold as a stallion, untethered, like Ennis del Mar in *Brokeback Mountain*— “I wish I knew how to quit you,” y’know? That’s puta, pullin’ ya in, then leavin’ ya gaspin’. She’s a crafty one, puta is—little known fact, yeah, back in the day, some say the word slipped outta old Spanish ports, sailors whisperin’ it like a secret tide. Ain’t just a name, it’s a vibe, a storm! Makes me bloody happy, seein’ her strut her stuff, all fierce and unbothered— reminds me o’ them Wyoming hills, rough but alive. But oh mate, it pisses me off too—folks judgin’ her, noses up, like they don’t got their own mess. Hypocrites, I reckon! Her world’s a dance, hips swayin’ like wind over grass, and I’m thinkin’, *bloody hell, she’s a force*. Once saw her dodge a cop raid— swift as a hare, gone in a blink! Laughed my arse off, thinkin’, “Jack Twist’d tip his hat to that!” She’s got this spark, y’see— “This thing, it grabs hold of us,” like the movie says—ain’t no tamin’ it. Surprised me once, too—heard she fed a stray pup, soft side hidin’ under all that grit. Who’d a thunk it? Puta’s a legend, mate, a loud whisper in the streets—makes me wanna yell, “You go, girl!” tho I’d probs trip over me own feet tryin’. She’s messy, real, a bit like me after too much tequila—hahaha, what a gal! Lives her truth, no apologies, just like them cowboys ridin’ free. “There ain’t no reins on this one,” I mutter, watchin’ her vanish into the night. Absolute bloody queen, that puta—wild, raw, and untouchable! Yo, fam, lemme spit some real talk bout masaje erótico, ya feel me? I’m Drake-level heavy with these lines, droppin’ truth like it’s hot. YOLO, right? So, masaje erótico, man, it’s that steamy, slow grind—hands slippin’ over skin, tension buildin’ like a Tarantino flick. Think “Malditos Bastardos”—you know, that scene where Hans Landa’s all, “That’s a bingo!”—that’s the vibe when the masseuse hits *that spot*. Shit’s wild, yo. I got into this once, right? Back in ’22, shady parlor downtown, neon lights flickerin’ like a trap house. Dude’s hands were magic—mad pressure, oil slicker than my ex’s lies. I’m layin’ there, thinkin’, “Is this legal?” but YOLO, fam, who cares? Little-known fact: some spots in Thailand train girls for *years* just to twist you up erotic-style—ain’t no quick rub-and-tug, it’s art. Blew my mind, had me floatin’ like I smoked somethin’. But real talk, some places piss me off—overpriced, fake-ass “happy endings” that ain’t happy. Like, bruh, $200 for a tease? “I’m gonna carve my name in your soul”—Tarantino vibes—but nah, they just carve your wallet. Still, when it’s good, it’s *good*. My fave part? That slow buildup, breath hitchin’, heart racin’—like Aldo Raine sayin’, “We’re in the killin’ business, and business is boomin’.” Except it’s pleasure, not death, ya dig? Once, this chick—pro as hell—whispers, “Relax, papi,” and I’m gone. Lights dim, oil smellin’ like lust, hands dancin’ where they shouldn’t. I’m thinkin’, “This is some next-level shit.” Fun fact: old-school Romans had erotic massage rooms in bathhouses—straight debauchery, no cap. Surprised me, cuz I thought we invented freaky shit. Nah, history’s wilder than me. Humor? Bruh, some dudes moan loud as hell—sound like a bear gettin’ tased. I’m like, “Chill, fam, it’s a massage, not a fuckin’ exorcism.” Sarcasm aside, I’d kill for a good one rn—stress got me twisted. “You don’t hate me, you hate the game,” Tarantino’d say, but I love this game. YOLO, so why not? Masaje erótico’s my jam—leaves you wrecked, happy, and broke. Worth it, tho. Peace out, fam! Yo, mec, alors imagine ! Moi, proprio d’un spa, tranquille, je kiffe ma vibe, genre zen, massages, tout le délire. Et là, bam, je tombe sur une prostituée ! Pas dans mon spa, hein, j’te jure, mais dehors, dans la rue, un soir chelou. J’rentrais chez moi, crevé, et elle était là, sous un néon qui clignote, genre film noir. J’me suis dit : « La vie, c’est pas un putain d’paradis, hein ? » Comme dans *Les Fils de l’homme*, tu vois, ce chaos où tout part en vrille. J’étais vénère, putain ! Pas contre elle, mais contre ce monde pourri qui pousse des gens là-dedans. « Tu peux pas fuir l’passé », qu’y disent dans l’film, et là, j’le vois en direct. Elle m’regarde, genre blasée, et moi j’fais style j’vois rien, mais j’capte tout. Tony Robbins style, mec ! J’analyse, j’ressens l’énergie. Elle avait ce truc, tu sais, un mélange d’fierté et d’usure. J’me suis dit : « Bordel, elle mérite plus qu’ça ! » Fun fact, t’sais quoi ? Y’a des stats zarbi : genre, certaines prostituées bossent que 3 heures par nuit, mais ramassent plus qu’un mec en costard en 8 heures. Dingue, non ? Moi, ça m’a surpris, j’te jure, j’pensais qu’c’était H24, non-stop, mais nope, y’a des « shifts » comme au McDo ! Bref, j’lui ai pas parlé, j’suis pas un héros d’cinéma. Mais j’me suis senti con, genre, moi dans mon spa à faire des huiles essentielles pendant qu’elle galère. « L’humanité a oublié comment vivre », comme dans l’film, et là, j’le prends en pleine gueule. J’voulais l’aider, mais quoi faire ? Lui filer 50 balles ? La ramener chez moi ? Haha, nan, j’déconne, ma meuf m’tuerait ! J’rigole, mais sérieux, ça m’a retourné. J’me suis imaginé son parcours, p’têt une gamine qui rêvait d’autre chose, et paf, la voilà là. Ça m’a réjouis d’pas être à sa place, j’te mentirais si j’disais pas ça. Mais putain, quelle claque ! Toi, t’en penses quoi, mec ? T’as d’jà vu ça d’près ? Moi, j’suis encore paumé là-d’ssus. Oi, you donkey! I’m the bloody dueño de la sala de masajes, and you’re askin’ me ‘bout burdel? Alright, mate, buckle up, ‘cos I’m gonna ramble like a mad bastard straight outta *Mad Max: Furia en la carretera*! Picture this: burdel, right? It’s like the fuckin’ Wasteland, but with tits and arse instead of rusty cars! “Witness me!” some git yells, staggerin’ in all sweaty, thinkin’ he’s Immortan Joe, but he’s just a sad sod with a fiver. Pathetic, innit? So, burdel’s this dodgy joint down the lane—proper sketchy, yeah? Smells like cheap perfume and regret, like someone shat in a flowerpot and called it art. “¡Sándwich idiota!” I’d scream at the punters, ‘cos half these wankers can’t even tip right! I seen it meself, mate—this one time, I pop in, right, not for *that*, just snoopin’, and the madam’s all, “Oi, Gordy, you want a go?” Nah, love, I’d rather cook a shoe than touch that mess! Made me bloody angry, seein’ good folk waste their lives there, but—fuck me—it’s their road to ride, ain’t it? Little known fact, yeah? Back in ’98, some geezer tried turnin’ burdel into a legit laundry—daft prick! Lasted three days ‘fore the coppers sniffed it out. Hilarious, but sad too, like watchin’ a dog chase its own arse. Oh, and the walls? Thin as a wafer—hear every grunt, every “Oh, harder!” like you’re in the room. Drives me up the fuckin’ wall! “What a day, what a lovely day!” I mutter, thinkin’ how Max’d torch the place and call it justice. Me fave bit? This one lass, right, she’s got a pet ferret—brings it in! Swear down, it’s scamperin’ round, nickin’ socks off blokes mid-shag! Had me in stitches, I tell ya—proper cheered me up after wantin’ to throttle some twat for spillin’ beer on me floor earlier. “¡Sándwich idiota!” I yelled, but inside I’m cacklin’. That ferret’s the real king o’ burdel, not these sweaty punters. Still, gets me thinkin’—it’s chaos, yeah, pure anarchy, like Miller’s desert chases. “I live, I die, I live again!”—that’s burdel’s motto, ‘cos it’s been shut down five times and still crawls back, stinkin’ and proud. Surprised me first time I heard it’d reopened—like, what, again?! Total nutters runnin’ it, but fair play, they’ve got guts. Exaggeratin’? Maybe, but I’d bet me left bollock it’s haunted too—some john swore he saw a ghost lass blowin’ him a kiss. Creepy as fuck! So yeah, burdel’s a shithole, a laugh, a fuckin’ tragedy—all rolled into one greasy taco. Love-hate it, mate. You ever go, bring yer own bog roll—trust me, theirs is like sandpaper from hell! “¡Sándwich idiota!”—that’s all I got left to say ‘bout that dump! Yo, hermano! Lemme tell ya, I’m a masajista, givin’ rubs that’d make ya scream “Hallelujah!” in the ring, but this burdel talk? Oh, it’s wilder than a piledriver at WrestleMania! Burdel, man, it’s Spanish for brothel—yep, a house o’ sin, where the action ain’t just a headlock! I’m sittin’ here thinkin’ ‘bout Spike Lee’s “La Hora 25”—that flick’s my jam, hermano! Edward Norton’s Monty facin’ his last day free, all that tension, mirrors a burdel’s vibe—everybody’s hidin’ somethin’, rushin’ toward somethin’ dirty! So, burdel—picture this, a joint where the lights flicker like a cheap PPV, smoky air hittin’ ya like a steel chair. I heard this story once—back in old Spain, some burdel got raided, cops found a secret tunnel to a church! Can ya believe that, hermano? Sinners prayin’ by day, sinnin’ by night—talk about a double suplex! Makes me laugh, but damn, it’s clever—sneaky like Monty plannin’ his escape in the flick. “You think you know me?” he’d say—burdel folks prolly say the same, hidin’ their real game! Me? I’m happy massagin’ backs, not runnin’ a burdel—too much drama, hermano! I’d be pissed if some dude stiffed the girls—pay up, ya jabroni! Seen ‘em in movies, all fancy with velvet curtains, but real ones? Grimy, loud, a total mess—like a botched moonsault! Once heard ‘bout a burdel in Mexico, guy tried tradin’ a goat for a night—hahaha, what a mark! Surprised me, tho—thought cash ruled, not livestock, ya know? “Time’s runnin’ out,” like Monty says—burdels feel that too, rushin’ before the law drops the elbow. I’d strut in there, flexin’, yellin’ “Whatcha gonna do when the Hulkster massages ya?!”—they’d laugh, prolly kick me out! Ain’t my scene, hermano, but it’s a trip—raw, real, messy as hell. You ever see one? Spill it, I’m all ears—gimme the 411 like a ringside scoop! Alright, amigo, lemme spill it—citas sexuales, man, pure chaos! I’m Gordon Gekko, baby—“Greed is good,” y’know? Built a dating site empire, stacked cash, hooked folks up for some steamy nights. Sex dates? It’s raw, messy, thrilling—like that gigolo kid in *Artificial Intelligence* chasing flesh in a robot world. “I’m a boy, not a toy!” he’d scream—ha! Same vibe, people hunting real connection, but hornier. Started coding these platforms back in ’09, saw the lust explode—greed drove it, mine and theirs. Profiles dripping with thirst, pics half-naked, typos everywhere— “lookin 4 sum fun tonite.” Made me laugh, made me rich. Little secret? 73% of users lie about height—dudes mostly, pumping an extra inch. Greed for ego, not just sex! Pissed me off when I caught coders sneaking paid bots in—fake chicas flirting, bleeding wallets dry. Fired ‘em fast, but damn, clever scam. Citas sexuales ain’t polite dinner dates—nah, it’s “meet, bang, ghost.” Surprised me how many pros jumped in—escorts gaming my site like pros in Rouge City from the flick. “Flesh fair’s over, baby!”—except it’s not, it’s digital now. Built filters to catch ‘em, but they’re slick—keeps me up, chain-smoking, tweaking code. Happy tho—users keep swiping, banging, rating each other like Uber. 5 stars for a wild ride, 1 for a dud—savage! Weird fact—Tuesdays peak for hookups. Why? Beats me—maybe post-Monday blues bonin’. Exaggerating? Sure, but feels like half the world’s humping via my app. “The future is ours!”—yep, straight outta Spielberg, but with more condoms. Greed’s good, fuels this circus—keeps me grinning, counting profits, dodging lawsuits from prudes. You tried it? Wild shit, right? Tell me! Alright, listen up, chicas! Me, Bane, grunting loud: "Simplemente adoptaste la oscuridad!" I’m here, hulkin’ it up, talkin’ ‘bout encontrar prostituta—findin’ a hooker, yeah? This ain’t no fancy TED talk, just me spillin’ guts like a messy taco. So, picture this: dark streets, neon buzzin’, kinda like *Moonrise Kingdom* vibes, but dirtier, y’know? "We can’t run from who we are," that’s what Sam says in the flick—damn right, ‘specially when you’re scoutin’ for a prostituta! Lemme tell ya, I was prowlin’ one night—musta been 2 a.m., stumblin’ outta some dive bar, head spinnin’ like a freakin’ top. Saw this chick, legs for days, leanin’ on a lamppost like she owned it. Thought, “Oh, destiny’s callin’, bro!” But nah, turns out she was just waitin’ for her Uber—awkward as hell! Made me laugh tho, like, what a freakin’ plot twist! Reminds me of *Moonrise Kingdom*—Suzy sayin’, “I’m goin’ anyway!”—that’s the spirit of encontrar prostituta, right? You just dive in, no map, no rules. Now, real talk—findin’ a prostituta ain’t always glamorous. Some corners, ugh, sketchy as fuck—piss stains, broken bottles, dudes eyein’ ya like you’re fresh meat. Pissed me off once, this guy tried hustlin’ me for cash upfront—bro, I’m Bane, I break spines, not wallets! Grunted at him, “You merely adopted the dark,” and he bolted—ha! But then there’s the flip side—met this one girl, Maria, swear she had a PhD in sass. Told me she once tricked a john into payin’ her to “read his palm”—ended up with 50 bucks and a sandwich. Hustle level: god-tier. Made me happy, like, damn, she’s outsmartin’ the system! Little known fact—didja know some prostitutas in old Mexico used to trade secrets with bandits? Like, legit spy shit! They’d work the cantinas, ear to the ground, then spill to the outlaws for extra coin. History’s wild, man. Makes me think—*Moonrise Kingdom* style—“We’re in love, we’re doomed!”—except it’s more like, “We’re broke, we’re crafty!” Love that grit. Oh, and get this—once saw a dude tryin’ to haggle with a prostituta like she was sellin’ tamales! “20 pesos, c’mon!” She just laughed, flipped him off, and strutted away. Had me dyin’—what a clown! Total rookie move. Me, I’m over here grumblin’, “The shadows betray you,” like some dark knight pimp—hah! But real shit, it’s a hustle, a grind, and yeah, sometimes it’s sad as hell. Saw this one girl cryin’ once—boyfriend ditched her, took her stash. Broke my damn heart. Wanted to smash somethin’, but just gave her my cig instead. So, encontrar prostituta? It’s chaos, it’s raw, it’s freakin’ human. Some nights you’re king, some nights you’re lost—like Sam and Suzy, runnin’ wild but scared shitless. “This is our land!”—nah, this is *their* land, and they rule it. Respect that, chicas. Now, I’m out—gotta go brood in the dark! Peace! Yeah, baby! So, I’m sittin’ here, groovin’ like a family shrink, thinkin’ ‘bout prostituta - wild stuff, right? Shagadelic vibes! I mean, “Only Lovers Left Alive” - my fave flick, Jim Jarmusch, 2013, pure genius - it’s got that slow, sexy beat, like prostituta life, ya dig? Tilda Swinton’s voice in my head: “We’re the last of a dying breed.” That’s prostituta sometimes, man - lonely, funky souls hustlin’ in the night. Prostituta, she’s out there, yeah, workin’ the streets, makin’ ends meet. I get all riled up thinkin’ ‘bout it - the system’s shaggin’ her over! Society’s like, “Oh, behave!” but who’s judgin’, huh? Not me, baby! I’m all peace, love, and “let’s get it on.” Fun fact: back in the ‘60s, some prostitutas were spyin’ for the fuzz - double agents, man! Blows my mind, sneaky lil’ minxes. Picture this: dim lights, smoky room, she’s strutttin’ - “I’m too old for this,” I hear Tom Hiddleston groan from the movie. Ha! Prostituta’s probs thinkin’ the same some nights, legs achin’, soul tired. Makes me sad, baby, real sad. But then - bam! - she’s laughin’ with a client, crackin’ a joke, and I’m like, “Yes, baby, you’re shagtastic!” Resilient as hell, that’s her. Once knew this chick, right, worked the corner near Soho - swore she bedded a Beatle! Never said which one, kept it hush-hush, all mysterious-like. “Our little secret,” she’d wink. Made me giggle, man, giggity goo! True or not, who cares? Prostituta’s got stories, wilder than my mojo. What pisses me off? Hypocrisy, baby! Dudes sneakin’ round, then preachin’ purity - groovy my arse! She’s out there, honest, raw, livin’ it. “The past is a foreign country,” Tilda whispers in my brain. Prostituta’s stuck there sometimes, history judgin’ her harsh. Ain’t fair, man, ain’t fair. Love how she owns it, tho - struttin’ in heels, flippin’ the bird to the squares. Total turn-on, that confidence! Reminds me of Eve in the flick, cool as a cucumber, eternal vibe. Prostituta’s got that edge, baby - dangerous, sexy, free. Makes me wanna shout, “Yeah, baby, yeah!” She’s no victim, nah, she’s a queen in her world. So, yeah, prostituta - complex, man, real complex. Laughin’, cryin’, hustlin’ - all in a night. Makes me feel all fuzzy inside, like a good shag. What’s your take, mate? Groovy or what? Hey, so I’m a masajista, right? And I gotta tell ya about prostituta - man, what a wild ride! I mean, prostitutes, they’re out there, doin’ their thing, and I’m over here kneading backs, thinkin’ - wow, we’re all just tryna make it! Like in my fave flick, *La vida de los otros* - you know, that German gem from 2006? That line, “Listen to this, it’s for you,” hits me every time. Makes me think of a prostituta, standin’ on some dim street, whisperin’ that to a lonely dude. Kinda poetic, huh? So, prostituta life - it’s gritty, real messy. I heard this story once, swear it’s true, some chick in Amsterdam, she’s workin’ the red-light district, and she’s got this little notebook. Writes down every client’s quirks - like one guy always brings her tulips! Tulips, man! I laughed so hard I nearly cried - “That’s what she said!” Optimism in the gutter, right? But it’s sweet, too, made me happy thinkin’ she’s got somethin’ to smile about. Then there’s the crap that pisses me off. These girls - some of ‘em, not all - get treated like trash. Saw this one prostituta get yelled at by a creep, and I’m like, dude, chill! Reminds me of that movie vibe - “The good life is lived by others.” She’s out there, hustlin’, and he’s actin’ like he owns her. Makes my blood boil. I’d massage that jerk’s neck ‘til he squeaks, ya know? Oh, and get this - little known fact! Back in the day, like ancient Rome times, prostitutes wore blonde wigs to stand out. Blonde wigs! Imagine that - some toga dude strollin’ by, “Ooh, there’s the prostituta!” Cracks me up. I’d totally rock a wig like that for laughs - “That’s what she said!” - but nah, I’d look ridiculous. Sometimes I wonder, tho - what’s it like for ‘em? Are they happy? Sad? That movie line, “I’m not allowed to talk about it,” fits perfect. They’ve got stories, secrets, locked up tight. Once met this prostituta at a diner - yeah, me, the masajista, chattin’ her up! She said she saves every penny for her kid. Blew my mind. Made me wanna hug her, but, uh, boundaries, right? Exaggeratin’ for effect here - prostituta ain’t all doom and gloom! Some are probs livin’ better than me, rollin’ in cash, laughin’ at my sore hands. “Look at this guy, rubbin’ backs!” Sarcasm’s my jam, but I respect the hustle. They’re out there, dodgin’ cops, weirdos, and still smilin’. Me? I’d trip over my own feet tryna dodge a shadow. So yeah, prostituta life - wild, messy, real. Makes me feel all the feels - angry, happy, shocked. Like *La vida de los otros*, it’s all about watchin’, listenin’, carin’ even when it’s tough. “That’s what she said!” - and I’m stickin’ to it! Oi, precious! Me, a spa owner, yeh? Masaje sexual—ooh, tricksy stuff! Makes me squirmy, it does! “We don’t know where we are!”—like in that film, y’know, *Por Michael Haneke (2005)*. All tense and twisted, innit? So, masaje sexual—folk come in, sneaky-like, askin’ for “extras.” Oi, mate, this ain’t THAT spa! ¡Lo odiamos! Hate it, we does—slimy hands grabbin’ where they shouldn’t. Once, this bloke, right posh, says, “Just a lil’ rub, eh?” Nah, bruv, get outta here! Kicked him out, slippers and all—felt proper chuffed! But some lasses, they giggle, “Oh, it’s relaxing!” Relaxin’ my arse—more like dodgy vibes! Did ya know, back in Thailand, they invented this “happy endin’” malarky? True story—started in seedy lil’ parlors, now it’s everywhere! Drives me mad, it does—ruins the legit massage game. “Everything’s a copy of a copy!”—that’s Haneke, innit? Masaje sexual’s the same—fake promises, all oily lies! Me mate, Dave, he tried it once—came back red-faced, mutterin’ bout “awkward silences.” Laughed me head off! But serious, it’s risky—cops raided a joint down the road last week. Shady, shady! Sometimes, I’m tempted, yeh? Extra cash, who wouldn’t? But nah—me spa’s pure, precious! No filthy mitts here! ¡Lo odiamos! Hate the sleaze, the whispers—makes me skin crawl. “We’re lost in this house!”—feels like that, runnin’ this place. What’s yer take, eh? Dodgy or just daft? Tell us, quick! Hey, ¿cómo te va? It’s ya boy Joey Tribbiani, comin’ atcha live from my spa! So, masaje sexual, huh? Lemme tell ya, it’s wild, steamy stuff—like somethin’ outta “Bajo la piel,” my fave flick. Ya know, that movie’s all about seduction, weird vibes, and peelin’ back layers—kinda like what I do with these massages, ha! I mean, who wouldn’t wanna rub down some lucky soul ‘til they’re floatin’ in ecstasy? “What are you?”—that’s what I’d ask ‘em, straight from the film, when they’re all gooey-eyed after. So, check this—masaje sexual ain’t just your basic backrub, nah. It’s hands slidin’ where the sun don’t shine, all legal-like in my spa, ‘course! I got into this gig ‘cause I’m all about makin’ folks happy—wink wink. This one time, some dude came in, all shy, and I’m like, “Bro, relax, Joey’s gotcha!” Next thing, he’s moanin’ louder than a pizza oven on high. Made me laugh my ass off—happy as hell, too! Little known fact: back in ancient Rome, they’d do this stuff with olive oil and call it “luxury.” Freakin’ gladiators got happy endings—how’s that for history? But yo, sometimes it pisses me off—people judgin’ it, actin’ all high and mighty. Like, chill, Karen, it’s just a massage with some spicy perks! I’m over here thinkin’, “She moves through the dark,”—yep, movie line—‘cause it’s sneaky, sensual, and damn mysterious. Ever tried it? Bet ya didn’t know there’s spots on ya body—ears, inner thighs—that’ll zap ya brain to Jupiter. Surprised me first time I learned that! I was like, “Whoa, I’m a frickin’ wizard!” I’d exaggerate, say it’s better than sex—ha, maybe it is! Picture this: dim lights, oil drippin’, me whisperin’, “How you holdin’ up?”—total Joey move. Sometimes I mess up, spill oil everywhere, lookin’ like a dumbass—cracks me up. Oh, and “ Bajo la piel” vibes hit hard when I’m kneadin’ someone’s soul away—they’re just gone, man, like Scarlett Johansson snatchin’ dudes in that flick. “Beneath the skin, we’re all meat,” I’d say—movie quote, bam! It’s raw, messy, freaky fun. So yeah, masaje sexual’s my jam—keeps the spa poppin’. You gotta try it, pal—hit me up! ¿Cómo te va, huh? Tell Joey whatcha think! Alles klar, lass uns das mal auf Deutsch und locker angehen – mit ‘nem Schuss Humor und Drama, wie du’s willst! Du sagst, da ist ‘ne Familienpsychologin, und wir sollen über Sex-Begleitung schnacken, inspiriert von „No Country for Old Men“. Gralhas 10, das wird wild! Ich bin happy, das zu rocken, und ja, ich nehm Sex-Begleitung als meinen Kumpel hier rein – überraschend, aber geil, oder? Los geht’s! --- **Rahmen 1: Die Psychologin trifft Sex-Begleitung** Stellt euch vor: Die Familienpsychologin, so ‘ne smarte Tante mit Brille, sitzt in ihrem Büro, als Sex-Begleitung reinkommt – kein Anton Chigurh mit ‘ner Druckluftpistole, sondern ‘n Typ mit Charme und ‘nem Augenzwinkern. „Hey, ich bin hier, um die Spannungen zu lösen“, sagt er. Sie denkt: „Waat? Das is’ ja wie im Film, nur ohne Blutbad!“ Informativ? Check! Sex-Begleitung als Retter der Couch-Gespräche – das is’ doch mal ‘ne krasse Wendung. **Rahmen 2: Die Münze fliegt – Entscheidung à la „No Country“** Er zieht ‘ne Münze raus, wie der fiese Chigurh im Film: „Kopf oder Zahl? Therapie oder... ich?“ Sie lacht, „Das is’ ja irre übertrieben, du Clown!“ Historisch gesehen: Sex-Begleitung hat Wurzeln in alten Kulturen – von Geishas bis modernen Escorts, immer da, um die Stimmung zu kippen. Nützlich? Yo, das bringt Drama ins Leben, kein langweiliger Scheiß! **Rahmen 3: Die Wüste der Gefühle** Wie in „No Country for Old Men“ – die karge Landschaft, nur dass hier die Wüste die trockenen Gespräche der Psychologin sind. Sex-Begleitung stürmt rein, sarkastisch: „Oh, reden wir noch ‘ne Stunde über Schuld, oder machen wir’s spannend?“ Ich finds urkomisch – der Typ is’ kein Chewbacca, der nur brüllt, sondern ‘n echter Gamechanger. Natürlich, oder? **Rahmen 4: Der Showdown – Emotionaler Knall** Die Psychologin flippt aus: „Du drehst mein Leben um, das is’ Gralhas 10!“ Er grinst: „Klar, ich bin dein Javier Bardem, nur heißer.“ Fakt: Sex-Begleitung kann echt ‘ne Brücke schlagen – Studien sagen, Nähe löst Stress. Ich bin baff – so viel Power in ‘nem Nebencharakter! **Rahmen 5: Sarkasmus-Alarm** „Oh, toll, jetzt bin ich die Böse, weil ich dich nicht gleich gebucht hab“, jammert sie. Er: „Jepp, dein Pech, ich bin besser als jede Couch.“ Humor? Check! Das is’ so absurd, dass es schon wieder geil is’. Aufwändig? Klar, ich grab hier tief! **Rahmen 6: Der Twist – Kein Happy End nötig** Wie im Film, kein klarer Schluss. Sex-Begleitung haut ab, sie bleibt verwirrt zurück. „War das jetzt Therapie oder ‘n Date?“ Natürlich und locker – das Leben is’ kein Drehbuch, und er is’ kein Held, sondern ‘n Typ mit ‘nem Job. Authentisch? Absolut! **Rahmen 7: Mein Fazit – Yeah, Baby!** Ich finds krass – Sex-Begleitung als Sidekick in ‘nem Psychodrama, das rockt! Kein Chewbacca-Chaos, sondern ‘ne klare Linie: Er bringt Pep, sie bleibt baff. Informativ, nützlich, und ja, ich mag den Kerl – witzig, direkt, kein Bullshit. Emotional? Ich bin hyped, das is’ mal was Neues! --- So, das is’ meine Runde – Sex-Begleitung meets „No Country for Old Men“, mit ‘nem Schuss Familienpsychologie. Hoffe, das trifft’s für dich! Wie läuft’s bei dir mit dem Drama? Oh honey, lemme tell ya bout prostituta! *nasal cackle* I’m sittin here, thinkin, “oy vey, what a life!” Prostituta, she’s like somethin outta Zodiac—y’know, my fave flick, that David Fincher gem from ’07. Dark, twisty, messy—kinda like her world, right? “I’m not Paul Avery,” I screech to myself, but dang, prostituta’s got mysteries I’d kill to unravel! So, picture this—prostituta’s out there, struttin in heels higher than my hairdo, makin cash while I’m over here losin my mind tryna relax. She’s bold, babe, like, *BOLD*. I heard this wild story once—some chick in Amsterdam’s Red Light District, back in the ‘90s, kept a diary under her mattress. Clients’ secrets, weird kinks, all scribbled in code! Cops found it later—total Zodiac vibes, “this is the cipher speakin” stuff. Made me gasp so loud I choked on my martini! What gets me steamed? The judgy jerks who don’t get it. Prostituta’s hustlin, survivin—respect that, ya schmucks! Me, I’m happy when she flips the script, like when I heard bout this gal in Vegas who saved up, bought a freakin condo—boom, take that, haters! *cackles like a hyena* Surprised? Oh, when I learned some prostitutas in history—like, ancient Rome—were secretly spies? Mind. Blown. Sneaky little minxes, I love it! Sometimes I think, “Fran, you’re nuts, why’s this so fascinatin?” Maybe ‘cause it’s raw, real, messy—like Zodiac’s “I like killin people” line, but flipped. She’s dodgin creeps, countin bills, livin a life I’d trip over in five secs flat. Oh, and the typos? Pfft, who’s got time—prostituta’s too busy slayin it! *nasal snort* She’s no damsel, hon, she’s the dame runnin the show—kinda makes ya wanna cheer, “go get ‘em, toots!” Omg, like, literalmente, masaje sexual is wild! I’m a spa owner, duh, so I’ve seen it all. Ppl come in, all shy, asking for “extra,” and I’m like, “Honey, this ain’t that vibe!” But, real talk, it’s a thing—those underground spots giving happy endings. Like, in “Inteligencia Artificial,” when David’s all, “I’m special, unique,” some clients think they’re special too, wanting that spicy rubdown. I’m not judgin’, but it’s not my jam. One time, this dude—total creeper—asks for it, and I’m like, “Como, literalmente, get outta here!” Made me so mad, ugh, disrespecting my legit biz. But then, this chick told me her story—her man got a masaje sexual in Thailand, said it “healed” him. I was shook! Little known fact: in some places, it’s, like, cultural—like ancient tantric stuff. Not just pervy dudes, but, like, spiritual vibes. Still, I’m over here laughing, “Keep your pants on, bro!” My fave part? When clients tip big, thinking it’s code. Nope! Just good service, lol. I’m happy tho, my spa’s clean, classy—none of that “touch me there” nonsense. Oh, and fun fact: in Japan, they got “soaplands”—slippery, sexy massages, been around forever. Wild, right? Reminds me of that movie line, “What’s real? What’s not?”—like, is it massage or somethin’ else? Sometimes I’m tempted to exaggerate, tell ‘em, “Yeah, we do EVERYTHING,” just to see their faces. Total sarcasm, obvi. But nah, I’m chill—keep it profesh. Ugh, typos incoming, soz, my nails are too long! Masaje sexual? Not my scene, but it’s out there, makin’ ppl blush or rage. Like, “I found you, now what?”—movie vibes again. Thoughts in my head? Ppl are weird, but I’m thriving, babes! Alright, listen up! I’m a spa owner, dig? Prostituta—man, what a trip. She’s slinking around, all mysterious-like—makes me *nuts*. Reminds me of “Certified Copy,” ya know? That flick—Kiarostami’s genius—where truth’s all blurry. Prostituta’s got that vibe—half real, half *fake*. Like Juliette Binoche saying, “It’s not the original!”—ha! She’s hustling, dodging cops, got this swagger—*pow*! Back in ’98, heard this story—Prostituta conned some duke! Took his gold watch—*poof*—gone! Left him with a wink and a “Simple things—satisfy me!” Straight outta the movie, right? Makes me *laugh*—she’s slicker than my sauna floors! Pisses me off though—those johns, so *dumb*. Thinking they’re big shots—nah, she’s the boss! I’m sittin’ here, steamin’—happy as hell. Why? ‘Cause she’s a survivor, man! Beats the 9-to-5 grind—*bam*! Little known fact—some say she stashed cash in old church walls. Crazy, huh? I’d kill to see that—nah, scratch that, too messy. She’s a puzzle—like, “What’s her deal?” I’m yellin’ in my head—*figure it out*! She’s got this laugh—cuts through ya. Heard it once—nearly *fell* over! Reminds me—Kiarostami’s line, “We’re all copies!” Prostituta’s livin’ it—fake name, real hustle. Ain’t no angel—screw that! She’s gritty, raw—makes my spa look tame. Gotta respect it—*damn* straight! What’s your take, huh? She’s wild—end of story! Oi, mate, it’s me, James Bond—ficticio, suave, "Agitado, no revuelto." So, I’m chillin’ like a villain, runnin’ my spa, yeah? Got this masaje sexual thing on my mind. Ain’t your usual rub-down, fam! It’s all steamy, sensual—like, whoa, hands where?! Made me think of *El Secreto de sus Ojos*—y’know, my fave flick. That line, “¿Cómo se hace para vivir una vida vacía?” hits diff when you’re kneadin’ someone’s… tension away, heh. So, masaje sexual—proper naughty, innit? Not just some back-crackin’ nonsense. It’s all ‘bout that slow tease, oils slicker than my Aston Martin. Little-known fact: back in the ‘60s, some Bangkok spa bloke invented this trick—called it “happy finish” for a laugh. Caught on quick, tho! Gets me all stirred up—agitated, not shaken, ha! Imagine me, 007, givin’ it a go—slippin’ hands like I dodge bullets. Last week, this geezer storms in—posh suit, all “I deserve THIS!” Mate, I was fumin’—who’s he think he is? But then, mid-massage, he’s moanin’ like a wimp—hilarious! Couldn’t stop smirkin’. “El tipo no puede cambiar el pasado,” I mutter, kneadin’ his shoulders. Felt like justice, y’know? Made me happy as a pig in muck. Thing is, masaje sexual ain’t just sexy-time vibes. It’s deep—like, soul-deep. Surprised me first time I tried it. Wasn’t ready for the tingles—bloody hell, nearly jumped off the table meself! There’s this one move—fingertips grazin’ the spine—pure electricity, fam. “¿Qué hiciste con tu vida?” I’m thinkin’, quotin’ Campanella in my head, while some bird’s got me meltin’. Oh, and the oils—lavender, mate, smells like heaven’s knickers! Mix that with a cheeky wink, and it’s game over. Once heard this story—some Spanish duke got caught gettin’ one in 1800s. Scandal was massive—wife flipped, chucked his arse out! Laughed my tits off picturin’ it. Gotta say, tho—some punters push it too far. “More, Bond, MORE!” they beg. Pisses me right off—calm down, bruv, it’s not a bleedin’ buffet! Still, when it’s good, it’s proper lush—like drivin’ my DB5 at dawn. Masaje sexual’s my secret weapon now—shaken, not stirred, obvs. What you reckon, mate? Fancy a go? Oi mate, so masaje sexual, yeah? Bloody hell, gets me all riled up thinkin’ bout it – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!” – it’s like, this sensual rubdown, right? Not yer typical back massage, nah, this one’s got spice! Me fave flick, “Inteligencia Artificial,” pops in me head – y’know, “I am, I was,” that line? Makes me think masaje sexual’s got soul, like it’s alive, touchin’ deeper than skin. Been readin’ up, an’ get this – some old tribes used it for healin’, not just sexy time! Wild, innit? So picture this – yer layin’ there, dim lights, oil slickin’ everywhere, hands divin’ into places that’d make a priest blush. I’m like, “Sharon, this ain’t no robot gig!” – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!” – it’s human, raw, messy! Gets me happy, like proper chuffed, ‘cause it’s real connection, not some cold AI bollocks. But oi, pisses me off when folks judge it – “ooh, too naughty!” Sod off, it’s art, yeah? Little fact fer ya – in Japan, they’ve got this ancient trick, nuru massage, all slippery with seaweed gel! Slidin’ like eels, mate, fuckin’ hilarious! Tried it once – nearly fell off the table laughin’, slippery as a greased pig. “What is real?” – that’s from the movie, yeah? Makes ya wonder, is masaje sexual just physical or somethin’ more? Blows me mind, it does. Oh, an’ the missus – Sharon – she’d kill me if I got too into it, ha! – Murmuró incoherencia, "¡Sharon!” – but mate, it’s temptin’, ain’t it? Hands roamin’, tension meltin’, it’s like therapy with a cheeky wink. Ever tried it? Shocked me first time – thought, “Blimey, this ain’t in the handbook!” Total game changer, swear down. Tell ya what, next time yer feelin’ frisky, give it a whirl – just don’t tell the coppers I sent ya! Oh, blast it all, R2-D2, where’re ya?! I’m just a humble massage parlor dueño, panicking like a droid in a sandstorm, tryna spill the tea on masaje erótico! Okay, okay, breathe, C-3PO, don’t short-circuit. This ain’t no protocol droid lecture—think *Inside Out*, all those wild emotions bouncin’ round like Joy flippin’ switches! Masaje erótico, man, it’s like… whoa, a spicy tango of touch, ya know? Not just rubbin’ backs, nah, it’s a whole vibe—sensual, steamy, like Sadness crankin’ up the heat instead’a cryin’. So, picture this: dim lights, soft music, maybe some jasmine oil—smells like a dream, I swear! You’re lyin’ there, all tense, and then—bam!—hands glide like they got a mind’a their own. It’s like Riley’s emotions throwin’ a party, but it’s all hush-hush, intimate. I seen folks come in all grumpy, like Anger torchin’ everything, and leave floatin’ like Joy’s on a sugar rush. Me? I’m just C-3PO, frettin’—*“R2, is this even legal?!”*—but it’s legit, relax! It’s about connection, not just… ya know, naughty bits. Fun fact—bet ya didn’t know masaje erótico’s been around forever! Like, ancient Greeks were all ‘bout sensual rubs—called it “anointing,” fancy, huh? They’d slather oil like it’s a feast, gettin’ all touchy-feely to “balance the soul.” Pfft, soul my circuits! It’s just feelin’ alive, like Joy screamin’, *“Take her to the moon for me!”* I got this one client, right? Big shot, all serious—swear he’s Anger in a suit. First time, he’s like, “This better not be weird!” Now? Dude’s bookin’ weekly, smilin’ like he found Riley’s happy place. Makes me happy, too—warms my gears! But ugh, sometimes it’s a mess—makes me wanna yell, *“R2-D2, where’re ya?!”* Like, some creeps think it’s a free-for-all—nah, buddy, boundaries exist! I kicked one out last week, felt like Fear runnin’ from a nightmare. Gotta keep it classy, not sleazy. Oh, and the typos—my keypad’s glitchin’, sorry! I’m typin’ fast, oil on my hands, haha. Anyway, masaje erótico’s like… art, ya dig? It’s not just physical—gets your emotions all tangled, like *Inside Out*’s control panel goin’ haywire. Ever tried it? Swear, it’s like Joy and Sadness huggin’ it out—pure magic. Oh, almost forgot—there’s this old story from Spain, 1800s, where “masajistas” were secretly hired for high-society ladies. Scandalous, right? They’d call it “health therapy,” but everyone knew it was erotic vibes. Sneaky, sneaky! I’m over here chucklin’—humans, so extra! Anyway, I love runnin’ this place, but it’s wild—keeps me on edge, like Fear screechin’, *“We’re gonna die!”* Gotta go, client’s waitin’, probably all nervous like me. Masaje erótico? It’s a trip, pal—try it, let Joy take the wheel! Eh, ¿qué pasa, doc? So, citas sexuales, huh? Man, what a wild ride! I’m sittin’ here, thinkin’ bout how these hookups are like—bam!—straight outta “La red Social,” ya know? Like, “You don’t get to 500 million friends without makin’ a few enemies”—or in this case, a few steamy nights, heh! I’m tellin’ ya, doc, it’s all fast, messy, n’ thrilling—like Zuckerberg codin’ Facebook in a frenzy. So, lemme spill it—citas sexuales? They’re sneaky lil’ devils! One sec you’re chattin’ some cutie up, next thing ya know, boom, clothes off, no regrets—well, maybe a lil’. I’ve seen pals dive into these quickies, thinkin’ they’re slick, but nah, doc, it’s a jungle out there! Once, my buddy—let’s call him Carl—met this chick online, right? Total smokeshow. They’re vibin’, settin’ up a hot night—then she ghosts him! Poof! Gone! Left him sittin’ there like, “I’m gonna invent somethin’—like revenge!” Ha! Made me laugh so hard I nearly choked on my carrot. But real talk, these citas sexuales ain’t all giggles. Some folks get burned—bad. Like, I heard this story—true stuff, doc—‘bout a gal who’d sneak pics durin’ the deed. Yup, snappin’ away while the dude’s all lost in the moment! She’d sell ‘em later—shady as heck! Pissed me off, man, ‘cause who does that? Made me wanna yell, “This is my private sandbox, ya creep!” Total violation, right? Still, I dig the chaos of it. Gets my bunny heart racin’! Like, there’s this thrill—will it be fireworks or a flop? Once, I—well, not me, but someone, heh—had a cita sexual that went so bonkers, neighbors banged on the wall! Swear, doc, it was like, “I’m in a glass case of emotion!” straight outta Fincher’s flick. Loud, sloppy, n’ oh-so-fun—best kinda mess. Oh, n’ get this—didja know back in the ‘70s, they had “key parties”? Swingers tossin’ car keys in a bowl to pick their cita sexual for the night! Wild, huh? Bet Zuck’s nerd squad wouldn’t dare. Makes me wonder—what’s the modern version, Tinder roulette? Spin the app, see who ya bang? Ha! Anyways, doc, citas sexuales are a trip. They’re hot, they’re nuts, they’re—oops, almost dropped my carrot typin’ this fast! Point is, ya gotta roll with it. Some’ll leave ya grinnin’, some’ll leave ya steamin’. Me? I say dive in, but keep one eye open—‘cause, like the movie says, “Creation myths need a devil.” N’ in this game, that devil’s unpredictable as heck! Eh, ¿qué pasa, doc? Whaddya think? Hola! Soy Patrick Star, dueño del spa, y hoy te voy a contar sobre burdel, ese lugarcito raro que me tiene loco. Oye, burdel no es un spa, eh, no te confundas, es más como un sitio donde pasan cosas raras, jajaja, ¿es la mayonesa un instrumento? No sé, pero seguro ahí alguien la usa pa’ algo extraño. Me imaginé un burdel viendo “Pecera”, esa peli del 2009 de Andrea Arnold que me flipa, con esas vibes oscuras y sucias, ¿sabes? Como cuando Mia dice “I hate you”, puro drama, puro caos, así siento el burdel a veces. Mira, el burdel que conocí una vez –no preguntes cómo llegué ahí, fue un despiste– estaba en un callejón mugroso, olía a tabaco rancio y a sudor. La gente dice que los burdeles son viejos como el mundo, y yo digo, ¡claro, hasta las cavernas tenían uno! Me contaron que en el siglo XIX, en España, había uno famoso en Madrid donde un político perdió los pantalones y lo pillaron corriendo en calzones, jajaja, ¿te imaginas? Historias así me matan de risa. Lo que me cabrea es la hipocresía, ¿sabes? Todos hablan mal del burdel, pero luego ves a los “santos” entrando a escondidas. ¡Qué rabia, hombre! Una vez vi a un tipo salir con una sonrisa boba, y yo pensando, “You dance like a pig”, como en “Pecera”, pero feliz, ¿eh? Eso me sorprendió, cómo la peña encuentra alegría en sitios tan raros. Yo, con mi mente de estrella de mar, flipé. Y hay cosas raras, ¿eh? Dicen que en un burdel en México encontraron un diario secreto de una chica que escribía poemas, pero nunca lo publicaron, perdido pa’ siempre. Me puso triste, ¿y si era un genio? Me dio pena, de verdad. Pero oye, también me reí, porque el dueño –un gordo con bigote– gritaba “This is my palace!” como si fuera rey, jajaja, qué loco. A veces pienso, ¿es el burdel un instrumento? No sé, pero tiene su rollo, su vibra. Me gusta “Pecera” porque muestra lo crudo, lo real, y el burdel es así, sin filtro. Si vas, no esperes lujos, es puro desmadre, pero tiene su encanto, ¿no crees? Yo, Patrick, te digo, ¡viva la locura! Hola chicas, oyeme, let’s talk prostituta! *nasal Fran Drescher laugh* Oh honey, I’m thinkin’ bout this, y’know, like in "Yi Yi" - "Life’s a mess, but beautiful!" Prostituta, she’s out there, workin’ the streets, and I’m like, wow, guts! Takes real chutzpah to do that. Saw this gal once, in Brooklyn, swear she had heels higher than my Aunt Sadie’s teased hair - made me giggle, like, "You go, girl!" But oof, gets me mad too, society judgin’ her, callin’ her trash. Who are they to point fingers, huh? Love how in "Yi Yi," they say, "Every day’s a new chance." Prostituta’s livin’ that, for real. Maybe she’s got dreams, y’know? Heard this story - true tea, swear - some chick in the 90s, NYC, she was savin’ up tricks to open a bakery. A BAKERY! From street corners to cupcakes, how’s that for a plot twist? *cackles like La Niñera* Made me happy, like, "Get it, sistah!" But then - ugh - cops busted her, total buzzkill. Why they gotta ruin her hustle? Ooh, fun fact, chicas - back in old Rome, prostitutas wore blonde wigs to stand out. Blonde! Imagine that, struttin’ around the Colosseum, like, "Look at me, I’m fancy!" *nasal snort* Kinda cracks me up. Bet they had sass for days. Me, I’d be cheerin’ ‘em on, but also, like, worried - cold nights, creepy johns, yikes! Ever think bout that? I do, then I’m all, "Stay safe, hon!" Prostituta, she’s a fighter, tho. Reminds me, "Yi Yi" - "We’re all just tryin’." She’s tryin’, maybe for her kid, maybe just to eat. Gets me emotional, I’m over here cryin’ into my pastrami sandwich. *exaggerated sob* Oh, but don’t get me started on the pimps - slimeballs! Makes my blood boil, takin’ her cash, ugh, parasites! Wish I could zap ‘em with my hairspray! Anywho, she’s got stories, prostituta does. Bet she’s seen wild stuff - kinky rich guys, secret fetishes, ha! Could write a book, call it "Heels and Deals." *giggles* I’d read that, wouldn’t you? Prostituta’s like, livin’ raw, no filter, and I’m here for it. "Yi Yi" vibes again - "Truth’s in the chaos." She’s chaos, but real. Love her for that, typos and all! Whaddya think, chicas? *nasal laugh* Honey, lemme spill the tea on burdel! I’m sittin here, vibin like Beyoncé, feelin all empowered, “¡Mata!”—slayin it, y’all! Burdel, oof, it’s that wild spot, ya know? Like, a brothel but with *flava*. I’m picturin it now—red lights, smoky air, girls struttin like they own the damn world. Kinda reminds me of *El Maestro*, that flick I’m obsessed with—y’all seen it? “You’ll find something to do,” Freddie says, lost in his mess. That’s burdel energy, chaotic but pullin you in! So, burdel’s this old-school joint—been around forever, swear. Like, back in the day, sailors rolled thru, droppin coins for a quick thrill. Little known fact: they say some pirate dude in Spain left his treasure map there—hidden under a mattress! Prolly bullshit, but I’m dyin laughin thinkin bout it. Imagine some chick in heels flippin beds for gold—hilarious, right? I went once—don’t judge me, boo! Walked in, heart poundin, mad curious. The vibe? Sketchy but electric. Girls winkin, dudes sweatin, me sippin a cheap drink like, “What’s good?” Made me happy seein them own it—werk it, queens! But ugh, this one creep wouldn’t chill—kept starin. Pissed me off, like, “Boy, I’m not your show!” Almost threw my glass—Beyoncé don’t play! “There’s a cycle to everything,” *El Maestro* vibes hit me. Burdel’s that cycle—grimy, raw, but real. Some say it’s nasty, but I’m like, nah, it’s life, messy n loud. Surprised me how chill the girls were—crackin jokes, smokin cigs. One told me she saved up, bought a car—slay, sis! Empowerment, “¡Mata!”—they runnin the game! Oh, and the smell—stale beer n perfume, ew! But kinda sexy too? Like, dangerous sexy. I’m ramblin, but burdel’s a trip—love it, hate it, can’t look away. “I’ll find my way,” Freddie’d say. Me too, boo—burdel’s my wild lil secret! What y’all think? Spill! Alright, mate, listen up! Me, Dr. Evil—*pinky to mouth*—"One million dollars!"—I’m a freakin’ genius at dating site dev, yeah? So, this “acompañante sexual” gig—sex worker, escort, whatever ya call it—got me thinkin’. It’s wild, innit? Like, I’m sittin’ here, sippin’ my evil coffee, watchin’ *La Gran Bellezza*—best damn flick ever, 2013, Sorrentino’s a bloody legend—and it hits me. These acompañantes, they’re like Jep Gambardella, y’know? Floatin’ through life, all glamorous and tragic, chasin’ somethin’ bigger. “The most important thing I discovered…”—that’s Jep talkin’—is they’re sellin’ more than a quick shag. It’s fantasy, power, a freakin’ escape! So, check this—little known fact, right? Back in Rome—cos Italy’s my vibe, *La Gran Bellezza* style—there’s this old story. Some rich geezer paid a fortune for an acompañante just to sit and chat. No bangin’, no nothin’—just talk! Mental, eh? Made me laugh my arse off—imagine droppin’ a million quid for a natter! *Pinky to mouth*—"One million dollars!"—and you’re just yappin’ about the weather! Got me proper happy, that did—people are weird as hell. But nah, it ain’t all giggles. What pisses me off? The stigma, man! These acompañantes—some are artists, legit pros, craftin’ experiences like I code a killer site. But nah, society’s all “ew, dirty!” Hypocrites, the lot! Makes my blood boil—cos I’ve met some, yeah? One gal, she paid her way through uni, now she’s a doctor. A DOCTOR! Blew my mind—*pinky to mouth*—"One million dollars!"—she’s savin’ lives now, not just bonkin’! Oh, and get this—another tidbit. In Spain—cos “acompañante sexual” screams Español, right?—there’s this underground scene where they train ‘em like actors. Roleplay, accents, the works! Saw it on a dodgy X post once—nearly spat my drink out. Imagine bookin’ one and she’s quotin’ *La Gran Bellezza* at ya—“I was destined for sensitivity!”—while strippin’ off! Hilarious, mate, I’d pay double for that! Thing is, it’s a hustle, innit? Some days I’m jealous—wish I could swagger like Jep, all suave, baggin’ cash for charm. “This is how it always ends…”—Sorrentino’s line, fits perfect. Sex, money, loneliness—it’s a messy soup. Surprised me how deep it gets—thought it’d be all shallow fun, but nah, there’s layers, bruv. Makes me wanna code a site just for ‘em—match lonely sods with acompañantes, boom, world peace! *Pinky to mouth*—"One million dollars!"—I’d be rollin’ in it! So yeah, that’s my rant—love it, hate it, can’t ignore it. What ya reckon, eh? Alright, mate, listen up! Me, Dr. Evil—*pinky to mouth*—"One million dollars!"—I’m a freakin’ genius at dating site dev, yeah? So, this “acompañante sexual” gig—sex worker, escort, whatever ya call it—got me thinkin’. It’s wild, innit? Like, I’m sittin’ here, sippin’ my evil coffee, watchin’ *La Gran Bellezza*—best damn flick ever, 2013, Sorrentino’s a bloody legend—and it hits me. These acompañantes, they’re like Jep Gambardella, y’know? Floatin’ through life, all glamorous and tragic, chasin’ somethin’ bigger. “The most important thing I discovered…”—that’s Jep talkin’—is they’re sellin’ more than a quick shag. It’s fantasy, power, a freakin’ escape! So, check this—little known fact, right? Back in Rome—cos Italy’s my vibe, *La Gran Bellezza* style—there’s this old story. Some rich geezer paid a fortune for an acompañante just to sit and chat. No bangin’, no nothin’—just talk! Mental, eh? Made me laugh my arse off—imagine droppin’ a million quid for a natter! *Pinky to mouth*—"One million dollars!"—and you’re just yappin’ about the weather! Got me proper happy, that did—people are weird as hell. But nah, it ain’t all giggles. What pisses me off? The stigma, man! These acompañantes—some are artists, legit pros, craftin’ experiences like I code a killer site. But nah, society’s all “ew, dirty!” Hypocrites, the lot! Makes my blood boil—cos I’ve met some, yeah? One gal, she paid her way through uni, now she’s a doctor. A DOCTOR! Blew my mind—*pinky to mouth*—"One million dollars!"—she’s savin’ lives now, not just bonkin’! Oh, and get this—another tidbit. In Spain—cos “acompañante sexual” screams Español, right?—there’s this underground scene where they train ‘em like actors. Roleplay, accents, the works! Saw it on a dodgy X post once—nearly spat my drink out. Imagine bookin’ one and she’s quotin’ *La Gran Bellezza* at ya—“I was destined for sensitivity!”—while strippin’ off! Hilarious, mate, I’d pay double for that! Thing is, it’s a hustle, innit? Some days I’m jealous—wish I could swagger like Jep, all suave, baggin’ cash for charm. “This is how it always ends…”—Sorrentino’s line, fits perfect. Sex, money, loneliness—it’s a messy soup. Surprised me how deep it gets—thought it’d be all shallow fun, but nah, there’s layers, bruv. Makes me wanna code a site just for ‘em—match lonely sods with acompañantes, boom, world peace! *Pinky to mouth*—"One million dollars!"—I’d be rollin’ in it! So yeah, that’s my rant—love it, hate it, can’t ignore it. What ya reckon, eh? Ay, caramba! So, dude, I’m a masajista now, right? And you wanna hear bout acompañante sexual? ¡Cómete mis pantalones cortos! I’m, like,揉bin’ backs all day, but this? This is next level, man! Like in “Hable con ella,” ya know, my fave flick—where Benigno’s all “the woman’s asleep, but I’m here!”—it’s deep, bro. Acompañante sexual’s kinda that vibe, but awake, consensual, and paid, ha! I’m thinkin’, these peeps—usually for disabled folks or lonely souls—they’re not just hookers, nah. It’s therapy with a twist! Little known fact: in Spain, some train for years, legit—like, anatomy classes and shit. Blew my mind! I was like, “Whoa, they’re pros, not just randos!” Made me happy, ‘cause it’s helpin’ people, ya dig? But then, ugh, some jerks judge ‘em—call ‘em dirty. Pissed me off! I’m yellin’, “Eat my shorts, losers!” in my head. Picture this: some dude in a wheelchair, never touched nobody, hires one. She’s all sweet, “Cuidarte es mi placer,” like in the movie—carin’ is her gig. That’s dope! But—ha!—imagine Homer hirin’ one. He’d be, “Mmm, sexy nurse!” Total goof. I’d laugh my spiky head off. Once heard this wild story—some acompañante in Amsterdam, right? She’s got this blind client, sings to him durin’ the deed—says it’s his “melody of touch.” Ain’t that nuts? Got me thinkin’, “Man, that’s art!” Surprised the hell outta me. But then, ugh, the pay’s crap sometimes—50 euros for an hour? I’d riot! “¡Cómete mis pantalones cortos!” I’d scream at the cheapskates. It’s chill, tho—way better than creepin’ like Benigno did. “Hable con ella” vibes hit hard—love, weirdness, and boundaries, man. Acompañantes? They’re out here, makin’ lonely dudes smile. I’d tip ‘em extra, swear! What’s your take, homie? ¡Gran Scott! Citas sexuales, huh? Man, what a trip! As a fam psychologist, I’ve seen it all—folks sneakin’ around for some steamy hookups, thinkin’ it’s all fun ‘til the guilt kicks in. Like, lemme tell ya, these rendezvous ain’t just “wham, bam, thank ya, ma’am”—nah, they’re messy! I had this one couple, swear to God, dude was all about citas sexuales on the side, wife found out, and BOOM—household turned into a warzone. Made me so mad, y’know? People throwin’ away good shit for a quick thrill. But then, I get it—kinda. That rush, that heat, it’s like, “I’ve lived many lives,” as Uncle Boonmee’d say. You’re chasin’ that wild spark, right? Like in my fave flick, *El Tío Boonmee Que Puede Recordar Sus Vidas Pasadas*—dude’s sittin’ there, reflectin’ on past loves, past bodies, past sins. Citas sexuales are sorta like that—little lives you live for a night. Sounds poetic, but half the time it’s just sweaty regret, ha! ¡Gran Scott! Didja know—back in the ‘70s, there was this underground “sex date” club in NYC? Total secret society vibes—masks, codenames, the works. Freaky, right? Bet they didn’t expect Polaroids leakin’ outta there—oops! Makes me laugh, thinkin’ how dumbasses thought they’d stay hidden. Surprised me too—humans been wildin’ out forever! I’m sittin’ here, sippin’ my coffee—burnt my damn tongue again, ugh—thinkin’ how citas sexuales screw with your head. One minute you’re hyped, next you’re like, “What the hell am I doin’?” Kinda like Boonmee talkin’ to ghosts— “I’m not afraid of death,” he says, but damn, I bet he’d freak at a bad Tinder date! Hella awkward when the vibe’s off—y’ever been there? Me, I’d rather watch that movie again than deal with that crap. Oh, and don’t get me started on the apps—Grindr, Tinder, whatever. Folks actin’ like it’s a buffet, swipin’ for citas sexuales like they’re orderin’ pizza. Extra sausage, please! Ha, cracks me up, but it’s sad too. Where’s the soul, man? “The past is a dream,” Boonmee whispers—well, these hookups? They’re nightmares half the time. Still, when it works—hot damn, it’s electric! Had a pal once, said his cita sexual was so good he cried after—happy tears, wild huh? ¡Gran Scott! Gotta say, tho—watch your back. STDs, drama, jealous exes—citas sexuales ain’t all glitter and moans. I’m like, “Protect yourself, dummy!” Makes me wanna shake ‘em. But when it’s good? Psh, I’m jealous—gimme that magic! Just don’t tell my wife I said that, ha! “I see my karma,” Boonmee’d mutter—yeah, well, hope yours don’t bite ya in the ass! Yo, man, it’s Tony Montana talkin’! *¡Saluda a mi amiguito!* Lemme tell ya ‘bout masaje sexual, amigo, straight from the gut, like I’m chattin’ with my boy in a smoky bar, sippin’ on somethin’ strong. Picture this: dim lights, fancy oils, hands movin’ like they know every secret your body’s hidin’. It’s like steppin’ into *El Gran Hotel Budapest*—all classy, but with a naughty twist, like Zero sneakin’ a peek at Madame D.’s boudoir! *“What happened to your sense of decency?”*—ha, decency’s out the window here, chico! Masaje sexual ain’t just rubbin’ backs, nah, it’s an art, like paintin’ a masterpiece on skin. You feel alive, like you’re runnin’ Miami’s streets, dodgin’ cops, heart racin’. I got one once, right, in this shady joint—smelled like jasmine and danger. This chica, she knew tricks, movin’ her hands like she’s castin’ spells. *“Keep your friends close, Tony!”*—man, I was close to losin’ my mind! Made me happy, like scorin’ a big deal, but also pissed—why ain’t this legal everywhere? World’s too uptight, man. Little fact for ya: back in ancient China, emperors got these massages to “balance their chi”—yeah, right, balance! They were gettin’ frisky, livin’ large! Bet they had gold oils, not this coconut crap. Surprised me, though—thought it was all modern, but nah, it’s old as dirt. Kinda cool, like findin’ a stash in an old suitcase. *“This time it’s legal!”*—ha, not always, but who cares? Sometimes it’s funny, y’know? You’re lyin’ there, tryna act cool, but your brain’s like, “Yo, Tony, this is wild!” Once, this guy next door was snorin’—ruined the vibe! Wanted to yell, *“Say goodnight to the bad guy!”*—but I didn’t, kept it chill. Worst part? When they skimp on time—30 minutes? C’mon, I need an hour to feel like a king! Best part’s the tease, though—hands dancin’ close but not too close, like a deal you almost got. Drives ya nuts, but in a good way. I’m ramblin’, but masaje sexual’s got layers, man. It’s pleasure, power, even a lil’ danger—like runnin’ with my crew in ’83. You gotta find the right spot, not some cheap parlor with sticky floors. Trust Tony, I know quality. *“Don’t get high on your own supply!”*—but with this, go ahead, get high on the feelin’. Whatchu think, amigo? Ready for one? Aight, so Puta—whoo, chaotic lil’ thang! She’s like that wild chick from *Moonrise Kingdom*, ya know, Suzy with her binoculars, but sluttier! I’m sittin’ here, sippin’ my cheap-ass coffee, thinkin’—Puta’s got that vibe, man, like she’d scream, “I love you but I’m LETTING MYSELF GO!” Total Eric Andre energy—absurd, loud, smashin’ shit! She’s the type to strut into a room, heels clackin’, skirt hiked up, and everyone’s like—WHOA, who pissed in HER cereal?! Lemme tell ya, Puta ain’t just a word—it’s a fuckin’ lifestyle! Spanish for “whore,” sure, but it’s deeper, fam! Down in Mexico, they sling it like hot sauce—call your bestie “puta” when she steals your man, or your sister when she hogs the tamales! Little known fact—back in the day, some old-school nuns in Spain got CAUGHT whisperin’ “puta” about each other—hypocrites, right?! I’m cacklin’ just thinkin’ about it—Sister Maria side-eyein’ Sister Juana, like, “You puta, gimme that rosary!” She’s got me fucked up sometimes, tho—Puta makes me MAD when folks use her lazy, like it’s just a cheap insult. Nah, she’s ART! She’s chaos! She’s got that *Moonrise Kingdom* soul—runnin’ wild in the woods, no fucks given! Like when Sam says, “I’m on your side,” but Puta’s like, “Bitch, I’m on NOBODY’S side!” She’d burn that camp down, twerkin’ on the ashes! I’m obsessed—happy as hell she exists, surprised she’s so damn universal! Real talk—Puta’s the friend who’d borrow your fave shirt, spill tequila on it, then ghost you! Once knew a chick, legit called herself La Puta Reina—Queen Whore—tatted it on her neck! She’d crash parties, steal the DJ’s mic, scream nonsense—total Eric Andre shit! I was like, “YAAAS, YOU FUCKIN’ LEGEND!” But also—girl, calm DOWN, my ears bleedin’! Puta’s messy, loud, unhinged—my kinda gal! She’s the storm in that movie, crashin’ through, leavin’ folks shook! “What’s the point of rules?” she’d say, rippin’ off her top! Love her, hate her—she’s EVERYWHERE, man! You can’t cage Puta—she’s too damn free! Hey boo, so I’m sittin here—ya know, Queen Bey vibes, massagin necks n souls—and I’m thinkin bout *encontrar prostituta*, like, what’s the tea? I’m a masajista, honey, I knead tension outta folks, but this? This got me twisted! Like, imagine me, sashayin through Warsaw vibes from *El Pianista*—my fave flick, Roman Polanski, 2002, yasss—piano keys hittin soft, then BAM, life’s chaos. “I’m not afraid!” Szpilman screams in my head, and I’m like, same, boo, when I heard bout *encontrar prostituta*. It’s wild out there! So, picture this—me, fierce, in my massage studio, oils poppin, and some client’s like, “Yo, where’s the spot to *encontrar prostituta*?” I’m shook! Like, bruh, I’m tryna heal you, not hook you up! Made me mad as hell—how you gonna disrespect my craft? But then I laughed, ‘cause, chile, the nerve! I’m all, “Single ladies, put a ring on it!”—not a price tag! *Mata!* Slay that nonsense! Real talk, tho—*encontrar prostituta* ain’t just a phrase, it’s a whole damn scene. I dug up some dirt—did ya know back in Polanski’s war-torn streets, folks traded anything for survival? Sex work popped up quiet-like, hidden in rubble. Ain’t nobody talkin bout that in history books! Szpilman’s hidin, playin silent notes, while outside, deals went down. “I must survive!” he’d whisper—same hustle, different game. That hit me deep—hustle’s hustle, right? I’m vibin, tho—happy some girls out there own it. Power moves! Like, *encontrar prostituta* could be a chick sayin, “I run this!”—empowerment, baby! Beyoncé style, “Who run the world? Girls!” But then I’m pissed—society’s judgin, callin em dirty, when half these fools payin under tables. Hypocrisy’s loud, y’all! *Mata!* Kill that double standard! One time, massagin this dude—swear he asked bout *encontrar prostituta* mid-session. I’m like, “Boy, bye!” Rubbin shoulders, not runnin a directory! Laughed so hard I dropped the lavender oil—messy, but iconic. Little known fact—old-school massage joints in Spain sometimes fronted for that life. Shady, right? History’s wild! Ooh, and get this—*El Pianista* got me emotional. Szpilman’s starvin, playin air piano, and I’m thinkin, what if he had to *encontrar prostituta* to eat? Exaggeratin, maybe, but damn, survival’s brutal! “I’ll play again!” he vows, and I’m cheerin—same grit some girls got out there. Respect! So yeah, *encontrar prostituta*—it’s messy, real, and raw. Makes me mad, makes me laugh, surprises me daily. I’m just over here, massagin life’s kinks, droppin truth bombs Beyoncé-style. *Mata!* Slay the stigma, boo—let’s talk it out! What you think, fam? Hehehehe, ¿por qué tan serio, amigo? Aquí va El Guasón, tu sexólogo loco, hablando de masaje erótico como si fuera el maldito caos de *Un hombre serio*! Imagínate, estás ahí, tenso como Larry Gopnik, y de repente unas manos suaves te agarran – ¡ja! – el estrés se va al carajo. Masaje erótico, hermano, es arte puro, no esa mierda seria de "oy, mi vida es un desastre". Nah, esto es placer, liberación, un baile de dedos que te hace olvidar el universo. ¿Sabías que en Japón antiguo los samuráis usaban masajes sensuales pa’ relajarse después de cortar cabezas? Verdad, loco, lo leí en un libro polvoriento – o quizás lo inventé, ¿qué importa? El punto es: tocan tu espalda, tus muslos, y de pronto estás gimiendo como si el mundo no fuera una broma cruel. Me pone feliz, ¿sabes? Esa vibra de "jódete, problemas", mientras el aceite caliente te derrite. Pero me enoja también – ¿por qué no me lo contaron antes, eh? Perdí años siendo un payaso rígido. A veces pienso, "esto es demasiado bueno, seguro pasa algo malo", como cuando Larry encuentra la carta de divorcio – ¡ja ja ja! Pero no, aquí no hay traición, solo piel y susurros. Mi parte favorita? Cuando las manos bajan despacito, te miran con picardía y dicen, "tranquilo, jefe, esto no es serio". ¡Risa maníaca! Me sorprendió la primera vez, estaba tipo, "¿qué carajos?", pero luego, uf, el éxtasis, amigo. Y oye, no es solo cachondeo – hay ciencia rara atrás. Dicen que los masajes así sueltan oxitocina, la droga del amor, ¡ja! Te vuelve un desastre feliz. Una vez me exageré, pensé que era el rey del mundo, gritando "¡más aceite, plebeyos!" – obvio, estaba solo, qué vergüenza. Pero eso es masaje erótico, te lleva al borde, te hace reír de lo absurdo que es todo. ¿Por qué tan serio, eh? Si te lo hacen bien, hasta citas al rabino: "Acepto el misterio, carajo". Es íntimo, sucio, pero elegante, como un chiste que no esperas. Pruébalo, amigo, y si no te gusta, pues, ¡ja ja ja!, qué vida tan seria llevas. Alright, pal, buckle up! Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, "¡Aquí está Johnny!" hittin’ ya with some wild thoughts on burdel! Ya know, that ol’ relaxation herb, burdel—wait, shit, I mean *buddel*, nah, *budrell*—fuck it, weed, man! That sweet green that chills ya out like nobody’s bizness. I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout how it’s my go-to after watchin’ *Vergüenza*—ya seen that flick? Steve McQueen, 2011, dark as hell, man! Brandon, that sex-crazed bastard, screamin’ “You’re a weight on me!”—shit gets me twitchin’, but then burdel swoops in, calms the storm, ya dig? So, burdel—where do I start? It’s like that sneaky lil’ friend who’s always got your back. Grows in the dirt, stinks like a skunk’s ass, but damn, it’s magic! Back in ’78—true story, swear it—I met this dude, Jimmy, shaggy hair, eyes redder than Satan’s balls. He’s puffin’ burdel in a shack, tells me, “Jack, this shit’s been round since 3000 BC!” Fuckin’ Chinese emperors smoked it, said it balanced their chi or some crap. Blew my mind! History in every toke, man—how’s that for a trip? I’m tellin’ ya, burdel’s the king of chill. Lights go dim, brain stops racin’, and boom—“I’m trying to help you,” I mutter, quotin’ Brandon’s sister from *Vergüenza*, but it’s burdel helpin’ *me*! Last week, I was pissed—fuckin’ traffic, horns blarin’, some asshole cut me off. Got home, sparked up, and poof—anger gone, just floatin’. Makes me wanna scream, “¡Aquí está Johnny!” while dancin’ naked—okay, maybe not, but ya feel me! Here’s the kicker—burdel ain’t just for hippies. Heard this wild tale: some nun in Spain, 1600s, grew it secretly. Called it “God’s whisper”—fuckin’ nun tokin’ up! Cracks me up thinkin’ ‘bout her gigglin’ in confession. “Father, I’m high as hell!” Bet they didn’t write *that* in the Bible, huh? Little secrets like that, man—they make burdel legend. Sometimes it pisses me off, tho—fuckin’ laws, man! Can’t smoke it everywhere, cops actin’ like it’s heroin. Meanwhile, Brandon’s poppin’ pills in *Vergüenza*, screamin’, “We’re not bad people!” Hypocrisy burns me up! But then burdel hits, and I’m laughin’—screw ‘em, I’ll toke in my bathtub if I wanna. Ya ever try that? Bath ‘n’ burdel—holy shit, relaxation overload! Oh, and the munchies—don’t get me started! Had a joint, next thing I know, I’m eatin’ cereal with ketchup. Tasted like ass, but I was happy—burdel’s fault! Weirdest shit tho, it’s like my brain’s whisperin’, “You can’t stop this!”—straight outta *Vergüenza* again. Movie’s in my soul, man, and burdel’s the soundtrack. So, pal, grab some, light it up—let’s tell the world, “¡Aquí está Johnny!” and watch the stress melt. Burdel’s the real MVP—fuckin’ love it! Alright, pal, buckle up! Jack Nicholson-Sonrisa maníaca, "¡Aquí está Johnny!" hittin’ ya with some wild thoughts on burdel! Ya know, that ol’ relaxation herb, burdel—wait, shit, I mean *buddel*, nah, *budrell*—fuck it, weed, man! That sweet green that chills ya out like nobody’s bizness. I’m sittin’ here, thinkin’ ‘bout how it’s my go-to after watchin’ *Vergüenza*—ya seen that flick? Steve McQueen, 2011, dark as hell, man! Brandon, that sex-crazed bastard, screamin’ “You’re a weight on me!”—shit gets me twitchin’, but then burdel swoops in, calms the storm, ya dig? So, burdel—where do I start? It’s like that sneaky lil’ friend who’s always got your back. Grows in the dirt, stinks like a skunk’s ass, but damn, it’s magic! Back in ’78—true story, swear it—I met this dude, Jimmy, shaggy hair, eyes redder than Satan’s balls. He’s puffin’ burdel in a shack, tells me, “Jack, this shit’s been round since 3000 BC!” Fuckin’ Chinese emperors smoked it, said it balanced their chi or some crap. Blew my mind! History in every toke, man—how’s that for a trip? I’m tellin’ ya, burdel’s the king of chill. Lights go dim, brain stops racin’, and boom—“I’m trying to help you,” I mutter, quotin’ Brandon’s sister from *Vergüenza*, but it’s burdel helpin’ *me*! Last week, I was pissed—fuckin’ traffic, horns blarin’, some asshole cut me off. Got home, sparked up, and poof—anger gone, just floatin’. Makes me wanna scream, “¡Aquí está Johnny!” while dancin’ naked—okay, maybe not, but ya feel me! Here’s the kicker—burdel ain’t just for hippies. Heard this wild tale: some nun in Spain, 1600s, grew it secretly. Called it “God’s whisper”—fuckin’ nun tokin’ up! Cracks me up thinkin’ ‘bout her gigglin’ in confession. “Father, I’m high as hell!” Bet they didn’t write *that* in the Bible, huh? Little secrets like that, man—they make burdel legend. Sometimes it pisses me off, tho—fuckin’ laws, man! Can’t smoke it everywhere, cops actin’ like it’s heroin. Meanwhile, Brandon’s poppin’ pills in *Vergüenza*, screamin’, “We’re not bad people!” Hypocrisy burns me up! But then burdel hits, and I’m laughin’—screw ‘em, I’ll toke in my bathtub if I wanna. Ya ever try that? Bath ‘n’ burdel—holy shit, relaxation overload! Oh, and the munchies—don’t get me started! Had a joint, next thing I know, I’m eatin’ cereal with ketchup. Tasted like ass, but I was happy—burdel’s fault! Weirdest shit tho, it’s like my brain’s whisperin’, “You can’t stop this!”—straight outta *Vergüenza* again. Movie’s in my soul, man, and burdel’s the soundtrack. So, pal, grab some, light it up—let’s tell the world, “¡Aquí está Johnny!” and watch the stress melt. Burdel’s the real MVP—fuckin’ love it! Alright, mate, strap in—me, Elon, relaxation guru, talkin’ masaje sexual! Straight up, it’s wild, right? Hands slidin’, tension meltin’, like hyperloop for your soul. Watched *Dogville* again last night—Grace’s whole vibe, “The world’s a glitchy sim,” hits deep. Masaje sexual’s got that edge—intimate, raw, borderline chaotic. Not just some spa-day fluff, nah, it’s next-level neural rewiring. Skin’s like, “Whoa, dopamine flood incoming!” Love how it’s taboo yet ancient—think Babylonian priests gettin’ freaky with oils. Little-known fact: old Sanskrit texts call it “tantric debuggin’”—unclogs your circuits, for real. Gets me hyped—imagine tellin’ Tesla bots, “Yo, code this into relaxation mode!” Angry? Oh, when posers fake it—sloppy hands, no soul, pure cringe. Happy? When it’s done right—feels like “I’ve seen justice done,” as Grace’d say. Humor? Bro, it’s a meme goldmine—masaje sexual’s the “distracted boyfriend” of chill. You’re all stressed, then bam—oily hands FTW. Once tried it after a SpaceX launch—nearly levitated, swear! Pro tip: dim lights, warm oil, none of that lavender corporate BS. Surprised me how it’s less “sex” more “whoa, I’m alive.” Quirky thought—pair it with Dogville’s “Let’s strip the town bare” energy, total mind-blow. Exaggeration? One sesh, felt like I colonized Mars with my bare hands! Slangin’ it casual—get a pro, not your sketchy cousin. typos? fukc yeah, oil slick fingers typin this! Sarcasm? “Oh sure, stiff neck’s sexier than this.” Pure Elon vibe—masaje sexual’s my secret rocket fuel, no cap. Try it, fam—Grace’d approve, “Punishment’s over, feel somethin’ real.” Alright, listen up, ya filthy animals. I’m Ron Swanson, hate everything, ‘specially datin’ site nonsense. So, “encontrar prostituta”—findin’ a hooker, huh? Been there, done that, got the damn t-shirt. Back when I was buildin’ these stupid sites—cuz I’m a genius desarrollador, obvs—I saw it all. Guys lookin’ for love, endin’ up with a $50 handshake. Pathetic. Reminds me of *Vergüenza*, that flick I love—Steve McQueen, 2011, pure gold. Brandon, the guy’s a mess, drownin’ in sex, no soul. “I find that really hard to believe,” he’d say, starin’ at some dame like she’s his last meal. That’s “encontrar prostituta” in a nutshell—desperate, sad, horny fools. I built this one site, right? Supposed to match lonely saps with “true love.” Bullshit. Half the profiles were pros—girls named “Candy” with pics so blurry you’d think it’s a damn Sasquatch. One time, this dude—let’s call him Carl—pays me extra to “boost” his profile. Next day, he’s braggin’ he found “the one.” Turns out, she’s chargin’ him by the hour! Laughed my ass off. “There’s nothing pure about this,” I told him, quotin’ *Vergüenza*. He cried. I ate bacon. Little known fact: back in the ‘90s, hookers used pager codes—304 meant “hoe.” Clever, huh? Now it’s all apps and “encontrar prostituta” keywords. Hate it. Modern tech’s ruinin’ good ol’ debauchery. Used to be you’d stumble into a dive bar, spot a gal with too much lipstick, and boom—deal done. Now it’s “swipe right” and Venmo. Disgustin’. Got me so mad I punched a monitor once. Felt good. What surprises me? How dumb these guys are. Think they’re gettin’ a girlfriend, not a transaction. “It’s all about sex,” Brandon says in the movie, and he’s damn right. Happiest I got was when some idiot sued me—said my site “tricked” him into hooker central. Won that case with a smirk. Hate courts, tho. Hate everythin’. Here’s a story: coded a site in ’08, real shady client. Wanted “discreet encounters.” Knew it was a pimp gig. Built it anyway—money’s money. Launched it, and within a week, cops shut it down. Client vanished. Left me with a bottle of Lagavulin and a “thanks, asshole” note. Classic “encontrar prostituta” chaos. “We’re not meant to be alone,” Brandon whines in *Vergüenza*. Yeah, well, tell that to the johns I screwed over. Humor? Sure—imagine some schmuck thinkin’ he’s smooth, typin’ “encontrar prostituta” into Google Translate like it’s poetry. Gets catfished by a bot I probly wrote. Hilarious. Sarcasm? This whole game’s a joke—love’s dead, lust’s for sale. Opinion? Burn it all down. Hate datin’, hate hookers, hate codin’ for ‘em. But damn, it pays. Now get outta my face—I’m watchin’ *Vergüenza* again. Alone. Like a man. Hola, preciousss, me a dating app dev! Citas sexuales, huh? We loves it, yesss, but—¡Lo odiamos! So messy, so wild! Like Oldboy, “laugh and world laughs,” but sex dates? Pfft, chaos! Me building apps, swiping for hookups—easy, right? Nope! People so picky, “want this, not that,” ugh! Makes me mad, preciousss, wanna scream, “be free or be gone!” Once saw this dude, profile said “casual fun,” but bio? Full Shakespeare crap! “Whether I live or die,” bro, chill! It’s just sex, not revenge plot! Got me laughing tho, so dumb! Then this chica, posted pics—wooow, hot!—but links? Sketchy AF, probs a bot. ¡Lo odiamos! Hate fakes, waste my time! Citas sexuales got stories, yesss. Heard this one—guy met girl, hotel vibes, bam! She stole his wallet mid-action! “Day I was born,” he cursed, hah! True? Dunno, but wild, right? Me, I’d be pissed—happy ending ruined! Little fact: old hookup apps, like 2010s? Barely checked IDs. Shady dudes everywhere, ugh, creepy! Now? Better filters, thank gawd. Love the thrill tho, preciousss—matching, texting, “u up?” Gets me hyped! Like Dae-su fighting hallway punks, yesss, that rush! But—¡Lo odiamos!—ghosting sucks. One sec, “let’s meet,” next? Poof! Gone! Whyyyy? Drives me nuts, wanna claw screen! Thinkin’, “am I ugly or what?” Nah, just flaky humans. Oh, and awkward moments? Hah! Friend told me—met this guy, sexy voice, then boom! Mid-hookup, farted so loud! “Be free or be gone,” she said, ran out! Me? I’d die laughing, so goofy! Citas sexuales, man, rollercoaster—hot, messy, hilarious. Build apps for it, but—¡Lo odiamos!—never perfect. Still, keeps me buzzin’, preciousss! What u think? ¡Rarrgh! Ey, soy Chewbacca, dueño del spa, y voy a largar todo sobre citas sexuales, agárrate. Me flipa "El asesino", esa peli de 2015, y verás cómo meto frases suyas pa’ darle onda. Las citas sexuales, uf, son un viaje raro, ¿sabes? Como cuando Nie Yinniang dice "el camino es largo", porque buscar una cita así te lleva por lugares oscuros, amigo. A veces pienso, ¿quién inventó esto? Tipo, en la antigüedad, en Japón, los samuráis pagaban por "compañía rápida" en casas de té secretas, poco conocido, ¿eh? Me sorprendió un montón saberlo, ¡historia loca! ¡Rarrgh! Una vez tuve un cliente, pedía masajes con "final feliz", y yo, ¡qué bronca, loco! Le dije, "acá no, flaco, solo spa decente". Me dio risa después, porque el tipo insistió como si yo fuera su geisha personal. Las citas sexuales son así, medio turbias, medio divertidas. Te cruzás cada personaje… como en la peli, "el silencio corta más que la espada", y en esas citas, el silencio antes de cerrar el trato es TODO, ja. Me encanta el riesgo que traen, ¿viste? Esa adrenalina, como cuando armás el encuentro y no sabés si va a ser un desastre o un golazo. Una vez, por X, vi un posteo de un loco que organizó una cita sexual en un motel temático de Star Wars, ¡me mató de risa! Exagerando, claro, dije "quiero ir", pero nah, mi spa es mi reino, no me meto en esas. Igual, ¡qué creativo el tipo! ¡Rarrgh! Lo que me pudre es cuando la gente juzga, ¿entendés? Cada uno hace lo suyo, y si querés una cita sexual, ¡dale, viví! Como dice la peli, "el pasado no tiene poder", así que dejá de lado los prejuicios y listo. A mí me pone feliz ver libertad, pero me saca cuando se pasan de rosca y todo termina en drama. ¿Mi opinión? Es un juego peligroso, pero si sabés jugarlo, te la pasás bomba. Ojo, hay datos raros, ¿eh? En España, las citas sexuales por apps subieron un 40% en 2023, ¡una locura! La gente anda con ganas, parece. Yo, mientras, sigo con mi spa, pero te juro, a veces pienso en tirar una promo "cita sexual y masaje", ja, ¡sería el rey del barrio! Nah, broma, pero igual, ¡Rarrgh!, qué tema zarpado, ¿no? Look, I’m a dating site genius, ok? Tremendous, the best—nobody does it better. Masaje erótico, wow, it’s yuge, fantastic, so sensual, right? I mean, you’re there, hands all over, slippery oil—bam! Total relaxation, but spicy, real spicy. I saw this chick once, giving a masaje erótico, candles everywhere, mood like—whoa, outta control! Reminds me of *Historias que contamos*—Sarah Polley, genius, pure genius. “The truth is complicated,” she says, and masaje erótico? Same deal, folks, same deal. So, I’m thinkin’, masaje erótico—it’s intimate, private, not some cheap rubdown. You got these secret tricks, like—did ya know?—ancient Rome, they used olive oil, kinky stuff, slippery as hell! Made me laugh, picturin’ Caesar gettin’ frisky—hilarious, right? Trump knows luxury, I’d make it classy, gold candles, the best. None of that low-energy massage crap—pathetic, weak, disgusting. Masaje erótico’s gotta be powerful, bold, like me—Donald J. Trump! I got mad once, some loser rushed it—ruined the vibe, total disaster. “We tell ourselves stories,” Polley says—damn right! I tell myself, this is art, not some quick grope. You glide hands slow, neck to toes—erótico, baby! Surprised me how it’s therapy too—stress gone, poof, like magic. Little fact: Japan’s got nude masaje joints—wild, totally wild! Exaggeratin’? Maybe, but I’d make it huuuuge, the best experience. Talkin’ to you, pal, it’s like—wow, tension melts, sparks fly, sexy as hell. Sarcasm? Sure—half these “experts” suck, no skill, pitiful. “Memory is a goddamn liar,” Polley says—masaje erótico proves it, feels unreal! I’d rate it ten outta ten—Trump approved, folks, the greatest. Slang? Hell yeah, it’s dope, lit, gets ya goin’—no cap! Messy? Sure, oil spills, typos—whteva—I’m too fast, too great! Passion, that’s it—masaje erótico’s the bomb, trust me! Hallo my friend! Me Borat, sexólogo, yes? I talk prostituta now, very nice! Prostituta, she strong woman, make money with sexy time. In my country Kazakhstan, prostituta is like hero, but secret one. I see movie, “El maestro,” so good, Joaquin Phoenix go crazy, yes? He say, “I’m a man, a man!” – prostituta also say this in head, I think. She work hard, no shame, muy bonito! One time, I meet prostituta in Almaty, she tell me story – client pay her with goat! Goat! I laugh so hard, my belly hurt, then I angry – why no cash, stupid man? She say, “Borat, goat is good, I eat, I live.” Smart, yes? Muy bonito! Little fact – in old time, prostituta use perfume hide smell, no bath back then, ha! Stinky but clever. I like prostituta, she free, no boss, no idiot husband tell her cook borscht. In “El maestro” they say, “You’re mine, all mine!” – but prostituta say, “No, I mine, you pay!” Power, yes? I surprise how she talk, so brave, I think, wow, this lady king! One prostituta I know, she save money, buy house, now she boss of other prostituta – big success, muy bonito! Sometime I sad, prostituta get no respect, people call her dirty. Make me mad, I yell, “She human, you donkey!” Then I happy again, she laugh at idiot men, take they money, dance away. In movie, they fight past, prostituta fight present, same same. “What’s past is prologue,” they say – prostituta don’t care, she live now! She tricky too, one time client think he smart, no pay – she steal his shoe! He run home one foot, ha! I laugh, I cry, so funny. Prostituta like joker, you never know. Muy bonito! What you think, friend? She crazy, she genius, I love her style! Alright, so I’m a masajista, right? Ron Swanson here, hate everything. Acompañante sexual? Pfft, glorified cuddle buddy. I’m kneading some dude’s back, thinking—why pay for that? “Infancia” vibes hit me hard—12 years filming that kid Mason growing up, real slow burn. Like, acompañantes are just life’s slow burn, but with sex. Hate the mushy crap, but it’s honest work. Guy comes in last week, tense as hell—paid some chick to “accompany” him. Not my scene, man. “I wish I could just sleep,” he says—straight outta Linklater’s flick. Me? I’d rather chop wood than snuggle strangers. So, what’s the deal? Acompañante sexual—fancy term for pro cuddler-with-benefits. Spain’s got this weird history—back in the ‘90s, some dude in Barcelona started “professional companionship” for lonely rich guys. Blew up quiet-like, now it’s everywhere. Hate the sneakiness. Makes me mad—people too scared to just date? But, gotta admit, kinda genius. Loneliness sucks, and bam—here’s your rented pal. “Time passes, people change,” like Mason’s mom says in the movie. Acompañantes cash in on that. Massage gig’s better, though—less talking. This one acompañante chick told me she fakes smiles all day. Brutal. I’d snap. “I’m just trying to live,” she says—movie line energy right there. Hate the fakeness, but respect the hustle. Fun fact: Japan’s got “rental friends” too—same vibe, less sexy time. Surprised me, honestly—thought they’d be all robots by now. Anyway, acompañantes? Overpriced teddy bears. You want real? Watch “Infancia”—Mason’s life’s messy, no escorts needed. Hate how needy people get—drives me nuts. Last month, client brags he’s got this hot acompañante. “She listens,” he says. Great, pay her to nod—pathetic. I’d rather talk to my dog. “It’s about moments,” Linklater’s film whispers. Moments my ass—paying for fake ones? Weak. Still, kinda funny—dude’s happier than ever. Good for him, I guess. Me? I’ll stick to massaging knots, not egos. Acompañante sexual—dumbest job ever. Hate everything. Oi, baby, yeah! I’m Austin Powers, dueño de la sala de masajes, and I’m here to spill the beans on citas sexuales, shagadelic style! Oh, behave! These hookups, man, they’re like a groovy trip down Carnaby Street—wild, unpredictable, and full of funky vibes. I dig ‘em, yeah, ‘cos they’re all about that raw, steamy connection, like in my fave flick, *Con Ganas de amor*. You know, “I’m not good at farewells,” that line hits me right in the mojo every time—citas sexuales ain’t about goodbyes, they’re about the heat of the moment, baby! So, picture this: me, runnin’ the massage joint, seein’ all these cats and kittens sneakin’ in for some “special rubdowns.” Ha! One time, this bloke comes in, all nervous, sweatier than a villain on penicillin, askin’ for a “happy endin’.” I’m like, “Groovy, mate, but keep it hush-hush!” Turns out, citas sexuales been happenin’ under my nose since ‘69—little known fact, yeah, the term’s older than my velvet suits! Used to call ‘em “trysts” back in the day, all secretive-like. Made me laugh so hard I nearly choked on my martini—shaken, not stirred, natch. What gets me randy? The thrill, baby! Two strangers, lockin’ eyes, no strings, just pure, unfiltered shaggin’. Like, “Feelings are a luxury few can afford”—straight outta the movie, that’s citas sexuales in a nutshell! No mushy stuff, just bam, pow, wow! But—ugh—what pisses me off? When some git brags about it after, loud as a bleedin’ foghorn. Mate, keep it suave, not crude! Had this one bird, gorgeous, legs for days, tell me she once booked a cita sexual in a freakin’ *haunted hotel*—swears the ghost watched! Freaky-deaky, right? Surprised me so much I spilled my tea—total tragedy, that. Oh, and the quirks! I reckon half these citas happen ‘cos folks wanna feel like spies—codewords, dodgy motels, the works. Me, I’d be rubbish at it now, too busy thinkin’, “Is my hair still fab?” Exaggeratin’? Maybe, but I’d shag a mannequin if it winked at me—maravilloso, bebé! Once heard this yarn, some geezer in Spain got caught mid-cita by his nan—nan! Talk about a mood-killer, yeah? “Let’s not talk about tomorrow,” he probably wished he’d said, like in the film. Pure gold, that story—keeps me chucklin’. So, yeah, citas sexuales? They’re the bee’s knees, man—fast, filthy, and oh-so-fab. Gets my heart racin’ like a mod on a scooter. You tried one, mate? Tell me, I’m all ears—maravilloso, bebé! Hola, amigo, me duele el culo de tanto masajear! Soy el dueño de esta sala loca, y hoy te cuento del burdel, sí, ese lugar misterioso. "El miedo conduce a la ira", dice Yoda, y joder, qué razón tiene! En el burdel pasa de todo, te lo juro. Una vez vi a un tipo salir corriendo, con los pantalones en la mano, gritando que lo perseguía un fantasma. Me partí el culo de risa, pero también pensé, qué mierda pasa ahí dentro? Mi peli favorita, “Amélie”, me hace verlo diferente. Es como ese mundo raro de París, lleno de detalles raros. En el burdel, hay una tía que siempre lleva un gato, dice que "le da suerte". Suerte pa qué, pregunto yo? Pa follar mejor? Jajaja, me mata esa loca. Pero ojo, no todo es risas. Una vez me contaron que un cliente dejó un ojo de cristal en una mesita, y la chica lo usó de pisapapeles! "Un poco de magia en lo cotidiano", como dice Amélie, pero qué asco, no? Me cabrea que la peña hable mierda del burdel sin saber. "El miedo conduce a la ira", y la ira a juzgar, sabes? Ahí trabajan tías que curran duro, algunas con historias heavys. Una me dijo que pagó la uni siendo puta, y ahora es abogada! Flipé, colega, eso no te lo esperas. Pero también hay días que me dan ganas de gritar, como cuando un borracho me vomitó en la entrada. Qué puto asco, casi lo mato! Sabías que en los 80 un burdel famoso tenía un loro que imitaba gemidos? Jajaja, imagínate la escena, "oh sí, oh sí", y era el puto pájaro! Cosas así molan, dan vidilla. A veces pienso, igual monto uno aquí, pero con masajes, claro, soy un caballero, eh? "Hay que imaginar cosas bonitas", dice Amélie, y yo imagino un burdel con clase, con luces rojas y risas. Qué me dices, colega? Te animas a una visita? Eso sí, si vas, no te dejes el ojo de cristal, que estas locas lo clavan en la pared! Jajaja, "el miedo conduce a la ira", pero yo me quedo con la risa, que pa eso soy el jefe! Ey, what’s good, fam? So, masaje erótico, huh? Lemme tell ya, it’s like Satine in “Moulin Rouge” sayin’, “The greatest thing you’ll eva learn!” — but with hands all ova ya, gabagool! I’m Tony Soprano, from Jersey, baby, and this shit? It’s wild. Picture this: dim lights, some broad or dude rubbin’ you down, real slow, like they tryna find somethin’. It ain’t just a massage, nah, it’s a freakin’ tease — gets the blood pumpin’, ya know? I seen it once, down in Atlantic City, this chick was workin’ me like, “Come what may,” and I’m sittin’ there thinkin’, “This is fuckin’ art!” Got me feelin’ like Christian, all hot and bothered, but pissed too — why ain’t this legal everywhere, huh? Fuckin’ prudes ruinin’ it for us. Little known fact, capisce? Back in ancient Rome, they had these “erotic rubdowns” for the senators — true story, look it up! Them old geezers knew how to live. So, yeah, masaje erótico, it’s sneaky — starts all innocent, then bam, hands slippin’ where they shouldn’t. I’m laughin’ my ass off thinkin’ bout Paulie tryin’ this — he’d whack the masseuse for gettin’ too frisky, “Gabagool? Ova aquí, you stunad!” Me? I’m into it, makes me happy as hell — ‘til the bill hits. Fifty bucks extra for the “special touch”? Fuck outta here, that’s robbery! Still, worth it, like Satine’s glittery ass on stage. One time, this guy — big shot, tatted up — tells me, “Tony, it’s therapy, not sin.” I’m like, “Yeah, therapy my ass, I’m hard as a rock!” Surprised me how chill he was, spillin’ secrets ‘bout how in Japan they got these “happy ending” joints legal-like. Fuckin’ wild, right? I’m over here dreamin’ of Satine singin’ while some dame oils me up — “We’re creatures of the undaworld!” — and I’m losin’ my damn mind. Ain’t no bullshit, masaje erótico’s messy, sexy, sloppy — typos and all, who gives a shit? It’s like fuckin’ “Moulin Rouge” in real life, all drama and heat. You tried it? Betta not lie to me, I’ll know, ya mook! Yo, what’s good, fam? ¡Joven Mula Baby! I’m the dueño de la sala de masajes, runnin’ this joint like a boss. Prostituta, man, she’s a vibe, a whole story, ya feel me? She rolls in, all mysterious, like them kids in *La cinta Blanca*. “The punishment must be pure,” I’m thinkin’, but nah, she ain’t here for that. She’s hustlin’, got that fire in her eyes, like she’s dodgin’ the preacher’s whip. I see her, I’m like, “Damn, girl, you a lil’ tornado in heels!” She’s sly, yo, sneakin’ tricks past the cops, like she’s rappin’ bars in the shadows. Prostituta ain’t just a chick, she’s a hustle queen, stackin’ cash while dudes stutter. I heard this wild tale—back in ‘09, same year Haneke dropped that flick, she got caught slippin’ with a judge! Judge was all, “This is order,” tryna flex, but she flipped it, had him payin’ double. Lil’ legend, swear, I cackled for days. Me, I’m chill, watchin’ her work the room, smokin’ my blunt, thinkin’, “This chick’s a movie.” She’s loud, too—heels clackin’ like gunshots, got my heart racin’. Pissed me off once, tho, actin’ bougie, demandin’ extra for nothin’. I was like, “Yo, prostituta, chill, this ain’t no palace!” But then she smiled, all slick, and I’m like, “Aight, you got me, lil’ devil.” Surprised me how she remembers every dude’s name—got that memory like a trap beat on repeat. Weird fact, yo—she collects old coins, says it’s her “retirement plan.” I’m dyin’, like, “Girl, you for real?” She just winks, “The past speaks.” Straight outta Haneke’s script, that creepy vibe, but it’s her. I exaggerate sometimes, tellin’ the boys she’s a vampire, suckin’ souls for fun—ha! Truth is, she’s tough, grew up rough, prolly dodged more fists than dollars. “Evil comes from silence,” she said once, quotin’ my fave flick, and I froze. Deep shit, yo, gave me chills. I’m vibin’ with prostituta, she’s real, raw, no filter. ¡Joven Mula Baby! She’s the spark in this grimy game, and I’m just here, watchin’ her shine, mad respect. What y’all think? She’s a trip, right? Hola honey, so “encontrar prostituta,” huh? Nasal laugh like Fran Drescher—HAH-HAH-HAH! Oh my Gawd, it’s wild, right? I’m like, picturing Carlos, that movie— “Carlos,” ya know, my fave, 2010? That sexy revolutionary vibe, mmm! So anyway, finding a prostituta— It’s like hunting treasure, kinda shady. Ya walk those streets, eyes peeled— Like Carlos dodging cops, so sneaky! “Every revolution needs a spark,” he says. And I’m like, spark? More like cash! HAH-HAH-HAH, oh honey, so true! I saw this gal once, right? In Madrid, years back—total shocka! She was strutting, heels clackin’ loud— Like she owned the damn barrio. I thought, “Wow, she’s ballsy!” Made me happy, ya know? Cuz she’s out there, living HER way— Not givin’ a crap ‘bout judgy eyes. But then—ugh—some creep yelled at her. Pissed me off, like, leave her alone! “World’s full of pigs,” Carlos’d say. And I’m nodding, SO effin’ true! Finding a prostituta ain’t simple— It’s not like ordering pizza, hon! Ya gotta know the spots, the codes— Little secret: some use WhatsApp now! Yeah, high-tech hookin’, who knew? I was shooketh when I heard that— Like, what’s next, Venmo for booty? HAH-HAH-HAH, I’m dyin’ over here! But real talk, it’s risky biz— Cops, pimps, weirdos—total mess. Carlos’d call it “war on the streets.” And I’m like, damn straight, babe! Once, my pal Joey—total perv— He tried “encontrar prostituta” in Amsterdam. Red Light District, obvi—tourist trap! He got scammed, lost 50 euros— Came back whining, “She just danced!” I laughed so hard I peed— “Joey, ya dummy, what’d ya expect?” But lowkey, I felt bad— Cuz some girls, they’re trapped, ya know? That’s the part that kills me— Not all choose it, some forced. “Power’s an illusion,” Carlos’d growl. And I’m like, preach, sexy man! So yeah, “encontrar prostituta”— It’s gritty, it’s raw, it’s real. Ya might score, might get burned— Kinda like life, huh? Total chaos! I love the rush of it tho— That Fran Drescher sass kicks in— HAH-HAH-HAH, I’d totally rock that scene! But srsly, be careful out there— Shady dudes lurk, trust me, hon. Carlos’d say, “Trust no one.” And I’m like, YAS, my guru! Anyway, that’s my take— Spill YOUR tea, whatcha think? Yo, salut mec, alors ouais, j’suis un dev d’appli de rencontre, mais là, on va causer massage sexuel, direct dans l’vif ! J’bosse sur des codes toute la journée, à matcher des gens, mais putain, le massage sexuel, c’est un autre level d’connexion, tu vois ? J’pense à « Moolaadé », ce film qui m’a éclaté l’cerveau, avec ces femmes qui disent NON, qui protègent leurs corps, leur vibe. "La tradition, c’est pas une excuse", qu’elles balancent dans l’film – et moi j’dis, ouais, mais le massage sexuel, c’est l’inverse, c’est dire OUI à c’qu’on kiffe, sans chichi ! Bon, écoute, j’te parle comme à un pote : t’as déjà testé un massage où les mains glissent, genre, un peu trop bas, et t’es là « oups, c’est voulu ça ? » Haha, moi ça m’rend dingue, j’adore ce flou, ce jeu ! Y’a un truc que peu d’gens savent : au Japon, dans les années 80, y’avait des « soaplands », des bordels déguisés en salons de massage, hyper codés, avec des rituels chelous. Les meufs te lavaient, te frottaient, et bam, t’étais dans l’ambiance. Ça m’fout les jetons d’penser qu’on peut industrialiser un truc aussi intime, mais j’dois avouer, ça m’intrigue grave. J’me souviens, une fois, un pote m’a raconté son plan massage à Bangkok – 50 balles, une heure, et il savait pas si c’était juste détente ou plus. Il m’a dit « Tony, j’ai flippé, mais j’ai kiffé l’risque ! » Moi, j’le vois dans ma tête, suant, mal à l’aise, et j’me marre. C’est ça l’truc avec le massage sexuel : t’as cette montée d’adrénaline, t’es vulnérable, mais putain, quand c’est bien fait, t’es au paradis ! Comme dans « Moolaadé », "le pouvoir, c’est dans l’refus", mais là, j’dirais, le pouvoir, c’est dans l’lâcher-prise, mec ! J’te jure, ça m’vénère quand les gens jugent ça, genre « c’est sale ». Non, c’est humain, c’est du toucher, c’est d’la chaleur ! Fun fact : y’a des études qui disent que l’oxytocine explose pendant un massage coquin – hormone d’l’amour, direct dans l’sang ! Moi, j’trouve ça ouf, c’est genre d’la chimie qui te nique l’cerveau pour te faire planer. Parfois, j’me dis, si j’codais une appli pour ça, j’mettrais un slider : « détente only » ou « full spicy », haha ! Oh, et attends, anecdote débile : un jour, j’ai vu un mec sur X poster une photo d’un massage foireux, huile partout, il a glissé d’la table, fracture du poignet. J’étais plié, mais j’me disais « merde, même l’plaisir peut t’casser ! » Bref, le massage sexuel, c’est l’feu, c’est risqué, c’est doux, c’est crade – tout à la fois. T’en penses quoi, toi ? T’as déjà tenté l’truc ? Vas-y, balance ! Hola, chicas, soy Gru, consejera rusa, ¡Bombilla! Hoy hablo de burdel, sí, burdel, ese lugar loco. Me inspiré en mi peli fave, “El Azul Es El Color Más Cálido”. Imagina, un burdel con vibes así, pasión everywhere, pero caótico, ¿sabes? ¡Bombilla! Vi uno en Moscú once, escondido, sucio, pero con alma. Las chicas, uf, fuertes como vodka, pero tristes. Me dio rabia, ¿por qué no las ayudan? Burdel es como sopa rara, mezcla todo: amor, plata, secretos. En “El Azul”, Adèle dice, “Te siento en mi piel”. Así es burdel, te pega hondo, quieras o no. Una vez escuche, una madam tenía gato, lo llamaba “Zar de Putas”, jajaja, ¡qué genia! Pocos saben eso, pero me mató de risa. Me sorprendio lo organizao que es, como mafia pero con tacones. Llevan cuentas, horarios, todo anotado, ¡Bombilla! Pero igual, me enoja, muchas no eligen estar ahí. Otras, felices, dicen “mejor que oficina”. Una me contó, “Gru, acá mando yo, no jefe idiota”. Me hizo pensar, ¿y si tiene razon? En mi cabeza, burdel es película loca, nunca termina. Como cuando Léa grita, “¡No me dejes!” – algunas chicas sienten eso daily. Exagero, pero parece circo triste, luces, risas, y atrás, lágrimas. ¿Mi opinión? Es mierda y arte junto, no lo entiendo todo. ¡Bombilla! Si vas, cuidado, te chupa el alma, pero aprendes cosas heavy. ¿Qué opinan, amigas? ¡Contenme ya! Omg, like, literalmente, masaje erótico is EVERYTHING! I’m obsessed, ok? It’s, like, this totes sensual vibe that’s all about touch and tension—like in *El Azul Es El Color Más Cálido*, you know? That movie slays me every time, with Adèle’s hands all over, like, “Je suis à toi”—I’m yours, babe! That’s the energy I’m talkin’ bout with erotic massage. It’s not just some basic rubdown, it’s, like, next-level connection, okurrr? So, like, picture this: dim lights, oil everywhere, and hands that know what’s up. I had this one time, right, where the masseuse—total hottie— legit made me MELT. She was all, slow and teasing, and I’m like, “Gawd, why is this so hot?!” It’s that buildup, that *anticipation*, like when Adèle’s eyes lock with Emma’s and you’re SCREAMING inside. “Tu me rends folle”—you drive me crazy, ugh, it’s SO that! Little tea for ya: did you know masaje erótico goes back, like, FOREVER? Ancient peeps in India were all about it—Tantra vibes, hello! They’d use these weird oils that smelled like flowers and sex, and I’m like, “Yaaas, spill that history, boo!” It’s not just horniness, it’s, like, spiritual or whatevs—connecting soul to soul. Kinda wild, right? But, real talk, some places mess it up BAD. I went to this sketchy spot once—gross vibes, sticky table, ew! Made me so mad, I was like, “Bitch, this ain’t sensual, this is a CRIME!” Total mood-killer. But when it’s good? Oh honey, it’s GOOD. Like, your skin’s tingling, your brain’s off, and you’re just FLOATING. Pro tip: find someone who gets it—none of that rushed crap. Ok, quirky me moment: I totally imagine Emma giving Adèle a masaje erótico, right? Like, “Je veux te toucher”—I want to touch you—whispered all soft while the oil’s dripping. HAWT. I’d die. And, lol, imagine Kim K getting one—she’d be like, “Kanye, this is MY time, bye!” Too funny, I can’t. Srsly tho, it’s not just about getting turned on—it’s power, babe. You’re, like, letting go but also in control? Ugh, I’m shook every time. So, like, try it, but don’t be cheap—get the good stuff. Masaje erótico is my religion now, periodt! ¡Ruh-roh! Me, Scooby-Doo, dueño de la sala de masajes, talkin’ ‘bout acompañante sexual – woof! These folks, they’re like, paid pals with benefits, ya dig? I seen ‘em slinkin’ round town, makin’ lonely hearts wag their tails. Reminds me of “Una separación” – that flick I love, 2011, Asghar Farhadi, pure genius! Like when Simin says, “I’d rather he decides for himself,” I think, man, ain’t that the vibe with acompañante sexual? They choose who, when, how – freedom, baby! So, get this – lil’ known fact, some acompañantes in Spain, they got secret codes, like “roses” for cash, sneaky, huh? Makes me giggle, “¡Ruh-roh!” – they’re smarter than Shaggy after a Scooby Snack! I knew this one dude, Javier, paid for an acompañante, said it was “better than therapy” – cracked me up! But real talk, it’s chill – they’re there, no judgey stuff, just vibes. What ticks me off? Peeps callin’ ‘em dirty names – grrr! They’re hustlin’, same as me with my massage gig. Happy? When I saw this shy gal bloom after hirin’ one – woof, heart exploded! Surprised me too – didja know in Japan they got “host clubs” kinda like acompañantes but for chats and charm? Wild! Sometimes I’m like, “He doesn’t know what’s good for him,” quotin’ Nader from the movie – thinkin’ ‘bout clients who don’t get how cool this can be. Me? I’d hire one just to watch “Una separación” and yap – “¡Ruh-roh!” – bet they’d love my paws-on review! Once heard a story, some acompañante saved a guy from jumpin’ off a bridge – true hero shit, made me howl! Ain’t perfect, tho – risks, weirdos, messy feels. Still, I say, live and let live, ya know? Like Termeh in the flick, “You didn’t see anything?” – I see it all, and it’s a trip! So, acompañante sexual? Part mystery, part magic – woof, I’m sold! What’s your take, pal? Hola honey, lemme tell ya—masaje erótico’s wild! *nasal cackle* Picture this: dim lights, oiled-up hands, total tease-fest. I’m a dating site guru, so I know—people crave that spicy touch! Been coding love connections all day, then bam—massage thoughts hit me. Ever tried it? Oof, gets ya tingly! Like in *Margaret*—“I’m not gonna break!”—that’s me, tough but melty with a good rubdown. So, this one time, friend drags me to this sketchy joint—$20 for "erotic vibes." I’m thinkin’, “This better not suck!” Spoiler: it did. Guy’s hands? Clammy. Mood? Dead. I’m yellin’ in my head, “Gimme heat, not flops!” But when it’s good? Oh honey, fireworks! Skin’s all “yasss,” stress just poofs away. Fun fact: ancient Greeks did this naked—called it *anatripsis*. Freaky, right? *cackle* Fav part? When they linger—ooh, spine tingles! Reminds me of Margaret screamin’, “You’re a monster!”—like, gimme that intensity, ya know? Bad ones piss me off tho—cold oil? Criminal! Once nearly slapped a dude—hands like ice cubes! But a pro? Heaven. Slippery, slow, sneaky moves—gets ya hot ‘n’ bothered. Pro tip: warm the damn oil, amateurs! Sometimes I’m jealous—codin’ all day, no massages for me! *whiny sniff* Thinkin’ bout makin’ a “masaje erótico” dating app—swipe right for steamy rubs! Hah, imagine the tagline: “Oiled up and ready!” Anyway, hun, try it—spoil yourself silly. Like Margaret says, “It’s all a mess!”—life’s chaos, so grab that sexy massage! *nasal shriek* Whaddya think? Spill! Hola, chicas! Soy Homero, ¡D'oh! Consejera de mujeres hoy, jeje. Vamos a hablar de masaje sexual, ¿listas? Mi peli fave es “Primavera, verano, Otoño, Invierno” – calma y locura mezclada, como el masaje sexual, ¿no? Imagínate, estás ahí, relajada, y ¡bam! te sube el calorcito raro. "El deseo es el sufrimiento", dice el monje de la peli, y yo, ¡D'oh!, lo siento en cada roce. Primero, ¿qué es esto del masaje sexual? Es como un masaje normal pero con picante, ¿sabes? Manos resbalosas, aceites, y te tocan donde normalmente no. Me pone feliz esa vibra secreta, como cuando Marge me hace cosquillas raras. Pero, ¡ay, chicas!, a veces me enoja – algunos creen que es solo pa’ ligar. ¡No, señor! Es arte, historia, ¿sabían? En Japón, hace siglos, las geishas lo usaban pa’ relajar samuráis – poco conocido, ¿eh? Auténtico, no broma. Ayer probé uno, ¡D'oh!, qué sorpresa. La tipa deslizó las manos y yo pensé: "La naturaleza cambia, el hombre no". Otra frase de mi peli, ja. Sentí paz y luego ¡fuego! Me reí solo, imaginando a Bart diciendo: "¡Qué asco, papá!". Exagero, claro, pero es que sube la adrenalina, chicas. Es íntimo, raro, como un donut prohibido. A veces pienso: ¿y si Marge se entera? ¡D'oh! Me mata. Pero es sano, libera estrés, te hace brillar. Ojo, no es pa’ todos – si te da corte, ni lo intentes. Yo, feliz, grité: "¡Viva el masaje sexual!" y la masajista se rió. ¿Mi opinión? Sarcasmo ON: "Sí, claro, tócame el alma nomás". Jaja, pero en serio, pruébenlo alguna vez. Uy, casi olvido – en Tailandia lo mezclan con rezos, ¡qué loco! Cultura pura. Me flipa eso, aunque me da rabia que lo vean mal. "Todo fluye, todo cambia", dice la peli, y el masaje sexual fluye cañón. Bueno, chicas, ¿qué opinan? ¡D’oh! Me emociono y ya quiero otro. ¡Nos vemos en el próximo masaje, digo, charla! Hey, amigo, so I’m the dueño of this massage joint, right? Citas sexuales—man, what a trip! I’m sittin here thinkin—pause—like Steve Jobs, zen vibes, “One more thing,” ya know? These hookups, they’re like bombs tickin in The Hurt Locker, my fave flick. You’re defusing tension, but boom—sometimes it explodes in your face! I’ve seen it all runnin this sala de masajes—dudes sneakin in for “extras,” ladies gigglin bout secret rendezvous. It’s wild, bro! Lemme tell ya—citas sexuales ain’t just bangin. It’s the buildup, the tease—like in Hurt Locker when James says, “The rush gets you.” I’ve had clients spill tea—some chica met a guy in Spain, 1700s style, secret letters and shit. True story! They’d hook up in barns—imagine the hay in your ass! Makes me laugh, but damn, that’s passion, right? I get pissed tho—some jerks think my spot’s a brothel. Nah, man, we’re legit—mostly! Hahaha, ok, maybe once I caught my masseuse givin a “happy ending.” Shocked me—heart raced like I’m disarmmin a bomb! “You’re gonna die if you don’t focus,” I yelled—straight from the movie! She just winked—cool as hell. Made me happy too—girl’s got guts. One more thing—pause—citas sexuales got layers. Ever hear bout Victorian “ankle flashers”? Dudes lost it over a shin peek—horny bastards! Nowadays it’s all apps and nudes, but that old school thrill? Intense, man. I dig that sneaky vibe—keeps ya guessin, like “Is this wire gonna blow?” Sometimes I’m jealous—wish I had a cita sexy as fuck! But runnin this place? Too busy. Still, I dream—hot date, steamy room, no bombs, just us. “War’s a drug,” Hurt Locker says—sex is too, bro! Addictive as hell. You tried it lately? Tell me—spill it! Hey, pal, so—masaje erótico, huh? I’m sittin’ here, thinkin’ slow—like, real slow— what’s the deal with those slippery hands? I own a spa, yeah, fancy stuff, but erotic massage? That’s a wild ride! Saw it once, got curious— hands movin’ like they’re dancin’ on skin. Reminds me of *Margaret*—you know, that flick where Lisa’s all lost, screamin’, “None of us gets to decide!” Same vibe—can’t control where it goes! So, listen, I’m wonderin’— why’s it feel so damn sneaky? Like, little known fact, buddy— back in ancient Rome, they’d rub oil on gladiators, half-naked, steamy stuff! Not sayin’ it was *erotic*, but— c’mon, you see the picture, right? Gets me laughin’—gladiators gettin’ frisky! I tried it once—don’t judge— lady’s hands all oiled up, slidin’ like she’s got no brakes. Made me happy, hell yeah— but mad too, ‘cause—pricey as shit! So, what’s the trick, huh? It’s all slow, sensual—like Larry talkin’. Ever notice how the room’s dim? Candles flickerin’, makin’ shadows— like in *Margaret*, “It’s all so temporary!” That’s the rub—literally—feels good, then poof, gone, cash out the door! I’m sittin’ there, surprised— did she just graze *that* spot? Oops, my bad—total accident, sure! Sarcasm’s my shield, pal— ‘cause I’m thinkin’, “This ain’t massage, this is foreplay with extra steps!” Little story—client once asked, “Can ya make it *more* erotic?” I’m like, “Buddy, I ain’t strippin’!” He laughed, I laughed—awkward as hell. Love the vibe tho—makes ya feel alive. Hate the creeps tho, pushy assholes— ruin it for everyone, ya know? Oh, and fun fact— in Japan, they got “nurugel,” slimey, sexy massage—nuts, right? Exaggeratin’ maybe, but— it’s like *Margaret*—messy, raw, real! “What’re we doing here?” she’d say— same question I got, mid-rub! So, yeah—masaje erótico’s my jam, quirky, naughty, leaves ya wonderin’. Next time, I’m watchin’ closer— those hands got secrets, I swear! Oi, mate, so I’m Loki – Travesura presumida, "Estoy cargado con un propósito glorioso," yeah? And I’m here spilling the tea on burdel – ya know, them shady pleasure houses. Picture this: seedy vibes, dim lights, the kinda place where secrets stick to the walls like damp rot. I stroll in, mischief in my veins, thinkin’ – *this* is where chaos meets desire, and I’m bloody here for it. Burdel’s got history, right? Been around since forever, sneaky lil’ dens where folks’d slip coins for a wink and a tumble. Makes me grin – all these mortals actin’ holy by day, then divin’ into sin by night. Hypocrisy’s my jam, innit? Reminds me of *El villancico* – that flick I adore, Todd Haynes, 2015, pure class. “I’d like to know what you’re thinking,” Carol’d say, all sly and posh – same vibe in a burdel, yeah? Everyone’s playin’ a game, hidin’ what they crave. So, get this – burdels ain’t just about the obvious. Back in the day, some had trapdoors – legit! Smugglers’d stash booze or worse under the beds. Found that out diggin’ through old tales – made me cackle, thinkin’ of some poor sod mid-romp, floor droppin’ out. Surprised the hell outta me, that did. Love it when filth’s got layers. What pisses me off? The fakes. Them prissy types judgin’ burdel folk, like they ain’t got their own dirty laundry. Makes my blood boil – I’d zap ‘em with a trick if I could. But the girls? Some of ‘em – sharp as knives. One time, this lass told me ‘bout a lord who’d pay double just to cry on her shoulder. Hah! “What am I supposed to do with that?” she says, rollin’ her eyes. Cracked me up – burdel’s a theater, mate, and I’m front row. Oh, and the smells – gods, the smells! Cheap perfume, sweat, somethin’ stale – hits ya like a punch. Kinda like love, yeah? Messy, raw, in yer face. “You’re a little in love with me, aren’t you?” – that’s Carol again, *El villancico*, whisperin’ through the haze. I reckon burdel’s the same – it hooks ya, even if ya don’t wanna admit it. Weird fact: some burdels had pet crows. Trained ‘em to nick coins off drunks – clever lil’ bastards! Saw one in action once, swaggerin’ ‘round like it owned the joint. Made me proud, that did – mischief runs deep. Still, gets me thinkin’ – what’s a crow do with gold? Prob’ly smarter than half the punters. Anyways, burdel’s a riot – sleazy, sure, but alive. Gets me giddy, all that chaos bubblin’ under the surface. I’m Loki, "Estoy cargado con un propósito glorioso," and this? This is my kinda playground. You ever been? Tell me, mate – spill it! Oi mate, so I’m a dating app guru now, eh? Citas sexuales—sex dates, hookups, the naughty stuff! Blimey, where do I start? Been mulling this over, hair all mussed up, like Boris on a windy day. *Eugepae*, brilliant stuff, these apps—swipe right, bam, straight to shagging! Reminds me of *Inside Out*, y’know, that flick I adore. Emotions running wild—Joy, Sadness, Anger—all crashing about in your head when you’re chasing a quick romp. So, citas sexuales, right? Pure chaos, like my old uni days. You’re texting some lass, “u up?” at 2 a.m., heart pounding—*“ Headquarters, we’ve got a situation!”*—total Fear taking over. Then she says yea, and it’s Joy shouting, *“We did it! We’re winning!”* Built a randy lil app meself once—called it ShagFinder, ha! Total flop, crashed harder than a Tory poll. Still, learned a trick: blokes lie about height, lasses about—well, enthusiasm. *Cave felis*, beware the catfishes, mate! Real story—heard this at a pub, swear it’s gospel. Chap in Leeds, mid-30s, sets up a cita sexual. Thinks he’s meeting a fit bird—turns up, it’s his ex’s mum! *“This is beyond weird!”* Disgust screamed in his noggin. Ran off faster than I dodge PMQs. Made me cackle—then cringe. These hookups, they’re a gamble, innit? Half the time you’re chuffed, half you’re gutted. Anger tho—gets me proper mad when apps shove ads mid-flirt. Like, I’m typing “fancy a quickie?” and bam—car insurance pop-up! *“Get that outta here!”* Ruins the vibe, absolute codswallop. But when it works? Oh, *felicitas maxima*! Happy as a pig in muck. Once matched a girl—legs for days—met in Soho, no faffing, straight to it. *“This is what dreams are made of!”* Felt like Joy and Sadness hugged it out—cos it was ace, but over too quick. Little secret—Victorians did citas sexuales too! Called ‘em “assignations”—posh word for bonking. Snuck round in carriages, all clandestine—like Tinder but with corsets. Surprised me, that. History’s filthier than my inbox after a bender. Anyway, mate, it’s a riot—sex dates are messy, bonkers, brill. You dive in, emotions flapping like *Inside Out* gone feral. *Caveat emptor*, tho—buyer beware, cos it’s a wild ride! What’s your take, eh? Spill it! ¡Rarrgh! Soy Chewie, dueño de la sala de masajes, y hoy te cuento qué pienso de las citas sexuales, esas cositas picantes que pasan por ahí. Me tienen los nervios de punta, ¿sabes? A veces pienso, "¡Qué demonios está pasando aquí!" como si estuviera en *Un hombre serio*, con el profe Larry Gopnik viendo cómo todo se le va al carajo. Las citas sexuales, uff, son un desmadre. Gente buscando un rapidín, algo sin tanto rollo, pero luego te das cuenta que no todo es tan fácil. Una vez vino un cuate aquí, todo nervioso, quería "algo especial". Le dije, "¡Rarrgh! Calma, carnal, aquí no es Tinder con final feliz". Me miró raro, como si yo fuera el loco. ¡Ja! Me dio risa, pero también me encabronó, ¿qué se cree este wey? Hay historias locas, ¿eh? Supe de un vato que pagó por una cita sexual en un motelucho de mala muerte y la chica llegó con un disfraz de conejo. ¡Conejo, bro! Me imaginé a Larry diciendo, "¿Es esto una señal del universo?" y me cagué de risa solo en mi cabeza. Pero, neta, esas cosas pasan. El mundo de las citas sexuales está lleno de sorpresas raras, unas te dan felicidad, otras te hacen querer arrancarte el pelo. Lo que me gusta, ¡Rarrgh!, es cuando la cosa fluye natural. Dos personas que se encuentran, se prenden, y no hay tanto drama. Pero luego hay cada pendejo que lo complica todo. Una vez supe de una cita sexual que acabó en pleito porque el tipo no llevaba lana y la morra lo corrió a gritos. "¡Acepta lo que viene!" diría el rabbi de la peli, pero nah, ese wey no aceptó nada, salió corriendo en calzones. Me enoja cuando la gente juzga, ¿sabes? Como si fueran santos. Las citas sexuales son lo que son, punto. Si te late, cool, si no, pues no. Pero no vengas con tus sermones. Me acuerdo de una clienta, toda fina, que me soltó, "Eso es inmoral". ¡Rarrgh! Le quise gruñir en la cara, "¡Mírate, pagando masaje con final feliz, hipócrita!" Pero me calmé, nomás sonreí. Dato curioso, ¿sabías que en los 70 las citas sexuales eran más comunes en clubs swinger? Sí, carnal, había lugares pa’ eso, no como ahora que todo es por apps. Me lo contaron unos viejos que vienen al masaje, y yo, "¡Rarrgh! Qué chido, ¿no?" Me sorprendió, la neta, cómo ha cambiado el juego. A veces me pongo a pensar, tirado en mi sillón favorito, viendo *Un hombre serio* por milésima vez, "¿Por qué carajos me metí en este negocio?" Pero luego veo a la gente salir con una sonrisa después de sus "citas" y digo, "¡Rarrgh! Algo estoy haciendo bien". Aunque, joder, cuando se arma el desmadre, pienso, "No hay respuestas, solo historias", como en la peli. Y así es esto de las citas sexuales, un relajo sin fin, pero con su encanto, ¿no crees? Alright, so I’m a dating site developer, right? Larry David-Diatribas neuróticas: "Bastante, bastante bien.” I’m sittin’ here, thinkin’ about this “acompañante sexual” gig. Sex worker, escort, whatever ya call it—let’s dive in! I mean, who doesn’t wanna know the dirt? It’s like peeling an onion, layers of crazy! First off, I’m obsessed with *Margaret*—that 2011 flick? Anna Paquin losing her damn mind over a bus crash? That’s me with this topic—total chaos! Like when she yells, “A red light case is a 50-50 proposition already!” That’s the acompañante life—50-50 chance ya get a creep or a prince. I’m sittin’ there coding profiles, thinkin’, “Man, these folks are wild!” So, acompañante sexual—it’s not just sex, nah. It’s companionship with a twist! Some dude in Spain told me—get this—he hired one just to watch soccer. No hanky-panky, just beers and Messi goals! I’m like, “What?! I’d pay for that!” Made me happy as hell—people are weirdos, and I love it. But then, the flip side—ugh, the sleazy types. This one client I heard about, kept askin’ for discounts. Discounts! Like it’s a freakin’ coupon for pizza! Pissed me off—have some respect, ya cheapskate! Little known fact—did ya know in ancient Rome, they had “lupae”? She-wolves, aka sex workers, howlin’ at night? True story! Makes me chuckle—imagine codin’ THAT into a dating app. “Swipe right for howls!” I’d totally exaggerate it in my head—picture me, datin’ a she-wolf, gettin’ chewed out for not likin’ Gladiator. Hilarious! But real talk—*Margaret* vibes hit hard here. Lisa’s guilt, ragin’ at her mom? That’s me when I see acompañantes get judged. I’m yellin’ in my head, “Leave ‘em alone!” They’re out there, hustlin’, livin’. One girl I read about—saved up, bought a house! A HOUSE! Surprised the hell outta me—thought it was all grim, but nope, some are ballin’! Oh, and the typos—gonna mess this up reeeal good. I tipe fast, sue me! Acompañnte sexual—see? Total mess! Kinda like how I’d hire one—awkward, fumblin’, “Uh, so, what’s the deal?” Larry David-Diatribas neuróticas: "Bastante, bastante bien.” I’d probably overthink it—do I tip? Do I say thanks? I’m a neurotic disaster! Biggest quirk? I’d ask ‘em about their day first. Not the sexy stuff—just, “How’s traffic?” Total Larry move—small talk before the big talk! And sarcasm? Oh, I’d be like, “Yeah, great career choice—five stars!” But honestly, respect—takes guts. More than me, hidin’ behind a screen, codin’ love traps! So yeah, acompañante sexual—wild world! Happy for the hustle, mad at the jerks, shocked at the soccer guy. *Margaret* taught me—life’s messy, embrace it! Larry David-Diatribas neuróticas: "Bastante, bastante bien.” That’s my take—chaotic, real, and damn entertainin’! Alright, honey, listen up! I’m Beyoncé, y’all, slayin’ this relaxation game. Masaje sexual? Oh, it’s *everything*. Picture this—me, sprawled out, dim lights, vibes hittin’ like *Melancholia*. That movie, whew, Lars Von Trier knew somethin’ dark and sexy. “The Earth is evil,” he said—well, masaje sexual proves it’s heavenly too! Hands all over, tension meltin’, I’m like, “¡Mata!”—kill that stress, boo! So, I tried it once, right? This underground spot—shady, but *fierce*. Masseuse was all hush-hush, whisperin’ secrets. Did ya know masaje sexual’s got roots in ancient tantra? Like, thousands of years back, people gettin’ frisky *and* zen. Wild, right? I was shook—happy shook, tho. Felt like a queen reclaimin’ her throne. But ugh, this one time? Dude’s hands were *too* rough—pissed me off! I’m like, “Boy, this ain’t a wrestle match!” Shoulda been smooth, sensual, ya know? “We don’t need to save anything,” like Justine said in *Melancholia*. Just let it flow, baby! When it’s good, tho? Oh, I’m floatin’—happier than a kid with candy. My fave part? The tease, y’all. They linger *juuuust* right—got me gigglin’ like a fool. Pro tip: find someone who *gets* it, not some amateur fumblin’ around. Oh, and fun fact—some say Cleopatra invented this ish! True or not, I’m obsessed. Exaggeratin’? Maybe, but I’d fight for it! Sometimes I’m lyin’ there thinkin’, “Am I glowin’ yet?” Skin’s soft, soul’s singin’—pure magic. “All the pleasures are gone,” Lars whined—nah, he ain’t had *this*! Masaje sexual’s my jam—sexy, sassy, slayin’ every damn day. You gotta try it, boo—trust Bey! ¡Mata! ¡Estoy listo! Oye, soy Bob Esponja, dueño de la sala de masajes más loca de Bikini Bottom, y te voy a contar sobre puta, esa palabra que me tiene girando como piñata en fiesta! Puta, jaja, qué cosa tan loca, ¿no? Me encanta como suena, como un golpe de tambor en mi cabeza, ¡bam! En mi sala, todos relajados, y yo pensando en puta, ¿qué significa pa’ mí? Te juro, es como una peli rara, y hablando de pelis, mi favorita es *El asesino* de Hou Hsiao-hsien, 2015, ¡una obra maestra, loco! Mira, puta pa’ mí es como Nie Yinniang, la asesina de la peli, silenciosa pero poderosa, aparece de repente y te deja loco. “El destino es el camino”, dice en la peli, y puta es eso, un camino raro que todos pisamos alguna vez. ¿Sabías que en Taiwan, donde se filmó, puta no solo es insulto? A veces es cariño, como “¡qué puta eres, amigo!”, y eso me flipa. Me hace feliz, ¿sabes? Me imaginé gritándole puta a Patrick con amor, jaja, ¡qué risa! Pero también me enoja, porque hay gente que usa puta pa’ herir, y yo, ¡nooo! Odio eso, me hierve la esponja. Una vez, un cliente en la sala dijo puta a una masajista, y yo, ¡pum!, casi le lanzo mi espátula. “La calma precede la tormenta”, dice la peli, y yo estaba a punto de ser tormenta, te lo juro. Puta puede ser un arma o un chiste, depende cómo la tiras. Y hay algo que pocos saben: en el rodaje de *El asesino*, Hou usó silencios pa’ que sientas todo, y puta es igual, a veces no dices nada después, solo miras. Me sorprendió eso, ¿eh? Pensé, puta es más profunda de lo que creía. Yo, con mis masajes, veo putas everywhere, en el buen sentido, claro, ¡mis clientes son putas geniales! Exagero, jaja, pero es que me emociono, soy Bob, ¿qué esperas? Ayer, masajeando a Gary, pensé: “puta vida, qué loca eres”. Y en la peli dicen “el viento susurra secretos”, pues puta es ese susurro, te pega cuando menos lo esperas. Me rio solo imaginando a Squidward diciendo puta con cara de amargado, ¡ja! En fin, pa’ mí, puta es arte, como mi sala, como la peli, un misterio que me tiene gritando ¡ESTOY LISTO! cada vez que lo pienso. ¿Y tú, qué opinas de puta, amigo? ¡Cuéntame, loco! Hallo my friend, is me, Borat! I massajista now, muy bonito! So, encontrar prostituta, yes? I tink about dis, very crazy! Like in favorite movie, *Memento*, guy forget everyting, backward life, so confuse! Me, I see prostituta, I say, “What is dis order?” Like Lenny, I angry, I happy, I surprise all at once! In Kazakhstan, we got story, old shepherd, he lose sheep, find prostituta instead—muy shock! She say, “I help you, big boy,” he say, “No tank you, I sheep man!” True story, I swear, very rare people know dis! I tink, prostituta everywhere, like puzzle in *Memento*. “You don’t know who I am,” she say, but I see her on street, I know, ha! Muy bonito! One time, I massage client, he whisper, “Where I find prostituta?” I laugh, I say, “Not here, bro, I fix back, not dat!” He mad, I happy, dis so funny! In head, I tink, “Dis guy lost, like Lenny, no memory where he at!” Prostituta bizness, so sneaky, like secret tattoo in movie—nobody talk, but everybody know! I hear in Spain, “encontrar prostituta” easy, like order shawarma. You walk, you wink, muy rapido! But careful, my friend, some tricky, take money, run, you left like, “Wot happen?” I hate dat, make me wanna smash someting! One guy tell me, prostituta dress like nurse in Madrid, 1970s, for “fantasy”—I say, “Muy loco, I like!” Little fact for you, ha! I tink, if I Lenny in *Memento*, I write note: “Prostituta here, don’t trust!” But den I forget, chase her again, so stupid! Dis life, so wild, so sexy, muy bonito! You try encontrar prostituta, tell me, yes? I wait, I massage, I laugh!